UNIVERSIDADE FEDERAL DO RIO GRANDE DO NORTE – UFRN CENTRO DE CIÊNCIAS HUMANAS, LETRAS E ARTES – CCHLA PROGRAMA DE POSGRADUAÇÃO EM ESTUDOS DA LINGUAGEM - PPgEL MESTRADO EM LITERATURA COMPARADA POÉTICAS DA MODERNIDADE E DA POS-MODERNIDADE El mito, el paisaje y el hombre en la literatura ando-boliviana Reny Gomes Maldonado Natal – RN Julho – 2010 UNIVERSIDADE FEDERAL DO RIO GRANDE DO NORTE – UFRN CENTRO DE CIÊNCIAS HUMANAS, LETRAS E ARTES – CCHLA PROGRAMA DE POSGRADUAÇÃO EM ESTUDOS DA LINGUAGEM - PPgEL MESTRADO EM LITERATURA COMPARADA POÉTICAS DA MODERNIDADE E DA PÓS-MODERNIDADE El mito, el paisaje y el hombre en la literatura ando-boliviana RENY GOMES MALDONADO ORIENTADORA: PROFESSORA DRA. ILZA MATIAS DE SOUSA Dissertação de Mestrado em Literatura Comparada, apresentada como requisito parcial para a obtenção do título de Mestre pelo Programa de Pós-Graduação em Estudos da Linguagem da Universidade Federal do Rio Grande do Norte – UFRN. Natal - RN 2010 Divisão de Serviços Técnicos Catalogação da Publicação na Fonte. UFRN / Biblioteca Central Zila Mamede Maldonado, Reny Gomes. El mito, el paisaje y el hombre en la literatura ando-boliviana / Reny Gomes Maldonado. – Natal, RN, 2010. 128 f. : il. Orientador: Ilza Matias de Sousa. Dissertação (mestrado) – Universidade Federal do Rio Grande do Norte. Centro de Ciências Humanas, Letras e Artes. Programa de Pós-Graduação em Estudos da Linguagem. 1. Mito na literatura – Bolívia – Dissertação. 2. Literatura boliviana – Dissertação. 3. Bolívia – Usos e costumes – Dissertação. I. Sousa, Ilza Matias de. II. Universidade Federal do Rio Grande do Norte. III. Título. El mito, el paisaje y el hombre en la literatura ando-boliviana Esta Dissertação fue juzgada suficiente como uno de los requisitos para la obtención del grado de Mestre, para fines de conclusión del Programa de Pos-graduação em Estudos da Linguagem, Área Literatura Comparada de la Universidade Federal do Rio Grande do Norte – UFRN. Natal - RN- Brasil, 05/07/ 2010. Profa. Dra. Ilza Matias de Sousa ORIENTADORA BANCA EXAMINADORA _____________________________________ Profª. Dra. Ilza Matias de Sousa UFRN – Universidade Federal do Rio Grande do Norte (Presidente) ______________________________ Prof. Dr. Sebastião Vargas Netto UFRN – Universidade Federal do Rio Grande do Norte (Membro) ________________________________ Prof. Dr. Richard A. Gordon The Ohio State University (Membro) Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.- El mundo es eso - reveló- un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con la luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay gente de fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas; algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman, pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende. […] Eduardo Galeano – El libro de los abrazos A mis padres Tomás y Juanita, y de ellos heredar mi sangre andina. A Mavel, en su memoria. A mi esposo Carlos Alberto, por el incentivo constante... ¡cuyos alientos nunca los olvidaré! A la familia Gómez y Maldonado por el honor de pertenecerla... A los autores de la literatura boliviana. A mis alumnos. A una de mis patrias, Bolivia. Les Dedico. AGRADECIMIENTOS - A mi Directora de Investigación, Prof. Dra. Ilza Matias de Sousa, un agradecimiento muy especial, que con sus conocimientos ha orientado este trabajo de forma competente, y acompañado un viaje apasionado por la literatura boliviana; - A los Departamentos de Letras (DLET) y de Línguas e Literaturas Estrangeiras Modernas (DLLEM) de la Universidade Federal do Rio Grande do Norte – UFRN, un agradecimiento cariñoso por las palabras de aliento, - A mis amiga Paula Pires Ferreira y Janete con quien siempre he compartido sueños e ideas, - A Elizabete, Secretaria del Postgrado, por su apoyo constante, organización del sistema de los cursos, así como el calendario de entrega y defensa de los trabajos presentados, - A Rossana, Secretaria del Departamento de Letras, por la amabilidad, eficiencia con que siempre me ha recibido, - A todos mis compañeros del Curso del Postgrado, en especial a Socorro Guterres, Ciro, Alyane Chacon, Samuel, Lenise y Eliane; - Al Prof. Abel Elizalde, por la atención dispensada a la labor de este trabajo, con sus sugerencias y profundos conocimientos sobre el tema – Literatura Hispanoamericana – ; - A la Facultad de Humanidades, Departamento de Letras de la Universidad San Simón de La Paz, por indicar caminos sobre la Literatura Boliviana; - A la Casa de la Cultura y a la Biblioteca Central de La Paz – Bolivia, por permitir consultar libros y el archivo general, principalmente, datos y comentarios sobre los Premios de Novelas, etc; - A Don Tomás Gómez de la Torre, mi padre, por estar siempre a mi lado, en todos los viajes que he hecho a mi patria del corazón, Bolivia; - A Pedro Maldonado, que en La Paz – Bolivia, me ha indicado todas la direcciones de los posibles caminos por dónde debía empezar; - A mi amada abuelita “Vó Nilda”, que en noches gauchas de fríos me ha agasajado; - A los Laikas, que en la soledad de los días o madrugadas, sus melodías me hicieron compañía y me proporcionaron revivir los momentos que estuve en el país andino, sobre todo repensar mis raíces, mi alma y todo el mundo encantado que Bolivia lo ofrece; - A todos que directa o indirectamente han aportado para que este trabajo se realice. paciencia y RESUMEN La presente investigación parte de un estudio con respecto al mito, el paisaje y el hombre en la literatura boliviana, un país cuya tradición cultural transciende entre lo mítico y la realidad, con una naturaleza exótica, heredera de personajes extraordinarios de un tiempo remoto, con vestigios arqueológicos que nos muestran su esplendor, haciéndola particular entre otras literaturas de hispanoamérica. Para contextualizar el estudio de la literatura de esta nación, rica en literatura fantástica, comprendiendo sus rasgos en la literatura actual, se ha buscado rescatar en la historia de sus primeros habitantes, los kollas, la referencia cultural que ellos heredaron y repasaron, en el proceso de aculturación entre indígenas y españoles. Se fundamenta el presente estudio en las contribuciones de los teóricos de latinoamérica Antonio Cornejo Polar, Nestor Canclini y el etnólogo cubano Fernando Ortiz, sobre todo por el concepto de la transculturación con el crítico uruguayo Ángel Rama. Así, se ha intentado rescatar un estudio sobre el pasado andino, abordando los fundamentos del componente mítico en la literatura, abordando el paisaje y la naturaleza como los que ilustran, caracterizan y dan vida a los personajes míticos y a la problemática social del hombre andino. Palabras clave: literatura andina, mito, hombre, paisaje. ABSTRACT This research was based on a study regarding the myth, the landscape and then man in Bolivian literature, a country whose cultural tradition transcends myth and reality, with an exotic nature, inherited from extraordinary people from a remote time, with archeological remains that show its glory, making it particular among other Latin American literatures. To contextualize the literary study of this nation, rich in fantasy literature, understanding its traits in the current literature, we have sought to rescue the history of its first inhabitants, the Kollas, and the cultural reference they inherited and reviewed in the acculturation process between indigenous and Spanish people. This study is based on the contributions of Latin American theorists, such as Antonio Conejo Polar, Nestor Canclini, the Cuban ethnologist Fernando Ortiz, and especially the concept of transculturation of the Uruguayan critic Ángel Rama. Thus, we have tried to rescue a study about the Andean past, approaching the fundamentals of mythic component in literature, addressing landscape and nature as the ones that illustrate, characterize and give life to the mythical characters and social problems of the Andean man. Key words: Andean literature, myth, man, landscape. LISTA DE FIGURAS Figura 01: La deidad wiracocha………………………………………………........... 13 Figura 02: El Lago Titikaka………………………………………………………….. 14 Figura 03 y 04: El hombre andino……………………………………………………. 17 Figura 05: Mapa del Tahuantisuyo…………………………………………………... 21 Figura 05: El hombre andino mascando la “coca”…………………………………… 23 Figura 06: El supay en la diablada de Oruro………………………………………… 40 Figura 07: El Ekeko cargado de bienes………………………………………………. 42 Figura 08: El tío de la mina – deidad de los mineros………………………………… 44 Figura 09: El Altiplan o Bolivi ano y vist a del Illim ani………………….. 