Prefacio “D ime lo que comes, y te diré quien eres.” La célebre máxima de Brillat-Savarin expresa con propiedad la relación de los individuos con la alimentación. En efecto, podemos considerar que alimentarse es un acto biológico, pero comer es un acto social y cultural. Los diversos procesos que ocurren desde la preparación de los ingredientes hasta su ingestión son responsables de retirar la apariencia neutra de los alimentos y revelar las peculiaridades culturales en que están insertos. De hecho, el acto de comer involucra, por un lado, influencias de estructuras que son el resultado de procesos históricos complejos y, por otro, la naturaleza idiosincrásica de cada individuo. El cultivo y la selección de los alimentos, su preparación, el modo de servir, los modelos de comportamiento a la mesa y las concepciones sobre alimentación y sobre las comidas están enmarcados dentro de manifestaciones culturales y estructuras sociales más amplias. Uno de los elementos más significativos de la relación entre comida y cultura es la memoria gustativa. La asociación entre un determinado sabor y una circunstancia específica ocurre, frecuentemente, a nivel individual. No obstante, esa relación también ocurre en el ámbito de la sociedad en su conjunto. Los brasileños que viven en el exterior, así como cualquiera que haya tenido la oportunidad de conocer Brasil, seguramente tendrán buenos recuerdos del país al paladear, donde sea, una feijoada, un acarajé, una caipiriña o una buena cachaza. De la misma forma en que existe la “nostalgia de la comida de la abuela”, también existe la “nostalgia de la comida de Brasil”, una memoria gustativa al mismo tiempo individual y colectiva, que constituye un elemento esencial para la consolidación de lazos de identidad. Pero, ¿qué es la gastronomía brasileña? Ella no se resume, evidentemente, a los productos típicos de Brasil, como la mandioca, por ejemplo. Se trata de una culinaria compleja y dinámica, caracterizada por la absorción de productos, técnicas y estándares de consumo que definen hábitos alimenticios típicos de Brasil. En efecto, en un país con la dimensión y la riqueza cultural de Brasil, la definición de un único hábito alimentario significaría la creación de estereotipos que reducirían la apetitosa diversidad de la mesa brasileña. En este sentido, los textos que integran la presente edición de la revista Textos de Brasil reflejan un poco de esta diversidad. NaturalmenTextos de Brasil . Nº 13 te, el amplio espectro de productos, técnicas y hábitos alimenticios de Brasil no se agota en esta recopilación, porque tal empresa sería imposible. Esta publicación es un aperitivo, una invitación para que los amantes de la buena mesa conozcan el delicioso mundo de la gastronomía brasileña. Esta versión de la revista fue dividida en cinco secciones. Como entrada, un conjunto de textos que presentan algunas reflexiones sobre la formación gastronómica brasileña. Relatan la mezcla de alimentos que se produjo en Brasil y la formación de los hábitos alimenticios de su pueblo, y presentan ejemplos de algunas de sus manifestaciones en la sociedad. A continuación, el lector encontrará textos que abordan algunas preferencias nacionales, es decir, alimentos que son apreciados en una parte significativa de Brasil, por los más diversos grupos sociales: la feijoada, la mandioca y los dulces brasileños. A continuación, son presentados los principales platos de la variada culinaria brasileña. Son algunas de las expresiones de nuestras gastronomías regionales, que, aunque no consigan agotar el vastísimo repertorio de platos y hábitos alimenticios típicos de determinadas regiones del País, denotan un poco de la riqueza gastronómica que forSabores de Brasil ma parte de la diversidad cultural brasileña. En seguida, algunas bebidas brasileñas: la caipiriña, la cachaza y el vino brasileño. Si la caipiriña y la cachaza son bebidas de amplia aceptación internacional, las cualidades de los vinos producidos en Brasil todavía son poco conocidas en el ámbito internacional, a pesar de estar logrando cada vez mayor prestigio. La última sección presenta un glosario de los productos típicos de la gastronomía brasileña, que corresponde a los términos que salen en negrita en los artículos. De ese modo, los textos constituyen una visión de conjunto de la gastronomía en la cultura brasileña. El objetivo de esta edición es despertar la nostalgia de la comida de Brasil, en quienes, brasileños o no, tuvieron el privilegio de saborearla. A quienes todavía no tuvieron esa oportunidad, se espera que este aperitivo les incite a conocer el universo gastronómico brasileño. Como sería irresponsable atizar el apetito del lector sin ofrecerle medios para aplacar el deseo de comer; se recomienda la utilización del cuaderno de recetas presentado en anexo. ¡Buena lectura y buen provecho! Coordinación de Divulgación Eddy Stols El mestizaje de los alimentos Sabores de Brasil E l puré de mandioquinha (arracacha) acaba de conseguir en las mesas parisinas su consagración gastronómica por unos chefs renombrados, mientras que, en Bruselas, en las recepciones de los tecnócratas europeos, circulan bandejas de empanaditas de gambas preparadas por anónimas cocineras brasileñas. Conjuntamente con la reedición de las obras pioneras de Luís da Câmara Cascudo y Eduardo Frieiro sobre la historia de la alimentación brasileña y con publicaciones premiadas internacionalmente, como la serie La formación de la gastronomía brasileña del Senac (Servicio Nacional del Aprendizaje Comercial), no faltan señales de que la gastronomía brasileña ya reivindica su lugar dentro de la cocina mundial. En realidad, ya en el siglo XIX, los menús europeos presentan los consomés a la tapioca (especie de caldo hecho de tapioca, una goma granulosa retirada de la mandioca) y las brésiliennes (tartas o helados con coberturas de nuez de Brasil, más conocida en el país como castañas de Pará). Y qué decir de los primeros siglos del periodo colonial, cuando las tierras brasileñas encabezan la mundialización de los alimentos, siempre y cuando se considere el intercambio de América no apenas con Europa, sino también bos, pimientas, palmeras de dendé. En el interior penetran la pecuaria y la avicultura, no apenas de origen europeo, sino también las gallinas de Angola y los cebúes. La gastronomía brasileña nace híbrida e integra en este mestizaje continuo no sólo productos y preparados portugueses e indígenas, sino también africanos y asiáticos. Como tal, se desarrolla muy temprano como una de las culinarias más mundializadas, incluyendo a todas las regiones y sectores sociales, pero sin ceder en materia de originalidad frente a las más reputadas culinarias de las Américas, la mexicana y la peruana. Indiscutiblemente, dichas culinarias tienen una fama mayor, por tratarse de culturas más estructuradas y, consecuentemente, mejor descritas por los cronistas de la conquista. Bernardino de Sahagún y Bernal Díaz del Castilla se encantan de la riqueza de los mercados indígenas y la magnificencia de los banquetes de Montezuma, con productos como el cacao. Hasta las tapicerías de Flandes promueven en su decoración a la llama, “el cordero de los Andes”. Al mismo tiempo, los conquistadores españoles organizan más sistemáticamente la transferencia de su agricultura y ganadería al Nuevo Mundo. El gran banquete organizado en 1538 por el conquistador Hernán con Asia y África. En manos de los portugueses, la mandioca se convierte en la sustancia de base en África, los frutos secos del anacardo – la castaña de cajú - se familiariza en los curris de la India, el boniato se implanta en la isla japonesa de Kiushu, al mismo tiempo en que las broas del Minho ocupan el primer lugar en la substitución de los cereales europeos por la harina de maíz, como en la polenta del Véneto. Mientras tanto, las áreas costeras brasileñas se enriquecen con cocoteros, plátanos, mangos, árbol de jack, yam- Cortés en la capital de Nueva España demuestra esa autosuficiencia. En aquel momento, ya funciona allí la primera taberna de estilo español. Poco después, grandes conventos femeninos elaboran sofisticados compendios de recetas para recibir a sus visitantes masculinos. En comparación, la gastronomía luso-brasileña tiene una apariencia modesta y hasta trivial. Si en España el movimiento editorial de libros de cocina es tan precoz y abundante como en Italia o Flandes, solamente en 1680 se publica en Portugal el Arte de cocina, de Domingos Rodrigues, y en 1780 el Cocinero moderno, de Lucas Rigaud, los Condimento de la India preparado con la mezcla de diversas especierías, destacándose el azafrán. Textos de Brasil . Nº 13 Frutas. J. B. Debret. dos únicos libros de gastronomía impresos durante todo el periodo colonial. Si el maíz recibe de los jesuitas españoles en pinturas y esculturas un status eucarístico de pan divino, la mandioca nunca es tratada con prestigio en la iconografía y permanece relegada como una raíz casi diabólica para fomentar la pereza. Casi desconocidas o manuscritas permanecen obras generales, que exploran la comestibilidad de la generosa fauna y flora brasileñas, tales como el Tratado descriptivo de Brasil (1587), de Gabriel Soares de Souza, o los Diálogos de las grandezas de Brasil (1618), de Ambrósio Fernandes Brandão. Ese descuido se podría atribuir a la controvertida política de sigilo, ya que no le conviene a la Corona portuguesa revelar aún más el rico potencial nutritivo de las capitanías brasileñas, divulgado en publicaciones de viajeros o en las cartas jesuíticas. El valor estratégico de la mandioca – que suministra víveres baratos y sanos tanto para soldados, como para esclavos – no debe ser anunciado con estruendo a los cuatro vientos. Otra explicación posible es que Portugal da más atención a las especierías y frutas de las Indias orientales – permitiendo incluso que se imprima en Goa, en India, los Coloquios de los simples y drogas de la India (1563), de Garcia da Orta. Nada similar se publica en aquel entonces sobre las plantas y frutas brasileñas. Sabores de Brasil Esta visibilidad menor es consecuencia, en gran parte, de su propia creación: un proceso lento y difuso, con menor intervención de las elites y mayor participación popular – particularmente femenina y africana e incluso de indígenas. En Grandeza y abundancia de Lisboa en 1552, João Brandão presenta a su ciudad como una inmensa plaza de alimentación. Brandão cuenta, además de los taberneros, reposteros, carniceros, confiteros, “quinientos hornos de pan y mil mujeres que viven de vender pan asado y preparado, por sí o a la venta”, y centenares de cuscucerías, reposterías, triperías. Otras mujeres venden queso fresco, mantequilla cruda y cocida, fideos, habas y ciruelas cocidas, postas de pescado frito, patos, liebres y otros animales de caza, gambas y moluscos, alféolas, gergilada, pinhoada, frutas en conserva, mermeladas y naranjadas a las personas que parten a la India y Guinea o asan sardinas en la Ribeira. Limpias, ricas, con sus “cadenas al cuello, joyas, brazaletes en los brazos”, muchas de ellas son africanas, esclavas o libertas, antecesoras de las negras de tabuleiro en Brasil. Masa de azúcar o melaza, consistente, que amasada con las manos se vuelve blanca. Es usada para hacer caramelos. Dulce preparado con semillas de sésamo o ajonjolí. Dulce hecho con miel y piñones. N. del E: Negras vendedoras que ofrecian sus productos en bandejas. 10 Textos de Brasil . Nº 13 En muchos pequeños navíos zarpando de los puertos del norte de Portugal hacia las costas africanas o brasileñas, los marineros improvisan una gran parte de las provisiones. Comensales extranjeros, como el veneciano Cadamosto (1455) o el flamenco Eustache Delafosse (1479), cuentan orgullosos que así probaron el vino de palmera, los huevos de avestruz, la carne de tortuga, cortada y salada como si fuera tocino, e incluso la carne de elefante, mucho menos sabrosa. Mientras los marineros de la Compañía de las Indias Orientales holandesa comen en grupos de siete, en un único cuenco, con alimentos estrictamente regulados, las naves portuguesas parten sobrecargadas con gran variedad de exquisiteces, y cada uno cocina su propia comida a su gusto, pero dispuesto a compartirla. A bordo, pasan el tiempo pescando; en tierra firme, cazando o recolectando. Esa gula – y las frutas cítricas que combaten el escorbuto – explican que el índice de mortalidad en los navíos portugueses sea menor. Desde el inicio de los descubrimientos, la alimentación portuguesa ya se caracteriza por un raro eclecticismo, equilibrado entre los productos del mundo atlántico y mediterráneo. Con tierras altas y bajas, climas diversos, muchos ríos y el las manzanas, peras y cerezas hasta la exuberancia meridional de los higos, melones, granadas y almendras. No desprecian ninguna carne, destacándose en la matanza ritual del cerdo y en la charcutería de sarrabulho y chorizos. Aunque les gusten los lechones, corderos y cabritos, raramente comen becerros y terneros, quizá porque el ganado es utilizado sobre todo para tracción y producción de productos lácteos. En el mar ningún pescado se les escapa, desde el atún hasta las sardinas – pasando por todos los moluscos. Con esta “gastronomía del agua”, son pioneros en la substitución de los excesos carnívoros medievales por la nueva moda de consumo de pescados de la época moderna. Además, la influencia de Oriente Medio, a través de la duradera presencia árabe y judaica, los familiariza con el arroz, dulce o frito en la olla, con la masa hojaldrada y la conservación de frutas en miel y azúcar, aprovechando productos casi insípidos, como cidras y membrillos. La reconquista rápida facilita la circulación interna y las ferias y la larga fachada marítima invita a la navegación, de manera que los portugueses están entre los primeros mercaderes negociantes de grandes cargas de comestibles, en vez de dedicarse más a los textiles. En su comercio con el mar a corta distancia, los portugueses combinan la agricultura, el pastoreo y la pesca con la caza y con la recolección. Sus cocinas alternan pucheros, guisos y asados, hornos y planchas, grasa de cerdo, aceite, óleos y mantequilla. Compensan los cereales caros con castañas, leguminosas y raíces más baratas. Pocas dietas europeas incluyen tantas hortalizas, coles, calabazas, nabos y cebollas. Sus condimentos mezclan especierías preciosas como el azafrán de Castilla y el clavo de olor con ajos, cilantros, hinojos, hierbas perfumadas y otras hierbas recolectadas en el campo. Sus frutas varían desde la delicadeza nórdica de norte de Europa, valorizan sus frutas secas, sus cítricos y vinos, su sal, que cambian por arenques secos del Mar del Norte, tocinos y quesos de Flandes, quizá menos sabrosos, pero de buena conservación en viajes prolongados. Por esta gula indiscriminada, los omnívoros portugueses estan mejor preparados para aventurarse en las incógnitas alimenticias de los nuevos mundos. Para la supervivencia, pero también por curiosidad, proban todos los productos comestibles y similares, pasibles de ser- Sabores de Brasil Guisos de menudos y sangre de carnero o cerdo. 11 Colonos. Di Cavalcanti (1940). vir para la aplicación de sus técnicas culinarias. No se contentan con los substitutos de la comida más apreciada en Portugal, se atreven también a probar novedades, sin sentimiento de culpa por tanta abundancia paradisíaca, casi pecaminosa. No todos aprecian los manjares locales. El marqués de Lavradio ya se queja, al llegar, en 1768, de que los alimentos de la tierra son “insoportables, pepinos de San Gregorio”. El ilustrado bahiano Luís dos Santos Vilhena desprecia las “viandas aburridas, tales como ‘mocotós’, es decir, patas de vaca, carurus, vatapás, papilla de maíz, pamonha, canjica, acaçá10, acarajé, bobó, arroz de coco, frijol de coco, polenta, pão-deló de arroz, o incluso de maíz, rollitos de caña, dulces de infinitas calidades”. Al menos, su lista revela un primer inventario de la gastronomía brasileña. Peor todavía es la bebida: “es un agua Conocido también como “pepino del diablo”, es una planta nativa del Mediterráneo. Comida afrobahiana a base de quingombó, gamba seca y cacahuete. Tradicional plato de la cocina afrobahiana, con pescado o crustáceos mezclados con una papilla de harina de mandioca, salsa de dendé y pimienta. 10 Especie de bollo de arroz o de maíz, común en la comida afrobahiana. 12 sucia hecha con miel, y ciertas mezclas que llaman aluá11, que es un tipo de limonada para los negros”. Felizmente no faltan observadores perspicaces como Fray Cristóvão de Lisboa en la Historia de los animales y árboles del Maranhão (1627), el soldado sajón Zacharias Wagener en su Zoobiblion, libro de animales de Brasil (c. 1634-1641) o el jesuita João Daniel en el Tesoro descubierto en el más alto río Amazonas (alrededor de 1758-1776), que registran encantados esa maestría panadera para extraer todo el provecho posible de la mandioca para producir harinas finas, bollos de carimã12 y beijus13. Destilan vinos y licores del anacardo, de la piña o del jenipapo (jagua). El zumo de la fruta de la pasión en vinagre acompaña bien al pescado, en una receta recuperada cuatro siglos más tarde por estrelados chefs pernambucanos. Encuentran aves zancudas de buena carne blanca, en tanta cantidad como los capones y tan fina Bebida refrescante hecha con piña o arroz, azúcar y limón, vendida comúnmente por las negras en las ciudades coloniales. 12 Bollo preparado con masa consistente de mandioca, en forma de discos achatados, secados al sol. 13 Especie de galleta de mandioca o tapioca, asada y enrollada en forma de canuto. 11 Textos de Brasil . Nº 13 como las perdices. Por poco, el guaiamum (un tipo de crustáceo) sería comparable con el dazha, un cangrejo elogiado por poetas y pintores chinos. Con la grasa del manatí, preparan mantequilla, “cada uno da treinta y más cántaros, y además mucho aceite de la cola”, y con la carne, parecida a la del cerdo, “se hacen embutidos, chorizos y paios (embutidos de cerdo), que salpresos14 tienen el gusto de los mejores jamones de Lamego” – esos embutidos de manatí llegan a ser enviados a Portugal. Fray Cristóvão muestra también un sentido poco común para distinguir entre las preferencias alimenticias de indios y africanos, que considera como siendo grupos confiables en estas experiencias gustativas. A los negros, por ejemplo, les gusta el yorotí, un tipo de paloma silvestre, que, como las palomas del viejo continente, mantiene fidelidad al compañero durante toda la vida. Por causa de esa calidad de las aves, los africanos se las daban a comer a sus mujeres “para que no conversaran con otro hombre”. Exilado en su prisión portuguesa, el jesuita Daniel sueña con el tacacá, “un poco de agua hervida con harina carimã, y con sus rayos de tucupí y picante de malagueta”, el açaí, la maniçoba, “mejor que la col en la olla” y la mermelada de la fruta de la pasión, que él traga “como quien come huevos calientes”. “Las mayores naranjas de Europa se sacudirían dentro de las brasileñas”. Los frutos secos del anacardo “asados se mofan de las castañas de Europa”, se mezclan con las legumbres o “a las almendras y confites, cubriendo las tostadas de azúcar”. En las cosechas del interior, los habitantes “hacen banquetes” con las tortugas pequeñitas, que, recién salidas de los huevos, “asadas son unos chicharrones que nada tienen a envidiar a los de cerdo. Con algunos meses, de un palmo o poco más, con una brecha en el pecho 14 Carnes saladas conservadas al sol. Sabores de Brasil para limpiar y rellenar con condimentos, vinagre, cebolla y asadas son un asombro”. Con cada gran tortuga hacen “siete o más platos diversos: primero el sarapatel15, segundo el sarrabulho, embutido que incluye sangre, tercero el pecho asado, cuarto el fricasé16, quinto el puchero, sexto la sopa, séptimo el arroz. Eso es lo más común, porque en casa particulares preparan aun más guisados. Si es de las mayores, una única tortuga puede darle de comer a una comunidad”. Como a cualquier portugués, le encantan excesivamente las yemas de huevos y precisamente los huevos de tortugas son “casi todo yema, con un pequeño círculo de clara, excelentes para hacer huevos blandos”. Los alimentos brasileños se valorizan en esas evocaciones nostálgicas, que parecen glorificarlos de la misma forma en que las palabras de Marcel Proust celebran a la madeleine de la confitería francesa. Ante la falta de libros de recetas y libros de cocina, una abundante documentación colonial puede rescatar la historia de la gastronomía luso-brasileña. Textos indispensables para realzar su autoestima, que estaba demasiado baja, sofocada por el extranjerismo en los templos paulistas y cariocas de la gastronomía o culpabilizada en la perspectiva del hambre y de la subnutrición. Eddy Stols Profesor emérito de la Universidad de Lovaina, Kuleuven, Bélgica Artículo originalmente publicado en la revista Nossa História año 3, n.29, Marzo del 2006, pp. 14-19. Plato preparado con sangre y menudos de cerdos u otro animal, condimentado con perejil, laurel, cebolla, ajo, comino, clavo y zumo de limón. 16 Cualquier preparado culinario hecho de carne, pescado o pollo picado, cocinado en fuego suave con cebolla, perejil, pimienta, nuez moscada y otros condimentos. 15 13 Paula Pinto e Silva La cocina de la colonia U na tierra en la que “todo lo que se planta crece”. Esta es la máxima de las crónicas y de los relatos de los viajeros extranjeros, que presentan a las nuevas tierras como siendo deliciosamente ricas en especies alimenticias, plantadas, cultivadas, y también especies nativas, nacidas sin orden, al sabor del viento, de la tierra abundante y del clima propicio. Por no tener compromisos con la sociedad que lo recibía, la mirada del viajero se volvía única en el sentido de extrañar y captar las diferencias, buscando en ellas alguna semejanza con lo que ya era conocido y ofrecía una versión de los hechos. Sabores de Brasil 15 Así es que se describe una tierra llena de pomares, repleta de aguacates, açaís, ananás, cajás, ingás, jacas (frutas de jack) y membrillos, sin dejar de mencionar los diversos tipos de plátanos, naranjas y mangos diseminados por todo el territorio. Huertos repletos de perfumes y condimentos, como ajo, cebolla, cebollino, perejil, cilantro, laurel, nuez moscada. Las pimientas, amarillas, rojas, verdes, pimenta-castanha, pimenta-cumarim, pimenta-malagueta (guindilla), pimenta-fidalga. Verduras y hortalizas, tales como calabazas, espárragos, maxixes, nabos, palmitos, pepinos, quingombó, además de las raíces y tubérculos nativos, como la mandioca, el boniato, el cará, el ñame, y de los deliciosos mangaritos (malanga amarilla) que alegraban los ojos de los viajeros y dejaban, en los relatos, una sensación de hacerse la boca agua. Una variedad enorme de peces, mariscos, crustáceos, carnes de todos los tipos, insectos comestibles, aves en profusión, cerdos criados en el patio. Pero, si las posibilidades eran tantas, ¿cómo explicar las constantes quejas – en cartas reunidas por Capistrano de Abreu y Sérgio Buarque de Holanda –, por parte de los habitantes que intentaban acostumbrarse a las nuevas tierras, de la falta de alimentos, de la carencia y de la escasez de comida en este periodo? La investigación de los alimentos y prácticas alimenticias en la América portuguesa sigue los cuatro caminos de colonización y población que pueden ser definidos como: la colonización costera, de Pernambuco y Bahía, principalmente, caracterizada por el monocultivo de la caña de azúcar; los frentes de expansión y reconocimiento de territorio, en dirección al Norte, acentúan la corrida por las llamadas “drogas del páramo”; la colonización tierra adentro, partiendo de la Villa N. del E: maxixe es una hortaliza tradicional del Nordeste, de origen africana y de la familia de las cucurbitaceas. 16 Así es que se describe una tierra llena de pomares, repleta de aguacates, açaís, ananás, cajás, ingás, jacas (frutas de jack) y membrillos, sin dejar de mencionar a los diversos tipos de plátanos, naranjas y mangos diseminados por todo el territorio. de Piratininga, São Paulo, llegando a la región de Minas Gerais; y, finalmente, el surgimiento de la ganadería en el interior de Brasil. Desde la década de 1530, el litoral de las llamadas tierras nuevas es motivo de conflicto y disputas. La región que va desde la capitanía de Pernambuco hasta la de São Vicente recibió las primeras mudas de caña y los expertos en la fabricación del azúcar. A pesar de las particularidades de ese sistema de producción, marcado por la esclavitud, fue en las cocinas de la casa señorial y en sus alrededores – los huertos, pomares y patio – que las señoras portuguesas se vieron obligadas a modificar y adecuar a sus hábitos más íntimos, eliminando las cocinas y chimeneas de estilo francés y utilizando las posibilidades indígenas y negras de cocinar fuera de la casa, debajo del cobertizo, limpiando y cortando la carne en el jirau (armazón de madera), y utilizando los métodos para asarlas o ahumarlas en el moquém (asador de varas). En los documentos, se observa la utilización de muchos espacios como cocina, y que cambiaban de acuerdo con el clima y el menú, permaneciendo, en general, la cocina “sucia”, Textos de Brasil . Nº 13 Molino de Mandioca. Butler. Litografía, 1845. del lado de afuera, donde se cortaban y limpiaban las carnes y donde se preparaban los dulces que exigían mucho tiempo, como el de guayaba y del membrillo, y la cocina de adentro o “limpia”, donde se preparaba todo tipo de dulces finos. Con toda la fuerza de trabajo orientada hacia la producción del azúcar, no es difícil confirmar las constantes quejas de escasez de alimentos, por los menos los que eran conocidos, como la sal, la harina del reino, el aceite dulce y el vino, y verificar que la comida cotidiana de los ingenios era más simple, monótona y menos sabrosa de lo que describían los viajeros. Una dieta basada en productos “de la tierra”, basada en la harina de mandioca, por peces y carnes de caza casi siempre secas, con excepción de la carne de cerdo, cocida o asada, frijoles de caldo aguado y tubérculos comidos cocidos. A pesar de la enorme cantidad de árboles de la región, naturales o cultivados, el consumo de frutas frescas no era común entre la gente bien. La mezcla del producto más precioso – el azúcar blanco – con piñas, calabazas, naranjas y papayas, en forma de compotas, dulces secos o en almíbar, revela una manera original de conservar las frutas en clima tropical, así como de introducir, de modo dulcificado, nuevos sabores a un paladar todavía nostálgico de sus dulces preparados a base de huevos, harina de trigo, canela y castañas. La raSabores de Brasil padura, dulce rústico hecho con azúcar moreno, duro como un ladrillo, constituía un excelente substituto para el dulce de azúcar y era mejor que ellos como buena munición de boca, fácil de producir, fácil de cargar y fácil de conservar. La melaza – como era conocida la miel extraída de la caña – mezclada con la harina de mandioca, o de maíz, podía tanto servir para eliminar el gusto de sal de la boca de los señores blancos como para ser el plato principal de los negros esclavos, cuya alimentación estaba basada en un enorme consumo de mandioca cocida o con harina, el maíz machacado, pisado, quebrado o triturado como harina, frijoles y algunos tubérculos nativos, además de los plátanos y las naranjas. El consumo de los alimentos en las propiedades de monocultivo de caña de azúcar estaba, por lo tanto, basado en lo que se podía producir en las brechas de un gran sistema subordinado al mercado externo, resultando en una gran cantidad de harina de mandioca, frijoles de diversos tipos, boniatos, maíz y cará comidos con poco rigor, además de una cultura del dulce, cristalizada en la mezcla de las frutas con azúcar refinado y simbolizada, popularmente, por la rapadura. En la región fronteriza del territorio, situada al Norte, en el llamado Gran-Pará, el consumo de los alimentos tuvo un destino poco diferente. Con la misma intención de defender sus tierras, 17 Mercado y feria . Edgar de Cerqueira Falcão. Acuarela. colonos portugueses se infiltraron en la región Amazónica, aprovechando la ausencia de los jesuitas expulsados por el Marqués de Pombal y disfrutando, incluso, de la infraestructura de las antiguas aldeas. Eso implicaba la explotación del trabajo indígena en la búsqueda de las “drogas del páramo”, organizada en expediciones para encontrar clavo, canela, castañas, zarzaparrilla y anís. También el acceso a la selva y a sus productos dependía, exclusivamente, del conocimiento indígena. Fue de ese modo que los colonos, más que en otros lugares, encontraron un tipo de alimentación basada en la caza y en la pesca de especies poco conocidas, además del consumo de frutas silvestres. La región amazónica proporcionó a una pequeña parte de la población colonial el gusto pegajoso de la grasa de tortuga, el sabor del manatí, asado en hojas, del caimán preparado a las brasas, de las verduras cocidas y de las pimientas estupefacientes. El caso de la Villa de Piratininga también es muy especial, ya que, al contrario de las regiones litorales, volvió a las formas de abastecimiento interno. El impulso económico de su progreso fue dado por los productos agrícolas de subsistencia. 18 La imposibilidad de un gran cultivo es determinada, primeramente por el suelo, con muchos manglares y pantanos. De espaldas al litoral, el núcleo humano que daría inicio al desarrollo de la villa fue empujado en dirección al planalto, a la búsqueda de oro, indios y piedras preciosas. Al mismo tiempo, se desarrollaba un cultivo de subsistencia, que hasta aquel momento era ignorado por los grandes propietarios de tierra del lugar. Ese tipo de agricultura desempeñó el papel de desbravar y poblar la tierra, estableciéndose en regiones menos fértiles y cada vez más interiores del territorio, tendiendo a una constante movilidad. En este escenario de espacios improvisados y precarios, los extranjeros adoptaron hábitos propios de las poblaciones indígenas, y de sus esclavos, con las cuales convivía la mayor parte del tiempo. En el interior, la caza y la pesca asadas sobre las brasas o amasadas con harina alimentaban a los exploradores y sus esclavos. Para que la subsistencia estuviese garantizada, se plantaban en los senderos de algunas huertas de maíz, frijol, mandioca, plátano, boniato y cará, creándose así, una “despensa” propia de tierra adentro, basada en los cultivos indígenas de los pueblos de idioma tupí-guaraní encontrados en el planalto. Así, Textos de Brasil . Nº 13 Angolana con la azada (c.1660). se comía con las manos una mezcla constante de harina de maíz, frijol sin caldo y, eventualmente, un pedazo de carne o pescados secos. Por último, como género de subsistencia, está también la carne bovina. La inserción del hombre blanco y del mestizo en el territorio del interior para el desarrollo de la actividad pecuaria contribuyó a que el consumidor final encontrase una carne fresca sin grasa y dura, casi podrida. Secar la carne al aire y al sol en finas capas, acción facilitada también por la falta de humedad natural del interior, la hacía más apropiada para el consumo y el almacenamiento. Así como las compotas dulces, que conservaban a las frutas en azúcar, así como la transformación de los cereales y raíces en harina, el charqui se consolidaba como un excelente alimento adaptado al clima y a la necesidad de provisiones, en una tierra todavía precaria en materia de comercio y generación de excedente de productos básicos. En este panorama de abundancia, salta a los ojos, sin embargo, la recurrencia de un tipo de alimentación permeable a los diversos contextos estudiados. Se trata de alimentos retirados de un modo de producción de subsistencia, ajustada al medio, al mismo tiempo en que dichos alimentos Sabores de Brasil eran adaptados a un paladar más húmedo, como era el portugués, acostumbrado a las comidas cocidas y con caldo. Una comida sin refinamiento, ni ceremonia, ni ritual, preparada para ser comida solitariamente o en grupos formados al azar. Un menú ordinario y común, compuesto por harina de maíz, de mandioca, de pescado, un pedazo de charqui y la mezcla mojada por el caldo de frijol, de las habas o de las verduras, constituyendo el trío culinario del Brasil colonial. Por lo tanto, por tras de ese sistema hay un modo concreto de preparar comida y de comer, que se refiere, más que al alimento en sí, a los procedimientos originales de conservación en los trópicos, a los ajustes necesarios para la subsistencia y la supervivencia, a la negociación entre valores tales como jerarquía, desigualdad y hambre. Paula Pinto e Silva Doutoranda em Antropologia Social pelo Departamento de Antropologia da USP e autora do livro “Farinha, feijão e carne-seca. Um tripé culinário no Brasil colonial.” São Paulo: Editora do Senac, 2005. Articulo originalmente publicado en la revista Nossa História año 3, n.29, Marzo del 2006, pp. 20-23. 19 Ricardo Martins Rizzo Política, literatura y alimentación: José de Alencar José de Alencar y los sabores disonantes de la nación U na de las ideas más difundidas sobre la definición de una nación es la de que ella sería una “comunidad imaginada”. El surgimiento de estados nacionales, la instauración del monopolio del uso legítimo de la fuerza sobre un territorio y un pueblo determinados, fue siempre un hecho político y cultural que tuvo que recurrir a la imaginación para afirmarse como sentido. Esencialmente, la imaginación era necesaria para probar que a cada nación le correspondía una unidad. Y aún más: la tarea cultural y política de imaginar una nación – es decir, de proyectar un ideal de unidad sobre una realidad muchas veces variada y contradictoria – era también una tarea colectiva. La comunidad imaginaria debe ser imaginada cada día, por todo el grupo, bajo riesgo de disgregación. La imaginación de la nación es, por eso, al mismo tiempo subjetiva y colectiva – convierte a las imágenes en valores sociales compartidos. Para que estos valores se vuelvan comunes, es necesario buscar imágenes reconocibles activamente por Sabores de Brasil todos. Por dicha razón, no es posible imaginar a la nación a partir de un vacío. Para que esa imagen aparezca, es necesario “montarla” con los elementos que ya se encuentran en cierta manera “prontos” – el idioma, la historia, los hábitos, la cultura, las tradiciones, las costumbres, los sabores. A pesar de ser imaginada, la nación no es una creación arbitraria. Ella es, sin lugar a dudas, un “artefacto” político; sin embargo, el “arte” involucrado en su creación se refiere a la identificación de los elementos comunes al colectivo, y a su proyección en una narrativa que es una especie de “biografía colectiva”. Esa narrativa debe tener la capacidad de conducir – imaginariamente – a todo el grupo hacia un destino histórico común. No es casual que el arte, en particular la literatura, desempeñara siempre una función tan importante en esta tarea de imaginar comunidades y destinos de los pueblos. La narrativa literaria tiene la libertad de organizar e imaginar el pasado, dándole nueva forma y significación. En Brasil, desde la Independencia, los escritores 21 románticos, muchos de ellos asociados con la política, preocupados con el rescate/invención de una historia nacional, tomaron para sí la tarea de recoger los elementos de la naciente nacionalidad brasileña, y construir con ellos una imagen coherente y evolutiva de Brasil. José de Alencar (1829-1877) puede ser considerado tal vez el más típico de estos escritores, a pesar de ser un intelectual con actuación claramente independiente, autor de un proyecto político y cultural muy personal. En sus numerosos romances y piezas de teatro, produjo imágenes que atravesaron más de un siglo, transportando símbolos nacionales. Estudió los elementos de la nacionalidad, desde la etnografía indígena hasta los nombres de frutas, aves, árboles, lugares, y supo como pocos darles una forma especial – la forma de una unidad viva – por la cual Brasil, de tan diversas razas y regiones, aparecía y se reconocía como una única nación. Uno de los elementos más importantes en el gran panorama nacional presentado por José de Alencar es el idioma – la base de la construcción simbólica y literaria. Alencar dio al idioma portugués tonalidades brasileñas, sonidos indígenas, modalidades populares, a pesar de que muchas veces parecieran “artificiales”. Registró sonoridades originales, innovando en la sintaxis y en el léxico. Fue duramente criticado por quienes lo consideraban, por esa razón, un enemigo de la pureza del idioma. Su intención era justamente delimitar la diferencia de la forma brasileña de hablar y escribir el portugués. Conjuntamente con la nación, debería nacer un idioma, diferente del hablado por la antigua metrópolis. Para explicar por qué el idioma portugués de Brasil debería ser diferente, Alencar acudía a la autoridad de la ciencia del siglo XIX, y encontró en la filología del alemán Jacob Grimm la explicación que corroboraba su deseo nacionalista: de22 bido a la influencia del medio ambiente tropical, la propia boca brasileña se volvería, con el paso de los años, diferente de la boca portuguesa. Primeramente, por el hecho de que la boca brasileña experimentaría una alimentación exuberante. En el prefacio de su novela Sonhos D’Oro, de 1872, Alencar se preguntaba: “el pueblo que chupa el anacardo, el mango, el cambucá y la jabuticaba, ¿puede hablar un idioma con la misma pronunciación y el mismo espíritu del pueblo que sorbe el higo, la pera, el damasco y el níspero?” No es casual que el escritor, al querer señalar la diferencia del modo brasileño de hablar el portugués, haya hecho alusión, en la divertida metáfora de la influencia del medio sobre el idioma, a frutas tan brasileñas y de nombres tan peculiares, como el caju (anacardo), el cambucá y la jabuticaba. Intentaba fortalecer su argumentación con la evocación poderosa de los fuertes sabores nacionales, que vienen embalados en la pronunciación sonora y franca de sus nombres. El romántico José de Alencar, creador del indio Perí, de héroes y heroínas poderosos y arrebatados por el destino (metáfora y metafísica de la historia), fue también un realista que investigó y describió lo que consideraba eran los elementos cotidianos e históricos de la nacionalidad – mas, de todos modos, elementos presentes en la vida concreta de la colectividad. Con la intención de registrar la vida nacional, Alencar describió no sólo costumbres e historias, sino también las tradiciones y particularidades culinarias de diversas regiones, clases y grupos sociales. Los diversos sabores de la nación integran la atmósfera sensitiva de sus romances, y son piezas importantísimas en la evocación de nuestra exuberancia nacional. N. del E: cambucá es un fruto del árbol de la familia de las mirtaceas. Puede ser comido crudo, como mermelada o compota. N. del E: jabuticaba es un fruto de árbol nativo y muy cultivado de la familia de las mirtaceas. Textos de Brasil . Nº 13 La alimentación es también un elemento de definición de la nacionalidad, lado a lado con la naturaleza, de la cual desciende. Alencar retoma la tradición del cronista Pero Vaz de Caminha, y en la tierra fértil de Brasil identifica los caprichos de una naturaleza que previó la satisfacción de los paladares más audaces – creando incluso el melón, “ese pepino dulce, esa indigestión natural que la tierra, madre cariñosa, tiene el cuidado de preparar para los estómagos deseosos de emociones fuertes”. El héroe más famoso de Alencar, el indio gado por el banquete que la naturaleza prepara a quien, como Perí, sabe recolectarlo. Durante ese tiempo el indio preparaba la simple comida que les ofrecía la naturaleza. Colocó en una hoja ancha los frutos que había recolectado: eran las guayabas, las pomarrosas coloradas, los ingás de pulpa tierna, los cocos de diversos tipos. La otra hoja contenía panales de una pequeña abeja, que había fabricado su colmena en el tronco de una cabuíba, de modo tal que la miel pura y clara exhalaba perfumes deliciosos; se diría que era miel de flores. El indio hizo una superficie cóncava en una hoja palma ancha y la llenó con el zumo del ananás, cuya fragancia es como la esencia del sabor; era el vino que debía servir en el banquete frugal. Perí de O Guarani (que en 2007 cumplió 150 años), simboliza, conjuntamente con Iracema, la “virgen de los labios de miel” que nombra otra de sus más famosas novelas, una comunión completa con la “naturaleza americana”. Son personajes cuyas calidades reflejan atributos de esa naturaleza, y cuyos valores elevados encuentran en la riqueza natural la metáfora más frecuente. El indianismo de Alencar contenía un proyecto literario e historiográfico que le llevaba a reconstruir con meticulosidad casi científica aspectos de la vida de los indígenas brasileños, no sin una dosis de idealización que, más allá de la convención estética del Romanticismo, correspondía a las posiciones políticas del autor. En este registro del indianismo de Alencar, encontramos el esfuerzo de describir los elementos concretos que dan vida a la vida narrada de los indios. Su alimentación comparece como un rasgo característico y revelador, tanto de la inclinación descriptiva como de la idealización. En O Guarani, por ejemplo, hay una comida que señala la aproximación de la pareja romántica principal – el indio Perí y la joven blanca Cecí, hija del hidalgo portugués D. Antônio de Mariz. Des- En otro momento, el indio Perí, intentando vencer a sus enemigos aymorés (enemigos también de la familia de su adorada Cecí), toma el curare, poderoso veneno, y ofrece su propio cuerpo contaminado a los caníbales aymorés. Sin lograr el éxito, se cura del veneno sorbiendo la savia de un árbol. Esa parte no deja de ser un registro de los hábitos alimenticios de los “nativos”, en que el canibalismo hace una distinción entre indios nobles e indios bárbaros. En Iracema, el tema de la hospitalidad indígena es el que aproxima a la pareja romántica – la india de la tribu tabajara y el colonizador portugués Martim: “Iracema encendió el fuego de la hospitalidad, y trajo las provisiones que había para satisfacer el hambre y la sed; trajo el resto de la caza; la harina de agua, los frutos silvestres, los panales de miel y el vino de anacardo y ananás”. La intimidad de Perí e Iracema con la natura- pués del terrible incendio que destruyó su casa de hidalgo, atacada por indios aymorés, la joven Cecí vaga por la selva guiada por su fiel protector Perí, que intenta llevarla sana y salva a Rio de Janeiro. Deslizando por los ríos, la pareja vive su idilio, re- leza brasileña se manifiesta, como se observa, en su alimentación. Iracema es la guardiana del “secreto de la Jurema”. Así como Perí conoce los efectos del curare, Iracema sabe preparar la bebida hecha con la Jurema, especie de árbol “meã, de follaje Sabores de Brasil 23 espeso”, cuyos efectos alucinógenos garantizan sueños agradables y de significado espiritual. El propio Alencar explica el encuentro de los hábitos alimenticios en la cultura y religión indígenas, a través de las notas explicativas de la novela. Explica, por ejemplo, que la jurema “produce un fruto excesivamente amargo, de olor fuerte, con el cual, conjuntamente con las hojas y otros ingredientes preparaban los salvajes una bebida, que tenía el efecto del hachís, de producir sueños tan vivos e intensos, que la persona sintió con delicia y como si fuesen realidad las alucinaciones agradables de la fantasía provocada por el narcótico”. El entrelazamiento de la descripción de los hábitos alimenticios y la vida social de los indígenas es una constante del indianismo de Alencar, así como es también un rasgo muy presente en su novela regionalista. Su proyecto literario, además de rescatar la memoria histórica y étnica de la nacionalidad, también pretende solidificar la unidad del vastísimo territorio del Imperio brasileño, derramado por el continente y amenazado, durante la primera mitad del siglo XIX, principalmente entre 1831 y 1848, por rebeliones e insurrecciones separatistas, de las cuales la Revolución Farroupilha, en Rio Grande do Sul (1835-1845) fue, sin lugar a dudas, la más extensa y amenazadora. La obra literaria de Alencar tiene, por lo tanto, entre otros proyectos, el de abarcar completamente a la nación en el tiempo y en el espacio, estableciendo referencias, valores y símbolos. En 1870, Alencar publica O Gaúcho, en que retrata las costumbres del Brasil del sur. En esta novela, el autor destaca que “En la página inmensa del suelo nacional, escribe la imaginación popular la crónica íntima de las generaciones” a través de la etimología topográfica. Sin embargo, Alencar describe también, en la página de las costumbres, trazos de la sociedad, que él pretende fijar. El héroe gaucho Manuel encarna las virtudes del hombre 24 de la región sur de Brasil, y vive su vida típica. En la descripción de su cena rápida e improvisada, se observan elementos que forman la típica gastronomía del sur: Manuel hizo con rapidez sus arreglos para la siesta; y dejando la carne asando sobre el fuego, se acercó al río para lavar las manos y el rostro. La cena fue rápida. Una gran trozo de carne con algunos puñados de harina; y agua bebida en la base del estribo, que el muchacho tuvo el cuidado de lavar para que sirviera como vaso. En otra descripción, el momento de la comida ayuda a fijar las posiciones sociales: En una de las extremidades de la larga mesa, había dos platos con cubiertos de plata destinados al dueño de la casa y su huésped. Frente a ellos humeaba un gran asado con cuero, y un pescado que llenaba la inmensa sartén de barro. Además, había hierbas y legumbres. Esa es la disposición en el interior de la casa señorial. Otra es la comida de los subalternos: “La comida era parca; churrasco, bocado clásico de las campañas del sur, queso, orejones, o pasas de melocotón. Manuel comía rápidamente y cabizbajo”. En la caracterización de la sociedad gaucha no se puede dejar de mencionar al mate, que no deja de sugerir, en su consumo casi ritual, cierta calma doméstica: Terminada la comida, Jacinta preparó el mate; mientras Manuel sorbía por la bombilla, entre las tres personas de la familia se intercambiaron algunas palabras, calmas y acompasadas, sin efusión, pero también sin el mínimo resentimiento. Así como las notas explicativas de Iracema, la novela regionalista de Alencar cuenta con un glosario, en el cual aprendemos que un “asado con Textos de Brasil . Nº 13 cuero” gaucho es la “carne que se asa estando todavía pegada al cuero que le sirve de cacerola”. En otra de sus novelas regionalistas, O Sertanejo, encontramos hábitos parecidos con los hábitos gauchos, y nuevamente la descripción de estos hábitos alimenticios da lugar a la determinación de las desigualdades y jerarquías sociales. El héroe de O Sertanejo es Arnaldo. En un pasaje de la novela, a semejanza de Manuel, prepara también una comida liviana y no obstante representativa de la aridez del nordeste brasileño: “Ella estaba bierna las relaciones sociales en el Brasil rural del siglo diecinueve, aunque podamos percibir en las tintas con que son representadas las comidas brasileñas las posiciones ideológicas del autor. Con el mundo de la producción rural, surge el tema del trabajo esclavo. Como vimos, Alencar se encargó de registrar también las comidas socialmente típicas, la comida urbana y la rural, la comida histórica, regional, comida de la casa señorial, y comida de los esclavos. En su novela sobre la vida en las haciendas, de la que es ejemplo Til, de 1872, hay compuesta por un trozo de charqui y algunos puñados de harina de mandioca, que llevan en la alforja. Como postre, un pedazo de rapadura, bañado con agua del caucho”. En esta novela, las descripciones “culinarias” acentúan con mayor expresividad los trazos de la sociedad. Cabe observar la diferencia entre la comida del Capitán Marcos Fragoso y la de los trabajadores rurales, ambas representativas de los elementos que integran la alimentación nordestina: un pasaje que describe minuciosamente una intensa sesión del baile jongo en la casa señorial de la hacienda. Alencar reproduce los cantos entonados por los esclavos al sonido de la percusión enérgica del samba. Escuchemos lo que dicen: El Capitán Marcos Fragoso comía espléndidamente con sus huéspedes. Las viandas ya en parte consumidas indicaban que la cena iba a terminar; y efectivamente los ayudantes no tardaron en servir el postre, en el cual entre los higos, pasas y nueces del reino traídas de Recife con el equipaje, figuraban grandes terrinas de cuajada y los requesones frutos de las primeras aguas. Por otro lado: Los leñadores volvían del monte cargados de leña, mientras los compañeros conducían cestos de mandioca, de la cosecha del año anterior, para triturarla como harina al comienzo de la noche. Las mujeres libres o esclavas machacaban maíz para hacer papillas. El ímpetu realista de la novela de Alencar hace emerger el mundo de la producción que goSabores de Brasil No como ñame cocido; No me gusta el maíz a Quien me quiera derretido Que me dé cacahuete torrado. Es en el contexto de cierta forma clandestino de las actividades de la casa señorial que un elemento muy representativo de la gastronomía brasileña señala su surgimiento inevitable: “De vez en cuando el botellón de cachaza circulaba en la rueda. Cada uno, al cabo de mil muecas y negativas fingidas le daba un trago, y haciendo estallar la lengua intensificaba el meneo.” En el juego de la ficción, mientras la belleza de las frutas tropicales evoca la fertilidad impresionante del vasto suelo nacional, la aspereza de la cachaza traduce el delirio y la violencia de una formación social realizada, a contrapelo, por el hambre y la sed de libertad. Ricardo Martins Rizzo Diplomático; PhD en Ciencia Política graduado de la Universidad de São Paulo y autor de “Cavalo Marino e outros poemas”. São Paulo: Editora Nankin, 2002. 