Michael Hardt editorial EL TIEMPO DE LA PRISIÓN PRISON TIME TEMPO DE CADEIA “La prisión y sus presos tienen una existencia hacer concreto como castigo en la forma de una demasiado real como para no tener un profun- cantidad de tiempo precisa. Los cálculos son to- do efecto sobre la gente que sigue libre” talmente arbitrarios (no tienen ni siquiera la ho- Genet, Miracle of the Rose, p. 35; rrible relación metonímica de cortarle la mano Oeuvres complètes, 2, 249 a un ladrón) pero, mientras que es posible cuestionar la relatividad de los dos términos de la El tiempo en prisión es la forma obvia de cas- ecuación, pocas veces dudamos de la viabilidad tigo en nuestra sociedad. La libertad, es decir, el del cálculo mismo. El castigo es igual a tiempo. control de nuestro tiempo, está concebida como Esta lógica es simplemente obvia desde nuestra la piedra de toque y la posesión más preciada sociedad moderna. A través de la prisión, el po- en la sociedad moderna como algo que es igual der es infundido directamente al tiempo como para todos. De ahí que por una lógica inescru- una serie de disciplinas, reglamentaciones, ór- table, el paradigma del castigo sea la pérdida del denes[2]. El tiempo es una medida del poder, y bien más preciado que todos poseemos en igual- una vez que un poder soberano posee nuestro dad: el tiempo . La prisión dispone de nuestro tiempo es odioso verlo irse. (Genet nos cuenta, tiempo en cantidades determinadas con preci- por ejemplo, que el cadáver de cierto preso no sión. Como las ecuaciones entre el tiempo de fue entregado a su familia, sino que tuvo que trabajo y el valor, nuestra sociedad establece un quedarse temporalmente en prisión porque to- cálculo elaborado y familiar para todos entre el davía tenía tres años de sentencia pendiente)[3]. crimen y el tiempo en prisión. Robar un coche El poder en nuestra sociedad es sobre todo po- equivale a seis meses; la venta de drogas ilega- der sobre nuestro tiempo. [1] les equivale a cinco años; el asesinato equivale a Los presos comúnmente se refieren al tiem- diez años. El crimen concreto se abstrae, se mul- po que pasan en prisión como cualitativamente tiplica por una variable misteriosa y se vuelve a diferente al tiempo fuera. La prisión desperdicia Lucia Koch, STAND, 2007 (Courtesy: Galeria Casa Triângulo) el tiempo, destruye el tiempo, vacía el tiempo. Los prisioneros cumplen tiempo en prisión por sus crímenes y “hacen tiempo” para pagar su deuda. Ese tiempo está vacío por la repetición del horario y la rutina de la prisión. El tiempo se estira y se colapsa en una especie de ilusión óptica. Cada día está lleno de actividades y citas obligatorias y especificadas con todo detalle. El tiempo se mueve al ritmo de un caracol, el día es interminable. Miras esa mosca en la pared y sus movimientos parecen infinitamente lentos. La comida parece no llegar nunca, sin embargo cuando recuerdas esos días desde la distancia parecen indistinguibles. Se pliegan unos sobre otros como el fuelle de un acordeón. El tiempo utilizado parece no tener duración, la precisa repetición de sus componentes, la homogeneidad y la falta de novedad le quitan sustancia. El tiempo de prisión carece del azar, es tiempo predestinado. Nada es impredecible. Todo está planeado de antemano por un poder superior. Las variadas manos de las autoridades penitenciarias parecen darle concreción a la mano todopoderosa del destino que mueve al preso a través del camino programado de la sentencia. Los presos tratan en vano de aferrarse a este tiempo volátil y efímero dotándolo de alguna sustancia o concreción aunque sólo sea simbólicamente, tachando los días en un calendario, rayando un muro marcan el tiempo. Los reos viven la prisión como si se tratase de un exilio de la vida, o más bien, del tiempo de la vida[4]. El tiempo siempre es su principal preocupación (cualquier preso cambiaría la severidad del castigo por la mitad del tiempo). En el tiempo de la prisión, la existencia misma de los presos parece haberse vaciado al verse reducidos a meras sombras que transitan los corredores de la prisión. El peso del destino, el (destino) impuesto por el poder soberano del tiempo de la prisión parece haberlos empujado d 22 fuera de sus cuerpos, fuera de la existencia misma. Los prisioneros son así forzados a buscar la esencia en otro lado, lejos de su propia existencia desperdiciada y empobrecida. La vida interior aparece para algunos como un refugio fuera del tiempo y más allá del dolor y el tedio de la rutina de la prisión. No importa cuanto me expongan al ojo brutal de las autoridades penitenciarias, no importa cuantos cacheos y humillaciones, no pueden tocar lo que soy por dentro, lo que soy en realidad. Otros presos se consuelan al imaginarse fervientemente la riqueza de una vida en libertad fuera de los muros que los encierran –ya sea en su pasado concreto, en un presente alternativo o en un futuro posterior a su liberación. Lo primero que haré cuando salga... entonces estaré realmente con los vivos. Este ser completo y este tiempo lleno no pueden coincidir con su existencia pero deben de ser proyectados siempre en otro lado. No ha de sorprendernos que tantos presos sufran conversiones religiosas. Están obligados a lidiar con una de las problemáticas metafísicas más intensas y a sufrir el subsecuente malestar ontológico. Están limitados a una existencia separada del ser –este es su exilio de los vivos. Aquellos que son libres y que miran la prisión desde fuera quizá imaginen su libertad como algo definido y reforzado en oposición al tiempo en prisión. Cuando te acercas a la prisión sin embargo, te das cuenta de que no se trata en realidad de un sitio de exclusión separado de la sociedad, sino más bien de un punto focal, del sitio con la mayor concentración de una lógica del poder difusa generalmente en el ámbito de la sociedad. La prisión es nuestra sociedad en su forma más realizada. Es por eso que cuando entras en contacto con las preguntas existenciales y las preguntas ontológicas de los presos no se puede sino dudar de la calidad de nuestra propia existencia. Si yo estoy viviendo ese “afuera”, esa vida completa con la que sueñan los reos, ¿es mi tiempo realmente tan rico? ¿de verdad mi vida no es un desperdicio? Mi vida también está estructurada mediante regímenes disciplinarios, mis días avanzan con una repetición mecánica –trabajar, transportarse, ver televisión, dormir. No sufro las mismas incomodidades físicas ni la privación sexual, pero incluso sin los muros y los barrotes mi vida termina asemejándose extrañamente a la de ellos. Más precisamente, mi tiempo, sea alegre o aburrido, está muchas veces igualmente vacío, igualmente desperdiciado. Miro hacia atrás y mis días y mis semanas me dan la misma sensación de plegarse sobre si mismas, comprimidas como un acordeón porque nada las llena. Vivo el tiempo de la prisión en medio de la sociedad libre, exiliado de los vivos. Pero ¿cómo se puede redimir el tiempo? ¿cómo puede uno vivir un tiempo enriquecido? La propia existencia de la prisión hace que estas preguntas sean necesarias y urgentes. El milagro de Genet es que transforma el tiempo vacío y homogéneo de la prisión en un tiempo pleno. Ataca el problema en su punto de mayor intensidad y parece captar una riqueza del tiempo ahí donde más hace falta. Cuando los narradores de las novelas de Genet insisten repetidamente que aman la prisión, no está simplemente disfrutando la perversión de invertir nuestras expectativas[5]. “No trato de ser escandaloso” (The Thief ’s Journal, p. 214). Una respuesta a los valores morales y a las nociones comunes que apuntase simplemente a violar la opinión pública sería un gesto meramente reactivo que en su trasgresión sólo confirmaría la norma. No, ese amor por la prisión (y por la policía) es real y verdadero[6]. El amor por la prisión sin embargo, no debe de confundirse con un simple deseo de estar en prisión o con preferir la prisión por encima de la sociedad externa. Los personajes de Genet no eligen ir a prisión porque la amen o por su belleza; hacen todo lo que pueden por evitar ser arrestados y no hacen nada para resistir su puesta en libertad. El robo y el asalto son las causas próximas del encarcelamiento, pero finalmente los personajes parecen ser llevados a prisión por la fuerza del destino. Lo que tenemos que entender y elaborar en Genet es la compleja relación entre el amor y el destino. En un primer momento veremos que el amor involucra nuestro poder para aceptar la fuerza de un destino en estado de divina abyección. Luego, en un segundo momento, el amor toma un papel activo, capaz de transformar el mundo y de forjar un nuevo destino. “Durante el robo mi cuerpo está expuesto. Se que resplandece con todos mis gestos. El mundo está atento a todos mis movimientos...” The Thief ’s Journal, pp. 30-31 La santidad de la exposición La plenitud del ser en Genet comienza con el hecho de que nunca busca una esencia afuera –el ser reside sólo e inmediatamente en nuestra existencia. Y la manifestación, la exposición de esa existencia, es lo que permite al ser aparecer. Esta es la primera clave para entender el proyecto transformador ontológico de Genet. El principal atractivo del robo, por ejemplo, es que en ese acto el ladrón se expone por completo. El ladrón de Genet no es el cuerpo invisible que se desliza dentro y fuera del orden social sin ser percibido. Tampoco se trata del criminal soberano que intenta forzar al mundo a obedecer sus propias reglas. Este ladrón está expuesto de cuerpo completo al mundo. No ha de sorprendernos que Genet encuentre la misma vulnerabilidad en el cuerpo del prisionero[7]. Los prisioneros nunca están realmente solos, siempre están en contacto abierto con otros presos y con los guardias. Dos prisioneros pueden compartir d 23 Jaime de la Jara, 15 INCHES, 2007 (Courtesy: Galería Fúcares) d 24 Jaime de la Jara, 15 INCHES, 2007 (Courtesy: Galería Fúcares) d 25 un momento íntimo al cruzarse en las escaleras, pero nunca dura mucho antes de que otro preso pase cerca o algún guardia los cuestione. De hecho, el prisionero está expuesto a la prisión misma, un organismo complejo formado por muros, puertas, reos, guardias, etc. Como el del ladrón, el cuerpo del preso está expuesto, abierto al mundo. En esta vulnerabilidad los cuerpos se realizan plenamente y brillan en todos sus gestos. La vulnerabilidad de Genet es en parte una aceptación de la realidad de las fuerzas materiales, una aceptación del destino. La exposición al mundo no es la búsqueda de una esencia ulterior, sino la plena ocupación de este mundo, la creencia en este mundo. Lo no expuesto puede conformar un mundo interior, un ámbito separado de profundidades y abismos y al contrario, la exposición tiende a todo el ser por igual sobre la superficie, en la carne. El ser expuesto es unívoco –el ser se dice siempre y en todo lugar con la misma voz. No se define por ser diferente de cualquier ser o de la nada; es singular, diferente en sí mismo. Cuando nos exponemos a la fuerza de las cosas nos damos cuenta de esta condición ontológica, de la inmanencia del ser en la existencia. Nos fundimos con el destino que vivimos y somos arrastrados por su poderoso flujo. Aquí entramos en “el universo de lo irremediable. Es el mismo en el que estábamos con una peculiaridad: en lugar de actuar y saber que actuamos, sabemos que se actúa sobre nosotros” (Our Lady of the Flowers, p.246; Oeuvres complètes, 2, 159). El mundo es tal como es, las cosas son como son y por lo tanto son irremediables[8]. Siempre han sido así pero ahora sus superficies parecen brillar. Expuestos, irremediables, perdemos los límites que nos separan, la distancia con nosotros mismos. La identidades fijas se desvanecen, nuestras fronteras se disuelven y nos fundimos con la fuerza de las cosas en la superficie uní- d 26 voca del mundo. La exposición es una especie de pasividad sublime, de alegre abyección. Los delincuentes juveniles se mezclan en la colonia misma, los prisioneros entran en la unicidad de la prisión, los gestos del ladrón brillan en la unidad del mundo. La exposición es precisamente la realización de la univocidad y singularidad del ser, y a la vez nuestra inmersión igual y absoluta en él. La exposición es el primer paso en el camino de Genet hacia la divinidad. Pero ¿por qué habría de cargar con el peso de la terminología religiosa a este reclamo ontológico sobre la inmanencia de la esencia en la existencia y de la univocidad de lo uno en el ser? ¿Se trata simplemente de una especie de burla y de herejía reactiva? ¿de una revancha frente a la Iglesia Católica por el sufrimiento que ha causado? Esto puede ser en parte cierto, pero este gesto reactivo de ninguna manera justifica la intensidad de la experiencia de Genet. Genet encuentra la divinidad ahí donde la vida ha elevado su intensidad, donde el mundo parece brillar, donde en la exposición de sus superficies, donde la unicidad del ser refulge. Lo divino no está escondido en un más allá o en un espacio trascendente, sino que es inmanente y está a la vista en la superficie de las cosas. “Uno es santo por la fuerza de las cosas que es la fuerza de Dios!” (Miracle of the Rose, modificada, p.264; Oeuvres complètes, 2, 446). La fuerza de Dios no es otra cosa sino la fuerza de las cosas, las superficies materiales de la existencia (como dice Spinoza: Deus sive Natura). La santidad entonces es precisamente nuestra apertura a la fuerza de las cosas, nuestra exposición al mundo. El santo se reconoce por una cierta abyección con respecto a la fuerza de las cosas, por una aceptación pasiva de las circunstancias. Genet deifica esta abyección. Este cuerpo abyecto del santo, sin embargo, no debería de ser concebido simplemente sujeto a y dominado por la fuerza de las cosas –eso sería concebirlo todavía como algo separado. Más bien, a través de su apertura, de su estar expuesto, la carne del santo esta infundida de la fuerza de las cosas y lo vuelve uno con ellas. La exposición actualiza la divinidad de la carne. La existencia del santo siempre está condenada a ser arrastrada por la fuerza del destino. El ser condenado marca la unidad del santo con el destino. Genet encuentra más intensamente esta exposición divina en los gestos del ladrón, en los cuerpos abyectos de los convictos y en los rostros de los asesinos condenados a muerte, pero estas no son las únicas instancias, se trata al contrario de ejemplos o singularidades que nos permiten reconocer lo divino a través de las superficies del ser, a través del mundo. A cambio, esto debería ayudar a explicar el extraño enamoramiento de los narradores de Genet con las prisiones. “Amaba mi colonia con mi carne...” (Miracle of the Rose, p.237; Oeuvres complètes, 2, p.423). Este amor es el signo último de la exposición. En la carne del santo la esencia (la fuerza de Dios) coincide de lleno e irremediablemente con la existencia (la fuerza de las cosas). Esta coincidencia divina hace que el cuerpo brille. Es por eso que la carne del santo siempre está rodeada por un halo. Esta exposición es erótica precisamente en el sentido de que disuelve lo que nos separa: la auto-posesión, la discontinuidad de las cosas individuales, y se abre así a una continuidad absoluta a través del ser. En movimiento o en