UNIVERSIDADE FEDERAL DO RIO GRANDE DO NORTE – UFRN
CENTRO DE CIÊNCIAS HUMANAS, LETRAS E ARTES – CCHLA
PROGRAMA DE POSGRADUAÇÃO EM ESTUDOS DA LINGUAGEM - PPgEL
MESTRADO EM LITERATURA COMPARADA
POÉTICAS DA MODERNIDADE E DA POS-MODERNIDADE
El mito, el paisaje y el hombre en la
literatura ando-boliviana
Reny Gomes Maldonado
Natal – RN
Julho – 2010
UNIVERSIDADE FEDERAL DO RIO GRANDE DO NORTE – UFRN
CENTRO DE CIÊNCIAS HUMANAS, LETRAS E ARTES – CCHLA
PROGRAMA DE POSGRADUAÇÃO EM ESTUDOS DA LINGUAGEM - PPgEL
MESTRADO EM LITERATURA COMPARADA
POÉTICAS DA MODERNIDADE E DA PÓS-MODERNIDADE
El mito, el paisaje y el hombre en la
literatura ando-boliviana
RENY GOMES MALDONADO
ORIENTADORA: PROFESSORA DRA. ILZA MATIAS DE SOUSA
Dissertação de Mestrado em Literatura Comparada,
apresentada como requisito parcial para a obtenção do
título de Mestre pelo Programa de Pós-Graduação em
Estudos da Linguagem da Universidade Federal do Rio
Grande do Norte – UFRN.
Natal - RN
2010
Divisão de Serviços Técnicos
Catalogação da Publicação na Fonte. UFRN / Biblioteca Central Zila Mamede
Maldonado, Reny Gomes.
El mito, el paisaje y el hombre en la literatura ando-boliviana / Reny Gomes
Maldonado. – Natal, RN, 2010.
128 f. : il.
Orientador: Ilza Matias de Sousa.
Dissertação (mestrado) – Universidade Federal do Rio Grande do Norte. Centro de Ciências
Humanas, Letras e Artes. Programa de Pós-Graduação em Estudos da Linguagem.
1. Mito na literatura – Bolívia – Dissertação. 2. Literatura boliviana – Dissertação. 3. Bolívia –
Usos e costumes – Dissertação. I. Sousa, Ilza Matias de. II. Universidade Federal do Rio Grande do
Norte. III. Título.
El mito, el paisaje y el hombre en la literatura
ando-boliviana
Esta Dissertação fue juzgada suficiente como uno de los requisitos para la
obtención del grado de Mestre, para fines de conclusión del Programa de Pos-graduação em
Estudos da Linguagem, Área Literatura Comparada de la Universidade Federal do Rio
Grande do Norte – UFRN.
Natal - RN- Brasil, 05/07/ 2010.
Profa. Dra. Ilza Matias de Sousa
ORIENTADORA
BANCA EXAMINADORA
_____________________________________
Profª. Dra. Ilza Matias de Sousa
UFRN – Universidade Federal do Rio Grande do Norte
(Presidente)
______________________________
Prof. Dr. Sebastião Vargas Netto
UFRN – Universidade Federal do Rio Grande do Norte
(Membro)
________________________________
Prof. Dr. Richard A. Gordon
The Ohio State University
(Membro)
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo
subir al cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado,
desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de
fueguitos.- El mundo es eso - reveló- un montón de gente, un
mar de fueguitos. Cada persona brilla con la luz propia entre
todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay gente de fuegos
grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de
fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que
llena el aire de chispas; algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran
ni queman, pero otros arden la vida con tantas ganas que no se
puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende. […]
Eduardo Galeano – El libro de los abrazos
A mis padres Tomás y Juanita, y de ellos heredar
mi sangre andina.
A Mavel, en su memoria.
A mi esposo Carlos Alberto, por el incentivo
constante... ¡cuyos alientos nunca los olvidaré!
A la familia Gómez y Maldonado por el honor
de pertenecerla...
A los autores de la literatura boliviana.
A mis alumnos.
A una de mis patrias, Bolivia.
Les Dedico.
AGRADECIMIENTOS
-
A mi Directora de Investigación, Prof. Dra. Ilza Matias de Sousa, un agradecimiento muy
especial, que con sus conocimientos ha orientado este trabajo de forma competente, y
acompañado un viaje apasionado por la literatura boliviana;
-
A los Departamentos de Letras (DLET) y de Línguas e Literaturas Estrangeiras
Modernas (DLLEM) de la Universidade Federal do Rio Grande do Norte – UFRN, un
agradecimiento cariñoso por las palabras de aliento,
-
A mis amiga Paula Pires Ferreira y Janete con quien siempre he compartido sueños e
ideas,
-
A Elizabete, Secretaria del Postgrado, por su apoyo constante, organización del sistema de
los cursos, así como el calendario de entrega y defensa de los trabajos presentados,
-
A Rossana, Secretaria del Departamento de Letras, por la amabilidad,
eficiencia con que siempre me ha recibido,
-
A todos mis compañeros del Curso del Postgrado, en especial a Socorro Guterres, Ciro,
Alyane Chacon, Samuel, Lenise y Eliane;
-
Al Prof. Abel Elizalde, por la atención dispensada a la labor de este trabajo, con sus
sugerencias y profundos conocimientos sobre el tema – Literatura Hispanoamericana – ;
-
A la Facultad de Humanidades, Departamento de Letras de la Universidad San Simón de
La Paz, por indicar caminos sobre la Literatura Boliviana;
-
A la Casa de la Cultura y a la Biblioteca Central de La Paz – Bolivia, por permitir
consultar libros y el archivo general, principalmente, datos y comentarios sobre los
Premios de Novelas, etc;
-
A Don Tomás Gómez de la Torre, mi padre, por estar siempre a mi lado, en todos los
viajes que he hecho a mi patria del corazón, Bolivia;
-
A Pedro Maldonado, que en La Paz – Bolivia, me ha indicado todas la direcciones de los
posibles caminos por dónde debía empezar;
-
A mi amada abuelita “Vó Nilda”, que en noches gauchas de fríos me ha agasajado;
-
A los Laikas, que en la soledad de los días o madrugadas, sus melodías me hicieron
compañía y me proporcionaron revivir los momentos que estuve en el país andino, sobre
todo repensar mis raíces, mi alma y todo el mundo encantado que Bolivia lo ofrece;
-
A todos que directa o indirectamente han aportado para que este trabajo se realice.
paciencia y
RESUMEN
La presente investigación parte de un estudio con respecto al mito, el paisaje y el hombre en
la literatura boliviana, un país cuya tradición cultural transciende entre lo mítico y la realidad,
con una naturaleza exótica, heredera de personajes extraordinarios de un tiempo remoto, con
vestigios arqueológicos que nos muestran su esplendor, haciéndola particular entre otras
literaturas de hispanoamérica. Para contextualizar el estudio de la literatura de esta nación,
rica en literatura fantástica, comprendiendo sus rasgos en la literatura actual, se ha buscado
rescatar en la historia de sus primeros habitantes, los kollas, la referencia cultural que ellos
heredaron y repasaron, en el proceso de aculturación entre indígenas y españoles. Se
fundamenta el presente estudio en las contribuciones de los teóricos de latinoamérica Antonio
Cornejo Polar, Nestor Canclini y el etnólogo cubano Fernando Ortiz, sobre todo por el
concepto de la transculturación con el crítico uruguayo Ángel Rama. Así, se ha intentado
rescatar un estudio sobre el pasado andino, abordando los fundamentos del componente
mítico en la literatura, abordando el paisaje y la naturaleza como los que ilustran, caracterizan
y dan vida a los personajes míticos y a la problemática social del hombre andino.
Palabras clave: literatura andina, mito, hombre, paisaje.
ABSTRACT
This research was based on a study regarding the myth, the landscape and then man in
Bolivian literature, a country whose cultural tradition transcends myth and reality, with an
exotic nature, inherited from extraordinary people from a remote time, with archeological
remains that show its glory, making it particular among other Latin American literatures. To
contextualize the literary study of this nation, rich in fantasy literature, understanding its traits
in the current literature, we have sought to rescue the history of its first inhabitants, the
Kollas, and the cultural reference they inherited and reviewed in the acculturation process
between indigenous and Spanish people. This study is based on the contributions of Latin
American theorists, such as Antonio Conejo Polar, Nestor Canclini, the Cuban ethnologist
Fernando Ortiz, and especially the concept of transculturation of the Uruguayan critic Ángel
Rama. Thus, we have tried to rescue a study about the Andean past, approaching the
fundamentals of mythic component in literature, addressing landscape and nature as the ones
that illustrate, characterize and give life to the mythical characters and social problems of the
Andean man.
Key words: Andean literature, myth, man, landscape.
LISTA DE FIGURAS
Figura 01: La deidad wiracocha………………………………………………........... 13
Figura 02: El Lago Titikaka…………………………………………………………..
14
Figura 03 y 04: El hombre andino……………………………………………………. 17
Figura 05: Mapa del Tahuantisuyo…………………………………………………...
21
Figura 05: El hombre andino mascando la “coca”…………………………………… 23
Figura 06: El supay en la diablada de Oruro…………………………………………
40
Figura 07: El Ekeko cargado de bienes………………………………………………. 42
Figura 08: El tío de la mina – deidad de los mineros………………………………… 44
Figura 09: El Altiplan o Bolivi ano y vist a del Illim ani…………………..
52
Figura 10: Altipl ano Boliviano ……………………………………………..
60
Figura 11: Los Yungas – Bolivi a………………………………………………
61
Figura 12: La Amazonía Boliviana…………………………………………………...
62
Figura 13: El baile La Morenada……………………………………………………
64
Figura 14: El valle Sarani y región minera…………………………………………... 89
Figura 15: La posesión en el Tiahuanaco…………………………………………….. 100
Figura 16: En el ritual de agradecimiento a sus deidades……………………………
100
Figura 17: Posesión espiritual a cargo del presidente de los amautas: una pareja de
niños y una anciana centenaria……………………………………………………….. 101
Figura 18: En puro respeto a la madre Pachamama y a los Intis andinos……………. 101
Figura 19: La esperanza del hombre andino………………………………………….
102
Figura 20: Cartel de ceremonia de la posesión de Morales………………………….
102
SUMARIO
INTRODUCCIÓN
11
PARTE I
1
LA LITERATURA BOLIVIANA: REVELACIONES DE UN PASADO ANDINO
14
2
FUNDAMENTOS
LITERATURA
28
3
MITOS
ANDI NOS
MANIFESTACIONES
3.1
TEÓRICOS
DE
DEL
COMPONENTE
TRADICIÓN
MÍTICO
ORAL:
EN
LA
PRIMERAS
ILUST RACIONES MÍT ICAS DE LA CIV ILIZACIÓN AIMARA
39
39
PARTE II
4
4.1
FUNCIÓN Y CARACTERIZACIÓN DEL PAISAJE EN LA NARRATIVA
ANDO-BOLIVIANA
E L P A IS A J E B O L IV I A N O – R A S G O D E L R O M A N T IC IS M O ; LA
P R O B L E M Á T IC A S O C IA L D E L H O M B R E A N D IN O – R A S G O D E L
R E A L IS M O
52
53
PARTE III
5
EL MITO, EL HOMBRE Y EL PAISAJE EN LA LITERATURA 64
ANDO-BOLIVIANA
5.1
ASPECTOS DE LA LITERATURA BOLIVIANA MODERNISTA: DE LO
CONTEMPORÁNEO HACIA LO ACTUAL
65
5.2
LA NARRATIVA MINERA DE LOS ANDES: REALISMO Y
PROTESTA SOCIAL DEL HOMBRE ANDO-BOLIVIANO
92
5.3
FIESTAS, CERIMONIAS Y MITOS
97
5.3.1 (Pero) El mito revive en la actualidad
97
CONSIDERACIONES FINALES
103
REFERENCIAS
105
ANEXO 1 - GLOSARIO
115
ANEXO 2 - MAPAS, DATOS, ESTADÍSTICAS
124
11
INTRODUCCIÓN
Este estudio, cuyo tema se denomina El mito, el paisaje y el hombre en la
literatura ando-boliviana, se plantea en algunas ideas que ya las tenía desde el Curso de
Postgrado en Literatura Española e Hispanoamericana 1.
A través de esta investigación, ahora ya más madura en la edad, sería posible
intentar comprender cuáles serían las influencias de lo mágico en los relatos de la literatura
boliviana, profundizar el conocimiento de estos relatos de la literatura regional, comprender
hasta qué punto el pensamiento mítico en la cultura ando-boliviana está presente en el
pensamiento del hombre actual y, aún cómo se presenta en relación a la ideología del hombre
boliviano.
De hecho, que la presente investigación tiene como objetivo general
contextualizar el estudio de la literatura boliviana al rango del mito, el paisaje y sobre todo al
hombre ando-boliviano. Se hará un estudio de la narrativa desde Nataniel Aguirre, Jaime
Mendoza, Alcides Arguedas, Raúl Botelho Gosálvez, y otros, intentando comprender este
pasado andino, los fundamentos del componente mítico en su literatura, las influencias del
paisaje y la naturaleza en la narrativa boliviana, caracterizando el desarrollo de esta literatura,
a partir de la república, sobre todo, las perspectivas de como ésta se proyectó hacia la
narrativa actual.
La metodología del trabajo ha pasado por varias etapas: el proyecto de
investigación ha propuesto un abordaje dialéctico del material estudiado, con articulación del
análisis formal (teórico-descriptivo) y con el análisis estético-ideológico de la narrativa
andina. De manera que se ha intentado leer y contactar lo máximo de la bibliografía en las
librerías, bibliotecas, Universidad de San Andrés (La Paz) y también con el lector de dicha
literatura. 2
1
Este Postgrado, más específicamente Filología Española, Moderna y Latina, lo hice en los años del 1997 al
1999, en la ciudad de Porto Alegre – RS, a través de un convenio entre la ULBRA y la Universidad de las Islas
Baleares - España. En aquella oportunidad empezamos a tener mucho más contacto con la literatura
hispanoamericana, pasamos a estudiar y analizar obras de los autores y, especialmente, los de nuestro continente.
Con el tiempo me di cuenta que la literatura fantástica hacía transcender mi imaginación, pues, en muchos
relatos, siempre estaban presentes los rasgos de la mitología andina, y que por lo tanto, también hacían parte de
mí, en función de mi ascendencia. El curso en filología hispánica me llevaba otra vez a tener la oportunidad de
rescatar aquéllas indagaciones, sobre todo hipótesis con respecto a la literatura fantástica y, principalmente,
volver a un mundo que me llevaba a mis raíces.
2
Es importante decir que ese contacto se ha adquirido estando varias veces en la ciudad de La Paz /Bolivia, y
que después de haber hecho la revisión bibliográfica, investigado aspectos de la narrativa andina, recién se ha
suscrito el interés por dicho tema. En todos los viajes a la ciudad de La Paz, se ha procurado mantener contactos
con personas del medio literario, escritores y periodistas, como por ejemplo Juan Recacoechea, críticos literarios,
12
De acuerdo con el cronograma, en un segundo momento, se ha hecho una
revisión sobre la literatura boliviana, su trayectoria, estilos, autores, obras, etc., para
comprender y atender al objetivo de la Investigación. Posteriormente se ha comenzado a
escribir sus resultados, en forma de capítulos, exponiendo un estudio sobre la literatura de este
país andino, procedimiento metodológico en que basamos la aproximación a la Literatura
Boliviana 3.
La organización general del trabajo para atender a los objetivos propuestos, se
ha planteado en tres partes: en la primera se ha de demostrar la grandiosidad del pasado
andino en la cultura ando-boliviana, resaltando los fundamentos teóricos del componente
mítico en la literatura, y en seguida se produce ilustraciones míticas de la civilización aymara,
con mitos andinos de tradición oral y sus primeras manifestaciones. La segunda parte de la
investigación sobre la función y caracterización del paisaje en la narrativa ando-boliviana, su
influencia en la narrativa de Mendoza, Arguedas y Botelho Gosálvez, y otros. La tercera parte
se intenta rescatar aspectos desde la literatura boliviana modernista, colocando en relieve el
hombre andino y la narrativa de protesta social en la narrativa minera, además del mito y el
paisaje ando-boliviano.
Hubieron muchas dificultades de orden profesional, pero, con mucha
dedicación, orientaciones, lectura, motivación, respeto y admiración a los Intis 4, se presenta
este trabajo y se espera que su contribución sea para el conocimiento y la divulgación de la
literatura boliviana 5: una literatura de grandiosidad histórica, desarrollada con belleza y
precisión.
autores contemporáneos para obtener los datos más fieles sobre la narrativa de Latinoamérica y especialmente la
de este país.
3
Se ha intentado enfatizar el tema con responsabilidad, aún sabiendo que hay mucho más por investigar – la
literatura nos abre caminos – que nos llama a conocer, indagar, descubrir, en fin es una invitación, sin escusas, a
un mundo grandioso de los andes.
4
Intis Dioses andinos. Era el dios sol y siervo de wiracocha, el cual ejercía la soberanía de la actualidad en el
plano divino (Hananpacha). Igualmente era hijo del dios sol del mundo antiguo (Ñaupapacha) y reinaba sobre el
ser humano en el mundo actual (Kaypacha). Inti era la divinidad popular más importante del Imperio incaico
siendo adorado en varios santuarios. Se le entregaban ofrendas de oro, plata y ganado, así como las llamadas
Vírgenes del Sol. También se le hacían ofrendas humanas en el mes de los Capac hucha, la cual muchas veces
consistía en reos de muerte, como dios más importante. Qué lindo es invitar a descubrir el alma y el sentir del
pueblo boliviano a lo largo de la historia.
5
En nuestra Carrera de Letras hay, desde el 2009, una habilitación nueva en Lengua y Literatura Españolas e
Hispanoamericanas. Yo tuve el galardón de iniciar este trabajo de planificación y difusión de las letras
hispánicas, además de algunos profesores de dicho departamento. También muy recién hemos se ha propuesto un
Departamento en Lenguas Extranjeras Modernas – DELLEM, hace parte del Centro de Ciencias Humanas,
Letras y Artes –CCHLA de la UFRN. Esta investigación propone también dar un salto al mundo de las letras
hispánicas junto a otros trabajos de este nuevo departamento.
13
PRIMERA PARTE
1 La Literatura Boliviana: revelaciones de un pasado andino
Figura 01: wiracocha 6
Fuente: Instituto Cultural Quetzalcoatl
Disponible en: <http://www.samaelgnosis.org/revista/ser27/capitulo_10.htm>. Acceso en: 30 mayo 2010
6
Hablar del pasado andino es invitar a que conozcan al Wiracocha. Éste es considerado como el esplendor
originario o El Señor, Maestro del Mundo. En realidad fue la primera divinidad de los antiguos, tanto los
habitantes de Caral, Chavin, Wari y especialmente los Tiahuanacos, que provenían del Lago Titicaca. Surgió de
las aguas, creó el cielo y la tierra. El culto al dios creador supuso un concepto de lo abstracto y de lo intelectual,
y estaba destinado sólo a la nobleza. Wiracocha al igual que otros dioses, fue un dios nómada y tenía un
compañero alado, el Pájaro Inti, una especie de pájaro mago, sabedor de la actualidad y del futuro.
14
1 La Literatura Boliviana: revelaciones de un pasado andino
Soy hombre: duro poco y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba: las estrellas escriben.
Sin entender comprendo: también soy escritura
y en este mismo instante alguien me deletrea.
Octavio Paz
En este primer capítulo con intento de basarnos a la aproximación de la
Literatura Boliviana: el mito, el paisaje y el hombre, entendiendo el tema como argumento de
la narrativa mítica y principalmente qué aspectos míticos hay en esa narrativa de la literatura
boliviana, se presenta un estudio de esta literatura desde sus orígenes proponiendo así un
mejor entendimiento sobre el estudio – que es investigar aspectos andinos sobre el mito, el
hombre y el paisaje en la literatura ando-boliviana.
Se ha decidido exponer lo más importante del contexto histórico-cultural, que
Bolivia ha evidenciado en todos estos siglos, reviviendo el aspecto mítico en el pensamiento
del hombre andino, con sus creencias metafísicas sobre el mundo, su devoción a los
fenómenos de la naturaleza, explicaciones que siempre demuestran un elevado respeto por sus
deidades. Deidades estas, que advienen de una sociedad milenaria y, que al leer la narrativa
boliviana, vamos siempre a confrontarnos, encontrándolas, muchas veces, por ejemplo en
formas de personajes, como en Altiplano de Botelho Gosálvez (1996):
No se detiene aquí la historia de los Villca, por que en verdad sólo se ha
dicho la parte que concierne a su fortuna, pero su sangre, su origen, ¡ah!, en
el magín de ambos hermanos nacieron dos extrañas leyendas, la de Huayna
Kapaj y la del Condor Mallku.
Una decía que sus antepasados fueron hijos naturales del Inca Huayna
Kapaj, de tal manera que por sus venas corría noble sangre de monarcas del
Kosko, sangre imperial, sangre del Inti-Pachakamaj. La otra contaba que el
primer Villca había sido engendrado por un Cóndor blanco que solía ir a la
Isla de la Luna donde vivían las Vírgenes. Allí poseyó a la más bella de las
Escogidas del Inca la cual al ser descubierta fue expulsada por la Coya. La
bella Ñusta fue a parar en un ayllu 7 de indios del Kollasuyo, en las
márgenes del Titicaca. Allí nació el hijo del Cóndor –Mallku.
(GOSÁLVEZ, 1996, p. 35- 36)
7
El ayllu se regía por un Consejo de Ancianos que precedía un Curata; este Consejo elegía, para emprender y
dirigir las acciones guerreras, a un Sinchi, Sapana o Mallku: jefes guerreros.
15
Hay apuntado en el apellido Willka una figura legendaria, como si fuese algo
temible, de la obra de Ramiro Morales “Zárate, el temible Willka”. Ya en Los comentarios
reales, de Garcilaso de la Vega, Willca es corrupción española de Willka, que significa
grandeza o eminencia, cosas dignas de admiración. Según Ludovico Bertonio, Willka es
arcaísmo aymara, que es denominativo de sol.
Figura 02: Lago Titicaca
Fuente: Disponible en: <http:// http://biomattiolli.zip.net/>. Acceso en: 30 mayo 2010
También aparece explícito esta característica en el cuento Demasiado Tarde de
Antonio de la Quintana (1966), la devoción a sus deidades, de esta vez a la Madre Tierra,
conocida en el lenguaje andino como “Pachamama”:
Luego, ‘challaba’ sorbiendo el alcohol que había llevado como los otros en
una botella cualquiera que pasaba de boca en boca, mientras se cumplía con
el convite ceremonial a la Pachamama y se repetía las palabras
sacramentales: ‘sumaj horapi cachun’, ‘jallalla Mallcu’8. (QUINTANA
p.120)
8
Su traducción – el vocablo en pretérito imperfecto challaba del verbo challar, que quiere decir ofrendar con
coca, licor o chicha; Sumaj horap cachun Sea buena la tierra; Jallalla Mallcu Viva el Cóndor.
16
Por lo tanto, hacer un estudio que favorezca el entendimiento del aspecto
mítico de esta sociedad, pasando a comprender de dónde y cómo ha surgido esa característica
en el hombre ando-boliviano - unas veces con coraje, religiosidad, determinación, firmeza u
otras veces miedoso, humillado, desilusionado, tímido, sumiso - será fundamental para la
comprensión de este estudio. Se sostiene que esas características en el hombre boliviano, su
modo de pensar, de hacer y resolver las cosas, influenciaron de forma decisiva, a la creación
de una narrativa llena de ficción, rica en realismo fantástico, habiendo así una existencia muy
fuerte de este estilo en la narrativa boliviana, que llega a ser peculiar a ese medio literario.
Bolivia 9, así como Ecuador y Perú ocupan la zona en que se asentó el antiguo
Imperio de los Incas. Pero mucho antes de los Incas, una cultura poderosa irradió del Ande
Boliviano a todos los territorios vecinos, hoy Sudamérica. Segundo Montesinos, cronista
colonial que interesado por el pasado andino, hizo un estudio y nos ha dejado una lista de
cien reyes católicos con sus nombres y cronologías, que remontan al principio de la era
cristiana. Excluyendo los catorce incas conocidos, que comienza por Manco-Capak, los
ochenta y seis restantes fueron soberanos kollas 10; estos Kollas señorearon medio continente,
y esta cultura pervive en muchas de las costumbres de los pueblos primitivos y por eso hay
una fuerte presencia indígena en su literatura.
No se puede descubrir América sin descubrir a sus habitantes, sería descubrir
una tierra muerta, despoblada, sin alma. El verdadero descubrimiento de América requiere,
hoy, comprender al indígena, como historia, como cultura, con toda la desigualdad social que
ha sufrido. Es buscar incesantemente la historia de los Kollas 11, mirándolos como habitantes
imperturbables, silenciosos, con una lengua original, que resistieron la ola quechua y el
torrente español 12, guardando el secreto del pasado esplendor; habiendo que investigar la
historia por ser, únicamente, la motivación angustiante que cierra el paso a los que procuran
su huella.
9
Bolivia, como muy pocos países en el continente americano, es heredera de una tradición cultural cuyos
vestigios arqueológicos nos hablan de todas sus grandezas. Su Literatura es la resultante de una serie de factores
étnicos, históricos, sociales y culturales que determinan su ser sustancial. Se puede decir que esta tradición,
principalmente la indígena, representa la esencia, la base de la actual Literatura Boliviana.
10
Primitivo habitante de la meseta ando-boliviana.
11
Los Kollas, aymaras o primitivos andinos, aunque muchas veces aparecen citados en los modernos textos de
historia y de arte, viven todavía en los hábitos ancestrales, y en la propia lengua aymara. Esa cultura remotísima,
creadora de las actuales ruinas de Tiahuanaco y de otras fábricas líticas diseminadas por la meseta, generó las
formas religiosas, políticas, sociales y artísticas que de ella heredaron las sociedades andinas posteriores.
12
Hablamos de resistencia porque mismo con la dinastía quechua ya dominando el Imperio Incaico - se ha
mantenido la cultura aymara, además con la llegada de los españoles también ha sobrevivido esta cultura.
17
Figura 03: hombre andino
Fuente: Disponible en: < www.gfbv.it/3dossier/ind-voelker/coca/coca.jpg >. Acceso en: 30 mayo 2010
Figura 04: hombre andino
18
Nos proporciona un énfasis sobre esto, el escritor Fernando Díez de Medina en
su obra Literatura Boliviana:
[...] ¡Id a la lengua autóctona, despertad sus músicas arcaicas, si queréis
comprender el grande pasado andino! Así como el tiempo mítico asoma en
el prodigio de las cordilleras, el alma Kolla se amuralló en la penumbra
sinfónica del idioma. El indio que dura, su lengua que perdura, encierran el
enigma Kolla. (MEDINA, 1981, p.82)
La figura del hombre andino resiste ante todo, vivir sigue siendo un gran
desafío, al honor y al nombre de los grandes dioses. Para él, el hombre es un ser transitorio,
un ave de paso, momentáneamente en su individualidad. Como nos dice Miguel Ángel
Asturias (1970):
[…] vive aspirando liberarse para volver a unirse al Todo, ve su autonomía
como un angustioso enajenamiento. Su idea de sí mismo es tal que emigra,
trasmigra, fácilmente en sus pensamientos para entrar en otros seres o
retroceder a través del tiempo a sus orígenes legendarios. (ASTURIAS,
1970, p. 15)
El origen de esos habitantes primitivos de la meseta ando-boliviana, que son
llamados de Kolla o aymara, oscila entre el mito y la prehistoria. Para muchos su origen es un
gran misterio: para unos, son oriundos del lugar, para otros, son frutos de migraciones y
trasplantes raciales; Kolla, según la filología, quiere decir “el primero, o cosa primera”.
Cuando Keyserling dijo de los habitantes “estos hombres son muchísimo más viejos de cuanto
se ha supuesto hasta ahora”, lo ha dicho todo. El gran Imperio Aymara, con todo su poderío
andino mantuvo ciclos sucesivos de prosperidad, lo que más tarde sería dominado por varios
siglos por los Kéchuas. Comprobamos esto, en las palabras de Medina (1981, p. 79), “lo
primero que se debe aprender para un estudio consciente del pasado andino es esto: en el
principio fue el aymara, después el quechua.” El espíritu andino tiene un pasado fabuloso por
excelencia, que no conoce término, que siempre se remonta a los tiempos geológicos, a la
mitología principalmente, adoraba montes y astros, piedras, árboles, ríos y lagos, tuvo
concepción totemística de la naturaleza. Para ellos la palabra “Pacha”, palabra sagrada, el más
remoto dios del Ande inmemorial: “Pacha”, deidad que baja de la montaña, el Señor del
Mundo, palabra primordial del mito andino, la fuerza absorbente y coordinante, la gran deidad
telúrica que lo comprende y lo resume todo. Creemos así, que esos rasgos míticos de sus
antepasados iluminan el horizonte de la historia literaria. De acuerdo con Medina (1981) “los
19
Kollas, aymaras, o primitivos andinos, viven todavía en la leyenda, en la piedra, en la
geografía, en la raza”.
Si aymara 13 es la voz grave que carga de majestad y pesadumbre el diálogo de
la historia, quechua es el tono alto que clarifica el verbo de la voz. A diferencia del Kolla, que
entronca con la tradición y por ella sube y se encumbra hasta la alteza del mito, el Inca se
desprende de la leyenda para convertirse en historia positiva. Uno resume todo el misterio
andino, llevándonos a la niebla finísima de los tiempos nocturnos; el otro, maleable y vivaz,
se desenvuelve a plena luz. Y si la gloria del Incario transciende al continente es porque los
quechuas, señores de acción, supieron ser también los tejedores de su nombre. Garcilaso de la
Vega 14 (1609), maravillosa y sutilmente, en sus Comentarios reales, demuestra que la vida
está tejida de realidad y fantasía, e indaga hasta qué punto la historia es sólo un sueño hecho
de verdad. Esto nos remonta a la pareja mítica Manco-Cápac y Mama-Ocllo 15, que no es
foránea sino autóctona. Podemos imaginar que, ¿aymara, quechua, son sobrevivientes de otra
cultura extinta? Naturalmente, según la historia los fundadores del Imperio Quechua son
andinos y, que los dos apellidos culminantes de la raza se nombran aymara y quechua, o en
otros vocablos kolla e Inca, respectivamente. Cornejo Polar (2000) cuando habla de suturar
las hendiduras de la heterogeneidad nacional, defiende que, sobre la obra de Garcilaso
Comentarios Reales,
Como é sobejamente conhecido, a obra íntegra de Garcilaso é um
empenhado e mesmo obsessivo trabalho em torno de sua condição mestiça;
13
La lengua aymara es la tercera lengua autóctona más hablada en Sudamérica, después del quechua y el
guaraní. Tiene aproximadamente unos dos millones de hablantes en Bolivia, cerca de medio millón en Perú y
unas decenas de miles en norte de Chile.
14
El Inca Garcilaso de la Vega es una de las figuras más representativas de la literatura hispanoamericana. Su
obra cumbre, Los Comentarios Reales de los Incas, relata y retrata de manera singular, la idiosincrasia,
costumbres y forma de vivir de la gloriosa época de los Incas. Su nacimiento, en el Cuzco el 12 de abril de 1539
marca de manera inequívoca, el surgimiento de una figura literaria de magnitud incomparable. Era hijo del
conquistador español capitán Sebastián Garcilaso de la Vega, de la nobleza extremeña, y de la ñusta o princesa
inca Isabel Chimpu Ocllo, nieta del Inca Túpac Yupanqui y sobrina del Inca Huayna Cápac, emperador del
"reino los cuatro partes" o Tahuantinsuyo (nombre del Imperio incaico en su lengua nativa quechua). Por causa
de la privilegiada posición de su padre, que perteneció a la facción de Francisco Pizarro hasta que se pasó al
bando del virrey La Gasca, fue bautizado con los apellidos del mayor de sus tíos paternos y de otros antepasados
que pertenecieron a la casa de Feria; estudió en el colegio de Indios Nobles del Cuzco, el Inca Garcilaso de la
Vega recibió en Cuzco una esmerada educación al lado de los hijos de Francisco y Gonzalo Pizarro, mestizos e
ilegítimos como él, pero durante sus primeros años estuvo en estrecho contacto con su madre y con lo más
selecto de la nobleza incaica, por ejemplo los hijos del emperador Huayna Cápac: Paullu Inca y Tito Auquí.
Accedió pues a la instrucción de los amautas o sabios incas versados en la mitología y cultura incas:
Estas y otras semejantes pláticas tenían los Incas y Pallas en sus visitas, y con la memoria del bien perdido
siempre acababan su conversación en lágrimas y llanto, diciendo: "Trocósenos el reinar en vasallaje, etc." En
estas pláticas, yo como muchacho, entraba y salía muchas veces donde ellos estaban y me holgaba de las oír,
como holgaban los tales de oír fábulas (Comentarios reales, I, 1, 15)
15
Pareja mítica de la Civilización Inca y tronco adámico del Incario.
20
ou melhor, uma laboriosa semiose destinada a produzir a legitimidade dessa
condição, pessoal e socialmente, começando pela legitimidade de uma
escrita – a sua própria – que se autopropõe como articulação harmônica do
vário e do mesclado: como escrita mestiça, em suma. Certamente, ela o é,
em muitos sentidos. Basta recordar que vincula tradições hispânicas e
quéchuas, que supõe o constante trânsito da oralidade à escrita notável
sobretudo quando se trata da oralidade quéchua transvasada à escrita em
espanhol. (CORNEJO POLAR, p. 60)
Gruzinski (1991) delinea una especie de poética del mestizaje y de hibridación,
donde el mestizaje es como un “embate de civilizaciones o de conjuntos históricos
diferentes”, como en el caso entre españoles y los habitantes andinos, e hibridación como los
“embates en el interior de una misma civilización o de un mismo conjunto histórico”, como
en el caso de los aymaras y quechuas.
El Imperio de los Incas 16 es formado con el declinar del Imperio Kolla, es
como si fuese su hermano menor. Los dos idiomas aymara y quechua, idiomas-madres, se
mezclan, son parte de una cultura híbrida, como afirma Gruzinski (1991), con raíces y
desinencias, sonidos y significaciones; llegan a ser criaturas de una misma sangre. El aire que
respiran ambos pueblos es idéntico, tradiciones y costumbres también es semejante. La línea
aymara-quechua siguió su curso, con extrema identidad andina, con la misma proeza
antropológica.
16
Calendario de Fiestas y Rituales de los Incas:
AGOSTO
SETIEMBRE
OCTUBRE
NOVIEMBRE
DICIEMBRE
ENERO
FEBRERO
MARZO
ABRIL
MAYO
JUNIO
JULIO
YAPAKIS
KOYA RAYMI
UMA RAYMI
AYAMARKA
KAPAJ RAYMI
JUCHUY PUKUY
QATUN PUKUY
PACHA PUKUY
ARIWAKIS
QATUN KUSKI
AWKAY KUSHI
CHANA WARKIS
Purificación General (Sembradura)
Sitwa (expulsión de las enfermedades)
Fiesta del Agua
Procesión de los Finados
Capac Raymi (Fiesta Principal)
Pequeña Madurez
Gran Madurez
Pacha Puchuy (Maturación)
Danza Del Maíz
Cosecha
Inti Raymi (Fiesta del Sol)
Purificación terrenal
21
Figura 04: El Tahuantisuyo 17
Fuente: Disponible en: <http www.portalinca.com/estado/tahuantinsuyo.gif/>. Acceso en: 03 mayo 2010
La historia nos trae un vacío sobre la caída del último emperador aymara y la
aparición del primer Inca. Se puede decir, que es probable, que la pareja fundadora del Incario
haya huido del Kollasuyo 18 escapando a la devastación de las guerras civiles, haya habitado la
Isla del Sol, donde tomó su blasón teogónico y marchado después a Cuzco para clavar el cetro
aurífero de los kollas en el flanco de piedra del Huanacauri. De esta fusión de los mitos
solares y lacustres, con el símbolo telúrico, nació la monarquía incaica.
El Inca Manco-Cápac 19 y Mama-Ocllo, conocidos como Hijos del Sol,
provenían de la postrera dinastía kolla. Cuando fue desmembrado el último imperio aymara el
pueblo andino se dispersó, algunos príncipes kollas se refugiaron en los altos montes para
17
El Tahuantinsuyo o imperio de los incas tuvo una trayectoria brillante y fugaz; su evolución fue interrumpida
por la invasión española de 1532, en un momento en que se encontraba debilitado por luchas internas y afloraban
algunos signos de decadencia. Su expansión alcanzó a la región andina casi en su totalidad. Los comienzos del
Tahuantinsuyo se sitúan alrededor del 1300 de nuestra era, su expansión hacia el 1450 y su colapso en 1532.
Considerando las actuales divisiones políticas, el Tahuantinsuyo incluyó una pequeña zona del sur de Colombia,
el altiplano y la costa desértica del Perú, el altiplano de Bolivia, el noroeste de Argentina y todo el árido norte y
las fértiles tierras del centro de Chile hasta el río Maule, a 36º de latitud sur. Comprendía dos zonas principales:
la sierra o altiplano, en cuya área central se originó el imperio; y la costa tropical, pantanosa y húmeda en el
Ecuador, y desértica y sin lluvias en Perú y Chile. Dos caminos de norte a sur constituían la espina dorsal de las
comunicaciones. El primero, bordeando la costa, medía 4.050 kilómetros y el segundo, a través de la sierra, tenía
5.180 kilómetros. La afirmación de algunos cronistas de que en el Tahuantinsuyo se organizaron ejércitos de 200
mil a 300 mil soldados no es exagerada si se acepta una población total en torno a los trece millones.