25 Barón de Rio Branco, Canciller de Brasil entre 1902 y 1912. Fonte: Caricaturas del Barón – Colección de Recortes del Archivo Histórico del Itamaraty. Carlos Kessel e Mônica Tambelli Gastronomía en los tiempos del Barón 26 Textos de Brasil . Nº 13 F inal del Imperio y comienzo de la República: época signada por la riqueza y el desarrollo propiciados por el café. Jóvenes de la elite brasileña terminaban sus estudios en París. Refinamiento era sinónimo de hábitos y costumbres franceses. La vida urbana se intensificaba y modificaba modelos. En São Paulo, señoras de la alta sociedad tímidamente comenzaron a pasear por las calles fuera del horario de la misa. Desfilaban con sus elaborados vestidos de seda, sombreros de tipo cloche, guantes y abanicos. Sarah Bernhardt, después de una de sus concurridas presentaciones en el Teatro São José, afirmó que São Paulo era la cabeza de Brasil y que Brasil era la Francia americana. La ciudad de la garúa vio la llegada del siglo XX mientras modernizaba sus construcciones. La metrópolis del café albergaba un abundante comercio de productos importados, multitud de bibliotecas y librerías como la Casa Ecléctica, en la São Bento, y la famosa Garraux, originalmente en la Calle de la Emperatriz. Desde 1900, la modernidad circulaba por la línea de tranvías eléctricos de la ciudad. En los primeros años del siglo XX, fueron fundados la Pinacoteca (1905), el Conservatorio Dramático (1907) y el Teatro Municipal (1911), señales de nuevas tendencias artísticas y musicales. El centro de São Paulo era un gran espacio de convivencia social. Doncellas exhibían elegancia de inspiración europea mientras hacían footing en la Calle XV de Noviembre. Rio de Janeiro, en aquel entonces capital de la recientemente proclamada República, estaba en ebullición. La Plaza Tiradentes estaba rodeada de bares y teatros. Usted, joven bohemio, ciertamente sería un asiduo habitué de la Confitería Paschoal, en la Plaza de la Carioca, punto de encuentro de la enamorada juventud de los tiempos de Bilac. Eso antes de que el poeta tuviera un roce con el gerente...y cambiara el punto de encuentro para la nueva Confitería Colombo, desde entonces instalada en la Calle Gonçalves Días. Además de Bilac, Martins Fontes y José do Patrocínio también eran habitués... La Calle del Oidor pasó a ser conocida como Cafedorio, tantos eran los cafés. Para ahuyentar el calor del verano carioca, la moda era pedir una virgen rubia, normalmente extranjera, de marca Heineken, Carlsberg o Guiness, pero también existía la nacional Gabel. Los más aficionados a devaneos poéticos eran adeptos del absintio, el regalo del cielo, conocido y codiciado como hada verde. Y como algunas cosas nunca cambian... el tema preferido en las mesas de bar era quejarse del intendente: aquel loco de Pereira Sabores de Brasil 27 Passos, con sus obras innecesarias... Ahora bien, las tales obras no eran tan innecesarias. Antes de las reformas, Rio de Janeiro era un local evitado. Las elites se avergonzaban de la ciudad. Muchos llegaban a alojar a la familia en otras ciudades para proteger a sus hijos de las epidemias que afectaban a la capital federal. Olavo Bilac, en una columna publicada en la Gazeta de Noticias, aplaudió las mejorías: Quien vio Río hace tres años, maltratado y sucio, con sus taciturnos jardines con muros y sin flores, con sus tristes callejuelas pobladas por perros vagabundos – y ahora, ve las nuevas avenidas siendo edificadas, con los jardines en pleno vigor, abiertos y florecidos, con las calles anchas llenas de edificios elegantes, con variedad de los nuevos tipos de adoquinado – reconoce admirado, sin dificultad que, en este breve tiempo, mucho más se ha hecho aquí que en São Paulo en un período tres o cuatro veces mayor. Los ojos humanos no tienen buena memoria. Nuestros ojos ya no recuerdan lo que eran la Prainha, la calle Trece de Mayo, la calle del Sacramento, la playa de Botafogo – y principalmente, lo que era la plaza de la Gloria, con aquel hediondo Mercado, agonía de mis días, pesadilla de mis noches, torturas y tormentos de mi vida! Dentro de poco tiempo, tal vez dos años, cuando la avenida Central y la avenida Costanera estén concluidas; cuando Rio de Janeiro se llene de carruajes y de automóviles; cuando comencemos a disfrutar la vida civilizada y elegante que Buenos Aires ya hace tanto tiempo posee – también en esa época ya no nos acordaremos de que nuestra vida era aburrida y vacía, sin teatros, sin paseos, de distracciones limitadas a la maledicencia de los hombres en la calle del Oidor y al aburrimiento de las señoras en las ventanas. 28 Río de cafés y bares, o como diría João do Río, “bodegas ordinarias, lugares extraños, bares inconcebibles.” El mismo João, el de Río, una vez se sintió intrigado por una inscripción: “Café B.T.Q.”, allí en la Calle del Catete. El extraño nombre, explicó el propietario, se originó en las iniciales de botequim. ¡Creatividad carioca! Nombres inusitados no faltaban en los establecimientos de Río antiguo: había el Depósito de Aves de Plumas, en la calle del Señor de los Pasos; el almacén Planeta Provisorio... Era así el Río de la Belle Époque, siempre siguiendo los consejos del Binóculo: sombrero en la cabeza y botas en los pies. El Barón de Rio Branco vivió sus años de gloria exactamente en el Rio de Janeiro de aquellos tiempos de Rodrigues Alves y Pereira Passos, presidente e intendente responsables de un programa de obras que, a partir de 1902, modernizó a la ciudad y transformó decisivamente la vida de sus habitantes. Apertura de calles y avenidas, demolición de conventillos, construcción de edificios públicos con formas arquitectónicas de inspiración francesa, extensión y electrificación de líneas de tranvía y un código de modales que prohibía que las personas escupieran en público y anduvieran descalzas: todo eso reflejaba la voluntad del poder republicano recientemente fortalecido, después de las crisis militares y económicas. Todos se esforzaban para convertir a la capital de Brasil en una ciudad moderna, dejando atrás la antigua urbe colonial, sombría e insalubre. João do Río: “A alma encantadora das ruas”, Gazeta de Notícias, 28 de enero de 1907. João do Rio: “Inscripciones”, Gazeta de Noticias, 07 de marzo de 1907. N. del E: Botequim es la denominación popular para la palabra bar. “El Binóculo” era la columna de Figueiredo Pimentel, en el periódico carioca Gazeta de Noticias, en la década de 1890. Son de Pimentel expresiones tales como “Río se civiliza” y la “dictadura del smartismo”. Textos de Brasil . Nº 13 Caricaturas del Barón – Colección de Recortes del Archivo Histórico del Itamaraty Entre las costumbres vistas como blanco de las medidas civilizadoras, estaban algunas relacionadas con la alimentación. Se prohibió la venta de leche en las calles, con vacas ordeñadas delante de la puerta de los clientes. Comenzó una persecución al próspero comercio de menudos de carne en las veredas. Todo en nombre del fomento de medidas de higiene y del combate a las epidemias que, desde el siglo XVI, asolaban a Rio de Janeiro y provocaban mortandades espantosas. Oswaldo Cruz, director general de Salud Pública, atacó a la peste bubónica, la viruela y la fiebre amarilla, promoviendo la caza a los ratones, el exterminio de mosquitos y la vacuna obligatoria. “¡Río se civiliza!”, expresión popularizada por la prensa de la época, era el slogan símbolo del ataque a los antiguos hábitos característicos del Río colonial. Anteriormente, la familia carioca tenía el hábito de comprar carne, leche, verduras y frutas a Sabores de Brasil los vendedores ambulantes que pasaban de puerta en puerta. En la París Tropical idealizada por Rodrigues Alves, no había más espacio para ese comercio precario. Las adyacencias de la Calle del Oidor pasaron a contar con sofisticadas casas de comercio minorista. Alrededor de la Plaza XV de Noviembre estaban ubicadas las principales casas de géneros alimenticios y bebidas, generalmente de propiedad de portugueses. ¿Los productos? Un verdadero festival de importados. Caldos, pucheros, frijol y harina, entre otros platos de inspiración portuguesa adaptados a los géneros alimenticios aquí disponibles fueron cediendo espacio a creaciones gastronómicas más complejas. Desde la intensificación de las corrientes inmigratorias que trajeron a italianos, franceses e ingleses a Brasil en el siglo XIX, São Paulo y Rio de Janeiro pasaron a contar con servicios de repostería que sofisticaron a la gastronomía local e introdujeron 29 Barón de Rio Branco. Fonte: PARANHOS, José Maria da Silva. Barão do Rio Branco: uma biografia fotográfica. Brasília: Funag, 2002, p. 43 e 95. una gama mayor de utensilios domésticos ade- net! La Panadería Aurora, en la Calle de la Lapa, cuados a los nuevos platos y a la ceremonia de la cena. El té, antes considerado un medicamento, anunciaba “empanadas muy bien elaboradas, pan dulce, galletas y todo lo que debe haber en conquistó status de bebida elegante, gracias a la convivencia con los ingleses. Lentamente los chefs un establecimiento de este tipo”. El restaurante favorito del Barón era el Río ocuparon el espacio de las cocineras. En la Belle Époque, el brasileño descubrió los Minho, más tarde famoso por la Sopa Leão Veloso (pero esa es otra historia, de otro diplomático, en placeres de comer fuera de casa. Había una gran cantidad de bares y casas de pasto (restaurantes, otra época... tal vez sea tema para otro texto...). Fundado en 1884 y todavía hoy en funcionamiento en el mismo número 10 de la Calle del Oidor, el querido, simples restaurantes... hasta hoy los portugueses los llaman así...) con muchos anuncios de bocadillos y aperitivos variados. “O Gambá do Saco do Alferes” (El Zorrillo de la Bolsa del Alférez), conocida casa de comidas de la región portuaria carioca, anunciaba: “todos los días y a toda hora, mucha variedad de comida, tanto de pescado como de carne, preparada con el mayor aseo y rapidez; el café simple o con leche; los dulces en almíbar y masas. Pasteles de Santa Clara, de la viuda y otros tipos de pasteles.” El Hotel Universo, en la Plaza del Palacio, tenía anuncios bilingües, en portugués e inglés, además de servir gaseosas ácidas y ofrecer periódicos extranjeros – ¡un lujo en tiempos tan alejados de la Inter30 Río Minho era el lugar adonde el Barón iba después del trabajo, para opíparas cenas. Él tenía su propio lugar en el restaurante. Entre sus platos favoritos estaban los pescados y frutos del mar. Actualmente, en el menú del restaurante hay un plato en homenaje al Barón que sabía disfrutar de la buena comida. Se trata de un bacalao preparado con Oporto, además de aceituna y pimiento. A veces, el canciller variaba y cenaba en el Britto, donde su apetito devastador también era muy conocido. Ocupadísimo durante el día, el Barón de Rio Branco solía almorzar en la conocida desorgani Receta de la Sopa Leão Veloso. Ver cuaderno de recetas en anexo. Textos de Brasil . Nº 13 En la gestión Rio Branco en el Itamaraty, las recepciones pasaron a figurar no sólo como oportunidades de socialización, sino también como instrumento de política externa. zación de su oficina. Pascoal, un santo empleado del Itamaraty, tendía un mantel sobre los muchos libros y papeles que estaban sobre la mesa de trabajo del gabinete y servía allí mismo generosas porciones de sopa de gambas con quingombó. A nuestro Juca Paranhos le encantaba ese plato. Pero su médico... quería que tomara solamente caldo de gallina... El glotón tenía una respuesta perfecta: “Doctor, no se preocupe, ¡la gamba es la gallina del mar!” Cuando disponía de un poco más de tiempo, el Barón de Río Branco iba corriendo hasta el Brahma: “¡tengo veinte minutos para almorzar!”. Cuando el reloj no colaboraba, el apetito era controlado con litros y litros de café. En la gestión Rio Branco en el Itamaraty, las recepciones pasaron a figurar no sólo como oportunidades de socialización, sino también como instrumento de política externa. Lima Barreto, en tratamientos fueron definidos por escrito; y la pobreza de la ciudad, la masa de obreros, de pequeños empleados, de funcionarios, comenzó a recibir diariamente noticias del Aubusson famoso, de la vajilla, de los cuadros, etc. Es un hecho. Los archivos del Itamaraty de Rio de Janeiro hasta la fecha guardan páginas y páginas de anotaciones, muchas hechas de propio puño y letra por el Barón, listas de invitados, orden de precedencia, organización de ceremonial, planos de mesa, menús... Estos, invariablemente en francés. Verdaderos banquetes con derecho a boeuf bourguignon, foie gras, cassoulet, bouillabaisse... y postres de hacer agua la boca. La Confitería Colombo y la Paschoal eran proveedoras del Itamaraty. Las dos ya eran famosas desde los tiempos de la Monarquía. En el Baile de la Isla Fiscal, por ejemplo, la Confitería Paschoal suministró manjares, servidos en platos ornamentados con flores y frutas exóticas, en grandes cantidades: fueron consumidos más de ochocientos kilos de gambas; tres mil bandejas de dulces; diez mil litros de cerveza y casi quinientas cajas de vino. Pues sí, se comía bien en la época del Barón... Carlos Kessel y Mônica Tambelli Ya estudiaron mucho. Él es oriundo del área de Historia. Ella estudiaba Letras. Hoy son diplomáticos, pero lo que realmente les gusta es una buena mesa rodeada de amigos y con vino en abundancia. una de sus crónicas para los diarios de la época, destaca los cambios en la “corte del Itamaraty”: Llegó, sin embargo, el Barón de Rio Branco, y el vulgar palacio de la Calle Marechal Floriano pasó a ser uno de los centros de nuestra vida y un foco de irradiación de gracias y privilegios. Comenzaron los banquetes, las recepciones, los bailes, a los cuales los habitués no dejaban nunca de cualificar con los mejores adjetivos. Hubo una reforma del protocolo; las reglas de precedencia fueron establecidas; los Sabores de Brasil LIMA BARRETO. “La Corte del Itamaraty”. In: Lima Barreto Toda Crônica, volumen 1 (1890-1919). Rio de Janeiro, Ed. Agir, 2004, pp. 394-397. Última gran fiesta del Imperio brasileño, el homenaje a los oficiales del navío Almirante Cochrane pasó a ser conocido como “Baile de la Isla Fiscal”. Sin saber, la Monarquía hacía, el 9 de noviembre de 1889, una extravagante despedida del poder. El 15 de noviembre del mismo año, fue proclamada la República. 31 Rodrigo Elias Feijoada: Breve historia de una institución comestible “E l paladar no es tan universal como el hambre”, dijo Luís da Câmara Cascudo en 1968. El ilustre etnógrafo y el más importante folclorista del país se refería a un plato brasileño, tal vez el más típicamente brasileño: la feijoada. Para él, era necesaria una predisposición especial para apreciar los sabores de las comidas, así como para usufructuar todos los matices de ciertos vinos. En otras palabras, la gastronomía – e incluso la “simple” apreciación de la misma – presupone la educación de un importante sentido, el paladar. Por eso, es importante conocer un poco de la trayectoria de esta institución nacional que, además de ser una de las más perennes, tiene la ventaja de ser comestible. Existe un amplio consenso en que la feijoada fue inventada en las casas señoriales. Los esclavos, en los escasos intervalos del trabajo en las plantaciones, cocinaban los frijoles, que serían un alimento destinado únicamente a ellos, y añadían los restos de carne de la casa grande, partes del cerdo que no eran aprobados por el paladar de los señores. Después del final de la esclavitud, el plato inventado por los negros Sabores de Brasil 33 había conquistado a todas las clases sociales, para llegar a las mesas de extremadamente caros restaurantes del siglo XX. Pero no sucedió exactamente así. La historia de la feijoada – si quisiéramos también apreciar su sentido histórico – nos lleva primeramente a la historia del frijol. El frijol negro, el de la feijoada tradicional, tiene origen sudamericano. Los cronistas de los primeros años de colonización ya mencionan esta delicia en la dieta indígena, llamado por grupos guaraníes tanto comanda, como comaná, o cumaná, ya identificando algunas variaciones y subespecies. El viajero francés Jean de Léry y el cronista portugués Pero de Magalhães Gândavo, en el siglo XVI, describieron al frijol, así como el uso que de él cabían los nativos de Brasil. La segunda edición de la famosa Historia Naturalis Brasiliae, del holandés Willen Piso, revisada y aumentada en 1658, dedica un capítulo entero a la noble semilla del frijol. El nombre que designa este plato, no obstante, es portugués. En la época de la llegada de los europeos a América, al comienzo de la Edad Moderna, otras variedades de ese vegetal ya eran conocidas en el Viejo Mundo, apareciendo la palabra “feijão” escrita por primera vez, en Portugal, en el siglo XIII (es decir, alrededor de trescientos años antes del Descubrimiento de Brasil). Recién a partir de mediados del siglo XVI, comenzó la introducción de otras variedades de frijol en la colonia, algunas de ellas africanas, pero también el frijol consumido en Portugal, conocido como feijão-fradinho (frijol de ojo negro de color crema, todavía hoy muy popular en Brasil, usado en ensaladas y como masa para otros platos, a ejemplo del también famoso acarajé). Los cronistas del periodo compararon a las variedades nativas con las traídas de Europa y África, y fueron categóricos, acompañando la opinión del portugués Gabriel Soares de Souza, expresada en 1587: el frijol de Brasil, el negro, era el más sabroso. A los portugueses les gustó. A las poblaciones indígenas, por supuesto, les gustaba, pero preferían otro vegetal, la mandioca, raíz que comían de diversas formas – e incluso transformaban en bebida fermentada, el cauim – y también pasó agradar a los europeos y africanos. La mandioca era el alimento principal de los luso-americanos de la capitanía de São Paulo, los paulistas, que mezclaban su harina con la carne cocida, haciendo una mezcla que los sustentaba en sus interminables viajes de cacería de indios para esclavizarlos. Pero también comían frijol. Frijol negro. 34 Textos de Brasil . Nº 13 Frijol. Delfim Martins / Pulsar Imagens Sabores de Brasil 35 La planta de frijol, en todas sus variedades, también facilitó la fijación de las poblaciones en el territorio luso americano. Era una cultura esencialmente doméstica, a cargo de la mujer y de las hijas, mientras el hombre se ocupaba de las otras plantaciones y del ganado. La facilidad del manejo y sus costos relativamente bajos permitieron que la cultura del frijol se diseminase en el siglo XVIII entre los colonos. Según Cascudo, se volvió común en las residencias humildes del interior del país la existencia de una huerta, en la cual era atributo casi exclusivo de las mujeres “recolectar” o “arrancar” frijoles. La dispersión poblacional de los siglos XVIII y XIX (hasta ese momento la colonización se limitaba a las áreas litorales), tanto en función de los corrales del Nordeste, del oro y de los diamantes del Centro-Oeste o de las cuestiones de frontera con los dominios españoles en el Sur, fue extremadamente facilitada por ese importante vegetal. Atrás de los colonos, llegó el frijol. Conjuntamente con la mandioca, él fijaba al hombre en el territorio y con la harina formaba parte del binomio que “gobernaba el menú de Brasil antiguo”. Al comienzo del siglo XIX, absolutamente todos los viajeros que por aquí pasaron y describieron los hábitos de los brasileños de aquel entonces mencionaron la importancia central del frijol como alimento nacional. Henry Koster afirmó en Recife, en 1810, que el frijol cocido con el zumo de la pulpa del coco era delicioso. El príncipe Maximiliano de Wied-Neuwied comió frijol con coco en Bahía, en 1816, y le encantó. El francés Saint-Hilaire, en Minas Gerais, en 1817 afirmó que: “El frijol negro es un plato indispensable en la mesa del rico, y esa legumbre constituye prácticamente la única delicia gastronomía del pobre”. Carl Seidler, militar alemán, narrando sus experiencias en Rio de Janeiro del Primero Reinado, describía, en 1826, la forma de servirlo: “acompa36 Al comienzo del siglo XIX, absolutamente todos los viajeros que por aquí pasaron y describieron los hábitos de los brasileños de aquel entonces mencionaron la importancia central del frijol como alimento nacional. ñado con un pedazo de carne bovina secada al sol y de tocino a gusto”, reproduciendo a continuación una máxima que atravesaría aquel siglo y constituye todavía hoy, para el brasileño común, una verdad indiscutible: “no hay comida sin frijol, sólo el frijol sacia el hambre”. Pero, desentonando de los otros cronistas, opinaba: “el gusto es áspero, desagradable”. Según él, solamente después de mucho tiempo el paladar europeo podría acostumbrarse al plato. Spix y Martius, naturalistas que acompañaron la comitiva de la primera emperatriz de Brasil, la archiduquesa austriaca Leopoldina, mencionaron la “alimentación grosera de frijol negro, fubá de maíz y tocino” en Minas Gerais. También mencionaron al frijol como alimento básico de los bahianos, incluso de los esclavos. El norteamericano Thomas Ewbank, en 1845, escribió que “frijol con tocino es el plato nacional de Brasil”. Sin embargo, el retrato más vivo de la forma común de preparar el frijol – no es todavía la feijoada – fue hecho por el pintor francés Jean-Baptiste Debret, fundador de la pintura académica en Brasil, sobrino y discípulo de Jacques-Louis David. Describiendo la cena de la familia de un moTextos de Brasil . Nº 13 Almacén de charqui. J. B. Debret (1825). Museos Castro Maya – IPHAN/Minc – MEA 0178. desto comerciante carioca durante la estadía de la Corte portuguesa en Rio de Janeiro, afirmó que “se compone solamente de un miserable pedazo Bellas Artes, Debret, que estuvo en Brasil entre 1816 y 1831, fue notable por la realización de una verdadera crónica pictórica del país del inicio del de charqui, de tres a cuatro pulgadas cuadradas y apenas medio dedo de espesura; cocinan con mucha agua un puñados de frijoles negros, cuya siglo XIX, en especial de Rio de Janeiro, en la cual constan pinturas como Almacén de charqui y Negros vendedores de chorizo, además de la referida harina grisácea, substanciosa, tiene la ventaja de no fermentar en el estómago. Lleno el plato con escena de la comida. Por lo tanto, no sólo de frijol vivían los ese caldo, en el cual flotan algunos frijoles, se coloca en él una gran pizca de harina de mandioca, hombres. Los indígenas tenían una dieta variada, y el frijol ni siquiera era su alimento preferido. la cual, mezclada con los frijoles aplastados, forma una pasta consistente que se come con la pun- Los esclavos también comían mandioca y frutas, aunque la base era el frijol. Pero existe el pro- ta redondeada del cuchillo, de lámina ancha. Esa comida simples, repetida invariablemente todos los días y cuidadosamente escondida de los transeúntes, es preparada en los fondos de la tienda, en una sala que sirve igualmente como dormitorio”. Además de profesor de la Academia Real de blema de la combinación de alimentos, también planteado por Câmara Cascudo en su espléndida Historia de la Alimentación en Brasil. Había, en la Época Moderna, entre los habitantes de la colonia (sobre todo los de origen indígena y africano), tabúes alimenticios que no permitían una mezcla Sabores de Brasil 37 Lo que se sabe concretamente es que las referencias más antiguas a la feijoada no tienen ninguna relación con esclavos o casa señorial, sino con restaurantes a los que acudía la elite de la esclavitud urbana. completa del frijol y de las carnes con las otras legumbres. Entre los africanos, por cierto, muchos de origen musulmán o influenciados por esta cultura, estaba prohibido el consumo de la carne de cerdo. ¿Cómo, entonces, podrían preparar nuestra conocida feijoada? En Europa, sobre todo en la Europa de herencia latina, mediterránea, había – y hay, informa Cascudo – un plato tradicional que se remonta como mínimo a los tiempos del Imperio Romano. Consiste básicamente en una mezcla de varios tipos de carnes, legumbres y verduras. Hay variaciones entre una región y otra. Sin embargo es un tipo de comida bastante popular, tradicional. En Portugal, el puchero; en Italia, la cazuela y la croqueta; en Francia, el cassoulet; en España, la paella, preparada a base de arroz. Dicha tradición vino a Brasil, principalmente con los portugueses, surgiendo al pasar los años – en la medida en que el paladar se acostumbraba, sobre todo el de los nacidos por aquí – a la idea de prepararlo con el omnipresente frijol negro, inaceptable para los estándares europeos. Nació, así, la feijoada. Según Câmara Cascudo, “el frijol con carne, agua y sal, es apenas frijol. Frijol aguado, de pobre. Frijol de todos los días. Hay una gran 38 distancia entre la feijoada y el frijol. La feijoada subentiende el cortejo de las carnes, legumbres, hortalizas”. Esta combinación sólo ocurre en el siglo XIX, y muy lejos de las casas señoriales. El padre Miguel do Sacramento Lopes Gama, conocido como “Padre Capuchero” (diferente de Capuchino), publicó en el periódico El Capuchero, de Pernambuco, el 3 de marzo de 1840, un artículo en el cual condenaba la “feijoada asesina”, escandalizado por el hecho de que era especialmente preferida por hombres sedentarios y señoras delicadas de la ciudad – eso en una sociedad profundamente marcada por la ideología de la esclavitud. Quiero recordarle que las partes saladas del cerdo, tales como oreja, pies, y rabo, nunca fueron restos. Eran estimados en Europa mientras que el alimento básico en las casas señoriales era una mezcla de frijol con harina. Lo que se sabe concretamente es que las referencias más antiguas a la feijoada no tienen ninguna relación con esclavos o casa señorial, sino con restaurantes a los que acudía la elite de la esclavitud urbana. El ejemplo más antiguo está en el Diario de Pernambuco del 7 de agosto de 1833, en el cual el Hotel Théâtre, de Recife, informa que los jueves sería servida “feijoada a la brasileña” (¿referencia al carácter adaptado del plato?). En Rio de Janeiro, la mención a la feijoada servida en restaurante – espacio de la “buena sociedad” – aparece por primera vez en el Jornal do Commercio del 5 de enero de 1849, en un anuncio con el título de La bella feijoada a la brasileña: “En el restaurante frente al bar de la Fama del Café con Leche, se decidió que habrá en todas las semanas, siendo martes y jueves, la bella feijoada, a pedido de muchos clientes. En la misma casa continúan siendo ofrecidos almuerzos y cenas servidas con el mayor aseo posible, y todos los días hay variedad de comidas. A la noche hay buen pescado para la cena.” Textos de Brasil . Nº 13 En las memorias escritas por Isabel Burton, esposa del aventurero, viajero, escritor y diplomático inglés Richard Burton, en 1893, refiriéndose al periodo en que estuvo en Brasil, entre 1865 y 1869, aparece un interesante relato sobre dicho plato. Hablando sobre la vida en Brasil (su marido conquistó la amistad del emperador D. Pedro II, y ella compartió el sofisticado círculo social de la marquesa de Santos, amante notoria del padre del mismo, D. Pedro I), Isabel Burton dice que el alimento principal del pueblo del país – según Hay variaciones aquí y allá, adaptaciones a los climas y producciones locales. Para Câmara Cascudo, la feijoada no es un simple plato, sino un menú entero. En Río Gran do Sul, como nos lo hace recordar el investigador Carlos Ditadi, ella es servida como plato de invierno. En Rio de Janeiro, llega a la mesa verano tras verano, todos los viernes, en los bares más baratos y en los restaurantes más sofisticados. Lo que realmente vale es la ocasión: una celebración, una confraternización, la anticipación del final de semana en el ella equivalente a la patata para los irlandeses – es un sabroso plato de “feijão” (la autora usa la palabra en portugués) acompañado de una “farinha” muy espesa (también usa el término harina en portugués), generalmente espolvoreada sobre el plato. Las consideraciones de la inglesa, después de haber probado durante tres años aquello a lo que ya se refiere como “feijoada”, y lamentando estar hace más de dos décadas sin sentir su aroma, son muy positivas: “Es deliciosa, y yo me contentaría, y casi siempre me contenté, con cenarla.” La Casa Imperial – y no esclavos u hombres pobres – compró en una carnicería de Petrópolis, el día 30 de abril de 1889, carne verde (fresca, sin salar), carne de cerdo, chorizo, morcilla, riñones, lengua, corazón, pulmones, menudos, entre otras carnes. D. Pedro II tal vez no comiera algunas de esas carnes – es conocida su preferencia por un buen caldo de gallina –, pero es posible que otros miembros de su familia, sí lo hiciera. El libro El cocinero imperial, de 1840, firmado por R. C. M., contiene recetas para cabeza y pie de cerdo, además de otras carnes – con la indicación de que centro financiero carioca, o una simple reunión de amigos los domingos. Un cronista brasileño de la segunda mitad del siglo XIX, França Júnior, llegó a decir que la feijoada no era el plato en sí, sino el banquete, la comilona, en la cual comían todo aquel frijol. Como en la Feijoada completa de Chico Buarque: “Mujer / te va a gustar / Estoy llevando unos amigos para conversar”. El sabor y la ocasión, por lo tanto, garantizan el éxito de la feijoada. Además, claro, de una cierta dosis de predisposición histórica (o mítica) para entenderla y apreciarla, como lo han venido haciendo los brasileños a lo largo de los siglos. sean servidas a “altas personalidades”. Hoy en día no existe apenas una receta de feijoada. Por el contrario, parece ser todavía un plato en construcción, tal como afirmó nuestro principal folclorista hacia fines de los años 1960. Sabores de Brasil Bibliografía: CASCUDO, Luís da Câmara. História da Alimentação no Brasil. 2a edição. Belo Horizonte; São Paulo: Ed. Itatiaia; Ed. da USP, 1983 (2 vols.). DITADI, Carlos Augusto da Silva. “Feijoada completa”, in Revista Gula. São Paulo, no 67, outubro de 1998. DÓRIA, Carlos Alberto. “Culinária e alta cultura no Brasil”, in Novos Rumos. Ano 16, no 34, 2001. Rodrigo Elias PhD en Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad Federal Fluminense y doctorando en Historia Social en la Universidad Federal de Rio de Janeiro 39 Feijoada a mi Propio Estilo Vinicius de Moraes Amiga Helena Sangirardi Como un día prometí Donde, confieso me olvidé Y aunque — perdóneme — tan tarde Después de cocinado el frijol (Unas cuatro horas, fuego suave) Nosotros, bostezando nuestro aburrimiento Nos acercaremos a la cocina Mientras al lado, a fuego lento Deshaciéndose de placer Debe también estar friendo La deliciosa corteza (¡Mejor que nunca!) Este poeta Tal como manda la buena ética Le manda la receta (poética) De su feijoada completa. Y en elegante curvatura: Un pie adelante y el brazo a la espalda Probaremos la rica negrura Donde deben nadar los trozos En cuya grasa, además (¡Nunca hubo mejor grasa!) Debe después freírse la col Picada, a fuego alegre y presto. Considerando lo avanzado De la hora en que despertamos El frijol debe, ya seleccionado Esperarnos, feliz, en remojo De charqui suculento Gordos chorizos, luciente tocino (Nunca orejas de cochinillo ¡Que la dejan demasiado opulenta!) Y – ¡atención! – secreto modesto Pero mío, en lo que atañe a la feijoada: Una lengua fresca pelada Puesta a cocinar con el resto. ¿Una farofa? – tiene sus días... ¡Pero que sea en la mantequilla! La naranja helada, en rodajas (Selecta o de Bahía) – y basta Y la cocinera, por respeto A nuestra maestría en el arte Ya debe haber comenzado Y preparado y separado Los elementos componentes De un sabroso rehogado Tales como: cebollas, tomates, dientes De ajo – y lo que sea apropiado Todo picado desde temprano Para siempre evitar Cualquier contacto más... vulgar Con nuestras nobles manos de aedo. Mientras tanto nosotros, damos unos toques En lo que no nos parezca estar bien Vigilaremos la cocción Tomando nuestro whisky on the rocks 40 Después de lo cual, retire el carozo Bastante, que bien pisado Se junta al bello rehogado Para conseguir una salsa espesa Que vuelve a la olla En la cual el poeta, como buen augurio Debe esparcir hojas de laurel Con un gesto clásico y pagano. Sólo en el último hervor Para llevar a la mesa, se deja Caer un poco de la grasa Del chorizo en este manjar – y revuélvase. ¿Qué otro placer pediría un cuerpo Después de haber comido tal frijol? – Evidentemente una hamaca Y un gato para acariciar... Deber cumplido. Nunca es vana La palabra de un poeta...– ¡jamás! La abraza, en Brillat-Savarin Su Vinicius de Moraes Es inútil decir que, mientras tanto En una hornalla aparte de esta liza Deben freír, muy contentas Lindas rodajas de chorizo Texto original en portugués extraído del libro “Nova antologia poética de Vinicius de Moraes”, selección y organización, Antonio Cícero e Eucanaã Ferraz, São Paulo, Companhia das Letras, Editora Schawarcz Ltda., p.99, 2003. Textos de Brasil . Nº 13 Vinicius de Moraes © Acervo VM Feijoada à Minha Moda Enquanto nós, a dar uns toques No que não nos seja a contento Vigiaremos o cozimento Tomando o nosso uísque on the rocks Inútil dizer que, entrementes Em chama à parte desta liça Devem fritar, todas contentes Lindas rodelas de lingüiça Amiga Helena Sangirardi Conforme um dia prometi Onde, confesso que esqueci E embora — perdoe — tão tarde Uma vez cozido o feijão (Umas quatro horas, fogo médio) Nós, bocejando o nosso tédio Nos chegaremos ao fogão Enquanto ao lado, em fogo brando Dismilingüindo-se de gozo Deve também se estar fritando O torresminho delicioso (Melhor do que nunca!) este poeta Segundo manda a boa ética Envia-lhe a receita (poética) De sua feijoada completa. E em elegante curvatura: Um pé adiante e o braço às costas Provaremos a rica negrura Por onde devem boiar postas Em cuja gordura, de resto (Melhor gordura nunca houve!) Deve depois frigir a couve Picada, em fogo alegre e presto. Em atenção ao adiantado Da hora em que abrimos o olho O feijão deve, já catado Nos esperar, feliz, de molho De carne-seca suculenta Gordos paios, nédio toucinho (Nunca orelhas de bacorinho Que a tornam em excesso opulenta!) Uma farofa? — tem seus dias... Porém que seja na manteiga! A laranja gelada, em fatias (Seleta ou da Bahia) — e chega E a cozinheira, por respeito À nossa mestria na arte Já deve ter tacado peito E preparado e posto à parte E — atenção! — segredo modesto Mas meu, no tocante à feijoada: Uma língua fresca pelada Posta a cozer com todo o resto. Só na última cozedura Para levar à mesa, deixa-se Cair um pouco da gordura Da lingüiça na iguaria — e mexa-se. Os elementos componentes De um saboroso refogado Tais: cebolas, tomates, dentes De alho — e o que mais for azado Feito o quê, retire-se o caroço Bastante, que bem amassado Junta-se ao belo refogado De modo a ter-se um molho grosso Que prazer mais um corpo pede Após comido um tal feijão? — Evidentemente uma rede E um gato para passar a mão... Tudo picado desde cedo De feição a sempre evitar Qualquer contato mais... vulgar Às nossas nobres mãos de aedo. Que vai de volta ao caldeirão No qual o poeta, em bom agouro Deve esparzir folhas de louro Com um gesto clássico e pagão. Dever cumprido. Nunca é vã A palavra de um poeta...— jamais! Abraça-a, em Brillat-Savarin O seu Vinicius de Moraes Los derechos de uso del poema fueron autorizados por la VM EMPREENDIMENTOS ARTÍSTICOS E CULTURAIS LTDA, además de: © VM e ©CIA. DAS LETRAS (EDITORA SCHAWARCZ) Sabores de Brasil 41 Mandioca. André Thevet, 1555. 42 Textos de Brasil . Nº 13 Bruno Miranda Zétola Raíces de Brasil “E llos no aran ni crían. Ni hay aquí buey o vaca, cabra, oveja o gallina, o cualquier otro animal que esté acostumbrado al vivir del hombre. Y no comen otra cosa que este ñame, del que aquí hay mucho [...] Y con esto andan tan recios y tan garbosos como no lo somos nosotros tanto, con el trigo y legumbres que comemos.” A pesar de ciertas libertades literarias por parte de Pero Vaz de Caminha, el cronista mayor de la primera escuadra lusitana que aportó en tierras brasileñas, en carta dirigida al rey D. Manuel I sobre el “descubrimiento” de Brasil, supo entender con mucha sensibilidad la relación de los nativos con la mandioca, a la cual llamó ñame. Para un brasileño, de cualquier época, las diferencias entre el ñame y la mandioca son evidentes, tanto por el aspecto, como por el sabor. No obstante, el ñame era la referencia más cercana que tenían los portugueses para describir a la mandioca a sus compatriotas. En efecto, viajando en esa misma escuadra, un piloto anónimo redactó una Relación, en la que menciona “una raíz llamada ñame, que es el pan que allí usan”. Ni él ni Caminha probaron ese ñame, es decir, la mandioca, también conocida como aipim, macaxeira, maniva, macamba, entre otras denominaciones, de Alimento de significativa importancia para los lusitanos, el ñame no llegó a tierras brasileñas en ocasión de la llegada de los portugueses a Puerto Seguro, en 1500. Originario de África, pasó a ser, no obstante, un alimento corriente en la América portuguesa, traído por los colonizadores desde sus almacenes portuarios en Cabo Verde y en São Tomé. CASCUDO. L. C. História da Alimentação no Brasil. v. 1. São Paulo: Itatiaia, 1983. p. 92 Relación del Piloto Anónimo. In: História da Colonização Portuguesa do Brasil, II, 115, Porto, 1923. Sabores de Brasil 43 acuerdo con la región del país. Pero ambos percibieron que la raíz en cuestión, que se convertiría en un elemento de fundamental importancia para el éxito de la empresa colonizadora, constituía la base nutritiva del indígena de la costa brasileña. A diferencia del ñame, cuyo origen es africano, las raíces de la mandioca están en Brasil, en el sudoeste de la cuenca amazónica. Especialistas sugieren que la mandioca fue domesticada en la Amazonía, hace cuatro o cinco mil años, mediante una técnica refinada, contrariamente a las representaciones que reducen la gastronomía indígena a la pura y simple actividad extractiva. Antes de que los europeos llegaran al territorio americano, ya se había diseminado por América del Sur y Central, llegando hasta México. Sin embargo, en América Central y en las culturas del Pacífico, la mandioca no llegó a constituir ningún complejo alimentario, como en el caso del maíz, ni ha propiciado bebidas y otros derivados. Fue entre los indígenas de la costa este de América del Sur que la mandioca se convirtió en un elemento indispensable y constitutivo de la vida social. La importancia de la mandioca para los indígenas brasileños puede ser comprobada en leyendas sobre su surgimiento, que le atribuyen un Para la domesticación de la mandioca, ver RIBEIRO, B. O índio na cultura brasileira. Rio de Janeiro: Revan. 1987. p. 34 e ss. MACIEL, M. E. en Uma cozinha à brasileira. Estudos Históricos, Rio de Janeiro, n, 33, 2004. CPDOC/FGV p. 06. Este último autor afirma que es un engaño común referirse a una “cocina indígena” genérica y convertir a los pueblos indígenas en un “indio genérico”, indiferenciado y atemporal. “En este proceso, él es naturalizado, es decir, es visto como alguien tan cercano a la naturaleza que sus contribuciones se refieren, sobre todo, a las actividades extractivas, a la pesca, y a la caza y algunas técnicas”. Câmara Cascudo, afirma que “la inteligencia de los antiguos peruanos hermanaba mandioca y maíz en el mismo nivel glorificado. Un jarrón de cerámica, encontrado en un cementerio precolombino de Sechura, representa al dios de la agricultura del Perú con una espiga de maíz en una mano y la mandioca, con sus tubérculos pendientes, en la otra”. pp. cit. p. 108. 