reposo, los cuerpos descomponen y recomponen relaciones al ritmo del flujo material de los deseos. Esta operación supera, o más bien disuelve la prisión del ser individual y su aislamiento. Genet se pierde en la exposición erótica, o más precisamente, sus límites, junto con los límites de todas las cosas, se transforman en umbrales abiertos a los flujos y a las intensida- des, arrastrados en el divino oleaje de la fuerza de las cosas. Junto con una larga tradición de místicos, Genet descubre una energía divina en la vulnerabilidad erótica. “Las paredes se derrumbaron, el tiempo se hizo polvo....” Miracle of the Rose, p. 46; Oeuvres complètes, 2, p. 259. La abolición del tiempo La exposición sin embargo no es suficiente para Genet. La aceptación abyecta de nuestra existencia y nuestra apertura al ser corre el riesgo de la indiferencia. La exposición debe estar acompañada de un poder constituyente y del amor para llenar ese cuerpo expuesto. Veremos que de hecho, esa exposición es la condición de posibilidad que eventualmente permitirá que este amor emerja. Los muros de la prisión que nos separan de nuestros deseos, que nos aíslan del contacto, que nos prohíben el encuentro, parecen convertir ese amor en imposible. La privación sexual, que es uno de los ejes del régimen penitenciario, sólo es indicativa de una privación más general de afecto. Genet desafía este aislamiento, este exilio del afecto, mediante un proyecto activo. En los escritos de Genet el evento amoroso (ya sea en fantasía o experimentado en la carne) agita los fundamentos mismos de los muros de la prisión y destruye el poder de la separación. Por ejemplo, un preso fantasea sobre su amado condenado a muerte, y los muros danzan agitados por la energía sísmica del evento: “La prisión salta y se estremece! Ayuda! Nos estamos moviendo!” (“Le condamné à mort”, Oeuvres complètes, 2, p.215). O alternativamente, dos presos comparten una chispa de amor en un pasillo y “los muros se derrumbaron, el tiempo se hizo polvo...” (El milagro de la rosa, p.46; Obras completas, 2, p.259). En el momento del evento d 27 Jaime de la Jara, 15 INCHES, 2007 (Courtesy: Galería Fúcares) d 28 la segmentación o estriación del espacio de la es desesperantemente necia. El poder milagroso prisión se disuelve y da lugar al espacio liso y del evento se entiende quizá mejor en términos uniforme del amor. Los presos ya no están aisla- temporales –“el tiempo se hizo polvo”. Cuando dos, sino totalmente expuestos. La exposición es surge el amor, el tiempo de la prisión, su regi- la condición de posibilidad del evento amoroso mentación y su tedio se desvanecen. “Me hu- y viceversa. Como los músicos que desfilan en biera gustado hablarte de los encuentros. Tengo Jericó, el evento parece tener el misterioso po- la noción de que el momento que los provocó der de tumbar las paredes. –o los provoca– está localizado fuera del tiem- Sin embargo esta destrucción del espacio, el po, que el impacto salpica el tiempo y el espa- derrumbamiento de las paredes que Genet ima- cio alrededor...” (Our Lady of the Flowers, p.146; gina en el momento del amor, solo puede ser Oeuvres complètes, 2, p.81). Deberíamos ser cuida- parcial. Incluso Harcamone, el glorioso santo dosos aquí al distinguir los eventos de los en- que espera la ejecución invocando toda su fuer- cuentros. Los encuentros están provocados por za junto con la energía amorosa que le envía los eventos que vienen de fuera; de hecho, sería Jean –incluso él no es suficientemente poderoso más apropiado decir que el evento mismo nos como para hacer el milagro de traspasar todas transporta fuera del tiempo. El evento no tiene las paredes de la cárcel. La realidad de los muros tiempo propio, nunca es presente, no tiene du- ración. Golpea como un rayo, o llega como un heraldo que viene de lejos anunciando la abolición del tiempo. En el evento pasional, durante un momento infinito e infinitesimal, escapamos al tedio y al vacío del tiempo de la prisión. El evento nunca es actual (ni en el sentido temporal ni en el sentido existencial del término francés actuel). Es puramente virtual. El evento no es por lo tanto realmente comprendido como un estado de cosas. Puede ser actualizado en la forma de un estado de cosas o en un encuentro –en una conformación de cuerpos, de afectos, etc– pero siempre permanece distinto, fuera de esa actualización, distinto de ese estado. El evento es como echar los dados. Agita la fijación del destino que estábamos viviendo. Abre la posibilidad del caos del azar y corta un camino o un plano a través de su universo. Esta es la región fuera del tiempo que provoca los encuentros de Genet. El evento nunca ocurre en el tiempo. Quiebra el tiempo, desafía al destino –el tiempo se hace polvo. Al mismo tiempo sin embargo, el evento es el potencial mismo que subyace al tiempo. Es a la vez la abolición del tiempo y su condición de posibilidad. Se podría decir que el evento es trascendente en el sentido de que parece volar por encima o fuera de nuestra existencia temporal. Esta trascendencia, no obstante, es inherente a la temporalidad misma como su condición de posibilidad, es una exterioridad íntima. Resultará quizá más claro entonces reconocer el evento como una pura virtualidad: es real sin ser actual, es ideal sin ser abstracto[9]. Quizá el halo que rodea los objetos divinos es producto precisamente de la pura inmanencia de lo que permanece no actualizado en ellos. Es el resplandor de lo virtual. El evento no tiene principio, ni fin, ni duración –y como tal no nos da tiempo a vivirlo. La muerte puede ser imaginada precisamente como este estado virtual de existencia fuera del tiempo (ver por ejemplo, The Screens, p.144; Oeuvres complètes, 5, p.321). La experiencia del evento es por lo tanto extática e imposible de vivir. “Somos un libro de historia familiar y vivida en el que el poeta puede descifrar los signos del Eterno Retorno” Miracle of the Rose, modificado, p. 224; Oeuvres complètes, 2, 411). Constituciones ceremoniales El evento quiebra el tiempo de la prisión mediante una pura e imposible liberación. Es el momento del azar puro, el momento de echar los dados, la apertura del universo del caos, la destrucción absoluta del destino que habíamos estado viviendo. El evento mismo sin embargo es imposible precisamente porque se niega a ser actualizado, porque no tiene tiempo. El evento destruye el tiempo de la prisión pero no alcanza a ofrecer una alternativa. Es la pura negación del tiempo. Vivir requiere un tiempo alternativo, una articulación positiva o una actualización. Tenemos que elaborar el evento [dresser l’événement] como modo de vida, como un estado vivo de las cosas[10]. Sin esta articulación de un tiempo alternativo nuestra huida del tiempo de la prisión no es sino un instante, ni siquiera un momento, breve y efímero –seguimos confinados al exilio de los vivos. En otras palabras, tenemos que construir una manera para que el momento del amor regrese, para que se repita incesantemente y marque una densidad temporal, una duración que se convertirá en la estructura material de un tiempo nuevo. El eterno retorno del momento de amor estará en la hechura de nuestro nuevo destino. La santidad consiste no sólo en la apertura abyecta que hace posible la llegada del evento, que da lugar al nacimiento del amor, sino que también involucra una construcción activa d 29 y positiva. El santo es definido finalmente por sus poderes creativos. La divinidad no es sólo la realización del ser en existencia, no es sólo una cuestión de exposición sino que también involucra la constitución del ser mismo. Si como nos dice Sartre, Genet es Dios, su divinidad no recae en su papel de creador omnipotente separado de sus criaturas en un mundo privado o ficticio sino más bien en su poder para revelar nuestro potencial para constituir la realidad, para constituir el ser (Saint Genet, p.476). El poder de la creación, el poder de causar nuestra propia existencia, es divino. La constitución del ser requiere de cierta consistencia a través del tiempo, de una repetición continua, de una duración. Este es un punto en el que Genet, al igual que su querido revolucionario sudanés Mubarak[11], se muestra profundamente espinoziano. Como Spinoza, Genet comienza todo su proyecto desde la afirmación simple: todavía no sabemos lo que los cuerpos son capaces de hacer. La exposición nos proyecta completamente sobre el plano material de los cuerpos y sobre la fuerza de las cosas, ¿pero cómo pueden unos cuerpos diferentes recomponerse en nuevas relaciones, en nuevos encuentros? ¿Cómo podemos hacer que nuestros encuentros felices regresen? Un evento puede intervenir en nuestra vida y dar lugar a un encuentro feliz, pero no podemos garantizar que esa felicidad regresará en la medida en que la causa del encuentro viene de fuera y es desconocida para nosotros. El encuentro feliz y fortuito sin embargo, es un regalo –nos presenta con una determinada oportunidad. Si reconocemos lo que es común a ese cuerpo y al nuestro, si descubrimos la manera en que ese cuerpo concuerda con el nuestro y cómo nuestros cuerpos juntos componen un nuevo cuerpo, podemos hacer regresar ese encuentro feliz. Así es como Spinoza concibe nuestra constitución activa en d 30 tanto modo de vida feliz[12]. El amor es la fuerza motora de esta constitución. La organización de encuentros felices incrementa nuestro poder, nuestro poder para actuar y nuestro poder para existir –esa es la noción espinoziana del amor. Este eterno retorno del encuentro feliz constituye el ser, no en el sentido de fijar una identidad inamovible (todo lo contrario), sino que define un movimiento, un devenir, una trayectoria de encuentros siempre abierta e impredecible, susceptible a la intervención de nuevos eventos. El retorno del encuentro feliz es el primer hilo con el que tejeremos un tiempo alterno y constituyente. El encuentro, en contraste con el evento, ya presenta una cierta noción de duración, pero para de verdad constituir el tiempo esos encuentros tienen que retornar. Los escritos de Genet están llenos de incesantes repeticiones. Los encuentros retornan en la forma de lo ceremonial. “Mi aventura, jamás gobernada por la rebelión ni por el sentimiento de la injusticia, no será sino un largo emparejamiento, cargado y complicado por un pesado, extraño y erótico ceremonial (ceremonias figurativas que darán lugar y anticiparán la cárcel)” (The Thief ’s Journal, p.10). Las ceremonias de Genet siempre son ceremonias de amor. Consisten en la repetición infinita de encuentros felices. La ceremonia finalmente trae el evento al ámbito del tiempo convirtiéndolo en un tiempo de la vida. Es así la constitución de un nuevo destino la que insiste en su propia rigidez, la que insiste en ser llevada a cabo sin falta. Genet es bien conocido por su propensión a la traición, incluso de aquellos a los que ama. Pero hemos de ser cautos en este punto. Traicionará a cualquier identidad fija o constituida y desobedecerá cualquier ley, a veces sólo para demostrar que no será regido por ellas. Su afirmación de la traición es la negación a cualquier obediencia, una insubordinación absoluta: “no servir a ningún propósito” (The Screens, p.199). Esta traición general es la prueba de la singularidad. No obstante no debemos extender esta noción hasta hacerla significar que Genet se niega “a participar de cualquier sociabilidad” (Leo Bersani, Homos, P.168). Genet traicionará cualquier propósito o cualquier identidad fija pero igualmente buscará sin cesar un proceso de constitución, de devenir, una ceremonia. “No tienes derecho a cambiar nada en la ceremonia a menos que, por supuesto, hayas dado con algún cruel detalle que la engrandezca” (The Blacks, p.18, Oeuvres complètes, 5, p.89). El único distanciamiento de la ceremonia será aquel que intensifique su línea de constitución. Se podría decir que Genet no traiciona la ceremonia, pero eso implicaría su subordinación frente a ella. Es más preciso decir que su vida, su nuevo modo de vida, está constituido por el ritmo y el movimiento de la ceremonia. Genet se abandona a sí mismo (y a cualquier noción del yo) en esta inmersión igualitaria o participación en la ceremonia. Esta ceremonia es la figura básica del nuevo tiempo, el tiempo de los encuentros felices que deseamos que regresen. ¿Qué tan torpe sería para Genet seguir el dictado clásico de la unidad de tiempo en su teatro? ¿Qué sentido tendría crear un drama si sólo fuéramos a repetir en él el tiempo del mundo que estamos viviendo, el tiempo vacío de la prisión que es nuestra sociedad? Ya en la soledad y el desapego de la prisión Genet descubrió el poder de la lentitud. “Puedes detenerte en medio de algo. Eres el maestro del tiempo y del pensamiento. (...) Ese es el lujo de la vida en la celda. (...) La eternidad fluye en la curva de un gesto” (Miracle of the Rose, p.156; Oeuvres complètes, 2, 353). El tiempo que Genet creó en su celda fue quizá una primera elaboración de las constituciones temporales que articularía sobre el escenario. Sus ceremonias privadas en la prisión, llevadas a cabo en la oscuridad, bajo las sábanas, eran experimentos en miniatura de las creaciones ceremoniales colectivas del teatro. Lo que el teatro tiene que hacer sobre todo es crear un nuevo tiempo, esto es, un nuevo ritmo y una nueva forma de vivir. Es quizá sintomático de este mandato el hecho de que en la producción de The Screens, por ejemplo, Genet se encuentre continuamente preocupado con la velocidad y la lentitud variables del diálogo. Las cartas a Roger Blin, el productor de la obra, y las anotaciones en el margen del texto están llenas de instrucciones sobre el ritmo en el que los actores tenían que decir sus diálogos: “muy rápido”, “muy, muy despacio”, “muy velozmente”, “hacer más vivo el ritmo de Sir Harold y Blankensee”. Las mareantes aceleraciones y la lujuriosa lentitud son la construcción de una nueva cadencia, de un nuevo ritmo para la existencia. Las ceremonias, en la medida en que reúnen a la masa colectiva y la repetición, crean un nuevo tiempo que no está limitado a las pocas horas de la actuación, sino que se propagan como nuevos tiempos para la vida. Como sugiere Sartre, Genet se da cuenta de que está sujeto al destino y por lo tanto hace suyo ese destino.[13] Esta formulación sin embargo corre el riesgo de oscurecer la complejidad de la operación y la transformación que implica. Genet no acepta simplemente el tiempo muerto, homogéneo y vacío que le impone la sociedad, ni tampoco se le resiste en un enfrentamiento dialéctico. Abandona ese tiempo, lo abole en la pura virtualidad del evento, se sale del tiempo. Nuestro destino común, el tiempo de la prisión, excluye cualquier azar pero el evento abre la posibilidad tanto como el momento de echar los dados, haciendo estallar el destino en el caos del universo. En un segundo momento los dados caen, se detienen y muestran un nue- d 31 vo número.