18
Tierra de los kollas.
19
Después de Manco Cápac el Imperio Inca tuvo doce Incas: Sinchi Roca, LloqueYupanqui, Mayta Cápac,
Quapac Yupanqui, Inca Roca, Titu Cusi Huallpa (también llamado de Yahuar Huácac), Wiracocha, Cusi
Yupanqui (llamado después de Pachacuti), Tupac Yupanqui, Huayna Cápac, Huáscar y Atahualpa.
22
escapar de la matanza, pocas generaciones bastaron para transformar reyes destronados en
pastores nómadas.
En un manuscrito del P. Jerónimo de las Cuevas, según Medina (1975), ya
contenía valerosas revelaciones acerca de los mitos y la historia de los primeros aymaras
terminado en 1578, con un diálogo en español arcaico, reconstituido de la siguiente forma:
Manco-Cápac con su consorte salieron a consultar al Apu-Amauta, el último sacerdote que
compartía con ellos el pan del ostracismo. Dijo el jefe aymara: – “Gran Padre que lees el
Tiempo, ¿debemos seguir en esta vida arrastrada?” El hechicero arrojó unas hojas de coca
al aire 20 y observando cómo caían al suelo contestó: – “¡Oh mi Señor, el Hijo de la Tierra!
Duélese Wiracocha de tu infortunio, y la hora del resurgimiento ha llegado!” El Gran
“Manco”se impacientó de ardor bélico: – “¿Por dónde comenzaré a reconquistar la tierra?”
Y el hechicero, impasible, contestó: _ “No regreses al kollao; faltan muchas lunas para que
tu sangre vuelva a imperar en la montaña. Desvía la ruta, marcha hacia el norte, busca el
Titicaca, matriz de todo lo creado, santuario de tus mayores, y reemprende luego tu marcha,
siempre al norte, hasta que este cetro de oro se hunda en el suelo; allí fundarás el nuevo
imperio. Y sólo los hijos de los hijos de tus hijos volverán a señorear el Ande.” Esa es la
leyenda y, la profecía, como contexto histórico de una realidad de la monarquía incaica. El
hecho de arrojar las hojas de coca al aire representa un rito que para los aymaras es algo que
sirve de previsión del futuro 21. Hasta nuestros días, la coca ha conservado su importancia en
las poblaciones indígenas, y se encuentran todavía, rasgos de la veneración religiosa de la cual
fue el objeto, de la misma manera su poder curativo y alimenticio fue científicamente
comprobado.
20
Apu-Amauta, hombre importante en el Incario, hechicero, adivino, sabio. Acostumbraba ver el futuro, a través
de las hojas de coca. Actualmente aún existen personas con este don. Aquí se encuentra una fuerte presencia de
las muchas creencias de esta civilización.
Os amautas tinham funções próprias no Império. Os filósofos ou sábios que tinham entre eles (os astecas)
encarregados de pintar todas as ciências que sabiam e entendiam e ensinar de cor todos os cantos que
conservavam suas ciências e histórias. (ENRIQUE DUSSEL, 1993, p. 120)
21
En la cultura andina siempre que se planifica una meta o un trabajo, por más sencillo que sea, hay una
costumbre de mascar la coca y sentirla. Este acto de masticarla es lleno de fantasía y algo de fantástico. Siempre
hay una previsión de este futuro tan cercano. Con mis ascendentes eso siempre fue natural, y en tiempos que no
había coca se podía hacer lo mismo con hojas de tabaco. La hoja de coca representa para los indígenas; la fuerza,
la vida, es un alimento espiritual que les permite entrar en contacto con sus divinidades “Apus, Achachilas, Tata
Inti, Mama Quilla, Pachamama”.
23
Figura 05: El hombre andino mascando la “coca”.
Fuente: Disponible en: < www.gfbv.it/3dossier/ind-voelker/coca/coca.jpg >. Acceso en: 30 mayo 2010
Encontramos también en Altiplano un pasaje que nos ilustra, en ese sentido, los
orígenes valiosos, revelaciones acerca de los mitos y la historia de los primeros aymaras y sus
descendencias. Hablando de su origen de sangre, de la ascendencia de la familia de los Vilca,
donde están representadas “extrañas leyendas”:
[…] por que en verdad sólo se ha dicho la parte que concierne a su fortuna,
pero su sangre, su origen, ¡ah!, en el magín de ambos hermanos nacieron dos
extrañas leyendas, la de Huayna Kapaj y la del Condor Mallku.
Una decía que sus antepasados fueron hijos naturales del Inca Huayna
Kapaj, de tal manera que por sus venas corría noble sangre de monarcas del
Kosko, sangre imperial, sangre del Inti-Pachakamaj. La otra contaba que el
primer Villca había sido engendrado por un Cóndor blanco que solía ir a la
Isla de la Luna donde vivían las Vírgenes. (BOTELHO GOSÁLVEZ, 1996,
pp.35 -36.)
Se sabe que Manco-Cápac y Mama-Ocllo, aterrados de ver consumirse su
linaje en el ostracismo y miseria, sintieron en sus venas el llamado de la raza: se propusieron
reconstituir el imperio de sus antepasados, buscando ámbito nuevo para sus hazañas. Como el
soplo asiático en la civilización mediterránea, el aymara se transfunde en el quechua, le da su
vitalidad, su ímpetu; absorbe, en cambio, su poder transformante, su ductilidad y su inventiva.
24
El viejo tronco andino reflorece en savia nueva. Esta misma pareja legendaria transmite al
pueblo quechua los misterios religiosos, la ciencia política y social, el arte militar de los
antiguos aymaras. El Incario no fue una creación de la nada, sino un renacimiento y
continuación de la raza andina; consideraban al sol como deidad mítica en el firmamento,
implantaron el culto solar creyendo ser más próximo a la razón primitiva (que adoraban los
astros), más accesible a la comprensión de las razas. El saber repentino de los primeros Incas,
que deslumbraban muchedumbres con su culto esotérico y su saber administrativo; saber ese,
que era creído, como manifestación súbita de la deidad solar en los reyes Hijos del Sol, es
decir el Inca, Hijo del Sol, es la deidad encarnada para gobernar el mundo, esto nos
comprueba un profundo resultado de la experiencia acumulada por culturas anteriores.
Históricamente, el Tahuantinsuyo 22 es la mayor hazaña política del Continente
Sur. Inicialmente, comprendía la región de las cuatro “antis”: Antisuyo, Cuntisuyo,
Kollasuyo, Chinchasuyo, entre las actuales cordilleras de Bolivia, Perú, Ecuador y Chile; más
tarde, repitiendo tal vez la proeza aymara, los Incas extendieron el Imperio más allá de las
cordilleras, conquistando valles, zona tropicales y costeras. El Inca implanta una teocracia
oligárquica y cooperativa como forma de gobierno, participa por igual de la rigidez jerárquica,
es la autoridad suprema, manda y es obedecido – en contrapartida asume la responsabilidad
para con el pueblo –, pues gobierna para todos. Pero la división de la sociedad estaba regida
de la siguiente forma: la ciencia estaba reservada para la nobleza y el trabajo especializado en
gran escala para el pueblo; esto estaba basado en la idea de que el mucho saber corrompe a los
débiles y debilita la posición de los fuertes. Así lo repetía el gran Túpac-Inca-Yupanqui: “El
pueblo a sus oficios, y el gobernar para los nobles”.
En toda su extensión, los Incas, maestros en el arte de gobernar, unificaron el
Imperio mediante un sistema político-social casi perfecto, reedificando ciudades, explotando
las riquezas de la tierra, uniendo caminos en las regiones más distantes, desarrollando una
arquitectura monumental. Tuvieron una rigurosa organización administrada por un poder
aristocrático y centralista, compuesto por reyes, sacerdotes, amautas o sabios, haravécs o
poetas cortesanos, capitanes, maestros de ceremonias públicas, administradores, orfebres,
alfareros, canteros, sus metalurgos que trabajaban con el oro, estaño o cobre y la comunidad
en general.
Pasado los doce Reyes Incas, el duodécimo se llamaba Huayna-Cápac, era
conocido como Mozo Rico, de hazañas extraordinarias, pero en ese tiempo su imperio era tan
extenso que su gobierno se tornó muy difícil “estallaron grandes rebeliones que Hayna22
El Imperio de las Cuatro Partes del Mundo, como se llamó a los territorios sojuzgados por el Inca.
25
Cápac reprimió duramente, lamentándose después de lo sucedido”, como nos afirma Medina.
Sin tener grandes esperanzas, vinieron los temores y como no podía ser diferente, también los
presagios, llegaba el “chasqui”, que era el mensajero-correo del Inca, trayendo una nueva
terrible – hombres extraños y barbados – suben de la costa septentrional al imperio. Eran los
españoles que ya se aproximaban al gran territorio andino. Esto viene a confirmar a una visión
que su antepasado - el Inca Wirakocha - tuvo de la deidad, que pasado doce reyes, vendrá
gente nueva, ganará y sujetará a su mando todos los reinos de ellos y otros muchos. Este Inca,
Huayna Cápac, indirectamente, contribuyó para la fragilidad que se encontraba el Imperio, al
tener un hijo heredero, último Inca legítimo con nombre de Huáscar, y concomitante a las
galanterías tuvo a Atahualpa 23, hijo bastardo, que muy astuto y cauteloso, valiente y
sanguinario, viene a traicionar a su hermano por el poder. En este escenario llegan los
españoles y encuentran un clima de descontentamiento, discordia, codicia, envidia, ansias por
el poder y sobre todo un ambiente fragilizado.
El choque de la conquista española produjo el aniquilamiento de la civilización
autóctona, que segundo Gruzinski sería un proceso de mestizaje ya que se trataba de culturas e
conjuntos históricos diferentes. Hablando de una visión americana de la conquista, Gordon
Brotherston (1993) afirma
Lo que se llama la conquista de América no fue un hecho instantáneo ni
terminó con las hazañas de los Cortés y de los Pizarro que en su momento
entraron triunfantes en los dos grandes imperios centrados en Tenochtitlan,
capital azteca, y Cuzco, capital del Tahuantinsuyo inca. Más bien se trata de
un fenómeno complejo, que se fue produciendo a lo largo de los cinco siglos.
(GORDON apud ANA PIZARRO, 1993, p.65)
Ilustramos este choque bajo anhelos y nostalgia, con un pasaje de la obra de
Gosálvez (1992) en La Lanza Capitana, donde sus personajes General Muyupuraca, General
Apasa y Tupaj Katari comentan:
Esta guerra la continuarán nuestros hijos; y si ellos no vencen, la seguirán
nuestros nietos; y bisnietos hasta lograr la victoria.[...] Nosotros queremos
que los enemigos de nuestro pueblo, los que nos están aniquilando,
23
No Tahuantinsuyo, o Perú dos incas, a resistência foi muito maior e prolongada do que entre os aztecas, e as
traições dos europeus mais cínicas do que em qualquer outra parte (como a perpetrada contra Atahualpa em
Cajamarca [...] Manco Cápac, o novo inca atacou durante oito meses a Cuzco, mas no fim se refugiou em Vilcabamba nas cordilheiras andinas. A resistência chegou até o século XVII, e Machu Pichu é um testemunho de
refúgios dos incas nos Andes, nunca conquistados. A rebelião de Tupac Amaru a partir de 1780 foi a última de
grandes proporções antes da emancipação da Espanha – já que, sem interrupção, os incas nunca deixaram de
“resistir”. (Cf ENRIQUE DUSSEL, 1993, p. 143.)
26
arrebatando nuestras tierras, sepultando en vida en las minas y condenando
nuestra raza a un destino de exterminio y sumisión, ‘se manden a su patria’.
[...] Seguirá el asedio, extremaremos los ataques hasta el momento propicio
en que como fruta madura, la ciudad caiga en nuestras manos y hagamos
justicia... [...] ¿Qué vale – pregunto a vosotros –, la pérdida de una vida, la
muerte de mi corazón, ante la perspectiva de obtener la libertad de este
suelo? Mirad esos campos que se extienden de un confín a otro de la
cordillera y que empieza a anegar la fría noche; antes fueron nuestros. El
magro fruto que producíamos con el esfuerzo de nuestras manos pertenecía a
todos y sustentaba el esplendor de la civilización incaica. Ahora estas tierras
a cuyo destino nos une ancestral ligazón, no nos pertenece porque el rey
extranjero se atribuye un injusto derecho de conquista por el cual distribuye
la tierra y sus frutos entre los vasallos de su credo y de su raza, disponiendo
de nosotros como de bienes mostrencos. [...] La tierra es nuestra, pero nos
faltó coraje para defenderla. (BOTELHO GOSÁLVEZ, 1992, p. 49-52)
Tenemos en otro fragmento en la misma obra, también muy interesante,
cuando Botelho Gosálvez (1992), de forma espectacular, nos narra los momentos finales de
Tupaj Katari, personaje protagonista, ya aprisionado y condenado a muerte por los españoles,
no confiesa arrepentimiento de sus actos y de modo enfático contesta al fraile:
Antes todo era puro, simple y claro como el agua de los torrentes que bajan
de las cumbres lamiendo las lustrosas rocas. Vosotros habéis enturbiado esas
aguas. Amábamos la luz; nuestros dioses eran el sol que resplandece en el
día y la suave luna que ilumina la noche y despeja sus terrores. Los tuyos
trajeron, entonces, como símbolo de amor y sumisión, un Dios crucificado,
hecho de oscura sangre y de gemidos, en cuyo nombres nos hicieron
esclavos de lo que no comprendemos. (BOTELHO GOSÁLVEZ, 1992, p.
96)
Su religión, sus instituciones políticas y sociales, su arte militar, su economía
agraria socializada tuvieron que ceder al racionalismo científico de los españoles. Haber
destruido la economía agraria del nativo, convirtiéndola en otra de explotación para servicio
exclusivo de una minoría dominante, destruir sus monumentos de religiosidad imponiendo la
suya 24, explotar las grandes fortunas a costa del despojo y la miseria del pueblo andino eso ha
sido como dicen los historiadores: gran masacre 25.
Por recompensa, la historia también nos relata que a través de la conquista, ya
en proceso de coloniaje, es importante destacar, que a diferencia del inglés - que coloniza sin
confundirse con el nativo – , el español une sangre y espíritu con el nativo, comienza un
24
Para construir los templos cristianos utilizaron las piedras y los metales de los templos del sol y la luna.
Entre os incas também o “fim do mundo” se expressa de maneira clara na expressão já indicada de
pachakuti. Em todo o império rapidamente correu o boato de que o tempo dos incas terminara com a chegada
dos invasores.(ENRIQUE DUSSEL,1993, p.145)
25
27
latido español a germinar en los misterios de un vientre autóctono, como en las palabras de
Medina (1981), luego “ una nueva planta humana extraña, temible, fascinadora, imprime su
genio y su locura al mundo americano: ha nacido el mestizaje”. En espíritu de aventura,
respaldado por la fusión teológica, económica y política, hicieron de la hazaña su meta: la
conquista por cualquier precio.
De acuerdo con Dussel (1993) la conquista es un proceso militar, práctico violento
que incluye dialécticamente el otro como “si- mesmo”, es decir, este otro le es negado como ser,
pasa a ser sometido al otro y, este como opresor impone que se incorpore a la totalidad como si
fuese un instrumento, es oprimido a condiciones de “encomendado”. (ENRIQUE DUSSEL, 1993,
p. 44)
En el texto “Encontro” de dois mundos?, de Enrique Dussel (1993, p. 64)
corrobora en decir que es un eufemismo hablar de un “encuentro” de dos mundos, dos culturas
(inca y española). Esto porque oculta la verdadera destrucción del mundo indígena y de su cultura.
Ya que este encuentro más fue una gran masacre, devastador en su totalidad. De ello ha nacido
una nueva cultura en latinoamérica, ya sincrética, hibrida, cuyo sujeto es la raza aún mestiza.
Quer dizer, nenhum “encontro” pôde ser realizado pois havia um total
desprezo pelos ritos, deuses, mitos, crenças indígenas. Tudo foi apagado com
um método de tabula rasa. É evidente que, no claro-escuro das práticas
cotidianas, iniciava-se uma religião sincrética, que a mais pura Inquisição
(quando houve) não pôde evitar.
O conceito de “encontro” é encobridor porque se estabelece ocultando a
dominação do “eu” europeu, de seu “mundo”, sobre o “mundo do outro”, do
índio. (ENRIQUE DUSSEL, 1993, p.64, 65)
En cualquier caso cultura compuesta, doble raíz, fusión de contrarios, así está
mezclado el carácter del hombre boliviano, traen en las venas lo telúrico y lo humano. Hugo
Buero Rojo (1966) afirma “el hombre sigue el mismo, a pesar de que nuevos credos le han
sido inculcados por jesuitas y franciscanos: se arrodilla delante del Cristo entre tanto derrama
coca o chica para la Pachamama – diosa de la tierra” intenta conciliar la verdad del Cristo con
el fulgor de Inti – el Dios Sol, no olvida la veneración de la Pacha Mama y otras deidades,
como también cree en la religión heredada por los conquistadores. Eso hace parte de su mayor
tesoro, la unión de culturas ha dado lugar a un pueblo que vive de lo imaginario y de lo real a
un mismo tiempo, que cree en el Dios Cristiano pero no olvida y sigue venerando a sus
costumbres telúricas, vemos eso de manera bien clara en su literatura – esto la hace particular
y la engrandece.
28
2 Fundamentos Teóricos del Componente Mítico en la Literatura
Ando-boliviana
Un mito es un relato de carácter fabuloso o fantástico acerca del
mundo, de los hombres o de los dioses, que pretende ser una
explicación total de los mismos. Los mitos suelen guardar una
profunda relación con las creencias y con los cultos religiosos y
forman parte esencial de la tradición y de los sentimientos
culturales. Los mitos están muy emparentados con las leyendas,
pero se diferencian en que, mientras que los mitos son relatos
puramente imaginarios, las leyendas pueden estar basadas en
acontecimientos reales.
La Mitología es un terreno de dominio complejo y amplio que, a lo largo del
tiempo, ha recibido enfoques y abordajes de los más diversos. Nuestro entendimiento de la
complejidad del abordaje del mito, se concreta cuando Marcel (1992) defiende esa idea y se
indaga:
De onde vem esse saber etéreo que a mesma palavra – Mitologia – designa,
concomitantemente, às práticas narrativas, às histórias conhecidas de todos,
e os discursos interpretativos que falam sobre ela, com estilo e tom de uma
ciência, a partir da metade do século XIX? Por que razão falar de mitologia é
sempre, mais ou menos explicitamente, falar do grego ou remontar à Grécia?
(Marcel Detienne, 1992, p. 11.)
La mayoría de los mitos griegos 26 fue (re)contado y, consecuentemente,
modificado y sistematizado por Hesíodo y Homero. Las tradiciones mitológicas del Oriente e
India fueron persistentemente reinterpretadas y elaboradas por sus respectivos teólogos y
ritualistas. Y, naturalmente, es normal que ocurriese con las sociedades arcaicas, que fuesen
transmitidos oralmente. Pero, esto no significa, evidentemente, que esas grandes Mitologías
26
La Arqueología del Mito nos remite a la Grecia Antigua. Homero fue el primero a usar la palabra mythos en
“Iliada” y en “Odisseia” con el sentido de palabra narrada, historia, narrativa. En un determinado momento
histórico, los griegos fueron retirando del mito todo su valor religioso y metafísico. El mythos pasó a representar
todo que no podía existir realmente. Logos, por su vez, se configuró como discurso racional, lógico.
29
hayan perdido su substancia mítica; o que no pasen de literatura. Así como las grandes
Mitologías que fueron transmitidas a través de textos escritos, también las mitologías
primitivas traen una historia, ellas se transformaron y se enriquecieron a lo largo de los siglos,
bajo la influencia de otras culturas.
El mito, en las sociedades antiguas y arcaicas, es dominante en la vida cultural.
Su rasgo extravagante y fantástico, junto a un idealismo ingenuo, no comprometen el
significado cognitivo de las clasificaciones mitológicas y su función ordenadora de esos mitos
en la vida social. El hombre primitivo era una parte integrante del mundo natural que lo
circundaba, y repasaba para este mundo natural, sus propias características, dándole vida,
sentimientos humanos y consciencia. De ahí, comprendemos que la mitología completaba la
curiosidad del hombre primitivo, con explicaciones propias de su cultura, explicaciones al
hombre del propio hombre, sancionando así el orden social. Según Brandão (2000):
Apesar dos aspectos fantasiosos, dos elementos fantásticos e aparentemente
ilógicos que o povoam, o mito é verdade para o povo que o cultiva, está
profundamente enraizado no seu tecido social, distinguindo-se, portanto, da
lenda e sobretudo da superstição. (BRANDÃO, p.54)
El mito, por lo tanto, es una "primera habla sobre el mundo", una primera
atribución de sentido, sobre la cual la imaginación ejerce gran papel, y cuya función principal
no es explicar la realidad, pero acomodar el hombre en el mundo.
Claro está que mitos são símbolos, e como todo e, qualquer símbolo,
encerram uma mensagem ou uma informação codificada, inteligível apenas
para os que conhecem o código, a decodificação. Alguns são universais,
outros restringem-se a uma região, porém, todos são expressões da
necessidade humana de registrar e transmitir uma descoberta, um
conhecimento ou uma lição. (PEREIRA, 2001, p. 23)
Sería difícil encontrar una definición de mito que fuese aceptada por los
eruditos y al mismo tiempo accesible a los que no sean especialistas. La palabra viene del
griego, mythos, que significa “historia que se cuenta”, “leyenda”; llevando en consideración
su forma más genérica (diferentes tipos de mito, sumados a distintas funciones, y en
diferentes sociedades).
Etimológicamente, la palabra mito viene del verbo hablar, decir, mutheisthai,
que trae la oralidad como componente básico. Es del escuchar, oír y del contar que el mito se
30
alimenta – y en esta fuente que los narradores también se alimentan –, dando continuidad y
perpetuando esta actividad a través de los tiempos.
Para comprender mejor de que hablan los mitos, tomemos como ejemplo uno
de los textos griegos más antiguos: La Ilíada y la Odiseia, de Homero (siglo VII antes de
Cristo). En la primera se narran los hechos griegos durante la Guerra de Troya y en la
segunda se narra el retorno de Ulises, rey de Ítaca, que después de la guerra deambuló por los
mares durante diez años, antes de volver a su patria. En esa narración están reunidos todos los
elementos de la mitología: los dioses inmortales, la naturaleza, las actividades del hombre, la
cultura del trigo, la navegación, la construcción de las ciudades, los ritos religiosos, la religión
politeísta. Para los griegos, los dioses estaban presentes en la vida cotidiana, y las narraciones
mitológicas se mezclaban con las aventuras humanas y divinas. Los antiguos griegos creían
en esos mitos, de esa forma eran transmitidos de una generación a otra, esto les permitían
comprender el mundo en que vivían, conservando recuerdos de acciones de sus ancestros y
servían como ejemplos de vida. La mitología griega era a un mismo tiempo explicación del
mundo, historia y moral. Después fue adoptada por los romanos constituyendo como paño de
fondo de toda una civilización.
A esta concepción de mito, con el pasar de los tiempos, han sobrepuesto varias
otras, se han transformado conforme a las concepciones de función que él (mito) desempeña
(explicativa, sicológica, sociológica, filosófica, etc), como también, de su relación con la
religión, arte, filosofía, leyenda, ritual, cuento popular.
En la literatura, cuando se mitologiza, desmitologiza y remitologiza nos lleva a
analizar cómo esta forma de arte está enraizada con el discurso mítico27. De nuestra América
Latina es el inca Garcilaso quién los sitúa en el plano que les corresponde, confrontándolos
con los mitos griegos. Los mitos no sólo ofrecen la vida y milagros de las divinidades, sino
también la aparición del hombre en el territorio interandino (Cf. Jesús Lara, 1973, p. 13). El
mito de la remota tradición europea se transforma en otra cosa: en el pensamiento mítico,
impregnado por la visión indígena.
27
Con mucha propiedad, nos habla de esta relación: A literatura está geneticamente relacionada com a
mitologia através do folclore, e particularmente a literatura narrativa – a que nos dedicamos em primeiro lugar,
que se liga à mitologia via conto maravilhoso e heróico, que surgiram nas profundezas do folclore
(naturalmente, muitos monumentos do gênero épico e do conto maravilhoso continuaram a desenvolver-se ou
foram recriados em livros). Nesse sentido, o drama e, em parte, a lírica assimilaram primordialmente os
elementos do mito pela via direta dos rituais, festejos populares e mistérios religiosos. (MIELIETINSKI, 1987,
p. 329)
31
Se propone decir que al mismo tiempo las estatuas estimularon la imaginación
del hombre del Tahuantinsuyo y, en consecuencia, tuvo nacimiento el mito, que el cronista
Jesús Lara nos transmite:
Los mitos quechuas asombran por la exuberante imaginación que hay en
ellos, por sus singulares concepciones y por los atributos que crean para sus
protagonistas, tanto por la causa que origina. […] Alrededor de sesenta
divinidades actúan y reciben ofrendas en el valle de Waruchiri, frontero de la
costa de Pachakámaj, al sur de Lima. No es difícil ver que las más de ellas
tienen su origen en el tótem roca. Por supuesto, según las relaciones, los
dioses no nacen propiamente de la piedra, aparecen como si siempre
hubieran existido y por lo general en figura humana, mantienen trato directo
con los hombres y acaban por petrificarse. (LARA, 1973, p.14-17.
Esos mitos cuando se petrificaron pasaron a recibir la adoración y las ofrendas
por parte de los andinos. La meseta del Titicaca tuvo sus mitos, y uno de los más importantes
de ellos es el Thunupa, intervenida, sin embargo, por la iglesia católica del siglo XVI.
La realidad americana ratifica de qué manera uno llega a contaminarse a través
de un lenguaje e imagen onírica, una perspectiva de los escritores de Hispanoamérica sobre un
origen presente en sus territorios, conciliando un universo mágico y propiamente mítico:
Un indio o un mestizo o un habitante de un pequeño pueblo cuenta haber
visto cómo una nube o una piedra enorme se transformó en una persona o un
gigante o que la nube se convirtió en una piedra. Todos esos son fenómenos
alucinatorios, que se dan frecuentemente entre las personas de los pueblitos.
Por supuesto, uno se ríe del relato y no lo cree. Pero cuando se vive entre
ellos, uno percibe que estas historias adquieren un peso. Las alucinaciones,
las imprecisiones que el hombre obtiene de su medio, tienden a
transformarse en realidades, sobre todo allí donde existe una determinada
base religiosa de culto, como es en el caso de los indios. […] La vieja
literatura indígena que fue escrita antes de la conquista europea, antes de
Colón, como por ejemplo el Popoh Vuh o los Anales de los Xahil, se
destacan por esa realidad intermedia. (LORENTZ, 1970, p. 41)
Gabriela Mistral (1932) resalta que del indígena su alma es entera y sin grietas,
sus costumbres conforman su visión del mundo y son ellas las que rigen su espíritu. El
indígena puro no tiene duda en aceptar su condición, conoce con claridad su procedencia y
está consciente de la sangre milenaria que corre por sus venas.
Cuando se cristaliza una mitología en el seno de una literatura, se puede decir
que queda trazado en torno a ésta un círculo mágico. Esta literatura – formada por una lengua,
32
referencias, ilusiones, creencias y una tradición heredada y compartida – se desarrollará, sin
duda, históricamente. La mitología es producto cultural humano, que se ve como una
revelación que ha sido otorgado por los dioses a los antepasados o que procede de un período
anterior al comienzo de los tiempos. Las palabras de Asturias nos provocan y nos lleva a
reflexionar:
¿Qué cosa hay más apasionante que volver a través del pensamiento mágico
de nuestras literaturas precolombinas, al pensamiento indígena? (ÁNGEL
ASTURIAS, 1970, p. 21)
El mito nace en cultura oral, preliteraria. Esta cultura depende de la memoria y
en gran medida del verso, que es el modo más sencillo de memorizar un discurso. En una
cultura oral, mitología y literatura son términos casi contiguos: los principales transmisores
del mito son personas o poetas cuyas aptitudes se encuentran próximas a lo poético y
sobreviven en la leyenda o en la historia. Asturias 28 (1968) defiende que sus obras literarias
tuvieron un cordón umbilical directamente con los protagonistas, es decir, han surgido de
relatos orales y confirma:
Yo mismo releo a veces párrafos enteros de Hombres de maíz, y me doy
cuenta que hay una riqueza popular, nacida del pueblo, no nacida de mí, y
que no he hecho más que transponer a las páginas del libro. […] En la parte
de atrás [de la casa], que daba a la Avenida de los Árboles, había un enorme
patio que era más bien un sitio con varios árboles grandes, y en este sitio
venían a pasar la noche los que traían carretas de bueyes. […] Y con estas
gentes […] yo, todavía siendo un muchacho, me pasaba largas horas con
ellos: cantaban con guitarra, contaban relatos, y yo me acercaba a oírlos
hablar. (ASTURIAS, 1968, p. 20-21)
Agrega en ese discurso que él como escritor sabe hablar como hablan esas
gentes, por un motivo cierto, él los ha escuchado a hablar, los ha oído en largas horas
conversar sobre sus vidas, sus problemas y, éstos no se fijaban que Asturias los escuchaba con
mucha atención.
Tiene un alma nacional, una expresión que el propio Asturias resumiría su
trayectoria artística: la consolidación de la nacionalidad guatemalteca (HURTADO, 1999).
Donde su narrativa centraliza el compromiso, denuncia con tono social, narrativa mítica, hay
28
Miguel Ángel Asturias nació en la ciudad de Guatemala el 19 de octubre de 1899. De ascendencia maya, en
la trayectoria vital y estética del escritor se reúnen la vocación política y el universo indígena de sus
progenitores. (ALICIA LLARENA apud Trinidad Barrera, 2008, p. 127)
33
también un tono político en El Señor Presidente o evocación del universo indígena
precolombino en Leyendas de Guatemala:
En esto reside la hazaña verbal de Asturias y su aporte revolucionario. No en
hablar como indio y mucho menos en escribir como indio. Más bien su
mérito consiste en escribir como mestizo. El mestizaje, entendido como
hibridación cultural […] forjador no solamente de un sistema
latinoamericano llamado “realismo mágico”, sino prefigurador de la lucha
político-cultural de la posmodernidad latinoamericana, que consiste no en
hacer valer la diferencia étnica y cultural per se, sino en articular las
diferencias en un sujeto situado más allá de los fundamentalismos que
animan supuestas identidades puras, no negociables ni mestizadas […].
(MORALES, 1996, p. 405)
Este narrador escribe de una perspectiva de origen mestiza, demostrando una
identificación con este mundo indígena, por una parte, sus preocupaciones políticas hacia una
proyección más apegada a la realidad, por otra traduce en un plano estético la realidad
psicosocial de su pueblo.
En nuestro siglo, renace lo mágico y se extiende a todos los niveles. Ya no se
incluirá únicamente en la poesía, dominio de lo fantástico, de la verdad no histórica, sino que
aparecerá en toda la narrativa y especialmente en nuestra literatura hispanoamericana:
En las interminables conversaciones nocturnas con Manuela, su esposa, solía
traslucir con insistente porfía sus preocupaciones:
- Manuela, otra vez la helada y la falta de lluvias arruinarán nuestras
sementeras. Nuestro ganado está muriendo por falta de pasto y agua. ¿Qué
haremos?
- Ni los ‘convites’, ni las ‘huilaras’ que hemos hecho dan resultado.
Finalmente, el hambre pudo más que la honda raíz ancestral y Juan Choque
decidió ir a trabajar a una de las minas. [...] En un recoveco cualquiera de la
noche de los socavones donde hacen los mineros el ‘acuilli’, adoraba con
sus compañeros de infortunio, al ‘tío’ de faz sarcástica, a la vez que
comentaba cómo había acogido sus ofrendas. (ANTONIO QUINTANA,
1966, p.119-120)
En este relato Demasiado Tarde, Antonio Quintana (1966)
enfatiza la
problemática de la sequía enclavada en la cordillera. La tierra estaba siempre reseca, sedienta
y todos incluso los animales ya estaban sufriendo las consecuencias. Revive la costumbre
antigua, como hacer convites y huilaras, que sería hacer ofrendas a la Pachamama a cambio
de agua a través de lluvia. Como también enfatiza el acuilli, que es el hábito de mascar coca
34
y ofrecer primero cigarrillos, coca o alcohol al Tío, deidad muy respetada por ser el Demonio
de los socavones 29.
En la narrativa de Botelho Gosálvez también hay devoción y sacrificios en
función de que se acabe la sequía en el ayllu:
Todo el Altiplano sufre la sequía. La Pachamama, la que sustenta la vida, ya
está vieja. Hemos puesto diez fetos de llamas, diez fetos de ovejas, hierba
koa, coca, dulces, kaitos de colores y mucho aguardiente en la cumbre del
cerro; todo lo hemos quemado para que en humo se deshagan los males y
caiga la lluvia, pero nada ha sido posible conseguir [...]
Caras silenciosas, pensativas, miraban al suelo como si en ese instante
hubiese de aparecer el espíritu de la Pacha-Mama para remediar tanto mal.
(BOTELHO GOSÁLVEZ, 1996, p. 69-70)
Vemos así, que desde sus orígenes la literatura de latinoamérica ha estado
unida indisolublemente al mito. Hay que tener en cuenta que la conexión con el mito no se
produce sólo desde el punto de vista del creador, se produce también desde el público. La
relación de afinidad del escritor con el público se verifica así mismo en los planos donde el
mito nace, vive y prolifera. En este sentido el mito expresa los sueños, las frustraciones
colectivas, las aspiraciones del escritor y del lector. Jung (1977) consideraba la literatura y el
mito como plasmaciones del inconsciente colectivo. Por eso mismo se puede preguntar,
¿porqué el mito sostiene la esencia del pensamiento del hombre andino también en las
narrativas de nuestra literatura? Al mismo tiempo, podemos comprender que el aspecto mítico
está en nuestras raíces, nuestras costumbres, y no podemos negar que ella está en nuestra
alma. La recuperación del mito y su identificación es algo de la esencia de nuestros ancestros
y que no podemos negar que esto ejerce gran influencia en los escritores como en los lectores.
Para García Gual el mito es “un relato tradicional que cuenta la actuación
memorable de unos personajes extraordinarios en un tiempo prestigioso y lejano” (GARCÍA
GUAL,1983, p.9). Esto en la Literatura Boliviana le cae plenamente y en toda su complejidad,
29
Mitología del Socavón – Según cuentan las crónicas, cuando el Inca Huayna Cápac mandó a trabajar a su
gente a las minas del Sumaj Orcko Montaña Majestuosa, se escuchó un descomunal estruendo y una voz que
decía que no sacaran plata del cerro porque sería para otra gente. Una profecía hecha 83 años antes de que la
avaricia española sometiera la zona. Un relato, obviamente posterior a la conquista, que procuraba dar una
explicación mítica a un proceso traumático e inesperado, como fue el arribo de los peninsulares. Para la lengua
quechua, Potosí derivaría de Ppotjsi (reventar); aunque una tradición aymara, aparentemente más cercana a la
verdad, sostiene que el vocablo viene de Pptoj, que quiere decir brotar y que se condice con la gran cantidad de
manantiales que había en el sitio en donde se levantó la ciudad. Sea como fuere, ahí se encuentra el cerro más
famoso de la historia latinoamericana y a punto de sumergir en un universo mágico, de leyendas y creencias, que
muchos desconocen. Un mundo que encuentra en el socavón de las minas su esencia y razón de ser. Porque de
las casi 5.000 bocas que tiene el Sumaj Orcko, emergen historias que nos conectan con el pasado y nos permiten
recrear un complejo proceso de sincretismo religioso y aculturación, muy propio de todas las zonas de contacto.
35
trae en su contexto histórico todos los elementos necesarios: dioses memorables, costumbres
telúricas, creencias míticas y una naturaleza con caracteres particulares. Según este
investigador, el mito, en el sentido básico y originario del griego mythos, es un relato que
refiere hechos situados en un pasado remoto. Más que un conjunto de símbolos, es una
secuencia narrativa, una historia o cuento, en la acepción más amplia de esos términos. Por
otro lado, es una tradición: algo que se cuenta y se repite desde muy antiguo, que llega del
pasado como una herencia narrativa y es propiedad comunitaria, un recuerdo colectivo y no
personal – igual que los romances y leyendas medievales – . El mito pertenece a la memoria
de la gente y, por lo tanto, el terreno de la mitología es el ámbito de esa memoria popular.
Este término se puede utilizar en dos sentidos: el más amplio abarca lo mágico y telúrico, lo
desconocido, o lo religioso, y se le atribuyen poderes, como a las supersticiones, supercherías
o brujerías.
Actualmente los mitos se multiplican y adquieren nuevas facetas,
acomodándose a la realidad de los nuevos tiempos. Desde nuestros ancestros, todo es motivo
de cuento, desde el paisaje anecdótico hasta el relato que explica el origen de las cosas de este
mundo; en esta tarea se confunden fantasía y realidad, dotándoles al paisaje y a los seres que
lo pueblan de una dimensión mítica que, actualmente, se estudia como realismo mágico 30.
La narrativa surge en un terreno común con el tiempo y posee puntos de
contacto más o menos grandes con el folclore, la literatura de viajes, la epopeya y el mito.