44 A diferencia del ñame, cuyo origen es africano, las raíces de la mandioca están en Brasil, en el sudoeste de la cuenca amazónica. origen sagrado, tal como sucede con otros alimentos básicos en culturas rurales. La más célebre dice que la hija de un jefe indígena se embarazó sin contacto masculino. El jefe quiso punir en el autor de la deshonra de su hija la ofensa que sufrió su orgullo y, para saber quién él era, empleó ruegos, amenazas y finalmente castigos severos. Tanto frente a las amenazas como frente de los castigos la joven permaneció inflexible, diciendo que nunca había tenido ninguna relación con un hombre. El jefe decidió matarla, cuando se le apareció en sueños un hombre blanco, que le pidió que no matara a la muchacha, porque ella era realmente inocente, y no había tenido relación con un hombre. Transcurridas nueve lunas, ella dio a luz a una niña lindísima y muy blanca, causando este último hecho la sorpresa no sólo de la tribu sino también de los pueblos vecinos, que vinieron a visitar a la niña, para ver aquella nueva y desconocida raza. La niña, a quien dieron el nombre de Maní y que caminaba y hablaba precozmente, murió al cabo de un año, sin haberse enfermado y sin demostrar sentir dolor. Fue enterrada dentro de la propia casa, según la costumbre del pueblo. Después de cierto tiempo, brotó de la tumba una planta que, por ser completamente desconocida, dejaron de arrancar. La planta creció hasta que un día se abrió una hendidura en la tierra, revelando a la tribu albas y fortificantes raíces en el lugar de la niña muerta. La casa (oca, en tupí-guaraní) de Textos de Brasil . Nº 13 Maloca de los Apiaká. Abril 1828. Hercules Florence. Mani, Mani-oca, seria el origen del nombre de la raíz. La mandioca era la base de los dos elementos constantes de la alimentación indígena: la harina y los beijus. El primero constituía el conducto esencial y principal, acompañando todas las cosas comestibles, desde la carne hasta la fruta. El segundo aportaba bebidas, además de ser el sustento de jornada, de guerra, caza, pesca, permuta, ofrenda a los amigos. Gabriel Soares de Souza, viajero portugués que redactó un “Tratado Descriptivo de Brasil” en 1587, relata el modo de pre CASCUDO, L. C. Dicionário do folclore brasileiro. São Paulo: Global, 2000. El autor nos indica la existencia de otras leyendas para el origen de la mandioca. CASCUDO. História da Alimentação no Brasil. op. cit. p. 104. Según el autor, esta práctica sobrevivió al siglo XX, porque el mariscal Rondon, en su marcha por el interior del país habría recibido, en 1928, un pedazo de beiju de una anciana pianokoto. Sabores de Brasil parar esas raíces: “después de lavadas, las trituran en una piedra o rallador que para eso tienen, y después de bien ralladas, exprimen esa masa en un pequeño molino de palma al que llaman tapitim que hace lanzar hacia afuera el agua, y esa masa queda seca, con la cual se hace la harina que se come, que cocinan en una vasija hecha con esa función, en la cual colocan esta masa y la secan sobre el fuego donde una india la revuelve con la mitad de una calabaza, como quien hace dulces, hasta que queda seca, y sin ninguna humedad, y queda como cuscús, pero más blanca, y de esta manera se come, es muy dulce y sabrosa.” Otro derivado de la mandioca muy utilizado por algunas tribus, como la de los tupinambás, por ejemplo, era el cauim, una bebida fermentada, SOUZA, Gabriel Soares de. Tratado descritivo do Brasil em 1587. 4ª ed. São Paulo, Companhia Editora Nacional e Editora da USP, 1971. 45 Otro derivado de la mandioca muy utilizado por algunas tribus, como la de los tupinambás, por ejemplo, era el cauim, una bebida fermentada, utilizada en fiestas y rituales. utilizada en fiestas y rituales. A algunos viajeros europeos les gustó el cauim, como al padre francés Yves D’Evreux, que consumió la bebida en Maranhão, al comienzo del siglo XVII. Sin embargo, al descubrir que el cauim era producido mediante la masticación de la mandioca por las mujeres de la tribu, y posterior fermentación en cántaros, la mayor parte de los europeos pasó a hacer grandes restricciones sobre ingerirlo. Sin embargo, más que la producción, lo que indignaba a los europeos era el ritual de consumo. La bebida era consumida en fiestas rituales conocidas como “cauinajes”, en las cuales los indios, embriagados de cauim, tenían actitudes que los colonizadores entendían como siendo pecaminosas, tales como la lujuria y la antropofagia. Por esa razón, religiosos europeos se esforzaban para combatir esa manifestación cultural indígena, centrando su actuación sobre todo en la evangelización de las mujeres, considerándose que ellas plantaban la mandioca, la cultivaban, la masticaban, producían las vasijas para el almacenamiento del cauim y distribuían la bebida en ocasión de las ceremonias. Las cualidades de la mandioca rápidamente conquistaron a los colonizadores portugueses, que la utilizaban cotidianamente de manera casi indispensable. Era la reserva, la provisión, el recurso. Ya en la tercera parte del siglo XVI, Pero Magalhães Gândavo informa que “lo que allí se come en lugar de pan es harina de mandioca. Ella es preparada con la raíz de una planta que se llama mandioca, que es como el ñame”. Su uso era difundido incluso entre los más ricos, como los tres primeros gobernadores generales de Brasil, Tomé de Sousa, D. Duarte da Costa y Mem de Sá, que insistían en contar con harina de mandioca fresca, hecha todos los días, en substitución de la harina de trigo, para la producción de sus panes.10 Del exitoso cultivo de la mandioca, el lusobrasileño pudo elaborar una plétora de manjares como la harina, las gachas, el beiju y el tucupi. Se desarrolló sobre todo en el litoral, porque en el planalto las condiciones de su cultivo, en escala suficiente como para abastecer a un centro de población más estable que los primitivos núcleos indígenas, eran menos propicias.11 El europeo en Brasil ampliaba las plantaciones de mandioca, y la molía en casas de harina, donde máquinas de hierro substituían a las de madera en la producción de harina.12 Pero la técnica de cultivo indígena continuaba y, en cierta medida, todavía continúa siendo la misma. Se derribaba una parte del monte nativo, normalmente quemando la vegetación, y se plantaba la mandioca en las primeras lluvias. Después de utilizar la tierra durante algunos años, la abandonaban para plantar en otra parte. De acuerdo con Sér Pero de Magalhães Gândavo, Tratado da Terra do Brasil: História da Província Santa Cruz, Anuário do Brasil, Rio de Janeiro, 1924. 10 CASCUDO. História da Alimentação no Brasil. op. cit. p. 104. 11 Ibid. p. 205. 12 Ibid. p. 105. La saliva de la masticación auxilia en la sacarificación del almidón, a través de la fermentación, ocasionando la producción de gases y la sensación de aumento de la temperatura de la bebida. 46 Textos de Brasil . Nº 13 gio Buarque de Holanda, “en la producción de la mandioca, el producto nativo que más rápidamente conquistó a los europeos, llegando, en la mayor parte de la colonia, a sustituir al pan de trigo, el único progreso sensible introducido por ellos fue el empleo de la prensa de lagar conjuntamente con la prensa de paja”.13 Al contrario de lo que sugirió Fernand Braudel, que, estudiando a las plantas americanas, afirmó que la mandioca era la base apenas de “culturas primitivas y regularmente mediocres”, diversos especialistas han resaltado su contribución a la economía colonial en sus primeros siglos. Exportada a las colonias africanas, la mandioca y sus derivados les daban la “bienvenida” a los negros cautivos mucho antes de que pisaran en los navíos que navegaban por el Atlántico Sur, uniendo las partes africana y americana del imperio portugués. Además de alimentar a los marineros de los barcos negreros, la mandioca posibilitaba una mejor distribución de ración de alimentos a los africanos embarcados en los navíos negreros, disminuyendo la mortalidad de esclavos durante las travesías. Luiz Felipe de Alencastro relata que a cada esclavo se le daba 1,8 litro de mandioca por día durante las travesías en el siglo XVI, la misma medida observada en la provisión de los indios remeros de la Amazonía. Se trataba, por consiguiente, de un probable estándar alimentario en el universo del trabajo compulsorio del Atlántico portugués. En el pasaje del siglo XVI al XVII, la exportación de la mandioca brasileña a África cumplía una doble función en la empresa colonial. Por un lado, fomentaba la separación económica de Rio de Janeiro con relación a São Vicente, de modo 13 HOLANDA, S. B. Caminhos e Fronteiras. Rio de Janeiro: José Olympio, 1957. p. 205. En contrapartida, se observa, a partir del siglo XVII, la diseminación del cultivo del trigo en los planaltos del sur y sudeste brasileños Sabores de Brasil que muchos labradores de esta región, por intermedio del trabajo compulsorio indígena, pudieron ascender al rango de señores de ingenio azucarero. Dichas exportaciones propiciaban, por otro lado, la ampliación del radio de alcance de los traficantes africanos, dilatando sus áreas de captura. En esa época, de acuerdo con el historiador anteriormente mencionado, “Luanda se transforma en un gran puerto negrero porque produce, importa y almacena alimentos para solventar a grupos constantes de gente arrastrada desde el interior para ser deportada a ultramar”. Las exportaciones de mandioca, no obstante, disminuyeron a lo largo del siglo XVII, debido a la movilización contra la ocupación holandesa en el nordeste brasileño y al transplante de la cultura de la mandioca en África. En esa época, en la parte americana del imperio portugués, se realizaban las banderas, entradas y monzones – incursiones que desbravaban el interior del continente americano. Los “bandeirantes” no podrían haber participado en tan hercúlea aventura si no fuera por su adaptación al medio, lograda mediante la incorporación de hábitos indígenas. Y, en este sentido, la inclusión de la mandioca en su menú cotidiano fue un factor de fundamental importancia. En su marcha hacia el oeste, el ciclo de las banderas que salían de São Paulo, subiendo los ríos, se aprovisionaba, se sostenía durante el trayecto con la producción de los cultivos dedicados a la preparación de la harina de mandioca. La expedición dejaba un grupo: algunos blancos y una patrulla indígena, plantando mandioca, haciendo harina, llevándolas a los compañeros que avanzaban hacia el interior. Esos locales de producción se volvieron coordenadas geográficas relativamente conocidas en la maraña de los senderos exploradores. La harina era la comida para todos, portugueses e indios, independientemente de la posición jerárquica del par47 ticipante.14 Una demostración de la importancia de la mandioca en el imaginario alimentario del brasileño del siglo XIX es la respuesta dada por un campesino a dos viajeros europeos, exhaustos y sedientos, que, cerca del río San Francisco, le preguntaron dónde se podrían saciar: “¡Allí hay abundancia de todo! Hay harina y agua.”15 El antiguo sistema colonial, modelo económico en que las metrópolis europeas mantenían la exclusividad de las exportaciones e importaciones de sus colonias, fue responsable de diversas 11 de enero de 1701, la Corona portuguesa determinaba que los señores liberasen a sus esclavos los sábados, para que pudieran cultivar su propio sustento.17 Donde no fuera posible o rentable producir los elementos básicos para la subsistencia del negocio agroexportador, era necesario conseguirlos en otro lugar. De esta forma, el señor se veía libre de la obligación de tener que alimentar a sus esclavos. Así, el cultivo de la mandioca se expandió, sobre todo, en esas regiones periféricas crisis de abastecimiento de víveres en la América portuguesa. La propia legislación impuesta a las colonias refleja la preocupación de favorecer actividades rentables capaces de justificar la empresa de monocultivo de tipo comercial.16 La producción de subsistencia para el auto abastecimiento de la colonia sólo mereció la atención de las autoridades lusitanas en épocas de crisis de provisiones. Era incumbencia de las cámaras municipales o, lo que es lo mismo, de las elites locales garantizar su abastecimiento de víveres. Por eso, muchos ingenios de azúcar poseían cultivos de culturas de subsistencia anexas, lo que originaba una condición de auto abastecimiento. En la carta real del con relación al centro dinámico de la economía colonial brasileña. En efecto, las áreas de Brasil que no poseían actividades agroexportadoras estaban integradas en la ya mundializada división del trabajo, a través de la producción y envío de productos de consumo hacia las regiones más pujantes. Un ejemplo es la producción de harina de mandioca en la región de Paranaguá, cuya exportación a São Paulo, Santos, Rio de Janeiro, Norte de Brasil y Colonia del Sacramento se hizo con “el sacrificio de los propios habitantes de Paranaguá [...] porque la harina era escasa y de ella se esperaba falta mayor todavía”, según el relato de un gobernante local18. De hecho, dadas las oscilaciones de los precios de géneros alimenticios de primera necesidad había, frecuentemente, indicios de agitaciones populares, que preocupaban a los gobernantes. Por eso, una de las más importantes magistraturas locales era el cargo de Juez o Inspector Almotacén. Electo por las cámaras municipales con grandes poderes y prerrogativas, ese funcionario era responsable del abastecimiento municipal, fijando precios, fiscalizando la calidad y observando la estandarización de pesos y medi- CASCUDO. História da Alimentação no Brasil. op. cit. p. 108. Sérgio Buarque de Holanda, no obstante, afirma que “en las primeras expediciones al interior inexplorado sería totalmente imposible el transporte de las ramas de mandioca necesarias para el cultivo en las áreas ubicadas allí donde no existieran tribus de labradores. Primeramente, porque además de la dificultad de conducción, ocuparían demasiado espacio en la carga, porque es notorio que esas ramas pierden muy rápidamente su poder germinativo. Y también, porque, habiendo sido plantadas, sería necesario esperar, como mínimo, un año, normalmente mucho más, para conseguir cosechas satisfactorias. El maíz, por otro lado, además de poder ser transporta- 14 do a distancias considerables, en granos, que ocupaban poco espacio para el transporte, ofrecía la ventaja de comenzar a producir entre cinco y seis meses después de la fase de cultivo en almáciga”. op. cit. p. 222. 15 CASCUDO. História da Alimentação no Brasil. op. cit. p. 106. 16 LINHARES, M. Y.; TEIXEIRA SILVA, M. C. História da agricultura brasileira. São Paulo: Brasiliense, 1981. p. 117. 48 das de los productos. LINHARES, M. Y.; TEIXEIRA SILVA, M. C. op. cit. p. 120. WESTPHALEN, C. M. As farinhas de Paranaguá. Rio de Janeiro; APEC, 1976. p. 74. 17 18 Textos de Brasil . Nº 13 Mandioca – Feria libre. Alexandre Tokitaka / Pulsar Imagens Sabores de Brasil 49 Mandioca Frita. Alexandre Tokitaka / Pulsar Imagens 50 Textos de Brasil . Nº 13 La harina de Mandioca acompaña desde el churrasco gaucho hasta las carnes de caza y pescados del Brasil central y del Amazonas y está presente en el pirón del litoral. No hay región en Brasil en la que no se encuentre la mandioca en los mercados. Todavía en el siglo XIX, la rudimentaria técnica utilizada para el cultivo de la mandioca era prácticamente la misma que había sido heredada de los indios, lo que sólo era posible en virtud de la inmensidad de tierras disponibles en Brasil. Mediante la publicación de la Ley de Tierras, en 1850, el Estado se atribuye la propiedad de los suelos deshabitados. El resultado es la transformación de la tierra, y principalmente de la tierra fértil, en una mercancía altamente valorizada. Dicha ley debe ser entendida dentro del contexto del intento de “modernización” del país. Orientada hacia la abolición de la esclavitud, esa medida permitía que el Gobierno concediera tierras a inmigrantes europeos, considerados por las elites locales como siendo mucho más “morigerados y laboriosos” que los africanos. En efecto, el proyecto modernizador en Brasil, a mediados del siglo XIX, provocó una significativa transformación de la estructura agroalimenticia nacional, porque inauguraba una nueva forma de propiedad (la pequeña producción), una nueva unidad económica (la familia), un nuevo tipo de relación de producción (el campesinado autónomo y el Estado) y un nuevo modelo de producción (a Sabores de Brasil través de las técnicas traídas por los inmigrantes extranjeros)19. Dichas transformaciones, sin embargo, no llegaron a destituir a la mandioca como uno de los ingredientes esenciales en los hábitos alimenticios de los brasileños de todas las regiones. Su harina acompaña desde el churrasco gaucho hasta las carnes de caza y pescados del Brasil central y del Amazonas y está presente en el pirón del litoral. No hay región en Brasil en la que no se encuentre la mandioca en los mercados. Transformada en producto de consumo de masas, es apreciada, en forma de porciones fritas, en los bares de todo el país. Rescatada por los grandes chefs, es utilizada en restaurantes de alto nivel como acompañamiento o ingrediente de sofisticadas recetas. Saboreada en formas nuevas y tradicionales, en todas las regiones del país, la “reina de Brasil” – como la definió Câmara Cascudo – es el alimento que une a los diversos elementos de la gastronomía brasileña. Gilberto Freyre define bien esta expresiva contribución indígena a la formación de los hábitos alimenticios del brasileño: “Muchos de los productos que antiguamente eran preparados por las manos rojizas de las indias, son preparados hoy en día por las manos blancas, pardas, negras y morenas de las brasileñas de todos los orígenes y de todas las sangres. Con la india, la brasileña aprendió a preparar con la mandioca una serie de delicados manjares.” De ese modo, es posible afirmar que se encuentra en la mandioca una significativa parte de las raíces de la cultura alimenticia brasileña. Bruno Miranda Zétola Diplomático; PhD y Doctorando en Historia de la Universidad Federal de Paraná 19 SANTOS, C. R. A. História da Alimentação no Paraná. Curitiba: Fundação Cultural, 1995. 73. 51 Alexandre Menegale 52 Una dulce historia de Brasil Textos de Brasil . Nº 13 Dulces en compotas . Iolanda Huzak /Pulsar Imagens Sabores de Brasil 53 D el cultivo de la caña, del ingenio azucarero y de la casa señorial, la trayectoria de los dulces brasileños prácticamente comienza cuando nace el país. Así como los personajes del cuento infantil Juan y María, que dejaban pequeñas migajas de pan por el camino, con el objetivo de no perderse por los senderos de la selva, si salpicamos nuestra historia con pedazos de quindim, jaleas, compotas o frutas cristalizadas, ciertamente dibujaremos un fiel y cronológico panorama que abarca desde la formación de nuestro pueblo hasta las más recientes manifestaciones de la más refinada repostería nacional: el emperador D. Pedro II cambiaba los quehaceres de la Corte por un dulce de higo recién salido del tacho; Rui Barbosa se derretía por cucharadas llenas de dulce de boniato. ¿Y qué decir de João Goulart y Jorge Amado, verdaderos adoradores del dulce de coco? Sin dejar de mencionar al ex presidente Juscelino Kubitschek, que nunca rechazaba una baba-de-moça, y a los compositores Roberto Carlos y Chico Buarque, que tal vez se inspiraron después de paladear porciones generosas de dulce de calabaza. Pero, ¿dónde surgió ésta que es una de las más claras características de nuestra miscegenación en el campo de la gastronomía? Dicen los historiadores que el azúcar, obtenido después de la evaporación del caldo de la caña de azúcar, fue descubierto en la India, alrededor del siglo III. Pero los árabes habrían sido sus introductores en gran escala en la alimentación, creando almendras y nueces azucaradas, además de los dulces de higo y de naranja. En el siglo XV, al conquistar la Península Ibérica, los árabes incluyeron a la caña de azúcar entre las mudas que pasarían a producir las frutas utilizadas en los dulces futuros. A partir de ahí, desde Portugal y España, la caña de azúcar desembarca en América llevada por nuestros desbravadores. Listo: estaba consa54 Dicen los historiadores que el azúcar, obtenido después de la evaporación del caldo de la caña de azúcar, fue descubierto en la India, alrededor del siglo III grada la invasión más dulce de la historia brasileña, una cultura que se perpetuaría durante los siglos siguientes. Mucho más que simplemente describir recetas consagradas, recordar sabores que inundan nuestras memorias, o suponer éste o aquel origen de una determinada alquimia al borde del tacho de dulce, decidí revirar páginas caramelizadas por el tiempo. Y me sorprendí con la comunión antropológico-gastronómica de sabores. Incluso antes de que tuviéramos un emperador, ya nos habíamos rendido ante compotas, tartas y manjares que recibieron nuevas formas y adecuaciones locales cuando los portugueses desembarcaron en nuestro litoral. Comprobadamente, muchos de los dulces que hoy son considerados brasileños tienen un origen portugués. Es sabrosa, por ejemplo, la historia de que, en los conventos de ultramar, era común el uso de claras de huevos para el trabajo de almidonar los hábitos de las monjas. ¿Qué hacer con la gigantesca sobra de yemas? Creativas, las religiosas comenzaron a preparar quindim, bombocado, flan, papo-de-anjo y manjar blanco con esa bendita abundancia de ingredientes. Pasadas las generaciones, ahora estamos disfrutando las mismas delicias – muchos pensando que los brasileños son pioneros en el dulce arte de la repostería. Textos de Brasil . Nº 13 “Rapadura” siendo colocada en moldes . Foto: João Rural Sabores de Brasil 55 En los ingenios del interior de Pernambuco, Paraíba, Alagoas y Maranhão, así como en las casas señoriales de Recife, São Luiz y Maceió, las cocineras negras fueron verdaderas alquimistas en la formación de una cocina regional. 56 Textos de Brasil . Nº 13 Vendedoras de pão-de-ló. J. B. Debret (1826). Fonte: Museos Castro Maya – IPHAN/Minc – MEA 0203 Sabores de Brasil 57 Todavía sin abordar el tema de otras invasiones europeas, que contribuyeron al enriquecimiento de nuestra repostería, recuperamos la comunión de la tradición lusitana con las frutas brasileñas. Un eslabón fundamental surge en esta línea de producción: las cocineras negras, que desde las casas señoriales fueron a las cocinas de las señoras, llevando consigo la harina de mandioca, el fubá, la calabaza y el cará para la composición de los manjares. Estamos hablando de una región geográfica ubicada, principalmente, en Pernam- dos, habiendo sido vencida por el calor arrebatador de los condimentos africanos usados por las cocineras negras. Comprobado el prestigio de la miel de ingenio azucarero en medio de aliados como harina, cará o fruto del pan, el tradicional arroz con leche adquiere contornos nacionales en el arroz con leche de coco. Al mismo tiempo, la tapioca surgía soberana en las mesas de té patriarcales: sola o en la compañía de la pamonha, del beiju, del cuscús y de la cocada. Nacía también el pé-de- buco, Alagoas e interior de São Paulo. Sabemos que las frutas son la base de postres hace siglos – desde los rincones de Babilonia hasta la corte francesa e italiana. Así, es posible imaginar cómo los portugueses, que mezclaban miel y frutas antes del uso común del azúcar, se deslumbraron ante las posibilidades de nuestras pulpas de frutas, generosas en todos los rincones de un país recién descubierto. Son ambrosías (dulce hecho con huevos y leche cocidos en calda de azúcar), dulces de calabaza, plátano con naranja, cocada, merengue, tapioca y tantas otras preciosidades. Todavía en los tiempos coloniales, el dulce de anacardo y el de guayaba conquistaron fama de nobleza, siendo considerados los dos grandes exponentes de la casa señorial. Pero fueron tiempos también en que los aromas de plátanos asados o fritos, envueltos en canela, invadían las propiedades, así como la llamada miel de ingenio azucarero que era fundida con nuestra harina de mandioca. En los ingenios del interior de Pernambuco, Paraíba, Alagoas y Maranhão, así como en las moleque (con frutos del anacardo), además de la canjica y de bollitos preparados con maíz. Pero si la mayoría de los orígenes son identificados, sobre la tarta Souza Leão – que hasta hoy reina en tierras pernambucanas – hay noticias sobre una multitud de recetas que se definen como auténticas. También sobre tartas: son también de Portugal los primordios de las tartas de novias y las pirámides de azúcar colocadas en el centro de las mesas más nobles. Así como el arte de la decoración, surge la creación de letras y de dibujos, hechos con canela, bordados en los manteles y en las servilletas, así como opciones de formatos de cajas, ornamentos y papeles recortados. Cabe recordar la tradición del Brasil colonial: era común, en procesiones, que los fieles llevaran bandejas de dulces, ofrecidos de forma gratuita a individuos casas señoriales de Recife, São Luiz y Maceió, las cocineras negras fueron verdaderas alquimistas en la formación de una cocina regional. Sin dejar de mencionar a Bahía, estado en que la tradición blanca apenas se percibe hoy en los guisos sala58 que representaban personajes bíblicos. Habría partido de ahí una de las primeras denuncias de un sospechoso de judaísmo al Santo Oficio: ese hombre habría ofrecido, durante una procesión, confites que representaban figuras de judíos. Pasado el tiempo, surge uno de los más encantadores aliados de la culinaria y, por qué no decirlo, de los hábitos de la civilización moderna: el hielo. A partir de ahí, las frutas brasileñas, presentes en dulces, jaleas y flanes, servidos todavía calientes, incorporaron nuevos contornos de saTextos de Brasil . Nº 13 Queso y dulce de guayaba . João Prudente / Pulsar Imagens bor y de comportamiento, y se transformaron en helados. Tratados como cremas para los días de moreno o rapadura. La dicotomía entre placer y culpa es uno de los dogmas que nos rodea. Cara- calor, agradaban tanto a la vista como al paladar. Rompiendo las fronteras de las fincas y de melos, tartas, galletas, jaleas, compotas, mousses, helados y gelatinas pueblan nuestro imaginario los ingenios, surgieron como mote para las primeras confiterías de las grandes ciudades de Bra- de degustación. Mantenemos recuerdos, imágenes y aro- sil. Los helados fueron un hito en la desaparición de los clásicos y humeantes postres patriarcales y mas. ¿Quién no se pierde en devaneos al lamberse los dedos después de comer un pedazo de dulce del descrédito de los saraos realizados alrededor del té hirviente, con queso del interior y tostadas. de guayaba casero, se siente el más feliz de los reyes al morder sin timidez un bombón relleno con Según los historiadores, los periódicos de la primera mitad del siglo XIX atribuyen a los helados un aura de pecado: en las noticias, las confiterías, hasta aquel entonces reservadas a los hombres, pasan a recibir a las primeras mozuelas. Los años pasan y la llegada de inmigrantes de toda Europa disemina como polen los genes de las tradiciones confiteras inglesa, francesa y alemana, para mencionar a algunas, incrementando, alterando, adecuando las nuevas características brasileñas de su dulce naturaleza. Actualmente, el azúcar más consumido es el blanco refinado. Pero para la preparación de dulces y compotas se usa en gran escala el tipo cristal, sin refinación. Además, algunas recetas tradicionales llevan azúcar la mejor de las cremas, o se llena de orgullo triunfalista después de una secuencia de dulces preparados con frutas brasileñas? Por el motivo que sea, el origen de la repostería nacional es, antes que nada, antropológico, histórico y explicativo. Vencidas estas páginas, no se lo pierda: cierre los ojos, evoque su reminiscencia más significativa y seguramente, un dulce le vendrá a la memoria como imagen clara para ese sentimiento. Sabores de Brasil Alexandre Menegale Periodista Artículo originalmente publicado en la revista Sabor do Brasil, MRE, 2004. 59 Adriano Botelho Geografía de los sabores: Ensayo sobre la dinámica de la cocina brasileña L a gastronomía de un país forma parte del género de vida de su pueblo. Expresa no sólo los factores físicos de su geografía sino también sus aspectos humanos, económicos, sociales y culturales. Podemos, a través de un proceso de “ingeniería reversa”, “desconstruir” una receta para encontrar los productos agrícolas y las técnicas de cultivo, los condimentos utilizados y el tipo de pecuaria dominantes en una región. Pero el plato no se resume a sus aspectos materiales. Es necesario, también, que hagamos una “arqueología de los sabores”, es decir, una deducción del tipo de clima y suelo principales, de los grupos étnicos presentes, de las migraciones existentes, de las influencias exteriores, así como de las características culturales. Por lo tanto, podemos, a partir de las recetas representativas de su gastronomía, descubrir muchos de los elementos que componen la geografía física y humana de una región. Y, como en una vía de dos manos, el conocimiento anticipado de los factores geográficos que configuran una determinada sociedad puede contribuir a la explicación de sus hábitos alimenticios. Como dijo Sophie Bessis: La citación de Sophie Bessis fue retirada del artículo de Maria Eunice Maciel, “Uma cozinha à brasileira”, Estudos Históricos, n. 33, Rio de Janeiro, 2004. Sabores de Brasil 61 Dime lo que comes y te diré qué Dios adoras, en qué latitud vives, en qué cultura naciste, y a qué grupo social perteneces. La lectura de la cocina es un fabuloso viaje a través de la consciencia que las sociedades tienen de sí mismas, de la visión que ellas tienen de su identidad. Cuando hablamos de cocina brasileña (o cocina italiana, francesa, china, etc.), estamos refiriéndonos a formas culturalmente establecidas que forman parte de un sistema alimentario compuesto por un conjunto de técnicas, productos, hábitos y comportamientos relativos a la alimentación. Sin embargo, no se trata de algo estático, porque los intercambios entre los distintos pueblos son constantes y cada vez más intensos, y las sociedades que generan sus culinarias también se modifican a lo largo del tiempo. De ese modo, como nos recuerda la antropóloga Maria Eunice Maciel, una cocina no puede ser reducida a un mero inventario o repertorio de ingredientes, ni reducida a fórmulas y combinaciones de elementos cristalizados en el tiempo y en el espacio. La cocina brasileña fue, desde su inicio, dinámica, porque es, reconocidamente, fruto de influencias de diversos grupos sociales que se relacionaron y continúan relacionándose (no siempre de forma harmoniosa) a lo largo de nuestra historia. Y dada la gran extensión del país, su diversidad climática, de relieve y suelos, así como las diferencias de población de sus diferentes regiones, podemos afirmar que una de las características de la gastronomía brasileña es su diversidad, que se expresa, geográficamente, a través de los “platos típicos” regionales. Sin embargo, paradójicamente, otra marca de nuestra cocina es la relativa homogeneidad de la alimentación cotidiana de la mayoría de los brasileños, con pe Maciel, Maria Eunice. “Uma cozinha à brasileira”, Estudos Históricos, n. 33, Rio de Janeiro, 2004. 62 queñas variaciones regionales, dominada por la pareja frijol con arroz, acompañada por harina de mandioca, ensalada y carne (de vacuno, de cerdo, de ave o pescado). Para definir una geografía de los sabores de Brasil, debemos considerar esos aspectos de su gastronomía, relacionados tanto con los platos típicos (la diversidad) como con la alimentación cotidiana (la homogeneidad). Tampoco podemos pensar en la cocina brasileña exclusivamente en términos de recetas tradicionales, porque, como anteriormente mencionamos, la gastronomía, como manifestación sociocultural, forma parte de un proceso dinámico que expresa las transformaciones vividas por una sociedad. En este sentido pretendemos analizar, en el presente artículo, la geografía gastronómica de Brasil. Los platos típicos: la geografía de la diversidad Al observar superficialmente un libro de recetas de cocina brasileña, inmediatamente percibimos la diversidad regional que se expresa en las diferentes recetas típicas de sus gastronomías. Son ejemplos de esta diversidad: el barreado y el arroz de carretero en la Región Sur; la moqueca (del Estado de Espíritu Santo, de plátano de la tierra), el tutu de frijol, la feijoada, el frijol tropero en la Región Sudeste; la tapioca, el charqui con baião-de-dois, la paçoca de carne-de-sol, el guiso de cabra, la gallina a la cabidela (con salsa parda), el bobó de camarão, el sarapatel, el vatapá y el acarajé en la Región Nordeste; el pato en el tucupi, la maniçoba, el tacacá en la Región Norte; el arroz con pequi, el tutu con chorizo, la guariroba, N. del E: carne-de-sol es una carne ligeramente salada y secada al aire. Muy común en el norte y nordeste de Brasil. N. del T: La guariroba se parece al palmito pero es más amarga. Textos de Brasil . Nº 13 Bahiana haciendo acarajé . Foto: Christian Knepper (Embratur) Sabores de Brasil 63 la mojica y el pacu, pescado asado en la Región Centro-Oeste. Cada una de esas recetas revela un género de vida, una manera de relación del hombre con el medio geográfico que fue desarrollada durante varios siglos y que recibió influencias diversas de grupos étnicos distintos. La proximidad del mar o de ríos, el carácter mediterráneo, el tipo climático, la intensidad de la presencia de las culturas indígena, africana y europea, las actividades económicas desarrolladas, el grado de desarrollo de los medios de comunicación son algunos de los elementos sociogeográficos que contribuyen a la formación de una cocina regional. Una observación: a partir del estudio de las cocinas regionales de Brasil podemos concluir que las cinco macrorregiones administrativas definidas por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) tienen, en su interior, una gran diversidad física y cultural, diferenciándose, así, del concepto clásico de región, elaborado por la geografía tradicional de base francesa, que transformó a dicha unidad de análisis en un elemento fundamental para los estudios de esta disciplina. Cuando se habla de cocina nordestina, por ejemplo, no podemos dejar de considerar que hay, en esa región, por lo menos dos cocinas diferentes: una del litoral y otra del interior. La primera de ellas, oriunda de la civilización del azúcar del siglo XVI, está basada en las contribuciones de los grupos sociales presentes en el litoral nordestino (destacándose la contribución del africano, esclavo, y del portugués, señor de ingenio azucarero, dueño de plantaciones, funcionario de la Corona o comerciante). Su contacto más intenso con Europa, a través del comercio de azúcar, también debe ser considerado, cuando N. del T: mojica es un caldo de pescado espesado con harina de mandioca. 64 estudiamos las características de su gastronomía. Las recetas tradicionales del vatapá, del acarajé, del caruru – que utilizan condimentos provenientes de África para su elaboración - revelan no sólo la fuerte presencia africana en la gastronomía de esta parte de Brasil sino también el intenso intercambio comercial de productos entre Brasil y el continente africano durante el periodo colonial. La segunda, oriunda de la actividad de producción bovina y caprina y económicamente basada en la pecuaria extensiva, se caracterizó por el clima semiárido y por la escasez de ríos perennes. Además, el peso de la esclavitud fue mucho menor que en el litoral, y, como consecuencia, la influencia indígena fue más fuerte, conjuntamente con la portuguesa. La significativa presencia del charqui, cuya técnica de conservación fue traída por los portugueses, así como de la harina de mandioca, marca de la influencia indígena en la alimentación del brasileño, son los elementos fundamentales de la alimentación en el interior del Nordeste. La paçoca de carne-de-sol es un ejemplo emblemático de esta combinación: carne-de-sol mezclada con harina de mandioca. La cocina del Centro-Oeste, por su parte, revela las influencias de las corrientes poblacionales que se encontraron en esa región, casi siempre originarias de otras partes del país y que se mezclaron con los elementos regionales. Es posible percibir la influencia de la gastronomía de Minas Gerais y de São Paulo en Goiás, de la nordestina y del norte en el Estado de Tocantins y la influencia paulista en el Estado de Mato Grosso do Sul. La Región Norte, por su parte, tiene como base para su gastronomía a los pescados y la mandioca, además de los frutos típicos, tales como el açaí y la nuez de Brasil (castaña de Pará), abundantemente usados. La ubicuidad de la red hidrográfica en la región y la fuerte presencia de Textos de Brasil . Nº 13 la cultura indígena explican, en parte, sus peculiaridades. El tucupi, por ejemplo, es un elemento típico de la gastronomía del Estado de Pará. Elaborado a partir de la mandioca silvestre, así como del jambu, verdura típica con propiedades anestésicas, provoca una sutil sensación de temblor en la lengua. El tucupi y el jambu están presentes en dos manjares típicos: el tacacá (plato preparado a base de gambas) y el pato en el tucupi. La gastronomía típica del Sudeste de Brasil revela, también, gran diversidad. En Espírito Santo, por ejemplo, los elementos tradicionales son los pescados y los frutos del mar, y la moqueca capixaba es su plato más conocido. Ya la cocina característica de Minas Gerais y de São Paulo sufriría fuerte influencia de la actividad comercial interna ejercida por su población en el periodo colonial, siendo el frijol tropero su más conocida expresión. Frijol mezclado con harina de mandioca, corteza, chorizo, huevos, ajo, cebolla y condimentos era el alimento básico de los conductores de tropas de mulas, responsables del flujo comercial entre la región central del país, el litoral del Rio de Janeiro, y el Sur, tradicional proveedor de ganado en pie o charqui. El uso de legumbres, frutos y tubérculos nativos es característico de la gastronomía de Minas Gerais, así como el de la carne de ternera, de cerdo y de aves. La gastronomía del Estado de Rio de Janeiro es determinada por la influencia portuguesa, definida por la presencia del bacalao. Otro punto fuerte de esa cocina es la feijoada completa, que se volvió uno de los platos de exportación, simbolizando a la propia cocina brasileña. La Región Sur de Brasil revela, en su gastronomía, el cuadro humano que caracterizó a su ocupación: la presencia portuguesa en el extremo N. del E: Capixaba - perteneciente o relativo al Estado del Espíritu Santo. Sabores de Brasil La diversidad de las cocinas regionales y de las macrorregiones es fruto de la combinación, a lo largo de la historia, de elementos geográficos, sociales y culturales. sur y en el litoral; la alemana e italiana en el área serrana centro-norte; así como la presencia eslava en el Estado de Paraná. En el extremo sur está la frontera Norte de la región pampeana, denominada por Fernand Braudel “civilización de la carne”, la actividad pecuaria extensiva determinó el consumo generalizado de la carne bovina en forma de asado. Los orígenes portugueses en el litoral de Río Grande do Sur, Santa Catarina y Paraná pueden ser detectadas en los platos preparados con pescados y frutos del mar y en el barreado, típico del litoral del Estado de Paraná, que consiste en una carne cocida, durante mucho tiempo, en una olla de barro, servida con arroz y harina de mandioca. En la región serrana de Santa Catarina y de Rìo Grande do Sur, el clima subtropical y la presencia de inmigrantes alemanes e italianos garantizaron la presencia no sólo del vino y del trigo en la cocina local, sino también de recetas originarias de Europa. La diversidad de las cocinas regionales y de las macrorregiones es fruto de la combinación, a lo largo de la historia, de elementos geográficos, sociales y culturales. Son expresiones elaboradas de la identidad de los brasileños que viven en las 65 Más allá de las diferencias regionales, el plato cotidiano que está presente en casi todas las mesas del país es formado por el binomio frijol con arroz. Arroz con frijol, huevo y bife. Delfim Martins / Pulsar Imagens 66 Textos de Brasil . Nº 13 diferentes partes del país. Más allá de la gastronomía regional, expresión de la diversidad, la cocina brasileña es un factor de unidad nacional, mediante la identificación del binomio frijol con arroz como plato típico de subsistencia cotidiana del brasileño, es decir, como elemento de identidad nacional. Más allá de las diferencias regionales, el de la población más pobre. La planta de frijol común es cultivada a lo largo de todo el año, en la mayoría de los estados brasileños, proporcionando una constante oferta del producto en el mercado. Eso ocurre tanto en culturas de subsistencia como en culturas que emplean técnicas avanzadas. Debemos subrayar que el cultivo de frijol es también más accesible al pequeño productor familiar, porque puede ser realizado en pequeñas propiedades, utilizando poca tecnología y mano de obra familiar, en contraposición con el tradi- plato cotidiano que está presente en casi todas las mesas del país es formado por el binomio frijol con arroz, acompañado de ensalada, algún tipo de carne y harina de mandioca. El diccionario Aurélio define a la pareja frijol con arroz como “aquello que es de cada día; lo común; habitual”. Se trata de un verdadero elemento de identidad nacional, que abarca a la población de norte al sur del país. El frijol es un alimento básico para el brasileño. Su cultivo ya era conocido, en sus diversas variedades, tanto en el Brasil anterior al descubrimiento como en Europa y en África. De esta forma, su asimilación por la gastronomía brasileña encontró pocos obstáculos. Según datos de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), el promedio actual de consumo de frijol es de 12,7 kg brasileño/año. En una encuesta realizada por el instituto Datafolha en el municipio de São Paulo, el 34% de los encuestados respondió, espontáneamente, que su plato preferido era el frijol con arroz, y el 76% afirmó que comía esa combinación con asiduidad. La preferencia del consumidor es regionalizada y diferenciada, cional monocultivo latifundista de cultivos como la soja y la caña de azúcar. La Región Sur ocupa un lugar señalado en el escenario nacional de plantación de frijol, seguida de las regiones Sudeste, Nordeste, CentroOeste y Norte, respectivamente. La amplia diseminación y el uso en todas las partes del frijol, conjuntamente con la oferta constante y al precio accesible, son importantes factores para explicar el éxito de ese grano en los hábitos alimenticios brasileños. El arroz, por su parte, sustituyó a la harina de mandioca como principal acompañamiento del frijol. Esta última continua siendo, en algunas regiones (sobre todo las regiones Norte, Nordeste y Centro-Oeste), un tercer elemento indispensable en la mesa. El arroz fue introducido en Brasil en los primeros siglos de la colonización portuguesa y, paulatinamente, fue conquistando importancia en los hábitos alimenticios brasileños, hasta convertirse en un elemento esencial de nuestra culinaria cotidiana. Se trata de uno de los alimentos con mejor equilibrio nutricional, suministrando el 20% de la energía y el 15% de la proteína per principalmente en lo que se refiere al color y al tipo de grano. Se trata de un alimento rico en proteínas que constituye el ingrediente principal de la dieta capita necesaria para el hombre; es, también, una cultura extremadamente versátil, que se adapta a diversas condiciones de suelo y clima. Su cultivo ocurre de norte a sur del país, habiendo sido El frijol con arroz de todos los días Sabores de Brasil 67 adaptado a áreas menos húmedas (arroz de secano). A pesar de la relativa dispersión de la ricicultura en el territorio nacional, alrededor del 60% de la producción de Brasil es proveniente de la Región Sur. Brasil se destaca como el mayor productor fuera del continente asiático, estando entre los diez mayores productores mundiales. De esta forma, podemos explicar la relativa homogeneidad de la alimentación cotidiana, no apenas debido a las influencias culturales de los distintos grupos sociales que integraron la sociedad, sino también por las condiciones agrícolas y agrarias de Brasil. Alimento de subsistencia, rico en nutrientes, adaptado al clima y suelos de casi todo el país, que puede ser cultivado en pequeñas propiedades, de oferta constante y precios accesibles, el binomio frijol con arroz es la base de la alimentación del brasileño, superando diferencias regionales y sociales. Sin embargo, debido a la creciente urbanización de nuestra sociedad, con las transformaciones de la estructura socioeconómica y de la cultura, así como en función de la intensificación de las corrientes e intercambios internacionales, nuevos hábitos alimenticios entran en escena. ¿Nuevos hábitos alimenticios del brasileño? En la década de 1940, solamente el 30% de la población del país era urbana. Actualmente, el 80% de los brasileños vive en ciudades. La urbanización representa una transformación de los hábitos culturales tradicionales de la sociedad brasileña. Nuevas costumbres son difundidas por los medios de comunicación y por la movilidad poblacional impulsada por las migraciones internas; relaciones sociales tradicionales dan lugar a otras, en general, más dinámicas; ideas circulan con mayor rapidez, transformando modos de 68 La urbanización representa una transformación de los hábitos culturales tradicionales de la sociedad brasileña. vida regionales consolidados hace siglos. Entre dichos cambios, nuevas formas de alimentarse conquistan nuevos espacios en nuestra sociedad. El ritmo de vida urbano más intenso, tanto para los hombres como para las mujeres, es uno de los elementos que explican las transformaciones en las prácticas alimenticias de los brasileños. Al lado de la intensa urbanización observada a partir de la década de 1950, debemos considerar el desarrollo de la industria alimenticia para satisfacer a las nuevas configuraciones familiares y a las nuevas necesidades de los habitantes del medio urbano. De esta forma, observamos una industrialización creciente de los alimentos consumidos en los hogares, con la proliferación de alimentos congelados y deshidratados, galletitas y masas, salsas y platos prontos, etc. El sector de alimentos industriales, más que apenas responder a las necesidades del mundo contemporáneo, crea nuevas necesidades para el consumidor, a través de agresivas estrategias de marketing. Conjuntamente con la industrialización de los alimentos, se produjo, en las últimas décadas, la proliferación de restaurantes de comida rápidas, como forma de satisfacer al sector de la población que no tiene posibilidad de volver a su casa para almorzar. El fastfood pasó a estar presente en la alimentación cotidiana del brasileño en los establecimientos del tipo self-service; en los Textos de Brasil . Nº 13 bares que sirven “platos prontos” o sándwiches; o en las cadenas internacionales de junk-food. El otro lado de la moneda de la industrialización y masificación de los alimentos es la valorización de las cocinas regionales y extranjeras. El gusto por lo “diferente” y lo “exótico” es una de las características de la cultura post-moderna de los grandes centros cosmopolitas del mundo entero, y las metrópolis brasileñas no son una excepción a la regla. Es posible, entonces, hablar de “disneylandización” de la gastronomía mundial, en la medida en que imitaciones de las diversas cocinas mundiales proliferan en el globo. La intensificación de las relaciones comerciales y financieras, así como la revolución de los medios de comunicación y transporte contribuyeron a una mayor sensación de proximidad del consumidor con relación a diversas partes del mundo. La gastronomía, expresión sociocultural de las diversas sociedades, no puede dejar de ser afectada por estas transformaciones en el ámbito global. Finalmente, el propio acto de alimentarse, hace mucho, dejó de limitarse a suplir nuestras necesidades fisiológicas. Más allá de ser una expresión cultural, como fue anteriormente discutido, la alimentación está cada vez más presente en el contexto que Baudrillard denominó “La sociedad de consumo”. La cocina pasa a ser afectada por modismos y a obedecer las reglas del mercado, subordinando las autenticidades culturales al imperativo de la homogeneización de los gustos, cada vez más dictados por la mass media y por necesidades ajenas a los consumidores. La “alta La referencia a Disney se debe al carácter pionero de uno de sus parques, Epcot Center, que simula diversas áreas de ciudades como Ciudad de México, París, Roma, Tokio o Pequín, donde se puede vivenciar “artificialmente” cada una de esas ciudades, e, incluso, saborear los manjares típicos de cada uno de estos países. La práctica del simulacro de otras culturas es una de las características de la llamada cultura post-moderna. BAUDRILLARD, Jean. “La sociedad de consumo”. Sabores de Brasil cocina” se transformó en una forma de diferenciación social y de expresión de status, mientras que la comida anunciada por las grandes redes de fastfood o por las corporaciones de la industria de alimentos se reporta más a un estilo de vida que al alimento en sí mismo. Un ejemplo es el crecimiento de las líneas de alimentos light, que venden un estilo de vida sana y la búsqueda de un cuerpo ajustado a los estándares sociales dominantes. En este sentido, un nuevo capítulo de la cocina brasileña está a punto de ser escrito en virtud de dichos cambios. ¿Estaríamos caminando en dirección a una homogeneización empobrecedora, que podría significar el fin de las cocinas regionales? ¿Los hábitos alimenticios del brasileño estarían viviendo una transformación fundamental, en la cual el frijol con arroz cotidiano estaría cediendo espacio para otros platos? ¿O las cocinas regionales pasarían por un redescubrimiento y revalorización, volviéndose más accesibles a brasileños y extranjeros? Las respuestas a estas preguntas las dará el paso del tiempo. Pero debemos tener claro que la gastronomía brasileña está signada, históricamente, por la diversidad, por la influencia de las diferentes posibilidades humanas y naturales abarcadas por el país. Los cambios en nuestra alimentación y en nuestra gastronomía son parte de transformaciones sociales, económicas y culturales más amplias, que constituyen, tal como fue mencionado anteriormente, un proceso dinámico. La dirección que esos cambios pueden asumir, por su parte, depende de los rumbos que la población brasileña escoja para definir su modo de vida. Adriano Botelho Diplomático; PhD y Doctor en Geografía Humana de la Universidad de São Paulo. 