[14] Esta es la constitución de un nuevo destino tan fijo como el primero pero ahora colmado por nuestro deseo. Este es el encuentro feliz al que retornaremos eternamente. La ceremonia debe ser llevada a cabo precisamente porque es la repetición de nuestro deseo –no tienes derecho a cambiar nada a menos que sirva para intensificar nuestro deseo. Deseamos que vuelva. Y aún así este tiempo ceremonial, este nuevo destino puede ser quebrantado en cualquier momento por un nuevo golpe proveniente del tiempo externo, por un nuevo evento, abierto otra vez a todo el proceso. Evento-encuentro-ceremonia: El proceso de transformación de Genet sigue esta clara trayectoria constitutiva. El nuevo tiempo que emerge de este proceso es el destino que Genet hace suyo. “Hubo los Zengakuren en Japón en 1966, el Ejército Rojo en China, las protestas estudiantiles en Berkeley, las Panteras Negras, Mayo del 1968 en París, los Palestinos.” Prisoner of love, p. 327; Un captif amoureux, p. 442. El tiempo revolucionario El trabajo literario de Genet nunca está del todo separado de su vida fuera de la escritura. Las fronteras del trabajo continuamente se funden con la autobiografía y el reportaje. Uno podría especular que el hecho de que el arte quede consignado a un ámbito separado de la vida es lo que llevó a Genet en distintos momentos de su vida a abandonar la escritura para continuar su proyecto en un ámbito más amplio. Lo que es importante en cualquier caso, es que el tiempo constituyente que hemos estado rastreando no quede aislado de la obra de arte sino que se extienda al tiempo de la vida. En otras palabras, que entre o constituya la historia. La historia sin embargo, tal y como es concebida casi d 32 siempre aparece homogénea y vacía, como la simple cristalización del tiempo de la prisión[15]. Las series temporales largas se colapsan bajo la fijeza de un destino inmóvil, de una idea, de una corriente homogénea de progreso. Paradójicamente, según esta noción de la historia parece que no hay movimiento ni tiempo, solo un panteón rígido de identidades, naciones y poderes soberanos constituidos. Una noción de la historia fundada en el evento es totalmente distinta. El tiempo de esta historia está siempre deviniendo, siempre es impredecible, siempre está abierto al azar y está continuamente conformado por nuestros deseos, por nuestros encuentros felices. Cualquier noción de soberanía es inestable frente a este movimiento perpetuo e impredecible. La historia al contrario es reconocida como el caos de una multitud de deseos que temporalmente se han vuelto congruentes como grupos, patrones o movimientos constituidos en una sucesión de encuentros. Esta historia constituyente, en contraste con la historia constituida, es la elaboración extendida de los ceremoniales que animan el tiempo de la escritura de Genet. Toda revolución llega como un evento que parte en dos el continuum de la historia.[16] El evento revolucionario siempre irrumpe en la historia desde fuera del tiempo –“haber sido peligrosos por una milésima de segundo” (Prisoner of Love amor, p.239; Le captif amoureux, p.323). Pero entonces el movimiento revolucionario debe articular ese evento en el tiempo con una serie de gestos y encuentros repetidos. De ahí que Genet se sienta atraído por ciertos grupos revolucionarios en parte por su teatralidad. Descubrió una especie de teatro viviente por ejemplo en los peinados y vestimentas de las Panteras Negras. En efecto, Genet encuentra en los movimientos revolucionarios los mismos constituyentes ceremoniales que el creó en sus novelas y obras de teatro pero proyectados ahora en una escala mayor. Estos grupos consiguen vivir, en duraciones variadas, una historia constituyente abierta. Genet estaba hechizado por un juego de cartas del que fue testigo durante el tiempo que pasó con los palestinos. Los fedayines tenían prohibido jugar a las cartas. El juego podía dar lugar a otros vicios y prestarse a que los extran- No tenían poder en sus manos, ni soberanía, ni identidad, ni territorio fijos. Las cartas reales, incluso como meros símbolos de los poderes soberanos, podrían haber mitigado su vulnerabilidad. Al contrario, en su juego de cartas virtual los fedayines quedaban totalmente expuestos, su existencia aparecía completamente abierta al azar, al evento de la revolución[17]. Los fedayines eran como dados vivientes arrojados en Annika Larsson, POLIISI, 2001 (Courtesy: Andrea Rosen Gallery) jeros cuestionaran la moral de los guerreros. Los fedayines sin embargo jugaban al póker, pero con cartas imaginarias en las manos. Consideraban con cuidado sus cartas imaginarias, tiraban las cartas al suelo y las levantaban con desparpajo al tiempo que mostraban triunfantes sus manos ganadoras con una lentitud y una solemnidad elegantísimas. Continuaban el juego o la ceremonia envueltos en una calma serena. Sus líderes no querían que manejaran reyes, reinas ni sotas –todos símbolos de poder. las arenas abiertas del desierto. “Muchos de los que pelearon por la causa de los palestinos –esos jugadores de cartas sin cartas– eran mirados en Europa como marginados desprovistos de cualquier identidad real, de cualquier vínculo legítimo con un país reconocido y sobre todo, sin un territorio que les perteneciera y al cual pertenecer, carentes de las pruebas comunes de la existencia...” (Prisoner of Love, p.204; Le captif amoureux, p.278). Genet veía el movimiento Palestino como algo totalmente abierto, sin so- d 33 beranía, identidad o territorio –como un flujo constante de deseo revolucionario. La revolución está definida por el movimiento continuo de un poder constituyente. Cada vez que un proceso revolucionario se cierra transformándose en un poder constituido –en una identidad soberana, en un Estado, en una nación– la revolución deja de existir.[18] De la misma manera el tiempo revolucionario debe ser concebido como un tiempo constituyente en contraste con el tiempo constituido, homogéneo y vacío de los poderes soberanos. El tiempo revolucionario finalmente marca nuestra huida del tiempo de la prisión hacia un modo de vida pleno, impredecible, expuesto, abierto al deseo. El tiempo de la prisión sin embargo regresará cada vez que ese tiempo revolucionario se cierre, en cuanto los rebeldes dejen que la revuelta cuaje, en cuanto el poder constituido sea erigido. No nos escapamos de la prisión una vez para permanecer libres. Nuestra existencia alternativa debe ser un proyecto continuo en movimiento perpetuo. El tiempo revolucionario es una fuente interminable e infinito. Cualquier fin lo destruiría. Genet apenas tolera este nuevo tiempo constituyente. “El día en que los palestinos estén institucionalizados dejaré de estar a su lado. El dia en que los palestinos se conviertan en una nación como las otras, ya no estaré ahí” (Entrevista con Wischenbart, Oeuvres complètes, 6, p.282). Genet traicionará a los palestinos al igual que traicionará cualquier identidad en cuanto ésta cierre el tiempo revolucionario mediante la instauración de una mera soberanía nueva. Convertirse en un estado como los otros negaría la fuerza revolucionaria de los palestinos.[19] Puede que Genet traicione a un estado constituido pero nunca negará la fuerza revolucionaria de las cosas. Puede traicionar cualquier identidad (de hecho, felizmente traicionaría todas las identidades) pero continuamente y sin d 34 falta se abandonará al tiempo constituyente, al tiempo ceremonial, al tiempo revolucionario que siempre está abierto y expuesto. Este tiempo revolucionario es el tiempo del amor 1 “Como podría la prisión no ser el castigo por excelencia en una sociedad en la que la libertad es un bien que pertenece a todos por igual...”(Michel Foucault, Discipline and Punish, p. 232). 2 “Tiempo, operador y castigo”; “El poder está articulado directamente en el tiempo; asegura su control y garantiza su uso” (Michel Foucault, Discipline and Punish, pp. 160 y 108). 3 “... en cuanto a Botchako, si es verdad que todo prisionero debe cumplir el tiempo al que fue sentenciado y como todavía le faltaban tres años por cumplir, su familia no podrá reclamar su cuerpo hasta dentro de tres años...” (Miracle of the Rose, p. 234; Oeuvres complètes, 2, pp. 420-21). 4 “... el interno tiende a sentir que durante la duración de su sentencia ha sido completamente exiliado de la vida” (Goffman, Asylums, p. 68). 5 “Amo Mettray, ese paraíso en el corazón del real Touraine” (Miracle of the Rose, p. 171; Oeuvres complètes, 2, p. 366). “Tengo un montón de tiempo para hacer volar mis dedos! Me faltan diez años! Dios mio, mi dulce amiga, mi celda! Mi dulce retiro, sólo mío, te quiero tanto!” (Our Lady of the Flowers, p. 129; Oeuvres complètes, 2, p. 69). 6 “Las regulaciones de la prisión en lo que concierne a los criminales son estrictas y precisas, y justamente con respecto al código de la justicia especial al servicio de la belleza...” (Miracle of the Rose, p. 208; Oeuvres complètes, 2, p. 398). “Secretamente amo, si, amo a la policía” (The Thief ’s Journal, p. 218). 7 “En general, por supuesto, el preso nunca está del todo solo. Siempre está a la vista de alguien, aunque sea de sus compañeros. Las celdas de la prisión con barras y muros realizan plenamente esta exposición”(Goffman, Asylums, p. 25). 8 “Lo irremediable es que las cosas son como son, de esta o aquella manera, están consignadas irremediablemente a su modo de ser. Son irremediables los estados de las cosas, cualquiera que éstos sean –tristes o alegres, atroces o hermosos. Tal como eres, tal como el mundo es –es irremediable” (Giorgio Agamben, The Coming Community). 9 “Es la pura inmanencia de lo que no está actualizado o de lo que permanece indiferente a la actualización porque su realidad no depende de ello. El evento es inmaterial, incorpóreo, invibible: pura reserva” (Deleuze y Guattari, Qu’est-ce que la philosophie?, p. 148). 10 Ver Deleuze and Guattari, Qu’est-ce que la philosophie?, pp. 36 y 151. 11 El único jefe que reconozco es un judío -Spinoza» (Prisionero de amor, p. 296; Un cautivo enamorado, p. 400). 12 «Cuando encontramos un cuerpo que concuerda con el nuestro, cuando experimentamos un afecto pasivo y feliz, tendemos a formarnos la idea de lo que tienen en común ese cuerpo y el nuestro. (...) Debemos entonces, con la ayuda de nuestras pasiones felices, formarnos la idea de lo que es común entre un cuerpo externo y el nuestro, pues sólo esta idea, sólo esta noción común, es adecuada” Gilles Deleuze, Expressionism is Philosophy: Spinoza, pp. 282-83). Ver también, Michael Hardt, Gilles Deleuze, pp. 95-100. 13 «Ya que no puede escapar a la fatalidad, será su propia fatalidad...Deseará su destino; intentará amarlo» (Sartre, Saint Genet). 14 «La mano del jugador de dados, levantada en lo alto, se detiene un momento y luego voltea y derrama los números sobre el mármol, derrama el destino sobre la mesa de café. Los dados hacen un ruido terrible al caer, urgentes como el resonar de un tambor. Pero ahora que el destino ha hablado los dedos del jugador se relajan y descansan sobre la mesa» (Prisoner of Love, p. 249; Un captif amoureux, p. 337). 15 «La historia es el sujeto de una estructura cuya localización no es el tiempo vacío, homogéneo, sino el tiempo lleno por la presencia del ahora [Jetztzeit]» (Walter Benjamin, «Theses on the Philosophy of History», Illuminations, p. 261). 16 «La consciencia de que están a punto de hacer explotar el continuum de la historia es característica de la clase revolucionaria en el momento de la acción” (Walter Benjamin, «Theses on the Philosophy of History,» Illuminations, p. 261). 17 «El juego de cartas…era un estilo, un principio de desterritorialización...» (Felix Guattari, «Genet retrouvé,» Cartographies schizoanalytiques, p. 283). 18 Ver Antonio Negri, Constituent Power, University of Minnesota Press, en prensa. 19 «La idea de aceptar un territorio, no importa cuán pequeño, en el que los palestinos tendrían un gobierno, una capital... la idea era tal herejía que sólo pensarla como hipótesis era un pecado mortal, una traición a la revolución» (Prisoner of Love, p. 266; Un captif amoureux, p. 359). homicídio vale dez anos. O tempo concreto é abstraído, multiplicado por uma variável misteriosa, e depois tornado concreto de novo como castigo expresso numa quantidade precisa de tempo. Os cálculos são completamente aleatórios (nem têm a correspondência metonímica terrível de cortar uma mão para castigar o roubo), mas, enquanto podemos questionar os valores relativos dos dois lados da equação, raramente temos dúvidas em relação à viabilidade do próprio cálculo. O castigo equivale a tempo. A sua lógica é óbvia vista de dentro da nossa sociedade moderna. Através da cadeia, o tempo investe-se de poder na forma de um conjunto de disciplinas, regimentações e ordens.[2] O tempo é a medida do poder, e uma vez que um poder soberano se apodera do nosso tempo destesta perdê-lo. (Genet relata, por exemplo, que o corpo de um recluso que morreu não TEMPO DE CADEIA foi entregue de imediato à família mas teve de ficar temporariamente na cadeia porque ainda fal- “A cadeia e os reclusos têm uma existência demasiado real para ter um efeito profundo sobre as pessoas livres.” Genet, “Milagre da Rosa”; “Obras Completas”, 2, 249 tavam três anos de pena por cumprir.)[3] Na nossa sociedade o poder é sobretudo o poder sobre o nosso tempo. Os reclusos referem-se normalmente ao tempo que passam na prisão como qualitativamente diferente daquele que passam no exterior. A pri- Tempo de cadeia é o método óbvio de casti- são desperdiça o tempo, destrói-o e esvazia-o. go na nossa sociedade. A liberdade, ou seja, o Os presos são presos por um determinado tempo controle sobre o nosso tempo, é concebida como pelos crimes que cometem e cumprem uma pena a pedra fulcral e o bem mais cobiçado na socie- para saldar as suas divídas. O tempo é vazio por dade moderna, igual para todos. Através de uma causa da repetitividade do horário e da rotina da lógica inescrutável, o paradigma do castigo é a cadeia. O tempo estica-se e colapsa numa espé- perda deste bem tão precioso que todos possuem cie de ilusão óptica. Cada dia é preenchido com da mesma forma: o tempo.