Enfoque La historia del primer contacto pacífico con los matsés J erry Long, en su libro Amazonia Reborn (La amazonia renacida, 1970:16) hace las siguientes preguntas: “¿Qué hace salvajes a los indios salvajes? y ¿qué los vuelve amigables?” La fiebre del caucho entre 1880 y 1912 que atrajo a la Amazonia de Sudamérica a muchísimos buscadores de caucho podría ser la respuesta a la primera pregunta. Llevaron no sólo muchas enfermedades, como el sarampión, la viruela y la malaria contra las que los indígenas no tenían defensas, sino que también esclavizaron a muchos de ellos, sometiéndolos a trabajos forzados y cometiendo impunemente abusos y atrocidades que hasta los llevó a matar a los que se resistían y no cooperaban. Con la excepción de un número muy limitado, los matsés pudieron resistir a los patrones caucheros. Sin embargo, el descalabro social que sufrieron las diferentes tribus, y las enfermedades que los caucheros habían llevado por toda la selva afectó mucho el comportamiento de los matsés, quienes viendo que otros grupos nativos y los mestizos robaban a sus mujeres y sus hijas, en un desesperado intento de venganza, aprendieron a hacer lo mismo. 144 ¿Podría sorprendernos que aprovecharan cualquier oportunidad para vengarse, quizá no de los patrones caucheros porque ellos tenían armas de fuego, sino de otros grupos indígenas y de los mestizos cuando se aventuraban a entrar a su territorio? Los matsés también atacaban otras comunidades donde mataban a todos, salvo a las mujeres a quienes llevaban como esposas. La respuesta a la segunda pregunta podría ser el resultado de los siguientes acontecimientos: debido a los excesos brutales de los matsés para proteger su territorio, se dotó de armamento moderno y se dio apoyo aéreo al ejército para romper la resistencia de los matsés y pacificarlos. Sin embargo, los mandos militares, no exentos de compasión humana, decidieron seguir otro curso. Sabían muy bien del éxito que los miembros del Instituto Lingüístico de Verano (ILV) habían tenido en establecer contacto pacífico con otros grupos indígenas en el norte y el sur de la Amazonia peruana. En consecuencia, el gobierno peruano ofreció cooperación y dio permiso para que el ILV tratara de hacer el contacto pacífico con los matsés. Años antes, en 1947, los matsés habían atacado a una familia, matando al padre y llevándose a la mujer, Sofía, y a sus dos pequeños hijos. Sofía fue la mujer de un matsés durante diez años. Cuando el matsés murió, uno de sus hijos la maltrató mucho y ella se vio obligada a huir. Poco después su hijo Lucio también huyó. En 1963 los dos fueron llevados al centro de operaciones del ILV en Yarinacocha por una patrulla militar. Allí la lingüista Harriet Fields comenzó a estudiar y a aprender el idioma matsés, lo suficiente para poder comunicarse en matsés. Esto fue de mucha utilidad en el proceso de establecer contacto pacífico con los matsés. Enfoque E n 1964, un joven que había sido secuestrado de otro grupo, también huyó. Personal del ejército lo recogió. Tenía tanto temor que hasta dar su nombre le producía mucho miedo. Se le dio el nombre de José el mayoruna (el nombre que los foráneos les habían dado a los matsés). También lo llevaron al ILV. A la larga José resultó ser una ayuda eficiente, aunque le llevó mucho tiempo acostumbrarse a un nuevo estilo de vida, y tuvo dificultades para enseñar a las lingüistas el idioma matsés, pues no era su lengua materna, cosa que las lingüistas desconocían. Finalmente, José extrañaba tanto su tierra que decidió regresar a los matsés, quienes lo mataron por haber desertado. Desde noviembre de 1966 hasta febrero de 1967, de mayo a agosto de 1967 y, otra vez, desde junio hasta noviembre de 1968, Harriet Fields y su compañera Hattie Kneeland acamparon a orillas de un río, a poca distancia de una comunidad matsés que los pilotos del ILV habían ubicado. Sin embargo, no hubo contacto como resultado de sus esfuerzos. El intento se reanudó en julio de 1969, cuando se pudo ubicar otra comunidad en un lugar remoto, a orillas de un tributario del río Chobayacu. Las lingüistas hicieron varios vuelos sobre la comunidad, dejando caer regalos desde la avioneta, y hablándoles a través de un altoparlante instalado sobre el ala. Los matsés se entusiasmaron mucho; pero las lingüistas sólo podían mostrar amistad a setenticinco kilómetros por hora cuando volaban por encima de los árboles. Cuando los matsés oyeron que les hablaban en su lengua a través de un altoparlante desde una avioneta que volaba sobre su comunidad construyeron una plataforma grande donde pudiera aterrizar ese “pájaro grande”. Como eso no ocurrió, siguieron las instrucciones del altoparlante de ir al río. Allí encontraron a las dos lingüistas que habían acuatizado en la avioneta. Entre tanto, dos hombres machiguenga y un joven norteamericano que había vivido con sus padres entre los machiguenga, comenzaron a hacer una trocha hacia la comunidad de los matsés. Mientras las lingüistas sobrevolaban la comunidad, habían visto algunas pieles que los matsés estaban secando sobre el suelo. Hablando a través del altoparlante, ofrecieron intercambiar las pieles por artículos de primera necesidad. Los matsés aceptaron e hicieron el intercambio, lo cual les inspiró más confianza. Unos hombres matsés fueron a darles el encuentro y las invitaron a su comunidad. Al terminar ese día, ya de regreso a la avioneta, las lingüistas invitaron a un hombre matsés a comunicarse por radio con el personal del ILV en Yarinacocha. Dijo: “Vinimos aquí con miedo, pero ahora no tenemos miedo. Todo está bien”. C uando las lingüistas regresaron para a vivir entre los matsés, aprendieron a comunicarse con ellos. Poco después, fueron incorpo- 145 radas en la estructura de parentesco. Por varios años no trataron enseñarles nada, sino de aprender todo lo que podían de su estilo de vida, incluso las prácticas de adorno personal, la iniciación de los jóvenes a la vida adulta, etc. Se limitaron a observar, sin tratar de introducir cambios, sólo ofrecían ayuda médica y trataban de adaptarse a la cultura. Así se incorporaron poco a poco al sistema de parentesco de los matsés.