52 Figura 10: Altipl ano Boliviano …………………………………………….. 60 Figura 11: Los Yungas – Bolivi a……………………………………………… 61 Figura 12: La Amazonía Boliviana…………………………………………………... 62 Figura 13: El baile La Morenada…………………………………………………… 64 Figura 14: El valle Sarani y región minera…………………………………………... 89 Figura 15: La posesión en el Tiahuanaco…………………………………………….. 100 Figura 16: En el ritual de agradecimiento a sus deidades…………………………… 100 Figura 17: Posesión espiritual a cargo del presidente de los amautas: una pareja de niños y una anciana centenaria……………………………………………………….. 101 Figura 18: En puro respeto a la madre Pachamama y a los Intis andinos……………. 101 Figura 19: La esperanza del hombre andino…………………………………………. 102 Figura 20: Cartel de ceremonia de la posesión de Morales…………………………. 102 SUMARIO INTRODUCCIÓN 11 PARTE I 1 LA LITERATURA BOLIVIANA: REVELACIONES DE UN PASADO ANDINO 14 2 FUNDAMENTOS LITERATURA 28 3 MITOS ANDI NOS MANIFESTACIONES 3.1 TEÓRICOS DE DEL COMPONENTE TRADICIÓN MÍTICO ORAL: EN LA PRIMERAS ILUST RACIONES MÍT ICAS DE LA CIV ILIZACIÓN AIMARA 39 39 PARTE II 4 4.1 FUNCIÓN Y CARACTERIZACIÓN DEL PAISAJE EN LA NARRATIVA ANDO-BOLIVIANA E L P A IS A J E B O L IV I A N O – R A S G O D E L R O M A N T IC IS M O ; LA P R O B L E M Á T IC A S O C IA L D E L H O M B R E A N D IN O – R A S G O D E L R E A L IS M O 52 53 PARTE III 5 EL MITO, EL HOMBRE Y EL PAISAJE EN LA LITERATURA 64 ANDO-BOLIVIANA 5.1 ASPECTOS DE LA LITERATURA BOLIVIANA MODERNISTA: DE LO CONTEMPORÁNEO HACIA LO ACTUAL 65 5.2 LA NARRATIVA MINERA DE LOS ANDES: REALISMO Y PROTESTA SOCIAL DEL HOMBRE ANDO-BOLIVIANO 92 5.3 FIESTAS, CERIMONIAS Y MITOS 97 5.3.1 (Pero) El mito revive en la actualidad 97 CONSIDERACIONES FINALES 103 REFERENCIAS 105 ANEXO 1 - GLOSARIO 115 ANEXO 2 - MAPAS, DATOS, ESTADÍSTICAS 124 11 INTRODUCCIÓN Este estudio, cuyo tema se denomina El mito, el paisaje y el hombre en la literatura ando-boliviana, se plantea en algunas ideas que ya las tenía desde el Curso de Postgrado en Literatura Española e Hispanoamericana 1. A través de esta investigación, ahora ya más madura en la edad, sería posible intentar comprender cuáles serían las influencias de lo mágico en los relatos de la literatura boliviana, profundizar el conocimiento de estos relatos de la literatura regional, comprender hasta qué punto el pensamiento mítico en la cultura ando-boliviana está presente en el pensamiento del hombre actual y, aún cómo se presenta en relación a la ideología del hombre boliviano. De hecho, que la presente investigación tiene como objetivo general contextualizar el estudio de la literatura boliviana al rango del mito, el paisaje y sobre todo al hombre ando-boliviano. Se hará un estudio de la narrativa desde Nataniel Aguirre, Jaime Mendoza, Alcides Arguedas, Raúl Botelho Gosálvez, y otros, intentando comprender este pasado andino, los fundamentos del componente mítico en su literatura, las influencias del paisaje y la naturaleza en la narrativa boliviana, caracterizando el desarrollo de esta literatura, a partir de la república, sobre todo, las perspectivas de como ésta se proyectó hacia la narrativa actual. La metodología del trabajo ha pasado por varias etapas: el proyecto de investigación ha propuesto un abordaje dialéctico del material estudiado, con articulación del análisis formal (teórico-descriptivo) y con el análisis estético-ideológico de la narrativa andina. De manera que se ha intentado leer y contactar lo máximo de la bibliografía en las librerías, bibliotecas, Universidad de San Andrés (La Paz) y también con el lector de dicha literatura. 2 1 Este Postgrado, más específicamente Filología Española, Moderna y Latina, lo hice en los años del 1997 al 1999, en la ciudad de Porto Alegre – RS, a través de un convenio entre la ULBRA y la Universidad de las Islas Baleares - España. En aquella oportunidad empezamos a tener mucho más contacto con la literatura hispanoamericana, pasamos a estudiar y analizar obras de los autores y, especialmente, los de nuestro continente. Con el tiempo me di cuenta que la literatura fantástica hacía transcender mi imaginación, pues, en muchos relatos, siempre estaban presentes los rasgos de la mitología andina, y que por lo tanto, también hacían parte de mí, en función de mi ascendencia. El curso en filología hispánica me llevaba otra vez a tener la oportunidad de rescatar aquéllas indagaciones, sobre todo hipótesis con respecto a la literatura fantástica y, principalmente, volver a un mundo que me llevaba a mis raíces. 2 Es importante decir que ese contacto se ha adquirido estando varias veces en la ciudad de La Paz /Bolivia, y que después de haber hecho la revisión bibliográfica, investigado aspectos de la narrativa andina, recién se ha suscrito el interés por dicho tema. En todos los viajes a la ciudad de La Paz, se ha procurado mantener contactos con personas del medio literario, escritores y periodistas, como por ejemplo Juan Recacoechea, críticos literarios, 12 De acuerdo con el cronograma, en un segundo momento, se ha hecho una revisión sobre la literatura boliviana, su trayectoria, estilos, autores, obras, etc., para comprender y atender al objetivo de la Investigación. Posteriormente se ha comenzado a escribir sus resultados, en forma de capítulos, exponiendo un estudio sobre la literatura de este país andino, procedimiento metodológico en que basamos la aproximación a la Literatura Boliviana 3. La organización general del trabajo para atender a los objetivos propuestos, se ha planteado en tres partes: en la primera se ha de demostrar la grandiosidad del pasado andino en la cultura ando-boliviana, resaltando los fundamentos teóricos del componente mítico en la literatura, y en seguida se produce ilustraciones míticas de la civilización aymara, con mitos andinos de tradición oral y sus primeras manifestaciones. La segunda parte de la investigación sobre la función y caracterización del paisaje en la narrativa ando-boliviana, su influencia en la narrativa de Mendoza, Arguedas y Botelho Gosálvez, y otros. La tercera parte se intenta rescatar aspectos desde la literatura boliviana modernista, colocando en relieve el hombre andino y la narrativa de protesta social en la narrativa minera, además del mito y el paisaje ando-boliviano. Hubieron muchas dificultades de orden profesional, pero, con mucha dedicación, orientaciones, lectura, motivación, respeto y admiración a los Intis 4, se presenta este trabajo y se espera que su contribución sea para el conocimiento y la divulgación de la literatura boliviana 5: una literatura de grandiosidad histórica, desarrollada con belleza y precisión. autores contemporáneos para obtener los datos más fieles sobre la narrativa de Latinoamérica y especialmente la de este país. 3 Se ha intentado enfatizar el tema con responsabilidad, aún sabiendo que hay mucho más por investigar – la literatura nos abre caminos – que nos llama a conocer, indagar, descubrir, en fin es una invitación, sin escusas, a un mundo grandioso de los andes. 4 Intis Dioses andinos. Era el dios sol y siervo de wiracocha, el cual ejercía la soberanía de la actualidad en el plano divino (Hananpacha). Igualmente era hijo del dios sol del mundo antiguo (Ñaupapacha) y reinaba sobre el ser humano en el mundo actual (Kaypacha). Inti era la divinidad popular más importante del Imperio incaico siendo adorado en varios santuarios. Se le entregaban ofrendas de oro, plata y ganado, así como las llamadas Vírgenes del Sol. También se le hacían ofrendas humanas en el mes de los Capac hucha, la cual muchas veces consistía en reos de muerte, como dios más importante. Qué lindo es invitar a descubrir el alma y el sentir del pueblo boliviano a lo largo de la historia. 5 En nuestra Carrera de Letras hay, desde el 2009, una habilitación nueva en Lengua y Literatura Españolas e Hispanoamericanas. Yo tuve el galardón de iniciar este trabajo de planificación y difusión de las letras hispánicas, además de algunos profesores de dicho departamento. También muy recién hemos se ha propuesto un Departamento en Lenguas Extranjeras Modernas – DELLEM, hace parte del Centro de Ciencias Humanas, Letras y Artes –CCHLA de la UFRN. Esta investigación propone también dar un salto al mundo de las letras hispánicas junto a otros trabajos de este nuevo departamento. 