[1] A cadeia consome actividades e marcações necessárias e bem espe- o nosso tempo em quantidades bem definidas. cíficadas. O tempo move-se a passo de caracol; Como as equações entre tempo de trabalho e o dia nunca acaba. Olhas para uma mosca na valor, a nossa sociedade estabelece um cálculo parede e os seus movimentos parecem infinita- complicado que nos é familiar entre o crime e o mente lentos. Parece que as refeições nunca mais tempo de cadeia. O roubo de um carro vale seis chegam. Mas se olhares para esses dias à distân- meses; a venda de drogas ilegais vale cinco anos; cia, parecem indistintos. Encaixam uns nos outros d 35 como os foles de um acordeão. O tempo que pas- sente alternativo, ou um futuro depois da liberta- sou parece não ter tido duração, nem substância, ção. A primeira coisa que vou fazer quando sair por causa da precisa repetição das suas partes daqui… Só então estarei mesmo a viver. Este ser componentes, a homogeneidade e a ausência de total e tempo inteiro não pode coincidir com as novidade. O tempo de prisão não conhece o aca- suas existências mas tem de projectar-se sempre so, é um tempo destinado. Nada é imprevisível. para qualquer lugar. Não devía admirar-nos que Tudo é planeado com antecedência por um poder tantos presos se convertam religiosamente. São maior. As muitas mãos das autoridades da prisão obrigados a lidar com um dos problemas metafí- parecem tornar concreta a mão toda poderosa do sicos mais fortes e padecem de uma doença on- destino que orienta o recluso ao longo do per- tológica a sério. Estão limitados a uma existência curso programado de tempo de prisão. Os presos separada do ser – este é o seu exílio da vida. tentam, em vão, agarrar-se a este tempo efémero, Os que são livres fora da prisão ao olharem flutuante, dando-lhe uma substância concreta, para ela podem imaginar a sua liberdade definida ainda que apenas simbólica, e, riscando os dias e reinforçada em oposição ao tempo de prisão. do calendário ou fazendo marcas na parede, mar- Contudo, quando te aproximas da cadeia, perce- cam o tempo. bes que não é realmente um lugar de exclusão Os reclusos vivem a prisão como um exílio da vida, ou melhor, do tempo de vida. d 36 separado da sociedade, mas antes um ponto cen- O tempo tral, o sítio onde há uma maior concentração de é sempre a sua preocupação principal (qualquer uma lógica de poder geralmente difusa na socie- preso trocaria o dobro da severidade do castigo dade. A prisão é a nossa sociedade na sua reali- por metade do tempo de pena). Enquanto na pri- zação mais plena. É por isso que quando entras são, o próprio ser dos reclusos parece esvaziar- em contacto com as questões existenciais e preo- se, reduzindo-os a meras sombras que divagam cupações ontológicas dos recluses, só podes du- pelos corredores. O peso do destino imposto pelo vidar da qualidade da tua própria existência. Se poder soberano do tempo de pena parece tê-los vivo esse algures de ser total com que os presos puxado para for a dos seus corpos, para fora da sonham, sera que o meu tempo é assim tão pre- existência ao mesmo tempo. Os prisioneiros são enchido? Será que não estarei a desperdiçar a mi- então obrigados a procurar uma essência noutro nha vida? Também a minha vida se estrutura por lado, separados da sua existência desperdiçada e regimes disciplinares, e também os meus dias se empobrecida. O vida interior funciona para al- repetem mecanicamente – trabalho, transportes, guns como um refúgio exterior ao tempo e para televisão, cama. Não sinto o mesmo desconforto além da dor e do tédio da rotina da prisão. In- físico ou a mesma privação sexual, mas mesmo dependentemente do número de vezes que me sem muros e barras, a minha vida acaba por ser expõem ao olhar brutal das autoridades da prisão, estranhamente semelhante. Mais precisamente, o às vezes que me revistaram nu e às humilhações, meu tempo, quer bem quer mal passado, é, mui- não podem tocar a pessoa real do meu interior. tas vezes, igualmente vazio, igualmente desperdi- Outros reclusos consolam-se com a imaginação çado. Quando recordo os meus dias e as minhas febril do preenchimento total de uma vida de li- semanas e sinto a mesma experiência de tempo berdade para lá dos muros do seu confinamento: que se dobra para encaixar em si, de tempo com- quer os seus passados concretos, quer um pre- primido como um acordeão por estar vazio. Eu [4] vivo um tempo de pena de prisão na nossa so- “Durante o roubo, o meu corpo é exposto. ciedade livre, exilado da vida. Mas de que for- Sei que brilha a par de todos os meus gestos ma poderíamos corrigir o tempo, viver a tempo Que o mundo está atento a todos os meus inteiro? A própria existência da prisão torna estas movimentos ....” questões necessárias e urgentes. The Thief’s Journal, pp 30-31 O milagre de Genet é o de transformar o tempo vazio e homogéneo do cumprimento da pena em tempo inteiramente preenchido. Ele ataca o problema no seu ponto de maior intensidade e parece alcançar uma completude de tempo onde esta lhe é mais negada. Quando os narradores dos romances de Genet insistem repetidamente no facto de gostarem imenso da prisão, o autor não está apenas a apreciar a perversidade de contrariar as nossa expectativas.[5] “Não estou a tentar ser escandaloso” (Diário de um Ladrão). Uma resposta aos costumes sociais e a noções comuns com o único objectivo de violar a opinião pública não passaria de um mero gesto de reacção, confirmando apenas as normas na sua transgressão. Não, esse amor pela prisão (e pela polícia) é real e verdadeiro.[6] O amor à prisão, contudo, não deve ser confundido com o simples desejo de querer estar na cadeia ou uma preferência por esta em detrimento da sociedade exterior. As personagens de Genet não optam por ir para a prisão porque A Santidade da Exposição A totalidade do ser em Genet começa com o facto de este nunca procurar uma essência algures – o ser reside apenas e imediatamente na nossa existência. E a exposição desta existência é o que permite o ser surgir. Esta é a primeira chave para a compreensão do projecto ontológico transformativo de Genet. O apelo primário do roubo, por exemplo, é o facto de, no acto, o ladrão se expor totalmente. O ladrão de Genet não é o corpo invisível que discretamente oscila entre o interior e o exterior da ordem social; nem é o criminoso soberano que tentar forçar o mundo a obedecer às suas regras. Este ladrão é um corpo exposto, um corpo aberto ao mundo. Não devia surpreender-nos que Genet detecta esta mesma exposição no corpo do prisioneiro.[7] Os presos nunca estão realmente sózinhos, mas sempre expostos ao contacto com outros presos e guardas. Dois presos podem partilhar um momento intímo quando se a amam ou pela sua beleza; fazem tudo ao seu cruzam nas escadas, mas é sempre um momento alcance para evitarem serem detidos, e não fazem curto até que passe outro preso ou um guarda os nada para resistir à sua libertação. Roubo e assal- questione. Com efeito, o prisioneiro é exposto à to surgem como as causas mais objectivas para a própria prisão, um organismo complexo que con- detenção, mas, em última instância, as persona- siste em muros, portões, reclusos, guardas, e por gens parecem ser conduzidas para a prisão pela aí em diante. À semelhança do corpo do ladrão, força do destino. O que temos de compreender e o corpo do preso é um corpo exposto, aberto ao traçar em Genet é a complexa relação entre amor mundo. Nesta exposição, os corpos realizam-se e destino. Num primeiro momento vamos ver que plenamente e brilham em todos os seus gestos. o amor abarca o nosso poder de aceitar a força do A exposição de Genet é, em parte, a aceitação destino num estado de abjecção divina; depois, da realidade das forças materiais, a aceitação do num segundo momento, o amor tem um papel destino. A exposição ao mundo não é a procura activo, capaz de transformar o mundo e de forjar por uma essência algures, mas a concretização um novo destino. máxima neste mundo, a crença neste mundo. d 37 Raul Mourão, BURACO DO VIEIRA, 2001 (Courtesy: Lurix Arte Contemporânea) d 38 Aquele que não se expõe pode construir um mun- do tal como ele é, as coisas tal como elas são, do interior, um reino à parte de profundidades e assim, irremediáveis.[8] Elas sempre foram assim, abismos; a exposição, contrariamente a isto, dis- mas agora as suas superfícies parecem luzir ou põe todo o ser igualmente à superfície, em corpo. brilhar. Irremediavelmente expostos, perdemos O ser exposto é um ser unívoco e diz-se sempre o que nos separa, o que nos desprende de nós e em toda a parte na mesma voz. Não se defi- próprios. As identidades fixas derretem, as nossas ne por ser diferente de qualquer outro ser ou do fronteiras dissolvem-se, e nós misturamo-nos com nada; é único, diferente em si mesmo. Quando a força das coisas, e desenbocamos na superfície nos expomos à força das coisas damo-nos conta unívoca do mundo. A exposição é uma espécie desta condição ontological, a imanência do ser de passividade sublime, de renúncia contente. Os na existência. Misturamo-nos com o destino que jovens delinquentes são assimilados pela própria estamos a viver e somos levados pelo seu pode- colónia, os prisioneiros entram na unicidade da roso fluxo. Aqui entramos “no universo do irre- prisão; os gestos do ladrão brilham na unidade do mediável. Trata-se do mesmo em que estávamos mundo. A exposição é precisamente a realização antes, com uma diferença peculiar: em vez de da univocidade e singularidade do ser, e a nossa agirmos e sabermos que estamos a agir, sabemos igual e absoluta imersão nela. que alguém estar a agir sobre nós” (Nossa Senho- A exposição é o primeiro passo no percurso de ra das Flores; Obras Completas, 2, 159). O mun- Genet para a divindade. Mas porque carregaria ele esta busca ontológica da imanência da essên- nos permitem reconhecer o divino nas superfícies cia na existência e unívoca unicidade do ser com do ser, pelo mundo fora. E, por sua vez, isso aju- uma terminologia religiosa? Tratar-se-á de uma da a explicar o misterioso amor do narrador de heresia e de gozo de tipo reaccionário, vingança Genet pela prisão. “Amava a minha Colónia com à Igreja Católica pelo sofrimento que causou? Isto o meu corpo…” (Milagre da Rosa; Obras com- pode ser parcialmente verdadeiro, mas esse gesto pletas, 2, p. 423). Este amor é o maior sinal de reaccionário, só por si, não basta para justificar a exposição. No corpo da essência santa (a força intensidade da experiência de Genet. Este desco- de Deus) coincide total e irremediavelmente com bre a divindade onde a vida tem uma intensida- a existência (a força das coisas); esta coinicdência de acrescida, uma carga, onde o mundo parece divina faz o corpo brilhar. Este é o motivo por que brilhar, onde na exposição das suas superfície a o corpo de um santo está sempre banhado por unicidade do ser brilha mais. O divino não se es- uma auréola. conde em qualquer para além de, em qualquer Esta exposição é erotica exactamente no sen- espaço transcendental, mas encontra-se imanen- tido em que dissolve a separação, a auto-posses- te e exposto na superfície das coisas. “Uma pes- são, a descontinuidade das coisas individuais, soa é santa pela força das coisas que é a força de Deus!” (Milagre da Rosa, modificado; Obras Completas, 2, 446). A força de Deus não é outra que não a força das coisas, as superfícies materiais da existência: (“Deus sive Natura”, como diz Espinoza.) Então, a santidade é precisamente a nossa abertura à força das coisas, a nossa exposição ao mundo. Pode reconhecer-se o santo por uma certa renúncia em relação à força das coisas, uma aceitação passiva das circunstâncias. Genet deífica a renúncia. Este corpo renunciador do santo, contudo, não devia ser apenas visto como sujeito à, e dominado pela, força das coisas – o que seria considerá-lo separadamente. Ao invés disso, através da sua abertura, da sua exposição, o corpo do santo infunde-se da força das coisas, tornando-se uma só com ela. A exposição actua- abrindo assim uma continuidade absoluta no ser. Em movimento e em descanso, os corpos decompõem umas relações e compõem outras sob a corrente do fluxo material dos desejos. Esta operação supera, ou melhor, dissolve a prisão do ser e o seu isolamento. Genet perde-se numa exposição erotica, ou, mais precisamente, os seus limites, juntamente com os limites de todas as coisas transformam-se em limiares abertos a fluxos e intensidades, levados pelas correntes divinas da força das coisas. A par de uma longa tradição de místicas, Genet descobre uma energia divina na exposição erótica. “[As] paredes ruiram, o tempo tornou-se pó…” Milagre da rosa; Obras completas, 2, p. 259. liza a divindade do corpo. A existência do santo é A abolição do tempo sempre condenada, sugada pela força do destino. Contudo, a exposição em si não é o suficiente Estar condenado marca a unidade do santo com para Genet. A nossa aceitação total da nossa exis- o destino. Genet acha que esta exposição santa é tência e a nossa abertura a sermos corre o risco mais intensa nos actos do ladrão, nos corpos de de provocar uma certa indiferença. A exposição condenados absolutos, e nos rostos de assassinos deve fazer-se acompanhar por um poder de cons- condenados à morte, mas estes não são casos úni- tituição e de amor para preencher o ser exposto. cos, são apenas exemplos ou singularidades que Na verdade, veremos que a exposição é a condi- d 39 d 40 ção de possibilidade que permitirá eventualmen- cadeia é tão teimosa que mete raiva. O poder te a emergência deste amor. Os muros da cadeia miraculoso do acontecimento talvez seja melhor que nos separam dos nossos desejos, que nos iso- compreendido em termos temporais – “o tempo lam de qualquer contacto, proibindo encontros, tornado pó”. Quando o amor acontece, o tem- parecem tornar o amor numa coisa impossível. A po de pena, a sua regimentação, e o seu tédio privação sexual que é um dos aspectos fulcrais do desaparecem. “Gostava de poder falar-vos de en- regime prisional só vem apontar para uma priva- contros. Tenho a noção de que o momento que ção mais geral de afecto. Genet desafia este iso- os provocava – ou provoca – se situa fora do tem- lamento, este exílio distante do afecto, com um po, que o choque estilhaça o tempo e o espaço projecto activo. Nos escritos de Genet, o evento envolventes...” (Nossa Senhora das Flores; Obras amoroso (quer fantasiado quer vivido corporea- completas, 2, p. 81). Neste ponto devíamos ter mente) abala as próprias fundações dos muros cuidado em distinguir eventos de encontros. Os da prisão e destrói o seu poder de separação. Por encontros são provocados por eventos que vêm exemplo, um recluso imagina a pessoa que ama do exterior; ma realidade, seria mais adequado condenada à morte, e as paredes dançam, estre- dizer que o evento em si nos transporta para fora mecidas pela energia sísmica do evento. “A pri- do tempo. E evento não tem um tempo próprio, são salta e treme! Socorro, estamos a mover-nos!” nunca está presente, não tem duração. Atinge-nos (O condenado à morte, Obras completas, 2, p. como um relâmpago, ou chega até nós como um 215). Ou, como ainda noutro caso, dois reclusos arauto vindo de longe, anunciando a abolição do partilham uma faísca de amor no corridor e “as tempo. No acontecimento apaixonado, por um paredes desmoronaram, o tempo tornou-se pó...” momento infinito e infinitésimo, escapamos ao (Milagre da Rosa; Obras completas, 2, p. 259). tédio e ao vazio do tempo da prisão. No momento do evento as segmentações ou tria- O evento nunca é actual (nem no sentido tem- gens do espaço prisional dissolvem-se e dão lugar poral nem existencial da palavra francesa “ac- a um espaço suave de amor. Os presos deixam tuel”); é puramente virtual. Assim, o evento não é de estar isolados para estarem completamente verdadeiramente entendido num estado de coisas expostos. A exposição é a condição de possibili- ou num encontro – uma disposição de corpos, dade do acontecimento amoroso e vice-versa. Tal afectos, etc – mas permanece sempre distinto, como os músicos desfilando à volta de Jericó, o fora dessa actualização, desse estado. O evento evento parece ter o misterioso poder de derrubar é como o lançamento de dados. Destrói a fixidez barreiras. do destino que até então vivemos. Abre o caos da No entanto, esta destruição do espaço, este acaso e marca um caminho ou superfície sobre o derrube de muros que Genet imagina ter lugar universo dele. Esta é a região for a do tempo que no momento do amor pode apenas ser parcial. provoca os encontros de Genet. O evento nunca Até mesmo Harcamone, o famoso santo à espera ocorre no tempo. Rompe com o tempo, desafia o da sua execução, fundindo toda a sua força com destino – o tempo torna-se pó. Contudo, ao mes- a energia amorosa emitida por Jean – até mes- mo tempo, o evento é o verdadeiro potencial que mo ele não tem poder suficiente para finalmente subtende o próprio tempo. É simultaneamente executar o milagre de passar através dos muros a abolição do tempo e a sua condição de pos- da prisão. A realidade das paredes e muros da sibilidade. Então podemos denominar o even- to de transcendente, no sentido em que parece um estado de coisas vivo.