El descubrimiento de la vergüenza y la conciencia antropofágica del mundo (Lectura de un poema de Oswald de Andrade) Gonzalo Aguilar* RESUMEN: Este texto analiza un poema de Oswald de Andrade que reescribe la carta de Pero Vaz de Caminha a través del concepto de vergüenza. El objetivo es mostrar que esta categoría da cuenta de una serie de elementos centrales de la teoría antropofágica oswaldiana como desnudez, mirada, montaje e historia. Palabras clave: Vergüenza. Antropofagia. Oswald de Andrade. Flávio de Carvalho. Desnudez. Pecado. En la sección dedicada a Pero Vaz de Caminha de su poemario Pau Brasil, Oswald incluye el siguiente poema: As meninas da gare Eram tres ou quatro moças bem moças e bem gentis Com cabelos mui pretos pelas espadoas E suas vergonhas tão altas e tão saradinhas Que de nós as muito bem olharmos Não tinhamos nenhuma vergonha Como se sabe, los poemas de la sección “História do Brasil” consisten en una reescritura o una transcripción de pasajes de textos del descubrimiento. En este poema, la carta de Pero Vaz de Caminha es transcripta casi textualmente: “Ali andavam entre eles três ou quatro moças bem novinhas e gentis, com cabelo mui pretos e compridos pelas costas e suas vergonhas tão altas e tão saradinhas e tão limpas das cabeleiras que de as nós muito bem olharmos não tínhamos nenhuma vergonha” (CAMINHA, 1998, p. 158). Las intervenciones del poeta en el texto son escasas y se limitan más al título y al espaciamiento. El título, como lo haría sistemáticamente en la Revista de Antropofagia, provoca un desajuste cronológico a partir del montaje de los tiempos del descubrimiento y el San Pablo moderno de las estaciones de tren, construidas acorde con el modelo francés (de ahí que el título esté en francés). Mirar a las “meninas da gare” es el retorno de la mirada de las “moças” indias: Oswald insistía una y otra vez que el levantamiento de tabúes de la modernidad actualizaba el legado indígena y la técnica del montaje permitía hacer ambas experiencias contiguas: Estamos frente a nuevos tiempos, en el umbral de lo que yo llamo la “cultura de la libertad”. Quien se asombra con un avión sin piloto no entiende que a él y al progreso técnico que representa corresponden la erótica moderna, traída por el desnudo y el deporte, la rapiña y el pronunciamiento político, el celibato y la gloria de Tarzán […] La mujer anda desnuda, con tres colores de cabello por año. Emancipada como el hombre, celibataria o divorcista. La comunicación por la radio, por el cine y por avión hizo de la humanidad una tribu tecnizada. Y del individuo, el parásito y el especulador novelesco. La propia muerte se descristianizó. Nos habituamos a la fatalidad y al peligro, como en la selva. El luto desapareció. Aceptamos con la frente alta la eutanasia y la cremación1. La otra operación significativa es el recorte y la disposición en verso. Sin ningún subrayado, llama la atención la repetición casi exacta de un término (vergonhas y vergonha) que es determinante en el sentido del poema y clave también en la carta de Pero Vaz. La cuestión de la vergüenza en la carta trae lo que denomino la “desgarradura”, porque si el acontecimiento de la llegada a tierras brasileñas reproduce, en las percepciones visuales y en los textos escritos, estructuras de larga duración (almodando aquello que se experimenta a lo que se trae desde el viejo continente), la desgarradura es el lugar donde se producen los nuevos modos de subjetivación que comienzan a darse en el mundo a partir de 1492, tanto en las tierras recién descubiertas como en Europa. Por desgarradura entiendo la percepción de algo, una mancha, que cuestiona al sujeto al punto