Como afirma Francisco Ayala apud Amorós (1988):
Si algunos cuentos apelan con tanta energía a la imaginación de las gentes es
porque su contenido apunta de algún modo hacia nexos de fascinantes
atracción para el espíritu humano, y deben remitirse, por consiguiente, al
campo de lo mítico, donde la creación poética radica, de ahí su perennidad.
(ANDRÉS AMOROS, 1988, p.40)
La acepción restringida en el origen de la literatura boliviana, consiste en
caracterizar al mito referido siempre a lo sagrado, a la historia de los dioses, es, por ejemplo,
el mito de “Wiracocha” - dios y héroe, criatura celeste y telúrica a un mismo tiempo, es el
más universal de las divinidades cordilleranas. Otras veces, se producen equívocos por el
contenido metafísico que se da a la palabra “mágico”, que suena en los oídos del hombre
corriente relacionado con religión y mito, en una palabra, lo sobrenatural.
30
El realismo mágico ha sido caracterizado por Alejo Carpentier, en el Prólogo a su relato “El reino de este
mundo” (1967); por Vargas Llosa, en su amplio estudio “García Márquez: Historia de un decidio” (1971) y por
Oscar Rivera – Rodas, en “El Realismo Mítico” de Oscar Cerruto (1973).
36
Las creencias de nuestros antepasados vislumbran esa visión, distintas de las
creencias católicas, el famoso Wiracocha, deidad mayor del panteón andino que los incas
mantienen como representación de una fuerza universal, es sólo una nueva encarnación de
Pacha, el dios telúrico del Ande, inventado por los Kollas. Cuentan los mitos que durante la
Edad Oscura, cuando los pueblos aterrados pedían luz para salir de las tinieblas, Wiracocha se
convirtió en un sol resplandeciente que surgió del centro del Lago, sobre el peñón de Itikaka.
Por supuesto que la actual narrativa latinoamericana reactualiza su identidad
telúrica. Venimos de un concepto, como analiza Asturias, distinto de la función de la novela
que se ha desarrollado en Europa: la novela se escribía para entretener y se leía como
pasatiempo. El cuento infantil acompañaba a los niños hasta la adolescencia. En esta fase las
hadas eran sustituidas por personajes de carne y hueso. Los lectores se apasionaban, vivían
evadidos de la realidad ambiente – la novela deleitaba y recreaba, con las descripciones de
paisajes reales o imaginario, vivían de la fantasía de regiones lejanas del oriente a increíbles
viajes interplanetario – por ejemplo. Actualmente se avanza un paso más al perfeccionar esta
evolución de la novela – llevando la fantasía a la realidad –, confrontando mito y vida, deseos
y hechos, presente y futuro. Encontramos una nueva característica en la lectura: un mundo
que, siendo fantástico, parece real y un mundo real que no se acaba de creer. El lector, a su
vez, también ha cambiado: antes la novela se destinaba a los ojos de lectores desocupados,
hoy, generalmente, a la atención de lectores preocupados por lo que pasa el mundo, por las
creencias y pensamientos de los escritores, que muchas veces son las mentes lúcidas, el
barómetro social y los intérpretes de la realidad. Antes, la novela se leía para descansar de las
tareas cotidianas, hoy se lee para compenetrarse con los problemas que aquejan o dan
esperanzas al hombre, encontramos verdaderas denuncias, testimonio de la realidad, habiendo
cada vez más valentía ante la injusticia y la explotación.
En las palabras e ideas sobre las características del mito, estudiadas en el
ámbito hispánico por Marcelino C. Peñuelas,
han sido esquematizadas por ANDRÉS
AMORÓS (1988, p.86-87):
̶ Es un fenómeno inseparable de la naturaleza humana, espontáneo.
̶ Es un fenómeno colectivo, de cultura.
̶ No es racional; se desarrolla en zonas psíquicas hundidas en el inconsciente.
̶ Está más cerca de la poesía que de la ciencia.
̶ Tiene relación directa con el lenguaje, la religión, la metafísica, la
sociología…
37
̶ Hay que captarlo directamente, como la poesía o la música. Supone un modo
propio, imaginativo o poético, de captar y expresar ciertos aspectos de la
realidad.
Según esto, defiende Amorós, el fenómeno mítico llega a los niveles más
profundos de la naturaleza humana y se encuentra, difuso, en los últimos resortes de nuestras
creencias, actitudes y comportamientos. Lo mismo que la poesía, el mito encierra su propia
verdad, que suele funcionar como un complemento vital de la realidad histórica y la verdad
científica, por debajo de muchas convicciones suele existir una mitología. Así, vemos que el
mito es una parte esencial de la dimensión humana de la realidad.
En Bolivia se dice que el tiempo mítico baja de las nieves, la montaña es el
Dios Mayor del ancestro, su oráculo final. El día que se alzaron las primeras montañas, nace
el tiempo mítico. Podemos afirmar, que no son en las ciudades del altiplano, sino en las
portentosas catedrales nevadas de los Andes, donde nacen los dioses y los héroes indios. Los
dioses no existen desde siempre, surgen del seno oscuro de las fuerzas naturales; la teogonía
nace de la cosmogonía 31.
El mito, que es la necesidad de hallar causas a los hechos, la interrogación al
misterio, subió en la inteligencia andina conforme el hombre se acercó a la comprensión de
los fenómenos. Tiahuanaco, con un pie en el mito y otro el la historia, es un documento vivo.
Posee una cultura abstracta y misteriosa, de jeroglíficos y símbolos aún no descifrados,
encierra en teoremas de piedra el pasado andino. Esas piedras venerables, viejas, de miles de
años, la deslumbrante Puerta del Sol, los célebres Monolitos enigmáticos, la arquitectura
ortogonal, todo esto nos habla de una civilización avanzada que desapareció en el tiempo.
Heredar toda esta cultura Kolla, leer sobre los reyes y guerras, sus costumbres, conocer su
economía agraria de hondo contenido social, danzas, artesanía, cantos, poesía y leyendas, y
con una religión esotérica, es sentir en la sangre todo un pasado esplendor.
En este mundo andino encontramos figuras o personajes bellísimos que ni
estudiándolos los comprenderemos en todo su vigor, en todos sus significados. Como Pacha,
Dios Cósmico del Ande, que da lugar a las tradiciones más memorables del ancestro;
Wiracocha, numen divino, histórico y político; Thunupa, el Cristo Andino, que los hombres
sacrifican por predicar la verdad; Willka, el Apolo Aymara, el sol que todo genera y fructifica;
Siiripaka, el que lleva la luz, el que dice la verdad; Nayjama, el heraldo indio, el soñador, el
precursor que busca la verdad entre las montañas para redimir una siembra de amor y justicia;
31
En la obra Teogonía Andina, escrito por Fernando Díez de Medina en 1978, en respuesta del propio autor a su
anhelo de ordenamiento mítico.
38
Kuntur Mamani, el cóndor protector de los hogares, él une cielo y tierra, el que levanta y
dignifica todo. Según nos afirma Medina en las creencias Kolla “las montañas son cóndores
caídos, quedaron con las alas extendidas y que fueron petrificadas para velar por nosotros ̶
los hombres (MEDINA, 1981, p.70). Con intento de conocer el legado de los ancestros, se
hará un apartado próximo tratando de exponer los principales mitos andinos de tradición oral,
sus primeras manifestaciones en el pueblo, ilustrándose y con personajes míticos de la
civilización aymara.
39
3 Mitos Andinos de tradición oral: primeras manifestaciones
3 . 1 I l u s t r a c i o n e s m í t i c a s d e l a C i v i l i z a c i ó n A ym a r a
Suelo, raza, idioma, arqueología son las puertas
fundamentales para llegar y zambullir al mundo Kolla.
Signados también por este enigmático pasado precolonial, cuya grandeza nos
llega a través de sus vestigios arqueológicos, Bolivia todavía busca una identidad que muestre
al mundo que son dignos herederos de un pasado fabuloso 32. Desde el Tiahuanaco, el ancestro
se abre paso por las cimas andinas y late el eco de la raza en una lengua que expresa parte de
su alma. El aliento aymara y quechua 33 armoniza el paisaje, ilustrándolo de dioses. La poesía
aymara llena de relatos míticos explican como nubes y nieve aureolan la quietud de las
cumbres donde el cóndor, personaje majestuoso, pasea dejando su sombra. Héroes quechuas
lanzan su conquista, creando el poderoso Imperio Incaico. Amautas relatan sus hazañas por
todo el Tahuantinsuyo. En este panorama el acero español se impuso, dejando su voz y sus
costumbres, desde entonces el pueblo andino, rico en su polifonía, es un canto a cuatro voces:
aymara, quechua, guaraní y español; país multinacional, heroico, aprendió a amar y creer en
el Dios cristiano pero no dejó de enaltecer y respetar a los dioses del antiguo ancestro.
Si se alarga el mirar histórico, Bolivia arranca sus raíces de la cosmogonía
americana: los Antis y el mito andino; Tiahuanaco; los kollas o Aymaras; el Imperio Incaico;
la Audiencia de los Charcas; el Alto Perú; finalmente Bolivia. Al analizar esta genealogía, sin
duda nos remontamos al tiempo mítico, cuando los Antis, raza fabulosa, dan su nombre a la
32
Precisamente porque o patrimônio cultural se apresenta alheio aos debates sobre a modernidade ele constitui
o recurso menos suspeito para garantir a cumplicidade social. Esse conjunto de bens e práticas tradicionais que
nos identificam como nação ou como povo é apreciado como um dom, algo que recebemos do passado com tal
prestígio simbólico que não cabe discuti-lo. As únicas operações possíveis – preservá-lo, restaurá-lo, difundi-lo
são a base mais secreta da simulação social que nos mantém juntos. Frente à magnificência de uma pirâmide
maia ou inca, de palácios coloniais, cerâmicas indígenas de três séculos atrás [...], não ocorre a quase ninguém
pensar nas contradições sociais que expressam. A perenidade desses bens leva a imaginar que seu valor é
inquestionável e torna-os fontes do consenso coletivo, para além das divisões de classes, etnias e grupos que
cindem a sociedade e diferenciam os modos de apropriar-se do patrimônio. (CANCLINI, 1997, p.160)
33
A mais recente e numerosa coletânea de poesia quéchua demonstra que os textos se acumulavam em torno de
certos acontecimentos, como a colheita, o carnaval ou o casamento, sem que nossos olhos percebam o fluir
temporal entre uma celebração e outra do mesmo gênero, inclusive quando entre ambas transcorre muito
tempo. (CORNEJO POLAR, 2000, p.49)
40
Cordillera de los Andes, siendo esta filosofía telúrica la que constituye el más antiguo y
legendario tesoro poético del continente.
Los mitos siempre fueron parte de la vivencia del hombre ando-boliviano y con
esta nueva perspectiva también han pasado a ser parte de los relatos literarios de los escritores
de aquel período. Se Ilustrará algunos mitos de la Civilización Aymara, éstos han llegado a
conocerse, como hemos dicho, desarrollándose por tradición oral y, en algunos casos, por
criptogramas y kipus 34, y a lo largo de su trayectoria por el Incario, la Colonia y la República,
trajeron su naturaleza ancestral, aunque no podemos afirmar que en su totalidad, pues algunos
mitos se ajustaron a las creencias de la religión católica, como Thunupa ya pasó a ser
interpretado o comparado como el Cristo. Los mitos que habían comenzado de transmisión
oral hacen parte de las creencias del hombre andino – a punto de estar presente hasta hoy en la
literatura –, en el consenso común de las personas. Son ellos: el Wiracocha, el Thunupa, los
Achachilas, el Huari, el Ekeko, el Anchanchu y la Mekhala, el Supay o Tío, etc.
La figura del supay en la diablada de Oruro 35
34
Sistema de escritura propia de los incas que según Anello Oliva, habría sido inventado durante el reinado de
Maita Qhapaj.
Sobre este aspecto de la escritura de los indígenas en la obra La colonización de lo imaginario – Sociedades
indígenas y occidentalización en el México español. Siglos XVI – XVIII, nos apunta “La complejidad de las
composiciones confiadas a la transmisión oral, la variedad de géneros, el valor considerable dado a la enseñanza,
la elocuencia y la palabra, nos podrían hacer olvidar que aquellas sociedades también poseían un modo de
expresión gráfica. Aunque no conocieron ninguna forma de escritura alfabética antes de la Conquista española,
se expresaban sin embargo con medios de apoyo múltiples” (GRUZINSKI, 1991, p. 19) El apoyo al cual se
refiere serían especies de hojas largas y angostas y que sobre ello eran pintados glifos.
35
El Supay, Zupay o Diablo andino, es un dios-demonio originario principalmente de las mitologías aymara e
inca de la Civilización andina sudamericana. Corresponde a un ser que habita las profundidades de la tierra y el
inframundo de los muertos, que puede ser tanto malo como bueno. El supay es una figura ambivalente, definida
por el sincretismo, que ha sido asimilada al Diablo de la cultura cristiana, pero que también es adorado como
señor de las profundidades o Salamanca. A diferencia de lo que sucede con el Diablo cristiano, "el indígena no
repudiaba al Supay sino que temiéndole, lo invocaba y rendía culto para evitar que le hiciera daño". Durante la
época colonial, el Supay se convirtió en uno de los personajes principales del culto a la Virgen de la Candelaria conocida también como Virgen del Socavón o Virgen de los Mineros- y de la diablada, una danza asociada al
carnaval, que se practica principalmente en Puno, en el Perú, en Oruro, Bolivia y en las regiones aledañas del
norte de Chile. Por su presencia dominante en las profundidades de la tierra, se lo asocia con los mineros
41
Figura 06: El supay en la diablada de Oruro
Fuente: Disponible en: <www.micarnaval.NET> Acceso en: 30 mayo 2010
El mito de Wiracocha, dios creador de la luz, de la tierra y de los hombres es el
más antiguo – narra como este dios habría emergido de las profundidades del Titicaca, Lago
Sagrado de los Kollas – para crear el mundo y dejar a sus habitantes un gobernante y unas
leyes – que lo regirían. Como la gente ya no estaba respetando sus leyes, Wiracocha vino a
castigar a los primitivos habitantes de Tiahuanaco transformándolos en monolitos de piedra.
El mito de Thunupa es uno de los que más ha sufrido transformaciones. La
versión más antigua lo muestra como hijo de Wiracocha; otras versiones lo confunden con esa
divinidad; mientras en otras, por influencia de la colonia, lo muestran como un Cristo, alto,
barbado, cargando una cruz. Thunupa es el más humanizado de los dioses y por eso mismo es
víctima de los hombres que lo martirizan – más adelante se narrará un pasaje de Thunupa en
la tierra.
El mito de los Achachilas se refiere a la presencia de los nevados, montañas,
cuevas y ríos que caracterizan ciertas regiones del antiguo Kollasuyo. Actualmente todavía se
mantiene viva la creencia en los Achachilas, considerándolos como sus antepasados, los que
originaron la vida de sus respectivas comunidades.
El mito de Huari, siendo coetáneo del de Wiracocha, es el que más relevancia
ha cobrado entre los kollas, al extremo de que actualmente existen dos poblaciones que llevan
su nombre: Huarina en el Departamento de La Paz y, Huari en Oruro. Esta divinidad aparece
en la figura de un auquénido parecido a la llama. En él se resumen el vigor y la fuerza de la
raza aymara. Los huaritaquis eran unos cantos mediante los cuales los nativos invocaban al
dios Huari para que les asistiera en cualquier empresa laboriosa. Augusto Beltrán Heredia
(1956) nos relata una versión del mito de Huari, de la altiplanicie orureña, que lo sitúa a este
dios en el interior de las montañas Uru-Uru, como un gigante que se confunde con la
naturaleza circundante. En la fábula, la bella Intihuara, la aurora, hija primogénita del Sol, le
acaricia con sus fulgores todas las mañanas al despertar, realzando la belleza de los nevados
picos andinos y, Huari empieza a aprisionar ese fulgor extendiendo alrededor suyo sus
“brazos de humo y fuego volcánico”. Entonces, viene Inti, el Padre Sol, en ayuda de su hija y
indígenas, que le rinden culto y le realizan ofrendas para ganar su simpatía y evitar que los dañe. En la diablada
de Oruro, los mineros bailan disfrazados de diablos para pedir a la Virgen de la Candelaria perdón y
comprensión por convivir con Supay en lo hondo de las minas y por los ritos y ofrendas que le dedican para
encontrar las vetas del mineral y evitar los accidentes. La referencia más antigua al Supay de la que se tenga
registro es del año 1560, y corresponde al Lexicón de Domingo de Santo Tomás, donde es definido como "ángel
bueno o malo, demonio o trasgo de casa.”
42
sepulta en el interior de las montañas el fuego calcinante de Huari, cuya venganza recae en el
pueblo Uru.
El mito del Ekeko es uno de los más arraigados en el altiplano boliviano, sobre
todo en la región de La Paz y el valle cochabambino. Esta divinidad aymara y quechua
representa la abundancia de bienes terrenales y así como también la virilidad en los hombres;
en los idolillos que se han encontrado lo muestran desnudo, con el miembro viril erecto y
descomunal. Las mujeres le atribuían el poder de proporcionarles marido. Actualmente, su
figura es la de un hombrecito risueño y panzudo con los brazos abiertos y viene cargado de
víveres y dones; la costumbre aún se perpetúa en La Paz donde el 24 de enero se celebra su
fiesta con las tradicionales alacitas, se venden las miniaturas del Ekeko para el matrimonio –
existiendo en dicha ciudad una estatua de piedra de esa divinidad.
Figura del Ekeko cargado de bienes 36
Figura 07: El Ekeko cargado de bienes
Fuente: Disponible en: <www.micarnaval.NET> Acceso en: 30 mayo 2010
36
Representación del Ekeko en la “Feria de Alasitas 2008”, en La Paz. Un elemento central es el Ekeko, “dios de
la abundancia” o de la “fortuna”: personaje trabajado generalmente en yeso; petizo, de vientre abultado; cabeza
grande, cara rosada con pómulos colorados; boca grande y sonriente, bigotes ralos y ojos vivaces. Su expresión
es de completa felicidad. Sus piernas son cortas y tiene los brazos abiertos para cargar los objetos mas variados:
bolsa de arroz, fideo, azúcar y harina; varios comestibles, billetes, libros y periódicos; charangos, guitarra, quena
y zampoña; silla y canasta: en la espalda puede llevar atravesando un catre, además de picota, pala, martillo, etc.
Los Ekekos tienen tamaños entre 20 y 40 cm. Además de los de yeso, hay trabajados en madera, barro cocido,
estaño, cobre, y ocasionalmente oro, plata y piedra. Su vestimenta es pintada y de colores vivos, calza abarcas
de gomas de llanta. A los Ekekos grandes se los viste con bayeta de la tierra, faja y gorro indígena. A veces lleva
sombrero de ala. En la boca tiene un orificio donde sus devotos le colocan un cigarrillo encendido para que
“fume”.
43
El Anchanchu y Mekhala son dos divinidades maléficas de la mitología andina.
El Anchanchu aparece como un viejo enano, con barriga grande y calvo. Tiene una enorme
cabeza, desproporcionada a su cuerpo, se viste con trajes bordados de oro un sombrero de
plata de ancho alero, vive en lugares apartados – en cuevas, ríos y edificaciones ruinosas o
abandonadas. Según la leyenda y para los nativos, es un propagador de enfermedades y
desgracias; atrae sus víctimas con alagos y zalamerías y cuando las adormece, las mata
chupándoles la sangre. Este mismo personaje, el Anchanchu, con ligeras variantes, parece
haber dado origen al Duende, otro personaje muy difundido en las tradiciones populares.
Mientras que, Mekhala, aparece en figura de mujer. Es la causante de las sequías, heladas y
epidemias; como Anchanchu también chupa la sangre de sus víctimas, especialmente de los
corderitos y niños. La describen como una mujer alta, flaca, cabellera desgreñada, pocos y
afilados dientes, ojos pequeños y fosforescentes, nariz chata, con las fosas nasales demasiado
abiertas, boca grande, labios descarnados, con la barriga que desciende hasta las rodillas y
tiene una cola de fuego.
En la mitología callawaya 37, los dioses malos como los buenos, se hallan
asociados a la naturaleza, así Supay, por ejemplo es el dios que se ocupa de hacer daño a los
seres humanos, controlando las riquezas minerales de los cerros y de las montañas, puesto que
tiene el poder de convertir un cerro con ricos filones de metales preciosos en cuarzo o a la
inversa. El Supay ha derivado en la colonia a la figura del diablo y en la República al Tío de
la Mina 38, cuya versión femenina es la Chinasupay, personajes muy difundidos en la literatura
boliviana y, también en los carnavales de Oruro, en comparsas conocidas como Diabladas y
Morenadas.
37
Los quechuas al conquistar el kollasuyo llevaron muchos callawayas, pues eran doctos en medicina, astrología
y eran considerados dueños de una cultura superior.
38
Las imágenes del Tío son comunes en las minas. Son modeladas con barro mineralizado en diversas formas y
tamaños, representando siempre el culto fálico de la fecundidad. Su rostro expresa una actitud benevolente,
brotando de sus labios una carcajada sardónica mezclada de generosa bondad e irónica malicia. Nunca le deben
faltar el cigarrillo, chicha, coca y alcohol.
44
Figura 08: El tío de la mina – deidad de los mineros
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El Wari-runa hace parte de la mitología callawaya, es un dios bueno, animal
mítico representado en la figura de un hombre rubio, pero con cuerpo de vicuña. La
costumbre de un callawaya cuando se encuentra con una vicuña es bajar el sombrero y la
saluda diciendo: “Espíritu del hombre vicuña, cúbreme con tu sombra benéfica”.
Para esta gente de sangre Kolla, crecer escuchando la historia de Wiracocha y
su hijo Thunupa es algo que hace parte de su cultura 39, y llegan a creer, que en tiempos muy
antiguos había un hombre llamado Thunupa, que era hijo del Dios Wiracocha. Wiracocha era
quien había hecho la tierra – este mundo, el cielo – el mundo de arriba, el sol, la luna, las
estrellas y todas las cosas que existe. Dicen que Thunupa fue enviado por su padre a la tierra
39
Estas son una de las primeras leyendas que los padres narran a sus pequeños hijos, se encuentran también en
librillos con dibujos bien coloridos.
45
para que enseñe a los hombres a vivir bien, para que dejen sus pecados, como nos relata
Rocha, en la versión quechua, los fragmentos que se siguen están en lengua autóctona 40:
Thunupa en este mundo andaba como un jilguero, mientras enseñaba a andar
por el buen camino – sin emborracharse, sin ser flojo, sin odiar a la gente – enseñaba a
practicar el bien. Un cierto día, Thunupa fue al pueblo de Carabuco, habló con mucha gente y,
repentinamente, fue tomado prisionero por el jefe máximo de ese pueblo –Makhuri. Éste se
burló de Thunupa y, sintiéndose con poder para hacer maldad, le dijo que si era sabio,
entonces podía transformar metales en oro. Thunupa no aceptando, todavía le reprendió
duramente por sus malas andanzas y por no adorar al dios Wiracocha. Makhuri mucho se
encolerizó y quiso pelear con Thunupa y éste le respondió que una víbora no puede pelear con
un maestro. Makhuri se enojó mucho más y lo llamó de farsante, mentiroso y como era jefe
máximo, ordenó que lo pegasen. Thunupa quedó todo lastimado, su ropa blanca toda
ensangrentada y así se retiró de ahí 41.
Pero, al día siguiente volvió al pueblo, estaba como si nada le hubiera pasado,
venía con un hermoso pájaro en el hombro. En ese día la gente de Makhuri había salido a
recoger metal, pero no habían encontrado nada: Thunupa lo había ocultado dentro de las
grandes montañas, como castigo y para que la gente tuviese mucho más trabajo e hiciese
mucho esfuerzo para encontrar y sacar el metal. Y, de esta forma, demostró que su dios
Wiracocha era mucho más poderoso 42.
Después dicen que Thunupa fue al pueblo de Copacabana, éste había tendido
un paño chico sobre el agua y cruzó el lago Titicaca sentado en ese paño. La gente de
40
La versión en español de las leyendas ya están en el cuerpo del trabajo, intento traer algunos fragmentos del
texto en la forma original de la lengua autóctona, de acuerdo con Rocha (1984, p. 47), para conservar y
demostrar el lenguaje en lo cual este país todavía lo mantiene.
Wiraxuchax akapacha, alaxpacha, inti, phaxsi, warawaranaka, taqi Kun luririnwa, siwa. Wiraxuchax
wawaparuw akapachar khhitanitayna, jaqinakar suma jakañ yatichañapataki, juchanakap apanukupxañapataki.
Ukhamaw Thunupax akapachar jutatayna. Mäch’ayña sutini jamach’iniw sarnaqiritayna. Jupax suma
sarnaqaña, jan machasa, jan jayrasiña, jan jaqinakar uñisiña, jan jaqir taqhisiyaña, aski lurañanak
yatichiritayna, siwa.
41
Ibid., p. 47.
Ukhamaw T’unupax akapachar jutatayna. Mä ch’ayña sutini jamach’iniw sarna qiritayna. Jupax suma
sarnaqaña, jan machasa, jan jayrasiña, jan jaqinakar uñisiña, jan jaqir t’aqhisiyaña, aski lurañanak
yatichiritayna, siwa.
Mäuruw T’unupax Karawuku Markar saratayna; ukanx wal jaqinakar parlatayna. Ukat Makhuri sutin jaqix
T’unupar katuntatayna; Makhurix Karawuku markan jilïritaynaw siwa. Makhurix T’unupat wal wurlasitayna.
Makhurix munañanïsax akham satayna: - Wali yatiristaxa, aka titinak quriptayam ...
42
Ibid., p. 48
Qhipürusti, wasitat uka markar kutirakikitaynawa; jupax jan kamacht’ata, isipas wilas janq’u, kallachipan mä
jiwa jamach’ini, ukhamaw kutitayna.
Ukürux Makhurin jaqinakapax mitalanak palliriw sarapxatayna, jupanakax janiw kuna mitalaks
jikxatapkataynanati; T’unupaw jach’a qullunak manqharu chhaqhantayatayna, wali ch’aman apsupxañapataki.
46
Copacabana adoraba a Titi (Gran felino de metal), pero Thunupa quería que adoraran a
Wiracocha. Otra vez lo apresaron a Thunupa y lo condujeron a un sabio, que preguntó por qué
adoraban a un felino de metal, teniendo que hacer sacrificio de sangre. Dijo más, que el Dios
verdadero no pide nada de sangre y que el verdadero Dios es Wiracocha. La gente inconforme
con la situación decidió que Thunupa tenía que morir, lo condujeron a la orilla del lago
Titicaca, amarrado a una pequeña balsa de totora y lo echaron a deriva. Luego empezó una
lluvia torrencial, con viento, rayos y truenos que era de espantarse. Llegaron a pensar que era
el fin de Thunupa. Esa pequeña balsa vino a un lugar angosto (Tiquina) y de pronto el lago se
abrió, y como un río, dicen que fue hacia el pueblo de Machaqa, un pueblo bien lejos fue a
dar. Esa balsa también dicen que fue a parar muy lejos. Y se formó un gran lago: ahora se
llama lago Poopó. Y ese gran río, se llama El Surco del Agua (desaguadero). Allí podemos
ver y encontrar a Thunupa 43.
Así del curso legendario de la balsa de Thunupa, nace el curso fluvial del
Desaguadero, río mítico que enlaza los dos mayores depósitos lacustres del Ande. Los kollas
dicen que su balsa solitaria surca el Titicaca y se desliza por el altiplano. Deidad benéfica,
suele tornarse a veces punitiva y reparadora, habla en el trueno, previene en el relámpago,
castiga con el rayo. Sus manos venerables protegen las cosechas, su mirada suave mitiga la
desgracia; está siempre con los necesitados, denuncia la iniquidad, exige justicia; es símbolo
de resurgimiento y de pujanza, es el piloto del alma andina. Desde la oscura lejanía
cosmogónica, Thunupa – dios mítico, sigue conformando el universo andino y todavía en el
presente, Thunupa, prepara y fortalece voluntades para un futuro mejor.
La fábula era un género muy difundido entre los aymaras, casi siempre con
sentido didáctico y satírico. Estas pequeñas narraciones tienen como protagonistas al zorro,
costantemente burlado; a la llama, prudente y generosa; al conejo, suspicaz y huidizo; al
kjirquinchu, astuto y burlesco; por lo tanto, casi toda la fauna andina tuvo idealizado una serie
de temas fantásticos y realistas, que en el sentido mitificador de la realidad pasaron de la
literatura aymara a la quechua y en ambas culturas se confunden temas y personajes.
43
Ibid., p.48
Mäurusti, Kupakawan markaruw saratayna. Jupax Titikak qut makatañatakix mä jisk’a pañu umar
janxatt’atayna, uka pañur qunxatataw Titikak qut pasatayna. Kupakawankirinakax janiw Wiraxuchar
yupaychapxirikataynati, siwa; jan ukasti, mä jach’ a titiruw yupaychapxitayn siwa, T’unupax Wiraxochar
yupaychapxañap munatayna. Jaqinakasti, ratukiw T’unupar katuntapxatayna. Ukatsti, mä thalirin ukaruw
irpapxatayna. Ukatsti thalirirux akham T’unupax satayna: […]
47
En este relato se presenta ejemplos claros de rasgos míticos, nos habla del
surgimiento del zorro y la situación de aislamiento de Machu Pichu 44 – en tiempos muy
antiguos había un hombre rico llamado Mallku Kunturi, que quiere decir rey cóndor, y su
mujer se llamaba chinchirkuma, que significa nombre de una planta que da flores – juntos
criaban muchos ganados que cada vez más se multiplicaban; y también un perro de orejas
paradas que vivía sobre carnes. Pero ellos no vivían bien, no tenían hijos, y peleaban mucho.
Con tanto disgusto, se olvidaron de dar comida al perro. El perro abandonado, andaba por ahí
en los rincones buscando qué comer, y al fin se hizo vagabundo acostumbrándose a comer
vicuñas y guanacos. Su dueño, Mallku Kunturi, sintiendo compasión de sus animales muertos,
empezó a perseguir al pobre perro llamándolo de flojo. El perro muy astuto se dio cuenta de
lo que estaba pasando y, desde entonces pasó a llamarse zorro; y desde ahí comenzó a devorar
demasiados ganados, transformándose en un zorro de verdad 45.
En medio a tantos problemas Mallku Kunturi y Doña Chinchirkuma decidieron
buscar dos niños para criarlos y, consiguieron uno del pueblo de Machu Pichu y otro de
Parara. De esta manera pensaron que podían ser muy felices, el primero se pasó a llamar
Warikunda (cuello de vicuña) y el segundo Anallaxchi (toponímico). Al pasar los años, ya
viejitos, los papás decidieron repartir las tierras y los ganados a los dos hijos: Warikunda se
quedó con Machu Pichu y con las vicuñas, Anallaxchi con el pueblo de Parara y los guanacos.
Todo iba bien y por muchos años los jóvenes vivieron en paz. Murieron sus
padres y ellos entraron en guerra. Se prepararon bastante los dos hermanos junto a su gente,
Warikunda había trenzado hondas y Anallaxchi había fabricado boleadoras para el gran
combate 46.
44
Nombre de las ruinas de la célebre ciudad perdida de los Incas.
Recopilado por María Alavi (1984, p. 58), también en el idioma quechua, con el Título de “ Nayra Pacha”
(En tiempos antiguos):
Nayra pachax mä qamiriw utjän siwa, Mallku Kuntur sata. Warmipax Chinchirkuma satänwa, siwa.
Uywanakapax walpin ukjar akjar tam tam mirantatayna. Uka jaqix anunirakïnw sipï, uka jinch anux aychapatan
qamasirïnw siwa. Mallku Kunturimp mama Chinchirkumampix chacha warmjtakirakitaynawa. Jan wawanïsax
janiw suman jakapkataynati, chacha warmikiw nuwasiskiritayna. Ukhamat anur manq’a waxt’añ
armasxapxatayna; anux khuyañarakiw sarnaqatayna, uka anux k’ithasiwayxataynawa. Warinak wanakunak
manq’añ yatintxatayna. Mallku Kunturixa, uywat sintisisax ‘’uka jayra na jiwkatayaoiniwa’’ sasarakiw
arknaqatayna; anux amuyasitaynawa. Jichhax uka anux tiwula sataxataynawa; tiwulax anchapunirakiw
uywanak manq’arxatayna.
46
Así lo tenemos en la lengua nativa (Cf Alavi apud Xavier Albó & Félix Layme, 1992, p. 60)
Ukham jan walïxipanxa, Mallku Kunturimpi mama Chinchirkumampix pä yuqall wawarak uywasiñatak
thaqhasipxatayna. Uywanak anamuchusiwayasin mallku Kunturix mä yqall wawa Machupijchu markat
irptasinitayna; mama Chinchirkumasti, Parar markatarak mä jisk’a yuqall wawa irptasinitayna. Uka pä yuqall
wawampix kusapunirakiñaniw sasin panin parlt’asipxatayna.(....). Awk tayka jiwxapxatayn ukjax mä
ch’axwañarux mantxapxatayna; mara mararakiw jachjayasit sarnaqapxatayna, wal ch’axwañatak
wakiyasipxatayna. Warikunkamp Anallxchimpix anchapunirakiw jaqinakapar ch’axwañatak p’iqichapxatayna;
mä jach’a ch’axwañan atipasiñatakiw wakichasipxatayna.
45
48
Después de tanto luchar, Warikunda al perseguir su hermano consiguió a
través de un hondazo hundir la cabeza de Anallaxchi y éste se quedó ahí para siempre sin
movimiento. Habiendo vencido, Warikunda lleno de orgullo regresó a Machu Pichu con su
gente y los prisioneros de la guerra; mata una vicuña y hace sacrificios de sangre. Al ver todo
eso, el Padre Sol mucho se enojó, y pensó que gente así no debía existir, y envió una gran
estrella de fuego para quemarlos. Warikunda al ver la estrella, pensó que a hondazos iba a
derribarla, pero la estrella de fuego ahí mismo lo abrazó todo y, desde entonces la ciudad de
Majchu Pijchu está así, aislada; ahora ese lugar se llama Parara de Piedra. Esto se puede
comprobar en la lengua autóctona, conforme Alavi 47.
El mito sobre el origen del viento, el granizo y la helada que cubre toda la
Cordillera de los Andes viene de la creencia de Thayampita Chhijchhimpita juyphimpita.
Fabulan que una anciana había criado a sus tres nietos, los tres eran varones. Un día la anciana
ya sintiéndose un poco cansada y enferma, les dijo a sus nietos que vayan a sembrar la chacra
y les entregó las semillas. Sus nietos perezosos no habían ido a sembrar nada, ni papas,
pasaban los días jugando, vagando por las chacras vecinas y retornaban al atardecer; su abuela
creída que estaban trabajando y les servía la cena 48.
Llegando la época de la cosecha de papas, la anciana les dijo que fuesen a
cosechar junto con ella. Éstos sabiendo que no había nada en sus terrenos, dijeron que la
abuela fuese sola y que de las chacras más crecidas eran las suyas. Sabiendo de lo que podía
pasar, éstos dijeron que no iban con ella, porque debían ir por leña al cerro.
La anciana al ver la chacra más crecida empezó a cosechar las mejores papas.
En ese momento apareció el verdadero dueño de la chacra, que muy enérgicamente gritó a la
anciana, preguntándole por qué ella no había plantado para cosechar lo suyo. Todavía le avisó
que en época de cultivos sus nietos flojos andaban vagando en vano 49.
47
ibid., p.60
Uka jach’a nina warawarax wich’inkhan ukhan mä arumakiw uñstatayna. Warikunkax ‘ qurawamp q’urawjas
uka warawar liwiqä ‘sasaw jisk’a chuymapan amuyt’asirakitayna. Nina warawarax lijrak pachpar
qhirqhintatayna, ukat jinchhakamas Machupijchu markax ukham sapxarakisä; uka markax jichhax Qala Para
sas sutichatarakisä.
48
Ibid., p. 62
Mä kuyuntux akhamaw utji: Mä taykax kimsa allchhip uywasiritayna, kimspachax yuqallkamakiritaynawa, siwa.
Ukat mä urux uka allchhinakaparuw taykax satayna: [...] Ukham sasaw uka taykax allchhinakapar jathanak
apxaruyiritayna, siwa. Allchhinakapax - ijaw - sasaw sarapxiritayna, pir ukat janiwa yapu luriris kunas
sarapxirikataynati.
49
Ibid. p. 62
Ukat niy ch’uqi puqu urasax taykax allchhinakapar jischixa: _ Wawanaka, jichhürux ch’uq jat’iqasir janit
sarsna _ sasa. Ukat allchhinakapax janiw sarañ munapkitiritaynati. Ukat taykarux sapxiritayna [...] Ukham
satax taykax ch’uq jat’iqir saratayna. Ukat kawkitix wäli alitäk ukar jaqxatasin llamaywaqawxiritayna;
ukhamaruw uka yapun jaqipax taykar jaqxatasin wäl jawq’xawriritayna. _ Kus ch’uqix llamaysusista kunats
jumax jan yapuchasta. Yapuwrasax inakirakis uka qilla allchhinakamax jaqusraskixä, sasa.
49
Sin consuelo la abuela había regresado llorando y muy triste a su casa, por la
vergüenza que había pasado. Cuando sus nietos llegaron, la abuela les pregunta por qué
habían mentido y que el dueño de la chacra le había golpeado bastante con palabras y ella
había pasado por una vergüenza muy grande. Sus nietos enfurecidos con lo que había
sucedido a la abuelita, y como castigo, se convirtieron en granizo, el mayor; en helada, el
mediano; en viento, el menor. Relatan que desde esa época existen la helada, la granizada y el
viento 50.