69 João Rural Sabores de Brasil Los caminos de los sabores 71 L a comida típica paulista todavía existe en muchos lugares recónditos del Valle del Paraíba. Ella es simple y sabrosa, además de tener “sustancia”, como se dice en la cultura campesina. Nació con la llegada de los europeos y de los negros que, conjuntamente con los indígenas, crearon gran parte de los platos nacionales. A lo largo de los siglos, muchas recetas fueron modificadas, con la inclusión de nuevos ingredientes. En muchos casos, los platos mejoraron, pero en otros, perdieron la tradición histórica. La contribución de diversos pueblos ha propiciado variadas recetas, destacándose las que son preparadas con mandioca, maíz, caña de azúcar y carne de cerdo. Surgieron, de esta manera, el virado, el frijol tropero, las paçocas, las dulcerías y reposterías, el uso de las pimientas y el fogado, típico del Valle del Paraíba, en São Paulo. ¿Y cómo esos sabores viajaron de norte a sur en Brasil, hace por lo menos cuatro siglos? Llevados por los conductores de tropas, mejor conocidos como troperos, que, en el siglo XVII, por la necesidad de transporte de las cargas, eran obligados a cortar los senderos en medio del monte. Con el comercio de productos de Europa y del oro entre Minas Gerais y los puertos brasileños, la tropa se transformó en un transporte vital para la economía. Al comienzo, la mayoría de los burros y mulas provenían de los criaderos ubicados en la región sur de Brasil, donde se dominaba la técnica del cruzamiento de equinos con asininos, que nacían híbridos. Fue muy significativo el comercio de mulas entre Río Grande do Sur y la ciudad de Sorocaba, en São Paulo. Alrededor de 1850, llegaron a ser comercializados alrededor N. del E: paulista - perteneciente o relativo al Estado de São Paulo. La palabra puede designar también a quien es natural de esa provincia brasileña. 72 Com suas andanças, os tropeiros foram levando sabores, trocando produtos e fazendo a mistura que hoje praticamos em nossa cozinha. Muitos pratos, como o virado de feijão – ou virado paulista – nasceram nesse tempo. de cincuenta mil animales en un año. Después de la llegada del ciclo del café, el tropero pasó a transportar dicho producto hacia los puertos. Datos del puerto de Ubatuba revelan que, alrededor de 1860, por lo menos dos mil animales llegaban a diario para descargar café. La tropa estaba compuesta normalmente por diez animales. Adelante iba un niño montado a caballo, casi siempre el cocinero de la tropa. El primer animal era llamado de “madrina” o “frentera”, y cargaba en el pecho pequeñas campanillas, llamados cencerros, que iban produciendo sonido y llamando a la tropa. Algunos investigadores afirman que los animales oían el cencerro como si fuera el sonido de agua y, así, caminaban para alcanzarla. Después venían los animales de carga, siempre con un yugo, cargando maletas, canastas, cestos de bambú, bolsas o “bruacas” – grandes bolsas de cuero, para cargar provisiones. Cada animal llegaba a cargar 120 kg. En la parte central, venía el dueño de la tropa a caballo. Por último, venía un animal llamado de “coz” y atrás un hombre, siempre a pie, aguijoneando a los animales. Textos de Brasil . Nº 13 Con sus andanzas, los troperos fueron llevando sabores, intercambiando productos y haciendo la mezcla que hoy practicamos en nuestra cocina. Muchos platos, como el virado de frijol – o virado paulista – nacieron en ese período. En las expediciones, que salían de São Paulo para desbravar el interior, parte del personal plantaba, de trecho en trecho, alimentos que podrían ser cosechados en apenas tres meses. En algunos casos, algunos hombres se quedaban vigilando la plantación de maíz, frijol y mandioca, para, después de la cosecha, seguir el rastro de la comitiva y llevar los alimentos. En otros casos, ese grupo salía antes y esperaba a la comitiva, ya con la cosecha pronta. Después de la llegada de la expedición al local del plantío, el frijol era cocido junto con las carnes de animales cazados en el camino y el maíz, transformado en polvo fino y mezclado al frijol. Era preparado, así, un plato fuerte que era apreciado por los viajeros. Allí se originó la frase y el consejo para quien iba viajar por los bosques de Brasil. “Para comer, ‘va se virando’ (arrégleselas) como los paulistas”. “Se virando” se transformó, pasados los años, en “virado paulista”, actualmente preparado con harina de maíz, corteza y chorizo. También de ese periodo es el frijol tropero, hecho con charqui, chorizo, corteza frita y harina de maíz. Era calórico de esta forma para proporcionar energía a los hombres durante las grandes jornadas que atravesaban el territorio de Brasil. Pero el tropero era sabio, y viajaba solamente cuatro leguas (24 km) por jornada o por día. Así nacieron nuestras ciudades, porque durante los períodos de estadía, aparecían ranchos, que atendían las necesidades. En poco tiempo, se transformaban en villas y, luego, en ciudades, ubicadas, en promedio, a 25 km de distancia entre sí. Toda comitiva de viaje disponía de un pilón. La paçoca era la alimentación principal, porSabores de Brasil Comer apenas la carne – como, a veces, vemos en filmes – era impensable, porque no se podía parar mucho tiempo para cazar. Era necesario caminar constantemente. Si un hombre robase carne, era castigado con la muerte. que se llevaba una carga de harina de mandioca o de maíz. En el camino, eran cazados animales del monte o se pescaba. El producto conseguido era “moqueado” (asado), a guisa de los indios, que, en aquella época, trabajaban como cargadores. Eran ellos quienes enseñaban los secretos de la caza y de la pesca en los montes. Después de ser secadas, esas carnes eran colocadas en el pilón junto con la harina y pisadas hasta formar una masa gruesa. Así, la carne asada quedaba seca y podía ser transportada durante muchos días. Dos kilos de charqui y diez de harina alimentaban a mucha gente. Se ponía la paçoca en las alforjas. Incluso caminando o montando en animales, los hombres podían alimentarse. Para completar, consumían un pedazo de rapadura. Comer apenas la carne – como, a veces, vemos en filmes – era impensable, porque no se podía parar mucho tiempo para cazar. Era necesario caminar constantemente. Si un hombre robase carne, era castigado con la muerte. En la región del Valle del Paraíba y en las sierras gauchas, los piñones fueron el gran alimento de los viajeros, ya que dicha castaña demora hasta cuatro meses para pudrirse. También en el Valle, la tradición de comer la 73 Fogado antiguo . Foto: João Rural hormiga “içá” fue señalada por el escritor Monteiro Lobato, que no abdicaba de esa comida. nes, como el virado de frijol transformándose en tutu. Eduardo Frieiro, en su libro “Frijol, Angu y En el siglo XVIII, durante el ciclo del oro, la comida pasó a ser aún más valiosa. Por la cantidad Col”, afirma que “hay una comida típica minera, por reconocer una constante en las preferencias de personas que se desplazó hacia Minas Gerais, la producción agropecuaria en aquella región se alimenticias”, pero, en contrapartida, destaca que “esas preferencias no son exclusivas de esa mis- volvió escasa. En este contexto, entraron los troperos paulistas, transportando todo lo que fuera ma población”. Cabe considerar, por lo tanto, que, cuando Minas se expandió, el Valle del Paraíba y posible y ganando mucho dinero de esa manera. Algunos productos, como la sal y el azúcar, lle- otras regiones paulistas eran palco de movimientos desde hacía por lo menos 200 años. Se destaca, en este contexto, el papel de nuestro tropero, que gaban a valer hasta cuatro veces el precio de São Paulo. Gran parte de estos viajeros buscaban las mercancías en el Valle del Paraíba, en São Paulo. Muchos hombres de esta región fueron responsables de la fundación de diversas ciudades del sur de Minas Gerais. Con base en este movimiento, ciertos estudiosos de la alimentación en Brasil consideran que la comida minera es una derivación de la que fue llevada desde São Paulo, ya con los platos formados. Ocurrieron algunas transformacio N. del E: minero(a)- Perteneciente o relativo al Estado de Minas Gerais. Se refiere también a quien es natural de esa provincia. 74 iba dejando sus costumbres y tradiciones por los senderos en que pasaba. Trajo la mandioca, llevó el maíz, plantó la caña de azúcar, conservó la carne de cerdo, plantó frijoles, descubrió el arroz y mostró las frutas tropicales. El tropero fue el responsable de esta “mezcolanza”, formando la base de la alimentación brasileña durante varios siglos. Naturalmente, lentamente, nuevos productos fueron incorporados, con la llegada de inmigrantes, pero esta base continúa hasta la fecha, en cualquier cocina respetable. No hay como hablar de comida bra- Textos de Brasil . Nº 13 sileña sin considerar a la paçoca, farofa, corteza, harinas, frijoles, azúcar o arroz. Se trata, por lo tanto, de una cocina que las aventuras del tropero ayudaron a condimentar. El Menú Tropero mandioca Los primeros viajeros que llegaron a Brasil describieron muchas bellezas y curiosidades de esta tierra. Un aspecto que llamaba la atención era la alimentación de los habitantes de la selva. Por eso, en varios escritos, mencionan que los indios se alimentaban de una raíz blanca, llamada ñame o cará, que eran los nombres que ellos conocían. Pero pronto se observó que no era exactamente eso. En realidad, el indio llamaba a esa raíz de manioca, hoy conocida como mandioca. Con ese tubérculo ellos preparaban harina, papillas y también una bebida alcohólica, que los europeos aprendieron a saborear. Con la llegada de los equipos y de la sabiduría de los europeos, su preparación fue mejorada, transformándose en la famosa harina que conocemos hasta la fecha en uno de los triángulos básicos de la alimentación en Brasil. maíz Junto con la mandioca, los exploradores descubrieron otra novedad: el maíz, alimento milenario descrito por los viajeros que se quedaron encantados principalmente con el maíz de rosetas de maíz tostado, que se convertía en “flor”, cuando era arrojada al fuego. El maíz molido en las famosas “piedras de rallar” se convertía en quirera o fubá espeso. Así, era cocido y saboreado. Los indios no tenían el hábito de mezclar los alimentos. Preparaban la carne a las brasa, cocinaban el maíz, hacían la harina de mandioca y comían por separado, llevándose el alimento directamente a la boca. Existen todavía en el interior campesinos que consiguen colocar un puñado de harina en la boca, sin que se les caiga nada. caña de azúcar Por necesidad, los europeos trajeron la caña y la técnica de hacer el azúcar. En poco tiempo, la producción de azúcar de caña cristalizada, azúcar moreno y melaza se volvió el gran negocio, principalmente en los ingenios del Nordeste, cuya producción era enviada al Sur. Lentamente, los ingenios se diseminaron, de modo que cada región tenía su producción. Con el azúcar abundante, la preparación de dulces, privilegio de los señores, se volvió popular. En esas circunstancias, era suficiente recolectar las frutas tropicales abundantes, colocarlas en un tacho y espolvorearlas con azúcar: había sido inventado un nuevo sabor brasileño. Otra innovación fue la cachaza, que hizo la fortuna de muchos ingenios, y que conquista cada vez más espacio en mercados extranjeros. cerdo Los colonizadores trajeron consigo su pecuaria, incluyendo carneros, cabritos, gallinas, gansos, caballos y rebaño bovino. Pero el animal que mejor se adaptó, debido al clima húmedo y a la falta de pasturas, fue el cerdo. Bastaba soltarlo en un pequeño bosque que él se las arreglaba, revolviendo pantanos y comiendo raíces. De ese modo, el cerdo pasó a ser, en poco tiempo, la fuente principal de grasa para la alimentación diaria. Ese nutriente, ya era retirado por los indios de los cerdos del monte, antas y otros grandes animales. La grasa de cerdo, además de condimento, se convirtió en “heladera” de los alimentos, porque era utilizada para conservar todo tipo de carne. Por eso, existe la famosa “carne en la grasa”, plato encontrado en muchas pequeñas ciudades del interior. frijol Sabores de Brasil 75 Tropero prepara almuerzo en el trébede. Foto: João Rural Los indios tenían sus frijoles tropicales. A los portugueses, por su parte, siempre les gustó el frijol, principalmente el blanco. A los negros les encantaba el frijol negro. Eso todo fue llegando y entrando puerta adentro de las nuestras cocinas, formando muchos platos apreciados hasta la actualidad. Añadiéndose el arroz, traído por los europeos, se formó el plato más famoso de Brasil: el arroz con frijoles. charqui El tropero llevaba siempre carne y tocino salados para soportar el viaje. Lo que muchos no saben es que, para extraer la sal del tocino, el cocinero usaba un artificio muy simple. Cortaba el alimento en pedazos, lo colocaba en una olla y agregaba otro puñado de sal. Cuando el agua estaba comenzando a hervir, él mezclaba bien y eliminaba todo el líquido, dejando al tocino sin sal. Es conocida la expresión “estou por cima da carne seca” (estoy arriba de la carne seca), cuyo origen está relacionado con el hecho de el tropero que poseía ese producto era considerado 76 rico. Eran los troperos de tropas de haciendas. Los otros, que trabajaban por cuenta propia, eran los jornaleros y raramente contaban con esa ventaja. Por eso, para decir que se estaba bien, se usaba esa expresión. fogado secular Uno de los platos más característicos de la región del Valle del Paraíba es el “afogado” (ahogado), más conocido como “fogado”. Su historia comenzó hace más de un siglo. De acuerdo con antiguos cocineros, dueños de haciendas e investigadores, este plato nació de forma muy simple. Consta que los estancieros mataban a las vacas más viejas para hacer charqui, cuya forma de preparación ayuda a conservar y ablandar la carne endurecida por la edad de los animales. Las patas eran rechazadas por los señores, pero eran aprovechadas por los esclavos y, posteriormente, por los empleados de las fincas. Esas partes eran cortadas y colocadas en grandes ollas, solamente con agua y sal, durante una noche entera, “ahogando” a fuego suave, para ablandar. Seguramente ese es Textos de Brasil . Nº 13 el origen del nombre “afogado” o, popularmente, “fogado”. Un detalle es que el plato no tenía grasa, apenas el mocotó y el tuétano del hueso, que le daban un sabor especial. La salsa era preparada con urucum, ajo, condimentos verdes, albahaca, y hierbabuena. Esos dos últimos ingredientes ayudarían a hacer la digestión, según los negros, responsables de la adición a la receta. El testimonio de Sebastião Benjamim, que falleció a los 103 años, confirma las informaciones sobre el surgimiento del plato: “Mi padre, José Antonio Cassiano, to- maíz, para preparar un frijol tropero bien grasoso. Ese era el desayuno. El resto del frijol cocido, sin condimentos, era colocado en un calderón y era llevado en la bolsa de la comida para el almuerzo del camino. En la parada, el “madrinheiro” freía más corteza, retirando el exceso de grasa. Agregaba, entonces, al frijol ya cocido los condimentos y la harina de maíz, preparando, nuevamente, el frijol tropero. Los más ricos añadían charqui y chorizo ahumado al frijol. El arroz podía ser simple o mezclado con pedazos de corteza frita, maba las patas del buey, quemaba y raspaba todo el cuero, sacando los pelos. Retiraba el casco y lo cortaba en pedazos. Lo colocaba en una gran olla de hierro, con agua y sal, y lo dejaba en remojo toda la noche. Al día siguiente, retiraba los pedazos de huesos y condimentaba con el colorante, ajo, menta y albahaca. Estaba listo para comer, haciendo en el plato, un pirón con harina de mandioca, que era preparada en la propia casa”. haciendo, así, el arroz tropero. Para completar, se preparaba el café, hirviendo el agua y añadiendo el polvo y el azúcar. Se retiraba la bebida del fuego y se colocaban dos pedazos de carbón, para decantar el polvo, de modo que no era necesario tener un colador. El tropero tenía un equipo básico de cocina, el “cesto de calderón”, hecho de bambú. En él, se ponían dos ollas (calderón y ollita) de hierro, platos, jarros, cucharas y una cafetera. En este conjunto, iba también el trébede, que consistía en tres hierros: dos para apoyar y uno para servir como bandeja, donde eran colgadas las ollas. En algunos casos, ese equipo era improvisado con madera verde y era usado una única vez. Había, además, la bolsa de viaje, que consistía en una bolsa blanca con varias bolsitas adentro, en las cuales se guardaban frijoles, arroz, harina de mandioca, sal, azúcar, ajo, tocino salado y polvo de café. Como se ve, a pesar de no haber nada que fuera sofisticado, la alimentación respondía a las necesidades de la pesada jornada de marcha. Desde São Paulo hasta Rio de Janeiro, por ejemplo, se demoraba 15 días. la comida del tropero A pesar de tener a su disposición una inmensa variedad de alimentos, tanto en la naturaleza, como en las posadas y fincas en que paraba, el tropero se alimentaba diariamente con una comida que, a pesar de ser simple y práctica, tenía mucha “sustancia”, como ellos mismos decían. La alimentación básica en su jornada era frijol, arroz, charqui y tocino. Había, también, alimentos que acompañaban, tales como harinas de maíz y de mandioca, sal, ajo, azúcar y café en povo. En las madrugadas, el “madrinheiro” se despertaba y ponían a cocinar los frijoles, mientras los otros arreaban la tropa y ponían las cargas sobre el lomo de los animales. Después de cocinar el frijol, se freía el tocino, que se completaba con harina de N. del E: madrinheiro es el joven que va en la yegua madrina, la que sirve de guía. Él regula el tiempo de la marcha de la tropa. Sabores de Brasil João Rural Periodista. Autor del libro de recetas “Sabores do tempo dos tropeiros” 77 Tião Rocha 78 El sabor de Minas Gerais Textos de Brasil . Nº 13 Ingenio de charqui brasileño – J.B. Debret (1829). Museos Castro Maya – IPHAN/Minc – MEA 0113 R ecorrer los senderos y los caminos utilizados por los mineros para llegar a la “mineridad” actual exige que conozcamos las encrucijadas y los senderos de las Minas Gerais. Lo que nos lleva, invariablemente, hasta fines del siglo XVII e inicio del siglo XVIII. La Corona portuguesa nunca perdió las esperanzas de encontrar metales preciosos en sus tierras en América. Esta esperanza era alimentada por las leyendas seductoras de la ciudad de Manôa, de las Sierras de las Esmeraldas y de Sabarabuçu. El descubrimiento del oro en el interior de la colonia, si en los menores detalles fue obra de la casualidad, en su concretización fue, sobre todo, obra de la persistencia histórica. N. del E: Mineridad: es el sentimiento de identidad del minero – el habitante del Estado de Minas Gerais – por su región. Sabores de Brasil 79 Si este descubrimiento no puede ser un hecho atribuido a una persona en particular, fue el resultado de los esfuerzos y sueños continuados de generaciones que se sucedieron. Esfuerzo iniciado en 1532 con la llegada de los primeros habitantes portugueses con Martim Afonso de Souza. Una de las primeras medidas tomadas por él fue enviar una expedición, formada por 40 hombres, partiendo de São Vicente, en São Paulo, en dirección al interior, a la búsqueda de las minas de oro y plata...Nunca más volvieron. La noticia del descubrimiento del oro se diseminó rápidamente por todo el mundo. Comienza el gran rush. Llegan aventureros de todo tipo, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, blancos, pardos, negros, nobles y plebeyos, seculares, clérigos y religiosos de diversas órdenes, determinados por el afán de enriquecer rápidamente, sin que les importaran las asperezas de los senderos y sin preocuparse con la dureza de los trabajos y peligros que tenían que enfrentar. Abandonan todo en sus tierras de origen. Venden sus bienes (cuando los tienen), abandonan mujer e hijos, interrumpen sus noviazgos. Si la partida hacia las minas es un drama, el transcurso del viaje será otro, extremadamente difícil, tal vez mortal. Cada uno, con su comida frugal en la bolsa, partía, confiando enloquecido por el espejismo del oro. Les esperaba, muchas veces, el peor de los padecimientos: el hambre. Y fue tal la escasez de provisiones, que hubo una hambruna en 1698, otra en 1700 y también una tercera en 1713. Campos y montañas habían sido despojados de víveres silvestres y animales de caza por la gente que todo consumía. Mucha gente salió para cazar en los montes o regresó a sus pueblos de origen. Muchos se perdieron. Con lo que les deparase la suerte consumieron todo tipo de cazas, tapires, venados, ca80 pibaras, monos, coatíes, pumas, ciervos y aves, y muchas veces, víboras, lagartos, hormigas y también “unos bichos muy blancos que se crían en tacuaras y palos podridos”. También consumían miel de abejas, cerdos, palmitos, brotes de helechos, ñame del monte... y otras variedades que la necesidad inventaba. No faltaban los pescados: los pequeños cocidos en tacuaras, los grandes asados. Lanzado el grito de descubrimiento del oro, se desencadenó en esa región una ola migratoria que tiene pocos paralelos en la historia de la humanidad. Ríos humanos se dirigieron hacia la región de las minas, saliendo desde todos los lugares. En todos los rincones y provincias de Brasil se escucharon los ecos de la noticia del descubrimiento del oro y, en todos lados el sistema demográfico sufrió profundas convulsiones, en virtud de la corrida a las minas. De ahí deriva la forma de poblar rápida y gigantesca de la región minera. Sin embargo, en muy poco tiempo aquel rush en dirección a Minas Gerais se transformó en una calamidad pública. Tantos fueron los ambiciosos que corrieron atrás del oro que surgió el peligro de que el Reino se despoblara. También las ciudades litorales de Brasil enfrentaron la misma amenaza... Las minas que habían sido vistas como una bendición del cielo, al cabo de dos siglos de búsquedas ansiosas, comenzaron a ser percibidas como causa de desgracias y fuentes de maleficios. A continuación surgieron las prohibiciones y restricciones a la ida de nuevos habitantes a las minas, en 1709 y 1711. Más allá de las restricciones al ingreso a la región, otras medidas fueron tomadas, prohibiendo la apertura de nuevos ca Carta anónima de 1717, mencionada por Afonso de E. Taunay. Textos de Brasil . Nº 13 minos y senderos para llegar a las Minas. Nada, sin embargo, impedía que la población de Minas Gerais continuara creciendo a un ritmo rápido y desordenado, si consideramos las distancias y las dificultades. Cuanto más complicados y difíciles eran los procesos de extracción del metal, más sedentarios se volvían los mineros, estableciendo poblaciones de carácter permanente, con construcciones sólidas, hechas para desafiar el paso del tiempo. Las pequeñas poblaciones mineras crecieron tan vertiginosamente que, en pocos años, muchas de ellas se elevaron a la condición de villas. Las ciudades históricas de Minas, guardianas de las construcciones coloniales, se convirtieron en la marca permanente de la época. Muy temprano, se estableció una activa corriente comercial entre las ciudades litorales y Minas Gerais. Los caminos fueron recorridos con frecuencia por mercaderes, troperos, carreteros y boyeros que iban y venían por estos senderos, diferenciándose por eso mismo de quienes, llevados por la fiebre del oro, solamente pensaban en la ida y no en la vuelta. Sin embargo, las villas y ciudades litorales no estaban preparadas para suplir las necesidades de los mineros de Minas Gerais. La fiebre de la especulación hizo que todo lo que hubiera para suplir sus propias villas, fuera llevado a las minas. La consecuencia fue el aumento de los precios, la escasez de géneros alimenticios y provisiones. La situación se volvió tan dramática para la Villa de São Paulo que la Cámara Municipal, en sesión realizada el 19 de enero de 1705, determinó que ninguna persona vendiera cualquier tipo de producto de subsistencia destinado a salir de su territorio, “tanto la harina de guerra, el trigo, el frijol, el maíz, como el tocino y el ganado”. La vida en las minas, durante los primeros años después de los hallazgos sería prácticamenSabores de Brasil De las crisis de hambre del siglo XVIII surgió el aprovechamiento de los alimentos disponibles. Y de la búsqueda por mejor aprovechamiento, se llegó a la variada y abundante, simple y sofisticada cocina minera. te imposible, sin el suministro de provisiones y géneros de todas las especies, salidos de las ciudades y villas de São Paulo, de Rio de Janeiro y de Bahia: ganado, tocino, aguardiente, azúcar, harina, frijol, maíz, telas, calzados, remedios, algodón, azadas, y artículos importados como sal, aceite, vinagre, trigo, hierro, pólvora, vidrios, vino, armas, tejidos, y esclavos, miles y miles de esclavos africanos. De las crisis de hambre del siglo XVIII surgió el aprovechamiento de los alimentos disponibles. Y de la búsqueda por mejor aprovechamiento, se llegó a la variada y abundante, simple y sofisticada cocina minera. Para enfrentar la falta de carne bovina, los mineros se acostumbraron a criar cerdos, en cualquier espacio, incluso en los fondos del patio (costumbre mantenida hasta nuestros días). El consumo de carne de cerdo se volvió un hábito alimenticio de los habitantes de las minas, y actualmente, el lomo de cerdo, es quizá el plato más típico de nuestra tradición minera, presente en todas nuestras manifestaciones, predilecto de todos los habitantes de Minas Gerais. 81 El minero nunca usó pan de “harina de palo”, el pan de la tierra de los primeros siglos de la colonización: siempre prefirió la polenta, las sólidas tartas de fubá y el cobu (la galleta de harina de maíz asada y enrollada en hoja de bananera). Para mezclar con frijol usó siempre la harina de maíz mojado, machacado con una rueda de molino primitivo y luego tostado, la polenta, la harina de molino (fubá tostado). Las clases pobres siempre usaron la “canjiquinha” (subproducto de la retirada de la pulpa del maíz, para sustituir Los mineros y demás habitantes de la región de las Minas Gerais nunca conocieron la abundancia de alimentación. La comida de los expedicionarios paulistas era poco surtida. El alimento básico de la mayoría de la población era el trío frijol, maíz y mandioca. Las plantaciones de mandioca eran insuficientes y en la preparación del maíz no era utilizada la sal porque no era suficiente para todos. La mandioca era el principal alimento y el pan de cada día de esas poblaciones. A continuación venía el maíz. El cronista anónimo de 1717, citado por Afonso de Taunay, enumeraba algunas de las diversas comidas preparadas con maíz: “palomitas, curau, pamonhas, harina, cuscús, galletitas, tartas, alcamonías (dulce preparados, en general, con melaza y harina) y, catimpuera (especie de bebida fermentada, hecha con maíz o mandioca cocida o pisada, mezclada con agua y miel de abeja), aluá (bebida refrescante preparada, en el Nordeste, con harina de arroz o maíz tostado, fermentada en cántaros de barro y, en Minas Gerais, con cáscaras de piña, por el mismo proceso) o cerveza de maíz verde, aguardiente y canjica. La polenta de fubá (harina de maíz), cocido en grandes cantidades, en tachos de agua caliente que “los ricos comen por gusto y los pobres por necesidad”. El estilo de la cocina minera se reveló, principalmente, en el complejo del maíz. Desde el maíz verde, cocido, asado, o preparado como papilla, al fubá (polenta, gacha, tarta, galleta, etc), el maíz está presente victorioso, en todas las comidas, dominando a la nativa mandioca. Ferreira, Aurélio Buarque de Holanda. Novo Dicionário da Língua Portuguesa. Rio de Janeiro: Nova Fronteira - 14ª impresión. Idem Idem, ibidem 82 al arroz). La leche con harina (de maíz o de molino) consumido de noche, es una cena apreciada. El café con harina de maíz y queso, cena violenta. La canjica deliciosa, las palomitas y, como refresco, el aluá, fubá con agua y azúcar de caña cristalizada, que fermentado tiene propiedades alcohólicas, bebida que los negros tomaban en las celebraciones, durante los intervalos de las danzas. Estos variados usos del maíz muestran el carácter heterogéneo de la cocina minera. El problema de la alimentación en la actividad de minería era grave no sólo para los esclavos (mal vestidos y mal alimentados), sino también para los hombres libres, en las minas de oro y, particularmente, para quienes vivían en las ciudades. Las consecuencias de la ocupación acelerada y desordenada de la región minera fueron de diversos tipos. Algunos historiadores señalan como causa principal de la Guerra de Emboabas (1709), el conflicto por la toma de posesión de las minas de oro, destacando que los paulistas no querían que ellas fuesen compartidas con los forasteros. Sin embargo, si hubo en los orígenes de esta guerra un conflicto de los paulistas contra la competencia de los portugueses y los naturales Torres, João Camilo de Oliveira. História de Minas Gerais, vol. I, Belo Horizonte. p. 161. Textos de Brasil . Nº 13 Cortezas siendo freídas . Foto: João Rural de Bahia (los bahianos) y rivalidades alrededor de la posesión de las minas, otro motivo suplanta a ese en importancia: el monopolio de ciertos géneros indispensables para la vida en Minas Gerais, como los contratos de carnes de carnicerías, la especulación y contrabando de todos los artículos de primera necesidad, promovidos por los hijos de la metrópolis, aliados a los bahianos. Podemos, entonces, considerar que en el origen de las características que definen a Minas Gerais, entre las cuales se impone su gastronomía, estaría, entre otras, la Guerra de Emboabas, estudiada en los manuales escolares como una de las primeras manifestaciones del “espíritu nativista” del pueblo brasileño. Otro hecho histórico que presenta en sus entrelíneas el problema del abastecimiento de la Ca “Memória Histórica da Capitania das Minas Gerais”. In: Revista do Arquivo Público Mineiro, vol. II, p. 425. Sabores de Brasil pitanía, fue el levantamiento de 1720, en Villa Rica, conocido como la Rebelión de Felipe dos Santos, contra la instalación de las casas de fundición en la región aurífera. Junto con ese deseo, estaba presente en la rebelión popular el deseo de abolir los contratos de aguardiente, de tabaco y cigarros. La gravedad del problema del abastecimiento de Minas, forma el “substractum” de los principales acontecimientos políticos de Minas Gerais, en la primera parte del siglo XVIII. Consecuentemente, se refleja en la formación sociocultural de nuestro pueblo, manifestado en los conocimientos y quehaceres de nuestra gente, de donde surgen, humeantes en tachos de cobre, calderones de hierro fundido y ollas de piedra curtida, los perfumes, los colores y los múltiples sabores de nuestras comidas. Las respuestas y soluciones mineras dadas a las necesidades de supervivencia, generaron 83 Tropa carguera. Foto: João Rural 84 usos personales y familiares, que, lentamente, a rizado por el Príncipe Regente, en 1809 afirmaba: “baño María”, se transformaron en hábitos locales, que, cocidos a fuego suave, se generalizaron “¡Por supuesto! Mientras haya maíz y agua, los mineros no se morirán de hambre”. como costumbres regionales, hasta que estallaron como chicharrones en grasa caliente, formando Saint-Hilaire, por su parte, observó la preferencia de los mineros por dulces y jaleas y su nuestras tradiciones culturales. De esta forma y siguiendo este proceso, el minero emergió de las crisis de hambre en dirección a la consolidación de una rica, variada y tradicional gastronomía, pautada por el aprovechamiento de los géneros más elementales – frijol, maíz, mandioca, carne – encontrados o disponibles en nuestra región. La escasa variedad de recursos del periodo colonial fue la condición para el surgimiento y desarrollo de una gastronomía creativa e innovadora, caracterizada por la búsqueda del sabor y de la combinación de gustos, entre los pocos y limitados productos disponibles. John Mawe, el primer viajero extranjero que pudo penetrar en el territorio minero, auto- inclinación a endulzarlos. Los criticó, sin embargo, por el abuso del azúcar, que oculta el sabor de los frutos. Esta objeción es formulada también por muchos extranjeros que probaron nuestros dulces. Y algunos viajeros franceses expresaron su extrañeza por el hecho de que comiéramos dulce con queso, herejía gastronomía, según estos maestros en el tema. Ellos no saben lo que se están perdiendo: dulce de guayaba con queso de Minas, hum!... Mientras tanto, familias de confiteros ponían (y continúan poniendo) en las calles, bande “Viaje al interior de Brasil, en especial a los distritos del oro y del diamante, en 1809/1810”. “Viaje por las Provincias de Rio de Janeiro y Minas Gerais”. Textos de Brasil . Nº 13 jas de dulce de coco, de canutos de queso, de brevidades10 y pés-de-moleque. Otras familias ganan un poco de dinero con la tarta de frijol muy picante, otras manufacturan en tachos de cobre las almendras para los cartuchos de la Semana Santa. Quitanda, no lo olvidemos, es la pastelería casera, la galleta, la borona, la rosca, los bizcochos, la tarta, expuestos en bandejas. Dulcera es la fabricante o vendedora de estos productos. Las mujeres de Ouro Preto tenían fama de buenas cocineras y excelentes dulceras. Las negras y mulatas cocineras, por mucho que trabajasen, nunca produjeron lo suficiente para satisfacer la gula de los trabajadores de las minas. Una verdadera multitud de negras y mulatas, esclavas y libertas, recorrían con sus bandejas los cerros y orillas de los ríos, incitando a los negros a gastar en manjares el oro que no les pertenecía. Uno de los primeros gobernadores de la región ya se encargaba del problema: ...prohibe: que las mujeres vayan con bandejas a las minas del oro con pasteles, tartas, dulces, miel, aguardiente, y otras bebidas, que algunas personas mandan a las dichas minas y locales en que se saca el oro dando ocasión a que ellos se desencaminen de sus señores y llegue a las manos de quienes no pagan quintos a Su Majestad... “Las bateas más ricas que hay en las minas” continuaron perteneciendo a las “negras de tabuleiro”11, lo que resultó en otra prohibición, esta vez fechada el 11 de septiembre de 1729. Y, otra que quedó sin efecto. N. del E: Brevidade es una galleta de harina de mandioca, azúcar, huevos, etc. asada en el horno. 11 Figueiredo, Luciano. Mulheres nas Minas Gerais. In: História das Mulheres no Brasil, Ed. Contexto, SP, p. 151. 10 Sabores de Brasil “En la indigestión de los ricos se venga el hambre de los pobres”, dice el refrán popular. Los mineros siempre fueron muy golosos, amigos de dulces y manjares, como la mayoría de los brasileños, que eran conocidos por su “sensualidad apícola” “En la indigestión de los ricos se venga el hambre de los pobres”, dice el refrán popular. Los mineros siempre fueron muy golosos, amigos de dulces y manjares, como la mayoría de los brasileños, que eran conocidos por su “sensualidad apícola”.12 De las bandejas para las tiendas y abacerías, conquistaban fama nuestros dulces de leche (enrollados en paja de maíz, los más auténticamente mineros), los de cidra, limón y naranja, la brevidade, las mermeladas, dulces de guayaba y de plátano, el pé-de-moleque, la pamonha envuelta en hoja de bananera, las queijadinhas13, la mãe-benta14, el quebra-quebra15, la borona de fubá mimoso (harina non-fermentada fina de maíz) o de cacahuete, la 12 13 Mântua, Simão. Cartas de um chinês. N. del E: Queijadinha es una pequeña tarta, hecha, en molde para magdalenas, de masa de harina de trigo y con relleno de leche, huevos, queso y azúcar. 14 N. del E: Mãe-benta es un bollito dulce preparado com harina de arroz, mantequilla, azúcar y huevos. 15 N. del E: Quebra-quebra es un sequillo muy blando, que se deshace en la boca. 85 galleta de fécula, además de otros de nuestra tradición luso-brasileña, cuyos nombres evocan mimos y dulzuras al gusto del siglo del romance (XVIII): merengues, melindres de miel y harina, arrufados de Coimbra, esquecidos16, beijos-de-freira17, paposde-anjo, baba-de-moça, quindins-de-iaiá... En la despensa nunca faltaba la compotera de melaza, que se comía con harina de maíz o trozitos de queso. Y en las tiendas y tabernas había invariablemente, al lado del barril de aguardiente, el biscoito fofão18, el canuto relleno de crema, la palomita y la rapadura que se usaba en la preparación de la repostería familiar. Lentamente, desaparecía el peligro del hambre, pero todo se vendía a precios carísimos. Muchos de los ambiciosos que habían corrido a Minas Gerais para enriquecerse con el oro, descubrieron que era más fácil hacerlo llegar a sus manos ya extraído por otros, a través del comercio. Listo. Estaba abierto el camino para que los habitantes de Minas Gerais practicasen el comercio y se volvieran negociantes habilidosos, vendedores ambulantes, carreteros, troperos, practicando para, en el futuro, convertirse en eximios banqueros y financistas. Con los suministros organizados y mantenidos sistemáticamente por las caravanas de troperos, nada más les faltó a los habitantes de Minas Gerais. A mediados del siglo XVIII, había oro en abundancia. Se propagó la idea de que los mineros pagaban generosamente a sus proveedores. Se formaron líneas regulares de caravanas. El peligro del hambre y de la carestía había desapa- N. del E: Esquecidos es una galleta hecha de huevos, harina de trigo y azúcar. 17 N. del E: Beijo de freira es una galleta hecha a base de leche condensada y coco rallado. 18 N. del E: Bolo fofão es una galleta hecha a base de huevos, aceite y harina de mandioca. 16 86 recido para siempre. Hubo abundancia de géneros y de objetos de uso. Villa Rica “abundaba en víveres y las tierras producían muchas hortalizas, como coles, repollos y cebollas. Había también abundancia de frutas, principalmente los melocotones, membrillos, naranjas, manzanas, juás19. Aunque se cultivara poco la tierra, sus habitantes no sentían falta de nada, porque las provisiones llegaban todos los días en tropas cargadas de tocino, maíz, frijol, quesos y aceite, vendidos por precios bastante cómodos”20 Al antiguo tropero le debe a cocina minera ese plato – el frijol de tropero – cuyo nombre es un tributo de homenaje al valiente desbravador de tierra adentro. El centro de las actividades mercantiles era la tienda. Allí se podía encontrar (lo más común era no encontrar) cachaza, sal, azúcar, frijol y charqui, tabaco en cuerda, herraduras, cabezas de ajo, armas de fuego y misales. La extracción de oro y diamantes era absorbente. Mientras la producción fue abundante, no hubo margen para el surgimiento de una agricultura o de una pecuaria intensiva. La agricultura, en el apogeo del oro, no podría desarrollarse, porque no podía disputar con las minas en la compra de esclavos. El minero pagaba por el esclavo negro precios que el agricultor no podía pagar. Los corrales fueron lentamente penetrando en la Capitanía, diseminándose por los campos cercanos al Río San Francisco, como una prolongación natural de la pecuaria bahiana. A pesar de todos los pesares y contratiempos, Minas Gerais fue, guiado por sus características de discreción y tranquilidad, caminando hacia la autosuficiencia. De la Villa de Sabará salían N. del E: Juá es un fruto característico del Nordeste cuyo árbol es de la familia de las ramnaceas (Zyziphus joaceiro) 20 ROCHA, José Joaquim da. Memória Histórica da Capitania de Minas Gerais, relativas al año de 1778. 19 Textos de Brasil . Nº 13 maíz, frijol, arroz y caña de azúcar; de las bandas de la Villa Risonha y Bela de Santo Antônio da Manga de São Romão llegaban ganado, pescados y frutas del interior; la Villa Nova da Rainha producía las “mimosas frutas de nuestro Portugal”, manzanas, melocotones, uvas y ciruelas; el Cerro Frío exportaba maíz, frijol y sus quesos; y la Villa de São José do Rio das Mortes (actual Tiradentes) era la más abundante de toda la Capitanía, ella sustentaba a la mayor parte de las comarcas, con tocinos, ganado, quesos, maíz, frijol y arroz. La población minera comía la carne bovina, salada y en porciones – carne-seca o charqui, carne-de-sol, carne-de-vento o jabá21. Así como las carnes de cerdo y tocino, eran mantenidas en buen estado por el proceso de ahumar, salar, fabricar la paçoca y conservar en grasa (como se hace todavía hoy). En el norte de Minas, la comida común de la gente del campo continúa siendo el frijol con harina y charqui, servido con salsa de pimientacumari, guindilla y dendé – verdadero fuego que exige para apagarlo un buen trago de cachaza con la hierba junça u hojas de higuera. La decadencia del oro y del diamante, hacia fines del siglo XVIII, fue la causa principal del desvío de actividad de los habitantes de Minas Gerais desde la industria extractivista hacia la pecuaria, las manufacturas y la agricultura. En la propia región de la minas, se multiplicaron las plantaciones. Las minas agonizantes pasaron a apoyarse en los cultivos que, expandiéndose, buscaban ávidamente las tierras fértiles que había en las inmediaciones de las minas. 