[10] Sem esta articulação voar acima ou fora da nossa existência temporal. de um tempo alternativo, a nossa fuga do tempo Esta transcendência, contudo, abrange a própria da prisão é apenas um instante, nem mesmo um temporalidade, como sua condição de possibili- momento, breve e efémero – estamos ainda con- dade; a mais profunda exterioridade. Talvez seja finados a um exílio da vida. Por outras palavras, mais fácil, então, reconhecer o evento igualmente temos de construir uma forma para o momento de puro, virtualmente: real sem ser actual, ideal sem amor voltar, que se repita incessantemente para ser abstracto. O evento é a imanência pura do vir- marcar uma densidade temporal, uma duração tual que não é actualizado.[9] Talvez a auréola que que será a estrutura material de um tempo novo. envolve os objectos divinos seja causado precisa- O eterno retorno do momento de amor sera a ma- mente pela imanência pura do que neles perma- téria-prima do nosso novo destino. nece desactual. É o brilho do virtual. E evento não A santidade consiste não apenas na abertura tem princípio, nem fim, nem duração – e como tal total que permite a emergência do evento, que não nos dá tempo para vivermos. Pode imaginar- permite o nascimento do amor; envolve também se a morte precisamente como este estado virtual uma construção positiva e activa. O santo é fi- de se estar fora do tempo (ver, por exemplo, The Screens, p. 144; Obras completas, 5, p. 321). A experiência do evento é assim simultaneamente extático e não vivível. “Somos um livro de história familiar e viva na qual o poeta pode decifrar os sinais do Eterno Regresso “ Milagre da Rosa, modificado; Obras completas, 2, 411). nalmente definido pelos seus poderes criativos. A divindade é não apenas a realização do ser na existência, não é apenas uma questão de exposição, também envolve a constituição do próprio ser. Se Genet é Deus, como nos diz Sartre, a sua divindade reside não na sua brincadeira com Deus, um criador omnipotente distante das suas criaturas num mundo privado e fictício, mas na forma como revela o nosso potencial para constituirmos a realidade, para constituirmos o ser (Santo Genet, p. 476). O poder da criação, o poder de Constituições cerimoniosas causar a nossa própria existência é divino. O evento desfaz o tempo da prisão com uma A constituição do ser requer uma consistência libertação pura e não vivível. É um momento de prolongada, uma repetição contínua, uma du- pura sorte, o momento em que os dados são lan- ração. Este é um ponto em que Genet, a par do çados, a abertura do universo do caos, a destrui- seu querido revolucionário sudanês Mubarak,[11] ção absoluta do destino que temos estado a viver. se revela profundamente espinoziano. À seme- Contudo, o evento em si não é vivível precisa- lhança de Espinoza, também Genet inicia todo o mente porque recusa actualização, porque não seu projecto a partir da simples afirmação: ain- tem tempo. O evento destrói o tempo da prisão da não sabemos o que os corpos podem fazer. mas não consegue oferecer uma alternativa. É a A nossa exposição colocou-nos plenamente no pura negação do próprio tempo. Viver requer um plano material de corpos e da força das coisas. tempo alternativo, uma articulação positiva ou Mas como é que corpos diferentes se compõem uma actualização. Temos de elaborar o evento em novos relacionamentos, em novos encontros? [adresser l’événement] como um modo de vida, Como podemos fazer com que os nossos felizes d 41 d 42 encontros voltem? Como podemos constituir um consistem na repetição infinita dos encontros fe- modo de vida a partir dos nossos felizes encon- lizes. O ceremonial conduz finalmente o evento tros? Um evento pode intervir na nossa vida e ge- para o tempo, fazendo deste um tempo de vida. rar um encontro feliz, mas não podemos garantir É portanto a constituição de um novo destino que que essa felicidade volte, uma vez que a causa do insiste na sua própria rigidez, que insiste em ser encontro vem do exterior, que nos é desconhe- executado a todo custo. cido. O encontro feliz fortuito, contudo, é uma Genet é conhecido pela sua propensão para a dádiva – oferece-nos uma certa oportunidade. Se traição, mesmo em relação àqueles que ama. Mas reconhecermos o que é comum a esse corpo e ao aqui devemos ter cuidado. Genet trairá qualquer nosso, se descobrirmos a forma como esse corpo identidade fixa ou constituída, e desobedecerá coincide com o nosso e como os nossos corpos qualquer lei, por vezes apenas para mostrar que juntos compõem um corpo novo, nós mesmos não sera controlado por ela. A sua afirmação da podemos fazer com que esse encontro feliz volte. traição é a recusa de qualquer obediência, uma É assim que Espinoza concebe a nossa constitui- insubordinação total: “não servem para nada” ção activa de um modo de vida feliz. O amor (The Screens, p. 199; não em Obras completas). é a força condutora nesta constituição. A organi- Esta traição generalizada é a prova da singulari- zação de encontros felizes é o aumento do nosso dade. No entanto, não devemos considerar que poder, do nosso poder para agirmos e do nosso esta noção significa que Genet rejeite “participar poder para existirmos – essa é uma noção espi- em qualquer vida social” (Leo Bersani, Homos, nosiana de amor. Este eterno retorno do encontro p. 168). Genet trairá qualquer propósito ou iden- feliz é constituição do ser não no sentido de fi- tidade fixa, mas perseguirá até ao fim um proces- xar uma identidade imóvel (longe disso), mas no so de constituição, um começar, um cerimonial. sentido de definir um movimento, um devir, uma “Não tens o direito de alterar nada no ceremonial trajectória de encontros, sempre abertos e im- a não ser, claro, que encontres algum pormenor previsíveis, susceptíveis à intervenção de novos cruel que a realce” (Os Negros; Obras comple- eventos. O retorno do encontro feliz é o primeiro tas, 5, p. 89). O único desvio do ceremonial será fio a partir da qual vamos tecer um tempo consti- aquele que intensifica a sua linha de constituição. tuinte alternativo. O encontro, contrariamente ao Pode-se dizer que Genet não trai o ceremonial, evento, apresenta já uma certa ideia de duração, mas que tal acto implicaria uma relação de su- mas, para que o tempo realmente se constitua, bordinação perante o mesmo. Seria mais correcto esses encontros têm de voltar. Os escritos de Ge- dizer que a sua vida, a sua nova maneira de viver, net estão cheios de incessantes repetições. Os en- é constituída pelo ritmo e pelo movimento do ce- contros retornam sob a forma de cerimonial. “A rimonial. Genet abandona-se (e qualquer noção minha aventura, jamais presidida pela revolta ou do ser) na sua igual imersão ou participação no por um sentimento de injustice, será apenas um cerimonial. Este cerimonial é a figura básica do acoplar prolongado, carregado e complicado por tempo novo, o tempo dos encontros felizes, que um ceremonial pesado, estranho e erótico (ce- desejamos ver voltar. [12] rimónias figurativas conducentes à prisão e sua Como seria ridículo se Genet seguisse o for- antecipação)” (Jornal de um Ladrão). Os cerimo- mato clássico em relação à unidade clássica do niais de Genet são sempre cerimoniais de amor; tempo no seu teatro. Que sentido faria criar teatro se o repetíssemos no tempo do mundo em que vi- lhe é imposto pela sociedade, nem resiste a ele vemos, o tempo vazio de prisão da nossa socieda- numa luta dialéctica. Abandona esse tempo, abo- de? Já na solitude e na separação da cadeia, Ge- lindo-o na virtualidade pura do acontecimento, net descobriu o poder de criar o tempo. “Na cela, fora do tempo. O tempo de cadeia, o nosso desti- podemos fazer gestos com uma lentidão extrema. no comum, expele todo o acaso, todo o azar, mas Podes parar no meio de um gesto. Dominas o o acontecimento abre o acaso como o momento tempo e o pensamento. (...) É disso que é feito o de um lanço de dados cósmico, a estilhaçar o luxo da vida na cela. (...) A eternidade flui para a destino no caos do universo. Num segundo mo- curvatura de um gesto” (Milagre da Rosa; Obras mento os dados caem para trás, param e revelam completas, 2, 353). O tempo que Genet criou na um número novo.[14] É a constituição de um novo sua cela foi talvez uma primeira elaboração das destino, tão fixo como o primeiro, mas agora constituições temporais que articularia no palco. cheio de desejo. Aqui temos o encontro feliz ao As suas cerimónias particulares na cadeia, feitas qual voltaremos eternamente. O cerimonial deve no escuro, por baixo dos cobertores, eram experi- ser representado com precisão porque é a repeti- ências em miniatura das criações cerimoniais co- ção do nosso desejo – não tens o direito de mudar lectivas do teatro. O que o teatro deve sobretudo fazer é criar um tempo novo, ou seja, um novo ritmo e maneira de vivir. Talvez seja sintomático deste mandato que, na produção de The Screens, por exemplo, Genet se preocupa constantemente com as variações de velocidade e lentidão do diálogo. As suas cartas ao Roger Blin, o encenador da peça, e as suas instruções na margem do texto sobre o ritmo com o qual os actors deviam dizer as suas falas: “muito rápido,” “muito, muito devagar,” “muito rápido,” “dê mais vida ao ritmo do Sir Harold e do Blankensee.” As acelerações vertiginosas e a lentidão luxuriante formam a construção de um novo andar, um novo passo para a existência. As cerimónias, ao ganharem uma massa colectiva e uma repetição, criam um novo tempo que não se restringe às poucas horas da representação da peça, mas que se propagam nada se não intensificas o nosso desejo. Desejamos que ele regresse. E, contudo, este tempo cerimonial, este novo destino, pode ser estilhaçado a qualquer instante por um novo relâmpago que vem de fora do tempo, um acontecimento novo, voltando a abrir todo o processo. Acontecimentoencontro-cerimonial: o processo de transformação de Genet tem esta trajectória bem definida de constituição. O tempo novo que emerge deste processo é o destino que Genet torna seu. “Havia os Zengakuren no Japão em 1966; a Guarda Vermelha na China; os motins estudantis em Berkeley; as Panteras Negras; Maio 1968 em Paris; os palestinianos.” Prisioneiro do Amor; Un captif amoureux, p. 442. como um novo tempo de viver. Como sugere Sartre, Genet apercebe-se que está preso pelo destino e por isso faz dele o destino. Tempo revolucionário A obra literária de Genet nunca é completa- Contudo, esta formulação corre o risco de mente separada da sua vida fora da escrita. As ofuscar a complexidade da operação e da trans- fronteiras da obra misturam-se continuamen- formação que implica. Genet simplesmente não te com a autobiografia e a reportagem. Pode-se aceita o tempo morto, homogéneo e vazio que especular que o facto da arte ser entregue a um [13] d 43 reino distante da vida é o que levou Genet, em encontros. Assim, Genet é em parte atraído por momentos diferentes da sua vida, a abandonar a certos grupos revolucionários devido à sua te- escrita para prosseguir o seu projecto num campo atricalidade. Descobriu uma espécie de teatro mais vasto. De qualquer maneira, o que impor- vivo, por exemplo, nos penteados e nas roupas ta é que o tempo constituinte que temos estado dos membros das Panteras Negras. Com efeito, a definir não seja limitado à obra de arte, mas Genet encontra nos movimentos revolucionários alargado a um tempo de vida; por outras pala- as mesmas constituições cerimoniais que tentou vras, que entre na história ou que a constitua. No criar nos seus romances e nas suas peças, agora entanto, a história, como é considerada muitas projectados numa escala maior. Estes grupos con- vezes, aparece apenas como a cristalização do seguem viver, durante períodos variáveis, uma tempo de cadeia, homogéneo e vazio.[15] Séries história aberta e constituinte. temporais longas desmoronam-se perante a fixi- Genet ficou encantado por um jogo de cartas dez de um destino imóvel, uma ideia, uma cor- que viu durante a sua estadia com os palestinia- rente homogénea de progresso. Nesta noção de nos. Os chefes dos Fedaím proibiram-nos de jogar história, parece, paradoxalmente, não existir nem às cartas; o jogo podia conduzir a outros vícios e movimento nem tempo, apenas um panteão rígi- permitir aos estranhos questionar a moralidade dos do de identidades constituídas, nações e poderes guerrilheiros. Mesmo assim, os Fedaím jogavam soberanos. Uma noção da história fundada no póquer, mas a segurarem cartas imaginárias nas acontecimento é totalmente diferente. O tempo mãos. Olhavam para as suas cartas com cuidado, desta história é sempre o devir, sempre imprevisí- deixavam as cartas no chão e apanhavam-nas cal- vel, aberto ao acaso, e é formado constantemente mamente, e mostravam as suas cartas vencedoras pelos nossos desejos, os nossos encontros felizes. em triunfo, com lentidão e solenidade luxurian- Qualquer noção de soberania é desestabilizada tes. Prosseguíam o seu jogo ou cerimónia com por este movimento perpétuo e impredizível. uma calma serena. Os seus líderes não queriam Assim, reconhece-se a história como o caos de que tocassem em reis, rainhas e valetes – todos uma multiplicidade de desejos feitos coerentes, símbolos de poder. Não tinham poder nas suas temporariamente, em grupos constituintes, em mãos, nenhuma soberania, nenhum território fixo padrões ou em movimentos – numa procissão de nem identidade. Cartas verdadeiras, mesmo como encontros. Esta história constituinte é a elabora- símbolos de poderes soberanos, podiam mitigar a ção alargada dos cerimoniais que animam o tem- sua exposição. Em vez disso, no seu jogo virtual, po da escrita de Genet. os Fedaím eram completamente expostos; a sua Todas as revoluções emergem como um existência ficava totalmente aberta ao acaso, ao acontecimento que faz explodir o continuum da acontecimento da revolução.[17a] Os Fadaím eram história. O acontecimento revolucionário ir- como dados vivos lançados nas areias abertas do rompe sempre para a história vindo de fora do deserto. “(Muitos) deles que lutaram na causa dos tempo – “ter sido perigoso durante um milésimo palestinianos – aqueles jogadores de cartas sem de um segundo” (Prisioneiro do amor; Un captif cartas – eram vistos na Europa como marginali- amoureux, p. 323). Mas a seguir, o movimento zados sem qualquer identidade verdadeira, sem revolucionário deve articular esse acontecimen- qualquer ligação legítima com um país reconhe- to no tempo com uma série repetida de gestos e cido, e sobretudo sem um território que lhes per- [16] d 44 tencia e ao qual eles pertenciam, com as provas força revolucionária das coisas. Pode trair qual- habituais de existência ...” (Prisioneiro do Amor; quer identidade (de facto, trairia de bom grado Un captif amoureux, p. 278). Genet viu o movi- todas as identidades) mas continuará sem parar mento palestiniano como totalmente aberto, sem a abandonar-se ao tempo constituinte, ao tempo soberania, identidade ou um território fixo – um ceremonial, ao tempo revolucionário que fica fluxo constante de desejo revolucionário. sempre aberto e exposto. O tempo revolucionário Uma revolução é definida pelo movimento constante de um poder constituinte. Cada vez que um processo revolucionário se fecha num poder constituído – uma identidade soberana, um estado, uma nação – a revolução já não existe mais.