Podemos constatar en los dramas orales, la civilización andina ha alcanzado un
humanismo, aunque rudimentario, reflejado en la filosofía moral de sus costumbres. Según
Felipe de Ayala, los “auqarunas”, predecesores de los Incas, cultivaban también una forma de
narración solemne y profunda, dirigida a sus dioses. Y eran agrupados en tres categorías:
Jaylli Sagrado, Jaylli Agrícola, Jaylli Heroico. De acuerdo a la situación se lo dedicaban con
todo honor, por ejemplo en el Jaylli Sagrado, eran narraciones de gloria y alabanza de sus
divinidades. Se los cantaba, de un modo especial, en los ritos sagrados, solemnizando sus
festividades. El Jaylli Agrícola era dedicado en el cultivo de la tierra, en el inicio de la
siembra o de la cosecha ritualizaban el trabajo para tornarlo más fructífero, hombres y
mujeres en forma de coral místico religioso exaltaban a las divinidades de la tierra,
emparentando a un Jaylli Sagrado. El Jaylli Heroico se destinaba a la evocación de los hechos
heroicos, a la gloria de sus guerreros y de sus Incas; muchas veces con carácter épico
religioso, elegíaco ante los despojos momificados de estos personajes. Podemos constatar que
el aspecto de la devoción a la tierra, a las divinidades y a los hechos heroicos ya es una
costumbre que viene de mucho antes de los Incas, pasa a ser una manifestación propia de este
pueblo, salvo algunas variaciones o transformaciones, siempre serán parte de sus creencias
aunque pasen los años y siglos.
Como hemos dicho anteriormente, Bolivia, país multinacional, heroico,
aprendió a amar y creer en el Dios cristiano pero no dejó de enaltecer y respetar a los dioses
del antiguo ancestro.
Se ve aquí esta manifestación de transformación, donde la leyenda de MancoCapac y Mama-ocllo, los Hijos del Sol, no nace en el Cuzco como algunos pretenden hacer
50
Ibid. p. 64.
Ukhamat uka taykax wäli jacht’asisaw utapar kutkatxiritayna; ukham Wäli jawq’jata. Ukatutar purisina,
allchhinakap purinipan taykax jacht’asisaw awisasiritayna [...]
Ukat uka waynanakax wal kulirasisin jiläk ukax chhijchhir kutiritayna, sullkpirix juyphiru, sinti sullkäk ukarak
thayaru.Ukhamat uka marax janiw kunas utxiritaynati; ukhamarus ukatpach juyphis, chhijchhis thayas utxix
sapxrakisä.
50
creer, sino que en el Lago Titicaca, punto aun reconocido por los peruanistas. Wiracocha es
sólo una nueva encarnación de “Pacha”, el dios telúrico del Andes, que fue inventado por los
Kollas como suma expresión metafísica del mundo circundante. Mientras que Thunupa, figura
mítica e histórica, quiere decir el Primer Jefe, y Manco –Cápac, fue fundador de la dinastía de
los Incas, trae su genealogía de su remoto antecesor montañés Mallku-Khapaj, que significa
Cóndor Poderoso de la Leyenda Andina. Los reyes incas, se llamaron Hijos del Sol, pero su
adoración al Sol o Inti, era sólo una prolongación del culto que hacían los Kollas a Willka el
astro fulgurante. Esto nos comprueba que por donde quiera que se avance, hay siempre un
antecedente aymara detrás del hecho “quechua”. Recordemos que la palabra “aymara”,
significa los antiguos, los de tiempo inmemorial, la estrella remota.
Como herencia la civilización andina nos ha dejado el “Kollasuyo”, el lugar o
el Imperio de los Kollas, entra ya en la historia universal. Es el hito más lejano en la
explotación del alma andina. Y nadie que pretenda estudiar a fondo los orígenes de la cultura
en el planalto continental, podrá prescindir de esta cosa primera que como un sol nocturno
dispara sus pálidos rayos a través del mito y la leyenda. Suelo, raza, idioma, arqueología son
las puertas fundamentales para llegar y zambullirse al mundo Kolla.
Zambullirse en este mundo kolla significa sistematizar un conjunto de
conocimientos, muchas veces en las propias leyendas, fábulas, narraciones, intentando
comprender o rastrear lo que ya se ha estudiado por otros estudiosos. Y para corroborar con
este estudio es necesario conocer muchas de esas costumbres, creencias que poseen esta gente
de sangre mestiza, tornándose imprescindible investigar sus raíces, Canclini (1997) ya nos
decía justificándose la preferencia de sus estudios por el mundo indígena
os antropólogos lembram que continuam existindo na América Latina trinta
milhões de índios, com territórios diferenciados, línguas próprias (cujos
falantes aumentam em algumas regiões), histórias iniciadas antes da
conquista, hábitos de trabalho e consumo que os distingue. (CANCLINI,
1997, p.247)
Intentar comprender la devoción a un Dios Cristiano y las deidades de la
naturaleza respectivamente, por ejemplo 51; conocer a fondo por qué la naturaleza y el paisaje
representan una magia tan poderosa en los relatos. Cada vez que intentamos conocer más el
51
Véanse, por ejemplo, las prácticas y las creencias divergentes que suscita la muerte. Por una parte subsisten
usos antiguos, las ofrendas alimentarias sobre las tumbas, el depósito de los instrumentos de trabajo o los
juguetes en la sepultura del difunto. Por la otra, los indios confiesan espontáneamente que creen en el fuego del
purgatorio y en la resurrección de la carne (GRUSINSKI, 1991, p. 233, 234). El autor nombra esto como
culturas compuestas: mezcla de creencia autóctona y cristiana.
51
mundo andino nos damos cuenta que es necesario continuar investigando, que posee rasgos
del realismo fantástico y nos invita a un largo viaje, como nos afirma Medina (1981):
¿Qué se sabe de los tiempos primitivos? Casi nada. ¿Qué falta por descubrir?
Casi todo. No habiendo un conjunto de conocimientos intelectuales para
sistematizar la comprensión de lo que fue, hay que rastrear en la
contemplación del paisaje [destaque mío], en tradición y en la fábula, el
paso fulgurante del tiempo mítico: la naturaleza como bramando en el
combate transformador del cosmos, los dioses y los héroes como chispas que
brillan y desaparecen en el divino juego de la inteligencia que ordena el
universo. (DÍEZ DE MEDINA, 1981, p.60)
La presente investigación avanza para desentrañar lo que Bolivia tiene en sus
misterios, mitos, costumbres, deidades, cultos, tradiciones y la realidad que muchas veces
cruje, duele y hiere. Para que pueda servir al logro de una realización de más un pueblo,
donde se puede decir que los cóndores miran desde las alturas.
52
SEGUNDA PARTE
4 Función y caracteriza ción del pais aje en la narrativa an do-boliviana
F i g u r a d e l A l t i p l a n o B o l i v i a n o y v i s t a d e l I l l i m a n i 52
Figura 09: Al t i p l a n o B o l i v i a n o y v i s t a d e l I l l i m a n i
Fuente: Disponible en: < http://www.bolivian-mountains.org/fotospag/illimani.JPG > Acceso en: 30 mayo 2010
52
El Altiplano o la Meseta del Collao, también llamada Meseta del Titicaca, es una extensa planicie de América
del Sur ubicada a una altitud media de 3.600 metros que abarca la parte occidental de Bolivia, el norte de Chile, el
sur del Perú y el noroeste de Argentina. Tiene importancia histórica por haber sido el lugar en que surgieron
diversas civilizaciones, como Pucará y Tiahuanaco, y se realizó la domesticación de plantas como la papa y
animales como la llama. Por sus características ambientales, es una región natural única en el continente. El
Illimani o águila dorada, al fondo, es la majestuosa montaña de 6.462 metros que adorna el horizonte de la ciudad
de La Paz, y es la más alta de la Cordillera Real. Este enorme macizo de más de 8 km de longitud. Si bien es
considerado un nevado, es en realidad un volcán extinguido. Escalar el Illimani brinda una sensación
indescriptible, por la posibilidad de disfrutar de sus inigualables paisajes, contrastes, ecosistemas y sus nieves
eternas. Desde su cumbre, se domina el Altiplano, el lago Titicaca, hasta el Perú, el Sajama hasta Chile y los valles
bajando hacia la amazonía.
53
4
Función y ca ra cterización del pais aje en la narrativa an do-boliviana
El paisaje en su noción integral, la tierra, su naturaleza y
los seres que la habitan, es uno de los elementos que más
influencia tiene en el carácter y proceso de vida de sus
hombres.
Reinaldo Alcázar
4.1
El pai s aj e bol i vi an o – ras go del rom ant i ci s m o; l a problem át i ca
s oci al del hom bre a n di no – ras go d el re al i s m o.
Enfatizaremos un estudio sobre el paisaje por creer que éste es uno de los
elementos que completan el escenario de la mitología en la literatura, con la función de
describir la naturaleza con magia – y otras veces con desespero y desencanto. El paisaje, en
este sentido, se adentra en la narrativa, contribuye por representar la realidad, la fantasía y lo
fantástico. Vemos esto nítidamente en este pasaje de la obra Altiplano de Botelho Gosálvez:
Jatun-Kolla es una comunidad agraria de indios aymaras, asentada en la
planta de una alta y rojiza peñería, llena de pájaros silvestres que guturan sus
melodías posados en las ramas de los Kollis verdi-negros. [...] Allí empieza
la llanura amarillosa, parda, que al Este no tiene órbitas ni límite, porque en
ese lado sólo hay horizonte abierto, duro y seco cual las pupilas de un
muerto que mira sin ver. Al Norte desde la cima del cerro de Jatun-Kolla, la
vista en cambio se detiene en la jibosa esfinge del Illampu que es casi un
grito de hielo petrificado, cuyo eco se pierde en el vértigo de las nubes y de
las estrellas, sin que haya más que nieve, hielo y vacío por ese lado del
horizonte. (BOTELHO GOSÁLVEZ, 1996, p.11)
El tema del paisaje viene siendo utilizado, por los escritores bolivianos, de las
formas más distintas posibles, desde la más sencilla de carácter pictórico, hasta la más
compleja reflejando efectos de gran dinamismo, como las brillantes metáforas. Por lo general,
los autores en su narrativa, tratan al paisaje con grandes descripciones bien detallados
54
narrando los acontecimientos de la localidad, con sus costumbres y creencias, con datos
topográficos y toda la naturaleza que envuelve el ambiente – que nosotros los lectores – nos
quedamos imaginando como si lo estuviéramos viendo todo. Verificamos una influencia
telúrica muy fuerte en esta literatura, y Reinaldo Alcázar (1973), sobre esto nos indica lo
siguiente:
La tierra boliviana, tan llena de contrastes y variados escenarios es fuente
inagotable para temas literarios. Y es en la novela donde su manifestación ha
tenido aún mayor transcendencia, a tal punto que hasta podemos decir que la
novela en Bolivia [y por extensión en los países andinos] es en esencia
producto y reflejo del paisaje. (ALCÁZAR, p. 17)
Lo hacen esto para ilustrar, impresionar y mostrar de forma más clara el
escenario donde transcurre la narrativa. Se comprueba esto aún en las palabras de Botelho
Gosálvez (1996):
Después de cada lluvia los campesinos se ponen a revisar las plantaciones.
Hacen canalillos a cada tallo, acarician las hojas que han brotado; les hablan
con ternura paternal. Hunden las manos en la tierra húmeda y musitan la
oración de sus antepasados y de sus descendientes. ‘¡Oh Pacha Mama, madre
mía, haz que tus fecundas entrañas me den muchos y buenos frutos, que mi
trabajo no sea estéril, pues sólo tú eres la esperanza de nosotros!’[...]
Destruyen las plantas dañinas y sólo se retiran del agro cuando se han
convencido de que la simiente de agua ha sido aprovechada y que el secreto
e ingente vientre de la Pacha-Mama sigue su inmenso crecimiento que ha de
asombrar con una múltiple y esplendorosa parición. (BOTELHO
GOSÁLVEZ, p.21)
Los autores pueden utilizar el paisaje en la narrativa entre dos extremos: uno
objetivo y el otro subjetivo. Siendo que el primero se lo utiliza más con intención pictórica,
sin emoción poética, más como un telón de fondo a las acciones de los personajes, describen
el paisaje como simples observadores que enumeran las características geográficas de la
región – el segundo, en cambio, con un lenguaje poético – , lo utiliza como recurso estilístico,
metafórico; denota fuerte reacción emocional frente al paisaje y su naturaleza, haciendo una
armonización vigorosa trasladándolo a un plano de íntima relación con el hombre. Los autores
bolivianos entran en este último utilizándolo como matiz propio del paisaje andino. En el
proceso descriptivo del paisaje los autores llegan a un rasgo de personificación o
55
humanización del paisaje o de alguno de sus componentes (este recurso conocido como
prosopopeya), como ilustración Botelho (1996) nos presenta en Altiplano a la sequía,
personifica a la tierra hasta convertirla en la antagonista central de la novela:
La amenaza del hambre muerde el ánimo de los comunarios de Jatun-Kolla.
En todas las casas la sequedad de la tierra y el cielo ha reducido la comida en
previsión de la carestía total. Ya no se tiene ni la ilusión de una sola lluvia
porque ella no remediará nada. Agobiadas las sementeras por el sol del día y
el frío de la noche, se agrietan como paredes envejecidas. Hasta ayer, las
últimas siete chacras de la comunidad, que se alimentaban con el agua que
baja de las débiles vertientes del cerro, se alzaban con esperanza, pero hoy
que acabó por secarse el agua, declinan sus tallos y sueltan la tierna
granazón que se muere por falta de savia. [...] Y aquí en el centro
altiplánico, peor que hormigas, la sequía cuartea y arruga la tierra. Es un año
maldito. (BOTELHO GOSÁLVEZ, p. 67-68)
Encontramos a Tamayo apud Medina (1968), gran poeta andino, que también
enfatiza la naturaleza personificándola: “el alma de esos montes se hace hombre y piensa.”
En la obra Raza de Bronce de Alcides Arguedas (1919), encontramos esta personificación del
paisaje:
El rojo dominaba en el paisaje.
Fulgía el lago como un ascua a los reflejos del sol muriente, y, tintas en rosa,
se destacaban las nevadas crestas de la cordillera por detrás de los cerros
grises que enmarcan al Titicaca poniendo blanco festón a su cima anguloda y
resquebrajada, donde se deshacían los restos de nieve que recientes
tormentas acumularon en sus oquedades.
De pie sobre un peñón enhiesto en la última plataforma del monte, al socaire
de los vientos, avizoraba la pastora los flacos abruptos del cerro, y su silueta
se destacaba nítida sobre la claridad rojiza del crepúsculo, acusando los
contornos armoniosos de su busto. (ALCIDES ARGUEDAS, 1919, p.5)
Tenemos en los últimos estudios literarios: el héroe de las novelas cumple el
ciclo que le atañe entrañado en la naturaleza de su ambiente. Para correlacionar basta citar a
Gabriel García Márquez, que construye sus relatos con elementos de su propio medio físico.
Vargas Llosa (1971) sobre la obra de García Márquez, señala que:
Desde Isabel viendo llover en Macondo hasta los últimos relatos, el paisaje
guarda rigurosa fidelidad a si mismo. Sus rasgos son breves pero
inconfundibles y corresponden, matemáticamente, a un poblado tropical
como Aracataca - lugar de nacimiento de García Márquez. (VARGAS
LLOSA, p. 107)
56
La nación Boliviana propicia este rasgo en su literatura (una densidad estética
en el paisaje): la Cordillera de los Andes, por su peculiaridad y potencia, está llamada a
tipificarle, como el país del Altiplano – como se le llama con frecuencia – . Sin embargo, más
allá de este país andinista, existe también una Bolivia de fecundos valles, de las vegas y
vastos llanos selváticos que se encuentran conectados a los sistemas hidrográficos más grande
de Sudamérica, el Amazonas y el Plata. Esta gran diversidad geográfica, sobretodo de
paisajes, ha proporcionado o provocado en los autores bolivianos, desde el romanticismo, un
gran estímulo para crear sus obras – ilustrando las variadas regiones existentes en el país – ,
como el propio Altiplano, Valles, Yungas, El Chaco, Selvas y Llanos Orientales. Como nos
apunta Medina (1981):
En Bolivia son capaces de fecundar muchas generaciones de narradores sin
agotar sus posibilidades temáticas. Paralela a su riqueza minera, la nación
andina posee una extrema abundancia de contrastes paisajiles y tipos
humanos. No sólo la seducción pintoresca de los folklores regionales - el
hosco aymara, el quechua risueño, el alegre chapaco, o el camba montaraz podrían dar lugar a sendas literaturas costumbristas, también el minero, el
indio agricultor, el seringuero de los bosques constituyen expresiones de la
tipología nacional.[...] La nación, como sujeto literario – suelo, raza,
costumbres – , es un emporio de variedad y novedad. Es la tierra nativa por
excelencia, lo más entrañablemente sudamericano, la patria más joven en el
antiguo solar del hemisferio. (DÍEZ DE MEDINA, 1981, p.54-55)
Actualmente la novela busca la expresión que se identifique más con ese
mundo que transmite – llena de imágenes, verdaderas palabras-imágenes – , aquí se encuentra
la expresión más auténtica de la literatura americana. Tal vez por la propia manera de nuestros
antepasados 53 que expresaban poética o literariamente recurriendo a las imágenes, los
escritores al escribir parecen que escriben a través de imágenes y no con palabras. Botelho
Gosálvez (1987) en su cuento Con la muerte a cuesta demuestra este recurso de las imágenes:
A mediodía, cuando el sol caía a plomo, se detuvieron al borde del camino y
allí merendaron, al pie de unos copudos árboles. Cerca, dando tumbos,
descendía, escondido entre matorrales, un borbollante arroyo de agua fría y
cristalina, bajada desde las neveras.
[..] cuando el sol se hundió tras las altas serranías de los Andes, acamparon
junto al río. […]
53
Según los estudios, la literatura de los países de cultura autóctonas, primero fue pintada, con ideogramas
pintados en tablillas.
57
El cielo transparente, negrísimo, dejaba ver un mareante universo poblado de
estrellas y constelaciones. En la sombra el río se arrastraba, gruñendo entre
pedrones. […]
Las serranías verdegueantes se habían abierto y el paisaje ostentaba la
avasallante fuerza del trópico. Pasaban chillona bandadas de pájaros;
volaban, muy alto, cóndores que bajaban desde la cordillera a su cacería
diaria. (BOTELHO GOSALVEZ, p. 42-43.)
Los novelistas han tenido que ser verdaderos artistas y por su arte han sido
impulsados a interpretar el alma del paisaje y transmutarla en ficción o leyenda. Por esto en
la producción de los escritores es notoria la primacía del paisaje como factor de la acción
literaria. Como nos dice Mario Llerena (1949):
[…] surgidas al influjo del paisaje, tienen en sí, aparte del mérito intrínseco
de su acabado artístico, el valor de documentos expositores del alma
nacional. En ellas aparece la geografía física y la humana de la América, la
naturaleza en todo su esplendor, y el hombre con toda la gama de sus pesares
y alegrías. (LLERENA, p.499)
Diríamos también que situándonos en el mismo plano con el escritor veríamos
que el paisaje es su exasperado anhelo de afirmación. Este anhelo o deseo puede tener una
motivación definida como por ejemplo, lo de denuncia, y precisamente esta motivación de
denuncia es lo que indudablemente caracteriza a los novelistas hispanoamericanos y viene a
ser al mismo tiempo el estímulo más fecundo de la producción literaria.
Así, podemos decir, que el paisaje es un grito de vibraciones literarias, donde el
escritor puede ser como “... juglar que entona patéticas melodías por donde brota la
amargura y la protesta del alma colectiva” (cf. LLERENA, p. 502). El paisaje acaba
mostrando la hondura en su entraña social con un fondo suficiente que clama por justicia,
como también el propio dramatismo de la lucha del hombre con la naturaleza. No es en vano
que críticos como Jonh Crow afirman que “una de las principales tendencias de la novela
hispanoamericana es la obsesión con el paisaje y su naturaleza” (cf. CROW, 1951, p.503).
El paisaje es tema perenne y no pasajero, también en las narrativas bolivianas y
como bien dice el gran novelista colombiano Eduardo Caballero Calderón (1965):
Desde cuando comenzaron a escribir como los europeos– cuyo llano es la
soledad de asfalto de la ciudad y cuya selva es la muchedumbre triste y
silenciosa – muchos autores dieron a considerar el paisaje como hojarasca
58
literaria. Pero yo les diría que el paisaje es una realidad americana, y no una
moda que pasa de moda dentro de nuestro panorama intelectual. El llano y la
selva no son escenarios que puedan articularse como un salón Luis XV o una
galería “art noveaun”. (CABALLERO CALDERÓN, p. 34)
Vemos así que el paisaje contempla no una presentación fotográfica o realista
en un sentido superficial, más una indagación profunda y transcendental. En este sentido
también el paisaje se proyecta no solamente como un aspecto puramente geográfico sino
también histórico. Entre sus dos elementos tanto telúrico como humano, existe una
compenetración tan real que hace parecer al hombre hechura del medio físico que lo cría, que
acaba moldeándolo, y dándole un sello característico, único y distintivo. A esto podemos
agregar lo que dice Alberto Felde (1964):
La novelística de América se hace única y diferente a otras del mundo
porque se produce en ese clima especial de ese campo dialéctico de
adaptación del hombre al medio ambiente, telúrico, típicamente suyo, con
los caracteres y formas típicos que se determinan. (FELDE, p.15)
Podemos afirmar con
los avances de la psicología, la sociología y la
antropología que el hombre es producto del medio donde se desarrolla y, en hispanoamérica
esto nos queda más evidente.
El tema generador para el estudio de la Literatura Boliviana, es Bolivia
propiamente: con sus grandezas y miserias, sus creaciones ancestrales, sus desórdenes
transitorios, la infinita variedad de sus paisajes, tipos humanos y modos de vida regional,
como nos narra Botelho Gosálvez (1996)
Allí empieza la llanura amarillosa, parda, que al Este no tiene órbitas ni
límite, porque en ese lado sólo hay horizonte abierto, duro y seco cual las
pupilas de un muerto(...) al Norte desde la cima del cerro de Jatum-kolla, la
vista en cambio se detiene en la jibosa esfinge del Illampu que es casi un
grito de hielo petrificado, cuyo eco se pierde en el vértigo de las nubes y de
las estrellas, sin que haya más que nieve, hielo y vacío por ese lado del
horizonte (...) aunque algunos viajeros hayan contradicho esa creencia al
traer tostados productos del Yunga(...) Y al testimonio añadieron sus relatos
de un más allá, perdido a través de ríos, pántanos y bosques que se
contorsionaban como lascivas y atrayentes mujeres vegetales (...) Los peones
en la finca, reunidos en la cocina, tomaban café en grandes tazones de barro,
a las seis y media se presentó en el patio el mayordomo, distribuyó puñados
de coca, píldoras de quinina y ligeras raciones de aguardiente. (BOTELHO
GOSÁLVEZ, p. 11-12)
59
Volviendo al tema socio-geográfico, las tres razas que pueblan los paisajes 54 –
los kollas o aymaras en las montañas, los quechuas en el valle, los orientales en el llano – , la
naturaleza opulenta, variadísima, ofrecen al escritor, como ya hemos dicho, un carácter único
y original.
Sintéticamente, Bolivia presenta como características principales en su
geografía:
1) El Altiplano: posee una altura media de 3.500 metros sobre el nivel del mar,
está demarcado dentro de la bifurcación de la Cordillera de los Andes – que empieza al Norte
y se vuelve a unir casi en la frontera con la Argentina en el Sur. Tiene una superficie de
100.000 Km2, con riqueza mineral, un sistema hidrográfico propio y muchas posibilidades
agrícolas. Esta región andina está formada por los siguientes elementos estructurales: la
Cordillera Occidental que corre a lo largo de la frontera peruano-chilena; la Cordillera Real u
Oriental; la Meseta Altiplánica.
El escritor Alcides Arguedas en Raza de Bronce nos proporciona la descripción
de este paisaje altiplánico:
Había cerrado la noche, y una vaga claridad comenzaba a dorar las cumbres
de los montes sumidos en silencio y oscuridad: era la luna que surgía detrás
de un pico del Illimani, rielando en un cielo limpio y tachonado de estrellas.
Lejos, de las cuencas de los valles y en la falda de los montes, se
encendieron algunos fuegos, como para anunciar la presencia del hombre en
esos parajes, cuya grandeza y soledad angustiosa oprimían dolorosamente el
corazón. ( ALCIDES ARGUEDAS, 1919, p. 62)
54
Para entender el alma boliviana hay que tener presente el esquema étnico-geográfico. A los tres paisajes
físicos - montaña, valle, llanura - corresponden los tres tipos raciales: kollas, quechuas, orientales.
60
Figura 10: Al t i p l a n o B o l i v i a n o
Fuente: Disponible en: < http://www.bolivian-mountains.org/fotospag/altiplano.JPG > Acceso en: 30 mayo 2010
Las temperaturas del altiplano oscilan entre los 15º bajo cero y los 15º sobre
cero centígrados, siendo este mínimo por la noche. Su zona más rica está influenciada por
dos grandes lagos - el Titicaca y el Poopó –. Este medio ambiente, aunque parezca adverso al
desarrollo del hombre, ha determinado la existencia de núcleos humanos con altos niveles de
civilización, debido a su clima saludable y a sus conocimientos de agricultura. Encontramos
productos propios de la altura como la patata, aquí se cultivan especies únicas como la
quinua y cañahua (cereales); oca, papalisa, Isaño (tubérculos); y en la fauna lo típico de esta
zona son la llama, el alpaca, la vicuña y la chinchilla.
2) Los valles y los Yungas: se define como yunga a unas vegas estrechas y
profundas con clima tórrido y alta precipitación pluvial, cuyo principal atractivo consiste en
su proximidad a las altas cumbres de Los Andes. En Los Yungas, tanto del Departamento de
La Paz como de Cochabamba, existen poblaciones con comodidades para recibir turistas, y
los productos que se cultivan son el café, el cacao, la coca, la naranja, la piña y todas las
frutas de ambiente tropical. A través de un viaje hasta llegar a los Yungas, se pueden observar
los extraordinarios contrastes en el paisaje y la naturaleza: cuando se sale de La Paz vemos la
cordillera como paisaje, después de cuatro horas de viaje ya vemos las vegas como escenario.
61
Figura 11: Los Yungas - B o l i v i a
Fuente: Disponible en: < http://www.bolivian-mountains.org/fotospag/.JPG > Acceso en: 30 mayo 2010
Alcides Arguedas en su obra Raza de Bronce nos demuestra este cambio de
paisaje andino:
En una tarde hibernal, clara y vibrante de luz. Ni una nube, ni la menor
sombra en los cielos. Arriba, fulgurando, las cumbre eternamente nevadas
del Illimani, abajo las cimas de los montes; y en lo hondo de la vega, el
verde de los trópicos en las huertas de sabrosos frutos y flores de turbador
perfume. Ningún ruido humano en la quieta extensión de las alturas, y sólo
el golpear de las cascadas, que descienden, espumosas, por el granito de
angosto alfoz, y el gemir del viento en los ralos pajonales donde pastan
pobres y ariscos rebaños de llamas y alpacas. (ALCIDES ARGUEDAS,
1919, p. 60)
Empezando por el Sur del departamento de La Paz donde están las cabeceras
del valle y extendiéndose paralelamente a lo largo de la Cordillera Real y de los
Departamentos de Cochabamba, Chuquisaca y Tarija, están los valles a una altitud media de
2.400 metros. Estas regiones están densamente pobladas, dedicadas especialmente a la
agricultura de maíz, trigo, árboles frutales de toda calidad y legumbres en general. Vemos así
que la característica principal de la economía de los valles es la agricultura y el comercio en
los mercados de La Paz, Cochabamba, Sucre representan gran desarrollo de su economía.
Entre las ciudades vallunas, Cochabamba goza de fama por su excelente clima templado, la
62
cordillera de Tunari completa su belleza. Otras ciudades como Sucre 55 disfrutan de un clima
igual al de Cochabamba, conservan el estilo colonial de sus casas y sus valles fértiles
producen sabrosos vinos y aguardientes. Enclavada en los valles a orillas del río Guadalquivir,
Tarija está más al sur de la región montañosa. Sus habitantes mantienen una tradición
hispánica tanto en el lenguaje como en las costumbres. Potosí, ciudad que durante la época
colonial había alcanzado fama por sus minas de plata, ahora se ha transformado en ciudadmuseo, con valores históricos extraordinarios.
3) Las Selvas y Llanos Orientales: Corresponde a la inmensa y mayor
extensión selvática de Bolivia, son ellos los Departamentos de Pando, Beni y Santa Cruz.
Toda esta zona geográfica es dividida en tres zonas.
Figura de la Amazonía Boliviana
Figura 12: La Amazonía Boliviana
Fuente: Disponible en: < http://www.bolivian-mountains.org/fotospag/.JPG > Acceso en: 30 mayo 2010
La primera comprende el norte de La Paz, el
Beni, Pando, norte de
Cochabamba y norte de Santa Cruz, esta zona corresponde también a la cuenca amazónica,
son grandes productores de goma, castaña, cacao, vainilla y diversos tipos de madera. Sus
principales centros son Cobija, Riberalta, Trinidad, Santa Ana y San Ignacio. La segunda
comprende el Departamento de Santa Cruz y parte del oeste de Cochabamba, en esta zona
55
Sucre: cuna de la libertad de América Hispana con el movimiento de 25 de mayo de 1809.
63
tenemos bosques bajos y su terreno pertenece a las cuencas del Amazonas y del Plata, con sus
ríos que descienden de las cordilleras Andinas, propiciando cultivo adecuado para el arroz,
algodón, caña de azúcar, tabaco y frutas cítricas.
De manera peculiar Botelho (1996) en su obra Altiplano nos revela esa
naturaleza amazónica:
Tras de la muralla que condena el horizonte de altiplano empieza el yunga;
se inclina en la gradiente de los Andes y, cuando ha franqueado las últimas
serranías del macizo, muere para dar paso a los llanos de la hoya amazónica.
Termina el imperio de la montaña que ya no se manifiesta más que en el
musculoso tremor de los anchos ríos tropicales que viborean en las verdes
sábanas. […] La atmósfera tiene espesor de resina, perfume de floresta
eclosionada, ardor y esplendor de naturaleza que derrocha su joven locura
vegetal. (BOTELHO GOSÁLVEZ, p. 119,120)
Entre las ciudades que más se destacan, Santa Cruz representa el oriente
boliviano, también por su potencial en los yacimientos de petróleo. La tercera zona de los
llanos orientales comprende el sur de Santa Cruz y la región del Chaco de Tarija, que es
tropical y semiárida, corresponde a la cuenca del Río de la Plata. Aquí están los yacimientos
de hierro considerados como una de las reservas del mundo, esta zona es adecuada para el
cultivo de algodón, maní, maderas y ganadería.
Bolivia contiene tres tesis que disputan primacía en el paisaje nacional:
andinismo, centralismo, orientalismo. En los últimos años, el valle y el llano se van
emancipando de la tutela de la montaña. Y si hablamos de nación andina, es porque la meseta
condensa los antiguos valores espirituales, pero el país de la Cordillera – Bolivia – abarca
también la zona templada y la selva tropical, dándole la triple función conjugadora de sierras,
tierras intermedias y llanuras.
Es un hecho incuestionable que el paisaje ha tenido gran fuerza en la narrativa
hispanoamericana. Destacando precisamente aquellos rasgos tan característicos y tan suyos
que llegan a diferenciarla de las narrativas de otros pueblos en el mundo. Como en las
palabras de Alcázar (1973) donde se vaya en Bolivia, el espectáculo del paisaje se adentra en
la sensibilidad del espectador, invita a su contemplación, impresiona su ánimo; no solamente
es de visión sino también de evocación (ALCÁZAR, p.161).
64
TERCERA PARTE
5 El mito, el hombre y el paisaje en la literatura ando-boliviana
Figura de La Morenada 56
Figura 13: La Morenada
Fuente: Disponible en: < http:// www.micarnaval.NET > Acceso en: 30 mayo 2010
56
Durante el siglo XVI, los negros fueron capturados en las junglas de Guinea, Congo, Mozambique (África) y
vendidos como esclavos; para luego ser trasladados al nuevo continente americano. El traslado de esta gente al
nuevo mundo en 1517, incrementó el tráfico de esclavos en centros mineros de Oruro y Potosí para la extracción
de plata y estaño. El trato que se les dio fue brutal e inhumano, tratados como bestias en sus faenas,
especialmente, en el interior de los socavones. El trabajo cruel y el clima frígido, desfavorables para ellos,
hicieron que los negros no tengan resistencia física, ni habilidad para poder extraer el metal. Debido a estos
problemas, ellos fueron trasladados a tierras cálidas del Sur y Norte de los Yungas (Departamento de La Paz)
para ser ocupados en cultivos de coca, café y cítricos. La Danza de los Morenos nació justamente de las
cofradías de negros, los cuales se mofaban de los bailes de los señores blancos. Más tarde los mestizos del
altiplano la adaptaron y para mantener su esencia africana, incorporaron máscaras decoradas con rostros negros.
Por lo tanto, se podría decir que, La Morenada es una demostración folklórica de protesta contra la época
colonial, la importación de negros esclavos, el injusto e inhumano trato al que fueron sometidos en la
profundidad de las minas. Su matraca significa el crujir del arrastre de cadenas opresoras.
65
5.1 Aspectos de la Literatura Boliviana Modernista: de lo contemporáneo hacia lo
actual
En el presente apartado haremos un estudio sobre la Literatura Boliviana, desde
la república hacia el período actual, especialmente, sobre la narrativa, sus autores, incluyendo
obras y estilo, sobre todo, a los movimientos literarios, romanticismo, realismo u otras
tendencias que estuvieron agregados al contexto histórico del país a lo largo de los años,
procurando demostrar de dónde el aspecto de la protesta social del hombre andino ha surgido
con tanta vehemencia en el relato de la literatura boliviana y además cómo se ha rescatado la
importancia de enfatizar el paisaje y la naturaleza en las obras literarias.
Al finalizar el siglo XVIII, las potencias europeas en América ya empezaban a
debilitarse, con eso el sistema colonial en Bolivia también entra en crisis. Hubo, así, el
comienzo a la Guerra de la Independencia que duraría más de 15 años, hecho histórico que
culminaría con la fundación de la República de Bolivia, en 1825.
La independencia, vinculada al impulso liberal, permitió romper con las
potencias colonizadoras, pero la ruptura no fue sino un cambio del poder monárquico
peninsular al indiano criollo. Según las
palabras de Adrián C. Van (1987), sobre esto
tenemos:
La emancipación sólo supuso la sustitución de una minoría blanca peninsular
por otra de criollos. Estos últimos querían la autodeterminación para si
mismos y no necesariamente para las castas, los indígenas y negros que
juntos constituían la gran mayoría de la población (C. AVIAN, p.18)
La literatura que se produjo en ese período convulsivo también es una literatura
en crisis, comprometiéndose tanto con la causa literaria como con la restauración colonial.
Gran parte de esas obras circulaban en folletines sueltos y pasquines, al igual que en cartas,
proclamas, arengas y alegatos en pro de una u otra facción. Las hojas anónimas, conocidas
como libelos, caramillos y pasquines eran de varios tipos: ensayos políticos y sarcásticos,
papeles filosóficos, poemas, poesías y prosa, sátiras y baladas amorosas. Así, con sabor a
sangre y pólvora surgen los nuevos caracteres literarios y “el romanticismo toma en América,
más que en ninguna parte, la forma de un liberalismo literario, así como el movimiento entre
66
nosotros adopta la inevitable apariencia de un romanticismo político” (cf. ALBERTO
SÁNCHEZ, 1973, p.226).
Para contextualizar el Romanticismo como movimiento literario, es necesario
recordar que en las últimas décadas del siglo XVIII, en Europa ocurren manifestaciones
artísticas y filosóficas que ya revelaban interés por las transformaciones en el campo de las
ideas – movimiento Iluminista. Éste corresponde a un movimiento filosófico-cultural que
verdaderamente ha preparado la eclosión del movimiento romántico en el mundo, a través de
demostración de falencia de la razón como árbitro absoluto de la verdad (característica del
neoclasicismo).
Es importante dar énfasis que los movimientos literarios que ocurrían en
Europa llegaron con mucho atraso a Bolivia, esto no aconteció sólo al país boliviano como
también a otros países hispanoamericanos. Se pueden destacar dos causas principales a este
retraso en Bolivia: una política y otra geográfica. La política en el período republicano tuvo
un carácter muy turbulento, dictatorial, donde los autores no se sentían con libertad para
publicar sus obras, principalmente las novelas. Como Alcázar (1973, p.22) enfatiza “los
novelistas temían poner de manifiesto sus inquietudes o cualquier idea de reforma que sus
obras podían expresar”.
