EL SISTEMA DE LAS ARTES VII Jornadas de Historia del Arte RAQUEL ABELLA ANGELA BRANDÃO FERNANDO GUZMÁN CARLA MIRANDA ANDRÉ TAVARES Editores Universidade Federal de São Paulo Museo Histórico Nacional Facultad de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez Centro de Restauración y Estudios Artísticos CREA 1 al 3 de octubre de 2014 - Valparaíso - Chile El Sistema de las Artes VII Jornadas de Historia del Arte 1 al 3 de octubre de 2014 Valparaíso - Chile Imagen de portada: El artista en su estudio, Mauricio Rugendas, 1834, Valparaíso, grafito sobre papel, 16x23 cm, colección Museo Histórico Nacional, MHN 3-1643. ISBN: N° 978-956-7297-29-0 © de la edición Museo Histórico Nacional © de las ponencias según se indica, cada autor Nota: Los autores son responsables del contenido de sus trabajos, así como también de las autorizaciones existentes para el uso de las imágenes adjuntas en sus ponencias. Diseño e impresión: Productora Gráfica Andros Ltda. 1ª edición Septiembre de 2014 Santiago de Chile Tiraje: 500 ejemplares Esta publicación se ha realizado gracias al aporte del Museo Histórico Nacional, dependiente de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam), del Ministerio de Educación de Chile. Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción parcial y/o total. Índice 7 Presentación 9 Consideraciones en torno a las VII Jornadas de Historia del Arte FORMACIÓN 13 Valéria Esteves Lima - Inventar Instituições e Ofícios: Inflexões na história das academias de arte na América 23 Marcele Linhares Viana - La enseñanza de las artes decorativas en la Escuela Nacional de Bellas Artes de la Universidad de Brasil en la primera mitad del siglo XX 33 Samuel Quiroga Soto y Lorena Villegas Medrano - Aspectos de la formación artística y circulación de la obra de Antonio Smith que inciden en la catalogación de su legado 43 María Isabel Ringeling Vicuña - La pedagogía de Pablo Burchard E. en la Escuela de Bellas Artes. 49 Carolina Vanegas Carrasco - Escultores en tiempos de guerra: práctica y enseñanza de la escultura en Colombia a fines del siglo XIX PRÁCTICAS 61 Patricia Herrera Styles - Pedro Lira y José Miguel Blanco: sus “luchas artísticas” y la articulación de un sistema del arte en Chile 71 Solène Bergot Le Caer - Rafael Errázuriz Urmeneta y Joaquín Sorolla: formas de transferencias culturales entre Viejo y Nuevo continente (1896-1923) 79 Jesús Porres Benavides - Las pinturas del Apostolado de la Sacristía de la Catedral de Santiago de Chile EXHIBICIÓN Y DISCURSO 91 Carlos Ignacio Corso Laos - El Consejo Nacional de Bellas Artes y la ausencia de Juan Francisco González en la Exposición del Centenario 99 Ana Maria Hoffmann - A Bienal de São Paulo e as representações chilenas (1951-1961): apontamentos para pesquisa 107 Pedro Zamorano Pérez - ¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!: los artistas chilenos en la I Bienal franquista de 1951 113 Ana Carolina Lima Corrêa y Emerson Dionisio Gomes - Apontamentos sobre as relações entre a crítica institucional e o feminismo nas poéticas de Kolbowski, Fraser e Guerrilla Girls 5 COLECCIONISMO Y MERCADO 121 Catherine E. Burdick - Collecting (across) cultures. Cartographic Exotica in “Tabula Geographica Regni Chile” (1646) 131 Marcela Drien Fábregas - Coleccionistas en la vitrina: expertos, filántropos y modelos del buen gusto. 139 María Rosario Willumsen Jigins - Una colección europea, con impronta francesa: la presencia europea en el arte en Chile a partir de la colección Cousiño Goyenechea. Segunda mitad del silgo XIX. 149 Maria Amélia Bulhões - A emêrgencia do moderno mercado de arte no Brasil 155 Alberto Martín Chillón - Mercados y mecenas en el Brasil imperial: la cuestión nacional en la escultura 167 Eric Palazzo - Les collections de manuscrits médiévaux enluminés aux USA: entre goût artistique et “collectionisme” FUNCIONALIDAD SOCIAL 6 181 Luis Javier Cuesta Hernández - Macchinas funebres. El catafalco regio en América: un estudio cultural 187 Juan Manuel Martínez Silva - Historia, alegoría y piedad. La pintura de Pedro León Carmona, en Chile a fines del siglo XIX 195 Juan Manuel Martínez, Marisol Richter y Cynthia Valdivieso - Don Manuel de Salzes y doña Francisca Infante: representación, memoria y devoción en el Reino de Chile 203 Guillermina Guillamón - El buen gusto como ideario normativo en las Bellas Artes el caso de la cultura musical porteña (1820-1827) 213 Renata Oliveira Caetano - Poeta, artista e imagem: reflexões sobre o retrato de Murilo Mendes, feito por Flávio de Carvalho 221 Norma Juárez - Coexistencias en el campo del arte contemporáneo. El “caso” Tucumán Presentación El Museo Histórico Nacional tiene como obje- tivo dar a conocer la historia de Chile mediante sus colecciones. Además, busca ser un lugar de reflexión, favoreciendo el diálogo con la comunidad mediante la organización de un amplio conjunto de actividades, entre las que destacan exposiciones temporales, publicaciones, mesas redondas, actividades educativas y de divulgación. Desde hace ya más de una década, y con el objetivo de promover el diálogo entre historiadores del arte, se propuso junto con la Facultad de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez y el Centro de Restauración y Estudios Artísticos CREA, organizar las Jornadas de Historia del Arte, con el fin de generar un espacio de encuentro y reflexión no solo para la disciplina, sino también para nuestras propias colecciones históricas. De esta manera la realización de las jornadas tiene por objetivo propiciar el encuentro entre instancias que permitan favorecer la investigación, fomentar las reuniones de expertos, y la publicación de textos especializados en la materia. Desde 2003 se han celebrado en Valparaíso y Santiago seis exitosas jornadas, lo que nos permite afirmar su consolidada trayectoria en el mundo académico, siendo un referente único a nivel nacional. Esta consolidación se traduce, además, en el traspaso de nuestras propias fronteras, gracias al aporte de referentes internacionales del ámbito académico que han enriquecido en gran medida las discusiones y reflexiones de los distintos encuentros. Cada una de las jornadas se ha acompañado de una publicación que ha dejado constancia y evidencia de las investigaciones presentadas en ellas. Esto ha permitido la pervivencia en el tiempo de los temas que cada investigador ha realizado, los que a manera de artículo se han transformado en obras de referencia y consulta dentro del ámbito académico. Es este también nuestro objetivo con esta actual publicación: aportar a la formación de capital cultural y académico en el ámbito de los estudios sobre historia del arte. Queremos agradecer al Museo Marítimo Nacional de Valparaíso el préstamo de espacio para la celebración de las jornadas en este año, así como también reconocer y destacar la fructífera colaboración del Museo Histórico Nacional con la Universidad Adolfo Ibáñez y el Centro de Restauración y Estudios Artísticos CREA, y dar la bienvenida a la Universidade Federal de São Paulo como coorganizadora del evento, esperando que continúen los lazos de unión entre estas instituciones para la pervivencia de este encuentro académico. Esperamos que estas VII Jornadas de Historia del Arte sean un éxito y que sigan aportando al estudio de la historia del arte y sus disciplinas transversales. Museo Histórico Nacional 7 8 Consideraciones en torno a las VII Jornadas de Historia del Arte Han transcurrido once años desde que en mayo de 2003, por iniciativa del Museo Histórico Nacional, la Universidad Adolfo Ibáñez y el Centro de Restauración Crea se realizaran las I Jornadas de Historia del Arte. La iniciativa ha dado frutos visibles como las discusiones académicas, la publicación de las actas, los vínculos de colaboración y, por qué no decirlo, las relaciones de sincera amistad entre quienes han participado. Las tres instituciones han logrado sostener en el tiempo un espacio de diálogo en torno al arte americano, en el que participan periódicamente especialistas de diversas instituciones. La incorporación, a partir de estas VII Jornadas, de la Universidade Federal de São Paulo como coorganizadora, permitirá consolidar lo realizado hasta ahora, proyectarlo internacionalmente y acometer nuevos desafíos. Con un ritmo bianual las instituciones involucradas han convocado a especialistas de América y Europa para presentar ponencias y discutir en torno a los problemas de la disciplina. Las últimas jornadas se realizaron en 2012 en Valparaíso, bajo el tema: “Vínculos artísticos entre Italia y América”. En esa oportunidad se presentaron 23 ponencias con la participación de especialistas de Argentina, Brasil, Colombia, Uruguay, Chile, Italia e Inglaterra. La publicación de los trabajos fue distribuida el día de inauguración de las jornadas. A partir de 2015 se realizarán anualmente, alternándose como sedes del encuentro las ciudades de São Paulo y Valparaíso. Estas VII Jornadas han sido convocadas bajo el título “El sistema de las artes”. Después de dos versiones enfocadas en temas acotados: “Arte e Independencia” en 2010 y “Vínculos artísticos entre Italia y América” en 2012, se tomó la decisión de proponer un marco más amplio que permitiera la emergencia de nuevas propuestas y miradas que las jornadas anteriores no pudieron acoger. Sin olvidar la preferencia de las jornadas por trabajos que atiendan a la comprensión de obras, se busca en esta oportunidad reunir investigaciones acerca de las instituciones, las prácticas culturales y los individuos que, desde el período colonial hasta el siglo XX, han influido en la actividad artística o en la comprensión que de ella se tiene. Las ponencias seleccionadas dan cuenta de diversos aspectos relativos a la producción, circulación e interpretación de las obras. En torno al eje de formación artística se reúnen ponencias que reflexionan especialmente en torno a las academias decimonónicas y el rol de las universidades durante el siglo XX. Otro aspecto al que atienden algunas de las propuestas es el de las transferencias culturales e iconográficas, aportando nuevos antecedentes a una línea de trabajo ya consolidada. También se articula una discusión relevante acerca de la función de las exhibiciones y bienales, dando cuenta del modo cómo estas instancias se constituyen en reflejo de las tensiones sociales y políticas de la comunidad. Los alcances de la crítica, la producción académica y las polémicas públicas también son objeto de reflexión, explorando el vínculo entre estas prácticas y los demás ámbitos del sistema de las artes. El coleccionismo como expresión de las ciencias de la clasificación, así como la 9 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte emergencia de los modernos mercados de arte es otro tópico en el que se centran varias de las investigaciones publicadas. Finalmente, se han reunido otros trabajos que proponen, desde diversas perspectivas, una revisión de los vínculos entre el arte y otras áreas de la dinámica social: piedad y devoción, funebria y sociabilidad, entre otros asuntos. Las Jornadas de Historia del Arte se han concebido, desde sus inicios, como un espacio de encuentro para todos los puntos de vista en los que se facilite el contraste de ideas, fuentes y perspectivas metodológicas, permitiendo de ese modo a los participantes dar a conocer sus propuestas y someterlas al escrutinio de los pares. Las instituciones fundadoras están seguras de 10 que la incorporación de la Universidade Federal de São Paulo vendrá a reforzar y enriquecer lo que hasta ahora se ha realizado. La publicación de este conjunto de trabajos en torno al sistema de las artes en América, realizados por investigadores de diversas universidades y centros de estudio de Argentina, Brasil, Colombia, Chile, España y Francia, esperamos sea un aporte relevante, no solo para la historia del arte, sino también para otras disciplinas que dialogan con ella. El principal mérito de estas páginas es, a juicio de los editores, el haber articulado en un solo corpus avances particulares de investigación en torno a tópicos que cuentan, en algunos casos, con una masa de reflexión significativa. FORMACIÓN Inventar Instituições e Ofícios: Inflexões na história das academias de arte na América VALÉRIA ESTEVES LIMA* RESUMO Esta comunicação realiza inflexões na história das academias de arte brasileira e chilena no século XIX, buscando discutir elementos relacionados à sua fundação e organização, à luz de um pressuposto que consiste na sua natureza “inventada”. Procura entender o processo de construção de uma tradição acadêmica no continente, vincada por trajetórias individuais e contatos interpessoais, muitas vezes ignorados ou subestimados nos estudos das instituições artísticas. ABSTRACT This paper points up inflections in the history of Brazilian and Chilean art academies in the 19th century, discussing some aspects of its foundation and organization, based on the postulate of its “invented” nature. The discussion tries to understand the building of an academic tradition on the continent, highlighted by individual trajectories and interpersonal contacts often ignored or underestimated in studies of art institutions. Os estudos comparativos têm servido, muitas vezes, para aclarar situações e percursos experimentados no campo da criação artística, pensada seja em seu aspecto humano (artistas e suas produções) ou institucional (aparelhos que exercem uma ação direta sobre a produção artística). Quando pensamos na história das academias de arte no continente americano, mais útil ainda se torna adotar a perspectiva de uma análise comparativa, considerando a sincronia que caracteriza a evolução de experiências relacionadas ao ensino e à prática artística no contexto americano, particularmente ao longo do extenso século XIX. Esta comunicação está construída sobre a convicção de que estudos comparados entre os * Valéria Esteves. Docente do Curso de História. Universidade Metodista de Piracicaba (UNIMEP), São Paulo, Brasil mundos da arte brasileiro e chileno em muito nos podem ajudar a compreender, em toda a sua significação cultural, fenômenos que tem instigado recentes pesquisas de estudiosos da história da arte nestes países1. Marcada, a princípio, pelas teses que entendiam a produção artística no continente americano como tributária exclusiva da herança europeia, a disciplina tem retomado 1 Josefina de la Maza, entre outros estudos, aponta para esta revisão na historiografia da arte chilena em “Por un arte nacional. Pintura y esfera pública en el siglo XIX chileno”. Cfr. De la Maza, J.: “Por un arte nacional. Pintura y esfera pública en el siglo XIX chileno”. In: Sagredo, R. (ed.). Ciencia-Mundo: Orden republicano, arte y nación en América. Santiago de Chile: Universitaria, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana de la Dibam, 2010, pp. 281-320. Para o cenário brasileiro, ver publicações dos colóquios ocorridos no Rio de Janeiro, em 2008 e 2010, dedicados à arte brasileira do século XIX. Cfr. Oitocentos-Arte Brasileira do Império à República. 2 tomos. Org. Arthur Valle e Camila Dazzi. Rio de Janeiro: EDUR-UFRRJ/Dezenovevinte. 13 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte velhos temas a partir de novas perspectivas, além de trazer à tona novas preocupações, envolvidas em imenso esforço de atualização teórico-metodológica. Louváveis, neste sentido, são vários projetos e iniciativas levadas a cabo por estudiosos nesses dois países, no sentido de recuperar e disponibilizar fontes essenciais para esta revisão historiográfica, estimular a produção intelectual na área e, sobretudo, promover fóruns de discussão e reflexão sobre a temática das artes no continente, numa perspectiva agora inevitavelmente global. Às importantes e fundadoras análises realizadas por estudiosos durante as décadas de 1950 e 19802, vêm ganhando espaço investigações de extremo fôlego, cujo objetivo tem sido, cada vez mais, o de revisitar criticamente a história já produzida e, sobretudo, propor novas maneiras de abordar a história da arte nas nações americanas, envolvendo artistas, obras e instituições. Esta nova postura de historiadores da arte diante de seus objetos (os mundos da arte no continente americano) relaciona-se, em certa medida, com a emergência dos estudos culturais e visuais, campos ainda em busca de definições mais precisas, porém redefinidores da maneira como se vêm analisando os fenômenos humanos e sociais desde os anos 1960, com grande impacto sobre os estudos sobre arte e imagem. Alinhada com estes esforços, esta comunicação tem como objetivo principal desenvolver uma reflexão sobre as trajetórias de instituições e indivíduos (Jean-Baptiste Debret, 1768-1848) Félix 2 14 Entre outros, ver, para o Brasil, Morales De Los Rios Filho, A.: “O ensino artístico. Subsídio para a sua história. Um capítulo: 1816-1889”. Anais do Terceiro Congresso de História do Brasil. Rio de Janeiro: Imprensa Nacional, 1942; Zanini, W. (Org.). História geral da arte no Brasil. São Paulo: Instituto Walther Moreira Salles, Fundação Djalma Guimarães, 1983. Para o Chile, Pereira Salas, E.: Historia del arte enel reino de Chile. Santiago: Ediciones de la Universidad de Chile, 1965; do mesmo autor, Historia del arte en Chile republicano. Santiago: Ediciones de la Universidad de Chile, 1992; Romera, A. Historia de la pintura chilena, Santiago: Editorial del Pacífico, 1951; Galaz, G. y Ivelic, M.: La pintura en Chile: desde lacolonia hasta 1981. Valparaíso: Ediciones Universitarias de Valparaíso, 1981. Émile Taunay, 1795-1881; Raymond Quinsac de Monvoisin, 1794-1870 e Alessandro Ciccarelli, 1810-1879),que pertencem aos mundos da arte brasileiro e chileno, em primeira instância, mas que indiciam processos típicos da constituição de sistemas e culturas visuais no continente. INVENTANDO INSTITUIÇÕES: A ACADEMIA IMPERIAL DE BELAS ARTES (AIBA) E A ACADEMIA DE PINTURA Durante muito tempo, o interesse pelo estudo da arte acadêmica e da história das academias de arte foi negligenciado por uma crítica que se mostrou incapaz de compreender a sua importância, sobretudo quando se trata de encarar a questão durante o século XIX. A afirmação de novas correntes artísticas na Europa, que traduziam opções estéticas alternativas à ortodoxia acadêmica, foi determinante para a imposição de uma fortuna crítica extremamente rígida com relação à arte que se fazia no interior destas instituições a partir do final do século XVIII. Em paralelo, as academias europeias ensaiam um “canto do cisne” ao tornarem-se modelos de instituições organizadas no Novo Mundo. Em meio a tantas modificações no cenário artístico, desencadeadas principalmente a partir do século XIX, elas continuavam sendo o “corpo estável” defendido por Zola3, as guardiãs da Moral e a última esperança de um controle, ainda que apenas aparente, da atividade artística. É com o peso desta tradição que as academias organizadas na Europa tornam-se modelos para instituições congêneres criadas nas colônias americanas a partir de 1785, ano da fundação de Academia de São Carlos na cidade do México. Depois dela, uma série de academias se estabeleceu nos novos países da América, “como parte de um programa de reformas para incentivar a vida artística e intelectual dos novos países 3 Referência à frase de Émile Zola, pronunciada em 1866: “Não possuímos mais um corpo estável como a Academia...” INVENTAR Instituições e Ofícios: Inflexões na história das… / Valéria Esteves Lima independentes”4. Ao longo deste processo, inventava-se, no continente, a tradição acadêmica5. Não apenas a estrutura destas novas organizações vinha da Europa, mas também seus principais professores e diretores, que alcançavam tais posições através de diferentes caminhos.Desde as experiências de implantação de instituições artísticas nos territórios ainda colonizados até os episódios de organização de academias de arte nos países independentes6, foram recorrentes as práticas de transferência de modelos, regras institucionais e, em especial, de sujeitos que assumiam a direção e a condução do ensino nestes estabelecimentos, vindos sobretudo da Europa. Toda esta engenharia encontraria, porém, nos cenários locais, condições que definiram, em última instância, a eficácia e os limites de tais iniciativas. Os casos das academias brasileira e chilena são exemplares neste sentido. Desde a vinda da corte portuguesa para o Brasil, em 1808, algumas transformações inevitáveis alteraram o panorama da maior possessão lusitana. De colônia, o Brasil passava a sede da Monarquia, evoluindo mais tarde, em 1815, à categoria de Reino Unido. O célebre episódio da abertura dos portos trouxe ao Brasil mudanças indiscutíveis, tanto em nível econômico como social. A afluência de estrangeiros e de produtos importados transformou os hábitos da população, difundindo o gosto pelo conforto e pelas suntuosidades de uma vida social inspirada nas cortes europeias. O estabelecimento de instituições burocráticas, o incentivo à atividade 4 Ades, D.: Arte na América Latina. A Era Moderna, 18201980. São Paulo, Cosac & Naify Edições, 1997, p. 28. 5 Em texto que sumariza 150 anos de arte brasileira, Ferreira Gullar emprega o termo intervenção “modernizadora”, para se referir ao modelo neoclássico imposto à realidade brasileira no início do século XIX, interrompendo um processo que, segundo ele, “vinha ganhando autonomia e originalidade”. Ferreira Gullar. “150 anos de arte brasileira”. En: VVAA, 150 Anos de Pintura Brasileira. Rio de Janeiro: Colorama, 1989, pp. 13-23. 6 Para um histórico da fundação das academias de arte na América ibero-americana, Cfr. Viñuales, R. e R, Gutiérrez (coords.). Pintura, Escultura y Fotografía en Iberoamérica, siglos XIX y XX. Madrid, Ediciones Cátedra, 1997, pp. 45-87. de pesquisadores e a adaptação do ambiente a uma população que crescia e se diversificava rapidamente são algumas evidências de que o Brasil entrava, definitivamente, em uma nova fase. A vinda de uma colônia de artistas franceses e a instalação de uma escola dedicada ao ensino das artes e ofícios fazem parte deste movimento de adaptação colonial, revestindo-se de grande importância política nas décadas em que o país assiste ao desfecho de seu processo de independência7. Do projeto para uma Escola de Arte e Ofícios, apresentado por Joachim Le Breton, líder do grupo de franceses, em 1816, à inauguração da Academia Imperial de Belas Artes, em 18268, o Brasil deixou a condição de colônia e alcançou aquela de país independente. Se, no momento da chegada dos franceses ao Rio de Janeiro, predominava a intenção de criar um escola de ofícios que pudesse colaborar para o progresso material do país, ao ser inaugurada alguns anos após a proclamação de sua independência, a Academia pode então assumir seu papel de instituição dedicada ao ensino e à prática das belas-artes, ainda que sempre motivada por preocupações de ordem pragmática: era preciso fazer das artes instrumentos para que o país alcançasse definitivamente a condição de um corpo civilizado, integrado ao grande sistema europeu. A resistência ao projeto de uma academia de belas artes no país manifestou-se em diferentes círculos e momentos. As principais críticas colocavam em questão o valor do ensino artístico em um país que mal possuía os fundamentos básicos de sua organização socioeconômica; assim, ao invés de se preocupar com a formação técnico-profissional 7 Sobre o processo Von Spix, J. B. e Von Martius, C. F. P.: Viagem pelo Brasil (1817-1820). 3 vols. 4ª ed. Belo Horizonte: Itatiaia, São Paulo; Edusp, 1981. de independência brasileira conferir, como excelente reflexão introdutória. Souza, I.: A independência do Brasil. Rio de Janeiro, Jorge Zahar Editor, 2000. 8 Sobre a história da criação da AIBA, Cfr. Lima, V.: A Academia Imperial das Belas -Artes: um projeto político para as artes no Brasil. Dissertação de Mestrado, Ifch-Unicamp, 1994. Orientador: Prof. Luiz C. Marques Filho. Dias, E.: Paisagem e Academia: Félix-Émile Taunay e o Brasil (18241851). Campinas, SP: Editora da Unicamp, 2009. 15 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte da população, estaria o Governo despendendo esforços e verbas para introduzir no país um ensino sem utilidade imediata. Em 1833, alguns anos depois de iniciadas as atividades da Academia, o Ministro dos Negócios do Império, Nicolau Vergueiro, observava em seu relatório referente ao ano de 1832, que “a Academia das Bellas Artes hehumestabelecimento, que não pode apresentar grande prosperidade em humpaiz, onde estão em tamanho atrazo as que são mais necessarias à vida”.9 Muito antes de Vergueiro, Spix e Martius, viajantes bávaros que percorreram províncias brasileiras entre 1817 e 1820, afirmavam que a ordem de prioridades deveria privilegiar as artes mecânicas e o comércio, deixando para depois o despertar do gosto pelas artes. Segundo eles, no âmbito da cultura e das artes, a sociedade brasileira não alcançara ainda o estágio de evolução necessário para o seu total aproveitamento.10 Impressões como as dos viajantes bávaros evidenciam o processo de construção de representações sobre a América e os americanos, que se materializa nos discursos produzidos por estes observadores, logo absorvidos por outros, dentro e fora do continente. Construía-se, assim, através da linguagem, uma tradição que opunha à maturidade europeia a infantilidade dos povos americanos. Em obra publicada em 1837, o francês Ferdinand Denis assim avalia a instalação dos artistas franceses no Brasil: O pensamento que presidira o seu estabelecimento, não se baseando de antemão em nenhum plano sólido, o governo obteve talvez menos vantagens com a chegada dos artistas, do que os particulares que souberam compreendê-los e nos quais desenvolveram eles, pelo menos, algum gosto pelas artes.11 9 Brasil, Relatórios do Ministério do Império, 1832. 10 Cfr. Von Spix, J. B. e Von Martius, C. F. P.: Viagem pelo Brasil (1817-1820). 3 vols. 4ª ed. Belo Horizonte, Itatiaia, São Paulo: Edusp, 1981. 11 Denis, F.: Brasil. Belo Horizonte: Edit. Itatiaia, São Paulo: EDUSP, 1980, p. 116. 16 Denis referia-se à dificuldade para a instalação definitiva da AIBA, uma vez que seus fundadores deveriam, para além de todas as dificuldades materiais previstas, justificar sua presença no país e convencer o Governo de sua utilidade. Neste contexto de resistência, alguns indivíduos souberam aproveitar-se da oportunidade e mesmo o Governo soube se valer dos talentos de alguns dos membros do grupo, colocando-os diretamente a seu serviço, ainda que sem priorizar a questão do ensino. O projeto de uma escola de ofícios ou de uma academia de artes, porém, não parecia ser prioritária entre as preocupações do governo brasileiro. Não resultando, portanto, de nenhum “plano sólido”, como destaca Denis, a Academia inaugurada em 1826 respondia a um complexo e demorado processo de invenção, ao longo do qual projetos e expectativas foram abandonados e/ou reelaborados, ajustando os ponteiros da instituição com o relógio do Império, ao qual serviria fiel e longamente, espelhando-se nas mais tradicionais instituições congêneres europeias. A “tradição” acadêmica, porém, mostravase ela também uma condição importada, assim como o eram seus professores, diretores, regras e modelos. Se, ao longo do século, a ortodoxia acadêmica foi mais e mais reconhecida como a meta a ser alcançada nos meios artísticos locais, deve-se isso a um processo que se assemelha ao que Hobsbawn nomeia como “invenção das tradições”.12 Em particular, parece-nos apropriado recuperar a ideia do historiador inglês de que, neste processo, “sempre que possível, tenta-se estabelecer continuidade com um passado histórico apropriado”.13 Curiosamente, o passado mais apropriado, naqueles contextos, não era 12 Hobsbawn, E.: A invenção das tradições. São Paulo, Paz e Terra, 2008, pp. 9-24. Segundo o autor, “por ‘tradição inventada’ entende-se um conjunto de práticas, normalmente reguladas por regras tácita ou abertamente aceitas; tais práticas, de natureza ritual ou simbólica, visam inculcar certos valores e normas de comportamento através da repetição, o que implica, automaticamente, uma continuidade em relação ao passado”. p. 9. 13 Ibíd., p. 9. INVENTAR Instituições e Ofícios: Inflexões na história das… / Valéria Esteves Lima aquele local, mas o que os autores dos projetos das academias entendiam como mais condizente aos planos que então se traçavam e executavam para o progresso das sociedades americanas. O passado apropriado das artes era, portanto, aquele que vinha da antiga Grécia, fundamento da civilização europeia, cuja validade parecia inquestionavelmente universal naquele período. Curioso é que tão esquecidas estejam e tão ignoradas tenham sido as vozes que, no interior do continente americano, haviam se levantado a favor de uma inspiração local para as artes. Mario Sartor, em estudo sobre a arte latino-americana e o nascimento das academias de arte14, recupera trabalhos publicados entre o final do século XVIII e início do XIX, que defendiam um olhar para dentro do continente, valorizando as culturas antigas locais e colocando em questão o conceito de uma beleza clássica universal. Entre eles, Pedro José Marquéz, em Discurso sobre lobelloen general, introduzia a ideia de uma beleza relativa ao ambiente e às circunstâncias locais. Mais enfático era, ainda, o discurso do escritor cubano José Martí, em defesa do passado americano: “La historia de América, de los incas acá, há de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñela de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a laGrecia que no es nuestra. Nos es más necesaria [...]”.15 Tais conselhos não parecem, de fato, ter orientado as escolhas daqueles que, de alguma maneira, estiveram envolvidos com a implantação de um sistema de artes no continente, dentro do qual as academias ocupam um papel primordial. A eleição de um “passado histórico apropriado” para, a partir dele, qualificar as iniciativas de organização do ensino artístico em países americanos parece bem exemplificada no discurso pronunciado por Alessandro Ciccarelli na inauguração da Academia de Pintura de Santiago do Chile. Sua referência ao Chile como a Atenas da América do Sul, bem como o histórico da evolução 14 Sartor, M.: Arte Latinoamericana Contemporanea. Dal 1825 ai giorni nostri. Milano, Jaca Book, 2003, pp. 11-17. 15 Martí: 1985, apud Sartor, op. cit., p. 33 (nota 4) das artes que ia da Grécia, passando pela Itália e chegando ao contexto chileno, estabelecia uma continuidade em relação ao passado que não era o dos chilenos, mas o dos europeus, e que se constituía, de resto, no principal argumento em defesa do projeto da Academia e, por consequência, da invenção da tradição acadêmica no país. Poderia não ser o mais “necessário”, mas parecia ser o mais “apropriado”... Ser apropriado sem estar no universo das referências do público local, porém, coloca em cena a questão da recepção social da arte. Segundo Bourdieu e Darbel, “larichesse de laréception (...) dépend avant tout de lacompétencedurécepteur, c‘est-à-dire du degré auquel il maîtrise le code du message”16. Esta competência depende, por sua vez, do acesso à informação permitido a determinado receptor: educação escolar, formação familiar e contato com um desejado capital cultural nacional seriam, portanto, as condições para um diálogo entre o público e a obra de arte. Nas sociedades americanas, os modelos implantados e copiados nas academias de arte possuíam o sério inconveniente de serem, na grande maioria, desconhecidos do público. Não por outra razão, quando Monvoisin expõe seus quadros pela primeira vez em Santiago, será preciso que Sarmiento saia em auxílio do público, explicando didaticamente os temas tratados nas pinturas, por meio da imprensa local.17 No que tange à implantação de uma instituição de ensino artístico no país, a valorização do “estrangeiro”, do passado “do outro”, de resto, não tem início com Ciccarelli, mas recua em alguns anos, ligando-se à presença de Monvoisin no Chile.No momento em que o governo Bulnes formula uma série de iniciativas para elevar as condições culturais do país, o projeto de uma academia de artes estava, em verdade, submetido ao desejo primordial de organizar uma 16 Bourdieu, P. e Darbel, A.: L’amour de l’art. 2ª ed. Paris: Les Éditions de Minuit, 1969, p. 71. 17 Sobre o tema, Cfr. Lima, V.: Cuadros de Monvoisin (1843): pintura e política no Chile. In: Anais do XXXII Colóquio do Comitê Brasileiro de História da Arte. Campinas: CBHA, 2012. 17 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte instituição dedicada ao ensino técnico do desenho, aplicado ao desenvolvimento da indústria local. Desde o envio de Antonio Gana à França, para estudar belas artes e capacitar-se para assumir a condução de uma escola de formação técnica e artística em seu país, até o desenrolar dos trâmites que trouxeram Monvoisin a Santiago, incumbido de ali fundar e dirigir uma escola de desenho aplicado às artes e à indústria, o que parece indiscutível é o propósito de estimular, no país, o desenvolvimento industrial, através das competências adquiridas com o exercício do desenho técnico. Este é um aspecto notável no que estamos concebendo como “invenção da tradição acadêmica”, pois, apesar da vertente técnica do ensino das artes do desenho já estar prevista nos discursos programáticos de Joshua Reynolds18, inspiração presente nos projetos das academias americanas, a historiografia da arte americana nega sistematicamente esta dimensão do ensino das belas artes, preferindo optar por qualificações estritamente artísticas, identificadas antes de mais nada nas competências reconhecidas entre os artistas que para cá vieram, nem sempre em consonância com a realidade. Quando, em 1848, Ciccarelli recebe o convite para fundar e dirigir a Academia de Pintura de Santiago, aquela necessidade premente do governo e do país em relação ao ensino do desenho técnico parecia não mais fazer sentido no âmbito da promoção das belas artes. Tudo indica que, também no Chile, ao ser finalmente fundada uma academia de artes, desta se procurou afastar todo objetivo menos “nobre” e digno em relação às célebres figuras e modelos que lhe haviam vindo servir de inspiração e guia. Significativa é, portanto, a fundação, no mesmo ano em que se inaugurou a Academia de Pintura, 18 18 Sir Joshua Reynolds, primeiro presidente da Royal Academy de Londres, estabeleceu, através dos discursos anuais pronunciados na Academia londrina entre 1769 e 1790, princípios sobre a organização do ensino, bem como os propósitos da instituição (insistia em sua relação com preocupações de ordem prática e comercial), de provável penetração no cenário americano. Cfr. Reynolds, J.: Discourses on Art, New York, Collier Books, 1966. da Escuela de Artes y Oficios, para onde, segundo as determinações de Salvador Sanfuentes, já estavam“contratados na Europa e próximos a chegar ao país o Diretor e os mestres de oficio necessários para o seu estabelecimento”.19 Assim como ocorrera com o projeto de uma escola de artes e ofícios na capital brasileira, os mestres seriam europeus, assegurando a qualidade do ensino e o peso da tradição... Apesar de toda a fortuna crítica que as toma como marcos fundadores da inserção do Brasil e do Chile no sistema de artes europeu, a AIBA e a Academia de Pintura de Santiago foram palco de profundas contradições e críticas desde o seu surgimento, bem como as figuras de seus principais representantes. De La Maza aponta, como uma evidência da fragilidade do projeto da Academia de Pintura chilena, o pouco empenho em dotar a instituição de um museu que pudesse apoiar a atividade docente e viabilizar a formação do gosto estético do público local.20 Da mesma forma, o dogmatismo defendido por Ciccarelli na aplicação da regra clássica, tal qual a entendia, no ensino ministrado na Academia de Pintura gerou muitos debates, objetos de análises pela historiografia mais recente da arte chilena.21 19 Anales de la Universidad de Chile, 1849. 20 Cfr. De la Maza, J.: “Por un arte nacional. Pintura y esfera pública en el siglo XIX chileno”. In: Sagredo, R. (ed.). Ciencia-Mundo: Orden republicano, arte y nación en América. Santiago de Chile: Universitaria, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana de la Dibam, 2010, p. 284. 21 Entre estas análises, encontram-se os trabalhos de Valdés, C.: “Un pintor chileno en el café Michelangelo. Vínculo entre la Escuela de Staggia y la pintura de paisaje chilena”. En: Guzmán, F. y Martínez, J. M. (Eds).Vínculos artísticos entre Italia y América. Silencio historiográfico. VI Jornadas de Historia del Arte. Santiago, Museo Histórico Nacional, Universidad Adolfo Ibáñez y Centro de Restauración y Estudios Artísticos CREA, 2012, pp. 231-244. De la Maza, J.: “Duelo de pinceles: Ernesto Charton y Alejandro Cicarelli. Pintura y enseñanza en el siglo XIX chileno”. En Guzmán, F. y Martínez, J. M. (Eds). Vínculos artísticos entre Italia y América. Silencio historiográfico. VI Jornadas de Historia del Arte. Santiago, Museo Histórico Nacional, Universidad Adolfo Ibáñez y Centro de Restauración y Estudios Artísticos CREA, 2012, pp. 219-228, sobre os embates envolvendo Ciccarelli, Antonio Smith e Ernesto Charton. INVENTAR Instituições e Ofícios: Inflexões na história das… / Valéria Esteves Lima No Brasil, inventada a contragosto de muitos, como já vimos, a Academia conseguiu manter um estado de relativa importância e segurança ao longo de quase todo o período imperial, apesar das dificuldades materiais que sempre atormentaram seus diretores. Tal importância foi construída em atuação conjunta com os intelectuais do Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro, fundado em 1838. Durante o Segundo Reinado (1840-1889), AIBA e IHGB sustentaram as ações do Estado Imperial no sentido de construir/ inventar uma identidade nacional que pudesse assegurar a estabilidade da Nação brasileira. No final deste período, sobretudo após os conflitos com o Paraguai, nem mesmo estes baluartes institucionais foram capazes de impedir a queda do Império. Da mesma forma, enquanto centro de formação e produção artística, a AIBA viu-se afogada em críticas nas últimas décadas do século, precisando ser reinventada nos novos tempos da República. INVENTANDO OFÍCIOS: DE ARTISTAS APROFESSORES, DIRETORES E CENÓGRAFOS Em janeiro de 1823, o Conde de Gestas, Secretário da embaixada francesa no Brasil, redige um documento intitulado “Quelques réflexions sur l’état actuel Du Brésil”, no qual afirmava: os poucos recursos que oferecem hoje as nossas colônias levam uma multidão de franceses a tentar fortuna em um país onde lhes é assegurada a proteção do Governo, sob um clima cuja espantosa salubridade não é suficientemente conhecida e sob a influência do qual não há necessidade de temer abalos de terra, furacões, inundações e nenhum outro dos flagelos que geralmente afligem as mais belas regiões do globo.22 Referia-se o diplomata francês ao Brasil recém-independente e aos emigrados franceses em geral. Ainda assim, aponta circunstâncias 22 Arquivos Diplomáticos do Quai d’Orsay (FR), MAE/ AD, Mémoires et Documents-Brésil, vol.1, f. 171-5. que nos levam a conclusões um pouco mais generalizadas, sobre o apelo que as novas nações sul-americanas exerciam sobre artistas europeus, mais especificamente. As trajetórias individuais daqueles que aqui chegaram e se instalaram apontam, quase sempre, para uma complicada rede de motivações, muito além das superficiais explicações sobre a transferência de “iluminados” mestres para a “infantilizada” América. Combinam-se, em geral, desconfortos profissionais, problemas pessoais e, sobretudo, projetos particulares que pareciam beneficiados pelas condições objetivamente expostas pelo Conde: a proteção assegurada dos Governos e o clima ameno e convidativo. A vinda de Debret, Monvoisin e Ciccarelli, bem como a do jovem Félix-Émile Taunay, para a América resultam, assim, deste conjunto de motivações. Uma vez em seus novos destinos, as redes construídas entre artistas e intelectuais estrangeiros e locais, bem como seus envolvimentos nos projetos das elites políticas brasileira e chilena, impuseram modificações em seus projetos originais, marcando sua contribuição para o sistema das artes e para a cultura artística nestes países. De certa forma, a presença de Debret e Taunay estão inseridas no mesmo contexto, ainda que suas condições à época os coloquem em lugares distintos: em 1816, o pintor de história Debret chegava ao Brasil aos 48 anos, com uma já reconhecida trajetória artística em Paris, afundado em questões pessoais (morte do filho único e separação da esposa) e em delicada situação profissional, pela sua participação no governo napoleônico; Félix Taunay, jovem de 18 anos, acompanhava, juntamente com a família, a vindo do pai. Nicolas Antoine Taunay era reconhecido no meio artístico europeu como pintor de paisagem, tendo também – assim como Debret – atuado na produção imagética napoleônica. Respondiam, ambos, ao convite para integrar um grupo de artistas e mestres de ofício que pudessem instalar, na nova sede do império português, uma escola de artes e ofícios. Talvez comece, aí, o processo de “invenção da tradição” que acompanha a história 19 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte da inauguração do ensino das belas artes no Brasil. Ronda, ao seu redor, a ideia de que os artistas aqui chegados (e a menção ocultada aos mestres de ofício também indicia esta escolha...) eram reconhecidos e destacados artistas em seus contextos de origem, obrigados a emigrar por motivos políticos, após a queda definitiva de Napoleão. O despacho do Duque de Richelieu, Ministro das Relações Exteriores da França, datado de abril de 1816, porém, comenta a vinda de alguns franceses para o Brasil, entre os quais os artistas, dizendo que ...esta partida é completamente voluntária da parte daqueles que não estão incluídos nos decretos de 24 de julho de 1815, nem nas disposições de 12 de janeiro seguinte. É provável que vários deles cederam, ao deixar a França, a um vago sentimento de inquietação e acreditaram que encontrariam mais descanso em outros lugares. Outros foram levados ao Brasil por esperanças de estabelecimento e fortuna....23 Os documentos aos quais o ministro se refere eram as listas dos cúmplices dos Cem Dias e dos regicidas excluídos da Lei de Anistia. Como, ao que parece, os artistas chegados ao Brasil em 1816 não se encontravam nestas listas, podemos deixar de lado a ideia de que foram oficialmente expatriados. Isso, obviamente, não lhes poupava problemas e, uma vez que sua presença no país era objeto de diversificadas polêmicas, como já destacamos em outra parte deste texto, é fato que tiveram que mostrar-se hábeis na construção de seus próprios lugares e na constituição de uma imagem de si nos novos mundos em que se inseriam. Debret, em paralelo à sua função de artista da corte, para a qual foi convocado logo após sua chegada e que irá manter até o momento de sua partida, vai desempenhar importante papel na introdução do ensino artístico sob o formato do ensino em ateliês, que se iniciou no Rio de Janeiro antes da fundação da AIBA. Será cenógrafo e produzirá figurinos para a corte e seus eventos. Assumirá, no momento em que a Academia já 23 20 Arquivos Diplomáticos do Quai d’Orsay (FR), MAE/ AD, Correspondance Politique-Portugal, vol. 129, f. 280. estava aberta, a condução das duas primeiras exposições de trabalhos que aconteceram na instituição, além de ter participado ativamente da elaboração o projeto acadêmico. No entanto, em paralelo às suas atividades acadêmicas e oficiais, por quase 15 anos Debret construiu para si uma identidade outra: a de observador das ruas e registrador de impressões que lhe permitiram ingressar não apenas no universo da gênero da literatura de viajantes, mas também estabelecer-se como “historiador” do país, à luz das concepções historiográficas do século XIX. Sua obra, Viagem Pitoresca e Histórica ao Brasil, publicada em 3 volumes ilustrados entre 1834 e 1839, constitui um importante documento cultural sobre o século XIX brasileiro e sobre estas reinvenções de artistas no continente. Félix Taunay, por sua vez, construirá sólida carreira como pintor de paisagem (assumiu a Cadeira em lugar do pai, em 1821) e, sobretudo, como gestor da AIBA, cuja direção assumiu entre 1834 e 1851. Durante este período, a cultura artística acadêmica definiu-se na capital carioca, alimentada pelo sistema que incluía exposições, prêmios de viagem, circulação de obras e artistas, ensaios de crítica de arte e debates relacionados à cultura visual no período. É neste ambiente que circulará o napolitano Ciccarelli. Poucos são os dados concretos que temos sobre sua atuação no Rio de Janeiro até 1848, quando parte para o Chile, mas se sabe que participou da exposição de 1843, aberta pela primeira vez a artistas de fora da AIBA, foi condecorado pelo Imperador, realizou telas para particulares e recebeu a encomenda do quadro do casamento do Imperador, em 1846. Fora isso, pouco se sabe do que estaria fazendo ao longo destes 5 anos. Acreditamos, porém, que Ciccarelli tenha se inserido ativamente no mundo da arte local, envolvendo-se na incipiente crítica de arte que se esboçava na imprensa carioca do período, além de provavelmente ter acompanhado a gestão de Félix Taunay na AIBA. Quando, em 1849, assume a direção da Academia chilena, Ciccarelli vai demonstrar profundas identidades com o conteúdo dos discursos proferidos por Taunay INVENTAR Instituições e Ofícios: Inflexões na história das… / Valéria Esteves Lima na Academia brasileira, partilhando de suas ideias sobre a natureza da arte e a organização do sistema acadêmico. Encontrou, certamente, na profícua produção discursiva do francês, referências para construir a si mesmo como diretor da Academia de Pintura e desempenhar ali o papel de professor, ofícios até aquele momento inéditos em sua carreira. A ida de Ciccarelli para o Chile, de resto, parece também poder ser lida na chave das relações interpessoais e construção de identidades. No final de1847, o artista italiano saiu em defesa do francês Monvoisin na imprensa carioca, onde um crítico anônimo reprovava a qualidade do retrato de Dom Pedro elaborado pelo artista, em breve passagem pela cidade24. Este evento não apenas nos informa dos contatos entre Ciccarelli e Monvoisin, como comprova sua inserção nas 24 7esferas locais do debate artístico e, por fim, sugere um contato pessoal que muito provavelmente está associado ao convite que receberia, pouco depois, para assumir uma novo ofício na capital chilena. Naquela ocasião, Ciccarelli enfatizara o aspecto missionário da atuação de Monvoisin na América, chamando-o de “apóstolo da América espanhola”, provavelmente sugerindo uma interpretação semelhante para si e para os artistas europeus que por aqui circularam. Acreditamos, por fim, que tais contatos e mediações, explorados em profundidade, podem contribuir para desmistificar os “apostolados” na construção dos sistemas de arte no continente e colaborar na construção de uma história das artes que ultrapasse as molduras inevitáveis da tradição historiográfica, mas que necessitam ser revistas e atualizadas. Os artigos que traduzem esse debate estão reproduzidos, na íntegra, em: Marques dos Santos, F. e James, D.: “Raimundo Augusto Quinsac Monvoisin”. In: Anuário do Museu Imperial, Petrópolis/RJ, 1946, pp. 29-50. 21 La enseñanza de las artes decorativas en la Escuela Nacional de Bellas Artes de la Universidad de Brasil en la primera mitad del siglo XX MARCELE LINHARES VIANA* RESUMEN Este trabajo forma parte de mi proyecto de investigación para el doctorado en Historia y Crítica del Arte. El mismo versa sobre la enseñanza del arte decorativa en la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA) de Río de Janeiro. La inclusión de las artes decorativas en el programa de la ENBA ocurrió a partir de los años 1930, mediante una asignatura llamada Arte Aplicada; el curso de Artes Decorativas se creó en 1948. El mismo dispuso de once especialidades y representó un gran cambio no solo en el sistema de enseñanza de la Escuela, sino también en las más variadas manifestaciones artísticas de la modernidad presentes en las artes visuales de la época en Brasil. ABSTRACT This work is part of the doctoral research in History and Art Criticism about teaching decorative art at the National School of Fine Arts of Rio de Janeiro. The insertion of the decorative arts in the National School program takes place from the 1930’s through discipline Applied Arts until the creation of the course of Decorative Arts, in 1948. The course, which is divided in eleven specializations, represents a major change in the education system of the National School and the different manifestations of artistic modernity present in Brazilian visual arts of this period. ARTES DECORATIVAS: LA UNIÓN ENTRE LO ÚTIL Y LO BELLO En Brasil, desde el inicio de la colonización lusitana, la enseñanza artística fue coordinada por diferentes órdenes religiosas y maestros independientes. Además, la enseñanza se organizaba en talleres de moldes medievales. En el segundo cuarto del siglo XIX se fundó la Academia Imperial * Marcele Linhares. Docente de Historia del Arte / estudiante de doctorado. Centro Federal de Educación Tecnológica Celso Suckow da Fonseca – CEFET/RJ / Programa de Pos-Graduación en Artes Visuales de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Federal de Río de Janeiro – PPGAV/EBA/UFRJ. de Bellas Artes, por lo tanto, la enseñanza de las bellas artes empezó a organizarse de forma sistemática, dándole más énfasis al diseño y a la pintura. La enseñanza de las artes decorativas, sin embargo, pasó a ser responsabilidad del Liceo de Artes y Oficios, fundado en Río de Janeiro en 1858; hecho este que lo aleja del medio educativo de las bellas artes. Esta herencia histórica nos obliga, al hablar de artes decorativas, a remitirnos a un conjunto artístico que se distingue de las “bellas artes” (arquitectura, pintura y escultura), ya que el mismo se encuentra estrechamente vinculado a la producción de objetos de uso, a la composición arquitectónica o escenográfica interior. La investigación sobre la enseñanza de las artes 23 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte decorativas en la primera mitad del siglo XX contempla, de manera general, diferentes áreas que hoy se reconocen como segmentos artísticos específicos, al igual que los programas de las escuelas de arte, arquitectura y diseño. El término “artes decorativas” se usa normalmente para nombrar de forma general las “artes aplicadas”1; es decir, aquellas que sirven para ornamentar o embellecer un objeto que posea una función utilitaria cualquiera. Pongamos por ejemplo: muebles, cerámica, vidrio, metales, telas y decoración de interiores2. Por supuesto dicho término también puede abarcar un conjunto más grande que incluye también murales, grabado, tipografía, fotografía, vestuario, escenografía, ilustración publicitaria, estampería, entre otros. Las “artes aplicadas” se relacionan, además, con el “conjunto de actividades volcadas hacia la creación y decoración de objetos de uso, especialmente los que se producen de manera industrial”3. El desarrollo industrial está estrechamente relacionado con el desarrollo histórico de las artes decorativas, principalmente a partir de la mitad del siglo XIX debido a su entrada en el campo fabril o industrial. Es por ello que frecuentemente los términos “artes (decorativas) aplicadas a la industria” o “artes (decorativas) industriales”, surgen vinculados, incluso en el día de hoy, a la llamada producción de arte utilitario. La expresión “arte industrial” ya delata en su nombre el tipo de producción a la que se dedica –producción mecanizada y en serie–. Lo que, por supuesto, se opone rotundamente a la “producción” de las “bellas artes”, ya que la obra de arte se caracteriza por la exclusividad de sus piezas. Este antagonismo entre obras únicas y objetos en serie hizo que al final del siglo XIX y a principios del XX estos dos segmentos artísticos se alejasen uno del otro. 1 Cunha, A.P.: Diccionario de Artes Plásticas, Río de Janeiro: EBA/UFRJ, 2005, p. 231. 2 Moutinho, S. R., Prado, Rúbia B. B. y Londres, Ruth R. O.: Diccionario de artes decorativas & decoración de interiores. Río de Janeiro: Lexikon, 2011, p. 231. 3 Ibíd., p. 25. 24 Las artes decorativas no son más que un conjunto de manifestaciones artísticas de producción y elaboración de objetos de uso a partir de diferentes materiales, hechos tanto de manera artesanal como de manera industrial. La producción de los mismos se da mediante diferentes técnicas que se pueden incluso mezclar y que exigen conocimientos especializados. Dentro de las artes decorativas también encontramos el área de la arquitectura que se dedica a los interiores, a la escenografía y, por tanto, al uso y composición de los objetos en espacios internos. Entendemos, por tanto, las artes decorativas como una manifestación artística que produce objetos que contienen en sí tanto características prácticas como elementos estéticos presentes en las bellas artes. Sin embargo, ¿quién crea las artes decorativas? En aras de encontrar una respuesta, nuestro proyecto de investigación coloca como eje central de estudio la formación del artistadecorador y las instituciones que forman este tipo de profesional. UN TIPO DE ARTES DECORATIVAS: “PARA NUESTRO HONOR Y PROVECHO” En Brasil, el artista del siglo XIX que se aventuraba en el campo de las artes decorativas era reconocido como “adornista” o “pintor-decorador”. En general, este tipo de trabajo estaba vinculado al trabajo con ornamentación arquitectónica y escenográfica. No existía, por ejemplo, un profesional específico para diseñar la composición de los interiores. Normalmente, este tipo de actividad era incumbencia de los propios arquitectos o ingenieros-constructores. La denominación “decorador” proviene del profesional que se dedicaba a hacer los escenarios en los teatros, por tanto, el término se les atribuía también a los artistas que hacían pinturas en interiores y a los comerciantes que vendían productos para tales fines, por ejemplo, “tapicero-decorador”. Los nombres de las profesiones que se dedican a elaborar objetos específicos a partir de determinados materiales provienen de los propios La enseñanza de las artes decorativas en la Escuela Nacional… / Marcele Linhares Viana materiales del oficio. Pongamos por caso, ebanista, herrero, orfebre, alfarero, etc. Notamos en nuestras búsquedas que al principio del siglo XX en el campo de la enseñanza de artes decorativas de la primera y principal escuela de arte del país, las clasificaciones del pasado se han sustituido por las denominaciones “decorador” o “artista-decorador”. Uno de los profesionales más conocidos de la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA) que trabajó en esa área fue Eliseu Visconti (1866-1944). El pintor se hizo famoso tanto por sus obras pictóricas como por sus trabajos en el campo de las artes decorativas, sobre todo, en la pintura decorativa. El propio Visconti reconoció que la pintura mural hecha para el Teatro Municipal de Río de Janeiro, realizada en 1915, estaba entre las más importantes de su producción artística4. Fue justamente Visconti quien mostró, por primera vez en el país, obras de artes aplicadas en una exposición individual titulada “Pintura y Artes Decorativas” en 1901. La exposición contenía 60 obras pictóricas y 28 obras de artes decorativas. En el afiche (Figura 1) de esta muestra se puede observar un elemento simbólico representado por un árbol que entrelaza las raíces de las artes decorativas con las raíces de la pintura (bellas artes). La exposición marcó el regreso de Visconti de Europa, donde había estado siete años disfrutando del Premio Viaje al Exterior que había conquistado en la Exposición General de Bellas Artes de la ENBA en 1892. En Francia, el pintor se familiarizó con el art nouveau en el taller5 del famoso decorador suizo Eugène Grasset (1897-1917). 4 Cavalcanti, A. M. T.: “Eliseu Visconti (1866-1944) y las vanguardas artísticas europeas”. Valle, A. y Dazzi, C. (Org.): Ochocientos-Arte brasileña del Imperio a la República, Tomo 2. Río de Janeiro: EDUR-UFRRJ/DezenoveVinte, 2010, p. 42. 5 Na École Guérin, Eliseu Visconti acompaña las clases de cerámica y vidrio impartidas por Eugène Grasset. La École Normale d’Enseignement du Dessin, fundada en 1881 por el arquitecto Alphonse Theodore Guérin, en París, ofrece enseñanza artística gratuita. Se convirtió en uno de los centros más importantes de arte decorativa de Visconti defendió la enseñanza de las artes decorativas en las escuelas de bellas artes y destacó la importancia de este tipo de enseñanzas para el desarrollo de la industria nacional. De todos modos, la exposición no tuvo la repercusión que Visconti esperaba. Algunos años más tarde, el propio artista afirmó: Cuando regresé de Europa como pensionista de los cofres públicos, hice una exposición de artes aplicadas a la industria con la intención de que las artes decorativas se convirtieran en el elemento principal de la industria artística en el país. La miraron como algo novedoso y nada más. Incluso llegué a hacer cerámica a mano, para ver si llamaba la atención de las escuelas, de los despachos del gobierno. Todo perdido, nadie notó el esfuerzo (...)6. Asimismo, Gonzaga Duque (1863-1911) destacó, en una crítica de la época sobre la muestra de Visconti, la importancia de crear una “escuela de arte decorativa” en el país: Es lamentable, sin embargo, que las industrias en Brasil vivan, mezquinas y foscas, serviles a modelos provenientes del extranjero; si no fuera así, encontrarían en Eliseu Visconti el espíritu animador de sus productos, el creador de su originalidad, de su mérito artístico. Es lamentable también que el gobierno, distraído de sus deberes, anegado en politiquería, no lo sepa aprovechar en una utilísima Escuela o, por lo menos, en una clase de arte decorativa para nuestro honor y provecho7. Treinta y tres años después de esa publicación Eliseu Visconti fue, finalmente, “aprovechado”. De 1934 a 1936 impartió un curso de extensión de Artes Decorativas en la Escuela Politécnica. Visconti, que ya era una referencia para los artistas-decoradores, pasó a ofrecer grandes aportes en la formación de futuros profesionales, incluso de algunos que, más tarde, enseñaron artes aplicadas en la ENBA. Paralelamente a este finales del siglo XIX, junto a la École Nationale Supérieure des Arts Décoratifs. 6 O Jornal (1926). Apud Arestizabal, I. (Org.): Eliseu Visconti e a Arte Decorativa. Río de Janeiro: PUC/FUNARTE, 1983, p. 13. 7 Revista Kosmos (1901). APUD Ibíd., p. 110. 25 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte curso de extensión del Politécnico, la Escuela Nacional de Bellas Artes creó una asignatura llamada Arte Aplicada-Tecnología y Composición Decorativa, que se impartía en los cursos de Arquitectura, Pintura y Escultura. La década de 1930 es decisiva para el futuro de la enseñanza de las artes decorativas en la ENBA. EL “ESPÍRITU CREATIVO” DE LAS ARTES DECORATIVAS La República Nueva8, después de la Revolución de 1930, dio inicio a un momento nuevo dentro de la ENBA. El sistema de enseñanza de la Escuela, hasta entonces regido por el Ministerio de la Justicia y Negocios Interiores, pasó a ser dirigido por el Ministerio de Educación y Salud. Este ministerio nombró al arquitecto modernista Lucio Costa (1902-1998) como director con el objetivo de modernizar la Escuela. La reforma introdujo una reestructuración institucional, sin embargo, las fuerzas opositoras provocaron la salida prematura del director. Una de las principales reformas de la época fue vincular la ENBA, en 1931, a la Universidad de Río de Janeiro (URJ), la primera universidad del país9. A partir de ese momento, la ENBA pasó por otra reforma10. La misma dividió la enseñanza en dos segmentos: el primero lo componían 8 9 10 26 República Nueva: El gobierno del presidente Getúlio Vargas instauró una nueva etapa del sistema republicano en el país que se extendió hasta mediados de los años 1940. Esta etapa se le reconoce como República Nueva en oposición a la etapa anterior llamada República Vieja o Primera República (1889-1930). La URJ, creada el 7 de septiembre de 1920 mediante el decreto Nº 14.243 del gobierno de Epitácio Pessoa, después de la Primera Guerra Mundial, agregó inicialmente la Escuela Politécnica, la Facultad Nacional de Medicina y la Facultad Nacional de Derecho. En seguida, se anexaron, además de la ENBA, el Museo Nacional y la Escuela de Música. En 1937, la institución cambió de nombre y pasó a llamarse Universidad de Brasil; solo en 1965 recibió el nombre actual: Universidad Federal de Río de Janeiro. Reglamento de la ENBA de 1931. Archivo del Museo Don João VI (MDJVI) de la EBA-UFRJ. tres cursos –Pintura, Escultura y Grabado– el segundo, lo componía la Arquitectura. Surgió entonces una asignatura nueva llamada Artes Aplicadas-Tecnología y Composición Decorativa que empezó a ofrecerse a ambos grupos, aunque en realidad la mayoría eran alumnos de arquitectura. En 1933 le abreviaron el nombre: se llamó Artes Aplicadas y, luego, lo cambiaron para Artes Decorativas. A lo largo de la década de 1930-1940 la asignatura contó con dos profesores. El primero fue el arquitecto Roberto Lacombe, quien impartió la asignatura desde 193311 hasta 1936. En 1937 la Universidad de Río de Janeiro cambió el nombre y se empezó a llamar Universidad de Brasil, pero este cambio no alteró el estatus de la Escuela y la misma se mantuvo como centro universitario12. El otro docente de este período fue Henrique Cavalleiro (1894-1975)13. Él se había candidateado a la plaza de profesor de pintura14 en el concurso de oposición de 1938, pero asumió la asignatura Artes Decorativas hasta el final de los años 194015. La relación del pintor con las artes decorativas atravesó un largo camino que empezó desde su formación en la ENBA y continuó en diferentes institutos de arte en Francia después de haber recibido el Premio Viaje. El artista se destacó en trabajos de pintura decorativa y fue alumno de Visconti en el curso de la Escuela Politécnica (Figura 2). 11 Oficio del 18.02.1933. Para el director de la Escuela Nacional de Bellas Artes de la Universidad de Río de Janeiro. Ejemplar 571-640. Archivos del MDJVI de la EBA-UFRJ. 12 Barreto, A. L. y Filgueiras, C. A. L.: “Orígenes de la Universidad Brasileña”. Química Nova. Rio de Janeiro: Vol. 30, Nº 7, 2007, p. 1786. 13 Henrique Campos Cavalleiro se matriculó en la ENBA en 1907. Obtuvo la medalla de oro en Pintura de Modelo Vivo y el Premio de Viaje en 1918. En París estudió en la Académie Julien con André Devheneau. Expuso en los salones de París y obtuvo la medalla de oro en el Salón Nacional. 14 Según Alfredo Galvão, Cavalleiro fue profesor interino de la asignatura de Pintura de 1934 a 1937. Galvão, A.: Subsidios para la historia de la Academia Imperial y la Escola Nacional de Bellas Artes. Río de Janeiro: 1954, p. 83. 15 Registro de Correspondencias recibidas por la ENBA. Cuadernos 6145. Orden 148. Oficio 2675-1681. Fecha: 19/05/1938, p. 143. Archivos del MDJVI, EBA-UFRJ. La enseñanza de las artes decorativas en la Escuela Nacional… / Marcele Linhares Viana Aunque se ha preservado muy poco material de esa época, se cree que la asignatura Artes Decorativas cumplió con las exigencias de la Escuela durante los años 1930 y 1940. Se cree también que la asignatura adoptó en ese período el modelo del curso de Extensión propuesto por Visconti. Su propuesta se basó en los estudios de los franceses sobre la adaptación de los ejercicios de estilización de la flora y la fauna nacional en la composición de modelos y estampas. La valoración de los motivos nacionales, tema fundamental del modernismo en las artes de la primera mitad del siglo XX, rescató incluso los rasgos de la cultura indígena. Los modelos de estandarización marajoara16 se convirtieron en los motivos preferidos de los profesores de artes decorativas de la época. Esos mismos motivos también se hicieron constantes en la obra y en el modelo didáctico de otros profesores, como Theodoro Braga (1872-1953) y Manoel Pastana (1888-1984), artistas representativos de la época en el país (Figura 3). La idea de fundar un “curso” permaneció vigente dentro de las Sesiones de la Congregación de la ENBA, incluso después de la creación de la asignatura Artes Decorativas. En 1943 se registraron en acta los proyectos destinados a la creación de cursos nuevos de Artes Decorativas y Urbanismo17. Aunque los primeros esfuerzos para abrir un curso autónomo de Artes Decorativas se remonten a la década de 1930, el mismo se creó solo después de la reforma universitaria de 1946. Las discusiones acerca del destino de la ENBA continuaron a lo largo del año 1947 hasta que finalmente en 1948 se publicó el nuevo Reglamento. 16 17 Arte indígena de nativos de la Isla de Marajó, ubicada en el estado de Pará, región norte de Brasil. El trabajo de cerámica de los indios marajoaras empezó a ganar reconocimiento en el país a partir de los años 1920. Los movimientos artísticos Art Déco, Neocolonial y el Modernismo adoptaron piezas originales y motivos geométricos del arte marajoara en distintas composiciones artísticas y arquitectónicas. Acta de la Congregación de la ENBA, Orden 227, Oficio 1422, Cuadernos, Estante 6, 6145, de 25.07.1933, p. 51. Archivos del MDJVI de la EBA-UFRJ. El documento fue redactado por el profesor Flexa Ribeiro (1884-1971)18 y contenía cinco cursos de graduación –Pintura, Escultura, Grabado, Artes Decorativas y Licenciatura en Diseño19–. Los cursos duraban cuatro años y tenían el objetivo de proporcionar “la preparación teóricopráctica necesaria para los profesionales que se dedicarían a la Pintura, Escultura, Grabado, Decoración y al Profesorado de Diseño”20. El área de Artes Decorativas, a su vez, se proponía formar un “profesional-decorador” que tuviera conocimientos particulares del arte ornamental”21. La complementación del curso era una especialización en una de las once áreas que se ofrecían: pintura decorativa; escultura decorativa; cerámica; escenografía; arte de publicidad y libro; muebles; tapicería; tejidos y papel pintado; artes de metal; artes de vitrales y vidrios, e indumentaria. Según el Reglamento, el alumno que obtuviera la nota más alta al entrar y concluyera el curso con buen aprovechamiento podría ganarse el Premio Viaje al Extranjero por dos años22. Las disposiciones del nuevo reglamento de la Escuela se oficializaron en 1949 y entraron en vigor al año siguiente. A partir de 1950, el profesor Quirino Campofiorito (1902-1993) asumió la cátedra de Artes Decorativas y permaneció en ella hasta finales de los años 1960, donde se consagró como gran defensor e incentivador del curso. En 1951, el profesor Henrique Cavalleiro asumió la enseñanza de Paisaje en el curso de Pintura y, al año siguiente, se reincorporó al área de artes decorativas donde impartió entonces la asignatura Pintura Decorativa23. A Cavalleiro y 18 El Reglamento de la Escuela Nacional de Bellas Artes de 1948 fue aprobado por el Consejo Universitario del 17.08.1946, publicado en la Gaceta Oficial del 08.08.1947 y entró en vigor en 1949. 19 En 1945, el curso de Arquitectura se desvinculó de la Escuela y se integró a la Facultad Nacional de Arquitectura de la Universidad de Brasil. 20 Reglamento Interno de la Escuela Nacional de Bellas ArtesUniversidad de Brasil, 1948, p. 443. Archivo de MDJVI de la EBA-UFRJ. 21 Ibíd., p. 443. 22 Ibíd., p. 488. 23 Galvão, Op Cit: p. 83. 27 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte Campofiorito se les consideró justificadamente profesores modernistas dentro de la Escuela, pues además de usar características del modernismo en sus trabajos, también incentivaron en sus clases la libertad creativa, alejándose así de los modelos académicos adoptados por los profesores más conservadores. El propio Campofiorito explica sus ideas modernistas en la tesis que presentó en la oposición, concurriendo a la plaza de la asignatura Artes Decorativas de la ENBA, en 1939. Él expone su decisión de alejarse del modelo adoptado en las primeras tres décadas del siglo, período este en que prefería exaltar los valores nacionales, específicamente, aquellos relacionados con la estética indígena. En su discursar Campofiorito defendió la idea de exaltar un tipo de arte decorativo y creativo, a partir de la inspiración en la naturaleza, pero sin vínculo alguno con el pasado marajoara o con la influencia artística francesa. Las composiciones ornamentales de cerámica del antiguo pueblo que habitó la isla de Marajó, solo podrán merecer nuestra más viva admiración, mas jamás constituirán el elemento formador de un arte actual (...) El arte de Marajó perdurará como un elemento de aplicación del que se valdrá el comercio industrial. Jamás podremos crear dentro del espíritu marajoara porque nuestra civilización es otra (...)24. Para Campofiorito la diferencia entre los conceptos de artes decorativas y artes aplicadas residen en el campo creativo, destacando el aprendizaje universitario para el artista. Según su opinión, el arte relacionado solamente con la aplicación, se podía enseñar en las instituciones secundarias, como el Liceo de Artes y Oficios, dejando así el proceso creativo a cargo de la enseñanza llevada a cabo en la Escuela Nacional de Bellas Artes. “Siempre sumisos a los principios de la única fuente ornamental –la naturaleza– y obedeciendo a las directrices constructivas de la geometría sin salirse de las leyes decorativas 24 28 Campofiorito, Q.: La orientación de la enseñanza de Arte Decorativa. Río de Janeiro: Edición Bellas Artes, 1939, p. 04. (simetría, repetición, alternación y conjugación), es este el espíritu creativo que debemos cincelar en una escuela superior de arte (...)”25. El curso de Artes Decorativas, creado a partir de los años cincuenta, fiel a estos principios, fue el responsable de la formación de decoradores de “espíritu creativo” en la ENBA por casi veinte años. Este pensamiento vino a cambiar solo después de la reforma hecha en los años 1960. LA CREACIÓN Y APLICACIÓN DE UN ARTE DECORATIVO MODERNO El entusiasmo vivido alrededor de las artes decorativas entre los años 1930 y 1950 corrobora la teoría defendida por algunos investigadores sobre el origen de las artes. Muchos afirman que el arte surge dentro de las artes decorativas ya que el mismo está presente en la historia de la humanidad en las pinturas rupestres en los objetos utilitarios primitivos. Esta teoría reafirma la idea de que todas las artes poseen una función decorativa. Campofiorito, en su tesis, llama tal característica de “carácter popular” de las artes decorativas. Esta idea, en el campo de la historia del arte, toma fuerza al reconocer que el estudio de un determinado período histórico de una cultura determinada se hace más claro y revelador a partir del análisis de los objetos que formaron parte del quehacer de los individuos de dicho período y cultura. Los objetos artísticos y utilitarios que componen el conjunto de las artes decorativas –como muebles, trajes, tejidos, artes gráficas etc.– constituyen, por tanto, piezas fundamentales para comprender una determinada época de la historia. El carácter práctico de las artes decorativas proporcionan una actualización artística sobre su realización más frecuentemente y en menor espacio de tiempo que una pintura, por ejemplo26. 25 Ibíd., p. 05. 26 Cunha, A. P.: “La formación del historiador de arte”. Ribeiro, M. A. y Ribeiro, M. I. B. (Org.): Anales del XXVI La enseñanza de las artes decorativas en la Escuela Nacional… / Marcele Linhares Viana En ese sentido, esta investigación nos conduce hacia un enfoque temporal que incluye los antecedentes históricos y artísticos de una época y, por tanto, nos encamina hacia un enfoque sociológico del arte. En el Brasil del siglo XIX, el arte decorativo se reconoce como el arte que se aplica a la industria o a cualquier otro medio manufacturero de elaboración de objetos. Se utilizaron en esa época modelos extranjeros y se estableció un mercado de copia de tipos y estampas decorativas. Incluso las pinturas murales, muchas veces, retratan paisajes muy diferentes de los paisajes nacionales. A partir del siglo XX se produjo una abertura conceptual sobre este tema debido, principalmen- te, al desarrollo de las vanguardias modernistas. En el caso de Brasil, la modernidad estuvo vinculada al concepto de nacionalidad; esta característica generó una innovación creativa a partir de la inclusión de referencias locales. En el campo práctico, el creciente avance de técnicas industriales y la gran aplicabilidad artística trajo consigo el inicio de una renovación de toda la producción de artes decorativas. Estos hechos, sin duda, estimularon la creación de cursos específicos, tal como el curso de Artes Decorativas en la ENBA, volcado hacia la formación de artistas-decoradores, o sea, un tipo de profesional capaz tanto de crear como de aplicar las artes decorativas modernas. Coloquio del Comité Brasileño de Historia del Arte. Belo Horizonte: C/Arte, 2007, p. 96. 29 Figura 1 Afiche de la Exposición “Pintura y Artes Decorativas”, de Eliseu Visconti (1901). Fuente: http://www.eliseuvisconti.com.br/ Consultado el 25.02.2014. Figura 2 Proyecto para afiche de carnaval, de Henrique Cavalleiro, colección del artista, 1935. Fuente: Catálogo de exposición retrospectiva “Representativa de Henrique Cavalleiro”, en el Museo Nacional de Bellas Artes, septiembre de 1975. Figura 3 Conjunto de piezas con motivos de ornamentación del arte Marajoara, de Manoel Pastana. Fuente: “Arte Marajoara”. Bellas Artes. Año 4, Nº 33-34. Río de Janeiro, marzo de 1936, pág. 3. Aspectos de la formación artística y circulación de la obra de Antonio Smith que inciden en la catalogación de su legado SAMUEL QUIROGA SOTO* Y LORENA VILLEGAS MEDRANO** RESUMEN Se aborda la figura de Antonio Smith desde tres aspectos centrales: la formación artística debido a la importancia que tuvo su taller en el campo versus la academia en la segunda mitad del siglo XIX, la recepción de su obra por el coleccionismo y la comercialización de las artes, y las condiciones de catalogación que han influido en la investigación y difusión del su legado. ABSTRACT Antonio Smith’s figures is taken from three core aspects: artistic education, due the importance of his work in the field versus academy in the second half of the 19th century, the perceived value of his work by the painting market and the conditions of cataloguing that impel in the study and diffusion of his work. INTRODUCCIÓN Una mirada panorámica del campo de las artes visuales chilenas nos muestra un sistema consolidado tempranamente desde la institucionalidad, tanto pública como privada, en la * ** Samuel Quiroga. Profesor de Artes Plásticas, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, Santiago. Magíster en Historia del Arte, Universidad Adolfo Ibáñez, Santiago. Candidato a Doctor en Historia y Teorías del Arte, Universidad de Buenos Aires. Profesor de Historia del Arte, en el Departamento de Artes de la Facultad de Artes y Humanidades de la Universidad Católica de Temuco. Lorena Villegas. Licenciada en Artes Visuales, Universidad Católica de Temuco. Magíster en Pedagogía Universitaria y Educación Superior, Universidad Mayor, Temuco. Profesora de Investigación Artística I y II, Proyecto de Grado, en el Departamento de Artes de la Facultad de Artes y Humanidades de la Universidad Católica de Temuco. formación artística1. Sin embargo, el mecenazgo, el coleccionismo, la producción historiográfica y la comercialización del arte son problemas que no pocas veces dan el aspecto de un proceso disperso, cuando no discontinuo. Un personaje que ha influido significativamente en la actividad artística es el pintor y caricaturista Antonio Smith, cuya obra abordamos con el propósito de revisar críticamente desde la historiografía el campo aludido, en tanto formación artística, coleccionismo, comercialización y catalogación de obras de arte. Smith nació en Santiago en 1832. En 1849, a los 17 años, ingresa en la Academia de Pintura de Santiago –creada ese mismo año y dirigida por 1 Cfr. Berrios, P., et. al. Del taller a las aulas. La institución moderna del arte en Chile (1797-1910). Santiago: Estudios de Arte, 2009. 33 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte Alejandro Cicarelli–. Cuando ya domina en lo esencial el dibujo de yesos, las estampas y las composiciones históricas, y convencido de que bajo la dirección de Cicarelli no llegaría a ningún lado, rompe violentamente con él. Tras el periplo que va desde su incursión en el daguerrotipo, en Valparaíso, su paso por el ejército en Chillán, su participación como caricaturista en El Correo Literario en Santiago, hasta un viaje a Europa, instala su taller en Santiago. Es el momento en que Smith percibe que en la Academia nadie sobresalía como él esperaba. Además, el prestigio de su director estaba en tela de juicio, sobre todo luego de los públicos desafíos que desde la prensa le hacía Ernest Charton (1816-1877)2. Ya a fines de 1868 Cicarelli deja la institución que fundara y dirigiera por veinte años. Se puede afirmar que la actividad creativa desarrollada por Smith fue una forma de rebelarse contra lo establecido por los organismos oficiales del quehacer artístico local. Y este espíritu combativo revolucionó los círculos políticos y artísticos, tanto por sus ácidas caricaturas publicadas en El Correo Literario3, como por las diferencias con la Academia. Esta actitud le lleva a ser uno de los primeros en la ciudad que experimenta en la búsqueda de una expresión artística personal. En lo medular, presentamos la obra de este artista como el hito fundamental de dos géneros de las artes visuales chilenas: el paisaje y la caricatura. Cronológicamente, el primer artista nacional que pinta paisajes es José Manuel Ramírez Rosales (1804-1877), pero existe una diferencia importante entre este y Smith: Ramírez desarrolla su trabajo en Europa4; Smith en cambio centró 2 Cfr. De la Maza, J.: “Duelo de pinceles. Ernesto Charton y Alejandro Cicarelli. Pintura y enseñanza en el siglo XIX chileno”. En Guzmán, F y Martínez, J.M. (eds.): Vínculos artísticos entre Italia y América. Silencio historiográfico. VI Jornadas de Historia del Arte. Valparaíso: 2012. 3 Revista que circuló en tres periodos: 1858, 1864 a 1865 y en 1867. Ver sitio web Memoria Chilena: http:// www.memoriachilena.cl//temas/index.asp?id_ ut=elcorreoliterario . 4 34 Es ampliamente reconocido que su obra se desarrolló en el contexto de la Escuela de Barbizón, mientras estuvo en su quehacer artístico en Santiago. Influenciado por el romanticismo recepciona5, en un contexto local, por una parte la idea del paisaje como un tema en sí mismo, y por otra la caricatura como sátira política. La historiografía, si bien reconoce el protagonismo de Smith en la consolidación de los géneros del paisaje y de la caricatura en Chile, no ha profundizado en las implicaciones de su obra. Quien necesite investigarlo descubrirá que nuestros historiadores han dado muy poca atención a su figura. Desde 1882 no existe nada más que el texto de Grez y las tan elogiosas como breves palabras dedicadas a Smith en la mayoría de nuestras “Historia del arte chileno”. Solo por dar un ejemplo de este vacío se puede mencionar la publicación de la Colección de pintura chilena del siglo XIX, de la editorial Origo, que el diario El Mercurio distribuyó en 2008. Allí, en catorce volúmenes se da cuenta de la obra de los más destacados maestros de la pintura del Chile decimonónico, sin embargo escasamente se menciona a Smith; aún más, cinco de los tomos están dedicado a la obra de quienes fueron sus discípulos: Pedro Lira (1942-1912), Onofre Jarpa (1849-1940), Cosme San Martín (1849-1906)6, Alberto Orrego (1854-1931) y Alberto Valenzuela Llanos (1869-1925). Este silencio historiográfico que pesa injustificadamente sobre Smith ensombrece su obra. Europa entre 1825 y 1836, desde Luis Álvarez Urquieta a Ricardo Bindis F. Cfr. Álvarez Urquieta, L.: La Pintura en Chile Colección Luis Álvarez Urquieta. Santiago: 1928; Bindis Fuller, R.: La pintura chilena. Desde Gil de Castro hasta nuestros días. Santiago: Philips Editores, 1984. Galaz, G. e Ivelic, M.: La Pintura en Chile. Desde la colonia hasta 1881. Valparaíso: Ediciones Universitarias de Valparaíso, Universidad Católica de Valparaíso, Colección El Rescate, 1981. 5 En el sentido que Peter Burke da a este concepto en: Burke, P.: El Renacimiento europeo. Barcelona: Crítica, 2000, pp. 15-17. 6 Cfr.: Grez, V.: Antonio Smith: Historia del paisaje en Chile. Santiago: Establecimiento Tipográfico de la Época, 1882, p. 71. También menciona a Nicolás Guzmán y Pedro León Carmona. Aspectos de la formación artística… / Samuel Quiroga Soto y Lorena Villegas Medrano Después de su perfeccionamiento artístico en Francia e Italia, regresa a Chile, instalando su taller de trabajo en la capital. Smith se convierte en el centro de atracción para jóvenes pintores como Pedro Lira, Alberto Orrego, Valenzuela Puelma, Onofre Jarpa y otros7. A los títulos que á nuestro aprecio le dan sus obras en pintura, debe agregarse el de haber iniciado en el paisaje á varios de nuestros artistas, en particular á don Onofre Jarpa i al autor de esta diccionario8. LA FORMACIÓN ARTÍSTICA Las palabras de Lira son un indicio de la importancia de la figura de Smith y su taller en la formación artística desde que regresó de Europa en 1866 hasta su muerte en 1877. Sin duda, se trata de un espacio informal de educación, pero la recepción de quienes pasaron por ahí es significativa y creemos ha sido escasamente investigada. Las fuentes consultadas concuerdan en que el taller de Smith se convirtió en un punto de encuentro para los intelectuales. Como también lo fue para un importante grupo de jóvenes alumnos de la Sección Universitaria de Bellas Artes que después de sus clases llegaban hasta ahí en busca de las enseñanzas de Smith. Su éxito de concurrencia a este taller puede explicarse principalmente por la constante confrontación de Smith con la Academia, pero también en la conmoción que su pintura provoca en el público santiaguino de la época. La emotividad que el artista plasma en sus obras, siendo el paisaje su único tema, ejerce una atracción que no lograban los fríos y severos ejercicios de la institución oficial. Frente a la Academia rejuvenecida i triunfante se alzaba el modesto taller de Smith, concurrido por los más aventajados discípulos de Kirchbach que iban ahí en busca de esa iniciativa picante, poética, imprevista, que refrescaba la fantasía después de una pesada tarea. Los que terminaban en la Academia una figura sombría, una bruja, un verdugo, un político, un demonio o un necio, se dirigían después al taller de Smith a pintar 7 Galaz e Ivelíc, op. cit., p. 97. 8 Lira, P.: Diccionario Biográfico de Pintores. Santiago: Imprenta, Encuadernación y Litografía Esmeralda, 1902, pp. 371-372. un cielo, un claro de luna, un rayo de sol. El estudio del paisaje se hizo de moda. Casi todos los que como Pedro Lira, Nicolás Guzmán, Cosme San Martín, Alberto Orrego, Alfredo Valenzuela, Pedro León Cramona, siguieron después rumbos distintos en el arte, principiaron por el paisaje9. En la opinión de sus contemporáneos, la actitud de Smith era subversiva y desafiante al pasar por alto la jerarquía impuesta por la tradición académica. Centrada tanto en los grandes temas: históricos, religiosos, mitológicos o literarios, como en la supremacía del dibujo y la razón por sobre el color. El 24 de mayo de 1877 muere Antonio Smith cuando tenía 45 años. Sus amigos y admiradores encargaron al escultor Nicanor Plaza que estampara en yeso su esfinge. También el escultor José Miguel Blanco hizo un dibujo de Smith en su lecho de muerte que hoy en día pertenece a la colección del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) en Santiago. RECEPCIÓN DE LA OBRA DE SMITH POR LOS MECANISMOS DE CIRCULACIÓN DE OBRAS DE ARTES Curiosamente la figura de Smith ha sido poco estudiada pese a que tempranamente hay un reconocimiento a su rol en la pintura de paisaje como es observable en los premios que obtuvo en los concursos realizados en Santiago en la segunda mitad del siglo XIX. En efecto, en 1867, en la Exposición de Pinturas de la Sociedad de Instrucción Primaria, ganó el Primer Premio de Paisaje –adjudicándose $250– con el cuadro Puesta de sol en las Cordilleras de Peñalolén. Cinco años más tarde, en 1872 en la Primera Exposición de Artes e Industrias, esta vez obtuvo la Segunda Medalla por Claro de luna. Y finalmente, en 1875 en el Concurso de Pintura, organizado por el Gobierno de Federico Errázuriz Zañartu, gana la Primera Medalla por Puesta de sol en los Andes. Reconocimiento que además sus pares realizan 9 Grez, op. cit., pp. 70-71. La ortografía es del original. 