21 N. del E: En Brasil hay distintas maneras de denominar a las carnes saladas y secadas al aire o al sol. En general en el Norte y Nordeste se usa más carne-de-sol o carne-de-vento. El charqui, un poco más salado que la carne-de-sol, o jabá es una denominación más común en el Sur. Sabores de Brasil El menú diario de la mesa minera (de las familias pudientes, claro) era, y todavía es, en la mayoría de los casos, tradicionalmente lo mismo, con poca variación, en las diversas regiones del estado, desde el sur hasta las proximidades de Bahia. Al iniciarse el siglo XIX, el panorama económico de Minas Gerais era muy diferente del que se presentaba en el siglo anterior. El desarrollo de la agricultura, de la pecuaria y de las manufacturas, otorgando a la Capitanía elementos de autosuficiencia, le permitió dispensar una gran parte de los mantenimientos externos, pasando a abastecer a las regiones que antes eran sus proveedoras, en una completa inversión del panorama económico. De su viaje a Minas, en 1851, el naturalista alemán Hermann Burmeister nos dejó algunas impresiones curiosas sobre locales, paisajes, fauna y costumbres de los habitantes que él pudo conocer. Pasó por varias regiones. En Mariana y Ouro Preto hizo un interesante registro sobre los horarios de las comidas y lo que se comía habitualmente: A las 10 horas, almuerzo: frijol, polenta, tasajo, harina, tocino, col, arroz, a veces pollo. Se comía a gusto, mezclándose todo en un único 87 88 Pan de queso . Daniel Augusto Jr./Pulsar Imagens Textos de Brasil . Nº 13 plato (como todavía hoy se hace comúnmente). Entre 3 y 4 horas de la tarde, se repetía la misma comida, con provisiones frescas. Se bebía agua al comer y un poco de aguardiente, tomándose al final una taza de café. Ciertas familias hacían una tercera comida entre 7 y 8 horas de la noche, pero esto no formaba parte de la costumbre general. A esa hora, se servían platos más livianos, como canjica con leche y azúcar, té de naranja con leche, en el cual se mojaba una galleta o una tarta más fina, como pão-de-ló, o pan de maíz. Le pareció muy agradable el té de naranja... El menú diario de la mesa minera (de las familias pudientes, claro) era, y todavía es, en la mayoría de los casos, tradicionalmente lo mismo, con poca variación, en las diversas regiones del estado, desde el sur hasta las proximidades de Bahia. Se comía, y todavía se come, principalmente, el frijol, la polenta, la harina de maíz o de mandioca, el arroz suelto, el lomo de cerdo, el chorizo, la carne bovina, seca o fresca, la gallina y, como verdura, la col. El frijol es el padre de todos. “El frijol es el amparo de la casa”, dice el refrán popular. Ocupa el primer lugar, principalmente el mulato (de semilla clara), además de las otras variedades: chumbinho, manteiga (frijol de Lima), rojo y negro. A poca distancia, le sigue la polenta, después el torresmo (la corteza). El arroz actualmente rivaliza con el frijol. El arroz blanco, cocido a nuestra manera, suelto, no puede faltar en la mesa de la familia minera. Finalmente, la col. Frijol con polenta y corteza, harina y col rasgada o picada – es la comida diaria de una casa en su forma más simple y común. Al frijol cocido, casi sin caldo, no aplastado, y añadido después a las cortezas fritas y a la harina de mandioca, le dan el nombre de “frijol de tropero”, “frijol de las once” y “frijol de pereza”. Sabores de Brasil 89 El sabor de la polenta puede ser muy mejorado cuando se le añaden chicharrones o chorizo. Se añade la col picada, rehogada, hum!... y se llega a la tríada tradicional: frijol, polenta y col. Otro manjar incomparable para el paladar de los mineros, y el más minero de los platos, es el tutu de frijol: preparado con frijol mulato. Después de cocido, se lo espesa con harina de mandioca o de maíz. Y se sirve con cortezas, chorizo o huevos cocidos, cortados en rodajas...hum! Como la feijoada simple, que se cocina a veces con carne de cerdo salada, o carne- de-vento, es un plato sólido que pide una “abre camino”, un vasito de buena cachaza. Al terminar, se toma una taza de café fuerte. Los bollitos de frijol son muy apreciados como aperitivo, antes del almuerzo o la cena, como antipasto de un delicioso aguardiente de caña. La alimentación habitual del hombre del campo, agricultor y campesino, está formada casi siempre por frijol, polenta, arroz cocido, alguna hierba, y, en los mejores casos, huevos y gallina. Nunca falta la harina de mandioca... La polenta de fubá, plato sustancioso, indispensable en la alimentación de los campesinos, está igualmente presente en la mesa de los habitantes de los centros urbanos. El minero lo prepara comúnmente sin sal, tradición hereda90 da del siglo XVIII, cuando la sal era un producto caro y escaso. El sabor de la polenta puede ser muy mejorado cuando se le añaden chicharrones o chorizo. Se añade la col picada, rehogada, hum!...y se llega a la tríada tradicional: frijol, polenta y col. Faltando la harina de mandioca, se suele añadir al frijol con caldo la harina simple, torrada o no, para espesarlo. Con el fubá de maíz se preparan las populares papillas o gachas, simples, con azúcar, espolvoreado con canela, pudiendo ser comido con rebanadas de queso o añadiéndosele leche o miel, por la mañana en el desayuno o de noche, como última comida...o papilla de maíz verde y polenta con leche. Hacia fines del siglo XIX, en las fincas de Minas Gerais, de todas las regiones, había la siguiente comida minera: frijol con polenta y corteza, lomo de cerdo asado, chorizo, col y la peculiar harina de maíz. Los domingos, la invariable gallina. Como postre, dulces de caja y compotas con queso, o melaza con harina o mandioca. Después de la cena, en la terraza de la finca, infusión de té mate o café endulzado con rapadura. La agricultura se expande lentamente. Lo mismo ocurre con la pecuaria. El sur de Minas ofrece las mejores condiciones para esta expansión. Comienza la industria de productos lácteos. Surge el minero ganadero, poco consumidor de leche, pero creador de otra de nuestras marcas más mineras: la industria de quesos, el “queso de Minas”, queso blanco, redondo, sabroso, presencia indispensable en nuestras mesas de café, de dulces... Las comarcas del oeste producen muchos cerdos. La carne de cerdo, sobre todo los tocinos son consumidos en toda región, constituyendo el condimento indispensable de todos los platos de la cocina del país. Textos de Brasil . Nº 13 Hacia fines del siglo XIX, la comida de las mesas más humildes o modestas todavía se reducía al frijol con harina y polenta, completado con alguna hierba o producto de la huerta, col, quingombó, chayote, cerraja, ñame, calabaza o taioba (aro). Otras veces, la comida básica era frijol con cortezas y arroz. Faltaba carne, ¡casi siempre! ¡No era indispensable! ¡El frijol, sí! En vez de pan, muchos usaban el beiju de harina de mandioca, la harina de maíz o galletas de fécula. El pan es casi inexistente en la cocina minera tradicional. •Cena: sopa, pudiendo ser de legumbres, de carne con harina de maíz, de cará o ñame, de mandioca, de frijol blanco, de fubá con hierbas; frijol simple o virado con harina; guiso de carne con quingombó o con jiló22, mandioca o boniato; arroz con huevos estrellados. Postre: dulce con queso o requesón fresco. •Cena: canjica simple, o con cacahuete, o con queso; o gacha de fubá. •Bebida: un vasito de cachaza, como aperi- Las clases más ricas podían disfrutar una gran variedad de comidas, pastelería casera y manjares: •Desayuno: plato de gacha de fubá, simple, espolvoreado de canela o con melaza y pedacitos de queso; o café con leche y pastelería casera; o café con leche y pan con mantequilla (extranjera); •Almuerzo: frijol, pudiendo ser tutu de frijol con corteza, con chorizo o lomo de cerdo; o frijol simples y, a veces, col, o virado de harina de mandioca o de maíz; polenta, simple, o con cortezas y quingombó; arroz blanco suelto, carne-de-vento o de cerdo, fresca o salada y, más raramente, carne fresca bovina. La carne, seca o fresca, asada, ensopada o picada, con arroz o mandioca o col o ñame o frijoles verdes; frita con huevos batidos o desmenuzada, en forma de ropa vieja; cocida con legumbres; gallina, preferentemente ensopada con polenta y quingombó; poca verdura, pudiendo ser col, lechuga, repollo, cerraja, o aro. Postre: mermelada o dulce de guayaba, melaza u tivo, solamente para los hombres. •Condimentos: cebolla, cebolleta, ajo, laurel, urucum, guindilla, pimienta negra, cilantro. Grasa: grasa de cerdo. Esta comida básica de las familias adineradas del siglo XIX - comida abundante y barata, variada y sana, de fácil digestión y, lo más importante, sabrosa - , pasó a constituir el menú de la comida minera, mantenida por la tradición, hasta nuestros días, con pocas variaciones. El secreto fue pasando de madre a hija, como una pepita de oro o un diamante de familia: el modo minero de hacer, de “picar y ahogar”, como dicen nuestras viejas cocineras, los ingredientes disponibles. Si las amas de casa mineras no conocían la ciencia de la alimentación, eran eximias conocedoras del arte de la alimentación, lo que valía (y vale) mucho más. Minas...es una pequeña síntesis; una encrucijada. Hay por lo menos, varias Minas, tantas y, sin embargo, una. Como diria Guimarães Rosa: otro dulce de caja con queso o requesón fresco. Plátanos, naranja o papaya. •Merienda: café simple o con productos de pastelería casera; Sabores de Brasil Hay el Monte, cismontano, todavía con la humedad de vientos marinos, agrícola o maderero, intensamente fértil; están los pacíficos 22 N. del E: jiló es un fruto originario de una planta de la familia de las solanaceas (Solanum gilo) de sabor amargo. 91 92 Pollo con quingombó. Editora Peixes (Embratur) Textos de Brasil . Nº 13 y los belicosos. Hay el Sur, cafetero, asentado en la tierra morada de declives o en colinas que europeas se arreglan en uno de los más tranquilos rincones de la felicidad en este mundo; hay los tímidos y los audaces hasta la imprudencia. Hay el Triángulo, avanzado, fuerte, franco; hay los rutinarios y los desbravadores. Hay el Oeste, callado y discreto en los modales, pero hacendado y político, rico en aptitudes; hay los legalistas y los revolucionarios. Hay el Norte, de tierra adentro, caliente, pastoril, un tanto bahiano a veces, o nordestino en la aridez de la caatinga, y conteniendo el polígono de las secas; hay los ingenuos y los extremadamente taimados. Hay el Centro orográfico, del valle del Río das Velhas, calcáreo, ameno, claro, abierto a la alegría de todas las voces nuevas; hay los avaros y también los disipadores. Hay el Noroeste, de las mesetas, de los campos abiertos que se unen a los campos de Goiás y de Bahia de la izquierda, y llegan a los ondulados Piauí y Maranhão. Pero creo que el legítimo carácter minero es fruto de la mezcla, o coexistencia de algunos de estos defectos y cualidades, con la permanencia de características esenciales de nuestra naturaleza minera. Entonces, ¿hay una comida minera? Respuesta – bien minera – ¡sí y no! Sí, porque se puede reconocer una constante en la ecuación de las preferencias alimenticias de los habitantes de Minas. No, porque esas preferencias no son exclusivamente suyas. La constante se define, claro, por la base culinaria, apoyada primeramente en el trinomio frijol, polenta y col, después en el arroz, luego en la carne (preferentemente de cerdo) y, finalmente, de forma moderada, en las legumbres y hierbas. Son platos típicos de Minas: el tutu de frijol con corteza o chorizo, el lomo de cerdo asado y Sabores de Brasil la col fina. Añádase también la gallina (o pollo) con salsa parda con polenta y quingombó. Platos considerados genuinamente mineros, sin ser, sin embargo, exclusivamente de Minas. Pero, ¿qué pasó para que dichos platos lograsen el status de “mineridad”? El modo minero de hacerlos, como un ritual; el modo minero de servirlos, como una liturgia; el modo de saborearlos, ¡como una comunión! Nada hay de mejor en la cocina universal, afirmó, ufanándose, Guimarães Rosa. “¿Y por qué no?”, respondió él mismo, añadiendo: “el verdadero patriotismo está en la sensualidad gustativa, de mesa y postre. Nuestro no será el petróleo tanto así; nuestros, muy nuestros, son el dulce de leche y el charqui desmenuzado. Mío – perdónenme – es aquel plato minero verdaderamente principal; guisado de pollo con quingombós y porongo (ad libitum el jiló) y la polenta, plato acuarela, deslizando viscoso como la propia vida, pero goteando pimienta”. Bibliografía básica ZEMELLA, Mafalda P. O Abastecimento da Capitania das Minas Gerais no Século XVIII, Boletim 118, História da Civilização Brasileira nº 12, Universidade de São Paulo, SP - 1951. FRIEIRO, Eduardo. Feijão, Angú e Couve - Ensaio sobre a comida dos mineros; Centro de Estudos mineros, Universidade Federal de Minas Gerais, Belo Horizonte/MG – 1966. ANDRADE, Carlos Drummond de. Brasil, Terra & Alma - Minas Gerais, Editora do autor, Rio de Janeiro/RJ, 1967. ROCHA, Tião. Finalmente, qué es ser minero? (org.), Serviço Social do Comércio de Minas Gerais, Belo Horizonte/MG, 1995. Tião Rocha Antropólogo y folclorista 93 Alice Mesquita de Castro El sabor del cerrado Huela, pruebe, sorba, ame Sabores de Brasil 95 L a desconocida gastronomía del cerrado exige disposición y ningún prejuicio. Quien se arriesga, no se arrepiente. Los árboles torcidos, pareciendo que crecieron sin agua en una de las regiones semiáridas del Nordeste, pueden dar la impresión de que estamos en una tierra seca, huérfana de vida, colores y sabores. Es una equivocación de los distraídos. La flora del cerrado, que ocupa el 25% del territorio nacional, es una de las más ricas de Brasil. Debido a su ubicación central, el cerrado El Caryocar brasiliense Camb, el árbol de pequí puede llegar a medir hasta diez metros de altura. Tiene frutos de cáscara verdosa y pulpa amarilla. La pulpa, la parte que más se utiliza en la cocina, es la base de los platos más populares de la gastronomía del Estado de Goiás: el arroz con pequí, el pollo con pequí y guariroba. El pequí tiene características únicas. Su interior está lleno de miles de minúsculas espinas y es necesario ser muy cuidadoso al comerlo. Es necesario raspar su pulpa con los dientes. Al ser tiene especies que son encontradas en la mayoría de los biomas brasileños (Amazonía, Caatinga y Bosque Atlántico). Tiene una biodiversidad tan variada y particular que provoca nuestro deseo de revelar sus secretos. En la gastronomía, en particular, ellos son muchos. En el Nordeste, hay frutas exóticas como el guanábano y el umbu. En el Sur, la diversidad de las uvas y los membrillos, por ejemplo, llama siempre la atención. En el Norte del país, el açaí se convirtió en exitoso producto de exportación, debido a la peculiaridad de su sabor, textura - y hermoso color. En esta área que ocupa el Brasil central (Goiás, Tocantins, Mato Grosso do Sul, la región sur de Mato Grosso, el oeste y el norte de Minas Gerais, el oeste de Bahía y el Distrito Federal), la impresión que se tiene es de que la extrañeza de quienes no conocen las frutas locales es todavía mayor. Cualquiera que haya escuchado hablar sobre el pequí, sabrá algo más que, cuando se le muerde de forma equivocada, él es capaz de hacer una alfombra de espinas desde su lengua hasta la garganta. Pues bien. Ya se exporta el licor de pequí a Japón. La almendra del barú (¿Barú? mordido, las espinas se pegan desagradablemente en toda la boca. Yo sé de lo que estoy hablando. En los años 80, durante un almuerzo en la casa de una amiga, fui una de las víctimas del poder del pequí. Sí, ya habían me dicho que era necesario raspar los dientes en la pulpa, que no debería morderlo, pero, en la práctica, es todavía más difícil. Yo pensaba que estaba haciendo todo bien, cuando, de repente, sentí que la lengua me ardía como si me hubiesen hecho beber ácido. De la casa de la amiga, fui directamente al sillón del dentista – que pasó una hora y media pinzando las espinas una por una con el auxilio de una lupa. Sentí los efectos de mi distracción durante dos meses. De vez en cuando, me despertaba con una sensación extraña en la boca. Era él, el pequí. Hay una idea folclórica de que los habitantes de Goiás aprovechan el desconocimiento de quien no es de la región para divertirse con los accidentes causados por esta fruta. A los goianos les encanta acompañar las reacciones a las primeras mordidas. Es allí que se define quien conoce el tema o no. ¿Alguien sabe qué es eso?) pues bien, es un objeto de deseo en Alemania. Los conocedores suelen aconsejar ingerirlo con una cucharada de aceite de oliva en esos casos. El aceite tendría la propiedad de ablandar las espinas, que, así, pueden ser retiradas sin tanto sufrimiento para el incauto mordedor. N. del E: umbu es un fruto nativo del Nordeste. 96 Textos de Brasil . Nº 13 Pequí . Foto: Nivaldo Ferreira da Silva Sabores de Brasil 97 Burití. Foto: Nivaldo Ferreira da Silva 98 Textos de Brasil . Nº 13 El pequí es apropiado para innumerables preparaciones. Una de las más interesantes es el licor hecho con almíbar de azúcar e infusión de pequí en alcohol de cereales. Pero no sólo de pequí vive el cerrado. El araticum, el burití, el muricí, el cajá, la mangaba, la cagaita también contienen concentración de vitaminas del complejo B, tales como las vitaminas B1, B2 y PP, equivalente o superior a la encontrada en frutas como el aguacate, el plátano y la guayaba, tradicionalmente consideradas buenas fuentes de esas vitaminas. El Ministerio de Salud ha estimulado la implementación de programas de educación alimenticia para incentivar el consumo de productos ricos en vitamina A y en otros nutrientes. Y allí están los frutos del cerrado prontos para ser ampliamente utilizados. Una de las frutas típicas del cerrado que hoy comienza a ser conocida es la cagaita, pariente lejana de la pitanga. Es redondeada y tiene un color amarillo suave. De fina cáscara, tiene un sabor ácido y es muy suculenta, presentando alrededor de un 90% de jugo en su interior. A pesar de tantas virtudes, la cagaita debe ser consumida con moderación. En exceso, ella provoca un malestar semejante al de la embriaguez. Sin malestar al día siguiente. ¿No es increíble? ¿Y el burití? En Brasilia, la sede del gobierno del Distrito Federal recibió el nombre de Palacio del Burití en homenaje a esta planta típica de la región. Sus hojas, en forma de abanico, son brillantes y enormes. Los frutos son consumidos por la población, principalmente en forma de jugos y dulces caseros. La pulpa fresca o congelada es aprovechada en la elaboración de dulces, helados, cremas y compotas. El aceite de la pulpa sirve como conSabores de Brasil dimento en la cocina y como base para hacer jabón. Las hojas maduras pueden ser aprovechadas en la cobertura de casas rústicas del interior y las hojas nuevas son utilizadas para la confección de hamacas, sombreros y cestos. En el cerrado brasileño la estrella del momento es la castaña del barú, también conocida por diversos nombres como cumbaru, barujo, cocofeijão y cumarurana. El árbol de barú produce de 500 a 3.000 frutos por planta, con tamaño variando de 5 a 7 cm de largo por 3 a 5 cm de diámetro. El color de la cáscara, cuando la fruta está madura, presenta tonos de marrón, así como la pulpa. Cada fruta posee una almendra de color marrón, rica en calorías y proteínas. Yo suelo utilizar el barú en recetas como Dulce de Leche con Barú y Pesto de Barú. Su gusto es parecido al del cacahuete, pero un poco más suave al paladar. Los frutos del cerrado siempre nos sorprenden! Hace poco compré harina de jatobá en una finca en el interior de Goiás. La llevé a casa y la dejé almacenada para preparar después algunos panes y galletitas. Después de algunos días, un fuerte olor se disemina por la cocina alejando a todos. Aprendí que la harina de jatobá necesita ser guardada en la heladera y durante muy poco tiempo. El olor característico tiende a aumentar con la fermentación natural de la harina. A los habitantes de la región les gusta tanto la gacha como el pan de jatobá. De la familia de la piña y la chirimoya es el araticum, cuya cáscara es más dura y su sabor más intenso. Quien todavía no probó, no sabe lo que se está perdiendo... Guariroba, no “gororoba”! N. del E: La autora hace un juego de palabras para decir que la guariroba no es una comida mal hecha o de calidad mala (gororoba). 99 Araticum. Foto: Nivaldo Ferreira da Silva 100 Textos de Brasil . Nº 13 Barú. Foto: Nivaldo Ferreira da Silva La guariroba es una especie de palmera que puede llegar a 20 metros de altura. Sus hojas pueden medir tres metros de largura. La fruta se presenta en cachos, de coloración verde-amarillenta, con una almendra blanca oleaginosa comestible. Ella es el principal ingrediente de los rellenos de las sabrosísimas empanadas goianas. Antes del final del siglo XIX, la harina de trigo encontrada en Brasil era importada. Aún así, la empanada goiana ya era considerada un manjar brasileño. La masa original llevaba harina de trigo, grasa de cerdo, sal y huevos. El relleno llevaba queso, huevos cocidos, aceitunas, pimenta-de-cheiro (chile habanero), carne de cerdo en pedazos, pata de pollo entera, pedazos de chorizo y guariroba. Todos los ingredientes eran llevados al fuego para dorar y adquirir la consistencia de salsa. Se asaba en moldes de barro, de 38 centímetros de diámetro. En aquella época, nadie se atrevía a espesar la mezcla con patatas – algo que solamente fue introducido en los modos de preparar la empanada en la década del 30. Se le añadió también tomate. Según los registros históricos, la guariroba dio “sustancia” a la tropa expedicionaria que exploró Goiás. Se debe a uno de ellos la idea de colocar la guariroba en el relleno de la empanada. Justamente, la guariroba es también conocida como palmito amargo, para quedar más sofisticado. Después de 12 años, trabajando, probando, comiendo, degustando, haciendo propaganda de las frutas del cerrado, digo con toda propiedad: ¡conozcan la gastronomía del Centro-Oeste! Ella es todavía poco difundida, poco explorada, pero, como un país lejano, está llena de secretos y sorpresas. Yo me arriesgo siempre. Y, de hecho, nunca me arrepiento. Alice Mesquita de Castro Propietaria del Restaurante Alice, en Brasilia Sabores de Brasil 101 Robério Braga El sabor del Amazonas Tacacá. Foto: Luiz Braga (Embratur) 102 Textos de Brasil . Nº 13 Sabores de Brasil 103 E l sabor del Amazonas es uno de los muchos “brasiles” diseminados a lo largo y lo ancho del “continente” Brasil. Seduce y encanta. Está en las frutas, en los licores, en los platos simples y en los manjares de la selva. Todos son servidos sin modales afectados de grandes banquetes. Los platos que las manos nativas preparan con simplicidad sin toques ni retoques, son siempre muy peculiares. Algunos exigen años de conocimiento y práctica, primorosos en la prepa- De los pescados surgen, también, manjares deliciosos como cuando se los hacen asados sobre planchas forradas con hojas de bananera. Quien no esté satisfecho puede conocer y saborear el caviar amazónico preparado con las huevas del pirarucu, colocada en una tinaja para macerar en vino o vinagre. Se pone a escurrir esa masa, en un tamiz de junco, y de allí sigue hacia la habitación donde se lleva a cabo la ahumación. El fuego tiene que ser de leña, preferentemente de madera dura, sin ácido para quedar bien curtida. La pasta ración y sencillos en la presentación. La seducción del pachicá, especie de sarapa tel preparado con tortuga, tiene sabor de nostalgia, porque no está presente en cualquier mesa. Cortado en picadillo, condimentado con chicoria, pimienta-murupi, sal y limón, es servido en el caparazón de la propia tortuga. Acompañando, la harina suruí, que el pueblo de la ciudad llama farinha d’água (harina granulada y amarilla hecha de mandioca). Si Usted tiene el santo deseo de conocer los platos que nacen a partir de una hermosa tortuga, puede aprovechar el picadillo, el guisado y el sarapatel – platos especiales, servidos en buena ocasión, para grandes fiestas. Y pensar que durante los tiempos del Imperio, eran la comida de las personas simples, adquiridos en mercados callejeros! No son pocos los platos servidos con piracuí, harina de pescado, y que es considerado un alimento completo. Casi siempre preparada con el acarí abierto, salado, seco, desmenuzado y deshidratado, la harina es un plato en sí mismo, además de acompañar otros con poder especial. puede ser colocada en latas que, en baño maría, podrán seguir viaje hasta el destino de la fiesta. Hay también sabores más urbanos que, actualmente, asumieron gustos y condimentos capaces de hacer agua la boca. Es el caso del tambaquí, servido en postas fritas o cocidas, de caldo suculento condimentado con perejil, cebollino, cebolla, ajo tomate y urucum. Pero, si así no fuera, puede ser el tambaquí asado a las brasas, llamado de moquém por los nativos, igualmente muy apreciado. Ah, los apetitosos platos de pirarucú, pescado que puede ser reumático – por eso le está prohibido a la mujer después del parto – y puede tener heridas serias, pero cuyo filete, dependiendo de la época, puede ser consumido en cualquier restaurante de las ciudades de la región. Se puede preparar tortitas de pirarucú, hacerle frito o cocido. Puede ir a la mesa presentado con sofisticación, siendo el plato principal en las grandes conmemoraciones, mezclado con una farofa especialísima. Puede ser preparado de muchas maneras. El pirarucú, seco o fresco, es digno de nobles y, si estuviera en el menú al lado del pica- Sarapatel es una especie de sopa de tortuga hecha con los menudos cocidos en la propia sangre. N. del E: Pimienta-murupi es uno de los muchos tipos de pimienta de la región amazónica. 104 dillo de tambaquí, tendría un espacio reservado en los banquetes más refinados y en los almuerzos de ejecutivos, acompañando las interminables conversaciones de negocios. Quien quiera hacer Textos de Brasil . Nº 13 Pirarucú pescado en el río Juruá, noviembre de 1912. Fonte: La ciencia a camino de la raza: imágenes de las expediciones científicas del Instituto Oswaldo Cruz al interior de Brasil entre 1911 y 1913. Fundación Oswaldo Cruz – Casa Oswaldo Cruz Rio de Janeiro, 1991 Sabores de Brasil 105 ¿Y el sabor de las frutas? Cuando son naturales, recolectadas en el momento y servidas a la mesa parecen transpirar el olor de la selva. una degustación también podrá experimentar la delicia de comer bollitos de pirarucú. Para saborear bien el gusto del Amazonas es necesario disponer de tiempo y paciencia con las espinas de los pescados de la región. Librarse de ellas es una forma de arte! Pero la destreza solamente es exigida si el gourmet está delante de un jaraquí, matrinxã, branquinha o sardina que, en verdad, son pescados más degustados entre los nativos de la región. Si no consigue librarse de las espinas, llame a un caboco de las orillas del río. Él sabrá hacer una oración para extraer espinas de la garganta, llamando a Jesús de Nazaré, o concitando los poderes de San Braz, después de que todos los comensales hayan dado vuelta los platos, o de que él mismo tome un tizón y lo ponga de cabeza para abajo en el fuego donde el pescado fue preparado. El caboco servirá, también, un buen bocado de harina, o de banana-maçã (una variedad de plátano), para sacarlo del problema. Si Usted quiere conocer un plato muy sabroso, puede elegir centenares de otras comidas exquisitas, como el pirarucú desmenuzado acompañado con arroz de coquitos de palmera, el caldo de tambaquí, la pasta hecha de harina de mandioca cocida en caldo, la pescada rellena al horno y Caboco – Hombre de la región amazonense, originario de la selva. Forma regional de hablar y escribir. Caboclo. 106 la harina de mandioca que, para algunos, no llega a los pies del jaraquí frito, de las sardinas rellenas sobre hojas de bananera y del pacú al horno. Y todo puede ser acompañado con el pan de açaí. Para finalizar: crema de cupuaçu, de araçá-boi y tarta de banana-prata (una variedad de plátano). ¿Y el sabor de las frutas? Cuando son naturales, recolectadas en el momento y servidas a la mesa parecen transpirar el olor de la selva. Los coquitos de palmera (pupunha), que son el pan del caboclo, están en el desayuno, en la merienda de la tarde y, no raramente, en las márgenes perdidas por los rincones de Dios. Tienen tamaño y cuerpo variable, alrededor de 2 a 5 cm, de mesocarpio color naranja. Son consumidos cocidos, como harina laminada o al natural. Derrocha vitamina A! ¿Y el tucumã? Delicioso. Su árbol sirve para la guerra, para la caza, como alimento. Sirve hasta para los juegos infantiles. El tronco de esta palmera es usado por los pueblos de la selva para la fabricación de arcos, lanzas y algunas puntas de flechas consideradas de caza. Su espina puede ser usada también en las perforaciones labiales, auriculares y nasales, siempre comunes en las tradiciones del pueblo nativo. Las fibras tienen usos diversos. La fruta es singular: pericarpio globoso, normalmente de 4 a 6 cm, de colores verde amarillento y naranja, tiene una pulpa delgada y oleaginosa y posee casi cien veces más vitamina A que el aguacate y tres veces más que la zanahoria. Con su carozo los niños hacen jugadores de fútbol, montando las selecciones con los defensores y atacantes más cualificados, robustos y bien preparados. La pitomba, que rueda por las calles, en las ferias las ciudades y en los campos con su amargor característico, se une al jenipapo en este mundo de delicias. El jenipapo, del cual se extrae la tinta azul oscura usada en la pintura del cuerpo, sirve para preparar refrescos, vinos y compotas. Textos de Brasil . Nº 13 Castañas. Mercado “Ver-o-Peso”. Belém/PA. Foto: Mônica Tambelli Sabores de Brasil 107 Frutas regionales. Foto: Luiz Braga (Embratur) El cupuaçu, que sirve para preparar helados, refrescos, compotas, vino, licor y chocolate, y cuyas semillas contienen cafeína y teobromina, ya conquistó un mundo mayor y dicen que hay incluso un registro de propiedad fuera del país. Es servido en los tazones, vasos de latón o de aluminio, calabacinos y copas sofisticadas, con olor y sabor amazónico, bien brasileño. El guaraná del Amazonas es el propio elixir de larga vida. Entre los indios mawé es servido en un calabacino, pasando de boca en boca, con importancia religiosa y social. Es así desde la creación del mundo. Sírvase un vino de açaí, del jugo de graviola, del refrescante aluá, servido en las fiestas. Finalice la ronda sirviendo licor de jenipapo, en infusión durante ocho días, de fino almíbar de azúcar y mezclado, ligeramente, con cachaza de buena calidad. A ellos se puede juntar el abricó, fruta brasileña parecida al damasco, que se come al natural, Bebida preparada con aguardiente, infusión de café y jengibre. 108 o servido en vinos y refrescos. También la castaña, almendra inflamable, de llama clara que ilumina las chozas indígenas en ocasión de las prolongadas fiestas que se prolongan durante días y noches. La castaña de Brasil se come al natural, se usa en la gastronomía típica y en la confitería, substituye al aceite de oliva, lubrifica las máquinas más delicadas de los relojes y tiene también utilidad en la producción farmacéutica y en la perfumería. Es producida por un hermoso árbol que llega a alrededor de 40 a 60 metros de altura, y ya dio sangre, sudor y lágrimas en el hinterland. Pero si el deseo es tener un hermosa mesa de dulces, vaya imaginando los varios tipos que podrá reunir: cupuaçu, en torta, flan, dulce, jalea, compota, crema, mousse; coquitos de palmera (pupunha) en harina, torta, flan; burití y el arabú, preparado con huevos de tortuga, harina de mandioca y azúcar, para ser servido con café bien caliente. Aquí y allí todo es la comida del pueblo y con sabor de la selva. Sirve para frases de enseñanza, juegos, sueños, historias y cuentos de fantasmas, y también es el alimento de los poetas y Textos de Brasil . Nº 13 cantantes, que se transforma en leyendas, pasiones, anécdotas y danzas de salón y campesinas. Aquí el sabor tiene más encanto. El sabor del Amazonas – absolutamente brasileño – puede dar rima, puede dar música, puede dar choque, puede roer, herir, cortar, dar una paliza si fuera una raya, el pez que se desplaza por las aguas haciendo un baile prácticamente único. Exige un glosario que explique qué es arubé, aturá, beiju, curimatã, tipti, y otros tantos que forman el lenguaje característico de la región. Que explique también el origen del fuego por la mandioca, del origen del tabaco, de la fiesta de la miel, de la historia de la anciana que recogía castañas, del cazador de pumas, de la leyenda del efecto narcótico del timbó. Si Usted quiere sentir el fuego ardiéndole en la lengua, pruebe las más variadas pimientas, que dan diversos sabores a los platos, como la guindilla, olho-de-peixe, chile habanero, Josefa, murupi, mata-frade, rosa, chumbinho, camapu, cajurana, acari, murici, olho-de-pombo, cumari, hermosas por su color y formato. El sabor ardiente puede ser aliviado con los frutos silvestres, algunos ya conocidos en las ciudades y otros encontrados en las márgenes de los ríos: cacahuete, ananás, araçá, bacuri, biribá, cacao azul, ingá, pajurá, piquiá, purunga, taperabá y la sova, de pulpa dulce y agradable. Especie de mostaza fabricada con masa de mandioca con sal y pimienta perfumada. Canasta en forma de panera para conducir productos, especialmente la mandioca, desde la tierra dedicada a la agricultura hasta la casa. Filloa, galleta de la Amazonía. Bizcocho de fécula de mandioca. Comida regional. Existe el beiju-assu, el beiju-puqueca, el bei ju-coruba; el beiju-cica y el beiju-menbeca, según la consistencia del bizcocho, el tiempo pasado en el fuego y la humedad. Cilindro de talas de palmeras, bien tejidas que, estiradas en las extremidades comprimen la masa y extraen jugo. Con él se prepara el tucupí y el vino de cacao. Usado en la preparación de la harina de agua Sabores de Brasil El sabor del Amazonas está presente en los mitos e historias de pescados, en las fiestas en honor a los santos, en las promesas y exvotos, en las temporadas de cosechas, en la vida social del pescador, del curador y curandero, en la medicina de la selva, en la preparación de la harina, en las orillas del río, en la salida de las aguas, en la soledad de los velorios, en las supersticiones que rondan el imaginario del hombre caboclo, en los laberintos de los cursos de agua que atraviesan la selva, en las fiestas sofisticadas, en los preparados con hierbas medicinales, en los baños que sirven para curar, en los juegos de ronda, en los estantes de tiendas sofisticadas, en el mostrador de los almacenes, en la piedra fría de los mercados, en las ferias callejeras, en los cubiertos de plata y las copas de cristal. Después de todo, si el comensal quiere ser un pescador en los ríos del Amazonas, para tener el placer de la victoria, no debe olvidarse de llevar en el bolsillo un diente de caimán, para evitar el ataque de la cobra grande. Bibliografía ARAÚJO. André Vidal de. Sociologia de Manaus. FCA. Manaus, 1973. BRAGA, Robério. Manaus 1870. Fundação Lourenço Braga,/Grafima, Manaus, 1997. MORAES, Raimundo. O Meu Dicionário de Cousas da Amazônia. 2.v. Alba. Rio de Janeiro, 1931. PERET. José Américo. Amazonas: História Gente e Costumes. Senado Federal. Brasilia, 1985. PEREIRA, Nunes. Alimentação Indígena. Livraria São José; Rio de Janeiro, 1974. Robério Braga Abogado e historiador, y actual Secretario de Estado de Cultura del Gobierno del Estado del Amazonas Artículo originalmente publicado en la revista Sabor do Brasil, MRE, 2004. 109 Carlos Roberto Antunes dos Santos El sabor del Paraná Que empieze la fiesta: el Barreado, una expresión artesanal de la cocina del Estado de Paraná L as cocinas están en permanentes transformaciones. Las culturas alimenticias, en cualquier época y espacio geográfico, están expuestas a situaciones de enfrentamientos que pueden provocar rupturas, debido a la aplicación de nuevas técnicas y formas de consumo y a la introducción de productos y al encuentro y fusión de los mismos, con sentido de innovación y creatividad. Esas transformaciones de la cocina acaban siendo absorbidas o “digeridas” por la tradición, que, a continuación, crea nuevos modelos, adaptados a los modelos convencionales precedentes. En este sentido, la ruptura, al provocar una cierta revolución culinaria, presenta en su esencia los trazos de transición, aunque marcados por la tradición. Las cocinas locales, regionales, nacionales e internacionales son productos del mestizaje cultural, haciendo que las culinarias revelen vestigios de los intercambios culturales. Actualmente, los estudios sobre la comida y la alimentación invaden las ciencias humanas, a partir de la premisa de que la formación del gusto por los alimentos no sucede, exclusivamente, en función de su aspecto nutricional, biológico. El alimento constituye una categoría histórica, porque los estándares de continuidad y cambios de los háSabores de Brasil 111 Barreado. Foto: Priscila Forone - Secretaría de Estado del Turismo de Paraná bitos y prácticas alimenticias tienen referencias en la propia dinámica social. Los alimentos no son apenas alimentos. Alimentarse es un acto nutricional, comer es un acto social, porque está constituido por actitudes vinculadas a los usos, de las diversas culturas, que, en una simbiosis, formaron nuestros hábitos alimenticios y constituyeron una rica gastronomía. En este sentido, la memoria gustativa, conjuntamente con los conocimientos y sabores, las técnicas y prácticas costumbres, protocolos, conductas y situaciones. Ningún alimento que entra a nuestras bocas es gastronómicas fueron generadoras y formadoras de las culturas regionales. Como resistencia ante neutro. La dimensión histórica de la sensibilidad gastronómica explica y es explicada por las ma- las cocinas compartimentadas y cosmopolitas, la sociedad busca, cada vez más, rescatar y valori- nifestaciones culturales y sociales, como reflejo de una época. En este sentido, lo que se come es tan importante como cuando se come, donde se come, como se come y con quien se come. Este es el lugar de la alimentación en la Historia. En Brasil, históricamente, se cultivó la diversidad alimenticia, en una síntesis entre las culturas primitivas con la superposición de etnias zar, en nombre de la calidad, las cocinas locales y regionales, plenas de cultura. De esta forma, lo 112 local y regional preceden a lo nacional y lo internacional, haciendo que la gastronomía revele la identidad de ese conjunto de “Brasiles”. Muchas veces, esa valoración se destaca al punto de iniciar una tradición que implica, de forma artesanal, no sólo la repetición del plato, sino, que muTextos de Brasil . Nº 13 La gastronomía “paranaense” presenta delicias de la cocina típica local y platos que utilizan alimentos incorporados a la historia y la cultura de la alimentación del Paraná chas veces, lleva a la recreación del proceso de las condiciones en que el mismo era preparado. De esta forma, el acto de preparar un plato regional como “antes” conquista un status nacional, principalmente impulsado por el contexto turístico. En el ámbito del litoral del Estado del Paraná, podemos mencionar al barreado, un alimento “memoria”, como ejemplo de ese proceso. Los temas de la cocina y de la mesa regional del Estado de Paraná revelan los tiempos de la memoria gustativa, en que la preparación del barreado se reviste de cierta ritualización, así como la secuencia y las maneras en que es servido a la mesa. De esta forma, la etiqueta en la mesa se refiere a la representación simbólica regional, porque esa cocina expresa el lenguaje que traduce sus relaciones sociales. La gastronomía “paranaense” reserva un lugar para todos, porque es diversa, a partir de una riqueza étnica y cultural que inventó una mesa amplia, con platos producidos por los pueblos locales o traídos por diversos emigrantes e inmigrantes, en un proceso permanente de adaptación y readaptación. Sabores de Brasil En realidad, no existe una cocina típicamente “paranaense”, porque ella tiene una mezcla de sabores muy diversos, pasando por la gastronomía local (luso-brasileña) y dando verdaderos saltos culturales en el encuentro con las cocinas campesina e inmigrante. De esta manera, el saber gastronómico local y regional, sumado a los conocimientos externos, permitió permanencias y cambios, siendo que algunos platos se mantuvieron y otros fueron adaptados a las circunstancias del gusto y de las prácticas alimenticias. Todo esto es producto de la dinámica histórica de las diversas regiones del Estado del Paraná. La gastronomía “paranaense” presenta delicias de la cocina típica local y platos que utilizan alimentos incorporados a la historia y la cultura de la alimentación del Paraná, como el piñón, el maíz, el frijol en sus diversos colores, la mandioca, el arroz, las carnes bovina, porcina y el pollo, la corteza, la fécula, el plátano, que permiten platos como: el barreado, la paçoca de piñón, la quirera lapiana, el cerdo con la quirera de maíz, el arroz de carretero, el frijol tropero, la polenta con pollo criollo, el lomo con piñón, la costilla campera, el carnero con farofa, el churrasco de Paraná e incluso el postre del Bar Palacio en la capital, Curitiba, conocido como “Mineiro de Botas” (Minero con Botas). El acto que consiste en preparar un plato regional que tiene tradición e historia conquista un status nacional cuando está dentro de un contexto turístico. Ese es el caso del barreado, un alimento memoria, considerado el único plato típico del Estado del Paraná. Preparado desde N. del E: Plato de origen afrobrasileña. La “quirera”, hecha de maíz quebrado y de la carne de la parte inferior del lomo del cerdo, era considerada poco noble: una comida de esclavos. Incorporada a la gastronomía de la ciudad de Lapa – por eso “lapiana”, la “quirera” es un plato servido en las fiestas de la congada, típicas de la cultura negra de ese municipio. 113 Siendo el barreado un alimento vinculado directamente con el litoral del Paraná, su consumo es característico de la época de las fiestas religiosas y de los festejos públicos, conmemoraciones, feriados y diversiones populares. la segunda mitad del siglo XVIII en el litoral del estado de Paraná, el barreado es un manjar hecho a base de carne bovina cocida con condimentos, alrededor de doce horas, dentro de una olla de barro herméticamente cerrada con goma de harina de mandioca. El nombre del plato deriva de la expresión “barrear a panela” (sellar la olla con barro) que se refiere justamente al acto de vedar la olla con goma de mandioca. Después del periodo de cocimiento, la carne es totalmente desmenuzada y se sirve con harina de mandioca, plátano y aguardiente de plátano. La receta, divulgada en la tradición oral, presenta algunas variaciones, principalmente en lo que se refiere a los condimentos añadidos a la carne (algunos colocan solamente tocino, otros colocan hierbas para perfumar en ramos amarrados, que son retirados antes de servir, otros añaden tomates para “mejorar” el color del plato, otros dicen también 114 que la carne debe ser preparada sola, sin adición de agua). Hay también variaciones sobre la forma de preparación, porque muchos alegan que el barreado “original” es aquel en que la olla, después de ser vedada, es enterrada en un pozo abierto forrado con hojas verdes y, sobre él, se enciende una hoguera, técnica denominada “biaribi” o “biaribu”, que era una técnica dominada tanto por amerindios, como por africanos desde fines del siglo XVIII. Los aspectos relacionados con el origen del barreado continúan siendo oscuros, porque los municipios de Antonina, Morretes y Paranaguá, que reivindican la “paternidad” del plato, comúnmente divulgan versiones diferentes. Los habitantes de Antonina que tienen la tradición carnavalesca más fuerte de Paraná, tienden a asociar al barreado con el entrudo, una fiesta profana, pagana, que antecedía al carnaval… El entrudo asienta su sentido más genuino en los antiguos ritos romanos, siendo después practicado en Portugal, siempre caracterizado por cierta permisividad, donde está presente el espíritu crítico con relación a las autoridades, al orden y a la moral vigentes. Los habitantes de Morretes tienden a identificar el origen del barreado con su ciudad, sosteniendo la idea de que los troperos - personajes que integraban una especie de sistema privado de transporte de mercancías en la región Sur de Brasil - traían del planalto, cuando bajaban por el camino de la Graciosa, un puchero muy condimentado que duraba muchos días sin deteriorarse. Siendo el barreado un alimento vinculado directamente con el litoral del Paraná, su consumo es característico de la época de las fiestas religiosas y de los festejos públicos, conmemoraciones, feriados y diversiones populares. Cabe subrayar que, en todos los fines de semana, las Textos de Brasil . Nº 13 ciudades litorales del Estado de Paraná se engalanan para recibir a los turistas que llegan desde diferentes lugares para paladear el barreado. En Curitiba, algunos restaurantes de comida típica ofrecen el barreado en sus menús en algunos días de la semana. Impulsadas por el barreado, las ciudades litorales se convirtieron en capitales gastronómicas. En este sentido, el término capital no implica necesariamente un espacio político-administrativo. Se caracteriza por ser una red, un territorio constituido, simbólicamente, por la “Santa Alianza” formada por la alimentación, historia, tradición y turismo. De esa manera, la “red” barreado, que constituye un lugar de historia, representa un espacio de consumo que impulsa el desarrollo regional, y otorga y fortalece una identidad regional. Con los elementos anteriormente presentados, las cocinas regionales del litoral del Paraná constituyen instrumentos de valorización cultural y de captación de recursos. La permanencia de los hábitos alimenticios “litorales” está directamente vinculada a una territorialidad gastronómica determinada por el barreado, creando espacios de ocio, de sociabilidad y, sobre todo, de comensalidad. En la lógica del territorio creado, definido y ocupado por el barreado, la identidad allí construida es propagada como una forma de diferenciar una especificidad, una tipicidad. Cuanto más típico es un territorio o red, más beneficios aporta a las ciudades. A la luz de lo anteriormente mencionado, la fiesta del barreado y el territorio donde dicho plato se produce forman parte de una vasta red turística, que, alimentada por la historia y por la tradición, transformó a las ciudades de Morretes, Antonina y Paranaguá en verdaderas capitales gastronómicas. Sabores de Brasil Siendo la cocina un microcosmo de la sociedad y una fuente inagotable de historia, es importante subrayar que muchas de sus producciones son consideradas patrimonio gustativo de la sociedad. Por todo lo que representa del punto de vista de la originalidad y de la creatividad, el barreado se convirtió en un plato típico, artesanal, pleno de simbolismo, de identidad local y regional, constituyendo un monumento, un bien cultural, un patrimonio inmaterial. Referencias Bibliográficas ARMESTO, F.F. Comida: uma história. Rio Janeiro: Record, 2004. BONIN, A. M. & ROLIM, M.C. Hábitos alimentares: tradição e inovação. Curitiba: Boletim de Antropologia, SCHLA, UFPR, 1991. BOUDAN, C. 