de tener que revisar su propia perspectiva y su propio archivo (las herramientas que lleva consigo y que se alimentan de la tradición de la que forma parte). La experiencia que descoloca a Pero Vaz de Caminha, que se abre como una desgarradura en la carta y que Oswald percibió como clave, es – justamente – la de la vergüenza. La palabra se repite en el poema pero la relación de los sujetos varía: en su primera aparición es lo que tienen las moças que son miradas; en su segunda, pertenece a los hombres que las miran. No sólo varía la relación con los sujetos sino su sentido: en el primer caso se refiere al sexo físico, a los genitales de ellas; ya cuando reaparece en el último verso es la sensación que experimentan los conquistadores2. Dislocación de los sujetos y de los sentidos. Como en todos los otros poemas de la serie, somos testigos de una transformación benéfica que las nuevas tierras ejercen sobre los portugueses. El no tener vergüenza del cuerpo pasa de las nativas a la mirada del conquistador quien también pierde la vergüenza, esa marca de la cristiandad occidental. Los portugueses, en esa desnudez, son llevados a una mirada paradisíaca, limpia, “fuera de su historia”3. Pero vergüenza no es una palabra neutra: su historia se remonta a una de las primeras escenas bíblicas cuando Adán y Eva están en el paraíso, se ven desnudos y no se avergüenzan4. Recién habían sido creados y su primera experiencia subjetiva es no avergonzarse o ruborizarse. La vergüenza aparece después, con el pecado y suscita una nueva subjetivación (la culpa) a partir del castigo divino. A tal punto es importante este hecho que se ha vinculado a la vergüenza con el propio movimiento del ser: “Lo que la vergüenza descubre es el ser que se descubre” (apud AGAMBEN, 2000, p. 110), escribió Emmanuel Levinas. Y comenta Giorgio Agamben en su libro Lo que queda de Auschwitz: “Este doble movimiento, a la vez de subjetivación [porque el ser se descubre a sí mismo en una falta] y desubjetivación [porque se pierde como sujeto], es la vergüenza” (AGAMBEN, 2000, p. 110)5. Los indios no refutan esta lógica sino que parecen ignorarla: ¿qué tipo de subjetividad es esa que no se pliega sobre la culpa (cuya expresión sería la vergüenza)? En su traducción de la escena bíblica, a la que titula “A Astúcia da Serpente”, Haroldo de Campos analiza el sentido de la vergüenza. El término aparece una sola vez en el momento en el que Adán y Eva están en el Paraíso antes de conocer a la serpiente: 25. E estavam eles dois § desnudos § o homem § e sua mulher §§§ E não § se envergonhavam La mención del término es por la negativa y sugiere que después se van a avergonzar aunque no se utilice ese término: “E se abriram § os olhos aos dois §§ e souberam §§ que estavam desnudos” Ipotesi, Juiz de Fora , v.17, n.1, p. 13-19, jan./jun. 2013 14 (CAMPOS, 2004, p. 42). Haroldo discute la interpretación de la sexualidad en relación con la vergüenza y cita a Buber quien “sustentou a irrelevância da leitura voltada para o ‘desejo sexual’, rejeitando também aquela fundada numa ‘cognição generalizada’, para optar, na vertente de sua filosofia dialógica, por uma ‘consciência adequada dos opostos que inerem a todo ser humano’” (CAMPOS, 2004, p. 42). A continuación, agrega la interpretación de Umberto Cassuto quien dice que en realidad no se avergonzaban porque no tenían conocimiento todavía de que el deseo sexual podía ser dirigido para finalidades malas. Si se vincula todas estas interpretaciones con la falta de vergüenza de los indios, los indios participan de un estado paradisíaco. Dos de las tantas menciones que hay en la Carta se refieren a esta cuestión. Las dos primeras