35 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte como en las publicaciones de Vicente Grez10, y Pedro Lira11. Y en la admiración de pintores y coleccionistas que adquieren sus obras. De 1868 a 1876 fué la época de la gran popularidad de Smith: vendia todos sus cuadros al precio que él les señalaba; desgraciadamente nunca les señaló el valor que tenian. Demasiado humilde, como lo es siempre el mérito verdadero, habria estimado como acto de vanidad digno de censura, el hacerse pagar mejor. Los aficionados se disputaban los cuadros de Smith; todos querian poseer un trozo de nuestra hermosa naturaleza tan poéticamente reproducida. […] Mas tarde algunos opulentos llegaron a golpear a las puertas de su taller. Ellos saben que a pesar de su pobreza Smith los obligó a hacer antesala12. Posteriormente, Smith será mencionado como un eslabón necesario en publicaciones y exhibiciones para la difusión de una historia de la pintura chilena, que subraya una noción de esta como una serie de compartimientos compactos y progresivos, reseñados cual sucesión de capítulos estancos13. Contribuyendo a la circulación del legado de Smith, sin embargo es frecuente la falta de rigor respecto de datos de las obras, que además de ser parciales o fragmentarios instalan confusiones. Por ejemplo de la Colección Casa de Arte de la Pinacoteca de la Universidad de Concepción, Paisaje de Aconcagua ha sido reproducida en el libro de Romera14 con el título de Paisaje, y con el título de Valle de Aconcagua en Cruz de 10 Ibíd. 11 Lira, op. cit. 12 Grez, op. cit. pp. 74-75. La ortografía es del original. 13 Cfr. Álvarez de Araya, G.: “El dilema de la periodización en las historias del arte en América Latina”. Departamento de Teoría de las Artes, Facultad de Artes, Universidad de Chile, III Encuentro de Historia del Arte en Chile. Historiografía del arte y su problemática contemporánea. Santiago: 2006 (127-138), p. 132. Malosetti Costa, L.: Los primeros modernos. Arte y sociedad en Buenos Aires a fines del siglo XIX. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2007, p. 19. 14 36 Romera, A.: Asedio a la pintura chilena (Desde el Mulato Gil a los bodegones literarios de Luis Durand). Santiago: Ed. Nascimento, 1969. Sin número de página, entre las pp. 32 y 33. Reproducida en blanco y negro Amenábar15. Otro ejemplo es Valle cordillerano y lagunas que ha sido reproducida como Paisaje de cordillera en Cruz de Amenábar16; o como Paisaje cordillerano en Gaspar Galaz y Milan Ivelic17, y en Bindis18. Asimismo ha sido reproducida como Paisaje del Aconcagua en prensa19. Sin mencionar las imprecisiones respecto de medidas, año de ejecución, colección a la que pertenecen, etc. Entendemos que tal falta de rigor se deba a la ausencia o desconocimiento y/o poca difusión de estándares de catalogación de obras en la época en que se realizaron esas publicaciones. En este sentido el trabajo realizado por el Centro de Documentación de Bienes Patrimoniales (CDBP), que es un organismo técnico dependiente de la Subdirección Nacional de Museos de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam), que propone las políticas de documentación estandarizada, es un avance significativo. Basado en estándares internacionales para la documentación y catalogación de bienes culturales, este organismo cuenta con una completa información en línea que permite y también invita a investigadores a que compulsen sus informaciones y hallazgos con sus bases, desarrollada por equipos multidisciplinarios. Esta ponencia se enmarca en el contexto de la investigación Antonio Smith ¿Historia del paisaje en Chile?, que tiene entre sus propósitos compilar la obra del artista como un aporte al rescate de la memoria visual, con la que deseamos contribuir a su preservación, reflexión y discusión. Hemos seguido datos, pistas e indicios en publicaciones y espacios de comercialización de arte que nos han permitido dar cuenta de 15 Cruz de Amenábar, op. cit. p. 179. Reproducida en color. 16 Ibíd., p. 180. 17 Galaz e Ivelic, op. cit., p. 97. 18 Bindis, R.: “Un siglo y medio de pintura chilena”. Instituto Cultural de Las Condes. Siglo y medio de pintura chilena (Desde Gil de Castro al presente). Santiago: 1976, p. 26. 19 Rodríguez, M.: “Antonio Smith y la naturaleza romántica” La Nación, Santiago, 1 de junio de 1986. Fechada en año 1874 y reproducida en blanco y negro y en el diario El Sur. “Paisaje de Antonio Smith”. Concepción 1 de marzo de 1970. Aspectos de la formación artística… / Samuel Quiroga Soto y Lorena Villegas Medrano una recopilación de 58 trabajos, entre paisaje, retratos y caricaturas repartidos en colecciones públicas y privadas. Primeramente nos referiremos a las publicaciones destacando en esta ocasión dos ejemplos: uno, los cinco primeros números de la revista El Correo Literario20 en los que Smith con seguridad participó con 4 ilustraciones y 19 caricaturas, más una aparecida en el número 8 de dicha publicación; y dos, la segunda edición del libro de Vicente Grez21 que afortunadamente reproduce la única imagen de Sol de tarde en la montaña que hemos podido encontrar. Sin embargo, no podemos soslayar que en 1973 estaba en préstamo en el Palacio de la Moneda, y que actualmente está en calidad de “Faltante” en la colección del MNBA, según Oficio Nº: 99903 del 17 de diciembre de 1973 de la Contraloría General de la República. En segundo lugar, abordaremos los espacios de comercialización de la obra de Smith. Hemos identificado tres: uno, la Casa de Subastas Jorge Carroza López, de la que tenemos conocimiento de tres cuadros que han estado a la venta: Nocturno Claro de Luna, presumiblemente vendido a la colección del Banco de Chile por esta casa entre 2009 y 2010; Claro de luna en el bosque, probablemente vendido a un coleccionista privado entre 2009 y 2010. Ambas obras estuvieron a la venta y publicitadas en la página web22. En 2012 con motivo de una entrevista con Macarena Carroza pudimos observar que tenían a la venta otro paisaje de Smith del cual ignoramos toda información. Dos, en la Casa de Remates Enrique Gigoux Renard, fue vendido un paisaje del que desconocemos sus datos; solo hemos podido rescatar una imagen de la obra porque esta casa la publicitó en la 20 21 22 El Correo Literario: Año I, Nº 1 del 18 de julio; Nº 2 del 25 de julio; Nº 3 del 31 de julio; Nº 4 del 7 de agosto; Nº 5 del 14 de agosto; y Nº 8 del 4 de septiembre; todas de 1858. Grez, V.: Antonio Smith (Historia del paisaje en Chile). Santiago: Universidad de Chile, 1955, p. s/n. Casa de subastas Jorge Carroza López, 3 de enero de 2009. http://www.galeriacarroza.com/lote.asp?id=1426 página web23 para su venta que efectivamente se realizó a una colección privada, presumiblemente entre 2009 y 2010. Además sabemos que de la colección Enrique Gigoux se puso a la venta Volcán Tronador, ya que fue publicitada en 2012 del mismo modo que la anterior y por prensa. No tenemos aún información de su venta efectiva. Tres, en la Casa de Remates Raúl Peña Llarraguibel fue vendida a una colección privada Volcanes, sur de Chile, e ignoramos más datos. Presumimos que en las casas de subasta y remate por razones de seguridad no está disponible la información de las obras y si lo está, el acceso a ella es dificultoso. Además, por resguardar su cartera de clientes, estas son cuidadosas en no difundir tanto el origen como el destino de las obras que por ellas circulan. En tercer lugar, la obra de Antonio Smith ha circulado por distintas colecciones, de ellas podemos considerar tres categorías, una son las instituciones públicas, dos las instituciones privadas y tres las colecciones privadas. Entre las instituciones públicas el MNBA tiene a su resguardo tres obras: Sol de tarde en la montaña, Claro de luna y Río Cachapoal. El Museo Histórico Nacional (MHN) posee dos retratos24, dos paisajes25 y cuatro caricaturas26. En el Museo O’Higginiano y de Bellas Artes de Talca (MOBAT) se encuentra la obra Paisaje. Montaña con nubes que atribuimos a Smith. En la Biblioteca Nacional en la Sección Periódicos y Microformatos se pudo identificar diecinueve caricaturas y cuatro ilustraciones de su autoría publicadas en El Correo Literario. En el Banco Central se encuentran las obras Marina, Valle de Aconcagua y Peñalolén. Y por último encontramos en la Embajada de Chile en Washington, Estados Unidos, la obra Paisaje. Entre las instituciones privadas: la Casa del Arte, 23 Remates de artes y antigüedades, 3 de enero de 2009. h t t p : // w w w . g i g o u x . c o m / d e t a l l e 2 . asp?all=1&prodid=2678&catid=155 24 Retrato de Doña Mercedes Trucios y Larraín de Irisarri y Retrato de Don Antonio José de Irisarri. 25 Valle de Vitacura y Peñalolén. 26 Las de Eusebio Lillo, Guillermo Matta, Ángel Custodio Gallo y Juan Domingo Dávila. 37 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte Pinacoteca de la Universidad de Concepción, posee cuatro pinturas: Valle cordillerano, Paisaje, Paisaje de Aconcagua, Valle cordillerano y laguna. En la del Banco BBVA está Paisaje de cordillera o Valle cordillerano. En el Banco de Chile, Nocturno Claro de Luna. En la Casa Museo Eduardo Frei Montalva, Paisaje, y por último a la colección del Club de Viña pertenece Montañas. Finalmente entre las colecciones privadas podemos mencionar la de Juan Pablo Montero que posee las obras Amanecer en cordillera y Paisaje27. La colección Enrique Gigoux quien al menos hasta el 2012 tuvo en su poder Volcán Tronador. La colección Raúl Peña poseía Volcanes, sur de Chile 28. La colección de Guillermo Contreras que en 1976 tenía Lago en Montaña29. También consideramos la excolección Tole Peralta que conservaba Valle cordillerano y laguna y que pasó de esta colección a la de la Casa del Arte de la Pinacoteca de la 27 Ambas fueron robadas el 22 de enero de 2009 desde las dependencias de la “Casa de Remates Juan Pablo Montero” –en la comuna de Recoleta–, en Santiago: Sitio web de la Policía de investigaciones de Chile, por políticas de seguridad de la institución no es posible rescatar el link específico del asunto que nos convoca, permitiéndonos solo registrar el link general, http:// www.policia.cl/ 28 En conversación telefónica con Ricardo Bindis Fuller nos señaló que fue vendida a otra colección privada 29 De Lago en la montaña tenemos el registro aparecido en prensa y en el catálogo: Siglo y Medio de Pintura Chilena, Instituto Chileno-Norteamericano, Santiago, 1976. 38 Universidad de Concepción; por otro lado, la excolección Luis Álvarez Urquieta de la que el MNBA adquirió Río Cachapoal y de la excolección Juan Antonio González adquirió Claro de luna en 1906. A colecciones privadas pertenecen además: Puesta de sol en las cordilleras de Peñalolén, La cascada y Playa de Quintero. Por último destacamos dos obras que han circulado por la página web en Latinamericanart, tituladas ambas como Crepúsculo marino, creemos que estas se alejan de la iconografía de Smith, más bien podrían ser falsificaciones o atribuciones poco rigurosas; sin embargo, no podemos ignorar que Catalina Valdés las presentó en las Jornadas de Historia del Arte pasadas, del año 2012, como obra del autor y sin plantear ningún cuestionamiento de su autoría, este dato no deja de ser relevante, ya que debemos considerar que la historiadora ha tenido una experiencia importante investigando a Smith. Figura 1 Alejandro Cicarelli, caricatura. Publicada en El Correo Literario, año I, N° 8, 4 de septiembre de 1858. Figura 2 Río Cachapoal, 1870, óleo sobre tela, 100 x 146 cm, colección Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago, Chile. Figura 3 Autocaricatura. Publicada en El Correo Literario, año I, N° 1, 18 de julio de 1858. Figura 4 Claro de luna, c. 1872, óleo sobre tela, 36 x 61 cm, colección Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago, Chile. Figura 5 Volcán Tronador, c. 1866-1875, óleo sobre tela, colección privada. Figura 6 Paisaje. Montaña con nubes, c. 1866-1875, óleo sobre tela, 28 x 38 cm, colección Museo O’Higginiano y de Bellas Artes, Talca, Chile. Archivo Fotográfico Centro Nacional de Conservación y Restauración. Fotógrafa: Viviana Rivas. La pedagogía de Pablo Burchard E. en la Escuela de Bellas Artes MARÍA ISABEL RINGELING* RESUMEN En el presente artículo se abordará la enseñanza de Pablo Burchard en la Escuela de Bellas Artes, donde dirigió la cátedra de pintura desde 1932 hasta 1959. Para realizar este análisis se considerarán aspectos como los métodos didácticos utilizados, los principios estéticos transmitidos y el tutelaje filosófico instituido. Teniendo en consideración que este pintor comienza su labor docente en medio de un campo artístico fuertemente dividido entre los defensores del arte oficial y los partidarios de la renovación, se argumentará que su pedagogía es coherente con el lugar de transición que el pintor ocupa en el debate tradición vs. modernidad. ABSTRACT The following article refers to Pablo Burchard’s lectures at the Chilean Fine Arts School, where he chaired the painting department from 1932 until 1959. An analysis is offered considering aspects such as the educational methods he used, the aesthetical principles he transmitted and the philosophical tutelage he assumed over his pupils. Having in mind that the artist began his teaching activities in a time strongly divided by the advocates of the so-called official art and the partisan of the “renovation”, the article will argue that Burchard’s pedagogy was consistent with the transitional place that the artist took in the debate between tradition against modernity. ANTECEDENTES En 1932 Pablo Burchard fue nombrado Director de la Escuela de Bellas Artes, cargo que ocupó hasta 1935, fecha en la que renunció para dedicarse a su cátedra de pintura, que conservó hasta 1959. Es importante considerar que Burchard hizo su entrada como profesor en años difíciles. El periodo inmediatamente anterior había sido el escenario de una crisis generacional profunda que había dividido al campo artístico entre los partidarios del arte oficial y los defensores del modernismo. Como depositarios de la tradición academicista, los primeros concebían el arte como una representación esencialmente mimética; mientras que los segundos, influidos directamente por el movimiento de renovación que lideraban los pintores de la vanguardia europea, se abocaron a la conquista de un lenguaje plástico autónomo. Si bien en la década del veinte los artistas “modernos” ya estaban consagrados en el Viejo Continente –Cézanne, Gauguin, Matisse, Picasso, entre otros–, en Chile se advertía una fuerte reticencia de parte de los sectores conservadores. Por medio de su órgano oficial, La Revista Ilustrada, manifestaron su rechazo a la “licencia e indisciplina”1 de las 1 * María Isabel Ringeling. Universidad Adolfo Ibáñez. Ivelic, M. y Galaz, G.: La pintura en Chile: desde la colonia hasta 1981. Valparaíso: Ediciones Universitarias de Valparaíso, 2011, p. 219. 43 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte nuevas generaciones de artistas, especialmente los que formaban parte del Grupo Montparnasse. Esta polémica llegó a su cenit en el contexto del Salón de 1928, en el que un grupo de pintores jóvenes, entre los que se encontraban Héctor Cáceres, Inés Puyó, Jorge Caballero, Ana Cortés y Marco Bontá Costa, se presentaron en la exposición despertando un virulento ataque de parte de la oficialidad artística. Por medio de la revista mencionada condenaron la muestra por su intento de “deformar” la representación visual, calificando a los premiados de “lisiados mentales”, y acusando a la dirección de la Escuela de Bellas Artes de excesiva tolerancia y “esoterismo artístico”2. Producto de esta controversia, en marzo de 1929, por un Decreto Supremo, se resolvió el cierre de la Escuela de Bellas Artes y el envío de los mejores profesores y alumnos de la Escuela a estudiar a Europa. Su aprendizaje no fue, esta vez, guiado por los maestros clásicos, sino influido por los artistas que en Europa lideraban la renovación. Cuando los estudiantes becados regresaron a Chile se integraron a la reabierta Escuela de Bellas Artes portando un nuevo ideario estético y contribuyendo así a debilitar el modelo clásico. De manera que Pablo Burchard asume la mencionada cátedra de pintura en un contexto de profunda transformación tanto a nivel doctrinario como en lo que se refiere a la institucionalidad artística de nuestro país. Una vez reabierta, la Escuela de Bellas Artes dejó de estar bajo la dirección del Consejo Superior de Letras y Bellas Artes, que había sido fundada en mayo de 1909 para la “vigilancia general”3 de la enseñanza artística en los establecimientos públicos y que como tal había dictado las políticas, orientaciones e incluso los planes de estudio de la Escuela. Entre sus atribuciones estaba el fomento del 2 Ibíd., p. 219. 3 Zamorano, P. y Cortés, C.: “Pintura chilena a comienzos de siglo: hacia un esbozo de pensamiento crítico”. Aisthesis. Volumen 31, 1998, p. 91 44 “buen gusto estético”4, un criterio más bien elitista que estaba en línea con los cánones establecidos por el academicismo europeo y no con la sensibilidad artística moderna con la que algunos alumnos y profesores comulgaban. En 1929 la Escuela de Bellas Artes pasa a formar parte de la Universidad de Chile y se convierte en Facultad, lo que podría interpretarse como un símbolo de la renovación artística. LA FILOSOFÍA Y METODOLOGÍA PEDAGÓGICA DE PABLO BURCHARD Dados los antecedentes referidos, es necesario tener en cuenta que un profesor de pintura de la época tenía el desafío de lidiar con las expectativas de alumnos menos dóciles que aquellos que se habían formado bajo el alero de una tradición aún no compelida a enfrentar la embestida de la vanguardia. A juzgar por los testimonios de sus discípulos y los comentarios de la crítica, la labor docente de Pablo Burchard estuvo a la altura de las circunstancias. Contradiciendo su natural modestia, Waldo Silva le dispensó el título de “maestro de muchas generaciones”5, afirmando que el pintor irradiaba una aureola de prestigio de la cual él parecía no apercibirse. En esta misma línea, Antonio Romera lo identifica como “caudillo”6 de la Generación del cuarenta, afirmando que los integrantes de esta entidad grupal –dentro de los que figuran artistas como Carlos Pedraza, Ximena Cristi, Israel Roa y Sergio Montecino– veían a “don Pablo” como un personaje “místico y legendario”7. Reconociendo, en el mismo sentido, el ascendiente multigeneracional del maestro, el crítico José María Palacios reflexiona tardíamente: “dado que don Pablo Burchard fue siempre él mismo, 4 Ibíd., p. 91. 5 Vila, W.: “Pablo Burchard”. Una Capitanía de Pintores. Santiago, Editorial del Pacífico, 1966, p. 29. 6 Romera, A.: “La generación de 1940 de la Escuela de Bellas Artes”. Aisthesis. Volumen 9, 1975-76, p. 146. 7 Ibídem. La pedagogía de Pablo Burchard E. en la Escuela de Bellas Artes / María Isabel Ringeling uno se pregunta cómo logró este milagro laico de lograr una sucesión de artistas cuya pluralidad de conjunto es total”8. En este comentario se está incluyendo también a los artistas de la década del cincuenta, como José Balmes, Gracia Barrios, Roser Bru, Nemesio Antúnez y Matilde Pérez. Pues bien, Palacios responde a su propia interrogante aduciendo que Burchard instituyó una pedagogía basada en el libre albedrío: “Don Pablo era una especie de apóstol: predicaba la fe, pero no la imponía al yugo”9. Una idea similar a esta la encontramos en una declaración del propio Burchard: Concibo que el artista debe desenvolverse en plena libertad. Su formación –claro está– debe ser férrea y muy sabiamente disciplinada. El guía de esta formación debe ser sólo saber cultivar, saber despertar un máximo de conciencia en sus discípulos. Considero que formar escuela resulta como una negación de la pedagogía. El orden escolástico, lejos de modelar al artista en su propio sentir, destruye su personalidad. Que el maestro sea un simple orientador. Nada de estimular “monos” o imitadores. Formar en cambio un artista, un ser que piense y que sepa expresar sus propias emociones10. En coherencia con el cometido de formar al alumno alertando su sensibilidad, que es una didáctica novedosa, Burchard exhibió una actitud revisionista –aunque no de ruptura– respecto de la tradición academicista en la que él mismo se había formado. Sus maestros fueron Cosme San Martín, Fernando Álvarez de Sotomayor y Pedro Lira, en quienes pesaba con fuerza la visión naturalista, si bien de algún modo renovada por el desdén hacia los grandes temas tradicionales (míticos, religiosos o literarios) y la incorporación de nuevas técnicas. En relación con los dos últimos maestros mencionados, Burchard reconoce tardíamente su independencia: Ninguna influencia apreciable dejaron en mí Lira ni Álvarez de Sotomayor. Aprendí, es cierto, de ellos la disciplina indispensable para la práctica del oficio. Pero la visión pictórica de ambos nunca me satisfizo. Lira insistía en la copia inmediata y servil de la naturaleza, mientras Álvarez de Sotomayor, por el contrario, enseñaba un estilo de composición absolutamente convencional. Entre ambos oscilaba mi experiencia juvenil. Pero una certidumbre interior me decía que en ninguna de esas direcciones encontraría el verdadero arte11. Esta insatisfacción con respecto al arte de sus formadores es afín a la sensibilidad moderna, pero no hay que perder de vista que Burchard fue una figura aislada que jamás se adhirió a una corriente artística de vanguardia en particular. En este sentido su ruptura con la tradición nunca fue radical, pues la Naturaleza, con mayúscula, siguió siendo para él una maestra irrenunciable: “Nunca admití que un arte como la pintura, que tiene sus leyes propias e ineludibles, debiera divorciarse totalmente de la naturaleza, hasta el punto de convertirse en un lenguaje convencional y abstracto”12. Como amante de la naturaleza, su pedagogía estuvo en gran parte centrada en transmitir esa pasión. “Era tan grande su entusiasmo por todo lo que contemplaba que nos enseñó a admirar aun los motivos más humildes e ingratos”13, recuerda Matilde Pérez. Este carácter contemplativo del maestro es referido por muchos de sus discípulos. Armando Lira, alumno de Burchard en sus primeros años, rememora las palabras del maestro así: Mire, compañero, para qué emprender recetas y teorías, para qué complicarse la vida con grandes problemas, cuando ahí –mire usted– tiene abierto el gran libro de la naturaleza para reflexionar, sentir y aprender. ¿Con qué fin tantas complicaciones cerebrales, tanta metafísica y dogmas estéticos? Vea usted ese cielo transparente, esta piedra con musgos y líquenes, ese 11 8 Humeres, C.: “Apuntes sobre Pablo Burchard”. Revista de Arte. Volumen 1, 1934, p. 5. Palacios, J.M.: “Retornemos a hablar de Burchard, el maestro, y sus discípulos”. La Segunda. 13-V-92. 12 9 Ibíd. Ibíd., p. 5. 13 10 Montecinos, S.: “Arte 1944: Pablo Burchard” (Entrevista). Pro-Arte. 1940, s/p. Patio, Arte Latinoamericano. “Burchard, Setenta Años de Dibujo y Acuarela 1891-1961”. Catálogo. Santiago: 1961. 45 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte campo de cardos y esa cordillera diáfana. Tratar de crear en la tela esos contrastes, esas relaciones de colorido, esa poesía íntima, he ahí la tarea del pintor. Lo demás, “compañerito”, son pamplinas y divagaciones cursis, buenas solos para los mentecatos e incapaces14. Como vemos, Burchard llama a sus discípulos a acudir al “gran libro de la naturaleza” y califica la reflexión teórica moderna de “divagación cursi”, repudiando tal vez el intelectualismo excesivo del movimiento moderno. Si bien a primera vista podría argüirse que esta declaración parece la de un conservador dogmático, esta impresión sería engañosa. La naturaleza no se concibe como un modelo que haya que imitar atendiendo fundamentalmente los aspectos literarios del tema, como lo dictaba la tradición academicista, sino que es un referente ineludible de cuya observación atenta arranca el estudio de los valores plásticos, relativos a la forma, el color y la luz. En este sentido, Lira señalaba que sus lecciones eran“sugerencias sobre los problemas de la plástica frente a la naturaleza. Enseña a ver y a interpretar los elementos objetivos en forma pictórica: el juego de luces, los contrastes del colorido, el arabesco del dibujo, la organización del cuadro”15. Burchard encamina a sus alumnos en la búsqueda de un lenguaje fundamentalmente “pictórico”, de allí su preocupación por la distribución de las formas en el espacio y por el equilibrio cromático. Esto concuerda con la analogía que el mismo Burchard establece entre el arte de la pintura, la música y la arquitectura: “(las) leyes del color y de la forma, a mí me parecen tan claras y evidentes como las que rigen la arquitectura y la composición musical. Hay un verdadero sentido musical del color, y quien no lo sienta con agudeza, debe renunciar a la pintura”16. 14 15 16 46 Lira, A.: “Pablo Burchard, pintor de la luz”. Pablo Burchard. Santiago, Ediciones del Instituto de Extensión de Artes Plásticas de la Universidad de Chile, 1955, p. 14. Al maestro le interesa “enseñar a ver”, pero encauzando a sus alumnos dentro de su propio temperamento: La técnica artística de Burchard es asimismo original y moderna, analiza el trabajo del discípulo frente al motivo para corregir errores de apreciación plástica. No comete jamás la defección de tomar el lápiz o el pincel para enmendar el dibujo o colorido. Su pedagogía es otra y actual: el respeto a la manera de ver y de sentir del discípulo, procura la formación de su personalidad17. Es necesario subrayar el hecho de que el respeto al modo “de ver y de sentir” del discípulo es un método pedagógico que Lira considera “moderno y original”. No solo es una técnica innovadora en relación con la tradición docente, sino que además tiene relación con una cosmovisión estética particular. Si la educación de la percepción –del “ver”–, considera el temperamento del alumno –su “sentir”–, entonces lo que se está proponiendo es que para asimilar las cualidades objetivas del mundo visible, se requiere de una compenetración anímica con el objeto representado. De allí que Burchard llame al alumno a sensibilizarse con la naturaleza o con los motivos que pinta. En relación con esto, el pintor relata una experiencia estética personal que es ilustrativa. Cuenta que decepcionado en cierta ocasión por la apariencia vulgar de una flor que poco antes lo había conmovido por su belleza, llegó a la conclusión, después de una larga reflexión, de que “la belleza no estaba en el cardo, ni tampoco en los rayos de sol, sino en una especial disposición de (su) espíritu que en un momento propicio había armonizado la visión exterior y (su) vida íntima”18. El arte pictórico se concibe, de este modo, como una transmutación emotiva del mundo objetivo, toda vez que “la obra fluye del artista y se incorpora en una visión objetiva”19, declara Burchard. Ahora bien, el hecho de que el maestro haya respetado y sabido encauzar la manera de 17 Lira, op. cit., p. 15. Ibíd., p.15. 18 Humeres, op. cit., p. 5. Humeres, op. cit., p. 5. 19 Ibíd., p. 5. La pedagogía de Pablo Burchard E. en la Escuela de Bellas Artes / María Isabel Ringeling “sentir” y “ver” del alumno, no quiere decir que su pedagogía haya sido una exhortación a liberar los medios expresivos sacrificando con ello la disciplina metodológica del oficio. En el testimonio de su alumno Ramón Vergara Grez, quien asistió a las lecciones de Burchard en la década del cuarenta, se exponen en detalle muchas de las técnicas pictóricas que “don Pablo” transmitió a sus alumnos. Entre otras cosas, se cuenta que el maestro enseñó el criterio clásico de subdividir el trabajo en las etapas sucesivas de “mancha” y “empaste”, que aconsejó usar la técnica del claroscuro para el estudio del modelo (mediante el registro de los tonos y subtonos), que expuso que se debía ir desde el fondo (el “cimiento del edificio”) a los primeros planos, que instruyó en la idea de que la naturaleza muerta era el punto de partida para aprender a pintar la naturaleza viva, y que propuso que los colores en la paleta fuesen distribuidos del negro al blanco (como en la música) en vez de poner el blanco en el centro, como dictaba la fórmula clásica20. El dominio de la técnica parece ser esencial en la formación de un pintor, y en esto, Burchard no fue contrario a la tradición (incluso admitiendo que Burchard hizo innovaciones técnicas como la última aquí mencionada). En este sentido, Vergara Grez señala que “don Pablo” era reconocido en el ambiente de la Escuela por ser un hombre “respetuoso de las reglas académicas”21. Pero la técnica no es sinónimo de una repetición mecanicista, sino que se concibe como un instrumento necesario para resolver los problemas plásticos que se le presentan al artista en la búsqueda de un lenguaje pictórico personal. El testimonio de Vergara Grez nos sirve para reconstituir otro aspecto de la pedagogía del maestro: su absoluto rechazo a la concepción mercantil y exhibicionista del arte. En este punto fue dogmático. Hay una anécdota que es ilustrativa en este sentido. Siendo alumno 20 21 Cfr. Vergara Grez, R.: “La enseñanza del maestro Pablo Burchard en la Escuela de Bellas Artes”. Anales de la Universidad de Chile. Volumen 11, 1986, pp. 283-284. Ibíd., p. 15 de Burchard, el referido alumno fue invitado a exponer en la Sociedad Amigos del Arte, instancia en la que fue premiado con la Tercera Medalla del Salón Oficial de 1943. Este éxito le “valió la nota 4 en el taller de don Pablo”22, y cuenta que ni siquiera Carlos Humeres, máxima autoridad administrativa de la Escuela en ese tiempo, pudo interceder a su favor23. Desviar a la juventud del camino comercial y de las concesiones al público fue uno de sus cometidos más importantes como profesor. En este sentido declaró: Me permito hacer, sí, en este sentido una recomendación a los elementos de más reciente promoción: que sepan contener su vehemencia por exhibir, que no salgan a ilusionarse con los artículos de los críticos ni de la prensa en general. Que esperen hasta cuando se sientan seguros de sí mismos, pues la misión que llevan, de rehacer el ambiente, la responsabilidad que tienen de ser los continuadores de una tradición artística seria, es sagrada24. De esta cita colegimos que la pedagogía de “don Pablo” tiende a la educación de la personalidad y a la conciencia del discípulo incluso más allá de su formación estrictamente profesional –de allí su repudio y condena al comportamiento vanidoso–. Por otra parte, se infiere que si bien Burchard intenta encaminar la propia personalidad artística del discípulo, al mismo tiempo cree que la adquisición de un estilo o lenguaje expresivo propio se consigue con la madurez. Es por esta razón que Burchard se refiere en más de una ocasión a la necesidad de mantener la disciplina en el oficio. Es en este sentido que los jóvenes deben ser, como se postula en la citada referencia, “continuadores de una tradición artística seria”. 22 Ibíd., p. 286. 23 Cfr. Vergara Grez, 1986, p. 286. 24 Montecino, op. cit., s/p. 47 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte CONCLUSIÓN En el contexto del debate histórico entre los partidarios de la tradición y los defensores de la modernidad, Burchard ocupa una posición intermedia. Por una parte, sus discípulos lo recuerdan –y él mismo se declara– como un apasionado amante de la naturaleza, actitud que lo distanciaba de las discusiones teóricas modernistas y lo perfilaba como una figura solitaria, al margen de todo círculo. Por otra parte, tomó distancia de la tradición academicista en la que él mismo se había formado, al manifestar su conflicto con el naturalismo de Lira y el convencionalismo en decaída de Álvarez de Sotomayor. Sin romper con sus predecesores –reconoce haber asimilado de ellos la disciplina de la vocación y sigue creyendo en la naturaleza como la gran maestra de la pintura–, desarrolla en la práctica, y legitima en la teoría, un lenguaje esencialmente pictórico –no narrativo– y una poética artística de corte intimista y subjetiva. Pues bien, cuando analizamos la filosofía y metodología pedagógica que puso en práctica Pablo Burchard en la Escuela de Bellas Artes, 48 notamos una clara consecuencia entre su conciencia estética y su enseñanza. En concordancia con su rechazo a un arte puramente intelectivo y divorciado de la naturaleza, su pedagogía estuvo en gran parte centrada en transmitir su pasión por la naturaleza, incluso por los motivos más humildes. En sintonía con su concepción de la pintura como proyección subjetiva del artista sobre el mundo objetivo, se abocó a la tarea de educar la percepción de sus alumnos alertando y respetando su propia disposición anímica: su modo de “sentir” y de “ver”. Consecuentemente con su creencia de que la pintura era un arte análogo a la arquitectura y la música, encauzó la sensibilidad de sus discípulos hacia el ordenamiento armonioso de las formas y los colores, procurando el desarrollo de un lenguaje estrictamente pictórico y desdeñoso del tema. Como heredero de una tradición artística basada en el aprendizaje concienzudo y riguroso de ciertas técnicas académicas, condenó el exhibicionismo prematuro y transmitió (sin ser mecanicista) aquellos procedimientos técnicos que consideró útiles para la maduración profesional del discípulo. Escultores en tiempos de guerra: práctica y enseñanza de la escultura en Colombia a fines del siglo XIX CAROLINA VANEGAS CARRASCO* RESUMEN Nos proponemos reconstruir la trayectoria artística y docente de dos escultores italianos activos en Bogotá en la segunda mitad del siglo XIX: Mario Lambardi y Cesare Sighinolfi. Es nuestro objetivo analizar las dificultades que enfrentaron y las alternativas que adoptaron para ejercer su profesión en un país con una compleja situación política, y devastado por sucesivas guerras civiles. ABSTRACT The aim of this article is to reconstruct the artistic and teaching development of two Italian sculptors who worked in Bogotá during the second half of 19th century: Mario Lambardi and Cesare Sighinolfi. Also to analyze the difficulties they faced and the options they adopted for effectively practice their profession in a country with a complex political situation, and ruined by successive civil wars. La fundación de una Escuela de Bellas Artes fue un proyecto largamente postergado debido a la inestabilidad política del país, cuyos gobernantes debían concentrar su atención en la organización o reorganización del país como se evidencia en el número de guerras civiles y constituciones producidas a lo largo del siglo1. Cuando se decretó la fundación de la misma, bajo el nombre Academia Vásquez2 durante el segundo gobierno de Manuel Murillo Toro (18721874) habían pasado diez años desde la última guerra civil y su consecuente constitución (1863). La confianza en la estabilidad de la propuesta * Carolina Vanegas Carrasco. IDAES-UNSAM/GEAP Latinoamérica-UBA. 1 A lo largo del siglo XIX hubo ocho guerras civiles: 18391841, 1851, 1854, 1860-1862, 1876-1877, 1885, 1895, 1899-1902 y desde 1830, se promulgaron seis constituciones: 1832, 1843, 1853, 1858, 1863 y 1886. 2 Creada por ley 98 del 4 de junio de 1873. Fue nombrada en homenaje a Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, el más destacado pintor neogranadino del siglo XVII. de organización federal, los Estados Unidos de Colombia, seguramente llevó a decretar oficialmente el 20 de julio como fiesta nacional en 18733. Una acción de no poca importancia en tanto voluntad de generar una política de la memoria, un proceso en el que la escultura conmemorativa tuvo un lugar privilegiado en el siglo XIX. Por ello no sorprende que en ese mismo año, además de fundar la Academia Vásquez, se ordenara la ejecución de la estatua de Francisco de Paula Santander4 y se pusiera la primera piedra del Monumento los Mártires de la Independencia, que se inaugurarían en 1878 y 1880 respectivamente. Con estas acciones se inició la producción monumental que para ese 3 Ley 60 de 8 de mayo de 1873. Sin embargo, había organizada una gran celebración para este día en el año anterior. 4 Fue vicepresidente de la Gran Colombia en el período de 1819-1827 y presidente de la República de la Nueva Granada entre 1832 y 1837. 49 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte entonces se restringía a una sola obra, la estatua de Simón Bolívar de Pietro Tenerani, que se había inaugurado en 1846. Es preciso considerar que en este momento histórico se produjo en las principales capitales de occidente –con París a la cabeza– un fenómeno llamado “estatuomanía”, con lo cual se aludía al aumento indiscriminado de esculturas conmemorativas en el espacio público. Para las naciones sudamericanas fue el momento “culminante en la formación de su sistema ideológico simbólico […] a partir del cual las élites formaron y nutrieron una memoria colectiva”5. Un proceso fuertemente ligado a la transformación y organización urbana de las capitales de la región, en el que se pretendía alcanzar una simbiosis entre el pasado, el presente y el futuro. Esta lógica que vincula la labor artística con la construcción de la identidad nacional contribuye a explicar la asignación de un importante presupuesto para la contratación de escultores que realizaran las obras solicitadas por el gobierno y formaran a las nuevas generaciones. La comprensión de esta lógica implica pensar los problemas escultóricos como problemas políticos, así como considerar la dependencia de la escultura conmemorativa de los comitentes. Esta vinculación muestra que son tan significativas las acciones como las omisiones y que los programas escultóricos están íntimamente ligados con los conflictos de poder político. Si bien dificultades presupuestarias impidieron que la Academia Vásquez iniciara actividades inmediatamente después de fundada, para Murillo Toro no dejó de ser un problema para resolver. Al terminar su periodo presidencial viajó a Venezuela como representante diplomático y teniendo en cuenta su interés en la organización de las artes en Colombia, es factible pensar que debió haberle impactado el programa monumental que en ese momento adelantaba el entonces presidente de Venezuela, Antonio Guzmán Blanco, con sus 5 50 Burucúa, J. y Campagne, F. , 1994, p. 376. arquitectos y escultores6. Fue precisamente en Caracas donde conoció al escultor italiano Mario Lambardi (Porto Santo Stefano, Italia, 1852-San José, California, 1915), el cual recomendó al presidente Santiago Pérez, para que lo ocupara en la obra del Capitolio Nacional7 y en la enseñanza de los canteros”8. La obra de Lambardi ha empezado a ser rescatada recientemente y se ha documentado su actividad no solo como escultor y constructor en Bogotá entre 1878 y 1882, sino como profesor de escultura y ornamentación9. Sin embargo, no fue incluido en la organización del Instituto de Bellas Artes de 1882, conformado por las escuelas de dibujo y grabado, de arquitectura, de pintura y de música que funcionaban desde 188110. La sección de “escul- 6 Guzmán Blanco decretó la apertura del Instituto de Bellas Artes en 1870 y nombró a Eloy Palacios como director de la cátedra de escultura. Sin embargo, al recibir también los encargos de ornamentación del Palacio Nacional, fue nombrado en su lugar Manuel Antonio González. El tercer escultor venezolano activo era Ramón Bolet, quien fue supervisor y coautor de las estatuas que Guzmán Blanco encargó a Joseph A. Bailly. Cfr. Salvador, J. , 2004. 7 El Capitolio Nacional, diseñado por el arquitecto Thomas Reed, fue iniciado bajo la presidencia de Tomás Cipriano de Mosquera en 1847, significativamente retomado en 1871, y finalmente terminado en 1929, después de varias interrupciones debidas a las constantes guerras civiles y bajo la dirección de varios arquitectos. Cfr. Corradine, 1998. 8 El Taller, serie XII, Nº 136, Bogotá, 22 de octubre, 1889, p. 1. 9 Cfr. Vanegas Carrasco, 2013. 10 El Instituto de Bellas Artes fue la conjunción de varios proyectos educativos que estaban en marcha desde los inicios de 1881: las clases de grabado de Alberto Urdaneta y Rodríguez en la Universidad Nacional, las clases de dibujo y pintura que daba Alberto Urdaneta en el Colegio San Bartolomé, la conformación de la Escuela Nº 1 de la Academia Vásquez en enero de 1881 (Decreto Nº 65 del 28 de enero de 1881. Diario Oficial, Nº 4934-4935, 3 de febrero de 1881), bautizada Academia Gutiérrez en abril de ese mismo año cuando se reorganizó de manera “definitiva” (Decreto Nº 281 del 29 de abril de 1881. Diario Oficial, Nº 5011, 4 de mayo de 1881, p. 9091); la escuela práctica de arquitectura, iniciada el 1 de julio de 1881 con la dirección de Pietro Cantini, y la escuela de música, por Joaquín Guarín. Así quedaron las cuatro escuelas unidas: 1. De grabado y dibujo, 2. De arquitectura, “Arrubla”, 3. De pintura “Vásquez” y 4 de música “Guarín” (Diario Oficial, Bogotá, Nº 5473, 16 Escultores en tiempos de guerra: práctica y enseñanza… / Carolina Vanegas Carrasco tura y ornamentación” solo aparecería en 1884 cuando la ahora Escuela de Bellas Artes fuera integrada a la Universidad Nacional11. Con este fin, el “gobierno de la Unión” firmó dos contratos: uno en diciembre de 1883 con el escultor italiano Cesare Sighinolfi (Módena, 1833-Suesca, 1903)12 y otro en enero de 1884 con el “ornatista” suizo Luigi Ramelli (Grancia, 1851-Suiza, 1931)13 para hacerse cargo de las obras que el gobierno les encomendara, así como de dar clases. En 1884 el Instituto de Bellas Artes fue integrado a la Universidad Nacional y debía empezar a funcionar en 1885, lo cual impidió el inicio de una nueva guerra civil. Es decir, Sighinolfi y Ramelli, quienes llegaron a Bogotá en 1884, tuvieron que esperar dos años para que, bajo la dirección de Alberto Urdaneta, se iniciaran formalmente las actividades en la Escuela. Más adelante, la guerra de 1895 y la guerra de los Mil Días (18991902) los obligarían a interrumpir de nuevo las clases. No fue distinto para Lambardi, quien en su momento incluso engrosó las filas del ejército oficial en la guerra civil de 1876-187714. Más allá de lo que significaron las guerras civiles en sí mismas, como coyuntura, ellas fueron síntomas de una situación política muy compleja que de septiembre de 1882, p. 10494). Cfr. González Escobar, 2011, p. 541. 11 Entre octubre y diciembre de 1884 se definió la normativa que reintegraba en la Universidad Nacional las escuelas de Ingeniería, Artes y Oficios y Bellas Artes. De acuerdo con el reglamento orgánico de la UN, expedido en diciembre de 1884, la nueva Escuela de Bellas Artes quedó formada por cinco secciones: 1. Arquitectura, 2. Pintura y dibujo, 3. Escultura y ornamentación, 4. Grabado en madera y 5. Música (Anales de la Instrucción Pública en los Estados Unidos de Colombia, Bogotá, Nº 46, tomo IX, enero de 1885, pp. 3-5). Cfr. González Escobar, 2011, p. 541. 12 Contrato firmado el 16 de diciembre de 1883. Diario Oficial, Nº 6041, abril 9 de 1884, p. 13224. 13 Contrato firmado el 4 de enero de 1884. Diario Oficial, Nº 6045, abril 13 de 1884, p. 13240. 14 “Relación nominal de los Jenerales, Jefes, Oficiales e individuos de tropa a quienes se les han espedido órdenes de pago por ajustamientos militares, en virtud de los servicios prestados en la guerra civil de 1876 a 1877”, en Memoria del Secretario de Guerra i Marina. Bogotá, Imprenta de Gaitán, 1879. también condicionó la labor de los escultores y sus discípulos. La Escuela de Bellas Artes fue inaugurada en 1886 bajo la dirección de Alberto Urdaneta, un convencido conservador. Las primeras noticias sobre la Escuela se conocen gracias a los artículos que este escribió en el Papel Periódico Ilustrado (1881-1887), una de las más importantes publicaciones ilustradas de fin de siglo, también dirigida por él. La autoridad de esta fuente permeó la historiografía del arte colombiano que ha persistido en ubicar la creación de la Escuela con el momento de su inauguración, en 1886 –fecha de inicio del gobierno conservador–, con lo cual se presenta su creación como un logro de Rafael Núñez y de su gobierno. Sin embargo, al remitirse a los decretos y contrataciones realizadas entre 1873 y 1884, se constata que fue bajo los gobiernos liberales que se adelantó el proceso que permitió que en 1886 la escuela se inaugurara con la Primera Exposición Nacional de Bellas Artes15. Las elecciones historiográficas, pues, son también elecciones políticas y es un aspecto que debe tenerse en cuenta para entender por qué los relatos producidos por los conservadores, que estuvieron en el poder entre 1886 y 1930, se han mantenido hasta el presente. LAMBARDI, UN ESCULTOR VERSÁTIL Después de la guerra, Lambardi trabajó en Bogotá en varios proyectos entre 1875 y 1881. Algunos relacionados con la escultura y la ornamentación, como algunos monumentos funerarios16, el encargo de modificación del pedestal de la estatua de Simón Bolívar de Pietro Tenerani, 15 Organizada por Alberto Urdaneta, la obra de los alumnos de la escuela se exhibió junto con obras de colecciones públicas y privadas. Cfr. Escuela de Bellas Artes de Colombia, 1886. 16 La primera obra de Lambardi ubicada en Bogotá es de 1875, se trata de la tumba de Graciliana Camacho de Pereira, hermana de Salvador Camacho Roldán y esposa de Nicolás Pereira Gamba, dos destacados liberales radicales. Agradezco a Wilson Pacheco Rodríguez por la ubicación de esta obra. 51 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte la instalación del monumento de Francisco de Paula Santander de Pietro Costa y la reparación de las partes rotas en el traslado17, la construcción del zócalo para una estatua de Colón en Panamá18 y la construcción del Monumento a los Mártires de la Independencia. Pero también hizo contratos para la instalación y pintura de rejas, columnas y jarrones ornamentales, así como la construcción de un camellón en “mac-adams” en la Plaza Santander19; la instalación de baldosas en la Plaza de Bolívar20, y finalmente, tal vez el más importante y controversial de todos, la conclusión del pórtico y fachada del Capitolio Nacional21. En otro trabajo hemos analizado las posibles causas del rechazo que algunos críticos expresaron hacia este y otros proyectos de Lambardi22. En dicho estudio establecimos que se conjugaron razones políticas con reparos al estilo y los materiales usados por el escultor, quien fue criticado por no ajustarse al estilo neoclásico del edificio diseñado por Thomas Reed treinta años antes. El proyecto aprobado y contratado por el gobierno liberal era instalar “sobre el cornisamento del edificio una balaustrada corrida, adornada con jarrones, bustos 17 Contrato Nº 33 de 1879 (25 de julio) para la construcción del monumento en la plaza denominada de “Los Mártires” i para el ornato i arreglo de la plaza Santander, de esta ciudad. Diario Oficial, año XV, Nº 4482 Bogotá, martes 12 de agosto de 1879, p. 6977. 18 Contrato Nº 34 de 1879 (1 de agosto) para colocar la estatua de Cristóbal Colón sobre un pedestal de mármol blanco de Italia en la ciudad del mismo nombre. Diario Oficial, año XV, Nº 4485, Bogotá, 16 de agosto de 1879, p. 6988. 19 Contrato Nº 39 de 1879 (11 de noviembre) para la construcción de un camellón mac-adams en la esquina norte de la plaza de Santander hacia el oriente. Diario Oficial, año XVI, Nº 4646, Bogotá, 23 de febrero de 1880, p. 7633. 20 Contrato Nº 32 de 1879 (24 de julio) para echar varias cintas de embaldosados en la plaza de Bolívar. Diario Oficial, año XV, Nº 4486, Bogotá, 18 de agosto de 1879, p. 6992. 21 Contrato Nº 46 de 1879 (19 de diciembre) para la conclusión del pórtico i fachada del Capitolio. Diario Oficial, año XV, Nº 4519, Bogotá, 24 de septiembre de 1879, p. 7125. 22 Vanegas Carrasco, 2013, op. cit. , pp. 129-144. 52 de algunos próceres y trofeos alegóricos, fuera de varias otras estatuas simbólicas”23, todos en piedra arenisca. Los intelectuales conservadores fueron los primeros en atacar a Lambardi, particularmente Alberto Urdaneta, quien se refirió en términos despectivos a cada una de sus obras, y por su intermedio, a los proyectos adelantados por los liberales. No sobra recordar que Urdaneta y Lambardi combatieron en bandos opuestos en la guerra civil de 1876-1877 y por ello no sorprende que como director de la Escuela de Bellas Artes excluyera al citado escultor. Poco se sabe de Lambardi antes de llegar a Colombia. En una reseña de 1889 se afirma que “hizo sus primeros estudios de dibujo, arquitectura y ornamentación, en la Escuela Técnica de Pescia (Toscana) y luego pasó a la Academia de Carrara, bajo la dirección del profesor Pelliccia, en donde obtuvo el primer premio con medalla de plata”24. Presentarse como discípulo de Pelliccia, quien se formó en el taller de Pietro Tenerani (1789-1869)25, debía darle el prestigio necesario para ser contratado pues este era bien conocido en Colombia por ser quien fijó la iconografía escultórica de Simón Bolívar en Colombia y Venezuela26. Al analizar 23 Ortega, Alfredo. “Datos para la historia del Capitolio Nacional” en Anales de Ingeniería, Nº 243-244, Bogotá, mayo y junio de 1913, p. 354. 24 El Taller (1889), serie XII, Nº 136, Bogotá, 22 de octubre, p. 1. Estos datos aún están por confirmar en los archivos correspondientes, pero si los damos por verdaderos vinculan a Lambardi con Ferdinando Pelliccia, quien fuera efectivamente profesor de escultura de la Academia de Carrara desde 1835 y director de la misma desde 1846 hasta su muerte en 1892. 25 Estudió en la Academia de Bellas Artes de Carrara. Discípulo y destacado miembro del taller de Berthel Thorvaldsen (1770-1844) entre 1815 y 1827. En 1842 firmó junto a Minardi y Overbeck el Manifiesto del Purismo de Bianchini. Fue asesor de la Comisión de Antigüedades y Bellas Artes de Roma (1844), miembro del Instituto de Francia (1845), presidente de la Academia de San Lucas (1856), presidente perpetuo del Museo, la Galería y la Protomoteca Capitolinas (1857) y director general del Museo y la Galería Pontificias (1860). Esculpió numerosos monumentos fúnebres, conmemorativos y retratos. Su gipsoteca se conserva en el Museo de Roma. 26 Tenerani hizo dos bustos de Bolívar en 1831, uno civil y otro militar, la estatua de Bolívar instalada en la Plaza Escultores en tiempos de guerra: práctica y enseñanza… / Carolina Vanegas Carrasco el conjunto de contratos es posible atribuir una gran versatilidad a Lambardi para emprender trabajos que no se restringían al ámbito de la escultura. Tal vez ello responda a su primera formación técnica, y tal vez, a una posterior experiencia que desconocemos. Lambardi fue muy reconocido por sus contemporáneos como profesor y sin embargo su nombre no pasó a la historia del arte colombiano como formador de escultores. Isaac Montejo se refirió a algunos de estos alumnos, que además fueron sus colaboradores en los proyectos que realizó entre 1878 y 1880: El señor Lambardi, con los trabajos que ha ejecutado en el país durante unos pocos años, ha logrado despertar el buen gusto por las bellas artes, de tal manera que hoi encontramos varios colombianos discípulos de él capaces ya de ejecutar obras de un mérito mui notable i de gusto esquisito: tales son los señores Francisco Camacho, Epifanio Barreto, Luis Zediel, Aristides Contreras, i sobre todos Ramón Peña, quien ha desempeñado un trabajo maravilloso en el pedestal [de la estatua de Bolívar]27. En la reseña biográfica de Lambardi publicada en El Taller se afirma que en agradecimiento por el trabajo que el gobierno le contrató al artista, este decidió poner en su casa una escuela gratuita de dibujo y arquitectura28. Los artesanos redactores de El Taller hicieron énfasis en la importancia de Lambardi como hombre de de Bolívar de Bogotá y los dos mausoleos del héroe, uno instalado en Caracas (1852) y otro que se instalaría en la catedral de Bogotá, perdido en un naufragio (1867). También realizó para comitentes colombianos los bustos de Tomás Cipriano de Mosquera (Universidad de Cauca), del Virrey Ezpeleta (Academia Colombiana de Historia), de José Ignacio París (Casa Museo Quinta de Bolívar) y el Monumento funerario a José María del Castillo y Rada (Colegio de Nuestra Señora del Rosario). Cfr. Vanegas Carrasco, 2011. 27 Montejo, I. “La estatua de Bolívar sobre un nuevo pedestal construido por Mario Lambardi” en Diario de Cundinamarca, martes 29 de julio de 1879, Nº 2525, año X, p. 519. 28 No sobra recordar que esto fue lo mismo que hizo el pintor mexicano Felipe Santiago Gutiérrez (1824-1904), acción por la que siempre se le ha reconocido como un pionero e impulsor de las artes en Colombia. acción del que se tomaban lecciones prácticas, que estimaban en mayor grado que las teóricas. Este no es un dato menor teniendo en cuenta que la Escuela de Artes y Oficios, inaugurada en 1867, fue cerrada en 1876 justamente por la falta de enseñanza práctica29. La versatilidad de Lambardi le permitió solucionar uno de los principales obstáculos que tenía la práctica de la escultura “moderna” en Colombia, que era el alto costo de importación de materiales como el mármol y la tecnología para fundir el bronce. Un costo que se aumentaba significativamente por el difícil acceso a la ciudad enclavada en medio de la cordillera, por lo cual el tiempo requerido para trasladar los materiales desde el puerto hasta la capital podía ser entre ocho y doce meses, haciendo un trayecto en barco y otro a lomo de mula. Lambardi propuso una solución a la urgencia conmemorativa bogotana por medio del uso de una piedra “que imita el mármol”30, la cual era extraída de Balsillas, una cantera de piedra arenisca blanca cercana a Bogotá. Los autores de la reseña elogiaban la técnica de extracción que les enseñó Lambardi: …tomando el taladro les indicaba la manera de manejarlo, siguiendo la beta (sic) del bloque y practicando otras operaciones previas á fin de sacar cantos de dos y tres metros de longitud, sin que la explosión los volviera pedazos. Hoy no hay un cantero que ignore esta operación, gracias á aquellas lecciones del señor Lambardi31. Con obras hechas en este material, Lambardi y sus alumnos participaron en la Exposición Nacional de 1881, en la sección de Bellas Artes. Esta sería su última actuación en el campo escultórico en Colombia y como se puede ver, la crítica hizo énfasis en el material utilizado: Las esculturas de piedra blanca de Bogotá, Psíquis, Safoy un Niño aldeano, figuras entera, de mitad del 29 González Escobar, 2011, op. cit. , p. 524. 30 Caicedo Rojas, J. “El Monumento de Los Mártires”, en Repertorio colombiano, Nº 22, abril, 1880, pp. 277-282. 31 El Taller, serie XII, Nº 136, 22 de octubre de 1889, p. 1. 53 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte natural también inspiran codicia de poseerlas, para un comedor, galería o jardín. Pasamos por alto la excesiva delgadez de caderas de Safo, que acaso provino fatalmente de la piedra escogida; fuera de ese serio defecto, hay mucho agradable en las tres figuras, y enseñarnos á convertir en eso una piedra que nada vale, tallándola con tanta finura de pormenores, debe ser motivo de reconocimiento para los colombianos. Son obra de Mario Lambardi y Francisco Camacho32. Su alumno más destacado, Francisco Camacho, obtuvo el primer premio en el concurso de escultura realizado en conmemoración del centenario del nacimiento de Bolívar en 1883, con un busto de Bolívar hecho en piedra de Balsillas33. Este busto fue ubicado temporalmente a la entrada del jardín que en ese momento rodeaba la estatua de Bolívar de Tenerani. Urdaneta elogió la obra y la calificó como “una brillante muestra del adelanto que entre nosotros ha alcanzado la escultura”34, sin mencionar a su maestro. Camacho fue contratado como ayudante de Cesare Sighinolfi, quien fue director de la cátedra entre 1884 y 1899, al que nos dedicaremos en el siguiente apartado. Lambardi, por su parte, fue excluido por Urdaneta de la Primera Exposición Anual de la Escuela de Bellas Artes, en donde reunió obras nacionales y extranjeras, antiguas y modernas, junto con las obras producidas por los alumnos de la Escuela. Entre 1881 y 1889 no se encuentran noticias de actividad de Lambardi en Colombia, no se tiene certeza si permaneció en Colombia o no. En 1889 su labor fue reseñada en el periódico El Taller antes citado, y como arquitecto en la construcción de la cubierta del Teatro Municipal, “la más atrevida que se haya armado, en una extensión de veinte metros, sin otro apoyo que los laterales”35. Posiblemente estos comentarios fueran una forma de reivindicar a Lambardi como arquitecto, pues muchos 32 La Luz, Nº 52, 19 de agosto de 1881, s. p. 33 Esta obra se conserva actualmente en el Museo Nacional de Colombia, reg. 1140. 34 Papel Periódico Ilustrado, Nº 50, año 3, Bogotá, 20 de agosto de 1883, p. 32. 35 El Taller, serie XII, Nº 135, Bogotá, octubre 14 de 1889, p. 1. 54 debían recordar su fracaso como tal diez años antes en la obra del Capitolio. Igualmente destacaban su labor como profesor y aconsejaban a los compañeros para que fueran a la obra, pues Lambardi “dará á los artesanos que lo soliciten las explicaciones del caso, pues nada desea tanto como hacer extensivos sus conocimientos, móvil principal de su contrato”36. Al parecer Lambardi esperaba seguir trabajando como arquitecto, pues en agosto de 1889 se reseña un diseño para la estación del ferrocarril de la Sabana37 y también para el Teatro Municipal de Popayán. El desprestigio del que fue objeto debió influir en que no se le contratara de nuevo como escultor, lo cierto es que no se vuelve a tener noticia de obras suyas en este campo. Otra sería su suerte en su nuevo emprendimiento como promotor de una compañía de ópera. En 1891 figura a la cabeza de la compañía Zenardo-Lambardi y es considerado como uno de los renovadores de la ópera en Colombia junto con Americo Mancini y Adolfo Bracale38. Lambardi luego fue dueño de la Grand Opera Company con la cual realizó una intensa y exitosa carrera, no solo en Colombia, sino en varios países de Sudamérica, Centroamérica y en la costa pacífica de Estados Unidos, especialmente en San Francisco. Allí creó la Pacific Coast Grand Opera en compañía de Ettore Patrizi39. Su fama fue tal que a su muerte en Portland, Oregon, el 22 de abril de 191540, se convocó a una colecta en Portland, San Francisco y Los Ángeles para “elevar un imponente monumento en su tumba”41. 36 El Taller, serie XI, Nº 131, Bogotá, agosto 20 de 1889, p. 1. 37 El Taller, serie XI, Nº 132, Bogotá, agosto 28 de 1889, p. 1. 38 Torres, 2009, p. 254. 39 “S. F. to be Grand Opera’s Home. Mario Lambardi’s Promise Fulfilled”, en San Francisco Call, vol. 112, Nº 65, 4th August 1912 y Vol. 113, Nº 36, 5th January 1913. Tomado de California Digital Newspaper Collection URL: http://cdnc. ucr. edu 40 “Mario Lambardi dies and wife takes poison”, Sausalito News, Vol. 31, Nº 18, 1st May 1915. Tomado de California Digital Newspaper Collection URL: http://cdnc. ucr. edu 41 “Monument to Lambardi”, The Salem Capital Journal, Salem, Oregon, Tuesday, 27th April 1915, p. 2. Escultores en tiempos de guerra: práctica y enseñanza… / Carolina Vanegas Carrasco LOS RETOS DE SIGHINOLFI Tal como se señaló antes, el gobierno liberal contrató en 1884 a Sighinolfi y a Ramelli para que ejercieran los cargos de escultura y ornamentación, respectivamente, un par de años después de la rescisión del contrato de Lambardi en los trabajos del Capitolio. El objeto del contrato de Sighinolfi era “ejecutar las obras de escultura que el Gobierno de la Unión tenga a bien encomendarle, en mármol ó en piedra del país, lo mismo que los modelos que se le pidan para fundiciones del bronce ú otros metales”42. No existe ningún indicio de que hiciera obras en la “piedra del país”, la alternativa mediante la que Lambardi había sorteado la dificultad de transportar e importar mármol y costear fundiciones en bronce. Por el contrario, Sighinolfi desde que inició sus labores en la Escuela quiso establecer que se necesitaba más que buena voluntad para adelantar la labor que se le había encomendado: Permitid que en mi calidad de Artista, y de Artista Italiano, levante mi voz en este solemne momento en que se acaba de inaugurar la Escuela de Bellas Artes de Colombia […] En mi condición de Director de la Escuela de Escultura, quisiera que al talento de los discípulos y á la buena voluntad del maestro, pudiera agregarse una colección completa de modelos; pero no dudo que contando el nuevo Instituto con el apoyo del Gobierno y la buena voluntad de los Legisladores, pronto tendrá, por lo menos, los modelos más necesarios para que la instrucción que reciba la juventud sea sólida, digna del Establecimiento que hoy se inaugura y de los altos destinos á que está llamado este bellísimo país43. Este optimismo se debió ir desvaneciendo a medida que pasaban los años, de hecho Sighinolfi, que sucedió en 1887 en la dirección de la Escuela a Alberto Urdaneta, nunca logró que se compraran los yesos. Adaptarse a la precariedad de los medios de la naciente escuela debió ser difícil para el escultor modenense que provenía de una situación muy distinta. Su formación artística 42 Diario Oficial, Nº 6041, abril 9 de 1884, p. 13224. 43 Papel Periódico Ilustrado, año V, Nº 97, 6 de agosto de 1886, p. 7. empezó en la Academia Atestina de Bellas Artes de Módena con Luigi Mainoni (Scandiano, Modena 24.4.1804-9.2.1853)44 y obtuvo una beca para estudiar en la Academia de Florencia, en donde se perfeccionó con Giovanni Dupré (Siena, 1817-Florencia, 1882)45. Ganó varios concursos para hacer esculturas conmemorativas, entre las que se destacan la del Cardenal Niccolò Forteguerri46 en la Piazza del Duomo47 en Pistoia (1863) y el monumento a Ciro Menotti en 1879 en Módena. En 1867 fue nombrado como parte del grupo de escultores al servicio de la corte portuguesa. Fue así que se estableció entre 1870 y 1879 en Lisboa con su esposa y sus cinco hijos48, por lo cual se conservan varias obras suyas en el Palacio da Ajuda49. En 1872 se le encargaron algunos bustos 44 Estudió en la Academia Atestina de Bellas Artes de Módena en la que se desempeñó después como profesor. Se perfeccionó en la Academia de Carrara y en Roma con Pietro Tenerani. Nombrado académico de mérito en la Academia Tiberina en Roma, profesor honorario de la Real Academia de Bellas Artes de Carrara y Académico de Honor de la Real Academia de Parma y de la pontificia Academia de Bologna. Realizó numerosos bustos, monumentos religiosos y funerarios. Algunas de sus esculturas y medallas se conservan en el Museo Cívico de Módena. Panzetta, 2003, p. 561. 45 Ibíd. , p. 850. De Gubernatis, 1889, pp. 474-475. Agradezco a Paula Matiz y a Alberto Martín por enviarme estas referencias. 46 En sus memorias Giovanni Duprè cuenta que Sighinolfi se presentó y perdió el concurso para hacer esta obra, sin embargo, con su intermediación le fue dada una segunda oportunidad. Cuenta que mediante su guía y ayuda para conseguir un atuendo del cardenal, Sighinolfi obtuvo finalmente el encargo. Duprè, 1886, s. p. 47 Fue trasladada en 1939 a la Piazza dello Spirito Santo de la misma ciudad. Fue restaurada en 1999 por la Fondazione Cassa di Risparmio di Pistoia e Pescia. 48 Ana Paula Gaspar en su tesis de maestría reunió una importante cantidad de documentos mediante los cuales estableció las obras que fueron realizadas por Sighinolfi para la corte portuguesa. Lopes, 2002. Agradezco a José Francisco Alves la consecución de esta fuente, a Helena Elias y a Ana Paula Gaspar por su disposición para colaborarme en esta pesquisa. 49 Leda y el cisne (1869), Príncipe Real D. Carlos (atrib. , c. 1865), Príncipe D. Afonso (1869). Busto de la Reina María Pía (1871), Amor Patrio (1872), Reflexiones en el estudio (c. 1872, paradero actual desconocido). En los documentos hallados por Lopes hay un recibo de pago por la escultura O pensador da vida fechado en 1868. La investigadora considera que posiblemente esta obra 55 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte como parte de un grupo ofrecido a Brasil50, los que fueron exhibidos en la XXIV Exposição Geral de Belas Artes de 187651. Sería entonces a su retorno a Italia que Sighinolfi firmó el contrato con el gobierno colombiano. En este, el único riesgo contemplado era que el artista no se adaptara al clima, caso en el que el gobierno asumiría los gastos de su retorno. Ninguna de las dos partes esperaba que las condiciones no estuvieran dadas para que el artista desempeñara sus labores contractuales. Así, a su llegada se le encargó “modelar en greda, para vaciar en yeso y posteriormente en bronce una estatua pedestre del general Antonio Nariño para ser colocada en uno de los patios del Capitolio”52. Sighinolfi realizó el proyecto pero nunca se destinaron recursos para su fundición. El 20 de julio de 1886 Alberto Urdaneta publicó en el Papel Periódico Ilustrado un boceto de esta estatua53, la cual ya había sido trasladada de maqueta a “tamaño heroico”, es decir, al tamaño real de la estatua, en yeso54. Seis meses después Urdaneta informó que “Sighinolfi marcha próximamente comisionado por el Gobierno, entre otras cosas, para hacer venir un fundidor de Europa”. La muerte de Alberto Urdaneta, el 29 de noviembre de 1887, truncó no solo la fundición de la estatua, sino el proyecto de llevar un fundidor para la enseñanza de esta técnica en la Escuela. Tampoco tendría buena fortuna la maqueta de Sighinolfi que fue destruida en 1895 en medio de la guerra civil, cuando el edificio de la Escuela fue usado como cuartel55. Al parecer en estos primeros años recibió algunos encargos particulares que fueron exhibidos en la primera exposición de la Escuela de Bellas Artes en 188656. También se tiene noticia de una maqueta para una estatua de Bolívar que el escultor tenía casi terminada en 1888 que hasta el momento no tenemos indicios de que se hubiera realizado ni se conocen reproducciones de la misma57. El único proyecto de largo aliento de Sighinolfi fue el Monumento 54 haya participado en la Exposición Universal de París en 1867, momento en el que el encargado de la Galería Real Marciano Henriques da Silva pudo haber visto la obra y contactado a Sighinolfi en su posterior paso por Italia. Ibíd. op. cit. , p. 52. 50 Levy, Carlos Roberto Maciel. Exposições Gerais da Academia Imperial e da Escola Nacional de Belas Artes. Período Monárquico. Catálogo de artistas e obras entre 1840 e 1884. Rio de Janeiro: Edições Pinakotheke, 1990. Agradezco a Maraliz Christo el envío de esta fuente. 51 Las obras de este envío que figuran en el catálogo como de autoría de Sighinolfi son: Majestade o Imperador, busto; Duque de Caxias, busto; Barão de Amazonas, busto y Barão do Triunfo, busto. Agradezco a Alberto Martín por facilitarme estos datos. De estas obras solo hemos ubicado una que podría corresponder a este envío, el busto del Duque de Caxias en el Museo Histórico Nacional de Rio de Janeiro en donde está catalogada como anónima; sin embargo, no tenemos más indicadores que nos permitan afirmar que es de su autoría. 52 Diario Oficial, núm. 6041, Bogotá, 9 de abril de 1884, p. 13. 487. Citado en Cantini, 1990, p. 155. 53 “Copia del pequeño boceto en barro que sirvió de modelo a la estatua de tamaño heroico, ejecutada por el maestro italiano D. César Sighinolfi, y que se fundirá en bronce para ser colocada en la Plaza de Nariño (Plazuela de San Victorino)” en Papel Periódico Ilustrado, año V, núm. 97, Bogotá, 6 de agosto de 1886, p. 9. 56 En esta publicación se menciona que Urdaneta proyectó ubicar la estatua en la plaza de San Victorino sobre la fuente existente, ya que la consideraba como “una de las construcciones más características de otra época y de mejor estilo” e incluir “dos figuras alegóricas que representaran una, por ejemplo, el genio de la revolución, y otra los Derechos del hombre””. Urdaneta, Alberto. “Notas y grabados”, en Papel Periódico Ilustrado, año V, núm. 107, Bogotá, 1 de enero de 1887, p. 177. 55 Cfr. Ortega, 1979. 56 Figuran bustos de Juan E. Ulloa (n. 925), Arzobispo Paúl (n. 985), Rafael Núñez (yeso, n. 984, bronce n. 1123), Soledad de Núñez (n. 1124), Jorge Vargas (n. 1125), E. Hurtado (n. 1130), dos estatuas Dolorosa (n. 1126) y Sr. Segres (n. 1128), y dos medallones Srta. Valenzuela (n. 1129) y Sra. del Sr. Ricardo Núñez (n. 1123). Cfr. Escuela de Bellas Artes de Colombia, 1886. Se desconoce el paradero actual de estas obras, a excepción de los bustos de Rafael Núñez y Soledad Román, que se encuentran en uno de los patios del Capitolio Nacional. Agradezco a Wilson Pacheco Rodríguez por esta información. Sighinolfi hizo un busto de José Eusebio Caro que fue obsequiado por los nietos de Caro a la ciudad e inaugurado el 5 de marzo de 1917, aunque después fue retirado y desconocemos su ubicación actual. Saab, 1938, p. 299. 57 La escultura, según la noticia de prensa, estaba destinada a ser ubicada en el Templete en homenaje a Simón Bolívar que desde 1883 estaba construyendo el arquitecto italiano Pietro Cantini. Vergara, Saturnino y Gabriel Sandino G. “Nueva estatua del Libertador por el artista Sighinolfi” en El Telegrama, Bogotá, septiembre Escultores en tiempos de guerra: práctica y enseñanza… / Carolina Vanegas Carrasco a Cristóbal Colón e Isabel La Católica decretado en 1890 y contratado con el escultor en 1893. Las estatuas fueron fundidas por él en Pistoia y se sabe que estaban en el puerto de Barranquilla en 189658. Casi dos años pasaron para que las piezas llegaran a Bogotá en donde la inminencia de la guerra las dejó confinadas en una oficina tipográfica hasta que en 1906 fueron instaladas por orden del presidente Rafael Reyes59. De manera que Sighinolfi nunca vio su única obra en Colombia instalada, pues murió en 1903. Hay pocas referencias a la labor de Sighinolfi como maestro, y es algo que podría adjudicarse posiblemente a que no obtuviera las condiciones que consideraba básicas. En el informe de una visita del Ministerio de Instrucción Pública a la Escuela en 1891 se reporta que se había trabajado poco en esta sección “por motivo, según se dijo, de que no ha llegado un poco de piedra que se está esperando”60. No sabemos de qué piedra se trata, posiblemente sea mármol importado, pues no hay indicios de que los alumnos de Sighinolfi continuaran haciendo obras con piedra de Balsillas y, por otra parte, el que estuviesen esperando la piedra significa que dejaron de seguir la lección de Lambardi de ir ellos mismos a extraerla de la cantera. No sobra tener en cuenta que los trabajos de Sighinolfi para la corte portuguesa fueron todos hechos con mármol de Carrara que él mismo llevó a Lisboa61. En contraste, la sección de ornamentación se reportó como una de las más activas de la Escuela, a pesar de la falta de materiales62. Ramelli enseñó sistemáticamente las técnicas del modelado en arcilla, yeso y cemento63, que según Urdaneta eran novedosas en el medio colombiano y los sacaba “de la gastada rutina de la plantilla en las cornisas y el molde viejo en los florones”64. El aprendizaje de estas técnicas sería fundamental para los escultores debido a las dificultades para realizar obra escultórica, de hecho, la mayoría tomó también las clases de ornamentación65. Y como se verificó algunos años después, muchos vieron en estas técnicas la opción para realizar sus propuestas escultóricas. El director de la escuela en 1898, Epifanio Garay, afirmó que la labor de Ramelli fue exitosa debido a su “estricta puntualidad” y a que “los alumnos que se dedican a esta rama del arte infinitamente más fácil y de mejor aplicación que las otras, hallan á poco que anden, una fuente segura de lucro”66. Este análisis de Garay resulta certero y situado en la realidad colombiana de fines del siglo XIX, una situación por la que él mismo se vio condicionado: al regresar después de haber sido pensionado del gobierno en Francia entre 1882 y 1886 –beneficio suspendido por la guerra civil de 1885– los encargos oficiales y privados lo restringieron al género del retrato. La dificultad de llevar adelante el anhelado programa académico en la escuela puede verse reflejado en el informe citado de 1891. El ministro reporta en su informe que las cátedras de dibujo (sesenta molde, que se obtenía por medio de un contramolde hecho en cola, material que permite cubrir todas las partes del modelo para que no pierda ninguno de los detalles. El molde de cola debía ser cubierto previamente con una mezcla de talco y barniz para evitar que el yeso se adhiriera a él al fundirlo. El yeso, en una mezcla con agua de uno a uno, se fundía para ser fraguado en el molde; antes de secarse se le incluía una fibra de fique que le brindaba una estructura de soporte. Una vez seca la pieza, podía ser desmoldada para su instalación posterior. Para ejecutar piezas en cemento se seguía el mismo procedimiento, salvo que la estructura de soporte que se utilizaba era de varas de hierro en lugar de fique”. Delgadillo, 2008, pp. 90-91. 25 de 1888, pp. 2132 y 2133. Agradezco a Julián Llanos la consecución de esta fuente. 58 Posada, 1908, pp. 202-206. 59 Ibíd. 60 Anales de la Instrucción Pública de Colombia, Tomo XIX, Bogotá: Tipografía La Luz, 1891, pp. 94-95. 61 Lopes, 2002, op. cit. , p. 53. 62 Anales de la Instrucción Pública de Colombia, Tomo XIX, Bogotá: Tipografía La Luz, 1891, pp. 94-95. 63 “Este proceso se iniciaba con la ejecución de un modelo en arcilla o en yeso, a partir del cual se fabricaba un 64 Urdaneta, Alberto. “Escuela de Bellas Artes en Colombia”, en Papel Periódico Ilustrado, año V, Nº 97, 6 de agosto de 1886, p. 7. 65 Cfr. Delgadillo, 2008, op. cit. , pp. 95-96. 66 Informe del Ministro de Instrucción Pública al Congreso nacional en sus sesiones de 1898. Bogotá: Imprenta de Vapor de Zalamea Hermanos, 1898. Ibíd., p. 91. 57 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte alumnos), grabado (veinticuatro) y ornamentación (dieciocho) eran mucho más numerosas que las de pintura (diez), escultura (seis) y arquitectura (diez). Se mantenía así, contra toda posibilidad, la ficción de tener una Escuela de Bellas Artes mientras la realidad empujaba cada vez más a los alumnos a actividades que serían más acordes con una Escuela de Artes y Oficios. Las limitaciones, sin embargo, no solo eran de carácter económico, el mismo Garay vio afectada su labor como profesor por la prohibición del ministro de instrucción pública Liborio Zerda para utilizar modelo desnudo en 189467, motivo por el cual renunció a la dirección de la escuela68. Esta restricción, por supuesto, debió afectar también la labor docente de Sighinolfi, lo que, sumado a la falta de los modelos de yeso y el difícil acceso a los materiales podría contribuir a explicar la inactividad registrada en 1891. Los indicadores que tenemos hasta la fecha nos permiten pensar que Sighinolfi, a diferencia de Lambardi, no intentó buscar soluciones alternativas para las dificultades técnicas y materiales. Por otra parte, mientras Sighinolfi estaba en Pistoia encargando la fundición de su monumento a Colón e Isabel, 67 Archivo General de la Nación, Fondo República, Archivo del Ministerio de Instrucción Pública, tomo 75, 5 de abril de 1894, folios 488-489. Agradezco a Juan Ricardo Rey la consecución de esta fuente. 68 Retomaría la dirección en 1898 y un año después la Escuela fue cerrada por el inicio de la guerra de los Mil Días. 58 un alumno suyo, Dionisio Cortés (Chiquinquirá, 1863-Bogotá, 1934), implementó un taller de fundición en Bogotá y justamente lo hizo en el taller de fundición de la Escuela de Artes Decorativas Industriales donde trabajó entre 1905 y 1918 cuando el establecimiento fue cerrado69. Así, la prensa registró su busto de Rafael Reyes de 1896 como la primera fundición artística realizada enteramente en el país, sin que se tenga noticia de la participación del italiano en dicho proceso o la implementación del mismo en la Escuela de Bellas Artes, aunque como ya hemos anotado, el fin de siglo fue bastante convulsionado y fueron pocas las acciones que se pudieron adelantar en la Escuela. Más allá de hacer un juicio de valor sobre la actuación de cada uno, nuestro objetivo fue poner en evidencia algunas contradicciones y dificultades que encontraron los escultores extranjeros para ejercer su profesión en Colombia, y también las alternativas que adoptaron para superarlas, con lo cual aportaron al naciente campo artístico colombiano en el último cuarto del siglo XIX, que aún sigue en mora de ser estudiado más profundamente. 69 Martínez, Roda y Monsalve, 1982, s. p. PRÁCTICAS Pedro Lira y José Miguel Blanco: sus “luchas artísticas” y la articulación de un sistema del arte en Chile PATRICIA HERRERA STYLES* RESUMEN La historiografía tradicional del arte en Chile ha reconocido en Pedro Lira (1845-1912) a una de las principales figuras articuladoras del arte nacional del siglo XIX. Sin embargo, en la misma época en la que Lira desarrolló su labor, otro artista realizó acciones de similar envergadura, a pesar de lo cual no ha sido considerado más que en un rol marginal: el escultor José Miguel Blanco (18391897). El objetivo de este trabajo consiste en sostener que la articulación de un sistema del arte en Chile tuvo lugar gracias a las “luchas artísticas” protagonizadas por ambos, especialmente en la educación y el museo. ABSTRACT Traditional historiography of art in Chile has recognized Pedro Lira (1845-1912) as one of the most important figure in XIX century national art. However, at the same time when Lira developed his work, another artist performed actions of similar size, although he has not been considered more than a marginal role: the sculptor José Miguel Blanco (1839-1897). The objective of this paper is to argue that the articulation of a system of art in Chile, took place due to “artistic struggles” starring both, especially in education and museum. INTRODUCCIÓN Pedro Lira Rencoret (Figura 1) es para la historia del arte chileno una de las principales figuras articuladoras del fenómeno artístico del siglo XIX. Diferentes autores ya desde fines de ese siglo no solo alabaron su labor de pintor, sino que establecieron para él un sitial privilegiado como maestro y fundador. Bajo esta perspectiva, ha sido calificado desde entonces con epítetos como “Proteo de la Pintura”1, “Director del * 1 Patricia Herrera. Licenciada en Teoría e Historia del Arte, Magíster en Estudios Latinoamericanos, Universidad de Chile. Académica Facultad de Artes, Universidad de Playa Ancha. Huneeus Gana, J.: “Cuadro Histórico de la producción intelectual de Chile”. Santiago: Biblioteca de Escritores de Chile, Cap. XVII, 1910, p. 806. Movimiento artístico chileno”2, o “Patriarca supremo de las Bellas Artes”3, llegando incluso a recibir el calificativo de “anjel” del arte nacional4, entre muchos otros. Sin embargo, en la misma época en la que Lira desarrolló su labor, otro artista realizó acciones de similar envergadura, a pesar de lo cual no ha sido considerado por la historiografía más que en un rol marginal: nos referimos al escultor José Miguel Blanco (Figura 2). Esto ha ocurrido 2 Richon-Brunet, R.: “Don Pedro Lira”. Revista Selecta. Santiago: Editorial Zig Zag, Año, IV, Nº 1, mayo 1912, p. 60. 3 Vicuña Subercaseaux, B.: “Don Pedro Lira”, Revista Selecta, Tomo I, Marzo, 1909-1910, p. 2 4 Pérez, J.A.: “Ilusiones de artistas”. Artículos publicados en La Lectura, Imprenta Cervantes, Santiago, 1884, p. 43 61 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte así, pues los autores nacionales en su mayoría han abordado el devenir artístico decimonónico desde una perspectiva bastante vasariana y de figuras individuales, otorgando protagonismos que tienden a omitir la existencia de dinámicas culturales más complejas y que se relacionan con otros campos de la cultura, como es lo que ocurrió entre Lira, Blanco y sus denominadas “luchas artísticas”5. Según Ricardo Bindis, Lira fue “el primer chileno en tomar el arte por norte absoluto en su vida”6, aseveración a la que debemos agregar que Blanco también lo hizo. Considerados y autorreconocidos como dos de los primeros “artistas profesionales” del país, las acciones de ambos se desarrollaron en los más variados ámbitos. Apoyados en ideas de construcción de lo nacional, los dos incursionaron en la crítica y el pensamiento teórico, la fundación de espacios y medios, la reformulación de políticas e instituciones y en la articulación de la educación artística, además de la creación plástica. Cada uno se constituyó además en el portavoz de un grupo de artistas e intelectuales que enarboló banderas de lucha en pro del arte nacional, a veces afines y muchas veces antagónicas. Es por ello que el objetivo de este trabajo consiste en sostener que la articulación de un sistema del arte en Chile en la segunda mitad del siglo XIX, es decir, el establecimiento de una institucionalidad estatal, un museo de bellas artes, lugares de exposición estables, una crítica especializada, un mercado del arte y programas de educación superior, se originó en gran parte gracias a las 5 6 62 Aseveración que aparece en distintas publicaciones de la época de su autoría y de otros. Según indica Arturo Blanco, por ejemplo “estos (…) artistas, (…) a invitación de Blanco, se reunían a comer juntos los días 2 de cada mes, en cualquiera de los restaurants de Santiago, i ahí se charlaba sobre arte, recordando sus luchas artísticas, tanto en Chile como en Europa”. Blanco, A.: “Don José Miguel Blanco, Escultor, Ganador de Medallas i Escritor de Bellas Artes”. Anales de la Universidad de Chile, T. CXXXI, Sem. 2°, Santiago, 1912, pp. 445, 446. Bindis, R.: “Pedro Lira, la gran retrospectiva”. Santiago: Catálogo, Corporación Cultural de Las Condes, 1992, p. 12. polémicas pero también a las convergencias que sostuvieron estos creadores, especialmente en torno al museo y la educación. AFINIDADES Y PARALELISMOS A pesar de tener orígenes sociales diferentes –Lira pertenecía a la elite santiaguina, mientras Blanco era hijo de obreros– y una ligera diferencia de edad, durante sus años de juventud ambos compartieron una amistad que se tradujo en ideas y proyectos en común. En esta época, además de ser formados por el Estado en la Sección Universitaria de Bellas Artes, ambos compartieron ser miembros de la masonería7 y durante veinte años aproximadamente los unió una relación de afecto que quedó reflejada en diferentes documentos. En su texto Las bellas artes en Chile de 1865, Lira por ejemplo, reconocía a Blanco como uno de “los discípulos que más han sobresalido en la clase de escultura”8, mientras Blanco, en 1885 en su periódico El Taller Ilustrado, alababa las iniciativas de su “infatigable i laborioso colega” en relación con la creación del edificio del Partenón, que albergaría exposiciones de Bellas Artes9. Su amistad consta en la correspondencia que ambos mantuvieron al menos entre 1869 y 1870, cuando Blanco residía en París y Lira en Santiago. En una de estas cartas, fechada el 21 de julio de 1869, Lira le informaba a Blanco de la creación de la asociación que había fundado dos años antes, la Sociedad Artística, cuya misión era promover la protección mutua entre los artistas10 haciéndolo partícipe de ella: “¡Ojalá, amigo, que en adelante nos sea dado encontrar más armonía entre las relaciones de todos los artistas nacionales! Esta Sociedad (…) 7 Cfr. Veas Palma, J.: “Pedro Lira (1846-1912). Un capítulo de la influencia de la Masonería en la cultura chilena”. Revista Archivo Masónico, Nº 3, Santiago, 1 de julio de 2004. 8 Lira, P.: “Las bellas artes en Chile”. Anales de la Universidad de Chile, Tomo XXVIII, Santiago, 1866, p. 446. 9 Blanco, J.M.: “Laudable idea”. El Taller Ilustrado, Año I, Nº 3, 20 de julio de 1885, p. 3. 10 “Noticias Diversas”. Las Bellas Artes, Santiago, 1869. Pedro Lira y José Miguel Blanco: sus “luchas artísticas”… / Patricia Herrera Styles se ha acordado inmediatamente de U.U y los ha nombrado sus socios honorarios”11. Blanco permaneció en Europa hasta 1875 y Lira partió hacia ese destino en 1872, por lo que es muy probable que en París hayan tenido ocasión de reunirse. En una carta del 21 de julio de 1869, Lira expresaba a su amigo: “Espero que en poco más de un año podremos abrazarnos en París”12. Como dos de los primeros pintores y escultores del país, ambos imprimieron características fundacionales a sus proyectos, de acuerdo con la formación neoclásica, liberal e ilustrada que habían recibido y basándose en los conceptos de “civilización” y “progreso”. En este tenor, con una conciencia que hoy podríamos llamar patrimonial poco común para su época, Blanco fue el iniciador del primer museo de bellas artes en 187913, además de escritor sobre arte desde 1877 en varios periódicos14. En este ámbito fue el creador de dos de las primeras publicaciones especializadas en el tema, como El San Lunes (1885) y El Taller Ilustrado (1885-1889), que publicó de manera paralela. Participó además en la constitución de los primeros certámenes artísticos patrocinados por mecenas privados15. Lira, por 11 Ibíd., p. 12. 13 Gracias a sus gestiones ante el gobierno y un artículo suyo publicado ese año, “Proyecto de un Museo de Bellas Artes”; Revista Chilena, Tomo XV, Santiago, 1879 y en el Diario Oficial, se creó el 18 de septiembre de 1880, el Museo de Pinturas, que contó con 140 pinturas y esculturas recolectadas por él en diferentes reparticiones públicas y que fue ubicado en el segundo piso del Congreso Nacional. Esta gestión la realizó junto al mecenas General Maturana. 15 POLÉMICAS Y CONTROVERSIAS: DOS VISIONES SOBRE EL ARTE Y EL ARTISTA Hacia 1883 y 1884, Blanco y Lira permanecieron unidos por lazos de amistad; sin embargo, 16 Acción que quedó reflejada en su artículo Las bellas artes en Chile de 1865 y que además llevó a la práctica en la Sección Universitaria en una serie de iniciativas como la contratación de profesores, la creación de una biblioteca, compra de modelos y la primera cátedra teórica de arte, entre otros. 