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Carlos Roberto Antunes dos Santos Profesor Doctor de la Universidad Federal de Paraná (UFPR) 115 Carolina Cantarino Baianas do acarajé: una historia de resistencia E l oficio de las baianas do acarajé es patrimonio cultural del Brasil. Cuando fue anunciado, algunos equívocos alrededor de la “designación del acarajé como patrimonio de la humanidad” y otros malentendidos escondieron la valorización de una profesión femenina históricamente presente en el país: las baianas do tabuleiro. El orgullo por ese reconocimiento podía ser visto en los rostros de las mujeres negras de nuevas y antiguas generaciones presentes durante la ceremonia de diplomación de su oficio, que sucedió el día 15 de agosto del 2005, en la sede del Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (Iphan), en Salvador. Sabores de Brasil N. del E: Bahianas de la bandeja, en traducción literal. Se refiere a las negras que ofrecian sus productos en bandejas. 117 Bahiana. Fonte: O Rio antigo do fotógrafo Marc Ferrez. 3ª edición, 1989 Editora Ex Libris Ltda 118 Textos de Brasil . Nº 13 Durante el evento, las baianas do acarajé usaron sus ropas tradicionales, cuyo elemento más característico es la gran falda de vuelos, complementada por otros adornos como los chales, el turbante en la cabeza, la bata y los collares con los colores de sus orichas personales. En las calles de Salvador, de otras ciudades del Estado de Bahía y, más raramente, en otras regiones del país, las baianas tradicionales están siempre acompañadas por sus bandejas que contienen no solamente el acarajé y sus posibles complementos, como el vatapá y la gamba seca, sino también otras “comidas de santo”: abará, lelê, queijada, passarinha, tarta de estudiante, cocada blanca y negra. Los tabuleiros de muchas baianas de Salvador se sofisticaron: revestidos por paredes de vidrio, muchas veces contienen caras ollas de aluminio lado a lado con cucharas de madera. El acarajé, la principal atracción en el tabuleiro, es un bollito característico del candomblé. Acarajé es una palabra compuesta de la lengua yoruba: “acará” (bola de fuego) y “jé” (comer), es decir, “comer bola de fuego”. Su origen es explicado por un mito sobre la relación de Changó con sus esposas, Ochún y Yansán. El bollito se volvió, así, una ofrenda a esos orichas. Incluso al ser vendido en un contexto profano, el acarajé todavía es considerado, por las bahianas, una comida sagrada. Para ellas, el bollito de frijol frito en aceite de dendé no puede ser disociado del candomblé. Por eso, su receta, aunque no sea secreta, no puede ser modificada y debe ser preparada solamente por los santeros. “Puede parecer que estamos dando importancia mayor al acarajé que al oficio de las baianas do acarajé, pero este hecho tiene un sentido: en este complejo cultural, el acarajé es el elemento central. El oficio no tendría la importancia que tiene si el acarajé fuera apenas uno de los alimentos tradicionales”, afirma Roque Laraia, antropóSabores de Brasil El acarajé, la principal atracción en el tabuleiro, es un bollito característico del candomblé. Acarajé es una palabra compuesta de la lengua yoruba: “acará” (bola de fuego) y “jé” (comer), es decir, “comer bola de fuego” logo de la Universidad de Brasilia y miembro del Consejo Consultivo del Iphan, en sus consideraciones sobre la propuesta de registro del oficio de las baianas do acarajé. El inventario en que se fundamentó el proceso de registro fue realizado por el Centro Nacional de Folclore y Cultura Popular. Raul Lody y Elizabeth de Castro Mendonça fueron los antropólogos que hicieron la investigación que consistió en la realización de entrevistas; levantamiento bibliográfico; registros audiovisuales y, entre otras cosas, visitas a puntos característicos de baianas do acarajé en la ciudad de Salvador, tales como: Bonfim, Pelourinho, Barra, Ondina, Río Vermelho y Piatã. Brotas también fue uno de los barrios visitados debido a la presencia de un “baiano de tabuleiro”, evangélico. Las baianas sufren, cada vez más, con la competencia de la venta del acarajé en bares, supermercados y restaurantes, que divulgan al bollito como fast food. Esa apropiación del acarajé se opone a su universo cultural original y su venta como “bollito de Jesús” por los adeptos de reli119 Cerimónia de Baianas do Acarajé. Fotos: Carolina Cantarino giones evangélicas – que colocan Biblias en sus tabuleiros - ha ocasionado intensas polémicas. “Si tiene usted una religión que es contraria al candomblé, ¿por qué vender acarajé en vez de cualquier otra comida?” se pregunta Doña Dica frente a su tabuleiro en la Plaza Quincas Berro D’Agua, en el Pelourinho, resaltando que el acarajé, para la mayoría de las baianas do tabuleiro, santeras, es indisociable del candomblé. Esa indistinción no deja de ser, también, una estrategia de diferenciación de sus productos, en un contexto de competencia cada más aguda que es Salvador, una ciudad que atrae a muchos turistas por ser considerada como el locus de africanis120 mos en Brasil, a partir de los cuales ya se creó una innegable comercialización de la cultura negra. Pero si para esas baianas los cambios con relación al aspecto religioso son inaceptables, otras transformaciones son bienvenidas. “En el pasado era muy difícil, porque nosotras teníamos que descascarar el frijol y quebrarlo en la piedra. Hoy en día ese sufrimiento cesó porque ellas usan un triturador eléctrico o una licuadora”. Esa es la opinión de Arlinda Pinto Nery, que trabajó con su tabuleiro durante más de 50 años y aprendió el oficio con su madre. Doña Arlinda forma parte de la Asociación de las Baianas do Acarajé y Mingau del Estado Textos de Brasil . Nº 13 de Bahía que existe hace 14 años y cuenta con dos mil asociados entre baianas y baianos do acarajé y vendedores de otros tipos de comida, tales como mingau (papilla), pamonha y cuscús. El trabajo de la asociación es orientado hacia la profesionalización de la actividad, que ya cuenta con un sello de calidad: a través de alianzas celebradas con el Sebrae y el Senac, los asociados tienen acceso a cursos sobre manipulación de alimentos, normas de higiene y sobre finanzas, para que puedan administrar mejor sus ganancias. Las mujeres de tabuleiro de ayer y de hoy La comercialización del acarajé comenzó en el periodo de la esclavitud con las llamadas esclavas de ganancia que trabajaban en las calles para sus señoras (generalmente pequeñas propietarias empobrecidas), desempeñando diversas actividades, entre ellas, la venta de manjares en sus tabuleiros. También en la costa occidental de África, las mujeres ya practicaban un comercio ambulante de productos comestibles, lo que les daba autonomía con relación a los hombres y muchas veces les otorgaba el rol de proveedoras de sus familias. El comercio callejero en las ciudades brasileñas permitió que las mujeres esclavas fueran más allá de la prestación de servicios a sus señores: ellas garantizaban, muchas veces, el sustento de sus propias familias, fueron importantes para la constitución de lazos comunitarios entre los esclavos urbanos y también para la creación de las hermandades religiosas y del candomblé. Muchas santeras comenzaron a vender acarajé para poder cumplir con sus obligaciones religiosas que necesitaban renovarse periódicamente. Debido a esa libertad de movimiento, las esclavas de tabuleiro eran vistas como elementos Sabores de Brasil peligrosos, convirtiéndose, por eso, blancos de posiciones y leyes represivas. La venta del acarajé continuó siendo una actividad económica relevante para muchas mujeres incluso después de la abolición de la esclavitud. Hoy en día, atrás de las baianas existen familias enteras dependiendo de sus bandejas: el 70% de las mujeres pertenecientes a la Asociación de las Baianas do Acarajé y Mingau del Estado de Bahía son jefes de familia. La rutina de esas mujeres es caracterizada por la compra de los ingredientes necesarios para la preparación del acarajé, un trabajo diario y arduo: necesitan levantarse temprano, ir a la feria, buscar productos de calidad con precios accesibles. El precio de la gamba y del aceite de dendé son los que más varían. Muchas también enfrentan problemas para adquirir bandejas nuevas o incluso para guardarlas, dejándolas, muchas veces, en la playa. “A veces nos sentimos huérfanas porque trabajamos solas con nuestro tabuleiro, de sol a sol, expuestas al frío, al calor e incluso a la violencia. Pero somos mujeres negras y perseverantes: si no vendemos hoy, venderemos mañana. Somos un símbolo de resistencia desde la esclavitud”, nos recuerda Maria Lêda Marques, presidente de la Asociación que, conjuntamente con el terreiro Ilê Axé Opô Afonjá y el Centro de Estudios AfroOrientales de la Universidad Federal de Bahía, hicieron el pedido de registro ante el Iphan. Carolina Cantarino Antropóloga e investigadora del Laboratorio de Estudios Avanzados en Períodismo (LABJOR) de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp). Artículo originalmente publicado en Patrimônio – Revista Electrónica del IPHAN (ISSN: 1809-3965) N. del E: terreiro es el local donde se realizan celebraciones de cultos afrobrasileños: macumbas, candomblés, etc. 121 Entrevista: Mariana (Mainha) y Cleusa Oliveira, Baianas do Acarajé M ariana Oliveira, más conocida como “la baiana de la torre de TV”, es uno de los personajes más conocidos de Brasilia. Hace casi cuarenta años en la capital brasileña, la “Barraca da Mainha”, como es conocido su pequeño emprendimiento, es muy apreciado entre los turistas brasileños y extranjeros que visitan la Capital Federal. Indicativo de ese prestigio son las invitaciones que tanto Doña Mariana como su hija Doña Cleusa reciben de diversas autoridades para preparar el famoso acarajé en ceremonias públicas. En esta entrevista concedida a Textos de Brasil, Doña Cleusa comenta algunas peculiaridades de su oficio, registrado, últimamente, como Patrimonio Histórico Inmaterial. Sabores de Brasil 123 Foto: Anneluize Shmeil TB: ¿Usted conoce el significado de la palabra acarajé? aconsejable que sea preparado por hijas de Yansán. Baiana: El origen es africano. Viene de “acará”, que significa bola de fuego. “Jé” quiere decir comer. TB: ¿Cuáles son los rituales de uso del acarajé en el candomblé? TB: ¿Solamente los santeros pueden preparar el acarajé? Baiana: Sí. Los santeros preparan acarajé para ofrenda. Cuando están “desarrolándose espiritualmente”, dedican ofrenda para Yansán. Es 124 Baiana: Es la comida de Yansán. Hacemos los bollitos y se los ofrecemos. En el origen – así cuenta la historia, que no es de la mi tiempo, ni del de mi madre, fue de mi bisabuela – las africanas venían y lo preparaban. Usted sabe que la religión de ellas era el candomblé. Y solamente Textos de Brasil . Nº 13 recibirían las gracias pedidas si ellas rezaran, danzaran para el santo y le ofrecieran el acarajé. Unas ofrecen solamente el bollito crudo. Depende de lo que el santo pide. Otras lo ofrecen frito también, puro, sin nada. Lo ofrecen entre las cañas de bambú. Eso es para Yansán, ¡eso no es un “trabajo”! Nosotros vendemos el acarajé como “trabajo” también. Pero, primero, nosotros damos gracias y, luego, nosotros “trabajamos”. Y las africanas – según las historia que oigo desde que nací – eran muy maltratadas por las “señoras de esclavos”. Entonces ellas preparaban el acarajé para comer y le daban un poco para Yansán para que ella de diera una paliza a la señora. La fe mueve montañas, ¿verdad? Ellas creían que la señora se quedaría quieta, buena, tranquila. Yansán es dueña del viento, es Santa Bárbara. Entonces ellas le preparaban esa ofrenda. Lo mismo sucedía con las devotas de San Antonio. ¿Qué se le podría dar a San Antonio?! Un panecillo. Le ofrezco un panecillo a un niño y San Antonio me concede una gracia. Las negras, las africanas que vinieron a nuestro país, le daban un bollito a Yansán para calmar a la señora. No era para hacerle mal, estaban haciendo una buena acción, para que ella, la señora no las maltratase tanto. Y, en la medida del hambre, freían y comían. ¡Nuestra historia es linda! TB: ¿El acarajé usado en el candomblé es diferente del que es vendido en las bandejas? Baiana: Depende de lo que el oricha pida. Algunos lo piden frito, otros lo piden crudo. A Yansán le gusta pequeño y frito. Puro, sin relleno. N. del E: En los cultos afrobrasileños, especialmente en la umbanda y la quimbanda, trabajo es el ritual mágico-religioso realizado con finalidades ora de perjudicar ora de evitar o anular maleficios y de auxiliar. Sabores de Brasil Las negras, las africanas que vinieron a nuestro país, le daban un bollito a Yansán para calmar a la señora. No era para hacerle mal, estaban haciendo una buena acción, para que ella, la señora no las maltratase tanto. Y, en la medida del hambre, freían y comían. ¡Nuestra historia es linda! TB: ¿Cuáles son los secretos para preparar un buen acarajé? Baiana: Bien, es un secreto, ¿verdad? (risas) TB: ¿Como se sirve el acarajé? Baiana: Cuando yo nací, mí madre preparaba el bollito de frijol, freía tres gambas, cortaba, le ponía pimienta y vatapá. ¡Sólo eso! Ahora ya no, como mucha gente no come gambas, muchas baianas preparan todo separadamente: vatapá, gambas y ensalada. En Salvador, hay mucha gente que ya lo sirve con carurú – otra comida de oricha que no tiene nada que ver con el acarajé. Eso es para el turista aprenda a comer carurú. 125 TB: El modo de preparar acarajé pasó a ser un patrimonio cultural de Brasil... Baiana: ¡Gracias a Dios! Principalmente a nuestro esfuerzo, porque si no hubiéramos luchado por eso... Había personas que preparaban la harina de frijol de cualquier manera, para la exportación. En el embalaje había la figura de una baiana, para indicar que había sido preparado por una. Fue nuestra asociación, de Salvador, que luchó para declararlo nuestro patrimonio, para patentar nuestra gastronomía. Porque, de lo contrario, sucedería lo mismo que sucedió con el açai, que fue patentado por los japoneses. ¡Lo que es un absurdo! Vinieron a Brasil, lo compraron, lo patentaron y es de ellos! El acarajé es nuestro con mucho orgullo! TB: ¿Por qué la receta del acarajé no puede ser modificada? Baiana: Porque no funciona. Primero, porque es una comida sagrada. Además, si se modificara no tendría gracia, quedaría mal. Por ejemplo, había una propaganda que nosotras, baianas, luchamos para eliminarla. Era una propaganda de una fábrica de embutidos en que se colocaba chorizo en el acarajé. ¡Aquello era una burla! Como la receta es de una nación, de una religión, nadie permite que sea modificada. TB: ¿Cuál es la importancia de la reglamentación de la profesión de baiana do acarajé, como ocurre en Salvador? Baiana: Para nosotras esto es muy importante. Incluso porque ya somos muchas. Muchas personas dicen que el bahiano es muy perezoso. Que no le gusta levantarse temprano, que no le gusta mucho el trabajo. Son las baianas las que van a la lucha. Se levantan temprano. Algunas van a lavar ropa en la Laguna de Abaeté. Otras 126 van a casa de la patrona a trabajar. Otras son excelentes cocineras – porque nuestra gastronomía tiene mil y tantos platos, entonces con un pedacito de pimienta, un poquito de dendé y un caldo de pescado, preparamos diversas comidas. Por eso, nos sentimos felices con esas iniciativas. El acarajé es nuestro, de las baianas del acarajé. Pero, en el resto de Brasil todavía falta reglamentación. Hay personas de todas las partes de Brasil que dicen que son bahianos y venden acarajé preparado de cualquier manera. Yo no sé porque ellos no regularizan. Ya hay mucho acarajé en la calle. Hay mucho, demasiado. En el pasado, mucha gente miraba el acarajé y decía: “¡ay, yo no como ese bicho!” Hoy todo Brasil come acarajé. TB: ¿Cuáles son los adornos típicos de la baiana del acarajé? Baiana: Nuestro uniforme. Nuestro uniforme es muy importante. A algunas personas les gustan los motivos estampados; a otros les gusta la ropa blanca. Como las baianas generalmente tienen la piel oscura, les sienta muy bien el uniforme totalmente blanco. Están también nuestros collares de la santería. Muchas que usan los collares ni saben quien es el santo. Eso no puede ser, ¿verdad? ¡Es sólo para adorno! Entonces hay que decir que es sólo para adorno. Algunas baianas también colocan una hojita de ruda en la cabeza, para alejar al mal de ojo. Las personas creen que es para curar el dolor de cabeza, pero es contra encantamientos. Y seca rapidito... TB: ¿Qué más hay en la bandeja de la baiana además del acarajé? Baiana: ¡Ah! ¡Hay muchas cosas! Puede haber abará, vatapá, cuscús, cocada. En la bandeja no puede faltar cocada. Incluso cuando nosotras hacemos eventos, donde muchas veces no quieren cocada porque hay muchos postres, yo llevo por Textos de Brasil . Nº 13 lo menos 30, y si el cliente “agarra”, ¡tiene que pagar! (risas). ¡Bandeja sin cocada no tiene gracia! TB: ¿Cómo ve Usted la competencia de la venta de acarajé en bares y supermercados? ¿Es algo bueno o malo? Baiana: A nosotras, no nos perjudica. Lo único que hizo fue expandir la divulgación de nuestro producto, que es maravilloso. Lo mismo sucede con el churrasquinho (las brochetas) que hay en todos lados y todos venden. Pero el único buen acarajé, es el preparado en el acto, por la baiana. TB: ¿Las novedades tecnológicas, como la licuadora, facilitaron la preparación del acarajé? Baiana: No. No usamos nada de eso. Sólo usamos la licuadora para batir la mandioca y preparar el bobó. Incluso para amasar el pan, lo dejamos en remojo y lo amasamos con la mano. Tenemos que mantener la tradición. No usamos mucho la licuadora, principalmente para amasar la masa. Y más aún: cuando se comienza a amasar la masa, no se puede pasar para otra. Cuando se comienza a amasar, hay que amasar hasta el final. TB: ¿Cuál es la reacción de los extranjeros al probar el acarajé? Los extranjeros se quedan encantados! Muy encantados. A veces llega un ómnibus, un mini ómnibus de extranjeros. Ellos ven y comienzan a probar desconfiados, porque tienen miedo de que le hagan daño al estómago. Piden uno y hacen “hummm”... y, entonces, todos comen canos. Ellos comen el bollito puro, puro con pimienta. Entonces ellos dicen “bagadu, bagadu”. No sé que es “bagadu”. ¡Lo que yo pongo es pimienta!... (risas) TB: ¿Usted podría darnos la receta del acarajé? sión Ana Maria Braga, y, entonces, todos comen. Baiana: En la medida de lo posible, puedo. ¡Incluso porque el acarajé depende sobre todo de la “mano” de la baiana! Usted compra el frijol de ojo negro. Es mejor comprar mucho (unos dos kilos) porque nosotros quebramos una bolsa por día. Quebramos y dejamos de remojo para sacarle la cáscara. Después, hay que molerlo y condimentarlo: sal y cebolla blanca. Usted puede batir TB: ¿Y ellos suelen pedir picante? bastante. Ponga un poquito de sal, cebolla y siga batiendo. ¡El secreto es batir! Después se hace el Baiana: No. Ellos tienen miedo. Los únicos que piden picante son los indonesios y los afri- bollito y se lo fríe en el aceite de dendé para dar color. En el aceite, se queda blanquito. Baiana: ¡Ah! ¡Se quedan encantados! Muy encantados. A veces llega un ómnibus, un mini ómnibus de extranjeros. Ellos ven y comienzan a probar desconfiados, porque tienen miedo de que le hagan daño al estómago. Piden uno y hacen “hummm”, igual que la presentadora de televi- Sabores de Brasil 127 Entrevista: Alex Atala E l creativo e inquieto Alex Atala es conocido, en Brasil y en el exterior, por explorar, a partir de bases clásicas y técnicas actuales, las posibilidades gastronómicas de los ingredientes nacionales. Atala comenzó su carrera a los 19 años en Bélgica, después partió en dirección a nuevas actividades en cocinas de Francia e Italia. En 1994 retornó a São Paulo y, hacia fines de 1999, inauguró el restaurante D.O.M., que, entre otros premios, recibió dos veces (2006 y 2007), la mención de estar entre los 50 mejores restaurantes del mundo según la publicación Restaurant Magazine. Además de cocinar, Atala también es un estudioso de la gastronomía brasileña, habiendo publicado diversos textos en que defiende la valorización de ingredientes nacionales para la gastronomía de alto nivel. En entrevista a Textos de Brasil, el chef comenta su percepción sobre la formación y las tendencias actuales de la gastronomía brasileña. Sabores de Brasil 129 TB: Brasil es un país inmenso que presenta una gran diversidad cultural; considerando todo esto, ¿es posible afirmar que existe una gastronomía particular que lo identifique? Alex: Yo creo que es necesario diferenciar lo que es regional de lo que es típico y de lo que es folclórico. La mayor representación de Brasil, en un ámbito más amplio, tal vez sea la feijoada, que tiene tanto una raíz negra como una indígena; es un elemento presente en la mesa del brasileño, un rasgo efectivamente nacional. Creo que se puede decir que este plato y la caipiriña son representaciones folclóricas de la cultura brasileña. Hay, por otro lado, los platos típicos, las cocinas típicas. La influencia de la gastronomía portuguesa, por ejemplo, puede ser sentida tanto en Minas Gerais como en Florianópolis, que tiene una cocina más azoriana, con platos maravillosos. La influencia de la gastronomía africana puede ser sentida, de modo general, en el Nordeste. La Amazonía, por su parte, posee una cocina autóctona. Me refiero no sólo al estado de la Amazonía, sino a toda la región, con la diversidad y los microclimas que vamos a encontrar. Creo que es importante diferenciar lo que es folclórico, de lo que es típico y de lo que es regional. Eso nos da una idea de la riqueza de nuestra cultura: no sólo de su dimensión continental, sino también de su diversidad. TB: ¿La unidad de nuestra gastronomía, por lo tanto, va más allá del frijol con arroz? Alex: Ya que es grande nuestra riqueza, creo que el arroz y el frijol forman la feijoada, la receta más consumida. Creo, también, que la mandioca es el eje central de la gastronomía bra130 Brasil: esa colcha de retazos de culturas, que, al final, son respetadas y unificadas de una forma singular y positiva sileña, un regalo ofrecido por la mesa cabocla a la gran mesa. Pero esas son apenas las bases. La gastronomía brasileña no se limita al arroz con frijoles. TB: ¿Qué es lo que indica sobre la gastronomía brasileña el hecho de ir a un restaurante self-service, algo muy común diariamente de las personas que trabajan en las grandes ciudades, y encontrar allí arroz con frijol, sushi, carne asada, masas, etc? Alex: Yo creo que eso refleja lo que es, realmente, Brasil: esa colcha de retazos de culturas, que, al final, son respetadas y unificadas de una forma singular y positiva. TB: Si, de acuerdo con las afirmaciones de la Fisiología del Gusto, “somos lo que comemos” ¿es posible afirmar que la existencia de una gastronomía brasileña es el corolario de la propia existencia de un pueblo brasileño, a pesar de toda la diversidad interior? Alex: Reflexionemos sobre lo siguiente: la alimentación es un tema de estudio de todas las ciencias humanas. Entonces, podemos decir, sin sombra de duda, que sí somos lo que comemos. No discuto eso. Estoy completamente de acuerdo Textos de Brasil . Nº 13 D.O.M. Restaurante con dicha afirmación y creo que refuerza todo lo que dije: esa fuerza que Brasil tiene; esa apertura con relación a otras culturas, sin perder la originalidad. Esto refuerza, nuevamente, este prisma de cultura que tenemos. TB: A pesar de la diversidad de las culturas que forman Brasil, la gastronomía, sobre todo la comida de todos los días, presenta una considerable homogeneidad. Así, ¿sería correcto afirmar que lo que define a la gastronomía brasileña es la asimilación, y no su origen? Alex: De cierta forma, sí, es posible concordar con la idea de que Brasil suplanta a las culturas extranjeras que aquí llegaron. Existe una personalización de la cultura extranjera que se adapta a la cultura local. Entonces, esa es una de las principales fuerzas de Brasil, que demuestra su potencial para la gastronomía empleada internacionalmente. Sabores de Brasil TB: Si Usted cree en la existencia de una gastronomía legítimamente brasileña, abierta a otras culturas, pero sin descaracterizarse, ¿por qué está publicando un libro con el objetivo de dar mayor publicidad a los ingredientes, procesos y recetas de la cocina amazónica? Alex: En el primer momento, cuando los europeos llegaron, tuvieron que tropicalizar sus recetas. Brasil era una realidad completamente diferente, muy potente. Así, nuestra cultura suplantó, muchas veces, a la cultura extranjera de modo general. En el caso del mi trabajo, escribí el libro para valorizar a la gastronomía brasileña. El arroz con frijol, por ejemplo, es un plato típico de un país colonizado joven. Aunque el hombre coma desde antes de aprender a comunicarse y que la alimentación sea una actividad vital, la gastronomía tiene apenas 200 años. Por ser un país joven y recibir la influencia de diversas culturas, Brasil acaba desprestigiando a la cocina 131 Soy un militante de una cocina de “terroir”, de una cocina campesina, de una cocina patrimonial brasileña, porque lo que llevó a Francia, Italia, España y Japón a los altos niveles de la cocina fue el orgullo de la cultura regional más campesina, más cabocla, cuando el acto de alimentarse adquiere cierto status. Yo, personalmente, no consigo creer que un huevo es menos importante que una trufa. Entonces, soy un militante de una cocina de “terroir”, de una cocina campesina, de una cocina patrimonial brasileña, porque lo que llevó a Francia, Italia, España y Japón a los altos niveles de la cocina fue el orgullo de la cultura regional, en otras palabras, el orgullo del campesino. En Francia, un chef es respetado porque hace comida francesa, para personas francesas, que comieron comida francesa toda la vida. Es la calidad del trabajo lo que le confiere ese status. En Japón, un sushiman recibe honores por el mismo motivo. Creo, por lo tanto, que un buen cocinero brasileño tiene que demostrar esa misma habilidad con nuestra cultura. La diferencia entre lo bueno, lo muy bueno y lo excepcional viene con un repertorio. Para nosotros, los brasileños, es difícil juzgar trufas, caviares, hongos y salsas complicados; pero, se132 guramente, todo brasileño es un expert en arroz con frijol. TB: ¿Por qué, al ir a un restaurante, estamos más cerca del otro lado del Atlántico – o incluso del Pacífico – que de nuestro interior? ¿Por qué es más fácil comer comida mejicana, japonesa, china, egipcia y hasta javanesa que comida manauara en muchas capitales del país? Alex: Yo creo que la nueva sociedad propone la experimentación. Los hábitos son influenciados por eso. Hay, también, características de Brasil, un país tan multicultural, lo que ayuda mucho en este sentido. Es divertido imaginar que, hace 20 o 30 años, la comida japonesa generaba suspicacia y, actualmente, muchos niños de 8 a 10 años prefieren un sushi bar al McDonald’s. Eso nos muestra que el paladar puede ser desarrollado. Cuando es expuesto a una variedad de sabores desde la primera infancia, el horizonte del paladar tiende a tener una gran amplitud. Nosotros somos muy privilegiados por ser un país tan rico en ingredientes y en cultura. Esta apertura a la cocina internacional, por otro lado, es consecuencia de ser una cultura joven, abierta a múltiples influencias. TB: ¿No le parece que esa tendencia, en contrapartida, podría ser un síntoma de que nuestra cocina dejó de tener raíz, de que perdió un poco de contacto con la propia tierra? Alex: Aunque la gastronomía regional haya perdido un poco de su brillo, creo que ese proceso forma parte de un ciclo. Existe, actualmente, N. del E: manauara - originaria de Manaus, la capital del Estado de Amazonas. Textos de Brasil . Nº 13 Sorbet de jabuticaba. D.O.M. Restaurante un movimiento que no es mío, sino de personas como Paulo Martins, en Belém, o César Santos, que me parecen ilógicas, como por ejemplo, sobre la diferencia entre un tutú paulista y un mi- en Olinda. Son profesionales del país entero, de Norte a Sur, militando por cocinas regionales con nero. Se discute algo que tal vez no tenga tanta importancia, si imaginamos que el bioma es el mucha propiedad. Creo que ese retorno a nuestro origen forma parte del proceso de madura- mismo. La cultura humana no respeta mucho a las ción de nuestra cultura. Esas personas, diferentemente de mí mis- divisiones geográficas, en la medida en el que está muy bien adaptada al bioma local. Importa mo, que estoy haciendo alta gastronomía, defienden sus cocinas regionales, sus orígenes, lo que me parece muy bonito. Lo más importante, indiscutiblemente, es la valorización de la alimentación de Brasil. saber si se trata de un bosque atlántico, de un cerrado, o de una selva ecuatorial. Pensando en la Amazonía, hay discusiones sobre la calidad del tucupí de Manaus y del de Belém; del açaí, de Manaus y del de Belém. Se busca saber si la castaña es de Pará o de Acre. Son discusiones que, creo, pierden legitimidad, ya que comienzan a buscar definir una mejor región y se olvidan del sentido de ciudadanía, que parte del individuo en dirección a la colectividad. TB: ¿En este contexto, es todavía posible identificar, claramente, a las cocinas regionales típicas? Alex: Yo creo que hay grandes intersecciones. En Minas Gerais, São Paulo y Rio de Janeiro, existe una vertiente portuguesa común a todos. Entonces, a veces, usted presenciará discusiones Sabores de Brasil TB: La cocina regional engloba no sólo a platos, sino también 133 Mi relación con la naturaleza se manifiesta como una característica muy fuerte de mi personalidad; es una herencia de familia. Pero eso no es una exclusividad mía. Si pensamos en los íconos más importantes de la gastronomía, veremos la fuerza de la relación con el ambiente. nalidad; es una herencia de familia. Pero eso no es una exclusividad mía. Si pensamos en los íconos más importantes de la gastronomía, veremos la fuerza de la relación con el ambiente. Pensemos en el caviar, en la trufa. El hombre todavía tiene que salir a la búsqueda de trufas, así como a la pesca del esturión salvaje para conseguir el mejor caviar. Resulta increíble que uno de los más altos niveles de la cultura humana esté intrínsecamente vinculado a la naturaleza. Creo, también, que la alimentación puede ingredientes típicos. ¿No se está volviendo cada vez más difícil tener acceso a ellos, en la medida en que la producción y el consumo se masifican? Alex: La mayor concentración poblacional de Brasil todavía está en las metrópolis. Esa alimentación en gran escala, la producción de comida industrializada, es un gran facilitador de todos los días, pero es muy nociva para las culturas regionales, principalmente cuando se piensa en platos típicos del interior o de culturas menores, limitadas a microrregiones. En este sentido, pienso que las industrias de alimentación son más peligrosas que las redes de fast food, que son un fenómeno urbano. Las salchichas, los productos enlatados, por otro lado, son los que llega, Alex: Creo que, de alguna forma, sí. No podría decir que no. Por otro lado, nosotros, brasileños, principalmente los productores y los extractivistas, necesitamos mejorar nuestra relación con los ingredientes básicos. Aquí, los pescados son maltratados, así como las hortalizas cosechadas en el cinturón urbano. Entonces, creo que pecamos, muchas veces, en el momento de respetar a la naturaleza, que es tan generosa con nosotros y es agredida por los propios agricultores y pescadores que de ella extraen su sustento. Mi relación con la naturaleza se manifiesta como una característica muy fuerte de mi perso134 ser no sólo una forma de conservación del medio ambiente, sino también una óptima alternativa para generar recursos para las poblaciones de las regiones ribereñas. Es importante agregar valor a la selva. Ella tiene que valer más de pie que por tierra. TB: Con relación a la cocina tradicional, datos estadísticos indican una reducción en el consumo de frijol con arroz. ¿Qué significa esto para nuestra gastronomía? realmente, a las regiones carenciadas. Yo tengo un sueño. No voy a decir que es un proyecto, sino un sueño de mejorar la cesta básica, no sólo como producto básico, sino también como embalaje. Es importante recordar que, Textos de Brasil . Nº 13 Ensalada de calabacín. D.O.M. Restaurante para el indio, el ribereño, el caboclo, el embalaje de la fruta es la cáscara, el del pescado es la escama, el del animal es la piel. Ellos tiran los residuos al medio ambiente. Es algo intrínseco de la cultura de esas poblaciones. Sin embargo, como son mandadas cestas básicas llenas de plástico y aluminio, cuando se anda por la Amazonía, por lugares extremadamente remotos, uno se depara con bolsas de plástico y latas. Yo creo que esa es una agresión que nosotros, habitantes urbanos, hacemos al medio ambiente, sin tener conciencia de la extensión del problema. Entonces, creo que la cesta básica debería ser repensada no solamente en lo que se refiere a los ingredientes, sino también en materia de embalajes, tomándose en cuenta las regiones. TB: Usted ya comentó la influencia extranjera en la cocina brasileña. Pensando en esa corriente en dirección opuesta, ¿cómo es la Sabores de Brasil presencia de nuestra gastronomía en mesas en el exterior? Alex: Nuestra mayor fuerza en el exterior es la de ser brasileños. Creo que hay una gran diferencia entre ser un chef de Brasil y ser un chef de Ecuador o de Venezuela, de Gabón o de Timor Oriental. Nosotros compartimos un carisma que el país ya tiene, lo que es algo muy positivo. Otra fuerza es la diversidad de las frutas, que son grandes vedettes. Cuando estamos en el exterior y ya utilizamos esas dos fuerzas importantes para demostrar que somos un país tropical rico en sabores, abrimos espacio para mostrar el potencial de la tapioca, de las harinas, de las hierbas, de los tubérculos, de los palmitos, de todo el espectro de los pescados, de las carnes. Esa exuberancia es contagiante. Pensando en la alta gastronomía, según mi experiencia, algo que fascina a todos los chefs en el exterior, es el tucupí, tan complejo como el curry de la India. Este producto es una gran pre135 sentación de nuestra cocina, porque es tanto un condimento como un conservante, multifacético no sólo en lo que se refiere al sabor sino también a su aplicación. TB: En lo que atañe a su raíces, ¿nuestra cocina se parece con otras o tenemos una gastronomía muy peculiar? Alex: Muy peculiar. Hay cocinas en la franja tropical que tienen ingredientes comunes: en el Caribe, encontramos algún tipo de mandioca o de frijol; en Asia, en Tailandia, leche de coco, cilantro, pimienta. Aunque existan muchos ingredientes comunes en las cocinas tropicales, creo que nuestra manera de prepararlos es diferente. TB: ¿Y por qué todavía no somos una potencia gastronomía internacional? Alex: Creo que ese es un problema propio de países jóvenes. Para Brasil, no es suficiente que haya un buen trabajo sobre cocina. Eso es muy poco. En Francia, en Italia, en los países de referencia, no sólo un buen chef o una buena investigación, sino varios elementos fueron necesarios para reafirmar la calidad. Se trata de un proceso que ya está en marcha en Brasil. TB: ¿Por qué la alta gastronomía extranjera, sobre todo la francesa, es tan prestigiosa en Brasil? Alex: Creo que, por un lado, eso es todavía un rasgo de Brasil colonial, algo natural. Por otro lado, el hecho de que la gastronomía en Francia esté a la vanguardia de todo el mundo les confiere a los franceses un liderazgo en la cocina. Entonces, nuestra mano de obra, sobre todo la más joven, todavía presta más atención a otras coci- 136 Un plato no comienza ni termina en una cocina. En realidad, comienza en la elección de los ingredientes y termina en el plato vacío frente al cliente satisfecho nas que a la nuestra. Pero creo que se trata de un proceso. Estamos en una fase de transición. En los próximos años, podrán ocurrir grandes cambios en el escenario. TB: A pesar del prestigio de la alta cocina extranjera, su restaurante, el D.O.M., especializado en cocina brasileña, fue el único de Brasil incluido en la lista de la revista inglesa Restaurant de los 50 mejores del mundo. ¿Cuál es el camino para la consolidación de la gastronomía brasileña? Alex: La gastronomía es el arte de colocar un ingrediente o una receta en su mejor momento. Tenemos, en Brasil, productos y recetas para ejecutar la gastronomía en el sentido más amplio de la palabra. Algo también importante que debe ser subrayado sobre la gastronomía es que ella no se limita a ingredientes caros o a procesos difíciles. Voy a darle un ejemplo de lo que entiendo por gastronomía. Si vamos a Bahía, encontramos diez chiringuitos en una playa. Uno de ellos prepara pescado frito mejor que los otros. Eso ocurre debido a la ejecución apropiada de una serie de etapas. Probablemente, el dueño de ese Textos de Brasil . Nº 13 chiringuito se levantó temprano, limpió el pescado correctamente y lo acondicionó en una heladera. Después, calentó el aceite a la temperatura adecuada, condimentó bien el pescado, lo puso a freír durante el tiempo correcto, lo colocó en un buen plato, lo acompañó con buenos ingredientes y otra persona sacó aquel plato de la cocina y lo sirvió al cliente. Entonces, un plato no comienza ni termina en una cocina. En realidad, comienza en la elección de los ingredientes y termina en el plato vacío frente al cliente satisfecho. Para mí, eso es gastronomía. Ella incluye un proceso con una serie de etapas que necesita, en Brasil, ser mejorado de modo general. TB: ¿Es necesario ser un buen cocinero antes de ser un chef? Alex: ¡Sin sombra de duda! Voy a dar un ejemplo. Un profesor, doctor en medicina estudió en la facultad, hizo 4 años de residencia para, después, ser un médico. Posteriormente, el sucesivo estudio y, más importante, el ejercicio de la profesión le fue dando su condición de doctor y profesor. Yo creo que, en la cocina, no es diferente: por más información teórica que se tenga, quien lapidará la técnica será la práctica. En este sentido, creo que la cocina italiana puede ser una gran lección para la brasileña. La mamma cocina muy bien, pero, cuando la nona cocina, toda la familia se arrodilla para comer. La gastronomía italiana es una culinaria casera. La mamma cocina bien, porque hace eso todos los días, y la nona cocina mejor que todo el mundo, porque hizo eso la vida entera. Por eso, la gastronomía italiana nos legó una importante herencia: nuestras recetas patrimoniales son muy buenas, pero falta esa devoción a la cocina, a la elección de productos, al servicio, al cocimiento, a todo lo que involucra una buena comida. Sabores de Brasil TB: ¿Cómo su experiencia personal influenció esa devoción que Usted manifiesta por la cocina y su interés por la alta gastronomía? Alex: Por haber sido un punk, me sometí a lavar platos, para, después, aprender a picar. Aprendí a lavar la olla para, después, cocinar en ella y así continué. Fue un proceso de aprendizaje. Yo no nací el chef Alex Atala, ni me convertí en lo que soy del día para la noche. Por necesidad, me sometí a hacer trabajos menores y me enamoré de la gastronomía. Entonces, cuando volví a nuestro país, no quise ser un brasileño que quisiera hacerse pasar por francés, italiano, belga o cualquier otra nacionalidad. Quise ser brasileño, porque tengo confianza en mi país y en mi cultura, en los sabores que conocí desde mi infancia y que me parecían tan buenos como los que conocí en el exterior. Ese pasado, sin sombra de duda, me ayuda en el trabajo que estoy realizando actualmente. TB: ¿Todos pueden tener acceso a la gastronomía? Alex: El ejemplo que di del pescado frito en Bahía se aplica a todas las circunstancias: en el mercado Ver-o-Peso, de Belém, en el Estado de Pará, con el açaí; en São Paulo, con pasteles de feria; en Rio de Janeiro, con comida de bar; en Ceará, con carne-de-sol o los platos preparados con carne de cangrejo; en Bahía, con la moqueca. En definitiva, nuestras cocinas de base son famosas no porque son simpáticas, sino porque son buenas. Se pueden transformarlas en alta gastronomía. Vamos a recordar que un croquemonsieur, un crêpe suzette o un penne arrabiata son, en realidad, primos de recetas cotidianas. 