cosas que registra Pero Vaz de Caminha son el hecho de que no tienen pelos (la pilosidad era en el medioevo sinónimo de salvajismo) y de que no tapan sus vergüenzas: “Nem estimam de cobrir ou de mostrar suas vergonhas; e nisso têm tanta inocência como em mostrar o rosto” (CAMINHA, 1988, p. 160). El tópico edénico de la inocencia es explicitado en otro pasaje cuando dice: “Assim, Senhor, a inocência desta gente é tal, que a de Adão não seria maior, quanto a vergonha” (CAMINHA, 1988, p. 160). Sin embargo, esta postura siempre fue complementaria de otra que se le opone: como la Buena Nueva del cristianismo tenía un carácter ecuménico, o los indios habían olvidado algo o estaban al margen de la humanidad que trajo el cristianismo. Eran humanos (algo que nunca estuvo en discusión) pero de un modo paradójico6. Tener vergüenza era tener conciencia del pecado y, por lo tanto, de la naturaleza humana. Esto coloca a los indios en un exterior de la religión y exige una fuerte estatalización de los conquistadores frente a los que, según Gandavo, carecen de la L, la F y la R en su vocabulario. Esto es, de Ley, Fe y Rey. De hecho, Caminha no reconoce a ninguna autoridad entre los indios con los que trata y esto es porque notó entre ellos una “ausencia de pompa” que lo descolocó totalmente. La falta de vergüenza, entonces, muestra que existe una historia “fuera” de la historia “universal” del cristianismo. Como se dice en el “Manifesto antropófago”, lo universal occidental es muy limitado y ahí está el indio (la revolución caraíba) para ampliar y cuestionar ese occidental. Porque si el indio es hombre, ¿cómo es entonces que no tiene vergüenza? Este es el tema de la Carta de Pero Vaz de Caminha que Oswald reescribe en su poemario Pau Brasil. La vergüenza es, entonces, el automatismo del pecado, la constitución de una sunjetividad occidental que hace a una subjetividad más allá de la intencionalidad, porque ruborizarse es la reacción inmediata frente a la desnudez desde los tiempos de Adán y Eva. Buena parte de la empresa antropofágica debe ser vista como la apuesta a una conciencia despojada de esa vergüenza, de la presencia del pecado y por eso desde un inicio una de las figuras claves del movimiento será “el hombre desnudo”, que ya está en el Abaporu de Tarsila de Amaral. Oswald se había referido a él en un poema de Pau Brasil: Erro de portugués Quando o portugués chegou Debaixo de uma bruta chuva Vestiu o índio Qué pena! Fosse uma manhã de sol O índio teria despido O portugués7 Ipotesi, Juiz de Fora , v.17, n.1, p. 13-19, jan./jun. 2013 15 Con la antropofagia, el hombre desnudo vuelve a adquirir su máximo esplendor. En el manifiesto (“Contra la realidad social, vestida y opresora, inventariada por Freud”) y también en la Revista: Porque como (El indio es el que era sano. El indio es el que era hombre. El indio es el que es nuestro modelo). El indio no tenía policía, no tenía opresiones, ni molestias nerviosas, ni delegación de orden social, ni vergüenza de quedar desnudo, ni lucha de clases, ni tráfico de blancas, ni Ruy Barbosa, ni voto secreto, ni se ufanaba de Brasil, ni era aristócrata ni burgués ni clase baja. ¿Por qué será? El indio no era monógamo, ni quería saber cuáles eran los hijos legítimos, ni creía que la familia era la piedra angular de la sociedad. ¿Por qué será? (marxilar)8. En el matriarcado, como no habría complejos ni represiones, el desnudo tendrá un sentido muy distinto al que tiene en la sociedad opresiva que el manifiesto ataca. En un trabajo que presentó Flávio de Carvalho en el Congreso PanAmericano de Arquitectura de 1930, titulado “La ciudad del hombre desnudo” (“A cidade do homem