13 PRIMERA PARTE 1 La Literatura Boliviana: revelaciones de un pasado andino Figura 01: wiracocha 6 Fuente: Instituto Cultural Quetzalcoatl Disponible en: <http://www.samaelgnosis.org/revista/ser27/capitulo_10.htm>. Acceso en: 30 mayo 2010 6 Hablar del pasado andino es invitar a que conozcan al Wiracocha. Éste es considerado como el esplendor originario o El Señor, Maestro del Mundo. En realidad fue la primera divinidad de los antiguos, tanto los habitantes de Caral, Chavin, Wari y especialmente los Tiahuanacos, que provenían del Lago Titicaca. Surgió de las aguas, creó el cielo y la tierra. El culto al dios creador supuso un concepto de lo abstracto y de lo intelectual, y estaba destinado sólo a la nobleza. Wiracocha al igual que otros dioses, fue un dios nómada y tenía un compañero alado, el Pájaro Inti, una especie de pájaro mago, sabedor de la actualidad y del futuro. 14 1 La Literatura Boliviana: revelaciones de un pasado andino Soy hombre: duro poco y es enorme la noche. Pero miro hacia arriba: las estrellas escriben. Sin entender comprendo: también soy escritura y en este mismo instante alguien me deletrea. Octavio Paz En este primer capítulo con intento de basarnos a la aproximación de la Literatura Boliviana: el mito, el paisaje y el hombre, entendiendo el tema como argumento de la narrativa mítica y principalmente qué aspectos míticos hay en esa narrativa de la literatura boliviana, se presenta un estudio de esta literatura desde sus orígenes proponiendo así un mejor entendimiento sobre el estudio – que es investigar aspectos andinos sobre el mito, el hombre y el paisaje en la literatura ando-boliviana. Se ha decidido exponer lo más importante del contexto histórico-cultural, que Bolivia ha evidenciado en todos estos siglos, reviviendo el aspecto mítico en el pensamiento del hombre andino, con sus creencias metafísicas sobre el mundo, su devoción a los fenómenos de la naturaleza, explicaciones que siempre demuestran un elevado respeto por sus deidades. Deidades estas, que advienen de una sociedad milenaria y, que al leer la narrativa boliviana, vamos siempre a confrontarnos, encontrándolas, muchas veces, por ejemplo en formas de personajes, como en Altiplano de Botelho Gosálvez (1996): No se detiene aquí la historia de los Villca, por que en verdad sólo se ha dicho la parte que concierne a su fortuna, pero su sangre, su origen, ¡ah!, en el magín de ambos hermanos nacieron dos extrañas leyendas, la de Huayna Kapaj y la del Condor Mallku. Una decía que sus antepasados fueron hijos naturales del Inca Huayna Kapaj, de tal manera que por sus venas corría noble sangre de monarcas del Kosko, sangre imperial, sangre del Inti-Pachakamaj. La otra contaba que el primer Villca había sido engendrado por un Cóndor blanco que solía ir a la Isla de la Luna donde vivían las Vírgenes. Allí poseyó a la más bella de las Escogidas del Inca la cual al ser descubierta fue expulsada por la Coya. La bella Ñusta fue a parar en un ayllu 7 de indios del Kollasuyo, en las márgenes del Titicaca. Allí nació el hijo del Cóndor –Mallku. (GOSÁLVEZ, 1996, p. 35- 36) 7 El ayllu se regía por un Consejo de Ancianos que precedía un Curata; este Consejo elegía, para emprender y dirigir las acciones guerreras, a un Sinchi, Sapana o Mallku: jefes guerreros. 15 Hay apuntado en el apellido Willka una figura legendaria, como si fuese algo temible, de la obra de Ramiro Morales “Zárate, el temible Willka”. Ya en Los comentarios reales, de Garcilaso de la Vega, Willca es corrupción española de Willka, que significa grandeza o eminencia, cosas dignas de admiración. Según Ludovico Bertonio, Willka es arcaísmo aymara, que es denominativo de sol. Figura 02: Lago Titicaca Fuente: Disponible en: <http:// http://biomattiolli.zip.net/>. Acceso en: 30 mayo 2010 También aparece explícito esta característica en el cuento Demasiado Tarde de Antonio de la Quintana (1966), la devoción a sus deidades, de esta vez a la Madre Tierra, conocida en el lenguaje andino como “Pachamama”: Luego, ‘challaba’ sorbiendo el alcohol que había llevado como los otros en una botella cualquiera que pasaba de boca en boca, mientras se cumplía con el convite ceremonial a la Pachamama y se repetía las palabras sacramentales: ‘sumaj horapi cachun’, ‘jallalla Mallcu’8. (QUINTANA p.120) 8 Su traducción – el vocablo en pretérito imperfecto challaba del verbo challar, que quiere decir ofrendar con coca, licor o chicha; Sumaj horap cachun Sea buena la tierra; Jallalla Mallcu Viva el Cóndor. 16 Por lo tanto, hacer un estudio que favorezca el entendimiento del aspecto mítico de esta sociedad, pasando a comprender de dónde y cómo ha surgido esa característica en el hombre ando-boliviano - unas veces con coraje, religiosidad, determinación, firmeza u otras veces miedoso, humillado, desilusionado, tímido, sumiso - será fundamental para la comprensión de este estudio. Se sostiene que esas características en el hombre boliviano, su modo de pensar, de hacer y resolver las cosas, influenciaron de forma decisiva, a la creación de una narrativa llena de ficción, rica en realismo fantástico, habiendo así una existencia muy fuerte de este estilo en la narrativa boliviana, que llega a ser peculiar a ese medio literario. Bolivia 9, así como Ecuador y Perú ocupan la zona en que se asentó el antiguo Imperio de los Incas. Pero mucho antes de los Incas, una cultura poderosa irradió del Ande Boliviano a todos los territorios vecinos, hoy Sudamérica. Segundo Montesinos, cronista colonial que interesado por el pasado andino, hizo un estudio y nos ha dejado una lista de cien reyes católicos con sus nombres y cronologías, que remontan al principio de la era cristiana. Excluyendo los catorce incas conocidos, que comienza por Manco-Capak, los ochenta y seis restantes fueron soberanos kollas 10; estos Kollas señorearon medio continente, y esta cultura pervive en muchas de las costumbres de los pueblos primitivos y por eso hay una fuerte presencia indígena en su literatura. No se puede descubrir América sin descubrir a sus habitantes, sería descubrir una tierra muerta, despoblada, sin alma. El verdadero descubrimiento de América requiere, hoy, comprender al indígena, como historia, como cultura, con toda la desigualdad social que ha sufrido. Es buscar incesantemente la historia de los Kollas 11, mirándolos como habitantes imperturbables, silenciosos, con una lengua original, que resistieron la ola quechua y el torrente español 12, guardando el secreto del pasado esplendor; habiendo que investigar la historia por ser, únicamente, la motivación angustiante que cierra el paso a los que procuran su huella. 9 Bolivia, como muy pocos países en el continente americano, es heredera de una tradición cultural cuyos vestigios arqueológicos nos hablan de todas sus grandezas. Su Literatura es la resultante de una serie de factores étnicos, históricos, sociales y culturales que determinan su ser sustancial. Se puede decir que esta tradición, principalmente la indígena, representa la esencia, la base de la actual Literatura Boliviana. 10 Primitivo habitante de la meseta ando-boliviana. 11 Los Kollas, aymaras o primitivos andinos, aunque muchas veces aparecen citados en los modernos textos de historia y de arte, viven todavía en los hábitos ancestrales, y en la propia lengua aymara. Esa cultura remotísima, creadora de las actuales ruinas de Tiahuanaco y de otras fábricas líticas diseminadas por la meseta, generó las formas religiosas, políticas, sociales y artísticas que de ella heredaron las sociedades andinas posteriores. 12 Hablamos de resistencia porque mismo con la dinastía quechua ya dominando el Imperio Incaico - se ha mantenido la cultura aymara, además con la llegada de los españoles también ha sobrevivido esta cultura. 