Eso ocurría porque en el contexto histórico, Bolivia fue siempre dirigida con
regímenes gubernamentales que oprimían la sociedad académica o pensante. Nunca hubo un
clima completo que favorezca la total libertad de prensa ni existía garantías para el escritor, la
literatura camina con recelo del exilio. A esto debemos agregar, también, el efecto de las
numerosas guerras con países vecinos, cuya continua preocupación también ha impedido el
desarrollo cultural. 57
La segunda causa del retraso de los movimientos literarios en Bolivia,
destacamos el aspecto geográfico, con las pérdidas de territorios bolivianos, como ejemplo, la
costa marítima, Bolivia ha quedado “enclaustrada entre las altas cumbres de la Cordillera de
los Andes y los inmensos y despoblados llanos amazónicos del oriente, y así aislada del
mundo exterior” (cf. ALCÁZAR, 1973, p.22).
Según Soriano Badani (1938, p. 9), en Bolivia la literatura contemporánea, se
puede dividir en los siguientes ciclos: hasta 1920 tenemos el Romanticismo; 1921 – 1932 el
Realismo; 1933 – 1951 el Naturalismo; 1953 – 1967 Neorrealismo; de 1969 hubo un arranque
57
La cuestión de constantes guerras con países vecinos debemos considerar la pérdida de territorios como de
Acre para el Brasil, la salida para el Pacífico, Guerra del Chaco, cuya situación ha traído graves consecuencias
en el desarrollo cultural y económico.
67
de la nueva narrativa actual. Sobre esto no se puede dejar de decir que es muy difícil precisar
cuándo se inicia o termina un movimiento, lo ponemos en cita para que el lector pueda
compararlo con los aspectos históricos del país; de manera que el romanticismo hace parte de
esta cuestión: se tiene una idea (sólo una idea) de cuándo se ha iniciado la literatura boliviana,
sin embargo, es muy difícil decir cuándo termina, pues estando en el alma del poeta, penetra
en cuanto crea hasta librarse de sus influencias. Lo podemos sentir – el rasgo romántico – , en
el Modernismo y todas las variaciones del realismo, desde el costumbrista hasta el
neorrealismo.
Devemos concluir que em nenhuma dessas sociedades o modernismo foi
adoção mimética de modelos importados, nem a busca de soluções
meramente formais. Até os nomes dos movimentos, observa Jean Franco,
mostram que as vanguardas tiveram um enraizamento social: enquanto na
Europa os renovadores escolhiam denominações que indicavam ruptura com
a história da arte – impressionismo, simbolismo, cubismo –, na América
Latina preferem ser chamadas por palavras que sugerem resposta a fatores
externos à arte: modernismo, novomundismo, indigenismo. (CANCLINE,
1997, p. 83)
A partir de 1825, año de la fundación de la República, el romanticismo
boliviano pasa por tres etapas: la primera hasta 1839, con la caída del Mariscal Andrés de
Santa Cruz, entre la transición del neoclasicismo al romanticismo; la segunda, la más proficua
cuantitativamente, va del 1839 al 1879, año de la Guerra del Pacífico 58, período también de
muchos exilios; la tercera, que comprende los años de 1879 a 1928, año de la muerte de Adela
Zamudio, una de las figuras máximas de la poesía nacional, es el período de mayor madurez
del romanticismo en Bolivia, tenemos la publicación de la obra Juan de la Rosa (1885) por
Nataniel Aguirre, aunque siendo una novela histórica, inmortaliza su autor y se constituye en
un clásico de la literatura hispanoamericana.
Se puede decir que el romanticismo boliviano tuvo grandes representantes en el
género de la poesía y, que tiene características singulares a los demás países del continente
americano. La poetisa María Josefa Mujía (1812 - 1888), tuvo gran mérito por ser persona
nacida en suelo boliviano, en Sucre, y además sólo escribió en verso. A los catorce años, con
58
La Guerra del Pacífico (1879 - 1883) fue un conflicto armado que Chile enfrentó al Perú y Bolivia. También
se le ha denominado Guerra del Salitre.
14 de febrero de 1878. Asamblea Nacional Constituyente de Bolivia.
"Artículo Único. Se aprueba la transacción celebrada por el ejecutivo en 27 de noviembre de 1873 con el
apoderado de la Compañía Anónima de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta a condición de hacer efectivo,
como mínimum, un impuesto de diez centavos en quintal de salitre exportado."
68
la muerte de su padre, se volvió ciega, asimismo buscó refugio en la lectura, a través de su
hermano, y en la composición de sus poemas. Gracias a la fiel colaboración de este hermano,
consiguió la publicación de su poema La Ciega, de tono elegíaco, en el periódico Eco de la
Opinión. 59
Su repercusión fue inmediata, a los pocos días ya habían otras composiciones
poéticas con un mensaje de consuelo “a la ciega”. Fueron más notables las de Manuel José
Cortés, Manuel José Tovar y la del poeta peruano Pedro Elera, también invidente. Por lo
general sus versos son melancólicos, de tono elegíaco y pesimista, especialmente cuando se
refiere al amor, que para ella es “un ídolo falso que el inmortal adora”. Dónde mejor se
aprecia la sensibilidad poética de Mujía es en las elegías, como la dedicada A la memoria del
joven poeta Néstor Galindo, que murió fusilado por orden de Mariano Melgarejo. De lo
elegíaco – Menéndez y Pelayo – considera en El árbol de la esperanza 60, siendo un poema
que se ha destacado entre toda la lírica boliviana por sus “sencillos e inspirados versos, que
quiero poner aquí, porque en su forma casi infantil tienen más intimidad de sentimiento que
todo lo que he visto del Parnaso boliviano”.
59
María Josefa Mujía. Poema – La Ciega. Periódico Eco de la Opinión, Bolivia (1852). Presento al Poema y su
versión en lengua portuguesa.
Todo es noche, noche oscura.
Ya no veo la hermosura
De la luna refulgente.
Del astro resplandeciente
Sólo siento tu calor;
No hay nube que el cielo dora.
Ya no hay alba, no hay aurora
De blanco y rojo color.
Tudo é noite, noite escura.
Já não vejo a formosura
Da lua refulgente.
Do astro resplandecente
Somente sinto teu calor;
Não há nuvem que o céu doure.
Já não há amanhecer, não há aurora
De Blanco e vermelha cor.
60
Ídem. Poema – El Árbol de la Esperanza. Bolivia. p.89.
Presentamos un fragmento del poema y confirmemos lo que se ha dicho de ello:
Árbol de esperanza, hermoso,
En copa y ramas frondoso
Y elevado yo te vi;
Ahora, en el suelo tendido,
Destrozado y abatido,
Te miro ¡triste de mí!
Árvore da esperança, formosa,
De copa, e ramos, frondosa
E elevado eu te vi;
Agora, no solo estendido
Destroçado e abatido,
Te olho, triste de mim!
Sin hojas y sin ramaje,
Marchito y seco el ropaje
De tu frescura y verdor;
¡Cuán corta tu vida ha sido!
Contigo todo he perdido
De la fortuna al rigor.
Sem folhas e sem ramagem,
Murcha e seca a roupagem
De tua frescura e verdor;
Quão curta tua vida foi!
Contigo tudo perdi
Da fortuna ao rigor.
69
El romanticismo de la literatura boliviana trae expresiones significativas bajo
dos modalidades sobresalientes, una producción combativa, revolucionaria y comprometida
con el medio, donde el poeta romántico indagaba contra los gobiernos totalitarios; de otro
lado, una literatura dolorosa y apasionada, con la expresión de sus sentimientos más íntimos.
De la primera característica destacamos a Manuel José Cortés, del 1815 a 1865, poeta nacido
en Potosí, abogado e historiador, de mucha experiencia como político y hombre de Estado,
pues ocupó cargos públicos de mucha importancia de su país. Su producción poética se
desarrolla fundamentalmente, en los aspectos de que la poesía funciona como un instrumento
de combate, así se considera un luchador, da más valor al contenido que a la forma “lo que
principalmente he querido es servir a la libertad; porque sé que se puede servirla en verso o
en prosa, con la pluma o la espada, con los hechos o con la palabra”. En su Ensayo sobre la
Historia de Bolivia, publicado en 1861, es importante destacarlo, una vez que,
cronológicamente, marca la primera obra escrita en el período republicano, y en uno de sus
capítulos destacó un estudio sobre la literatura boliviana.
Según algunos críticos la obra de Cortés es muy importante y Valentín Abecia
anuncia “tiene su valor de ser la primera de crítica literaria, aunque superficial, enumera las
composiciones del género, y no solamente esto, se podría decir que nace con Cortés la
historia, que dejando de lado el simple memorialismo, hace el uso de la documentación
(ABECIA BALDIVIESO 1965, P. 234).
La segunda modalidad del romanticismo – una literatura dolorosa y
apasionada, con la expresión de sus sentimientos más íntimos –, tuvo como representante a
Mariano Ramallo, nacido en la ciudad de Oruro, en 1817; poeta, periodista y abogado, que en
1946 conquistó el Premio Nacional de Poesía. Tal premio acrecentó su prestigio intelectual
también como docente de la Facultad de Derecho de La Paz, fue nombrado redactor de La
Gaceta del Gobierno, y enseguida fue invitado al cargo de Jefe de Redacción del diario La
Época. Su producción poética, con muestra de admiración del romanticismo francés, presenta
la expresión de sus sentimientos y dolores más íntimos, en tono enfático y declamatorio, sus
pesares de amor, en la figura de la esposa: Cantaré las delicias del que escoge/ Una cándida,
amante compañera;/ del que dichoso goza/ Las caricias y halagos de una esposa.
El poeta Ricardo José Bustamante se constituye también en la cumbre de la
poesía romántica de Bolivia. Nacido en La Paz, en 1821, huérfano de padre desde su
nacimiento, muy joven fue enviado a Argentina para proseguir sus estudios superiores.
Después, ya exiliado en Uruguay continuó sus ensayos literarios, publicando algunos de sus
poemas en el periódico El Nacional. Antes de partir a Francia, publicó en Montevideo un
70
soneto de despedida a Buenos Aires. En París se dedicó primero a la Arquitectura, pero luego
comenzó a participar del círculo literario, en reuniones de una Sociedad Literaria a la que
frecuentaban consagrados escritores hispanos. De su obra poética Miguel Antonio Caro, nos
dice: “se hace notar siempre por la delicadeza de sus sentimientos, por la inspiración feliz y
por la galanura de su estilo”.
De este período romántico, podemos decir que la poesía lírica, en Bolivia, tuvo
mucho más frutos. Los autores necesitaban de más tiempo para dedicarse a la escrita de sus
obras, sean éstas leyendas, cuentos o novelas. En ritmo lento la narrativa comienza a tener
algunos éxitos, con esfuerzo individual de algunos estudiosos y escritores, con algunas
agrupaciones y sus órganos de difusión, como La Revista de Cochabamba (1852),
posteriormente, La Aurora Literaria (1862), el Círculo Literario y el Almanaque de El
Comercio (1878) se produjo un ambiente cultural auspicioso para la literatura nacional. Se
sabe que estos órganos no fueron los únicos, los destacamos por la regularidad con que eran
publicados y por la narrativa, como relatos, novelas, cuentos y ensayos, más importantes del
romanticismo boliviano. La revista, La Aurora Literaria, era publicada el último día de cada
mes, aproximadamente con dieciséis páginas, en ella se publicaron novelas como La Isla
(1864), de Manuel María Caballero, era considerado su principal representante; Crimen y
expiación; Reflexiones Literarias, de Sebastián Dalence, y muchas otras.
Varios autores han sido significativos en este período del romanticismo, entre
los que sobresalen Vicente Ballivián y Roxas (1810 – 1891), narrador, historiador y también
diplomático. En 1863, fue nombrado como Enviado Extraordinario ante los gobiernos de
Francia e Inglaterra, donde pudo hacer sus investigaciones por los archivos europeos, en
busca también de material bibliográfico sobre Bolivia. Ya como frutos de la investigación, en
1872, publica Archivo Boliviano, obra de carácter histórico, de grandes proporciones para el
conocimiento de Bolivia. Pero, su importancia consiste en que, según los estudiosos de la
crítica literaria, su obra Claudio y Elena (1834), es considerada la “primera novela
boliviana 61”, e Íntimas (1913), de Adela Zamudio, como la última del período romántico,
novela que se destaca por “el cuidadoso diseño de la trama y pone a prueba el tacto de la
narradora que sabe expedirse con discreción realista”. Estas novelas citadas representan, por
consiguiente, el marco del romanticismo boliviano.
61
La aparición de la novela en Bolivia, no es en verdad tardía. Los demás países de América, cronológicamente,
la precedencia es: en Méjico – 1816, Bolivia –1834, Cuba –1839, Brasil –1843, Perú y Uruguay –1848,
Argentina y Chile – 852, Colombia –1867, Ecuador –1871.
71
En Claudio y Elena, Vicente Ballivián, todavía no alcanza en su estructura
estética, a las proporciones del género novelesco. La obra es dividida en dos partes, y trata de
los desgraciados amores de estos jóvenes. La primera parte de este relato se sitúa en Grecia, la
cuna de la cultura occidental, la Grecia de los modelos trágicos, es importante destacar que los
románticos encuentran en la naturaleza su inspiración. Éste es el escenario, con el marco a la
participación de los amantes, con luz de luna, junto a:
las trémulas orillas del mar, donde la fresca brisa se arrima al silencio contra
los gigantescos árboles, que moviéndose medida y pausadamente, parecen
fantasmas animados de la noche: el ruiseñor canta; la tortola se abrasa de
amor. ¿Quién no desearía venir a leer aquí, en reposo de la soledad, el libro
sublime de la naturaleza? (BALLIVIÁN Y ROJAS, 1969, p. 15)
Parece que todo iba muy bien en esta historia de amor, luego acontece una
tragedia, Elena – heroína de un matrimonio malvenido –, es asesinada a cuchilladas por su
esposo, cuando éste descubre su infidelidad, quebrando así la felicidad de los enamorados:
Así pereció la imponderable Elena: la estrella de su patria, y el ídolo del
sensible Claudio. Las aguas del mar cubrieron su cadáver, las olas del
océano braman sobre su sepulcro y cantan su elegía; su bárbaro asesino le
negó los honores mismos en la tumba. (BALLIVIÁN Y ROJAS, 1969, p.
29)
Más tarde, hay una novela que merece ser destacada por su consagración
definitiva dentro de la novelística de su tiempo: es Juan de la Rosa, publicada en 1885 por
Nataniel Aguirre, es una obra que ha transcendido al siglo XX, con varias reediciones y
traducciones. Fue elogiada por varios críticos, según Menéndez y Pelayo “es la mejor novela
histórica hispanoamericana”; la reitera Augusto Guzmán (1966) como:
La obra clásica de la novelística boliviana. Es de una composición mixta,
formada de episodios históricos nacionales que se realizan a través de un
sencillo argumento imaginado, con una narrativa atrayente y equilibrada.
(AUGUSTO GUZMÁN, p. 165)
Nataniel Aguirre González (1843 – 1888), abogado, narrador y dramaturgo, a
través de su novela Juan de la Rosa, destaca los rasgos específicos del momento histórico que
desarrolla, combinando adecuadamente esos sucesos con los destinos de sus personajes. Esta
72
obra, bajo el título de Memorias del último soldado de la Independencia, en que Juan de la
Rosa era su seudónimo, sustenta el anhelo de libertad de sus bases sociales e ideológicas de
sus protagonistas centrales, con sus gritos de “¡Viva la Patria!”, uniendo el despertar del
sentimiento nacional, a la comprensión de la historia de la naciente república boliviana:
De ahí que el periplo histórico del que ocupa Aguirre, parte de los sucesos de
1809, vividos y sentidos desde Cochabamba, a través de un niño, su familia
y sus amigos; niño que ya hecho hombre, nos narra esta historia en 1884.
Son hechos relevantes, y sobre todo desde la perspectiva de sus
protagonistas, el grito libertario del 25 de mayo, en Chuquisaca; la
apoteósica inmolación de Murillo en La Paz, cuyas palabras las conocía
Juanito de memoria, así como otros documentos y proclamas. (CÁCERES
ROMERO, 1995, p. 243)
Se lo presenta un apartado de la novela Juan de la Rosa (1885), trayendo rasgos
del yaraví imponiendo a la despedida del Inca Manco, añorando morir al ver el sufrimiento de
la raza kolla, y con preciosismo detalles del paisaje andino:
canta a media voz para no interrumpir mi sueño, en la lengua más tierna y
expresiva del mundo, el yaraví 62 de la despedida del Inca Manco, tristísimo,
lamento dirigido al padre sol, de lo alto de las montañas del último refugio,
demandando la muerte para no ver la eterna esclavitud de su raza; gotas de
llanto que fluye sin sentirlo, ruedan una tras otra por sus pálidas mejillas.
[…]
Si oía cantar a Rosita, se quedaba estático, abriendo la boca, como se
acostumbran todas las gentes sencillas cuando concentran su atención en
alguna cosa. Mil veces se hizo repetir los versos de la despedida del inca, o
de algún fragmento de Ollantay sin conseguir nunca retenerlos por completo
en la memoria (NATANIEL AGUIRRE, 1885, p. 160)
Otro autor que se debe nombrar es Manuel María Caballero (1819 – 1865),
maestro y narrador, abogado y parlamentario, nació en Vallegrande, Departamento de Santa
Cruz. Ejerció su vocación de maestro, de modo que dejó a un lado su título de abogado; se
dedicó y se consagró en la enseñanza de literatura y francés. Es considerado como un maestro
que “destila la sabiduría de su talento”, y mucho más, “uno de los hombres más cultos e
instruidos de su tiempo”. Siendo un hábil orador, fue elegido, dos veces, como diputado
62
Es la creación única de un movimiento artístico americano superior, cuyas creaciones se exaltan en el siglo
XVIII y se intensifican poco antes de 1800, al calor del prerromanticismo europeo y americano. Asociado con la
quena, se envuelve en una leyenda sombría y, engrandecido por el martirio del poeta yaraví patriota Mariano
Melgar, alcanza enorme resonancia musical y literaria para decaer, luego, en parte absorbido por el triste,
victorioso y expansivo, que ya se manifestaba desde antes de 1800.
73
nacional; animador y muy inteligente, era conocido como Pico de Oro. Más tarde dirigió La
Sociedad Literaria y La Aurora Literaria, revista que ha publicado sus novelas, la principal
llamada La Isla, publicada en 1864, es la que seleccionamos para el estudio. Su narrativa trae
como tema la historia dramática de un amor que fue abandonado y que se convierte en la
aparición de un fantasma en el lago Poopó: una bella joven toda vestida de blanco, que
lamenta su infortunio. La trama se desarrolla en el año de 1845, la familia de Andrés
Mendoza (él, su señora, su hija y su criado Pedro), político en retiro, busca en la isla paz y
tranquilidad. La hija, llamada Filomena, encuentra a Gabriel, quien intentaba olvidar a su
amada Margarita, aprisionada en un convento por órdenes de su padre. La isla, prácticamente
perdida en las aguas de un lago altiplánico, es descrita por Caballero (1941, p.21): “El cielo
abraza a la tierra con amor, posa su faz en las elevadas cumbres de las montañas para
imprimirles un beso”. Ambos han llegado a la isla, la familia Mendoza y la de Gabriel
Pacheco, para olvidar el pasado que les apretaba el alma; y Filomena que traía rasgos del
valle, ahora tenía el lago que “hoy te acaricia mansamente, con murmullo suave; mañana
brama furioso bajo tus plantas, y de lejos azota tu morbidez en el cielo helado.”
(CABALLERO, 1941, p.21)
Cuando la felicidad parecía estar plena entre Filomena y Gabriel, llega una carta
de Margarita, aquélla que estaba en el convento. Gabriel, que no la había olvidado, parte en
busca de aquel amor casi perdido. Filomena, abandonada, con el corazón destrozado, no
soporta tal situación cuya única solución es la muerte; en una tarde de tormenta, se pierde en
las aguas turbulentas del lago, en un frágil y pequeño barco de totora. Sus padres, en el más
profundo dolor, también mueren, quedando en la isla sólo Pedro, el criado, que los sepulta y
se marcha a otra isla. De Gabriel se sabe que no tuvo éxito con Margarita, ambos habían
confundido la amistad de la infancia, con el amor. Desde entonces, los pescadores de la isla
Panza, dicen haber visto vagar en las noches de luna y de tormenta, el fantasma de una bella
joven, vestida de blanco, lanzando al aire un lamento conmovedor de un profundo llanto.
Otra gran autora que destacaremos de la narrativa del romanticismo, es Adela
Zamudio (1851 – 1928), narradora y poetisa, nacida en Cochabamba, su obra fue reunida en
dos volúmenes y publicados póstumamente: el primero, con el título de Novelas cortas (1942)
y el segundo, con el de Cuentos Breves (1943). Se puede considerar que Adela Zamudio es
más conocida por sus poemas que por su novelas o sus cuentos, aunque estos se encuentran en
antologías y textos académicos. Por la calidad de sus escritos, los escritores de su tiempo le
dieron el apelativo de la Alondra del Tunari, aludiendo a su lugar de origen. La narrativa de
Adela, en los cuentos descriptivos y costumbristas, es clara, ágil y didáctica, animada en el
74
uso de vocablos populares. De modo general, hay presencia de crítica social, en relación a los
prejuicios sociales, hipocresía y desigualdad económica.
Su novela Intimas, del 1913, se constituye en una obra innovadora en su medio.
Ya trae rasgos de la narrativa del realismo, se destaca por el cuidadoso diseño de la trama, su
penetración psicológica en el comportamiento de sus protagonistas. Hay presencia del amor y
del matrimonio, precisamente porque la sociedad intenta marginalizar a la mujer, llevándola a
un sometimiento al sexo opuesto.
Así fue y saliendo muy temprano de este pueblo, al otro día, que era
domingo visitamos Cliza, Arani y Punata, llegando en la tarde a San
Benedito – verdadero viaje de turistas en el que me convencí de la
exageración de un escritor peruano llamó a este valle: “El Valle de los siete
pueblos, en el cual, en una extensión de 2.300 kilómetros cuadrados, no se
hace más que sembrar maíz, beber chica y paga misas”– más que
exageración porque la feria de Cliza que es semanal, llegó a ser casi tan
importante como la feria anual de Huari, y hoy mismo, que ha decaído a
causa del incremento que toma la de Quillacollo, la suma de sus
transacciones es considerable. (ZAMUDIO, 1913, p.39)
Para su biografista, Augusto Guzmán (1973, p.223), Íntimas “es una obra de
poetisa, novelista y pensadora que sale de lo común. El argumento es delicado y pone a
prueba el tacto de la narradora que sabe expedirse con discreción realista”.
A fin de que podamos comprender el movimiento romántico en Bolivia,
incluimos un apartado que nos dará una visión de conjunto: Adolfo Romero (1995) en su
estudio sobre la Nueva Historia de la Literatura Boliviana, hace una análisis del movimiento
romanticista boliviano y lo caracteriza en “tres aspectos fundamentales: moral, artístico y
filosófico” (cf. ADOLFO ROMERO, p.127-129).
El romanticismo moral emergía de las actitudes del poeta frente a la vida, de
esas tendencias espirituales estaba direccionada su conducta en su hogar o en la sociedad, una
realidad compleja, sacudida por luchas políticas, por la anarquía y el caudillismo regional. En
gran medida el poeta se hallaba obsesionado con la idea de la muerte, sabiendo que combatía
por consolidar su ideal de libertad y, agregado a esa característica teníamos temas dedicados
al amor o a la vida, con sentimientos lastimeros y dolientes (incluimos en esta característica a
Mariano Ramalho), pues más contaba para su inspiración el peso de sus desventuras que de
sus alegrías. El romanticismo artístico, en todos los géneros literarios y en otras artes, el poeta
romántico partía de hechos concretos, basados en sus percepciones sensoriales sustituía el
racionalismo abstracto por el poder creador de la palabra. Los anhelos bolivianos buscan un
75
medio nuevo de romper la antigua relación social, con una población agrícola, sin derecho a
la educación formal, es como si hubiera llegado el momento de apartarse de los patrones que
habían constituido el período colonial. En el ímpetu del hombre andino había una búsqueda de
emancipación, un espíritu de crear una mentalidad apropiada para la consolidación de su
independencia política. Es como observa Alfredo Roggiano (1992): “La época romántica, la
más
formadora
del
mundo
nuevo,
marca
el
comienzo
de
las
nacionalidades
hispanoamericanas procurando repúblicas, naciones y culturas con identidad propia”. El
romanticismo filosófico, en este aspecto, trae consigo el desahogo, la crítica (aquí se destaca a
Manuel José Cortéz), el lamento y la denuncia; el poeta/narrador no deja la inspiración
revolucionaria que no sólo es una lucha contra el orden político, sino como una ruptura con
las antiguas formas de vida del espíritu.
Estos aspectos formaban la nueva tendencia del hombre en aquel momento, que
juntos dejaban lo antiguo y a través del movimiento de independencia política llegaron a
desarrollar esta postura crítica frente al sistema social a que estaban sometidos. Comienzan a
concebir lo nuevo fijándose en la originalidad del paisaje, de las costumbres y como nos dice
Guzmán (1883, p.27): “nada tiene tanta influencia sobre el espíritu como las impresiones que
nos vienen de la naturaleza. La majestad de la montaña a cuyas plantas o en cuya cumbre
levanta el labrador su hogar, o se extiende la ciudad, perdiéndose en los senos del gigante”.
Vemos la naturaleza como fuente de inspiración inicial para la literatura romanticista; como
ejemplo ya enfatizamos a María Josefa Mujía, que (aún habiendo perdido la visión en su
niñez), tenía intuición para captar la naturaleza y realidad que la rodeaba, como en su obra
Árbol de la esperanza.
Y, basado en esta característica de la importancia de la naturaleza, Santiago
Guzmán (1883, p.206): indaga este tipo de inspiración en las obras extranjerizantes, como
ejemplo, Ana Dorset (1859) de Daniel Calvo, al decir: “ Falta, pues, la fisonomía, el tinte
local, el corazón del montañés con su serenidad, su arrojo y su retraimiento; la
espontaneidad del morador del trópico con su franqueza y su buen humor habitual (...)” De
aquí empieza ha haber una búsqueda por lo nacional, una valoración por todo lo que Bolivia
ya lo tiene: el paisaje, el costumbrismo del hombre andino, sus experiencias, modo de vida y
de pensar, creencias, todo de forma tan peculiar.
Algunas reflexiones sobre el Romanticismo boliviano por expertos en literatura
han traído un relieve importante que creemos ser necesario apuntar. Para Díez de Medina, en
su estudio Literatura Boliviana “la escuela romántica, en Bolivia, es borrosa, trivial,
imitativa. Fácil de reconocer en los líricos de aquel tiempo la influencia de Lamartine, Hugo,
76
Musset, Byron, Espronceda, Bécquer. Casi todos son españolizantes de sustancia y
afrancesados de corteza.” Y Cáceres Romero (1995) lo critica, sobre todo porque la
originalidad está bajo la influencia de otra expresión, todos contribuyen a la universalización
de un movimiento; es notorio que los temas en la literatura son universales – en general – y
los literatos de cada país o región lo tiñen con su historia geográfica; y principalmente:
[…] ser eco de ecos no nos parece nada reprochable, si en la repercusión del
eco cada parte incorpora su genio. De otro modo el arte grecolatino perdería
su razón estética al considerárselo eco del helenismo, y qué eco más
maravilloso que se irradia a todo el arte occidental, desde el Renacimiento a
esta parte. En cuanto a exigir originalidad en los temas es realmente una
utopía. Ni Virgilio, ni Shakespeare son originales con sus temas, pero la
grandeza de sus obras es indiscutible (CÁCERES ROMERO, 1995, p.73).
René-Moreno también discute sobre esa cuestión, “en Bolivia hay poetas cuyas
obras son manifestaciones más o menos espléndidas de un entusiasmo lírico verdaderamente
sincero y espontáneo” (cf. RENÉ-MORENO, 1955, p. 4). Podemos decir que si para algunos
nuestra literatura del romanticismo no fue algo espléndido, tampoco lo fue mediocre. Bolivia
vivía momentos de definiciones sustanciales, el período republicano, que transcendía a las
expresiones espirituales, con prácticas opuestas a la rigidez de las reglas neoclásicas y,
principalmente, adquiriendo connotaciones de carácter político. Como desahogo de sus
emociones que embargan al poeta, suele ser satírico y burlesco como instrumento combativo;
reminiscente e imaginativo por las cosas del espíritu, procurando la forma de captarlas y
darlas a entender. Cuando el desahogo se presentaba como amenaza o era comprendido,
prontamente la persecución era manifestada, como ejemplo tenemos el autor Ricardo
Bustamante 63, una de las principales figuras del romanticismo boliviano, que por mucho
tiempo vivió exiliado. Con la presidencia de Melgarejo la presencia de la represión política y
cultural estuvo muy fuerte en el país, se trataba de un período sin libertad de expresión y, para
63
Poema lírico de más de seis versos de Ricardo Bustamante. Lo presento en lengua española:
Tú que en regiones ignoradas moras
Serpiente nacarada, bajo un cielo
Palio de lumbre, por do tiende el vuelo
La garza colosal;
Río argentado que onduloso ciñes
Vírgenes bosques, o en variadas tintas
Sobre tu espejo con su nubes pintas
El éter tropical.
Al fin respiro tus fragantes aguas
Tus palmas miro que columpia el viento,
Oigo en tus selvas armonioso acento,
Y admiro tu quietud;
¡Oh! Tú a quien siempre en ilusión lejana
Vi cual portento que a la patria mía,
Las puertas abras a su gloria un día,
¡Gran Mamoré! ¡Salud!
77
muchos escritores, de extenso exilio, entre ellos Tristán Roca y Santiago Vaca Guzmán, este
último ha escrito sus novelas y la obra Historia de la Literatura Boliviana, en Buenos Aires.
Los ensayos de literatura realizados desde el post-romanticismo para crear una
novela realista nacional se han desarrollado en Bolivia con un vigor inusitado. La creación
literaria es fecunda en búsquedas y hallazgos, sobre todo en el campo de la poesía y la novela.
En este último género se comienza a comprender y aprovechar las enseñanzas de la gran
novela europea, “especialmente el realismo francés y ruso” (cf. ÁVILA ECHAZÚ, 1973,
p.96). Se puede decir que en un primer momento muchas obras escritas presentaban falta de
espontaneidad y un lirismo exagerado, pero a lo largo del tiempo, el deseo, la esforzada
búsqueda de una expresión propia les fueron haciendo lugar, así el realismo poco a poco va
dando sus frutos.
En este contexto, la literatura boliviana contemporánea – del romanticismo –,
sigue su curso rumbo al realismo, que surge a principios del siglo XX
64
, y tiene como
representante principal a Alcides Arguedas, que con influencias extranjeras nos presenta su
obra Vida criolla, en 1905, novela realista que satiriza las costumbres urbanas de la ciudad de
La Paz. Y pasado algunos años, publica Raza de bronce, en 1919, novela que brindó al autor
y a la literatura boliviana un mérito especial en todo hispanoamérica.
Según Jacqueline Baldran (1994), en su estudio Recuperación antropológica
europea de las literaturas Indígenas, a principios del siglo XX nació un nuevo interés por las
sociedades llamadas “primitivas”, que se consideraron dentro de una nueva perspectiva más
científica. Por otra parte, los aportes del cubismo, del fauvismo y del arte abstracto
permitieron que se prestara una verdadera atención a las obras precolombinas, y el arte
moderno ayudó a aceptar las distorsiones de la realidad. En América Latina el romanticismo
ha abierto una brecha sacando a luz una imagen exótica del indígena. Luego, el prestigio
cultural de Europa y particularmente de París y los trabajos de los investigadores franceses
llamaron, por su parte, la atención de los latinoamericanos sobre las riquezas de su propio
continente. Tenemos así, en las palabras de Baldrán (1994):
mientras los intelectuales parisienses manifestaban una curiosidad científica
cada vez mayor por las antigüedades americanas y las literaturas
precolombinas, se despertaba con fuerza en el continente la atención de los
64
Bolivia, en este período, ingresa a la era del estaño, dominada por Simón Patiño. La riqueza que acumulaban
los empresarios mineros hicieron posible el viaje de mucha gente a Europa. Ahora, bolivianos ricos comienzan a
aprender el idioma francés y otros idiomas, conocen libros y también lo traducen. Con el inicio del nuevo siglo,
Bolivia empieza a mirar hacia fuera de sus fronteras con mayor interés. La vida en general mejora, las ciudades,
el periodismo, la educación (que era de una minoría) mejoran de aspectos.
78
latinoamericanos por su propia herencia cultural tanto en el campo de la
arqueología como de la literatura. [...] En busca de su expresión la América
Latina iba a recuperar una parte de sus raíces: una identidad indígena, hasta
entonces oculta. (BALDRAN, p. 429-435)
Estamos de acuerdo que con el romanticismo de América Latina hubo una gran
oportunidad de rescate de los temas de identidad indígena, que hasta entonces estaban
adormecidos participando como historias de transmisión oral en las comunidades autóctonas.
En Cornejo Polar (2000) hay el reconocimiento como uno de los mayores
especialistas en la literatura indigenista, a través de sus imprescindibles estudios sobre José María
Arguedas, Ciro Alegría, pero también por sus visiones de conjunto sobre la narrativa
indigenista 65, que lo encarrilaron hacia conceptualizaciones teóricas que permitieran iluminar la
intrincada complejidad de estos productos culturales. De Bolivia tenemos a Alcides Arguedas
como nombre de relieve en sus obras Vida Criolla (1905) y Raza de Bronce (1919), que adelante
se hará un estudio propio. Es inquietante preguntarse ¿de qué manera las literaturas indígenas y
populares comprenden, experimentan la práctica de su propia historia y en ella se suscriben?
(CORNEJO POLAR, 2000, p. 49).
Se enfatiza que en este momento hay un sentimiento de reivindicación social,
característico del siglo XX, originado en los países de fuerte implantación indígena, como el caso
de Bolivia, Perú, Ecuador, México y América Central, como respuesta a la problemática del
problema del indio, cuando se plantearon la armonización socio-racial de sus componentes étnicos
para incorporar la numerosa mano de obra indígena al proceso de modernización que la incipiente
estructura capitalista de sus países demandaba al insertarse en el orden neocolonial. Es cierto que,
como afirma Cornejo Polar (1980), hubo unos hechos históricos condicionantes: la Revolución
Mexicana (1910); la Revolución Rusa (1917); la implantación de los partidos de izquierda en la
América de habla española durante la década de los veinte.
Según anota Cornejo Polar, en la década del veinte al treinta la literatura resultó
ser uno de los espacios privilegiados para la discusión sobre la identidad nacional [peruana],
desde perspectivas distintas y hasta opuestas “la literatura despliega un horizonte ideológico que
permite conocer, explicar y valorar las tensiones y los conflictos del proceso histórico de una
sociedad” (CORNEJO POLAR, 1982, p. 19). Aunque el debate sobre la literatura peruana había
comenzado a principios de siglo, la modernización fue produciendo importantes transformaciones
65
Llamamos novela indigenista al subgénero narrativo constituido por las novelas publicadas en el siglo XX
que tratan del indio y su mundo circundante, con un sentimiento de reivindicación social. Forma parte, por
tanto, de la formidable corriente del indigenismo, en sus vertientes sociológicas, lingüística y política, entendido
este como una constante de la cultura latinoamericana desde la Conquista, que consiste en la movilización de la
cultura occidental para explicarse las culturas aborígenes de América y dar razón de la existencia del otro. (Cf.
VILLORO, 1979, p. 15; CORNEJO POLAR, 1980, p. 23)
79
en una intelectualidad emergente, cuya dinámica transculturadora permitirá la reelaboración del
discurso sobre la nacionalidad. También en Bolivia transcurría ese mismo sentimiento de
transformaciones, de manera que la coyuntura estética de la vanguardia de los años veinte
coincidió en toda América con la producción de renovados ideologemas nacionalistas
(esencialmente el indigenismo).
En un amplio espectro de posiciones y de acuerdo con Polar:
La ideología nativista no sólo rompió lanzas con la modernidad occidental,
sino también con lo que parecía ser su enclave nacional, la literatura
producida en Lima, e insistió en delimitar agresivamente el espíritu andino
asumido como propiamente en nacional en contra del costeño, representativo
del cosmopolitismo más artificioso y descastado. (CORNEJO POLAR,
1989, p. 111)
Para Jazmin López Lenci (1999), la vanguardia de América constituyó un
laboratorio discursivo que funciona mediante un complejo proceso de resemantización de las
líneas estéticas de la modernidad occidental a través de una encrucijada de discursos plurales,
heterogéneos y divergentes que se agruparán bajo un sustrato común: el de rechazo del
discurso colonial, la aproximación transcultural, y la búsqueda de parámetros que asocien
nación y modernidad.
La narrativa indigenista 66 ha comenzado en América con el autor Alcides
Arguedas (1879 – 1946), por la novela boliviana llamada Pueblo Enfermo, publicada en el
año de 1909, pero fue con la novela Raza de Bronce, del 1919, que este autor fue consagrado
como escritor perteneciente a los años formadores de las clásicas narrativas indigenistas. De
ahí que es nombrado como iniciador de la corriente indigenista; Arguedas 67 luchó por la
creación de una literatura nacional, escribió otras novelas, pero no conseguiría incorporarse a
la nómina de grandes novelistas hasta la publicación de Raza de bronce (1919).
66
EL INDIGENISMO ANDINO - A partir del siglo XX comienza la modernidad en América Latina. En la
literatura esto es evidente con las vanguardias; debido a su contexto histórico estas vanguardias aparecen
modeladas de intensos movimientos regionalistas; hay un interés por lo nacional, hay un movimiento
antioligárquico; donde el regionalismo y nacionalismo se asocian a una búsqueda de los orígenes y de una
identidad de la nación de latinoamérica.
