Interciencia
ISSN: 0378-1844
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Asociación Interciencia
Venezuela
Tapia, Felix J.
Sistema inmunitario y sociedad
Interciencia, vol. 32, núm. 7, julio, 2007, pp. 433-435
Asociación Interciencia
Caracas, Venezuela
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=33932701
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EDITORIAL
SISTEMA INMUNITARIO Y SOCIEDAD
A finales de 2006, el grupo liderizado por Tamás Laskay,
en Alemania, demostró que para infectar células con Leishmania se requiere de parásitos muertos por apoptosis y de
parásitos vivos. Concluyeron que los parásitos que mueren
permiten en forma altruista la supervivencia de los parásitos
viables. La existencia de parásitos muertos en una población
de Leishmania es un factor crítico en la determinación de la
virulencia.
La conducta altruista de humanos y otros primates fue el
sustento de la sociobiología de los años 80, cuyo auge comenzó cuando Edward O. Wilson demostró que los organismos
altruistas sobreviven por reproducción a favor de sus genes
altruistas y si su estrategia no favorece la supervivencia, predominan los no altruistas.
La aplicación de la sociobiología a la especie humana causó gran controversia entre quienes sostenían que la conducta
humana está determinada genéticamente y quienes la condicionaban a la cultura o al medioambiente. La sociobiología fue
acusada de ser una forma más de determinismo biológico, una
perspectiva que anula el libre albedrío del ser humano y lo
sujeta al mandato de los genes. Stephen Jay Gould y Richard
Lewontin argumentaron que el determinismo sociobiológíco
justifica el control del poder por las élites y legitima políticas
autoritarias, el genocidio, el racismo y el sexismo.
La batalla acerca de la sociobiología fue señalada como un
problema político entre investigadores de distintas tendencias.
Para Ernest Mayr los frecuentes debates en el campo de la
evolución suelen tener profundas raíces históricas y culturales.
Sin embargo, una cosa es el entrecruzamiento entre ciencia y
política, y otra aquel entre ciencia e ideología. Los horrores de
una ciencia comprometida con una ideología fueron vividos en
la Alemania nazi con la “limpieza étnica” basada en la supremacía aria propuesta por Karl Haushoffer, fundada en el odio,
sin basamento racional alguno.
¿Podrán descubrimientos como los observados recientemente en Leishmania aclarar la controversia sobre la sociobiología?
Una condición genéticamente establecida, tal como la susceptibilidad o la resistencia a una enfermedad, puede ser modificada por el medio ambiente. Ratones resistentes a infección
por Leishmania, al ser sometidos a estrés modifican drásticamente sus mecanismos de defensa frente al parásito; modifican
su respuesta inmunitaria genéticamente determinada.
El sistema inmunológico es organizado, redundante y equilibrado, y refleja en muchas maneras a la conducta humana. Su
función no reside únicamente en defender al organismo frente
a invasores, como un ejército. Su principal tarea es vigilar para
mantener el equilibrio del organismo, en estrecha unión con
JUL 2007, VOL. 32 Nº 7
el sistema neuroendocrino. Esta vigilancia no funciona como
un esquema policial, no es agresiva ni punitiva. Actúa como
lo hace la prensa libre en una sociedad democrática, vigilando
los errores de juicio y entendimiento.
Dos componentes caracterizan al sistema inmunológico, la
discriminación de señales de peligro y la determinación de una
respuesta efectora. La función efectora la realiza induciendo
inmunidad o tolerancia. La inmunidad, como la producida por
vacunas, sirve para eliminar agentes invasores. La tolerancia
limita o suprime la respuesta inmunitaria para evitar daño a
los tejidos, impide que la madre rechace al feto, o que reaccionemos frente a alimentos o cosas que respiramos. Como en la
sociedad, los mecanismos de alerta y tolerancia son necesarios
para el equilibrio y la convivencia.
La inmunidad puede ser innata o adquirida. La innata reconoce señales de peligro altamente conservadas en microorganismos y genera respuestas rápidas y vigorosas que eliminan a
más del 90% de los agentes invasores. La adquirida gira alrededor de los linfocitos, que son altamente específicos, variados
y eficientes, pueden ser muy jóvenes y activos, y se educan
en la universidad inmunológica, que es el timo, preparándose
para trabajar en los ganglios. Allí maduran y se convierten en
células con memoria inmunológica, necesarias para el ejercicio
de la fase efectora y para enfrentar segundas infecciones.
Igualmente, entre los humanos, los jóvenes se educan, participan activamente, maduran y trabajan para vivir en una sociedad equilibrada. Reclaman respeto a la libertad y a los derechos
civiles y políticos. Frente al discurso rotulador y descalificador,
y ante las violaciones y amenazas a la libre expresión y al
derecho a estar informado, hacen llamados a la tolerancia y la
reconciliación de los diversos sectores. Como los linfocitos, los
jóvenes son distintos, tienen personalidad propia y encarnan una
posibilidad diferente de enfrentar los problemas.