17 En medios como la Revista de Santiago, El Ferrocarril, La Época y La Libertad Electoral, entre otros. 18 Lira redactó en 1877 un “Proyecto de reglamento para pensionistas de escultura y pintura”. Fondo Ministerio de Educación, Vol. 318, Archivo Nacional (Manuscrito) y Blanco su “Proyecto de Reglamento para el Envío de pensionistas a Europa”, de fecha anterior, pero reproducido en El Taller Ilustrado, Año II, Nº 59, 8 de noviembre de 1886. 19 Según Decreto Nº 1922 del 8 de junio de 1889, del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, Blanco fue comisionado para informar sobre las obras de arte que se exhibirían en la Exposición de París, Fondo Ministerio de Educación, Vol. 656, Archivo Nacional (Manuscrito), sin embargo, esta comisión no se realizó. 20 Lira, entre 1889 y 1903, formó parte de la Comisión Directiva del Museo de Bellas Artes, mientras Blanco, a partir de 1891 también cumplió una función similar. Rezsca, P.: “Cartas de Don Pedro Lira al escultor Don José Miguel Blanco, en París”. Revista de Bellas Artes, Año I, Nº 1, Octubre 1928, p. 11. 12 14 su parte, puede ser considerado como uno de los primeros reformadores de la educación superior del área16 y como vimos, fue el creador de la primera sociedad privada de arte en 1867. A su regreso de Europa, en 1883 organizó la primera exposición de arte exclusivamente nacional (en el museo que Blanco había fundado) y comenzó el mercado del arte, junto con el desarrollo de la crítica17. Tanto Blanco como Lira elaboraron reglamentos para los pensionistas chilenos residentes en Europa18 y ambos fueron comisionados por el gobierno. Lira en 1872 fue enviado a estudiar en Francia los sistemas de educación artística, mientras Blanco lo fue en 1889 y 189519. A su debido momento, ambos formaron parte del organismo oficial que regulaba la actividad artística en el país, la Comisión Directiva del Museo de Bellas Artes y el Consejo de Bellas Artes respectivamente20. Como Veladas Literarias, Los Tiempos y El Ferrocarril, entre otros. Blanco, A.: “Don José Miguel Blanco, Escultor, Ganador de Medallas i Escritor de Bellas Artes”. Anales de la Universidad de Chile, T. CXXXI, Sem. 2°, Santiago, 1912, p. 125. Los concursos Maturana y Edwards. Blanco, A.: “Fundación del Museo de Bellas Artes, el Taller Ilustrado y el escultor Blanco”. Revista Chilena de Historia y Geografía, Año XIII, Tomo XLVIII, Nº 47, Imprenta Cervantes, Santiago, 1924, p. 150. 63 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte en esos años diferentes sucesos hicieron que su relación comenzara a deteriorarse hasta convertirse en una abierta rivalidad. Las razones parecieron deberse a disputas en las que Lira, gracias a su posición social, se vería cada vez más ligado a las instancias oficiales, mientras Blanco mantendría una relación más complicada y alejada con ellas. Un hecho que parece haber gatillado este distanciamiento se relacionó con la organización en septiembre de 1883 de la Exposición Nacional que ya hemos mencionado, evento que fue en gran medida impulsado por Lira y en el que no se habría reconocido el papel fundador de Blanco en el museo21; en segundo lugar, la organización del primer Certamen para artistas del General Maturana en 1884, en el que Lira habría apoyado al gobierno y no a los artistas, y por último, a causa de la sociedad privada que Lira había formado con el nombre de “Unión Artística” en 1885, que haría que finalmente el museo se trasladara a una nueva sede, marginando al escultor22. A partir de allí, estas no serían las únicas diferencias entre ellos, sino que por el contrario, con el paso del tiempo estas se irían incrementando y profundizando. Según el crítico Richón-Brunet, Lira pretendía ejercer una autoridad moral en el arte chileno que, agregamos nosotros, Blanco no estaba dispuesto a aceptar. En 1912, Richón-Brunet expresaba con relación al pintor: “el animoso artista se encontró con emulaciones, rivalidades no dispuestas a reconocer su hejemonía y se produjeron muchos choques é incidentes que son del 21 22 64 Lira realizó a través de la prensa la convocatoria a los artistas nacionales a participar en esta exposición, sin embargo, en esta desconoció el papel de Blanco. Lira, P.: “Museo Nacional i Exposición de Bellas Artes”. Diario La Época, 3 de julio de 1883. Tanto Lira como Blanco participaron en esta exposición, el pintor con 57 obras, mientras que el escultor con 58, según consta en el Catálogo Oficial de 1883. Blanco declararía en 1887 que el resultado del Certamen Maturana reflejaría: “el principio de la discordia i una guerra necia entre los artistas chilenos, semejantes a las que se declaraban ciertas familias de la Edad Media, guerras que duraban años de años i a veces siglos…” “Certamen Jeneral Maturana”. El Taller Ilustrado, Año III, Nº 98, 20 sept. 1887, p. 2. dominio público”.23 En 1889, Blanco escribía: “él será, en suma, el totum potens, ante cuya grandeza y omnímodo poder, tendrán que humillarse los que han nacido para rendir culto al becerro de oro (…). En cuanto a nosotros, seguiremos viendo en Lira la manzana de la discordia, la rémora del progreso del arte nacional i el enemigo más irreconciliable”24. Mientras el mismo Lira, años más tarde, reconocía la existencia de una “lucha entre dos campos rivales en Chile”25, Arturo Blanco, hijo del escultor, en 1932 sostenía: “Don Pedro Lira –el principal enemigo de mi padre–”26. Desde un primer momento, estas polémicas que se referían a diferencias en torno al rol que debía asumir el gobierno en la marcha del arte, dejaban entrever la existencia de dos vertientes de pensamiento, que se relacionaban con posturas personales sobre el papel del arte en la sociedad en general. Mientras para Blanco, el ser artista significaba una forma de ascenso social para las clases populares y medias, para Lira, el objetivo era transformar a las bellas artes en una profesión aristocrática, a la altura de la medicina o el derecho, en pos del progreso del país. Para el escultor, el Estado tenía la obligación de proteger a los artistas, mientras el pintor creía en la iniciativa privada combinada con el impulso público. Blanco contaba entre sus amigos a los artistas que acudían a la Academia Nocturna que él había creado en 1884, casi todos hijos de obreros y a su vez formados en la Sección Universitaria, como Pascual Ortega, Miguel Campos, Cosme San Martín, Pedro León Carmona, Alfredo Valenzuela Puelma, Ernesto Molina y José Mercedes Ortega, entre otros27. Lira, por su parte, poseía un círculo de amigos y discípulos, 23 Richon-Brunet, R.: op. cit., p. 60. 24 Blanco, J. M.: “Lasciate Ogni Speranza”. El Taller Ilustrado, Año IV, Nº 174, 13 mayo 1889, p. 1. 25 Carta a Valenzuela Llanos, 24 marzo 1902, Díaz, W.: “Bohemios en París. Epistolario de artistas chilenos en Europa, 1900-1940”. Ril Edit. 1º Edic., Santiago, 2010, p. 74. 26 Blanco, A.: “La fundación del Museo…”, op. cit., p. 155. 27 Blanco, A.: “Don José Miguel Blanco…”, op. cit., pp. 445-446. Pedro Lira y José Miguel Blanco: sus “luchas artísticas”… / Patricia Herrera Styles en general pertenecientes a la elite santiaguina, entre los que se encontraban el diplomático y pintor Ramón Subercaseaux, el crítico Vicente Grez, los hermanos Alberto y Augusto Orrego Luco, su compañero de Academia Onofre Jarpa, el pintor Enrique Swinburn y los discípulos Rafael Correa, Celia Castro y Alberto Valenzuela Llanos, entre otros, aun cuando en su círculo también existían alumnos que provenían de sectores menos acomodados. Con el paso de los años, ambos grupos se declararon abiertamente opositores, por medio de críticas, denuncias y deserciones, que se ventilaban tanto a nivel de la prensa como de documentos oficiales. Para el círculo de Lira importaban no solo la formación artística, sino también las diferencias de clase, pues conocidos eran los comentarios de Vicente Grez en los que proponía que artistas como Carmona, San Martín y Ortega debían además mejorar su “trato social”28. Blanco y sus compañeros, por su parte, expresaban su descontento ante la hegemonía de la clase alta mediante las columnas de El Taller Ilustrado o el periódico La Ley; mientras Lira y sus allegados lo hacían por medio de publicaciones como El Ferrocarril y La Época. En permanente controversia, la disputa se reflejaba asimismo en los lugares de exhibición en los cuales participaban. Blanco y sus colegas criticaban fuertemente el reglamento y el Salón Oficial que, impulsado por Lira, se realizaba cada año en El Partenón desde 188529. 28 Vicente Grez en El Ferrocarril realizaba durante estos años varias alusiones a las obras y formación de estos artistas, en las que criticaba abiertamente la educación recibida por ellos en la Academia. Para Grez las bellas artes debían estar íntimamente relacionadas con una civilizada elegancia y galantería, como puede apreciarse en su obra La vida santiaguina de 1879 (edición de 1968). 29 En octubre de 1886, un grupo de estos artistas, entre los que se encontraban Ortega, Campos, Carmona y Valenzuela Puelma, organizaron una exposición en los salones del “Orfeón francés”, ya que no estaban dispuestos a exponer en el Salón oficial. Cfr. De la Maza, J.: “Por un arte nacional. Pintura y esfera pública en el siglo XIX chileno”. Ciencia-Mundo: Orden republicano, arte y nación en América, Editorial Universitaria, Santiago, 2010, pp. 284-286. DOS VISIONES SOBRE LA EDUCACIÓN ARTÍSTICA Y EL ARTE COMO PROFESIÓN Tanto a Lira como a Blanco les interesó el tema de la formación y profesionalización del artista chileno, realizando acciones muchas veces de manera casi paralela para mejorar tanto la educación como la posibilidad de ejercer el oficio. Lira desde joven se interesó por el destino que esperaba a los alumnos de la Academia, incluso los de generaciones anteriores, que en su mayoría, vieron frustradas sus esperanzas de dedicarse al arte como un medio de subsistencia30. A Lira desde sus inicios le preocupó la valoración que la sociedad chilena tenía de los artistas. En su texto Las bellas artes en Chile reconocía “el poco aprecio que hace nuestra sociedad de los artistas”31, ya que para él habría existido en la sociedad nacional “cierta preocupación contra las bellas artes, porque no pertenecen a lo que, con alguna propiedad, pudiera llamarse entre nosotros la aristocracia de las profesiones”32. Sin embargo y a pesar de estos apremios, Lira, se declaraba un artista profesional ya en 1872, según consta en el acta de ingreso a la logia masónica a la que perteneció, donde sostenía: “Pedro Fco. Lira Rencoret, edad 23 años, patria Chile, (…) profesión artista, residencia Santiago”33. Por ello, para él la educación artística se transformó en un asunto fundamental que debía mejorarse en el país. Una educación, eso sí, que enfocaba principalmente al ámbito universitario y masculino, 30 Según Pereira Salas, Lira pintó en su juventud un cuadro titulado La Muerte del pintor, inspirado en el fallecimiento del artista Manuel Mena, perteneciente a la primera generación de pintores de la Academia y predilecto de Cicarelli, quien habría muerto en la sala común de un hospital, pues, aunque habría intentado dedicarse al arte no lo logró. Pereira Salas, E.: Arte en el Chile republicano. Santiago: Edic. U. de Chile, 1992, p. 70. En este sentido resulta importante también el artículo de José A. Pérez “Ilusiones de artistas”, op. cit., de 1884, que hace referencia a la relación de Mena con Lira al momento de la muerte del primero. 31 Lira, P.: “Las bellas artes en Chile”, op. cit., p. 276. 32 Ibíd., p. 277. 33 I. Libro de Actas, 1º Época, R. L., Deber y Constancia Nº 7, p. 37, Veas Palma, op. cit., p. 9 65 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte diferenciando entre los que se consideraban profesionales y aficionados. Entre los segundos, incluía a las mujeres34. Al parecer, parte de su estadía en Europa se debió al anhelo de mejorar la educación del artista profesional chileno y no solo a capacitarse como pintor de manera individual35. Por su parte, el pensamiento de Blanco respecto a este tema, podemos verlo reflejado en su texto Dibujo: su enseñanza en los colejios36, publicado en 1880, así como en varios artículos de El Taller Ilustrado. Blanco, quien también decía “vivir del arte i para el arte”37, a diferencia de Lira, veía “en el estudio de lo bello” un poder pedagógico que debía implementarse más allá del ámbito universitario. Bajo esta perspectiva, para el escultor la educación artística debía hacerse llegar a obreros, talladores y artesanos, cuyos oficios se verían altamente enriquecidos, además de ayudarlos a “morijerar sus costumbres”38, así como a mujeres, cuya formación y posterior desempeño profesional era un hecho que había visto en Europa y que buscaba replicar 34 Cfr. Lira, “Las bellas artes en Chile”. Lira además de ejercer como profesor de dibujo natural y superior de la Academia por varios años, mantuvo cursos particulares de pintura para aficionados en los que dictaba clases a señoritas. Entre sus discípulas se encontraban las hermanas Mira y Celia Castro, entre otras. En sus clases en la Sección universitaria tuvo excepcionalmente algunas mujeres. 35 Según consta en Decreto Oficial del Ministerio de Instrucción Pública, en diciembre de 1876, Lira fue nombrado por el gobierno Comisionado de Bellas Artes en Europa, encargándole la misión de elaborar “un proyecto de organización i reglamento para las clases de Pintura i Escultura”, Decreto Nº 2683, 18 de diciembre de 1876 (Manuscrito), Fondo Ministerio de Educación, Archivo Nacional. 36 Blanco, J.M.: “Dibujo: su enseñanza en los colejios, Artículo de don José Miguel Blanco, dedicado a los educacionistas i a los padres de familia”. Anales de la Universidad de Chile, Santiago, tomo 57, sección 1, marzo 1880. 37 Blanco, J.M.: “A la prensa”. El Taller Ilustrado, Año I, Nº 1, Santiago, 6 de julio de 1885, p. 1. 38 66 Blanco, J.M. “Al ministro de Culto”, El Taller Ilustrado, Año III, 1 de agosto de 1887. en Chile39. El escultor creía que la enseñanza del arte, especialmente del dibujo, debía partir desde la escuela primaria, dando a cualquier persona la posibilidad de descubrir su vocación para la pintura o la escultura. DOS VISIONES SOBRE EL MUSEO, SU COLECCIÓN Y LA FORMACIÓN DEL GUSTO EN CHILE Por otra parte, el Museo de Bellas Artes se transformó entre Blanco y Lira en uno de los mayores símbolos de sus disputas. De cierta forma, el traspaso de la institución desde el Congreso (Figura 3) al Partenón (Figura 4) era el reflejo de una polémica que apuntaba al rol que el organismo debía tener tanto en el sistema del arte como en la nación en su conjunto. Desde su inicio, Lira criticó el museo organizado por Blanco, calificándolo de lugar “ignorado e incompleto”40 en 1883, ya que consideraba inadecuados el espacio y la colección que el escultor había organizado. Blanco de igual manera criticaba en duros términos las condiciones físicas del Partenón, al que llamaba “salón-estufa”41, así como la administración y la orientación que este había tomado. Esto ocurría pues, con el cambio de sede, se había creado la Comisión Directiva de Bellas Artes, que organizaba los salones anuales, instancia con la cual Blanco tampoco estaba de acuerdo. 39 Blanco, J.M.: “Dibujo: su enseñanza…” op. cit. p. 234. Posteriormente en El Taller Ilustrado, Blanco publicó varios artículos en los que hizo referencia a la relación entre el arte y las mujeres, entre ellos uno firmado por Anjela Uribe de Alcalde, “El arte i las artistas chilenas”, Año II, 29 enero 1886; y otros de su autoría “La mujer y el arte en Estados Unidos”, Año III, Nº 90, 18 de julio de 1887, p. 4; y “La señorita Beatriz Landa”, Año III, Nº 93, 1 de agosto de 1887, p. 3. En el artículo de la Srta. Uribe se abogaba por la formación de una academia de pintura para mujeres, además de la ya existente para hombres. 40 Lira, P.: “Museo Nacional i Exposición de Bellas Artes”. Diario La Época, Santiago, 3 de julio de 1883. 41 Cfr. Artículos de El Taller Ilustrado, 1887. Pedro Lira y José Miguel Blanco: sus “luchas artísticas”… / Patricia Herrera Styles Para el escultor, por el contrario, el museo debía poseer un valor fundamentalmente educativo, pues era allí donde debía formarse el gusto de los artistas y de los chilenos en general, por ello en su Proyecto para un museo de Bellas Artes de 1879, reproducía las siguientes palabras del francés Charton de Treville: “El día en que el Gobierno establezca museos y haga enseñar dibujo en las escuelas públicas (…) ese día Chile va a ser en América lo que es Italia en Europa; el país más artístico del continente”42. Para Lira y la comisión en cambio, el museo debía ser un espacio donde se generara la crítica especializada, así como donde se desarrollara un mercado y un público, no existentes en el país. Según sostiene Allamand, “fue a instancias de Lira y Ramón Subercaseaux que comenzaron a rematarse las obras presentadas en estas exposiciones (los Salones Oficiales) cuando se desmontaban. Esto permitió ir generando, por primera vez en Chile, un mercado nacional del arte, con precios conocidos por todos y artistas en alza”43. En relación con la colección, las polémicas fueron también intensas entre ellos. Blanco con una visión altamente patriótica, entendía el museo como el lugar de resguardo de las primeras expresiones del arte generadas desde el Estado, por lo que dentro de las obras que había recolectado en 1880 se encontraban las creaciones de los primeros maestros de la Academia, Ciccarelli, Kirchbach y François, así como de los primeros pensionistas chilenos en Europa, entre los que se encontraban sus colegas Ortega, Carmona, San Martín, así como él mismo. Lira, por su parte, también reconocía el museo como un lugar de protección de las primeras expresiones artísticas de la nación, pero con un criterio de selección distinto, pues para él debían estar presentes las creaciones de los que él denominaba “precursores” y que se encontraban fuera del alero de la Academia: Monvoisin, Wood, Mandiola, Torres y 42 Blanco, J.M.: “Proyecto…” op. cit., p. 233. 43 Allamand, A.: Ramón Subercaseaux, Multifacético itinerario de un artista diplomático. Santiago: Ed. Origo, 2008, p. 18. Smith44. Lira sostenía en 1883 que los 140 “trabajos de arte” que poseía el museo original “eran de valor mui desigual”, estando la mayor parte de ellos destinados “a desaparecer cuando puedan ser reemplazados de una manera ventajosa”45. Bajo este criterio y aun cuando Lira no pertenecía a la comisión en estos años46 se produjeron, entre 1887 y 1888, una serie de intentos por parte de esta administración de modificar la colección del museo, deshaciéndose de muchas obras, las que consideraba “mamarrachos” y “totalmente carentes de gusto”47, por medio de remates, traslados o simplemente eliminación, acciones a las que Blanco se opuso tenazmente, incluso frente al Ministerio. Para el escultor, estas acciones constituían “un pecado de lesaarte (…) un grave e irreparable perjuicio para el arte nacional”, pues para él “esos cuadros i esculturas, por malas que sean, serán siempre las primeras obras nacionales del arte naciente de nuestra joven República”48. La resistencia de Blanco frente a esto hizo finalmente que hasta sus propias obras fueran “arrojadas” y “desterradas” del Partenón, como la Independencia de Chile (Figura 5), escultura emblemática del museo de 188049, que había 44 Cfr. Lira, P.: “Los precursores Torres, Mandiola, Smith, Caro i Wood”, El Taller Ilustrado, Año IV, Nº 140, 16 de julio de 1888. 45 Lira, P.: “Museo Nacional i Exposición…”, op. cit. 46 Recién se integra a ella en 1889. 47 Se dice que las obras juzgadas inútiles son “las del señor Cicarelli, (…), las de Kirchbach (…); las de nuestros actuales pintores nacionales (…) que las obras que iban a rematar eran mamarrachos de grandes dimensiones, i por lo tanto impropias para adornar con ellas las murallas de una galería”. Blanco, J.M.: “Próximo remate de cuadros del Museo Nacional de Bellas Artes”. El Taller Ilustrado, Año III, 24 de octubre de 1887, p. 2. 48 Ibíd. 49 El Ferrocarril, “Noticias diversas Museo de Bellas Artes”, Santiago, 19 septiembre 1880: “Al franquear el umbral de la sala, una estatua de yeso llama la atención: es la «Independencia de Chile», obra del escultor señor José Miguel Blanco, y designada en el catálogo con el número 1”.; Blanco, J.M.: El Taller Ilustrado, Año IV, Nº 151, 15 octubre 1888; y Arturo Blanco da cuenta de lo que pasó con esa obra siete años después: “La comisión directiva del Museo de Bellas Artes, en octubre de 1887, 67 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte realizado en Roma en 1875, mientras nuevas obras eran incorporadas a la colección por medio del traslado, la donación y la compra, entre ellas La muerte de Colón realizada por Lira en 1884 (Figura 6)50. CONCLUSIONES Con ocasión de la muerte de Pedro Lira en 1912, Richon-Brunet sostuvo: “Estas luchas contribuyeron también en algo, quizás a mantener el entusiasmo entre los artistas y entretener la atención del público sobre las cosas y las cuestiones artísticas. Que no se vaya a creer que con eso tenga la intención de celebrar estas luchas y estas peleas: lo único que quiero demostrar es que no han sido tan dañinas como se podría creer”51. En esto coincidimos con el crítico, pues en gran medida, más allá de la enemistad personal, estas “luchas artísticas” contribuyeron a configurar parte de la trama del arte nacional. La colección del Museo de Bellas Artes y de algunos de provincia, por ejemplo, la constitución de los Salones Anuales y los alternativos, las bases de la enseñanza artística universitaria, sin duda deben mucho a las polémicas y debates protagonizados por Blanco y Lira. En otros ámbitos, que exceden los límites de este trabajo, como la crítica, la teoría, la historia del arte y el propio quehacer pictórico-escultórico, estos artistas también cimentaron bases por medio de sus polémicas. El Taller Ilustrado, por ejemplo, desapareció debido al surgimiento de la Revista de Bellas Artes que dirigiría Vicente Grez. A esto debemos añadir, como es lógico suponer, que las disputas entre ellos no fueron las únicas. Blanco polemizó con Mochi por la creación del museo, mientras Lira, después de la muerte de Blanco, siguió teniendo confrontaciones con Virginio Arias, Alfredo Valenzuela Puelma y Juan Francisco González. Creemos, eso sí, que dentro de la historiografía del arte chileno, Blanco merece un reconocimiento que permanece pendiente. Su labor como crítico, teórico, educador e iniciador del primer museo no debe seguir oculta bajo su imagen de escultor, pues creemos, siguiendo a Pereira Salas, que Blanco fue un hombre que se situó en la vanguardia del arte nacional, al reconocer el poder expresivo del arte: “Tal vez sean José Gandarillas o José Miguel Blanco, la vanguardia en sentir el poder del arte considerándolo como elemento integral de esa trama inconsútil que llamamos cultura”52. arrojó del Museo la estatua de yeso, de dos metros de altura, titulada la Independencia de Chile, original de mi padre, que éste había mandado desde Europa, al Gobierno, como envío de pensionista, motivo por el cual ese trabajo pertenecía al Estado”. Blanco, “Fundación del Museo…”, op. cit., pp. 144-145. La disputa en torno al museo entre Blanco y la Comisión continuaría en 1893, cuando otras obras suyas serían “desterradas” a provincia, como fue el caso de Los Mendigos, trasladada a Concepción. Blanco, A.: op. cit., p. 146; y la obra Padre Las Casas que terminaría en Talca. 50 Blanco, J.M.: El Taller Ilustrado, Año I, 15 octubre 1885; “Museo de Bellas Artes”, El Taller Ilustrado, Año III, Nº 100, 3 de octubre de 1887. 51 Ibíd., p. 62. 68 52 Pereira Salas, op. cit., p. 10. Figura 1 Pedro Lira, Biblioteca y Centro Documentación, Museo Nacional de Bellas Artes. Figura 2 José Miguel Blanco, óleo de Santiago Felipe Gutiérrez, 1890. Figura 3 Congreso Nacional, 1883, Col. Biblioteca Nacional de Francia. Figura 4 Edificio El Partenón, Quinta Normal, autor desconocido. Figura 5 José Miguel Blanco, La Independencia de Chile, yeso, 1875. Figura 6 Pedro Lira, La Muerte de Colón, óleo sobre tela, 1884 (Reproducción litográfica “El Taller Ilustrado”, 1885). Rafael Errázuriz Urmeneta y Joaquín Sorolla: formas de transferencias culturales entre Viejo y Nuevo continente (1896-1923) SOLÈNE BERGOT LE CAER* RESUMEN En 1895, Rafael Errázuriz Urmeneta, eminente miembro de la elite chilena, entabla una relación con el pintor español Joaquín Sorolla que conducirá a la producción de veintiún cuadros. La correspondencia intercambiada entre los dos hombres nos desvela aspectos fundamentales del trabajo de un pintor de fines del siglo XIX, como lo pueden ser el método de trabajo, los plazos de entrega o las tarifas, pero también los lazos de amistad que se tejen entre el artista y su comanditario, además de la participación de este último en el acto creativo y en la difusión de las obras, dando cuenta de las aspiraciones de las dos partes respecto de la producción artística y de sus funciones. ABSTRACT In 1895, Rafael Errázuriz Urmeneta, an important member of the Chilean elite, starts a relationship with the Spanish painter Joaquin Sorolla, which led to the production of 21 paintings. The letters exchanged between the two men allow us to know fundamental aspects of a painter’s work at the end of the 19th century, such as working methods, delivery date o prices, but also the friendship between the artist and his sponsor, besides the participation of this last one in the creative act and the circulation of the works. All those aspects show the expectation of both parts regarding the artistic production and its functions. INTRODUCCIÓN El consumo artístico de la elite chilena es un tema que ha sido muy poco trabajado por la historiografía. Se trata sin embargo de un enfoque que permite abordar las transferencias culturales entre el Nuevo y Viejo continente, * Solène Bergot Le Caer. Doctora en Historia por la Universidad Paris 1 Panthéon La Sorbonne y la Pontificia Universidad Católica de Chile. Universidad Nacional Andrés Bello, Departamento de Humanidades. además de desvelar prácticas y aspiraciones de los actores en presencia. En este sentido, la relación entre Rafael Errázuriz Urmeneta y Joaquín Sorolla, que cubre el período 1895-1923, da cuenta de los roles de cada uno en el acto creativo y la difusión de la obra, mostrando la evolución del encargo y del coleccionismo con la llegada del siglo XX. A partir de la producción de Sorolla, en particular de los tres retratos de familia, así como de la correspondencia inédita entre ellos, esta ponencia pretende indagar en estos aspectos que ponen de relieve prácticas y rasgos mentales. 71 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte JOAQUÍN SOROLLA Y RAFAEL ERRÁZURIZ, UNA RELACIÓN DE VEINTICINCO AÑOS Cuando Rafael Errázuriz Urmeneta (18601923) conoció a Joaquín Sorolla (1863-1923), probablemente por intermedio de José Artal, mercader de arte y representante de Sorolla en Buenos Aires1, el primero ya gozaba de una sólida reputación de experto en arte y de coleccionista, mientras el segundo contaba ya con una amplia red de clientes en la sociedad madrileña y había recibido premios en varios salones2. Sin duda, la relación fue voluntad expresa de las dos partes, puesto que, como lo señala Anne Martin-Fugier, “elegir un pintor o un modelo no era inocente, sino que respondía a una estrategia que se adaptaba a la posición social o a la imagen que se quería proyectar”3. En este sentido, la notoriedad del pintor podía repercutir sobre el modelo, como también podía abrirse puertas u obtener la consagración si pintaba el retrato de un famoso político, de un artista o de una persona influyente a nivel social. La asociación pareció resultar satisfactoria para los dos hombres puesto que Sorolla pintó no menos de veintiún cuadros para Rafael Errázuriz, entre retratos y cuadros ornamentales para su casa. Los intercambios entre los dos hombres aparecen documentados en veintitrés cartas conservadas por el Museo Sorolla, que cubren el período 1896-1923 y que corresponden a las misivas mandadas por Rafael Errázuriz a Sorolla. Gracias a esta correspondencia entramos en el detalle del funcionamiento del taller de Sorolla, en cuanto a prácticas pictóricas, relaciones con su clientela y tarifas. El primer período de producción corresponde a los años 1895-1898, durante el cual Sorolla realizó un retrato de Elvira Valdés Ortúzar, esposa de 1 Garín, F. y Tomás F.: “Pintar en un mundo moderno. El tema social en Sorolla”. Sargent / Sorolla, catálogo de la exposición realizada en Madrid y París, Museo Thyssen-Bornemisza y Petit-Palais, 2007, p. 41. 2 Pons-Sorolla B.: “Sorolla: retratos individuales”. Sargent / Sorolla, op. cit., pp. 120-121. 3 Martin-Fugier, A.: La vie d’artiste au XIXe siècle. Paris: Pluriel, 2007, p. 124. 72 Rafael, otro de sus tres hijas mayores, además de cuatro paneles sobre el tema de la vendimia (La Parra, La Prensa, La Vendimia, La Bacanal) que debían ornar las paredes de la hacienda Panquehue, donde la familia tenía un extenso viñedo4, una tela de muy grandes dimensiones (415x530 cm), titulada Jesús predicando desde la barca (también conocida como Yo soy el pan de la vida) y trece telas, probablemente de menores dimensiones, destinadas a ornar las paredes del comedor del palacio familiar. En un segundo momento, en 1905, Sorolla realizó un último cuadro de grandes dimensiones representando los ocho miembros de la familia Errázuriz Valdés. Después de este pedido, Rafael Errázuriz no volvió a pedir más cuadros a Sorolla, aunque la relación entre los dos hombres siguió siendo cordial, como lo demuestran las pocas cartas que intercambian hasta sus muertes respectivas en 1923, a pocos meses de intervalo. LA CREACIÓN CONSENSUADA: EL PINTOR Y SU MODELO-CLIENTE La realización de los tres retratos de la familia Errázuriz nos permite abordar, no solo las técnicas de representación propias de este género pictórico, sino también las formas de trabajo de los pintores de la época. El retrato de Elvira Valdés es el primero de esta serie y muestra una mujer de pie y de perfil, con vestido de baile blanco de mangas globos. Lleva en una mano un abanico cerrado, mientras la otra sostiene lo que parece ser una bufanda negra (Figura 1). Se encuentra en un salón en el cual se adivinan algunos muebles y un espejo. La realización de este retrato comenzó a finales de 1895, durante la 4 Sobre el fundo Panquehue y su viña se puede consultar el artículo de Ibáñez A.: “División de la propiedad agrícola en Panquehue, 1858-1980”. Historia, PUC, Santiago, Nº 17, 1982, pp. 5-112 y del Pozo J.: “Los empresarios del vino en Chile y su aporte a la transformación de la agricultura, de 1870 a 1930”. Revista Universum, Talca, Nº 19, 2004, pp. 12-27. Rafael Errázuriz Urmeneta y Joaquín Sorolla: formas de… / Solène Bergot Le Caer estadía de los Errázuriz en Madrid5, pero como al momento de la ida de la familia, el cuadro no se encontraba terminado, Rafael mandó una fotografía de su esposa al pintor, lo que le obligó a pintar según la fotografía y no con un modelo vivo. Rafael emitió también algunas dudas a propósito del color del vestido de Elvira, que encontraba “algo sencillo y triste para su colocación en un salón de lujo” y que sugirió reemplazar por un vestido de terciopelo negro6, con el fin de mostrar a su esposa con un atuendo adaptado a su estatus social, ya subrayado por la riqueza del mobiliario presente en la pieza. Rafael se resolvió sin embargo a conservar el vestido blanco: por ende, le mandó uno a Sorolla, quien tuvo que usarlo sobre un modelo humano, para juzgar la caída de la tela. Esta duda de Rafael, pero también la forma en que se resolvió, nos muestran que el comanditario de una obra participaba activamente en el proceso de creación, sin perder de vista los deseos del artista puesto que Rafael le consultó, pero no le dio una orden directa sobre el tema, y que se volvió una decisión consensuada. Cuando Sorolla terminó el retrato a finales de 1896, manifestó a Rafael Errázuriz la intención de guardarlo para presentarlo en una exposición en mayo de 1897, lo que le dio a Rafael la esperanza de que el cuadro “tenga buen éxito y obtenga premios“7, como le había ocurrido al retrato de su hermana Amalia, pintado por John Singer Sargent, que obtuvo una medalla en el Salón de París de 1880. Finalmente, en mayo de 1898, Rafael anunció a Sorolla no solo la llegada del cuadro a Santiago, sino su total satisfacción frente a la obra, escribiéndole que en él “se siente como es natural la vida y la realidad”8. 5 Carta de Rafael Errázuriz a Joaquín Sorolla, Barcelona, 22 de enero de 1896, Archivos del Museo Sorolla, Madrid. 6 Ibíd. 7 Carta de Rafael Errázuriz a Joaquín Sorolla, Santiago, 24 de diciembre de 1896, Archivos del Museo Sorolla, Madrid. 8 Carta de Rafael Errázuriz a Joaquín Sorolla, Santiago, 20 de junio de 1898, Archivos del Museo Sorolla, Madrid. En cuanto al segundo retrato representa las tres hijas mayores de Rafael (Rosario, Ana y Margarita), con nudo en el pelo y vestidos rosados y blancos (Figura 2). De pie las tres, Rosario tomando la mano de su hermana menor Margarita, están representadas en un salón con una consola y un espejo en el cual se refleja un hombre posando al lado de una tela representando una mujer con vestido blanco. El cuadro parece haber sido enteramente pintado a partir de fotografías, puesto que la familia dejó una serie de retratos a Sorolla antes de irse de Madrid en 1895. Por otra parte, Rafael indica en su correspondencia dos nuevos envíos, uno en febrero de 1896 (retrato de Rosario) y otro en diciembre de 1896 (retratos de Ana y de Margarita), que se deben al hecho de que las niñas habían crecido y cambiado9. Recibido en junio de 1898, el cuadro pareció a Rafael menos “vivo” que el retrato de Elvira, lo que no le impidió calificarlo de “prueba de su talento puesto que ha debido vencer serias dificultades de la falta de los modelos originales”, además de considerar más originales la composición y el arreglo10. Por último, el tercer retrato muestra a toda la familia Errázuriz Valdés (Figura 3). De derecha a izquierda aparecen Ana y Margarita, sentadas y con vestidos rosados; María, de pie con un vestido de tul blanco y rosado; Elvira, sentada con un vestido negro y un chal blanco; Crescente, apoyado sobre su madre con un traje marinero y el pelo largo; Rosario, de pie detrás de su madre con un vestido rosado; Maximiano, de pie con un traje gris de cuello blanco; Rafael, sentado en un sillón con las piernas cruzadas y un cigarro en la mano. El cuadro se pintó, por lo menos en su parte principal, en un tiempo muy corto de doce días en el transcurso de abril de 1905, lo que suscitó la sorpresa del hermano de Rafael, José Tomás Errázuriz, pintor él también11. 9 Carta de Rafael Errázuriz a Joaquín Sorolla, Santiago, 24 de diciembre de 1896, Archivos del Museo Sorolla, Madrid. 10 Carta de Rafael Errázuriz a Joaquín Sorolla, Santiago, 20 de junio de 1898, Archivos del Museo Sorolla, Madrid. 11 “Mi hermano pintor no podía creer que Ud. hubiese hecho un piccolo retrato de ocho personajes en 12 días. 73 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte Aunque el cuadro se encontraba listo en julio de 1905, Rafael pidió a Sorolla guardarlo un tiempo y, en la medida en que se trataba “de una obra tan importante, ojalá pudiera mostrarse un poco en Europa antes de que se aleje para siempre, atravesando el océano”12 . Estas líneas nos muestran que Rafael consideraba más importante la opinión de los críticos y del público en Europa que la del círculo artístico en Chile, puesto que solo la primera era apta para validar un cuadro y otorgarle el título de “obra maestra” que añadía prestigio a la familia retratada. En este sentido, la validación artística provenía de Europa y el mercado del arte chileno, por extensión americano, dependía de los éxitos encontrados en el Viejo Mundo: no es una mera coincidencia si la mayoría de los artistas americanos participaba activamente de los salones en las grandes capitales europeas, en particular en París, buscando una consagración que su propia sociedad no le podía aportar. Es una situación sin embargo paradójica porque Rafael Errázuriz fue un activo partidario de la creación de un “arte nacional”, como lo demuestran sus escritos en la “Revista de Artes y Letras” (1884-1885)13. Lo es también en vista de la cantidad de artistas europeos que vinieron a Chile en búsqueda de reconocimiento artístico y económico en el transcurso del siglo XIX, solidificando su reputación con las familias de elite, como fue el caso de los arquitectos Claude Brunet de Baines La cosa no es para menos”. Carta de Rafael Errázuriz a Joaquín Sorolla, Roma, 26 de abril de 1905, Archivos del Museo Sorolla, Madrid. 12 Carta de Rafael Errázuriz a Joaquín Sorolla, Roma, 15 de julio de 1905, Archivos del Museo Sorolla, Madrid. 13 Entre 1884 y 1885, Errázuriz publicó distintos artículos, titulados “Apuntes de viaje”, sobre los países europeos que atravesaba, en los cuales se enfocaba en paisajes, aspectos políticos, turismo, costumbres, arte y literatura. También participó en el debate sobre la configuración del “arte nacional” en la misma revista, dirigida por su cuñado, Ramón Subercaseaux. Sobre este tema, ver De la Maza J.: “Por un arte nacional. Pintura y esfera pública en el siglo XIX chileno”. Sagredo R. (Ed.): Ciencia-Mundo. Orden republicano, arte y nación en América. Santiago: Centro de Investigaciones Diego Barros Arana y Editorial Universitaria, 2010, pp. 281-320. 74 y Lucien Hénault, pero también del pintor Raymond Monvoisin, retratista de la sociedad chilena entre 1843 y 1858, quien, a pesar del éxito encontrado durante su estadía sudamericana, se enfrentó al anonimato a su vuelta en Francia, muriendo en la pobreza en 1870. En este caso, Chile siguió siendo una periferia cuya opinión artística no tenía ningún peso en Europa, lo que explica el deseo de Rafael que el cuadro de Sorolla se mostrase en el Viejo continente, y no en el Nuevo. De hecho, en abril de 1906, el cuadro estaba todavía en Madrid, esperando ser presentado en el Salón de París, donde obtuvo críticas positivas, siendo comparado con “La familia de Carlos IV” de Goya (1801)14. Cuando Rafael recibió el cuadro fue aun más lejos en la comparación, calificándolo de “superior a Goya y solo digno de Velázquez”15. Las referencias a Goya y Velázquez no son fortuitas dado que los dos pintores realizaron, cada uno en su propia época, retratos de la familia real de España, la de Felipe IV de Habsburgo en el caso de Velázquez, la de Carlos IV de Borbón en el de Goya, por lo que Rafael no dudó en comparar el retrato de su familia con los retratos de dos familias reales, poniéndose de esta forma a su nivel social y simbólico. Una vez más emerge la idea de una élite americana que buscaba la aprobación de Europa, cuando se consideraba al mismo tiempo su heredera y su igual, aun más cuando, físicamente, podían resistir perfectamente una comparación con la familia de Carlos IV, cuyo retrato, realista, muestra una fisonomía sin complacencia. En este sentido, aparece a nivel visual un tópico de los textos producidos por los viajeros sudamericanos a Europa, a saber un discurso ligado a la fisionomía, seudociencia que resurge en el siglo XIX y que sostiene que la fealdad física constituye un indicio de la fealdad moral, incluso de deficiencia intelectual 14 Barón J.: “Sargent y Sorolla: retratos de grupo”. Sargent / Sorolla, op. cit., p. 153. 15 Carta de Rafael Errázuriz à Joaquín Sorolla, Engandina, Suiza, 27 de agosto de 1923, Archivos del Museo Sorolla, Madrid. Rafael Errázuriz Urmeneta y Joaquín Sorolla: formas de… / Solène Bergot Le Caer o de tendencia criminal, siendo que “los rasgos exteriores del hombre son los signos infalibles de su ser interno”16. En este sentido, la belleza física de los Errázuriz constituye una prueba de la superioridad de los sudamericanos sobre los europeos, que parecen tanto envidiar como menospreciar17. NORMAS DE REPRESENTACIÓN E INTERTEXTUALIDAD EN LOS RETRATOS El análisis de los dos primeros retratos, representando por un lado a Elvira Valdés y por el otro a sus tres hijas mayores, muestra que su funcionamiento es comparable. Por una parte, el encuadre es idéntico (de pie y de cuerpo entero), lo que resulta acorde con las normas de representación de la aristocracia (al contrario del busto, propio de la burguesía y del hombre de Estado)18. La pose, al contrario, es distinta: Elvira aparece de hecho con el cuerpo y la cara de tres cuartos, respondiendo a la intención del pintor de enfatizar el aspecto femenino de la mujer, acentuado por el hecho de sostener un abanico y una bufanda en sus manos, cuando sus hijas aparecen de frente, aunque miran hacia el lugar donde se encontraría el pintor. En cuanto al amoblado de las dos piezas, es casi idéntico, con una consola de mármol y un espejo dorado, ornado 16 Sieburth R.: “Une idéologie du lisible: le phénomène des physiologies”. Romantisme, Nº 47, 1985, p. 42. Ver también Baridon, L. y Guèdron, M.: “Corps et arts. Physionomies et physiologies dans les arts visuels”. L’Harmattan, Paris, 1999 y Eco, U.: “Historia de la fealdad”. Barcelona: Lumen, 2007, pp. 247-269. 17 Sobre el discurso de los viajeros en Europa, ver Sanhueza C.: “En busca de un lugar en el mundo: viajeros latinoamericanos en la Europa del siglo XIX”. Estudios Ibero-Americanos, Vol. 33, Nº 2, 2007, pp. 51-75 y Sanhueza, M.: “El viaje a París de Domingo Faustino Sarmiento y Benjamín Vicuña Mackenna: modernidad y experiencia urbana de dos flâneurs hispanoamericanos”. Universum, Talca, Nº 28, 2013, pp. 203-229. 18 Ver Carneiro de Carvalho, V. y Ferraz de Lima, S.: “Individuo, género y ornamento en los retratos fotográficos, 1870-1920”. Aguayo F. y Roca L. (Coord.), Imágenes e investigación social. México: Instituto Mora, 2005, pp. 271-291. con arabescos. Por otra parte, los dos retratos funcionan en paralelo, puesto que el espejo que aparece en el retrato de las niñas refleja el pintor trabajando, sentado delante de una tela posada sobre un caballete, sobre la cual está pintada una joven mujer con vestido blanco, que es, sin duda alguna, la misma Elvira. Se trata por ende de una suerte de autorretrato de Sorolla, pintando en medio de sus distinguidos clientes, al mismo tiempo que una doble referencia a otra de sus obras y a la familia Errázuriz. La intertextualidad con otras obras que usan el espejo como elemento de la composición y productor de sentido es evidente, especialmente con Las Meninas de Velázquez (1656), en el cual una niña es también el centro del cuadro (la infanta Margarita), mientras el pintor oficial a su lado (Velázquez) y aparece en el espejo el reflejo de un cuadro que el espectador no puede ver (el retrato del rey Felipe IV y de la reina Mariana de España). Esta referencia, insistente, a Velázquez, puede corresponder tanto a un interés personal de Sorolla como a la voluntad de Rafael Errázuriz, sin que sea posible entregar una respuesta en la medida en que la correspondencia entre los hombres no menciona esta intertextualidad. Pero que sea el artista o el comanditario que haya decidido de la composición y de las referencias, o los dos hombres comúnmente, resulta evidente que se trata de una referencia visual entendida y aceptada por las dos partes. Se repite, de hecho, en el retrato de 1905, que muestra la familia entera, pero de manera más discreta. En él aparece una niña vestida de blanco en el centro de la composición, como la infanta Margarita en Las Meninas, aunque el sentido que se le puede dar es distinto puesto que no se trata de enfatizar sobre la heredera de una familia y la futura poseedora del poder. Al contrario, se trata de María, la menor de la hermandad. En cambio, la puerta abierta al fondo de la pieza, así como el alumbrado diagonal que proviene de una ventana, se parecen a recursos compositivos presentes en el cuadro de Velázquez, aunque la puerta abierta no constituye un punto focal tan intenso como la de “Las Meninas”, que tiende 75 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte a atraer el ojo en detrimento de la infanta. El peinado de las jóvenes Errázuriz puede constituir un último punto de homenaje, siendo muy similar al usado por las meninas que acompañan a la infanta Margarita. La distribución y la postura de los miembros de la familia Errázuriz son, al contrario, relativamente inhabituales. El retrato es, según Peter Burke, un “genero pictórico que, como tantos otros, está compuesto con arreglo a un sistema de convenciones que cambian muy lentamente a lo largo del tiempo. Las poses y los gestos de los modelos y los accesorios u objetos representados junto a ellos siguen un esquema y a menudo están cargados de un significado simbólico”19. En el caso del retrato pictórico, que sigue reglas bastante fijas en el transcurso de los siglos XVIII y XIX, la representación de la familia debe respetar las normas de organización y de jerarquía operantes en la sociedad, razón por la cual el hombre es sobrevalorizado en relación con la mujer, o el adulto en relación con el niño, lo que se traduce con una posición sentada (los adultos aparecen sentados, los niños de pie) y la posición central de los padres20. El cuadro de Sorolla rompe por ende con una cierta tradición puesto que la pareja conformada por Rafael y Elvira no ocupa el centro de la composición y que sus hijos no aparecen repartidos simétricamente a sus lados, algunos estando hasta sentados. De la misma manera, las poses adoptadas por los miembros de la familia no son rígidas, lo que confiere un toque informal al cuadro. Pareciera que el pintor haya sorprendido la familia en un momento de gran intimidad, alejada a la apariencia seria que buscaba transmitir una familia burguesa, o que este aspecto informal haya sido explícitamente deseado por Rafael Errázuriz. Así, Margarita aparece indolentemente sentada en un sofá, mientras la pequeña María parece haber sido fijada en un momento de espontaneidad infantil y Crescente está casi acostado sobre su madre 19 Burke, P.: Visto y no visto. El uso de la imagen como documento histórico. Barcelona: Ed. Crítica, 2005, p. 30. 20 Carneiro de Carvalho, V. y Ferraz de Lima, S.: op. cit. 76 de manera de aparecer detrás de su hermano mayor. Este último, al contrario, proyecta una cierta dignidad, como corresponde al heredero de la familia. La figura central es Elvira, y no Rafael, que ocupa una posición periférica, como si no estuviera realmente integrado al cuadro, impresión que se ve reforzada por el hecho de que es el único que no mira hacia el espectador. Sin embargo, puede tratarse de un recurso visual que permita aislar al pater familias, protegiendo de esta forma su autoridad sobre su familia. Así, Rafael aparece sentado, con las piernas cruzadas y un puro encendido en la mano, mientras fue colocada a su lado una mesa sobre la cual se encuentran libros, es decir, una representación masculina clásica del siglo XIX que indica no solo su posición social (el puro asociándose al éxito social), sino también su posición dentro de la familia (la posición más “cómoda” se asocia al poder masculino) y su connotación como hombre culto por la presencia de libros. EL TRABAJO DEL PINTOR El análisis de los retratos de la familia Errázuriz y de su contexto de producción nos permite entrever ciertas características del trabajo de Sorolla, como lo son las tarifas o el acto creativo en sí. Por ejemplo, en cuanto a la tarifa, los dos primeros retratos costaron 3000 pesetas cada uno, suma que fue pagada a Sorolla en mayo de 1899 y que corresponde a un precio normal para un cuadro del artista (2500 a 5000 pesetas entre 1900 y 190421). Al contrario, el tercer retrato tuvo un costo de 40000 pesetas, suma que se terminó de cancelar en abril de 190622, y que corresponde a un precio considerable en comparación con las tarifas vigentes, que oscilaban entre 5000 y 10000 pesetas para un 21 Pons-Sorolla, B.: “Sorolla: retratos individuales”. Sargent / Sorolla, op. cit., p. 128. 22 Carta de Rafael Errázuriz à Joaquín Sorolla, Roma, 26 de abril de 1906, Archivos del Museo Sorolla, Madrid. Rafael Errázuriz Urmeneta y Joaquín Sorolla: formas de… / Solène Bergot Le Caer retrato a partir de 190423. Se trata por ende de un pedido extraordinario, quizás en un primer momento por sus dimensiones (226x233 cm), pero también por la proyección que pensaban tener tanto Sorolla como Errázuriz gracias a él. El segundo aspecto del trabajo de Sorolla que percibimos en las cartas concierne al uso de la fotografía en el acto creativo. Queda claro que Sorolla tuvo que recurrir a tomas fotográficas para pintar los cuadros en la medida en que los Errázuriz no pudieron posar, lo que, cincuenta años antes, hubiese suscitado numerosos comentarios. La fotografía, desde su presentación al mundo en 1839, generó un debate entre los pintores que vieron en la técnica una forma de obtener “una imagen exacta y fidedigna de la naturaleza”, pero incapaz de reproducir “la experiencia subjetiva” del pintor, una experiencia que le permite interpretar lo que ve, “distinguir lo que es importante de lo que lo es menos”24 y, en definitiva, producir obras de arte en vez de una simple reproducción mecánica de la realidad. Este debate, iniciado desde 1839, opuso durante toda la segunda mitad del siglo XIX a pintores y fotógrafos, obteniendo como resultado concreto que la fotografía enfrentara grandes dificultades para legitimarse como forma de expresión artística para el gran público25. Vemos desaparecer este antagonismo de los pintores hacia la fotografía en la correspondencia de Rafael Errázuriz y Joaquín Sorolla con la llegada del siglo XX, pero también con la salvedad que hay que considerar el carácter internacional de la clientela de Sorolla, algunos proviniendo de Estados Unidos y América del Sur (particularmente Argentina y Chile), se debió en gran 23 Pons-Sorolla, B.: “Sorolla: retratos individuales”. Sargent / Sorolla, op. cit., p.128. 24 Slanina, S.: “La valeur ajoutée de l’imperfection. Delacroix et la photographie”. Delacroix et la photographie, catalogo de la exposición realizada en el Musée National Eugène Delacroix, del 28 de noviembre de 2008 al 2 de marzo de 2009, París, Editions du Musée du Louvre, 2008, pp. 13-14. 25 Sobre el lugar de la fotografía en la escala de las Bellas Artes y los debates que suscitó, ver Freund G.: “Photographie et société”. Paris, Seuil, 1974. parte al miedo que tenían de verse suplantados por la nueva técnica (que en realidad favoreció la emergencia de nuevas formas de representación pictórica, pasando de una representación figurativa a un representación abstracta), pero también por la pérdida de parte de su clientela, en particular las capas medias, que prefirieron la fotografía a la pintura por su menor costo. Sin embargo, la fotografía, en particular los retratos de formato carte de visite (técnica patentada por André Disdéri en 1854 que permitía obtener seis a doce copias positivas a partir de un solo negativo), resultó ser mucho más atractiva para las capas medias, que no tenían acceso a la pintura por sus elevados costos. La élite siguió consumiendo retratos pictóricos en la medida en que estos eran uno de los símbolos de la vida aristocrática a la par con una “práctica aristocratizante”. No es de extrañar, en este contexto, que los Errázuriz, y por extensión otras familias de la élite chilena, hayan sido clientes regulares –y hasta ávidos– de los grandes pintores de su época, imponiendo a los artistas una composición cercana a los retratos de las familias reales o aristocráticas. CONCLUSIÓN A través de la relación personal y profesional entre Joaquín Sorolla y Rafael Errázuriz vemos emerger el funcionamiento del taller del pintor, no solo en su acto creativo, sino también en su gestión con las tarifas o su mediación con la presentación de las obras a salones y exposiciones. En este sentido, se puede decir que el artista y su modelo-cliente trabajan de manera consensuada para dar forma a la obra, pero también para legitimarla en el campo académico, participando de esta forma al crecimiento del prestigio de cada parte. Se trata entonces de estrategias que van más allá de lo estético, agregándole una dimensión social, económica y hasta publicitaria que amplía el horizonte profesional y simbólico de los actores en presencia. 77 Figura 1 J. Sorolla, Retrato de Elvira Valdés de Errázuriz, 1895-1896, óleo sobre tela, 218x125 cm, Museo de Bellas Artes, Santiago. Figura 2 J. Sorolla, Retrato de las hermanas Errázuriz, 1898, óleo sobre tela, 226x139 cm, colección privada. Figura 3 J. Sorolla, Retrato de la familia Errázuriz, 1905, óleo sobre tela, 226x233 cm, colección Masaveu, Oviedo. Las pinturas del Apostolado de la Sacristía de la Catedral de Santiago de Chile JESÚS PORRES BENAVIDES* RESUMEN En este artículo trataremos sobre la serie del Apostolado conservada actualmente en la Catedral de Santiago de Chile. Provenientes de la desaparecida iglesia del Colegio Máximo de San Miguel de Santiago, ingresarían en la Catedral al poco tiempo de su realización. Las series de Apóstoles (pictóricas, escultóricas o grabadas) se difundieron a partir del siglo XV. Así se empezaron a disponer en parroquias y catedrales, diseminadas por las naves o en los pilares de estas. ABSTRACT In this article we will analyze the series of paintings of the Apostolate currently located in Santiago de Chile’s Cathedral. Originally made for the dissapeared church of the Colegio Máximo de San Miguel, also in Santiago, they entered the Cathedral shortly after its finalisation. The series of Apostolates (paintings, sculptures or engravings) became very popular from the 20th century onwards. They used to be located in parish churches and Cathedrals, diseminated along the building or located in the pillars of the church. INTRODUCCIÓN La serie del Apostolado (más el Cristo Salvador y la Virgen) conservada actualmente en la Catedral santiaguina procede de la desaparecida y cercana iglesia del colegio Máximo de San Miguel1. Estos cuadros ingresaron en la catedral poco después de ser pintados, pues en 17672 se instruye la Pragmática Sanción, dictada * Jesús Porres. Universidad de Córdoba, España. 1 El incendio de la Iglesia de la Compañía de Jesús sucedió el martes 8 de diciembre de 1863. 2 Así nos lo describe Mariano Casanova: “Más, tan pronto como se pudo habilitar la Catedral, lo que sucedería unos 10 años después, se trasladaron a ella, llevándose con permiso del Rei, la mayor parte de los vasos sagrados, ornamientos y adornos de estimacion, el altar mayor, los del Cristo, el de San Ignacio, de los cinco mejores señores, el órgano, los candeleros y frontal del altar mayor y varias otras cosas durante el gobierno de Carlos III, por la que se promulgaba la expulsión de los jesuitas de todos los dominios de la corona de España, incluyendo los de ultramar. Así la Catedral santiaguina (y otras iglesias de la capital) consiguió abastecerse de tan espléndido patrimonio. Esta serie firmada por el jesuita Joseph Ambrosi3 y fechada en 17664, se conserva íntegra en su concepción original (doce apóstoles, la más”. Casanova Casanova, M.: Historia del templo de la Compañía de Santiago de Chile. Valparaíso: 1871, p. 26. 3 El hermano Joseph Ambrosi, oriundo de Alemania del norte, nació en 1732 en Bargeis. Ambrosi vivió en la Ollería, en un pequeño dormitorio bien amueblado “con cuja, dos taburetes y una mesa con escribanía”. Su actividad, como recuerda Eugenio Pereira, fue constante y empeñosa. 4 La firma que reza así “Pin. Jos. Ambrosi. Añ. 1766” está hecha como en otras series de apostolado en la figura de San Pedro para así destacar quizás al cabeza de la 79 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte Virgen y el Cristo Salvador) y está influida por la pintura flamenca y española según el criterio de la profesora Isabel Cruz. Los cuadros miden aproximadamente 124x83 cm cada uno y están enmarcados con unas molduras policromadas imitando marmorizado y con adornos de rocalla. Aparte de esta serie se conoce la de “La letanía de la Virgen” inspiradas quizás en las composiciones de Carlo Dolci. Como bien ha estudiado Benito Navarrete, copiar era una práctica usual en la pintura europea, que se hizo necesaria en las áreas en donde no había grandes talleres de artistas, ni colecciones importantes reunidas en los templos o en las casas más importantes. Las áreas alejadas de los grandes centros de creación artística eran medios poco exigentes donde no se advierten los plagios5 y los grabados sirven de medio de difusión perfecto para representar unas iconografías esenciales como un apostolado. En España, a partir de la Contrarreforma, los tratadistas de arte y los censores eran quienes orientaban y dirigían a los pintores, promoviendo la copia, tanto de los cuadros mismos, como de los grabados, los cuales contaban con la ventaja de asegurar la aprobación de las autoridades. Basta recordar el caso a estos efectos de Francisco Pacheco. De este modo, fueron cientos de grabados los que, procedentes de las casas de impresores europeos, particularmente flamencos en sus inicios y posteriormente de otros países, circularon por toda Europa e incluso por los nuevos territorios, especialmente en Sudamérica. Las series de Apóstoles (pictóricas, escultóricas o grabadas) se difundieron a partir del siglo XV acompañados de filacterias donde se disponía de una frase del credo asociada a cada Apóstol6. Iglesia, aunque también aparece en Santiago el mayor y el menor y en san Pablo, aunque solo la datación. 5 López Aparicio, M.: Apostolado. Monasterio de San Victorián. Fichas de catalogación del museo diocesano de Barbastro-Monzón, Huesca, p. 1. 6 González de Zárate, M.: “La serie de los apóstoles en la catedral de Lima: sus fuentes gráficas”. Brocar, Nº 32, 2008, p. 193. 80 Así se empezaron a disponer en parroquias y catedrales7, diseminadas por las naves o en los pilares de estas. Tendrán mucha repercusión en el panorama pictórico de estas iconografías las series grabadas del artista alemán afincado en Flandes Hendrick Goltzius8. En concreto para la serie que nos referimos, las estampas del Credo corto fueron realizadas en 1596. Su serie de los doce Apóstoles se convirtió en uno de los modelos más utilizados para reproducir esta iconografía durante todo el periodo barroco en los principales centros pictóricos españoles9. 7 Conservándose varias series en la actualidad en las catedrales de Lima, Sevilla e iglesias, como la conservada en el Colegio de Ingleses de San Albano de Valladolid procedente del Colegio de San Gregorio de Sevilla u otras como la del Monasterio de San Victorián, conservada actualmente en el museo diocesano de Barbastro-Monzón (Huesca). 8 Hendrick fue hijo de Jan Goltz y primo de Hubert al que se le conocía como Goltzius (latinizado de Goltz) Goltzius fue el más destacado burilista del primer Barroco flamenco, además de editor, dibujante y pintor. Su trabajo principal como grabador lo ejerció en Amberes, aunque se sabe que abrió taller en Brujas. Con su excepcional técnica obtenía impactantes claroscuros y efectistas impresiones de volumen y espacio. Su taller de Haarlem producía un volumen de estampas sin precedentes, que convirtió a la ciudad en lugar de referencia del grabado. Gracias al esplendor comercial que vivían en esos años las provincias del norte, su obra tuvo una importante distribución internacional y se divulgó por toda Europa con rapidez en manos de libreros y comerciantes. López Aparicio, op. cit., p. 2. 9 Navarrete Prieto (en su libro La pintura andaluza del siglo XVII y sus fuentes iconográficas, 1998) enumera infinitud de obras que copian figuras aisladas o la serie en su totalidad. Basten a modo de ejemplo: –Apostolado en el pasillo de la mayordomía de la Catedral de Sevilla, citado por Ceán y actualmente dispuestos en los muros de la tienda catedralicia y fechables en el último tercio del XVII. –Apostolado en el techo del anteoratorio del Palacio Arzobispal de Sevilla ya señalado por Valdivieso-Serrera. –San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan de Lebrija, de Pablo Legot, 1589, que utilizó respectivamente las estampas de Santiago el menor, San Mateo, San Pablo y San Juan, cambiando los atributos de algunos. –Buena parte de los dibujos de los evangelistas de medio cuerpo (actualmente en el Kunsthalle de Hamburgo) de Herrera el Viejo se inspiran parcialmente en el apostolado de Goltzius. –Serie conservada en el colegio de Ingleses de San Albano de Valladolid procedente del Colegio de San Gregorio de Sevilla realizado hacia 1610-1615. Las pinturas del Apostolado de la Sacristía de la Catedral de… / Jesús Porres Benavides Es también numeroso el grupo de obras aisladas que copian una estampa determinada, tal fue el caso en España de la de Santiago, de la cual se conservan numerosos ejemplares dispersos, así como la de san Pablo o algunas que intercambian la advocación utilizando para determinadas iconografías estampas de otros santos. Al prescindir del nimbo, Goltzius se sirve de sus atributos para recordar al espectador su calidad de hombres santos y mártires. Los apóstoles resultan ser un estudio de edades, actitudes corporales y estados de ánimo. Partiendo de la observación directa del natural, se capta la esencia de un estado, de una actitud humana. Rostro, cabellos y cuerpo están en movimiento. Expresan con intensidad en cada apóstol plegaria, éxtasis, emoción; reposo, distensión, gozo; concentración y meditación10. Destaca el protagonismo que Goltzius concede a las manos, como lo hará el Greco. La gestualidad y capacidad expresiva derivan, en este caso, de un estudio anatómico de extraordinario vigor y realismo, en el que se palpan venas y tendones. EL APOSTOLADO COMO GÉNERO No es fácil establecer el origen de este subgénero que tiene algo de retrato y también aspectos característicos de la pintura de historia y sacra. Una tipología compleja que vivió una época dorada en el barroco posterior a Trento. –Pinturas sobre cristal conservadas en la Catedral de Valencia –También podríamos añadir los que están en la iglesia de San Andrés de Córdoba dispuestos en los muros laterales del presbiterio, de buena calidad y de cronología tardo manierista o en el antiguo hospital de San José de Jaén, donde tenemos una serie firmada en uno de sus cuadros por un tal Melgar que parece que se corresponde con Luis Melgar, un artista residente y activo en Alcalá la Real entre los años 1688 y 1725, perteneciente a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Después de la desamortización se instaló en la galería alta del archivo de la catedral de Jaén. Ahora, después de su restauración en el IAPH, ha vuelto a su primitivo emplazamiento en el camarín de dicho convento. 10 López Aparicio, M.:, op. cit., p. 1. Tradicionalmente se llama Apostolado al grupo de imágenes de los doce apóstoles. Los tres evangelios sinópticos y el libro de los Hechos de los Apóstoles nos dan el nombre de los doce: Pedro, Santiago el Mayor, Juan, Felipe, Santiago el Menor, Bartolomé, Mateo, Tomás, Simón, Andrés, Judas Tadeo y Judas Iscariote. En un primer momento, este último es reemplazado por Matías. La representación del Apostolado como fundamento de la fe se representa desde antiguo. En la Edad Media surgirá la representación de los doce apóstoles individualizados por sus atributos característicos. Para ello se tomará como fuente principal la célebre Leyenda Dorada de Jacobo de la Vorágine. A partir de la Edad Moderna se disponen de manera individualizada (en lienzos o tablas) y se ubican en las sacristías, muros o pilares de las iglesias con un carácter profundamente simbólico y con cierto sentido procesional. Los apostolados serán un tema recurrente en la Iglesia de la Contrarreforma. Aparecen en el repertorio del Greco, Rembrandt, Ribera, Zurbarán, etc. Esta iconografía alcanzó una amplísima difusión tanto de la mano de estos pintores a comienzos del siglo XVII, como de la estampa italiana y flamenca. Su éxito tuvo como consecuencia la proliferación de réplicas, copias y grabados, especialmente de los apóstoles de mayor devoción. El interés específico que surge en el siglo XVII por las series apostólicas se debe a su función referencial, dirigida de preferencia al grupo sacerdotal, como sucesores de los enviados de Cristo, y también a los prelados y abades como cabezas de la Iglesia. Pero cualquier grupo de tipo colegiado –cabildos catedralicios o de colegiatas, comunidades religiosas, etc.– podía verse representado en el colegio apostólico. UNA ICONOGRAFÍA CONTRARREFORMISTA Estas series son un buen ejemplo de la nueva teoría de la imagen religiosa que se dispuso tras el Concilio de Trento y que daría paso al Barroco. 81 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte Entre los nuevos postulados de la Contrarreforma se establecerán de forma muy precisa todas las pautas por las que los artistas11 se deben regir a la hora de representar con decoro las imágenes religiosas. Hay que conmover, mover a devoción, hacer accesible la comprensión del misterio religioso, aproximando lo sagrado a lo cotidiano y haciendo protagonistas de la historia sagrada a personas corrientes, modelos reales y no figuras idealizadas, para mostrar así que cualquiera, con la gracia de Dios y la lucha personal, puede participar de la revelación. Los santos son ahora tipos reales, personajes curtidos por la edad o el sufrimiento, austeros y meditativos. Los atributos que portan recordarían el martirio y, con él, toda la historia de los santos Apóstoles. LA SERIE DE LA CATEDRAL SANTIAGUINA La serie la conforman como ya hemos comentado catorce cuadros (doce apóstoles más Cristo y la Virgen) y se encuentra diseminada por las paredes de la sacristía mayor de la Catedral santiaguina. Como veremos a continuación, en la mayoría de los apóstoles se sigue las estampas de Goltzius, aunque en algunos casos trastoca las iconografías y en otros invierte la estampa. Ha eliminado los fondos de paisajes naturales que contienen celajes y fondos rocosos, grutas o árboles por fondos planos que simplifican las composiciones. También ha dotado de un nimbo a los doce apóstoles y unos rayos y estrellas a Cristo y la Virgen respectivamente para realzar su valor sacro. EL CREDO Esta serie de grabados que realizaron artistas como Goltzius o los hermanos Jan y Raphael Sadeler tienen un orden específico, que viene dado por los textos que los acompañaban, en este caso el Credo. En la Iglesia posterior a Trento el Credo –o Símbolo de los Apóstoles– había cobrado nueva fuerza como expresión de las principales verdades del catolicismo; la misma función que había cumplido en tiempos de los apóstoles, supuestos autores colectivos de la oración. En la Edad Moderna esto dio lugar a la asociación de la imagen de los apóstoles con los distintos versículos del Credo (habitualmente llamado corto o de los apóstoles) en la parte inferior de las representaciones. Se trata de medias figuras, que a diferencia de las de cuerpo entero, se aproximan al espectador, y adquieren mayor corporeidad. Solo hay dos excepciones: las figuras del Salvador y de la Virgen, cuando aparecen, responden a prototipos idealizados y muestran expresiones y gestos más retóricos y teatrales, sobre todo diferentes en los fondos para realzar su aspecto glorioso. 11 82 Ibíd., p. 4. JESÚS SALVADOR Si seguimos el orden de la serie podríamos finalizar o comenzar por la figura de Cristo. Frente a la imagen de los apóstoles, Jesús aparece idealizado, sereno, resucitado y triunfante, en la plenitud de su destino como Salvador del mundo (como reza su título “Salvator Mundi”) bendiciente con la mano derecha. Presenta su cabeza con los cabellos de color rubio mirando hacia el cielo. Al igual que los apóstoles, no presenta ninguna señal física de su martirio. El fondo es diferente de los del resto de la serie, teniendo un fondo de celaje de color ocre dorado. LA VIRGEN La Virgen con la túnica color jacinto y el manto azul presenta un velo de color ocre. Dispone las manos juntas en actitud de oración. El fondo de color ocre dorado se ve iluminado por los rayos y las estrellas que circundan la cabeza de la Virgen. El título que lleva recoge muy significativamente su inclusión en esta serie “Regina Apostolorum”. Las pinturas del Apostolado de la Sacristía de la Catedral de… / Jesús Porres Benavides SAN PEDRO Abajo aparece escrito su nombre en una especie de pretil o antepecho. Como si en los grabados estuvieran escritos fragmentos del Credo, empezando por San Pedro, podríamos leer dicha oración. Como es habitual se representa con escaso cabello cano y rizado, barba redonda, cana y espesa, y siguiendo a Pacheco “ha de tener la túnica azul”, representado con los colores en la vestimenta que le son propios: azul verdoso oscuro para la túnica y ocre para el manto. Con la mano izquierda sostiene las llaves, que representan la dualidad de su poder (salvar y condenar) y la derecha la extiende de una manera algo ilusionista encima del pretil. San Pedro gira su cabeza hacia arriba en aspecto suplicante (quizás recordando otra de sus iconografías como “San Pedro en lágrimas”). Tiene un fondo marrón oscuro. SAN ANDRÉS El San Andrés se basa en la estampa de Goltzius aunque el pintor ha eliminado (como en los demás) el fondo de paisaje por un fondo plano de color ocre oscuro. San Andrés se encontraba en Patras, donde el cónsul mandó atarlo a una cruz en aspa para demorar su muerte, cruz que vemos al fondo. El anciano de larga barba apoya su mano sobre un libro, girando la cabeza con aire pensativo y mirada fija en un lugar fuera del cuadro. El modelo es el grabado de Goltzius, como en otras series, alguna de las cuales como la del Museo de Barbastro invierten la composición. SANTIAGO EL MAYOR También está firmado y fechado sobre el pretil. El santo aparece representado a modo de peregrino, con capa de viaje, el bordón y amplio sombrero decorado con veneras, siguiendo la estampa de Goltzius, pero ha eliminado algunos elementos como el libro y por supuesto el paisaje. Es interesante la gran difusión que ha tenido esta versión especialmente en España. SAN JUAN Deriva directamente de la estampa de Goltzius, pero aquí se ha invertido. El cáliz identifica a San Juan que se nos presenta como un joven. Como viene siendo habitual en la iconografía occidental desde época medieval, se representa como un joven imberbe, ataviado con túnica verde y manto rojo. La dulzura de sus rasgos y su expresión, su gesto teatral y retórico, su mirada alzada al cielo y la expresión hace que sea uno de los retratos más entrañables de la serie. Tiene un fondo neutro como sus compañeros, aquí de un color verdoso. La copa con un dragoncillo recuerda el episodio en el que el sacerdote del templo de Diana en Éfeso intentó envenenarle. San Isidoro de Sevilla afirma que el conato de envenenamiento se produjo con un cáliz, por lo que el nuevo espíritu de la Iglesia Católica de la Contrarreforma transformó la copa en cáliz eucarístico y como consecuencia, la iconografía del dragoncillo tendió a desaparecer en época moderna. De hecho, en la estampa de Goltzius ya no aparece el dragoncillo que, sin embargo, nuestro artista ha incorporado, pese a seguir en todo lo demás el modelo, que copia invertido. SAN FELIPE El San Felipe se basa de manera algo libre en el grabado de Goltzius, dejando su aspecto de “grandullón“, pero dulcificando algo sus rasgos y haciéndolo algo más joven, aunque mantenga por ejemplo la escasez de cabello. Aquí su rostro no está tan centrado como en el grabado. Su atributo habitual es el instrumento de su martirio, la cruz, que se ha representado de modo abreviado con un báculo rematado con 83 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte una cruz que coge con la mano derecha mientras la izquierda reposa en el pecho. SAN BARTOLOMÉ La tradición dice que fue martirizado en Arabia, aunque existen varias versiones de su martirio (ahogado, crucificado, decapitado, etc.) aunque según la más extendida fue desollado vivo, motivo por el que sostiene un cuchillo sobre el pretil. El pintor utiliza la estampa de la serie de Goltzius correspondiente a San Bartolomé, aunque de una manera algo libre, aquí el apóstol no inclina su cabeza hacia arriba de una forma tan radical y ha atemperado algo la expresión. SANTIAGO EL MENOR Presenta la fecha en el pretil “pin. Añ. 66”. Así conocido para diferenciarlo de su homónimo Santiago el mayor. En las listas de los apóstoles se le representa en noveno lugar. Tras la marcha de San Pedro a Roma, fue obispo de Jerusalén. Está representado de espaldas, en posición de tres cuartos y se encuentra leyendo un libro. La tradición asegura que en Jerusalén fue lapidado y rematado por un batanero, que le aplastó el cráneo de un golpe, de ahí que su principal atributo sea una maza o palo de este oficio. Esta pintura no se inspira en la serie de Goltzius. SAN SIMÓN SAN MATEO Iconográficamente el autor ha tomado como modelo un grabado representando a Santo Tomás de la serie de Goltzius. Sigue la estampa, aunque dulcificando su rostro que en el original es llamativo por el rostro anciano y feo con que mira hacia el libro. Está con el atributo más característico, la espada, con la que se martirizó, y que en ocasiones se cambia –como es el caso por la lanza o alabarda–. SANTO TOMÁS Cuenta la tradición que en los últimos años de su vida predicó el Evangelio en Persia y en la India, donde sufrió martirio siendo alanceado. El santo se ha representado como adulto, con la cabeza de perfil, barba y cabellos cortos, portando en una de sus manos la lanza de su martirio y enfrascado en la lectura del libro que porta en su mano izquierda. Se basa en la estampa de San Mateo de Goltzius y es una de las pinturas que está mejor resuelta de toda la serie. 84 También se han dulcificado los rasgos respecto al grabado original. Se encuentra en actitud de leer un libro que coge entre sus manos, apoyado en el pretil. La conocida leyenda dorada relaciona su suplicio con el del profeta Isaías al ser ambos aserrados. Dicho atributo aparece detrás del santo, algo en penumbra. SAN JUDAS TADEO Tras predicar por Persia, en la ciudad de Suamir fue sorprendido por los sacerdotes paganos que lo sentenciaron a muerte. Según la tradición le aplastaron la cabeza con una maza y se la seccionaron con un hacha, de allí que se lo represente con una alabarda. Nuestro lienzo lo representa con la escuadra de arquitecto, pues según la tradición se dedicó a este oficio. No parece estar inspirado en la serie de Goltzius. SAN MATÍAS Elegido para sustituir a Judas Iscariote, fue martirizado en Judea. El hacha con la que se le identifica, le segó la cabeza en el templo de Las pinturas del Apostolado de la Sacristía de la Catedral de… / Jesús Porres Benavides Jerusalén. Existen escasas representaciones de Matías, ya que en los ciclos del colegio apostólico el lugar dejado por Judas pronto fue suplido por San Pablo. SAN PABLO Tiene una pequeña inscripción en el pretil “pin. añ…” el santo se encuentra pensativo delante de un libro abierto, como autor de “Los Hechos de los Apóstoles”. Habría que poner al final al apóstol de los gentiles, al ser el segundo de los póstumos del Salvador a modo de epílogo. Esta imagen no se inspira en los grabados de Goltzius. Está vestido con la túnica verde y el manto rojo que le son característicos. Su atributo, la espada, descansa encima del antepecho. CONCLUSIÓN La presente serie nos muestra una dimensión de la pintura en la Edad Moderna como arte recetario de la estampa12. Los modelos iconográficos realizados en Europa llegaron a la América hispana13 donde fueron seguidos, como es el caso que analizamos, con fidelidad a veces y otras de una manera más libre. A ello ayudaron las series de grabados que realizaron artistas como Hendrick Goltzius o los hermanos Sadeler, copiados con más o menos éxito. Muy interesantes en cuanto a su calidad son las series de las catedrales de Sevilla, Lima o el Museo de Barbastro y no tanto las del Palacio Arzobispal sevillano o esta propia de Santiago. La serie incompleta que se dispone en el presbiterio de la iglesia de San Andrés de Córdoba mezcla obras de bastante calidad de fines del XVI y de influencia flamenca con obras barrocas algo más flojas. Podemos concluir que el arte en los territorios americanos de la Corona Hispánica siguió en sus inicios unos modelos idénticos a los europeos, con utilización de fuentes grabadas principalmente flamencas (principal centro productor en los siglos XVI y XVII). Con posterioridad y en parte debido a la lejanía de la metrópoli se fueron introduciendo elementos autóctonos que constituyen la base de un arte ya con diferencias del de los territorios europeos. 13 12 González de Zárate, op. cit., p. 216. Es interesante reseñar el auge que ha tenido este tipo de estudios sobre la influencia de los grabados en los modelos pictóricos que ya iniciara el profesor Santiago Sebastián en los años sesenta del siglo anterior y que continúa en la actualidad. Por ejemplo es interesante el artículo de Hugo Armando Félix Rocha “El apostolado de Anthon Van Dyck en la pintura barroca de Nueva España” en las actas del VII Encuentro Internacional Sobre Barroco realizado en el año 2013 en Arica (Chile) en preparación. 85 Figura 1 “Regina Apostolorum”, Joseph Ambrosi, circa 1766, Sacristía de la Catedral de Santiago (Chile). Figura 2 “Salus Infirmorum” del libro Litaniae Lauretanae editado en Augsburgo en 1750 con grabados de Joseph Sebastian y Johan Baptist Klauber. Figura 3 Santiago el Mayor, Joseph Ambrosi, 1766, Sacristía de la Catedral de Santiago (Chile). Figura 4 Santiago el Mayor, Hendrick Goltzius, serie del credo corto, 1596. Figura 5 San Felipe, Joseph Ambrosi, 1766, Sacristía de la Catedral de Santiago (Chile). Figura 6 Santiago el Mayor, Hendrick Goltzius, serie del credo corto, 1596. EXHIBICIÓN Y DISCURSO El Consejo Nacional de Bellas Artes y la ausencia de Juan Francisco González en la Exposición del Centenario1 CARLOS IGNACIO CORSO LAOS* RESUMEN La organización de la Exposición del Centenario da cuenta de los diversos rumbos que comenzaba a tomar la plástica nacional de principios de siglo. El Consejo de Bellas Artes, organización rectora del arte nacional en ese entonces, fue criticado muchas veces por su sesgo de criterios artísticos. Uno de los temas que más han llamado la atención en este aspecto ha sido la ausencia de Juan Francisco González en la muestra. El siguiente artículo busca proponer nuevas aristas en la discusión acerca del tema y ser un aporte a la comprensión de la relación entre los artistas y las instituciones. ABSTRACT The organization of the Centenarie’s fine arts Exposition shows the different paths that Chilean arts began to take at the opening of the century. The fine arts council, leading society of national arts at the time, was criticized many times by its artistic bias. One of the most discussed topics on this subject has been the absence of Juan Francisco González at the exhibit. This article pretends to add new edges to the topic’s discussion and to be a contribution to a better understanding of the relationship between the artists and the institutions. La Exposición del Centenario ha sido una de las grandes muestras artísticas llevadas a cabo en el país. La muestra, que contó con cerca de 2000 obras, fue organizada por el Consejo de Bellas Artes entre 1909 y 1910 con el doble objetivo de conmemorar el centésimo aniversario del comienzo del proceso independentista chileno y, a la vez, inaugurar el nuevo Palacio de Bellas Artes.1 El Consejo de Bellas Artes, continuador de la Comisión de Bellas Artes fundada en 1902, era * Carlos Ignacio Corso Laos. Licenciado en historia; Estudiante de magíster en historia. Universidad de los Andes; Pontificia Universidad Católica de Chile. 1 A mi abuela, Beatriz López de Romaña, y a mi mamá, Milagros Laos, por fomentar mi amor por la lectura y mi pasión por la historia. la institución rectora del desarrollo artístico y cultural del país y, por tanto, fueron sus miembros los que eligieron a los artistas que podrían participar del certamen. Los integrantes de dicho grupo, provenientes de diversas profesiones no necesariamente ligadas al arte, trabajaban ad honorem por su interés particular en el tema. Valdría decir al respecto que el Consejo trabajó esencialmente de dos maneras para sacar adelante los diversos proyectos: como grupo de profesionales con una estructura jerárquica y de manera individual, utilizando el empuje de las influencias personales de cada miembro. Es posible, entonces, comprender que algunos miembros fueron ganando mayor fuerza que otros en la toma de decisiones. Dentro de los más 91 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte importantes en este sentido, y específicamente en cuanto a la organización de la muestra, figuraron Alberto Mackenna Subercaseaux, comisario general de la exposición; Fernando Álvarez de Sotomayor, afamado pintor español; y Ricardo Richon Brunet, crítico de arte sumamente influyente en la época. Puesto que el funcionamiento interno de la organización escapa del tema específico que se desea tratar, no se estudiará en este momento. En cambio, será imprescindible referirse brevemente a los gustos de los tres consejeros mencionados, pues fueron especialmente importantes a la hora de elegir a los expositores. Por lo general, la preferencia y el gusto por el neoclasicismo fue un factor de cohesión importante, mas no fue absoluto y será necesario hablar de los matices. Cabe advertir, antes de seguir adelante, que el concepto de realismo que se utiliza en este trabajo refiere a lo que hoy definimos como naturalismo, es decir, la representación fiel de la realidad. El motivo del uso del término realismo se debe a que la palabra era ocupada de manera prácticamente indistinta en la época y, por tanto, en los documentos que se han utilizado. Por este motivo, al hacer referencia al realismo solo se hace como una definición estética, excluyendo así sus sentidos políticos y sociales. El rechazo a las vanguardias fue férreo. Alberto Mackenna Subercaseaux contó, en una conferencia acerca del desempeño de su labor organizativa en Europa, que creyó ser “víctima de alguna pesadilla” al ver que el hall del hotel en que se hospedaba en Bélgica se encontraba lleno de obras “simbolistas, cubistas y decadentes” de artistas que querían participar en la exposición. A esa impresión agregaba que podía verse “toda la estrambótica gama de esos charlatanes del arte que, a falta de verdadero talento, quieren llamar la atención con extravagancias”2. El comisario general de la muestra consideraba como “maestros del arte belga contemporáneo” 2 92 Mackenna Subercaseaux, A.: Luchas por el arte. Santiago: Imprenta Barcelona, 1915, p. 69. a quienes habían seguido la tradición artística del país; aquellos que habían ido innovando dentro de la línea clásica y de figuración más cercana a la realidad3. Del mismo modo, Fernando Álvarez de Sotomayor fue un “continuador del academicismo de fin de siglo” y defensor de las tendencias neoclásicas españolas. Se mantuvo alejado de las tendencias que dominaron en su tiempo, especialmente de las vanguardias más radicales; le importaba la expresividad de la obra, pero sustentada en la perfección formal del realismo4. Con todo, cabe agregar un matiz. A pesar de lo mencionado, confesó en una entrevista de 1950: “no acepto, en arte, otra nueva reciente modalidad digna de permanecer que la conquista conseguida a fines del siglo XIX y principios del actual por el Impresionismo. Modificó la técnica y la visión sin destruir el oficio, más bien ampliándolo”5. En varias otras entrevistas el pintor arremetió duramente contra muchos de sus contemporáneos franceses diciendo que “el pueblo francés no ha producido más que trastornos al orden universal de la cultura”, implicando que lo que hacía Picasso no podía considerarse pintura, criticando a Dalí y defendiendo a Manet como un incomprendido, pues la innovación necesitaba de la técnica; con lo que queda claro que consideraba que estos dos pintores españoles carecían de ella6. 3 Ibíd., pp. 69-70. 4 Zamorano Pérez, P.: El pintor F. Álvarez de Sotomayor y su huella en América. La Coruña: Universidad de La Coruña, Servicio de publicaciones, 1994, pp. 65-66. 5 Vale aclarar que debido a la imposibilidad de acceder a los documentos originales se ha citado desde los fragmentos reproducidos por Pedro Emilio Zamorano Pérez en su investigación acerca del pintor. La reproducción hecha por el autor es lo suficientemente completa como para no dejar dudas sobre el sentido de los fragmentos aquí utilizados. Álvarez de Sotomayor, F.: “Entrevista de Francisco Casares”. Fotos, Madrid, 21 de enero de 1950, en Zamorano Pérez, op. cit., p. 111. 