67
La metáfora integradora del mestizaje desaparece con Alcides Arguedas (1879 – 1946). En 1899, la rebelión
aymara de Zárate Willca en Mohoza despierta en las clases medias y altas de La Paz el ancestral miedo a la
guerra de las razas. Un año después el Partido Liberal sube al poder y recrudece la lucha del proyecto
oligárquico contra lo indígena. Arguedas aparece en un escenario cultural obsesionado por la búsqueda de los
elementos esenciales de la identidad nacional, las causas profundas de la inestabilidad republicana. […] El
problema era que, después de Mohosa, estaba claro que para los intelectuales era imposible postular el
mestizaje como elemento cohesionador de la nacionalidad. Lo mestizo adquirió una connotación negativa – lo
cholo-, por lo cuallas definiciones de la identidad nacional quedaron suspendidas entre la utopía del mestizaje
armónico y la integridad, y la adversidad que significaba lo cholo. (Cf BARREIRA, 2008, p. 401)
80
De acuerdo con la crítica literaria la narrativa indigenista ha destacado a Ciro
Alegría – peruano, con su obra El mundo es ancho y ajeno (1951), como la más destacadas de
la literatura indigenista o regionalista de Hispanoamérica. Añade también a José María
Arguedas, también peruano, con su narrativa Los ríos profundos (1958) a esa nómina de la
novelas indigenistas.
La obra El mundo es ancho y ajeno de Ciro Alegría se la valora como un
símbolo de la lucha del hombre americano por la tierra, su reivindicación como persona y
reclamo de respeto a su cultura, y por ello, una de las obras de obligada referencia de la
narrativa indigenista en toda la literatura de la América hispánica. Sigue un pequeño apartado
de ella:
Los comuneros jamás habían dejado de pensar en la tierra y pudieron tener
confianza o, por lo menos, pudieron esperar. Muchos admitieron la
explicación de Rosendo como válida: tenía aún tierra y aunque no era muy
buena, se la podría cultivar. Amaban su vida, la vida agraria y se resistieron
a perderla. Rosendo decía bien. Pero otros continuaron pidiendo resistencia.
[…]
Casiana […] siguió, pues, sin descansar, aunque la fatiga le golpeaba ya en
los oídos con el propio ritmo de su sangre. Ella quería a la comunidad y
deseaba salvarla. Hostil de guijas se volvía el camino para los pies desnudos,
y el ventarrón que le batía el costado parecía sujetarla. Pero continuaba
adelante, hacia arriba, recogiéndose un poco la vueluda pollera para no
enredarse en ella por la empinada cuesta. (CIRO ALEGRÍA, 2000, p. 343,
345)
Las obras más famosas de Alcides Arguedas, boliviano, son Vida criolla y
Raza de bronce. El Paisaje y costumbrismo son algunas de las mayores aportaciones de
Arguedas a la novela indigenista. Arguedas como escritor indigenista denuncia a gobiernos,
organismos e instituciones por despreocuparse de la situación social del indio. Su obra está
llena de entusiasmo y ardor en la defensa del indio. Raza de bronce, sobre de todo, es un
clamor de protesta a favor del indígena oprimido que se rebela contra el hombre blanco. En
esta obra Arguedas nos ofrece un documento social de los pobres indios del yermo. Arguedas
no nos presenta al indio como un ser inocente, pues hay ladrones, incendiarios, etc., pero sí
como una víctima del mestizo – un “cholo grosero, codicioso y brutal (el administrador), y del
patrón que todo lo atropella. La obra recuerda en ciertos aspectos las novelas antiesclavistas
antillanas del siglo XIX.
Se destacan también como narrativa indigenista en América La vorágine
(1924) del Colombiano José Eustasio Rivera; Don Segundo Sombra (1926) del argentino
Ricardo Güiraldes; Doña Bárbara (1929) – del venezolano Rómulo Gallegos.
81
Ángel Rama (1982) propone la idea de transculturación literaria (narrativa),
esto tiene su formulación inicial por el cubano Fernando Ortiz. Su obra Transculturación
narrativa en América Latina afirma que “a contribuição original dos transculturadores
consiste na unificação do texto literário, que a transculturação restaura a visão regional”.
Hay en todo ello un rescate a las culturas regionales, se confirma esto en las
palabras de Alcides Arguedas (1919):
Lejos, en las cuencas de los valles y en la falda de los montes
se encendieron algunos fuegos como para anunciar la presencia
del hombre en esos parajes, cuya grandeza y soledad
angustiosa oprimían dolorosamente el corazón.
La novela realista aborda frontalmente la realidad nacional, caracterizándose
como novela costumbrista, social y pintoresca, como nos dice Díez Echarri (1987, p. 27), con
respecto de las obras realistas de Arguedas: “constituyen una denuncia no sólo contra
determinados organismos, sino contra unos gobiernos y un estado social, despreocupados
por el grave problema que afecta la raza india”. Esto se comprueba lo que se ha dicho
anteriormente de Arguedas, en su Raza de Bronce:
Mecapaca era un poblado mísero minero y en ruinas, alzado en la orilla
izquierda del río, sobre una plataforma tendida al pie de los cerros pelados y
altísimos [...]
–Antes era este pueblo rico y alegre; pero una noche entró la mazamorra,
enterró las huertas y se llevó las casas. Desde entonces sólo viven gentes
desgraciadas.
[…]
Su presencia aterrorizaba y llenaba de angustia el ánimo de los pobres
llaneros. Sentíanse vilmente empequeñecidos, impotentes, débiles. Sentían
miedo de ser hombres. (ALCIDES ARGUEDAS, 1919, p.21, 54)
De esta característica del movimiento realista, la preocupación por la denuncia
a favor del hombre andino, ha impulsado a los escritores a incluir la problemática social del
hombre boliviano en la narrativa; tenemos como ejemplo, la obra Lágrimas indias, 1920 de
Alfredo Guillen Pinto, con mucha autenticidad costumbrista y la primera siembra sobre el
surco de Raza de bronce.
Ahora el novelista estudia directamente las costumbres (narrativa costumbrista)
de la ciudad, del pueblo, del campo, en las diferentes clases sociales de la sociedad boliviana.
Describe las formas de vida social (narrativa social), planteando los reales problemas del
82
hombre, con humor literario, otras veces con énfasis sarcástico, y ridicularizante. El novelista
ya lo es pintoresco, desde el romanticismo; la naturaleza boliviana (el altiplano, los yungas,
los valles, las selvas y llanos orientales) entra en la narrativa ocupando su sitio de expresión
telúrica.
Se puede decir que el período realista en Bolivia ha sido corto, sólo tres
décadas, en relación al romanticismo boliviano, sin embargo la cantidad de obras y autores
han sido mucho más numerosas. El realismo boliviano tuvo grandes representantes en toda su
literatura, pero los más importantes, fundamentales, son Alcides Arguedas y Jaime Mendoza.
El primer novelista, Alcides Arguedas (1879-1946), nacido en La Paz, es la figura
sobresaliente del grupo de este tiempo. Vivió en Europa 12 años, 1903 –1915, pero siempre
hacía breves visitas a su país. Iniciador de la novela realista, su obra define específicamente la
producción de su tiempo, como realismo costumbrista, social y pintoresco. Sus obras
maestras, Vida Criolla (1912) y Raza de Bronce (1919), denotan perspicacia sicológica,
sensibilidad social y complacencia paisajista.
El lago, desde esa altura, parecía una enorme brasa viva. En medio de la
hoguera saltaban las islas con manchas negras, dibujando admirablemente
los más pequeños detalles de sus contornos; y el estrecho de Tiquina,
encajonado al fondo entre dos cerros que a esa distancia fingían muros de un
negro azulado, daba la impresión de un río de fuego viniendo a alimentar el
ardiente caudal de la encendida linfa. La llanuran escueta de árboles,
desnuda, alargábase negra y gris en su totalidad. Algunos sembríos de
cebada, ya amarillentos por la madurez, ponían manchas de color sobre la
nota triste y opaca de ese suelo casi estéril por el perenne frío de las alturas.
[…]
Alguna vez, en horas de tormenta, cuando el rayo hiende las rocas, aúlla el
viento y se desatan las cataratas de lluvia sobre las alturas, Wata-Wara había
profanado su misterio, para expulsar a sus bestias refugiadas en el pavoroso
antro; y aunque nunca había visto ni oído lo que otros juraban ver y oír, no
se atrevía, sólo por capricho o curiosidad, a provocar el enojo de los yatiris
(adivinos) poniendo planta insolente en sus dominios. (ALCIDES
ARGUEDAS, 1919, p.06, 09)
Fue periodista, parlamentario y ministro, pero como escritor tuvo su nombre
reconocido y valorado fuera de las fronteras andinas. Toda la obra de Arguedas se refiere a la
realidad boliviana, parte de la observación de hechos del ambiente, como la guerra del
Pacífico, las luchas políticas, la vida sufrida que vivían los indios del Altiplano y su
comunidad; su prosa es flexible, rebuscada, tiene vigor espontáneo y movimiento poético.
83
Su novela Vida Criolla, es en efecto la novela de la ciudad. En ella ha descrito
y censurado las costumbres de la ciudad de La Paz. Hace un análisis de las andanzas
mundanas de los nuevos ricos paceños, intentando mostrar una trama caricaturada, la
improvisación política y cultural de una sociedad hipócrita y villana de una pequeña ciudad, a
inicio del siglo; junto el paisaje es descripto con mucha fidelidad y expresión. Julio César
Valdés, en el prólogo de la segunda edición, escribe “este libro alza el velo rosado con que
nuestra fantasía cubre las llagas que corroen el cuerpo social”.
Jaime Mendoza (1874 – 1939), una de las personalidades más interesantes de
la cultura boliviana, médico, poeta, narrador y catedrático, fue declarado Maestro de la
Juventud por los estudiantes bolivianos. Autor de En las tierras de Potosí, novela (1911);
Páginas Bárbaras, novela (1914); Los malos pensamientos, novela (1916); Memorias de un
estudiante, que contienen tres cuentos: Una historia clínica, Los amores de un joven cándido
y Los estudiantes. Mendoza siempre escribió sobre la base de sus vivencias y observaciones
personales, pues recorrió gran parte del territorio andino.
Dos inmensidades extrañas, grandiosas, imponentes, aunque monótonas,
como todo lo que es desmesuradamente grande y uniforme… […] La una es
el imperio de la piedra; la otra, el imperio del árbol. […] pero dentro de su
ser brotaba algo como un himno salvaje. Sentíase ligado al árbol con quien
había hecho vida común durante largos años, como el minero se siente
lugado al agujero sombría que ha hablado y donde acaso encontrará la
muerte. (JAIME MENDOZA, 1914, p. 5, 6, 133.)
La problemática del obrero de la mina refleja literariamente una realidad social
digna de la mayor atención. Ya hemos dicho, que las condiciones de vida eran lamentables e
injustas; no había sistemas para evitar los accidentes de trabajo ni para el oportuno
tratamiento de enfermedades. Muchos, para sobrevivir, tenían que dedicarse al rescate de
minerales robados; el alcoholismo, la baja remuneración, y la pobreza ilustraban la realidad de
las minas. Mendoza, en sus obras, denuncia y previene; se duele de la situación y exterioriza
preocupación y solidaridad; su realismo en la forma de escribir, le hace actuar como un
testigo con gran sensibilidad social, que presta una descripción ajustada a la verdad.
La obra maestra de Jaime Mendoza es su novela En las tierras del Potosí
(1911), que fue editada en Barcelona, con un prólogo de Arguedas. Mendoza analiza el
hombre y el paisaje de la mina de un realismo muy intenso, abajo demuestra la reacción de
una señora que pierde a su marido en un supuesto accidente en la mina:
84
En torno al muerto se arremolinaba una aglomeración de gentes mugrientas
y embriagadas. Un olor nauseabundo de alientos alcohólicos y de
hacinamiento humano infestaba el aire. Una mujer borracha y harapienta,
parada junto al cadáver, aullaba desaforadamente. Recordaba, entre pausas y
sollozos, las obras y palabras del que había muerto, su buen carácter, sus
maneras, su alegría en las jaranas. Contaba diversas anécdotas referentes a
él. Luego tachábale de ingrato, dirigíale tiernos ruegos o reproches por
haberse muerto, y, en suma, decía tales cosas, que en poco estuvo que el
doctor se pusiese a reír ante aquella trágica y grotesca escena. (JAIME
MENDOZA, p.203.)
Su publicación le da a Mendoza una notoriedad inmediata, lo aproxima,
incluso, a Rubén Darío, que al leer la obra le pide que escriba en su revista Mundial, que se
publicaba en París – esto sólo sirve para medir la importancia de Mendoza –.
Es la década en que el modernismo hispanoamericano deja de cultivar el arte
por el arte y busca expresar verdad además de belleza; este nuevo énfasis se revela sobre todo
en la novela. Verdad y belleza se funden en el propósito común de describir la realidad
viviente del hombre americano. Los narradores observan con indignidad las injusticias que
ocurren en su país, la situación había llegado a extremos intolerables, el indio sometido a una
cruel servidumbre.
El había hablado al indio, solitario morador de esa agria región. Había sido
cruel con él. Le había azotado sin tregua y sin piedad. Pero también le había
enseñado a ser sufrido, porfiado, fuerte y bravo…Había sido el eterno
perturbador de aquel silencio de piedra. (JAIME MENDOZA, 1911, p.314)
Todos estos aspectos eran elementos que deberían estar presentes en la obra en
un sentido de denuncia. Así, en este período, se percibe un constante interés por combinar los
factores raciales y geográficos y por descubrir el carácter intrínseco del bolivianismo
(preocupación de índole socio geográfica). Guillermo Francovich
68
en su libro La filosofía en
Bolivia define esa tendencia a la cual pertenece Jaime Mendoza, que es la mística de la tierra:
La tierra, el paisaje, lo telúrico tienen una especie de espíritu que actúan
sobre el hombre creando formas de vidas individuales y sociales, dando
nacimiento a tipos culturales con fisionomía tan propia como los ambientes
que las han producido. (FRANCOVICH, 1945. p. 155 – 156)
68
Catedrático de Filosofía y Derecho, diplomático que ejerció varias funciones en Brasil, Argentina y Paraguay.
Ha contribuido a difundir extensamente los valores culturales del país en el extranjero, a la vez que a clarificar su
pensamiento, resalta el papel de las raíces culturales y propone que éstas fueran el fundamento original para
propender a una universalidad necesaria. Obras principales: Supay (1939), Pachamama (1942), La filosofía en
Bolivia (1945), El pensamiento universitario de Charcas (1948), El pensamiento boliviano en el siglo XX
(1956).
85
Según Mendoza, el macizo andino es factor decisivo en la constitución de la
raza boliviana. La naturaleza ávida y hostil del altiplano ha pulido el temperamento indígena;
el indio estoico, austero e inteligente lucha por la vida, aunque no consiga todo, pero tiene el
tino de luchar siempre. Mendoza (1914) busca la raíz del nacionalismo boliviano en el indio.
Nos dice: “El macizo modeló también las almas (...). El alma boliviana existe. Ella es el alma
de la raza, el alma territorial. Y ella está en el indio”.
Lo que escribe Mendoza muestra su vocación, en ellos vibran el hombre y el
paisaje de Bolivia con un realismo estremecedor. En sus obras En las tierras del Potosí
(1911), y Páginas Bárbaras (1914), se proyectan dos ambientes bolivianos diferentes – la
mina y la selva.
En varias ocasiones Mendoza describe el aspecto físico de los hombres
mineros. En su mayoría son hombres agotados por el trabajo, desnutridos y mal vestidos, sin
mínimas condiciones (física, psicológica y social) para el trabajo. Nos muestra una sociedad
pobre que grita y pide por socorro:
Veíanse mineros de faz lívida y manchada de zonas de mugre, de ojos
enrojecidos, de aire estúpido y decaído; unos embozados en sus bufandas y
calzados de gruesas medias y cueros fruncidos y acomodados a los pies y
piernas por medio de apretadas y cortantes correas; otros sin ninguno de
estos adminículos, teniendo únicamente el harapo por blusa y otro harapo
por pantalón. (JAIME MENDOZA, 1911, p.110)
Los obreros de la mina están descriptos en su realidad cotidiana, Mendoza con
el sentido de denuncia y protesta los observa (a los personajes y el cotidiano), y describe al
ambiente, la cantidad exhaustiva de horas de trabajo y sus consecuencias:
Sus alojamientos son cuevas; sus vestidos, harapos; su alimento inmundicias.
Trabajan doce, veinticuatro y treinta y seis horas seguidas. Y como trabajan
en pésimas condiciones, su trabajo es deficiente [...] Rarísima vez llegan a la
vejez [...]. En sus horas de descanso no hacen sino seguir sufriendo. No
tienen ninguna diversión, pues no se puede decir que las juergas a que se
entregan son una diversión. (JAIME MENDOZA, 1911, p. 106-107)
En esta época, el hombre minero era huérfano de protección legal. Decir que
hemos entrado en el siglo XXI y las cosas no han cambiado demasiado. El Derecho laboral
indianista ̶ en aquel tiempo en Bolivia ̶ era casi inexistente: no habían leyes sociales que
protegiesen la vida y el trabajo del minero. Actualmente, en Bolivia, ya hay el seguro de
86
accidentes, verdaderamente el minero trabajaba en condiciones suicidas y muchos han sido
víctimas de los derrumbes o mal uso de la dinamita. Para este tipo de avance, la protesta y la
denuncia de la narrativa realista ha sido muy importante para toda la sociedad boliviana.
Otro rasgo del realismo, lo telúrico, tiene lugar en un escenario extraordinario,
el suelo boliviano. En su novela En las tierras del Potosí, el contraste entre el paisaje de la
montaña con el colorido de la selva tropical, en Páginas Bárbaras, es inmenso.
El viento, como elemento de lo telúrico, en En las tierras del Potosí tiene una
fuerza sobrenatural; es parte integrante de la vida de la mina, participa de los lamentos y
alegrías del indio – siendo muchas veces su único compañero –, es una fuerza telúrica que
pule su temple. Mendoza demuestra todo su talento en el arte de escribir:
El viento silbaba entre los pajonales de las alturas de Karakara, formaba a la
distancia remolinos de polvo que se levantaban en grandes espirales
blanquecinas, azotaba las peñas solitarias... chasqueaba entre las aristas de
las rocas, metíase lúgubremente entre sus hendiduras produciendo fúnebres
aullidos, resbalaba sobre las aterciopeladas praderas, y se perdía bramando, y
volvía a aparecer, y subía y bajaba, y se retorcía, y gritaba incansable,
potente, frío, insistente, siempre movible y siempre tenaz, como si fuese el
único señor despótico de aquella agria región. (JAIME MENDOZA, 1911, p.
16)
En la primera novela tenemos la melancolía del altiplano, con animales como
la llama, burros y mulas; del viento adviene la única melodía que se escucha en toda la
meseta; ya en la segunda tenemos música del bosque, selva tropical con animales propios
como monos, caimanes, serpientes y pájaros.
De lo actual es importante destacar algunos autores o nuevos narradores – de
este período, que se han formado en la sociedad boliviana: Adolfo Cáceres Romero que en
1967 publicó un libro de cuentos conjuntamente con Renato Prada. En la obra Escritores
Andinos: la mina, lo telúrico y lo social (1987), Romero publica su “COPAGIRA: cuentos
marginales. El vocablo copagira quiere decir del agua mezclada con polvos minerales que se
encuentra en los socavones. Trata de un campamento minero, el ambiente es hostil, y por su
localización este campamento más se parece a una cárcel. El ambiente es un escenario de
mineros en huelga, donde el patrón impone su fuerza en vista de un orden social:
La nieve y las nubes se confunden en la cima, desde donde parecen rodar el
viento y la tarde en sombras. Los picos – dormidos – aprisionan al
campamento minero que se halla casi desierto. […] Y la huelga continúa, sin
nada más que alcohol y coca, en pulperías vacías, en vales y más vales para
el cantinero. ¡Qué quieres! ¡Andate! ¡Te digo que te vayas! ¡Carajo andate!
87
[…] El viento aulla en los ahuecados socavones, en las manos que ahora
empuñan armas, alcohol y rabia. (CÁCERES ROMERO, 1987, p. 69 – 76)
En Copagira, diferentemente de otros cuentos mineros, el hombre es explotado
por el propio hombre criollo y no como en la narrativa de Adolfo Costa, que este mismo
minero es devorado por la montaña, deidades y la mina.
En la literatura boliviana el viento siempre está presente en una u otra
dimensión y Cáceres Romero, en el cuento EL QHARISIRI, lo describe con un tinte especial
de la cuentística:
Sabasta, la imilla de los ojos dulces, vestida de negro, salió de su casa. La
callejuela, enlodada, le retenía las pisadas con pegajoso abrazo. Las gotas de
lluvia taladraban su rebozo. Su cuerpo se apretó dentro de las telas raídas de
su vestimenta. Un vientecillo helado soplaba los maizales que se agitaban en
busca del abrigo de los molles. El cielo lloraba sobre sus pisadas, y, ella, con
sus dulces ojos mojados, también lloraba. (CÁCERES ROMERO, 1965,
p.97)
Pedro Shimose, poeta ganador del Premio de Poesía, en 1972 de la Casa de las
Américas de La Habana; Fernando Medina Ferrada, vencedor del Premio de Cuento 1972 de
la Casa de las Américas; René Poppe, César Verduguez también merecen nombrarlos en la
narrativa. El año de 1969 ha sido un año de arranque de la nueva narrativa boliviana, cuando
fueron publicados varios libros.
Renato Prada, publicó en1937 su novela Los fundadores del alba, y logró ganar
dos premios con esa obra: Casa de las Américas de La Habana y Erich Guttentag en La Paz,
respectivamente. Ese mismo año publicó también dos volúmenes de cuentos: Ya nadie espera
al hombre y Al borde del silencio. Pero, la obra Los fundadores del alba, fue la que lo
consagró como uno de los principales jóvenes narradores bolivianos. Sobre la novela se puede
decir que en Bolivia ha despertado interés inusitado, ya salía de las prensas con el prestigio
anticipado que suelen otorgar los certámenes literarios a las obras aún inéditas, pues había
recibido el Premio de Novela 1969, de La Habana. La obra Los fundadores del alba fue
inspirada en un episodio de la guerrilla de 1967, está dividida en cuatro partes: Proemio
(serían dos relatos), Primera Parte (constan seis relatos), Segunda Parte (catorce relatos) y el
Epílogo.
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El sargento con la cara roja y mojada de sudor, como el sapo congestionado
por el esfuerzo, gritando y disparando. Las piedras organizando su
impedimento a nuestro avance. Mentando la madre de los bandoleros, todos
gritando. […]
Un colibrí se detuvo frente a Javier por un momento, paralizando en el aire
un resumen del arco iris. Al fondo, en segundo plano, la muchacha se paró
en la playa. Al reparar en la presencia el colibrí desaparece en un vuelo de
avispa. […]
El joven sintió que la muchacha le miraba. Se estremeció de vergüenza. Pero
no podía ser a él quien viera ya que siguió recorriendo los ojos por toda la
orilla y luego, le dio la espalda para ver al otro lado. (PRADA, p.71 - 76)
Ya hace mucho que los autores trasponen la frontera cosechando elogios, y
sobre todo haciendo conocer al hombre boliviano y a sus dos imperios: el de la piedra y el del
árbol.
De lo actual nombramos a Raúl Botelho Gosálvez, que nació en La Paz-Bolivia
el 11 de abril de 1917, en pleno corazón andino. Inició su formación académica el los
Colegios Jesuita San Calixto y Nacional Ayacucho. Es Diplomático de carrera, pero también
actuó como periodista y profesor. Posee licenciatura en Derecho, especializado en Derecho
Internacional, por la Universidad Mayor de San Andrés. Con una formación intelectual sólida,
funcionario de carrera de la Diplomacia Boliviana, fue invitado al servicio diplomático de su
país en 1938, ya con 21 años. En 1937, cuando tenía 20 años, fue nombrado Subdirector
General de Propaganda. Más tarde asumió la función de Director de los Departamentos,
Cooperación Intelectual, Departamento Político, Diplomático de Límites, Biblioteca y
UNESCO. Ha ocupado importantes funciones públicas hasta alcanzar el rango de Canciller de
la República y Presidente Interino de Bolivia durante el tránsito entre los regímenes militares
y el retorno a la democracia representativa. En la carrera de periodista es conocido en todo el
continente, dirigió la Revista Kollasuyo. Pasó algún tiempo en Montevideo, Uruguay, siendo
redactor de El País y editorialista internacional de El Plata. Posteriormente fue miembro del
Consejo Consultivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Embajador de Bolivia ante el
Gobierno del Paraguay.
Botelho Gosálvez está consagrado por la crítica nacional y extranjera como
uno de los escritores más representativos de la cultura boliviana y, por excelencia, en el
género narrativo. Raúl Botelho en el cuento Con la muerte a cuestas describe el paisaje
altiplánico hasta la llegada a Sarani, de la región de Los Yungas,
La propiedad se hallaba en el valle de Zongo, región bellísima y salvaje,
abundante en bosques, donde se llega desde La Paz cruzando por una mala
carretera el espinazo de los Andes, a la altura del Hayna Postosí, titánico
89
eslabón de aquella cadena de montañas con nieves eternas que se tiene por el
dorso noroeste del altiplano paceño. La carretera sólo llegaba hasta Sarani,
de ahí había que seguir por camino de herradura. (BOTELHO GOSÁLVEZ,
1987, p. 46.)
Los Yungas que quiere decir valle cálido, es un camino por valles encajonado
desde Negruni, Warawarani (5390m), Chorroplaya (4090m), pasando por el valle Sarani
(4520m), que prosigue hasta Jiska Cocoyo, población y región minera de Bolivia.
Figura 14: El valle Sarani y región minera
Fuente: Disponible en: < http://www.bolivian-mountains.org/fotospag/.JPG > Acceso en: 30 mayo 2010
Maestro en el arte de escribir ha publicado numerosos libros de novelas,
cuentos, teatro, ensayos, historia internacional y geopolítica – de manera peculiar, de alto
nivel, que en el año de 1961 - a los 44 años - recibió el Primer Premio Nacional de Teatro,
con la obra La Lanza Capitana, publicada años más tarde (en 1967), dedicada a su hijo Raúl
Rodolfo.
Año 1781 en la ciudad de Nuestra Señora de La Paz, Alto Perú, sitiada por el
ejército de Tupaj Katari, caudillo indio rebelado contra las autoridades
coloniales de España. […]
Al fondo, entre grises y atormentados barrancos, se alza el Illimani cubierto
de nieves eternas. Es mediodía y la luz andina se expande en el cielo de
cobalto.
Soldados españoles y voluntarios criollos parapetados, disparan
ocasionalmente sus armas hacia supuestas posiciones enemigas que hay al
otro lado del foro.
90
Escena I
Soldado Español 1º– ¡Son obstinados estos indios! Se multiplican como las
piedras. Su furia crece a medida en que, como a podridas gavillas, los arrasa
la guadaña de nuestras balas. […]
Soldado Español 1º– Tanto monta, Godines; si hemos de morir en manos de
los indios, que sea peleando. ¡Qué nunca digan estos infieles que hubo un
español cobarde!
Soldado Español 2º– ¡Eterna jactancia española! ¿No te das cuenta de que
la sumisión del indio está casi destruida? […]
Voluntario Criollo – Pero los indios no se mueven ni avanzan falanges de
montañas, ellos son como las montañas, inmóviles. En torno a sus hogueras
entornan cantos de guerra. Se embriagan con chica. Danzan. (BOTELHO
GOSÁLVEZ, 1967, p. 15-19)
Narra la belleza del Illimani, el “águila dorada”, habla de la abundancia del
cobalto, región rica en minería, del confronto entre españoles y andinos, conceptúan a los
indios como montañas, tal vez no sólo a su inmovilidad, quizás en grandeza y significado.
Destaca en este apartado la costumbre y alegría de ser kolla.
Cuando el escritor tenía sus 19 años, escribió la obra Borrachera Verde, novela
que actualmente está en la 21ª edición, con la cual mereció el Primer Premio Nacional de
Literatura en el Concurso convocado en ese tiempo por la prestigiosa Entidad
Paceña
Amigos de la Ciudad.
Como
escritor
Botelho
Gosálvez
está
considerado
como
novelista
representativo de la Generación posterior a la Guerra del Chaco 69, una vez que sus obras
69
La guerra del Chaco fue la más grande y más sangrienta que se libró en América durante el siglo XX. Durante
tres años, 250.000 soldados bolivianos y 150.000 paraguayos se enfrentaron en los cañadones chaqueños. La
guerra se libró desde 1932 hasta 1935 entre Bolivia y Paraguay por el control de la región del Chaco Boreal;
pese a su aridez y escasa población, el control de la misma motivó la contienda por el valor estratégico del río
Paraguay, que la limita al oriente. El dominio del río abriría la puerta al océano Atlántico al país que dispusiese
de él, una ventaja crucial para los únicos dos países no costeros de Sudamérica y una cuestión nacional para
Bolivia, que había perdido el acceso al océano Pacífico en la llamada guerra del Pacífico de 1879. El
descubrimiento de yacimientos petrolíferos en la precordillera andina alimentaba además la hipótesis paraguaya,
urgida de salir de su debacle económico y su debilidad como Estado, de que el Chaco albergaría también
reservas explotables. El área que fue disputada entre Bolivia y Paraguay en el Chaco Boreal poseía una extensión
de aproximadamente 455.000 km²; la misma hasta fines de la década de los 1930s había permanecido en su
mayoría casi despoblada y sin explorar. Está rodeada por el Río Pilcomayo y la Argentina al sur, y por el río
Paraguay y la región fértil del centro de Paraguay al este. En el oeste, el Chaco está rodeado por la tierra baja de
los Andes de Bolivia y al norte por las regiones selváticas del Brasil y Bolivia. Hubo muchas narrativas con este
tema de la Guerra del Chaco, por ejemplo, la obra de Oswaldo Arana La novela de la guerra del Chaco: Bolivia y
Paraguay, publicado en 1974.
De acuerdo con Edmundo Paz Soldán apud Trinidad Barrera (2008): La Guerra del Chaco (1932-35) entre y
Paraguay terminó por resquebrajar el orden social del modelo oligárquico. La generación de intelectuales que
luchó en el Chaco y sufrió la derrota tomó conciencia de la necesidad de cambiar las estructuras del país. Se
formaron nuevos partidos políticos notablemente el MNR; el país vivió un período de caos que desembocó en la
Revolución de 1952. Víctor Paz Estensoro, el líder del MNR, sería el hombre encargado de sentar las directrices
del nuevo país: reforma agraria, derecho al voto para el indígena y la mujer, nacionalización de las minas,
estatización de la economía. Si bien algunos de estos cambios no se llevaron a cabo a fondo, lo cual ha hecho
que algunos críticos señalaron que la del 52 fue más bien una revolución conservadora, fueron lo
91
revelan al hombre, al paisaje boliviano, las creencias, las contradicciones sociales y el
dramático aislamiento de Bolivia al Pacífico.
Tras la ocupación de Antofagasta, las fuerzas chilenas a mando del coronel
Emilio Sotomayor se desplazaron hacia Mejillones y Caracoles, y
prosiguieron su acción hacia el norte ocupando Cobija y Tocopilla. Las
tropas ocupantes de Caracoles enviaron varios batallones hacia Calama […]
Bolivia envió al Perú al Ministro Serapio Reyes Ortiz para que invocase el
“casus foederis” del Tratado de Alianza defensiva de 1873 y así comenzó la
guerra del Pacífico, la guerra por la conquista del salitre de Atacama y
Tarapacá, fomentada por empresarios sin escrúpulos, políticos
concesionarios y la presión de la oligarquía chilena ávida de ganancias a
lograrse con la sangre del “roto”, siempre marginado de una sociedad
egoísta, y del “huaso” enfeudado a los latifundistas, apegados a la tradición
de los encomenderos coloniales.[…]
Definida la guerra con la victoria de Chile, Bolivia quedó encerrada en su
territorio, dependiendo, para su comercio exterior de rutas que le eran
económicamente adversas. (BOTELHO GOSÁLVEZ, Breve Historia del
Litoral Boliviano, 1998, p. 56-59.)
Aunque por motivos profesionales tuvo que alejarse de su patria,
desempeñando importantes cargos en la Diplomacia Boliviana, fue un boliviano raigal donde
estuviese. Escribió La revancha y otros cuentos, y entre éstos hay El ceramista ciego,
comienza narrando que hay al norte del lago Titicaca – en el camino del Cuzco, un pueblo
llamado Pucará – de muchos artesanos dedicados por la secular tradición a la cerámica:
Desde su lejano pueblo, encuevado en una salvaje rinconada de los Andes de
Bolivia, donde el poderoso Illampu empotró sus inmensas patas de bello
monstruo geológico, un día vino a Pucará el joven aymara Martín Tintaya.
Llegó directamente al taller del maestro Mateo Quispe trayendo una muestra
de su trabajo de modelador empírico, consciente de que su futuro estaba en
la cerámica, pues ya algunas pequeñas piezas las había vendido en la Feria
de Alacitas de La Paz. Lo que trajo era un toro, modelado con greda tan fina
como el caolín para la porcelana. (BOTELHO GÓSALVEZ, La revancha y
otros cuentos, 1987, p. 24)
Continúa narrando en La revancha y otros cuentos, el cotidiano del pueblo
andino, hablando desde los tiempos remotos del Kollasuyo, además de las leyendas del oso
jucumari, que no era sino que el gran jefe aymara:
–En Zongo conocí a un tal Pepe Bernardas. Era un cholo medio letrado,
camorrista, hablador y farrista a más no poder… [..] Contaba que el oso
suficientemente importantes para crear las base de nueva sociedad. (EDMUNDO PAZ SOLDÁN apud
TRINIDAD BARRERA, 2008, p. 403)
92
jucumari era su amigo. Le conversaba en castellano afirmándole que tenía
cuatro siglos y, en realidad, no era oso, sino un gran jefe aymára, encantado
por unos laikkas quechuas, venidos con los invasores del Kollasuyo.
Aseguraba que el gran Condor Mallku, dueño de estas, era un Inca más
poderoso que Pachamama con la diosa Pajsi, la luna, sobre la maldad de los
hombres y sus pecados y la destrucción que les esperaba en el próximo fin
del mundo… (BOTELHO GOSÁLVEZ, 1987, p. 117)
Botelho Gosálvez murió en 09 de mayo del 2004. Pero aún muerto este trae a
Cervantes a La Paz, a través de una novela póstuma. El corregidor Miguel de Cervantes en
La Paz es el título de su novela póstuma que fue presentada en el salón de actos de la
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia.
5.2 La narrativa minera de Los Andes: realismo y protesta social
del hombre ando-boliviano
La colonización del Kollasuyo por parte española se ha vuelto más intensa a
comienzo del siglo XVI cuando se descubrieron grandes minas de plata y oro, como Potosí,
en el Rio Chuquiapu y al norte de La Paz (Tipuani). La riqueza de esta región trajo a muchos
españoles, y con la ayuda de los campesinos, han conseguido cruzar la cordillera por los
caminos incaicos.
Sobre esto hay que apuntar desde la colonia, la gente autóctona tenía gran
pavor de llegar a convertirse en minero. Hay que ratificar que en el imperio inca los hombres
eran fundamentalmente agricultores, pero la situación de opresión los convirtió,
compulsivamente, en mineros y los resultados fueron desastrosos.
Bajo este contexto la narrativa minera es un tema que siempre tuvo gran
repercusión en toda Bolivia. Ella se caracteriza por la presentación de una protesta objetiva de
las condiciones de vida y trabajo del minero boliviano. Hay que tomar en cuenta el año que
dicha literatura ha comenzado a ser escrita, en el período del realismo en la literatura
boliviana, que ha surgido, como ya hemos dicho antes, a principios del siglo pasado. En las
tierras del Potosí 70 (1911), de Jaime Mendoza, novela con ojo realista, que apunta al drama
minero en las minas de Bolivia, es la obra marco de este tipo de narrativa.
Las mujeres, que también trabajaban en la mina, comparten esa miseria. En
contraste los niños, aunque hambrientos y con frío, ríen a veces contentos. Además de mostrar
70
Hay un comentario a respecto de esta obra en las páginas 83.
93
de mostrar su vivienda y su sufrimiento físico, demuestra su condición moral. No hay
planificación de mejorar las condiciones de salarios, víctimas de la ganancia del opresor, son
inducidos a hacer también malas cosas, como beber y también a robar:
Una de ellas de ellas se podía tener apenas…
Su niño, como de un año, bien sujeto a la espalda de su madre, dormía
profundamente. Su diminuta cabeza, enfundada en un gorrito sucio, se mecía
también sobre el cuello, siguiendo los movimientos de la beoda…
La otra mujer cantaba y zapateaba, mientras su criatura acomodada también
en la espalda, no daba muestra de inquietud. (JAIME MENDOZA, 1911, p.
99 – 100)
La narrativa minera que se caracteriza, entre otros aspectos, por la presentación
de una protesta objetiva de las condiciones de vida del minero, dispone de novelistas como el
propio Jaime Mendoza, Céspedes, Guillén y otros, que caracterizan la vivienda minera como
espacio reducido, generalmente con una sola pieza, que sirve de todo: cocina, comedor y
habitación para familias enteras. Estas viviendas carecen de condiciones de higiene, cuando
llueve en el piso se convierte en un barrizal y cuando ventea el viento pasa por las
innumerables rendijas. En este ambiente se encuentran los mineros luchando contra la muerte,
la familia minera sobrevive una serie de condiciones que atentan contra su salud y su vida.