Si el sistema inmunológico se basa en mecanismos de
alerta y tolerancia similares a los que la sociedad democrática
y libre debe defender y mantener, las células dendríticas, a las
que se les ha adjudicado el rol de director de orquesta por ser
las que desencadenan la respuesta inmunitaria, enseñan acerca
del liderazgo. Ellas guían el tipo de respuesta inmunitaria y
para ello requieren permiso del medioambiente, que las provee
de señales para generar inmunidad o tolerancia. No son autoritarias y dependen de la interacción de un complejo sistema de
células, sustancias y códigos para poder actuar, tal y como se
aspira en democracia para lograr una sociedad libre, armónica
y con progreso.
0378-1844/07/07/433-03 $ 3.00/0
Felix J. Tapia
Presidente, AsoVAC, Venezuela
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EDITORIAL
IMMUNE SYSTEM AND SOCIETY
Towards the end of 2006, the group led by Tamás Laskay, in Germany, showed that in order to infect cells with
Leishmania both live and apoptotic parasites are required.
They concluded that the dead parasites allow, in an altruistic
manner, the survival of viable parasites. The presence of dead
parasites in a Leishmania population is a critical factor for
the determination of virulence.
The altruistic behavior of humans and other primates became the basis of the sociobiology of the 80s, whose boom
began when Edward O. Wilson showed that altruist organisms
survive through reproduction in favor of their altruist genes
and when their strategy does not favor survival, non-altruists
predominate.
The application of sociobiology to the human species
caused great controversy between those who held that human
behavior is genetically determined and those who conditioned
it to culture or the environment. Sociobiology was accused of
being one more form of biological determinism, a perspective that nullifies the free will of the human being and binds
it to the mandate of genes. Stephen Jay Gould and Richard
Lewontin argued that sociobiological determinism justifies
the control of power by elites and legitimates authoritarian
policies, genocide, racism and sexism.
The battle about sociobiology was considered as a political issue among researchers of different tendencies. To Ernest
Mayr the frequent debates in the field of evolution usually
have profound historical and cultural roots. However, one
thing is the interweaving of science and politics and another
thing is that of science and ideology. The horrors of a science committed to an ideology were lived in Nazi Germany
with the “ethnic cleansing” based on Arian supremacy as
proposed by Karl Haushoffer, rooted in hatred, without any
rational fundament.
Could findings such as those recently observed in Leishmania clarify the controversy over sociobiology?
A genetically established condition, such as susceptibility
or resistance to a disease, can be modified by the environment. Mice that are resistant to Leishmania infection, radically modify their defense mechanisms against the parasite
when subjected to stress; they modify their genetically determined immune response.
The immune system is organized, redundant and equilibrated, and it reflects human behavior in many ways. Its
function is not only to protect the organism from invaders,
as an army. Its main job is to watch for the maintenance of
the equilibrium of the organism, in close association with the
neuroendocrine system. This guard does not operate under a
police scheme, it is not aggressive nor punitive. It works as
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the free press does in a democratic society, vigilant of errors
in judgment and understanding.
Two components characterize the immune system, the
discrimination of danger signals and the determination of
an effector response. The effector function is carried out
by inducing immunity or tolerance. Immunity, such as that
produced by vaccines, serves to eliminate invaders. Tolerance
limits or suppresses the immune response to protect tissue
damage, prevents the mother from rejecting the fetus, or our
reaction to foods or to things we breath. As in society, the
alert and tolerance mechanisms are needed for equilibrium
and coexistence.
Immunity can be innate or acquired. Through innate
immunity danger signals, highly conserved in microorganisms, are recognized, and rapid and vigorous responses
that eliminate over 90% of invading agents are generated.
Acquired immunity depends upon lymphocytes, which are
highly specific, diverse and efficient; they can be very young
and active, and are educated at the immunological university,
which is the thymus gland, preparing themselves to work at
the ganglia. There, they mature and become cells with immunological memory, needed for the implementation of the
effector phase and to fight recurrent infections.
In the same way, among humans, youth educate themselves, they participate actively, mature and work to live in
an equilibrated society. They claim respect for liberty and
for civil and political rights. When facing the labeling and
disqualifying discourse, and the violations and menaces to
free expression and the right to be informed, they call for
tolerance and reconciliation among different groups. As the
lymphocytes, young people are diverse, they have their own
personality and represent a different possibility to confront
problems.
If the immune system bases its function upon alert and
tolerance mechanisms similar to those that the democratic
and free society should defend and maintain, dendritic cells,
to which an orchestra conductor role has been ascribed for
launching the immune response, teach us something about
leadership. They guide the type of immune response and to
do it they require permission from the environment, which
provides them with the signals to generate immunity or tolerance. They are not authoritarian and depend upon the interaction of a complex system of cells, substances and codes in
order to act, just as it is expected in democracy to achieve a
free and harmonic society, with progress.
Felix J. Tapia
President, AsoVAC, Venezuela
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EDITORIAL
SISTEMA IMUNITÁRIO E SOCIEDADE
Em fins de 2006, o grupo liderado por Tamás Lasky, na
Alemanha, demonstrou que para infectar células com Leishmania se requer de parasitos mortos por apoptose e de parasitos
vivos. Concluíram que os parasitos que morrem permitem de
forma altruísta a sobrevivência dos parasitos viáveis. A existência de parasitos mortos em uma população de Leishmania
é um fator crítico na determinação da virulência.