6 J. A.: “Por los fueros de la cortesía barcelonesa”. Solidaridad Nacional, Barcelona, 5 de abril de 1946 y Mayor de Rivas, A. [Entrevista a F. Álvarez de Sotomayor], Diario Levante, El Consejo Nacional de Bellas Artes y la ausencia de Juan… / Carlos Ignacio Corso Laos Es posible ver entonces que Álvarez de Sotomayor no rechazó la modernidad tajantemente, sino las variaciones en la figuración. Para él, el realismo era el punto de partida que debían asumir las variaciones. En este aspecto, como ha probado Gloria Cortés Aliaga, el modernismo español había logrado una buena entrada en la Exposición del Centenario, hecho que tiene mucha relación con el aludido pintor, pues fue él quien realizó la selección de pintores invitados a acudir desde España7. Ricardo Richon Brunet también intervino en este asunto. El pintor francés –más conocido por su rol como crítico de arte– mencionó, en un artículo al término de la exposición, que “todos los géneros, todas las escuelas, todas las tendencias están representadas [en la exposición]”, afirmación que no corresponde a la verdad puesto que la muestra careció de las vanguardias8. Si bien no señaló específicamente qué consideraba como géneros o tendencias propiamente artísticos –podría haber estado negando, como Álvarez de Sotomayor, el carácter de arte a ciertos estilos– aceptó la existencia de distintos estilos y visiones sobre el arte y una especie de jerarquía entre estos donde las vanguardias quedarían relegadas a lo que se podrían señalar como visiones de escaso refinamiento siguiendo la óptica del autor9. Además, en un artículo de septiembre de 1910 –que fue transcrito además al catálogo de la exposición–, Richon Brunet expresó la importancia Valencia, 22 de junio de 1950, en Zamorano Pérez, P.: op. cit., pp. 112-115. 7 8 9 Cfr. Cortés Aliaga, G.: “Modernismo en Chile: la pintura española en la Exposición Internacional de 1910”. Guzmán, F.; Cortés, G. y Martínez, J.M. (eds.): Iconografía, identidad nacional y cambio de siglo (XIX-XX): Jornadas de Historia del Arte en Chile. Santiago: RIL, 2003; Cfr. Mackenna, op. cit., pp. 55-60. Richon Brunet, R.: “Conversando sobre arte: Reflexiones inspiradas por la Exposición de Bellas Artes”. Selecta, Santiago, marzo 1911: p. 482; Richon Brunet, R.: “El arte en Chile”. Catálogo oficial ilustrado de la Exposición Internacional de Bellas Artes, Imprenta Barcelona, Santiago, 1910, pp. 25-37. Ibíd., p. 483. que tenía para él la influencia parisina por sobre la madrileña y, por supuesto, su defensa de la forma en pintura como rechazo a los “ismos” más radicales. Al mismo tiempo se puede señalar, en su visión, un acercamiento al impresionismo, no como un absoluto, sino como un medio de expresión válido cuando es bien encauzado –posiblemente hacia una figuración realista– y no se queda “en una escuela cuyo ideal parece ser las notas sueltas, los apuntes rápidos y las impresiones fugitivas”10. Según esta breve revisión del pensamiento artístico de los tres consejeros más influyentes, es posible afirmar que, a nivel oficial, se aceptó la innovación, pero no cuando esta rozaba la deformación de la figura o los cambios extremos en los colores. Si bien siempre se veló por una pintura más bien figurativa que, desde ahí, avanzara hacia nuevos horizontes, el neoclasicismo de los organizadores no fue tan inflexible como podría haberse creído. Lo que se menciona varias veces como “moderno” nunca está cercano a las vanguardias del cambio de siglo, lo que viene a reforzar la idea de un “estanco” del Consejo en las tendencias clásicas; sin embargo, no se trata de un clasicismo absoluto como se ha mencionado para el caso español. Las preferencias de los miembros del Consejo, sobre todo de aquellos ligados a la crítica de arte, conllevaron ciertas pugnas entre visiones artísticas. Estas “guerrillas” –como las ha llamado Gonzalo Vial– crearon un ambiente de tensión entre el ente rector y los que se sentían excluidos, lo que pudo influir en la conformación de la exposición11. En este sentido habría que nombrar al menos una gran ausencia entre los expositores, que ha 10 Richon Brunet, R.: “Conversando sobre arte: El arte en Chile”. Selecta, Santiago, 17 de septiembre de 1910: pp. 226-227; Richon Brunet, “Conversando sobre arte: Reflexiones inspiradas (…)”, op. cit., p. 483. 11 Si bien el término “guerrillas” puede parecer un poco exagerado, creo que es una buena manera de mostrar esta situación de choques constantes pero pequeños. Vial, G.: Historia de Chile (1891-1973), Vol. I. Santiago: Santillana, 1981: p. 243. 93 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte sido tema de discusión historiográfica nacional: la de Juan Francisco González (1853-1933), pintor que ha sido definido por muchos como “el primer maestro nacional que siente el llamado de la renovación, de la soltura del Impresionismo”12. Lo anterior, vale recordar, no significa que el maestro haya sido un impresionista, sino que fue el primero de entre los pintores chilenos que –al menos notoriamente– empezó a sumar aspectos de dicha tendencia a su pintura, como bien lo han explicado Antonio Romera y Waldo Vila13. La efervescencia que provocaban las disidencias en el mundo del arte entre el sector cercano a los gustos del consejo y los demás artistas se dejó ver varias veces en textos de la época. A unos días del comienzo de la exposición, el multididacta Manuel Magallanes Moure, quien discutía los criterios del consejo, escribía en la Revista Zig-Zag: “Algo de esto [el gran florecimiento de la pintura chilena] nos dirá también la próxima Exposición Internacional de Bellas Artes, en donde a no dudarlo, la sección chilena tendrá toda la amplitud que se merece”14. Una acotación de este tipo siempre parece, al menos, sospechosa. La frase muestra que la idea de una posible exclusión de ciertos pintores era real –pues de otro modo no hubiera sido necesaria una acotación semejante–. Especialmente, al parecer, la de Juan Francisco González, a quien el autor había alabado y señalado previamente en el artículo como el “sol” de la pintura chilena15. Frente a este tema es necesario dilucidar dos aspectos principales: primero, habría que ver si la ausencia del pintor en el catálogo demuestra fehacientemente que este no haya estado en la exposición y, segundo, si ello se debió a una 12 Bindis, R.: “El niño en la pintura chilena”. Exposición: El niño en la pintura chilena (catálogo), Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago de Chile, 1979, p. 15. 13 Cfr. Romera, A.: Historia de la pintura chilena. Santiago: Editorial Andrés Bello, 1976, pp. 76-86; Vila, W.: Una capitanía de pintores. Santiago: Editorial del Pacífico, 1966, pp. 19-27. 14 Magallanes Moure, M.: “Reseña de la pintura en Chile”. Zig-Zag, Santiago, 17 de septiembre de 1910, p. 11. 15 Ibíd., p. 11. 94 exclusión por parte del Consejo o, simplemente, a razones circunstanciales. Según Nathanael Yáñez Silva, cronista de El Diario Ilustrado en la época, los cuadros de Sorolla presentes en la exposición fueron colgados después de la inauguración, pues no pudieron llegar a tiempo al país. Con ello explica que estos no figuren en el catálogo provisorio de la exposición, pero sí en el oficial, que fue publicado un poco después de la inauguración16. Debido a lo anterior, no debe excluirse la posibilidad de que los cuadros del chileno se hayan colgado ya iniciada la exposición y después de la publicación del catálogo oficial. Sin embargo es poco probable pues el tiempo de desfase fue mucho. No se han encontrado referencias en la prensa de la época que confirmen la aparición de cuadros de González en la exposición. Considerando su importancia, es de suponer que, de haber estado, se mencionarían. Siguiendo aquella línea de pensamiento, su ausencia también debería haberse advertido, de lo que tampoco se han encontrado evidencias y que, por tanto, hace más llamativo el caso. La omisión del tema por parte de la prensa hace pensar en dos posibilidades. La primera es que Juan Francisco González no haya sido importante para la prensa, la segunda es que haya tenido una cierta importancia, pero se haya querido evitar la polémica a fin de no empañar la exposición. Asumiendo que sus pinturas no llegaron a figurar en la muestra, habría que mencionar varias hipótesis y datos. En las actas del consejo figura dos veces el tema de las obras de González. La primera vez es por medio de una carta en la cual el pintor daba cuenta de haber realizado un envío de dieciséis cuadros desde Berlín para la exposición, pidiendo la liberación de los derechos de aduana de estos. Extrañamente, en la reunión se dio cuenta del tema, pero no se adoptó una resolución y, 16 Yáñez Silva, N.: “Grandes Exposiciones de arte”. ZigZag: Medio siglo de Zig-Zag: 1905-1955, Imprenta Zig-Zag, 1954, p. 222. El Consejo Nacional de Bellas Artes y la ausencia de Juan… / Carlos Ignacio Corso Laos de hecho, ni siquiera se llegó a discutir, lo que hace pensar –por no ser esta la manera habitual de manejar las situaciones de este tipo– que la solicitud fue ignorada. Casi un mes después, el tema vuelve a aparecer en las actas por medio de una carta de la casa Rossinger y Compañía, de Valparaíso, en la que se expresa la imposibilidad de despachar las obras de González por adeudar los derechos de aduana. En esa misma sesión se autorizó el pago de los derechos, lo que significa que las obras llegaron al país a tiempo y que González tenía una voluntad clara de participar17. La actuación de la organización deja abiertas ciertas dudas respecto al asunto. Por un lado, se terminaron pagando los derechos, pero por el otro, su poca diligencia en el tema no habla precisamente de un entusiasmo por la recepción de las obras. Más aun, el que las pinturas hayan llegado a tiempo y, aun así, no se hayan incluido en ninguno de los catálogos es llamativo. Si bien estas evidencias no son suficientes como para emitir un juicio, explican mejor el hecho. Es probable que el consejo no hubiera tomado una decisión tajante de dejar fuera al pintor, pues demostró tener un cierto interés en las obras al pagar por los derechos de aduana. Si bien, el pago podría haberse debido a un cuidado de imagen frente a la casa Rossinger y Compañía. Por otro lado, esta situación desmiente la teoría de una autoexclusión voluntaria del pintor chileno. Roberto Zegers ha señalado que “la permanencia de [Virginio] Arias en la Dirección de la Escuela trajo como consecuencia la abstracción de don Pedro Lira y de Juan Francisco González al gran Salón del Centenario”, opinión a la que se adhieren tanto el catálogo de la exposición más reciente en honor al artista, como la última de sus biografías, donde se señala que este “no presentó ningún cuadro –como tampoco hizo Pedro Lira– en el Gran Salón del Centenario organizado en Chile. Las 17 Actas junio 1909-diciembre 1910, Consejo Superior de Letras y Bellas Artes, sección artes gráficas, 9 de agosto de 1910, 2 de septiembre de 1910, pp. 152, 166-167. razones fueron personales más que artísticas: nuevamente faltaron a una cita oficial en señal de rechazo, porque Arias continuaba ligado a la dirección de la Escuela de Bellas Artes”18. Frente a lo anterior puede sumarse que hubo nueve obras de Pedro Lira en la muestra y que, además, el pintor había aceptado a colaborar con el Consejo en la organización de una muestra retrospectiva de arte nacional y la elección de la sala donde se expondrían las obras chilenas; temas administrativos no menores que demuestran un cierto compromiso con la realización de la exposición19. A pesar de todo lo mencionado en torno a Pedro Lira, la posibilidad de su negación a participar no queda del todo cerrada por el hecho de la aparición de sus pinturas en el catálogo, puesto que ninguna de estas fue comprada por el museo, lo que podría significar que dichas pinturas hayan sido parte de colecciones particulares y no prestadas directamente por el pintor. Por su parte, Gonzalo Vial señala que a Juan Francisco González y a otros “se les negó la entrada” a la exposición, pues “sus cuadros rompían con los cánones “oficiales”, achacándole la responsabilidad –o al menos la primacía en el grupo responsable– al consejero Paulino Alfonso20. Lamentablemente no se ha podido dar con los documentos citados por el historiador, en los que se describe una discusión entre el consejero y el pintor. Los únicos documentos que podrían avalar esta teoría corresponden a una discusión de 1904 en torno a un artículo de Alfonso acerca de la obra de Thomas Somerscales21. Sin embargo, 18 Zegers de la Fuente, R.: Juan Francisco González, maestro de la pintura chilena. Santiago: Ediciones Ayer, 1981, p. 119; Corporación Cultural de Las Condes, Juan Francisco González: 80 obras escogidas, Corporación Cultural de Las Condes, Santiago, 2013, p. 61; Maino, H. (ed.): Pintura chilena del siglo XIX: Juan Francisco González, una nueva expresión creativa, Santiago: Origo, 2008, p. 25. 19 Actas junio 1909-diciembre 1910, Consejo Superior de Letras y Bellas Artes, sección artes gráficas, 19 de mayo de 1910, 6 de agosto de 1910, pp. 99-100, 150. 20 Vial, op. cit., pp. 245-246. 21 Cfr. Navarrete, W.: Juan Francisco González: cartas y otros documentos de su época. Santiago: RIL, 2010, pp. 152-154. 95 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte dado el tiempo transcurrido y el hecho de que González expuso en todos los salones oficiales desde 1902 a 1908, exceptuando el de 1906, en apoyo a la protesta de Pedro Lira contra Virginio Arias, y que, además, el Consejo lo comisionó para exponer y encargarse –junto a otros artistas– de la selección de la delegación chilena de artistas enviada a la Exposición del Centenario de Buenos Aires en 1910 hacen poco verosímil el peso que se atribuye a la disputa con Alfonso22. De todos modos existe una insinuación –parecida a la ya mencionada de Magallanes Moure– en la Memoria sobre la Exposición (…) redactada por el Consejo de Bellas Artes a principios de 1911. En este documento, al describir la sección chilena, se enfatiza que “la escuela nacional [estuvo] representada por obras importantes de todos los artistas chilenos sin excepción”23. La precisión “sin excepción” da cuenta de algo. Se busca hacer énfasis en la idea de totalidad; lo curioso es que no habría sido necesario hacerlo de no haber existido una pugna o conflicto en este sentido –puesto que la palabra “todos” sería suficiente–, lo que deja en evidencia que algo pasó, probablemente, entre Juan Francisco González y las preferencias del Consejo. La idea de una exclusión continúa envuelta en dudas. No tendría sentido que al pintor se le hubiera negado la posibilidad de exponer en la muestra del centenario chileno y que, casi paralelamente, se le haya invitado a exponer y formar parte de la Comisión organizadora y de aceptación chilena en la homónima de Buenos Aires24. Esto –sumado a los reconocimientos en 22 Zegers, op. cit., p. 93, 118; Actas junio 1909-diciembre 1910, Consejo Superior de Letras y Bellas Artes, sección artes gráficas, 2 de diciembre de 1909, pp. 58-59. 23 Comisión de Bellas Artes, “Memoria sobre la Exposición Internacional de Bellas Artes presentada al Supremo Gobierno por la Comisión de Bellas Artes”, en Archivo histórico MNBA, Memorias 1899-1923, p. 56. 24 Comisión ejecutiva de la Exposición Internacional de Arte del Centenario, Catálogo Exposición Internacional de Arte del Centenario Buenos Aires 1910. Buenos Aires: Est. Gráfico Manuel Rodríguez Giles, 1910, p. 18. 96 salones previos a 1909, en el cual no participó por estar fuera del país– parece confirmar que se confiaba en su gusto y se le daba mayor participación, al menos hasta un poco antes de la Exposición del Centenario. Además, cabe mencionar que, en 1910, Juan Francisco González fue nombrado profesor de la Escuela de Bellas Artes por Fernando Álvarez de Sotomayor, que había pasado a dirigir la institución después de la exposición, lo que habla de una confianza en su criterio. No obstante, su nombramiento se demoró hasta 1914, lo que deja en plena evidencia cierto conflicto con los dirigentes del Consejo25. El tema, pues, está lejos de quedar zanjado. Lo cierto es que Juan Francisco González quiso participar en la exposición, envió sus obras al país y, por algún motivo, estas no fueron expuestas. Aun parece poco probable que se le haya excluido de manera explícita de la muestra, pues la evidencia no señala precisamente una desconfianza en sus criterios ni en sus capacidades, sino todo lo contrario: por lo demás, ha sido posible comprobar, al menos, que no fue una autoexclusión la que motivó la ausencia del pintor. Por otro lado, se ha logrado demostrar que la relación entre el artista y las entidades rectoras de la disciplina –como el Consejo de Bellas Artes en este caso– pueden ser sumamente importantes al momento de pensar en el montaje de una exposición y, yendo un poco más lejos, al rumbo cultural que toma un país, pues el diálogo entre estos actores, entre otros, define lo que se muestra –y por tanto se ve– en un país. 25 Montoya Véliz, J.: “El pensamiento estético de Juan Francisco González”. Aisthesis, 9, Instituto de Estética, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, 1975-1976, p. 97. Si bien ha sido imposible averiguar qué obras llegaron a Valparaíso, he considerado provechoso agregar reproducciones de algunas pinturas hechas en 1910 por Juan Francisco González para dar una idea al lector del estilo de las obras que podrían haber llegado. Aunque se desconoce el año en que fueron pintados el Parrón de Jotabeche y el Muro florido, ha sido posible considerarlas dentro del periodo dada la similitud entre estas y dos obras de 1910 exhibidas en la muestra Juan Francisco González: 80 obras escogidas de 2013: un Parrón y un Muro en primavera. Figura 1 La familia Carrera, 1910, Roberto Zegers, en Juan Francisco González, maestro de la pintura chilena, p. 175. Figura 2 Parrón de Jotabeche, año desconocido, http://pintores.vtrbandaancha.net/ Gonzalez/images/Parron%20de%20Jotabeche_JPG.jpg Figura 3 Muro Florido, año desconocido, en Hernán Maino (ed.), Pintura chilena del siglo XIX: Juan Francisco González, una nueva expresión creativa, p. 55. A Bienal de São Paulo e as representações chilenas (1951-1961): apontamentos para pesquisa ANA MARIA PIMENTA HOFFMANN* RESUMEN A comunicação analisará a relação entre o desenvolvimento da crítica de arte e as seis primeiras Bienais de São Paulo (1951-1961), que foram organizadas pelo Museu de Arte Moderna de São Paulo, e o contexto da organização das delegações chilenas nestas edições da mostra. Os processos de organização e de recepção das delegações na Bienais de São Paulo deixam claro a semelhança entre os contextos latino-americanos, principalmente na sua urgência em avaliar o significado da ruptura modernista na produção nacional. ABSTRACT These paper will examine the relationship between the development of art criticism and the first Biennials (1951-1961), which were organized by the Museu de Arte Moderna de São Paulo, and context of the organization of the Chilean representation. The organizing and reception of the foreign representations at the São Paulo Biennials, bring forward the similarity between the Latin American contexts, especially in the urgency to evaluate the meaning of modernist rupture in national production. Neste trabalho gostaria de compartilhar algumas considerações sobre a relação entre o desenvolvimento da crítica de arte e as seis primeiras Bienais de São Paulo (1951-1961) e o contexto da organização das delegações chilenas nestas edições da mostra. Estas primeiras bienais foram marcadas pelo caráter inovador, pela integração com as atividades do Museu de Arte Moderna de São Paulo e por uma notável produção da crítica de arte. A criação da Bienal do Museu de Arte Moderna de São Paulo (MAM SP), no inicio dos anos de 1950, marcou época pela imensa promoção do debate em crítica de arte, tendo como uma das * Ana Maria Pimenta Hoffmann. Professora adjunto. Departamento de História da Arte da Universidade Federal de São Paulo. suas consequências a consolidação desta que irá se tornar o maior evento internacional em artes plásticas do Brasil. Uma dos temas que ganhou relevância neste momento, foi o debate em torno da História da Arte Moderna, seja europeia, seja brasileira, ou latino-americana. As delegações estrageiras eram geralmente organizadas por críticos de arte e, com o advento das salas especiais na II Bienal (1953), muitas vezes foram realizadas mostras retrospectivas de algum artista ou tema, organizadas por historiadores, inclusive a chilena, como veremos adiante. Vale ainda ressaltar que é exatamente neste período que ocorreu um grande desenvolvimento da crítica de arte no Brasil, junto com uma maior profissionalização do meio artístico, com a criação de revistas como o Habitat, o incremento das colunas e suplementos sobre arte e cultura nos 99 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte jornais, e a criação dos Museus de Arte Moderna em São Paulo e no Rio de Janeiro, e do Museu de Arte São Paulo (Masp). O advento das Bienais participa notadamente deste processo, uma vez que as primeiras versões da mostra foram excepcionais tanto pelo elevadíssimo nível artístico, como pelos aspectos institucionais: organização da mostra, arregimentação dos artistas, curadores e críticos e seleção e premiação das obras. A mostra paulista ganhou lugar no contexto internacional, ao lado da Bienal de Veneza e da Documenta de Kassel. Em 1963, é criada a Fundação Bienal de São Paulo, que passa a organizar a mostra. Nos ano de 1968, a mostra perde muita de sua credibilidade, sendo que em 1969, na 10a Bienal, é organizado um boicote pelos artistas e críticos de arte. AS BIENAIS DO MUSEU DE ARTE MODERNA DE SÃO PAULO (1951-1961) Foi com a publicação e a divulgação do regulamento que começou, oficialmente, a organização da I Bienal do Museu de Arte Moderna de São Paulo, em 1951, onde já estava prevista a participação de artistas brasileiros convidados como Cândido Portinari, Di Cavalcanti, Lasar Segall e Victor Brecheret. O Júri de Seleção foi constituído pelo presidente da Bienal, por dois membros eleitos por votação pelos artistas inscritos e por outros dois escolhidos pela diretoria. Figuravam, no Júri de Seleção de Artes Plásticas, Francisco Matarazzo (presidente da Bienal), Thomaz Santa Rosa e Quirino Campofiorito (eleitos pelos artistas). Aos artistas nacionais, a distribuição dos prêmios foi, em pintura, para “Limões”, de Danilo Di Prete, “Natureza Morta”, de Maria Leontina , “E. F. C. B”., de Tarsila do Amaral, “Moenda”, de Heitor dos Prazeres, e “Formas”, de Ivan Serpa. Em escultura, para “Índio e a Suaçuapara”, de Victor Brecheret, “Figura”, de Bruno Giorgi, e “Briga de Galo”, de Mário Cravo Junior. Em gravura, para o conjunto das obras 100 de Oswaldo Goeldi, de Marcelo Grasmann e de Geraldo Barros. E, finalmente, em desenho, para Aldemir Martins. A premiação de Max Bill foi o grande destaque entre os prêmios a estrangeiros; a escultura “Unidade Tripartida”, de Max Bill, foi sem dúvida o marco desta época das Bienais; abstrata, de aço inoxidável, monumental, sem base de apoio, formada por fitas que se interligam, a obra nega o volume, afirma o valor dos espaços vazios. A II Bienal do Museu de Arte Moderna de São Paulo (1953) foi realizada no recém-inaugurado conjunto de prédios projetados por Oscar Niemeyer, no Ibirapuera, e integrou as manifestações culturais do IV Centenário da Fundação da Cidade de São Paulo, o que deu à mostra uma dimensão extraordinária, comparecendo mais de 100 mil visitantes. Esta mostra marcou época pelas Salas Especiais, uma criação do então diretor artístico da Bienal, Sérgio Milliet. Na seção brasileira, havia duas Salas Especiais: “Eliseu Visconti”, organizada por José Simeão Leal, com 35 obras, e outra, de caráter retrospectivo da produção artística brasileira do século XIX, denominada “Paisagem brasileira até 1900”, de organização de Rodrigo Mello Franco de Andrade, com 102 obras, com Frans Post, Jean-Baptiste Debret, Nicolas e Felix Antoine Taunay, além de Victor Meirelles e Almeida Júnior. As principais representações estrangeiras trouxeram as seguintes Salas Especiais: Alemanha, com Paul Klee; Áustria, com Oskar Kokoschka; Bélgica, com James Ensor; Estados Unidos, com Alexander Calder (organização René d’Harnoncourt, diretor do Museu de Arte Moderna de Nova York); França, com o Cubismo; Inglaterra, com Henry Moore; Holanda, com Piet Mondrian; Itália, com o Futurismo; e México, com Rufino Tamayo. De caráter retrospectivo, estas Salas reuniram, ao lado das Seções Gerais de cada país, um conjunto inimaginável de obras primas para a época. Entre as delegações estrangeiras, foi apresentada uma retrospectiva da arte europeia, trazendo o cubismo, o futurismo, o neoplasticismo, Picasso, A Bienal de São Paulo e as representações chilenas (1951-1961)… / Ana Maria Pimenta Hoffmann Mondrian, Klee, Munch, Ensor, Laurens, Moore, Marini e Calder1. A Sala Picasso foi patrocinada pelo Museu de Arte Moderna de São Paulo, com a vinda de “Guernica”, e foi organizada por Maurice Jardot. A constituição do Júri de Premiação, a exemplo da Bienal de Veneza, foi feita a partir do conjunto dos comissários e dos críticos que participaram da premiação, mas não seguiu exatamente os parâmetros de Veneza. Em São Paulo, apenas alguns comissários foram convidados, aqueles que representavam mais ativamente um ponto de vista dentro do quadro da crítica internacional, o que resultou num conjunto admirável de críticos. O que caracterizou a premiação nacional da II Bienal foi a divisão do prêmio Melhor Pintor Nacional entre Di Cavalcanti e Alfredo Volpi, revelando a força da polêmica, no país, entre os defensores da arte figurativa versus o recente reconhecimento da arte abstrata. Cabe recordar que a divisão do prêmio vem retomar a polêmica do final dos anos de 1940. Mais velho que o Di Cavalcanti, seu companheiro de prêmio, Alfredo Volpi não é entretanto um artista ‘velho’. Ao contrário dos outros, ele veio subindo devagarinho, de uma pintura ingênua, primária, de cenas simples e populares, de obediência ainda impressionista, para o ponto que se encontra hoje, quando atingiu uma verdadeira síntese, uma construção simplificada mas sem empobrecimento. Ao contrário, suas fachadas de casas dos velhos bairros populares de São Paulo têm unidade de estilo e são dotadas de um ritmo que encanta pelos vai-e-vens dos planos totalizados e o alegro dos acentos lineares2. 1 “O mérito desta II Bienal brasileira, a meu ver, é terem sabido reunir obras de artistas entre os mais significativos da arte contemporânea (Cubismo, Futurismo, Munch, Ensor, Picasso, Klee, Moore, Laurens, Calder, Marino, Mondrian, Tamayo, Kokoschka) para citar os primeiros nomes que me ocorrem”. Maurício, J.: A Bienal de Veneza na Bienal de São Paulo: 50 anos de tradição analisam dois anos de entusiasmo e de trabalho–Rodolfo Pallucchini, secretário da Bienal de Veneza, comenta o certame de São Paulo. Rio de Janeiro: Correio da Manhã, 11.12.1953. 2 Pedrosa, M.: Dentro e Fora da Bienal-Evolução ou involução dos ‘mestres’ brasileiros. Rio de Janeiro, Diário Carioca, 14.03.1954. Ivan Serpa, com a obra “Formas” (1951) –atualmente presente no acervo do Museu de Arte Contemporânea de São Paulo–, ganhou o Prêmio Jovem Pintura Nacional, na I Bienal de São Paulo, da qual participou com mais duas obras de mesmo título. Não se pode deixar de citar dois artistas abstracionistas que participaram com esculturas: Mary Vieira com “Coluna Centrimental”, 1953, alumínio cromado; “Cubos em Espaços Abertos”, 1952; “Equilíbrio”, 1952/53; “Ponto de Encontro”, 1952/53, mármore; e “Tensão e Expansão”, 1953; e Franz Weissmann (1915), com “Escultura”, 1952/53. A III, IV e V Bienais, de 1955, 1957 e 1959, consolidaram a mostra em seus procedimentos e formato. Mantém-se a direção artística de Sergio Milliet nas III e IV Bienais, que deu continuidade ao sistema de Salas Especiais, tanto nas delegações estrangeiras como na representação nacional. Desta forma a Bienal de São Paulo deu continuida de à organização de salas didáticas, que foram tema de amplo debate e reflexão sobre a arte moderna e contemporânea. Na IV Bienal, com grande proporção de artistas abstratos entre os selecionados, o júri seleção local é questionado, o que acaba por promover debate sobre os processos de constituição do júri. Na ocasião, a direção MAM SP mantém a decisão do júri, e esta circunstância acaba por funcionar como elemento de aprimoramento do debate sobre o sistema de seleção dos artistas brasileiros. A III Bienal, de 1955, teve Salas Especiais dedicadas a Cândido Portinari e Lasar Segall. Além de 44 gravuras dos muralistas mexicanos José Clemente Orozco, Diego Rivera e David Siqueiros, além de Rufino Tamayo. O grande prêmio de pintura fica com francês Fernand Léger, que tem sala especial com 38 pinturas e guaches. O prêmio de Melhor Pintura Nacional foi para Milton da Costa e de Melhor Escultura Nacional para Maria Martins com a “O implacável” (coleção MAC USP). Na gravura, foi premiado Marcelo Grassmann, e no desenho os conjuntos das obras de Hector Carybé e Aldemir Martins. 101 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte Esta Bienal marca a maturidade dos artistas abstracionistas como Waldemar Cordeiro, Lygia Clark, Luiz Sacilotto e Mauricio Nogueira Lima. A IV Bienal, de 1957, foi a primeira Bienal no Pavilhão das Indústrias (atual prédio da Bienal), que será a marca a mostra até os dias hoje. Destaque para a delegação americana com obras de Jackson Pollock, e para a presença dos surrealistas da delegação francesa: Paul Delvaux, René Magrite e Marc Chagall. No processo de seleção dos artistas brasileiros, Flávio de Carvalho foi recusado, indignado, liderou movimento de artistas que questionaram a decisão do júri, Ferraz participa deste debate em seus artigos no jornal O Estado de S. Paulo. O júri de seleção foi constituído por: Armando Ferrari, Flávio de Aquino, José Geraldo Vieira, Lívio Abramo, Lourival Gomes Machado. Geraldo Vieira e Abramo foram eleitos pelos artistas com voto feito da ficha de inscrição. O prêmio Melhor Pintura Nacional foi para Frans Krajcberg, que expôs uma série de quatro pinturas abstratas. O prêmio para escultor nacional foi para Franz Weissman, que expôs a obra “Torre”, hoje no acervo do MAC USP. Nas artes gráficas, o prêmio em desenho foi para Fayga Ostrower (Ritmos, 1956, coleção MAC USP), e em desenho, Wega Nery. A V Bienal, de 1959 apresentou Sala Especial sobre Van Gogh, organizada pelo museu holandês Kroller-Muller, e também da Holanda vêm Karen Appel e Corneille. De grandes proporções, esta versão atraiu 200 mil visitantes. Outros destaques são os Quatro Séculos de Gravura Francesa, a arte japonesa Ukijo-E e a sala especial sobre o expressionismo alemão. Sem Sergio Milliet, a organização ficou a cargo de Arturo Profili, secretario geral. O júri seleção foi constituído pelo pintor Alfredo Volpi, Ernesto J. Wolf, a artista Fayga Ostrower, e os críticos Mario Barata, Paulo Mendes de Almeida, sendo este último na presidência. O pintor Manabu Mabe ganha o prêmio de melhor pintor nacional na V Bienal, configurando o que Mário Pedrosa chamou de “ofensiva tachista”. Não houve premiação para a escultura 102 nacional, e Arthur Piza é premiado com gravuras e Marcelo Grassmann com desenhos. Estas três Bienais, intermediárias entre a instalação da mostra e sua derradeira sob a tutela do MAM SP, possibilitaram o amadurecimento dos processos de convocação, seleção e premiação de artistas nacionais; de divulgação e debate junto a critica de arte e á sociedade como um todo; e organização junto das delegações estrangeiras, estabelecendo de forma definitiva a mostra no circuito de exposições internacionais. Desta forma, possibilitou que Francisco Matarazzo Sobrinho iniciasse o processo de autonomização da Bienal, sendo que na sexta versão chamaria o crítico Mario Pedrosa, atuante no Rio de Janeiro, para ser diretor artístico. Do ponto de vista do desenvolvimento da arte brasileira apresentada nestas três Bienais, pode-se dizer que o abstracionismo geométrico, o concretismo, neoconcretismo e o abstracionismo gestual estão presentes de forma bastante marcante. Mas também artistas brasileiros provenientes do modernismo são objeto de homenagens nas Salas Especiais. Polêmica, a VI Bienal (1961) teve caráter marcadamente museológico, proposto pela direção artística de Mário Pedrosa, imprimindo uma visão da História da Arte fora dos cânones ocidentais, o que contribui bastante para que fosse alvo de protesto e contestações das escolhas. Mário Pedrosa teve, nesta ocasião, oportunidade de defender de uma forma bastante objetiva suas ideias que neste momento estavam já maduras, depois de amplo debate ocorrido no ambiente da crítica de arte durante os anos de 1940 e 1950. A Bienal de São Paulo, como instituição de arte, tinha amadurecido seu formato, e contava com prestígio nacional e internacional. Seguindo este modelo e procurando fazer um “balanço das Bienais anteriores” com “salas especiais dos principais artistas laureados nas primeiras bienais”3, Mário Pedrosa também procura, por um conjunto das Salas Especiais, 3 Texto de carta padrão enviada por Mário Pedrosa a críticos e artistas, como a carta de Mário Pedrosa para A Bienal de São Paulo e as representações chilenas (1951-1961)… / Ana Maria Pimenta Hoffmann fazer uma reflexão em torno da História da Arte Ocidental e não ocidental, em torno do modernismo brasileiro e em torno da Bienais. Foram organizadas nove Salas Especiais com arte brasileira, e quase todas as delegações estrangeiras trouxeram alguma homenagem ou sala temática. As Salas Especiais dedicadas aos artistas premiados nas edições anteriores foram organizadas por críticos. Sendo a sala dedicada a Danilo Di Prete, organizada por José Geraldo Vieira e contava com 36 pinturas; a de Milton da Costa, por Flávio de Aquino, com 43 pinturas. Uma homenagem especial a Oswaldo Goeldi, por Ferreira Gullar, com 97 desenhos e 58 xilogravuras. As outras Salas Especiais foram: Livio Abramo (45 desenhos e 46 gravuras), organizada por Lourival Gomes Machado; Carybé (23 desenhos e um mosaico, além de painéis com documentação fotográfica de obras públicas), por Wolfgang Pfeiffer; Arnaldo Pedroso d’Horta (32 desenhos e 4 gravuras), por Armando Ferrari; duas salas com desenhos, uma de Aldemir Martins (16 desenhos), por Lourival Gomes Machado, e outra de Marcelo Grassmann (20 desenhos), por José Roberto Teixeira Leite. E, finalmente, uma retrospectiva de Volpi sem precedentes, organizada por Mário Schenberg, apresentando uma série de 95 pinturas, datadas entre 1915 e 1961, que deram uma visão inédita de sua trajetória. O historiador da arte José Roberto Teixeira Leite, então diretor do Museu Nacional de Belas Arte (RJ), organizou uma sala com a coleção de 20 obras de Eugène-Louis Boudin (1824-1898), o “orientador de Monet”. No texto crítico do catálogo, o autor dialoga com a reavaliação do artista feita pelo Museu do Impressionismo inaugurado em 1947. O comprometimento com a produção artística contemporânea aparece na organização do próprio Mário Pedrosa, junto com o curador alemão Wermer Schmaleubach, de uma Sala Especial de Kurt Schwitters, Esta sala foi uma Di Cavalcanti, 24/11/1961, Arquivo Wanda Svevo, Fundação Bienal de São Paulo. reedição da sala especial apresentada na Bienal de Veneza em 1960: “Ao apresentar Schwitter, agora na Bienal paulista, conquistará para ele outro dos dois grandes centros da vida de arte internacional dos nossos dias”4. A França enviou uma Sala Especial “horscouncours” Jacques Villon organizada por Jean Cassou, além de da sala da Viera da Silva, artista portuguesa, que iria ganhar premio decenal5. A delegação estados-unidenses foi organizada por René d’Harnoncourt, então diretor do Museu de Arte Moderna de Nova York, apresenta uma Sala Especial Robert Motherwell organizada por Frank O’Hara e uma Sala Especial de Reuben Nakian organizada Thomas B. Hess, e uma, de Leonardo Baskin organizada Willian Lieberman. A delegação chinesa trouxe uma sala sobre o artista Chang Dai-Chien, organizada pelo Museu Nacional da Republica da China, Tampei, e o Japão, sobre Tomioka Tessai (1836-1924), além de uma Sala Especial Caligrafia Japonesa do século VIII ao século XIX. A América Latina estava representada nas Salas Especiais de José Clemente Orozco (México), Samuel Roman Rojas (Chile), Pedro Figari (Uruguai), Raquel Forner e Alicia Penalba (Argentina). Destaco a Sala Especial da delegação paraguaia, intitulada Arte Hispânico-guarani no Paraguai (1610-1667), organizada por Josefina Pia e pelo gravador brasileiro Livio Abramo, trazendo de forma inédita neste contexto, uma pequena mostra da arte religiosa da região do Rio do Prata. Nesta mesma chave, a Austrália comparece com uma exposição de Arte Aborígene, organizada pelo Commonwealth Art Advisory Board. 4 Museu De Arte Moderna. VI Bienal do Museu de Arte Moderna de São Paulo. São Paulo: 1961 (cat. de exposição). 5 O Júri de Seleção foi constituído por Bruno Giorgi, Ferreira Gullar, Quirino Campofiorito (nomeados pelo Museu de Arte Moderna), José Geraldo Vieira, Lourival Gomes Machado e Nelson Coelho (eleitos pelos artistas), além de Mário Pedrosa. O Júri de Premiação era composto por André Gouber (França), Emille Langui (Bégica), James Johnson Sweeney (EUA), Jean Cassou (França), Jorge Romero Brest (Argentina), Kenjiro Okamoto (Japão), Mário Pedrosa (Brasil), N.R.A. Vroom (Holanda) e Ryszard Stanislawiski . 103 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte A Iugoslávia também colabora com um pequena mostra de cópias de afrescos medievais organizada pelo Dr Milan Kasanin diretor da Galeria de Afrescos de Belgrado. Sobre o conjunto dos textos apresentados pelos organizadores, ressalto o caráter didático, sempre explicativo do significado da escolha do artista ou tema, e breve análise de obras ou do conjunto das obras apresentadas. Em relação ao resultado geral do desenho da VI Bienal, nos chama atenção a divisão da organização das salas especiais, em uma tentativa bem sucedida de ampliar o debate, o que vai resultar, por exemplo, em uma premiação que contempla diversas proposições, como a arte neoconcreta de Ligia Clark e a pintura neo-expresionista de Iberê Camargo, sendo ambos comprometidos com novas pesquisas. Grande destaque foi dado à premiação de Lygia Clark com os Bichos, sobre o qual Ferreira Gullar comentou que “um júri internacional de alto gabarito, ao premiar Lygia Clark reconhece o valor de suas obras e consagra o ponto de vista Neoconcreto, que defende uma arte do racionalismo e fora da baderna tachista”, mais à frente no mesmo artigo, o crítico analisa que “esse prêmio se insere num complexo histórico iniciado com a própria criação da Bienal de São Paulo”, ressaltando que “não foi um ato de rotina –desses que se observa nos júris das mostras internacionais”6. Foram também premiados, ao lado de Iberê Camargo, Anatol Wladyslaw com desenhos e Isabel Pons em gravura. Mário Pedrosa realiza, com esta mostra, aquilo que prometeu no momento de sua nomeação: que a Bienal “será um laboratório de experiências vivas e uma casa de estudo e educação, destinada a assimilar o que de autêntico e vital se encontre naquelas [novas] experiências [artísticas]”7. Em 6 Gullar, Ferreira. “Não-objeto, prêmio da Bienal, Lygia Clark”. Jornal do Brasil, Rio de Janeiro, 16.09.1961. 7 Museu De Arte Moderna. VI Bienal do Museu de Arte Moderna de São Paulo. São Paulo: 1957 (cat. de exposição), p. 30. 104 uma época onde ainda não era comum a ideia de curadoria (a Documenta de Kassel tinha apresentado sua segunda edição no ano anterior), Pedrosa consegue imprimir personalidade e debate teórico à organização da mostra, que de forma bastante emblemática, fecha um primeiro ciclo das Bienais, quando estavam organizadas pelo MAM SP, logo dentro do âmbito administrativo e cultural desta instituição, e abre a década de abertura da arte concreta e neoconcreta. Não por acaso será uma Bienal de inúmeras Salas Especiais, que ao fazer uma avaliação dos dez anos das atividades da Bienal, faz principalmente uma reavaliação da arte brasileira, em especial a arte moderna, conjuntamente outras produções já consagradas pela História da Arte que de alguma forma dialogavam com as produções recentes. AS DELEGAÇÕES DO CHILE (1951-1961) A delegações chilena nas quatro primeiras Bienais (1951-1957) foram organizada pela Faculdade de Arte Plásticas da Universidade do Chile, tendo com comissário o professor Romano de Dominicis. Após disputa durante a tratativa da 4a Bienal, em 1957, a V Bienal foi organizada pelo Instituto de Arte Moderno, sendo o comissário Jorge Caballero Cristi. Na última Bienal que analisaremos, a organização volta a ser pela Faculdade de Artes Plásticas, apresentado somete dois artistas: o escultor Roman Rojas e o pintor Roberto Matta. Conforme documentos encontrados no Arquivo da Fundação Bienal, a decisão de incumbir a organização à Faculdade de Artes Plásticas da Universidade do Chile, foi comunicada à Bienal por Carlos Aranciba Latorre8, “representante da Comissão Chilena de Cooperação Intelectual e da Universidade do Chile”, designado pela 8 Carta de Carlos Alberto Gonçalves, chefe interino da Divisão Cultural à Francisco Matarazo Sobrinho, 19/12/1950, Arquivo Wanda Svevo, Fundação Bienal, São Paulo. A Bienal de São Paulo e as representações chilenas (1951-1961)… / Ana Maria Pimenta Hoffmann Embaixada chilena no Brasil9. O convite para a organização da delegação chilena, feito ao então professor Romano de Dominici, em carta de 27 de dezembro de 1950, assinada por Lourival Gomes Machado, diretor artístico da mostra, explicita a diretriz do evento, solicitando a “organização de conjunto de obras representativas da arte moderna chilena nos campos da pintura, escultura e gravura”10. Em texto publicado do catálogo da I BSP, Romano de Dominice avalia o desenvolvimento das artes plásticas no Chile da colônia à independência, das últimas décadas. São citados como elementos da renovação do meio artístico chileno: o fechamento de Escola de Belas Artes e o envio de 30 artistas em viagem de estudos à Europa, em 1928; e a criação da Faculdade de Belas Artes dentro da Universidade do Chile, em 1930. A delegação foi de grande porte, enviadas 78 obras, de 26 pintores, 10 escultores, e 9 artistas que enviaram gravuras e desenhos11. Na II Bienal, foi enviado um número menor de obras, e no catalogo é publicado texto de Luis Oyarzun Peña, Secretario da Faculdade de Artes Plástica da Universidade do Chile12. No texto é feita uma avalição da delegação da Bienal anterior, ponderando a presença de artistas “que continuavam diretamente o espirito de século XIX, ao lado de artistas que se identificam com a vanguarda do presente”13. Destaco, entre as obras apresentadas, as esculturas de Sergio Mallol e as monotipias de Marta Colvin. Na III Bienal, Dominici volta a assinar o texto de apresentação, iniciando com a afirmação de que a Instituto de Extensão de Artes Plásticas (órgão assessor da Faculdade de Artes Plásticas da Universidade do Chile) como representante do movimento artístico nacional e encarregado de “selecionar os conjuntos que deveriam representar [na Bienal] a arte do Chile”14. Interessante observar que nesta Bienal, a delegação organizada pela União Panamericana, agencia estadunidense de cooperação na América Latina, apresenta seleção de seis artistas “que por várias razões não puderam participar das representações de seus respectivos países”, entre eles os chilenos Roberto Matta e Carlos Faz. Na Bienal seguinte, o mesmo Instituto organiza a mostra, e tem como comissário Jorge Caballero Cristi, que assina o extenso texto de apresentação onde assina-la a importância da criação do Instituto na renovação do meio15. A seleção dos artista seguiu a mesma tradição anterior, muitos deles membros da “geração de 28”. A delegação chilena da V Bienal, foi organizada pelo Instituto de Arte Moderna, após disputa ocorrida durante a organização da mostra precedente. E na poucas linhas do texto de apresentação, destaca que selecionou “nove artistas que estritamente ligados por uma vigorosa raiz abstrata”, sendo eles seis pintores, entre eles Nemesio Antúnez, que ganha o Premio Aquisição Ernesto Wolf com a pintura “Mesa e Bicicleta”, atualmente no acervo do Museu de Arte Contemporânea da Universidade de São Paulo16. 9 Carta Francisco Matarazzo Sobrinho e Lourival Gomes Machado para Oswaldo Vial, embaixador do Chile, 27/11/1950, Arquivo Wanda Svevo, Fundação Bienal, São Paulo. 10 14 Carta de Francisco Matarazzo Sobrinho e Lourival Gomes Machado a Romano de Dominici Procel, 27.12.1950, Arquivo Wanda Svevo, Fundação Bienal, São Paulo. Museu De Arte Moderna. III Bienal do Museu de Arte Moderna de São Paulo. São Paulo, 1955 (cat. de exposição), p. 99. 11 15 Museu De Arte Moderna. I Bienal do Museu de Arte Moderna de São Paulo. São Paulo, 1951 (cat. de exposição), p. 105. Museu De Arte Moderna. IV Bienal do Museu de Arte Moderna de São Paulo. São Paulo, 1957 (cat. de exposição), pag. 149. 12 16 Mas a documentação constante no Arquivo da Fundação Bienal, atenta que a organização das obras foi feita por Romano de Dominici. 13 Museu De Arte Moderna. II Bienal do Museu de Arte Moderna de São Paulo. São Paulo, 1953 (cat. de exposição), p. 105. Em seus Regimentos, as Bienais estabeleceram os Prêmios de Aquisição, sendo as obras premiadas passariam a ser propriedade do Museu de Arte Moderna de São Paulo. Posteriormente, em 1961, as obras do acervo MAM-SP foram doadas, por Ciccillo Matarazzo, à Universidade de São Paulo, que com este acervo criaria o Museu de Arte Contemporânea (MAC USP). 105 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte A delegação da VI Bienal tem um caraterística peculiar. Como já assinalamos, esta mostra teve como diretor artístico o crítico Mário Pedrosa, que realizou uma mostra de grande proporções e escolhas polêmicas. As delegações estrangeiras apresentaram Salas Especiais com os importantes artistas da arte moderna de cada país. O Chile eviou uma retrospectiva de um dos mais significativos escultores chilenos naquele momento: Roman Rojas. Organizada por Rubén Azócar, contou com 27 esculturas, em variados materiais, cobrindo o período de 1929 a 1961. Ao lado desta produção, foi apresentada um conjunto de obras (13 pinturas e 4 desenhos) de Roberto Matta pertencentes a Galeria Bonino, que representava o artista no Brasil, Argentina e Itália. As seleções das obras e os textos destas seis delegações chilenas das Bienais organizadas pelo Museu de Arte Moderna de São Paulo, apontam para uma avalição da história da arte moderna chilena e de sua institucionalização no 106 âmbito da Universidade e no desenvolvimento da critica de arte. Estão manifestas também as contradições do processo de institucionalização da arte contemporânea naquele momento. Este fenômeno é muito semelhante ao da arte brasileira, tanto no processo de seleção e premiação, com de recepção pela crítica de arte. Em todo o mundo ocidental, os anos de 1950 se caracterizaram por este processo de reavaliação da tradição modernista. Um olhar atento aos processos de organização e de recepção das delegações das Bienais de São Paulo, deixa claro a semelhança entre os contextos latino-americanos na sua urgência em avaliar o significado da ruptura modernista em cada produção nacional. Desta forma, a critica de arte, e sua manifestação nesta instituição denominada “moderna”, o MAM SP, apresenta o debate historiográfico e estético emergente naquele momento do surgimento das neo-vanguardas da segunda metade do século XX. “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!”: los artistas chilenos en la I Bienal franquista de 1951 PEDRO ZAMORANO PÉREZ* RESUMEN En 1951 se realizó en Madrid la primera de las tres bienales de arte con las que el gobierno franquista quiso expresar un testimonio de apertura internacional, especialmente respecto de los países hispanoamericanos. El certamen, administrado desde el espacio oficial, contó con la presencia de diversos países, entre ellos Chile. Esta I Bienal generó un fuerte debate tanto en España como en los países que participaron en ella. En España, por los criterios tradicionalistas que promovían la mayor parte de sus organizadores; en Hispanoamérica, especialmente en Chile, por la ilegitimidad del gobierno presidido por el general Francisco Franco. Los artistas nacionales se dividieron entre los que asistieron al certamen y los que desistieron de participar, generándose un fuerte debate al interior del escenario estético local. ABSTRACT In 1951 the first of the three biennials of art was performed in Madrid, with which the Government of Franco wished to express a testimony of international opening, specially with respect to the other Hispanic America countries. The contest, managed from the official zone, counted with the presence of different countries, among them Chile. This first biennial originated a great debate in Spain as well as in the other countries that participated in it. In Spain, due to the traditional criterias that promoted the majority of their organizers; in Hispanic America, specially in Chile, because of the illegality of the government directed by the General Francisco Franco. The national artists splitted between the ones who attended the contest and the ones that rejected the participation, creating a strong debate in the inner aesthetic local scenario. ANTECEDENTES El presente trabajo tiene como objetivo indagar en las relaciones artísticas producidas entre Chile y España en un período muy significativo del proceso “hispanoamericanista” potenciado desde el gobierno del general Francisco Franco. El mismo se inició hacia 1945, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, y se extendió hasta finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, * Pedro Zamorano Pérez. Dr. en Historia del Arte. Profesor Titular, Instituto de Estudios Humanísticos, Universidad de Talca. etapa que marca la “apertura” internacionalista de España. De este modo, de la autarquía política y cultural de los años cuarenta se pasó hacia una política de apertura, especialmente hacia el mundo latinoamericano y, en este sentido, la I Bienal de Arte Hispanoamericano marca un punto de inflexión en este proceso. Un punto de partida anterior podría ser la fundación del Museo de América en 1941, piedra base de ese “reencuentro”. Indudablemente, la fundación del Instituto de Cultura Hispánica en 1946, y un lustro después la realización de la I Bienal, que tendrá dos ediciones más en 1953 (La Habana) y 1955-1956 (Barcelona), afianzará 107 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte esa trayectoria. El periodo de trabajo podríamos cerrarlo en 1963 cuando se lleva a cabo en Madrid la exposición “Arte de España y América”, en que se imponen lenguajes estéticos más avanzados que en las bienales, en especial los informalismos. La presencia de artistas chilenos se contextualiza solo en la I Bienal, no registrándose presencia nacional en los dos certámenes posteriores. Este trabajo se desarrolla en dos ámbitos, el español y el chileno. En cuanto a lo primero se revisan las aportaciones del investigador español Miguel Cabañas Bravo, autor entre otros textos, del libro “La política artística del franquismo”1, además de la consulta de distintos archivos españoles, entre ellos el de la Biblioteca de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (ex-Instituto de Cultura Hispana). Respecto de lo segundo, el trabajo indaga en un capítulo poco estudiado del arte chileno, como lo fue la presencia en esa primera Bienal de los artistas nacionales. PANORAMA DEL ARTE CHILENO HACIA 1950: ALGUNOS ANTECEDENTES Parte significativa de la escena de las artes visuales en Chile, en el ecuador del siglo XX, hace eje en la institucionalidad académica. La Escuela de Bellas Artes es el espacio, casi hegemónico, desde donde se organiza el sistema de formación, difusión y recompensas. Ese año se recuerda también porque hubo en el Museo Nacional de Bellas Artes dos importantes exposiciones que confrontaron a los estudiantes de artes, a los artistas y a la comunidad cultural con las tendencias más contemporáneas. Se trata de la exposición “De Manet hasta nuestros días” y la muestra de Emilio Petorutti. La primera, inaugurada en mayo de 19502, que contó con textos en el catálogo oficial 1 Cabañas, M.: “La política artística del franquismo. El hito de la Bienal Hispano-Americana”. Biblioteca de Historia, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Madrid 1996. 2 La muestra se realizó con los auspicios del Ministerio de Educación Pública de Chile y a iniciativa del Comité 108 del entonces Conservador del Museo del Louvre, René Huyghe, y de Gastón Diehl, Comisario General de la muestra, tuvo consecuencia en los jóvenes que cursaban estudios artísticos en la Facultad de Bellas Artes, ya que trajo al país obras originales de más de sesenta artistas, principalmente franceses, de primer nivel mundial3. El entonces estudiante José Balmes, hoy Premio Nacional de Arte, comentó: “Para nosotros fue muy importante. Recuerdo que durante más de un mes de exposición pasamos todos los días en el museo. Porque en ese momento encontramos que ahí estaba la respuesta a la modernidad; nos decíamos que así como ellos hablan de sus propios problemas, nosotros teníamos que hablar con ese lenguaje pero de nuestros problemas”4. Estos estudiantes, en 1946, cuando cursaban el tercer año en la escuela, habían creado el Grupo de Estudiantes Plásticos, integrado por estos artistas y otros alumnos del plantel5. Se trata de un conjunto de jóvenes que, desde la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, comienzan a cuestionar las bases teóricas y los esquemas académicos y metodológicos que se practicaban France-Amerique, por el Instituto de Extensión de Artes Plásticas de la Universidad de Chile. 3 La exposición “De Manet hasta nuestros días” hizo posible que un conjunto representativo de obras originales del arte francés de fines del siglo XIX y comienzos del XX se exhibieran en los salones del Museo Nacional de Bellas Artes, agrupándose en tres categorías: Impresionistas y Simbolistas, la Escuela de París y las Generaciones más jóvenes. La muestra incluyó 137 obras originales de distintos artistas: impresionistas, simbolistas, fauvistas, cubistas, surrealistas, hasta las generaciones más jóvenes. El público y los artistas locales pudieron ver obras de Edouard Manet, Claude Monet, Berthe Morisot, Camille Pizarro, Auguste Renoir, Henri de Tolouse-Lautrec, Pierre Bonnard, Maurice Denis, George Braque, André Derain, Raoul Dufi, Fernand Léger, André Lhote, Albert Marquet, Henry Matisse, Pablo Picasso, Georges Roault, Jacques Villón, además de los artistas jóvenes más promisorios de la Escuela Francesa. 4 Balmes, J., citado por Badal, G.: “Los años de formación”, Balmes, viaje a la pintura. Santiago: Ocho Libros Editores Ltda., 1995, p. 50. 5 En este grupo encontramos a quienes formarán luego el grupo “Signo”: José Balmes, Gracia Barrios, Eduardo Martínez Bonatti, Guillermo Núñez y Alberto Pérez. “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!”: los artistas chilenos… / Pedro Zamorano Pérez en el plantel. Ellos pretendieron llevar el debate estético a dominios más amplios y renovados. “Querían establecer una relación más clara y coherente entre la creación artística –entendida en términos dinámicos– y el desarrollo histórico, social y cultural de la misma”6. Ese mismo año, en agosto, se inauguró la exposición retrospectiva del pintor argentino Emilio Pettoruti. La muestra, que contó con los auspicios del Ministerio de Educación Pública y de la Universidad de Chile, entidad representada al efecto por el Instituto de Extensión de Artes Plásticas7, tuvo como comisario al pintor chileno Jorge Caballero, confrontando al espectador, en el espacio oficial del museo, con un discurso estético que recorría elementos abstractos, cubistas y futuristas. I BIENAL HISPANOAMERICANA DE ARTE: LA PARTICIPACIÓN CHILENA El 12 de octubre de 1951 se inauguró en el Museo Nacional de Arte Moderno, Museo Arqueológico de Madrid, la I Bienal Hispanoamericana de Arte, evento internacional dirigido a los países de vínculo hispano. Según el artículo primero de los estatutos, la exposición fue creada “para fomentar en Hispanoamérica y España el mutuo conocimiento de las Artes Plásticas producidas por los artistas contemporáneos de esta comunidad de países”8. De este modo el certamen, organizado por las embajadas y el Instituto de Cultura Hispana, en sus sedes en los diferentes países, se justifica en el contexto de una política de acercamiento del gobierno franquista con el mundo hispanoamericano y en consecuencia, 6 Balmes, J., citado por Badal, G.: op. cit., p. 49. 7 Colaboraron también el Museo Nacional de Bellas Artes, La Sociedad Nacional de Bellas Artes, la Asociación Chilena de Pintores y Escultores y la Federación de Artistas de Chile. 8 Exposición Bienal Hispanoamericana de Arte, Estatutos, Instituto de Cultura Hispana, Madrid 1951, p. 7. concilia tanto intereses políticos, propagandísticos, como culturales y artísticos9. En el catálogo oficial, escrito por el crítico catalán Eugenio D’Ors, una de las voces teóricas más influyentes de la península, se consigna también la participación en la Junta Organizadora del certamen de Alfredo Sánchez Bella, director del Instituto de Cultura Hispana y presidente de la Junta; de Fernando Álvarez de Sotomayor, en su calidad de director del Museo del Prado; del crítico José Francés, de los académicos Enrique Lafuente Ferrari y Manuel Sánchez Camargo, entre otros actores de la institucionalidad cultural y el mundo académico de la península. El secretario general de la exposición fue el literato Leopoldo Panero, figura central en la organización de la muestra. De otra parte, el certamen, considerado como el hito artístico más importante y trascendente de la España franquista, puso en confrontación a la estructura academicista española, abrigada en la institucionalidad de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, con aquellos movimientos más vanguardistas que dominaban fuera de la península. En este sentido, hubo, tanto en España como en los países invitados, adhesiones y rechazos a la convocatoria. Los artistas españoles de mayor prestigio internacional en ese entonces tuvieron distintas actitudes frente a la exposición. Dalí aplaudió entusiastamente la iniciativa, en tanto que Picasso expresó su descontento, que tradujo en un “manifiesto antibienal”. En el documento el pintor malagueño recomendaba, junto a otros exiliados españoles en París, no solo la no concurrencia al certamen, sino también la celebración en París y otras capitales americanas de exposiciones contrabienales paralelas a la que se debía celebrar en Madrid. La actitud de Miró, en tanto, fue menos comprometida y más distante. La polémica que se instaló hizo eje tanto en la ilegitimidad política del régimen español como en los conceptos estéticos, más bien tradicionales, 9 A la Bienal de Madrid le siguieron dos ediciones más; en La Habana, en 1954; y la de Barcelona, en 1955-1956. 109 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte que se sustentaban de forma mayoritaria en la muestra. Este fuerte rechazo a la convocatoria se manifestó en distintas instancias; en el espacio de la prensa, en algunas “contra-bienales” que se organizaron como exposiciones paralelas, como la que hubo en París, y en la acción de grupos de artistas que se excluyeron de participar. En estas acciones de rechazo al certamen fue importante, también, la actuación de algunos artistas españoles residentes o exiliados en el extranjero. En estas actividades, espontáneas y casi informales, hubo un fuerte cuestionamiento al régimen organizador del certamen, a la vez que un testimonio de solidaridad con los artistas españoles expatriados. De otra parte, la presencia en el certamen de algunos artistas españoles más vanguardistas, entre ellos Maruja Mallo y Jorge de Oteiza, puso otra arista en el debate, trasladando la controversia al plano ideológico-estético. La numerosa cantidad de obras exhibidas en la Bienal, que se distribuyeron en los salones del Museo de Arte Moderno, la Sociedad de Amigos del Arte, el Palacio de Cristal y el Palacio de Exposiciones del Retiro representaban una suerte de eclecticismo estético, incorporando diversas escuelas y tendencias. “Desde las rigurosamente académicas hasta las formas desconcertantes del discutido arte abstracto”10. El crítico Antonio Romera se hace eco de este debate. En un artículo que denominó “Batalla pictórica en Madrid”11, se refiere la controvertida participación en la polémica de Fernando Álvarez de Sotomayor, el conocido inspirador de la generación de pintores de 1913. Romera se refiere a una carta que envió el pintor gallego al presidente de la Sección de Psiquiatría del Colegio Médico de Madrid, rogándole que “estudiara profesionalmente a los expositores de la bienal y resolviera el dilema angustioso de si se trataba de 10 11 M. V. (firmado): “Picasso y la bienal de Madrid”. El Diario Ilustrado, Santiago de Chile, 12 de noviembre de 1951, p. 3. Romera, A.: “Batalla Artística en Madrid”. Diario La Nación, 28 de marzo de 1952. 110 pintores o de alienados”. La provocadora misiva de quien fuera director de la Escuela de Bellas Artes de Chile en 1911 generó apoyos y rechazos en la intelectualidad española. El fundamento de tales posiciones se sustentaba más en argumentos políticos que en consideraciones estéticas. Frente a los calificativos de “rojos”, proferidos por el pintor gallego cuando se refiere a la participación de algunos artistas o, como se señala en otros párrafos de la carta, dejar “la puerta abierta a la picaresca judaica de París”, el grupo contrario, integrado por Vásquez Díaz y otros, calificó a Sotomayor como un artista representativo de una “rutina degenerada e inútil”, o como “maestros que el mundo ignora o compadece”. Aunque la Bienal, como estaba previsto, finalmente funcionó, “las ácidas pugnas estéticas demostraron la gravedad que alcanzaba el distanciamiento entre aperturistas y conservadores al interior del régimen franquista”12. Si bien fue compleja la organización del certamen en España, aún lo fue más en los países invitados a participar. Miguel Cabañas habla sobre las dificultades con que se encontraron los representantes de España en los distintos países americanos a la hora de organizar las muestras locales. Cuando no hubo indiferencia, derechamente hubo hostilidad a la iniciativa cultural del régimen español. A este respecto cita un despacho, de mediados de octubre de 1950, del embajador español en Chile, José María Doussinague, en donde señala los problemas que él preveía para la participación chilena en el certamen. Una primera dificultad tenía que ver con el factor económico, ya que, de acuerdo con los estatutos, cada país debía concurrir con una suma de 100000 pesetas y que, según él, el país, que pasaba por una crisis económica, no estaba en posición de poder solventar. Una segunda dificultad, a decir del embajador, tenía un carácter más político. “Las artes plásticas están en 12 Jara, I.: “De Franco a Pinochet. El proyecto cultural franquista en Chile 1936-1980”. Colección Teoría Nº 16, Facultad de Artes de la Universidad de Chile, Santiago de Chile, 2006, p. 223. “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!”: los artistas chilenos… / Pedro Zamorano Pérez Chile, desde el punto de vista político, totalmente dominadas en lo oficial por elementos extremistas, filocomunistas o comunistas declarados”13. Señala, además, que las personas que habría que designar para el Jurado de Selección, en donde participaba el Decano de la Facultad de Bellas Artes y el Director del Museo, de acuerdo con el Artículo 18 de los Estatutos, corresponden a similar tendencia. Este tipo de dificultades, que se manifestaron en varios países, tenían como fundamento el rechazo que generaba en la mayoría de los países latinomericanos la política del gobierno franquista. Los augurios y preocupaciones que el embajador Doussinague había planteado tenían sentido. La representación nacional, aunque numerosa, fue compleja y polémica en su organización y generó dos grupos; aquellos que asistieron y los que restaron su participación. De otra parte, en una carta del director adjunto de Relaciones Culturales, Mariano Vidal, dirigida al director del Instituto de Cultura Hispana, Alfredo Sánchez Bella, le informa acerca de la participación chilena en la Bienal: “Aunque no se ha logrado la colaboración de los organismos oficiales chilenos –en cuyas comisiones abundan desde los comunizantes hasta los masones– se ha obtenido por vías indirectas y particulares, que numerosos pintores, y la mayoría muy buenos, decidan enviar sus obras”14. Este complejo panorama hacía abrigar pocas esperanzas al embajador Doussinague y así lo manifestó en carta dirigida al Ministro de Asuntos Exteriores: …considero prácticamente imposible el que las artes plásticas chilenas estén representadas en la forma que fuera de desear dentro de la Exposición Bienal de Arte Hispanoamericano, por lo que únicamente cabría pensar en la concurrencia de artistas aislados y dispuestos a concurrir a la muestra por propia iniciativa, siempre que esta posibilidad tenga cabida en la organización de la misma15. 13 Citado en Cabañas, op. cit., p. 238. 14 Citado en Cabañas, op. cit., p. 464. 15 Citado en Cabañas, op. cit., p. 239. Las aprensiones del embajador tenían en cierto modo asidero. Acertó en su lectura y ponderación de las circunstancias críticas que la concurrencia al certamen había generado; equivocó su estimación sobre la concurrencia de los artistas nacionales, que, finalmente, fue verdaderamente numerosa. Como era previsible, en Chile la invitación generó una fuerte división en la intelectualidad chilena, originando un debate entre aquellos que acogieron la invitación y los que se manifestaron en contra de ella. Estos últimos se pronunciaron formalmente mediante un manifiesto, “¡Muera la inteligencia, Viva la muerte!”16 –frase proferida por el general franquista José Millán-Astray en la Universidad de Salamanca, en 1936–, donde denunció que el gobierno nacionalista español había surgido como “una negación de la libertad, el progreso, la cultura y el arte” y que, por ello, estaba moralmente imposibilitado de hacer la muestra. Agregaba el documento que ese gobierno había infringido los más elementales valores de la humanidad y que era responsable de la desaparición y muerte de figuras como Federico García Lorca, Miguel Hernández y Antonio Machado, muerto en el destierro. Los artistas firmantes del manifiesto17, amén de protestar enérgicamente, invitan a todos los artistas a “unirse al repudio” no concurriendo a la exposición o bien invitando a retirar las obras a aquellos artistas que “hayan sido sorprendidos en su buena fe”. Pese al manifiesto, una cantidad significativa de cincuenta artistas chilenos figuran en las fichas de registro del certamen18, 16 Las Noticias Gráficas, 12 de agosto de 1951. 17 Carlos Sotomayor, Lily Garáfulic, Camilo Mori, Gregorio de la Fuente, María Fuentealba, José Balmes, Gustavo Poblete, Juan Egenau, Julio Antonio Vásquez, Germán Montero, Mireya Lafuente, Julio Escámez, Emilio Piera, Sergio Mallol, Lucy Lortsch, Roser Bru, Waldo Vila, Gracia Barrios, Jaime Catalán, Emilio Cánepa y Ricardo Bindis. 18 En la biblioteca de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo están las fichas originales de inscripción de los artistas que concurrieron a la bienal. Allí figuran los siguientes artistas nacionales: Agustín Abarca, Alfredo Aliaga, Judith Alphi, Paz 111 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte entre ellos varios artistas consagrados, como Pablo Burchard, y otros de gran proyección, dentro de los cuales se cuenta a ocho artistas que serán posteriormente distinguidos con el Premio Nacional. La presencia de los distintos países invitados fue organizada desde la sede local del Instituto de Cultura Hispana, con comités de selección integrados por artistas nacionales. Del análisis de la representación nacional se coligen varios elementos. En primer lugar, el eclecticismo de la muestra; si bien es cierto los autores presentes inscriben su obra en un discurso que, grosso modo, podríamos definir como tradicional, de igual modo el envío traduce una amplia gama de lenguajes, técnicas y, lo más complejo, niveles de calidad. En este sentido, tanto para la instancia central, como para los comités locales de organización, resultaba relevante asegurar una respuesta lo más numerosa posible, muchas a costa de relativizar la calidad de los envíos. Astoreca, Héctor Banderas, Carlos Bonomo, Marco Aurelio Bontá, Pablo Burchard Aguayo, Pablo Burchard Eggeling, Jorge Caballero, Alberto Cabezón, Héctor Cáceres, José Caracci, Rebeca Castro, Ana Cortés, Danitza Rodríguez de Isamit, Fernando Daza, Haroldo Donoso, Augusto Eguiluz, Hipólito Eyraud, Exequiel Fontecilla, Gonzalo Tito González, Emilio Hermansen, Carlos Isamit, Laureano Guevara, Aristodemo Lattanzi, Armando Lira, Enrique López, “Magalo” Ortiz de Zárate, Humberto Martínez, Alfredo Melossi, Sergio Montecino, Flor Orrego, Carlos Ossandón, Francisco Otta, Matilde Pérez, José Perotti, Aída Poblete, Daniel Ramos, Pedro Reszka, Israel Roa, Samuel Román, Arturo Valenzuela, Raúl Vargas, Miguel Venegas Cifuentes, Ramón Vergara Grez, Humberto Zorrolla, Raúl Santelices, Luis Strozzi y Luis Torterolo. 112 En esta variopinta selección nacional se consideraron desde artistas consagrados y maestros notables de la Escuela de Bellas Artes hasta algunos nombres que, en esta perspectiva de tiempo, se nos presentan si no como desconocidos, al menos como artistas de una limitada significación y trascendencia. Ni los “sorprendidos en su buena fe”, pertenecientes a grupos generacionales de la década de los veinte y treinta y en cuya nómina encontramos a figuras muy relevantes en la historia del arte nacional; ni (todavía menos) el grupo de los artistas autores del manifiesto, integrado por las generaciones más jóvenes y, algunos de ellos, con una mayor compromiso político, acogerán la invitación del gobierno franquista para las bienales posteriores; la II Bienal, realizada en La Habana, y la III versión del certamen, en Barcelona. En los catálogos oficiales de ambas muestras no hay antecedentes de la participación de artistas nacionales. Apontamentos sobre as relações entre a crítica institucional e o feminismo nas poéticas de Kolbowski, Fraser e Guerrilla Girls ANA CAROLINA LIMA CORRÊA* Y EMERSON DIONISIO GOMES** RESUMO O presente trabalho intenta perscrutar o campo de sentido de obras das artistas Andrea Fraser, Silvia Kolbowski e do coletivo Guerrilla Girls, vinculadas à área de crítica institucional dos anos 1980. Realiza-se uma análise das estratégias poéticas que perpassam as obras no tocante à intersecção da crítica institucional com a crítica feminista, intentando compor modos de aproximação que evidenciem as distinções entre as poéticas. ABSTRACT This paper aims to analize the works of the artists Andrea Fraser, Silvia Kolbowski and the collective Guerrilla Girls, related to the area of institutional critique of the 1980s. It is realized an analysis of poetic strategies that pervade the works, regarding the intersection of institutional critique to feminist criticism, attempting to compose modes of approach that emphasizes the distinctions between the poetics. Os trabalhos das artistas Andrea Fraser, Silvia Kolbowski e do coletivo Guerrilla Girls são permeados por questões como as relações de poder institucionais e discursos hegemônicos no meio artístico, sendo abordadas a partir de uma perspectiva política explícita. Busca-se nesse artigo empreender uma análise que não estabeleça uma unidade poética entre os trabalhos, mas que possa compor modos de aproximação e distinção entre suas poéticas, entendidas no locus em que a crítica institucional é compreendida comouma crítica feminista em termos de articulação conceitual. * ** Ana Carolina Lima Corrêa. Universidade de Brasília – IdA/VIS. Emerson Dionisio Gomes. Universidade de Brasília – IdA/VIS. As Guerrilla Girls são um coletivo feminista norte-americano, fundado no anonimato de suas componentes, em atuação desde 1985, que é composto por membros que assumiram nomes de artistas falecidas como Käthe Kollwitz, Frida Kahlo, Eva Hesse e Anaïs Nïn, utilizando-os como pseudônimos. A partir dos anos 2000, diversas colaboradoras do coletivo uniram-se a membros antigos e criaram as “Guerrilla Girls on Tour” e as “Guerrilla Grils Broadband”, grupos independentes que tem o foco em ações teatrais e ações ativistas pela internet, respectivamente. Uma das marcas do grupo é a utilização de máscaras de gorila em aparições públicas, que possui relação com o anonimato das artistas, devido à possibilidade das ações políticas do coletivo interferirem nas carreiras individuais. Por meio do uso das máscaras, o coletivo reivindica 113 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte a animalidade no que ela tem de agressivo, desconjuntando o estereótipo da sensualidade feminina ao misturar as máscaras com peças comuns do vestuário feminino. Nesse sentido, convém destacar o trocadilho relativo à sonoridade das palavras Guerrilla/Gorilla. A crítica às instituições de arte –museus de arte, galerias, bienais– é a tônica do conjunto da obra. A atenção dirige-se às hierarquias institucionais ligadas ao gênero e raça no meio artístico por meio de cartazes, livros, workshops e diversas ações. Os museus e suas práticas são a questão abordada na obra Guerrilla Girls Code of Ethics of Art Museums (1989)1, que consiste em um irônico código moral para museus em formato de pôster, distribuído para diversos museus dos Estados Unidos2. A estratégia poética do coletivo, à maneira de outros trabalhos, consiste na utilização do humor e da ironia, tendo como metodologia a criação de imagens paródicas. O texto do pôster foi elaborado em inglês arcaico, cujo fundo assemelha-se à uma superfície de pedra, guardando relação com os primeiros códigos morais humanos: [...] VII. If thou art an Art Collector sitting on the Acquisitions or Exhibitions Committee, thou shalt useth thy influence to enhance the value of thine own collectIon not more than once a year [...]3. No código, composto por dez termos, as Guerrilla Girls ocupam-se das políticas de exclusão e inclusão das mulheres artistas ao longo da história, bem como de outras minorias como mulheres e homens negros/as questionando a composição dos acervos de museus em relação a questões de gênero e raça. 1 “Código de Ética para Museus de Arte das Guerrilla Girls” (tradução livre). 2 Site Oficial Guerrilla Girls. Disponível em: http://www.guerrillagirls.com/posters/codeofethics. shtml; acesso em junho de 2013. 3 “VII. Se tu és colecionador de arte com acento no Comitê de Exibições ou Aquisições, não usarás tua influência para aumentar o valor da tua própria coleção não mais do que uma vez por ano” (tradução livre). 114 Em seu décimo termo constam os seguintes dizeres: X. Thou shalt admit to the Public that words such as genius, masterpiece, priceless, seminal, potent, tough, gritty and powerful are used solely to prop up the Myth and inflate the Market Value of White Male Artists4. Pode-se perceber a ironia em relação à constituição de discursos críticos e curatoriais, bem como a recorrência dos termos citados, que são especialmente relacionados a trabalhos de artistas homens e sua consequente valorização mercadológica. Destaca-se o papel dos museus como instituições influentes no mercado de arte pela aquisição de obras para composição de acervo, ação que confere mais valor à obra dos/as artistas. A ironia das Guerrilla expõe o modo como os discursos institucionais operam, sendo o ato da crítica aos museus de arte a própria prática artística. O trabalho do coletivo realiza a denúncia de práticas escusas e omissões de agentes do meio artístico como curadores/as, artistas, coledionadores/as, historiadores/as da arte, que são visibilizadas em outdoors, panfletos e performances do grupo. A crítica institucional opera por meio da leitura e análise do sistema da arte, no tocante à produção artística, história da arte, espaços de difusão, apresentação, venda e exibição da arte como museus e galerias. As obras desse gênero seriam site-specific no sentido de operarem em uma logística conceitual do contexto cultural5, partindo de um entendimento profundo de dinâmicas precisas do meio no qual estão inseridas. Andrea Fraser, performer norte-americana de origem porto-riquenha, é artista amplamente reconhecida por seu trabalho na crítica institucional desde os anos 1980. 4 “Admitirás para o público que palavras como gênio, obra-prima, valor inestimável, seminal, potente, forte, enérgico, corajoso são usadas unicamente para sustentar o mito e inflar o valor de mercadode artistas homens brancos” (tradução livre). 5 Kwon, M.: Um lugarapós o outro: anotações sobre sitespecificity. October 80, 1997: 85-110. Apontamentos sobre as relações entre… / Ana Carolina Lima Corrêa y Emerson Dionisio Gomes Pierre Bourdieu, no prefário do livro da artista intitulado Museum Highlights6 (2007)7, compilação de seus escritos, aponta que o trabalho de Fraseré capaz de “[...] trigger a social mechanism, a sort of machine infernale whose operation causes the hidden truth of social reality to reveal itself”8. Em seu trabalho, como pertinentemente aponta o sociólogo, Fraser emula o funcionamento do sistema da arte, evidenciando práticas e protocolos que o permeiam tais como as formas litúrgicas no modo de descrever um objeto artístico, abordadas em sua notável performance Museum Highlights (1989). Nessa obra, a artista conduz uma visita guiadapelo Philadelphia Museum of Art, sob o pseudônimo de Jane Castleton, empregando vocabulário pomposo ao descrever a cafeteria do museu e um simples bebedouro de água9. Em 2003 com Official Welcome, a artista coleta discursos de críticos, artistas e público durante premiações de arte e os combina em um discurso de 30 minutos, proferido em uma tribuna. Em certo ponto de seu discurso, a artista fica paralizada e depois fala a frase: “I’m not a person today. I’m an object in an artwork”10. A ação de desnudar-se funciona como um elemento de distúrbio na fala protocolar e ritualizada em que sua nudez adquire uma tônica espetacular, seguida de aplausos do público. Em entrevista para a Artforum, Fraser (2003) realiza aproximações entre o feminismo e a crítica institucional: Feminism not only provided institutional critique with a critical object. More important, it provided a practical methodology. In the context of paradigms of site-specificity defined by physical, urban, architectural, 6 “Destaques do Museu” (tradução livre). 7 MIT PRESS. Disponível em: http://mitpress.mit.edu/ books/museum-highlights, acesso em 5 de julho de 2013. 8 “[...] desencadearum mecanismo social, uma espécie de máquina infernalecuja operaçãofaz com que seja revelada averdade ocultada realidade social” (tradução livre). 9 F o n t e : h t t p : // w w w . p h i l a m u s e u m . o r g / exhibitions/2006/257.html. 10 “Hoje eu não sou uma pessoa. Eu sou um objeto em um trabalho de arte” (tradução livre). geographical, or geological spaces and places, the constitutive sites of feminist practice were above all the body and the political, social, sexual, and intersubjective relations in which that body exists: a kind of “relational specificity” that I see as fundamentally feminist. But what I found most radical about feminist site-specificity was less its substantive reformulation of “site” than the reflexivity demanded by its relational turn. I understood “The personal is political” above all as a call for a relationally specific practice of critical self-reflexivity. And for me it mandated an institutional critique that engaged the body within institutions as a gendered body, and the subject of institutional discourse as a sexed subject, but a subject whose desires and fantasies and even whose body itself are constructed within that institution11. Nessa ótica, a artista aponta para o caráter de site-specific de seu próprio corpo, afirmando que a crítica institucional estaria imbuída de duas dimensões discursivas específicas: o corpo da artista (o contexto do corpo socialmente designado como feminino) que se somaria ao contexto da obra, destacando o caráter de especificidade relacional desse corpo em atrito com as instituições como um corpo sexuado. A partir dos anos 1960 e 1970 uma série de artistas como Carolee Scheemann, Ana Mendieta, Yoko Ono, cujos trabalhos expõem questões ligadas à 11 Fraser, A. et al.: Feminism and Art: 9 Views. Artforum, October, 2003. Disponível em: <http://artforum.com/ inprint/id=5492>. Acesso em 1 de maio de 2013, 4 “O feminismo nãosó forneceu à crítica institucional um objecto crítico. Mais importante, ele forneceu uma metodologia prática. No contexto dos paradigmas de especificidade do local definidos pelo físico, urbano, arquitetônico, geográfico ou espaços e lugares geológicos, os locais constitutivos da prática feminista eram, sobretudo, o corpo e as relações políticas, sociais, sexuais e relações intersubjetivas em que o corpo existe: uma espécie de “especificidade relacional”, que eu vejo como fundamentalmente feminista. Mas o que eu achei mais radical sobre a especificidade do local feminista foi menos a sua reformulação substancial do “local” do que a reflexividade exigida por sua relacional. Eu entendi “O pessoal é político”, acima de tudo como uma chamada para uma prática relacional específica de crítica de auto-reflexividade. E, para mim, determinou uma crítica institucional que envolveu o corpo dentro das instituições como um corpo com gênero, e o sujeito do discurso institucional como sujeito sexuado, mas um sujeito cujos desejos e fantasia se até mesmo cujo próprio corposão construídos no interior dessa instituição” (tradução livre). 115 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte feminilidade, passam a realizar performances, interesse que pode ser justificado em grande medida justamente pelo caráter particular desse corpo em sua especificiade que agregava densidade simbólica. Em suas obras Fraser torna-se produto, objeto sexual que desvela projeções de desejos ligados ao seu corpo e à imagem da/do artista, como em Untitled (2003), em que trajando umvestido vermelho e tendo em mãos uma bebida, tem relações sexuais com um colecionador particular por cerca de uma hora. Fraser (2003) situa a origem de seu interesse na crítica institucional às considerações teóricas de Griselda Pollock, historiadora de arte: I see my work in the ’80s as very much an effort to integrate the performative and interventional dimensions of feminist work from the ’70s into an engagement with the construction of femininity and female subject positions within discourse, representation, and, above all, institutions. My attraction to institutional critique had everything to do with what Griselda Pollock has described as the gendered myths, values, assumptions, silences, and prejudices that underlay the institutional inscription of artistic subjects and works. I understood institutional critique as a feminist practice, not only in terms of the politics of inclusion and exclusion, but in terms of the hierarchical systems of classification that mandate exclusion, and of the monopolies on definitions of legitimate culture and cultural legitimacy that empower exclusion12. 12 Andrea Fraser, op. cit., p. 4 “Eu vejoo meu trabalhona década de 80 muito mais como um esforço para integrar as dimensões performativa e intervencionista do trabalho feminista dos anos 70 num compromisso com a construçãoda feminilidade eposições de sujeito do sexo feminino no discurso, representação, e, acima de tudo, as instituições. Minha atração à crítica institucional estava conectada com o que Griselda Pollock descreveu como os mitos de gênero, valores, suposições, silêncios, e os preconceitos que sustentaram a inscrição institucional de disciplinas artísticase obras. Compreendia crítica institucional como uma prática feminista, não só em termos das políticas de inclusão e exclusão, mas em termos de sistemas hierárquicos declassificação que ordenam a exclusão e dos monopólios sobre as definições de cultura legítimae legitimidade cultural que empoderam a exclusão” (tradução livre). 116 Fraser, portanto, coloca a questão primordial dos sentidos de sucessivas práticas de exclusão que se dão por via dos discursos, representações e das instituições artística em uma densa trama. Ela elabora sua poética partindo de uma profunda prática de pesquisa do sistema artístico e dos discursos que subjazem e fomentam a criação das obras e as narrativas correntes sobre as mesmas, bem como seus modos de visibilidade. Seu trabalho, portanto, é o de remover e expor distintas camadas discursivas a partir da compilação dos discursos de agentes do meio artístico, estratégia comum em diversos de seus trabalhos, à exemplo da mencionada performance Official Welcome (2003). Em outra performance, intitulada Little Frank and His Carp (2001), a artista realiza uma crítica à adoção de um repertório vocabular erotizado típico do turismo e do marketing que são utilizados na narração descritiva da arquitetura do Guggenheim Museum Bilbao (Espanha). Munida dos audio guides do museu, Fraser leva ao limite a relação erotizada sugerida, interagindo seminua com a arquitetura do museu. Em relação aos signos e códigos do corpo em performance Glusberg afirma que: [...] o corpo se tornou tão natural que nós já não reconhecemos um gesto como um ato semiótico, nós o tomamos simplesmente como um ato do dia-a-dia. Então para, re-converter o corpo em signo torna-se necessária a montagem de um aparato de desmistificação da ordem cultural e é a arte que tem a chave mestra desta operação13. [...] as performances realizam uma crítica às situações de vida: a impostura dos dramas convencionais, o jogo de espelhos que envolve nossas atitudes e sobretudo a natureza estereotipada de nossos atos e ações [...] ruptura com os padrões tradicionais do viver (que também implica uma denúncia) [...]14. Nesse ato de desmistificação da ordem cultural, o corpo em performance revive a consciência dos gestos, sendo a performer signo de si mesma. 