[17b] Da mesma maneira, o tempo revolucionário deve ser encarado como um tempo constituinte, ao contrário do tempo constituído, homogéneo e vazio dos poderes soberanos. O tempo revolucionário acaba por marcar a nossa fuga ao tempo de cadeia para uma maneira plena de viver, imprevisível, exposta, aberta ao desejo. No entanto, o tempo de cadeia voltará sempre logo após o fecho desse tempo revolucionário, quando os rebeldes permitem que a revolta se estagne, e existe o estabelecimento de um poder constituído. Não se foge uma vez da prisão para assim ficar livre; a nossa existência alternativa deve ser um projecto contínuo em andamento contínuo. O tempo revolucionário é um meio sem fim que nunca acaba. Qualquer fim significa a destruição. Genet apenas tolera este novo tempo constituinte. “(no dia) em que os palestinianos passarem a serem uma instituição, deixarei de estar ao lado deles. No dia em que os palestinianos se tornarem uma nação como qualquer outra nação, já não estarei lá.” (Entrevista com Wischenbart, Obras completas, 6, p. 282). Genet trairá os palestinianos, da mesma forma como trairá qualquer identidade quando esta fecha o tempo revolucionário numa mera soberania nova. Tornando-se un estado como todos os outros negará a força revolucionária dos palestinianos.[18] Genet pode trair um estado constituído, mas nunca negará a é o tempo do amor 1 “Como é que a prisão podia não ser o castigo, por excelência, numa sociedade em que a liberdade é um bem que da mesma forma pertence a todos…” (Michel Foucault, Discipline and Punish, p. 232). 2 “Tempo, executor do castigo.” “O poder articula-se directamente com o tempo; assegura o seu controlo e garante o seu uso” (Michel Foucault, Discipline and Punish, pp. 160 and 108. 3 “... em relação a Botchako, se é verdade que todo o prisioneiro deve cumprir o tempo de pena a que foi condenado e como ainda lhe faltava cumprir três anos, a sua família não pode reclamar o seu corpo até que acabem esses três anos...” (Milagre da Rosa; Obras Completas, 2, pp. 420-21). 4 - “... o recluso tende a sentir que durante o tempo que foi obrigado a cumprir – a sua pena – foi totalmente exilado da vida. “ (Goffman, Asilos, p. 68). 5 - “Amo Mettray, esse paraíso no coração da Touraine real” (Milagre da Rosa; Obras Completas, 2, p. 366). “Tenho muito tempo para fazer os meus dedos voarem! Faltam-me dez anos! Minha boa, querida e amiga cela! Meu querido retiro, só meu, como te amo! “ (Nossa Senhora das Flores; Obras Completas, 2, p. 69). 6 “Os regulamentos da prisão em relação aos criminosos são tão rigidos e precisos, e muito bem – no que toca ao código de justiça especial ao serviço da beleza...” (Milagre da Rosa; Obras Completas, 2, p. 398). “Amo secretamente, sim, amo a polícia “ (Diário de um Ladrão). 7 “Em geral, claro, o recluso nunca está completamente só; está sempre à vista e, frequentemente, ao alcance de ouvido de alguém, mesmo que apenas dos seus colegas reclusos. As jaulas de prisão com barras em vez de paredes concretizam plenamente essa exposição “ (Goffman, Asilos, p. 25). 8 “O irremediável é as coisas serem como são, desta ou daquela maneira, destinadas irremediavelmente à forma de serem. Irremediáveis são os estados das coisas, independentemente da forma como são – alegres ou tristes, atrozes ou belas. Como és, como o mundo é – isso é irremediável” (Giorgio Agamben, The Coming Community, p. ). 9 “É a pura imanência do que não é actualizado ou o que permanence indiferente á actualização, porque a sua realidade não depende dela. O evento é imaterial, incorpóreo, e não vivível: pura reserva” (Deleuze e Guattari, O que é a filosofia?). 10 Ver Deleuze e Guattari, O que é a filosofia? 11 “O único patrão que reconheço é um Espinoza judeu” (Prisoneiro do amor; Un captif amoureux, p. 400). 12 “Quando encontramos um corpo que condiz com o nosso, quando experimentamos uma afeição amorosa alegre, somos levados a pensar no que é o comum a esse corpo e ao nosso. (...) Devemos então, com a ajuda de paixóes alegres, conceber a ideia do que é comum a certo corpo externo e ao nosso. Só por esta ideia esta noção comum é correcta” (Gilles Deleuze, Expressionism d 45 is Philosophy: Spinoza, pp. 282-83). Ver também Michael Hardt, Gilles Deleuze, pp. 95-100. 13 “Uma vez que ele não pode fugir à fatalidade, ele sera a sua própria fatalidade... Ele deseja o seu destino; ele vai tentar amálo “ (Sartre, Santo Genet). 14 “A mão do lançador de dados, erguida bem alto, paira por um momento, depois vira-se e deixa cair os números no mármore, derrama o destino na mesa do café. Os dados produzem um som terrível quando caem, um som urgente como a batida de uma tambor. Mas agora o destino já foi ditado, os dedos do jogador estão relaxados e voltam a repousar sobre a mesa” (Prisioneiro do amor; Un captif amoureux, p. 337). 15 “A história é o tema de uma estrutura cuja localização não é homogénea, tempo vazio, mas tempo preenchido pela presença do agora [Jetztzeit]” (Walter Benjamin, “Theses on the Philosophy of History “ Illuminations, p. 261). 16 - “A percepção de estarem a fazer o continuum da explosão da história é característico da classe revolucionária no momento da sua acção “ (Walter Benjamin, “Teses sobre a Filosofia da História”, Illuminations, p. 261). 17a “O jogo das cartas... foi um estilo, um princípio de desterritorialização...” (Félix Guattari, “Genet retrouvé,” Cartographies schizoanalytiques, p. 283). 17b Ver Antonio Negri, Constituent Power, University of Minnesota Press, no prelo. 18 “A ideia de aceitar um território, por mais pequeno que fosse, onde os palestinianos tivessem um governo, uma capital... essa ideia era uma heresia tal que só admiti-la como hipótese era já um pecado mortal, uma traição à revolução” (Prisioneiro do Amor; Un captif amoureux, p. 359). of illegal drugs equals five years; murder equals ten years. The concrete crime is abstracted, multiplied by a mysterious variable, and then made concrete again as punishment in a precise quantity of time. The calculations are utterly arbitrary (they do not even have the horrible metonymic correlation of cutting off a hand for theft), but, while we may question relative values on the two sides of the equation, we seldom doubt the viability of the calculus itself. Punishment equals time. Its logic is simply obvious from within our modern society. Through the prison, power is invested directly into time as a series of disciplines, regimentations and orderings.[2] Time is the measure of power, and once a sovereign power has our time it is loathe to let it go. (Genet tells us, for example, that the corpse of a certain inmate was not given over to his family but had to remain temporarily in the prison because he still had three years left on his sentence.)[3] Power in our society is above all power over our time. Inmates commonly refer to the time they spend PRISON TIME in prison as qualitatively different from time outside. Prison wastes time, destroys time and empties time. “Prison and their inmates have too real an existence not to have a profound effect on people who remain free.” Genet, Miracle of the Rose, p. 35; Oeuvres complètes, 2, 249 Prisoners get time for their crimes and do time to pay their dues. The time is empty because of the repetitiveness of the prison schedule and routine. Time stretches out and collapses in a kind of optical illusion. Each day is filled with precisely specified, required activities and appointments. Time moves d 46 Prison time is the obvious form of punishment in at a snail’s pace; the day is never-ending. You watch our society. Freedom, that is, the control of our time, that fly on the wall and its motions seem infinitely is conceived as the keystone and the most coveted slow. Meal time never seems to arrive. Look back at possession in modern society, equal to all. By an in- those days from a distance, however, and they are scrutable logic, then, the paradigm for punishment is indistinguishable. They fold into each other like the the loss of this most precious asset that all possess bellows of an accordion. Time spent seems to have equally: time.[1] Prison takes our time in precisely no duration, no substance, because of the precise determined quantities. Like the equations between repetition of its component parts, the homoge- labor-time and value, our society sets up an elabo- neity, the lack of novelty. Prison time is devoid of rate calculus familiar to all of us between crime and chance, it is fated time. Nothing is unforeseeable. prison-time. Theft of a car equals six months; sale All is planned in advance by a higher power. The many hands of the prison authorities all seem to Those who are free outside of prison looking in make concrete the all-powerful hand of fate that might imagine their freedom defined and reinforced moves the inmate along the programmed path of in opposition to prison time. When you get close to prison time. Inmates try in vain to hold on to this prison, however, you realize that it is not really a site ephemeral, fleeting time, giving it some concrete of exclusion separate from society, but rather a fo- even if only symbolic substance, crossing out days cal point, the site of the highest concentration of a on a calendar, scratching notches in the wall – they logic of power diffuse generally throughout society. mark time. Prison is our society in its most realized form. That Inmates live prison as an exile from life, or rather, is why when you come into contact with the exis- from the time of living.[4] Time is always their pri- tential questions and ontological preoccupations of mary concern. (Any inmate would trade twice the inmates, you cannot but doubt the quality of your severity of punishment for half the time.) In prison own existence. If I am living that elsewhere of full time, the being itself of the inmates seems to have been emptied, reducing them to mere shadows that shuffle around the corridors. The weight of destiny, the fate imposed by the sovereign power of prison time seems to have pushed them out of their bodies, out of existence altogether. Prisoners are thus forced seek an essence elsewhere, detached from their wasted, impoverished existence. Interior life appears to some as a refuge outside of time and beyond the pain and tedium of the prison routine. No matter how much they expose me to the brutal eye of prison authorities, no matter how many strip searches and humiliations, they can’t touch the real me inside. Other inmates take consolation by feverishly imagining the fullness of a life of freedom being that inmates dream of, is my time really so full? Is my life really not wasted? My life too is structured through disciplinary regimes, my days move on with a mechanical repetitiveness – work, commute, TV, sleep. I do not have the same physical discomfort or the sexual deprivation, but even without the walls and bars my life ends up being strangely similar. More precisely, my time, whether cheerful or drab, is often equally empty, equally wasted. I look back on my days and weeks and have the same experience of time folding on to itself, compressed like an accordion because of being empty. I live prison time in our free society, exiled from living. But how could one redeem time, how could one live a full time? The very existence of prison makes these questions necessary and urgent. outside the walls of their imprisonment: either their The miracle of Genet is to transform the empty, concrete past, an alternative present, or a future af- homogeneous time of prison life into full time. He ter their release. The first thing I’ll do when I get attacks the problem at its point of highest intensity out is.... Then I’ll be really living. This full being and and seems to grasp a fullness of time where it is full time cannot coincide with their existence but most denied. When the narrators of Genet’s nov- must be projected always elsewhere. It should be els insist repeatedly that they love prison he is not no surprise that so many inmates undergo religious simply enjoying the perversity of reversing our ex- conversions. They are forced to grapple with one pectations.[5] “I am not trying to be scandalous” (The of the most intense metaphysical problematics and Thief ’s Journal, p. 214). A response to social mores suffer a properly ontological malady. They are con- and common notions aimed only at violating public strained to an existence separate from being – this opinion would be a mere reactive gesture, confirm- is their exile from living. ing the norms in their transgression. No, that love of d 47 James Casebere, PANOPTICON PRISON #3, 1992 (Courtesy: Galería Helga de Alvear) d 48 prison (and the police) is real and true.[6] The love ers might share an intimate moment crossing paths of prison, however, should not be confused with a on the stairs, but it is never long until another in- simple desire to be in prison or a preference for mate passes along or a guard questions them. In prison over the society outside. Genet’s characters effect, the prisoner is exposed to the prison itself, do not choose to go to prison because of their love a complex organism that consists of walls, gates, in- for it or because of its beauty; they do all they can to mates, guards, and so forth. Like that of the thief, the avoid arrest, and do nothing to resist their release. body of the inmate is exposed, open to the world. Theft and assault are given as the proximate causes In this exposure the bodies are fully realized and of imprisonment, but finally the characters seem to they shine in all their gestures. be guided to prison by the force of destiny. What Genet’s exposure is in part the acceptance of we need to understand and elaborate in Genet is the reality of material forces, the acceptance of fate. the complex relationship between love and destiny. Exposure to the world is not the search for an es- In a first moment we will see that love involves our sence elsewhere, but the full dwelling in this world, power to accept the force of destiny in a state of di- the belief in this world. The unexposed might con- vine abjection; then in a second moment love takes struct an interior world, a separate realm of depths an active role, capable of transforming the world and forging a new destiny. “During the theft, my body is exposed. I know that it is sparkling with all my gestures. The world is attentive to all my movements ....” The Thief ’s Journal, pp. 30-31 The Saintliness of Exposure The fullness of being in Genet begins with the and abysses; exposure in contrast lays all of being equally on the surface, in the flesh. Exposed being is univocal – being is said always and everywhere in the same voice. It is not defined by being different from any other being or from nothingness; it is singular, different in itself. When we expose ourselves to the force of things we realize this ontological condition, the immanence of being in existence. We merge with the destiny we are living and are swept along in its powerful flux. Here we enter “the fact that he never seeks an essence elsewhere – be- universe of the irremediable. It is the same as the ing resides only and immediately in our existence. one we were in, with one peculiar difference: in- And the exposure of that existence is what allows stead of acting and knowing we are acting, we know being to appear. This is the first key to understand- we are acted upon” (Our Lady of the Flowers, p. ing Genet’s transformative ontological project. The 246; Oeuvres complètes, 2, 159). The world is as it primary appeal of theft, for example, is that in the is; things are as they are, thus, irremediably.