17 Figura 03: hombre andino Fuente: Disponible en: < www.gfbv.it/3dossier/ind-voelker/coca/coca.jpg >. Acceso en: 30 mayo 2010 Figura 04: hombre andino 18 Nos proporciona un énfasis sobre esto, el escritor Fernando Díez de Medina en su obra Literatura Boliviana: [...] ¡Id a la lengua autóctona, despertad sus músicas arcaicas, si queréis comprender el grande pasado andino! Así como el tiempo mítico asoma en el prodigio de las cordilleras, el alma Kolla se amuralló en la penumbra sinfónica del idioma. El indio que dura, su lengua que perdura, encierran el enigma Kolla. (MEDINA, 1981, p.82) La figura del hombre andino resiste ante todo, vivir sigue siendo un gran desafío, al honor y al nombre de los grandes dioses. Para él, el hombre es un ser transitorio, un ave de paso, momentáneamente en su individualidad. Como nos dice Miguel Ángel Asturias (1970): […] vive aspirando liberarse para volver a unirse al Todo, ve su autonomía como un angustioso enajenamiento. Su idea de sí mismo es tal que emigra, trasmigra, fácilmente en sus pensamientos para entrar en otros seres o retroceder a través del tiempo a sus orígenes legendarios. (ASTURIAS, 1970, p. 15) El origen de esos habitantes primitivos de la meseta ando-boliviana, que son llamados de Kolla o aymara, oscila entre el mito y la prehistoria. Para muchos su origen es un gran misterio: para unos, son oriundos del lugar, para otros, son frutos de migraciones y trasplantes raciales; Kolla, según la filología, quiere decir “el primero, o cosa primera”. Cuando Keyserling dijo de los habitantes “estos hombres son muchísimo más viejos de cuanto se ha supuesto hasta ahora”, lo ha dicho todo. El gran Imperio Aymara, con todo su poderío andino mantuvo ciclos sucesivos de prosperidad, lo que más tarde sería dominado por varios siglos por los Kéchuas. Comprobamos esto, en las palabras de Medina (1981, p. 79), “lo primero que se debe aprender para un estudio consciente del pasado andino es esto: en el principio fue el aymara, después el quechua.” El espíritu andino tiene un pasado fabuloso por excelencia, que no conoce término, que siempre se remonta a los tiempos geológicos, a la mitología principalmente, adoraba montes y astros, piedras, árboles, ríos y lagos, tuvo concepción totemística de la naturaleza. Para ellos la palabra “Pacha”, palabra sagrada, el más remoto dios del Ande inmemorial: “Pacha”, deidad que baja de la montaña, el Señor del Mundo, palabra primordial del mito andino, la fuerza absorbente y coordinante, la gran deidad telúrica que lo comprende y lo resume todo. Creemos así, que esos rasgos míticos de sus antepasados iluminan el horizonte de la historia literaria. De acuerdo con Medina (1981) “los 19 Kollas, aymaras, o primitivos andinos, viven todavía en la leyenda, en la piedra, en la geografía, en la raza”. Si aymara 13 es la voz grave que carga de majestad y pesadumbre el diálogo de la historia, quechua es el tono alto que clarifica el verbo de la voz. A diferencia del Kolla, que entronca con la tradición y por ella sube y se encumbra hasta la alteza del mito, el Inca se desprende de la leyenda para convertirse en historia positiva. Uno resume todo el misterio andino, llevándonos a la niebla finísima de los tiempos nocturnos; el otro, maleable y vivaz, se desenvuelve a plena luz. Y si la gloria del Incario transciende al continente es porque los quechuas, señores de acción, supieron ser también los tejedores de su nombre. Garcilaso de la Vega 14 (1609), maravillosa y sutilmente, en sus Comentarios reales, demuestra que la vida está tejida de realidad y fantasía, e indaga hasta qué punto la historia es sólo un sueño hecho de verdad. Esto nos remonta a la pareja mítica Manco-Cápac y Mama-Ocllo 15, que no es foránea sino autóctona. Podemos imaginar que, ¿aymara, quechua, son sobrevivientes de otra cultura extinta? Naturalmente, según la historia los fundadores del Imperio Quechua son andinos y, que los dos apellidos culminantes de la raza se nombran aymara y quechua, o en otros vocablos kolla e Inca, respectivamente. Cornejo Polar (2000) cuando habla de suturar las hendiduras de la heterogeneidad nacional, defiende que, sobre la obra de Garcilaso Comentarios Reales, Como é sobejamente conhecido, a obra íntegra de Garcilaso é um empenhado e mesmo obsessivo trabalho em torno de sua condição mestiça; 13 La lengua aymara es la tercera lengua autóctona más hablada en Sudamérica, después del quechua y el guaraní. Tiene aproximadamente unos dos millones de hablantes en Bolivia, cerca de medio millón en Perú y unas decenas de miles en norte de Chile. 14 El Inca Garcilaso de la Vega es una de las figuras más representativas de la literatura hispanoamericana. Su obra cumbre, Los Comentarios Reales de los Incas, relata y retrata de manera singular, la idiosincrasia, costumbres y forma de vivir de la gloriosa época de los Incas. Su nacimiento, en el Cuzco el 12 de abril de 1539 marca de manera inequívoca, el surgimiento de una figura literaria de magnitud incomparable. Era hijo del conquistador español capitán Sebastián Garcilaso de la Vega, de la nobleza extremeña, y de la ñusta o princesa inca Isabel Chimpu Ocllo, nieta del Inca Túpac Yupanqui y sobrina del Inca Huayna Cápac, emperador del "reino los cuatro partes" o Tahuantinsuyo (nombre del Imperio incaico en su lengua nativa quechua). Por causa de la privilegiada posición de su padre, que perteneció a la facción de Francisco Pizarro hasta que se pasó al bando del virrey La Gasca, fue bautizado con los apellidos del mayor de sus tíos paternos y de otros antepasados que pertenecieron a la casa de Feria; estudió en el colegio de Indios Nobles del Cuzco, el Inca Garcilaso de la Vega recibió en Cuzco una esmerada educación al lado de los hijos de Francisco y Gonzalo Pizarro, mestizos e ilegítimos como él, pero durante sus primeros años estuvo en estrecho contacto con su madre y con lo más selecto de la nobleza incaica, por ejemplo los hijos del emperador Huayna Cápac: Paullu Inca y Tito Auquí. Accedió pues a la instrucción de los amautas o sabios incas versados en la mitología y cultura incas: Estas y otras semejantes pláticas tenían los Incas y Pallas en sus visitas, y con la memoria del bien perdido siempre acababan su conversación en lágrimas y llanto, diciendo: "Trocósenos el reinar en vasallaje, etc." En estas pláticas, yo como muchacho, entraba y salía muchas veces donde ellos estaban y me holgaba de las oír, como holgaban los tales de oír fábulas (Comentarios reales, I, 1, 15) 15 Pareja mítica de la Civilización Inca y tronco adámico del Incario. 20 ou melhor, uma laboriosa semiose destinada a produzir a legitimidade dessa condição, pessoal e socialmente, começando pela legitimidade de uma escrita – a sua própria – que se autopropõe como articulação harmônica do vário e do mesclado: como escrita mestiça, em suma. Certamente, ela o é, em muitos sentidos. Basta recordar que vincula tradições hispânicas e quéchuas, que supõe o constante trânsito da oralidade à escrita notável sobretudo quando se trata da oralidade quéchua transvasada à escrita em espanhol. (CORNEJO POLAR, p. 60) Gruzinski (1991) delinea una especie de poética del mestizaje y de hibridación, donde el mestizaje es como un “embate de civilizaciones o de conjuntos históricos diferentes”, como en el caso entre españoles y los habitantes andinos, e hibridación como los “embates en el interior de una misma civilización o de un mismo conjunto histórico”, como en el caso de los aymaras y quechuas. El Imperio de los Incas 16 es formado con el declinar del Imperio Kolla, es como si fuese su hermano menor. Los dos idiomas aymara y quechua, idiomas-madres, se mezclan, son parte de una cultura híbrida, como afirma Gruzinski (1991), con raíces y desinencias, sonidos y significaciones; llegan a ser criaturas de una misma sangre. El aire que respiran ambos pueblos es idéntico, tradiciones y costumbres también es semejante. La línea aymara-quechua siguió su curso, con extrema identidad andina, con la misma proeza antropológica. 16 Calendario de Fiestas y Rituales de los Incas: AGOSTO SETIEMBRE OCTUBRE NOVIEMBRE DICIEMBRE ENERO FEBRERO MARZO ABRIL MAYO JUNIO JULIO YAPAKIS KOYA RAYMI UMA RAYMI AYAMARKA KAPAJ RAYMI JUCHUY PUKUY QATUN PUKUY PACHA PUKUY ARIWAKIS QATUN KUSKI AWKAY KUSHI CHANA WARKIS Purificación General (Sembradura) Sitwa (expulsión de las enfermedades) Fiesta del Agua Procesión de los Finados Capac Raymi (Fiesta Principal) Pequeña Madurez Gran Madurez Pacha Puchuy (Maturación) Danza Del Maíz Cosecha Inti Raymi (Fiesta del Sol) Purificación terrenal 21 Figura 04: El Tahuantisuyo 17 Fuente: Disponible en: <http www.portalinca.com/estado/tahuantinsuyo.gif/>. Acceso en: 03 mayo 2010 La historia nos trae un vacío sobre la caída del último emperador aymara y la aparición del primer Inca. Se puede decir, que es probable, que la pareja fundadora del Incario haya huido del Kollasuyo 18 escapando a la devastación de las guerras civiles, haya habitado la Isla del Sol, donde tomó su blasón teogónico y marchado después a Cuzco para clavar el cetro aurífero de los kollas en el flanco de piedra del Huanacauri. De esta fusión de los mitos solares y lacustres, con el símbolo telúrico, nació la monarquía incaica. El Inca Manco-Cápac 19 y Mama-Ocllo, conocidos como Hijos del Sol, provenían de la postrera dinastía kolla. Cuando fue desmembrado el último imperio aymara el pueblo andino se dispersó, algunos príncipes kollas se refugiaron en los altos montes para 17 El Tahuantinsuyo o imperio de los incas tuvo una trayectoria brillante y fugaz; su evolución fue interrumpida por la invasión española de 1532, en un momento en que se encontraba debilitado por luchas internas y afloraban algunos signos de decadencia. Su expansión alcanzó a la región andina casi en su totalidad. Los comienzos del Tahuantinsuyo se sitúan alrededor del 1300 de nuestra era, su expansión hacia el 1450 y su colapso en 1532. Considerando las actuales divisiones políticas, el Tahuantinsuyo incluyó una pequeña zona del sur de Colombia, el altiplano y la costa desértica del Perú, el altiplano de Bolivia, el noroeste de Argentina y todo el árido norte y las fértiles tierras del centro de Chile hasta el río Maule, a 36º de latitud sur. Comprendía dos zonas principales: la sierra o altiplano, en cuya área central se originó el imperio; y la costa tropical, pantanosa y húmeda en el Ecuador, y desértica y sin lluvias en Perú y Chile. Dos caminos de norte a sur constituían la espina dorsal de las comunicaciones. El primero, bordeando la costa, medía 4.050 kilómetros y el segundo, a través de la sierra, tenía 5.180 kilómetros. La afirmación de algunos cronistas de que en el Tahuantinsuyo se organizaron ejércitos de 200 mil a 300 mil soldados no es exagerada si se acepta una población total en torno a los trece millones. 