En la narrativa boliviana los mineros son campesinos que han dejado el agro
llevados por la codicia, la ambición y el deseo de ganar más, en poco tiempo, suficiente
dinero para comprar un terreno para plantar y cosechar. Pero, la narrativa muestra la realidad
que viene a ocurrir: pasan su vida perdiendo su identidad en las galerías de las minas, cuando
no caen en manos represoras, o las tormentas de Los Andes, caen en accidentes,
generalmente, en derrumbes. La novela minera que es extensión de la narrativa indigenista
también es triste, trae temas de tragedias, dolor, alcoholismo, soledad, violencia, accidentes,
explotación, hambre, enfermedades, amor, odio, venganza, etc.
Tengo trece años.¡Ya soy todo un hombre! Igual que mi padre, uso zapatos
de minero y tengo un pequeño barreno para perforar la roca. Aquí en el
pueblo, vivimos siempre ansiosos durante el día, porque sólo al caer la tarde,
cuando los horizontes montuosos se llenan de sangre por los reflejos del sol
y las primeras sombras se extienden por entre las callejas, regresa papá con
el ceño fruncido y el rostro cansado. Me da mucha pena al verlo así, tan
transformado.[…] (MILLAN MAURI, apud PASTOR POOPE, 1995, 135)
Los autores condenan, protestan y denuncian sin excepción, la explotación del
hombre andino, unos con tono más agresivo, como Oscar Soria, Néstor Taboada Terán,
94
Walter Montenegro; otros con vehemencia como Fernando Ramírez, Augusto Céspedes,
Alfredo Guillén Pinto, René Poppe y Luís Heredia.
El bronco alarido del pito de Velarde taladraba la noche indicando las
veintitrés, hora en que la mina abre sus fauces para vomitar los detritus
humanos de su entraña de basalto, y deglutirse un nuevo racimo de angustia.
La “punta de noche” ascendía ya por las faldas pardas del Sumac Orcko
jabonado de lluvia. Resbalaban los pesados zapatones claveteados en la roja
corteza de estaño, mientras el pito alongaba sus aullidos. […] (LUIS
HEREDIA apud PASTOR POOPE, 1995, p.124)
Navarro pareció vacilar un instante. Se dio vuelta para mirar a los demás. Su
vista recorrió lentamente el panorama tormentoso de aquellos rostros
cetrinos, de aquellas bocas tensas, muchas de ellas marcadas con el verde
ribete de la coca. Había una afirmación categórica en los ojos fijos, en los
labios apretados, en el gesto en que el rencor parecía brotar como un árbol de
espinas clavadas en la carne anémica, en los pulmones saturados de
venenosos polvos minerales, en la piel sucia y áspera. (WALTER
MONTENEGRO apud PASTOR POOPE, 1995, p.156)
Los escritores denuncian también el abuso cometido contra las mujeres,
especialmente Mendoza y Ramírez, revelan indignaciones provocando sentimientos similares
en el lector. Otras veces protestan contra el cholo, que bajo la máscara de capataz explota a
todos y seduce a las mujeres. Usan un lenguaje claro y tal vez propio, muchas veces hay un
tono poético, anhelos mineros mezclados con tragedia y muerte. Además exhiben un paisaje
con añoranza:
La bruma se había disipado. Me detuve para respirar. Paisaje estupendo. Un
extenso valle, limitado apenas por una línea azulada de cerros, matizado de
cien verdes distintos, tachonábase de puntitos negros y blancos cual cabezas
de alfiler: los rebaños… Silencio conmovedor. La hacienda, allí muy abajo
diminuta y humilde, parecía, al pie del Yana-Lique, una viñeta pegada al
final de un inmenso infolio. (COSTA DU RELS apud PASTOR POOPE,
1995, p. 72)
La huelga es otro aspecto abordado en la narrativa minera, pero el enfoque varía
de un escritor a otro, y la termología empleada hasta 1940 difiere también “asamblea
extraordinaria”.
Hay huelga. Y la huelga, de veinte días, se arrastra con tedio, angustia y
hambre. Por todos lados los vigías ven movimientos de tropas que no se
concretan. […] El viento aulla en los ahuecados socavones, en las manos que
ahora empuñan armas, alcohol y rabia. La negativa de los patrones es
95
rotunda: no hay reposición de salarios. Y sin embargo las minas son nuestras
[…] ellos, los huelguistas, son del pueblo, sin esperanzas. Y la huelga
continúa, sin nada más que vales para el cantinero. (CÁCERES ROMERO,
apud PASTOR POPPE, 1995, p.54)
En El precio del estaño, de Néstor Taboada, los mineros salen en
manifestación, primero pacífica, las mujeres mineras encabezan la marcha, pero la huelga
acaba en masacre. Después que los dirigentes sindicales se dirigen a La Paz, pidiendo sus
reivindicaciones al gobierno, son cogidos por órdenes contundentes, se desata una gran
violencia, muriendo niños y mujeres que encabezaban la manifestación.
El aspecto mitológico es algo inherente a la literatura andina. El minero así
como el hombre andino, es muy supersticioso. Además en las condiciones que viven, mal
pagados, mal dormido, alcoholizado y muchas veces enfermo, ya posee rasgos de fatalista,
crea fetiches con intención que lo protejan. Entre las creencias se destacan - la mujer en la
mina es de mal agüero, hace que las vetas desaparezcan, se observa esto en el cuento Mina, de
Hugo Blyn: “ ̶ ¡Por Dios Ana Rosa! ¿qué has hecho?, no solamente por el peligro que
corriste, sino porque al socavón, jamás puede entrar una mujer.” (BLYN apud PASTOR
POPPE, 1995, p. 45).
La madre tierra (en su lengua le dicen “La Ahuicha”) que castiga al que osa
desflorarla y da como castigo la muerte; el Cucho (para apaciguarla) que es la ofrenda a la
madre tierra y, sobre todo el tío:
– Estuve anoche a cumplir la dobla; pero aquí mismito se me presentó el Tío
y para qué te cuento nada…
– Pretextos. ¿Sabes lo que es el Tío? […]
En su magín empero, el hombre iba recapitulando el encuentro diabólico y el
miedo le invadía hasta estremecerlo produciendo una honda huella en la
frente.
–¿Era el Tío, no es cierto? balbuceó el laborero, muy quedamente, en un
murmullo. Como en señal de acatamiento todos inclinaron la cabeza.
Silvestre Apaza atinó a coger su morral donde llevaba su merienda y extrajo
una botella de que contenía alcohol, profiriendo algo como una invocación
con extremada fe, roció las rocas y pasó la botella a los demás compañeros
que cumplieron igual rito. Después vino el reparto de la coca que la
recibieron en ambas manos […]. No había que provocar al Tío en sus
propios dominios, en la oscuridad copagirosa de los socavones […]
(ADOLFO DE LA QUINTANA apud PASTOR POPPE, 1995, p.189 – 191)
El tío es un ser mitológico que a veces es bueno y magnánimo, otras es cruel y
propicia la muerte. Los mineros lo esculpen en roca o lo forman en barro. Le hacen ofrendas,
96
le dejan alcohol, coca, cigarrillos, lo envuelven con serpentinas; ritualmente, también, le
hacen reverencias, lo quieren, lo respetan y lo temen.
Preparó su lámpara a carburo encaminándose a la bocamina en que
silenciosos, quién sabe abatidos, unos cuatro obreros estaban acullicando
dando cumplimiento así, al imperativo rito de que antes de la labor hay que
brindar a la Pachamama. (ADOLFO DE LA QUINTANA apud PASTOR
POPPE, 1995, p.188)
Alfredo Guillén Pinto en su novela Mina, describe al Tío de la siguiente
manera:
La otra de las temidas criaturas fantásticas es el tío. Mefistófeles, según
unos. Espíritu maligno y burlón, diestro en jugarretas pérfidas, según otros,
el Tío es el minero legendario. El que un día, y para siempre, se perdió en la
maraña de los caminos subterráneos. Condenado en cuerpo y alma,
errabundo, sin descanso. (GUILLÉN PINTO, 1953, p.32)
Dar un enfoque a la narrativa minera de Bolivia es de mucha importancia, pues
viene al encuentro con uno de nuestros objetivos de la presente Investigación, que es
comprender en hombre ando-boliviano, su realidad social, sus angustias, creencias y mitos en
la narrativa. El tema ha sido abordado por muchos escritores, añadimos la relación de los
principales, por año de publicación y dejamos la idea de un interés por un próximo estudio:
Novelas: En las tierras del Potosí (1911), Aluvión de fuego (1935), Los eternos
vagabundos (1939), Metal del diablo (1946), Socavones de Angustia (1947), Mina (1953),
Canchamina ( 1956), El precio del estaño (1969), Soroche (1970), Los Andes no creen en
Dios (1973), El signo escalonado (1974). Cuentos: Plata del diablo (1930), Grito de piedra:
cuentos mineros (1954), Masacre (1947), Aisa (1966), El Cristo del Socavón (1963)
Tempestad en la cordillera (1968), El minero y otros relatos (1968), Rescoldos de angustia:
relatos (1970), Koya Loco (1973), La Khola (1975), Copagira (1974), Golpe cinco (1983).
97
5.3 Fiestas, ceremonias y mitos en la actualidad
En este apartado se mostrará que los antiguos siempre han dicho de la
costumbre de que los comunarios deben tener, sea venerando a las deidades de los Andes, sea
haciendo ofrendas a la Pacha Mama, de modo que los rituales no se desplieguen de las
costumbres del hombre andino. Sigue un relato de una mujer andina llamada Catalina
Kuyabre, con aproximadamente 70 años, que vive en la Provincia de Camacho (La Paz):
“Sobre Ofrendas y autoridades
Relata Catalina Kuyabre, de la Provincia de Camacho, ya nos decía “Hay
que servir [venerar] a la tierra. Siempre es necesario hacerle ofrendas,
también hoy [destaque mío]. Ahora los que tienen cargos ya no se acuerdan.
Al Qhapac, al Jik’i, al Ch’illuni, a todas nuestras cumbres, a todos hay que
hacerles ofrendas, hay que ir con platos. Ahora no hay y esos lugares lloran
de hambre. Por eso no conocemos nada: ni la lluvia llega como antes ni las
cosechas son como antes. En eso consiste cumplir el cargo de oficiante:
Carga sus dos alforjas. Tiene el poncho bien lleno de color. Su pañuelo,
echado al hombro. Lleva ch’ulu, tiene sombrero nuevo. El hombre anda así
con altivez, llevando su bastón de mando con el chicote cruzado al pecho.
Nosotros, los de Escoma éramos doce (comunidades); los de Jilatha eran
también doce: Veinticuatro nos juntábamos entre Jilatha y Machasku. Las
mujeres brindaban sentadas en el suelo. Los tari se juntaban más de cien,
todos bien doblados. Ahora eso se ha perdido. Ya no existe. Así no más, con
descuido se brinda. Ahora los que cumplen cargo ya sólo se comportan sólo
como un chico y una chica de enamorados. (ALBÓ XAVIER, 1992, p. 103)
5.3 .1 (Pero) El mito revive en la actualidad
“Evo Morales arriba a Tiahuanaco para ceremonia ancestral”
Se ha dicho en el capítulo 2 s o b r e l o s F u n d a m e n t o s T e ó r i c o s d e l
C o m p o n e n t e M í t i c o e n l a L i t e r a t u r a A n d o - b o l i v i a n a q u e “Vemos así, que
desde sus orígenes la literatura de latinoamérica ha estado unida indisolublemente al mito.
Hay que tener en cuenta que la conexión con el mito no se produce sólo desde el punto de
vista del creador, se produce también desde el público. La relación de afinidad del escritor con
el público se verifica así mismo en los planos donde el mito nace, vive y prolifera”.
La posesión del Presidente Evo Morales es una prueba que esa mitología a los
dioses andinos no se quedado en el pasado o con los achachilas de este pueblo aymara. Sino
que confirma que aún hoy estos mitos viven en la costumbre de este pueblo, ya que están en la
98
sangre y en la cultura de esta gente, proliferándose en sus pensamientos y acciones. Creen en
la deidad cristiana pero no olvidarán jamás toda esta cultura de los intis aymaras.
Morales ha llevado miles de personas para una ceremonia de segundo mandato
como líder político y espiritual de los pueblos indígenas del mundo, en una ceremonia
tradicional que se realizó en el Tiahuanaco. Morales Ayma, casi el apellido completo de
“Aymara”, agradece a sus ancestrales, a la Pacha Mama y pide bendición a su nuevo mandato.
La ceremonia fue guiada por sabios amautas aymaras que hicieron un recorrido por el tiemplo
ancestral de Tiahuanaco, donde fue investido como “presidente” en ceremonia simbólica.
La ceremonia se caracterizó por su simbología y tradiciones andinas. Los
detalles del acto fueron preparados a partir de la lectura de la hoja de coca que los amautas le
hicieron. A través de esa lectura de la coca se ha revelado que el presidente debería utilizar
indumentaria nueva, elaborada con lana y cuero de llama. En Kalasasaya tendría que estar
acompañado por una mujer de 100 años y una niña y un niño. Tras el saludo a las autoridades,
el Presidente fue acompañado por 40 personas hasta las inmediaciones de una carpa para
realizar la ceremonia de purificación. En el sitio de purificación lo esperaba una mujer y ocho
amautas (cuatro mujeres y cuatro hombres). En su cabeza había un ch’uku o bonete
(sombrero) de cuatro puntas, que representan el control de los cuatro puntos cardinales y los
pisos ecológicos del país. Morales se cubrió con un unku o manto negro y blanco combinado
con tonalidades de grises. La vestimenta fue elaborada por los abuelos del consejo de amautas
de la región. El blanco y el negro representan las fuerzas que se complementan (luz y
oscuridad). El Mandatario también lucía un pectoral de oro, símbolo de alianza con sus
ancestros, y sandalias elaboradas de cuero de llama, con la dicha que “para caminar hay que
prepararse”.
Al salir de la carpa, la mujer y los ocho amautas lo acompañaron para efectuar
los ritos. La primera ofrenda se realizó sobre la mesa que señalaba el oeste. El Mandatario
colocando una rodilla en el piso y agradeció por los logros de la gestión pasada y el triunfo
electoral. Pide que se restaure el pensamiento andino. Luego se dirigió al sur y solicitó
protección por la economía del Estado Plurinacional. En la mesa del este rogó al Sol y a la
Tierra una buena producción agrícola, mayor educación y la unidad de los pueblos andinos y
los amazónicos. En la mesa del norte pidió por un proceso de cambio a favor de la gente. Con
una rodilla en el suelo solicitará sabiduría y que se concrete unión, riqueza y salud para los
pueblos.
Luego, Morales y sus acompañantes se dirigieron hasta el templo de
Kalasasaya. Una vez ahí, se ha iniciado la posesión espiritual a cargo del presidente de los
99
amautas, Don Lucas Choque. Una pareja de niños y una anciana centenaria le entregaron los
bastones de mando, tal como reveló la lectura de la hoja de coca. Fernando Huanacuni,
historiador aymara, resaltó que las imágenes de los bastones de mando están incorporados en
la Puerta del Sol. Uno representa la complementariedad de chacha-warmi (hombre-mujer),
que genera vida. El otro bastón simboliza la autoridad político social económico espiritual que
asumirá Morales. De acuerdo con el amauta Después de 3.000 años nace un nuevo líder
político y espiritual para ser entregado por los guías espirituales de Tiahuanaco a nivel
mundial. Lo que significa llevar una forma de vida de puro respeto a la madre Pachamama y a
los Intis andinos.
En seguida demostraremos a través de algunas fotografías la ceremonia que fue
realizada desde el Tiahuanaco en honor a los ancestros:
El 21 de enero del 2010 se ha realizado la ceremonia ancestral indígena originaria en la
que se ha entregado el bastón de mando a EvoMorales en Tiahuanaco – Bolivia.
Figura 15: La posesión en el Tiahuanaco
100
Figura 16: En el ritual de agradecimiento a sus deidades lleno de simbología y tradiciones andinas
Figura 17: Posesión espiritual a cargo del presidente de los amautas: una pareja
de niños y una anciana centenaria
101
Figura 18: En puro respeto a la madre Pachamama y a los Intis andinos
Figura 19: La esperanza del hombre andino
102
Figura 20: Cartel de ceremonia de la posesión de Morales
103
CONSIDERACIONES FINALES
Hablar de una la literatura de un país andino es sobre todo remontar al pasado
– al incario, los imperios Kollas, la Gesta Andina, ya que la historia de Bolivia principia con
la cosmogonía andina, y por todo ello representa la cuna geológica y cultural de América
Latina. Una nación nos es como un hombre; necesita varios siglos para desarrollarse y
redondearse y su grandeza no se mide por lo intenso de su población ni por lo extenso de su
territorio, sino por la grandeza y permanencia de su acción en la historia (Cf. DÍEZ DE
MEDINA, 1975, p. 30).
Esta investigación tuvo como propósito corroborar con la idea de que Bolivia
ha tenido ensayistas, críticos, y escritores, que a lo largo de los años vinieron construyendo,
paso a paso, evolucionando de forma positiva, con una diversidad de obras literarias – entre
novelas, cuentos, ensayos, crónicas, críticas literarias, biografías, antologías de la literatura
boliviana; para eso utilizando como base la idea de Medina:
[...] basta la visión de conjunto para comprender que cada una de las jóvenes
naciones de la América Meridional alienta nuevas fuerzas, capaces de crear
diversos tipos culturales. No rechazamos a Europa ni a España: las
absorbemos, [....] Hablemos, pues de una cultura sudamericana en formación
y de las literaturas que la expresan. (DIÉZ DE MEDINA, 1975, p. 36)
En cuanto a los temas, aunque para muchos la literatura boliviana sea
absorbida entre las literaturas hispanoamericanas, Bolivia ha creado formas nuevas, las ha
transformado, dejándolas fieles al estilo del espíritu andino. De esta manera, se ha percibido
una literatura amplia, propia de su pueblo, de sus raíces; para los que tienen gusto por la
lectura sabrán encontrarla y apreciarla – una literatura no tan famosa como piensan algunos,
ni ignorada como creen otros; que responde a las profundidades e intereses existenciales del
ser andino.
De Bolivia se sustrae su entrañable realidad – suelo, raza y cultura. Cuando
llegue el día de que el valluno conozca cómo vive el llanero, cuando este llanero conozca
cómo vive el hombre de las punas, cuando el montañés se entere de los llanos y los valles,
habrá llegado el momento oportuno de alcanzar los umbrales de un conocimiento
integralizado. Bolivia necesita conocer Bolivia y, Latinoamérica debe conocer a
Latinoamérica.
104
En ese sentido, hay un intento en ratificar lo que América produce. Es
necesario erradicar el mito de que lo europeo es mejor; los instrumentos creadores también se
han hincado aquí. Apoyemos al poeta, necesitamos además del soñador, del creador para
embellecer la dureza de la existencia de estos pueblos. El poeta es fundamental para
embellecer la dureza: si se calla la voz del poeta es como si calláramos al cantor. Anunciemos
a través de la literatura que no existe “raza superior” 71, que el indígena en su esencia posee en
su individualidad, la vitalidad, el espíritu, el alma, o sea, es un ser con capacidades
intelectuales iguales a cualquier ser. Aunque sumergido a grandes transformaciones del siglo
XIX, las tendencias del realismo no han desaparecido totalmente y como herencia de este
propio, los autores han asumido un neoregionalismo en el sentido de interpretar los problemas
sociales. El local que los escritores escriben en sus obras ya no es su ciudad natal, donde éstos
han pasado su niñez, pero un lugar híbrido dónde se cruzan con los sitios que estos realmente
han vivido (Cf CANCLINE, 1997, p. 327).
Aymaras, quechuas, orientales salen en búsqueda de su suelo y raza; como
heraldos del pueblo andino abriendo camino al Pachakuti. Por lo tanto creemos que ha llegado
el tiempo de hablar de esta literatura en los espacios universitarios. Mientras el mundo
camina, Bolivia no puede seguir durmiendo encerrada en sus montañas. Hay que utilizar sus
montañas como metáforas de un mundo lleno de magia. Como bien dice el poeta Medina:
Bolivia nos llama. Bolivia, Nuestra Madre, nos espera.
¡“Pachakuti” 72! Con fervor indio, con emoción mestiza, saludemos la nueva
aurora.
¡Pachakuti! - Que todo cambie, que todo se transforme. Y cuando Bolivia se
levante a la entera verdad de una patria libre y justa, podrá dar, como el
puma del ancestro, el salto y el zarpazo que devuelvan el mar a la montaña.
(DÍEZ DE MEDINA, 1975, p. 77-78)
71
Cf. Adolfo Otero, 1985, p.27.
Pachakuti en el lenguaje quechua significa “renovar el mundo”, “restaurador del cosmos”, “Milenio”; “kuti”
volver”.
Código Pachakutico
I – Amar a Dios y practicar la norma cristiana.
II – Consagrar a Bolivia alma, cuerpo y hacienda.
III – No mentir. No robar. No vivir en el ocio.
IV – La revolución moral antes que los cambios políticos. El individuo subordinado al bienestar colectivo.
V – Tres normas subjetivas: verdad, virtud, lealtad.
VI – Tres fines prácticos: democracia orgánica, liberación económica, justicia social.
VII – Una sociedad responsable; cada cual responde por los demás. Libertad dentro del orden. Disciplina en la
igualdad.
VIII –Moral de sacrificio. Dinámica de aventura. Oportunidades y responsabilidades para todos.
IX – Justicia para el indio. Superación para el mestizo. Eficiencia para el criollo. Ir a un tipo nacional por la
fusión de razas y costumbres.
X – Y recordar que Pachakutismo, la Revolución de la Fe, no se cuida de victorias ni derrotas. Es servir por el
honor de servir.
Abril de 1949.
72
105
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ANEXO 1
GLOSARIO DE PALABRAS AYMARAS Y QUECHUAS
ACHACHILA: Abuelo. // Anciano, patriarca. // Progenitor. // Antepasado, antecesor, ancestro.
ACHACHILA: Espíritu ancestral, divinidad encarnada en las montañas.
ACHACHILANKIRI: Ancestral, de los antepasados.
ACHACHILAN TATAPA: Bisabuelo, el padre del abuelo.
ACHACHIÑA: ser viejo, calidad de viejo.
ACHILA (Sur): Diminutivo de abuelo, expresión usada por los niños para dirigirse a sus abuelos.
ACHTHAPISIÑA: Trabarse, sujetarse, dos cosas. // Hacer presa una cosa en otra.
ACHU: Fruto, producto de los vegetales.
ACHUNTAÑA: Acertar, dar en el blanco.
ACHURI: Fructífero, productor, fértil.
ACHUR QOQA: Árbol que fructifica o da frutos.
ACHUSIYAÑA: Burlarse, hacer bromas pesadas, chasquear.
ACHHUÑA: (Sur.) Estornudar.
AISIRI: Yatiri. Brujo.
AJANUCHAÑA: Comenzar un tejido. // Enlucir, limpiar, acicalar.
AJAYU: Alma, ánima, espíritu.
AKULLI: Acción de mascar coca.
AKULLIÑA: Mascar coca, solo o en compañía de otros.
AKULLT’A: Cocada, cantidad de hojas de coca que se pone en la boca.
ALALA Frío: (especialmente de agua). // (Fam.) Persona sin sentimientos.
ALALAW (y también Alalay):. Interjección de una persona que siente frío.
ALAPATA: Feria, mercado pequeño.
ALAWT’AÑA: Alabar, elogiar, celebrar.
ALAXPACHA: Cielo, espacio indefinido donde se mueven los astros.
ALAXPACHANKIRI: Celestial.
ALI: Planta, mata o arbusto en general. // Bálago, paja de los cereales. // (Nor.) Árbol.
ALI ALI:(Nor.) Arboleda, bosque.
ALIRAÑA: Germinar. // Nacer lo sembrado, brotar las plantas de la tierra. // Volver a crecer el
cabello o la barba.
ALISSUÑA: Echar a alguno fuera de la casa, del pueblo, del país, etc. // Ir en seguimiento de quien
sale huyendo de una casa, pueblo, etc.
ALITA: Sumiso, obediente, dócil. // Propenso, inclinado, que tiene propensión a una cosa.
ALT’IR CHUYMA: Humildad, calidad de humilde.
ALWA: Alba, amanecer, madrugada. // De mañana muy temprano.
ALWAT SARTAÑA: Madrugar, levantarse muy temprano.
ALLCHHI: Nieto, nieta.
ALLI MARA: Año fértil.
ALLINI: Próspero, dichoso, favorecido por la suerte.
ALLJAÑA: Desliar, deshacer el lío, el paquete, el bulto. // Descubrir lo que estaba cubierto con tierra,
arena, cereales, etc.
ALLOXA: Abundancia, bastante, suficiente, harto, mucho.
ALLPACHU (y también Alipaqa.): Alpaca.
ALLPI: Mazamorra de maíz o chuño. // Espeso. Denso de mazamorras.
ALLU: Pene, miembro viril.
AMAJASIÑA: (Sur) Memoria, acordarse, recordar.
AMALA: Ama, aya, niñera.
AMARU: Tierra seca y dura. // (Sur) Duro, fuerte.
AMAWT’A: Sabio, entendido, docto. // Prudente. // (Nor.) Adivino.
116
AMAWT’A: Campesino que por elección de su comunidad colabora con el maestro de la Escuela
Rural como consejero.
AMAYA: Anima, alma. // Cadáver, muerto, finado, difunto.
AMAYP’EQEÑA: Calavera.
AMIKUN PURA: Amigos entre si.
AMPARANI: (Fam.) Fuerte, valiente. // (Fam.) Ladrón, ratero.
AMTAÑA: Recordar, conmemorar, evocar. // Idear, imaginar, pensar, proyectar.
AMTIRI: Pensador, que piensa.
AMUCHA: (y también Amuchu) Capullo, pimpollo. // Yema, renuevo o botón de vegetal.
AMUKINA: Callar, guardar silencio, estar callado.
AMULI: Callado, silencioso, taciturno.
AMUYA: Razón, inteligencia, pensamiento. // Memoria, facultad de recordar. // Cuidado, precaución.
AMUYAÑA: Pensamiento, facultad de combinar ideas. // Imaginar. // Presentir, advertir, sentir. //
Deducir, sacar consecuencias, reflexionar.
AMUYASIYAÑA: Aconsejar, dar consejo a otro. // Hacer que se de cuenta de lo que acontece o
necesita.
ANATAÑA: Recrearse, divertirse, retozar, jugar.
ANCHHICHHA: (y también Anchhicha.) Ahora, en este momento.
ANIÑA: Acción de copularse, unión sexual.
ANKUTA: Borrego, novilla. // Cualquier animal que sale de cordero.
ANSUÑA: Sacar los animales del corral. // Llevar afuera, ya sea personas o animales. Empollar el ave
sus huevos.
ANTUTJAÑA: Soltar, desatar, desasir, dejar caer. // Libertar.
ANU QALLU: Cachorro, perro joven.
ANXASIÑA: Tener ganado ajeno.
APA APAÑA: Llevar frecuentemente o a menudo.
APACHI: (Sur.) Vieja. Se emplea tanto para personas del sexo femenino, como para animales
hembras.
APACHITA: Cordillera. // Lugar de tránsito en las cordilleras.
APNAQAÑA: Regir, administrar, gobernar. // Emplear, usar, utilizar. // Manejar traer entre manos. //
Dirigir, conducir un automóvil.
APU: Señor, noble, distinguido.
APHALLA: (Nor.) Espíritu maligno.
AQALLPU: Gofio, harina de quinua tostada. // Harina de quinua sin tostar.
AQANTAÑA: Invadir. // Cundir. // Arder más el fuego.
AQO QALA: Piedra arenisca.
AQHANTAYAÑA: Incendiar, encender.
ARJA: Pronóstico.
ARJAÑA: Predecir, agorar, presagiar, vaticinar.
ARKIRI: Acompañador, discípulo, seguidor.
ARSUÑA: Proferir, pronunciar. // Delatar. denunciar, revelar, descubrir un secreto. // Confesar,
desembuchar, declarar. // Decidir, determinar, resolver, declarar con autoridad.
ARSUTA: Oral, hecho de palabra.
ART’AÑA: Clamor, grito. // gritar llamando. // Invocar, llamar en su auxilio.
ARU KATUÑA: Obediencia, acción de obedecer.
ARUMA: Noche.
ARUMANTHI: Mañana por la mañana. // (Sur.) De mañana.
ARUMAN URUNI: Noche y día.
ARUMARAKI: Alba, muy de mañana.
ARUMATA: Muy de madrugada.
ARUMINTHA: Mañana por la mañana.
ARUMIRAKHA: Mañana, desde el amanecer hasta mediodía.
ARUMPAQARI: Toda la noche.
ARUMT’AÑA: Hacerse de noche. // Quedarse haciendo algo hasta muy tarde.
ARUNTA: Saludo.
117
ARUNTAÑA: Saludar.
ARUÑA: Habla, facultad de hablar. // Cantar los pájaros, el gallo, etc. // Sonar la campana.
ARUSKATAÑA: Rezongar, protestar por las órdenes recibidas.
ARUSIÑA: Habla, facultad de hablar. // Despotricar, refunfuñar, rezongar. // Referir, relatar.
ARUTA: Verbalmente, de palabra.
ARUWAKJAYAÑA: Contrato, pacto, convenio.
ARUYATIÑA: Aviso, noticia
ASIRU: Víbora, culebra.
ASKI: Bien, bueno, útil. // Propicio, favorable, aprovechable. // Beneficio, bien hecho o recibido.
ASKINI: Útil, beneficioso, provechoso.
ASNOQ PAMPA: Planicie muy llana.
ASXARAÑA: Temor, miedo, aprensión. // Horrible, que causa temor. // Tener miedo. // Respetar,
tener respeto.
AWALLA: La primera criatura que nace de un parto doble en que ambos fetos son de sexo femenino.
AWATIÑA: Pastorear, apacentar, llevar el ganado al campo.
AWATIWI: Campo de pastoreo.
AMAYU: Tejido cuadrangular que puede ser de uno o de muchos colores.
AWICHA: Abuela, bisabuela. // Mujer anciana. // Antepasada, antecesora.
AWICHA: Espíritu ancestral femenino que se encarna en el fuego.
AWICHAN MAMAPA (y también Awichan taykapa): Bisabuela, la madre de la abuela.
AWILA: Anciana, caduca, envejecida, de mucha edad.
AWKCH’I: Suegro, padre del esposo o de la esposa.
AWKI: Papá, padre, progenitor. //Patriarca, anciano respetable. // Tío, hermano del padre.
AWKILI: Anciano, viejo.
AWTI: Tiempo de sequía. // (Fam.) Tiempo de carestía. // (Fam.) Hambre, penuria.
AWTIPACHA: Temporada seca, estío. // (Fam.) Tiempo de hambruna.
AWUI LAÑA: (y también Awulliña) Aullar, dar aullidos.
AXSARAÑA: Terrible, que causa temor. // Temor, miedo, timidez. // Tener miedo, temer. // Respetar,
tener respeto.
AXSARIRI: Tímido, miedoso.
AYCHA: Carne.
AYLLU: Grupo consanguíneo, gens. // Familia, personas de la misma sangre.
AYMARA: Lengua o idioma de la nación Aymara.
AYMURA: Un Costal o bolsa llena de cualquier producto agrícola.
AYNACH THAKI: Bajada, camino por donde se baja.
AYQOÑA: Quejarse, gemir, lamentar.
AYRI: Influencia de un espíritu maligno.
AYRU: Planta en general. // Esqueje, gajo que se planta para multiplicar un vegetal.
AYRUNTAÑA: Plantar, meter en la tierra un vegetal para que arraigue. // Hincar en tierra, plantar una
estaca, un poste.
AYSA: Derrumbe, desmoronamiento.
AYTILTAS SARNAQAÑA: Anadear, andar como los patos moviendo la cadera.
AYTIÑA: Enjuagar, aclarar lo lavado. // Lavar el grano de la quinua. // Acendrar, purificar metales.
AYT’AÑA: Echar en cara, recordar a una persona los favores que se le hizo o los regalos que se le
dio. // Señalar con el dedo o con la ayuda de un palo un sitio u objeto determinado.
AYUNAÑA: Ayunar.
AYWJAÑA: Dividirse, dispersarse cada cual por su lado.
BOCAMINA: Boca o entrada de una mina.
CHACHA: Varón. // Marido, hombre casado, esposo.
CHACHANI: Mujer casada, que tiene marido.
CHACHANK: WARMI Mujer audaz, atrevida.
CHALA: Bufanda, chalina, abrigo para el cuello.
CHALUNA: Carne de cordero salada y seca, tasajo de ovino.
CHALLAQE: Escalofríos, temperatura elevada y fría.
CHALLA: (qu. Ch’alla). Rito religioso. Fiesta y celebración en la cual se riega aguardiente.
118
CHALLAR: Celebrar, regando aguardiente.
CHALLKA CHALLKA: Tierra mal labrada, arada a pedazos.
CHALLMUÑA: Rumiar. // Persona anciana que come con dificultad.
CHALLWA: Pez, pescado.
CHALLWA KATUÑA: Pescar, coger peces con redes, cañas, etc.
CHALLWA KATURI: Pescador, que se dedica a pescar.
CHAMQA: Gacha, masa blanca y medio líquida. // Mazamorra de chuño o maíz.
CHANA: Hijo menor, hijo nacido a la postre.
CHAPALLIÑA: Voltear los terrones cuando se va arando con una yunta de bueyes.
CHAPAPA: Cabaña hecha sobre troncos y a bastante altura que se emplea para vigilar.
CHAPAQA (y también Chhapaqa): Germen, parte de la semilla del maíz quinua, etc., que ha de
formar la planta.
CHAPARA: Producto agrícola que sobresale en su clase.
CHAPUNTAÑA: Preparar la masa de harina, tierra, etc.
CHAPUÑA: Mezclar con agua cosas como harina, tierra, etc.
CHARANTASIYAÑA: Hacer que se traben bien los adobes, ladrillos, etc. // Hacer que otros traben
sus piernas.
CHITA: Dócil fácil de conducir. // Mascota, cría de animal doméstico totalmente acostumbrada a sus
dueños.
CHIWANKU (y también Chiwaku): Mirlo, ave de plumaje negro.
CHIWCHI: Pollo, pichón, cría de las aves. // Abalorio, cuentecilla de vidrio agujereado.
CHUCHAÑA: Charlar, hablar mucho y sin utilidad, hablar sin tino. // Refunfuñar, rezongar,
murmurar. // Dar muestras de enfado, reñir.
CHUCHASIÑA: Rezongar, protestar.
CHUCHASIRI: Murmurador, que murmura. // Regañón, que regaña mucho.
CHUCHI: Sin color. // Blanco sucio que tira a amarillo. // Rubio.
CHUCHU: Voz empleada por los niños para referirse a la teta o pecho de la madre.
CHUCHUKA: Maíz cocido y después secado al sol.
CHUJCHU (y también Chhujchhu): Fiebre palúdica, paludismo.
CHUKA: Se dice de las llamas que tienen el rostro de varios colores.
CHUKA JINCHUNI: Llama con las orejas de distintos colores.
CHUKKATAÑA: Sentarse de cuclillas al lado de alguien.
CHUKULLI: Calambre, contracción involuntaria de un músculo.
CHULU: Lobo, animal carnicero parecido a un perro grande.
CHULLA: Gavilla, atado de mieses. // Manojo por atar.
CHULLAPUÑA: Dar los últimos toques a un tejido.
CHULLCHUÑA: Andar a pasos cortos como enfermo.
CHULLPA: Momia. // Monumento funerario.
CHULLT’AÑA: Remojarse el chuño, etc.
CHULLU: Dícese de la persona o animal que por una enfermedad o por la edad ha enflaquecido y
perdido el vigor.
CHULLUNKHAPTAÑA (y también Chhullunkhaptaña): Helarse el agua, congelarse.
CHULLUNKHAYA (y también Chhullunkhaya): Hielo.
CHUÑIT MARKA: Pueblo abandonado, desierto.
CHUPIKA: Color rojo, carmesí, colorado.
CHUSPA: (qu. ch’uspa): Bolsa pequeña para llevar hojas de coca. Cigarrillos y lejía (pasta amasada
de cenizas vegetales).
CHURASIÑA: Darse unos a otros. // Sacrificar, ofrendar. // Conceder la mano de la hija.
CHURKU CHURKU: Dícese de los lagos, ríos, etc., profundos.
CHURI: Color poco vivo, pálido. // Blanquecino, que tira a blanco. // Amarillo.
CHURUKU: Grillo.
CHUSI: Cobertor, colcha, cobija, manta.
CHUWI: Frejol.
CHUYKU: Mata o planta de la coca.
CHUYMA CHHOXRI: Asma, enfermedad de los pulmones.
119
CHUYMA KATUYAÑA (Nor.): Consolar, aliviar la pena.
CHUYMANI: Anciano, // Entendido, sabio, docto. // Avisado, prudente.
CHHALLA: La caña seca del maíz.
CHHANKHA: Áspero al tacto. // Gallo, macho de la gallina.
CHHAPAQA: Germen del maíz, la quinua, etc. // Yema, germen de los vegetales.
CHHAPU CHHAPU: Entre dos luces, puede ser anochecer como amanecer.
CHHAQA CHHAQA: Horizonte.
CHHAQAMA: Viento del Sur.
CHHAXCHHIÑA: Asar mazorcas de maíz tierno poniéndolas al rescoldo.