[8] They act the thief is fully exposed. Genet’s thief is not the have always been that way but now their surfaces invisible body that slides unperceived in and out of seem to sparkle or glow. Exposed, irremediable, we the social order; neither is it the sovereign crimi- lose the separateness, the detachment of our selves. nal that tries to force the world to obey its own Fixed identities melt, our boundaries dissolve, and rules. This thief is the exposed body, open to the we merge with the force of things into the univocal world. It should not be surprising that Genet finds surface of the world. Exposure is a sort of sublime this same exposure in the body of the prisoner.[7] passivity, a joyful abjection. The juvenile delinquents Prisoners are never really alone, but always open to merge into the colony itself; the prisoners enter the contact with other inmates and guards. Two prison- oneness of the prison; the thief ’s gestures glitter in d 49 the unity of the world. Exposure is precisely the are not unique instances, they are instead examples realization of the univocality and singularity of being, or singularities that allow us to recognize the divine and our equal and absolute immersion in it. across the surfaces of being, throughout the world. Exposure is the first step on Genet’s path to And in turn this should help explain Genet’s narra- divinity. But why should he burden with religious tor’s mysterious love of prison: “I loved my Colony terminology this ontological claim about the imma- with my flesh...” (Miracle of the Rose, p. 237; Oeu- nence of essence in existence and the univocal one- vres complètes, 2, p. 423). This love is the ultimate ness of being? Is it merely a reactive kind of heresy sign of exposure. In the flesh of the saint essence and mockery, revenge on the Catholic Church for (the force of God) coincides fully and irremediably the suffering it has caused? That may be true in part, with existence (the force of things); this divine coin- but that reactive gesture in no way accounts for the cidence makes the body glow. That is why the flesh intensity of Genet’s experience. Genet finds divin- of a saint is always bathed in a halo. ity where life has a heightened intensity, a charge, This exposure is erotic precisely in the sense that where the world seems to sparkle, where in the it dissolves the separateness, the self-possession, the exposure of its surfaces the oneness of being shines discontinuity of individual things, and thus opens to forth. The divine is not hidden in any beyond, any transcendental space, but immanent and exposed in the surface of things. “One is a saint by the force of things that is the force of God!” (Miracle of the Rose, modified, p. 264; Oeuvres complètes, 2, 446). The force of God is nothing other than the force of things, the material surfaces of existence. (“Deus sive Natura”, as Spinoza says.) Saintliness, then, is precisely our openness to the force of things, our exposure to the world. The saint can be recognized by a certain abjection with respect to the force of things, a passive acceptance of circumstance. Genet deifies abjection. This abject body of the saint, however, should not be conceived simply as subject to and dominated by the force of things – that would still be to conceive it as separate. Rather, through an absolute continuity across being. In movement and rest, bodies decompose relationships and compose others under the sway of the material flux of desires. This operation overcomes or rather melts away the prison of the self and its isolation. Genet loses himself in erotic exposure, or more precisely his boundaries along with the boundaries of all things are transformed into thresholds open to flows and intensities, swept in the divine tides of the force of things. Together with a long tradition of mystics, Genet discovers a divine energy in erotic exposure. “[T]he walls crumbed, time turned to dust ....” Miracle of the Rose, p. 46; Oeuvres complètes, 2, p. 259. its openness, its exposure, the saint’s flesh is infused d 50 with the force of things and becomes one with it. The Abolition of Time Exposure actualizes the divinity of the flesh. The Exposure itself, however, is not enough for existence of the saint is always condemned, swept Genet. Our abject acceptance of our existence and along in the force of destiny. Being condemned our openness to being risks a certain indifference. marks the unity of the saint with destiny. Genet finds Exposure must be accompanied by a power of con- this saintly exposure most intense in the gestures of stitution and love to fill that exposed being. We will the thief, in the bodies of abject convicts, and in the see, in fact, that exposure is the condition of pos- faces of murders condemned to death, but these sibility that will eventually allow this love to arise. Prison walls separating us from our desires, isolating inmate fantasizes about his loved one condemned us from contact, prohibiting encounters, seem to to death, for example, and the walls dance, shaken make love impossible. The sexual deprivation that is by the seismic energy of the event: “The prison one of the centerpieces of the prison regime is only leaps and trembles! Help, we are moving!” (“Le con- indicative of a more general deprivation of affect. damné a mort,” Oeuvres complètes, 2, p. 215). Or al- Genet challenges this isolation, this exile from affect, ternatively, two inmates share a spark of love in the with an active project. In Genet’s writings the amo- corridor and “the walls crumbled, time turned to rous event (whether fantasized or experienced in dust ...” (Miracle of the Rose, p. 46; Oeuvres complètes, the flesh) shakes the very foundations of the prison 2, p. 259). In the moment of the event the segmen- walls and destroys their powers of separation. An tations or striation of prison space dissolve and give Raul Mourão, ENTONCES, 2004 (Courtesy: Lurix Arte Contemporânea) d 51 way to a smooth space of love. The inmates are no mains distinct, outside that actualization, that state. longer isolated but fully exposed. Exposure is the The event is like the dice throw. It shatters the fixity condition of possibility of the amorous event and of the destiny we had been living. It opens up the vice versa. Like the musicians parading around Jeri- chaos of chance and cuts a path or plane across its cho, the event seems to have the mysterious power universe. This is the region outside of time that pro- to batter down walls. vokes Genet’s encounters. The event never occurs This destruction of space, however, the tum- in time. It ruptures time, defies destiny – time turns bling of walls that Genet imagines in the moment to dust. At the same time, however, the event is the of love can only remain partial. Even Harcamone, very potential that subtends time itself. It is at once the glorious saint awaiting execution, mustering all the abolition of time and its condition of possibil- his strength along with the amorous energy sent ity. One might call the event transcendent, then, in by Jean – even he is not powerful enough finally the sense that it seems to fly above or outside our to perform the miracle of passing through all the temporal existence. This transcendence, however, prison walls. The reality of prison walls is infuriat- inheres within temporality itself, as its condition of ingly stubborn. The miraculous power of the event possibility; it is an innermost exteriority. It may be is perhaps better understood in temporal terms more clear, then, to recognize the event as pure – “time turned to dust.” When love arises, prison virtuality: real without being actual, ideal without time, its regimentation, and its tedium wither away. being abstract. The event is the pure immanence of “I should have liked to talk to you about encounters. the virtual that is not actualized.[9] Perhaps the halo I have a notion that the moment that provoked –or that surrounds divine objects is caused precisely by provokes–them is located outside of time, that the the pure immanence of what remains non-actual shock spatters the surrounding time and space ...” in them. It is the glow of the virtual. The event has (Our Lady of the Flowers, p. 146; Oeuvres complètes, no beginning, no end, no duration – and as such it 2, p. 81). We should be careful to distinguish events gives us no time for living. Death might be imag- from encounters here. Encounters are provoked by ined precisely as this virtual state of being outside of events that come from the outside; in fact, it would time (see, for example,The Screens, p. 144; Oeuvres be more proper to say that the event itself transports us outside time. The event has no time of its own, it is never present, it has no duration. It strikes like a bolt of lightning, or arrives as a herald from far away announcing the abolition of time. In the passionate event for an infinite and infinitesimal moment we escape the tedium and emptiness of complètes, 5, p. 321).The experience of the event is thus both ecstatic and unlivable. “We are a book of familiar and living history in which the poet can decipher the signs of the Eternal Return” Miracle of the Rose, modified, p. 224; (Oeuvres complètes, 2, 411). prison time. The event is never actual (neither in the tempo- d 52 Ceremonial Constitutions ral nor existential sense of the French “actuel”); it The event shatters prison time with a pure and is purely virtual. The event is thus not properly un- unlivable liberation. It is the moment of pure chance, derstood as a state of things. It may be actualized in the moment of the dice throw, the opening of the a state of things or an encounter–an arrangement universe of chaos, the absolute destruction of the of bodies, affects, and so forth – but it always re- destiny we had been living.The event itself, however, is unlivable precisely because it refuses actualization, can we make our joyful encounters return? How because it has no time. The event destroys prison can we constitute a mode of living out of our joy- time but fails to offer an alternative. It is the pure ful encounters? An event may intervene in our life negation of time itself. Living requires an alternative and give rise to a joyful encounter, but we cannot time, a positive articulation or actualization. We have guarantee that joy will return since the cause of the to elaborate the event [“adresser l’événement”] as encounter comes from outside, unknown to us.The a mode of life, a living state of things. Without this fortuitous joyful encounter, however, is a gift – it articulation of an alternative time our escape from presents us with a certain opportunity. If we recog- prison time is only a flash, not even a moment, brief nize what is common to that body and our own, if and ephemeral -- we are still confined to an exile we discover the way in which that body agrees with from living. In other words, we have to construct a our own and how our bodies together compose a way for the moment of love return, that it repeat new body, we can ourselves cause that joyful en- incessantly to mark a temporal density, a duration counter to return. This is how Spinoza conceives that will be the material structure of a new time. our active constitution of a joyful mode of living. [12] The eternal return of the moment of love will be Love is the driving force in this constitution. The or- the fabric of our new destiny. ganization of joyful encounters is the increase in our [10] Saintliness consists not only in the abject open- power, our power to act and our power to exist: ness that makes possible the arrival of the event, that is a Spinozian notion of love.This eternal return which makes possible the birth of love; it also in- of the joyful encounter is constitution of being not volves a positive and active construction. The saint in the sense that it fixes an immobile identity (far is finally defined by its creative powers. Divinity is from it), but rather in that it defines a movement, a not only the realization of being in existence, it is becoming, a trajectory of encounters, always open not only a matter of exposure, it involves also the and unforeseeable, susceptible to the intervention constitution of being itself. If Genet is God, as Sartre of new events. The return of the joyful encounter is tells us, his divinity lies not in his playing at God, an the first thread from which we will weave an alter- omnipotent creator separate from its creatures in a native, constituent time. private or fictitious world, but rather in his revealing The encounter, in contrast to the event, already our potential to constitute reality, to constitute be- presents a certain notion of duration, but in order ing (Saint Genet, p. 476). The power of creation, the really to constitute time those encounters have to power to cause our own existence, is divine. return. Genet’s writings are filled with incessant The constitution of being requires a consistency repetitions. Encounters return in the form of the over time, a continual repetition, a duration. This is ceremonial. “My adventure, never governed by re- a point at which Genet, like his beloved Sudanese bellion or a feeling of injustice, will be merely one revolutionary Mubarak, shows himself profound- long mating, burdened and complicated by a heavy, ly Spinozian. Like Spinoza, Genet too begins his en- strange, erotic ceremonial (figurative ceremonies tire project from the simple affirmation: we still do leading to jail and anticipating it)” (The Thief ’s Jour- not know what bodies can do. Our exposure has nal, p. 10). Genet’s ceremonials are always ceremo- cast us fully on the material plane of bodies and the nials of love. They consist of the infinite repetition force of things. But how are different bodies com- of joyful encounters. The ceremonial finally brings posible in new relationships, new encounters? How the event into time, making it a time of living. It is [11] d 53 d 54 thus the constitution of a new destiny that insists “In the cell, gestures can be made with extreme on its own rigidity, insists on being carried out with- slowness.You can stop in the middle of one.You are out fail. master of time and of thinking. (...) That is what the Genet is well known for his propensity for be- luxury of cell life is composed of. (...) Eternity flows trayal, even of