18 Tierra de los kollas. 19 Después de Manco Cápac el Imperio Inca tuvo doce Incas: Sinchi Roca, LloqueYupanqui, Mayta Cápac, Quapac Yupanqui, Inca Roca, Titu Cusi Huallpa (también llamado de Yahuar Huácac), Wiracocha, Cusi Yupanqui (llamado después de Pachacuti), Tupac Yupanqui, Huayna Cápac, Huáscar y Atahualpa. 22 escapar de la matanza, pocas generaciones bastaron para transformar reyes destronados en pastores nómadas. En un manuscrito del P. Jerónimo de las Cuevas, según Medina (1975), ya contenía valerosas revelaciones acerca de los mitos y la historia de los primeros aymaras terminado en 1578, con un diálogo en español arcaico, reconstituido de la siguiente forma: Manco-Cápac con su consorte salieron a consultar al Apu-Amauta, el último sacerdote que compartía con ellos el pan del ostracismo. Dijo el jefe aymara: – “Gran Padre que lees el Tiempo, ¿debemos seguir en esta vida arrastrada?” El hechicero arrojó unas hojas de coca al aire 20 y observando cómo caían al suelo contestó: – “¡Oh mi Señor, el Hijo de la Tierra! Duélese Wiracocha de tu infortunio, y la hora del resurgimiento ha llegado!” El Gran “Manco”se impacientó de ardor bélico: – “¿Por dónde comenzaré a reconquistar la tierra?” Y el hechicero, impasible, contestó: _ “No regreses al kollao; faltan muchas lunas para que tu sangre vuelva a imperar en la montaña. Desvía la ruta, marcha hacia el norte, busca el Titicaca, matriz de todo lo creado, santuario de tus mayores, y reemprende luego tu marcha, siempre al norte, hasta que este cetro de oro se hunda en el suelo; allí fundarás el nuevo imperio. Y sólo los hijos de los hijos de tus hijos volverán a señorear el Ande.” Esa es la leyenda y, la profecía, como contexto histórico de una realidad de la monarquía incaica. El hecho de arrojar las hojas de coca al aire representa un rito que para los aymaras es algo que sirve de previsión del futuro 21. Hasta nuestros días, la coca ha conservado su importancia en las poblaciones indígenas, y se encuentran todavía, rasgos de la veneración religiosa de la cual fue el objeto, de la misma manera su poder curativo y alimenticio fue científicamente comprobado. 20 Apu-Amauta, hombre importante en el Incario, hechicero, adivino, sabio. Acostumbraba ver el futuro, a través de las hojas de coca. Actualmente aún existen personas con este don. Aquí se encuentra una fuerte presencia de las muchas creencias de esta civilización. Os amautas tinham funções próprias no Império. Os filósofos ou sábios que tinham entre eles (os astecas) encarregados de pintar todas as ciências que sabiam e entendiam e ensinar de cor todos os cantos que conservavam suas ciências e histórias. (ENRIQUE DUSSEL, 1993, p. 120) 21 En la cultura andina siempre que se planifica una meta o un trabajo, por más sencillo que sea, hay una costumbre de mascar la coca y sentirla. Este acto de masticarla es lleno de fantasía y algo de fantástico. Siempre hay una previsión de este futuro tan cercano. Con mis ascendentes eso siempre fue natural, y en tiempos que no había coca se podía hacer lo mismo con hojas de tabaco. La hoja de coca representa para los indígenas; la fuerza, la vida, es un alimento espiritual que les permite entrar en contacto con sus divinidades “Apus, Achachilas, Tata Inti, Mama Quilla, Pachamama”. 23 Figura 05: El hombre andino mascando la “coca”. Fuente: Disponible en: < www.gfbv.it/3dossier/ind-voelker/coca/coca.jpg >. Acceso en: 30 mayo 2010 Encontramos también en Altiplano un pasaje que nos ilustra, en ese sentido, los orígenes valiosos, revelaciones acerca de los mitos y la historia de los primeros aymaras y sus descendencias. Hablando de su origen de sangre, de la ascendencia de la familia de los Vilca, donde están representadas “extrañas leyendas”: […] por que en verdad sólo se ha dicho la parte que concierne a su fortuna, pero su sangre, su origen, ¡ah!, en el magín de ambos hermanos nacieron dos extrañas leyendas, la de Huayna Kapaj y la del Condor Mallku. Una decía que sus antepasados fueron hijos naturales del Inca Huayna Kapaj, de tal manera que por sus venas corría noble sangre de monarcas del Kosko, sangre imperial, sangre del Inti-Pachakamaj. La otra contaba que el primer Villca había sido engendrado por un Cóndor blanco que solía ir a la Isla de la Luna donde vivían las Vírgenes. (BOTELHO GOSÁLVEZ, 1996, pp.35 -36.) Se sabe que Manco-Cápac y Mama-Ocllo, aterrados de ver consumirse su linaje en el ostracismo y miseria, sintieron en sus venas el llamado de la raza: se propusieron reconstituir el imperio de sus antepasados, buscando ámbito nuevo para sus hazañas. Como el soplo asiático en la civilización mediterránea, el aymara se transfunde en el quechua, le da su vitalidad, su ímpetu; absorbe, en cambio, su poder transformante, su ductilidad y su inventiva. 24 El viejo tronco andino reflorece en savia nueva. Esta misma pareja legendaria transmite al pueblo quechua los misterios religiosos, la ciencia política y social, el arte militar de los antiguos aymaras. El Incario no fue una creación de la nada, sino un renacimiento y continuación de la raza andina; consideraban al sol como deidad mítica en el firmamento, implantaron el culto solar creyendo ser más próximo a la razón primitiva (que adoraban los astros), más accesible a la comprensión de las razas. El saber repentino de los primeros Incas, que deslumbraban muchedumbres con su culto esotérico y su saber administrativo; saber ese, que era creído, como manifestación súbita de la deidad solar en los reyes Hijos del Sol, es decir el Inca, Hijo del Sol, es la deidad encarnada para gobernar el mundo, esto nos comprueba un profundo resultado de la experiencia acumulada por culturas anteriores. Históricamente, el Tahuantinsuyo 22 es la mayor hazaña política del Continente Sur. Inicialmente, comprendía la región de las cuatro “antis”: Antisuyo, Cuntisuyo, Kollasuyo, Chinchasuyo, entre las actuales cordilleras de Bolivia, Perú, Ecuador y Chile; más tarde, repitiendo tal vez la proeza aymara, los Incas extendieron el Imperio más allá de las cordilleras, conquistando valles, zona tropicales y costeras. El Inca implanta una teocracia oligárquica y cooperativa como forma de gobierno, participa por igual de la rigidez jerárquica, es la autoridad suprema, manda y es obedecido – en contrapartida asume la responsabilidad para con el pueblo –, pues gobierna para todos. Pero la división de la sociedad estaba regida de la siguiente forma: la ciencia estaba reservada para la nobleza y el trabajo especializado en gran escala para el pueblo; esto estaba basado en la idea de que el mucho saber corrompe a los débiles y debilita la posición de los fuertes. Así lo repetía el gran Túpac-Inca-Yupanqui: “El pueblo a sus oficios, y el gobernar para los nobles”. En toda su extensión, los Incas, maestros en el arte de gobernar, unificaron el Imperio mediante un sistema político-social casi perfecto, reedificando ciudades, explotando las riquezas de la tierra, uniendo caminos en las regiones más distantes, desarrollando una arquitectura monumental. Tuvieron una rigurosa organización administrada por un poder aristocrático y centralista, compuesto por reyes, sacerdotes, amautas o sabios, haravécs o poetas cortesanos, capitanes, maestros de ceremonias públicas, administradores, orfebres, alfareros, canteros, sus