NAVARRO, Santiago García. MUESTRAS EN DUPLUS Y LA FUNCEB: La Casa Patas Arriba
Marco Paulo Rolla, un brasileño que desafía La experiencia cotidiana
El hombre está sentado a la mesa. Va a desayunar: dicho en su lengua, tomará el “café
da manhã”. Alrededor; un grupo de personas muestra curiosidad por la escena,
aunque éste sea, aparentemente: el desayuno, por empezar, es a las 19.30, y el
hombre ha convocado a un grupo de espectadores para que asista a la comida.
De pronto, el comensal salta de su puesto y, con una pirueta precisa, queda boca abajo
contra la pared. Vajilla y comida estallan, y mientras el hombre permanece invertido,
inmóvil, los restos del desayuno se desparraman sobre el entorno.
La súbita, azarosa transformación de lo cotidiano, ese momento que perturba y a la
vez excita, es el tema que explora Marco Paulo Rolla (Belo Horizonte, 1967), artista
que ya expuso en Buenos Aires y en estos días se presenta en dos salas.
La performance (ayer; en Duplus), estudiada hasta el más mínimo movimiento, tiene
su complemento dialéctico en la muestra organizada por el Centro de Estudos
Brasileiros (Funceb): lo que hay de más real en la performance – de por sí, una
representación – se objectualiza en la exposición de esculturas y fotografías de
esculturas – representación multiplicada – de la otra sala.
En ésta, trapos de piso y manteles, meticulosamente trabajos en porcelana y
dispuestos sobre mesas en el piso, se mezclan con vasos rotos, jálelas derramadas y
otros elementos reales que apuntan a exarcebar la sensación de caos tanto como la
conciencia de su construcción.
“me interesa a frágil experiencia de la vida cotidiana. Por eso la porcelana me es tan
útil como medio”, dice el artista. El lugar común de la casa como ámbito protector
queda con sus obras puesto en evidencia. Porque puede ser, también ámbito de
peligro real o, mucho más comúnmente, psicológico o simbólico.
La obra tiene, además, una dimensión sociológica. Rolla compone sus accidentes
recurriendo al modelo de la naturaleza muerta – género clásico- y a las figuras
idealizadas – Watteau-, pero vacías de contenido, que son el clisé de la decoración en
un hogar de clase media latinoamericana. “Es una belleza nacida del mal gusto, de la
decadencia estética, de la falta de conocimiento que tiene la gente sobre la historia del
arte.”, reflexiona Marco. Así, propone reinsertar contenido donde se desvanece: no en
los objetos mismos, sino en que dan las personas a las cosas que las rodean a diario y,
en un sentido más amplio, en la forma en que la gente se enfrenta a la belleza.
“Me da placer corromper los clisés sociales, pero no critico a la gente. Acepto su modo
de ser, sin dejar de ser irónico”, admite Rolla. Por eso inyecta lo fantástico en lo
cotidiano, poniendo tensión entre humor y tragedia, realidad y simulacro.
No por nada el artista reconoce su filiación con el barroco brasileño; mucho más,
incluso que con el arte contemporáneo de su país, donde abreva la mayoría de sus
coetáneos.
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NAVARRO, Santiago García