13 Glusberg, J.: A arte da performance. São Paulo: Editora Perspectiva, 2009, p. 76. 14 Ibíd., p. 72. Apontamentos sobre as relações entre… / Ana Carolina Lima Corrêa y Emerson Dionisio Gomes Nesse sentido, nas ações da performance estão em um íntimo diálogo com a ordem cultural. Por via de seu corpo Fraser torna presente esse corpo social e seus códigos, pensando-o como local de produção de discursos ao demarcá-lo como um espaço da identidade. Pelo uso de seu corpo delimita-se a localização desse sujeito, seu modo de enunciação e suas particularidades. A performance convoca esse corpo, em sua especificidade, ao tensionar as instituições. Segundo Coutinho (2009), a teoria feminista elencou a experiência de vida ordinária, o âmbito auto-biográfico e questões do íntimo como motivadores da produção em artes visuais, abarcando questões referentes à representação e modos de ver, tendo apartir dos anos 1970 criado: [...] uma tendência onde a experiência pessoal, os desejos, anseios, frustrações, passam a objeto estético. Como manobra de fortalecimento do protagonismo como sujeitos sociais, a maternidade, a menstruação, o parto, o casamento, os rituais e ícones do feminino, os conceitos de feminilidade, a sexualidade, o próprio corpo, bem como os conflitos existentes entre ser mulher e artista, artista e mãe, passam a assunto de obras de arte15. Os trabalhos de Silvia Kolbowski parecem ter uma relação com a busca da dimensão privada, pelo fato de ter enquanto estratégia a elaboração decompilações, seja de escritos, falas ou depoimentos. Kolbowski faz uso de diversos relatos e, a partir desse tom individual, relaciona-o com uma maneira mais sutil percepção do mercado, destrinchando os mecanismos de controle do Estado, bem como questões sobre democracia norte-americana e a política internacional. A artista decompõe a política a partir de narrativas de intimidade. Em Dear Silvia... July 2009 (2009), a artista realiza uma compilação de de e-mails que foram enviados por organizações não-governamentais e sem fins lucrativos, relacionados à questões da 15 Coutinho, A. S.: Poéticas do Feminino/Feminismo na Arte Contemporânea: Transgressões para o Ensino de Artes Visuais em Escolas. Tese de Doutorado, Universidade do Minho, 2009, p. 45. democracia norte-americana16. A correspondência inclui assuntos como: a questão de alimentos orgânicos, a participação do exército americano no guerra do Afeganistão, a reforma do sistema público de saúde norte-americano e o casamento igualitário. Todos os e-mails são lidos por uma menina de doze anos17 e iniciam-se com “Dear Silvia”18. A obra evidencia a teia de participação de indivíduos em estratégias de articulação política que se encontram além do sistema representativo como em mobilizações coletivas online por meio de abaixo-assinados. Pode-se pensar nas dinâmicas da democracia representativa e em sua eficácia em termos de representatividade política: até que ponto as demandas coletivas são encaminhadas, atendidas? Quais as possibilidades de diálogo entre um/a parlamentar e o seu eleitorado? A particularidade dos relatos ou itens pessoais encenam uma lógica das dimensões de reverberação das grandes dinâmicas sociais e sua relação com o íntimo a partir da exposição da correspondência virtual da artista. Kolbowski explora dinâmicas de sutileza também em sua obra A Few How ls Again (20092010)19, em que se utiliza dos escritos da jornalista Ulrike Meinhof que integrava a RAF (Red Army Faction)20, mais popularmente conhecido como Baader-Meinhof, grupo político armado de extrema esquerda da Alemanha, fundado no final dos anos de 1960. Através da intimidade de Meinhof, vista em seus escritos, além de comentários sobre a militante, a artista cria uma instalação que conta um vídeo em stop-motion e reproduções do trabalho October 18, 1977 (1986) de Gerard Richter que foram baseados na foto 16 Fonte: http://www.silviakolbowski.com/projectDetail. cfm?id=20. 17 Fonte: http://www.silviakolbowski.com/projectDetail. cfm?id=20. 18 “Querida Silvia” (tradução livre). 19 “Alguns Uivos Novamente” (tradução livre). 20 “Facção Exército Vermelho” (tradução livre). 117 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte de jornal da morte de Meinhof, que também integra a exposição21. A instalação congrega visões distintas desse fato historico obscurecido pelo rótulo: “Mention of my name is always accompanied by the word ‘terrorist’”22. Kolbowski, ao dispor desses elementos para compor sua instalação, convoca a abordagem midiática dos fatos, a interpretação de Richter e a combinação poderosa do vídeo feito a partir de fotografias baseadas na imagem de Ulrike, combinadas com os escritos da jornalista e sobre ela. A situação de controle de corpos realizada pelo Estado, bem como os processos de criminalização, a opinião popular, as dúvidas a respeito das circunstâncias da morte da militante –se por suicídio ou assassinato na prisão– tudo é combinado em distintas percepções desse fato histórico reelaborado. O slow-motion que consta na instalação é inquietante, como se devolvesse a vida de Meinhof por meio de uma imagem e de seus escritos em um ressurgimento do passado. As frases da militante ajudam a pontuar esse estranhamento, emulando vozes que, em seu tom particular, incomodam a ordem dos discursos legitimados e historicamente reconhecíveis. O filósofo Jacques Rancière postula a arte como sendo motivadora de novas formas de vida, propondo que ela seja não uma explicação do mundo e da realidade, recusando o caráter instrucional de modos de fazer arte política, e pensando as práticas artísticas como a transposição da realidade para uma dimensão do sensível23. Creio que Kolbowski realiza esse processo com propriedade, devolvendo a dureza do fato histórico e a violência para uma dimensão do sensível, criando essa instalação que faz ressurgir os uivos (howls) novamente, 21 Fonte: http://www.silviakolbowski.com/projectDetail. cfm?id=20. 22 “A menção ao meu nome é sempre acompanhada da palavra “terrorista” (tradução livre). 23 Rancière, J.: A partilha do sensível: estética e política. São Paulo: Editora 34, 2009. 118 em uma recontextualização da imagem de Meinhof. Despontam das produções das mencionadas artistas questões como representação, discursos históricos e relações de poder a partir das instituições. As estratégias poéticas remanescem como sendo distintas, pluralizadas, compreendendo um amplo espectro em que se situamo humor sarcástico, explícito e evidente caráter satírico; bem como um tom intimista, densoe sóbrio também possível dentro da crítica institucional. Convém lembrar das colocações de Fraser sobre a constituição do corpo dentro das instituições como sendo prioritariamente a contribuição de um modo de fazer crítica institucional em uma perspectiva feminista. O feminismo em Artes Visuais ou uma Arte Feminista, não pressupõe um modus operandi específico, não se constituindo como “movimento” em termos estritos, mas sim como um processo de aglutinação que ocorre pela escolha da temática e não por um modo exclusivo de abordagem. As poéticas analisadas possuem a especificidade do contexto de inserção e produção norte-americano. As obras selecionadas foram elaboradas a partir de uma profunda reflexão sobre o contexto político e social no qual estão inseridas, como no caso das mencionadas obras de Kolbowski que visibilizam discursos de um cenário político norte-americano, retomando a questão da mencionada especificidade contextual da crítica institucional. Tal característica indica a pertinência da elaboração de uma investigação sobre as estratégias poéticas de artistas brasileiras que certamente engendram seu trabalho a partir de um distinto painel político, social e artístico. COLECCIONISMO Y MERCADO Collecting (across) cultures. Cartographic Exotica in “Tabula Geographica Regni Chile” (1646) CATHERINE E. BURDICK* ABSTRACT Alonso de Ovalle’s map “Tabula Geographica Regni Chile” (Rome, 1646) served in part to engage the early modern European impulse to gather up New World nature in gardens, zoos, pharmacies, curiosity cabinets, and in art collections. This case study frames cartography within the context of the Spanish fascination for collecting that served as the foundation for the earliest Spanish museums. It aligns the practice of procuring novel botanies and beasts ‘across cultures’ with the imperial activity of gathering distant colonies, and explores the potential for colonial cartographies to fuse these related practices. I propose that Ovalle’s map interfaced with colonial-era collection practices across three distinct spheres: as an object of interest, as a prospector’s view of resources, and as a visual summation of a colonial territory. RESUMEN El mapa de Alonso de Ovalle, “Tabula Geographica Regni Chile” (Roma, 1646) sirvió en parte para enganchar el impulso europeo moderno para recoger la naturaleza del Nuevo Mundo en sus jardines, zoológicos, farmacias, colecciones de curiosidades, y en galerías de arte. Este estudio posiciona a la cartografía en el contexto de la fascinación española por recopilar, que sirvió de base para los primeros museos españoles. Se alinea la práctica de la adquisición de nuevas botánicas y animales a través de las culturas con la actividad imperial de coleccionar colonias distantes, y explora la capacidad de las cartografías coloniales para fusionar estas prácticas. Propongo que el mapa de Ovalle sea una interfaz con las prácticas del coleccionismo colonial en tres esferas: como un objeto de interés; como la visión de recursos exóticos; y como resumen visual de un territorio colonial. A longside Spanish imperial expansion in the Americas during the sixteenth and seventeenth-centuries, a thriving Iberian market developed for New World commodities, notably for precious metals, novel exotica, and naturalia with pharmaceutical properties. As a likely consequence of this expansion, European collections of New World objects in curiosity cabinets, zoos, aviaries, and gardens came into * Catherine E. Burdick. Investigadora Postdoctoral. Pontificia Universidad Católica. Centro del Patrimonio Cultural y Facultad de Arte. the fore, and would later serve, along with objects brought from other colonies, as the foundations of European museums (Figure 1). Furthermore, artistic and cartographic representations of trans-Atlantic exotica found their way into the Habsburg galleries and libraries. It had become vital for colonies, when soliciting the Crown in support of New World agendas, to broaden the scope of their petitions beyond acquiescence: the necessity was to appeal to contemporary tastes, to engage diverse collectors, and to sustain the increasing demand of consumers for American luxury goods. This was even truer in the mid 121 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte seventeenth century, when an economic crisis made it critical for Philip IV to expand Spanish commercial activities. With this aim in mind, Habsburg representatives pioneered empirical techniques intended to document the novel resources of American colonies, and these practices were taken up by mestizos and criollos in recording their homelands for the benefit of the King. This study is devoted to one such work, the largerand more detailed “Tabula geographicaregni Chile” (1646) (Figure 2), one of two related cartographies of Chile that werecreated and published in Rome. Its Jesuit author, Alonso de Ovalle, appeared before Philip IV and his Consejo de Indias on various occasions during the 1640’s with petitions of assistance for missionaries, and attempted to persuade the Crown that his homeland contained valuable resources that might “extremely increase the wealth of (Spain)”1. During the eight years that Ovalle resided in Spain and Rome as Chile’s general procurator (16421650), he presented corroborating evidence for Chile’s natural merit in various media that would have appealed to diverse European collectors of New World naturalia2. Keeping in mind Spain’s dire economic situation in the mid-seventeenth century, one set of evidence stands out: upon his arrival to Seville Ovalle presented the king with nuggets of Chilean gold “to be touched”, and his subsequent map of Chile showed the distribution of precious metals throughout the territory. For Philip IV, Ovalle’s gold would have called to mind not only wealth, but also the precious metals and marvelous curiosities collected by Spain from its colonies, including the exotica brought 1 Ovalle, A.: Histórica Relación del Reino de Chile. Rome: Francesco Cavalli, 1646, p. 10 2 The life of Alonso de Ovalle (1601-1651) was characterized by an elite criollo upbringing, a classical education, and a Jesuit calling. In 1640, he was appointed as Chile’s first procurador general in Spain and in Rome, charged with delivering petitions to the Crown and fundraising to support Chilean missions. Hanisch, W.: El Historiador Alonso de Ovalle. Universidad Católica Andrés Bello, Caracas. 1976 122 by Hernán Cortés that was stored in the royal guarda joyas at the Alcázar Palace. Ovalle’s gold, ogetherwith its mapped dispersion in the “Tabula geographica regni Chile” (hereafter, “Tabula geographica”), presents new questions regarding the relationships between collectible objects from the New World and the cartographies that depicted them. In addition, across the southern cone of South America, described from Chile’s northern border with Peru south to Tierra del Fuego, Ovalle showed the flora and fauna that Spain might gather and commercialize. Scholars have asserted that the discovery of the Americas and subsequent documentation of its natural marvels were the most important factors contributing to the European vogue for the novel and the marvelous, and certainly maps of exotic nature would have fed the European urge to collect for curiosity, prestige, science, and medicine3. Ultimately, through parallel examinations of Ovalle’s cartographic iconography and early modern Spanish collection practices in the era of the Planet King, this study seeks to situate the Spanish obsession for collecting American nature within colonial mapping practices. COLLECTING NEW WORLD OBJECTS IN EARLY MODERN SPAIN Studies have linked the Spanish ‘passion for possession’ of exotic naturalia with emerging empiricism as well as with the fortification of power and the darker expropriation of indigenous lands4. In addition to gold, the flora and 3 Bleichmar, D. and Mancall, P. (Eds.): Collecting Across Cultures. Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 2011; Smith, P. and Findlen, P. (Eds.): Merchants and Marvels: Commerce, Science, and Art in Early Modern Europe. Routledge, New York and London: 2002; Elsner, J. and Cardinal, R. (Eds.): The Cultures of Collecting. Cambridge, MA: Harvard University Press, 1994. 4 Kagan, R. and Schmidt, B.: “Maps and the Early Modern State: Official Cartography”. History of Cartography in the European Renaissance, Vol. 3 p. 1, Woodward, D. (Ed.): Chicago and London: University of Chicago Press, 2007, Collecting (across) cultures. Cartographic Exotica in “Tabula… / Catherine E. Burdick fauna extracted from New World colonies and gathered in Spanish collections, gardens, and aviaries were among the most captivating objects available in Europe. Spanish cosmographers, explorers, and Jesuits had all brought back not only information from the New World, but also seeds and cuttings, as well asliving and stuffed beasts. In addition, medical experts had located New World material medica and had tested and recorded healthful benefits. Yet these gathering practices have been only tenuously linked in scholarship to the cartographies that made the Americas visible to Iberian colonizers5. Using Ovalle’s map “Tabula geographica” as a case study, this project seeks to link the transatlantic amassment of natural objects for commerce and curiosity in early modern Spain more closely with the debate regarding the nature of cartography6. As an inventory of Chilean natural wealth, Ovalle’s map interfaced with early modern Spanish collection practices across three spheres: as a map, “Tabula geographica” was itself a collectible; it offered a prospector’s view of natural resources for collection and commerce; and it constituted a visual summary of a ‘collectible’ colony. Historians of both art and cartography have noted that colonial maps encoded agendas and p. 661; Keber, E. Q.: “Collecting Cultures: A Mexican Manuscript on the Vatican Library”. Reframing the Renaissance, Farago, C. (Ed.). New Haven and London: Yale University Press, 1995, pp. 229-242. 5 6 Maps and geographic images are shown to have been closely tied to policy-making in sixteenth and seventeenth-century Spain. Parker, G.: “Maps and Ministers: The Spanish Hapsburgs”. Monarchs, Ministers, and Maps, The Emergence of Cartography as a Tool of Government in Early Modern Europe, Buisseret, D. (Ed.). Chicago and London: University of Chicago Press, 1992, pp.124-52; Kagan, R. L.: Spanish Cities in the Golden Age: The Views of Anton van den Wyngaerde. Berkeley and Los Angeles: University of California Press, 1989. The present study follows a school of critical cartography in which maps are seen as instruments that produce rather than reproduce terrain. Harley, J. B.: The New Nature of Maps: Essays in the History of Cartography. Laxton, P. (Ed.). Baltimore: Johns Hopkins University Press, 2001; Harley, J. B. and Woodward, D. (Eds.): The History of Cartography. Vol. 1. Chicago and London: University of Chicago Press, 1987. enabled the Spanish Habsburgs to envision, and hence to master, their colonies. Few, however, have aligned collection practices, inclusive of scientific and commercial interests, with cartographies of the places where these activities occurred. Foremost among them is historian George Tolias, who observed thatmap making and collecting are similar activities that manifest mastery of the world7. The microcosms that were arranged using exotic objects clearly have commonalities with the schematic cartographic representations of the places from which such objects originated. COLLECTING CARTOGRAPHY UNDER PHILIP IV In early modern Spain, Ovalle’s map was a collectible object in its own right. By the reign of Philip IV, such cartographies were understood to be the carriers of highly sensitive geographic knowledge, and as such were sheltered from enemy hands in state institutions8. Yet despite this environment of secrecy, maps were critical to the identity of aruler dubbed the Planet King. In fact, Philip IV had spent his formative years in an atmosphere that had celebrated maps as expressions of Habsburg imperial power. It has been argued that the cartographic programs commissioned by his grandfather, Philip II, to adorn the great halls and throne rooms of Spanish palaces formed an aggrandizing ‘theater’ and a portrait of the world which Philip IV was to inherit9. 7 Tolias, G.: “Maps in Renaissance Libraries and Collections”. History of Cartography, Vol. 3, p. 1. Chicago and London: University of Chicago Press, 1987, p. 640. 8 María M. Portuondo provides a description of the cosmographic requirements of the Casa de Contratación, which mandated the production of sea charts and related maps, and the Consejo de Indias, which stored the maps and inventories of human and natural resources of the Indies produced by royal cosmographers. Portuondo, M. M.: Secret Science: Spanish Cosmography and the New World. Chicago: University of Chicago Press, 2009. 9 Maps and city views of colonies were fashionably hung or painted on the walls of Spanish courts to ‘beautify’ 123 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte During his own reign, Philip IV (r. 1621-1665) maintained map collections in his palace libraries. Visitor accounts of the Alcázar and Escorial libraries highlighted collections of city views, maps, globes, atlases and cosmographies10. Furthermore, Philip IV commissioned thecity views by Pedro Texeira that were said to have adorned the entrance to the Alcázartower library11. Given limited geographical knowledge of Chile in the mid-seventeenth century, Ovalle’s comprehensive map of Spain’s most remote colony would havebeen a welcome addition to the royal libraries. CARTOGRAPHY FOR SPANISH COLLECTION AND COMMERCE It takes little imagination to understand that the collection of natural resources was one benefit and privilege of laying claim to a colony, and the cartographies that described such resources for the king made this relationship implicit. Spanish kings had long used cartography to assess and to remind visitors of the prestige of their owner.The Great Hall of the Alcázar boasted panoramas of cities by Anton van den Wyngaerde, and the throne room of the Escorial was adorned with 70 maps from Abraham Ortelius’s1570 Theatrumorbis terrarium. Furthermore, a prized tapestry sequence celebrating Charles V’s conquest of Tunisia in 1535 opened with a map of the Spanish empire. Kagan, R. (Ed.): Ciudades del Siglo de Oro: Las Vistas Españoles de Anton Van den Wyngaerde. Madrid: Ediciones El Viso, 1986. 10 11 Corducho, V.: Diálogos de la pintura, su defensa, origen, essencia, definición, modos y diferencias al gran monarca. Madrid: Fr. Martínez, 1633, pp. 154, 148; Santiago Páez, E.: “Las Bibliotecas del Alcázar en Tiempos de los Austrias”. El Real Alcázar de Madrid: Dos Siglos de Arquitectura y Coleccionismo en la Corte de los Reyes de España. Checa, F (Ed.). Madrid: Editorial Nerea, 1994, pp. 318-343. For a description of the royal library at the Escorial, see: Portuondo M. M.: “The Study of Nature, Philosophy, and the Royal Library of San Lorenzo of the Escorial”. RenaissanceQuarterly, 63:4, 2010, p. 1111. Pereda, F.: “Un Atlas de Costas y Ciudades iluminado para Felipe IV: ‘Descripción de España y de los Costas y Puertos de sus Reynos’ de Pedro Texeira”. Pereda, F. and Marías, F. (Eds.): El Atlas del Rey Planeta: La ‘Descripción de España y de los Costas y Puertos de sus Reynos’ de Pedro Texeira (1634). Madrid: Editorial Nerea, 2002. 124 exploitable resources in their colonies; as Pedro Cieza de León had reminded the king of Spain in about 1556, who else but the Spanish cosmographer might record the unknown birds, animals and plants of the Indies?12 Conceptually, both activities held much in common; early modern map-makingand the amassment of New World exotic nature both constituted parallel attempts to miniaturize the world, and to thereby accumulate, organize, and appropriate it13. Furthermore, in Habsburg Spain, both activities were routinely transformed into instruments of the state for the benefit and aggrandizement of the Crown14. Cartography was also reflected within the structures of collections themselves, as geography had evolved as one possible organizational framework for arranging novel beasts, plants and objects that comprised gardens and zoos, Wunderkammern, and the shelves of curiosity cabinets. In antiquarian collections, maps or globes were arranged with items from mapped regions, with the result that historical materials and events could be traced in space15. Although botanical gardens were typically arranged in beds according to plant properties, imported New World flora was often grouped together in a separate section labeled ‘aloes’ or ‘American plants’16. Spanish curiosity cabinets were influenced by Italian predecessors, which emerged as a way to evoke a world view and to “generate a 12 “¿[Q]uién podrá decir las cosas grandes y diferentes que en él son…tantas aves y animales, árboles y peces tan diferentes y (sic) ignotos?”. Cieza de León, P.: La crónica de Perú. Manuel Ballesteros (Ed.). Madrid: Dastin, 2000 [ca. 1556], p. 56. 13 Tolias, op. cit., p. 640. 14 Buisseret, D. (Ed.): Monarchs, Ministers, and Maps: The Emergence of Cartography as a Tool of Government in Early Modern Europe. Chicago: University of Chicago Press, 1992; Parker, G. (Ed.): El Éxito Nunca es Definitivo: Imperialismo, Guerra, y Fe en la Europa Moderna. Madrid: Taurus, 2001, p. 101. 15 Tolias, op. cit., pp. 638, 657. 16 For instance, an inventory of 1723 for an Italian botanical garden included a ‘vaporarium’ for American plants and a ‘platea’ for aloes. Tilli, M. A.: Catalogus plantarum Horti Pisani. Florence: 1723, Nº 4, p. 11. Collecting (across) cultures. Cartographic Exotica in “Tabula… / Catherine E. Burdick harmonious vision which enabled one to recall the whole of art and nature”17. Cosimo I de’ Medici’s Guardaroba Nuova was a guiding Italian curiosity cabinet that was literally organized with the aid of cartography. Giorgio Vasari had designed the walnut cabinets that housed this collection, including themaps that were painted on its doors to designate the origins of the objects to be grouped within. Framing each map were images of the plants and animals native to the depicted region, perhaps as a suggested inventory of items to be exhibited inside18. Through this arrangement, the cabinet linked the colonial map to collectible resources, both depicted and actual, and even inferred Cosimo I’s right to access and take ownership of these objects. Similarly, Ovalle’s “Tabula geographica”, dedicated to Philip IV, Implied the Spanish Crown’s dominion over the Chilean objects depicted on it. Regional fauna are well represented, and may have reminded the king of the trees that had been imported from Chile in 1578 and relocated to the royal garden of the Alcázar Palace19. The most unusual of Ovalle’s trees is undoubtedly the arboreal crucifix, which he mapped and illustrated in his text Histórica Relación del Reyno de Chile. This miracle of the Chilean landscape resonated with the marvels of nature celebrated in Europe, such as anthropomorphic turnips and crucified men in cabbage stems (Figure 3)20. In addition to the popularity of such wonders, 17 Laurencich Minelli, L.: “Museography and Ethnographical Collections in Bologna during the Sixteenth and Seventeenth Centuries”. Origins of Museums, op. cit., p. 19; Lightbown, R.: “Some Notes on Spanish Baroque Collectors”, in Origins of Museums, op. cit., pp. 136-46. 18 Vasari, G., trans. Gaston du C. de Vere. Macmillan and Warner: Lives of the Most Eminent Painters, Sculptors & Architects, v. 10. London: Publishers to the Medici Society, 1912-15, p. 28; Tolias, op. cit., pp. 648-9. 19 One tree is described as a ‘lebanon’ and the other as a ‘balsam’. The letter instructs that they be planted in the garden of the Alcázar Palace in winter, well-guarded from cold.Consulta de Consejo (Madrid, 20 November 1578), Archivo General de Indias (AGI), Chile, Nº 4. 20 Kenseth, J.: “An Introduction”. Age of the Marvelous, op. cit., pp. 24-59. following Nicolás Monardes’ Historia Medicinal (1574) Spaniards had become obsessed with locating New World curatives. One notable discovery was Jesuit’s bark (or Peruvian bark) as a cure for malaria, and Ovalle was present at its European unveiling during the VIII General Congregation of Jesuits in Rome (1645)21. Perhaps in response to the commercial success in Europe of such curatives, Ovalle inserted Chile into the mad dash for New World medicines, writing “here (in Chile) there are a number of plants of great virtue... known only to the machis, who are (Mapuche) doctors”22. His map pictures the curative plants culén and jarilla are glossed as ‘healthful’, and quinchamalí is credited with ‘expelling corrupt blood from the pores’ (Figure 4). Their place of honor on Ovalle’s map may be explained by the range of unpleasant conditions they and similar plants were purported to ease in the colonial era, which included bull fighting wounds, intestinal worms, syphilis, and melancholy23. Other mapped botanies were more imaginative, such as coveted cinnamon and pepper in Patagonia24. Although these spices are aligned with Spain’s interest in Asian products, they also likely alluded to the canelo tree, found by members of the Drake expedition to ward off scurvy. In addition to plants, so many beasts roam the “Tabula geographica” that one might liken the map to a walking menu of Ovalle’s favorite foods. Given Philip IV’s love of the hunt, 21 During the eighteenth century, Jesuit’s bark emerged as the most valuable New World plant by weight imported into Europe. Schiebinger, L.: Plants and Empires: Colonial Bioprospecting in the Atlantic World. Cambridge, Mass and London: Harvard University Press, 2004, p. 8. 22 Ovalle, op. cit., pp. 5-6. 23 Ovalle, op. cit., pp. 5-7; Molina, J. I.: Compendio de la historia geográfica, natural y civil del reyno de Chile. Vol. 2. Madrid: Sancha, 1798, pp. 155, 158-9, 173-4, 176-77, 214-220; Nariño de Lovera, P.: Crónica del Reino de Chile (1595), in Markham, C. R. (Ed.): Colección de Historiadores de Chile y Documentos Relativos a la Historia Nacional. Vol. 6, Ferrocarril, Santiago. 1865, p. 52. 24 Burdick, C. E., “Patagonian Cinnamon and Pepper: Blurring Geography in Alonso de Ovalle’s ‘Tabula Geographica Regni Chile’ (1646)”. Imago Mundi, Routledge, London, Vol. 6, 2014, pp. 196-212. 125 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte this metaphor seems relevant, as are Ovalle’s depictions of indigenous hunting techniques for capturing rheas and guanacos. Yet Wilma George has also demonstrated that European collectors gathered up more fauna from Central and South America than from any other place outside of Europe, and many of the beasts that wander Ovalle’s map were routinely shipped to Europe as novelties25. The llama had already appeared in the Spanish court by Ovalle’s day as a South American counterpart to the camel. Ovalle also mapped the parrot despite his distaste fortheir ‘voracious greed’ and ‘annoying cries’, perhaps because they were popular exotic ornaments in Spanish courts and royal portraits (Figure 5)26. Finally, if we are to believe paintings and illustrations, armadillos and penguins were the most widely collected animals in European curiosity cabinets and pharmacies; Ovalle glossed his armadillo with its Quechua name, quiriquincho, and gives his penguin a pious slant as a bird that “continuously looks toward the heavens”. Oddly enough, many of Ovalle’s depicted beasts were considered to bear medicinal properties, and hence would have had additional commercial potential. The tail of Ovalle’s quiriquinchois obscured by a cartouche, suggesting its removal; armadillo tail, toasted and powdered, was purported to ease maladies associated with the ear (Figure 6)27. But perhaps of more interest to a Spanish prospector was the guanaco herd, which Ovalle described in an adjacent text as a source of bezoars. Bezoar stones, gastric concretions formed in the stomachs of various animals, were prized in Europe as antidotes to poison. Ovalle speculated that 25 George, W.: “Alive or Dead: Zoological Collections in the Seventeenth Century”. The Origins of Museums, op. cit., pp. 179-187. 26 Ovalle, op. cit., p. 46; Brown J. and Elliot, J.H.: Un palacio para el rey: El Buen Retiro y la corte de Felipe IV. Revista de Occidental, Madrid: 1981, p. 64. 27 Monardes, N.: Historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales. Vol. 2. Seville: Alonso Escrivano, 1574, p. 81. 126 the bezoar’s meritis located in the diet of the guanaco, that is, in the healthful herbs upon which they graze28. In order to ‘reconstitute’ their benefits, Ovalle advised that one should soak or gratea bezoar in water or wine, which the patient was to drink29. Given the high demand in Spain for such New World naturalia, guanaco herds, along with the other natural resources depicted by Ovalle, would have constituted an attractive map of collectibles. CARTOGRAPHY AND COLLECTING COLONIES In the early modern world, cartographies carried out parallel tasks of making empires and their resources visible to the Spanish Crown. Raymond Craib reminds us that one function of the cartographic document was to objectify territories in order to render them ‘collectible’ imperial subjects; Chile was part of the Spanish empire within the Viceroy alty of Peru30. In its detail, “Tabula geographica” gave attention to the Spanish fortifications along the Biobío River border with Mapuche land. These features and the scenes presented in the map’s top corners point to the Peace Treaty of Quilín of 1641, in which Spain acknowledged indigenous control of southern land following over a century of military conflict with native forces. Furthermore, they allude to the Jesuit alternative of ‘passive’ religious conquest as a second chance for claiming Chile’s south. Hence Ovalle’s map may be read as a persuasive document that linked evangelization to imperialism, insinuating that 28 Ovalle, op. cit., pp. 53-54. 29 Findlen, P.: Possessing Nature: Museums, Collecting and Scientific Culture in Early Modern Italy. Berkeley and Los Angeles: University of California Press,1994, p. 270; Hernández de Toledo, F.: RerumMedicarum Novae Hispaniae Thesaurus. Rome, Jacobus Mascardus, 1628, p. 661. 30 Craib, R. B.: “Cartography and Power in the Conquest and Creation of New Spain”. Latin American Research Review 35:1, 2000, pp. 7-36, esp. pp. 14-15. Collecting (across) cultures. Cartographic Exotica in “Tabula… / Catherine E. Burdick Philip IV’s financial support of Ovalle’s petition for missionaries might finally enable Spanish expansion into Mapuche territory. CONCLUSION In 1650, Ovalle left Spain for South America with nine Jesuit missionaries in tow, all funded by the Crown, and one must consider the “Tabula geographica” as one of the persuasive toolsby which Ovalle attained this goal. This map provides one instance in which we can trace the interrelated practices of colonial map-making and the Spanish search for exotic New World resources. Even though Ovalle’s cartography may have been an atypical technique for appealing to the Spanish Crown, its images of collectible nature did trigger an awareness of the available riches of ‘the jewel in the King’s Crown’, and likely resulted in Philip IV’s support of missionary endeavors in his most distant colony. 127 Figure 1 Detail, Spanish Archdukes Albert and Isabella Visiting a Collector’s Cabinet, Hieronymus Franken II and Jan Brueghel the Elder, 1621-23, oil on panel, 94 × 123.3 cm, The Walters Art Museum 37.2010 Figure 2 Alonso de Ovalle’s large map of Chile, “Tabula Geographica Regni Chile”, published as a pictorial counterpart to his text Histórica Relación del Reyno de Chile (Rome: Francesco Cavallo, 1646), engraving on paper, 57 × 116 cm, Map Collection, Accession number 11250 (Reproduced with permission from the John Carter Brown Library, Providence). Figure 3 Arboreal Cross at Limaché. Alonso de Ovalle’s large map of Chile, Histórica Relación (Rome: Francesco Cavallo, 1646), plate following p. 58. Figure 4 Chilean medicinal herbs culén and quinchamalí. Detail, Alonso de Ovalle’s large map of Chile, “Tabula geographica regni Chile” (Rome: Francesco Cavallo, 1646), engraving on paper, 57 × 116 cm, Map Collection, Accession number 11250 (Reproduced with permission from the John Carter Brown Library, Providence). Figure 5 Parrot (likely the Chilean slender-billed conure), detail, Alonso de Ovalle’s large map of Chile, “Tabula Geographica Regni Chile” (Rome: Francesco Cavallo, 1646), engraving on paper, 57 × 116 cm, Map Collection, Accession number 11250 (Reproduced with permission from the John Carter Brown Library, Providence). Figure 6 Armadillo (quiriquincho), detail, Alonso de Ovalle’s large map of Chile, “Tabula Geographica Regni Chile” (Rome: Francesco Cavallo, 1646), engraving on paper, 57 × 116 cm, Map Collection, Accession number 11250 (Reproduced with permission from the John Carter Brown Library, Providence). Coleccionistas en la vitrina: expertos, filántropos y modelos del buen gusto MARCELA DRIEN FÁBREGAS* RESUMEN Durante la segunda mitad del siglo XIX, la creciente participación de coleccionistas en diversas exposiciones contribuyó a definir la imagen pública de propietarios de obras de arte en Chile. El presente trabajo examina las distintas formas en que la prensa retrató a algunos de los más destacados coleccionistas de arte en el marco de la Exposición Internacional de Santiago realizada en 1875 en que los coleccionistas chilenos ocuparon una papel relevante no solo como organizadores, sino como expositores. De este modo, las exposiciones no solo serán vistas como plataformas para la promoción de obras y artistas, sino también para realzar el prestigio de los coleccionistas privados. ABSTRACT During the secondhalf of the nineteenth century, the increasing involvement of private collectors in exhibitions greatly contributed to shape the public image of art owners in Chile. This article examines the varied ways in which the press portrayed some of the most important art collectors in the context of the 1875 Exposición Internacional of Santiago, in which they occupied a significant place not only as organizers but also as exhibitors. Thus, exhibitions will be seen as important not only to promote art works and artists, but also to enhance the prestige of private art collectors. En los primeros años de la segunda mitad del siglo XIX, la realización de exposiciones temporales de bellas artes o de artes e industria adquirió una importancia instrumental en la formación artística del público santiaguino. En efecto, estas exposiciones permitieron a las audiencias locales apreciar obras de arte europeo y chileno usando nociones como “buen gusto” y “calidad artística”, las que se hicieron cada vez más frecuentes. La mayor parte de estas exposiciones incluyó no solo obras presentadas por artistas nacionales, sino obras europeas y nacionales pertenecientes a miembros de la elite chilena que gradualmente comenzaron a adquirir notoriedad pública como coleccionistas. La exposición pública de colecciones de arte privadas había comenzado en 1856 cuando la recientemente creada Sociedad de Instrucción Primaria organizó la primera exposición de arte para recaudar fondos y solicitó la colaboración a “todas las familias de la capital que tuvieran algún tesoro de arte”1. La convocatoria dio como resultado una exposición que incluyó 140 pinturas, el mayor número de obras de arte exhibido hasta entonces en Chile por privados. Notablemente, aunque el catálogo estuvo organizado por artistas, las obras incluyeron los nombres de sus respectivos propietarios, lo que no solo permitió identificar a quienes habían contribuido con la exposición, sino que 1 * Marcela Drien Fábregas. Profesora, Universidad Adolfo Ibáñez. Citado en Rodríguez, H.: “Exposiciones de Arte en Santiago 1843-1887”. Agulhon, M.: Formas de Sociabilidad en Chile 1840-1940. Santiago: Editorial Vivaria, 1992, p. 294. 131 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte exhibir públicamente el gusto artístico de los coleccionistas2. De este modo, la exposición alcanzó dimensiones que excedieron ampliamente las motivaciones filantrópicas de los organizadores, para transformarse en un momento crucial en que las prácticas del coleccionismo de arte comenzaron a vincularse con el desarrollo de una aún incipiente cultura de exhibiciones. Así, las exposiciones de arte fueron asumidas como especialmente valiosas contribuciones al desarrollo cultural de la nación, como quedó demostrado en 1858, en la segunda exhibición de arte organizada por la Sociedad de Instrucción Primaria, en que uno de sus fundadores, Benjamín Vicuña Mackenna, insistió en la relevancia de la educación del gusto no solo entre círculos refinados de la población, sino también entre la gente común. Era preciso, afirmaba Vicuña Mackenna, que también el pueblo, los artesanos, los rotos y los chiquillos de la calle, se iniciaran de algún modo en “el májico atractivo” del arte.3 Notablemente, Vicuña Mackenna situaba el aporte del arte no solo en el campo cultural, sino en el contexto más amplio del discurso civilizador que adquirió un lugar central entre las preocupaciones de la elite chilena, especialmente durante la segunda mitad del siglo XIX. En cuanto a la formación del gusto, Vicuña Mackenna insistía en que la importancia de las exposiciones de arte radicaba en el hecho de que los visitantes tendrían la oportunidad de comparar obras, factor que consideró esencial para distinguir aquellas obras de verdadera calidad artística. Posteriores exhibiciones continuarían considerando la comparación como un componente central, que encontraría un espacio significativo en la Exposición Nacional de Artes e Industria de 1872, que por primera vez situó a los propios coleccionistas en un escenario competitivo. En efecto, los coleccionistas de arte, como cualquier 2 Véase Catálogo de los Cuadros que Contiene la Exposición de Bellas Artes de la Sociedad de Instrucción Primaria. Santiago: Imprenta del Ferrocarril, 1856. 3 Vicuña Mackenna, B.: “Una Visita a la Exposición de Pinturas de 1858”. Revista del Pacífico, Tomo I, Valparaíso: Imprenta del Mercurio, 1858, p. 430. 132 otro participante, estuvieron sujetos a comparación. Esta vez los propietarios de obras de arte no presentaron trabajos aislados, sino grupos de obras que se disputaron el premio a “la mejor colección de pinturas y esculturas orijinales”4. De esta forma, las obras europeas fueron agrupadas por coleccionista, mientras en el caso de las obras nacionales, fueron organizadas por artista, incluyendo nuevamente junto a la obra el nombre del propietario5. En efecto, la creciente visibilidad pública de los coleccionistas y sus obras llevó a que en la década para 1875, la educación del gusto y el rol de las exhibiciones de obras privadas estuviese casi exclusivamente asociada a coleccionistas: Ya que, por lo visto poseemos no insignificantes colecciones, lucirán en una exposición anual, formando el gusto, despertando la inspiración, constituyendo una fiesta, una solemnidad provechosa, dando al ocio mejor empleo que el de las carreras i el de las óperas cómicas, que bien lo necesitan, y por Dios! Los desocupados6. Este comentario revela que los beneficios de las exposiciones de arte no solo se asociaron a la educación artística, sino también a la promoción de prácticas sociales que sirvieran para distanciar al público de pasatiempos que no parecían contribuir al progreso cultural. En este contexto, estos “museos domésticos”, como Eugenio María Hostos los llamó, fueron apreciados también por su contribución al desarrollo cultural y social del país7. 4 Esposicion Nacional de Artes e Industria de 1872. Memorias Premiadas en el Certámen i Documentos que les Sirven de Antecedentes. Publicación Oficial. Santiago: Imprenta de la República, 1873, p. XX. 5 Esposición Nacional de Artes e Industria en Santiago de Chile. Setiembre de 1872. Santiago: Imprenta de la Librería del Mercurio, 1872, pp. 11-23. 6 El Independiente, 8 de Octubre de 1875. 7 El término fue utilizado por el puertorriqueño Eugenio María Hostos en el contexto de la Exposición Nacional de Artes e Industria de 1872, en que recibió el primer premio por su reseña de la exposición. Esposicion Nacional de Artes e Industria de 1872. Memorias Premiadas en el Certámen i Documentos que les Sirven de Antecedentes. Publicación Oficial. Santiago: Imprenta de la República, 1873, pp. 1-96. Coleccionistas en la vitrina: expertos, filántropos y modelos… / Marcela Drien Fábregas De la misma manera en que Vicuña Mackenna había asumido el rol social y cultural de las bellas artes, el presidente de la Sección de Bellas Artes de la Exposición Internacional de 1875, Maximiano Errázuriz, consideró que el arte y en particular el gusto artístico, estaba dotado de un carácter civilizatorio y reconocía las colecciones privadas como instrumentales en la expansión de la apreciación del arte. Como lo señalaba, la Sección de Bellas Artes de la Exposición creía conveniente estimular no solo la producción de obras en el país, sino también “buenas colecciones de pinturas i esculturas, que, reemplazando a los museos públicos que existen en otros países más adelantados, presten verdaderos servicios en la difusión del gusto artístico, uno de los más poderosos ajentes de civilizacion que se conocen”8. Esta afirmación resulta interesante no solo porque confirma que los coleccionistas privados fueron considerados relevantes en el contexto de esta exposición, sino porque el propio Maximiano Errázuriz era en esa época uno de los más prestigiosos coleccionistas de arte en Chile. De este modo, para la Exposición Internacional de 1875, no resultó extraño que coleccionistas privados tuviesen su propio espacio de exposición. Más aún, ello hizo visible el rol crucial que estos individuos tuvieron no solo en la cultura de exhibiciones nacionales y en la formación del gusto del público, sino en el desarrollo del mercado de arte local y en el patronazgo de artistas nacionales emergentes. Aunque los coleccionistas chilenos fueron a menudo hombres de negocios prominentes o miembros de familias tradicionales, ellos manifestaron una variedad de intereses entre los cuales el arte apareció como uno de los más significativos. Ese fue el caso, por ejemplo, de Maximiano Errázuriz, José Tomás de Urmeneta 8 Carta de Maximiano Errázuriz, presidente de la Sección de Bellas Artes, a Rafael Larraín, presidente de la Exposición Internacional de 1875. Santiago, Julio 8, 1874, Boletín de la Esposicion Internacional de Chile en 1875. Publicación Oficial de la Comisión Directiva. Entrega Quinta, Enero 1° de 1875, Santiago: Imprenta de la Librería del Mercurio, p. 359. y Luis Cousiño, quienes no solo fueron conocidos por sus grandes fortunas. Además, desempeñaron cargos políticos y tuvieron una activa participación en el desarrollo de las artes nacionales9. La imagen pública de los coleccionistas, que la prensa contribuyó en gran medida a definir, revela que aun cuando compartieron ciertos rasgos, fueron reconocidos por la opinión pública de maneras muy diferentes. Mientras algunos alcanzaron prestigio por su acabado conocimiento artístico, otros fueron recordados por su permanente apoyo a las artes nacionales o reconocidos simplemente por su buen gusto. Entre los coleccionistas que participaron en la Exposición Internacional de 1875, tres ejemplos resultan interesantes para ilustrar las distintas formas en que los coleccionistas de arte fueron percibidos públicamente: Maximiano Errázuriz (1832-1890), José Tomás de Urmeneta (1808-1878) e Isidora Goyenechea de Cousiño (1836-1898). EL COLECCIONISTA COMO EXPERTO Al igual que varios de los coleccionistas de su época, Maximiano Errázuriz fue conocido no solo como un prestigioso hombre de negocios y político, sino por poseer una de las más grandes y valiosas colecciones de arte existentes en el país10. Su colección, como gran parte de las colecciones de arte existentes en Chile en la época, está compuesta mayoritariamente por obras adquiridas en sus viajes a Europa. Durante su estadía allí, entre 1871 y 1872 el contacto directo con obras en museos y 9 Luis Cousiño fue elegido diputado para los períodos 1864-1867 y 1870-1873; Maximiano Errázuriz fue designado Ministro Plenipotenciario en Gran Bretaña, diputado (1870-1873) y senador (1873-1882). José Tomás Urmeneta fue senador entre 1855 y 1864 y candidato a Presidente de la República en 1871. Nazer, R.: …Anales de la República: Textos Constitucionales de Chile y Registro de los Ciudadanos que han Integrado los Poderes Ejecutivo y Legislativo Desde 1810. Vol. 2. Santiago: Imprenta Universitaria, 1951, pp. 205-247. 10 La República, 7 de agosto de 1872, s/p; La República, 27 de agosto de 1872, s/p. 133 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte el dinamismo del mercado de arte europeo parecieron haber brindado las condiciones adecuadas para que Errázuriz adquiriera un gran número de obras de arte y artes decorativas11. Así, en su paso por Italia y Francia, Errázuriz no solo compró muebles de diferentes estilos, esculturas clásicas y modernas, tapices y joyas, sino también “telas auténticas de bien conocidos maestros italianos”12. Esta variedad de objetos arroja luces sobre la naturaleza diversa de la colección y el selectivo criterio de adquisición de pinturas y esculturas del propietario, que permite imaginar la impresión que semejante conjunto de obras debe haber causado tras su regreso a Chile, en 1872. Al momento de la exposición de 1875, Errázuriz había alcanzado no solo fama como coleccionista, sino prestigio por el conocimiento artístico que la adquisición de las obras que componían su prestigiosa colección reflejaba. Esta fama, posiblemente se basaba en el dominio de la historia del arte del coleccionista, que su propia hija Amalia, había descrito. Según su hija, Maximiano era capaz de distinguir artistas, escuelas, períodos artísticos y estilos arquitectónicos, conocimiento que constantemente le transmitió en su estadía en Europa13. Más aún, Amalia afirmaba que su padre había sido capaz de anticipar e introducir tendencias artísticas apenas conocidas en el país en la época14. La profunda comprensión del arte de Errázuriz y el hecho de que en 1862 hubiese visitado la Exposición Internacional de Londres, le dotó de una experiencia única que, junto al prestigio de su colección, posiblemente determinó su designación como presidente de la Sección de Bellas 11 Valle, C.: (Blanca Subercaseaux de Valdés): Don Maximiano. Santiago: Editorial Alonso de Ovalle, 1954, p. 117. 12 Ibíd. 13 Valle, op. cit., p. 116. 14 Aunque este comentario se refería particularmente a la apreciación de antigüedades y artes decorativas, da cuenta del conocimiento amplio y detallado del coleccionista. Ibíd., p. 117. 134 Artes en 187515. Notablemente, la reputación que Errázuriz había alcanzado se vio amplificada durante la exposición. En efecto, entre las colecciones exhibidas ese año, la de Errázuriz incluía un total de 62 obras, convirtiéndose en la más numerosa selección de obras jamás exhibida en el país por un coleccionista privado. Tal como lo indicaba un artículo publicado en El Correo de la Exposición, Errázuriz era considerado entonces un collectionneur émérit, y su colección destacaba por haber sido organizada de tal manera que resultaba interesante no solo para el verdadero connoisseur, sino también para el inexperto amateur. La capacidad del coleccionista de lograr un “conjunto majestuoso” de verdaderas obras de arte de Italia, Francia y Bélgica era, como el artículo indicaba, el resultado del “gusto perfecto” con el que había formado su colección16. EL COLECCIONISTA, ¿UN FILÁNTROPO DE BUEN GUSTO? Aun cuando el buen gusto pareció ser asumido como una cualidad inherente al propietario de un conjunto numeroso de obras, este rasgo fue visto como central no solo para el prestigio de los coleccionistas y para la formación del gusto, sino también para los artistas. De hecho, la reputación de algunos artistas fue atribuida no solo a sus propios logros artísticos o su éxito comercial, sino a las relaciones que lograron establecer con coleccionistas prestigiosos. Uno de los ejemplos más claros en este sentido fue José Tomás de Urmeneta, quien, como la mayor parte de los coleccionistas de arte chilenos, había alcanzado visibilidad como industrial prominente, como diputado y luego como candidato a presidente de la República contra Federico Errázuriz, hermano de su yerno, Maximiano. Sin embargo, Urmeneta también 15 Ibíd., pp. 57-58; La República, 7 de agosto de 1872, s/p.; La República, 27 de agosto de 1872, s/p. 16 AML, “L’Exposition de Santiago a Vol d’Oiseau”. Correo de la Exposición, 16 de septiembre de 1875, p. 10. Coleccionistas en la vitrina: expertos, filántropos y modelos… / Marcela Drien Fábregas había sido públicamente reconocido por sus iniciativas filantrópicas en variados ámbitos entre las cuales se encontraban las artes nacionales. Su comentada influencia en el mejoramiento de las artes nacionales le situó en un lugar destacado entre los coleccionistas chilenos. De hecho, en el contexto de la Exposición Internacional de 1875, este impacto sobre los artistas fue especialmente comentado en relación con pintores que comenzaban a consolidar sus carreras, como es el caso de Manuel Tapia (1835-1915). De acuerdo con un artículo publicado en el Correo de la Exposición, la calidad artística de La Batalla de Maipú, la obra presentada por Manuel Tapia en la exposición, estaba estrechamente vinculada al apoyo que el artista había recibido de José Tomás Urmeneta, quien era descrito entonces como un hombre de indudable buen gusto: Nadie, que conozca al señor Urmeneta pondrá en duda el buen gusto que le caracteriza tratándose de pinturas: es su criterio artístico el que, puede decirse, ha formado el buen gusto i la delicadeza acabada de los cuadros de Tapia. Es su aliento quien le ha entusiasmado i protejido hasta hacerle subir al lugar que ocupa entre los pintores de historia nacional17. Esta afirmación resulta particularmente relevante en la medida en que demuestra el rol central que se atribuyó a los coleccionistas no solo como mecenas, sino como formadores de artistas nacionales. Más aún, el artículo enfatizaba: Si Tapia merece aplausos por haber llevado a tan feliz término el asunto de la batalla de Maipú, como chilenos no podemos ménos que desear haya muchos caballeros como el señor Urmeneta que protejan el bellísimo arte de la pintura. Mecenas semejantes harán la Gloria de Chile i de sus artistas”18. 17 M.C.: “La Batalla de Maipú, cuadro del señor Manuel Tapia”. Correo de la Exposición, 30 de octubre de 1875, Año I, Nº 7, p. 102. 18 Ibíd. Sobre José Tomás de Urmeneta véase Nazer, R.: José Tomás de Urmeneta: Un Empresario del Siglo XIX, Colección Sociedad y Cultura. Santiago, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, Dibam, 1994. Por último, el apoyo que de acuerdo con el artículo Urmeneta había prestado a Tapia, se expresó también en el hecho de que el empresario adquiriera La Batalla de Maipú durante la exposición19. El público reconocimiento del rol de Urmeneta como filántropo se confirmó públicamente en un homenaje realizado luego de su muerte en 1878. Ese año, la prensa destacó la relevante contribución que Urmeneta había realizado al desarrollo del país y de las artes: …el nombre del señor Urmeneta aparece íntima y constantemente unido a la historia del progreso moral y material de nuestro país en los últimos treinta años… si el sentimiento artístico y el poder de estética de que somos capaces ha tenido en estos últimos años espacio y luz en que desplegar sus alas, a ello ha contribuido grandemente aquella liberalidad del señor Urmeneta, cuya caja no dejó de estar abierta cuando se necesitó dar estímulo al cincel del estatuario y al pincel del pintor20. El interés de Urmeneta en apoyar la carrera de los artistas nacionales pudo apreciarse también en el caso del pintor Manuel Antonio Caro a quien, pocos días después de la inauguración de la exposición de 1875, Urmeneta compró La abdicación de O’Higgins, una de las pinturas más comentadas de la exposición y la que obtuvo el primer premio en la competencia en el grupo de arte nacional. LA MUJER COMO COLECCIONISTA Contrariamente al reconocimiento público que Errázuriz y Urmeneta obtuvieron en el marco de la exposición de 1875, la participación de las mujeres en el ámbito del coleccionismo fue apenas mencionado y cuando se les señaló, el conocimiento artístico y las motivaciones filantrópicas no aparecieron entre los aspectos con los que ellas fueran asociadas. Por el contrario, 19 M.C.: “La Batalla de Maipú, cuadro del señor Manuel Tapia”, op. cit. 20 Citado en Nazer, op. cit., p. 270. 135 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte el buen gusto pareció ser la única cualidad públicamente reconocida entre mujeres que, como Isidora Goyenechea de Cousiño, poseían importantes colecciones de arte21. Tras la muerte de su marido, Luis Cousiño, en 1873, Isidora se había convertido en la propietaria de una de las fortunas más grandes del país y poseedora de una de las más prestigiosas colecciones de arte22. Sorprendentemente, aun cuando ella también exhibió parte de su colección de pinturas en la Exposición Internacional de 1875, ello no pareció producir entre los comentaristas de la época una admiración semejante a las que generaron Maximiano Errázuriz y José Tomás de Urmeneta. A pesar del interés que la viuda de Luis Cousiño había demostrado en las artes, el hecho de que comentarios de contemporáneos no la hubiesen considerado más que para mencionar a los ganadores de premios de las distintas secciones de la exposición23, puede ser visto a la luz de dos factores: el hecho de que el conocimiento sobre arte hubiese sido asumido en la época como una cualidad casi exclusivamente masculina y el hecho de que la imagen de Luis Cousiño, quien aún después de su muerte seguía siendo recordado como uno de los coleccionistas y filántropos más notables en el ámbito de las artes nacionales, hubiese eclipsado la visibilidad pública de su esposa. 21 Es importante considerar que tanto las obras presentadas por Maximiano Errázuriz como las de José Tomás de Urmeneta no participaron formalmente en la competencia, pues se exhibirían solo hasta la llegada de las pinturas enviadas desde Italia. Mientras Maximiano Errázuriz presentó 62 obras que incluían 37 pinturas y veinticinco acuarelas, José Tomás de Urmeneta expuso solo cuatro, e Isidora Goyenechea, ocho. Catálogo Oficial de la Exposición Internacional de Chile, Sección IV. Bellas Artes e Injeniería, Santiago: Imprenta de la Librería del Mercurio, 1875, pp. 22-23. 22 La tesis de Rosario Willumsen constituye el único estudio realizado hasta ahora sobre la colección de arte de la familia Cousiño. Willumsen, R.: La Colección Cousiño Goyenechea. Una aproximación al Arte y al Gusto de la Época. Chile, segunda mitad del siglo XIX. Santiago: Pontificia Universidad Católica de Chile, 2013. 23 Correo de la Exposición, 14 de noviembre de 1875, Año 1, Nº 7, pp. 110-111. 136 Como Errázuriz y Urmeneta, Luis Cousiño había promovido y apoyado a artistas nacionales y su colección había alcanzado prestigio también en la Exposición Nacional de Artes e Industria de 1872, en donde Cousiño había sido honrado con el primer premio a la mejor colección de arte24. Este logro había contribuido a la consolidación del prestigio del coleccionista al momento de fallecer, tal como se apreció en los homenajes que se le rindieron luego de morir. En efecto, uno de los discursos pronunciados por el entonces intendente Benjamín Vicuña Mackenna señalaba: En sus primeros años de opulencia estimuló el arte con mano abierta i jenerosa. Sus ricas colecciones fueron el adorno i el buen ejemplo de todas las ferias de arte que han tenido lugar en los últimos 20 años […] El fue el quien puso el primer buril en mano de nuestro escultor Plaza, i puede asegurarse que ningún artista chileno pisó jamas los umbrales de nuestro lamentado amigo sin recibir la ofrenda de su aplauso i de su apoyo. Lo que el arte nacional ha debido a su corazón, la industria, en mucho mayor escala, lo ha debido a su fortuna25. Junto con este reconocimiento público, de la contribución de Cousiño a las artes nacionales, otros elogios provinieron de los propios artistas, quienes expresaron su aprecio no solo con obras de arte, sino por medio de discursos como el de Pedro Lira que, en nombre de los artistas, reconocía el apoyo de Luis Cousiño a los artistas nacionales26: Introduciendo en Chile una de nuestras mas numerosas i escojidas colecciones artísticas, Cousiño dió a los hombres de fortuna un ejemplo de gusto i presentó a los artistas modelos en que educarse. Pero esto no fué bastante a su jenerosidad, que luego compró a esos mismos artistas sus débiles ensayos para alentarlos en su carrera i facilitarles el camino de la gloria27. 24 Esposicion Nacional de Artes e Industria de 1872. Memorias Premiadas en el Certámen i Documentos que les Sirven de Antecedentes. Publicación Oficial. Santiago: Imprenta de la República, 1873, p. XLV. 25 La República, 1 de junio de 1873. 26 Decreto 30 de Mayo de 1873 publicado en La República, 1º de junio de 1873. 27 La República, 17 de junio de 1873. Coleccionistas en la vitrina: expertos, filántropos y modelos… / Marcela Drien Fábregas Las palabras de Lira parecen reveladoras no solo en la medida en que reconocen el prestigio de que gozaba Cousiño como coleccionista, sino porque sugieren que la cualidad artística no fue necesariamente la principal motivación de Cousiño al momento de adquirir obras de artistas chilenos y que, por el contrario, su motivación se vinculó estrechamente a un interés filantrópico. A la luz de los reconocimientos públicos a Cousiño, que aún se apreciaban en la ilustración de la portada de El Taller Ilustrado en julio de 188928, no parece extraño que, para 1875, la imagen de Isidora hubiese quedado relegada a un lugar menos protagónico que el que su marido había alcanzado en la exposición de 1872. Aun cuando estuvo lejos de ser una mujer únicamente dedicada a la vida doméstica. En efecto, tras fallecer Luis, Isidora llegó a involucrarse directamente en la administración de algunos de los negocios de su marido y en proyectos arquitectónicos como la continuación de la construcción del Palacio Cousiño que no terminaría, sino en 1878 y otros edificios que encargaría en la década siguiente29. A pesar de ello, en 1875 ningún comentario hizo referencia a sus cualidades como coleccionista30. Esta disímil actitud hacia las coleccionistas se hizo visible también en la forma en que la compra de obras por parte de mujeres fue percibida en el contexto de la exposición. Comentarios de la época como el publicado en El Independiente resultan especialmente ilustrativos al momento de describir los ámbitos a los que estuvo asociado el consumo de arte. El artículo, que hacía referencia a la compra de obras italianas en exhibición, mencionaba que semejantes piezas serían dignas de estar “en las galerías artísticas 28 El Taller Ilustrado, julio 15 de 1889, Año 5, Nº 183. 29 Véase Astorquiza, O.: Cien Años del Carbón en Lota, Santiago: Zig-Zag, 1959; Peña Mora, A.M.: Parque Isidora Goyenechea Cousiño: la Flor de Lota. Lota: Ilustre Municipalidad de Lota 2011; Fonseca, M.: Cousiño, Huellas de la Familia. Santiago: Ograma, 1999. 30 Eventualmente, la determinación e interés personal de Isidora en proyectos arquitectónicos y artísticos se expresó en el encargo de otro edificio, en memoria de su marido, construido en Valparaíso en 1881, y un nuevo palacio en Lota en 1885. que hermosean los salones de algunos caballeros de Santiago”31, demonstrando que el consumo de arte estuvo generalmente asociado a una práctica propia del ámbito masculino. Asimismo, otros comentarios claramente indicaban que el interés en el arte se circunscribía a círculos masculinos: “muchos caballeros han manifestado su intención de adquirir aquellas [obras] de su gusto”32. De este modo, tanto el gusto como la propiedad indicaban que el arte era en gran medida, un ámbito en el que las mujeres no parecían estar incluidas. Aunque la exposición demostró que esta fue de hecho una tendencia generalizada, la participación de algunas mujeres en este tipo de prácticas demostró la existencia de notables excepciones. Durante la exposición al menos dos mujeres fueron mencionadas como compradoras de obras de arte33. Una de ellas, Isidora Goyenechea, parece haber comprado el mayor número de esculturas italianas en exhibición, lo que no solo demostraba su interés en las artes, sino en expandir la colección familiar. Sin embargo, aun cuando las obras adquiridas por Isidora en la exposición fueron reconocidas por la relevancia de sus autores, nada fue dicho sobre el gusto o el acertado juicio al elegir una obra de semejante calidad, de la nueva propietaria34. Tal fue el caso de una de las esculturas de Pietro Magni, destacado como “uno de los más grandes escultores modernos” de quien se indicó que la obra podría servir a los escultores para estudiar y aprender. Así, si bien el comprador de esta obra pudo haber sido identificado como un individuo capaz de reconocer un buen artista o valorar una obra de calidad, no se hizo referencia alguna a las cualidades de Isidora, que para entonces poseía ya 31 El Independiente, 24 de septiembre de 1875, s/p. 32 El Independiente, 28 de septiembre de 1875, s/p. 33 En efecto, la adquisición de obras de arte y objetos decorativos fueron realizados frecuentemente por hombres, como queda demostrado en el caso del propio Maximiano Errázuriz y José Tomás Urmeneta, que personalmente se encargaron de la adquisición de las obras de sus respectivas colecciones. 34 Zambrana, A.: El Independiente, 5 de octubre de 1875, s/p. 137 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte una notable colección. Así, la viuda de Cousiño no solo aparecía en la exhibición como la única mujer presentando obras de su propiedad –la mayoría de ellas expuestas por Luis Cousiño y premiadas en la Exposición Nacional de Artes e Industria en 1872–, sino también adquiriendo obras de arte35. El menor interés que los medios de prensa demostraron hacia el coleccionismo femenino puede explicarse también por la forma en que las motivaciones para adquisiciones fueron descritas. Uno de los ejemplos más claros parece ser el del diario El Independiente, que se refería a la “señorita E. Undurraga”, tras haber comprado una escultura italiana. La señorita Undurraga, decía el artículo, “ha dado pruebas de muy buen gusto y de que su corazón sabe ser conmovido por el arte y por las inspiraciones del arte”36. Aun cuando el artículo comenta el buen gusto de la señorita Undurraga, la siguiente parte del pasaje revela que la compra no solo ha sido motivada por el buen gusto, sino por un rasgo eminentemente emocional, distante de la refinada 35 Esposicion Nacional de Artes e Industria de 1872. Memorias Premiadas en el Certámen i Documentos que les Sirven de Antecedentes. Publicación Oficial. Santiago: Imprenta de la República, 1873, p. XX; Catálogo Oficial de la Exposición Internacional de Chile, Sección IV. Bellas Artes e Injeniería. Santiago: Imprenta de la Librería del Mercurio, 1875, p. 20; Exposición Nacional de Artes e Industria de Santiago de Chile. Septiembre de 1872, pp. 11-12. 36 El Independiente, 30 de septiembre de 1875, s/p. 138 comprensión del arte atribuida a coleccionistas como Maximiano Errázuriz. Estos ejemplos indican que la percepción pública de las formas en que hombres y mujeres se vincularon al arte variaron considerablemente. Mientras los coleccionistas adquirieron mayor visibilidad pública y fueron reconocidos en su rol de coleccionistas, las propietarias de obras de arte no solo lograron menor atención, sino que aun cuando tuvieron participación en prácticas asociadas al coleccionismo, ninguna de ellas fue identificada siquiera como tal. La única excepción se aprecia en el catálogo de la exposición, en que las obras exhibidas por Isidora Goyenechea aparecen agrupadas junto a otros propietarios de obras de arte, en la sección dedicada a coleccionistas. Por último, la incorporación de coleccionistas privados en la esfera pública mediante su participación en exposiciones de arte, demuestra que si bien su participación en el sistema de las artes fue considerada fundamental en el desarrollo artístico, esta labor fue atribuida a un tipo particular de coleccionista. Una colección europea, con impronta francesa: la presencia europea en el arte en Chile a partir de la colección Cousiño Goyenechea. Segunda mitad del siglo XIX MARÍA ROSARIO WILLUMSEN JIGINS* RESUMEN Partiendo de la premisa de que cada colección es parte de un contexto sociocultural del que se nutre y forma parte, este estudio toma como punto de partida la colección que perteneció a Luis Cousiño e Isidora Goyenechea, para intentar acercarse al sistema de preferencias que caracterizó a la elite de la segunda mitad del siglo XIX. Este estudio se concentra en la presencia del arte europeo en Chile, cuyo análisis se estructura desde la colección misma, para luego abrirse a un contexto más global, al incorporar estudios sobre colecciones argentinas y norteamericanas de la época. ABSTRACT Starting from the premise that understands each collection as part of a sociocultural context that nourishes it, the following paper takes as its starting point the art collection that belonged to Luis Cousiño and Isidora Goyenechea, to delve into the system of preferences that characterized the elite of the second half of the 19th century. This study focus its attention in the presence of European art in Chile, whose analysis is structured from the collection itself, and then open up to a more global context, incorporating studies of Argentine and American collections of the time. Dispersa a lo largo del tiempo y las generaciones, la colección de arte formada por Luis Cousiño e Isidora Goyenechea ha llegado a nuestros días por medio de fragmentos y noticias, siendo el Palacio Cousiño de la calle Dieciocho el mejor ejemplo de una gloria pasada. El encuentro con el Inventario de los bienes de Isidora Goyenechea1, realizado poco tiempo después de su muerte, junto a otras fuentes, permitió reconstruir una colección de arte que, en su época, no solo no pasó desapercibida, sino que fue bien valorada al jugar un rol en la formación y el desarrollo del gusto de la época y, al mismo tiempo, al constituirse en modelo para los artistas2. * María Rosario Willumsen Jigins. Licenciada y Magíster en Historia. Pontificia Universidad Católica de Chile. 2 1 Inventario de bienes de Isidora Goyenechea de Cousiño. Mayojulio de 1898. Archivo Nacional de la Administración, Fondo Notarios, Santiago, Vol. 1081. El mejor ejemplo de esto son las palabras que le dedicó Pedro Lira a Luis Cousiño en su discurso pronunciado en la inauguración de un monumento en honor a Luis Cousiño en el cerro Santa Lucía: Introduciendo en Chile una de nuestras más numerosas i escogidas colecciones artísticas, 139 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte Se trata de una colección de más de doscientas obras –pinturas y esculturas–, las cuales estaban concentradas en el palacio de la calle Dieciocho, pero también presentes en otras propiedades de la familia. Dentro de la colección, la pintura ocupa un lugar primordial, al concentrar la mayor cantidad de obras, y también las mejores (de mayor avalúo) respecto de las esculturas3. El grupo pictórico abarca más de doscientas pinturas, de las cuales se identificaron 59 pintores, cuyas obras son principalmente óleos, aunque también hay algunas acuarelas, grabados y litografías. En cuanto a la escultura, la colección cuenta con 70 obras, 46 de las cuales fueron identificadas. El estudio de esta colección plantea una mirada interesante sobre el panorama cultural y social de la elite de la segunda mitad del siglo XIX. Pues el coleccionismo ofrece al historiador una dimensión vasta, que supera ampliamente la figura del coleccionista. Y es que este, como sujeto histórico, actúa dentro del marco cultural propio de su tiempo, de modo que sus ideas y selecciones guardan una estrecha relación con las prácticas culturales que le son contemporáneas4. En este sentido, las colecciones dan cuenta de los gustos de sus creadores, pero también son eco de visiones más amplias que circulan contemporáneamente en torno a las artes plásticas5. De este modo, el enfoque en la colección Cousiño Goyenechea permite delinear aspectos de un período histórico concreto. Cousiño dio a los hombres de fortuna un ejemplo de gusto; a los artistas, modelos en que educarse. En El Ferrocarril, 17 de junio de 1873. 3 Con esto, esta colección no hace más que reflejar una tendencia de la época, en donde la pintura ocupaba un lugar central, como la más importante de las artes. Cfr. Barón, J.: “El salón de París en la segunda mitad del siglo XIX”. Barón, J., et al.: Los orígenes del arte moderno. 1850-1900. Madrid: MAPFRE, 2004, p. 124. 4 Garduño, A.: “Tras las huellas de un coleccionista transhumante: Francisco Iturbe”. Francisco Iturbe, coleccionista. El mecenazgo como práctica de la libertad. México: Instituto Nacional de Bellas Artes, 2007, p. 17. 5 Baldasarre, M. I.: Los dueños del arte. Coleccionismo y consumo cultural en Buenos Aires. Buenos Aires: Edhasa, 2006, p. 103 y ss. 140 Tras una primera mirada a la colección, uno de los aspectos que más llaman la atención es la avasalladora presencia del arte europeo contemporáneo, con especial énfasis en el arte francés. Si bien la influencia europea ha sido bastante estudiada en diversos ámbitos de la vida, el análisis de la colección permite matizar algunas ideas que se han transformado en lugares comunes, como la influencia francesa y, al mismo tiempo, comprender este fenómeno en un contexto más amplio, al comparar la colección estudiada con otras colecciones de la época. UNA COLECCIÓN EUROPEA, CON IMPRONTA FRANCESA Al catalogar la información sobre la colección de arte de los Cousiño Goyenechea se constata rápidamente que la presencia de arte europeo es una de las marcas distintivas. Esta característica se presenta en toda la colección, pero con una mayor intensidad en la pintura. Para el caso de esta última, la presencia europea es casi absoluta. De las 94 obras que se tiene información biográfica de sus autores, solo dos corresponden a autores no europeos y estos son, justamente, dos chilenos. Luego, si se revisan las obras europeas, la impronta francesa es también evidente: más del 60% del total de las obras pertenecen a pintores franceses (Figura 1B) y si se toma como referencia el número de pintores representados en la colección (y no el número de obras), los de nacionalidad francesa sobrepasan, de todos modos, el 50% (Figura 1A). El dato es aún más revelador cuando se observan las cifras que siguen: del total de obras, después de las francesas vienen las de artistas italianos que representan el 14%; luego las inglesas, con el 8%; a las que le siguen alemanes, españoles y holandeses con un 4% cada uno, culminando con belgas y chilenos, que aportan un 2% respectivamente. Esta tendencia, con cierta variación en las cifras porcentuales y en la presencia de artistas ingleses, es la misma que se Una colección europea, con impronta francesa: la presencia… / María Rosario Willumsen Jigins observa al realizar el análisis según los artistas, como se advierte en la Figura 1A. Estas cifras muestran una tendencia clara, concentrada en Europa, que probablemente refleja una tendencia generalizada. Sin duda habría sido de gran ayuda contar con estudios sobre otras colecciones chilenas de la época, para constatar estas singularidades y dar cuenta, con mayor propiedad, de un sistema de preferencias propio de la elite de la época. Para contrarrestar el déficit de bibliografía chilena sobre el coleccionismo, y, al mismo tiempo contextualizar de manera más global la colección estudiada, se buscaron estudios sobre colecciones en otros países, pero dentro del mismo espacio temporal. De ahí las referencias a Estados Unidos y Argentina. EL ARTE EUROPEO EN AMÉRICA “La colección era típica del período, al comprender una variedad de obras Europeas, con el predominio de obras francesas”6 . Esta descripción, que corresponde a la colección de un norteamericano, otorga una idea de lo común que era coleccionar arte europeo –principalmente francés– en la época. Igual descripción, de hecho, puede hacerse de la colección Cousiño Goyenechea y probablemente de otras tantas de la segunda mitad del siglo XIX. Tan fuerte era el fenómeno que más bien aparecen como una excepción a la regla aquellos coleccionistas que, en esta época, invertían su fortuna en arte “local”. Lois Marie Fink ha estudiado este tema para el caso norteamericano, cuyo artículo sobre el arte francés en Estados Unidos7 aporta referencias e ideas que resultan un buen referente para el caso chileno. Fink plantea que la adquisición de obras europeas –y francesas en particular– fue tal, que incluso causó cierta controversia y consternación 6 Fink, L.M.: “French art in the United States, 1850-1870: Three Dealers and Collectors”. Gazette des beaux-arts, 6th ser, 92 (Sept. 1978), p. 94 7 Ibíd., pp. 87-100. en artistas y críticos norteamericanos a partir de la década de 1850. El arte francés pasó a ser rápidamente muy cotizado, avanzando por sobre otras escuelas nacionales debido a una eficaz promoción y a la variedad y calidad de las obras mismas. Esta afirmación se ve claramente plasmada en las más importantes colecciones de la época, cuyos dueños eran normalmente hombres de negocios, los primeros norteamericanos lo suficientemente ricos como para competir con los compradores europeos. Un buen ejemplo es August Belmont8, cuya colección fue la primera en mostrarse públicamente. El catálogo de esta exhibición da cuenta de 110 pinturas, divididas en la Escuela Francesa, cuarenta obras; la Escuela Belga, veintidós; Alemana, veintiuna y miscelánea (que incluía pintura norteamericana), catorce9. Similar es la colección de Alexander T. Stewart10, la cual fue rematada algunos años después de su muerte. En el catálogo del remate11 se observan 217 obras pictóricas, de las cuales cien pertenecían a artistas franceses, treinta y tres a la Escuela de Düsseldorf, veintiuna a norteamericanos, trece a artistas belgas y el resto a otros centros europeos, como Italia y España. Tan importante fue este remate, que incluso apareció en la prensa chilena, que destacó las obras de Meissonier, Rosa Bonheur, Gerome, Jiménez Aranda y Church12. Poco se sabe de la influencia que estos magnates norteamericanos y sus respectivas colecciones pudieron haber ejercido en la oligarquía chilena. Algunas referencias al desarrollo del arte en Estados Unidos indican que los chilenos no estaban ajenos a lo que sucedía en el país del norte, aunque la visión que prima en la prensa 8 1813-1890. De familia judía, se estableció en Nueva York en 1837, donde hizo su fortuna. 9 Las cifras fueron tomadas de Fink, op. cit., p. 87. 10 1803-1876. Inmigrante irlandés, acuñó una gran fortuna en Nueva York y formó una de las más notables colecciones de arte de la época. 11 Catalogue of the A. T. Stewart Collection of paintings, Sculptures, and other objects of art. New York: 1887. 12 “Remate público de obras de arte en Estados Unidos”. El Taller Ilustrado, Santiago, 14 de febrero de 1886, núm. 71. 141 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte es absolutamente idealizada13. En lo que respecta al país vecino, Argentina, plantea María Isabel Baldasarre que para los primeros coleccionistas bonaerenses, “Europa y también los Estados Unidos fueron los referentes preponderantes”14. Esta influencia era posible gracias a la gran accesibilidad de información que la burguesía porteña tenía sobre los consumos artísticos de quienes consideraban sus pares en otros países. De este modo, ciertos artistas se configuraron como los favoritos de las burguesías extranjeras, instalándose como paradigmas. París se constituyó en la sede del arte contemporáneo, cuestión que redundó en que muchos de estos artistas paradigmáticos fueran precisamente franceses15. En la capital Argentina, las primeras colecciones específicamente dedicadas a las artes plásticas se formaron hacia el tercer cuarto del siglo XIX. Juan Manuel Guerrico16 es conocido como el primer coleccionista argentino. Su colección, una de las más famosas y notables de Argentina, comprendía un conjunto bastante diverso y abundante, y destacaba al mismo tiempo por su impronta francesa y la contemporaneidad de la mayoría de los artistas, principalmente franceses, españoles y algunos italianos17. Otro de los precursores trasandinos fue Juan Benito Soza18, cuyo conjunto de obras se componía enteramente de pinturas europeas –con la excepción de un óleo de Pueyrredón– donde destacaban obras de artistas contemporáneos 13 En El Taller Ilustrado aparecen algunos artículos en torno al arte en Estados Unidos, que dan cuenta de esta visión idealizada: “El arte en Estados Unidos”, 31 de enero de 1887, núm. 69; y “La Escultura en Norteamérica”, 31 de enero de 1887, núm. 69 y 7 de febrero de 1887, núm. 70. 14 Baldasarre, Dueños, p. 104. 15 Ibíd., p. 119. 16 1800-1876. Estanciero y militar, comenzó su colección en Europa, la que trajo a su país en 1848. Esta fue enriquecida por su hijo José Prudencio, quien donó 22 obras al Museo de Bellas Artes. 17 Baldasarre, op. cit., p. 155. 18 1839-1909. Acuñó su colección desde 1865, basándose en la limitada oferta existente en Buenos Aires. En 1877 donó a la provincia de Buenos Aires 48 cuadros. 142 franceses, alemanes, italianos y holandeses19. Un último ejemplo es el de Ángel Roverano20, cuya colección se compone en su totalidad de artistas contemporáneos, siendo la mayor proporción de firmas francesas y españolas y en menor medida de otras nacionalidades: italianas, holandesas, belgas, alemanas y americanas21. CON LA MIRADA PUESTA EN EUROPA Tomando en cuenta la revisión general de la colección Cousiño Goyenechea junto a otras provenientes de Estados Unidos y Argentina, es posible concluir que el gusto por las obras europeas –y en especial francesas– era algo propio de la época, y correspondía a una tendencia que venía del viejo mundo, el cual, gracias a su larga tradición y trayectoria artística, era visto como un referente para las naciones americanas. Si bien se han otorgado datos bastante generales de estas colecciones, la información habla de una tendencia clara y evidente, que traspasaba fronteras. Esta coincidencia en las características de la composición de las colecciones en países distintos como Chile, Argentina y Estados Unidos, responden a un contexto cultural e histórico más amplio. Hay que recordar que, tras el proceso de independencia, las nuevas naciones americanas comenzaron un proceso de organización lento y difícil, a través del cual España –para el caso de las naciones hispanoamericanas– dejó de ocupar un lugar central en las referencias de los nuevos países. En este nuevo contexto, Europa era, sin duda, el referente en materia de ideas y política, a la vez que un ejemplo de progreso, ciencia, arte, buen gusto y tono para los altos círculos sociales. Para Sergio Villalobos no entender esto implicaba 19 Baldasarre, op. cit., p. 127. 20 1850-1921. Comerciante de origen ligur, se estableció en Buenos Aires. Adquirió buena parte de su colección en Europa y donó más de cien obras al Museo Nacional de Bellas Artes. 21 Baldasarre, op. cit., p. 176. Una colección europea, con impronta francesa: la presencia… / María Rosario Willumsen Jigins mantenerse en un ambiente local chato, grosero, atrasado y sin prestigio22, pues la dependencia establecida con el Viejo Continente era vista como una relación dignificante23. Y dentro de Europa, Francia destacaba como cabeza. Las nacientes naciones pusieron entonces sus ojos en la capital francesa, que impregnó con mayor o menor fuerza diversos ámbitos de la vida. Para el caso del arte, París se transformó en el centro indiscutido. Esto se ve claramente reflejado en las colecciones de la época, donde la presencia de artistas franceses sobrepasa por mucho a los de otras nacionalidades. A pesar de esta marcada influencia, la presencia de otras obras europeas no debe dejarse de lado. Su análisis, a continuación, permite precisar los límites de la impronta francesa en el arte de la época. MATIZANDO LA INFLUENCIA FRANCESA EN EL ARTE Se ha escrito bastante sobre la influencia francesa en la sociedad chilena, particularmente de la elite, en la segunda mitad del siglo XIX. Algunos textos parecen mostrar un verdadero monopolio de lo francés en cuanto a las construcciones, la moda y la decoración en general. Por el contrario, son más escasos los textos que ahondan en las influencias que ejercieron otros países europeos, pues “la historiografía del arte chileno ha otorgado un papel preponderante en este proceso a la influencia francesa, desatendiendo otros influjos que pudieran ser relevantes para comprender el período”24. Recientemente se han realizado estudios que buscan reivindicar el aporte de otros países, 22 Villalobos, S.: Origen y ascenso de la burguesía chilena. Santiago: Editorial Universitaria, 1987, p. 78. 