metalurgos que trabajaban con el oro, estaño o cobre y la comunidad en general. Pasado los doce Reyes Incas, el duodécimo se llamaba Huayna-Cápac, era conocido como Mozo Rico, de hazañas extraordinarias, pero en ese tiempo su imperio era tan extenso que su gobierno se tornó muy difícil “estallaron grandes rebeliones que Hayna22 El Imperio de las Cuatro Partes del Mundo, como se llamó a los territorios sojuzgados por el Inca. 25 Cápac reprimió duramente, lamentándose después de lo sucedido”, como nos afirma Medina. Sin tener grandes esperanzas, vinieron los temores y como no podía ser diferente, también los presagios, llegaba el “chasqui”, que era el mensajero-correo del Inca, trayendo una nueva terrible – hombres extraños y barbados – suben de la costa septentrional al imperio. Eran los españoles que ya se aproximaban al gran territorio andino. Esto viene a confirmar a una visión que su antepasado - el Inca Wirakocha - tuvo de la deidad, que pasado doce reyes, vendrá gente nueva, ganará y sujetará a su mando todos los reinos de ellos y otros muchos. Este Inca, Huayna Cápac, indirectamente, contribuyó para la fragilidad que se encontraba el Imperio, al tener un hijo heredero, último Inca legítimo con nombre de Huáscar, y concomitante a las galanterías tuvo a Atahualpa 23, hijo bastardo, que muy astuto y cauteloso, valiente y sanguinario, viene a traicionar a su hermano por el poder. En este escenario llegan los españoles y encuentran un clima de descontentamiento, discordia, codicia, envidia, ansias por el poder y sobre todo un ambiente fragilizado. El choque de la conquista española produjo el aniquilamiento de la civilización autóctona, que segundo Gruzinski sería un proceso de mestizaje ya que se trataba de culturas e conjuntos históricos diferentes. Hablando de una visión americana de la conquista, Gordon Brotherston (1993) afirma Lo que se llama la conquista de América no fue un hecho instantáneo ni terminó con las hazañas de los Cortés y de los Pizarro que en su momento entraron triunfantes en los dos grandes imperios centrados en Tenochtitlan, capital azteca, y Cuzco, capital del Tahuantinsuyo inca. Más bien se trata de un fenómeno complejo, que se fue produciendo a lo largo de los cinco siglos. (GORDON apud ANA PIZARRO, 1993, p.65) Ilustramos este choque bajo anhelos y nostalgia, con un pasaje de la obra de Gosálvez (1992) en La Lanza Capitana, donde sus personajes General Muyupuraca, General Apasa y Tupaj Katari comentan: Esta guerra la continuarán nuestros hijos; y si ellos no vencen, la seguirán nuestros nietos; y bisnietos hasta lograr la victoria.[...] Nosotros queremos que los enemigos de nuestro pueblo, los que nos están aniquilando, 23 No Tahuantinsuyo, o Perú dos incas, a resistência foi muito maior e prolongada do que entre os aztecas, e as traições dos europeus mais cínicas do que em qualquer outra parte (como a perpetrada contra Atahualpa em Cajamarca [...] Manco Cápac, o novo inca atacou durante oito meses a Cuzco, mas no fim se refugiou em Vilcabamba nas cordilheiras andinas. A resistência chegou até o século XVII, e Machu Pichu é um testemunho de refúgios dos incas nos Andes, nunca conquistados. A rebelião de Tupac Amaru a partir de 1780 foi a última de grandes proporções antes da emancipação da Espanha – já que, sem interrupção, os incas nunca deixaram de “resistir”. (Cf ENRIQUE DUSSEL, 1993, p. 143.) 26 arrebatando nuestras tierras, sepultando en vida en las minas y condenando nuestra raza a un destino de exterminio y sumisión, ‘se manden a su patria’. [...] Seguirá el asedio, extremaremos los ataques hasta el momento propicio en que como fruta madura, la ciudad caiga en nuestras manos y hagamos justicia... [...] ¿Qué vale – pregunto a vosotros –, la pérdida de una vida, la muerte de mi corazón, ante la perspectiva de obtener la libertad de este suelo? Mirad esos campos que se extienden de un confín a otro de la cordillera y que empieza a anegar la fría noche; antes fueron nuestros. El magro fruto que producíamos con el esfuerzo de nuestras manos pertenecía a todos y sustentaba el esplendor de la civilización incaica. Ahora estas tierras a cuyo destino nos une ancestral ligazón, no nos pertenece porque el rey extranjero se atribuye un injusto derecho de conquista por el cual distribuye la tierra y sus frutos entre los vasallos de su credo y de su raza, disponiendo de nosotros como de bienes mostrencos. [...] La tierra es nuestra, pero nos faltó coraje para defenderla. (BOTELHO GOSÁLVEZ, 1992, p. 49-52) Tenemos en otro fragmento en la misma obra, también muy interesante, cuando Botelho Gosálvez (1992), de forma espectacular, nos narra los momentos finales de Tupaj Katari, personaje protagonista, ya aprisionado y condenado a muerte por los españoles, no confiesa arrepentimiento de sus actos y de modo enfático contesta al fraile: Antes todo era puro, simple y claro como el agua de los torrentes que bajan de las cumbres lamiendo las lustrosas rocas. Vosotros habéis enturbiado esas aguas. Amábamos la luz; nuestros dioses eran el sol que resplandece en el día y la suave luna que ilumina la noche y despeja sus terrores. Los tuyos trajeron, entonces, como símbolo de amor y sumisión, un Dios crucificado, hecho de oscura sangre y de gemidos, en cuyo nombres nos hicieron esclavos de lo que no comprendemos. (BOTELHO GOSÁLVEZ, 1992, p. 96) Su religión, sus instituciones políticas y sociales, su arte militar, su economía agraria socializada tuvieron que ceder al racionalismo científico de los españoles. Haber destruido la economía agraria del nativo, convirtiéndola en otra de explotación para servicio exclusivo de una minoría dominante, destruir sus monumentos de religiosidad imponiendo la suya 24, explotar las grandes fortunas a costa del despojo y la miseria del pueblo andino eso ha sido como dicen los historiadores: gran masacre 25. Por recompensa, la historia también nos relata que a través de la conquista, ya en proceso de coloniaje, es importante destacar, que a diferencia del inglés - que coloniza sin confundirse con el nativo – , el español une sangre y espíritu con el nativo, comienza un 24 Para construir los templos cristianos utilizaron las piedras y los metales de los templos del sol y la luna. Entre os incas também o “fim do mundo” se expressa de maneira clara na expressão já indicada de pachakuti. Em todo o império rapidamente correu o boato de que o tempo dos incas terminara com a chegada dos invasores.(ENRIQUE DUSSEL,1993, p.145) 25 27 latido español a germinar en los misterios de un vientre autóctono, como en las palabras de Medina (1981), luego “ una nueva planta humana extraña, temible, fascinadora, imprime su genio y su locura al mundo americano: ha nacido el mestizaje”. En espíritu de aventura, respaldado por la fusión teológica, económica y política, hicieron de la hazaña su meta: la conquista por cualquier precio. De acuerdo con Dussel (1993) la conquista es un proceso militar, práctico violento que incluye dialécticamente el otro como “si- mesmo”, es decir, este otro le es negado como ser, pasa a ser sometido al otro y, este como opresor impone que se incorpore a la totalidad como si fuese un instrumento, es oprimido a condiciones de “encomendado”. (ENRIQUE DUSSEL, 1993, p. 44) En el texto “Encontro” de dois mundos?, de Enrique Dussel (1993, p. 64) corrobora en decir que es un eufemismo hablar de un “encuentro” de dos mundos, dos culturas (inca y española). Esto porque oculta la verdadera destrucción del mundo indígena y de su cultura. Ya que este encuentro más fue una gran masacre, devastador en su totalidad. De ello ha nacido una nueva cultura en latinoamérica, ya sincrética, hibrida, cuyo sujeto es la raza aún mestiza. Quer dizer, nenhum “encontro” pôde ser realizado pois havia um total desprezo pelos ritos, deuses, mitos, crenças indígenas. Tudo foi apagado com um método de tabula rasa. É evidente que, no claro-escuro das práticas cotidianas, iniciava-se uma religião sincrética, que a mais pura Inquisição (quando houve) não pôde evitar. O conceito de “encontro” é encobridor porque se estabelece ocultando a dominação do “eu” europeu, de seu “mundo”, sobre o “mundo do outro”, do índio. (ENRIQUE DUSSEL, 1993, p.64, 65) En cualquier caso cultura compuesta, doble raíz, fusión de contrarios, así está mezclado el carácter del hombre boliviano, traen en las venas lo telúrico y lo humano. Hugo Buero Rojo (1966) afirma “el hombre sigue el mismo, a pesar de que nuevos credos le han sido inculcados por jesuitas y franciscanos: se arrodilla delante del Cristo entre tanto derrama coca o chica para la Pachamama – diosa de la tierra” intenta conciliar la verdad del Cristo con el fulgor de Inti – el Dios Sol, no olvida la veneración de la Pacha Mama y otras deidades, como también cree en la religión heredada por los conquistadores. Eso hace parte de su mayor tesoro, la unión de culturas ha dado lugar a un pueblo que vive de lo imaginario y de lo real a un mismo tiempo, que cree en el Dios Cristiano pero no olvida y sigue venerando a sus costumbres telúricas, vemos eso de manera bien clara en su literatura – esto la hace particular y la engrandece. 