A conduta altruísta de humanos e outros primatas foi a
sustentação da sócio biologia dos anos 80, cujo auge começou
quando Edward O. Wilson demonstrou que os organismos
altruístas sobrevivem por reprodução a favor de seus genes
altruístas e, se sua estratégia não favorece a sobrevivência,
predominam os não altruístas.
A aplicação da sócio biologia à espécie humana causou
grande controvérsia entre os que sustentavam que a conduta
humana está determinada geneticamente e os que a condicionavam à cultura ou ao meio ambiente. A sócio biologia foi
acusada de ser uma forma mais de determinismo biológico,
uma perspectiva que anula o livre arbítrio do ser humano e
o sujeita ao mandato dos genes. Stephen Jay Gould e Richard
Lewontin argumentaram que o determinismo sócio biológico
justifica o controle do poder pelas elites e legitima políticas
autoritárias, o genocídio, o racismo e o sexismo.
A batalha sobre a sócio biologia foi apontada como um
problema político entre investigadores de distintas tendências.
Para Ernest Mayr os freqüentes debates no campo da evolução
acostumam ter profundas raízes históricas e culturais. No entanto, uma coisa é o entrecruzamento entre ciência e política,
e outra, aquele entre ciência e ideologia. Os horrores de uma
ciência comprometida com uma ideologia foram vividos na
Alemanha nazista com a “limpeza étnica” baseada na supremacia ariana proposta por Karl Haushoffer, fundada no ódio,
sem base racional alguma.
Poderão, descobrimentos como os observados recentemente em Leishmania, esclarecer a controvérsia sobre a
sócio biologia?
Uma condição geneticamente estabelecida, tal como a
susceptibilidade ou a resistência a uma enfermidade, pode ser
modificada pelo meio ambiente. Ratos resistentes à infecção
por Leishmania, ao serem submetidos a estresse que modificam drasticamente seus mecanismos de defesa frente ao parasito; modificam também sua resposta imunológica geneticamente
determinada.
O sistema imunológico é organizado, redundante e equilibrado, e reflete de muitas maneiras a conduta humana. Sua
função não consiste unicamente em defender, como um exército, ao organismo frente a invasores. Sua principal tarefa é vigiar para manter o equilíbrio do organismo, em estreita união
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com o sistema neuroendócrino. Esta vigilância não funciona
como um esquema policial, não é agressiva nem punitiva.
Atua como a imprensa livre em uma sociedade democrática,
vigiando os erros de juízo e entendimento.
Dois componentes caracterizam ao sistema imunológico,
a discriminação de sinais de perigo e a determinação de
uma resposta efetora. A função efetora é realizada induzindo
imunidade ou tolerância. A imunidade, como a produzida por
vacinas, serve para eliminar agentes invasores. A tolerância
limita ou suprime a resposta imunológica para evitar dano aos
tecidos, impede que a mãe rejeite ao feto, ou que reajamos
frente a alimentos ou coisas que respiramos. Como na sociedade, os mecanismos de alerta e tolerância são necessários para
o equilíbrio e a convivência.
A imunidade pode ser inata ou adquirida. A inata reconhece sinais de perigo altamente conservados em microorganismos
e gera respostas rápidas e vigorosas que eliminam mais de
90% dos agentes invasores. A adquirida gira ao redor dos
linfócitos, que são altamente específicos, variados e eficientes,
podem ser muito jovens e ativos, e se educam na universidade
imunológica, que é o timo, preparando-se para trabalhar nos
gânglios. Aí amadurecem e se convertem em células com memória imunológica, necessárias para o exercício da fase efetora
e para enfrentar segundas infecções.
Igualmente, entre os humanos, os jovens se educam, participam ativamente, amadurecem e trabalham para viver em uma
sociedade equilibrada. Reclamam respeito à liberdade e aos
direitos civis e políticos. Frente ao discurso rotulador e desqualificador, e diante das violações e ameaças à livre expressão e
ao direito a estar informado, fazem chamados à tolerância e a
reconciliação dos diversos sectores. Como os linfócitos, os jovens são distintos, tem personalidade própria e encarnam uma
possibilidade diferente de enfrentar os problemas.
Se o sistema imunológico se baseia em mecanismos de
alerta e tolerância similares aos que a sociedade democrática
e livre deve defender e manter. As células dendríticas, às quais
tem sido adjudicado o rol de diretor de orquestra por ser elas
as que desencadeiam a resposta imunológica, ensinam sobre a
liderança. Elas guiam o tipo de resposta imunológica e para
isto requerem permissão do meio ambiente, que as provê de
sinais para gerar imunidade ou tolerância. Não são autoritárias
e dependem da interação de um complexo sistema de células,
substâncias e códigos para poder atuar, tal e como se aspira
em democracia para lograr uma sociedade livre, harmônica e
com progresso.
Felix J. Tapia
Presidente, AsoVAC, Venezuela
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