23 Ibíd. 24 Guzmán, F.: Italia en Chile. Transferencias artísticas. S. XIX. Las vistas de Venecia de Alberto Orrego Luco. Santiago: Museo Histórico Nacional, Universidad Adolfo Ibáñez, Centro de Restauración y Estudios Artísticos, CREA. En http://www.jornadasdehistoriadelartechile.cl/ catalogo2/catalogo.html. como es el caso de las VI Jornadas de Historia del Arte25, que se centraron en los vínculos artísticos entre Chile e Italia, comprobando la presencia de innumerables conexiones. En esta línea, si bien es incuestionable la influencia que Francia ejerció en múltiples aspectos de la vida chilena, las colecciones de arte de la época –y de modo particular, la colección Cousiño Goyenechea– son una muestra clara de que la elite chilena fue capaz de mirar más allá de la ciudad de la luz, lo que permite matizar la influencia francesa y relevar, al mismo tiempo, la presencia de obras artísticas de diversas nacionalidades. Un dato bastante elocuente en este sentido, es el análisis de la colección tomando como eje el avalúo de las obras. Es interesante y sorprendente reconocer que, de las únicas tres obras avaluadas en 5000 pesos, que corresponde al precio más alto, no figura ninguna obra francesa, sino una italiana, una alemana y una holandesa, siendo solo el caso de esta última algo más discutible, ya que el autor, Ary Scheffer, se radicó en Francia26. Las dos primeras corresponden a las obras más importantes de la colección, cuestión que se desprende no solo del avalúo, sino también de la impresión que causaron en la Exposición de 1872, donde fueron expuestas. Se trata de Ninfa perseguida por un sátiro, obra italiana de autor desconocido del siglo XVII, y Efecto del sol poniente en cordilleras27, obra del alemán Georg Saal. Pedro Lira no recuerda ninguna pintura que haya tenido en Chile un éxito tan grande como esta obra de Saal28. Es importante considerar, además, que luego de estas tres obras, los precios de los cuadros bajan de manera importante, 25 Organizadas por el Centro de Restauración CREA, el Museo Histórico Nacional y la Universidad Adolfo Ibáñez, se realizaron en agosto de 2012. Las ponencias fueron publicadas en: Guzmán F. y Martínez, J. M. (eds.): Vínculos Artísticos entre Italia y Chile. Silencio historiográfico, VI Jornadas de Historia del Arte. Santiago: julio de 2012. 26 Se trata de la obra El monje, una de las pocas de temática religiosa en la colección. 27 Obra también conocida como Cacería de venados. 28 Lira, P.: Diccionario biográfico de pintores. Santiago: Imprenta Esmeralda, 1902, p. 349. 143 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte siendo seguidos por una obra de Raymond Monvoisin, Alí Pachá, avaluada en 3000 pesos, la que, por lo demás, se sabe que fue adquirida por Matías Cousiño. El caso de la escultura ayuda a reafirmar esta idea, a pesar de registrar una complejidad mayor en el análisis de datos. Esta dificultad proviene del hecho de que el estudio realizado considerando el número de obras da un resultado muy diferente al que se llega considerando a los artistas (cuestión que, para el caso de la pintura, presentaba diferencias menores). Al tomar como variable el total de las obras, se muestra, al igual que en la pintura, una marcada impronta francesa, con un 50%, seguido de Chile, con un 26% y luego de Italia, con un 24% (Figura 2B). Pero si se toma como eje el número de artistas, cambia el escenario: vuelve a liderar Francia, con un 53%, seguido esta vez de cerca por Italia, con un 42% y luego de Chile, con un 5% (Figura 2A). ¿Qué indican estas cifras? Por un lado, se observa una variedad de nacionalidades mucho menor con respecto a la pintura, pues aquí solo se cuenta con artistas franceses, italianos y un chileno. Otro aspecto que llama mucho la atención es la fuerte presencia del escultor chileno Nicanor Plaza, el único chileno representado en esta colección. Su presencia contrasta fuertemente con la pobre representación de arte chileno en la colección de pinturas29. Ahora bien, es necesario seguir hilando más fino pues los gráficos más bien reafirman la influencia francesa, en vez de matizarla. Se debe incorporar una nueva variable, que corresponde al tipo de esculturas. Dentro del conjunto se pueden distinguir dos grupos claramente identificables: por un lado, están las esculpidas en mármol, obras 29 La cantidad de obras de Nicanor Plaza es sin duda una novedad dentro del coleccionismo de la época, que daba poca cabida al arte local. De hecho, la adquisición de arte local, tanto en Chile como en Argentina y Estados Unidos, fue una tensión permanente en la época. Para el caso chileno, esta tensión puede observarse en numerosos artículos de El Taller Ilustrado. Para el caso Argentino, Cfr. Baldasarre, op. cit., pp. 43-44 y 181; y para el caso norteamericano, Fink, op. cit., p. 92. 144 normalmente únicas y originales, cuyo valor es evidentemente mayor al del segundo grupo, el cual se compone de una serie de esculturas en bronce, realizadas en diversas fundiciones francesas, las cuales se compraban por catálogo y eran, por consiguiente, copiadas en gran escala. Las primeras se ubican casi todas al interior del Palacio Cousiño; y las segundas se encuentran emplazadas en zonas abiertas y a la intemperie, con el objeto de servir a la ornamentación del parque de Lota. Tomando en cuenta esta distinción, sobre todo por la diferencia en la funcionalidad de las obras, se propone realizar un nuevo análisis, dejando de lado, por un momento, las esculturas del Parque de Lota. Bajo este nuevo escenario, los resultados muestran una realidad diferente. Por una parte, si se consideran a los artistas en sus diferentes nacionalidades, el análisis cuantitativo lleva a matizar la impronta francesa y, al mismo tiempo, vuelve la mirada hacia la escultura italiana, cuya presencia resulta predominante. Bajo este prisma, la presencia de artistas italianos crece al 61,5%, seguido por un 30,7% de franceses, quedando Chile representado en un 7,6%. Distinto es el resultado si se considera el número total de obras de cada nacionalidad: entonces Chile lidera con una presencia mayor al 40%, seguida por Italia con un 39%, culminando bastante por debajo con Francia, representada en un 18%. A pesar de los diferentes resultados, en ambos casos queda Francia relegada a un segundo plano, cuestión que no deja de ser interesante. CONCLUSIONES Estos datos son sugerentes y permiten ampliar la mirada sobre la cultura de la época. Por una parte, ponen de manifiesto la existencia de un sistema de preferencias común –observable en Chile, Argentina y Estados Unidos–, cuyo foco era el arte europeo. Este marcado acervo es posible enmarcarlo en un complejo proceso de apropiación cultural de modelos externos, que se observa tanto en Chile como en otros Una colección europea, con impronta francesa: la presencia… / María Rosario Willumsen Jigins países30. Pero dentro de este modelo europeo, la colección estudiada –y sus pares argentinas y norteamericanas– da cuenta del valor que tenía la variedad. Si bien es indiscutido el lugar que ocupaba Francia tanto en la vida cotidiana como en la cultura y en las artes de la época, parece ser que, en las colecciones de arte, la variedad –dentro de ciertos parámetros, como el origen europeo– otorgaba un valor adicional a la colección, más allá de la presencia de autores franceses consagrados. Y esto se desprende no solo de la colección Cousiño Goyenechea, sino en general de aquellas que aquí se han reseñado, provenientes tanto de Estados Unidos como de Argentina. Artistas de la Escuela Alemana, como Achembach y Georg Saal; precursores de la escuela vanguardista belga, como Cesar de Cock; pintores españoles de gran influencia como Mariano Fortuny; e importantes representantes de la pintura italiana, como Giuseppe de Nittis, y de la escultura, como Tantardini, Giuseppe Argenti y Paganucci; todos estos nombres –junto a varios otros– aparecen una y otra vez en colecciones argentinas y norteamericanas, así como también en exposiciones y colecciones de arte en Chile. Su presencia es una invitación a reflexionar en torno a la importancia que en esa época se le otorgaba a la heterogeneidad de una colección, cuyo valor residía tanto en las obras mismas como en su origen diverso. Es probable, por lo demás, que la posesión de una colección rica en variedad incidiera fuertemente en la imagen proyectada de su dueño, pues este factor sin duda aportaba aires de mayor cultura y conocimiento del mundo. Una colección de arte europeo, con impronta francesa pero a la vez capaz de acoger a artistas de otras nacionalidades, fue sin duda el modelo que inspiró tanto a los magnates norteamericanos como a la elite argentina y chilena. Dentro de estos parámetros, no cabe duda que el arte 30 Cfr. Subercaseaux, B.: Historia de las ideas y de la cultura en Chile. Vol. II: El centenario y las vanguardias. Santiago: Editorial Universitaria, 2011, p. 21-33; Schwarz, R.: “Nacional por sustracción”. Punto de vista, Buenos Aires, Nº 28, noviembre 1986, pp. 15-22. italiano seguía ejerciendo un importante atractivo en los coleccionistas de la época, cuestión que se ve reflejada en la colección estudiada, de manera especial en la escultura, cuyo predominio es incuestionable. Ahora bien, esta presencia europea se dio en desmedro del arte local, cuyo consumo era bastante limitado31. Junto a esto, pareciera ser inexistente en la segunda mitad del siglo XIX un mercado de arte americano, cuestión que ya es posible ver en la Exposición del Centenario del Museo de Bellas Artes en 1910, donde se presentan obras de diversos países, como Argentina, Estados Unidos, Uruguay y Brasil32. En este sentido, la colección Cousiño Goyenechea, en su composición general –centrada en artistas europeos contemporáneos, pero con una fuerte impronta francesa– dio cuenta de un sistema de preferencias bastante difundido en la época, como lo deja ver la comparación con colecciones contemporáneas de Argentina y Estados Unidos. Hay aquí, probablemente, un deseo de acercarse a la modernidad y al progreso, introduciendo en Chile ejemplares del arte que se producía en Europa. La colección, en esta línea, acercaba los ideales culturales y estéticos del Viejo Mundo. Con esto, la colección de Luis e Isidora cumplió con la tarea de fomentar el gusto y despertar el amor al arte, en un momento en que la sociedad se iniciaba en estos temas. Asimismo, al ser exhibida en más de una ocasión33, fue un modelo tanto para la sociedad, que buscaba educar el gusto, como 31 El arte chileno circulaba en las exposiciones y remates de la época, y se pueden ver algunas obras en manos de coleccionistas de la época, pero de manera muy reducida respecto del arte europeo. 32 En Exposición Internacional de Bellas Artes. Santiago de Chile. Catálogo Oficial Ilustrado. Santiago: Impr. Barcelona, 1910. 33 Parte de la colección fue presentada en la Exposición de 1872 (Cfr. Exposición Nacional de Artes e Industria en Santiago de Chile. Septiembre de 1872. Santiago: Imprenta de la Librería del Mercurio, 1872) y en la Exposición Internacional de 1875 (Cfr. Catálogo Oficial de la Exposición Internacional de Chile en 1875, Seccion IV. Bellas Artes e Ingeniería. Santiago: Imprenta de la Librería del Mercurio, 1875). 145 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte para los artistas, que necesitaban modelos en que inspirarse. En este sentido, la colección jugó una función educadora en el arte nacional, la cual se entiende por la necesidad –y el deseo– de articular el campo de las artes desde modelos externos. 146 Considerando lo anterior, es posible entender la colección como un espacio que fue receptor y, al mismo tiempo, creador de tendencias culturales en un momento particular y que, desde la distancia del tiempo, se configura también como un espacio revelador de la cultura de la época. Figura 1 A Composición de la colección pictórica según nacionalidad por número de artistas. Figura 1 B Composición de la colección pictórica según nacionalidad por número de obras. Figura 2 A Composición de colección escultórica según nacionalidad por número de artistas. Figura 2 B Composición de colección escultórica según nacionalidad por número de obras. A emergência do moderno mercado de arte no Brasil MARIA AMÉLIA BULHÕES* RESUMO Análise do processo de formação do moderno mercado de arte no Brasil, suas articulações contextuais e sua evolução até os anos 80. Exploração das questões históricas que acompanham a instauração e o desenvolvimento das instâncias de comercialização como um dos mais influentes setores do sistema da arte local. Esta análise se desenvolve a partir da tese de doutorado da autora, que aborda ABSTRACT Analysis of the formation of the modern art market in Brazil, its contextual joints and its evolution to the 80 process. Exploration of the historical issues surrounding the establishment and development of instances of commercialization as one of the most influential sectors of the local art system. This analysis is developed from the author’s doctoral thesis, which addresses the art system in the country in the 60s and 70s. Partindo da ideia matriz de Raymond Moulin, importante pesquisadora francesa do mercado de arte, de que os atores que determinam o jogo da arte articulam valores estéticos e econômicos no julgamento da obra de arte, avança-se para afirmar que isso é arbitrando através de um sistema de arte1. Este sistema se constitui historicamente, articulado às necessidades da sociedade em que se insere, modificando-se em consequência de lutas internas. Enquanto parte fundamental da estrutura desse sistema, a comercialização atua de forma complexa na definição dos valores artísticos, não se instalando, portanto, somente na instância econômica, como comumente se considera. * Maria Amélia Bulhões. Professor Titular. Universidade Federal do Rio Grande do Sul, UFRGS, Brasil. 1 Sistema da arte, conforme foi definido na tese de doutorado da autora: “o conjunto de indivíduos e instituições que, interagindo, produzem objetos e eventos, por eles mesmos considerados artísticos, e estabelecem os critérios e valores da arte para toda uma sociedade, em um determinado tempo”. No Brasil, em termos gerais, pode se considerar a década de 60, nas artes visuais, como um período de consolidação da modernização internacionalizante que se processava desde os anos 1950. Esta modernização expressava a incorporação do sistema da arte local, orientado basicamente pela lógica da distinção social, ao projeto desenvolvimentista, no qual segmentos da elite brasileira se empenhavam. O mercado de arte que conhecemos hoje, e que desempenha um papel fundamental na comercialização, na determinação de valores artísticos e na consolidação do trabalho de artistas vivos e atuantes, inaugurou-se dentro deste contexto, através da ação de alguns inovadores marchands, no Rio de Janeiro e em São Paulo. Eles instalaram galerias que dinamizaram e modificaram o panorama de um mercado, onde, até então, a arte era comercializada juntamente com antiguidades e outros objetos de luxo. O casal Bonino, de marchands argentinos, criou, em 1960, no Rio de Janeiro, a Galeria Bonino, que introduziu, em um meio artístico 149 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte ainda incipiente, a experiência que traziam de Buenos Aires. Eles abriram suas portas com uma perspectiva de articulação com mercados externos, o que se evidenciou na exposição de inauguração: uma mostra coletiva de artistas brasileiros e argentinos, muito bem recebida pela crítica especializada e pelo público em geral. O prestígio e a influência dessa galeria foram enormes ao longo das décadas de 60 e 70. Em importantes eventos do meio artístico, como o “Destaque JB” –seleção anual das melhores mostras feita por votação dos críticos de mais renome–, ou a Bienal Internacional de São Paulo, pode ser observada a presença permanente de suas exposições e dos seus artistas. Franco Terranova, uma das personalidades mais atuantes nos anos 60, adquiriu em 54 a Petite Galerie, no Rio de Janeiro, que dinamizou o meio de arte, organizando importantes eventos, dentre os quais se pode destacar a “Exposição de Caixas”, mostra decisiva na consagração de uma categoria artística emergente: o objeto. Jean Boghici inaugurou em 1960, no Rio de Janeiro, a Galeria Relevo, onde desenvolveu uma ação destacada na difusão das novas tendências estéticas, principalmente pelo apoio dado aos jovens da vanguarda carioca. Ele foi o articulador da relação de artistas locais com o grupo francês Nouveau Réalisme, promovendo, inclusive, a vinda ao Brasil do crítico Pierre Restany, principal teórico desse movimento, e organizando, juntamente com Ceres Franco (marchand brasileira atuante em Paris), a mostra “Opinião 65”, realizada no Museu de Arte Moderna do Rio de Janeiro, marca decisiva da produção artística brasileira. São Paulo, na década de 60, apresentava um mercado menos ativo, onde se destacavam a importante contribuição do marchand Giuseppe Baccaro que, em 1962, inaugurou a Selearte e, em 65 abriu a Casa de Leilões, empreendimento ousado que monopolizou o mercado paulista na época. Ele ciou ainda, em 66, a Galeria Mirante das Artes, juntamente com Pietro Maria Bardi, ligado à Bienal Internacional de São Paulo e ao Museu de Arte de São Paulo, MASP. No mesmo ano, criou a Art Art, que logo passaria para 150 Ralph Camargo. Destaca-se ainda a Atrium, sob a direção de Emi Bonfim e a Ambiente, dirigida por Radha Abramo. Franco Terranova, também expandiu sua atuação para São Paulo, onde inaugurou, em 1962, uma filial da Petit Galerie. Esse novo empreendimento ficou sob a direção de Raquel Babenco, que se iniciara nas artes plásticas com Pietro Maria Bardi, diretor do Museu de Arte de São Paulo, tornando-se muito influente naquela época. As galerias até agora referidas evidenciam alguns pontos em comum, como o fato de não atuarem como meras intermediárias em vendas de obras, mas de estabelecerem uma rede de relações com as instituições e com a crítica, dedicando-se exclusivamente ao trabalho com obras de artistas vivos e produtivos, atuando assim, decisivamente, em seus processos de legitimação. Elas inauguraram uma prática de interferência direta no circuito artístico, deflagrando processos de profissionalização, participando efetivamente na construção de padrões estéticos e na criação de valores artísticos. Como muito bem observou Nathalie Heinich (2005), a produção plástica moderna encontra sua legitimação primeira no mercado, que se articula no círculo da crítica e das instituições. Assim, nesse momento tornava-se uma exigência do sistema da arte a articulação harmônica das galerias com críticos, museus e outras instituições, na difusão e legitimação da produção artística. Esses marchands foram de certa forma desbravadores, criando um novo estilo de relações com a crítica de arte e com as instituições oficiais. Eles foram responsáveis pela criação do que Anne Cauquelin denomina “sistema marchand-crítico”, em que atuam os trios: marchands com seus críticos, artistas com seus marchands e os criticos que os apoiam. Isso ficava evidente nas relações da Galeria Bonino com o conhecido crítico da época Mario Pedrosa, que escreveu o texto do catálogo de sua mostra inaugural, além de outros. Jean Boghici realizou a conxão do renomado crítico fancês Pierre Restany com artistas locais, tendo inclusive trazido este ao Brasil pela primeira vez. Destaca-se que vários A emergência do moderno mercado de arte no Brasil / Maria Amélia Bulhões deles (o casal Bonino, Franco Terranova, Jean Boghici, Giuseppe Baccaro, Pietro Maria Bardi) eram estrangeiros. Eles desempenharam um papel importante na modernização do sistema da arte segundo padrões internacionais, para os quais seus contatos e know-how foram decisivos. Além disso, possuíam um capital cultural decorrente de suas formações no exterior, em centros de maior tradição cultural e artística, e, também, um capital social por suas relações com muitos capitalistas europeus que vieram para o Brasil no pós-guerra, formando um núcleo que favoreceu essas atividades. Esse primeiro impulso abriu caminho para outra etapa no desenvolvimento do moderno mercado de arte no País, após o golpe de 1964, que elevou ao poder uma ditadura militar. O período de 1968-73 caracterizou-se como um dos mais favoráveis à acumulação monopolista, tendo sido conhecido como “milagre brasileiro”. Foi uma das épocas mais rentáveis para o capital, com a concentração de renda, o incremento às exportações, a rearticulação e a centralização do sistema financeiro e com grande inversão de capitais internacionais, resultado de uma estabilidade política conquistada pelo controle social. Nesse contexto, faziam-se sentir novas possibilidades de consumo das camadas privilegiadas, dando grande incremento ao mercado de bens de luxo, através da ampliação do capital circulante. No campo artístico, a década de 70 pode ser considerada como o período de consolidação do mercado de arte empresarial no País. Em consequência da dinamização econômica, a arte passou a ser vista também como um investimento. Os valores se tornaram basicamente determinados pelo mercado, através de organizações empresariais especializadas em leilões e exposições, que foram responsáveis por vendas em escala até então desconhecidas no País. O processo de consumo foi impulsionado pela realização de uma série de importantes leilões de arte, organizados por galerias de arte, seguindo o modelo proposto por Giuseppe Baccaro. Destacaram-se nessa prática de comercialização a Petite Galerie e a Bolsa de Arte, no Rio de Janeiro, e a Collectio, em São Paulo. Elas introduziram de forma decisiva em seus pregões os trabalhos de artistas brasileiros modernos, o que não acontecia até então, quando eram leiloadas preponderantemente obras de acadêmicos, europeus em sua maioria. Esses novos leilões eram organizados sob a orientação de especialistas, durante o pregão, cada peça era descrita e analisada, com informações minuciosas sobre o artista e a obra, constituindo-se em verdadeiras aulas de história da arte, muitas vezes realizadas por críticos destacados como, por exemplo, Roberto Pontual. Os leilões eram eventos sociais destacados, quase sempre acompanhados de coquetéis destinados a causar boa impressão em seus convidados, cujos lances e aquisições eram comentados nas crônicas sociais. Eles concorreram principalmente para que os segmentos das elites, enriquecidos pelo processo de acumulação, e os setores médios, favorecidos pela ampliação do mercado para mão de obra especializada no processo de modernização econômica, pudessem adquirir um capital cultural. Nesses eventos, incentivaram a formação e o desenvolvimento de um público de aficionados, cumprindo, assim, um papel muito importante para uma nova etapa de expansão do mercado de arte moderna no Brasil. O grande número de leilões realizados nesse período evidenciava a dinâmica do mercado, cuja produção mais procurada era a dos modernistas, a dos primitivistas e a de alguns abstratos. Realizou-se, assim, a promoção desses artistas, cujas obras passaram a ser consideradas altamente lucrativas em termos de investimento. Grupos financeiros estiveram ligados aos leilões, destacando-se o Banco Real e o Banco Nacional. A Galeria Collectio, em sua breve trajetória (1969-73), além de destacar-se com seus leilões, teve uma mais dinâmica atuação na área das artes plásticas, inaugurando uma forma de tratar a obra semelhante à que estava se desenvolvendo nos grandes mercados internacionais. Ela deu início a uma linha de catálogos ilustrados, luxuosos e centrados na visualização de obras, além de realizar uma de suas promoções mais importantes: a mostra, acompanhada da publicação do livro 151 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte Arte Brasil Hoje –50 Anos depois, sob a coordenação do crítico Roberto Pontual. Para o evento foi selecionado um rico acervo da arte brasileira, em grande parte adquirido pela galeria, destacando artistas e obras desde a Semana de 22. O livro é, ainda hoje, uma importante referência para a análise da produção artística no País. A Collectio soube aproveitar o momento propício da economia nacional para envolver os capitais disponíveis em transações de obras artísticas, unindo, assim, o sistema das artes ao sistema bancário e ao mundo dos negócios. Por sua intervenção, foram abertas linhas de financiamento para aquisição de obras de arte e deslocada para esse mercado boa parte do capital de investidores. A derrocada da galeria esteve mais afeta aos métodos especulativos de seu proprietário, longe de expressar a recessão do mercado de arte, que, como pode observar-se, estava em crescente avanço ao longo daquela década e da seguinte. Uma sistemática da atuação que surgiu naquele período foram os contratos de exclusividade que algumas galerias estabeleceram com determinados artistas. Esse tipo de relação personalizada e exclusiva entre marchand e artista expressava a importância que a comercialização passara a ter no processo de legitimação da produção artística. Inaugurada em 1974, a Galeria São Paulo foi um espaço que trabalhou nesse regime. Regina Boni apareceu pessoalmente em um anúncio publicitário, fazendo a seguinte afirmação: “Eu represento os artistas Alan Shield, Babinsky, Edo Rocha, Fajardo, Hamaguchi, José Resende, Nelson Leirner, Waltercio Caldas e Wesley Duke Lee”. Esse tipo de relação personalizada e exclusiva entre marchand e artista expressava a importância que a comercialização passara a ter no processo de legitimação da produção artística. No que se refere às vanguardas, essa tendência foi ainda mais acentuada, devido à permanente atualização de informações necessárias à sua fruição e avaliação. Nesse caso, a orientação de um especialista era ainda mais exigida e solicitada. A identificação de determinado marchand com um grupo de artistas definia um perfil específico de recomendação. 152 Setores do empresariado, enriquecidos no processo de modernização econômica do País, constituíam uma importante fatia do mercado de arte que se desenvolvia rapidamente. Mas os segmentos médios profissionalmente bem colocados (executivos, técnicos especializados e profissionais liberais) também fizeram parte do público consumidor em expansão. Para esses segmentos sociais, de poder aquisitivo mais restrito, foi oferecida uma proposta específica: a obra múltipla. Gravuras assinadas e numeradas e pequenas esculturas de bronze, terracota ou resina fizeram parte dos muitos objetos de arte oferecidos por aquele mercado a partir da segunda metade da década de 70. Testemunhou o crescimento desse segmento a criação, em São Paulo, de inúmeras galerias, entre as quais se destacam as galerias Múltipla (1973) e Arte Aplicada (1971), voltadas basicamente para a comercialização de objetos de pequeno porte, reproduzidos em escala reduzida e com preços mais sedutores do que as obras únicas. Com orientação semelhante, mas atuando em campos mais específicos, estiveram as galerias Skultura (1975) e o Gabinete de Artes Gráficas (1974). Na dinâmica desse mercado em que o marketing detinha um papel decisivo, a Galeria Global, criada em 1974, teve uma importante atuação. Fez parte de sua estratégia a apresentação intercalada de artistas consagrados com novos nomes por ela lançados. A galeria trabalhava de forma profissional, responsabilizando-se pelo convite-catálogo, pelo coquetel e pela divulgação, notadamente a Rede Globo de Telecomunicações, a sua disposição. Atuaram nessa galeria Franco Terranova e Raquel Babenco (que já atuara na Collectio), cujas largas experiências imprimiram ao empreendimento um perfil coerente com os novos tempos da mídia televisiva. O fortalecimento das instâncias de difusão que caracterizou o período, em consonância com o panorama geral do consumo de bens culturais2, evidenciou-se na criação de grande número de 2 A consolidação do mercado de bens culturais na década de 70 foi pesquisada e apresentada por Renato Ortiz A emergência do moderno mercado de arte no Brasil / Maria Amélia Bulhões galerias. Mesmo ampliando-se numericamente e se diversificando, o mercado de arte manteve-se restrito em comparação com o crescimento geral do consumo que ocorria no País naquele momento. As reproduções eram sempre em edições restritas, numeradas e assinadas, para garantir a permanência da aura de distinção, imprescindível à manutenção do sistema. Na década de 70, um novo perfil geográfico do sistema das artes plásticas no País configurou-se, com o deslocamento de seu centro dinamizador do Rio de Janeiro para São Paulo, onde de 1964 a 1969, foram inauguradas em São Paulo sete galerias, e de 1971 a 1979, trinta galerias3. O expressivo desenvolvimento do mercado de arte, em decorrência do crescimento empresarial intensivo que ocorria naquela cidade, foi fator decisivo em tal deslocamento. A relação do mercado de arte com grupos empresariais foi uma tendência que se implementou no Brasil a partir dos anos 70, consolidando-se nos anos 90 com as leis de incentivo fiscal que transferem verbas públicas para gestão privadas empresas através de isenção fiscal. Não dispondo de instituições públicas legitimadoras de grande peso, o sistema das artes ancorou sua credibilidade no mercado, que, fortalecido em termos de capital cultural, fez suas alianças com o capital social e o econômico. As disputas pelo poder simbólico envolvem valores estéticos, mas também interesses políticos econômicos e sociais. Segundo Pierre Bourdieu, os indivíduos que estão estabelecidos no sistema lutam para garantir seus privilégios e o valor de seu capital cultural. Os que estão fora lutam para entrar e, também, para alterar os mecanismos de valoração (BOURDIEU, 1990). Nos anos 80, destacaram-se marchands dedicados à difusão de uma produção emergente, como, por exemplo, Thomas Cohn, no Rio de Janeiro, Paulo Figueiredo, João Sattamini, em seu livro. A moderna tradição brasileira, São Paulo, Brasiliense, 1989. 3 Esses dados foram fornecidos para a autora pela pesquisadora Maria Lucia Bueno. Luisa Strina e Regina Boni, em São Paulo. A denominada “Geração 80”, mesmo desprovida de um discurso crítico que a objetivasse como produto pictórico portador de uma conceituação específica4, foi absorvida muito rapidamente. Esse processo de legitimação estava ancorado na crescente importância das instâncias de comercialização dentro do sistema da arte. As galerias estimulavam o retorno da pintura, reagindo, assim, ao crescente destaque que as vanguardas conceituais na linha dos herdeiros do neoconcretismo estavam obtendo até então. Na esteira das tendências internacionais, da transvanguarda italiana e do neoexpressionismo alemão, surgiu uma quantidade bastante significativa de jovens artistas que entraram rapidamente no circuito comercial. O processo expandiu-se rapidamente, com resultados significativos em termos de atualização da produção e de desenvolvimento de um mercado voltado para obras de custos mais reduzidos e com expectativa de rápida valorização. Os anos 80 caracterizaram-se, ainda, por uma nova expansão do circuito artístico brasileiro, dessa vez em termos nacionais. Diversos estados, como Minas Gerais, Rio Grande do Sul, Goiás, Bahia e muitos outros, dinamizaram seus mercados regionais e estabeleceram articulações até então inexistentes, com o eixo Rio-São Paulo. Essas foram inovações bastante significativas, pois, pela primeira vez, configuraram-se certos mercados regionais de arte moderna no País. Entretanto, essa articulação foi, e continua sendo, bastante frágil, e a hegemonia do eixo Rio-São Paulo mantém-se preponderante no circuito nacional. O mercado brasileiro, apesar de trabalhar basicamente sobre matrizes internacionais desde sua emergência na década de 60, ainda se manteve, até a década de 90, predominantemente nacional em termos de obras comercializadas. Os artistas brasileiros obtinham no meio local uma cotação que não correspondia aos valores 4 Conforme afirmações de BASBAUM, Ricardo. “Pintura dos anos 80: algumas observações críticas”. In: Gávea, Nº 6, Rio de Janeiro, p. 46. 153 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte recebidos a nível internacional, onde eram até então pouco conhecidos. O comprador de arte no País adiquiria artistas brasileiros, e as empresas, mesmo multinacionais, quando operando no Brasil, selecionavam para aquisição obras de artistas locais. Isso se explica, possivelmente, por dois fatores: regras e taxas de importação que desestimulavam a entrada de obras estrangeiras e a atuação dos setores de difusão que acentuavam o caráter elitista do sistema e a aura da obra de arte vinculando-a a uma abordagem idealizada da figura do criador. O reconhecimento pela elite de “seus artistas” era importante na decisão de aquisições, e artistas internacionais, mesmo com mais valor no mercado internacional eram desconhecidos do meio local. 154 O papel exercido pela comercialização, através de seus agentes, no sistema da arte, no Brasil, coloca o mercado como um dos principais responsáveis pela imagem pública da arte moderna e contemporânea, o que torna fundamental o aprofundamento de estudos sobre sua formação e seu desenvolvimento. Pela análise aqui desenvolvida, percebe-se que este é um processo em contínua transformação e processos de adaptação às condições contextuais e às relações de poder dentro e fora do sistema. Novas estratégias, novos valores e novos modelos não pressupõem o desaparecimento consecutivo de cada um dos modelos anteriormente hegemônicos, mas sim uma complexa convivência para a qual é preciso estar atento. Mercados y mecenas en el Brasil imperial: la cuestión nacional en la escultura ALBERTO MARTÍN CHILLÓN* RESUMEN Dentro de un panorama poco estudiado como es la escultura imperial en Brasil, ¿qué hay detrás de las quejas sobre un casi monopolio extranjero de los encargos? Analizaremos en este artículo las especiales características del mercado carioca, que pueden explicar estas quejas: la falta de escultores brasileños; el poco apoyo de las instituciones; el gusto del público; el papel de la técnica y el dominio de los materiales nobles, analizando los principales escultores y comitentes del periodo, además de prestar atención al “mercado privado”, es decir, al funcionamiento de la escultura fuera de los grandes proyectos. ABSTRACT In the little studied area that is imperial sculpture in Brazil, what is behind the complaint that there is almost a complete foreign monopoly of the art works? This article will discuss the special features of carioca market that can explain these complaints: lack of Brazilian sculptors, little institutional support, public taste and the role of art and mastery of fine materials, analyzing the major sculptors of the period and patrons, and also paying attention to the “private market”, that is, the operation of the sculpture outside of major projects. Si la historia de la escultura pública en Río de Janeiro está, en gran parte, aún por investigar1, más todavía lo está la escultura privada. En este estadio inicial, y considerando fundamental el conocimiento de este campo para el estudio de la realidad artística, es necesario un primer acercamiento a la escultura como un campo global y con características propias. Apenas sabemos nada de las colecciones, de los clientes y de los mercados que le dieron forma, y las circunstancias * Alberto Martín Chillón. Estudiante de doctorado. Universidade Estadual do Rio de Janeiro (UERJ). 1 Migliaccio, L.: “A escultura monumental no Brasil do século XIX. A criação de uma iconografía brasileira e as suas relaçõescom a arte internacional”. Anais do XXIII Colóquio do Comité Brasileiro de História da Arte, 2003, p. 239. específicas bajo las que se desarrolló. Varios autores2 coinciden en señalar el franco desprestigio y la poca atención que, tradicionalmente, ha sido dada a la escultura y sus protagonistas, a los que, raramente, se dedican estudios monográficos3. 2 Fernandes, C. V. N.: “A escultura no Segundo Reinado na cidade do Rio de Janeiro: o embate entre a encomenda independente”. Anais do XXV Colóquio do Comité Brasileiro de História da Arte, Belo Horizonte, 2005. Migliaccio, op. cit. 3 Alfredo, M. de F. do N.: Diálogo neoclassicismo / romantismona obra de Chaves Pinheiro. Tesis de maestría, Artes Visuais, UFRJ, 2009; Bardi, P. M.: Umséculo de escultura no Brasil. São Paulo: Museu de Arte de São Paulo Assis Chateaubriand, 1982; Bardi, P. M.: Em torno da escultura no Brasil. São Paulo: Banco Sudameris Brasil, 1989; Knauss, P.: “A festa da imagen: a afirmação da escultura pública no Brasil do século XIX”. 19&20, v. V, Nº 4, oct/dic 2010; Knauss, P.: “Imaginação escultórica 155 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte Posiblemente se deba a la destrucción de muchas de las obras del período, y a la dispersión de las pocas supervivientes, que, junto con la falta de un estudio de campo y archivo exhaustivo, hacen de este campo un objetivo, en principio, poco favorable. Si tenemos en cuenta que entre 1840 y 1884 aparecen cuarenta escultores presentando sus trabajos en las exposiciones nacionales de bellas artes, pero solo conocemos la vida y obra de muy pocos, parece clara la necesidad de profundizar en esta disciplina de las bellas artes. Con este objetivo, nos aproximamos a la realidad escultórica del periodo de un modo panorámico, tratando de entender las circunstancias en las que se desarrollaba el oficio de “escultor de ornatos”, los escultores decoradores, y “estatuário”, los escultores de figuras, y que rodearon a las amargas quejas de los artistas brasileños ante lo que consideraban un monopolio del mercado por parte de artistas extranjeros, en un momento donde se estaba intentando definir un arte propiamente nacional. Y es en este ambiente donde encontramos algunas quejas de artistas brasileños sobre la asignación de encargos, oficiales y no oficiales, a artistas extranjeros, lo que lleva a plantearnos las siguientes preguntas: ¿realmente los artistas extranjeros gozaban de una situación privilegiada?, y si eso era así, ¿por qué los encargos recaían en artistas extranjeros? Para responder a estas preguntas, estudiaremos las especiales características del mercado escultórico carioca y analizaremos quiénes realizaron los grandes proyectos y quiénes eran los comitentes. e identidade étnica”. [Com/com] tradições na História da Arte, Campinas: Universidade Estadual de Campinas, 2011; Silva, M. C. C da.: A obra Cristo e a mulher adúltera e a formação italiana do escultor Rodolfo Bernardelli. Tesis de maestría. Departamento de História do Instituto de Filosofia e Ciências Humanas, Universidade Estadual de Campinas, 2005; Silva, M. C. C da.: Rodolfo Bernardelli, escultor moderno: análise da produçãoartítica e de suaatuação entre a Monarquia e a República. Tesis doctoral, Departamento de História do Instituto de Filosofia e Ciências Humanas, Universidade Estadual de Campinas, 2011. 156 La historia de la construcción del segundo gran monumento público carioca, la estatua de José Bonifacio (Figura 1), suponía una ocasión excepcional para no solo demostrar las aptitudes de los artistas brasileños, sino, por extensión, la buena salud del arte nacional. El rechazo del ofrecimiento de un joven escultor, Cândido Caetano de Almeida Reis, para realizar la escultura sin ninguna remuneración, suscita la siguiente pregunta, “(…) quererá (a Comisão) também, imitando o governo, pedir aoestrangeiroum escultor? Terrívelirrisão! Nãopossonem o quero acreditar: a entrega da estatua feita por um brasileiro estarãoduas glorias nossas erguidas n’um pedestal”4. Dos glorias se unirían en la realización de la estatua por Almeida Reis. Por un lado, Brasil avanzaría en el campo de las bellas artes y la escultura monumental; y, por otro, el encargado de la ejecución y concepción sería un brasileño nato. No en vano, Almeida Reis es saludado por los artistas y parte de la crítica como el primer escultor brasileño digno de ese nombre: “Se até agora não tinhamos um digno representante na estatuaria, podemos de hojeemdiante affirmar que encontramos um homem”5. Parece que el desinterés por la escultura es algo común que atraviesa toda la cronología imperial, y la gran falta de profesionales cualificados es una queja habitual en el Imperio brasileño. Desde la llegada de la Misión Artística Francesa existía, aunque no una ausencia total, sí una gran escasez de profesionales preparados, como refleja el anuncio de Manoel Joaquim de Souza Alão, quien se propone “ensinar alguns Discipulos sejão da côr que forem, tendo estes habilidade, e gosto de aprenderem huma Arte tão nobre, e de tanta falta neste Paiz”6. Equiparar Brasil con las demás naciones desarrolladas se convirtió en una de las principales preocupaciones del gobierno imperial, en lo que se conoce como “projeto civilizatório do 4 Opinião Liberal, 8 de octubre de 1870. 5 Moraes Filho, A. J. de M.: A Reforma, 18 de marzo de 1870, recogiendo las palabras del crítico Joaquim Serra. 6 Diario do Rio de Janeiro, 29 de febrero de 1828, p. 99. Mercados y mecenas en el Brasil imperial: la cuestión nacional… / Alberto Martín Chillón Império”, donde las artes y la industria jugaban un papel esencial, a través de “o desenvolvimento da instrucção publica, a multiplicação dos conhecimentos úteis que das nações mais adiantadas nos têem vindo, as viagens que uma grande parte da nosamo cidade tem emprehendido pe la Europa”7. El viaje a Europa para adquirir conocimientos, para recibir formación en las universidades, y las novedades traídas por los extranjeros convierten al continente europeo en el eje en torno al cual gira esta ambiciosa tarea de desarrollo, y hacen que el arte comenzase a ennoblecerse8. Los artistas extranjeros, frecuentemente, acudían a Brasil solo temporalmente, y este tipo de artista “de ordinário não busca nossas plagas sinão movido pela perspectiva de lucros que talvez não alcançaria na sua pátria”. Artistas que no buscaban el beneficio de la nación y que buscaban ganancias fuera de su país, en el que, tal vez, no alcanzarían la fama y éxito alcanzados en Brasil, matiz que nos hace sospechar de la calidad de los mismos. Para evitar esto, serían necesarios artistas que fijasen su residencia en el país, después de su viaje de formación a Europa, gasto este que se planteaba como muy necesario. En una de las primeras grandes obras, en este caso de escultura pública, realizadas por artistas brasileños, como el frontón de yeso del Casino Fluminense, proyectado por Severo da Silva Quaresma, Joao Duarte Morais y Quirino Antonio Vieira en 1857, e inaugurado en 1860, observamos la defensa de profesionales cualificados, frente a la poca protección de que disfrutaban: “Executando este trabalho os seus autores deram um grande passo na carreira artística, justificaram a reputação em que eram tidos de moços hábeis e laboriosos, e mostraram que no nosso paiz não faltam talentos nem dedicação, mas somente boa vontade de proteger as artes e os artistas”9. Este sentimiento de desprotección se refleja en esa misma época, a mediados de siglo, en otros textos, reclamando que la carencia no era de buenos escultores, sino que lo que faltaba era un público y un gobierno que prestasen “acolhimento, protecção e estima aquelles que se dedicam aos differentes ramos dessa especialidade dos conhecimentos humanos”10 y que hacía la escultura no pasase de modeladora en barro, “porque ainda o governo não mandou fazer uma estátua ou grupo sequer em mármore ou bronze”11. Esta situación ya había sido resuelta en la pintura, campo que contaba con dos cuadros históricos, encargados por el Estado, “de assunto pátrio e por um artista nacional”12. Es importante percibir como no solo es importante el hecho de poseer obras de temas nacionales, sino también realizadas por artistas nacionales, lo que les agregaba aún más valor. Pasado el tiempo, décadas después, la situación no parece haber cambiado mucho en el campo escultórico, cuando Felix Ferreira, en la primera obra de crítica artística13, dedica un espacio a dos de los más importantes escultores de la segunda mitad del siglo: “Como o Sr. Chaves Pinheiro, o Sr. Cândido Reis vai gastando a vida, ouem acan hados ensaios, ouem mesquinhos ornatos para os pobres edifícios públicos ou particulares, que por aí se levantam por empreitada”14. Así, parece claro el descontento general, entre la década de los cincuenta y ochenta, de los artistas nacionales ante una situación que consideraban adversa: falta de protección, de posibilidades, y de desarrollo de todas sus habilidades y potencial creador. En contraste con esta situación y muy relacionado con las quejas anteriores, aparece el hecho de que, en los grandes encargos, si bien pocos, los artistas nacionales fueran preferidos a favor de los extranjeros, bien ilustrado en la siguiente pregunta, dentro de una crítica a la labor de 7 O Brasil Artístico, op. cit., pp. 37-40. 12 Ibíd. 8 Ibíd. 13 Ibíd. 9 O Brasil artístico, op. cit., p. 94. 14 Ibíd., p. 116. 10 Ibíd., pp. 169-170. 11 Ferreira, F.: Belas Artes: estudos e apreciações. Introdução e notas Tadeu Charelli, Porto Alegre: Zouk, 2012. Op. cit., p. 265. 157 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte mecenazgo realizada por el emperador, que se hace la prensa en 1872: “Encommendar estátuas aos artistas europeus, afim de passar por protector das artes, e recusar aquiprotecção a um artista distincto, como o estatuário Almeida Reis?”15. Pero las quejas continúan, preguntándose por qué “Emquanto o artista brazileiro, não gana emsua patria um real por mez, o estrangeiro locuplete-se para depoisrir-se de nós”16. Ante esta pregunta, nos planteamos quiénes eran estos extranjeros y qué encargos eran los que estaban dominando. Para ello, analizaremos primero los encargos públicos y después los encargos privados, sus mecenas y artistas. Existe una iniciativa17 entre los años cuarenta y sesenta para erigir una serie de monumentos públicos, inspirados en gran parte por Manuel de Araújo Porto-Alegre, con el apoyo político de José Clemente Pereira. Dentro de este programa se situarían algunas de las primeras esculturas en mármol, elaboradas por Ferdinand Pettrich, escultor de origen alemán, que llega a Brasil alrededor de 1842 para convertirse prácticamente en el escultor de la Corte. Así realizaría en 1846 la efigie del emperador, y en 1857 la de José Clemente Pereira, ambas para el Hospicio de Praia Vermelha, donde también se encuentran las figuras de la entrada: la Ciencia y la Caridad y San Pedro de Alcántara, en la capilla, todas en mármol. Parece que el otro gran escultor extranjero del período, y que también formaría parte de este gran proyecto, el italiano Luigi Giudice, también se distingue por el uso de este material noble, con el que ejecuta el frontón de la Santa Casa de la Misericordia, en 1868. Detrás de la presencia de este escultor encontramos un deseo expreso del gobierno, que contrató a cuatro artistas italianos para trabajar en Ceará, entre los que se encontraban Luigi Giudice, estatuário, y Antonini, escultor de ornatos, que, una vez acabado su trabajo, fueron reclamados por la Academia Imperial de Bellas Artes, por 15 A República, 3 de abril de 1872. 16 A República, 12 de julio de 1873. 17 Migliaccio, op. cit., p. 240. 158 sus conocimientos en el trabajo del mármol, y con vistas a establecer puntos de extracción en el país para abaratar costes18. El dominio de un material noble, como el mármol, se convertía en una de las prioridades del Imperio, lo que puede justificar esta llamada de artistas extranjeros, que dominaban la técnica, y a su vez podrían enseñar a los escultores locales, además de educar el gusto del público, como refleja una carta de Araújo Porto-Alegre, del 10 de abril de 1844, sobre la efigie del emperador realizada por Pettrich: “Daqui a ano e meio, verão os brasileiros a primeira estátua de mármore feita no seu país, e começarão a habituar-se a um espetáculo novo para eles, e uma vez convencidos de sua necessidade hão de ir continuando”19. Los dos grandes monumentos del período, el de don Pedro I, 1862 (Figura 2), y el de José Bonifacio, 1872, recayeron en manos del escultor francés Louis Rochet. La primera de ellas, promovida por la Cámara municipal de la ciudad con el apoyo del Instituto Histórico y Geográfico Brasileño, y financiada por medio de suscripción popular, fue adjudicada a João Maximiano Mafra, cuyo proyecto fue realizado y modificado por Louis Rochet, quien se encargó de la fundición del grupo en París, debido a las dificultades técnicas de realizar el proyecto en Brasil20. Sería el mismo escultor que realizaría el monumento a José Bonifacio, 1872, promovido por el Instituto Histórico y Geográfico Brasileño, mediante suscripción popular. A pesar de no depender directamente del gobierno imperial, parece que la decisión de otorgar este encargo a Louis Rochet, descartando la propuesta de Almeida Reis, pudo depender directamente del emperador, como refleja el siguiente fragmento, que debemos leer con precauciones, por la ideología del periódico 18 Fernandes, op. cit., p. 90. 19 Arquivo da Casa Imperial (Museu Imperial, Petrópolis), maço 107, documento 5188. Disponible en: http://www. artedata.com/crml/crml3001.asp?ArtID=18, consulta 15 de febrero de 2014. 20 Knauss (2010), op. cit. Mercados y mecenas en el Brasil imperial: la cuestión nacional… / Alberto Martín Chillón que lo publica, A República: “Mas soube-se que o imperador mandara fazer o trabalho pelo Sr. Rochet, e o instituto referendou incontinente o acto, assumindo a responsabilidade (…) de que so não diga que o rei reina, governa e administra ainda nestas materias. Assim é que dá gosto ver os cortezãos!”21 Debemos esperar más de diez años para encontrar una escultura en bronce fundida en Brasil. La figura del Progreso (Figura 3) en la Estación Central de ferrocarril, de Almeida Reis, quien en 1885 fundió su figura en los talleres del ferrocarril, encargada por el ingeniero Ewbank de Cámara, cuyo coste fue de 600 “réis”. El tercer monumento, Lucha desigual (Figura 4), está ubicado en el Campo de Santana, de 1879, desconociendo quién fue el comitente. Esta obra fue realizada por Leon Després de Cluny en cemento modelado, y adquirida por 2.500 “réis”, en un momento en el que el presupuesto para el parque se veía reducido por dificultades económicas de la Cámara Municipal, quien promovió la obra. La remodelación y acondicionamiento del Campo de Santana tuvo varios proyectos en diversas fechas. Uno de los primeros fue un proyecto ambicioso con varios bustos de bronce, alegorías, una efigie del duque de Caxias y un monumento a don Pedro II22, que hubiera supuesto un gran impulso para la escultura, pero que no llegó a realizarse, y el proyecto que finalmente triunfó fue el del paisajista francés Glaziou, firmado el 2 enero de 187323, e inaugurado el 7 de septiembre de 188024. En este proyecto, se contaba con un monumento central al triunfo de Brasil en la guerra de Paraguai y “dez grandes estátuas de ferro fundido e seus pedestais, obra bem acabada, da fábrica de Barbezat, em Paris, ou de igual crédito pela perfeiçao de seus trabalhos bronzeados”25. Las esculturas de la fábrica Barbezat son las obras de la antigua Fundición Val d’Osne26, vendida en 1855 a la Sociedad Barbezat & Cie27, fundición francesa que se dedicó a la producción en serie de escultura decorativa por medio de moldes de escultores antiguos y modernos. Su presencia en Río de Janeiro es innumerable, y parece que Glaziou jugó un papel importante en la popularización de este tipo de monumentos “por considerá-los de ótima qualidade e de preço ventajoso, se comparando com os existentes no mercado”28. Ante esta importación masiva, la producción nacional se vio perjudicada, limitándose a rejas, puertas, alguna fuente o vasos29. ENCARGOS PRIVADOS Dejando a un lado los grandes encargos oficiales, no todos ellos bien conocidos, el mercado escultórico privado es un campo aún por estudiar. Dentro de los encargos de cierta envergadura, dos son los ejemplos que tendremos en cuenta: el mausoleo del vizconde de Guaratiba (Figura 5) y el mausoleo del vizconde de la Estrella, ambos realizados por artistas italianos. El encargo del primero correspondió a los herederos del aristócrata, quienes decidieron contratar a José Berna, artista italiano residente en Brasil que diseñó y ejecutó este trabajo, para lo cual se desplazó a Italia entre 1859 y 1861. Supone este uno de los grandes proyectos funerarios imperiales, todo él en mármol, con varias esculturas y relieves. El segundo fue realizado por Camilo Formilli, a petición del vizconde de la Estrella, cuyo boceto fue presentado en la XVIII Exposición General de Bellas Artes, en 1866, bajo el nombre de La religión: 21 A República, 6 de abril de 1872. 26 22 “O parque da praça da República. Antigo da Aclamação. Notícia histórica do Campo”. Revista do Serviço do Patrimônio Histórico e Artístico Nacional, Nº 8, 1944. Junqueira, E; Cruz, P. O.: Arte francesa do ferro no Rio de Janeiro. Memória Brasil. 2005. 27 Levy, C. R. M.: Exposições Gerais da Academia Impérial e a Escola Nacional. Rio de Janeiro: Pinakotheke, 1990, p. 32. 23 Ibíd., p. 148. 24 Ibíd., p. 150. 28 Levy, op. cit., p. 30. 25 Ibíd., p. 146. 29 Ibíd., p. 34. 159 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte estatua en mármol30. Además, el escultor ofrecía sus servicios en la prensa para realizar “qualquer obra de sua arte emmármore, como sejam túmulos, monumentos, bustos, estatua, etc.31. Pero no solo se encargó a Formilli el mausoleo del vizconde, sino que este, siendo corrector de la Santa Casa, le encargó la fachada del cementerio, “executavel na Italia, em marmore branco de Carrara, debaixo das vistas e direção do artista Camillo Formilli, sendo o gradil de bronze e fundido em Paris, importando a obra de marmore e bronze em 60.000”32. Esta puerta se convierte en un ejemplo perfecto de la cuestión nacional, ya que en el mismo cementerio existía una puerta lateral, realizada con la intención de “provar que no pais havia recursos próprios, sem ser necessário mendigar no estrangeiro”33, diseñada por el profesor jubilado de la Academia, Justino de Alcántara, esculpida por José dos Santos Villak y fundida en hierro por Miguel Couto dos Santos. Una de las pocas grandes obras que conocemos, dentro del coleccionismo escultórico, es obra de otro artista extranjero, el francés León Després de Cluny, quien presentó en la Exposición Nacional de 1861 su obra en yeso, Familia de salvajes atacados por una serpiente (Figura 6), por la que recibió medalla de oro34. No sabemos si esta obra fue encargada expresamente o comprada más tarde por el que aparece como su propietario dos años después, el barón de Nueva Friburgo, uno de los hombres más ricos del país. La crítica se pregunta cómo es posible que tan acaudalado mecenas no invirtiese una parte de su considerable fortuna en pasar a mármol esta escultura, para así inmortalizar el arte brasileño35. El hecho de pensar en una escultura en mármol aparece como una utopía casi imposible para un artista, como reflejan las siguientes palabras: “Em mármore! Um grupo tão collossal é quasi um sonho para um amador”36. Este mismo escultor, Leon Després de Cluny, realiza en 1864 la efigie de San Pedro Apóstol, en mármol, para la Venerable Hermandad de San Pedro, que nos lleva a pensar en lo que estaba sucediendo en la escultura religiosa, y es precisamente aquí donde encontramos una de las pocas explicaciones al respecto de los múltiples encargos a extranjeros. Así la profesora Cybele Vidal explica cómo el procedimiento de encargar esculturas a talleres europeos, hecho del que ya se lamentaba Araújo Porto-Alegre, era una costumbre extendida, especialmente por parte de las órdenes terceras, que, enriquecidas en este periodo, buscaban estatuas en mármol para adornar las fachadas de sus iglesias, y que, como recomendaba la tradición, las encomendaban a talleres portugueses o italianos, y “as preferiam, em detrimento do fazer local, porque as mesmas davam maior requinte aosseus edificios”37. Este fazer local debía, por tanto, buscar sus propios mercados y oportunidades, para cuyo conocimiento resultan bastante ilustrativos algunos anuncios aparecidos en prensa, en los que varios escultores ofrecen sus servicios. En 1854, Severo da Silva Quaresma & Comp. publica lo siguiente: “Incumbem se de objectos pertencentes à escultura, tirão mascaras, retratos, etc.”38. Es interesante observar como los dos únicos géneros específicos mencionados, frente a la oferta en mármol de Formilli, son las máscaras mortuorias y retratos, posiblemente dos de las tareas más comunes en este momento. Casi veinte años después, otro escultor, Antonio Bernardo Soares, en este caso escultor de ornatos, ofrecía sus servicios “para todo e qualquer trabalho pertencente à sua arte”, ofreciendo sus servicios para trabajar el barro, el yeso, la cera o la madera, en alto y bajorrelieve, al gusto antiguo y moderno, con especialidad en imágenes, decoración de iglesias, arabescos, florones, etc.39. 30 Ibíd. 31 Almanak Administrativo, Mercantil e Industrial do Rio de Janeiro, 1863. 32 Brasil Histórico, 1868, p. 56. 36 Ibíd. 33 Ibíd., p. 15. 37 Fernandes, op. cit., p. 88. 34 A Actualidade, 19 abril 1863. 38 Correio Mercantil, 13 de febrero de 1854. 35 Ibíd. 39 O Pharol, 23 de mayo de 1882. 160 Mercados y mecenas en el Brasil imperial: la cuestión nacional… / Alberto Martín Chillón Otro modo de comercializar objetos escultóricos eran las subastas, realizadas en casas especializadas en comercio artístico o por motivo de defunciones, herencias o abandono del país. En este primer caso destaca la labor de la conocida Casa Ruqué que, bajo el lema “Fórma con juncta est perfection”, ofrecía en 1857, para los aficionados a las bellas artes, un “esplendido leilão de uma riquíssima e variada coleção de artigos de mármore, jaspe, ágata e alabastro, tudo moderno e do mais apurado gosto”40. En otras subastas también, a lo largo del siglo, se ofrecen multitud de objetos como “mesas de mosaico, grandes vasos, jarras, taças, figuras e objectos de fantasia, fructeiras, uvas (a imitação), copiado dos melhores e mais afamados maestros antigos e modernos”41. En la década de los sesenta asistimos a una gran subasta escultórica por disolución de una firma comercial, que comparte con casi todas las demás el especial protagonismo de los materiales nobles y el prestigio y elegancia de los mismos, frecuentemente importados. Así se subasta una rica colección de mármoles de Carrara y alabastros, “constando de grandes e elegantes túmulos de preço, estatuas, bustos, imagenspias, lousas e uma infinidade de objectos diversos em escultura fina, que serão impreterivelmente vendidos por conta da massa fallida da viúva Vinelli & C”42. Luiza Delfina Vinelli aparece como titular de una compañía comercial extranjera, que comerciaba con diferentes productos, y no sabemos, por el momento, si uno de ellos era la escultura, pero aparecen en la segunda mitad del siglo multitud de negocios dedicados a la importación de mármoles y producción de los más diversos objetos escultóricos, campo prácticamente desconocido y que ayudaría a conocer mejor el mercado artístico. Muchos eran los establecimientos dedicados al mármol y a la piedra, pero no sabemos cuántos de ellos también vendían o producían esculturas, ni qué escultores trabajaban en estos establecimientos. Durante la década de los cincuenta es común observar como el mármol se vendía en tiendas de importación, junto con otros artículos de lujo. Tiendas de muebles, de alimentos, máquinas agrícolas y otras muchas, en el caso de los marmolistas, trabajan principalmente vendiendo el material en forma directa. Durante los años sesenta continúa esta costumbre y vemos casos de tiendas de papel pintado, donde se vendían artículos de decoración, como columnas, estatuas y mármoles43, y aparece un procedimiento que ya se conocía anteriormente, y que será común a lo largo de todo el Imperio: los comerciantes de mármoles que además aceptaban encargos específicos que traían de Europa por medio de sus redes de contactos y pertenencia a las grandes casas europeas. Uno de los casos más importantes es el de José Berna, que aparece vendiendo un gran surtido de productos escultóricos44. Además del prestigio de realizar el mausoleo del vizconde de Guaratiba, José Berna obtuvo premios en varias exposiciones, como en Italia, en 1860; o en Brasil, en varias ocasiones, en 1866, 1868 y 188145. Por primera vez en 1906, la compañía Berna, ya regentada por su viuda, ofrece, además de los finos mármoles extranjeros, mármoles nacionales explotados directamente46. CONCLUSIÓN Los grandes encargos públicos durante el Imperio, por lo menos por lo que sabemos hasta ahora, en efecto estuvieron encargados a escultores extranjeros, residentes o no en Brasil. Entre 1860 y 1889 se erigen tres grandes monumentos, 43 Almanak Administrativo, Mercantil e Industrial do Rio de Janeiro, 1851. 44 40 Correio Mercantil, 12 de abril de 1857. Correio Mercantil, 20 de octubre de 1865. 45 41 Almanak Administrativo, Mercantil e Industrial do Rio de Janeiro, 1881. Almanak Administrativo, Mercantil e Industrial do Rio de Janeiro, 1901, p. 1931; 1903, p. 1967. 46 42 Diario do Rio de Janeiro, 18 de abril de 1861, p. 3. Almanak Administrativo, Mercantil e Industrial do Rio de Janeiro, 1906, p. 566. 161 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte adjudicados todos ellos a escultores franceses: Louis Rochet y Leon Després de Cluny. En el caso del primer artista, parece claro que ante el deseo de erigir monumentos en bronce, era imposible o muy difícil realizar esa fundición a gran escala en Brasil en ese momento, tanto es así que solo en 1885 se fundirá una gran pieza en bronce en el país. Esta falta de fundiciones responde también a la multitud de piezas en hierro fundido recibidas especialmente de fundiciones francesas, como Val d’Osne, que, por su calidad y precio, saturó el mercado, imposibilitando un desarrollo fuerte de la fundición nacional. Por otro lado, dos de los escultores más importantes durante las primeras décadas de la segunda mitad de siglo, Ferdinand Pettrich y Camilo Formili, deben su extrema importancia al deseo del Imperio de producir obras en mármol, como deja claro la importancia que se da a la primera obra en mármol hecha por un escultor brasileño, Severo da Silva Quaresma, discípulo de Pettrich47. La pobreza de materiales de muchas obras escultóricas, realizadas en yeso, barro o cemento modelado, responde a una necesidad de economizar gastos, y frecuentemente tales obras están realizadas por artistas brasileños, como el frontón del Casino Fluminense, aunque no exclusivamente, ya que Lucha desigual, de Leon Després, también está realizada en cemento modelado, por la escasez de fondos de los comitentes. La labor de artistas extranjeros, en otros casos, como el de la escultura religiosa encargada por las ricas órdenes terceras, se prefería “em detrimento do fazer local, porque as mesmas davam maior requinte aosseus edificios”48. La sofisticación y exclusividad de estas obras, importadas de Europa, son rasgos comunes del mercado brasileño, donde se da especial importancia a las novedades europeas, tanto objetos cotidianos como materias primas, como los mármoles, vendidos en negocios de productos importados. El mismo origen tenían las piezas escultóricas vendidas en subastas, confeccionadas con los más ricos mármoles, jaspes y ágatas. En cuanto a otros encargos privados, campo casi desconocido, en estos momentos iniciales destaca el mercado funerario, con algunos proyectos relevantes, en manos también de escultores extranjeros, como Camillo Formili, José Berna o Blas Crespo García, todos establecidos en Río de Janeiro, fundando marmolerías que desarrollan su labor hasta entrado el siglo XX. Estas industrias, junto a otras del mismo tipo en manos de brasileños, ocupan un lugar importante para el conocimiento del mercado escultórico y artístico decimonónico, que se han querido apuntar y comenzar a estudiar aquí, al igual que el coleccionismo, del que sabemos muy poco, y del que se ha destacado un caso especialmente señalado. Así se pretende que esta comunicación sirva como comienzo para futuras investigaciones más profundas sobre estos temas. 47 48 Correio da Tarde, 5 de noviembre de 1856. 162 Fernandes, op. cit., p. 88. Figura 1 Monumento a José Bonifacio, Louis Rochet, 1872, bronce. Figura 2 Monumento a don Pedro I, Louis Rochet, 1862, bronce. Figura 3 El Progreso, Cándido Caetano de Almeida Reis, 1885, bronce. Figura 4 Lucha desigual, Leon Després de Cluny, 1879, cemento modelado. Figura 5 Anuncio de La marmolería José Berna. Mausoleo del vizconde de Guabatiba. Almanak Administrativo, Mercantil e Industrial do Rio de Janeiro, 1874. Figura 6 Familia de salvajes atacados por una serpiente. Leon Després de Cluny. Fundición en bronce posterior del original en yeso de 1861. Les collections de manuscrits médiévaux enluminés aux USA: entre goût artistique et “collectionisme” ERIC PALAZZO* RÉSUMÉ La contribution s’intéresse au collectionisme nord-américain de la fin du XIXe siècle et du XXe siècle et de son goût pour l’art médiéval. Plusieurs figures majeures de ce collectionisme américain sont présentés, comme John Pierpont Morgan, Henry Walters ou bien encore Jean Paul Getty. L’analyse porte sur le phénomène du goût pour le Moyen Age occidental et ses objets, en particulier les manuscrits enluminés. Il s’agit de mettre en évidence la nécessité des collectionneurs américains de construire la mémoire de “leur” histoire européenne à travers ses fondements médiévaux. ABSTRACT The contribution explores the north-american “collectionisme” at the end of the 19th century and during the 20th century and its interest for medieval art. Several main “collectionneurs” are presented like John Pierpont Morgan, Henry Walters and Jean Paul Getty. The analyse focuses on the taste for the objects produced during the middle ages in europe, mainly the illuminated manuscripts. The main idea for these “collectionneurs” is to build the memory of “their” european history through their medieval foundations. Dans le cadre de cette conférence, je vais m’in- téresser à l’histoire de la constitution des fonds de manuscrits enluminés et ses différentes significations pour le sujet de ce colloque: mécénat et “collectionisme” en histoire de l’art. Avant d’entrer dans le vif du sujet, je voudrais exprimer un ressenti particulier en lien avec la circonstance dans laquelle je me trouve. En effet, je suis un médiéviste européen, français, spécialiste de l’histoire de la liturgie et des manuscrits enluminés du Moyen Age, auquel on a demandé –et je remercie vivement mon amie Paola Corti pour cela– de brosser un panorama général sur le “collectionisme” des manuscrits * Eric Palazzo. Université de Poitiers-CESCM, Institut Universitaire de France. enluminés dans l’espace nord-américain (très principalement aux Etats-Unis) dans le cadre d’un colloque organisé par une université sud-américaine et se tenant dans votre beau pays qu’est le Chili. Ce regard triangulaire entre l’Europe, l’Amérique du Nord et l’Amérique du Sud est pour moi rendu possible non seulement du fait de mes spécialités dans le domaine de la recherche mais aussi et peut-être surtout car j’ai séjourné durant un an comme “Senior Scholar” au Getty Research Institute de Los Angeles. Ce séjour m’a entre autres permis de bien connaître le monde des manuscrits enluminés du Moyen Age conservés aux Etats-Unis et la façon dont leur étude s’inscrivait dans une histoire du “collectionisme” dans ce pays vieille d’au moins deux siècles et en relation avec le thème de l’altérité du Moyen Age pour les américains du Nord. A 167 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte des degrés divers, tous les médiévistes du monde entier entretiennent une relation d’altérité avec la période médiévale. De nombreux historiens se sont intéressés à cette altérité du Moyen Age à l’origine de malentendus sur la façon dont notre monde contemporain s’est approprié et continue de penser sa familiarité avec cette période de l’histoire européenne. Le Moyen Age est “ autre ” et, à ce titre, il nous oblige à penser la relation que nous entretenons avec “lui” en terme d’altérité. Cette altérité du Moyen Age se caractérise de manière différente selon les pays et les continents1. En effet, la perception du Moyen Age et la façon dont il interfère dans les repères de la vie quotidienne ou les structures sociales et politiques d’un pays varient considérablement si l’on se situe aux Etats-Unis ou bien dans le contexte européen, en France par exemple. L’altérité du Moyen Age implique des relations de proximité plus ou moins fortes avec cette période de l’histoire, variables selon les pays et les cultures. Ainsi, à la différence des EtatsUnis, l’Europe entretient et cultive même une proximité culturelle poussée avec le Moyen Age, déclinée souvent sous des formes patrimoniales, sans pour autant pouvoir prétendre connaître parfaitement “ l’autre ” que représente la culture médiévale. Pour illustrer ce propos, je rappelle que la proximité et même, pourrait-on dire, la promiscuité physique et matérielle à travers les monuments et les objets médiévaux conservés dans les musées ou, comme c’est le cas pour les manuscrits enluminés, dans les bibliothèques, qui caractérisent la situation de nombreux pays européens donnent l’illusion d’un Moyen Age familier, parfaitement connu du public comme des spécialistes. Pourtant, ainsi que l’a résumé récemment Hans Belting en une phrase: “ Les musées exposent de l’art et non de la religion ”, soulignant clairement la forte altérité du Moyen Age “ artistique ” et la connaissance que nous 1 Freedman, P. et Spiegel, G.: “Medievalisms Old and New: The Rediscovery of Alterity in North American Medieval Studies”. American Historical Review, 103, 1998, pp. 677-704. 168 pensons avoir de la signification de ses productions dans le domaine de l’art2. L’altérité du Moyen Age dans son ensemble et celle de l’art médiéval en particulier concernent aussi bien le public en général que, de façon plus spécifique, les historiens et les historiens de l’art. Bien plus que le “ grand public ” auquel on “ donne à voir ” un certain Moyen Age, le spécialiste est confronté à l’immense difficulté que représente la perception de l’altérité du Moyen Age. Pour contourner cet obstacle qu’il se garde bien souvent d’affronter, le médiéviste se perd fréquemment dans le désir d’appropriation absolue des traces du passé médiéval justifié, du moins à ses yeux, par la construction heuristique de sa discipline. En parallèle à ce réflexe de possession obsessionnelle du Moyen Age et de ses “ objets ” en tout genre, le médiéviste imite spontanément la bêtise scientifique de Bouvard et Pécuchet décrite avec très grande acuité par Gustave Flaubert où le fétichisme classificatoire et le désir irrépressible de posséder “ l’ancien ”, “ l’autre ”, l’emportent sur toute tentative d’une approche “ vivante ” du Moyen Age et de sa culture3. Je n’irai pas jusqu’à penser que le “collectionisme” des manuscrits enluminés développé par les américains du Nord à partir du XVIIIe siècle relève de la volonté obsessionnelle de s’approprier le Moyen Age grâce à la possession de certains de ses objets les plus précieux que sont les manuscrits enluminés. La question mérite néanmoins d’être soulevée et introduite dans le débat car le “collectionisme” comprend une forme de possession obsessionnelle, fondée certes sur des motifs de nature “culturelle” ou “sociale” mais ne débouchant pas obligatoirement sur une connaissance sérieuse et approfondie du matériau collectionné et de sa signification intrinsèque. L’origine du “collectionisme” nord-américain pour les manuscrits enluminés du Moyen Age occidental se situe en France et en Angleterre dans la période 2 Belting, H.: La vraie image. Paris: 2007, p. 59 et pp. 59-63. 3 Flaubert, G.: Bouvard et Pécuchet, “Collection Folio”. Paris: 1950; Farge, A.: “Des historiens Bouvard et Pécuchet”. Les lieux de l’histoire. Paris: 1997, pp. 134-149. Les collections de manuscrits médiévaux enluminés aux USA: entre goût… / Eric Palazzo comprise entre le XVIIe et le XIXe siècle. Dès le XVIIe siècle, surtout en Angleterre, on voit se développer les premières formes de “collectionismes” des manuscrits médiévaux à peintures. Ce goût pour ces objets du passé médiéval s’inscrit dans le mouvement plus général du “Gothic Revival” en Angleterre au sein duquel les manuscrits peints étaient considérés comme des “antiquités” et non pas encore comme des objets d’étude pour l’histoire de l’art, ce qui ne se fera qu’à partir des années 18504. Ce “collectionisme” des manuscrits enluminés du Moyen Age, animé par l’esprit du “Gothic Revival” anglais a ouvert la voie de la constitution des premières collections de manuscrits médiévaux peints, pas encore considérés comme des “antiquités” au même titre que les objets archéologiques ou les pièces de monnaies anciennes. Dans l’Angleterre des XVIIIe et XIXe siècles, le développement des collections particulières de manuscrits enluminés du Moyen Age se fit en parallèle à la constitution des premières collections nationales destinées à se transformer en fonds de musées afin de nourrir le sentiment de la nostalgie envers le passé médiéval révolu5. En france, dès le XVIIe siècle, la perception des manuscrits enluminés a été surtout le fait des savants bénédictins issus de la congrégation de Saint-Maur qui avaient pour objectif de visiter les abbayes de France afin d’étudier les manuscrits médiévaux et servir pour la mise en place de la réforme de l’ordre bénédictin. Chacun le sait, dom Jean Mabillon est considéré comme le “père” des historiens médiévistes justement parce qu’il a été l’un des pionniers de l’approche “scientifique” du manuscrit médiéval qu’il considérait comme un véritable objet d’étude et non pas seulement comme un témoin du passé de la France médiévale générant de la nostalgie. Dans ses “Monuments de la monarchie française”, 4 Sur toutes ces questions, voir l’ouvrage classique de Munby, A.N.L.: Connoisseurs and Medieval Miniatures 1750-1850. Oxford: 1972. 5 Sur tout ceci, voir l’ouvrage très bien documenté: Hindmann, S.; Camille, M.; Rowe, N.; Watson, R.: Manuscript Illumination in the Modern Age. Block Museum of Art: 2001. comprenant cinq volumes parus entre 1729 et 1733, un autre célèbre savant mauriste, dom Bernard de Montfaucon, a été l’un des premiers à publier la reproduction sous forme de gravure de peintures de manuscrits médiévaux, avant le développement des techniques de reproduction moderne comme le fac-similé et l’image numérique. Ces techniques ont eu pour effet de contribuer au changement de statut du manuscrit enluminé du Moyen Age auprès des collectionneurs, passant de l’objet d’art ancien à l’objet reproductible que se doit de posséder un amateur d’art opérant en faveur de la distinction sociale fondée sur la possession de ces objets. Plusieurs auteurs ont montré l’impact des techniques de reproduction des manuscrits enluminés du Moyen Age, notamment celle du fac-similé, sur l’attitude du public en général et des collectionneurs d’art en particulier envers les peintures du Moyen Age contenues dans les manuscrits6. Pour ces collectionneurs fortunés, la possession d’une reproduction d’un manuscrit enluminé ou d’une partie de ses peintures revient pour ainsi dire à posséder l’objet lui-même ou les images qu’il contient. Dans le même ordre d’idées, mentionnons l’usage habituel au moins depuis le XVIIIe siècle consistant à constituer des collections de peintures médiévales découpées à dessein dans les manuscrits7. La pratique du découpage ou, plus largement, du démembrement des manuscrits médiévaux enluminés afin de former des collections de peintures détachées de leur contexte matériel et de dénaturer l’objet en tant que tel, est connu depuis le XVIIIe siècle au moins. Elle s’inscrit dans la tradition qui remonte à la 6 Voir, à titre d’exemple, le recueil d’ornements issus de manuscrits médiévaux publiés à Londres entre 1830 et 1833 par Henry Shaw, antiquaire et enlumineur à ses heures, Hindmann, S.: “Facsimiles as Originals: an Unknow Illuminated Manuscript by Henry Shaw”. The Journal of the Walters Art Gallery, 54, 1996, pp. 225-232. Voir aussi Nordenfalk, C.: Color of the Middle Ages: A Survey of Book Illumination based on Color Facsimiles of Medieval Manuscripts. Pittsburgh, 1976. 7 Sur ce phénomène, voir l’excellent article de Wieck, R.: “Folia Fugitiva. The Pursuit of the Illuminated Leaf”. The Journal of the Walters Art Gallery, 54, 1996, pp. 233-254. 169 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte Renaissance et consistant à collectionner des enluminures réalisées de façon indépendante de tout manuscrit. Au XVIIIe siècle, certains collectionneurs, comme James Granger en Angleterre, pratiquèrent des découpes dans les manuscrits médiévaux enluminés, en récupérant les peintures, afin d’en constituer des albums d’illustrations médiévales. En France, après la Révolution française, cette habitude se répandit et servit deux objectifs : constituer des collections de peintures médiévales à des fins de reconnaissance sociale; lancer une sorte de commerce d’enluminures du Moyen Age. Tout au long du XXe siècle et de nos jours encore, il n’est pas rare de voir certains manuscrits démembrés ou faire l’objet de découpage afin d’en récupérer les initiales ou les peintures en pleine page dans le but d’en tirer un bon prix sur le marché de l’art et des antiquités. On verra un peu plus loin que certaines grandes collections de peintures de manuscrits aux EtatsUnis ont été constituées à partir de feuillets enluminés séparés de leur manuscrit originel ou d’initiales peintes parfois sauvagement découpées. Ces initiales découpées l’ont parfois été simplement pour servir dans la constitution d’alphabets formés à partir d’un assemblage hétéroclite de peintures de manuscrits. A en croire Roger Wieck, la pratique de ces assemblages d’initiales peintes provenant de manuscrits médiévaux n’était pas rare dans certains milieux sociaux de l’Angleterre victorienne. Parmi les grands collectionneurs américains de manuscrits enluminés aux XIXe et XXe siècle, certains ont porté un relatif intérêt pour les feuillets peints isolés ou pour les initiales découpées. John Pierpont Morgan et Henry Walters –c’est-à-dire les deux plus grands collectionneurs nord-américains de manuscrits médiévaux– n’ont que faiblement apprécié la découpe des manuscrits et la circulation de feuillets isolés ou bien la constitution d’albums de “belles images” médiévales. De son côté, Robert Lehman (1891-1969) a privilégié son intérêt pour les enluminures isolées plutôt que les manuscrits complets. Issu du milieu financier et de la banque, l’intérêt de Robert Lehman pour la peinture de manuscrits séparée de son objet 170 naturel proviendrait de son goût pour la peinture italienne du Trecento, acquise lors de son passage comme étudiant à l’université Yale. De telle sorte que, pour Lehman, l’enluminure était à mettre sur le même plan que la peinture sur bois, indépenda nte de tout objet. Da ns l’espace nord-américain, la collection de peintures médiévales séparées de leur manuscrit d’origine est sans doute l’une des plus belles et des plus riches. Elle a ainsi été conçue comme une sorte d’extension d’une collection de tableaux et fait la part belle aux enluminures italiennes et flamandes de la période comprise entre le XIVe et le XVIe siècle8. LES GRANDS COLLECTIONNEURS DE MANUSCRITS MÉDIÉVAUX ENLUMINÉS AUX ETATS-UNIS ET LES FONDS ACTUELS Dans un article paru en 1988, Richard Rouse a bien retracé l’histoire des recherches sur les manuscrits médiévaux dans l’espace nord-américain au XXe siècle9. L’intérêt des chercheurs universitaires pour les manuscrits médiévaux en général et pour ceux contenant des enluminures s’est développé rapidement après la constitution des principales collections de fonds de manuscrits du Moyen Age et même parfois en parallèle. Dans la plupart des cas, ces collections ont été constitués par des personnes privées qui ont légué leurs fonds à des institutions universitaires prestigieuses. A Yale, la bibliothèque acquiert en 1714 un exemplaire du Speculum humanae salvationis, donnant en quelque sorte le point de départ de l’enrichissement du fonds de manuscrits médiévaux dans cette université, notamment à partir de manuscrits grecs et, dans la seconde moitié du XXe siècle, 8 Hindman, S., et. al.: Illuminations in the Robert Lehman Collection: New York, 1997. 9 Rouse, R.-H.: “Latin Paleography and Manuscript Studies in North America”. Un secolo di paleografia e diplomatica (1887-1986). Rome: 1988, pp. 307-327. Les collections de manuscrits médiévaux enluminés aux USA: entre goût… / Eric Palazzo sur la base de donations de collections privées10. A Princeton, la situation est assez similaire à celle observée à Yale. La collection actuelle y est pour une large part constituée à partir de donations de plusieurs collections privées dont celles d’anciens étudiants de la prestigieuse université et de Robert Garrett, un grand banquier de Baltimore11. S’inscrivant dans cette tradition, mentionnons la collection Richard and Mary Rouse constituée par les deux grands savants, eux-mêmes spécialistes des manuscrits médiévaux, à l’Université de Californie à Los Angeles (UCLA). Cette collection comprend à ce jour 144 manuscrits donnés par Richard et Mary Rouse. Sur place, à Los Angeles, elle vient s’ajouter à celle de l’université à proprement parler comprenant 166 manuscrits complets ou feuillets isolés12. A n’en pas douter cette collection “Rouse” ferait la joie du premier grand savant, français, ayant entrepris le catalogage des fonds de manuscrits médiévaux aux Etats-Unis dans la première moitié du XXe siècle, Seymour de Ricci13. La principale figure du “collectionisme” des manuscrits médiévaux enluminés aux Etats-Unis aux XIXe et XXe siècles est sans conteste John Pierpont Morgan (1837-1913) (Figure 1)14. Magnat de l’acier et du charbon, JP Morgan prend en 1877 la tête de la “soeur” new-yorkaise de la banque d’investissement Drexel de Philadelphie. En 1895, il prend son indépendance et fonde la “JPMorgan Bank” qui est à la fois une banque d’affaires, d’entreprise et commerciale généraliste. A plusieurs égards, John Pierpont Morgan incarne le modèle économique de la grande 10 Catalogue of Medieval and Renaissance Manuscripts in the Beinecke Rare Book and Manuscript Library Yale University. New York: 1984. 11 Medieval and Renaissance Manuscripts in the Princeton University Library. Princeton University Press, 2013. 12 Je remercie Richard Rouse pour les informations communiquées sur ces collections dans un email en date du 11 février 2014. 13 Ricci, S. de: Census of Medieval and Renaissance Manuscripts in the United States and Canada. New York, 1935. 