28 2 Fundamentos Teóricos del Componente Mítico en la Literatura Ando-boliviana Un mito es un relato de carácter fabuloso o fantástico acerca del mundo, de los hombres o de los dioses, que pretende ser una explicación total de los mismos. Los mitos suelen guardar una profunda relación con las creencias y con los cultos religiosos y forman parte esencial de la tradición y de los sentimientos culturales. Los mitos están muy emparentados con las leyendas, pero se diferencian en que, mientras que los mitos son relatos puramente imaginarios, las leyendas pueden estar basadas en acontecimientos reales. La Mitología es un terreno de dominio complejo y amplio que, a lo largo del tiempo, ha recibido enfoques y abordajes de los más diversos. Nuestro entendimiento de la complejidad del abordaje del mito, se concreta cuando Marcel (1992) defiende esa idea y se indaga: De onde vem esse saber etéreo que a mesma palavra – Mitologia – designa, concomitantemente, às práticas narrativas, às histórias conhecidas de todos, e os discursos interpretativos que falam sobre ela, com estilo e tom de uma ciência, a partir da metade do século XIX? Por que razão falar de mitologia é sempre, mais ou menos explicitamente, falar do grego ou remontar à Grécia? (Marcel Detienne, 1992, p. 11.) La mayoría de los mitos griegos 26 fue (re)contado y, consecuentemente, modificado y sistematizado por Hesíodo y Homero. Las tradiciones mitológicas del Oriente e India fueron persistentemente reinterpretadas y elaboradas por sus respectivos teólogos y ritualistas. Y, naturalmente, es normal que ocurriese con las sociedades arcaicas, que fuesen transmitidos oralmente. Pero, esto no significa, evidentemente, que esas grandes Mitologías 26 La Arqueología del Mito nos remite a la Grecia Antigua. Homero fue el primero a usar la palabra mythos en “Iliada” y en “Odisseia” con el sentido de palabra narrada, historia, narrativa. En un determinado momento histórico, los griegos fueron retirando del mito todo su valor religioso y metafísico. El mythos pasó a representar todo que no podía existir realmente. Logos, por su vez, se configuró como discurso racional, lógico. 29 hayan perdido su substancia mítica; o que no pasen de literatura. Así como las grandes Mitologías que fueron transmitidas a través de textos escritos, también las mitologías primitivas traen una historia, ellas se transformaron y se enriquecieron a lo largo de los siglos, bajo la influencia de otras culturas. El mito, en las sociedades antiguas y arcaicas, es dominante en la vida cultural. Su rasgo extravagante y fantástico, junto a un idealismo ingenuo, no comprometen el significado cognitivo de las clasificaciones mitológicas y su función ordenadora de esos mitos en la vida social. El hombre primitivo era una parte integrante del mundo natural que lo circundaba, y repasaba para este mundo natural, sus propias características, dándole vida, sentimientos humanos y consciencia. De ahí, comprendemos que la mitología completaba la curiosidad del hombre primitivo, con explicaciones propias de su cultura, explicaciones al hombre del propio hombre, sancionando así el orden social. Según Brandão (2000): Apesar dos aspectos fantasiosos, dos elementos fantásticos e aparentemente ilógicos que o povoam, o mito é verdade para o povo que o cultiva, está profundamente enraizado no seu tecido social, distinguindo-se, portanto, da lenda e sobretudo da superstição. (BRANDÃO, p.54) El mito, por lo tanto, es una "primera habla sobre el mundo", una primera atribución de sentido, sobre la cual la imaginación ejerce gran papel, y cuya función principal no es explicar la realidad, pero acomodar el hombre en el mundo. Claro está que mitos são símbolos, e como todo e, qualquer símbolo, encerram uma mensagem ou uma informação codificada, inteligível apenas para os que conhecem o código, a decodificação. Alguns são universais, outros restringem-se a uma região, porém, todos são expressões da necessidade humana de registrar e transmitir uma descoberta, um conhecimento ou uma lição. (PEREIRA, 2001, p. 23) Sería difícil encontrar una definición de mito que fuese aceptada por los eruditos y al mismo tiempo accesible a los que no sean especialistas. La palabra viene del griego, mythos, que significa “historia que se cuenta”, “leyenda”; llevando en consideración su forma más genérica (diferentes tipos de mito, sumados a distintas funciones, y en diferentes sociedades). Etimológicamente, la palabra mito viene del verbo hablar, decir, mutheisthai, que trae la oralidad como componente básico. Es del escuchar, oír y del contar que el mito se 30 alimenta – y en esta fuente que los narradores también se alimentan –, dando continuidad y perpetuando esta actividad a través de los tiempos. Para comprender mejor de que hablan los mitos, tomemos como ejemplo uno de los textos griegos más antiguos: La Ilíada y la Odiseia, de Homero (siglo VII antes de Cristo). En la primera se narran los hechos griegos durante la Guerra de Troya y en la segunda se narra el retorno de Ulises, rey de Ítaca, que después de la guerra deambuló por los mares durante diez años, antes de volver a su patria. En esa narración están reunidos todos los elementos de la mitología: los dioses inmortales, la naturaleza, las actividades del hombre, la cultura del trigo, la navegación, la construcción de las ciudades, los ritos religiosos, la religión politeísta. Para los griegos, los dioses estaban presentes en la vida cotidiana, y las narraciones mitológicas se mezclaban con las aventuras humanas y divinas. Los antiguos griegos creían en esos mitos, de esa forma eran transmitidos de una generación a otra, esto les permitían comprender el mundo en que vivían, conservando recuerdos de acciones de sus ancestros y servían como ejemplos de vida. La mitología griega era a un mismo tiempo explicación del mundo, historia y moral. Después fue adoptada por los romanos constituyendo como paño de fondo de toda una civilización. A esta concepción de mito, con el pasar de los tiempos, han sobrepuesto varias otras, se han transformado conforme a las concepciones de función que él (mito) desempeña (explicativa, sicológica, sociológica, filosófica, etc), como también, de su relación con la religión, arte, filosofía, leyenda, ritual, cuento popular. En la literatura, cuando se mitologiza, desmitologiza y remitologiza nos lleva a analizar cómo esta forma de arte está enraizada con el discurso mítico27. De nuestra América Latina es el inca Garcilaso quién los sitúa en el plano que les corresponde, confrontándolos con los mitos griegos. Los mitos no sólo ofrecen la vida y milagros de las divinidades, sino también la aparición del hombre en el territorio interandino (Cf. Jesús Lara, 1973, p. 13). El mito de la remota tradición europea se transforma en otra cosa: en el pensamiento mítico, impregnado por la visión indígena. 