137 Ricardo Luiz de Souza Caipiriña, es decir, cachaza, limón y azúcar: Breve historia de una relación C achaza, limón y azúcar. Cuando contamos la historia de la caipiriña, nos refe- rimos a la historia de la relación entre los tres productos, una relación que es exitosa, duradera y cuenta con una legión de admiradores. Y, para hacer este relato, vamos a volver en el tiempo y contar, resumidamente, la historia de la cachaza y del azúcar. ¿De dónde vinieron? La caña de azúcar surgió en el Pacífico Sur, siguiendo un trayecto que la llevaría hasta la India, donde, por primera vez, cinco siglos antes de Cristo, se extraería azúcar de ella. Desde la India, emigró hacia Oriente Medio, región en que fueron creadas las primeras rutas vinculadas al producto. Desde allí, la caña llegó al Mediterráneo, siendo cultivada, más de mil años después, en las Islas Canarias, situadas en el Atlántico. Desde esas islas, fue transportada Sabores de Brasil 139 La cachaza, por su parte, fue concebida, en las primeras décadas de la colonización, en la Capitanía de São Vicente, donde actualmente es el Estado de São Paulo. Hacia fines del siglo XVI, se registraba la existencia de ocho ingenios dedicados a su producción. a Brasil, convirtiendo al Nordeste en su reino y transformándose, ya a partir del siglo XVI, en el principal producto colonial de exportación. La cachaza, por su parte, fue concebida, en las primeras décadas de la colonización, en la Capitanía de São Vicente, donde actualmente es el Estado de São Paulo. Hacia fines del siglo XVI, se registraba la existencia de ocho ingenios dedicados a su producción. Inicialmente, la bebida no tenía gran valor comercial y era preparada por los esclavos a escondidas, porque a sus señores no les gustaba verlos consumiéndola. Fue así hasta que ella conquistó definitivamente el gusto popular – incluso el de los señores – y se convirtió, finalmente, en un producto de exportación, participando en las rutas comerciales que involucraban el tráfico negrero, ya que había encontrado una enorme aceptación en África. El término “pinga” (gota) surgió del vapor producido por el lento proceso necesario para fermentar el líquido, en la medida en que, 140 al subir, se condensaba en el techo y goteaba. Y la pinga dolía cuando caía en los esclavos, lo que habría generado otro vocablo: aguardiente. Hipótesis controvertida, sin embargo, porque la bebida proveniente de la destilación ya era llamada por los alquimistas europeos, en el siglo XII, de aqua ardens. En el periodo colonial, surgió una diferenciación entre la bebida importada y la nacional. Se denominaba bagaceira la bebida destilada importada de Portugal, y la proveniente de Rio de Janeiro y de Minas Gerais recibía el nombre de cachaza. El nombre – cachacero –, que posteriormente sería la denominación dada al alcohólico, significaba, en la época, apenas el comerciante de la bebida. El término cachaza, por cierto, es específicamente brasileño. Un profundo conocedor del tema, como Câmara Cascudo, no sólo afirmó la inexistencia del vocablo en Brasil, sino que también afirmó nunca haber oído esa palabra en Portugal. En español, por su parte, la cachaza era una especie de vino de hecho del residuo del caldo de caña fermentado. La bebida conquistó rápidamente el gusto popular y se diseminó por el Brasil a medida que el país se iba poblando. En Minas Gerais – tierra de oro, de diamante, y de frío –, la cachaza encontró un terreno fértil para su producción y consumo. Los inconfidentes – rebeldes del movimiento ocurrido en 1789 en la capitanía de Minas Gerais contra la Corona portuguesa – llegaron a elegirla una especie de bebida nacional, símbolo de los brasileños. Antes que consumir el vino producido por los portugueses, considerado la bebida de los opresores, preferían tomar cachaza. Domingos Xavier, por ejemplo, uno de los líderes de la Rebelión, era dueño de un alambique y saciaba a los participantes de las reuniones con la cachaza que él mismo producía. Y, avanzando un poco más en el tiempo, cabe recordar que los reTextos de Brasil . Nº 13 Caipiriña. Fonte: Rio Convention & Visitors Bureau (Embratur) Sabores de Brasil 141 Normalmente, se producía la cachaza en pequeños ingenios, y su consumo estaba predominantemente vinculado a los sectores más pobres de la población colonial. volucionarios de 1817, en Pernambuco, también quisieron convertir a la cachaza en símbolo nacional, como respuesta a un nuevo intento de prohibición por parte de los renitentes portugueses. A ese ritmo, la bebida llegó a bautizar el puerto de Paraty, que se convirtió en sinónimo de “pinga”. ¿O fue Paraty que bautizó a la cachaza? El orden de los factores no tiene gran importancia, pero el hecho es que alambiques construidos por los portugueses surgieron alrededor del puerto allí construido. El Camino Nuevo, conexión entre Minas y el mar, facilitó la subida de la cachaza a las montañas, que ya tenían, sin embargo, diversos alambiques e ingenios que proliferaban, aunque como símbolo de cachazas más sofisticadas. La producción se diseminó rápidamente por la provincia de Rio de Janeiro, llegando hasta Campos de los Goitacases, un tradicional productor azucarero. Y tan importante era esta bebida, que la región acabó protagonizando, en 1660, la Rebelión de la Cachaza, cuando los insurrectos tomaron y gobernaron la ciudad de Rio de Janeiro durante cinco meses, contra las prohibiciones de fabricación y venta de aguardiente. Normalmente, se producía la cachaza en pequeños ingenios, y su consumo estaba predominantemente vinculado a los sectores más pobres 142 de la población colonial. En Minas Gerais, por ejemplo, la gran producción de aguardiente, en el siglo XVIII, se debió al mercado consumidor constituido por las comunidades auríferas, pero tuvo como factor determinante, igualmente, la posición peculiar de los ingenios mineros: sin tener acceso al mercado externo, especializaron su producción en el comercio local y de pequeña escala. Después de la Independencia de Brasil, el ciclo productivo continuó sin interrupciones, y Minas Gerais consiguió mantenerse, hasta hoy, como centro productor por excelencia. Así, dan testigo de la existencia de alambiques en el interior de la capitanía a lo largo del siglo XIX diversos viajeros que recorrieron la región en aquel momento. Richard Burton hizo alusión a la presencia de uno de ellas en Jaboticatubas, y el Conde de Castelnau, mencionó la existencia de otro alambique cerca de Juiz de Fora. Saint-Hilaire, por su parte, definió a la cachaza como “el aguardiente del país”. Por lo tanto, al igual que el tabaco, la cachaza pasó a ser moneda de cambio en el tráfico de esclavos, colocando al producto en un circuito económico que fue más allá del ámbito doméstico y orientando a muchos propietarios de ingenios hacia la producción de aguardiente con destino al comercio externo. Se creó, no obstante, una dicotomía, con los grandes ingenios, dedicándose prioritariamente al azúcar y tomando en cuenta al mercado externo, y los alambiques – muchas veces clandestinos y sin los recursos necesarios para la producción de azúcar y mucho menos el capital para adquirirlo, dedicándose, de modo exclusivo, a la producción de azúcar de caña cristalizada y cachaza, productos destinados, principalmente, al mercado interno. Cabe subrayar que no solamente la cachaza y el vino eran hábitos etílicos en el periodo coloTextos de Brasil . Nº 13 nial. Se popularizó, por ejemplo, el aluá, nombre africano dado a la bebida fermentada de maíz, de origen indígena. Incluso el consumo de la cachaza presentó variaciones, tales como el cachimbo, o la meladinha, cachaza con miel de abejas. El consumo de bebidas alcohólicas era comprendido, también, desde el punto de vista de un medicamento a ser utilizados en diversas ocasiones. Puede servir como fortificante, tomado de mañana o en situaciones que exigían un gran esfuerzo físico -, o como protección al organismo, en situaciones específicas. Económicamente, la cachaza era considerada un producto menos noble que el azúcar, porque se destinaba, predominantemente, al consumo local y, cuando era exportada, su destino era África, sin llegar al codiciado mercado europeo. A pesar de ser poco noble, resistió en el mercado y se volvió cada vez más popular. En lo que se refiere a la relación entre la cachaza y el vino, se creó, en el periodo colonial, otra dicotomía que todavía hoy se mantiene en los hábitos etílicos del brasileño. El vino estuvo presente en fiestas y tradiciones, como el coreto, reuniones festivas en las cuales los saludos, acompañados por la bebida, eran cantados. Permaneció, así, como una bebida tradicionalmente asociada a ocasiones solemnes y a la elite, al contrario de la cachaza; el vino de misa se volvió, en este sentido, una expresión proverbial. A partir de entonces, la cachaza pasó a ser una competidora incómoda para los vinos portugueses, lo que llevó a la Corona a prohibir su fabricación. La primera medida prohibitiva se remonta a 1639, indicio claro del éxito ya obtenido por la bebida. Sin embargo, nunca se consiguió alcanzar, ni siquiera remotamente, ese objetivo. Percibiendo que la prohibición jamás sería exitosa, la Corona prefirió rendirse al enemigo y explotarlo con diversos impuestos, como Sabores de Brasil la tasa instituida para ayudar a la reconstrucción de Lisboa, destruida por un terremoto en 1765, y el subsidio literario, instituido, en Minas Gerais, para financiar el pago de profesores reales. La bebida pasó a ser vista, con el transcurso del tiempo, como un fortificante y, más que eso, como un alimento imprescindible para los esclavos, lo que fue reconocido incluso en informes escritos por funcionarios de la Corona. A propósito, la cachaza y sus variaciones, como la cachaza con limón y miel, fueron vistas, desde temprano, como un “santo remedio” para gripes y resfríos, siguiendo una costumbre arraigada en el imaginario y en la farmacopea popular que, desde el inicio, le atribuyó a la bebida - consumida, por supuesto, en dosis adecuadas - funciones terapéuticas. En lo que atañe a la caipiriña, ella surgió cuando los esclavos, esos grandes experimentadores y creadores de la gastronomía brasileña, resolvieron mezclar a la cachaza con jugos de frutas que, como el limón, eran tradicionalmente ignorados por la elite blanca. La bebida tuvo como antecedente un cóctel de limón, también de origen esclavo, y se volvió completa cuando se le añadieron azúcar y cáscara de limón. El origen del término caipiriña permanece, todavía, obscuro, ya que no hay ninguna conexión histórica entre su consumo y la figura del campesino, habitante del interior brasileño, tradicionalmente asociado con las regiones de Minas Gerais y São Paulo. Tampoco se sabe cómo surgió el hábito de preparar cócteles con cachaza, siendo la caipiriña solamente una entre tantas, aunque la más famosa y, ciertamente, la más característicamente brasileña. El coco, el anacardo y la fruta de la pasión también son utilizados, además de otras variantes como la “leche de onza” (leite-de-onça), preparada con cachaza y crema de cacao. Todas 143 144 Cachazas curtidas. Foto: Christian Knepper (Embratur) Textos de Brasil . Nº 13 estas bebidas tienen antecedentes, como la jinjibirra, bebida fermentada hecha a base de frutas, jengibre, azúcar, ácido tartárico y levadura de panadería, llamada “cerveza de los pobres” y encontrada en el Nordeste hasta el comienzo del siglo XIX. En Minas Gerais, de la misma forma, se volvió común el consumo de un ponche preparado con cachaza, naranja amarga y azúcar. ¿Qué es, entonces, la caipiriña? Según la definición que consta en el Decreto n.° 4.800, del 2003, es “una bebida típica brasileña, con graduación alcohólica de quince a treinta y seis por ciento en volumen, a veinte grados Celsius, batida exclusivamente con cachaza, a la que se añade limón y azúcar”. Nacida de las manos y de la creatividad de los esclavos, la caipiriña logró status internacional, con el paso de los años. En los días de hoy, ya fue incluida por la Asociación Internacional de Barmen entre los siete clásicos de la coctelería mundial, transformándose en una bebida muy apreciada en países tales como Alemania y EE. UU., con considerable potencial consumidor y tradición etílica. En este mercado consumidor, Brasil busca ocupar su lugar, contando, actualmente, con alrededor de 30 mil productores de cachaza y alrededor de cinco mil marcas. La producción anual llega a 1,3 mil millones de litros, de los cuales 900 mil son industrializados y 400 mil provienen de alambiques. Las exportaciones ascienden a los 70 millones de litros, destinados a más de 70 países. La caipiriña, sin embargo, permanece como una bebida de fabricación esencialmente doméstica, aunque ya haya sido consolidado un mercado de caipiriñas industrializadas. Pero manda la tradición, también, que cada uno fabrique la suya, para consumo propio o para los amigos, o que, en bares y restaurantes, el barman prepare, la dosis de cada cliente. La bebida está, además, Sabores de Brasil Nacida de las manos y de la creatividad de los esclavos, la caipiriña logró status internacional. En los días de hoy, ya fue incluida por la Asociación Internacional de Barmen entre los siete clásicos de la coctelería mundial asociada con ocasiones festivas, especiales, no estando vinculada al consumo cotidiano, como es el caso de la cachaza. Preparar la caipiriña es, así, un ritual festivo, que no es accesible a todos: hay que saber prepararla, y es siempre alguien, considerado un especialista en el tema quien se encarga de esa tarea. Tradicionalmente, la bebida es vista como más suave y más aceptable socialmente, lo que genera una situación curiosa: el conocedor de caipiriña no siempre es un conocedor de cachaza, considerada muy fuerte. Caipiriñas y cócteles, de forma general, son, entonces, variaciones más festivas de la cachaza; así son vistas, así son consumidas. Ricardo Luiz de Souza Doctor en Historia de la UFMG. Profesor de la UNIFEMM - Centro Universitario de Sete Lagoas. Autor de “Identidade nacional e modernidade na historiografía brasileira: o diálogo entre Silvio Romero, Euclides da Cunha, Câmara Cascudo e Gilberto Freyre” (Belo Horizonte, Editora Autêntica, 2007) y de decenas de artículos publicados en revistas académicas, entre las cuales “Cachaça, vinho, cerveja: da colônia ao século XX. Estudos Históricos, nº 33- Rio de Janeiro - FGV, 2004. 145 Como preparar una caipiriña tradicional U no de los cócteles más célebres y apreciados alrededor del mundo, la caipiriña posee una gran cantidad de variaciones de recetas. En Brasil, el Decreto nº 4851 establece que la “caipiriña es la bebida típica brasileña, con graduación alcohólica de quince a treinta y seis por ciento en volumen, a veinte grados Celsius, obtenida exclusivamente con cachaza, a la cual se añaden limón y azúcar.” Esa amplia definición permite que la caipiriña sea elaborada de diversas formas, de acuerdo con los hábitos y las preferencias de cada uno. Existen, sin embargo, algunas sugerencias para preparar la caipiriña que están presentes en casi todas las recetas, tales como la utilización de hielo en cubo, porque picado se diluye rápido y deja a la caipiriña aguada, y el uso de vasos anchos y bajos para facilitar la maceración del limón. Textos de Brasil presenta en la próxima página una de las recetas brasileñas más tradicionales para la preparación de la caipiriña. Sabores de Brasil 147 1. Corte el limón en trozos medianos. Medio limón es suficiente para una dosis de caipiriña. 2. Coloque los trozos de limón en el vaso y añada dos o tres cucharadas de sopa de azúcar. 3. Utilice un macerador, pilón o comprimidor de madera para macerar los trozos de limón y soltar el jugo. 148 Textos de Brasil . Nº 13 4. Añada cachaza a gusto. 5. Añada dos o tres cubos de hielo. 6. Revuelva bien la bebida para mezclar el azúcar. Sabores de Brasil 149 150 Letreros de un bar con sinónimos de cachaza . . Nº 13 Ricardo Azoury Imagens Textos/ Pulsar de Brasil Demóstenes Romano Cómo reconocer una buena cachaza ¿ Cómo reconocer una buena cachaza? Primeramente, la cachaza que es realmente buena, diferentemente de la mayoría encontrada en el mercado, tiene un aroma agradable, no “quema” al tragarla, no causa mal aliento ni resaca. A pesar de ser una bebida destilada, como el whisky, y no fermentada, como el vino, una cachaza realmente buena es más parecida al vino que al whisky. Lamentablemente, pocas personas lo saben. Son raros los alambiques productores de la más legítima y antigua bebida brasileña en la calidad especial que toda cachaza podría tener (a propósito de antigüedad, hay un registro histórico de que el primer ingenio azucarero para molienda de caña de azúcar en Brasil fue construido en 1534, por Martim Afonso de Sousa, donatario de la Capitanía de São Vicente). En el riquísimo y poco conocido universo de la cachaza, el consumidor está inmerso en una tempestad de informaciones de interés comercial, de opiniones inconsistentes casi siempre contaminadas por el exhibicionismo de quien produce o de quien consume, como si todo fuera misterio y exclusividad en la producción y en la degustación de una buena cachaza. Sabores de Brasil 151 Antes de tener mi primer alambique, estudié mucho sobre producción y consumo de cachaza en Brasil, visitando a muchos productores, haciendo cursos, leyendo todo lo que encontré, dirigiéndome a las pocas universidades que se interesaban en el tema, conversando mucho en mis andanzas por el interior de Minas Gerais. En esas andanzas, me sorprendí al constatar el promisorio futuro de la cachaza, a pesar de que está rodeado de falta de profesionalismo, prejuicio, marginalidad. Así como ocurre en la vida y en la gestión de negocios, cuando un proceso de evolución está apenas empezando el espacio para la expansión es muy grande. Si el lector piensa que no sabe producir y no sabe degustar una buena cachaza, no se preocupe, eso ocurre hasta con apreciadores brasileños. Si usted cree que es un desinformado en materia de cachaza, sepa que el problema no es suyo: la desinformación rodea a la cachaza, casi siempre oculta por indefiniciones primarias, comenzando por el nombre del producto: ¿cachaza, pinga, caninha o aguardiente? Esto, sin mencionar a los sinónimos populares más usados: birita, branquinha, cobertor de pobre, dengosa, uca, tira-teimas, mé, água que os passarinhos não bebem, canjebrina. Como lo que nos interesa aquí es hablar sobre algunas orientaciones sobre la producción y la evaluación de calidad, lo dejamos al gusto del lector. Para situar a los no iniciados, explicitamos que nos referimos a la cachaza artesanal producida en pequeña escala, porque cantidad y calidad no combinan bien en este proceso, del mismo modo que establece una substancial diferencia entre preparar una buena comida en cocina de leña para diez personas o prepararla para cien personas. 152 Resumidamente, el proceso tradicional es así: 1. Cultivo de la caña de azúcar – cualquiera de los centenares de variedades de caña sirve para ser procesada en un alambique. La diferencia entre una u otra se refleja más en la productividad, en la cantidad de caldo o en el tenor de sacarosa, que en la calidad de la cachaza. Nada de venenos, de fuego, o de otras prácticas ecológicamente condenables. 2. Molienda – la caña es triturada, generalmente en ingenios convencionales de moliendas, para extraer el caldo más comúnmente llamado guarapo. Aquí, en la molienda, dos factores influyen decisivamente sobre el grado de acidez de la cachaza: la limpieza y la higiene del ingenio azucarero, y el tiempo que la caña queda cortada (tanto mejor cuanto menor sea el tiempo transcurrido entre el corte, transporte y la molienda). 3. Fermentación – del ingenio azucarero, el guarapo es transportado a tanques o cubas, perfeccionando el producto final, mejor colado y sin restos de bagazo o de cualquier otro residuo sólido. Diariamente, en esos recipientes se coloca guarapo nuevo y limpio, con tenor de sacarosa de alrededor de 15 grados brix (grado que indica el tenor de sacarosa, medido por un aparato llamado sacarímetro) y pH de 4,8 a 6,0. En el proceso artesanal de producción de cachaza, utilizando la fermentación “campesina”, alrededor del 20% del recipiente contiene fubá de maíz tostado y un pequeño porcentaje de salvado de soja y salvado de arroz. En esos nutrientes orgánicos empapados de guarapo proliferan microorganismos, en- Textos de Brasil . Nº 13 Sabores de Brasil Botella de cachaza. Ricardo Azoury / Pulsar Imagens153 tre los cuales se destacan las levaduras, células eucariotas predominantemente “saccharomyces” y “schizosaccharomyces” – las más eficientes en la transformación de la sacarosa en etanol. La conversión del azúcar en alcohol proporciona la transformación del guarapo en mosto, la materia pronta para la fase de destilación. En buenas condiciones, el tiempo de fermentación varía de 12 a 24 horas, incluyendo el periodo de decantación. La cachaza es buena o no (en materia de sabor, aroma, ligereza, en la suavidad, al “día siguiente”) en función de cada detalle del proceso de producción. Pero el conjunto de detalles de la fase de fermentación es esencial y difícilmente administrable. Basta recordar que, en la práctica, lo que llamamos fermentación es la creación de seres vivos, las levaduras, que no son visibles a simple vista, súper sensitivos y exigentes en lo que se refiere a horarios de alimentación (renovación del guarapo dulce por antonomasia), tiempo de descanso (decantación), condiciones ambientales (temperatura local e higiene del recipiente) y condiciones para reproducción y renovación de las células. Se usted tuviera la oportunidad de visitar un alambique en todas las instalaciones, haga hincapié en la parte vital, donde se fermenta, e intente observar los cinco indicadores de calidad del proceso que tienen influencia directa sobre la calidad del producto final: 3.1 al llegar, respire profundamente y sienta si el aroma es de frutas maduras, suave, agradable, o si el olor es una mezcla de alcohol y de algo ácido, como si alguna cosa estuviese allí descomponiéndose y exhalando acidez. 3.2 vea si hay moscas y mosquitos en el ambiente de fermentación. La presencia de “moscas 154 3.3 3.4 3.5 4. del vinagre” (drosófilas) indica infección por bacterias acéticas que hacen aumentar la acidez del mosto y del producto final. otra señal de calidad de la fermentación (o mejor dicho, de la presencia de levaduras) es el aspecto de la espuma que queda en la superficie del mosto pareciendo un hervor. Es la acción de las levaduras sobre los azúcares, provocando la formación de gas carbónico en la proporción de una molécula del gas para cada molécula del etanol. También, a simple vista, preste atención: una mala señal es la presencia de burbujas (cuanto mayores, peor) y una buena señal es un movimiento de “hervor” semejante al que sucede en la gastronomía, principalmente en dulces. pregunte sobre la rutina de horarios de renovación del guarapo, de tiempo de decantación del mosto de edición del brix (tenor de sacarosa) del guarapo al entrar en el tanque. Cuanto mayor sea la constancia y la disciplina, mejor será. una pregunta esencial para una información macro: ¿cada cuánto tiempo el “fermento” se renueva, cambia, se rehace? Un buen indicador de calidad es si él no “se desvanece”, no “se enferma” y no “se muere” por lo menos durante toda zafra convencional, alrededor de seis meses. Para quien trabaja en un alambique todo el año, el fermento debe estar bien durante todo el año y permanentemente, apenas siendo oxigenado de vez en cuando. Destilación – de tanto “alimentarse” del azúcar del guarapo, las levaduras lo convierten en mosto, haciendo disminuir el tenor de sacarosa de más o menos 15º grados brix a cero. Allí, el mosto del cual se ha retirado toda la sacarosa reposa un poco para decantación y “descanso” de las levaduras, Textos de Brasil . Nº 13 y, a continuación, va para los alambiques enormes “ollas” con capacidad para cien a mil litros de mosto. La destilación de la cachaza ocurre por calentamiento (fuego directo o caldera) del mosto, que al hervir, entra en proceso de evaporación. El vapor sube por el alambique y se transforma en líquido, condensándose al entrar en contacto con el fondo del capuchón lleno de agua fría y corriente. En esta fase de destilación, es absolutamente esencial extraer los primeros litros de la cachaza (esa primera parte es llamada “cabeza”) que son inevitablemente contaminados por elementos agresivos para la salud y el buen gusto del consumidor. Después de estos elementos más volátiles, la destilación entra en la etapa de producción de la mejor parte de la cachaza, llamada “corazón”. Ese producto de mejor calidad representa el diez por ciento del total del mosto. Después del “corazón” viene la “cola”, o “agua suave”, que es tanto o más nociva para la salud y al bienestar del consumidor que la “cabeza”. Es aquí que se caracteriza una de las imposibilidades de conciliar cantidad y calidad en la producción realmente artesanal y ética de una óptima cachaza. La opción para llegar a un buen producto es no mezclar “corazón” con “cabeza” y “cola”. 5. Almacenamiento y Envejecimiento – embotellar cachaza nueva y colocarla sin “madurez” en el mercado debería ser un problema de salud pública. Colocar cachaza nueva sin embotellar debería ser un caso para la policía. La cachaza almacenada en barriles, toneles o cubas de madera “curtida” es completamente diferente en materia de sabor y Sabores de Brasil presencia de elementos volátiles. En esas circunstancias, hay diferencias acentuadas entre la bebida producida en el día, la que fue almacenada hace un mes y la envejecida hace seis meses, principalmente si la madera es buena en materia de poros, edad y cambio de oxígeno, sin interferir en el sabor, como roble o bálsamo. Acondicionada en vidrio, el envejecimiento es muy lento, demorando años para alcanzar la madurez que al ser acondicionada en madera se logra en meses. ¿Cómo reconocer una buena cachaza? Respuesta sin contraindicación: probando y siendo exigente. No se deje impresionar por rótulos, folletos, historias interesantes: pruébela y no la tome si ella baja por su garganta calentando y “arañando como uña de gato”. Tampoco la tome si siente olor de alcohol y no de caña. Si nota acidez (gusto u olor de vinagre), no se olvide del respeto que le debe a su sistema digestivo! No desprecie a su olfato y a su paladar en función de condicionamientos y “folclores” sobre cachaza de colores o cachaza blanca, “rosario” o no “rosario”: los deshonestos falsificadores saben cómo colorear o cómo blanquear. Confíe en su capacidad de evaluar, analizar y comparar unas con otras, como con casi todo lo bueno que hacemos en esta vida. Lamento no poder invitar a cada lector a visitar mi alambique para ver la producción y probar la Cachaza de la Hacienda “Boi Parido”. Los que se animen serán bienvenidos. Demóstenes Romano Periodista y productor de cachaza. Artículo originalmente publicado en la revista Sabor do Brasil, MRE, 2004. 155 Entrevista: Carlos Eduardo Corrêa Nogueira C arlos Eduardo Corrêa Nogueira es Director de Negocios Internacionales de la vinícola brasileña Miolo, una de las mayores del país. En entrevista a Textos de Brasil, Nogueira comenta las cualidades de los vinos brasileños y habla brevemente sobre la exitosa historia del plantío de uvas y de la producción de vinos finos en Brasil. Según ese ingeniero agrónomo, por el hecho de que la tradición vinícola brasileña es poco conocida en el exterior, sus productos todavía encuentran cierta resistencia en algunos mercados, a pesar de su alto nivel de calidad. De ese modo, Nogueira relata algunas iniciativas que están siendo puestas en marcha para quebrar los estereotipos que, a veces, le son impuestos al vino brasileño, con la intención de transformarlo en el mismo caso de éxito internacional que son actualmente la caipiriña y la cachaza brasileñas. Sabores de Brasil 157 158 Barriles. Fonte: Vinícola Miolo Ltda Textos de Brasil . Nº 13 TB: ¿Cuáles son los orígenes de la producción vinícola en Brasil? el proceso de divulgación, principalmente en el exterior? CECN: El primer registro de vitivinicultura en Brasil se remonta a 1538 con Brás Cubas, en el litoral paulista, que comenzó a estudiar el desarrollo de la cultura. Después de eso, algunas CECN: La divulgación, principalmente en el exterior, se hace a través del Wines from Brazil, mudas fueron diseminadas, principalmente por los jesuitas. Se instaló en la región de los Siete ción. Es un programa sectorial integrado, preparado con apoyo de la APEX (Agencia de Fomento Pueblos de las Misiones y en las islas del estuario del río Guaíba. Pero, efectivamente, como una de Exportaciones e Inversiones), en el cual otras entidades, como el Sebrae, trabajan mancomuna- actividad comercial, el inicio de la vitivinicultura se produjo a partir de 1875, con la inmigración de los italianos a Brasil damente. La acción del Wines from Brazil busca, justamente, el fomento del vino brasileño en el exterior. Actualmente, si no me equivoco, hay 17 vinícolas asociadas. Esas vinícolas se agrupan para promover a Brasil en el exterior, participando en ferias; haciendo visitas técnicas a mercados; haciendo eventos de fomento – como cenas harmonizadas con vino –, eventos de degustación en hoteles, restaurantes y en las propias embajadas (el cuerpo diplomático nos ha auxiliado mucho). En el área internacional, esas son las principales actividades. TB: En Brasil la tradición vinícola, a pesar de toda esa longevidad, todavía es poco conocida. ¿Cuáles son las acciones realizadas por las instituciones relacionadas con el mundo del vino para mejorar la imagen de los vinos brasileños? CECN: Las instituciones, actualmente, están trabajando intensamente en su divulgación. La idea principal es divulgar. La Uvibra (Unión Brasileña de Vitivinicultura), específicamente, ya cuenta con 40 años de actuación en el ámbito nacional. Es el principal foro de defensa de la vitivinicultura brasileña y de gestión ante a los gobiernos. Su principal actividad, y que queremos desarrollar todavía más, es la promoción del vino brasileño a través de campañas publicitarias, de divulgación del consumo del vino y de sus características benéficas para la salud. Esa es la principal misión de las entidades, además de defender el sector y de trabajar con el Gobierno con miras a la elaboración de políticas sectoriales. TB: ¿Existe algún plan de divulgación de la Uvibra o de los productores de vinos? ¿Cómo se lleva a cabo Sabores de Brasil que es nuestra gran entidad representativa de la vitivinicultura nacional en términos de exporta- TB: ¿Cuáles son los mercados que están siendo más receptivos y cuáles los más indiferentes con relación al vino brasileño? CECN: Los mercados más receptivos son los tradicionales consumidores de vino, como el mercado europeo y el americano. Esos mercados ya maduros reconocen la calidad. De nada sirve intentar vender un producto de calidad a alguien que no sabe reconocerla. Por lo tanto, los mercados más maduros son los que aceptan a nuestro producto, esencialmente porque el vino brasileño presenta actualmente una excelente relación costo/beneficio, principalmente en las categorías premium y otras mejores. Brasil, actualmente, no se está posicionando para enfrentar, en lo que se refiere a precios de vinos, a Argentina y Chile, 159 Esta gran diversidad, no solamente climática y de suelo, sino también cultural, permite que tengamos una diversidad de producción muy grande, consiguiendo ofrecer productos que otros países, tradicionales productores, no consiguen. principalmente por una cuestión de volumen de producción. Brasil produce alrededor de 40 millones de litros de vino fino, mientras que Argentina produce 1,2 mil millones y Chile 900 millones. Ellos están en condiciones de producir vinos de menor precio, en función de la economía de escala. Sin embargo, en términos de calidad, Brasil, por tener una diversidad climática mucho mayor que esos países, produce vinos desde el extremo Sur hasta el Nordeste. En Chile y Argentina, por ejemplo, todos los viñedos son irrigados con agua helada de los Andes; en Australia, por su parte, la mayoría de los viñedos se encuentran en regiones semidesérticas. Esta gran diversidad, no solamente climática y de suelo, sino también cultural, permite que tengamos una diversidad de producción muy grande, consiguiendo ofrecer productos que otros países, tradicionales productores, no consiguen. Ese ha sido el nuestro gran diferencial en el mercado externo. No estamos mostrándonos como uno más que llegó para vender vino barato; estamos llevando vinos so160 fisticados, diferenciados y de valor agregado. Ese es el principal elemento de los vinos brasileños. Por lo tanto, mercados ya maduros, que reconocen la calidad, que saben abrir dos botellas de vino y decir: “bien, esa aquí realmente vale más que la otra”, son los mercados más receptivos. Los mercados menos receptivos son los poco maduros, que todavía no conocen vinos, que compran guiándose por la reputación. Brasil, por no tener una tradición vinícola muy grande y no ser todavía reconocido internacionalmente como un gran productor de vino, muchas veces enfrenta prejuicios y no consigue entrar a mercados emergentes, como China y América Latina, que todavía no tienen la cultura y el hábito de consumir vinos. Nuestros principales mercados son: EE.UU., Suiza, Francia, Alemania, Inglaterra. Todos son productores tradicionales de vino, excepto Inglaterra. TB: Más allá de ese problema de la falta de conocimiento del vino brasileño, ¿cuáles son los otros desafíos para la promoción del vino en el exterior? CECN: El primero reto es hacer que Brasil pase a ser conocido como país productor de vino. Es necesario conseguir convencer al consumidor internacional de que hablar de vino y hablar de Brasil no es algo absurdo. Lo que, actualmente, todavía es corriente, aunque eso ya esté cambiando. El segundo paso es mostrar que el vino brasileño es un producto de alta calidad y que presenta una relación costo/beneficio mejor que el del promedio de los vinos. Actualmente Brasil está colocando su foco en la producción de vinos por lo menos con calidad premium, que tienen un mayor valor agregado. Por lo tanto, nuestro segundo reto es, justamente, hacer que el consumidor internacional reconozca la calidad que estamos Textos de Brasil . Nº 13 Sabores de Brasil Parrales. Fonte: Vinícola Miolo Ltda 161 Actualmente Brasil está colocando su foco en la producción de vinos por lo menos con calidad premium, que tienen un mayor valor agregado. Por lo tanto, nuestro segundo reto es, justamente, hacer que el consumidor internacional reconozca la calidad que estamos ofreciendo. ofreciendo. El tercer desafío, en una etapa mucho más avanzada, es conseguir diferenciar las regiones internas de Brasil para el consumidor internacional. Serán necesarios todavía algunos años de presentación y de comunicación del producto brasileño en el exterior, para que se consiga reconocer un vino de la región del Valle de los Viñedos, uno de la región Nordeste brasileña, uno de Santa Catarina, o un vino de la región de la Campaña en Rio Grande do Sul. Desearía que, en el futuro, esas peculiaridades regionales sean reconocidas, tal como ocurre en la mayor parte de los países del mundo que ya han avanzado en este tema. TB: ¿Ya existen denominaciones de origen en Brasil? ¿Cuáles son? CECN: Sí. La primera denominación de origen que surgió en Brasil, el Valle de los Viñe162 dos, se remonta al 2001. Es una indicación geográfica. Otras regiones están trabajando con ese objetivo, pero, actualmente, con reconocimiento del INPI (Instituto Nacional de la Propiedad Industrial) como indicación geográfica, solamente existe el Valle de los Viñedos. Existen en Brasil zonas de producción, lo que es obligatorio para exportación, en caso contrario, el mercado no lo reconoce como vino fino. Está la zona de producción de la frontera, que abarca a la región sur de Rio Grande do Sul, la zona de producción de la Sierra Gaucha y la zona de producción del Valle del Río San Francisco, que incluye a toda la zona de producción en el Nordeste. La idea es que se amplíen y se creen nuevas zonas de producción, principalmente, con el desarrollo de la región. En Santa Catarina, por ejemplo, están siendo realizados trabajos muy buenos, lo que permitirá, en un futuro cercano, que se convierta en una zona de producción y, quien sabe, reciba algunas indicaciones de procedencias. TB: Muchos especialistas afirmaron que Brasil no tendría condiciones para producir vinos de alta calidad, debido a su tropicalidad. ¿Cuáles son los fundamentos de esa afirmación? CECN: Quienes derrotaron la teoría de que vinos de calidad apenas podrían ser producidos en regiones templadas, entre los paralelos 40 y 45 norte y sur, fueron los neozelandeses, que producen vinos de óptima calidad a más de 45° de latitud sur. Los canadienses también, con los ice wines, ayudaron a derribar esa teoría. Entonces, creo que el Nordeste derrotará totalmente esa idea. En realidad, existe una universalidad de producción de uva. Ya está perfectamente comprobado que se puede producir desde Groenlandia hasta el Nordeste brasileño. Países sobre los cuales se contaban chistes en el mundo del vino, Textos de Brasil . Nº 13 como Inglaterra, de la cual se decía “eso es raro como vino inglés”, actualmente, producen excelente vinos. Ese lobby de una región preferencial, fue derrotado hace muchos años. Actualmente, Brasil, con su dimensión continental, solamente no tiene producción de vino en la Amazonía. En el resto del país, hay regiones de producción muy interesantes, vinos muy interesantes, proyectos muy bien desarrollados, que están avanzando rápidamente. TB: ¿Cuál es la situación actual del proyecto de cultivo de uvas en el San Francisco? Muchos afirmaban que no sería posible producir uvas de calidad, pero, actualmente, son producidas dos zafras de uva por año. CECN: Exactamente. Ese proyecto del Valle del San Francisco es muy interesante y muy antiguo, porque fue iniciado en la década de 40 por la Cinzano, que allí producía vermú. En 1970, la finca Milano, del grupo Persico Pizzamiglio, desarrolló un proyecto muy interesante, también en el sector de producción de vinos. En 1980, por su parte, la vinícola Aurora dio inicio a un proyecto llamado Bebedouro, que incentivaba la migración de familias productoras de uva hacia aquella región. Actualmente, se están implantando varios proyectos allí, como Garziera de Brasil, Garziera de Italia, Bianchetti Tedesco, Oro Verde, Botticelli, que ya es muy antiguo, y, más recientemente, la Río Sol, que surgió de la unión de la portuguesa Dan Sur, grupo Raimundo da Fonte y de la importadora Expand. De esa manera, se observa que dicho proyecto no es una invención reciente, porque se trata de 67 años de desarrollo, que ya dejó de ser, hace tiempo, un reto o una curiosidad, para convertirse en una realidad. Uno de los comentarios de la principal crítica de vinos inglesa, Jancis Robinson, fue sobre la calidad de los vinos Sabores de Brasil producidos en el Nordeste de Brasil, que tienen algunas variedades muy desarrollados, características y plenamente adaptadas a la región. Entre ellos, podemos mencionar al Shiraz y al Moscatel. Lo que se está buscando actualmente en el Nordeste son nuevas variedades de uvas adaptadas a la región para ampliar la gama de producción. Pero las variedades ya instaladas, como Cabernet Sauvignon, Shiraz, Moscateles y Chenin Blanc, están plenamente desarrolladas, están en el mercado internacional y ya son reconocidas. TB: ¿Dónde se encuentra la mayor parte de la producción de vinos en Brasil ? CECN: Es posible considerar que la mayor parte de la producción nacional, aproximadamente el 90%, en lo que se refiere a vinos finos, está en Rio Grande do Sul. Solamente del 5% al 7% de la producción está concentrada en el Nordeste brasileño. En Brasil, hay una gran diferencia entre vinos finos y vinos comunes. Para hacerse una idea, el total del mercado brasileño es de alrededor de 350 millones de litros. De esta cantidad, 268 millones, son de vinos comunes, elaborados con uvas híbridas americanas. El resto, 82 millones de litros, es de vinos finos, que se producen con uvas vitiviníferas (Cabernet, Merlot, Chardonnay, etc ). TB: ¿Cuáles son las principales cualidades del vino brasileño? CECN: Creo que hablar del vino brasileño como un conjunto es un poco complicado. Tenemos una gran diversidad de producción. Podemos hablar de las características de los vinos de la Sierra Gaucha, de las características de los vinos de la región Nordeste, de los vinos de Santa Catarina. Cada región tiene una característica muy diferente. Ahora bien, lo que se puede decir es 163 que la mayor producción está en el estado de Rio Grande do Sul. Las principales características serían ligereza y una fuerte presencia de fruta. Son vinos muy frutados, con un excelente equilibrio entre estructura y acidez. Como son muy equilibrados en la graduación alcohólica, lo que permite que tengamos vinos livianos y agradables. Pero, como ya dije, Brasil es muy grande. Tenemos, dentro del propio estado de Rio Grande do Sul, la región de la Frontera o la región de la Campaña, donde por la excelente condición climática y del suelo, tenemos vinos también muy frutados, muy estructurados, pero con una graduación alcohólica más elevada en función del gran déficit hídrico en la época de cosecha. Sin embargo, en términos generales, es posible decir que la principal característica del vino brasileño es ser frutado, liviano, aromático y bien equilibrado en lo que atañe a la graduación alcohólica. TB: ¿El vino nacional todavía sufre prejuicios por parte de los propios brasileños? ¿Cuál es el vino preferido por el paladar brasileño? CECN: Sí, todavía enfrenta un gran prejuicio. Brasil está entre los países que todavía no están maduros. Nuestro consumo per capita es de alrededor de 1,8 litros/año. Según datos de 2007, el total de la venta de vinos finos en Brasil es de 70 millones de litros: 22 millones son nacionales y 48 millones son importados. En lo que se refiere a los espumantes, el mercado es de 12 millones de litros: 7 millones y 600 mil son nacionales y 4 millones y 500 mil son importados. Lo que se percibe es que, a medida en que la cultura crece, el consumo de vino aumenta y hay una mayor valorización del producto nacional. Eso ocurre mucho en el exterior, donde los consumidores ya saben reconocer un producto de calidad. Creo que, en Brasil, eso pronto se revertirá. 164 Lógicamente, no es de única responsabilidad del consumidor. Los productores tienen gran participación en esta inadecuada percepción del vino brasileño. En los últimos 10 años se invirtió mucho en la producción nacional de vinos finos y hubo un aumento increíble en materia de calidad. Muchos consumidores brasileños no acompañaron esa evolución y todavía tienen la imagen de que el vino brasileño es un producto de baja calidad. En el pasado, esa imagen distorsionada podría ser justificada en algunos productos por la baja tecnología ofrecida, pero, actualmente, Brasil está al frente de muchos países antiguos y tradicionales productores, porque adquirimos todo que hay de más moderno en términos de elaboración de vino; las principales vinícolas brasileñas tienen consultores internacionales que colaboran con la elaboración y aporte de tecnología. Eso ha hecho que, en un periodo de diez años, el vino brasileño llegase a un nivel de calidad internacional, tanto es así que está siendo reconocido en el mundo como un producto exportable. TB: ¿Existen diferencias entre los vinos brasileños consumidos en el país y los que son destinados a la exportación? CECN: Son básicamente los mismos productos, incluso son embotellados en el mismo momento. La diferencia está apenas en la etiqueta, porque la del vino exportado presenta las características legales del país de destino. Lo que se observa es que, con relación al vino exportado, el mercado busca y consume vinos de mayor valor agregado, premium por lo menos. TB: La calidad del espumante brasileño lo coloca entre los mejores del mundo. ¿Cuáles son sus características? Textos de Brasil . Nº 13 CECN: La principal región de producción de espumantes es la Sierra Gaucha. Las variedades como Chadornnay, Pinot Noir, los propios proseccos, se adaptaron muy bien a dicha región que, por causa del suelo y del clima, hace que dichos productos presenten frescura y mucha jovialidad. El espumante brasileño es un producto muy aromático, cuya frescura es proporcionada por el excelente equilibrio entre acidez y estructura. En las regiones donde no se cuenta con esa estructura y acidez, los espumantes son menos refrescantes, y esa característica de frescura del espumante brasileño le permite destacarse internacionalmente. Es posible decir que, durante los últimos cinco años, Brasil apenas perdió para la región de Champagne, en Francia, en términos de número de premios internacionales de espumantes. TB: ¿Y cómo es la receptividad a los espumantes brasileños en el exterior? CECN: El gran problema con relación a la exportación de espumantes es que Brasil no produce espumantes comunes, nuestra exportación está enfocada en espumantes premium, y el mercado está dominado por espumantes baratos, principalmente las cavas españolas y los proseccos italianos – productos que dominan al mercado en el nivel de precios bajos. En los productos de valor agregado, los franceses por toda la reputación que tienen, prácticamente dominan solos el mercado. Pero el mercado está cambiando. El consumo de espumantes, que no era muy grande en el mundo, se limitaba a ocasiones de fiestas y a momentos de celebración ya está comenzando a ser hecho diariamente. Ya se ven, en Brasil y en el mundo, las casas de champañas – bares que venden espumantes – donde se comienza a valorizar la calidad y a dar importancia al precio. En este nicho del mercado, cuando usted quiere caSabores de Brasil Durante los últimos cinco años, Brasil apenas perdió para la región de Champagne, en Francia, en términos de número de premios internacionales de espumantes. lidad y no está dispuesto a pagar un precio muy alto, entran los espumantes brasileños, que son productos de calidad, pero no tan caros. Es en este mercado que Brasil está logrando entrar con sus espumantes. TB: ¿El éxito en el exterior de la caipiriña y de la cachaza brasileñas, casi como íconos patrios, inhibe la proyección externa de nuestros vinos? CECN: Todo lo que usted dice y presenta de calidad de Brasil en el mundo ayuda al vino brasileño. En el exterior, se habla muy bien de la caipiriña, que es un ícono brasileño, y también dentro de nuestro país ella es considerada un excelente cóctel. Las diversas iniciativas, tanto de los sectores de la cachaza, de los vinos, de nuestros estilistas, de nuestras modelos, o de nuestros jugadores de fútbol, preparan un éxito internacional fantástico. Todo lo que se divulga, mostrando un Brasil sofisticado, alegre, con todo sus aspectos positivos, ayuda, sí, a promover al vino brasileño. Alemania, actualmente, es uno de los principales consumidores de caipiriña del mundo, y uno de los principales mercados para la cachaza, y Alemania es igualmente un excelente importador de vinos brasileños. 165 Glosario general Abará – Es un plato típico de la gastronomía de Bahía. Sus ingredientes son frijol molido condimentado con cebolla, sal, gamba deshidratada y aceite de dendé (aceite de palma). Esa masa se envuelve en hojas verdes de bananero y es cocinada al vapor. Barreado - Plato típico de la gastronomía del Estado de Paraná en el Sur. Carne cocida durante muchas horas, en olla de barro tapada y cerrada. Es descripto en el cuaderno de recetas que acompaña esta publicación. Acarajé – Bollito de la gastronomía afrobahiana, hecho de masa de frijol de ojo, frito en aceite Hay de varios tipos, según el relleno que se pone en su interior. En algunos países de Latino amé- de dendé y servido, en general, con salsa de pimienta, cebolla y gambas secas. Es descripto en rica es conocido como cazabe. el cuaderno de recetas que acompaña esta publicación. Açaí – Fruta de la región amazónica. Arroz-de-carreteiro – Arroz de carretero: plato típico de la gastronomía del Sur. Su base es arroz y charqui. Es descripto en el cuaderno de recetas que acompaña esta publicación. Bom-bocado – Dulce hecho de azúcar, yemas de huevos, harina, coco rallado o queso. Brevidades – Galletas de polvilho (harina de mandioca), azúcar, huevos, etc. asados al horno. Broa – Está presente en la gastronomía de algunos países de la América hispanohablante, siendo conocido como borona y recibiendo también otras denominaciones, según el país. En Brasil, es Baba-de-moça – Dulce preparado con yemas de huevos, leche de coco y azúcar a punto de cara- preparada con harina de maíz, harina de trigo (en algunas recetas), azúcar, levadura, huevos, grasa melo. Postre favorito durante el Segundo Imperio. derretida y sal. Tiene forma chata y redonda. Baião-de-dois – Plato típico de la gastronomía del estado nordestino de Ceará. Su base es el dúo frijol y arroz. Es descripto en el cuaderno de recetas que acompaña esta publicación. 