14 Rowe, N.: “Recuperation of Manuscript Illumination in Nienteenth and Twentieth Century America”. Manuscript Illumination in the Modern Age..., pp. 217-274. banque d’affaires qui anime la réorganisation du capitalisme aux Etats-Unis. En plus de cela, John Pierpont Morgan s’impose comme l’un des principaux collectionneurs d’art et notamment de manuscrits enluminés ou pas. Le banquier s’intéresse aussi bien aux manuscrits complets qu’aux feuillets isolés. Rapidement sa collection comprend plusieurs centaines de manuscrits qui vont constituer, à partir de 1924, la “Pierpont Morgan Library” qui demeure aujourd’hui le haut lieu de conservation des manuscrits médiévaux aux Etats-Unis. La célèbre bibliothèque n’a pas été fondé par John Pierpont Morgan lui-même mais par son fils auquel il a légué ses trésors à sa mort en 1913. Dans l’esprit de JP Morgan il s’agissait de transmettre sa collection à sa descendance mais aussi de légué au peuple américain des trésors artistiques en vue de son éducation culturelle. En effet, le “collectionisme” de John Pierpont Morgan comprend les trois ingrédients essentiels de l’intérêt pour les manuscrits médiévaux enluminés de la part des puissants financiers et industriels américains des XIXe et XXe siècles. En premier lieu, ces collectionneurs s’inscrivent dans la tradition remontant au XVIIIe siècle, notamment en Angleterre, où l’acquisition d’oeuvres d’art “antiques” et de manuscrits enluminés permet de satisfaire le goût des bourgeois et des nobles pour les “antiquités” afin d’exprimer une certaine nostalgie du passé médiéval. En second lieu, ces collectionneurs américains –avec John Pierpont Morgan à leur tête– tendent à reproduire aux Etats-Unis l’élite cultivée européenne amateur d’oeuvres d’art et synonyme de distinction sociale, voulant en quelque sorte reconstruire aux Etats-Unis l’ethos des gentlemen anglais. Enfin, le “collectionisme” des puissants financiers et industriels américains est fortement animé par l’esprit philanthropique en vue du développement de l’éducation et de la culture pour la population la plus large possible. Comme je l’ai déjà évoqué précédemment, c’est entre autres dans cet esprit que John Pierpont Morgan a légué sa magnifique collection de manuscrits médiévaux qui a donné naissance à la fameuse “Pierpont Morgan Library”. C’est dans 171 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte cette bibliothèque, par exemple, que s’est tenue l’une des toutes premières grandes expositions nord-américaines de manuscrits enluminés du Moyen Age, en 1934, faisant suite à l’exposition de quelques-uns des trésors de la bibliothèque de l’université Princeton en 1916 organisée par Charles Rufus Morey. En Europe, en France surtout, on n’était pas très rassuré de voir de nombreux manuscrits médiévaux quitter leur territoire d’origine pour gagner une terre lointaine où leur destinée serait bien incertaine. C’est ce qu’exprime par exemple en 1906 Léopold Delisle, alors en poste à la Bibliothèque nationale à Paris et très grand spécialiste des manuscrits médiévaux. Il faut dire que John Pierpont Morgan comme d’autres grands collectionneurs américains de manuscrits médiévaux ont mené de véritables campagnes d’achats et d’acquisitions de manuscrits, dont beaucoup étaient enluminés, en Europe, aussi bien en France, qu’en Italie et en Allemagne. La collection constituée par John Pierpont Morgan comprend de très nombreux somptueux manuscrits médiévaux enluminés, comme l’un des exemplaires les plus anciens du commentaire de Beatus, moine asturien du VIIIe siècle, sur l’Apocalypse, ou bien encore le célèbre sacramentaire du Mont-Saint-Michel datant du XIe siècle. Il n’est pas sans intérêt de noter que la toute première acquisition faite par l’industriel américain est un autre chef-d’oeuvre de l’enluminure médiévale, le fameux manuscrit dit des “évangiles de Lindau”, réalisés au IXe siècle. Autre point remarquable dans l’impulsion donnée par John Pierpont Morgan à la connaissance des manuscrits médiévaux enluminés aux Etats-Unis, ou bien par ses successeurs –en premier lieu son propre fils–: la direction de la “Pierpont Morgan Library” revient dès 1924 à un savant de renom qui fera toute sa carrière comme directrice du fonds des manuscrits de cette bibliothèque, et publiera de nombreuses contributions “universitaires” sur les manuscrits médiévaux. Belle da Costa Greene, puisque c’est d’elle dont il s’agit, oeuvra toute sa vie pour rendre accessible aux savants du monde entier la collection Morgan car il n’y a pas de diffusion 172 culturelle de ces chefs-d’oeuvres auprès d’un public large sans une recherche de pointe menée par les meilleurs spécialistes nord-américains et européens. Cette double politique, à la fois savante et ouverte à un large public afin “d’éduquer” les populations et satisfaire ainsi les objectifs philanthropiques des puissant financiers et marchands américains, caractérise aussi le parcours de la collection de manuscrits médiévaux constituée par l’autre grande figure américaine du “collectionisme” médiéval aux Etats-Unis aux XIXe et XXe siècles à côté de John Pierpont Morgan, à savoir, Henry Walters (1848-1931) (Figure 2)15. A l’instar de Jean Paul Getty dont je vais parler dans un instant, Henry Walters était surtout un collectionneur d’objets d’art “tous azimuts”, s’intéressant à toutes formes d’antiquités, et incluant ainsi les manuscrits médiévaux à peintures dans un ensemble large de pièces anciennes et d’oeuvres d’art. Pour enrichir sa collection, il fît de nombreux voyages en Europe afin d’acheter des manuscrits, surtout en France car il était très francophile. A ce jour, le fonds de manuscrits médiévaux, pour une large part enluminés, contient près de cinq cents manuscrits réalisés à des époques très différentes du Moyen Age et originaires de plusieurs aires géographiques de l’Europe. On y trouve par exemple de nombreux livres d’heures et des manuscrits ayant conservés leur reliure d’origine. Ayant fait fortune dans le chemin de fer, Henry Walters légua sa collection à sa ville natale, Baltimore, où a été fondé en 1934 la Walters Art Gallery qui est l’un des musées les plus riches et les plus visités des Etats-Unis (Figure 3). De nos jours, le Walters Art Museum mène une politique active d’enrichissement du fonds des manuscrits enluminés, de travaux de 15 Rowe, Cf., art. cit. à la note précédente et Randall, L., et. al.: Medieval and Renaissance Manuscripts in the Walters Art Gallery, I. Johns Hopkins University Press, 1989. Voir aussi Johnston, W.: William and Henry Walters. The reticents collectors. Baltimore: 1999 (Je remercie Martina Bagnoli, conservatrice en chef des objets d’art au Walters Museum de Baltimore pour ses informations sur le sujet). Les collections de manuscrits médiévaux enluminés aux USA: entre goût… / Eric Palazzo recherche combinés à des expositions destinées à un large public16. Cette triple action poursuit de façon remarquable les motivations des grands collectionneurs américains du XIXe et du XXe siècle. Comme à la “Pierpont Morgan Library”, la politique scientifique menée par la Walters à Baltimore a été réalisée dès la fondation de l’institution sous l’impulsion d’un savant de renom dont l’oeuvre a été consacrée à l’étude des manuscrits médiévaux enluminés, Dorothy Minner. Les liens entre une riche collection de manuscrits enluminés médiévaux et un musée a trouvé aux Etats-Unis, au XXe siècle, sa réalisation la plus remarquable dans le musée des “Cloisters” qui reconstitue des bâtiments médiévaux dans le nord de New York. Là, on trouve une fantastique collections d’objets d’art médiéval, en particulier certains cloîtres reconstitués de grandes abbayes du sud de la France comme Saint-Michel-de-Cuxa, ainsi que des chefs-d’oeuvre de l’enluminure médiévale dont certains manuscrits peints par Jean Pucelle au XIVe siècle. Pour notre sujet, il me paraît intéressant de noter que le musée des “Cloisters” a été fondé à partir de la collection d’art médiéval d’un sculpteur, George Grey Barnard (1863-1938) qui fit l’acquisition d’une partie des cloîtres de Saint-Michel-de-Cuxa et de Saint-Guilhelm-le-Désert, entre autres, vendus comme biens nationaux à la Révolution et démantelés par leurs propriétaires. Ces oeuvres furent ensuite acquise en 1925 par John Rockfeller Junior avant de constituer le noyau des collections médiévales du musée des “Cloisters” ouvert en 1938. Par cet exemple, on voit que ce ne sont pas seulement les riches banquiers et industriels qui, aux Etats-Unis, ont joué un rôle majeur dans le “collectionisme” de l’art médiéval et des manuscrits enluminés. On trouve aussi des artistes qui étaient cependant animés par les mêmes desseins que les puissants financiers. A la jonction entre ces différents milieux et comme exemple d’une autre entreprise sensiblement comparable à 16 Voir en dernier lieu, la magnifique exposition: Treasures of Heaven. Saints, Relics and Devotion in Medieval Europe, Baltimore, 2010. celle ayant mené à la fondation du musée des “Cloisters”, mentionnons le Glencairn Museum en Pennsylvanie. Cette vaste demeure à laquelle s’ajoute la reconstruction d’une cathédrale “médiévale” était le lieu de résidence de Raymond (1885-1966), homme de loi et homme d’affaires, et Mildred Pitcairn. Bien que ne possédant aucune formation spécifique en architecture, Raymond Pitcairn entrepris entre 1928 et 1939 la réalisation de ce vaste bâtiment néo-médiéval ainsi qu’auparavant, de la cathédrale néo-gothique et néo-romane à la fois que le grand historien de l’architecture médiévale, Arthur Kingsley Porter, n’hésitait pas à comparer aux plus grandes réalisations médiévales européennes. Dans ce bâtiment dont on pourrait croire à première vue qu’il satisfait les obsessions nord-américaines pour la recréation sur le territoire du Nouveau Monde de l’idéal de la chevalerie médiévale dont les dérives se mêlent à certains mouvements “New Age”, on trouve aujourd’hui l’une des plus fantastiques collections d’art où se mêlent toutes les époques et genres artistiques (Figure 4). Dans cet ensemble, le Moyen Age occupe une place de choix, notamment pour les pièces de sculptures romanes, dont cet élément exceptionnel du linteau de l’ancien portail de l’abbaye de Cluny, datant du début du XIIe siècle, et utilisé aujourd’hui, au Glencairn Museum, comme linteau de la porte des toilettes pour dames (!) (Figure 5), mais aussi pour certains beaux exemples de peintures de manuscrits médiévaux. A plusieurs égards, le Glencairn Museum incarne la bonne combinaison aux Etats-Unis entre le “collectionisme” des pionniers dans le domaine de l’art et de l’art médiéval en particulier, la volonté de s’inscrire dans la tradition d’une certaine “noblesse” d’art européenne et en même temps dans l’harmonie entre la recherche scientifique et universitaire sur le matériau collectionné et sa mise à disposition pour un public plus large, à des fins d’éducation. Le dernier exemple de collectionneurs avisés de manuscrits médiévaux enluminés représente un cas particulièrement significatif de ce que je viens d’évoquer à partir du Musée Glencairn. Je veux parler de la collection conservée au Getty 173 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte Museum de Los Angeles constituée par Jean Paul Getty (1892-1976) (Figure 6), richissime magnat du pétrole. Le musée installé aujourd’hui sur les hauteurs de Brentwood à Los Angeles est l’un des hauts lieux de la culture aux Etats-Unis ainsi que l’une des réalisations artistiques et culturelles les plus réussies du pays. Avant la construction du magnifique musée actuel par l’architecte Richard Meier, le musée Getty était limité à la villa antique bâtie dans un style typiquement romain à Malibu. Aujourd’hui encore, cette villa comprend une partie des collections du Getty consacrée aux oeuvres de l’Antiquité romaine. Le fonds des manuscrits médiévaux enluminés a été constitué à partir du noyau qu’a représenté l’acquisition en 1983 des 144 manuscrits enluminés rassemblés à Aix-la-Chapelle en Allemagne par Peter (1925-1996), titulaire d’une thèse sur Picasso soutenue en 1950 et Irene Ludwig. Cette collection privée est l’une des plus riches au monde et elle comprend des chefs d’oeuvre de toutes les époques du Moyen Age jusqu’à la Renaissance et provenant de multiples aires géographiques. D’autres parties de la collection Ludwig comprenant des objets d’art d’autres époques et non pas des manuscrits médiévaux, est restée en Allemagne, à Cologne, où elle ont été intégrées au Musée Wallraf Richartz. Sur la côté ouest des Etats-Unis, la collection de manuscrits enluminés des Ludwig est devenu le coeur de l’un des fonds les plus importants de manuscrits médiévaux peints en Amérique du Nord, conservée dans d’excellentes conditions, remarquablement étudiés par les conservateurs sur place et par des chercheurs du monde entier et faisant enfin l’objet d’une valorisation culturelle importante dans le cadre d’expositions permanentes et temporaires attirant nombre d’amateurs éclairés. En plus des 144 manuscrits originaires de la collection Ludwig, le département des manuscrits du Getty Museum a depuis acquis 111 manuscrits à l’issue de ventes et appartenant à l’art médiéval ou à l’époque de la Renaissance ainsi que du monde byzantin, voire de l’Arménie et de l’Ethiopie17. Pour conclure, je voudrais simplement pointer avec vous la richesse de l’histoire des collections de manuscrits enluminés du Moyen Age aux Etats-Unis, reflet d’une histoire sociale, culturelle, politique et économique, aussi bien que scientifique et académique. Je souligne aussi que cette histoire n’est pas terminée et qu’il suffit pour s’en rendre compte d’avoir la chance de séjourner quelque temps dans l’une des institutions prestigieuses du monde académique et de la culture aux Etats-Unis comme ce fut le cas pour moi pendant un an au Getty de Los Angeles. Enfin, il serait intéressant de procéder à des comparaisons de la situation que je viens d’esquisser pour l’espace nord-américain avec d’autres aires culturelles européennes ou extra-européennes. 17 174 Kren, T.: Chefs-d’oeuvre du J. Paul Getty Museum. Manuscrits enluminés. Los Angeles: 1997. Je remercie Elisabeth Morrison, conservatrice en chef des manuscrits au Getty de m’avoir communiqué des informations sur le sujet. Figure 1 John Pierpont Morgan, Washington, Library of Congress. Figure 2 Henry Walters, Walters Art Gallery, Baltimore. Figure 3 Baltimore, Walters Art Gallery, ms. 7, fol. 9v. Figure 4 Glencairn Museum, vue intérieure (cliché E. Palazzo). Figure 5 Clencairn Museum, Linteau de Cluny III (cliché E. Palazzo). Figure 6 Jean Paul Getty, Los Angeles, Getty Museum FUNCIONALIDAD SOCIAL Macchinas Funebres. El catafalco regio en América: un estudio cultural LUIS JAVIER CUESTA HERNÁNDEZ* RESUMEN En este trabajo trataremos de demostrar que el túmulo funerario en América se constituye en una máquina-mecanismo fundamental en el mantenimiento del orden político e ideológico de la sociedad de Antiguo Régimen en la Nueva España. Esta máquina funcionaría (en palabras de Fernando de la Flor) utilizando el funus imperatorum (la muerte regia) para reforzar los papeles institucionales y para dar un sentido histórico y proyectivo a la comunidad. Con ello jugará un papel fundamental a la hora de asegurar la pervivencia del cuerpo político, a pesar de la desaparición del cuerpo fisíco del rey, figura esta paradójica pero presente en la teología política del siglo XVII. ABSTRACT In this paper we will try to show how funeral constructions in America turns into a very important artistic device. This device will keep political and ideological order of Ancient Regime in New Spain Viceroyalty. Funeral constructions would work (Fernando de la Flor’s words) using King’s death in order to reinforce institutional roles and giving a historical sense to American citizens. This device, finally, had an unusual role: ensuring the maintenance of political body of kingdom despite the disappearance of real body of the King. MAQUINA, fabrica grande, e ingeniofa, del nombre Latino machina (…) finifica fabricar vno en fu entendimiento traças para hazer algo. Covarrubias, Sebastián de. Tesoro de la Lengua Castellana, Madrid, 1621. MACHINA: Artificio de madera ù de otra materia, para executar alguna cofa (…) AMBR.MOR. Antig. de Toledo. Fabricando el entendimiento la fuma de la idea y modelo de su machina. Diccionario de autoridades, RAE, Madrid, 1734. ¿ES EL TÚMULO FUNERARIO UNA MACHINA? En el Madrid de 1611, y tras la muerte de la reina Margarita de Austria, el renombrado * Luis Javier Cuesta Hernández. Departamento de Arte, Universidad Iberoamericana. poeta Luis de Góngora se refirió al monumento fúnebre erigido en la iglesia del monasterio de la Encarnación, con este poema: Maquina funeral, que de esta vida nos dices la mudanza, estando queda Pira, no de romantica arboleda si a más gloriosa fénix construida1. 1 En Maza, F. de la.: Las piras funerarias en la historia y en el arte de México. México: IIE-UNAM, 1946. cit. en la introducción. El propio Góngora escribió el epitafio de la reina: La perla que esplendor fue de España, y de su corona, yace aquí; y si la perdona, ¡oh peregrino! tu pie, a este duro mármol, que hoy en polvo la merece, compungido lo agradece. Si no lo estás, yo aseguro ser menos el mármol duro que entre ella y tu pie se ofrece. 181 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte No es el único ejemplo. El propio Miguel de Cervantes habla, al referirse al túmulo funerario de Felipe II en Sevilla de machina insigne. Para no quedarnos solo con fuentes hispanas podemos citar al padre jesuita Claude François Menestrier, nombrado por Luis XIV director de fiestas públicas quien en 1683 publicó en París un tratado de decoraciones fúnebres, en el que manifestaba que el catafalco era una máquina que se levanta en medio de las iglesias para las ceremonias fúnebres2. Podemos, sin duda, encontrar un eco de las palabras de Góngora y Cervantes en la Relación historiada de las exeqvias fvnerales de la Magestad del Rey D. Philippo II Nuestro Señor, hechas por el Tribunal del Sancto Officio de la Inquisicion desta Nueva España y sus provincias, publicada en la Casa de Pedro Balli, en México, en 16003 y cito: la machina del tumulo (…) que yo hize de la manera que Yram rey de Tiro amigo de Salomón, que aunque enbio las maderas de cedro labradas y artífices para el templo el sapientisimo Salomón dio la traca milagrosa de el4 . 2 Menestrier, C. F.: Des decorations funébres ou il est amplement traité des tentures, des luminiéres, des mausolées, catafalques… París: 1683. Citado en Morales Folguera, J. M.: “Los programas iconográficos en el arte funerario mexicano”. Cuadernos de arte e iconografía. Vol. II, Nº 4, 1989. 3 Ribera Flores, Dr. Dionisio de (ed. facsímil del único ejemplar conocido de la Biblioteca Latinoamericana Netie Lee Benson de la Texas University en Austin. Sociedad Mexicana de Bibliofilos A.C., México, 1999), fol. 4 vto. de la Dedicatoria. 4 No podemos, en cualquier caso, pensar que se trata de una característica exclusiva del túmulo funerario. Los arcos de triunfo compartían esa misma característica: Apenas siete años después, en 1680, hace su entrada triunfal en la Ciudad de México el virrey Marqués de la Laguna y Conde de Paredes. Nos encontramos, según las palabras de Bravo Arriaga, en una de esas ocasiones en que el poder se mitifica a sí mismo. Para dicha ocasión, similares palabras a las de Fernández Osorio o Diego de Ribera va a utilizar sor Juana Inés de la Cruz en su Neptuno alegórico: tan hermosa máchina, la hermosa fabrica, o Carlos de Sigüenza y Góngora en su Theatro de virtudes políticas: esta triumphal portada, descollada maquina, a la hora de referirse a los arcos construidos en esa ocasión para el virrey Tomás de la Cerda. 182 O en el erigiose toda la maquina de la pira funeraria en México de Luis I (el efímero monarca hijo de Felipe V)5. O en el ¿Quién, pues, es el Arquímedes de esta máquina?, figura retórica que encontramos en multitud de sermones fúnebres al referirse a la estructura efímera. Para no hacer interminable esta lista, en un pequeño texto de Ignacio Osorio sobre el género emblemático en Nueva España, el autor cita la comparación que en 1701 Juan Ignacio de Castorena y Ursúa plantea entre la pira funeraria para Carlos II y las máquinas que el erudito alemán, estudioso de Herón de Alejandría, Salomon de Caus construía para el castillo de Heidelberg y que inmortalizó en su libro Les raisons des forces mouvantes (Francfort, 1615)6. Pero ¿es el catafalco funerario, efectivamente, una máquina? ¿Funciona esa máquina como garante del sistema político y social novohispano en el siglo XVII? ¿Será cierto que el monumento erigido en la capital del virreinato (e incluso en provincias) para conmemorar la muerte del monarca, constituía el marco ideal para sancionar el orden establecido, así como para establecer una serie de enseñanzas morales en torno a la muerte del primer español del reino? Para intentar contestar a esta serie de interrogantes, pensamos que podemos utilizar este estudio para proponer una categorización del catafalco funerario como máquina, mercancía y bien material siguiendo la propuesta de Guy Debord sobre el espectáculo7. El valor no solo económico (sobre esto hay infinidad de estudios y no quiero detenerme en ellos), sino sobre todo simbólico legitimará la ceremonia como algo fundamental en la pervivencia del sistema sociopolítico, creando casi una suerte de fetichismo8 5 Villerías, José de, Llanto de las estrellas al ocaso del sol anochecido en el oriente. México, 1725. 6 Castorena y Ursúa, J. I. de.: “Aprobación”. El sol eclipsado antes de llegar al zénid. México: 1701. 7 Debord, G.: The Society of the Spectacle. Traducción de Donald Nicholson-Smith. New York: Zone Books, 1994. 8 Mínguez, V.: “Porque sepa la verdad en el siglo venidero. Confusiones, exageraciones y omisiones en las relaciones festivas valencianas”. López Poza, S. y Pena Sueiro, N.: MACCHINAS FUNEBRES. El catafalco regio en América… / Luis Javier Cuesta Hernández o de aura (casi a la manera benjaminiana) en derredor de la máquina fúnebre que valida el derroche de capital económico y simbólico que se invierte en ella (y habría que decir que todo ello era a pesar del nihilismo y el cansancio del espectáculo que denuncia Fernando Rodríguez de la Flor9 para la época barroca)10. Entre otras muchas características, podemos decir que el monumento funerario “funciona” como máquina al contraponer el móvil (el paso del tiempo) con el estático (la inmanencia de la muerte). Este “funcionamiento” convertirá a esta estructura efímera en la que se daban la mano contenidos literarios, poéticos y mitológicos en una “machina” extraordinariamente eficaz para asegurar la pervivencia y el refrendo del contrato social del Antiguo Régimen en tierras novohispanas, y las enseñanzas morales de la Iglesia Católica. EL FUNCIONAMIENTO DE LA MÁQUINA FUNERARIA COMO DIDÁCTICA MORAL Y RELIGIOSA ¿Cuáles serían los niveles de ese funcionamiento? Si nos fijamos en las palabras de Javier Varela, veremos que describen perfectamente el significado didáctico y religioso y su presencia en las ceremonias funerarias reales: …profusamente narrada como enfermedad, muerte, entierro y exequias, la muerte regia carece casi de significado individual. Lo que se entrega a las miradas ávidas del público es un espectáculo dramático universal, en el cual la comunidad aprende a morir y muere La fiesta. Actas del II Seminario de Relaciones de Sucesos (A Coruña, 13 a 15 de julio de 1998). Ferrol: Sociedad de Cultura Valle Inclán, 1999, pp. 247-258 (p. 250). 9 Rodríguez de la Flor, F.: Barroco: representación e ideología en el mundo hispánico (1580 á 1680). Madrid: Cátedra, 2002, p. 177. 10 Terukina-Yamauchi, J.: “Parodia, autoparodia y deconstrucción de la arquitectura efímera en dos sonetos de Luis de Góngora”. Bulletin of Spanish Studies, Volume LXXXVI, Number 6, 2009, pp. 719-745. en idea para renacer a la vida eterna con el finado y a la vida terrestre con la entronización del sucesor11. Lo que me interesa ahora es insistir fundamentalmente en ese aspecto didáctico en su vertiente moral que deviene del papel ejemplarizante mencionado en Varela y que encontramos en otros autores. En ese sentido Claudio Lomnitz defiende el papel de la religiosidad de la época en la organización social: …la nueva religiosidad de la época barroca fomentaba una imagen orgánica de la ciudad y del pueblo como un todo interdependiente. Una de las claves del éxito de esa imaginería fue un culto de la muerte con una amplia base (…) y que la exitosa socialización de la angustia por el purgatorio, con sus obligaciones (…) alimentaba directamente la consolidación de las formas corporativas de organización social12. En este ejemplo es muy clara la relación entre la didáctica moral en las exequias reales, y esa didáctica del buen morir que representan las honras fúnebres, y también es una forma de llegar a comprender las actitudes colectivas ante la muerte en la Nueva España de los siglos XVI y XVII. Son numerosas las opiniones sobre este nivel de funcionamiento de la máquina funeraria. Octavio Paz, por ejemplo, defendía que la fiesta barroca es un ars moriendi13, centrándose en la llamada a la virtud que estas celebraciones representaban. Paradigmáticas, en ese sentido, son también las palabras del cronista Alonso de Zorita en su Relación de la Nueva España: 11 Varela, J.: La muerte del rey: el ceremonial funerario de la monarquía española, 1500-1885. 1990. p. 13. 12 Lomnitz, C.: Idea de la muerte en México. México: FCE, 2006 (1° ed. en inglés, 2005), p. 231. 13 Paz, O.: Sor Juana Inés de la Cruz y las trampas de la fe. Barcelona, 1982, p. 202. Para las cuestiones relativas a la didáctica del buen morir, dos estudios recientes (imprescindibles) son Gago Jover, F. (ed. y estudio). Arte de bien morir y breve confesionario. Barcelona, 1999; y Sanmartín Bastida, Rebeca. El arte de morir. La puesta en escena de la muerte en un tratado del siglo XV. Madrid: Iberoamericana, 2006. 183 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte …costumbre ha sido y es, no menos antigua que usada entre las naciones del universo, dar a los difuntos sepultura y hacer a cada uno obsequias conforme a su dignidad y méritos en muestra y señal del amor que les tenían. Y porque los vivos, viendo la honra que a los virtuosos aun en la muerte se hacía, se incitasen a virtud, se ponían imágenes, letras y figuras en los sepulcros, para mejor conmoverlos a hacer obras dignas de semejante honra y para que se acordasen que eran mortales. A cuya causa los latinos a los sepulcros llamaron monumentos14. Se trata, curiosamente, ya que nos estamos refiriendo a ceremonias públicas, de un funcionamiento individual de la máquina fúnebre, que tiene poco que ver con la “res publica”. Sobre ese papel de la muerte Isabel Cruz dice que “(…) además del morir de cada día, los habitantes (…) debieron condolerse y celebrar un morir figurado, que no era el de la pintura ni de los libros religiosos, sino el de los monarcas hispanos, que se hacía presente a veces con años de retraso, mediante las ceremonias tributadas a sus símbolos y emblemas”15. El sentido de ese nivel de funcionamiento residía en que persuadía conmoviendo. La máquina fúnebre funcionaba activando la conciencia individual de los ciudadanos novohispanos, que por medio de la muerte del rey, aprendían a vivir (y a morir) como buenos cristianos. Veamos algunos ejemplos en la Nueva España. En el Túmulo Imperial16 construido en 14 Citado en Anaya Larios, J.R.: Arquitectura efímera de Querétaro. Querétaro, 1997, p. 27. 15 Cruz, op. cit., pp. 191-192. 16 Cervantes de Salazar, F.: Túmulo imperial de la gran ciudad de México. México, Antonio de Espinosa, 1560. Los estudios fundamentales sobre el Túmulo de Carlos V en México son, para la comparación con obras homólogas, Calvete de la Estrella, J.: El túmulo imperial adornado de historias y letreros y epitaphios. Valladolid, 1570; Bonet Correa, A.: “Túmulos del emperador Carlos V” en Archivo Español de Arte núm. 33, Madrid, 1960; Abella, J.: Los túmulos de Carlos V en el mundo hispánico, Valladolid y México. Barcelona, 1975; Morales y Folguera, J. M. Cultura simbólica y arte efímero en Nueva España. Granada, 1991; Checa, F.: “Arquitectura efímera e imagen del poder” en Sor Juana y su mundo. México, 1995; Mínguez, V.: “La arquitectura en sus imágenes”. Los siglos de oro en los virreinatos de América 1550-1700. Catálogo de la 184 1559 en el atrio de la capilla de San José de los Naturales, en memoria de Carlos V se aprecia la importancia de reflejar la virtud del emperador en su renuncia al trono y el retiro piadoso de sus últimos años de vida, tal y como lo narra el cronista Cervantes de Salazar: …el emperador poniendo con la una mano la corona imperial en el suelo y con la otra levantada en alto procurando tomar una guirnalda de flores puesta entre estrellas (Lo cual para Ceballos fue considerado como el grado mas alto y la culminación heroica de la pietas austriaca)17. Por su parte, el canónigo Isidro de Sariñana, en el Llanto de Occidente escrito para describir el túmulo construido para Felipe IV en la catedral metropolitana18, dice refiriéndose al poder igualador de la muerte: La grandeza del más poderoso monarca es enigma que, para desengaño de los príncipes, explican sabias las escuelas de un sepulcro; porque allí se desata en cenizas todo el enigma de la grandeza […] Allí el rey se iguala con el plebeyo; el señor, con el siervo; el sabio, con el ignorante, siendo todos al acabarse la luz de la vida, débil pavesa; pero pavesa que alumbra para el escarmiento, todo lo que obscurecía la misma luz de la vida para el engaño19. Como vemos, por medio de este funcionamiento se nos permite vislumbrar la coexistencia de un nivel didáctico, en el que la muerte del rey se propone a los súbditos novohispanos como exposición. Madrid, 2000; Allo Manero, A.: “Exequias del emperador Carlos V en la monarquía hispana” en Carlos V y las artes. Junta de Castilla y León/Universidad de Valladolid, Salamanca, 2000. 17 Rodríguez G. de Ceballos, A.: “Carlos V, paradigma de pietas austriaca”. Carlos V. Las armas y las letras. Catálogo de la exposición. Granada, 2000, p. 187. 18 Sariñana, I.: Llanto del occidente en el ocaso del mas claro sol de las Españas. Fúnebres demostraciones que hizo, pyra real que erigio en las Exequias del Rey N. Señor D. Felipe IIII el Grande el Exmo. Señor D. Antonio Sebastian de Toledo, Marqués de Manzera, Virrey de la Nueva España con la Real Audiencia en la S. Yglesia metropolitana de Mexico, Ciudad Imperial del Nuevo Mundo. México, Viuda de Bernardo Calderón, 1666. 19 Citado en Rodríguez, op. cit. MACCHINAS FUNEBRES. El catafalco regio en América… / Luis Javier Cuesta Hernández paradigma moral, merecedor de ser imitado por sus virtudes y su “buen morir”. EL FUNCIONAMIENTO DE LA MÁQUINA FUNERARIA COMO GARANTE DEL ANTIGUO RÉGIMEN Pero existe sin duda otro nivel de funcionamiento del catafalco funerario. Las honras fúnebres formaban parte de un conjunto mayor de ceremonias, un todo que llamamos “fiesta barroca”. Quizá una de las mejores definiciones recientes de la fiesta barroca sea la de Fernando Rodríguez de la Flor: “el Antiguo Régimen (…) hace de la fiesta el modo de expresión en el que mejor se reconoce el mundo de valores (imaginarios, ideales) que se aspira a alcanzar en el seno de un panorama nacional”20. La máquina fúnebre encontraba su móvil último (su funcionamiento, en definitiva), en un intento de hacer pervivir el orden social del virreinato, y en una codificación de utilidad política que, como dice Rodríguez de la Flor, permitía el mantenimiento del cuerpo político, pese a la desaparición física del monarca21, y que favorecía la adhesión de los pobladores de los territorios americanos, de los virreinatos con los ideales de integración de la monarquía hispánica: …ritos dedicados a explicar el tránsito sufrido por el ’cuerpo natural’del rey, mientras el ’cuerpo político’del mismo encuentra la prolongación y continuidad de sus efectos en toda su amplitud; siendo un mismo discurso el que sabrá hacer lógica y compatible la desaparición de 20 Rodríguez de la Flor, F. y Galindo Blasco, E.: Política y fiesta en el Barroco. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1994, p. 13. 21 Esta idea de la identificación entre el rey y el reino y la importancia de la muerte del rey desde el punto de vista político-territorial, se ha estudiado magistralmente en Civil, P.: “Le corps du roi et son image. Une symbolique de l’Etat dans quelques représentations de Philippe II” pp. 11-31 y Gorsse, O.: “Castille se meurt, Castille est morte. Agonie d’un corps et funerailles nationales dans l’Espagne de 1642”, pp. 73-85. En: Redondo, A. (Dir.): Le corps comme métaphore dans l’Espagne des XVIe et XVIIe siècles. Paris: Publications de la Sorbonne, 1992. lo singular y la pervivencia de lo social (…) La figura desaparecida de Felipe IV sirvió (…) para señalar un punto álgido de la vinculación de las masas (articuladas paradójicamente a través de un discurso de élite y de las élites) con la Corona y, a través de ella, con los ideales de la integración nacional y de la defensa de la fe22. En el caso novohispano encontramos claros ejemplos de la presencia de dicho mecanismo como garante del Antiguo Régimen tanto en el Túmulo Imperial como en el Túmulo de Felipe IV. En la decoración del primero, los mensajes simbólicos se agrupaban en cuatro grandes líneas: Mitología e historia clásica (Júpiter con las dos columnas del “plus ultra”, Alejandro, Aníbal, Pirro o Escipión “el Africano”, flanqueando al César. No parece necesario insistir demasiado en la idea del Hércules cristiano y/o del César Carlos como héroe a la vez romano y moderno). Acontecimientos contemporáneos; emblemas políticos; y, finalmente, cuestiones alusivas al mérito de la abdicación del emperador. Como podemos observar, mecanismos visuales todos para fundamentar la legitimidad del emperador recién fallecido. Así, por ejemplo, la fábula de Teseo hablaba de prudencia y sagacidad, los emblemas con una doncella sentada en un campo raso y un unicornio en su regazo o un león abrazado con una sierpe, nos hablan de clemencia y benignidad, y de prudencia y fortaleza, de manera respectiva; los acontecimientos contemporáneos (indios enlutados; el emperador y Hernando Cortés delante de él; la ciudad de México sobre una laguna con muchos ídolos quemados y quebrados arrojados del templo y al otro lado muchos indios de rodillas adorando una cruz rodeada de rayos de sol; el emperador sentado con el cetro tendido y Montezuma y Atabaliba (sic, por Atahualpa); el papa Alejandro Sexto sentado en la silla pontificial, frontero el rey don Fernando de Castilla (sic, es Fernando de Aragón) recibiendo con ambas manos un nuevo mundo) permitían resaltar el papel del emperador en unos orígenes cuasimíticos del virreinato. 22 Rodríguez y Galindo, op. cit., pp. 22-24. 185 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte Por su parte el túmulo funerario de Felipe IV ardió durante los días 23 y 24 de julio de 1666, bajo la cúpula de la catedral (destino paradójico para una máquina tan útil), y presentaba tres mecanismos en forma de emblemas para asegurar su funcionamiento en ese particular: uno nos muestra por pictura, al león tocado de corona y al cuello el Toisón, y resalta la virtud de la fortaleza en unión de la clemencia. El segundo presenta al rey llevando al interior del palacio a la Verdad. El lema que acompaña a la figura, Fugit potentum limina veritas (la verdad huye de los palacios) nos explica que solo las virtudes del rey llevan la verdad a un entorno habitualmente protocolario como es la Corte. La devoción y el carácter de defensor de la fe del monarca se nos muestra en toda su extensión en el emblema en el que aparece como defensor de la Turris Davidica que simboliza la Inmaculada Concepción, devoción por antonomasia de la monarquía hispana en el siglo XVII23. Estos tres emblemas funcionaban al darle sentido a la exaltación de las virtudes políticas del rey y a la síntesis de conceptos ideológicos de la monarquía totalitaria. Como corolario de este funcionamiento político, hay que recordar la inevitable dilación que los territorios americanos sufrían a la hora de conocer una noticia como la del fallecimiento de su Católica Majestad, y las consideraciones, aún más necesarias, sobre que la perpetua ausencia del monarca en esos mismos territorios y por tanto también a la hora de su muerte, no era óbice para su papel central como garante de la pertenencia de los virreinatos americanos a la monarquía hispánica: América heredó la costumbre de celebrar estos triunfos póstumos, pero las reales exequias experimentaron aca 23 Para el estudio completo de los emblemas en la pira de Felipe IV, recogidos por Sariñana, vid. Checa, F.: “Arquitectura efímera e imagen del poder”. Poot, S. (Ed.): Sor Juana y su mundo, México, 1995, pp. 253-305. Cfr. Rodríguez, D. “Nobles y vasallos… ha morir habemus: las exequias de Felipe IV en Nueva España”. Actualidades arqueológicas, Nº 11, marzo-abril 1997. 186 algunas transformaciones fundamentales (…) la muerte (…) no era simultánea al hecho del fallecimiento. Era una muerte imaginaria, una muerte figurada (…) como la fiesta, esta era otra (…) muestra de la ficción del poder, (…) tal vez habría que añadir que a pesar de su dilación, también era una muestra de su necesidad, de su funcionalidad a la hora de entender la pertenencia de los territorios americanos al “cuerpo” de la monarquía hispana. Desde ese punto de vista, reconocerse como parte de esa metáfora que representaba al rey en su muerte, tan ausente como en su vida, era tal vez una forma de asumir esa ficción del poder o, incluso, de superarla (…). El misterio de la celebración de esas muertes reales en América radicaba en que el rey, a pesar de su ausencia, y a raíz de ese mismo ’dejar de ser’que era su muerte, podía hacerse presente; quizá más presente de lo que estuvo nunca, a través de sus símbolos24. Esta presencia de la ausencia es una característica que forma parte del ceremonial cortesano hispano de origen borgoñón, cuyo paralelo más claro sea tal vez el papel del retrato real en la corte española. No hay que olvidar aquí el papel del virrey en los territorios americanos, como dice Fernando Checa alter ego, carácter vicarial, trasunto del monarca. Para concluir, creo que el túmulo funerario se constituye en una máquina-mecanismo fundamental en el mantenimiento del orden político e ideológico de la sociedad de Antiguo Régimen en la Nueva España. La máquina funciona (en palabras de Fernando de la Flor) utilizando el funus imperatorum (la muerte regia) para reforzar los papeles institucionales y para dar un sentido histórico y proyectivo a la comunidad25. Con ello juega un papel fundamental a la hora de asegurar la pervivencia del cuerpo político, a pesar de la desaparición del cuerpo físico del rey, figura esta paradójica, pero presente en la teología política del siglo XVII. 24 Cruz, op. cit., pp. 192-193. 25 Rodríguez de la Flor, op. cit., p. 21. Historia, alegoría y piedad. La pintura de Pedro León Carmona, en Chile a fines del siglo XIX JUAN MANUEL MARTÍNEZ SILVA* RESUMEN En la segunda mitad del siglo XIX, en el contexto formativo y de comitencias en Chile, se puso un acento en la pintura de historia, en especial la religiosa y la de hechos militares o del arte bélico. Obras que acapararon los encargos públicos y privados. Por medio de las obras del pintor nacional Pedro León Carmona se puede develar la comitencia, tanto de lo público, como de lo privado, específicamente la Iglesia Católica, las órdenes religiosas y las solicitudes particulares. En un ámbito de lo que significó la guerra del Pacífico y las tensiones sociales y políticas en el Chile de fines de siglo. ABSTRACT In the second half of the 19th century, the formative and comitencias in Chile, context put an accent on history painting, especially religious and military or military art events. Works that captured public and private commissions. Through the works of national artist, Pedro Leon Carmona can reveal the comitencia, both of the public, as private, specifically the Catholic Church, religious orders and special requests. In a field which meant the Pacific War and the social and political tensions in the Chile of the century. En 1873, y siguiendo una incipiente tradición, la Academia de Pintura enviaba a uno de sus alumnos a Europa para estudiar a los grandes maestros y perfeccionar su arte en las academias oficiales y en los talleres de los principales pintores de París o Roma. Ese año concurrieron a ese concurso los estudiantes Cosme San Martín, Pascual Ortega, De la Barra, Pedro León Carmona, entre otros. La Academia proponía un tema, y los estudiantes debían realizar una pintura que debía ceñirse no solo a los postulados plásticos y estéticos academicistas, sino a la fidelidad del motivo elegido. El tema de ese año fue: Magdalena a los pies del Salvador. Uno de los trabajos mejor * Juan Manuel Martínez Silva. Historiador del Arte. Académico Universidad Adolfo Ibáñez. evaluados fue el de Pedro León Carmona, del que se comentó: “por la actitud majestuosa y dulce del Salvador, y la no menos notable de la Magdalena arrodillada a sus píes en actitud suplicante”1. A pesar de los elogios recibidos, el premio le fue otorgado a Cosme San Martín, debido a que el jurado determinó que Carmona era muy joven, y se planteó el “inconveniente que le es perjudicial por los riesgos que puede correr en Europa, un joven sin experiencia en medio de tantas bellas tentaciones”2. Carmona tenía veinte años y debió esperar algunos años para lograr el premio de ser enviado a Europa. 1 La Estrella de Chile, Santiago de Chile, 1909, p. 75. 2 Ibíd., p. 75 187 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte Entre la constelación de pintores nacionales, formados por los primeros maestros de la Academia de Pintura: Ciccarelli, Kirchbach y Mocchi, se puede distinguir, no solo lo tributarias que fueron de la experiencia visual de sus profesores, sino las diversas influencias de las que se nutrieron posteriormente cuando lograban, después de un concurso, obtener el apoyo del Estado y viajar a Europa, creando corpus de obras que satisfacían los encargos públicos, como también los privados. Chile, al igual que las nacientes naciones americanas, fue receptivo al concepto de la pintura oficial. Para lograr ese fin se crearon academias o instancias oficiales para la formación o difusión del arte. Los salones oficiales son un claro ejemplo de ello, como también los profesores, que en su mayoría provenían de Europa, quienes enseñaban un tipo de arte destinado a satisfacer la demanda social de la burguesía, el poder político o la Iglesia, acrecentaba además un mercado de arte para el coleccionismo y el encargo privado y estatal, convirtiendo el caso chileno en paradigmático en ese sentido. No obstante existían ciertas condiciones para acceder a los encargos: A los artistas se les pedía la estricta observancia de los principios clásicos que traen como corolario la tranquilidad y la expresión perfecta, por lo que se condenaba la exageración la cual debía ser evitada por medio, entre cosas, de la suavidad y la dulzura. También deberían tomar en cuenta que las artes tiene un fin ejemplar y moral y en sus manifestaciones se deben unir lo útil y lo agradable3. De esta manera se insistía en requerir por parte de los artistas, un tipo de perfil de obra en el que la: …la claridad debía imperar en las obras de arte dirigidas a un público que tenía por meta la razón, a la habilidad técnica se tenía que unir: la corrección de formas y de dibujo; la armonía, la delicadeza en sentimientos y 3 García Barragán, E.: “El gusto a mediados del siglo XIX”. Las Academias de Arte, VII Coloquio del Instituto de Investigaciones Estéticas. México: UNAM, 1985, p. 142. 188 ejecución, el saber y la inteligencia; verdad, la nobleza, la elegancia, la sencillez4. El Estado de Chile, por medio de su Ministerio de Instrucción y de la Universidad de Chile, promovió la formación en el país como en el extranjero de sus alumnos y futuros artistas, por lo que los alumnos de pintura de la Academia generalmente eran becados por el gobierno, previa certificación de sus habilidades pictóricas mediante un examen. A veces sus estancias eran de varios años, por lo menos cinco años, los que les permitía recibir el influjo de las nuevas ideas en materia de arte. A su regreso les espera la docencia en la academia e incluso algún puesto oficial. A los menos afortunados les correspondía impartir clases particulares a las damas o al ejercicio libre del arte, dedicándose generalmente al género del retrato para satisfacer las necesidades de las emergentes elites urbanas. A pesar de ello, los artistas debían permanecer dentro de los parámetro oficiales, que los mismos comitentes exigían, estos fueran privados o del mismo gobierno5. En este sentido: “la pintura al óleo de gran formato fue un artefacto cultural de probada eficacia en su poder de impacto emocional”6. Gran parte de estas obras fueron presentadas al público con gran espectacularidad, en los salones oficiales, exposiciones internacionales, teatros o actos patrióticos o sociales para círculos sociales establecidos. Existía una suerte de consagración de estas obras, situación que se repetía en los monumentos públicos. Los que posteriormente serían difundidos con ilustraciones, obras de litógrafos, como también de la fotografía. Es así que estas obras no solo escenificaban actos históricos o alegóricos, sino que se les confería un aura de objetos culturales de gran relevancia. 4 Ibíd., p. 142. 5 Martínez: “El develamiento de la visualidad heroica…”: 2008, p. 100. 6 Malosetti Costa, L.: “Poderes de la pintura en Latinoamérica”. Eadem utraque Europa, Nº 3, 2003, Universidad Nacional de San Martín, Escuela de Humanidades, Buenos Aires, 2006, pp. 96-97. Historia, alegoría y piedad. La pintura de Pedro León Carmona… / Juan Manuel Martínez S. La función educadora que se les confirió a estas obras las transformó en vehículos de identidad, usados por los gobiernos para legitimar su idea de nación7. Un ejemplo de esta práctica que cimentaba un sistema de arte local lo encontramos en el pintor nacional Pedro León Carmona, tanto en su biografía como específicamente mediante algunas de sus obras. Pedro León Carmona nació en Santiago en 1853 y falleció en la misma ciudad en 1899, a los 45 años. A los 16 años en 1869, su padre lo inscribió en la Academia de Pintura, que en ese momento era conducida por Ernesto Kirchbach. Después de su participación en el concurso de 1873, al año siguiente presentó la pintura el retrato del Gobernador Francisco de Villagra, obra que recibió favorables comentarios de Benjamín Vicuña Mackenna, un comitente proverbial en el ámbito patrimonial chileno. En 1875 presentó en la Exposición Internacional de Santiago su obra Los Mártires Cristianos, que los comentarios de la crítica la describían como una “escena de las catacumbas de Roma, composición ordenada con claridad á pesar de las muchas figuras que el asunto requería y de la escasa luz con que podía alumbrarla”8. En el concurso del año 1876, la Academia propuso el tema de Romeo y Julieta, obteniendo el premio que lo llevó a París. En la capital estuvo bajo la formación de Bougeraux y Jean Paul Laurent. En este período remitió varias obras; Rosalinda y Celia, Un entretenimiento de familia, La llegada de la novia, La vuelta del vencedor, Cristóbal Colón, la que expuso en el Salón Oficial francés, recibiendo la crítica de George Limborg, Armand Sylvestre, Louis Enault. Sobre el Cristóbal Colón, el crítico Desmarets dijo: Il nous paraît songer, l’home illustre de Gênes, Que l’ancien monde, helas !ne vaut pas le nouveau9. Posteriormente Carmona viajó a Italia, donde tomó contacto en Florencia con el pintor uruguayo Juan Manuel Blanes, e inspirado por sus consejos concibió lo que llamó originalmente Un episodio de la Batalla de Maipú10, obra que figuró en la Exposición Internacional de Roma en 1883. Ese año marcó su regresó a Chile, en un contexto de conflicto armado, denominado guerra del Pacífico. De 1879 a 1884, el país libró una cruenta guerra de expansión territorial con sus vecinos de Perú y Bolivia. Este conflicto se extendió hasta 1884, finalizando con el triunfo de las fuerzas chilenas y supuso la incorporación de nuevos territorios para Chile. Esta conflagración fue una de las primeras guerras de carácter moderno, tanto por el armamento utilizado como por sus tácticas y estrategias, en la que concurrieron las grandes potencias de la época, como fueron Francia e Inglaterra11. En este ambiente de efervescencia patria se ofreció voluntariamente para realizar una muestra en beneficio del Asilo de la Patria, institución creada para acoger a los huérfanos de la guerra. La exposición se realizó en el Círculo Italiano, donde se mostraron las obras que realizó en Europa, entre las que se encontraban La Primavera, expuesta en el Salón de París, La Apoteosis de Prat y sus compañeros, en un nivel de bosquejo, El Patriota, En Éxtasis, entre otras obras. Además de presentar pinturas sobre rasos y espejos, que tuvieron muy buena acogida12. De la misma manera comenzó a recibir múltiples encargos, en especial en la esfera de la Iglesia Católica, uno de ellos de extraordinaria importancia, como fue el encargo del Arzobispo de Santiago, Casanueva, para realizar la pintura Que de pensées amères assiégent le cerveau Du grand navigateur, ici chargé de chaînes !... 7 8 9 Ibíd., p. 75. 10 Martínez, J. M.: “El Poder de la Imagen”. Arte en Chile, 3 miradas, Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago, 2014, p. 20. Conocida como la Carga de Bueras, actualmente en la Pinacoteca de la Escuela Militar de Santiago de Chile. 11 Martínez: “El Develamiento de la visualidad heroica…”: 2008, p. 94. La Estrella de Chile, op. cit., p. 75. 12 La Estrella de Chile, op. cit., p. 75. 189 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte de la Asunción de la Virgen para el plafón del Palacio Arzobispal de la capital. Este encargo, como los que siguieron, fueron un punto de inflexión no solo en la carrera artística de Carmona, ya que se convirtió en uno de los principales exponentes del arte religioso en Chile, cuyo principal comitente fue la Iglesia Chilena, las órdenes religiosas y los particulares. Formó la Unión de Artistas Católicos y fue el primer director de la escuela de artes de la hoy Pontificia Universidad Católica de Chile, organizada y fundada por el Arzobispo de Santiago Mariano Casanueva. Entre sus obras religiosas se encuentra una Adoración de los Reyes Magos, para el Carmen de San Rafael, Cristo en la Agonía, En el Desierto, San Pelayo, San Javier, La Virgen Santísima y San Francisco. Su habilidad como artista del género de pintura de historia, con obras reconocidas públicamente como fueron su conocida Carga de Bueras, Portales y el consejo de ministros13, y la Batalla del Pan de Azúcar14 . Un claro ejemplo de ello lo encontramos en una obra impulsada por Monseñor Ramón Ángel Jara Ruz15. Desde su ordenación sacerdotal en 1875, Jara Ruz fue muy activo en iniciativas sociales y pastorales. El templo construido bajo la supervisión de monseñor Jara fue bendecido 13 El título de la obra de grandes dimensiones era: Diego Portales expone ante los notables en 1836, la situación de Chile ante la Confederación Perú-Boliviana, óleo que fue destruido, junto a la obra La muerte de Pedro de Valdivia de Nicolás Guzmán, en el incendio del Palacio de la Moneda, a causa del bombardeo producido por el golpe de Estado contra el Presidente Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973. 14 Actualmente en la Pinacoteca de Concepción. 15 Monseñor Ramón Ángel Jara Ruz nació en Santiago de Chile en 1852 y falleció en La Serena en 1917. Fue Administrador Apostólico de la diócesis de Valparaíso desde 1894, posteriormente fue nombrado Obispo de Ancud en 1898 y luego Obispo de La Serena, tarea pastoral que ejerció hasta su muerte. Promovió el culto a la Virgen del Carmen, tanto en la construcción de un templo bajo su advocación en Maipú, un monumento a la Virgen del Carmen, erigido por Chile en 1894, durante el gobierno del almirante Jorge Montt, frente al convento carmelita Stella Maris en Haifa, también motivó la construcción del monumento al Cristo Redentor, con sus palabras citadas en la estela del monumento que conmemora la paz entre Chile y Argentina. 190 el 21 de mayo de 1883, bajo la advocación del Sagrado Corazón de Jesús; prontamente tomó el nombre de La Gratitud Nacional, debido al triunfo chileno en la guerra del Pacífico. En este contexto Carmona recibió un encargo muy importante, el de pintar la tela del altar mayor de esta iglesia votiva con la temática de la Virgen del Carmen, la Patrona de Chile y de su Ejército16. De la obra, hasta el momento solo se conocen datos gracias a la pormenorizada descripción que realizó Manuel M. Lobos en La patrona del Ejército. Apoteosis de los héroes de la guerra actual i a Arturo Prat, artículo aparecido en el Estandarte Católico el 6 de diciembre de 1883. Es una obra de grandes proporciones, de doce metros de alto por ocho de ancho, consistente en una alegoría de la Virgen del Carmen como la Patrona del Ejército. La Virgen rodeada de ángeles, pero sobre las nubes la figura de Prat, Serrano, Riquelme y Aldea, con un genio de la inmortalidad dispuesto a coronar a Prat. La parte superior se completaba con las imágenes de los padres de la Patria: O’Higgins, Carrera, Freire, San Martín y Las Heras, con los genios de la Victoria circundándolos. A la izquierda la composición la “matrona chilena que, cual madre de Germánico, viene a depositar ante el altar de la patria y de la patrona del Ejército las cenizas de sus padres, esposos e hijos”. Se podían ver las figuras de Eleuterio Ramírez y el estandarte del doce de línea, con una multitud de guerreros aclamando a la generala de los ejércitos. La obra dispuesta entre columnas de granito tenía figuras de bronce con el genio de la inmortalidad y el genio protector, con carteles con los nombres de las batallas y con los nombres de los combatientes marinos. Como también un grupo de rotos representando el heroísmo. Finalizaba la composición del altar, en su parte inferior con 16 Ver textos de Duchens B., M.: “La Virgen del Carmen en Chile. Historia y devoción”. Centro de estudios Bicentenario, Santiago de Chile, 2010 y Valenzuela Márquez, J.: “La Vierge du Carmen et l’indépendance du Chili: Une patronne céleste pour l’armée…et la Natión ?”. Cahiers des Amériques Latines, Nº 67, Vol. 2, 2011, IHEAL Éditions, París, 2011. Historia, alegoría y piedad. La pintura de Pedro León Carmona… / Juan Manuel Martínez S. el libro de la historia: “bajo las alas extendidas del cóndor chileno, que lleva en su pico la oliva de la paz”, y la fama sosteniendo el escudo chileno, con la figura de Caupolicán, rodeado del genio que sostiene la divisa “Vencer o Morir”17. Sin duda esta obra tiene su correlato con el bosquejo que realizó para la Apoteosis de Prat, como con la obra de uno de sus contemporáneos, Cosme San Martín y su obra denominada: Prat guiado al sacrificio por el genio de la Patria18, realizada en 1883 y que participó en octubre de 1886 en el Salón del Orfeón Francés en Santiago. En este contexto no se puede dejar de mencionar la medalla que mandó a grabar a París Francisco Echaurren Huidobro19, que conmemoraba las batallas en que Chile fue vencedor y la paz fue ajustada por Chile con Perú y Bolivia. El grabador elegido para realizar esta pieza fue Louis-Alexandre Bottée y su fábrica de acuñación, la prestigiosa casa parisina Monnehay & Godard. La medalla de gran formato, encargada por Echaurren a Bottée20, representa en su anverso y reverso alegorías con la fama y genios. Medalla que fue ampliamente conocida en la época y que puede significar un antecedente iconográfico importante o materia de influencia para los artistas nacionales. 17 El Estandarte Católico, Santiago de Chile, 6 de diciembre de 1883 y ver en Cid, G.: “Arte, guerra e identidad nacional: la Guerra del Pacífico en la pintura de historia chilena (1879-1912)”. Donoso, C.; Serrano, G. (Ed.): Chile y la Guerra del Pacífico. Santiago de Chile: Universidad Andrés Bello/Centro de Estudios Bicentenario, 2011, p. 87. 18 De la colección del Museo Histórico Nacional, actualmente en préstamo en el Palacio de la Moneda. 19 Francisco Echaurren Huidobro (1824-1909), personaje público destacado en la segunda mitad del siglo XIX, fue dos veces intendente de Valparaíso, diputado, Ministro de Guerra y Marina, además de ser un gran filántropo y benefactor de diferentes obras. Además fue un gran coleccionista y viajero, legando sus colecciones de monedas y medallas al Museo Histórico Nacional en 1911. 20 Ver Martínez: “El develamiento de la visualidad heroica…”: 2008, pp. 95-96 y ver artículo: “LouisAlexandre Bottée y el arte de la medalla”. En Martínez, J.M.: “Louis-Alexandre Bottée y el arte de la medalla”. Revista Medallas, Nº 9, Círculo de Coleccionistas de Medallas, Santiago de Chile, 2008. El trabajo de Carmona en este ámbito religioso no era nuevo, ya antes de partir a Europa había participado en la confección de los altares de la flamante nueva iglesia de la Compañía de Jesús en Santiago21. Originalmente, en uno de los altares de la iglesia se dispuso que se dedicara a la Virgen del Carmen, pintura que actualmente se encuentra en la capilla del santísimo de dicho templo. El encargo recayó en Carmona, realizando una obra que sigue un estilo pictórico expresado en sus obras de carácter religioso, como lo es en otra pintura de la Virgen del Carmen, en un formato similar realizado por encargo de las Monjas Agustinas, para su templo en la calle Moneda, construido entre 1857 y 1871 en el que participó también Eusebio Chelli como arquitecto. Otro proyecto de conmitencia religiosa que realizó Carmona fue el Templo Votivo de Maipú. El año 1885, el presidente Domingo Santa María decretó los fondos necesarios para concluir los trabajos de construcción del templo de Maipú. El presidente se propuso cumplir con el Voto de O’Higgins, a fin de terminar los trabajos interrumpidos durante largos años desde 1818. Este impulso determinó que al cabo de dos años el santuario estuviera terminado. Ya en abril de 1877, Benjamín Vicuña Mackenna publicó su obra La batalla de Maipú, con el objetivo de poner en evidencia lo inconcluso de esta obra y del voto de O’Higgins, que no se estaba cumpliendo: Los griegos, los romanos, los escitas, los galos habrían recogido aquellas cenizas en sus ánforas y en sus dólmenes y aun la gratitud moderna, egoísta y parsimoniosa, como es, habría terminado la techumbre de los templos simbólicos que, como en Waterloo y en magenta, guardaron los huesos de los bravos. Pero los chilenos son mas prácticos que todo eso: sobre las 21 Comunicación presentada por el autor en octubre de 2013, en el Centro de Restauración e Investigación Artística Crea, en el contexto del programa que lleva dicho centro en la restauración de las pinturas y altares de la iglesia de San Ignacio de Santiago. Una investigación liderada por Fernando Guzmán, académico de la Universidad Adolfo Ibáñez. 191 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte faldas de Maipo han sembrado alfalfa, y de la iglesia votiva e inconclusa, si algún día le ponen cobertor de teja o de paja harán los hacendados limítrofes un espacioso granero. Solo querríamos que sobre los muros inconclusos de Maipo, una mano humilde escribiese esta leyenda de amargo reproche, pero de eterna y reparadora justicia, que algo siquiera enseñaría a nuestro orgullo “aquí envuelto en su sudario de gloria yace el patriotismo chileno22. Nuevamente aparece la figura de Monseñor Ramón Ángel Jara, quien logra, después de la guerra civil y el derrocamiento del Presidente Balmaceda, inaugurar el nuevo templo el 5 de abril de 1892. Fecha en que se efectúa la solemne bendición del primer Templo o la Iglesia Votiva de Maipú, o llamada la Capilla de la Victoria, en cuyo altar Carmona realizó una tela con la imagen de la Virgen del Carmen. El discurso oficial de bendición e inauguración estuvo a cargo de Monseñor Ramón Ángel Jara23. El templo fue bendecido por el mismo Arzobispo de Santiago, Mariano Casanova, y contó con la asistencia del Presidente de la República Jorge Montt, ministros, diplomáticos y representantes de las Fuerzas Armadas. En el contexto de una peregrinación, con el lema: “Mucha paz para los que aman tu ley”, en directa consonancia con el término dramático de la guerra civil que asoló el país. La pintura del altar, un óleo, escenificaba a la Virgen del Carmen que en sus pies aparecía un cóndor sosteniendo el escudo nacional. Paralelamente a este encargo, Carmona recibió nuevamente el pedido para una nueva tela para 22 Benjamín Vicuña Mackenna, Viña del Mar, abril de 1877, citado en el Periódico Maipú, suplemento especial, Santiago de Chile, 5 de abril de 1979. 23 Ibíd., 1979. Este templo y su altar estuvieron en uso en gran parte del siglo XX, pero debido a los terremotos ocurridos, especialmente el de 1906, el templo fue presentando algunos deterioros. Fue inexplicablemente demolido en 1974, dejando sus muros laterales. El altar donde estaba la pintura se desmontó y la tela se almacenó. 192 La Gratitud Nacional. Monseñor Ramón Ángel Jara viajó a Italia y gestionó ante Juan Bosco el envío de salesianos a Chile para hacerse cargo de la educación en sectores populares. Por lo que en 1891 llegaron los hijos de don Bosco y se hicieron cargo de una derruida iglesia que había sufrido los embates de la guerra civil. Fue en este contexto que se encargó a Pedro León Carmona una tela de grandes dimensiones, 9,30x6,30 metros, para el mismo altar que había realizado la alegoría de la Virgen del Carmen como una apoteosis del triunfo chileno en la guerra del Pacífico. En este nuevo encargo para el mismo lugar, el tema era una copia de la obra del pintor Tommaso Andrea Lorenzone24, realizada en 1868, para la basílica del mismo nombre, que se levantó en el barrio de Valdocco, en la ciudad de Turín, la imagen de María Auxiliadora. Esta imagen fue una directa inspiración de San Juan Bosco, quien guió a Lorenzone en la realización de esta monumental obra. Los salesianos que recibieron esta iglesia, después de su casi destrucción con la guerra civil de 1891, encargaron esta obra a Carmona, para lo cual se debió comprar la tela en Italia, debido a sus dimensiones, pagándole al pintor la suma de 5500 pesos. La pintura actualmente se puede apreciar en el altar mayor de la iglesia, y es un testimonio de que a fines del siglo XIX, el horizonte de las devociones se había ampliado en nuestro país, lo que se concretó en nuevos templos que requirieron de la mano de pintores nacionales, a fin de satisfacer la necesidad de comitentes, que en este caso no apelaban al salón, sino a la piedad. 24 Tommaso Andrea Lorenzone (1824-1901), en 1838 ingresó a la Academia Albertina de Turín, donde recibió una educación clasicista. El mismo San Juan Bosco le encargó en 1868 la realización de esta pintura de María Auxiliadora, para la basílica en honor que construyó en dicha ciudad. Figura 1 Alfredo Valenzuela Puelma, interior del Museo del Louvre, 1888, Fotografía J.C. Gutiérrez, colección Museo Nacional de Bellas Artes. Figura 2 Pedro León Carmona. Los Mártires cristianos, 1875, Fotografía J.C. Gutiérrez, colección Museo Nacional de Bellas Artes. Figura 3 Pedro León Carmona. Cristóbal Colón encadenado, 1881, fotografía J.C. Gutiérrez, colección Museo Nacional de Bellas Artes. Figura 4 Pedro León Carmona, María Auxiliadora, Santuario de María Auxiliadora, iglesia de la Gratitud Nacional, Santiago, fotografía del autor. Don Manuel de Salzes y doña Francisca Infante: representación, memoria y devoción en el Reino de Chile JUAN MANUEL MARTÍNEZ*, MARISOL RICHTER** Y CYNTHIA VALDIVIESO*** RESUMEN En este trabajo se revisa cómo el retrato de donantes y su encargo se incorporan a un sistema de las artes y sus vías de circulación. A partir de la pintura titulada Don Manuel de Salzes y Doña Francisca Infante del Museo Nacional de Bellas Artes y otros ejemplos del Museo Histórico Nacional, Chile, se muestran la importancia del papel del comitente y del lugar de realización de la obra, que permiten integrar devoción, memoria y consolidar una imagen por medio de su representación. Un estudio llevado a cabo recurriendo a descripciones iconográficas y revisión de fuentes primarias. ABSTRACT This paper reviews how donor portraits and its commission are incorporated into a system of arts and its ways of circulation. The painting entitled Don Manuel de Salzes and Doña Francisca Infante, belonging to the Museo Nacional de Bellas Artes, and other examples of the Museo Histórico Nacional, Chile, show the importance of the role of the commissioner, as well as the performance place of a work of art, that may integrate devotion, memory, and strength an image through its representation. This research was accomplished by iconographic descriptions and the use of primary sources. la presencia del imperio español en el nuevo mundo, en la representación de lo real, basado en un discurso teológico contrarreformista, donde actuó un criterio de verosimilitud, que consistió en la disolución del límite entre realidad y representación. Las imágenes, tanto en la pintura, escultura, grabado y artes decorativas, se convirtieron en una herramienta eficaz de persuasión y dominación por parte de la Iglesia y el Imperio español en América1. Durante el virreinato se utilizó la pintura como un recurso alegórico a fin de dar cuenta de un discurso teológico y político en una sociedad estamental y plural. Fue en el siglo XVIII cuando la pintura de este espacio territorial comenzó a representar nuevos personajes civiles y militares con iconografías más complejas, que fusionaron la temática religiosa e incorporaron las nuevas autoridades y familias de elite local. * Juan Manuel Martínez. Historiador del Arte. 1 ** Marisol Richter. Historiadora del Arte. EL ARTE DE LA PERSUASIÓN El arte virreinal americano se constituyó, durante *** Cynthia Valdivieso. Historiadora del Arte. Martínez, J. M.: “El Poder de la Imagen”. Arte en Chile, 3 miradas. Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago, 2014, p. 14. 195 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte Será el retrato el que sintetiza la función de asegurar un santo patrocinio, perpetuando el ofrecimiento del alma y afianzando su cercanía con lo divino y las órdenes religiosas, que motivó el recurso del retrato de donante. La época moderna exigió una imagen fiel del retratado2, evolucionando hacia la representación de rasgos individuales, alcanzando la interpretación subjetiva del retratado. En muchos casos es el reflejo del poder, del estatus o de la relación con el mundo sobrenatural, en otros la representación del afecto cotidiano y hogareño. La realización de un retrato refleja contextos históricos y artísticos determinados. Las pinturas de donantes serán entonces una forma de perpetuar el recuerdo de los fundadores de una familia, la memoria o de la generosidad para el desarrollo de obras pías. El ofrecimiento de un objeto de santidad parecía dar derecho al donante, para recordar por medio de su imagen, el beneficio que resultaba para la causa de la fe y la perpetuación de su memoria. Un hito importante en la historia del arte lo entrega la escuela flamenca de pintura, donde se desarrolló la relación entre religiosidad y la ostentación de carácter social. En la América virreinal la estrecha relación de algunas familias con ciertas advocaciones, dirigidas por las órdenes religiosas, motivó una gran producción de este tipo de representaciones. Así, la imagen religiosa pasa a ser un código de transmisión y presencia, por ejemplo a la pintura titulada “A devoción don Manuel de Salzes de doña Francisca Infante”, parte de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes, Chile (Figura 1)3. 2 Francastel, G. y P.: El retrato. Madrid: Cátedra, 1988, p. 9. 3 3 Nº inventario E-535, medidas: 106x86 cm, se encuentra en exhibición permanente marzo 2014. Información del Museo Nacional de Bellas Artes: Pintura realizada en América durante el período colonial, Alto Perú (actualmente Bolivia), hispanoamericano del periodo virreinal. Procedencia: Luis Álvarez Urquieta, fecha adquisición: 1939. Como breve fortuna crítica de la obra, la bibliografía revisada se limita a algunos textos que se detienen brevemente sobre esta pintura. Siguiendo un orden cronológico de los textos, Luis Álvarez U., último coleccionista de esta obra, antes que pasara al 196 Para poder entender y precisar algunos influjos y vías de circulación para pinturas con estas características, en este trabajo se revisa la participación de Manuel de Salzes como comitente y promotor de la obra antes señalada. EL CUERPO COMO TRANSMISIÓN DE LA MEMORIA Y LA SOLICITUD DIVINA Las vías de circulación del arte son diversas, es posible de observar en gran parte de la historia del arte. Por lo tanto, qué define tácitamente un ¿“sistema de arte”? se puede indicar que el encargo de una obra, en este caso por un comerciante a un artista específico, situado en un lugar geográfico distante a su hogar, y luego la elección del tema y su traslado hasta el espacio expositivo, donde se abre a nuevos criterios y nuevas interrogantes bajo una legitimación religiosa, familiar, social. Esta cadena de acontecimientos corresponde a un sistema de arte y su constitución de espacio. Hay contemplación y presentación de valores culturales. Finalmente se convierte en un testimonio familiar y cultural. Las vías de circulación o el sistema de arte, refiriéndose expresamente al mandante, se modifican según su época y muestran una nueva manera de abordar esta Museo Nacional de Bellas Artes, describe los elementos iconográficos presentes en la obra y propone que se trata de una pintura quiteña, en su obra “La Pintura en Chile, Colección Luis Álvarez Urquieta”, Imprenta La Ilustración, Santiago. 1928. Por su parte, Enrique Melcherts, “El arte en la vida colonial chilena”, Editorial Parera, Valparaíso, 1966, p. 39, aprecia similitudes entre esta pintura y “Anunciación” de 1770 (Esta pintura se encontraba en esos años en el Museo de Hualpén, Chile, del maestro de Mendoza, un artista avecindado en Chile en el siglo XVIII, fundamentalmente por los elementos arquitectónicos “que parecen de la misma mano”, porque lo singulariza a ese pintor, “es la rigidez del dibujo”. Sin embargo, al pie de una reproducción de esa pieza señala que se trata de “escuela quiteña”. Campos, E; Ossa, N.: Museo Nacional de Bellas Artes. Santiago: Dibam, 1984, p. 28, para una exposición donde participa esta pintura en el año 1966 indican que es de autor altoperuano, del siglo XVIII. Cruz, I.: El traje. Transformaciones de una segunda piel. Santiago: Ed. U. Católica de Chile, 1996, p. 147, participa también de la atribución al pintor cuzqueño Blas Tupac Amaru. Don Manuel de Salzes y doña Francisca… / Juan Manuel Martínez, Marisol Richter y Cynthia Valdivieso fuente, desde la teoría como de la práctica. La involucración de un ente mediador, el comitente, con el artista abre nuevas miradas acerca de una experiencia social y económica en la circulación del arte entre dos puntos geográficos. Mediante esta pintura se puede visualizar claramente la voluntad del representado, su papel dentro de la elite local, como la de su mujer e hija, en un entorno que corresponde a una corriente estilística barroca, en cuyo centro aparece una advocación específica. América también ha sido depositaria de gran parte de las advocaciones marianas, incluso algunas despertaron gran devoción que se mantiene hasta el presente, como la Virgen del Carmen, de La Merced, Candelaria o Guadalupe, por nombrar algunas. La obra que don Manuel solicita ejecutar corresponde a una representación religiosa, una pintura de devoción4, cuyo encargo cumple una doble función: primeramente, la del solicitante como un comitente que establece una relación con el artista en cuestión y, luego, la de donante. Con esto, ser parte de un tipo de obra, cuya manifestación devocional y advocativa es presentada con uno o más personajes religiosos, tradición habitual en Europa desde la primera mitad del siglo XV. En este caso, es la propia pintura la que ofrece una serie de datos que permiten iniciar su estudio. Es así que la leyenda al pie indica que los personajes retratados son don Manuel de Salzes, junto a su mujer e hija. Estos se encuentran en un primer plano, de rodillas y con las manos en actitud orante, consolidando el efecto representativo de donantes. Por su parte, los donantes se ubican en la parte inferior, sobre una alfombra colorida y ante el sagrario representado de forma arquitectónica, destacando una hornacina. Se observa la 4 Para profundizar sobre imagen de culto y de devoción, ver: Guardini, R.: “Imagen de culto e imagen de devoción, Carta a un historiador de arte, en Obras, T.I”.. Europa: realidad y tarea; El ocaso de la edad moderna; El poder; La esencia de la obra de arte. Madrid: Ed. Cristiandad, 1981, p. 337-338. Santísima Trinidad representada por la figura de un niño con orla. Don Manuel figura arrodillado, su cabeza gira levemente a la derecha y observa de frente al espectador. Viste casaca color azul y vivos de color encarnado, no lleva solapa5. El uniforme se asemeja al de Teniente de Infantería del Batallón del Comercio6. Las tres figuras femeninas arrodilladas se localizan en la zona derecha y al igual que don Manuel dirigen su mirada al observador. Doña Francisca Infante y su hija están ataviadas con ropajes muy similares, además de manto llevan un collar de perlas con colgante de crucifijo, anillo y pulseras en cada brazo. La niña no es más que una versión en pequeño de la imagen de la madre. En tanto, la tercera figura femenina refleja una jerarquía distinta, posiblemente se trata de una sirvienta7. Todos están en una actitud devota. Se pueden citar otras obras contemporáneas al retrato familiar de Salzes, que dan cuenta de comitentes y encargos de retrato de donantes. Obras que son parte de la colección del Museo Histórico Nacional, las cuales poseen similares características composicionales, que permiten intuir que a través de los diversos medios de circulación, el comitente hace de ejecutor dinámico en los sistemas de las artes. Una de estas obras es la Virgen de la Merced con donantes Gregorio de Ugarte y Juana Salinas, 5 Cuando se casó con Feliciana Prado: Carta de dote Vol. 863, p. 185. Otorgante: Briceño y Vargas, Feliciano. Cónyuge: Salces Manuel. Lugar: Santiago de Chile Fecha: 20 de octubre de 1778. DOC. NO PUBLICADO, se incluyen objetos como botones de oro para puños, saya de tafetán, oras sayas, faldellines, mangas de cambray y estopilla, medias, nueve sortijas y: saya para la iglesia de tercianela negra, una lámina de San Diego y una imagen de nuestra Señora del Pilar. 6 Márquez, A.: Cuatro siglos de uniformes en Chile. Santiago: Ed. Andrés Bello, 1976, p. 40 7 En carta de dote se especifica una sirvienta: Carta de dote Vol. 863, p. 185. Otorgante: Briceño y Vargas, Feliciano. Cónyuge: Salces Manuel. Lugar: Santiago de Chile. Fecha: 20 de octubre de 1778, su futura señora recibe en dote a “una mulata de edad de diez y siete años llamada Marcia Angelina agraciada en trecientos 20 y cinco pesos. DOC. NO PUBLICADO. 197 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte de autor desconocido (Figura 2)8. La obra representa a Gregorio de Ugarte y Avaría, nacido en Santiago, hacia 1695, hijo de Juan de Ugarte Urrispuro, capitán español, y de Bartolina de Avaria. Gregorio fue alcalde ordinario de Santiago en 1731, luego regidor, juez de pesquisas y teniente de capitán general en La Serena. Se casó con Juana de Salinas9. Esta obra estuvo hasta 1830 en el presbiterio del antiguo templo de la Compañía de Jesús en Santiago. Ambos, bajo el manto de la Virgen de la Merced, dan cuenta del deseo de la elite local de invocar la intercesión divina y la memoria familiar. El tema de esta obra tiene relación con otra pintura, el retrato de Luis Manuel de Zañartu e Iriarte (Oñate, España, 1723-Santiago, Chile, 1782) y su mujer María del Carmen Errázuriz y Madariaga, con quien se casó en 1758. Tuvieron dos hijas, Teresa de Jesús Rafaela y María de los Dolores, a quienes ingresaron al convento carmelita del Carmen de San Rafael, donde está actualmente. Otro ejemplo es el Retablo con el donante Capitán Bernardino Venel, obra de Blas Tupac Amaru-Cusco, c. 1760 (Figura 3)10. Obra pintada para la devoción privada, que corresponde a una tela para enrollar, representa un retablo con imágenes y el donante arrodillado a un costado, que según la cartela inferior corresponde al capitán Antonio Bernardino Venel11. Con la inscripción: LAS IMÁGENES DE ESTE RETABLO SE PINTARON A DEVOC n DEL CAP n. ANTONIO BERNARD no. VENEL 8 9 Óleo sobre tela, 185x221, colección Museo Histórico Nacional (3-359) correspondiente al legado testamentario del presbítero Miguel Jaraquemada Ugarte, en 1934. Espejo, J.: Nobiliario de la Capitanía General de Chile. Santiago: Ed. Andrés Bello, 1967, p. 801-802; Márquez de la Plata, F.: Arqueología del Antiguo Reino de Chile. Santiago: Imp. Artes y Letras, 1953, p. 180; Medina, J. T.: Diccionario Biográfico Colonial de Chile. Santiago: Imp. Elzeviriana, 1906, p. 878; Rodríguez H.: Museo Histórico Nacional, Colección Chile y su Cultura. Santiago: Museo Histórico Nacional, 1982, p. 53 10 Óleo sobre tela 59x53,4 cm, colección Museo Histórico Nacional (3-122). 11 De Mesa, J. y Gisbert, T.: Historia de la Pintura Cuzqueña. Lima: Fundación A. N. Wiese-Banco Wiese Ltda., 1982, Tomo I, p.224 y Tomo II, p. 360. 198 CON SU RETRATO POR BLAS TUPA AMARO EN LA CIUd. DEL CUZCO a DE 1760. Este tipo de lienzos eran transportables y utilizados por los militares en sus campañas, era común el uso del sonante que generalmente pertenecía a las milicias reales. La obra se exhibió en la Exposición del Coloniaje en 1873, en la sección de objetos y utensilios de industria indígenas, como: “un curioso amuleto admirablemente pintado en el Cuzco por el indio Blas Tupac-Amaru, antes de la rebelión que hizo célebre esta familia a fines del siglo pasado…”12. Esta descripción representa la visión decimonónica del arte virreinal. A la fecha de la exposición del Coloniaje, la obra pertenecía a Francisco de Paula Figueroa, y posteriormente fue donada por Joaquín Figueroa Larraín al Museo Histórico Nacional. MANUEL DE SALZES, COMITENTE Y PROMOTOR DEL ARTE EN EL REINO DE CHILE Manuel de Salzes y Obeso era oriundo de Nestares, La Rioja-España13. De documentos primarios se deduce que él se dedicaba al comercio14 y en la pintura se aprecia su vestimenta, cuyos detalles del uniforme corresponden al usado por los integrantes del Batallón de Comercio15, que desde 1609 estaba integrado por españoles. Este gremio fue uno de los últimos en disolverse durante la Patria Vieja, que hacia 1780 estaba compuesto por unos trescientos hombres16. Su 12 Catálogo Razonado de la Exposición del Coloniaje. Santiago: Imp. del Sud-America, 1873, p. 97. 13 Guía de fuentes para la historia de Ibero-América conservadas en España, 1966, p. 116. 14 Carta de dote Vol. 863, p. 185. Otorgante: Briceño y Vargas, Feliciano. Cónyuge: Salzes Manuel. Lugar: Santiago de Chile. Fecha: 20 de octubre de 1778. DOC. NO PUBLICADO. 15 Márquez, op. cit., p. 35 16 De Jáuregui y Aldecoa, A. y Contreras, R.: Relación y documentos de gobierno del virrey del Perú (1780-1784). Madrid: Ed. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Inst. Gonzalo Fernández de Oviedo, 1982, p. 128. Don Manuel de Salzes y doña Francisca… / Juan Manuel Martínez, Marisol Richter y Cynthia Valdivieso cargo en el Batallón de Comercio le daba al parecer un buen pasar. Toribio Medina da algunas pistas sobre el comercio de esa época. Por el cargo de Salzes en el Batallón le correspondía viajar fuera del Reino de Chile en cumplimiento de diversas funciones como miembro y Oficial Real de este cuerpo. Estos viajes se realizaban en buques de carga que hacían la ruta entre Valparaíso y el Callao17. El buen andar económico pudo estar dado por la expansión del comercio en este territorio de mediados del siglo XVIII (1740-1780), que enriqueció principalmente aquellos comerciantes de mayor peso social18. En este sentido, Manuel de Salzes, natural de España, pudo introducirse en los círculos sociales que le beneficiaron un ascenso fundamentalmente económico. La integración por parte de los inmigrantes llegados desde España a estos espacios, fueron abiertos desde la propia élite local19. Se han utilizado términos despectivos para referirse al comercio y a la situación creada por los gobernadores en la frontera sur del continente, por ganancias provenientes del negocio. Se recrean prácticas como beneficiar a parientes y protegidos, ya sea mediante licencias para comerciar, cargos y promociones, y librándolos de la justicia. De manera que en el caso de Salzes es posible que sus dos sucesivos matrimonios, con damas de la sociedad local, le permitieran incrementara su patrimonio. Documentos revisados en el Archivo Nacional de Santiago describen que Manuel de Salzes estuvo casado dos veces. En 17 Medina, J. T.: Cosas de la colonia: apuntes para la crónica del siglo XVIII en Chile. Santiago: Fondo Histórico y Bibliográfico J. T. Medina, 1952, p. 421. 18 Cavieres, E.: “Del comercio y de un comerciante del siglo XVIII. Los finos límites entre la privacidad y la sociabilidad”. Historia de la Vida privada en Chile. El Chile tradicional. De la Conquista a 1840. Santigao: Ed. Taurus, 2007, p. 338. 19 Valenzuela, J.: “Afán de prestigio y movilidad social: los espejos de la apariencia”. Historia de la Vida privada en Chile. El Chile tradicional. De la Conquista a 1840. Santiago: Ed. Taurus, 2007, p. 71-93. una carta poder para testar de doña Francisca Infante, se señala: ...y declaro que soy casada y velada según el orden de nuestra Santísima iglesia con el expresado don Manuel Salces de cuyo matrimonio hemos habido y procreado por niños hijos legítimos a doña Ignacia y don Thomas de Salces y Infantes ambos de menor edad, declaro es mi voluntad .. a dcha. doña Ignacia de Salces mi hija en el tercio y remanente del quinto de mis vienes ... Nombro a mi albacea de bienes al dicho mi marido y por tutor y “causados” de niños menores hijos con el poder de albacea –nombro a mis únicos y unilaterales herederos a los referidos mis hijos doña Ignacia y don Thomas de Salces y Infante para que…20. Luego, el viudo contraerá nuevas nupcias, en 1775, sin embargo no se ha podido establecer si el retrato permanece en su poder: Ante mi el “nos” y testigos “pareció” don Manuel Salzes teniente de Infantería del Batallón del Comercio de esta dicha ciudad a quien doy fe conozco y ... porque cuanto el día ocho de septiembre del año pasado de 776 (dice: setecientos setenta y seis) contrajo matrimonio en segundas nupcias con doña Felisiana Briseño y Bangal viuda mujer legítima que fue de don Josef Antonio Prado y ... para ayuda de las cargas de dicho matrimonio llevo la susodicha la cantidad que adelante se expresa en dinero a pagar y otras especies apreciadas por personas de practica y conciencia sin que hasta lo presente se le haya proporcionado ocasión de otorgar el instrumento dotal que corresponde a causa de las muchas ocupaciones que acarrea el giro de comercio y considerando el perjuicio que de la demora puede seguirse a dicha su esposa tasación que se a practicado.. partidas son las siguientes: Primeramente una mulata de edad de diez y siete años llamada Marcia Angelina agraviada en trecientos 20 y cinco pesos. Un mulatillo llamado Josep Agustín de edad de 8 y medio que corresponde a don Josef María Prado hijo de la esposa de doña Feliciana Prado habido de primer matrimonio…21. 20 Escribanos Santiago, Vol. 859, p. 337v (con sucesión) 338v Fecha: 31 de diciembre de 1773. DOC. NO PUBLICADO. 21 Carta de dote Vol. 863, p. 185. Otorgante: Briceño y Vargas, Feliciano. Conjuge: Salces Manuel. Lugar: Santiago de Chile. Fecha: 20 de octubre de 1778. DOC. NO PUBLICADO. 199 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte Se tienen en consideración que sus esposas le permitieron una vida económicamente cómoda al recibir la sucesión de ambas, también se puede ilustrar, por ejemplo, a partir del bien raíz que compra en nombre de Francisca Infante el año 1770. Se trataba de un sitio y casa que quedó a la muerte de doña Manuela Riquelme y Toledo junto a la plazuela de la Recoleta Franciscana, a la otra orilla del río Mapocho. Algunos bienes que su (segunda) esposa aporta en dote para el matrimonio se detallan, entre otros enseres, una calesa vieja, armazones de estrado, taburetes forrados en terciopelo o algunos adornos de metales valiosos, como hebillas de oro, o una rosa de diamantes. El cargo de Salzes también le dio la posibilidad para realizar viajes entre Perú y Valparaíso, por lo tanto, la pintura debió realizarla en esas latitudes22. Los antecedentes sobre la sucesión de esta pintura no han podido establecerse. Lo más probable es que pasara a su hija Ignacia, ya que su hijo Thomas habría fallecido joven. En el testamento de Ignacia, del año 184123 se detallan algunos enseres que reparte entre sus trece hijos e hijas con su marido José Ibáñez, a quienes nombra como herederos universales, pero no aparece la pintura24. Se origina, desde este momento, un salto en el tiempo, luego la pintura es especificada por el coleccionista Luis Álvarez Urquieta, quien, finalmente, la vendió al Museo de Bellas Artes en 1939. 22 Viaje en navío “Valdiviano”. Escribanos Santiago, Vol. 849, p. 34 y siguientes. Lugar: Santiago de Chile. Fecha: diecinueve de abril de 1766. DOC. NO PUBLICADO. 23 Escribanos Santiago, Vol. 148 v. 37. DOC. NO PUBLICADO. 24 ANS 165 202v y 203. DOC. NO PUBLICADO. 200 CONCLUSIONES Se puede apreciar que el sistema de las artes y sus vías de circulación están ligados a quienes las promueven, ejecutan e inscriben en la sociedad, como memoria de un núcleo cultural. Desde este punto, las pinturas revisadas se abren a nuevos criterios y nuevas interrogantes que permiten mirar el pasado, su propio contexto histórico y su lectura presente, como también sus relaciones en la sociedad en que fueron producidas El retrato de donantes de don Manuel de Salzes o de don Gregorio de Ugarte y Avaría se convierten en testimonio familiar y social. Es una forma de perpetuar el recuerdo de los fundadores de una familia y su relación piadosa. No se debe olvidar que la construcción del pasado mediante una imagen no depende solamente de su iconografía y símbolos, ya que su lectura, como legado cultural, es posible enriquecerla por medio del levantamiento documental de fuentes primarias. Salzes y otros personajes públicos descritos permitieron consolidar y establecer los diversos medios de circulación de una obra de arte. Esto les obligó a moverse geográficamente, buscar un taller o artista que ejecutara la obra de interés siguiendo patrones devocionales y de la retratística. Para finalmente trasladar la pintura de regreso a Chile. Es decir, estos comitentes hacen de ejecutor dinámico en los sistemas de artes. Mirados desde hoy serían parte del movimiento de la economía y cultura global. Figura 1 La devoción de don Manuel de Salzes y doña Francisca Infante o don Manuel de Salzes y familia o ejecutorias de don Manuel de Salzes y familia. Autor desconocido, 1767, óleo sobre tela y pan de oro, 106x86 cm, colección Museo Nacional de Bellas Artes. Figura 2 Virgen de la Merced y los donantes Gregorio Ugarte y Juana Salinas. Autor desconocido, ca. 1750, óleo sobre tela, 185x221 cm, colección Museo Histórico Nacional. Figura 3 Retablo con el donante capitán Bernardino Venel. Blas Tupac Amaru, óleo sobre tela, 59x53,4 cm, colección Museo Histórico Nacional. El buen gusto como ideario normativo en las Bellas Artes: el caso de la cultura musical porteña (1820-1827) GUILLERMINA GUILLAMÓN* RESUMEN El presente trabajo se propone indagar en torno a la referencia que se hizo del buen gusto en tanto ideario normativo de las bellas artes durante la experiencia rivadaviana en Buenos Aires durante el período 1820-1827. Para esto se propone mostrar cómo mediante la propaganda y crítica musical se construyó una doble acepción de buen gusto: una relacionada con las pautas de civilidad y otra vinculada a la práctica y escucha musical en sí misma. El fin último reside, entonces, en analizar el concepto de buen gusto como un valor y virtud moral constitutivo de ilustración y, en consecuencia, de la modernidad. ABSTRACT The aim of this work is investigate concerning the reference that was done of the good taste while normative ideology of the fine arts in Buenos Aires in the period 1820-1827. For this, it proposes to show how by means of the propaganda and musical critique there was constructed a double meaning of good taste: the related one the guidelines of civility and other one linked to the practice and musical scout in if same. The last end resides, then, in analyzing the concept of good taste as a constitutive value and moral virtue of illustration and, in consequence, of the modernity. INTRODUCCIÓN Consolidar un nuevo orden político-institucional al tiempo que realizar una transformación modernizadora de la sociedad fueron los objetivos que guiaron el accionar del gobierno de Buenos Aires durante el período 1820-18271. En consecuencia, la “feliz experiencia”2 se caracterizó * Guillermina Guillamón. Profesora de historia. Universidad Nacional de La Plata, Universidad Nacional de Tres de Febrero. CONICET. 