nu”), se vincula esta desnudez con el despojo de algunos de los pilares de la tradición civilizada: Cumpre a nós, povos nascidos fora do peso das tradições seculares, estudar a habitação do homem nu, do homem do futuro, sem deus, sem propriedade e sem matrimônio [...] O homem antropofágico, quando despido de seus tabus assemelha-se no homem nu. A cidade do homem nu será sem dúvida uma habitação própria para o homem antropofágico [...] Convido os representantes da América a retirar as suas máscaras de civilizados9. El hombre desnudo se define por la carencia como Adán y Eva en su estado edénico porque no tenían vergüenza. “Sem deus, sem propriedade e sem matrimônio”, en el texto de Flávio. Despojar a los conquistadores de la vergüenza, que es lo que hacen sin buscarlo las “moças bem gentis”. Si la vergüenza es el “ser que se descubre”, lo que se descubre en el poema es otro ser, sin vergüenza, que repite el estado paradisíaco previo al pecado. La “revolución caraíba” afecta, y Oswald insistió mucho sobre eso, al ser mismo: to be or not to be. “El indio – se lee en la Revista de Antropofagia – no tenía el verbo ser. De ahí que haya escapado al peligro metafísico que todos los días hace del hombre paleolítico un cristiano de chupete, un mahometano, un budista, enfin, un animal moralizado. Un pequeño sabio cargado de enfermedades” (OSWALD apud NODARI, 2009, p. 114135). Suprimido el verbo ser, comienzan a pulular en el manifiesto una serie de verbos, cuando no se trata de construcciones nominales, como interesar, unir, hacer, amar: una dinámica del deseo que sustituye la posesión por la posición, la posesión del ser y de las cosas por el interés por lo que no se tiene10. Si, según la definición de Agamben, “avergonzarse significa ser entregado a lo inasumible” (AGAMBEN, 2000, p. 112) (y eso inasumible no es algo externo sino algo íntimo), los europeos “descubren” otra conciencia sobre el mundo (Heidegger llega a hablar, siempre según Agamben, de la vergüenza como un “sentimiento ontológico”). Oswald insistió sobre este tema hasta el final de su vida. En uno de sus últimos textos, “A marcha das utopias”, se lee: Ipotesi, Juiz de Fora , v.17, n.1, p. 13-19, jan./jun. 2013 16 Tenho a impressão de que o encontro da humanidade nua da Descoberta muito influi sobre o movimento geral de idéias daquele instante histórico [se refiere al Humanismo renacentista]. Saber que do outro lado da terra se tinha visto um homem sem pecado nem redenção, sem teologia e sem inferno, produziria não só os sonhos utópicos cujo desenvolvimento estamos estudando, mas um abalo geral na consciência e na cultura da Europa. Era a negação do Cristianismo ecumênico (ANDRADE, 1990a, p. 177). La negación de lo ecuménico, la limitación del universal europeo, el “abalo geral”. Volvamos al poemita de Pau Brasil. As meninas da gare Eram tres ou quatro moças bem moças e bem gentis Com cabelos mui pretos pelas espadoas E suas vergonhas tão altas e tão saradinhas Que de nós as muito bem olharmos Não tinhamos nenhuma vergonha (ANDRADE, 2000, p. 69). La definición del sexo de las “moças” es curiosa: son “tão altas e tão saradinhas”. “Altas” parece referirse a los senos: el escribano parece sorprenderse de la diferencia con las tetas de sus coterráneas. En un pasaje de la Carta escribe: “E uma daquelas moças era toda tingida, de baixo a cima daquela tintura; e certo era tão bem-feita e tão redonda, e sua vergonha (que ela não tinha) tão graciosa, que a muitas mulheres da nossa terra, vendo-lhe tais feições, fizera vergonha, por não terem a sua como ela” (CAMINHA, 1998, p. 163). Una vez más la vergüenza exige una formulación paradójica sobre el ser y el tener: su vergüenza, aunque no la tenga, es graciosa11. Las mujeres europeas también serían conmovidas como los viajeros al ver esa exhibición pero sentirían vergüenza: todo indica que se refiere a la firmeza de los senos. Más intrigante es “saradinhas” ya que hay discrepancias en cuanto a la lectura de este término en la carta: algunos leen “cerradinhas” (denso, espeso, compacto), otros –Oswald incluido – “saradinhas” (sin enfermedades). Desconozco las resonancias en la “gíria” de la época de la composición del poema (“sarado”, según el Aurélio, puede ser “forte”, “guloso”, también “esperto”), pero las connotaciones son más abiertas que las del otro término12. Lo que se exhibe en el poema, justamente, es un proceso de sanación de la subjetividad que, de repente, se descubre libre de pecado. El tema de la sanación por el contacto con los indios, como vimos (“El indio es el que era sano”, el occidental como un pequeño sabio cargado de enfermedades”, “peste de los pueblos llamados cultos y cristianizados, – se lee en el Manifiesto de 1928 – es contra esta peste que estamos reaccionando”), no es menor, pero esta sanación no hay que considerarla en términos medicinales. Es más profunda, afecta al propio ser y, como en el poema, produce una nueva subjetividad, un nuevo inconsciente y una vivencia de alegría que alienta a fechar el mundo ya no desde la catequesis y del pecado judeo-cristiano sino desde la desnudez y la devoración. La visión de las indias, en “as meninas da gare”, coloca a esos sujetos en otro lugar en relación a sus propias tradiciones: como vimos anteriormente, la tradición de la culpa y el pecado es negada por esa desgarradura que provoca la desnudez. Esta violencia es seguramente la que le interesó a Oswald. Los portugueses, en esa desnudez, son llevados a una mirada paradisíaca, limpia, sana, fuera de su historia. Ipotesi, Juiz de Fora , v.17, n.1, p. 13-19, jan./jun. 2013 17 The Discovery of shame and the anthropofagic consciousness of the world (a reading of a poem by Oswald de Andrade ABSTRACT: This text analyses a poem that rewrites the letter of Pedro Vaz de Caminha through the concept of shame written by Oswald de Andrade. The purpose is to show that tyhis category supplies a series of elements of the oswaldian anthropophagic theory, such as nudity, looks, mountig, and history. Keywords: Anthropophagy. Oswald de Andrade. Flávio de Carvalho. Nudity. Sin. Notas explicativas Gonzalo Aguilar es Profesor de Literatura Brasileña en la Universidad de Buenos Aires - UBA. Entrevista a Oswald realizada por el escritor minero Paulo Mendes Campos y publicada en el Diario carioca, Río de Janeiro, el 12 de octubre de 1947. Incluida en Andrade, 1990b, p. 121-132. 2 Según el Diccionario de la Academia Real Española, estas son algunas de las acepciones del término vergüenza: “1. f. Turbación del ánimo, que suele encender el color del rostro, ocasionada por alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante, propia o ajena. / 2. f. Pundonor, estimación de la propia honra. Hombre de vergüenza. […] 5. f. Pena o castigo que consistía en exponer al reo a la afrenta y confusión públicas con alguna señal que denotaba su delito. Sacar a la vergüenza. […] 8. f. pl. Partes externas de los órganos humanos de la generación”. Lo interesante es que, parcialmente, la acepción 1 y 8 se corresponden entre sí: mostrar las vergüenzas ocasiona vergüenza. Lo característico de los indios es que no tenían vergüenza de mostrar sus vergüenzas. 