those he loves. But we should be into the curve of a gesture” (Miracle of the Rose, careful on this point. He will betray any fixed or p. 156; Oeuvres complètes, 2, 353). The time Genet constituted identity and he will disobey any law, at created in his cell was perhaps a first elaboration times only to prove that he will not be ruled by of the temporal constitutions he would articulate it. His affirmation of betrayal is the refusal of any on stage. His private prison ceremonies, conducted obedience, an absolute insubordination: “don’t in the dark, under the covers, were experiments in serve any purpose whatever” (The Screens, p. 199; miniature of the collective ceremonial creations of not in Oeuvres complètes). This general betrayal the theater. What theater must do above all is cre- is the proof of singularity. We should not extend ate a new time, that is, a new rhythm and mode of this notion, however, to mean that Genet refuses living. It is perhaps symptomatic of this mandate that “to participate in any sociality at all” (Leo Bersani, in the production of the The Screens, for example, Homos, p. 168). Genet will betray any purpose or Genet is continually preoccupied with the varying fixed identity but will pursue unendingly a process speed and slowness of the dialogue. The letters to of constitution, a becoming, a ceremonial: “You’ve Roger Blin, the play’s producer, and the instructions no right to change anything in the ceremonial, un- in the margin of the text are filled with instructions less, of course, you hit upon some cruel detail that on the rhythm in which the actors should deliver heightens it” (The Blacks, p. 18; Oeuvres complètes, their lines: “very fast,” “very, very slowly,” “very rap- 5, p. 89). The only departure from the ceremonial id,” “make the rhythm of Sir Harold and Blankensee will be one that intensifies its line of constitution. more lively.”The dizzying accelerations and luxurious One might say that Genet does not betray the slowness are the construction of a new gait, a new ceremonial, but that would imply a relationship of pace for existence. The ceremonies, as they gather subordination to it. It would be more accurate to a collective mass and repetition, create a new time say that his life, his new mode of living is constituted that is not limited to the few hours of performance by the rhythm and movement of the ceremonial. but propagate out as a new time of living. Genet abandons himself (and any notion of self) As Sartre suggests, Genet realizes he is bound in his equal immersion or participation in the cer- to destiny and thus he makes destiny his own.[13] emonial. This ceremonial is the basic figure of the This formulation, however, risks obscuring the com- new time, the time of joyful encounters, which we plexity of this operation and the transformation will to return. involved in it. Genet does not simply accept the How silly it would be for Genet to follow the dead, homogeneous, empty time imposed on him classical dictate about the unity of time in his theat- by society, nor does he resist it in a dialectical strug- er. What sense would it make to create drama if we gle. He abandons that time, abolishes it in the pure were only to repeat in it the time of the world we virtuality of the event, outside of time. Prison time, had been living, the empty prison time of our soci- our common destiny, expels all chance, all hazard, ety? Already in the solitude and detachment of pris- but the event opens up chance like the moment of on Genet discovered the power of creating time. a cosmic dice throw, shattering destiny in the chaos Esko Männikkö, ORGANIZED FREEDOM #72, 1999-2005 (Courtesy: Yancey Richardson Gallery) d 55 of the universe. In a second moment the dice fall the Red Guard in China; the student unrest at back, come to rest, and display a new number. Berkeley; the Black Panthers; May 1968 in [14] This is the constitution of a new destiny, as fixed as Paris; the Palestinians.” the first but now full of our desire. Here is the joy- Prisoner of Love, p. 327; ful encounter that we will to return eternally. The Un captif amoureux, p. 442. ceremonial must be performed precisely because it is the repetition of our desire – you have no Revolutionary Time right to change anything unless you intensify our Genet’s literary work is never entirely separate desire. We will it to return. And yet this ceremonial from his life outside the writing. The boundaries of time, this new destiny can be shattered at any mo- the work continually blur with autobiography and Simeón Saiz Ruiz, MATANZA EN RACAK, 2002 (Courtesy: Galería Fúcares) d 56 ment by a new thunderbolt coming from outside reportage. One might speculate that the fact that time, a new event, opening again the entire process. art is consigned to a realm separate from life is what Event-encounter-ceremonial: Genet’s process of led Genet at different times in his life to abandon transformation has this clearly defined trajectory of writing to pursue his project in a larger realm. What constitution. The new time that emerges from the is important, in any case, is that the constituent time process is the destiny that Genet makes his own. that we have been tracing not be isolated to the “There were the Zengakuren in Japan in 1966; work of art but extend to a time of living, in other words, that it enter or constitute history. History, Genet was charmed by a card game that he wit- however, as it is often conceived appears merely as nessed during his time with the Palestinians. The Fe- the crystallization of prison time, homogeneous and dayeen were forbidden by their leaders from playing empty.[15] Long temporal series collapse under the cards; gambling might lead to other vices and allow fixity of one immobile destiny, one idea, one homo- outsiders to question the morality of the fighters. geneous stream of progress. In such a notion of his- The Fedayeen played poker nonetheless, but with tory, there seems paradoxically to be no movement imaginary cards in their hands. They considered and no time, only a rigid pantheon of constituted their imaginary hands carefully, dropped cards on identities, nations, and sovereign powers. A notion the floor and picked them up nonchalantly, and tri- of history founded on the event is something alto- umphantly showed their winning hands with luxuri- gether different. The time of this history is always ous slowness and solemnity. They carried on their becoming, always unforeseeable, open to chance, game or ceremony with a serene calm.Their leaders and continuously formed by our desires, our joyful encounters. Any notion of sovereignty is destabilized by this perpetual and unpredictable movement. History instead is recognized as the chaos of a multitude of desires become coherent, temporarily, in constituent groups, patterns, or movements – in a procession of encounters. This constituent history, in contrast to a constituted history, is the extended elaboration of the ceremonials that animate the time of Genet’s writing. Every revolution arrives as an event that blasts open the continuum of history.[16] The revolutionary event always bursts into history from out of time – “to have been dangerous for a thousandth of a second” (Prisoner of Love, p. 239; Un captif amoureux, did not want them handling king, queens, and jacks – all symbols of power. They had no power in their hands, no sovereignty, no fixed territory or identity. Real cards, even as mere symbols of sovereign powers, might have mitigated their exposure. Instead, in their virtual card game the Fedayeen were totally exposed; their existence was completely open to chance, to the event of revolution.[17] The Fedayeen were like living dice cast in the open desert sands. “[M]any of those who fought in the cause of the Palestinians – those card-players without cards – were regarded in Europe as outcasts without any real identity, without any legitimate link with a recognized country, and above all without a territory belonging to them and to which they belonged, with the usual proofs of existence...” (Prisoner of p. 323). But then the revolutionary movement must Love, p. 204; Un captif amoureux, p. 278). Genet articulate that event in time with a repeated se- saw the Palestinian movement as completely open, ries of gestures and encounters. Genet is drawn to without sovereignty, identity, or a fixed territory – a certain revolutionary groups, then, in part because constant flux of revolutionary desire. of their theatricality. He discovered a kind of living Revolution is defined by the continuous move- theater, for example, in the hair styles and dress of ment of a constituent power. Whenever a revo- the Black Panthers. In effect, Genet finds in revolu- lutionary process is closed down in a constituted tionary movements the same ceremonial constitu- power – a sovereign identity, a state, a nation – the tions he worked to create in his own novels and revolution ceases to exist.[17] In the same way revo- plays, cast now on a larger scale.These groups man- lutionary time should be conceived as a constituent age to live, for varying durations, an open, constitu- time in contrast to the constituted, homogeneous, ent history. empty time of sovereign powers. Revolutionary d 57 d 58 Valeriano López, LIBRE DE CULPA, 2003 (Courtesy: the artist) time finally marks our escape from prison time into a full mode of living, unforeseeable, exposed and open to desire. Prison time, however, will always return as soon as that revolutionary time is closed down, as soon as rebels allow the revolt to congeal, as soon as a constituted power is erected. We do not break out of prison once and then remain free; our alternative existence must be a continuous project in perpetual motion. Revolutionary time is a never-ending means without an end. Any end would destroy it. Genet will only tolerate this new constituent time: “[T]he day when the Palestinians are institutionalized, I will no longer be at their side; the day when the Palestinians become a nation like another nation, I will no longer be there” (Interview with Wischenbart, Oeuvres complètes, 6, p. 282). Genet will betray the Palestinians, as he will betray any identity, when it has closed down revolutionary time in merely a new sovereignty. Becoming a State like all the others would negate the revolutionary force of the Palestinians.[18] Genet may betray a constituted state but he will never deny the revolutionary force of things. He may betray any identity (in fact, he would happily betray all identities) but he will continuously without fail abandon himself to the constituent time, the ceremonial time, the revolutionary time that always remains open and exposed. This revolutionary time is the time of love 1 - “How could prison not be the penalty par excellence in a society in which liberty is a good that belongs to all in the same way ...?” (Michel Foucault, Discipline and Punish, p. 232). 2 - “Time, operator of punishment.” “Power is articulated directly onto time; it assures its control and guarantees its use” (Michel Foucault, Discipline and Punish, pp. 160 and 108. 3 - “... as for Botchako, if it is true that every prisoner must put in the time to which he was sentenced and as he still had three years to go, his family will not be able to claim his body until three years have elapsed ...” (Miracle of the Rose, p. 234; Oeuvres complètes, 2, pp. 420-21). 4 - “... the inmate tends to feel that for the duration of his required stay – his sentence – he has been totally exiled from living” (Goffman, Asylums, p. 68). 5 - “I love Mettray, that paradise in the heart of royal Touraine” (Miracle of the Rose, p. 171; Oeuvres complètes, 2, p. 366). “I’ve got lots of time for making my fingers fly! Ten years to go! My good, my gentle friend, my cell! My sweet retreat, mine alone, I love you so!” (Our Lady of the Flowers, p. 129; Oeuvres complètes, 2, p. 69). 6 - “Prison regulations concerning criminals are strict and precise, and rightly so – with respect to the code of special justice in the service of beauty ...” (Miracle of the Rose, p. 208; Oeuvres complètes, 2, p. 398). “I secretly love, yes, I love the police” (The Thief ’s Journal, p. 218). 7 - “In general, of course, the inmate is never fully alone; he is always within sight and often earshot of someone, if only his fellow inmates. Prison cages with bars for walls fully realize such exposure” (Goffman, Asylums, p. 25). 8 - “The irremediable is that things are thus as they are, in this or that mode, consigned without remedy to their manner of being. Irremediable are the states of things, however they are – happy or sad, atrocious or beautiful. As you are, – as the world is – this is irremediable.” (Giorgio Agamben, The Coming Community). 9 - “[I]t is the pure immanence of what is not actualized or what remains indifferent to actualization, because its reality does not depend on it. The event is immaterial, incorporeal, unlivable: pure reserve” (Deleuze and Guattari, Qu’est-ce que la philosophie?, p. 148). 10 - See Deleuze and Guattari, Qu’est-ce que la philosophie?, pp. 36 and 151. 11 - The only boss I recognize is a Jew – Spinoza” (Prisoner of Love, p. 296; Un captif amoureux, p. 400). 12 - “When we encounter a body that agrees with our own, when we experience a joyful passive affection, we are induced to form the idea of what is common to that body and our own. (...) We must then, by the aid of joyful passions, form the idea of what is common to some external body and our own. For this idea alone, this common notion is adequate.” (Gilles Deleuze, Expressionism is Philosophy: Spinoza, pp. 282-83). See also, Michael Hardt, Gilles Deleuze, pp. 95-100. 13 - “Since he cannot escape fatality, he will be his own fatality.... He wills his destiny; he will try to love it” (Sartre, Saint Genet). 14 - “[T]he hand of the dice player, raised up high, hovers a moment then turns over and spills the numbers on to the marble, spills fate on to the café table. The dice make a terrible noise as they fall, urgent as the beat of a drum. But now that fate has spoken the gambler’s fingers relax and come beck to rest on the table.” (Prisoner of Love, p. 249; Un captif amoureux, p. 337). 15 - “History is the subject of a structure whose site is not homogeneous, empty time, but time filled by the presence of the now. [Jetztzeit]” (Walter Benjamin, “Theses on the Philosophy of History,” Illuminations, p. 261). 16 - “The awareness that they are about to make the continuum of history explode is characteristic of the revolutionary class at the moment of their action” (Walter Benjamin, “Theses on the Philosophy of History,” Illuminations, p. 261). 17 - “[T]he card game ... it was a style, a principle of deterritorialization ...” (Félix Guattari, “Genet retrouvé.” Cartographies schizoanalytiques, p. 283). 17 - See Antonio Negri, Constituent Power, University of Minnesota Press, forthcoming. 18 - “The idea of accepting some territory, however, small, where the Palestinians would have a government, a capital ... the idea was such heresy that even to entertain it as a hypothesis was a mortal sin, a betrayal of the revolution” (Prisoner of Love, p. 266; Un captif amoureux, p. 359). d 59