1 Cfr. Gallo, K.: “Un escenario para la feliz experiencia. Teatro, política y vida pública en Buenos Aires. 1820-1827”. Batticuore, G., Gallo, K., Myers, J. (Comp.): Resonancias románticas: ensayos sobre historia de la cultura argentina, 1820-1890. Buenos Aires: Eudeba, 2005. 2 La propuesta de conceptualizar el período como una “feliz experiencia” fue iniciada por José Luis Romero por la implementación de una amplia agenda de reformas tendientes a erigir un régimen que fuese estable, legítimo y moderno. Sus iniciativas buscaron, pues, establecer un orden institucional en el cual la opción por el sistema republicano no fuera sinónimo de anarquía y disolución, sino de orden y civilidad. en su libro homónimo (La feliz experiencia: 1820-1824, 1976). Si bien Romero hace exclusiva referencia al período en el cual Rivadavia ejerce como Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, el concepto también fue utilizado –de forma más laxa– por Halperín Donghi en Revolución y Guerra (1972) para señalar el breve éxito de las reformas liberales implementadas. Asimismo Jorge Myers y Klaus Gallo lo utilizan para pensar la totalidad del accionar del grupo rivadaviano durante el período 1821-1827. 203 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte En este marco, el principal objetivo que postuló el programa rivadaviano fue el de dominar las pasiones bárbaras de una mayoría incivilizada a fin de reducir la distancia entre lo conocido y lo ignorado, lo virtuoso y lo tradicional. Dicha imagen complementó el diagnóstico de una sociedad carente de pautas de sociabilidad y civilidad, de una cultura ilustrada, de una opinión pública y de un cuerpo de ciudadanos3. Siendo dichas falencias producto del pasado colonial y revolucionario, era menester instaurar un gobierno que permitiese a Buenos Aires erigirse como el portador de la civilidad y, consecuentemente, como el modelo a ser imitado por las provincias. Pero fue particularmente en el ámbito de las medidas culturales adoptadas e implementadas por las principales figuras del círculo político y cultural, donde el naciente estado provincial se erigió como el encargado de modificar las conductas de los que consideraban eran ahora ciudadanos. Con este fin –y en concordancia con el ideario ilustrado– el gobierno de Buenos Aires realizó una activa promoción de instancias asociativas y espacios públicos en los cuales concretar y hacer extensivas sus reformas al tiempo que limitar las reuniones el ámbito de lo privado4. Así, en la esfera de las “bellas artes” la actividad musical fue aquella que, de forma conjunta con la esfera literaria, tuvo mayor impulso: al tiempo que se inauguraron espacios dedicados a la cultura musical –la Sociedad Filarmónica, La Academia de Música, la Escuela de Música–, se promocionó la formación de temporadas en el teatro Coliseo Provisional, se buscó que arribasen músicos extranjeros y se formaron compañías músico-teatrales. 3 Cfr. Myers, J.: “Las paradojas de la opinión. El discurso político rivadaviano y sus dos polos: el ‘gobierno de las luces’ y ‘la opinión pública, reina del mundo’”. Sábato, H., Lettieri, A.R. (Comp.): La vida política en la Argentina del siglo XIX: armas, votos y voces. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2003. 4 Aliata, F.: La ciudad regular. Arquitectura, programas e instituciones en el Buenos Aires postrevolucionario 1821-1835. Bernal, UNQui-Prometeo, 2006 204 Pero la ambición política de reformar costumbres y hábitos sociales no solo supuso la consolidación de nuevos espacios y prácticas, sino que de forma complementaria conllevó la configuración de un estándar normativo de “buen gusto”. La convicción política de reformar las conductas de los ciudadanos para elevar a la ciudad de Buenos Aires hasta convertirla en un caso “ejemplificador” coincidió con la idea de que el buen gusto en las artes contribuiría al progreso de la moral y del bienestar del individuo. Pero por sobre todas las cosas se esperó que contribuyera al progreso colectivo de la sociedad: al tiempo que habilitó atributos y capacidades derivadas del pleno ejercicio de la razón, canceló aquellas que, según consideró la crítica, obstaculizaban el camino hacia un nuevo orden político-institucional. En este marco, la propuesta del presente trabajo reside en indagar en torno a la referencia –no siempre explícita– que se hizo al “hombre de buen gusto” durante el período rivadaviano. Para esto se propone mostrar cómo mediante la propaganda y crítica musical se construyó una doble acepción de buen gusto: una, vinculada a la práctica y escucha musical en sí misma y otra, relacionada con las pautas de civilidad. Si bien se plantean como dos fases de análisis separadas, en su uso discursivo fueron instancias conceptuales complementarias. El fin último reside, entonces, en problematizar el concepto de buen gusto como un valor y virtud moral constitutivo de ilustración y, en consecuencia, de la modernidad. RAZÓN Y SENTIDOS: LA CONFORMACIÓN DE LOS JUICIOS DEL GUSTO De creciente protagonismo en los estudios culturales europeos, pero ausente en la historiografía local, el buen gusto constituyó un concepto relevante en el ámbito de las bellas artes5. Pero 5 Con el término de “bellas artes” se hace referencia a la literatura, música, pintura, danza, arquitectura y escultura. Asimismo, se debe agregar que fueron las El buen gusto como ideario normativo en las Bellas Artes:… / Guillermina Guillamón complementariamente a su presencia en el ámbito cultural tuvo una notable predominancia como consecuencia de su inserción en la esfera política y en su relación con el concepto de civilidad, en tanto modestia, beneficencia, respeto del otro y benevolencia6. El buen gusto, pues, se diseminó por los espacios porteños relacionados con la cultura musical al tiempo que circuló en la prensa escrita, en la censura ejecutada por los gobiernos en las actas de policía7 así como en los debates entre los políticos e intelectuales del período. Si bien en sus juicios medió entre lo racional y lo sensorial, el buen gusto emergió durante el siglo XVIII europeo como la verdad estable y eterna de los dictados de la razón8. Conceptualizado como una habilidad intelectual, su objetivo fue guiar a la razón cuando esta se aplicaba a experiencias empíricas. En consecuencia, conformó también una actividad práctica que debía evaluar y determinar el disgusto o placer que la lectura, escucha o contemplación provocaba en el sujeto9. Al mismo tiempo, en la especificidad del concepto convergió la denominada ilustración escocesa, escuela que hizo énfasis en el rol de la experiencia10. Dicha corriente impulsó, pues, la sustitución del recurso exclusivo y unidireccional a la razón por una base empírica en donde tuviesen relevancia los sentimientos y las sensaciones11. De aquí que –tal como se mostrará en el presente apartado– en las referencias que hizo la prensa, el buen gusto haya emergido en relación con los sentimientos y emociones. Por lo tanto, la primacía adjudicada a la base empírica disminuyó la necesidad –al menos en el plano discursivo– de que el sujeto fuese instruido en las convenciones de educación y erudición. Sin embargo, la experiencia sensorial derivada de la escucha o participación musical marcó un claro componente de distinción en los juicios del gusto. No solo porque fue una capacidad mediante la cual realizar “distinciones que distinguen”12, sino porque cristalizó aspiraciones meramente normativas y excluyentes. Pero esta aptitud reflexiva y práctica no fue extensiva a todos los grupos sociales, sino que el único grupo poseedor de la virtud necesaria 10 La propuesta de incluir aquí a la corriente escocesa no deviene solamente de la pertinencia de sus formulaciones. Dicha elección pretende dar cuenta que este trabajo adhiere a la propuesta de concebir a la ilustración como un programa heterogéneo y polifónico en cuanto a sus formulaciones y referentes. Complementariamente a la esencia inmutable que lo configuró como un movimiento unitario –en tanto una confianza generalizada en la capacidad racional– se propone insertar en el ideario ilustrado la retórica respecto a los sentimientos de los sujetos así como sus preocupaciones por indagar sobre sus pasiones. Cfr. Solé, M. J.: “El sueño de la ilustración”. Rearte, J. L. y Sole, M. J. (Ed.): De la Ilustración al Romanticismo. Tensión, ruptura, continuidad. Buenos Aires: Prometeo, 2010. Seoane Pinilla, J.: La ilustración olvidada. Vauvenargues, Morelly, Meslier, Sade y otros ilustrados ortodoxos. México: Fondo de Cultura Económica, 1999. 11 Cfr. Wences, I.: “La relevancia sociológica de la Ilustración escocesa”. Revista Internacional de Sociología (RIS), Vol. 68, Nº 1, 2010. 12 Según Pierre Bourdieu la música es la actividad cultural que más “depurada” se encuentra, por lo que su consumo es una de las prácticas más “enclasante” y, en consecuencia, que mayor distinción otorga. Dicho en sus palabras, la música “(…) es la más espiritualista de las artes del espíritu y el amor a la música es una garantía de espiritualidad”. Bourdieu, P.: La distinción. Criterios y bases sociales del gusto. Buenos Aires: Taurus, 2012, p. 22. Cursivas en el original. dos primeras las que mayor desarrollo, promoción y crítica tuvieron en el Río de la Plata durante el período aquí analizado. 6 Según Roger Chartier esta acepción de civilidad se constituyó en el período revolucionario francés, cuando se hizo necesario diferenciarlo de la cortesía. Si la civilidad había sido la reproducción de gestos considerados adecuados –aunque estos no fueran reales– durante el período revolucionario pasó a ser conceptualizada como el aprendizaje de virtudes que se darán en un lenguaje adecuado: “la civilidad se vuelve, fundamentalmente, instrucción moral” (p. 276). Chartier, R.: Libros, lecturas y lectores en la Edad Moderna. Madrid, Alianza, 1994. 7 Las actas de policía solo hacen referencias a las actuaciones teatrales, por lo que puede pensarse en la censura en ellas desarrollada como consecuencia tanto del accionar del la Sociedad del Buen Gusto por el Teatro (1817) como así también de la influencia de Vicente López y Planes una vez disuelta dicha asociación. 8 Pagden, A.: La ilustración y sus enemigos. Dos ensayos sobre los orígenes de la modernidad. Barcelona: Península, 2002. 9 La definición es deudora de la propuesta de Ana Hontilla en su libro El gusto de la razón. Debates de arte y moral en el siglo XVIII español. Madrid, Iberoamericana, 2010. 205 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte para esgrimir un juicio de buen gusto fue la elite porteña. Aun cuando no lo fue, los esfuerzos discursivos estuvieron destinados a modificar su falta de gusto, excluyendo de tal intento a los sectores subalternos. Al tiempo que su condición lo habilitó a ser el único grupo poseedor del buen gusto, el buen gusto los legitimó y los distinguió como el único grupo capaz de llevar adelante el proceso civilizatorio en el Río de la Plata. Asimismo, la circulación del concepto por esferas que excedieron lo específicamente artístico y atañen a lo político muestra la existencia de nuevas ideas que prescribieron –de forma normativa– como sentir, pensar y accionar. A su vez, dichas ideas se enmarcaron en un nuevo imaginario social –que no es otra cosa que un consenso en torno al modo de imaginar la vida social– y, más específicamente, en la emergencia de un “nuevo orden moral”: la modernidad13. LOS AMANTES DE LO BELLO: EL BUEN GUSTO COMO JUICIO ESTÉTICO Conceptualizados como “amantes á lo bello y lo bueno”14, “espectador ilustrado e imparcial”15 y hasta como “almas sensibles”16, el público fue el encargado de discernir lo “bello” de lo “feo”, lo “bárbaro” de lo “civilizado”. La razón ilustrada debía, entonces, asegurar que el sujeto no cayese en el abismo que suponía el error y la falsedad17. En contraparte, se valoró en los juicios del gusto lo razonable y lo creíble, normas del ideario neoclásico, harto estudiado para el teatro. Mediante estas y otras estrategias, la prensa interpeló constantemente al prodestinatario –público– e hizo hincapié en la capacidad racional que le permitía distinguir géneros y estilos. Pero también estableció una relación de polémica con el contradestinatario, en tanto toda persona incapaz de mediar los sentimientos a través del uso de la razón18. Aunque en la mayoría de los casos se lo caracterizó con atributos positivos y anónimos, no fueron cualidades extensivas a todos los grupos sociales. Así, si bien el destinatario estuvo conformado por un reducido sector de la sociedad porteña –tal se mostrará adelante– en diversos apartados el receptor del mensaje se construyó bajo el genérico de “pueblo”. Un ejemplo de esto se puede ver en la descripción que El Centinela realizó del teatro al señalar que “(…) la recreación pública, en nuestro coliseo que es compuesto de magistrados, SACERDOTES, legistas, militares, EMPLEADOS, hacendados y comerciantes, y aún del bello sexo, ofrece la representación más exacta de todo el pueblo”19. Si bien la imagen hace referencia a características profesionales, estas remiten a un grupo capaz transitar por los espacios previamente analizados y tener acceso a prácticas musicales que estaban lejos de ser inclusivas: la elite porteña. El teatro, objeto de crítica y propaganda de muchos de los periódicos aquí retomados, emergió como una institución en la que el buen gusto del público –entendido como una habilidad tanto práctica como intelectual– le permitía sancionar las obras y conciertos allí desarrollados. Siendo un “establecimiento á que los habitantes de esta capital dispensan una protección decidida acreditando en ella su buen gusto (…)”20 no todas las 13 Taylor, Ch. Imaginarios sociales modernos. Barcelona: Paidós, 2006. El imaginario social de la modernidad se constituyó, según el autor, por tres fenómenos considerados claves: la economía de mercado, la esfera pública y el autogobierno. Asimismo, debe agregarse que la emergencia de este nuevo orden moral estuvo basado en el beneficio mutuo de participantes que se erigían como iguales. 14 El Teatro de la Opinión, Buenos Aires, 6 de agosto de 1824, Nº 8. 18 15 El Patriota, Buenos Aires, 15 de septiembre de 1821, Nº 15. Verón, E.: “La palabra adversativa”. Verón, E., et. al.: El discurso político. Buenos Aires: Hachette, 1996. 19 El Centinela, Buenos Aires, 3 de noviembre de 1822, Nº 15. Cursivas y mayúsculas en el original. De aquí en adelante se respetará la tipografía del original. 20 El Piloto, Buenos Aires, 7 de junio de 1825, Nº 5. 16 El Patriota, Buenos Aires, 15 agosto de 1823, Nº 13. 17 Cfr. Alvarez Barrientos, J.: Ilustración y Neoclasicismo en las letras españolas. Madrid: Síntesis, 2005. 206 El buen gusto como ideario normativo en las Bellas Artes:… / Guillermina Guillamón prácticas que eran consideradas añejas fueron reprobadas por los diarios. Mientras que tuvieran como objetivo la sanción de aquello que no coincidiera con los estándares del buen gusto, toda práctica era legítima. Un ejemplo de esta aparente dicotomía fueron las costumbres de las que El Argos acusó al público, como abuchear, fumar y silbar dentro del teatro. En uno de sus apartados dedicados a la sanción de dichos hábitos aseguró que: Hay otras cosas que no dependen del director, pero que es precioso se remedien para que el coliseo deje de avergonzar a la ciudad más civilizada del país (…) Estas barbaries comprometen bastante el crédito de la policía, y el interés de los cómicos, porque al mismo tiempo que deshonran a una asamblea civilizada, retraen a muchas personas de concurrir a ella21. Por el contrario, ante una presentación de bajo nivel de la cantante Campomanes, el abucheo fue aprobado, ya que “no hay pueblo en el mundo civilizado, que dejase de exigir al director de su teatro una satisfacción pública, como ha sido el insulto, antes de permitir que volviese a presentarse en las tablas”22. También fueron aceptados los silbidos a las tonadillas23, solo mientras sirvieran para sancionar el género español dado que “(…) su bien merecido disgusto a la repetición de una de esas tonadillas a lo antiguo, cuya música, letra y ejecución chocan igualmente, y son capaces de hacer creer a los forasteros que no tenemos oídos, sentido común, ni vergüenza”24. Acusando superficialidad temática y nulo valor musical, Bosch recordó que a comienzos de la 21 El Argos de Buenos Aires, Buenos Aires, 25 de agosto de 1821, Nº 21. 22 El Argos de Buenos Aires, Buenos Aires, 7 de diciembre de 1823, Nº 93. 23 La tonadilla fue un género lírico español, caracterizado por ilustrar temáticas populares y propias de la vida cotidiana, a las cuales podía exaltar o satirizar. Asimismo, se caracterizó por ser un género en el cual la música tuvo primacía por sobre la letra. Cfr. Paisajes sonoros en el Madrid del Siglo XVIII. La tonadilla escénica. Madrid: Museo de San Isidro, 2003. 24 El Argos de Buenos Aires, 11 de septiembre de 1822, Nº 68. década de 1820 el público aficionado “producía ya abiertamente la reacción contra la antigua forma musical, la tonadilla pueril”25. Una primera lectura llevaría a pensar que la sanción a la ejecución de tonadillas fue la consecuencia lógica del proceso de autonomía política y cultural del Buenos Aires posrevolucionario. Si bien no se pretende desechar esta idea, se debe agregar que las tonadillas –en tanto género músico-teatral– ya habían sido descartadas de los programas en su país de origen: España. Al ser denunciadas como corruptoras del buen gusto en diversos periódicos, la Comisión de Teatros de Madrid tomó la decisión de retirarlas de escena en la temporada 1809-181026. Así, tal lo sucedido en España, la crítica a la tonadilla se acompañó del ataque al sainete, comúnmente interpretado en el teatro Coliseo Provisional. Con un tono irónico27, los autodenominados “amantes de Mélpomene y Talia”28 redactaron una nota en la que, buscando provocar un efecto de complicidad en los lectores, se erigieron contra los sainetes. En efecto, la crítica afirmó que: “A las concertadas y brillantes Arias (…), a su música armoniosa y celestial con que se deleitaba al pueblo de Buenos Aires concluida la representación teatral, se han sustituido los muy morales y chistosísimos sainetes, tan propios 25 Bosch, M.: Historia de la ópera en Buenos Aires: Origen del canto i la música. Las primeras compañías i los primeros cantantes. Buenos Aires: El Comercio, 1905, p. 119. 26 Freire López, A. M.: El teatro español entre la ilustración y el romanticismo. Madrid durante la guerra de la Independencia. Madrid: Iberoamericana, 2009. 27 Al conceptualizar la nota como una enunciación irónica se está haciendo referencia a la propuesta de interpretar un enunciado, cita o comentario de forma diferente a la que se manifiesta. En consecuencia, lo que resalta en la cita señalada es el desdoblamiento entre dos enunciados, uno evidente y otro implícito. Definición tomada de Calsamiglia, H. y Tusón, A.: Las cosas del decir. Manual de análisis del discurso. Barcelona: Ariel, 2012. 28 Ambas diosas griegas son protectoras del teatro, del drama y la comedia respectivamente. Asimismo, debe señalarse en la introducción al reglamento de la Sociedad del Buen Gusto por el Teatro de 1817, sus integrantes reclamaron bajo sus nombres la introducción de obras neoclásicas. 207 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte para un pueblo civil y que trata de regenerar sus costumbres”29. El consejo consecuente fue que: “como amantes a lo bello y a lo bueno (…) cesasen las rencillas á que ha dado margen su genio díscolo y caprichoso, y encontrasen en el gran pueblo de Buenos Aires un asilo de delicias, una escuela de la moral y de virtudes”30. Pero el público –o aquello que la prensa erigió como tal– no solo se manifestó contra la incapacidad del asentista de formular programas de nivel y de promover la llegada de músicos sino que también señaló aquellas actividades que, creían, eran de nivel. Así, en la crítica de una las tantas actuaciones de Virgilio Rabaglio –instrumentista y fundador de la Academia de Música– se afirmó que: “El pueblo de Buenos Aires supo distinguir sus talentos y prodigarles unos elogios que no eran arrebatados por la parcialidad ó el capricho”31. En esta legitimación de la profesionalidad de Rabaglio, en tanto músico talentoso, se puede ver que el buen gusto se constituyó en la práctica como el producto de una experiencia que evaluaba y determinaba mediante el uso de la razón –en tanto que no fueron “caprichos” arbitrarios– el placer o el disgusto que provocaba el consumo de un determinado objeto cultural. Estos fragmentos son citados no solo a fin de indagar sobre el debate en torno a géneros y estilos musicales, sino para evidenciar una dicotomía que se hace presente en varias de las fuentes aquí analizadas: la diferenciación entre buen gusto y gusto. Si tal como se esgrimió previamente, el buen gusto se elabora en colaboración con la razón dando como resultado una sensibilidad informada, su contraparte es el gusto, en tanto cualquier hombre común que se deja guiar por sus sentidos. Así, la crítica a 29 El Teatro de la Opinión, Buenos Aires, 6 de agosto de 1824, Nº 8. 30 El Teatro de la Opinión, Buenos Aires, 6 de agosto de 1824, Nº 8. 31 El Teatro de la Opinión, Buenos Aires, 6 de agosto de 1824, Nº 8. 208 ciertas prácticas y géneros musicales se construyó discursivamente –como demuestra la nota contra el asentista– como producto de caprichos o de decisiones arbitrarias. EL GUSTO DE LA CIVILIDAD: BUEN GUSTO Y BUENAS FORMAS Pero también la dicotomía buen gusto-gusto por la música estuvo en estrecha relación con el concepto de civilidad, en tanto buenas formas y decoro. Esgrimiendo que diversas causas políticas habían contribuido a transformar completamente la fisonomía social –y cargado de un halo nostálgico que caracteriza sus escritos– Wilde recuerda en sus memorias que: “Buenos Aires desde 1820 hasta 1830, era ya, podemos decirlo sin temor a equivocarnos, una de las ciudades de Sudamérica que descollaba por lo selecto de su sociedad. Era ostensible en sus habitantes el buen trato y el mas delicado agasajo; a propios extraños se los recibía con sencillez y amabilidad”32. Lo que aquí se pretende resaltar es que la relación buen gusto-civilidad estuvo dada por la capacidad del sujeto de convertir esas sensaciones y sentimientos generados por la música en virtudes propias del hombre de buen gusto: un correcto modo de desenvolverse e interactuar en sociedad. Con el objetivo de normar estas formas de interacción se utilizó el término de suavidad, adjetivo que semánticamente está destinado a caracterizar objetos, no personas y menos aún para determinar costumbres. Por el contrario, se utilizó como sinónimo de respeto y de una interacción cordial entre pares, otrora enemistados y enfrentados políticamente. Así, en la apertura de la Escuela de Música dicha institución destinada a la enseñanza se propuso, mediante la instrucción y la ejecución de diversos programas, “suavizar 32 Wilde, J. A.: Buenos Aires desde Setenta Años Atrás. Buenos Aires: Eudeba, 1966, p. 110. El buen gusto como ideario normativo en las Bellas Artes:… / Guillermina Guillamón las costumbres de estos pueblos”33. A su vez, se tomó como referencia a la Sociedad Filarmónica y se convocó a que se creasen otras instancias y espacios musicales. Celebrando su apertura se esperó que “en adelante se recojan aún más copiosos frutos, no siendo el menos de ellos la elegancia, y mayor suavidad de las costumbres”34. Simultáneamente, la referencia a estilos y géneros musicales también funcionó en ese sentido. Probablemente refiriéndose a la ópera –género que por entonces socavó el éxito de la tonadilla y el sainete– Iriarte comentó que la música italiana era una “afición que tanto contribuye al mejorar las costumbres, suavizándolas (…)”35. En otros apartados que refirieron a la Academia, se hizo hincapié en la música como práctica capaz de generar sentimientos y sensaciones, pero en particular en su capacidad para guiar a la razón como filtro de experiencias estéticas. En la crónica de su inauguración, si bien se reparó en las carencias relacionadas con la falta de músicos y espacios, se argumentó que dichas reuniones “no por eso dejan de producir una sensación agradable a los que tienen el talento de saber moderar su deseos con proporción a las circunstancias”36. Pero construir este hombre de buen gusto implicaba, a priori, que la música configuraba un ámbito que habilitaba al sujeto erigirse como tal. En consecuencia, existió un notable interés por definir normativamente a la música como una práctica de buen gusto. Pero esta búsqueda debe enmarcarse dentro de otro fenómeno, a saber, el de designar y consagrar ciertos objetos como dignos de ser apreciados y, al mismo tiempo, de limitar su consumo a fin de que funcionen como mecanismos de distinción y cohesión social37. Si 33 El Argos de Buenos Aires, Buenos Aires, 2 de octubre de 1822, Nº 75. 34 El Argos de Buenos Aires, 14 de mayo de 1823, Nº 39. 35 Iriarte, T. de: Memorias. Tomo III: Rivadavia, Monroe y la guerra argentino-brasileña. Buenos Aires: S.I.A., 1994. 36 El Argos de Buenos Aires, Buenos Aires, 31 de Julio de 1822, Nº 56. 37 Bourdieu, P.: El sentido social del gusto. Elementos para una sociología de la cultura. Buenos Aires: Siglo XXI, 2010. solamente la elite fue el legítimo poseedor del buen gusto, este interés por definir conceptualmente a la música persiguió un doble objetivo. Por un lado, mantener la estructura y división de los grupos sociales y, por otro, introducir y naturalizar cualidades positivas, genuinas y modernas del grupo de elite. El buen gusto como atributo y virtud moral basada en una razón –que se supuso universal– se alejó, así, de aquellos atributos ligados a prácticas propias de una sociedad estamental en donde el nacimiento –y, en consecuencia, la pertenencia a un determinado grupo social– definían el valor, la posición social y el comportamiento del sujeto38. Pero dicha construcción no se realizó en abstracto, sino que tuvo en cuenta que la música, en tanto performance, implicaba una participación física en un evento colectivo y que, particularmente, su disfrute se realizaba por medio de la escucha39. Las definiciones que se esgrimieron se enmarcaron tanto en la promoción como en la crónica posterior de actuaciones individuales o colectivas de los músicos de mayor presencia en la escena musical porteña. Si bien la mayoría de la prensa realizó la propaganda de los conciertos a desarrollarse, fue El Argos el diario que más se interesó por precisar qué era la música. Tal fue el caso de la legitimación que se realizó de la Academia, apartado que hizo hincapié en la funcionalidad asignada a la música en tanto que “hermana de la pintura y poesía mueve blandamente nuestras pasiones, y arrebata nuestro sentidos con el poder de sus acentos melodiosos y harmónicos, proporcionándonos una diversión inocente y pura (…) un arte que en el día hace las delicias de todas las naciones cultas”40. Al tiempo que se explicitó 38 Hontilla, A.: El gusto de la razón. Debates de arte y moral en el siglo XVIII español. Madrid: Iberoamericana, 2010, p. 25. 39 Hennion, A.: “Melómanos: el gusto como performance”. Benzecry, C. (Comp.): Hacia una nueva sociología de la cultura. Mapas, dramas, actos y prácticas. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, 2012. 40 El Argos de Buenos Aires, Buenos Aires, 12 de junio de 1822, Nº 42. 209 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte que la conformación de una cultura musical elevaría a la sociedad porteña, asemejándola a los países europeos que la elite política tenía como modelo, fue recurrente señalarla como un “arte tan útil como agradable á un pueblo civilizado”41. Asimismo, y tal como se había sucedido con los vínculos interacciones, la escucha tendría como consecuencia la transformación o emergencia de nuevos sentimientos: “La música es una de las artes que parece tener un influxo más directo sobre nuestro espíritu; ella lo eleva, lo abate agradablemente, y puede inspirar sentimientos heroicos”42. Pero a “esas emociones dulces que desarrollan la sensibilidad”43 que, según los redactores de El Argos44, la música generaría y que caracterizarían la civilidad de un pueblo, se agregó la referencia a otros ámbitos legitimados. Así, dicho diario también afirmó que “unida la música a la filosofía, tiene su íntima relación con las bellas artes, con los secretos del alma afectada de pasiones, con la elegancia de las costumbres, y con otros ramos de la civilización”45. Así, si bien la música se erigió como práctica constitutiva del hombre de buen gusto no todos los estilos fueron igual de funcionales a la hora de habilitar tal juicio. Si bien el espacio del presente trabajo nos obliga a hacer un recorte temático, al momento de indagar sobre la construcción 41 El Teatro de la Opinión, 15 de agosto de 1823, Nº 9. 42 El Argos de Buenos Aires, 31 de julio de 1822, Nº 56. 43 El Argos de Buenos Aires, 15 de enero de 1823, Nº 5. 44 En el caso particular de El Argos de Buenos Aires, los encargados de la redacción fueron no solo políticos reconocidos de la escena porteña adherentes a la política rivadaviana, sino parte de la elite letrada que eran, a su vez, miembros de la Sociedad Literaria. Santiago Wilde, Ignacio Núñez, Santiago Núñez, Esteban de Luca, Felipe Senillosa, Gregorio Funes, Vicente López, entre otros, fueron aquellos que dieron cuerpo al diario, utilizándolo como una herramienta para moldear y consolidar una opinión pública que fuese legítima, en tanto que se la consideró la consecuencia del debate libre entre opiniones racionales e ilustradas. A su vez, el hecho de ser una sociedad que, lejos de ser una asociación civil independiente fue una creación paraestatal, evidenció la identificación de El Argos con el régimen de Rivadavia. 45 El Argos de Buenos Aires, Buenos Aires, 15 de enero de 1823, Nº 5. 210 y utilización discursiva que se hizo del buen gusto se debe tener en cuenta que dicho concepto estuvo inmerso en un ideario estético particularmente relacionado con la ilustración y al que el repertorio musical porteño debía ajustarse: el neoclasicismo. A MODO DE CIERRE El presente trabajo intentó mostrar, como se explicitó previamente, cómo durante el proceso de construcción del buen gusto emergió una doble acepción de dicho concepto: una ligada a los juicios estéticos y otra, estrechamente referida en las conductas de los sujetos. El análisis de la propaganda y crítica musical que realizó la prensa durante el período 1820-1827 permitió no solo visibilizar la esfera de lo musical como un campo en donde el buen gusto tuvo un considerable protagonismo discursivo. A su vez, esta problematización permitió demostrar que dicha construcción constituyó una estrategia discursiva del gobierno –y más específicamente del grupo rivadaviano– en pos de prescribir, de forma normativa, cómo se debía sentir, pensar y actuar en lo que se presentaba como un régimen moderno. Siendo la razón aquella que debía actuar como filtro de los sentimientos generados por una experiencia estética, tanto la sanción de hábitos y costumbres, la crítica de géneros y estilos musicales como el reconocimiento de las virtudes de instrumentistas y cantantes constituyeron juicios de buen gusto. Pero de forma complementaria el buen gusto también refirió a las buenas formas, a los vínculos de interacción que legitimaron a la elite tanto como grupo portador de la civilidad como el encargado de concretar la modernización de una sociedad aún portadora de rastros de la experiencia colonial y del período revolucionario. En consecuencia, al tiempo que se erigió la cultura musical como una actividad cuyo consumo generó distinción, esta no se basó en prácticas y códigos propios de antiguo régimen. Contrariamente, el buen gusto se sirvió de un El buen gusto como ideario normativo en las Bellas Artes:… / Guillermina Guillamón juicio que se presentó con ambiciones de ser universal en tanto se accedía a él mediante el uso de la razón. Los límites del proyecto modernizador propuesto por el rivadavianismo no solo se advierten en la conceptualización de la elite porteña como el legítimo poseedor del buen gusto, sino en la imposibilidad de hacer extensivos los juicios del gusto a los sectores subalternos, aún incapaces de domar la primacía de los sentidos y emociones. Poco tiempo más tarde, el desplazamiento de la razón y la supremacía de los sentimientos normaría el ideario que predominó durante el siglo XIX: el romanticismo. 211 Poeta, artista e imagem: reflexões sobre o retrato de Murilo Mendes, feito por Flávio de Carvalho RENATA OLIVEIRA CAETANO* RESUMO O presente artigo visa apresentar uma parte da dissertação de Mestrado “Murilo Mendes por Flávio de Carvalho: relações intelectuais através de retratos”, defendida em 2012 no Programa de Pós Graduação em História na Universidade Federal de Juiz de Fora. A proposta de estudo do retrato do poeta Murilo Mendes feito pelo artista Flávio de Carvalho, demonstrou-se desde o início algo bem mais amplo do que somente contar a história de uma obra de arte. Veremos que a pintura “Retrato de Murilo Mendes”, é um dos objetos que compõe uma intrincada rede, repleta de amizades e relações entre a intelectualidade brasileira. ABSTRACT The present article aims to introduce part of Master degree’s essay “Murilo Mendes by Flávio de Carvalho: intelectual relationships through portraits”, held in 2012 at the Graduate Program in History at Universidade Federal de Juiz de Fora. The propose of study of the portrait of Murilo Mendes made by the artist Flávio de Carvalho, was demonstrated since the begining was something very wide than just tell the a masterpiece’s history. We’ll see that painting “Portrait of Murilo Mendes”, is one of the objects that make up an intricate net, full of friendship and relationships between the brazilian intellectuality. O presente artigo visa pensar as relações inte- lectuais a partir de um dos retratos de Murilo Mendes feito por Flávio de Carvalho em pintura. Realizado em um momento de grandes mudanças nos parâmetros artísticos no Brasil –meados do século XX– estávamos em plena incorporação das questões modernistas em nossa visualidade. Partindo-se do princípio de que temos aqui elencadas duas pessoas que foram de grande importância cultural para o país, passou a ser crucial compreender as relações que se formaram, * Renata Oliveira. Professora no Colégio de Aplicação João XXIII da Universidade Federal de Juiz de Fora. Doutoranda no Programa de Pós Graduação em Artes da Universidade do Estado do Rio de Janeiro. além de estabelecer qual o nível de proximidade entre o artista e poeta e em que esta relação determina a representação feita pelo artista. Com base em alguns dados da biografia de Flávio de Carvalho, sabemos que ele nunca se fixou estritamente em uma única forma de atuação artística. Observamos também, como a sua aparente dispersão de interesses é um importante gatilho de onde surgem os retratos que fundamentam a sua iconografia e sua obra, que, de uma forma geral, não pode ser compreendida em etapas separadas, mas como um conglomerado de ações que diretamente influenciavam as distintas partes. O retrato chama atenção inserido nesse contexto, pois acontece em um momento onde 213 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte o gênero era entendido de forma distinta de outras épocas. Para muitos, o maior empecilho era o apego ao real, à semelhança que o retrato trazia atrelado a si, entendendo-o como uma forma de trabalhar esgotada. Contudo, isto não um problema para Flávio de Carvalho, que dizia: trágicas inquietações estéticas de nosso tempo, ele revigora em nós nossas atividades estéticas: a gente toma partido, repudia, detesta3. O amigo e crítico de arte Luís Martins, em texto publicado em 1943 no Diário de São Paulo comenta: A ânsia quase obsessiva de análise e, principalmente, de auto-análise, [...] é talvez única em nossa pintura contemporânea. E da sinceridade com que o artista se submete em público a esse ato de penitência decorre uma verdade patética, por vezes uma grandeza trágica e desesperada, insopitável na espontaneidade nervosa do traço ágil e na exuberância das grandes cores gritantes e nuas. Ao mesmo tempo, ele despe os modelos de vários disfarces subjetivos, procurando não propriamente um retrato fotográfico, porém a verdade profunda e íntima dos seus seres psicológicos4. O artista de hoje [1966] abandonou o retrato porque foi subjugado pela desumanização do mundo e pelo desprezo que tem pelo seu semelhante. Assim, não percebe mais que no retrato há um mundo a descobrir e aperfeiçoar, não só no que se refere à dialética pura da pintura como no que toca à importância humana do personagem. O retrato contém tantas possibilidades pictóricas quanto quaisquer ‘ismos’ atuais. Porém essas possibilidades não são percebidas pelos artistas de agora e eles se deixam cegar pela falsa dialética dos modismos em voga1. A maioria dos seus retratados têm em comum a convivência com o artista, que em alguns casos, vai além de encontros casuais. A aproximação acontecia pelo interesse por temas convergentes, seja apoiado nas artes, seja no fomento de discussões intelectuais, passando pelas amizades ou até mesmo pelas relações amorosas. Aparentemente, mais do que estabelecer uma função inicial, um “para quê” aos seus retratos, Flávio de Carvalho submetia as pessoas à sua forma de pintar ou desenhar, o que nos remete imediatamente à artistas como Oscar Kokoschka e Egon Schiele, referências já citadas pelo artista em inúmeras oportunidades. A densidade pictórica é a opção “feita em nome de uma intenção expressiva cuja a potência está diretamente relacionada à qualidade física da pintura”2. Dentre os críticos, Mário de Andrade chegou a dizer que detestava “todas as obras de Flávio de Carvalho...[...] ecoando 1 2 Carvalho, F. “Retrato de Flávio: Busca fundamental”. Visão, Vol. 28, Nº 11, São Paulo, 18 mar. de 1966, pp. 50-51. Reproduzida no catálogo: “Flávio de Carvalho”. São Paulo: Museu de Arte Moderna de São Paulo, 2010. Catálogo de exposição realizada no Museu de Arte Moderna de São Paulo, em São Paulo, de 15 abr.-16 jun. de 2010, p. 67. Osório, L. C. “Flávio de Carvalho”. Cosac & Naify, São Paulo. 2000. (Espaço da Arte Brasileira), p. 24. 214 Assim vemos que, em sua maioria, os escritos de críticos considerarem a obra deste artista como um poderoso filtro que mostra algo do retratado que muitos não veem. E se por um lado, temos diversos artistas que queriam manter sua fatura incógnita nos retratos que criavam, eis que Flávio faz questão de deixar claro que aquela era a forma como ele via as pessoas que retratava. Ganhamos, portanto, um retrato duplo: do retratado e do retratante. Da grande lista de retratados, destaca-se a presença de diversos escritores e poetas, dentre eles: (pintados à óleo) Mário de Andrade, Jorge Amado, José Lins do Rego, Oswald de Andrade (com Julieta Bárbara), José Geraldo Vieira, Horácio de Andrade, Murilo Mendes, Pablo Neruda, Nicolás Guillen, Giuseppe Ungaretti; (em desenho) Newton Freitas, Geraldo Ferraz, Patrícia Galvão, Lígia Fagundes Telles, Sangirardi Júnior, Aurélia Bandeira, Murilo Mendes, Nícolas Guillen, Jorge Medauar, Vinícius de Moraes, Catulo de Paulo, Ascenso Ferreira, Luís Martins 3 Andrade, 4 fev. 1934, [s.p.] apud Leite, R. M. “Flávio de Carvalho (1899-1973) entre a experiência a experimentação”. Tese (Doutorado Comunicações e Arte) - Escola de Comunicações e Artes, Universidade de São Paulo, São Paulo, 1994, p. 62. 4 Martins, A. L.; Silva, J. A. P. (Org.). “Luís Martins: um cronista de arte em São Paulo nos anos 1940”. Museu de Arte Moderna de São Paulo, São Paulo. 2009, p. 57 Poeta, artista e imagem: reflexões sobre o retrato de Murilo… / Renata Oliveira Caetano e Sérgio Buarque de Holanda (que também foi retratado em aquarelas). É possível dividir a produção do artista de acordo com a forma que pinta. Aquilo que é produzido antes de 1939 ainda é formalmente um pouco mais contido e não manifesta as cores e nem as grossa pinceladas que vão caracterizá-lo posteriormente. Nesse momento ainda há poucos retratos de intelectuais. Estes vão surgir naquela que pode ser entendida como a segunda fase de sua obra, inaugurada por Mário de Andrade em 1939. Deste conjunto do mesmo período, saem algumas imagens importantes de sua iconografia, como os retratos de Oswald de Andrade e Julieta Bárbara” (1939), Ungaretti (1941), Jorge Amado (1945), Pablo Neruda (1947), José Lins do Rêgo (1948), Nicolas Guillén (1948). A partir desse ponto, o estudo psicológico de seus retratados aumenta. Percebe-se que as duas últimas telas da década de 1940 já dialogam com primeiras obras da década de 1950 no sentido da utilização das cores, mas este terceiro grupo de retratados caminha em outro sentido no que diz respeito à forma de pintar. Temos à partir da década de 1950: Sérgio Milliet (1951), Murilo Mendes (1951), José Geraldo Vieira (1951), Ana Maria Fiocca (1951), Ivone Levi (1951), Paul Rivet (1952), Camargo Guarnieri (1953), Yara Bernette (1953), Ernesto Wolf (1954), Burle Marx (1955). Este grupo, mostra-se mais variado, no que diz respeito à profissão dos retratados, diferentemente do segundo grupo onde preponderam os escritores. Nesse caso, podemos ressaltar também, como as manchas são mais orientadas por massas de cor que se agrupam em áreas, formando as figuras. Em alguns casos elas se geometrizam. Em muitos vemos uma grande significação do olhar, que tem tanto destaque quanto a cabeça e as mãos. Podemos concluir, portanto, que na poética de Flávio de Carvalho e nas representações que faz do Outro, “um movimento da alma do retratado, o movimento de sua mente, de sua imaginação, de sua reflexão, de seus sentimentos. [Vemos] o que ainda se passa”5 com cada uma dessas pessoas. 5 MASP, 2008, p. 84. Pode-se dizer que temos uma variação das faces de um mesmo indivíduo, se isso é possível. Assim percebemos nestes conjuntos de obras como “a figura –e com ela a identidade– vai-se desfazendo e substituindo por outra coisa”6. Essa “outra coisa”, só pode ser conhecida se adentrarmos no universo do artista e de seu retratado para conseguir, mesmo que minimamente, nos aproximar e quem sabe, entendê-la. MURILO MENDES POR FLÁVIO DE CARVALHO: UM ESTUDO DE CASO Mediante ao histórico das relações entre retratados e retratante nas obras de Flávio de Carvalho, poderíamos presumir ser muito provável que ele e Murilo Mendes tenham que se encontrado, apesar da falta de comprovação apresentada pelos museus onde hoje estão os retratos do poeta feitos pelo artista, à saber, um desenho que se encontra no Museu de Arte Moderna Murilo Mendes em Juiz de Fora e uma pintura que faz parte da coleção Gilberto Chateaubriand alocada no Museu de Arte moderna do Rio de Janeiro, ambos de 1951. Após estudo de um panorama da obra do artista, houve a impressão de que mesmo sem uma comprovação efetiva, era quase impossível que eles não se tivessem se encontrado e isso poderia ser presumido por uma série de fatores. O primeiro e mais importante vem do fato de que, em sua maioria, os retratados eram amigos ou pessoas próximas do artista. Muitos freqüentavam a sua casa, viajavam juntos e compartilhavam crenças, gostos, trabalhos. Disso decorre outro fato, que diz respeito às sessões de pose, não relatada por Murilo Mendes, mas que fazem parte da narrativa de muitos outros retratados e do próprio retratante, que em entrevista7 6 MASP, 2008, p. 154. 7 Martins, A. L.; Silva, J. A. P. (Org.). “Luís Martins: um cronista de arte em são Paulo nos anos 1940”. Museu de Arte Moderna de São Paulo, São Paulo. 2009, p. 67. 215 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte destacou as curiosidades ocorridas enquanto fazia os retratos de pessoas famosas: [...] Quanto a Jorge Amado, durante todo o tempo em que posou, foi imaginando em voz alta e com muitos detalhes as diversas situações sociais em que se envolveria se tivesse um longo e peludo rabo. [...] Ascenso Ferreira, quando me procurou, queria vender uns discos com sua poesia. Eu o vi pela primeira vez. Logo simpatizamos um com o outro; enquanto fazia o seu retrato a carvão, consumimos algumas garrafas de vinho tinto. Já o retrato de Lurçat foi feito ao ar livre em minha fazenda, entre longa conversa, na qual descobrimos traços comuns de simpatia e opinião. O mesmo sucedeu com Khatchaturian. [...] Vinícius de Moraes veio certo dia em minha casa, com vários amigos, e, enquanto posava, cantava o seu último samba e falava o tempo todo, sem ficar quieto no lugar. Aliás, o modelo não precisava permanecer imóvel. O movimento espontâneo é peculiar à pessoa, dá mais vida e focaliza melhor a expressão íntima do retratado. Ainda há a questão que envolve os amigos em comum entre Flávio de Carvalho e Murilo Mendes. É possível citar Di Cavalcanti que fez a capa da primeira edição do livro “História do Brasil” de Murilo Mendes, em 1932, ano em que foi co-fundador do Clube dos Artistas Modernos junto com Flávio de Carvalho, tendo inclusive, dividindo atelier com o artista. O poeta tem fotografia com Raul Bopp, que teve a capa de seu livro “Cobra Norato” ilustrada por Flávio de Carvalho. José Geraldo Vieira foi retratado por Flávio de Carvalho em 1951 (Figura 84) e ganhou texto em prosa com dedicatória de Murilo Mendes em Poliedro (1965-1966). Outro relevante elo de ligação entre poeta e artista foi o poeta italiano Giuseppe Ungaretti que foi retratado por Flávio de Carvalho e ganhou um “Murilograma” de Murilo Mendes, além de ter unido os caminhos dos dois em 1958. Em entrevista– o curador Rui Moreira Leite contribuiu com os seguintes dados8: Existem alguns registros da passagem de Murilo Mendes pela Fazenda da Capuava: um volume dedicado de “O Visionário” e anotações no livro de registro dos 8 Por email, no dia 9 de julho de 2010. 216 visitantes. Acredito que ambos datem da primeira metade dos anos 40 (não seria difícil verificar, apenas não tenho o material à mão). Realizados os retratos, Murilo Mendes, já na Itália, cuidou da doação do “Retrato de Ungaretti” à Galeria de Arte Moderna e Contemporânea de Roma em fins dos 50. [...]2. Não tenho idéia de quantas vezes se encontraram e nem sei se a dedicatória e a inscrição no livro tem a mesma data. Mas esta carta ou bilhete a Maria Kareska sugere uma certa intimidade. No dia 10 de julho de 2010, Rui Moreira Leite envia– a transcrição da dedicatória escrita por Murilo Mendes em uma edição de “O Visionário” para Flávio de Carvalho: “Exemplar de Flávio de Carvalho afetuosamente Murilo Mendes”. A edição do livro é de 1941, contudo a dedicatória não é datada. Já a transcrição da anotação no “Livro dos Comensais” que servia como uma forma de registro de visitantes da Fazenda Capuava data de 1949, dois anos antes da data dos retratos, e diz o seguinte: A casa de Flávio de Carvalho foi construída sob o signo da razão e da imaginação. Creio que agradaria ao mesmo tempo Descartes e Lautreamont. Não sei. Afirmo, entretanto, que me agrada muitíssimo e marcarei este dia com uma pedra branca. Nem tudo está perdido no Brasil. Homens como Flávio se inserem numa nova dimensão Murilo Mendes 4-9-1949 Atrás da página da anotação de Murilo Mendes, há o escrito de Oswald de Andrade, ocorrido na mesma data de Murilo Mendes, sendo que aparentemente o escritor usou a mesma caneta de Murilo Mendes. Segue abaixo a transcrição: Sem óculos, só posso ver com os olhos da alma –e os olhos da alma eu tenho sempre voltados para o antropófago Flávio de Carvalho. Oswald de Andrade 4-9-49 Duas são as possibilidades: eles terem ido juntos ou se encontrado na Fazenda Capuava naquele dia. Não há no Museu de Arte Murilo Mendes nada que faça acreditar que Murilo Mendes e Oswald de Andrade tivessem uma amizade pautada pela troca de cartas ou visível Poeta, artista e imagem: reflexões sobre o retrato de Murilo… / Renata Oliveira Caetano em outros objetos. O único objeto que consta lá é uma edição autografada de “Serafim Ponte Grande”. Dentre os objetos disponíveis para pesquisa no CEDAE/UNICAMP, há uma fotografia de Oswald de Andrade, Geraldo Ferraz e Flávio de Carvalho, além da assinatura do escritor no dia 28/6/1934, registrando presença no “Livro de assinaturas e impressões da Primeira Mostra do Artista em 1934”. Em 1951 acontecem os retratos. Não há nenhum documento conhecido que descortine dados sobre a elaboração, circunstâncias e local em que foram feitas as obras. Posteriormente, Murilo Mendes cuida da entrega do retrato de Ungaretti feito por Flávio de Carvalho em 1941, para a Galeria de Arte Moderna e Contemporânea de Roma na embaixada do Brasil na Piazza Navona. Há uma fotografia de Murilo Mendes com Ungaretti de 1958, provavelmente registrando o evento. Já no acervo do CEDAE/UNICAMP há uma fotografia de Flávio de Carvalho com Ungaretti, no entanto não há registro de data. Sobre esta doação Leite, R. esclarece9: A doação do Ungaretti é um pouco mais complicada porque o retrato pertencia ao antigo Museu de Arte Moderna de São Paulo (atual MAC-USP). O que se conseguiu então foi permutar o Ungaretti pelo José Lins do Rego e liberá-lo para a Galeria de Arte Moderna e Contemporânea de Roma. O Murilo era então adido cultural, acredito, e cuidou pessoalmente da entrega o que está documentado pelo discurso. A carta para a Maria Kareska, talvez mais um bilhete, tem mais interesse pelo tom –que sugere essa proximidade– que pelas informações [...] O pesquisador prossegue, enviando a transcrição da carta de Murilo Mendes endereçada à Maria Kareska, mulher de Flávio de Carvalho na época. A cantora lírica lhe ofereceu uma cópia desta carta dirigida a ela por Murilo Mendes, documento que é reproduzido em sua tese de doutoramento10: 9 Por email em 16 de julho de 2010. 10 Leite, R. M. “Flávio de Carvalho (1899-1973) entre a experiência a experimentação”. Tese (Doutorado Roma, 12 Fevereiro 1958 Prezada Maria, Esta vai com atrasos e muitas desculpas –por motivo de viagens e doenças. Nunca é tarde, entretanto, para desejar belas cousas aos amigos. Desejamos-lhe portanto, em 1958, tudo o que V. deseja de bom e perfeito. Depois de infinitas “démarches” a cerimônia da entrega do retrato de Ungaretti à Galleria Nazionale d’Arte Moderna foi decidida ontem. Será realizada dia 24 deste mês, às 6 da tarde, na Embaixada do Brasil.Esperando ter o prazer de revê-la em breve, peço aceite um abraço de Saudade e outro deste seu velho. Murilo Mendes Na entrega, Murilo Mendes proferiu um discurso sobre a importância da relação entre o poeta Giuseppe Ungaretti e o Brasil. Abre sua fala, destacando o papel de Flávio para a cultura brasileira. Diz ele: Caro Ungaretti, a doação, à Galeria Nacional de Arte Moderna de Roma, do seu retrato, obra de Flávio de Carvalho, pintor, desenhista e pesquisador dos mais lúcidos com que o Brasil conta hoje, representa uma nova etapa no glorioso ciclo de sua vida neste seu 70º aniversário. [...]11. A relação comprovada, facilita a compreensão de que os acontecimentos incidem nos retratos, pois eles apresentam uma dinâmica inquietante em que demonstra-se o olhar aguçado do artista para a mente do poeta que não parava, sempre afetada pela visualidade. Ficou claro que as inferências visuais seriam necessárias para apresentação de possíveis chaves de leitura. Estas surgem dos dados biográficos, das características de cada um, dos dados que unem as suas trajetórias e da compreensão da obra de arte compreendida como algo que possibilita leituras diversas sempre respaldadas por dados. Compreendido desta forma, observa-se que “cada fruição é, assim, uma interpretação e Comunicações e Arte)-Escola de Comunicações e Artes, Universidade de São Paulo, São Paulo, 1994, p. 159 11 FAAP, 2002, p. 502. 217 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte uma execução, pois em cada fruição a obra revive dentro de uma perspectiva original”12. Partindo deste princípio, observa-se no âmbito formal, que a pintura “Retrato de Murilo Mendes” constitui-se em sua mais ampla materialidade sendo poeta e fundo conjugados no mesmo espaço plano da tela. Massas de cores que se interpenetram e ao mesmo tempo em que se delimitam e fundem-se formando um corpo/aura de presença e cores. Há uma ênfase no olhar que aqui está voltado para fora do quadro, mas se encaminha para baixo. Esta postura é aparente em fotografias, fato talvez denuncie uma certa timidez do poeta ou por um outro lado pretende reforçar uma postura mais reflexiva. Além do olhar, há também o destaque para a cabeça e para as mãos, sendo este um dado importante da pintura. De fato, poucos foram os retratados que apareceram de corpo inteiro em uma tela de Flávio de Carvalho. A figura dissolve-se, mas não se perde, mantendo essencialmente as características de trabalho do artista, que no caso, se embasa na aguda observação e capacidade de trazer para a superfície da tela características do retratado que não se apresentam enquanto visualidade. Não foi encontrada nenhuma posição parecida com a de Murilo Mendes em outros retratos do artista. Assim como outro ponto interessante é a sugestão de luminosidade associada à mão esquerda do poeta, justamente a que está direcionada para o peito. Isto ocorreu conforme observado em outros retratos de diversos artistas, como uma forma de colocar em destaque a área. As massas de cores, são características das pinturas de 1951 como podemos observar na lista de retratos executados naquele ano. Apesar de variarem de acordo com o retratado, obedecem ao padrão adotado pelo artistas naquela sequência de retratos. Muito em parte deve-se levar em consideração o respeito que o artista tinha à gestualidade de seus retratados. Dessa forma, restava saber se 12 Eco, U.: “Obra Aberta”. Perspectiva, São Paulo. 2010 (Debates; 4/ dirigida por J. Guinsburg), p. 40. 218 em alguma fotografia pessoal, Murilo Mendes deixou captar algum gesto espontâneo em que colocasse as mãos da mesma forma em que aparece no quadro. Pelo lado das fotografias do poeta que estão disponíveis para consulta mas que não fazem parte do acervo do MAMM, também existem poucas imagens de Murilo em que ele sugere tal movimentação. É importante destacar que a maioria das imagens são posadas, o que dificulta um pouco observar a gestualidade espontânea do poeta. Contudo o olhar aparentemente disperso e a mão com um dedo para cima aparecem em algumas fotografias e são bem parecidos com as características do retrato, o dedo erguido servir muitas vezes para apoiar a cabeça. Uma possível chave de leitura para a obra, é a inevitável sugestão de que as mãos parecem estar de acordo com a posição em que se encontram as mãos do Sagrado Coração de Jesus ou do Imaculado Coração de Maria em várias imagens. Nelas temos a ratificação de um culto que iniciou-se provavelmente na Idade Média e que encontrou ampla oposição principalmente entre os séculos XVIII e XIX–, sendo que atraiu bastante a atenção dos surrealistas já no século XX. Na iconografia popular, relativa aos Sagrados Corações, tanto Jesus quanto Maria, têm seus corações envolvidos por muita luz. A posição das mãos é característica: uma direcionada para o coração e com dois dedos erguidos para o céu voltada para o observador em posição de benção. Portanto seria possível a analogia entre a posição da mão direita sobre o peito com uma luminosidade saindo da área do coração e a mão esquerda apontando para o alto. Importante observar que a mão de Murilo –com apenas o dedo indicador levantado– poderia dar a sugestão de estar apontando para o alto em uma possível indicação de vínculo religioso intenso com a idéia de Deus, enquanto na imagem do Sagrado Coração de Jesus e Imaculado Coração de Maria –com os dedos indicador e médio levantados– a posição da mão é uma figura característica de benção. Poeta, artista e imagem: reflexões sobre o retrato de Murilo… / Renata Oliveira Caetano Apesar de não caracterizar a forma do artista trabalhar, também, não se pode descartar tal possibilidade de leitura. O próprio artista certa vez disse13 que “a imagem fotográfica nada revela [das pessoas]. É por isso que frequentemente empresto ao retratado atributos fisionômicos que ele mesmo desconhece, mas que existem como afirmação de personalidade”. Na pintura, a cabeça de Murilo Mendes aparece quase na mesma posição do desenho, com poucas diferenças, mas as mãos, de fato acrescentam esse novo dado, que realmente pode ter relação direta com a religiosidade de Murilo. Esta característica faz-se bastante visível em seus escritos, como especificamente temos exemplos em poesias como em “A Poesia em Pânico” de 1936-1937 vemos em “Poema Espiritual”14 (Mendes, 1994, p. 296, 297, grifo nosso): Eu me sinto um fragmento de Deus Como sou um resto de raiz Um pouco de água dos mares O braço desgarrado de uma constelação. A matéria pensa por ordem de Deus, Transforma-se e evolui por ordem de Deus. A matéria variada e bela É uma das formas visíveis do invisível. Cristo, dos filhos do homem és o perfeito. Na Igreja há pernas, seios, ventres e cabelos Em toda parte, até nos altares. Há grandes forças de matéria na terra no mar e no ar Que se entrelaçam se casam reproduzindo Mil versões dos pensamentos divinos. A matéria é forte e absoluta Sem ela não há poesia. Além destes há também “Poesia Liberdade” de 1943-1945, “Sonetos Brancos” de 1946-1948, “Contemplações de Ouro Preto” de 1949-1950 e “Parábola” de 1946-1952. São listados aqui, somente trabalhos anteriores à elaboração do retrato, que em teoria poderiam ter chegado ao conhecimento de Flávio de Carvalho. Em “Discípulos de Emaús” de 1945, por exemplo, onde 13 FAAP, 2002, p. 65. 14 Mendes, M. “Poesia completa e prosa”. Luciana S. P. (Org.). Nova Aguilar, Rio de Janeiro. 1994, pp. 296-297. dentre tantas frases, escreve na 543 “A palavra de Jesus Cristo brota tanto do evangelho como do nosso próprio coração”15, grifo nosso) e “O Infinito Íntimo: Meditação em Quinze Partes” de 1948-1953, há várias citações religiosas, mas destaca-se a “Nona Meditação” deste último onde o poeta escreve16: [...] A cabeça de João Evangelista E teu peito sagrado ó Jesus Cristo Formam o ponto de interseção do infinito íntimo Dado à alma do homem em alimento Pelo cálice da tua ceia [...]” Além disso, há na biblioteca de Murilo Mendes, três edições da Bíblia Sagrada: uma edição francesa de 1923, uma edição italiana de 1940 e uma versão brasileira de 1943. Todas contém partes grifadas, sendo que a primeira indica que Murilo estudou “O Livro de Job” provavelmente para a escrita de seu poema “Novíssimo Job”. Às Bíblias, somam-se três terços e um crucifixo presenteado pelo pai em 13 de maio de 1937 com um cartão de Nossa Senhora Imaculada Conceição. Obviamente esta leitura a partir de relações totalmente subjetivas é uma possibilidade, já que não se pode afirmar com certeza que esta era a ideia do artista ao pintar a tela. Assim como não se pode dizer que Flávio de Carvalho teve acesso a todos estes escritos de Murilo Mendes antes de fazer o retrato. No entanto, é importante ressaltar que o próprio poeta fez questão de tornar público os relatos acerca de como a crise religiosa instalou-se nele em 1934, com a morte de Ismael Nery, em textos escritos para a Coluna Letras e Artes no Jornal A Manhã, sendo a partir daí ‘religião’ um tema mais aparente em sua obra. É bem possível que o artista tenha tomado contato dos fatos sobre Murilo em conversas informais, chegando munido para a construção do retrato do poeta. Estas tratam-se apenas de especulações 15 Mendes, M. “Poesia completa e prosa”. Luciana S. P. (Org.). Nova Aguilar, Rio de Janeiro. 1994, p. 870. 16 Mendes, M. “Poesia completa e prosa”. Luciana S. P. (Org.). Nova Aguilar, Rio de Janeiro. 1994, p. 780. 219 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte conjecturais que agregam um olhar diferenciado para a já conhecida obra. O poeta não é igual a ele mesmo em nenhum dos seus retratos e tão pouco Flávio de Carvalho os fez enquanto um instantâneo de sua existência. Na verdade são o retrato do movimento vindo dos pensamentos, 220 do olhar, das relações, das trocas intelectuais e das experiências de vida de cada um. Tal levantamento, portanto, buscou apresentar e articular diversos dados sobre as duas obras que tiveram as trocas e relações estabelecidas acontecendo por meio e entorno da prática do retrato. Coexistencias en el campo del arte contemporáneo. El “caso” Tucumán NORMA JUÁREZ* RESUMEN El texto que describe nuestro “campo artístico tucumano”, desde los noventa en adelante, puede ser sometido a miradas y lecturas disímiles. Pensarlo a modo de palimpsesto implica la adopción de cierto dispositivo flexible. Es desde esta perspectiva a partir de la cual intentaré, someramente, revelar cómo nuestro campo artístico nos remite, metafóricamente, a la concepción de ”sociedad transparente“ articulando dicho concepto con la característica de ”coexistencia de la diversidad“. Por otro lado trataré de mostrar cómo la producción artística se ancla en el concepto dinámico y móvil de cultura de Wittgenstein. Mi propósito es llegar a deducciones admisibles e interesantes. ABSTRACT The text describing our “tucumano artistic field”, from the 90’s on, may be subjected to different views and dissimilar readings. To think it like a palimpsest implies the adoption of certain flexible device. It is from this perspective from which I will try to briefly reveal how our art field sends us, metaphorically, to the conception of “transparent society” articulating this concept with the characteristic of “coexistence of diversity”. On the other hand, I will try to show how artistic production is anchored in the concept of mobile and dynamic culture of Wittgenstein. My purpose is to reach allowable and interesting deductions. INTRODUCCIÓN El denso texto que describe nuestro llamado “campo artístico tucumano”, desde los noventa en adelante, bien puede ser sometido a miradas y lecturas disímiles. Pensar este texto y su tejido, a modo de palimpsesto, implica la adopción de cierto dispositivo flexible el cual admite ser atravesado por la multiplicidad de versiones de nuestra historia presente. La visibilidad de las tendencias, convencionales y alternativas, abre un intersticio a través del cual se puede vislumbrar ”por una parte el apego a las tendencias * Norma Juárez. Licenciada en Artes Plásticas. Profesora Adjunta Práctica Taller Grabado y Profesora de Historia del Arte Contemporáneo. Facultad de Artes. Universidad Nacional de Tucumán. Argentina. dadas por los maestros locales y, por el otro, una emancipación de dichos maestros, así como una mirada a los centros de producción mundial“ actitud en cuya base misma están la oscilación y pluralidad de producciones. Esta característica, desde los noventa a la primera década del siglo XXI, parece ser la esencia de la fenomenología de nuestro campo. Es desde esta perspectiva a partir de la cual intentaré, someramente, revelar cómo nuestro campo artístico nos remite, metafóricamente, a la concepción de ”sociedad transparente“ articulando dicho concepto con la característica de ”coexistencia de la diversidad“. Por otro lado trataré de mostrar cómo la producción artística se ancla en el concepto dinámico y móvil de cultura de Wittgenstein. Mi propósito es, al menos, llegar a deducciones admisibles e interesantes. 221 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte DESARROLLO Bien supo decir Nelly Schnaith respecto de las representaciones que: “el espacio metafórico de la representación debe considerarse como una transacción entre espacio vivido, espacio concebido y espacio representado (…)”1. Siguiendo esta consideración podemos afirmar que toda producción artística está, indefectiblemente, atravesada por un marco contextual que la determina en sus modos. Ese marco posee dimensiones temporales, espaciales y culturales de las cuales surgen una serie de “juegos del lenguaje legitimados a partir de las formas de vida o sea de un horizonte significativo (…)”2, los cuales establecen unos modos del ser, el hacer y el decir del sujeto productor sobre quien sostiene, también, Nelly Schnaith que: “la mirada de los individuos es, en realidad, la mirada de una cultura, de una tradición, de una época (…)”3. De ser así esta relación obra-contexto-productor podría ser instituida como un algo simbiótico y flexible. Creo pertinente, entonces, que para poder aproximarme a las representaciones artísticas de este campo tucumano, debo detenerme, en principio, en la construcción de su marco contextual. Actualmente, se dice, estamos viviendo una época posmoderna en la cual, según Gianni Váttimo, las categorías de “verdad” y “realidad” están en crisis. Este estado se debe, según el autor, a la multiplicidad de versiones que sobre un mismo hecho se dan. Esta multiplicación de lecturas hace que se tome conciencia de que no hay una sola verdad sino muchas posibles y acotadas verdades, “la intensificación de las posibilidades de información sobre la realidad en sus más diversos aspectos vuelve cada vez 1 Schnaith, N.: “Los códigos de la percepción del saber y de la representación de una cultura visual”. TipoGráfica, Nº 4, Buenos Aires, 1987, p. 27. 2 Barale, G.: “Tolerancia cult ural: u na m irada wittgensteniana”. Wittgenstein. Los hechizos del lenguaje, Facultad de Filosofía y Letras. U.N.T, Tucumán, 2000, p. 61. 3 Schnaith, op. cit., p. 27. 222 menos concebible la idea misma de una realidad (…)”4, produciendo una percepción de la realidad como un resultado del entrecruzamiento y contaminación de múltiples imágenes, interpretaciones y reconstrucciones que conviven y compiten entre sí. Estas consideraciones fueron desarrolladas por Gianni Váttimo al referirse al concepto de lo que él denominó La sociedad transparente. En él la tesis es la siguiente: “en la sociedad de los media, en lugar de un ideal emancipador modelado sobre la autoconciencia desplegada sin resto, sobre el perfecto conocimiento de quien sabe como son-están las cosas, (…) se abre camino un ideal de emancipación a cuya base misma están, más bien, la oscilación, la pluralidad, y, en definitiva, la erosión del propio “principio de realidad” (…)”5. El rol de los mass media aquí, sin dudas, es determinante porque ellos ayudan a la disolución de los grandes y únicos relatos de la modernidad a los que hace referencia Jean François Lyotard, hoy ya no podemos concebir a la historia como algo unitario. De este modo la sociedad se presenta compleja y caótica y la realidad “es más bien el resultado del entrecruzarse, del “contaminarse” (en el sentido latino) de las múltiples imágenes, interpretaciones y reconstrucciones que compiten entre sí (…)”6. Y es en esta realidad en la cual nuestro sujeto-productor se encuentra inserto y es desde allí, por ende, desde donde produce los bienes simbólicos. Nuestro Tucumán, al respecto, se construye sobre la base de la coexistencia de multiplicidad y contradicción de miradas al punto tal que, ya en la década de los setenta, artistas como Ezequiel Linares se referían a él como “el macondo tucumano”. Es en esta ciudad caótica hasta visualmente donde se desarrollan en el campo de la plástica tendencias antagónicas presentándonos básicamente dos miradas: por un lado aquella que se 4 Vattimo, G.: La sociedad transparente, “Cap. Posmoderno: ¿una sociedad transparente?”. Barcelona: Paidós, 1996 (1989), p. 81. 5 Vattimo, op. cit., p. 82. 6 Schnaith, op. cit., p 61. Coexistencias en el campo del arte contemporáneo. El “caso” Tucumán / Norma Juárez remite a la tradición de los maestros locales y cuyas formas se basan en los modos del hacer convencional (a esta la llamaré mirada uno) y por otro lado aquellas producciones que tienden a una emancipación de dichos maestros así como un depositar la mirada en los centros de producción mundial (mirada dos). En esta instancia creo pertinente aproximarles ejemplos de ambas miradas (producciones expuestas en la escena tucumana entre la última década del siglo XX y la primera del siglo XXI): 1. MIRADA UNO 1- Sitio: 1ª Feria de Arte del NOA “Tucumán Arte”. Centro Cultural Virla U.N.T. Fecha: Diciembre de 2003. Título: S/T. Técnica: óleo s/tela. Autor: Juan Vallejo. A partir de una concepción analógica sobre el tema “paisaje”, el autor hace una selección de colores modelados por áreas, que pone en función de un énfasis descriptivo. La composición es simétrica; advirtiéndose los planos de profundidad mediante la reducción de tamaños y la ubicación de las luces. Esta propuesta se inscribe en la “escuela del paisaje”. 2- Sitio: 1ª Feria de Arte del NOA “Tucumán Arte”. Centro Cultural Virla U.N.T. Fecha: Diciembre de 2003. Título: El Minotauro en N.Y. Técnica: tinta s/papel. Autor: Donato Grima. En un entramado neofigurativo e informalista-gestual se asienta una figura humana. Su descripción parece avanzar hacia un desdibujamiento. Entre verticales y diagonales, y ubicado en el centro del cuadro, el cuerpo contorsionado se fusiona con el paisaje urbano de fondo. 3- Sitio: Muestra Colectiva. Centro Cultural Virla U.N.T. Fecha: Septiembre de 2005. Título: De la Serie El Tiempo. Técnica: óleo y acrílico s/madera. Autor: Graciela Rivas. Comencemos por lo evidente: para Graciela la pintura no ha muerto. Este trabajo, que se encuadra en una corriente neorrealista simbólica, se construye a partir de la combinación y modulación de los colores provocando fuertes contrastes. Entre ejes diagonales y horizontales, superficies texturadas y lisas emerge un juego en el cual personajes y objetos se distribuyen de un modo delicadamente desprejuiciado. Así, a pesar del dictum de Lautréamont, Graciela nos propone su pintura. 4- Sitio: 1ª Feria de Arte del NOA “Tucumán Arte”. Centro Cultural Virla U.N.T. Fecha: Diciembre de 2003. Título: La Casa del Caballo Azul. Técnica: óleo s/tela. Autor: Tito Quiroga. Tomando como punto de partida el registro fotográfico del campesinado tucumano, Quiroga se apropia de un fragmento de lo cotidiano, desarrollando una propuesta regionalista. En sus telas se registra un minucioso relato. El trabajo cromático está en función, precisamente, de dicho relato. Lo extraño y lo mágico irrumpen por medio de algunos elementos que remiten a la cultura popular del noroeste argentino. 5- Sitio: Exposición Individual “Pinturas”. Centro Cultural Virla U.N.T. Fecha: Diciembre de 2003. Título: Añejando Recuerdos. Técnica: óleo s/tela. Autor: Aníbal Carrillo. Aníbal hizo una elección: poner en escena vestigios de nuestra cultura aborigen. Vasijas, cuencos y urnas rescatan la silenciosa voz del barro modelado. Voz que se oye, desde el cuidado trabajo de luces y sombras. Con un oficio impecable, el autor alcanza un realismo casi fotográfico. 6- Sitio: “37º Salón de Tucumán. Ámbito Nacional Grabado”. Museo Provincial de Bellas Artes Timoteo Eduardo Navarro. 1er Premio. Fecha: Noviembre de 2008. Título: Los Ningunos (II Versión). Técnica: xilografía-troquelado. Autor: Roberto Koch. 223 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte Sobre un fondo de color pardo se nos instala la repetición de figuras con concepción neofigurativa. En el primer plano, y centrado, los dos personajes medulares retienen nuestra percepción. La contraposición realismo-neofigurativismo aporta gran dinámica visual a la propuesta. 7- Sitio: Exposición Individual “La Presenta”. Centro Cultural Rouges. Fundación Miguel Lillo. Fecha: Julio de 2002. Título: La Última Cena. Técnica: acrílico s/tela. Autor: Leonel Marchesi. La imagen se nos impone. Todo acontece en un mismo plano de profundidad. El proceso morfológico, aquí, se estructura desde un collage: escenas mordaces, claramente inspiradas en el cómic, buscan la risa del receptor. Es evidente, en esta obra, la intertextualidad con la obra de Molina Campos. 8- Sitio: Exposición Individual “Impresiones –Foto-Grabados”. Colegio de Escribanos de la Provincia de Tucumán. Fecha: Julio de 2003. Título: Cercanías II. Técnica: aguatinta. Autor: Juliet Ruiz. El registro fotográfico fue procesado mediante la técnica del aguatinta. La impresión aborda una propuesta monocromática modulada, permitiendo mantener la frescura de la imagen. La estrategia de secuencialidad o repetición organiza compositivamente el cuadro. Se diría que trabaja de un modo minimalista los elementos del paisaje. 2. MIRADA DOS 1- Sitio: 1ª Feria de Arte del NOA “Tucumán Arte”. Centro Cultural Virla U.N.T. Fecha: Diciembre de 2003. Título: Corazón Delator II. Técnica: digital print. Autor: Alejandro Gómez Tolosa. Mediante una evidente descomposición de la morfología, las figuras sumergidas en un “horror vacui”, devienen híbridas. El “collage digital” es aplicado por medio de técnicas múltiples. Todo es palimpsesto. 224 2- Sitio: 1ª Feria de Arte del NOA “Tucumán Arte”. Centro Cultural Virla U.N.T. Fecha: Diciembre de 2003. Título: S/T. Técnica: fotografía. Autor: Javier Juárez. Un elemento central, cuya propiedad es la transparencia, provoca una doble ambigüedad: formal y de profundidad. La fotografía es la obra. 3- Sitio: 1ª Feria de Arte del NOA “Tucumán Arte”. Centro Cultural Virla U.N.T. Fecha: Diciembre de 2003. Título: S/T. Técnica: escultura. Autor: Sandro Pereyra. Esta pieza, que responde a una técnica escultórica, parte de una estrategia autorreferencial. La metáfora sexual, eficazmente pregnante, no cesa de connotar. 4- Sitio: “Salón de Artes Séptimo Julio Cultural”. Centro Cultural Virla U.N.T. Fecha: Julio de 2005. Título: Choli I. Técnica: mixta. Autor: Romina Postigo. A partir de una concepción gráfica, la autora blanqueó la totalidad del objeto. Sobre esa superficie estampó reiteradamente, en negro y en escala reducida, la imagen de la silla. El objeto, a pesar de la intervención, mantiene una fuerte filiación con lo cotidiano y lo trivial. 5- Sitio: “III Edición Cultural Chandón”. Museo Provincial de Bellas Artes Timoteo Navarro. Fecha: Septiembre de 2005. Título: Sala Gris de la serie de cuadro. Técnica: instalación-pintura. Autor: Rosalba Mirabella. La propuesta se materializa por medio de una “caja” sala cuyas paredes, blancas por fuera y cargadas de representaciones lineales por dentro, nos sugieren un adentro vacío. La estructura arquitectónica, sumada al juego de valores y líneas, sumerge al receptor en el mundo de personajesmuñecos de Rosalba. 6- Sitio: Exposición Colectiva “Fragmentos”. Museo Provincial de Bellas Artes Timoteo Navarro. Fecha: Noviembre de 2004. Título: Fragmentos. Técnica: instalación-xilografía. Coexistencias en el campo del arte contemporáneo. El “caso” Tucumán / Norma Juárez Autor: Taller “La Gráfica” (Dirigido por Lic. Norma Juárez). Esta propuesta se compone de un conjunto de placas xilográficas, a escala humana, sobre la imagen, tanto analógica como simbólica, de cada uno de los participantes. Este taller, de perfil experimental, se valió de la instalación como medio para cobijar sus mixturas gráficas. 7- Sitio: Muestra “Colectiva Colectivos”. Sala Arte Contemporáneo Museo Provincial de Bellas Artes Timoteo Navarro. Fecha: Noviembre de 2003. Título: S/T. Técnica: performance. Autor: Grupo Cien Ojos. Desde el concepto de obra desmaterializada, este grupo de poéticas colectivas realiza una acción efímera que se registra para ser luego expuesta en su instancia documentada. 8- Sitio: “Salón de Artes Séptimo Julio Cultural”. Centro Cultural Virla U.N.T. Fecha: Julio de 2005. Título: The Experience of the Time, Parte 2. Técnica: objeto. Autor: Martín Zevi. Formas ovales contienen cuadros, dentro del cuadro. La noción de instalación aparece apenas sugerida, aquí, a través de elementos diversos. Su autor llama a la obra “objeto”. 9- Sitio: “Salón de Artes Séptimo Julio Cultural”. Centro Cultural Virla U.N.T. Fecha: Julio de 2005. Título: Cuando el Dólar Baje... Hablamos (2). Técnica: mixta sobre telgopor y cartón. Autor: Alejandro Contreras Moiraghi. El cuadro, de textura visual, se conforma a partir de un juego de valores. Sobre una placa de telgopor blanca, y regido por un concepto de equilibrio oculto, el autor ha distribuido reiteradamente la imagen de su personaje. La figura llega a desbordar los límites de su fondo. Hacia uno de sus lados, un signo señal nos refuerza el efecto de movimiento “caída”. La integración y armonía parecen estar en función de la imagen y de sus posibles alusiones. Estas dos miradas, en principio antagónicas, poseen a su vez ese aire de familia al que hace referencia Wittgenstein (cuando refiere a las diferencias de culturas y a las diversidades de hacer arte) porque ambas propuestas se anclan en la condición humana. Cada una elaboró sus reglas de juego, una con más flexibilidad que la otra, legitimando los significados que la cimientan. Mientras la mirada uno se atiene a unas formas del hacer que condicen con la clasificación y división ortodoxa de las disciplinas, la mirada dos se atiene a la flexibilidad de bordes y a la clasificación, un tanto difusa, de las producciones. Ambas se sustentan, además, en la articulación de los componentes de lo que Peter Bürger dio en llamar institución arte visualizándose por medio de salones y exposiciones. Podemos decir que ninguna impugna a la otra por que ambas tejen la red cultural de nuestro arte contemporáneo visualizándose, en sus coexistencias, mediante esa imagen rizomática a la que refiere Deleuze en sus reflexiones. Sin dudas la cultura, coincidiendo con Wittgenstein, es “como una gran organización que señala su lugar a todo lo que pertenece a ella (…)”7 y nuestro Tucumán se corresponde con este concepto desarrollando la tolerancia a lo otro. Nelly Schnaith sostiene que: “toda aproximación al problema de la representación debe partir del supuesto de que ningún artista puede representar ‘lo que ve’ repudiando todas las convenciones, ni tampoco adherirse a lo que oscuramente sabe, la convención, hasta el punto de ignorar por completo lo que aparece ante sus ojos (…)”8, implicando esto que todo sujeto se construye y reconstruye permanentemente como un palimpsesto sin olvidarse de su historia ni de su capacidad para vivir, concebir, interpretar, reinterpretar y representar. Estas capacidades son las que le permite la multiplicidad de interpretaciones de su realidad. Esto me lleva a preguntarme ¿qué será más ”arte tucumano“, 7 Wittgenstein, L.: Observaciones, México: Siglo XXI Editores, 1977, p. 22. 8 Schnaith, op. cit., p. 27. 225 El sistema de las artes. VII Jornadas de Historia del Arte las escenas costumbristas de Tito Quiroga9 o los ”sandritos“ autorreferenciales de Pereira10?, las estampas neofigurativas de Roberto Koch11 o las intervenciones gráficas en objetos de Romina Postigo12 o las instalaciones de Rosalba Mirabella13. “Tanto unos como otros, artistas contemporáneos –debe precisarse– trabajan el arte de fronteras, cuya naturaleza es su hibridez, su mestizaje. La frontera es también el margen y el centro”14 y en este campo el nomadismo, la apropiación y la cita son estrategias que determinan unos modos del hacer artístico flexible donde toda producción puede ser una ”posible y acotada verdad“; una posible interpretación de la realidad dando como resultado un campo con coexistencias de relatos que desplaza a la unicidad de las grandes verdades propias de la modernidad. No ignoro que, como sostuvo Jorge Luis Borges, “no hay clasificación del universo que no sea arbitraria y conjetural”15. Es pues, desde esta contingencia conceptual, que arriesgo la hipótesis: el campo artístico como la metáfora de una sociedad transparente con fluctuaciones 9 Tito Quiroga (artista tucumano). Sitio: 1ª Feria de Arte del NOA “Tucumán Arte”. Centro Cultural Virla U.N.T. Fecha: Diciembre de 2003. Título: La Casa del Caballo Azul. Técnica: óleo s/tela. 10 Sandro Pereyra (artista tucumano). Sitio: 1ª Feria de Arte del NOA “Tucumán Arte”. Centro Cultural Virla U.N.T. Fecha: Diciembre de 2003. Título: S/T Técnica: Objeto escultórico 11 Roberto Koch (artista de Buenos Aires con actuación en Tucumán). Sitio: Salón de Tucumán. Ámbito Nacional Grabado 2008. Museo Provincial “Timoteo Navarro” 1er Premio. Tucumán. Fecha: 2008. Título: Los Ningunos” (III Versión). Técnica: xilografía-troquelado. 12 Romina Postigo (artista salteña con actuación en Tucumán). Sitio: “Salón de Artes Séptimo Julio Cultural”. Centro Cultural Virla U.N.T. Fecha: Julio de 2005. Título: Choli I. Técnica: mixta. 13 Rosalba Mirabella (artista tucumana) Sitio: “III Edición Cultural Chandón”. Museo Provincial de Bellas Artes Timoteo Navarro. Fecha: Septiembre de 2005. Título: Sala Gris de la serie de cuadro. Técnica: instalación-pintura. 14 Figueroa, J.: En el palimpsesto. La producción Artística de la Generación del 90 en Tucumán, Tucumán: Ediciones del Rectorado, 2005, p. 123. 15 Borges, J. L.: Obras Completas (Tomo II), San Pablo: Emecé, 1993, p. 86. 226 y apertura a lo otro. “Hubo un tiempo –observa Gerard Vilar– en que cualquiera sabía qué era el arte, cuál era su lugar y para qué servía”16, hoy, “ya no sabemos qué es el arte y ni siquiera podemos estar completamente seguros de que siga existiendo”17. Estos planteamientos, a los cuales suscribo en algún sentido, me llevan a sostener que la multiplicidad de miradas y su coexistencia en nuestro campo artístico tucumano nos hacen experimentar nuestra cultura como un campo de múltiples tensiones en las que todas las potenciales interpretaciones son posibles y acotadas verdades; que todas estas posibles verdades son igualmente válidas constituyendo un mapa rizomático de legalidades que no deja de recordarnos a un palimpsesto. Cada cultura, al decir de Wittgenstein, se gesta en la no absolutización de reglas. Por lo tanto, la producción de bienes simbólicos (el arte plástico en este caso) debe anclar necesariamente su hacer y su relación obra- contexto –productor en una dinámica flexible. De este modo se legaliza esto y lo otro, todas y cada una de estas pequeñas y acotadas verdades. CONCLUSIÓN La idea de Nelly Richard según la cual toda obra es una intervención localizada nos lleva a afirmar que ella posee una vinculación simbiótica con su medio artístico, el que la determina para, en una instancia posterior, legalizarla. Por otra parte, el concepto de Wittgenstein sobre cultura y la flexibilización de sus reglas de juego nos llevan a confirmar las variables y las aceptaciones de lo otro. Nuestra somera alusión a la constitución del campo artístico tucumano nos hace advertir que la producción de bienes culturales aquí nos permite experimentar y aceptar la multiplicidad de versiones sobre una misma realidad siguiendo la conformación de la 16 Vilar, G.: El desorden estético. Barcelona: Idea Books, 2000, p. 19. 17 Wittgenstein, op. cit., p 22. Coexistencias en el campo del arte contemporáneo. El “caso” Tucumán / Norma Juárez sociedad transparente, y de la cultura como de una red de significados no estancos que es tejida por los hombres y, al mismo tiempo, ella “hace” al hombre; que su carácter de oscilación y nomadismo así como de coexistencias y tolerancias nos hace “(…) vivir otros mundos posibles, y, así haciéndolo, muestra también la contingencia, relatividad, y no definitividad del mundo ‘real’ al que nos hemos circunscrito (…)”. Sostenemos, para finalizar, que los bienes culturales y su legalización en sí son producto de la mirada de los individuos quienes, actualmente, estamos atravesados por la contingencia de la multiplicidad y que “(…) vivir en este mundo múltiple significa experimentar la libertad como oscilación continua entre la pertenencia y el extrañamiento (…)”18. 18 Vattimo, op. cit., p. 86. 227 Mirada Uno Figura 1 Tito Quiroga, Almuerzo en Zafra (detalle), óleo sobre tela, diciembre de 2006. Figura 2 Graciela Rivas, de la Serie El Tiempo, óleo y acrílico sobre madera, septiembre de 2005. Figura 3 Roberto Koch, Los Ningunos (II Versión), xilografía-troquelado, noviembre de 2008. Mirada Dos Figura 4 Sandro Pereyra, Una Mila Completa, escultura, diciembre de 2001. Figura 5 Romina Postigo, Choli I, técnica mixta, julio de 2005. Figura 6 Grupo Cien Ojos, sin título, performance, noviembre de 2003. ANDROS IMPRESORES www.androsimpresores.cl