3 La historia de la recepción de la carta muestra cómo la cultura portuguesa tardó en “leer” el efecto de la exhibición de las vergüenzas. Escrita en 1500, la carta comenzó a circular en 1773 gracias a la copia que hizo José de Seabra da Silva, archivero de la Torre do Tombo de Lisboa. Fue publicada por primera vez en Corografía brazílica en 1817 por el padre Manuel Aires de Casal. Según Isabel Soler, de quien tomo todos estos datos, “Aires de Casal publicó el texto mutilado y censurado por considerar impúdicas las prolijas alusiones y descripciones de la desnudez de los sexos de las indias tupiniquines y su falta de vergüenza en mostrarlos”. Ver Soler, 2008, p. 29-30. 4 La Biblia, Génesis, capítulo 2, v.25. La versión en castellano de Casiodoro de Reina (1569) dice “avergonzaban”, aunque la Vulgata traduce por “erubesco” que es enrojecer, ruborizarse. 5 Como no es el objetivo de este texto dejo de lado una lectura de la carta a partir de la noción agambeniana de homo sacer que es absolutamente pertinente en el personaje del degradado Afonso Ribeiro que, en tanto homo sacer, es abandonado entre los indios, primero para que conozca sus costumbres (no importa si muere o no) y, después, dejándolos (después de comulgar) una vez que regresan a Portugal. El término “degradados” con el que los refiere Pero Vaz viene de decreto y significa exiliar y banir, concepto clave en el argumento de Agamben. O sea que el primer poblador europeo de las tierras brasileñas fue un homo sacer. 6 Sobre este tema ver el ensayo “Imagens dos índios do Brasil no século XVI”. In: DA CUNHA, 2009, p. 37-43. 7 El poema “Erro de portugués” fue publicado por primera vez en Poesias reunidas aunque fue escrito a fines de la década del 20. 8 Uno de los tantos seudónimos de la Revista de Antropofagia, presumiblemente del propio Oswald. Subrayado mío. 9 Trabajo presentado em el IV Congresso Pan-Americano de Arquitetura e Urbanismo y publicado en el Diário da Noite, el 1º de julio de 1930. Reproducido en Daher, 1982, p. 154-188. 10 Este tema lo desarrollamos con Alexandre Nodari en Aguilar, 2010. 11 En otro pasaje de la carta se lee: “e suas vergonhas tão nuas, e com tanta inocência assim descobertas, que não havia nisso desvergonha nenhuma”. 12 Las últimas versiones adoptan “cerradinhas” (por ejemplo la de Joaquim Romero Magalhães y Susana Münch Miranda de 1999) y es posible que, antes que una opción, Oswald se haya guiado por la versión que consultó. * 1 Ipotesi, Juiz de Fora , v.17, n.1, p. 13-19, jan./jun. 2013 18 Bibliografía AGAMBEN, Giorgio. Lo que queda de Auschwitz (El archivo y el testigo). Homo sacer III. Tradución: Antonio Cuspinera. Valencia: Pre-textos, 2000. 190 p. AGUILAR, Gonzalo. Por una ciencia del vestigio errático (Ensayos sobre la antropofagia de Oswald de Andrade). Buenos Aires: Editorial Grumo, 2010. 172 p. ANDRADE, Oswald de. A utopia antropofágica. São Paulo: Globo, 1990a. _. Os dentes do dragão (Entrevistas). São Paulo: Globo, 1990b. _. Pau Brasil. São Paulo: Globo, 2000. CAMINHA, Pero Vaz de. Carta do achamento do Brasil. Rio de Janeiro: Agir, 1998. 203 p. CAMPOS, Haroldo de. Éden (Um tríptico bíblico). São Paulo: Perspectiva, 2004. 184 p. CARNEIRO DA CUNHA, Manuela. Cultura com aspas e outros ensaios. São Paulo: Cosac Naify, 2009. 440 p. DAHER, Luiz Carlos. Flávio de Carvalho: Arquitetura e Expressionismo. São Paulo: Projeto, 1982. 114 p. NODARI, Alexandre. “O perjúrio absoluto (Sobre a universalidade da Antropofagia)”. Confluenze, v. 1, n. 1, 2009, p. 114-135, Dipartimento di Lingue e Letterature Straniere Moderne, Università di Bologna. SOLER, Isabel. “Prólogo”. In: CAMINHA, Pêro Vaz. Carta del descubrimiento de Brasil. Barcelona: Acantilado, 2008. p. 10-40. Recebido em: 6 de dezembro de 2012 Aprovado em: 15 de janeiro de 2013 Ipotesi, Juiz de Fora , v.17, n.1, p. 13-19, jan./jun. 2013 19