166 Beiju – Bollo de masa de tapioca o de mandioca. Bobó de camarão (bobó) – Es uno de los principales platos de la gastronomía de Bahia. Gambas rehogadas preparadas con leche de coco, aceite de dendé y una crema hecha de mandioca rehogada. Textos de Brasil . Nº 13 Cajá – Fruta agria y aromática muy común en la región amazónica. Apropiada para zumos y helados. Canjica – En el nordeste de Brasil recibe también el nombre de mungunzá y, en el sur, curau. Básicamente, la canjica es preparada con maíz cocido, leche de vaca y de coco, azúcar y canela. Es descripta en el cuaderno de recetas que acompaña esta publicación. Cará – Es un tipo de tubérculo comestible. Conocido como taro en algunos países hispanohablantes y muy confundido con el ñame. Carimã – Masa de harina de mandioca fermentada y escurrida. Es encontrada en forma de bollitos o como base para la preparación de tartas, papillas, etc. Caruru – Plato de origen africano, preparado con una serie de ingredientes, entre ellos quingombó,gambas, pescados, aceite de dendé y diversos condimentos. Es descripto en el cuaderno de recetas que acompaña esta publicación. Cupuaçu – Fruta de la región amazónica, muy usada en compotas, zumos, helados, batidos, etc. Sabores de Brasil Farofa – Plato principalmente consumido como acompañamiento. Pudiendo presentar diversas recetas regionales, su base es la harina de mandioca dorada al calor del fuego. Puede ser condimentada con sal y mezclada con los más diversos ingredientes. Fubá – Harina de maíz de color amarilla. Ingá – Fruto de un árbol muy común en Brasil. Mãe-Benta – Es un bollito dulce, preparado con harina de arroz, mantequilla, azúcar y huevos. Manjar branco - Dulce hecho con leche y maicena, servido, en general, con compota de ciruelas negras. Es descripto en el cuaderno de recetas que acompaña esta publicación. Maniçoba – Fruto de un árbol próprio del Nordeste. Se refiere también a una comida hecha de brotes de mandioca mezclados con carne o pescado, condimentado con sal y pimienta. Mocotó – La pata de los vacunos, destituida del casco, y que se usa como alimento. Mojica – Caldo de pescado espesado con harina de mandioca. 167 Moqueca – Especie de ensopado de origen indígena, cuya base es el pescado. Suele ser condimentada con aceite de dendé, leche de coco, cilantro, tomate, cebolla y diversos tipos de pimientas. Es descripta en el cuaderno de recetas que acompaña esta publicación. Rapadura – Dulce cuyo principal ingrediente es el caldo de la caña de azúcar. Hay que seguir alguns pasos en su preparación: ponerle de remojo, hervirle, moldearle y ponerle a secar. Paçoca – Plato típico de la gastronomía brasileña, preparado con charqui, o carne-de-sol, mezcla- del cerdo o del carnero. do con harina de mandioca o de maíz. Pamonha – Especie de bollo hecho de maíz verde, envuelto en hojas de la mazorca del maíz, y cocido al vapor o en el horno. Las hay de diversas clases, según el relleno que se pone en su interior y los ingredientes que se le agregan. Está presente en la gastronomía de algunos países de Latinoamérica, siendo conocida como tamal – dulce o salado. Pão-de-ló – De origen ibérico, es uno de los principales elementos de la repostería portuguesa. Sus componentes básicos son harina de trigo, azúcar, huevos. Su masa es aireada y liviana. Papo-de-anjo – Postre preparado con yemas batidas con azúcar, llevado al horno en moldes pequeños. Suele ser servido en almíbar. Pé-de-moleque – Dulce típico muy popular. Su ingrediente esencial es el cacahuete, mezclado con azúcar moreno o con rapadura. La receta acompaña esta publicación. Pequi – Fruto típico del cerrado brasileño. Suele ser usado como licor o como condimento para el arroz. Pirão – Papilla gruesa a base de caldo de pescado y harina de mandioca. Es descripto en el cuaderno de recetas que acompaña esta publicación. Quindim – Dulce preparado, en molde para magdalenas o para flan, con yemas de huevos, coco rallado, azúcar y mantequilla. 168 Sarapatel – Especie de estofado preparado con las vísceras de algunos animales, principalmente Tacacá – Plato típico de la región amazónica. Papilla casi líquida de tapioca, condimentada con tucupi, gambas y pimienta. Tapioca – Harina sacada de la raíz de la mandioca. Tucupi – Tradicional salsa de la región amazónica, extraido de la mandioca rallada. Es descripto en el cuaderno de recetas que acompaña esta publicación. Tutu de feijão – Papilla gruesa de frijol con harina de mandioca. Urucum- Fruto amazónico muy utilizado, en polvo, como colorante y condimento. Es una especie de azafrán. Vatapá – Una de las recetas con que puede ser preparado este plato típico de la gastronomía de Bahia está en el cuaderno de recetas que acompaña esta publicación. Es preparado con crema de harina de mandioca o de arroz y condimentado con gamba seca y ahumada, cacahuete tostado, frutos secos del anacardo (castaña de cajú) molido, pescado, tomate, pimienta, leche de coco y azeite de dendé, entre muchos otros ingredientes. Virado - Plato típico de la gastronomía del Estado de São Paulo, hecho de frijoles rojos que, después de cocido y escurrido, es rehogado com grasa y condimentos, y mezclado com harida de maíz o de mandioca. Se le puede añadir chorizo frito, huevos estrellados y chuleta de cerdo. Textos de Brasil . Nº 13 o Cuaderno de Recetas Cuaderno de Recetas Arroz de carretero, 5 Arroz con Pequí, 6 Baião-de-dois , 7 Frijol Tropero, 8 Feijoada Minera, 9 Farofa de Pan, 10 Carne-de-sol, 11 Fogado Antiguo, 13 Barreado, 15 Pollo con Quingombó, 17 Pato en el Tucupí, 18 Dorado en la Hoja de Bananera, 19 Moqueca de Pescado, 20 Calderada de Tucunaré, 21 Pasta (Pirão) de Pescado, 22 Tambaquí a las Brasas, 23 Bacalao a la moda del Barón do Rio Branco, 24 Pescada a la moda del Barón do Rio Branco, 26 Acarajé, 27 Casquinha de Siri (Carne de cangrejo en su concha), 28 Carurú, 29 d Tacacá, 30 Vatapá, 31 Sopa Leão Veloso, 32 Empadão Goiano (Empanada Goiana), 34 Pesto de Barú, 35 Pan de Queso, 36 Bizcocho de Fubá, 37 Bizcocho Souza Leão, 38 Bolo de Rolo (Bizcocho arrollado con relleno dulce), 40 Brigadeiro, 41 Cocada (Dulce de coco), 41 Crema de Cupuaçu, 42 Dulce de Calabaza, 42 Dulce de Leche con Castaña de Barú, 43 Mungunzá (Canjica), 43 Pé-de-Moleque, 44 Olho de sogra, 45 Manjar Blanco con Ciruelas Negras, 46 “Chuvisco” (buñuelitos), 47 Licor de Pequí, 48 Ingredientes: ½ kg de charqui ½ kg de arroz 1 cucharada de sopa rasa de grasa 1 cebolla mediana picada 3 dientes de ajo aplastados d p Arroz de carretero Sirve 4 porciones Elaboración: Retire la sal del charqui, preferentemente de un día al otro. Córtelo en cubitos, hiérvalo ligeramente, a continuación lávelo y escúrralo bien. Derrita la grasa y fría la carne. Cuando el charqui esté dorado, añada la cebolla, rehogándola, y el ajo. Revuelva bien. Añada el arroz y rehóguelo durante algunos minutos. Coloque agua hirviente hasta cubrir 2 dedos por encima del arroz. Pruebe la sal, tape la olla cocinando a fuego lento hasta que el arroz quede blando. Si fuera necesario, añada más agua. Arroz con Pequí Ingredientes: 20 a 30 carozos de pequí con pulpa 1 kg de arroz lavado y escurrido 5 dientes de ajo aplastados 2 cebollas ralladas ¼ de taza de té de aceite ½ litro de agua caliente 1 taza de té de hierbas aromáticas bien picadas sal a gusto Elaboración: Caliente el aceite y dore la cebolla y el ajo. Añada el pequí, condimente con sal y rehogue, revolviendo siempre para que no se adhiera a la olla. Coloque el agua caliente y deje cocinar hasta que el agua se evapore. Añada el arroz y rehogue bien. Cubra con agua y deje cocinar en fuego suave. Poco antes de apagar el horno, salpique con hierbas aromáticas. ¡Acuérdese de morder el pequí apenas superficialmente! Ingredientes: ½ kg de frijol verde ½ kg de arroz lavado y escurrido 2 tomates sin piel y semillas cortados en cubitos 3 dientes de ajo amasados 4 cucharadas de sopa de aceite 2 cucharadas de sopa de extracto de tomate Hierbas aromáticas Sal a gusto d p Baião-de-dois Sirve 6 porciones Elaboración: Cocine el frijol solamente en agua y sal, hasta que los granos queden bien blandos. Remueva el caldo y reserve. En una olla, caliente el aceite y rehogue el ajo y el tomate. Añada el extracto de tomate y revuelva. Incorpore el arroz y rehogue. Añada agua y sal dejando que el arroz se cocine a fuego lento hasta evaporar el agua. Cuando el arroz esté cocido, apague el fuego y déjelo cocinar en el propio calor durante algunos minutos.En una bandeja mezcle el arroz con el frijol que había sido reservado. Verifique la cantidad de sal, salpique con hierbas aromáticas picado y sirva. Frijol Tropero (Receta cedida por João Rural) Ingredientes: 2 platos de frijol cocido ½ kg de tocino 200 gramos de chorizo ahumado 200 gramos de charqui desmenuzado ½ kg de harina de maíz cebollino, sal y ajo Elaboración: Corte el tocino en pedacitos, fríalos y déjelos separados. Haga lo mismo con el chorizo y el charqui. En una olla gruesa, coloque 2 cucharadas de aceite, frite la sal con ajo y añada el frijol cocido. Añada, entonces, el charqui y el chorizo. Mezcle bien, coloque un poco de hierbas para perfumar y complete con la harina de maíz, hasta llegar al punto de “farofa”. Feijoada Minera d (Adaptada del libro “Cocina de leña: repostería y manjares de Minas Gerais”, de Maria Stella Libânio Christo) Ingredientes: carne de vaca (parte más gruesa del muslo): ½ kg frijol negro: 1 kg chorizo: 1 kg lomo de cerdo: 1 kg orejas de cerdo: 2 unidades paios (embutidos de cerdo): 4 unidades patas de cerdo: 2 unidades colas de cerdo: 2 unidades guindilla: a gusto condimentos (ajo, sal y cebolla): a gusto Elaboración: Condimentar las carnes y cocinar en la víspera (el chorizo y los embutidos de cerdo son cocidos en otra olla). Poner todo en la nevera después de cocido. Al día siguiente: extraer la grasa que quedó por encima de las carnes (la grasa no es aprovechada en la feijoada). Cocinar el frijol. Rehogar en un poco de aceite todos los condimentos y añadir las carnes cocidas, incluso el chorizo y los paios. Utilizar de preferencia olla de barro. A fuego lento: media hora. Acompañamiento: Arroz blanco; col a la minera; harina de mandioca; naranjas picadas. (Receta cedida por Majú Ferreira) p Farofa de Pan Sirve 10 personas Se hace la legítima farofa con harina de mandioca, pero, en el exterior, no siempre se encuentra este ingrediente tan típico de nuestra cocina, así, han aparecido deliciosas adaptaciones como ésta. Ingredientes: 8 panes de sal de la víspera desmenuzados 1 cebolla grande 1 zanahoria rallada 3 dientes de ajo picados 1 taza de mantequilla 1 taza de aceite Elaboración: Dorar la cebolla y el ajo en la mantequilla y en el aceite, añadir la zanahoria. Después de 10 minutos en este proceso, añadir el pan rallado. Mezclar bien. Al final es posible añadir, de acuerdo con el gusto de los comensales, cualquiera de los siguientes ingredientes: huevos revueltos, plátano, ciruelas, tocino, etc. Fundamental para acompañar la feijoada! 10 Carne-de-sol d Ingredientes: ½ kg de carne-de-sol (en la víspera, dejarla en remojo en agua para retirar la sal) 1 cucharada de sopa de aceite 2 cucharadas de sopa de margarina 3 cebollas Elaboración: Coloque la carne-de-sol en el fuego, 1 cebolla picada, el aceite y 1 cucharada de margarina y rehogue hasta dorar la carne. Coloque un poco de agua, tape la olla y deje cocinar hasta evaporar. Añada 1 cucharada más de margarina y un poco más de agua. Mantenga en el fuego hasta que la carne quede bien tierna. Si fuera necesario, añada un poco más de agua. Retire la carne y reserve el caldo. Para preparar la salsa, añada, en una sartén, un poco de aceite y rehogue 1 cebolla cortada en rodajas. Añada el caldo reservado con un poco de agua hasta hervir. Sirva la carne en rebanadas bien finas, cubierta con la salsa. Un buen acompañamiento es la mandioca (1 kg cocida en agua y sal. En una sartén, calentar un poco de aceite, añadir la mandioca y dorarla. Coloque sal a gusto. Escurra la mandioca en papel absorbente) 11 12 Fogado Antiguo (Receta cedida por João Rural) Ingredientes: 3 ½ kg de carne de músculo cortada en pedazos 1 kg de mocotó (patas de vaca cocidas) en pedazos 5 cucharadas de sopa de aceite 1 cucharada de sopa de sal d 2 cucharadas de sopa de sal con ajo ½ taza de té de hierbabuena picada ½ taza de té de albahaca picada 1 cucharada de sopa de urucum molido (o colorante) 2 tazas de té de cebollino picado 1 taza de perejil picado y agua. Elaboración: Lave bien la carne en agua corriente, hasta que salga toda la sangre. En una olla grande y gruesa, preferentemente de hierro, coloque los mocotós cortados arreglados en el fondo. Ponga los pedazos de carne encima, añada agua hasta cuatro dedos por encima de la carne y una cucharada de sal. Revuelva apenas por encima, para que el mocotó no salga del fondo. Tape y, cuando hierva, deje a fuego lento hasta ablandar. Vaya añadiendo agua caliente si fuera necesario. Debe llevar por lo menos cinco horas de cocimiento. Cuando se ablande, retire todos los huesos, dejando en la olla el mocotó y el tuétano que todavía estén adheridos a él. Aparte, coloque para freír la sal con ajo, añada todos los condimentos y el urucum y deje freír un poco. Coloque todo en la olla de carne y revuelva bien. Póngale sal a gusto y deje hervir bien. Para servir, la olla tiene que continuar en el fuego. Coloque la harina de mandioca en el plato y derrame un poco de caldo, haciendo un pirão (pasta hecha de harina de mandioca cocida en caldo). Después coloque pedazos de carne y arroz con urucum. 13 14 Ingredientes: 6 pizcas de pimienta negra 5 kg de carne fresca (pecho, muslo, parte interna del muslo) 500 gramos de tocino fresco 5 tomates sin piel 3 cabezas grandes de cebolla 3 dientes de ajo d p Barreado (Fuente: Secretaría de Turismo de Paraná) Sirve 10 porciones 4 hojas de laurel 6 pizcas de comino 4 mazos de hierbas aromáticas 1 mazo de albahaca 1/2 litro de vinagre Sal a gusto Elaboración: Se comienza a hacer el corte y la limpieza de las carnes en la víspera. Las carnes y el tocino deben ser cortados en pedazos pequeños, añadiéndose todos los condimentos cortados. Se coloca todo en una vasija que no puede ser de aluminio. Se deja descansar hasta el día de la preparación. Se forra la olla con el tocino y se lleva al fuego para derretir. Después se colocan las carnes condimentadas, se tapa la olla con una hoja de bananera previamente chamuscada en la chapa para ablandar y se ata con un hilo grueso en los bordes. Se coloca la tapa y se sella con una mezcla de ceniza de cocina de leña, harina de mandioca y agua. La cocina tiene que ser de leña. El tiempo de cocimiento es de 12 horas. Cuando la hoja de bananera esté bien oscura, el barreado estará listo. Modo de servir: Se sirve con harina de mandioca, plátano, naranja y arroz. Se acompaña con una bebida alcohólica (cóctel o cachaza) que sirve para suavizar este plato, considerado fuerte. 15 16 Pollo con Quingombó d Ingredientes: 1 pollo cortado en pedazos ½ kg de quingombó picado en pedazos grandes 3 cucharadas de sopa de aceite ½ kg de tomates maduros picados sin semillas 1 cebolla bien picada 1 mazo de hierbas aromáticas picadas zumo de 1 limón agua caliente Condimento minero (500g de cebolla picada, 200g de gramos de ajo, 2 pimientos verdes, un mazo de cebolleta, un mazo de perejil, 2 ½ kg de sal. Elaboración: Bata todos los ingredientes en la licuadora, excepto la sal, que deberá ser añadida, después de que todo haya sido molido. Derrame en un vidrio, conserve el condimento en la nevera para uso diario) Elaboración: Lave bien el pollo con el zumo de limón y friéguelo con condimento minero a gusto. En una olla, caliente 1 cucharada de sopa de aceite con algunas gotas de limón y rehogue bien el quingombó. Retírelos de la olla y reserve. En la misma olla, coloque 2 cucharadas de aceite, caliente bien y fría el pollo hasta dorar. Añada el tomate y la cebolla y rehogue. Con la olla tapada, deje cocinar, y, si fuera necesario, coloque un poco de agua caliente gota a gota, hasta quedar bien blando. Añada el quingombó reservado y las hierbas aromáticas y deje cocinar sin revolver. Sirva a continuación. 17 Pato en el Tucupí Ingredientes: 3 kg de pato 3 litros de tucupí 100 g de cebolla 10 g de tomate 10 g de ajo pisado 6 chiles habaneros 10 g de pimienta negra y comino 4 mazos de jambu 1 mazo de achicoria 1 mazo de albahaca 2 cucharadas de sopa de vinagre Para preparar el condimento para marinar: mezcle el zumo de 5 limones, 5 cabezas de ajo aplastadas, ½ litro de vinagre de alcohol, chile habanero, sal a gusto Elaboración: Limpie los patos, pártalos en sentido vertical y lávelos con limón. Colóquelos en la salsa para marinar de 1 a 2 horas y llévelos al horno caliente para asar. Después de asado, córtelos en trozos de tamaño mediano, sin deshuesar. Reserve. En una olla grande, coloque el tucupí, la albahaca, la chicoria, un diente de ajo, 3 chiles habaneros enteros y deje cocinar 40 minutos, añadiendo agua lentamente. Separe las hojas de jambu, dejando las ramas pequeñas. Lávelas en agua corriente. Escáldelas en agua hirviente con sal, en una olla separada, durante 15 a 20 minutos y escurra. Reserve. Coloque el pato en el tucupí y llévelo al horno para que la carne quede más tierna. Añada la cebolla y el tomate cortado en rodajas. A continuación, coloque el jambu y deje hervir durante 5 minutos. Amase y cuele los 3 chiles habaneros restantes y haga un poco de salsa, añadiendo 3 cucharadas de sopa de tucupí. 18 Ingredientes: 1 dorado de aproximadamente 2 kg 1 taza de té de cilantro picado 1 taza de té de mantequilla 2 dientes de ajo aplastados 500 g de harina de mandioca o de mesa tostada 2 cebollas ralladas 2 tomates sin piel zumo de 1 limón 1 hoja de bananera verde aceite de oliva sal y pimienta negra d p Dorado en la Hoja de Bananera Sirve 6 porciones Elaboración: Limpie el pescado y retire el espinazo. Reserve. Mezcle el ajo, el zumo de limón, la sal y la pimienta negra y condimente el dorado, dejándolo en esa mezcla durante 1 hora. A continuación, hierva el espinazo del pescado en agua y sal, cuele y reserve el caldo. En una sartén, rehogue la cebolla, el tomate y el cilantro en la mantequilla. Después, añada la harina de mandioca y deje tostar. Para que la farofa quede más húmeda, añada el caldo reservado. Rellene el pescado con la farofa y ciérrelo con un hilo culinario. Unte el pescado con mucho aceite y envuélvalo en la hoja de bananera, atándola con un hilo. Áselo durante aproximadamente 1 hora. 19 Moqueca de Pescado Ingredientes: 1 kg de postas de pescado 1/3 de taza de zumo de limón 2 cebollas grandes cortadas en rodajas 3 tomates, descascarados y sin semillas, cortados en rodajas 2 pimientos verdes cortados en rodajas 1 mazo de cilantro 2 cucharadas de sopa de aceite de oliva 1 frasco pequeño de leche de coco 6 cucharadas de sopa de aceite de dendé sal y pimienta a gusto Elaboración: Condimente el pescado con sal, pimienta y zumo de limón. Coloque el aceite en una olla grande y cubra con una camada de postas de pescado. En la licuadora, bata durante algunos minutos la cebolla, el pimiento, el cilantro, los tomates, la leche de coco y el aceite de dendé. Derrame un poco de esta mezcla sobre las postas que ya están en la olla. Vaya colocando camadas de postas de pescado y de mezcla, hasta que todos los ingredientes terminen. Tape la olla y cocine unos 20 minutos o hasta que el pescado esté cocido. 20 Calderada de Tucunaré Ingredientes: 2 kg de tucunaré 3 litros de agua 250 g de cebolla 500 g de tomate 250 g de pimiento 500 g de patata portuguesa cocidas y cortadas a la francesa 50 g de chile habanero picado d 50 ml de aceite de oliva 1 mazo de albahaca picada 1 mazo de achicoria picada 1 mazo de cebolleta picada 2 mazos de cilantro picado 6 huevos cocidos ajo, sal y limón Elaboración: Limpie y lave el pescado con limón y córtelo en postas. Condimente con pimienta negra, ajo y sal. Reserve. En una olla, caliente el aceite y rehogue la cebolla, el ají, el tomate y el chile habanero. Añada, a continuación, la albahaca, la achicoria, la cebolleta y el cilantro y condimente con un poco de sal. Añada 3 litros de agua hirviendo y deje cocinar por 5 minutos. A continuación, coloque las postas de tucunaré, tape la olla y deje cocinar. Verifique si el pescado está cocido . Decore la calderada con las batatas y los huevos. 21 Pasta (Pirão) de Pescado Ingredientes: 100 g de harina de mandioca 600 ml de caldo de pescado ½ mazo de cilantro (pequeño) picado 100 g de cebolla picada 100 g de tomate picado 30 ml de tintura de urucum (colorante) Sal a gusto 100 g de pescado desmenuzado (opcional) Elaboración: En una olla, caliente el caldo de pescado, el pescado desmenuzado, la cebolla, el tomate y el cilantro hasta hervir. Condimente con sal. Añada la tintura de urucum y deje cocinar hasta entrar en ebullición. Añada la harina de mandioca, lentamente, preparando una pasta poco espesa. Para finalizar, salpique con cebolleta. Puede ser servida con moqueca, arroz blanco y salsa de pimienta. 22 Tambaquí a las Brasas Ingredientes: 1 banda de tambaquí mediano 100 ml de aceite de oliva 100 g de ajo 20 g de pimienta negra 3 limones 20 g de colorante sal a gusto d Elaboración: Limpie la banda del tambaquí. Haga una salsa, mezclando el aceite de oliva, el ajo, la pimienta negra, el colorante, sal y limón. Deje el tambaquí inmerso en esa salsa durante 30 minutos. A continuación, colóquelo sobre la plancha. Al darlo vuelta, derrame un poco de salsa sobre el pescado. 23 Bacalao a la moda del Barón do Rio Branco (Receta cedida por el Restaurante Río Minho) Ingredientes: 1 posta de 500 g de lomo de Bacalao de Noruega después de retirarle la sal 2 patatas medianas cocidas 3 cebollas pequeñas, una cortada en juliana y dos cocidas 1 cabeza de puerro picado 1 pimiento rojo 3 tomates frescos 3 dientes de ajo 1 copa de vino tinto maduro 1 cucharada de café de pimentón dulce español 1 ramo de albahaca 1 ramo de cilantro 1 ramo de perejil 7 aceitunas grandes negras 2 tazas de aceite de oliva extra virgen 24 d Elaboración: Salsa: En una sartén coloque el aceite, dejándolo calentar. A continuación, coloque la cebolla cortada y los dientes de ajo picados y deje dorar. Añada el pimiento, el tomate, el cilantro, el perejil, el puerro, la albahaca, el pimentón dulce español y la copa de vino. Deje todo hirviendo durante 10 a 15 minutos hasta llegar a un caldo homogéneo y consistente. Escalde el Bacalao de Noruega en agua hirviente 5 minutos e, inmediatamente después, colóquelo en la salsa previamente preparada. Corte las patatas en rodajas y dórelas en el aceite. Ponga la posta del Bacalao de Noruega en una bandeja, alrededor coloque harmoniosamente las rodajas de patatas, las cebollas cocidas, las aceitunas y algunas rebanadas del pimiento rojo a la plancha. Sirva en el acto. Sugerencias para Desalar: En 48 horas: deje el Bacalao de Noruega debajo de agua corriente durante 10 minutos. Luego, colóquelo en agua fría, en la nevera, 48 horas, cambiando el agua cada 6 horas. En 24 horas: deje el bacalao en remojo durante un día, cambiando el agua 8 veces. Para limpiar basta escaldar (evite hervir), cubra con agua caliente, deje enfriar y limpie. 25 Pescada a la moda del Barón do Rio Branco (Receta cedida por el Restaurante Río Minho) Ingredientes: 1 posta de mero de 300 a 350 g 100 g de pulpo 100 g de calamares 4 gambas medianas descascaradas 2 patatas medianas 3 cebollas pequeñas (1 cortada en juliana) 1 cabeza de puerro bien picado 1 pimiento rojo 3 tomates frescos 3 dientes de ajo 1 copa de vino tinto maduro 1 cucharada de café de pimentón dulce español 1 ramo de albahaca 1 ramo de cilantro 1 ramo de perejil 6 aceitunas negras grandes 2 tazas de aceite extra virgen Elaboración: En una sartén, coloque el aceite y caliéntelo. A continuación, coloque la cebolla cortada conjuntamente con los dientes de ajo y déjelos dorar. Añada el pimiento, el tomate, el cilantro, el perejil, el puerro, la albahaca, el pimentón dulce y la copa de vino. Deje todo hervir de 10 a 15 minutos, hasta llegar a un caldo homogéneo y consistente. Cocine la posta de mero en agua hirviente aproximadamente 10 minutos y a continuación, añada 1 taza de esa agua al salsa. Corte las patatas en rodajas y dórelas en el aceite. Finalmente, en una bandeja de barro, coloque la posta de mero (ya debidamente cocida) y la salsa (previamente preparada). Alrededor de la posta, disponga harmoniosamente las patatas en rodajas, las cebollas cocidas, las aceitunas, los pedazos de pulpo y de calamares, las gambas y también, algunas rebanadas de pimiento rojo. Deje hervir 3 minutos y sirva bien caliente. 26 Acarajé Ingredientes: 1 kg de frijol de ojo 300 g de cebolla rallada 1 litro de aceite de dendé 1 cebolla pequeña sal d Elaboración: Coloque el frijol en remojo durante 2 horas, después, lave bien y retire la cáscara y los ojitos negros. Pase, lentamente, por el triturador o en el procesador. Derrame la masa de frijol en una olla y añada la cebolla rallada y sal a gusto. Bata bien, con una cuchara de madera, para que la masa quede liviana. En un tacho, caliente bien el aceite de dendé con la cebolla entera (ella evita que el aceite se queme). Modele los bollitos y fríalos en el tacho, dándolos vuelta para freírlos por igual. Escurra los acarajés en papel absorbente. Los acarajés pueden ser servidos rellenos con gambas secas, vatapá y pimienta. 27 Casquinha de Siri (Carne de cangrejo en su concha) Ingredientes: 1 kg de carne de cangrejo (jaiba) 1 cebolla grande bien picada 2 cucharadas de sopa de aceite de oliva 2 tomates sin piel y sin semillas picados en cubitos 2 a 4 cucharadas de hierbas aromáticas picadas 1 huevo (separe clara y yema) 4 cucharadas de sopa de pan rallado 100 g de queso parmesano rallado ½ taza de té de leche Elaboración: En una olla, rehogue la cebolla en el aceite. Añada el tomate, y, después que rehogar un poco, añada la carne de siri y las hierbas aromáticas. Deje cocinar hasta que el agua se evapore. Bata la clara a punto nieve. A continuación, disuelva la harina en la leche y añada la yema. Añada la carne de siri y mezcle bien. Por último, incorpore delicadamente la clara a punto nieve. Rellene las conchas del cangrejo con la mezcla y cubra con queso parmesano. Llévelo al horno para gratinar. 28 d p Caruru Ingredientes: 800 g de quingombó cortados en rodajas finas 250 g de gambas secas descascaradas 250 g de harina seca fina de mandioca ¾ de taza de té de aceite de dendé Guindilla en aceite Sal Sirve 10 porciones Elaboración: En una olla con agua cocine el quingombó y escúrralo en un colador. Reserve. Mezcle la harina y las gambas en un pilón o en una licuadora hasta obtener una farofa. Lleve esa mezcla al fuego, añadiendo agua hasta formar una masa consistente. Añada el y el aceite de dendé, dejando cocinar durante aproximadamente 10 minutos, añadiendo más agua si fuera preciso. Añada sal y guindilla a gusto. Sirva acompañado con arroz blanco o pescado frito. 29 Tacacá Ingredientes: 500 g de tapioca (goma) 800 g de langostinos secos 2 litros de tucupí 3 mazos de jambu 3 chiles habaneros 1 mazo de albahaca 1 mazo de achicoria 1 cucharada de sopa de sal 10 g de ajo aplastado Elaboración: Descascare el langostino y déjelo en remojo durante 2 horas. Cambie el agua por lo menos 2 veces para sacar la sal. En una olla, coloque el tucupí, la albahaca, la achicoria, el ajo aplastado y un poco de sal y cocine durante 40 minutos. Prepare el jambu, lavándolo bien y cocínelo, a parte, durante 30 minutos. Diluya la goma en un poco de agua fría. En una olla grande, hierva 3 litros de agua con el resto de la sal. A continuación, añada la goma lentamente, revolviendo bien para que no se formen grumos. Deje cocinar durante 30 minutos y preste atención para formar una gacha gruesa y uniforme. Amase el chile habanero (sin colar) con 4 cucharadas de sopa del tucupí. Sirva caliente, en calabazas negras, colocando un poco del tucupí con pimienta, 1 concha de la gacha, algunas hojas de jambu y 4 langostinos. 30 Ingredientes: ½ kilo de gamba seca sin cáscara ½ kilo de gamba fresca sin cáscara 2 latas de crema de leche 1 frasco de leche de coco – 200 ml ½ vaso de requesón 1 ½ vaso de vaso de coco fresco rallado Pimienta a gusto 1 mazo de cilantro y cebollina 1 cebolla grande picada d p Vatapá (Receta cedida por D. Anita Melo Maia) Sirve 12 personas 1 pimiento rojo picado 6 tomates medianos picados pequeños 1 diente de ajo Sal a gusto 6 panes de sal desmenuzados y humedecidos en ½ litro de agua 1 taza de fécula de maíz diluida 1 frasco de aceite de dendé – 200 ml ½ taza de aceite Elaboración: Rehogue el ajo y la cebolla en el aceite. Añada la gamba seca y, después, la gamba fresca hasta casi dorar. Cuando tome color, derrame el pan diluido en medio litro de agua, añadiendo una lata de crema de leche y la fécula de maíz diluida. Coloque todas las hierbas aromáticas picadas, tomate picado, pimiento picado y pimienta picada. Añada el frasco de leche de coco, dejando hervir durante quince minutos. A continuación, añada el coco fresco rallado, el requesón y deje hervir cinco minutos más, revolviendo con una cuchara de madera, hasta que aparezca el fondo de la olla. Por último, coloque el aceite de dendé, que habría sido calentado previamente hasta casi el punto de freír. Revuelva lentamente y hierva dos minutos más. Después de listo, añada la otra lata de crema de leche, revolviendo lentamente. Salpique el resto del coco rallado y adorne con gambas enteras. Sugerencia: El vatapá después de listo, debe cubrirse con un paño limpio, porque la tapa puede sudar y salpicar, aguando todo el proceso. 31 Sopa Leão Veloso (Receta cedida por el Restaurante Río Minho) Ingredientes (2 a 4 porciones) 1,5 kg de cabeza de mero 300 g de pulpo nuevo y tierno 300 g de calamares 200 g de gambas medianas (alrededor de 8 gambas) 50 g de mejillones 2 cebollas 1 ramo de apio 1 puerro 3 ramos de perejil 3 ramos de cebolleta 4 ramos de albahaca 1 ramo (pequeño) de romero 5 ramos de cilantro 2 cucharadas (sopa) de aceite de oliva virgen extra 2 cucharadas (sopa) de aceite de maíz 1/2 cabeza de ajo (alrededor de 6 dientes) picada 2 tomates picados 2 hojas de laurel 1 copa de vino blanco seco 1 cucharada (postre) de colorante 1 cucharada (postre) de crema de arroz 32 1 pizca de nuez moscada Sal a gusto d Elaboración: Limpie la cabeza del pescado y también los mariscos. En una olla grande, cocine en mucha agua, durante 30 minutos, la cabeza del pescado con una cebolla, el apio, el perejil, la cebolleta, el puerro, la albahaca, el romero y el cilantro. Cuele ese caldo y reserve. Después de retirar la cabeza del pescado (entera), desmenuce toda la carne que está en la cabeza y reserve en otro recipiente. En otra olla, cocine el pulpo y los calamares durante 30 minutos. Si necesario, retire los calamares y deje el pulpo cocinando más tiempo. Condimente con sal. Reserve. En otra olla, cocine las gambas y los mejillones, durante 10 minutos. Condimente con sal y reserve. Separe el caldo de la cocción en un recipiente. En una sartén, añada el aceite virgen extra y el aceite de maíz. Deje calentar bien. Coloque la otra cebolla bien picada, los dientes de ajo, los tomates, las hojas de laurel y la copa de vino. Deje hervir durante 15 minutos, cuele y reserve ese rehogado. En una olla grande, de preferencia de barro, añada 1,5 litro del caldo obtenido en la cocción de la cabeza del pescado y 500 ml del caldo en que fueron cocidos las gambas y los mejillones. Añada el rehogado y deje hervir durante 15 minutos, revolviendo bien para mezclar el sabor de los ingredientes. Añada la nuez moscada y el colorante. Hierva durante 15 minutos y cuele. Una vez que la sopa haya sido hervida y colada, espésela con la crema de arroz y déjela hervir 15 minutos más. Añada el pulpo en pedazos, los calamares en rebanadas (deje algunos enteros para montar el plato), las gambas, los mejillones y la carne de la cabeza de pescado desmenuzada. Ajuste la sal y deje hervir hasta entrar en ebullición. Sirva bien caliente, en potes de barro. Decore con hojas de menta y acompañe con rebanadas de pan tostadas. 33 Empadão Goiano (Empanada Goiana) (Receta cedida por Alice Mesquita de Castro) Masa 1 kg de harina de trigo 2 a 3 cucharadas de nata (opcional) 6 cucharadas de sopa de margarina 1 pizca de sal 6 cucharadas de sopa de aceite 1 pizca de azúcar 2 huevos enteros Elaboración: Agua hasta llegar al punto de abrir. No hay necesidad de levadura. Deje que la masa descanse en un recipiente alrededor de dos horas. Después abra con un palo de amasar para cubrir el molde de barro. Salsa Elaboración: Preparada separadamente, la salsa lleva extracto de tomate y tomate fresco picado, caldo de gallina, ajo, cebolla picada, una pizca de azúcar para sacar la acidez, pimienta negra, chile habanero, sal y agua. Espese el caldo con harina de trigo. Relleno Elaboración: Se coloca el relleno en la masa en siete camadas: carne de cerdo (lomo o pata), chorizo, guariroba hervida, queso medio curtido, pollo desmenuzado, huevo cocido y aceitunas. Se coloca la salsa por encima de los ingredientes y se cubre con el resto de la masa. Bata una yema, mezcle un poco de leche y una pizca de sal, y pincele la masa, antes de llevarla al horno para asar. Sirva caliente. ¡Es simplemente delicioso! 34 Pesto de Barú (Receta cedida por Alice Mesquita de Castro) Ingredientes: 1/2 mazo medio de albahaca 3 dientes de ajo 1/2 taza de té de aceite de oliva 1 taza de té de castañas de barú 3 cucharadas de sopa de queso parmesano rallado sal a gusto d Elaboración: Lave la albahaca, seque, separe apenas las hojas y rásguelas a la mitad, eliminando el filamento central. Reserve. Descascare los dientes de ajo y bata en el procesador con la albahaca hasta conseguir una pasta. Sin parar de batir, añada un hilo de aceite de oliva, las castañas de barú, el queso rallado y la sal. Bata 30 segundos más y reserve. Use sobre pastas. 35 Ingredientes: 4 vasos de fécula de mandioca ácida 1 vaso de agua 1 vaso de leche ½ vaso de aceite 1 cucharada de sopa de sal 5 huevos 2 vasos de queso de Minas (o parmesano) rallado p Pan de Queso Rende 30 unidades Elaboración: En una olla, mezcle: el agua, la leche, el aceite, la sal. Lleve al fuego y caliente bien. Con esa mezcla escalde la fécula, deje enfriar un poco.A continuación, añada los huevos, uno a uno y el queso de Minas rallado. Amase bien para que la masa tenga una consistencia firme. Unte las manos con un poco de mantequilla y haga rollitos con la masa. Pase un tenedor por encima de los rollitos y para finalizar corte las bolitas. Con un poco de aceite, unte una forma y coloque las bolitas separadas unas de las otras. Colóquelas a asar en horno caliente. Cuando vea que el pan de queso creció un poco disminuya la temperatura y deje dorar. Rinde 30 unidades 36 Bizcocho de Fubá d Ingredientes: 5 cucharadas de sopa de mantequilla (que debe ser retirada de la nevera media hora antes) 3 huevos 1 lata de leche condensada 1 taza de leche de coco ½ taza de leche 2 ½ tazas de fubá (harina de maíz) 1 cucharada de sopa de levadura en polvo 2 cucharadas de sopa de queso parmesano rallado Elaboración: Bata en la licuadora la mantequilla, los huevos, la leche condensada, la leche y la leche de coco hasta formar una mezcla homogénea. Tamice la levadura en polvo y el fubá en una vasija grande. A continuación, añádalos a la mezcla de la licuadora. Bata bien. Añada el queso parmesano rallado, revolviendo nuevamente. Unte un molde para flan con mantequilla y espolvoree con harina de trigo, dándolo vuelta para remover el exceso de harina. Coloque la masa en el molde y lleve al horno caliente (2000C) durante 30 minutos. 37 Bizcocho Souza Leão El secreto de la familia (Receta cedida por Célia de Souza Leão Barros) Según un candidato pernambucano, el historiador Mario Souto Mayor escrivió, en publicación de la Fundación Joaquim Nabuco, que, en 1860, la matriarca Souza Leão de la época tuvo cuatro hijos varones, lo que la había obligado a transmitir la receta a las nueras. Ella efectivamente lo hizo. Sin embargo, dicen las malas lenguas, la veneranda señora pasó cuatro recetas diferentes, lo que hizo que las personas discutieran sobre cual es la verdadera. Si eso realmente sucedió, una cosa te aseguro: son todas falsas! La anécdota anterior describe una de las principales características atribuidas al Bizcocho Souza Leão: el secreto. En la década de 60, un periódico pernambucano registró que su receta sería distribuida a turistas que visitasen Recife. Antaño secreto de familia, es posible que esta receta haya llegado a conocimiento público por intermedio de D. Pedro II, que del manjar habría probado y su receta solicitado. Informada, con pedido de sigilo, de su contenido, su cocinera se la contó al marido, que, finalmente, la trajo al conocimiento general. 38 d Ingredientes: 01 kg de masa de mandioca seca 01 frasquito de leche de coco (500 ml) 12 yemas de huevo 200 g de mantequilla ½ kilo de azúcar refinado 200 gr de frutos secos del anacardo (castaña de cajú) no tostados (pasados por la licuadora) 01 cucharada de sopa rasa de sal Elaboración: Poner la masa de mandioca en una escudilla. Colocar también la sal, las yemas y la leche de coco. Batir bien. En una olla, poner el azúcar, la mantequilla y una taza de agua. Colocar en el fuego y llevar a punto de hilo liviano. Cuando esté hirviendo, colocar la mezcla en la escudilla donde están los otros ingredientes, mezclar un poco y añadir las castañas (pasadas por la licuadora). Al terminar de revolver para mezclar, colocar en una forma untada con mantequilla y llevar al horno (ya caliente) durante 40 minutos. 39 p Bolo de Rolo (Bizcocho arrollado con relleno dulce) Ingredientes: 250 g de mantequilla 250 g de azúcar 250 g de harina de trigo Media lata de dulce de guayaba 5 huevos Sirve 7 porciones Elaboración: Precaliente el horno a 160ºC. Mezcle bien el azúcar y la mantequilla. Añada los huevos uno a uno, hasta obtener una crema lisa. Por último, añada la harina de trigo tamizada y mezcle delicadamente. Forre un molde con papel manteca. Con una espátula, distribuya la masa, sin dejar fallas. Lleve al horno durante 3 minutos, sin dejar que la masa se seque. Cuando la masa esté pronta, colóquela sobre un paño (o servilletas) espolvoreado con azúcar y retire el papel. Distribuya el dulce de guayaba derretido por encima y enrolle como si fuera un arrollado. Repita el proceso, enrollando un arrollado encima del otro para obtener diversas camadas. 40 Brigadeiro Ingredientes: 1 lata de leche condensada 3 cucharadas de sopa de chocolate en polvo d 1 cucharada de té de mantequilla o margarina sin sal chocolate granulado Elaboración: Coloque el chocolate en polvo, la leche condensada y la mantequilla en una olla. Lleve al fuego suave, revolviendo sin parar, hasta despegar del fondo de la olla. Espere enfriar. Pase mantequilla o margarina en las manos, enrolle los bombones y pase por el chocolate granulado. Coloque en moldecitos de papel. Cocada (Dulce de coco) Ingredientes: 1 taza de té de azúcar 1 cajita de leche condensada 1 taza y media de té de coco rallado 2 cucharadas de sopa de aceite de oliva Elaboración: Mezcle todos los ingredientes en una olla gruesa y, después, lleve a fuego alto. Espere encorpar un poco y, entonces, baje el fuego. Cocine durante 3 minutos, o hasta conseguir una crema bien consistente. Retire del fuego y bata, con una cucharada, durante 2 minutos o hasta comenzar a azucarar. Retire del fuego y coloque sobre mármol o asadera untada. Corte en pequeños cuadrados, deje enfriar y sirva. 41 Crema de Cupuaçu Ingredientes: 500 g de pulpa de cupuaçu 1 lata de leche condensada 1 lata de crema de leche 100 ml de agua Dulce de Calabaza Ingredientes: 2 ½ kg de azúcar 2 kg de calabaza bien madura Canela en rama a gusto p Elaboración: Bata todos los ingredientes en la licuadora. Coloque la mezcla en una asadera refractaria y lleve al congelador. Sirve 10 porciones Elaboración: Corte la calabaza con cáscara en cubos grandes y cocínelo en un poco de agua. Cuando esté bien tierna, retire la cáscara y pase la pulpa por un exprimidor. A continuación, lleve al fuego hasta secar. Añada el azúcar y 3 o 4 ramas de canela. Revuelva hasta que el dulce se suelte del fondo de la olla. Deje enfriar y sirva. 42 Dulce de Leche con Castaña de Barú (Receta cedida por Alice Mesquita de Castro) Ingredientes: 800 g de castañas de barú tostadas, sin piel y molidas (sacarles la piel con agua hirviente) d 2 litros de leche 1 kg azúcar Elaboración: Pasar las castañas por la máquina de moler carne. Llevar al fuego la leche con el azúcar, haciendo un dulce, a punto de cortar. Cuando el dulce de leche esté en el punto de corte, juntar las castañas de barú tostadas, sin piel y molidas. Extraer del fuego, batir un poco, derramar sobre piedra o mesa untada y preparar tabletas o bolitas. Mungunzá (Canjica) Ingredientes: ½ kg de maíz blanco (maíz para canjica) 1 litro de leche 100 g de coco rallado 2 tazas de té de azúcar 1 pizca de sal canela en polvo a gusto Elaboración: En la víspera, seleccione el maíz, lávelo y déjelo en remojo. Cocine el maíz en 1 litro de agua, hasta que quede blando. En otra olla, coloque el maíz y los demás ingredientes, excepto la canela. Lleve al fuego y cocine, revolviendo siempre, hasta levantar el hervor y quedar cremoso. Espolvoree con canela y sirva. Puede ser servido caliente, tibio o frío. 43 Pé-de-Moleque (Receta cedida por Mariluce Tereza Zardo) Ingredientes: 4 tazas de azúcar moreno 2 tazas de cacahuete crudo con cáscara 1 cucharada de sopa, bien llena, de chocolate en polvo 1 cucharadita de bicarbonato de sodio Elaboración: Coloque el azúcar moreno, el cacahuete y el chocolate en polvo en una olla y, siempre revolviendo, deje que el azúcar se derrita, prestando atención para que no se queme. Retire la olla del fuego, añada el bicarbonato, revolviendo enérgicamente con la cuchara de madera. Vierta sobre el mármol, previamente untado, y deje enfriar. Parta los dulces con las manos. 44 Olho de sogra Ingredientes: 200 g de ciruela negra sin carozo 1 vaso de agua ½ taza de té de azúcar 100 g de coco rallado 2 huevos enteros 2 yemas 1 cucharada de sopa de harina de trigo 1 taza de té de azúcar azúcar fino para espolvorear d Elaboración: Coloque las ciruelas en una olla, añada un vaso de agua y media taza de azúcar. Lleve al fuego, revolviendo siempre, hasta hervir. En otra olla, mezcle el coco, los huevos pasados por el tamiz, la harina y una taza de azúcar. Lleve al fuego, revolviendo siempre, hasta que se despegue del fondo de la olla. Rellene las ciruelas con la crema y espolvoree con azúcar fino. 45 Manjar Blanco con Ciruelas Negras Ingredientes: 2 tazas de leche 2 tazas de leche de coco 8 cucharadas de sopa de azúcar 8 cucharadas de sopa de maicena 2 cucharadas de sopa de mantequilla 1 lata de ciruelas negras en almíbar Elaboración: En una escudilla, mezcle el azúcar y la maicena. En otra, mezcle la leche y la leche de coco. Añada a la mezcla de maicena una parte de la mezcla de leche, revolviendo hasta obtener una pasta homogénea. En otra olla, caliente la mezcla de leche restante y, cuando esté caliente, añada la mezcla de maicena, revolviendo siempre, para que no se formen grumos. A continuación, cocine en fuego suave hasta espesar y quedar liso. Retire del fuego y deje enfriar. Añada, entonces, la mantequilla (que deberá ser retirada de la nevera una hora antes) y bata bien. Coloque en un molde para flan y lleve a la nevera durante una hora. Cuando esté pronta desenmolde sobre un plato, decorando el manjar con las ciruelas en almíbar. 46 (Receta cedida por D. Conceição Santos Lima) Ingredientes: 12 yemas 1 kilo de azúcar 7-8 cucharadas de sopa de harina de trigo tamizada d p “Chuvisco” (buñuelitos) Sirve 6 porciones Elaboración: Caliente el azúcar en un tacho para formar un almíbar. Antes de que el almíbar se espese, separe 1 1/2 taza de almíbar y reserve en una vasija. Bata las yemas hasta emblanquecerlas. Añada la harina de trigo tamizada. Bata bien hasta hacer una masa. La masa debe tener la consistencia de masa de torta blanda. Añada un poquito más de harina para espesar la masa, si fuera necesario. Cuando el almíbar esté a punto, coloque un poco de masa en una cucharada de té para formar los buñuelitos en forma de gotas que deberán ser cocidos en el almíbar. Para evitar que el almíbar pierda el punto, añada agua hirviendo lentamente. Retire los buñuelitos con una espumadera y colóquelos en la vasija con el almíbar que había sido separado. Escurra los buñuelitos para servir. Sírvalos, formando un racimo de uvas en un plato. 47 Licor de Pequí (Receta cedida por Alice Mesquita de Castro) Ingredientes: 1 litro de alcohol de cereales 6 pequis medianos 1 litro de agua 500 g de azúcar 1 ramo de helecho para adornar Elaboración: Deje los pequis sumergidos en el alcohol, durante un mes, en un frasco bien cerrado. Después de ese periodo, prepare un almíbar bien espeso, de agua con azúcar y mezcle con el alcohol. Retire todas las hojas de la rama de helecho, colóquelas en el almíbar ya frío y deje secar sobre un paño. Coloque la rama azucarara dentro de una botella y complete con el licor. 48