CHHAXRAÑA: Peine hecho de las raíces de una ananácea que usan las mujeres. // Peinarse las
mujeres. // Arrastrar algo como la rama de un árbol.
CHHAXTAÑA: Ruido que hace la lluvia.
CHHLQHA: Ala, parte del cuerpo de las aves que les sirve para volar. // Capillo, vestidura que se
pone a los niños que se acaban de bautizar.
CHHEXOLLA: Pedregal, sitio pedregoso.
CHHICHHIÑA: Cuchichear, hablar al oído o en voz baja, musitar, susurrar. // Deshacer, desmoronar
paredes.
CHHIJCHHI: Granizo. // Granizada.
CHHILLCHHIÑA: Lloviznar, garuar de rato en rato.
CHHRIQEÑA: Gorjear los pájaros.
CHHOQSTAÑA: Sobresalir, resaltar, descollar.
CHHOXLLU: Choclo, Mazorca de maíz tierno. // Mazorca de maíz maduro y seco.
CHHUCHHULLI: Pie o pata de los animales mamíferos. // Pata de res.
CHHUJLLA: Cabaña, choza para cuidar sembradíos.
CHHULLU: Parte blanca de la totora próxima a la raíz que es comestible.
CHHURU: Pico, boca córnea de las aves.
CH’ALLA: Arena. // Fiesta con ocasión del estreno de alguna cosa. // Ceremonia de ofrenda o
sacrificio a los dioses.
CH’ALLAÑA: Brindar, beber a la salud de alguno. // Sacrificar unas gotas de licor en honor de los
dioses. // Regar, rociar. // Brindis, acción de brindar.
CH’ALLASIÑA: Brindar. // Sacrificar para los dioses. // Salpicarse a sí mismo con un líquido. //
Salpicarse mutuamente entre varios.
CH’ALLPA: (y también CH’ALLPHA) Bálago, paja menuda de los cereales. // Danza antigua, que
aún es posible ver en Copacabana.
CH’ANKHA: Hilo de lana. // Débil, sin fuerzas.
CH’ANKHA JAWICHAÑA: Hacer madejas de hilo de lana.
CH’AÑARI: Jilguero, pajarillo con plumas amarillas y negras.
CH’AXCHI: Gris, de color entre blanco y negro.
CH’AYKARA: Tierra dura.
CH’AYÑA: (y también CH’AYÑARI) Jilguero, pajarillo con plumas amarillas y negras.
CH’ENQAT CH’OQE: Papa maltratada, deshollada.
CH’ICH’I: Variedad de pez muy pequeño.
CH’IKI: Semilla de la papa que se saca de la planta ya crecida y que se come como fruta.
CH’IKU: Color alazano.
CH’IKHI LAKA: Hábil con la palabra.
CH’IKHILLA: Dícese de las papas escogidas entre las mejores.
CH’ILA: Pequeño, niño, chico.
CH’ILAÑA: Pelar, desvainar arvejas, etc.
CH’ILTAÑA: Retoñar.
CH’IMAKA: (y también CH’IMAXA) Morado, de color violeta obscuro.
CH’IMI: Menudo, dícese de cosas como el arroz, la quinua, etc.
CH’INJAKI: Fuera de tiempo, a destiempo.
CH’INT ARUMA: Silencio de la noche.
CH’IREXAÑA: Ruiseñor, ave. // (Fam.) Dícese de las personas a las que les gusta llevar chismes.
CH’ITI: Pequeño, niño muy pequeño. // Lleno, repleto.
120
CH’IWA: Las hojas tiernas de la quinua que se comen como espinaca. // Las hojas comestibles de
cualquier legumbre u hortaliza.
CH’IYA: Trabajo de quitar las mazorcas de maíz dejando con la planta seca todas las hojas. // Pedazo
de leño abierto longitudinalmente. // Rajadura, hendedura que se hace en una cosa. // Rendija, abertura
entre dos maderos.
CHOQE (Solanum tuberosum L.): Papa o patata.
CH’OXÑA: Color verde. // Fruta por madurar. // Aleve, traidor, delator, infiel.
CH’UCH’U: Muy frío, helado.
CH’UJU: Silencio, falta de ruido. // Apacible, plácido. // Silencio, estado del que no habla. // Dícese
de la persona que tiene el cabello o la barba cruzada.
CH’ULU (y también CH’URU): Caracol, molusco terrestre.
CH’ULLA: Impar, único. // Desigual, disparejo, dispar.
CH’ULLARAÑA: Arar superficialmente. // Ir agarrando hierbas, sin arrancarlas mientras se camina.
CH’UNCH’U: Salvaje, hombre de la selva. // Danza muy general en el Altiplano Norte.
CH’UÑU: Papa pasada por la helada y secada. // Helado, muy frio, gélido.
COPAGIRA: Agua mezclada con residuos minerales, de color amarillento o plomizo, proveniente de
los relaves.
COPAGIROSO: Que contiene copagira.
CUADRO: Perforación vertical en el interior de la mina, que sirve para conducir las cañerías de
bombeo, cables eléctricos, jaulas, etc.
CUCHO: Ofrenda a una deidad.
ICHURI: Padrino o madrina de bautismo. // Persona que cree y hace mucho caso del consejo de los
adivinos.
IKIÑ THALTHAPI: Benjamín, hijo nacido a la postre.
IKT’AÑA: Dormir un poco, dormir la siesta.
ILU: Trabajo de sembrar papas y ocas.
ILUÑA: Sembrar papas, ocas, etc., poniendo la semilla en la tierra.
ILLA: Amuleto, talismán, objeto al que se le atribuye virtud mágica.
ILLACHASIÑA: Guardar amuletos que le traigan buena suerte. // Atesorar, reunir dinero.
IMILLA: Niña, muchacha, chiquilla.
INTI: Sol, el astro rey.
INTI JALSU: Oriente, punto por donde sale el sol.
INTI JIWAÑA: Eclipse de sol.
IÑAQA: Joven doncella. // Princesa.
IPA: Tía, hermana del padre.
IRJASIÑA: Compartir, repartir con otro.
IRJASIÑ UTA: Casa de consejo o Cabildo.
IRJATA: Predestinado, elegido.
ISTALLA: Pañuelo o servilleta tejida, de menor tamaño que la Inkuña, es empleada por las mujeres
para llevar coca.
ISTHAPIÑA: Vestir, cubrir con ropas a uno. // Engalanar, arreglar.
JACHAJAÑA: Maldecir, echar una maldición.
JACHOXA: Tierra fecunda, muy fértil.
JACHOXACHAÑA: Fertilizar la tierra. // Fecundar, hacer fecundo.
JACH’A JAN WALI: Atroz, fiero, inhumano.
JACH’A URU: Fiesta, día grande.
JACH’U: La coca mascada que se echa de la boca.
JAKA: La vida. // Lo que uno posee, sus bienes.
JAKARAÑA: Cobrar salud. // Cicatrizar ha herida.
JAKATATAÑA: Renacer, volver a nacer. // Resucitar, volver a la vida un muerto.
JAKIRI: Existente, que existe o vive.
JAK’ANT ARUMA: La noche siguiente.
JAK’ANT URU: El día siguiente.
JALANT SUNAQE: Cuarto menguante, luna menguante.
JALAKIPAÑA: Pasar volando. // Saltar. // Favorecer, socorrer.
121
JALJIRI: Juez, árbitro de una discusión. // Vaticinador, que vaticina.
JALSURI: Naciente, que nace. // Cosa que se zafa o disloca. // Manantial, lugar donde hay un
manantial.
JALSU SUNAQE: Cuarto creciente, luna creciente.
JALLPIPTAÑA (y también ALLPIPTAÑA): Podrirse las papas dentro de la tierra a causa de la mucha
humedad.
JALLTHAPIÑA: Juntarse la lluvia de todas partes.
JALLU MARA: Año lluvioso.
JAMP’ATIÑA: Adorar, reverenciar con sumo honor. // Bendecir, celebrar a Dios. // Besar, tocar con
los labios una cosa.
JANCH’U : Lo mascado (ya sea coca, caña de azúcar, etc.)
JAN JAQOKIPKAYA: Intraducible, que no se puede traducir. // Irreversible, que no se puede poner
del revés.
JANQ’O LARAMA: Celeste, color celeste.
JAN UKAX: Sino. (conjunción adversativa).
JAN WALI SAMKA: Pesadilla, sueño angustioso.
JAÑIRA: Era, espacio donde se trilla la quinua, cebada, etc.
JAPU LAQ’A: Tierra muy seca, como ceniza.
JAQTHAPIÑA: Matizar, juntar colores. // Comparar.
JARIÑA Baño, acción de bañar o bañarse. // Lavable, superficie que puede lavarse. // Allanar, vencer
una dificultad.
JARKT’AÑA: Atajar al que huye. // Impedir la entrada, impedir el paso. // Bloquear.
JARK’IRI: Espantajo para alejar los pájaros. // Vigilante, cuidador.
JARU: Acido, picante, acre. // Áspero y picante al gusto. // Guiso que tiene mucho ají.
JASA KANKAÑA: Blandura, calidad de blando.
JATJATA: Hijo bastardo. // Hijo, hija que no tiene padre.
JATHA: Semilla, simiente, semen. // Alcurnia, ascendencia, linaje, casta.
JATHASIÑA: Semen, semilla. // Obtener, acrecentar la cantidad de semilla seleccionada de cualquier
producto.
JATHA WILLIÑA: Sembrar, echar la semilla.
JATHIR AWKI: cabeza de linaje.
JAWAS CHAQALLU: Habas verdes como legumbre.
JAWAS MUT’I: Mote de habas, habas cocidas.
JAWI: Vellón, lana de carnero que sale junta al esquilarlo. // Aluvión.
¡JAWILLA!: Interjección que se emplea para dar la bienvenida.
JAWIRA: Río, corriente de agua. // Arroyo.
JAWIR JIKISIWI: Confluencia de dos ríos.
JAWIR THAKI: Cauce del río.
JAWSAÑA: Alojar, hospedar, aposentar. // Citar, señalar a un día y lugar para tratar algo. //
Convocar, citar, hacer reunir. // Llamar hacer reunir.
JAYANI: Antiguo, que existe desde hace mucho tiempo. // Añejo. // Arcaico.
JAYAPACH JAQE: Persona de tiempos antiguos. // Anciano, viejo.
JAYA URAQUE: Tierras lejanas.
JAYPT’AÑA: Anochecer, entrar mucho la tarde.
JAYRI: La conjunción de la luna.
JAYU: Sal, substancia blanca empleada como condimento.
JAYUK’ARA: Resalado, muy salado. // Comida salada.
JEQ’ECHAÑA: Aromatizar, perfumar. // Quemar cosas sacrificando a los dioses. // Ahumar.
JIK’IÑA: Cosechar quinua, habas, etc. // Deshojar, quitar las hojas. // Hipar, tener hipo. // Pelar
arrancando.
JIK’SUÑA: Arrancar, sacar de raíz. // Deshincar, arrancar lo clavado. // Extirpar.
JILAQATA: Jefe, la primera autoridad de la comunidad o ayllu. // Sobresalido, lo que sobresale, lo
que se destaca.
JILATA: Hermano. // Camarada, compañero.
JILIRI: Mayor, más grande. // Hijo primogénito, el mayor.
122
JINTILI: Torbellino, viento, remolino. // Tumba bajo tierra de los antiguos Aymaras.
JIPI: Granzas, residuos de paja que quedan cuando se avientan las semillas. // Hollejo de la quinua. //
Rastrojo. // Tamo, paja menuda.
JIRIÑA: Emboñigar, untar con boñiga la semilla de papa.
JISKHA: Orina de las mujeres y de los animales hembras.
JISK’A MARKA: Aldea, pueblo de corto vecindario.
JIWA: Muerte, cesación de la vida.
JIWAKIPAÑA: Morir muchos a consecuencia de una peste.
JIWANOQAÑA: Gran mortandad, morir mucha gente o animales.
JULLUÑA: Macarse, echarse a perder la fruta. // Podrirse las papas dentro de la tierra.
JUMANAKA: Vosotros, ustedes.
JUNT’U AMAYA: Cadáver reciente, recién muerto.
KHARI-KHARI: Ser maligno que causa enfermedades.
KENCHA: (qu. qh’encha) fatalidad, hado, mal agüero.
KENCHERÍO: Mala suerte.
KHANRI: (qu. ‘qanri). ¿Y tú ?
KHARI-KHARI: Ser maligno que causa enfermedades.
KHEPIKAMUYCHEY: (qu. q’epikamuychej). Acción y efecto de cargarse.
KHOKHANI: (qu. q’oqaui). Provisión de comida para el viaje.
KHOYA: (qu. koya). Mina o socavón. Agujero hecho en la tierra para sembrar.
KHOYA RUNA: Hombre de la mina.
KISWARA: Arbusto que crece en el altiplano.
KOSÑI: (qu. q’osñi). Humo. Polvo.
KUTICHE: (qu. kutichi). Volver lo suyo a su dueño.
KUYUNAS: (qu. k’uyunas). Cigarrillos.
LA PUKA SENKHA: (qu. sen’qa: nariz). La (mujer) que tiene la nariz colorada.
LABORERO: Empleado superior que dirige los trabajos en el interior de la mina.
LAMEAR: Dinamitar las troceras apircadas dentro del rajo hacia el buzón.
LONCHEAR: Almorzar.
LLAMPU: Limpio. Que no tiene asperezas.
LLIJLLA: Tejido de lana de colores vivos que usan las mujeres indígenas.
LLOKALLA: (qu. llok’alla). Muchacho indígena.
LLUSCA: (qu. llusq’a). Greda resbaladiza.
LLUSCKA: (qu. llusq’a). Contorno resbalozo de la veta.
MAKIYTA: Mi mano.
MALIGNO: De carácter pernicioso y propenso al mal. Demonio.
MAMAY: Mi madre.
MATAPALOS: Enmaderador, “callapero”. Hombre que trabaja con palos.
MES PATA SALLE RIKUNCHIKU: Del mes…
MITA: Jornada de trabajo en el interior de la mina.
MITAYO: Trabajador de interior mina durante la colonia española. Indio que, en virtud del
repartimiento de la mita, realizaba trabajos forzados en la mina y los obrajes.
NEGRITO: Mineral de alta ley.
NOCHE DE DOBLA: Trabajo de sobretiempo en la noche.
PACHAMAMA: Madre Tierra.
PAHUICHI: Choza de mampuesto y techo de paja.
PALLIRI: Mujer que a golpes de martillo tritura y escoge los trozos de roca mineralizada en los
desmontes.
PARAJE: Sitio abandonado en una galería en el interior de la mina.
PESADO: De mala suerte.
PHOLKOS: Burdos envoltorios de cuero en forma de botas. Medias de lana.
PICCHAR: (qu. pinchar). Acción de mascar hojas de coca.
PIJCHU: Hora de mascar hojas de coca.
PIQUE: Excavación de forma circular que se desciende casi verticalmente en el subsuelo.
PUCHO: Resto, sobra.
123
PUNTA DE NOCHE: Turno de trabajo en la noche.
QUEMAPECHO: Aguardiente con muchos grados de alcohol.
RAJO: Hendidura abierta hacia arriba para extraer el mineral de la veta.
RITCHARIY: (qu. rij’ch’arity). ¡Despierta!
SALONEO: Cavidad amplia formada por la explotación de un yacimiento irregular del cual se han
extraído grandes cantidades de mineral.
SUMAC ORKO: (qu. orq’o: cerro). Cerro Hermoso.
SUPAY: Diablo. Demonio.
TALADRO: Perforación hecha en la roca, donde se coloca el explosivo.
TATA CKACCHA: Padre bello. (s. tata, padre. Por antonomasia, cura) (qu. ad. Ckaccka o K’acha,
bello elegante, etc.).
TINKA: (qu. t’inka). Intuir algo.
TÍO: Diablo, deidad tutelar que reina en el interior de las minas. Los mineros bolivianos le temen y le
brindan ofrendas.
TOJO: Trozo de roca que se desprende en el socavón.
124
ANEXO 2
BOLIVIA: POBLACIÓN POR CENSOS SEGÚN DEPARTAMENTO, ÁREA GEOGRÁFICA
Y SEXO, CENSOS DE 1950 - 1976 -1992 – 2001
DESCRIPCIÓN
1950
1976
1992
2001
BOLIVIA
2,704,165
4,613,486
6,420,792
8,274,325
Hombres
1,326,099
2,276,029
3,171,265
4,123,850
Mujeres
1,378,066
2,337,457
3,249,527
4,150,475
708,568
1,925,840
3,694,846
5,165,230
Hombres
934,998
1,793,445
2,517,106
Mujeres
990,842
1,901,401
2,648,124
2,687,646
2,725,946
3,109,095
Hombres
1,341,031
1,377,820
1,606,744
Mujeres
1,346,615
1,348,126
1,502,351
Área urbana
Área rural
1,995,597
CHUQUISACA
260,479
358,516
453,756
531,522
Hombres
126,753
173,598
220,773
260,604
Mujeres
133,726
184,918
232,983
270,918
45,861
77,515
147,401
218,126
Hombres
36,557
69,158
104,015
Mujeres
40,958
78,243
114,111
281,001
306,355
313,396
Hombres
137,041
151,615
156,589
Mujeres
143,960
154,740
156,807
Área urbana
Área rural
214,618
LA PAZ
854,079
1,465,078
1,900,786
2,350,466
Hombres
420,302
719,758
934,730
1,165,129
Mujeres
433,777
745,320
966,056
1,185,337
Área urbana
292,507
697,263
1,193,821
1,552,146
Hombres
340,643
581,231
756,300
Mujeres
356,620
612,590
795,846
767,815
706,965
798,320
379,115
353,499
408,829
Área rural
Hombres
561,572
125
Mujeres
388,700
353,466
389,491
COCHABAMBA
452,145
720,952
1,110,205
1,455,711
Hombres
218,732
349,958
544,657
719,153
Mujeres
233,413
370,994
565,548
736,558
Área urbana
105,486
272,100
580,188
856,409
Hombres
129,300
277,991
412,345
Mujeres
142,800
302,197
444,064
448,852
530,017
599,302
Hombres
220,658
266,666
306,808
Mujeres
228,194
263,351
292,494
Área rural
346,659
ORURO
192,356
310,409
340,114
391,870
Hombres
94,059
151,094
165,312
195,049
Mujeres
98,297
159,315
174,802
196,821
Área urbana
73,094
158,615
222,018
236,110
Hombres
77,537
107,691
114,794
Mujeres
81,078
114,327
121,316
151,794
118,096
155,760
Hombres
73,557
57,621
80,255
Mujeres
78,237
60,475
75,505
Área rural
119,262
POTOSI
509,087
657,743
645,889
709,013
Hombres
249,556
317,736
310,466
345,550
Mujeres
259,531
340,007
335,423
363,463
83,202
188,298
216,835
239,083
Hombres
90,952
104,017
114,372
Mujeres
97,346
112,818
124,711
469,445
429,054
469,930
Hombres
226,784
206,449
231,178
Mujeres
242,661
222,605
238,752
Área urbana
Área rural
425,885
TARIJA
103,441
187,204
291,407
391,226
Hombres
51,008
94,088
144,632
195,305
Mujeres
52,433
93,116
146,775
195,921
Área urbana
24,439
72,740
159,438
247,736
Hombres
35,763
77,024
120,008
Mujeres
36,977
82,414
127,728
114,464
131,969
143,490
Hombres
58,325
67,608
75,297
Mujeres
56,139
64,361
68,193
Área rural
79,002
SANTA CRUZ
244,658
710,724
1,364,389
2,029,471
Hombres
120,352
364,196
686,978
1,025,222
Mujeres
124,306
346,528
677,411
1,004,249
64,710
374,605
982,396
1,545,648
Hombres
182,956
479,950
758,938
Mujeres
191,649
502,446
786,710
336,119
381,993
483,823
Hombres
181,240
207,028
266,284
Mujeres
154,879
174,965
217,539
Área urbana
Área rural
179,948
BENI
71,636
168,367
276,174
362,521
Hombres
36,380
86,882
142,627
188,898
Mujeres
35,256
81,485
133,547
173,623
Área urbana
19,269
81,054
182,748
249,152
Hombres
39,331
91,289
125,484
Mujeres
41,723
91,459
123,668
87,313
93,426
113,369
Hombres
47,551
51,338
63,414
Mujeres
39,762
42,088
49,955
Área rural
52,367
PANDO
16,284
34,493
38,072
52,525
Hombres
8,957
18,719
21,090
28,940
Mujeres
7,327
15,774
16,982
23,585
Área urbana
3,650
10,001
20,820
Hombres
1,959
5,094
10,850
Mujeres
1,691
4,907
9,970
30,843
28,071
31,705
Hombres
16,760
15,996
18,090
Mujeres
14,083
12,075
13,615
Área rural
16,284
Fuente: INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA
126
BOLIVIA: POBLACION POR SEXO Y AREA SEGÚN DEPARTAMENTO, PROVINCIA Y
MUNICIPIO, CENSO 2001
DEPARTAMENTO, PROVINCIAS Y
SECCIONES
BOLIVIA
TOTAL
8,274,325
HOMBRES MUJERES
4,123,850 4,150,475
AREA
URBANA
AREA
RURAL
TASA ANUAL DE
CRECIMIENTO
INTERCENSAL 1992-2001
(%)
HOGARES
PARTICULARES
TAMAÑO PROMEDIO
DEL HOGAR
PARTICULAR
5,165,230
3,109,095
2.74
1,977,665
4.09
DEPARTAMENTO CHUQUISACA
531,522
260,604
270,918
218,126
313,396
1.71
118,918
4.35
Provincia Oropeza
241,376
116,072
125,304
193,876
47,500
3.39
56,073
4.14
Provincia Azurduy
27,140
13,442
13,698
-
27,140
1.31
5,537
4.83
Provincia Zudañez
32,857
16,419
16,438
-
32,857
0.84
7,204
4.51
Provincia Tomina
37,482
18,988
18,494
2,714
34,768
0.60
7,937
4.62
Provincia Hernando Siles
36,511
19,148
17,363
7,285
29,226
0.38
7,348
4.82
Provincia Yamparaez
29,567
14,231
15,336
2,442
27,125
-0.60
6,813
4.31
Provincia Nor Cinti
69,512
33,395
36,117
4,502
65,010
0.58
15,451
4.44
Provincia Belisario Boeto
12,277
6,183
6,094
2,877
9,400
-0.30
2,835
4.19
Provincia Sud Cinti
24,321
11,803
12,518
2,103
22,218
-0.42
5,550
4.33
Provincia Luis Calvo
20,479
10,923
9,556
2,327
18,152
1.85
4,170
4.80
1,164,818 1,185,067
1,552,146
797,739
2.29
629,916
3.66
DEPARTAMENTO LA PAZ
2,349,885
Provincia Murillo
1,484,328
721,798
762,530
1,447,304
37,024
2.70
381,034
3.82
Provincia Pacajes
49,183
25,200
23,983
-
49,183
1.41
16,352
2.98
Provincia Camacho
57,877
28,915
28,962
-
57,877
0.83
19,611
2.93
Provincia Muñecas
25,132
12,927
12,205
-
25,132
3.73
6,765
3.69
Provincia Larecaja
68,063
36,060
32,003
11,231
56,832
-0.13
19,804
3.39
Provincia Franz Tamayo
18,386
9,667
8,719
2,123
16,263
0.46
4,127
4.33
Provincia Ingavi
95,906
47,616
48,290
31,327
64,579
2.20
27,626
3.38
Provincia Loayza
43,731
22,365
21,366
-
43,731
2.16
11,959
3.64
Provincia Inquisivi
59,167
30,821
28,346
6,443
52,724
0.34
15,936
3.69
Provincia Sud Yungas
63,639
34,396
29,243
5,685
57,954
2.20
17,566
3.52
Provincia Los Andes
69,636
33,929
35,707
-
69,636
1.22
19,728
3.51
Provincia Aroma
86,480
43,799
42,681
17,583
68,897
2.96
23,550
3.63
Provincia Nor Yungas
23,681
12,460
11,221
4,402
19,279
1.59
6,342
3.49
Provincia Abel Iturralde
11,828
6,604
5,224
2,264
9,564
3.92
2,442
4.58
Provincia Bautista Saavedra
11,374
5,806
5,568
-
11,374
1.49
3,122
3.62
Provincia Manco Kapac
22,892
11,021
11,871
4,161
18,731
1.16
7,025
3.15
Provincia Gualberto Villarroel
15,722
8,262
7,460
-
15,722
3.21
4,494
3.49
Provincia Jose Manuel Pando
6,137
3,088
3,049
-
6,137
3.17
2,089
2.91
51,153
28,092
23,061
12,083
39,070
1.85
14,293
3.49
1,455,711
719,153
736,558
856,409
599,302
2.93
352,411
4.04
517,024
247,449
269,575
516,683
341
2.39
123,477
4.08
Provincia Narciso Campero
37,011
18,852
18,159
7,381
29,630
2.14
8,611
4.19
Provincia Ayopaya
60,959
30,636
30,323
2,014
58,945
1.19
14,144
4.28
Provincia Esteban Arce
31,997
15,571
16,426
3,323
28,674
0.80
8,623
3.62
Provincia Arani
24,053
11,715
12,338
3,512
20,541
0.33
6,290
3.79
Provincia Arque
23,464
11,498
11,966
-
23,464
2.72
6,117
3.79
Provincia Capinota
25,582
12,438
13,144
7,487
18,095
0.49
6,683
3.78
Provincia Germán Jordán
31,768
15,336
16,432
11,047
20,721
1.56
7,635
4.10
rovincia Quillacollo
246,803
120,874
125,929
164,007
82,796
5.73
56,491
4.27
Provincia Chapare
187,358
95,961
91,397
100,791
86,567
3.81
46,274
3.94
Provincia Tapacarí
25,919
12,929
12,990
-
25,919
3.24
6,616
3.88
Provincia Carrasco
116,205
63,144
53,061
16,425
99,780
4.33
29,175
3.86
Provincia Mizque
36,181
18,102
18,079
2,677
33,504
2.78
8,619
4.15
Provincia Punata
47,735
22,291
25,444
16,771
30,964
0.08
12,266
3.87
Provincia Bolívar
8,635
4,286
4,349
-
8,635
2.14
2,377
3.62
Provincia Tiraque
35,017
18,071
16,946
4,291
30,726
1.21
9,013
3.78
DEPARTAMENTO ORURO
392,451
195,360
197,091
236,110
156,341
1.55
104,279
3.69
Provincia Cercado
241,811
117,728
124,083
205,642
36,169
1.33
59,277
4.00
Provincia Eduardo Avaroa
27,675
14,260
13,415
7,683
19,992
1.93
7,765
3.50
Provincia Carangas
10,163
5,343
4,820
-
10,163
3.04
3,172
3.13
Provincia Sajama
9,438
4,949
4,489
-
9,438
1.54
2,667
3.34
Provincia Litoral
4,555
2,487
2,068
-
4,555
8.43
1,452
2.93
Provincia Poopó
14,984
7,435
7,549
-
14,984
-1.64
4,725
3.15
Provincia Pantaleón Dalence
23,608
12,043
11,565
17,312
6,296
-0.57
6,362
3.67
Provincia Ladislao Cabrera
11,698
5,974
5,724
-
11,698
5.00
3,526
3.30
Provincia Atahuallpa
7,114
3,715
3,399
-
7,114
7.46
1,977
3.48
Provincia Saucarí
7,763
3,854
3,909
-
7,763
3.59
2,834
2.70
Provincia Tomás Barrón
5,424
2,701
2,723
2,474
2,950
0.78
1,451
3.72
Provincia Sud Carangas
6,136
3,117
3,019
-
6,136
4.55
2,281
2.68
Provincia San Pedro de Totora
4,941
2,556
2,385
-
4,941
2.18
1,421
3.45
10,221
5,558
4,663
2,999
7,222
3.04
2,907
3.50
Provincia Puerto de Mejillones
1,130
588
542
-
1,130
4.41
323
3.44
Provincia Nor Carangas
5,790
3,052
2,738
-
5,790
1.80
2,139
2.70
DEPARTAMENTO POTOSÍ
709,013
345,550
363,463
239,083
469,930
1.01
180,323
3.88
Provincia Tomas Frías
176,922
85,910
91,012
132,966
43,956
1.99
43,479
4.01
76,254
37,350
38,904
37,108
39,146
-0.18
20,076
3.76
Provincia Caranavi
DEPARTAMENTO COCHABAMBA
Provincia Cercado
Provincia Sebastián Pagador
Provincia Rafael Bustillo
127
Provincia Cornelio Saavedra
59,219
28,675
30,544
4,168
55,051
1.17
14,619
4.03
Provincia Chayanta
90,205
44,789
45,416
-
90,205
2.27
23,282
3.84
Provincia Charcas
38,174
19,174
19,000
-
38,174
2.17
9,618
3.94
Provincia Nor Chichas
35,323
16,613
18,710
-
35,323
-0.86
9,208
3.80
Provincia Alonso de Ibáñez
27,755
13,883
13,872
-
27,755
1.79
6,953
3.96
Provincia Sud Chichas
47,873
22,930
24,943
26,245
21,628
-0.96
12,709
3.68
Provincia Nor Lípez
10,460
5,315
5,145
-
10,460
2.47
2,451
4.08
Provincia Sud Lípez
4,905
2,441
2,464
-
4,905
1.79
1,186
4.07
Provincia José María Linares
50,899
24,186
26,713
-
50,899
-0.23
12,911
3.91
Provincia Antonio Quijarro
37,428
18,324
19,104
10,551
26,877
0.01
10,283
3.57
Provincia Bernardino Bilbao
10,623
5,385
5,238
-
10,623
0.60
2,790
3.79
Provincia Daniel Campos
5,067
2,579
2,488
-
5,067
0.97
1,433
3.45
Provincia Modesto Omiste
36,266
17,215
19,051
28,045
8,221
1.44
8,965
4.00
1,640
781
859
-
1,640
2.40
360
4.45
DEPARTAMENTO TARIJA
391,226
195,305
195,921
247,736
143,490
3.18
87,157
4.33
Provincia Cercado
153,457
73,954
79,503
135,783
17,674
3.77
36,126
4.16
Provincia Aniceto Arce
52,570
27,214
25,356
26,059
26,511
1.75
11,170
4.27
Provincia Gran Chaco
116,318
59,350
56,968
80,724
35,594
4.80
25,110
4.46
Provincia Aviles
17,504
8,606
8,898
-
17,504
0.83
4,047
4.30
Provincia Méndez
32,038
15,511
16,527
2,752
29,286
0.76
6,917
4.58
Provincia Burnet O'Connor
19,339
10,670
8,669
2,418
16,921
0.92
3,787
4.71
Primera Sección - Entre Ríos
19,339
10,670
8,669
2,418
16,921
0.92
3,787
4.71
1,025,222 1,004,249
1,545,648
483,823
4.29
428,653
4.62
Provincia Enrique Baldivieso
DEPARTAMENTO SANTA CRUZ
2,029,471
Provincia Andrés Ibáñez
1,256,801
617,493
639,308
1,175,470
81,331
5.12
277,223
4.45
Provincia Ignacio Warnes
56,979
30,008
26,971
24,447
32,532
3.56
11,198
4.94
Provincia José Miguel de Velasco
56,702
29,325
27,377
25,942
30,760
3.01
9,702
5.68
Provincia Ichilo
70,444
38,177
32,267
31,422
39,022
3.81
14,984
4.50
Provincia Chiquitos
60,359
31,957
28,402
26,256
34,103
3.78
10,956
5.29
Provincia Sara
37,733
20,419
17,314
20,488
17,245
2.62
7,883
4.68
101,733
52,070
49,663
34,367
67,366
1.49
18,828
5.23
Provincia Vallegrande
27,429
14,264
13,165
7,801
19,628
0.27
7,007
3.83
Provincia Florida
27,447
14,675
12,772
9,431
18,016
2.03
6,859
3.93
142,786
73,872
68,914
108,834
33,952
3.36
27,092
4.99
Provincia Ñuflo de Chávez
93,392
50,991
42,401
27,026
66,366
4.60
17,360
5.19
Provincia Ángel Sandoval
13,073
6,910
6,163
5,370
7,703
2.17
2,334
5.38
Provincia Manuel María Caballero
20,010
10,628
9,382
6,486
13,524
2.37
4,782
4.03
Provincia Germán Busch
33,006
17,428
15,578
26,800
6,206
2.82
6,562
4.76
Provincia Guarayos
31,577
17,005
14,572
15,508
16,069
4.46
5,883
5.26
362,521
188,898
173,623
249,152
113,369
2.94
65,481
5.36
82,653
41,784
40,869
75,540
7,113
2.91
16,145
4.91
116,421
59,748
56,673
97,606
18,815
3.44
21,373
5.29
Provincia José Ballivián
68,174
36,137
32,037
38,067
30,107
3.92
12,423
5.32
Provincia Yacuma
29,048
15,353
13,695
12,877
16,171
1.59
4,570
6.24
Provincia Moxos
20,496
10,996
9,500
8,893
11,603
1.64
3,227
6.09
Provincia Marbán
14,454
8,054
6,400
-
14,454
2.05
2,645
5.32
Provincia Mamoré
12,397
6,675
5,722
7,351
5,046
2.26
2,027
5.85
Provincia Iténez
18,878
10,151
8,727
8,818
10,060
1.59
3,071
5.96
DEPARTAMENTO PANDO
52,525
28,940
23,585
20,820
31,705
3.48
10,527
4.69
Provincia Nicolás Suárez
29,536
15,917
13,619
20,820
8,716
5.09
6,543
4.23
Provincia Manuripi
8,230
4,647
3,583
-
8,230
1.21
1,523
5.07
Provincia Madre de Dios
9,521
5,212
4,309
-
9,521
1.75
1,576
5.84
Provincia Abuná
2,996
1,790
1,206
-
2,996
1.32
440
6.10
Provincia Federico Román
2,242
1,374
868
-
2,242
4.23
445
4.73
Provincia Cordillera
Provincia Obispo Santistevan
DEPARTAMENTO BENI
Provincia Cercado
Provincia Vaca Díez
FUENTE: Instituto Nacional de Estadística
128
BOLIVIA: AUTOIDENTIFICACIÓN CON PUEBLOS ORIGINARIOS O INDÍGENAS DE LA
POBLACIÓN DE 15 AÑOS O MÁS DE EDAD SEGUN SEXO, ÁREA GEOGRAFICA Y
GRUPO DE EDAD, CENSO 2001
ÁREA, SEXO Y GRUPO DE EDAD POBLACIÓN DE 15 AÑOS O MÁS QUECHUA AYMARA GUARANÍ CHIQUITANO MOJEÑO OTRO NATIVO NINGUNO
BOLIVIA
5,064,992
1,555,641 1,277,881
78,359
112,216
43,303
75,237 1,922,355
ÁREA
Urbana
3,268,660
790,436
761,712
43,008
76,806
32,675
41,792 1,522,231
Rural
1,796,332
765,205
516,169
35,351
35,410
10,628
33,445
400,124
317,460
GRUPO DE EDAD
Adolescentes (15 – 18)
709,817
195,561
155,167
9,584
16,012
5,603
10,430
Jóvenes (19 - 25)
1,080,838
307,293
257,029
17,033
25,603
9,399
15,791
448,690
Adultos (26 - 44)
1,872,328
571,685
481,447
31,278
44,268
17,478
29,394
696,778
Adultos (45 - 64)
989,905
331,351
267,274
15,352
19,629
8,234
14,459
333,606
Adultos mayores (65 o más)
412,104
149,751
116,964
5,112
6,704
2,589
5,163
125,821
2,477,061
749,672
633,757
40,854
59,218
23,399
40,712
929,449
1,549,883
368,179
370,702
21,821
38,819
16,935
21,838
711,589
927,178
381,493
263,055
19,033
20,399
6,464
18,874
217,860
160,319
HOMBRES
ÁREA
Urbana
Rural
GRUPO DE EDAD
Adolescentes (15 – 18)
357,963
97,583
78,256
4,832
8,381
3,047
5,545
Jóvenes (19 - 25)
529,729
149,297
126,195
8,752
13,370
5,023
8,349
218,743
Adultos (26 - 44)
913,523
277,744
238,322
16,513
23,555
9,479
16,053
331,857
Adultos (45 - 64)
490,103
161,089
135,573
8,409
10,572
4,525
8,096
161,839
Adultos mayores (65 o más)
185,743
63,959
55,411
2,348
3,340
1,325
2,669
56,691
2,587,931
805969
644124
37,505
52,998
19,904
34,525
992,906
1,718,777
422,257
391,010
21,187
37,987
15,740
19,954
810,642
869,154
383,712
253,114
16,318
15,011
4,164
14,571
182,264
MUJERES
ÁREA
Urbana
Rural
GRUPO DE EDAD
Adolescentes (15 – 18)
351,854
97,978
76,911
4,752
7,631
2,556
4,885
157,141
Jóvenes (19 - 25)
551,109
157,996
130,834
8,281
12,233
4,376
7,442
229,947
Adultos (26 - 44)
958,805
293,941
243,125
14,765
20,713
7,999
13,341
364,921
Adultos (45 - 64)
499,802
170,262
131,701
6,943
9,057
3,709
6,363
171,767
Adultos mayores (65 o más)
226,361
85,792
61,553
2,764
3,364
1,264
2,494
69,130
Fuente: INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA
Disponible en: <http://www.ine.gov.bo/indice/indice.aspx?d1=0301&d2=6> Acceso en 01 de junio 2010.
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El mito, el paisaje y el hombre en la literatura ando-boliviana