27 Con mucha propiedad, nos habla de esta relación: A literatura está geneticamente relacionada com a mitologia através do folclore, e particularmente a literatura narrativa – a que nos dedicamos em primeiro lugar, que se liga à mitologia via conto maravilhoso e heróico, que surgiram nas profundezas do folclore (naturalmente, muitos monumentos do gênero épico e do conto maravilhoso continuaram a desenvolver-se ou foram recriados em livros). Nesse sentido, o drama e, em parte, a lírica assimilaram primordialmente os elementos do mito pela via direta dos rituais, festejos populares e mistérios religiosos. (MIELIETINSKI, 1987, p. 329) 31 Se propone decir que al mismo tiempo las estatuas estimularon la imaginación del hombre del Tahuantinsuyo y, en consecuencia, tuvo nacimiento el mito, que el cronista Jesús Lara nos transmite: Los mitos quechuas asombran por la exuberante imaginación que hay en ellos, por sus singulares concepciones y por los atributos que crean para sus protagonistas, tanto por la causa que origina. […] Alrededor de sesenta divinidades actúan y reciben ofrendas en el valle de Waruchiri, frontero de la costa de Pachakámaj, al sur de Lima. No es difícil ver que las más de ellas tienen su origen en el tótem roca. Por supuesto, según las relaciones, los dioses no nacen propiamente de la piedra, aparecen como si siempre hubieran existido y por lo general en figura humana, mantienen trato directo con los hombres y acaban por petrificarse. (LARA, 1973, p.14-17. Esos mitos cuando se petrificaron pasaron a recibir la adoración y las ofrendas por parte de los andinos. La meseta del Titicaca tuvo sus mitos, y uno de los más importantes de ellos es el Thunupa, intervenida, sin embargo, por la iglesia católica del siglo XVI. La realidad americana ratifica de qué manera uno llega a contaminarse a través de un lenguaje e imagen onírica, una perspectiva de los escritores de Hispanoamérica sobre un origen presente en sus territorios, conciliando un universo mágico y propiamente mítico: Un indio o un mestizo o un habitante de un pequeño pueblo cuenta haber visto cómo una nube o una piedra enorme se transformó en una persona o un gigante o que la nube se convirtió en una piedra. Todos esos son fenómenos alucinatorios, que se dan frecuentemente entre las personas de los pueblitos. Por supuesto, uno se ríe del relato y no lo cree. Pero cuando se vive entre ellos, uno percibe que estas historias adquieren un peso. Las alucinaciones, las imprecisiones que el hombre obtiene de su medio, tienden a transformarse en realidades, sobre todo allí donde existe una determinada base religiosa de culto, como es en el caso de los indios. […] La vieja literatura indígena que fue escrita antes de la conquista europea, antes de Colón, como por ejemplo el Popoh Vuh o los Anales de los Xahil, se destacan por esa realidad intermedia. (LORENTZ, 1970, p. 41) Gabriela Mistral (1932) resalta que del indígena su alma es entera y sin grietas, sus costumbres conforman su visión del mundo y son ellas las que rigen su espíritu. El indígena puro no tiene duda en aceptar su condición, conoce con claridad su procedencia y está consciente de la sangre milenaria que corre por sus venas. Cuando se cristaliza una mitología en el seno de una literatura, se puede decir que queda trazado en torno a ésta un círculo mágico. Esta literatura – formada por una lengua, 32 referencias, ilusiones, creencias y una tradición heredada y compartida – se desarrollará, sin duda, históricamente. La mitología es producto cultural humano, que se ve como una revelación que ha sido otorgado por los dioses a los antepasados o que procede de un período anterior al comienzo de los tiempos. Las palabras de Asturias nos provocan y nos lleva a reflexionar: ¿Qué cosa hay más apasionante que volver a través del pensamiento mágico de nuestras literaturas precolombinas, al pensamiento indígena? (ÁNGEL ASTURIAS, 1970, p. 21) El mito nace en cultura oral, preliteraria. Esta cultura depende de la memoria y en gran medida del verso, que es el modo más sencillo de memorizar un discurso. En una cultura oral, mitología y literatura son términos casi contiguos: los principales transmisores del mito son personas o poetas cuyas aptitudes se encuentran próximas a lo poético y sobreviven en la leyenda o en la historia. Asturias 28 (1968) defiende que sus obras literarias tuvieron un cordón umbilical directamente con los protagonistas, es decir, han surgido de relatos orales y confirma: Yo mismo releo a veces párrafos enteros de Hombres de maíz, y me doy cuenta que hay una riqueza popular, nacida del pueblo, no nacida de mí, y que no he hecho más que transponer a las páginas del libro. […] En la parte de atrás [de la casa], que daba a la Avenida de los Árboles, había un enorme patio que era más bien un sitio con varios árboles grandes, y en este sitio venían a pasar la noche los que traían carretas de bueyes. […] Y con estas gentes […] yo, todavía siendo un muchacho, me pasaba largas horas con ellos: cantaban con guitarra, contaban relatos, y yo me acercaba a oírlos hablar. (ASTURIAS, 1968, p. 20-21) Agrega en ese discurso que él como escritor sabe hablar como hablan esas gentes, por un motivo cierto, él los ha escuchado a hablar, los ha oído en largas horas conversar sobre sus vidas, sus problemas y, éstos no se fijaban que Asturias los escuchaba con mucha atención. Tiene un alma nacional, una expresión que el propio Asturias resumiría su trayectoria artística: la consolidación de la nacionalidad guatemalteca (HURTADO, 1999). Donde su narrativa centraliza el compromiso, denuncia con tono social, narrativa mítica, hay 28 Miguel Ángel Asturias nació en la ciudad de Guatemala el 19 de octubre de 1899. De ascendencia maya, en la trayectoria vital y estética del escritor se reúnen la vocación política y el universo indígena de sus progenitores. (ALICIA LLARENA apud Trinidad Barrera, 2008, p. 127) 33 también un tono político en El Señor Presidente o evocación del universo indígena precolombino en Leyendas de Guatemala: En esto reside la hazaña verbal de Asturias y su aporte revolucionario. No en hablar como indio y mucho menos en escribir como indio. Más bien su mérito consiste en escribir como mestizo. El mestizaje, entendido como hibridación cultural […] forjador no solamente de un sistema latinoamericano llamado “realismo mágico”, sino prefigurador de la lucha político-cultural de la posmodernidad latinoamericana, que consiste no en hacer valer la diferencia étnica y cultural per se, sino en articular las diferencias en un sujeto situado más allá de los fundamentalismos que animan supuestas identidades puras, no negociables ni mestizadas […]. (MORALES, 1996, p. 405) Este narrador escribe de una perspectiva de origen mestiza, demostrando una identificación con este mundo indígena, por una parte, sus preocupaciones políticas hacia una proyección más apegada a la realidad, por otra traduce en un plano estético la realidad psicosocial de su pueblo. En nuestro siglo, renace lo mágico y se extiende a todos los niveles. Ya no se incluirá únicamente en la poesía, dominio de lo fantástico, de la verdad no histórica, sino que aparecerá en toda la narrativa y especialmente en nuestra literatura hispanoamericana: En las interminables conversaciones nocturnas con Manuela, su esposa, solía traslucir con insistente porfía sus preocupaciones: - Manuela, otra vez la helada y la falta de lluvias arruinarán nuestras sementeras. Nuestro ganado está muriendo por falta de pasto y agua. ¿Qué haremos? - Ni los ‘convites’, ni las ‘huilaras’ que hemos hecho dan resultado. Finalmente, el hambre pudo más que la honda raíz ancestral y Juan Choque decidió ir a trabajar a una de las minas. [...] En un recoveco cualquiera de la noche de los socavones donde hacen los mineros el ‘acuilli’, adoraba con sus compañeros de infortunio, al ‘tío’ de faz sarcástica, a la vez que comentaba cómo había acogido sus ofrendas. (ANTONIO QUINTANA, 1966, p.119-120) En este relato Demasiado Tarde, Antonio Quintana (1966) enfatiza la problemática de la sequía enclavada en la cordillera. La tierra estaba siempre reseca, sedienta y todos incluso los animales ya estaban sufriendo las consecuencias. Revive la costumbre antigua, como hacer convites y huilaras, que sería hacer ofrendas a la Pachamama a cambio de agua a través de lluvia. Como también enfatiza el acuilli, que es el hábito de mascar coca 34 y ofrecer primero cigarrillos, coca o alcohol al Tío, deidad muy respetada por ser el Demonio de los socavones 29. En la narrativa de Botelho Gosálvez también hay devoción y sacrificios en función de que se acabe la sequía en el ayllu: Todo el Altiplano sufre la sequía. La Pachamama, la que sustenta la vida, ya está vieja. Hemos puesto diez fetos de llamas, diez fetos de ovejas, hierba koa, coca, dulces, kaitos de colores y mucho aguardiente en la cumbre del cerro; todo lo hemos quemado para que en humo se deshagan los males y caiga la lluvia, pero nada ha sido posible conseguir [...] Caras silenciosas, pensativas, miraban al suelo como si en ese instante hubiese de aparecer el espíritu de la Pacha-Mama para remediar tanto mal. (BOTELHO GOSÁLVEZ, 1996, p. 69-70) Vemos así, que desde sus orígenes la literatura de latinoamérica ha estado unida indisolublemente al mito. Hay que tener en cuenta que la conexión con el mito no se produce sólo desde el punto de vista del creador, se produce también desde el público. La relación de afinidad del escritor con el público se verifica así mismo en los planos donde el mito nace, vive y prolifera. En este sentido el mito expresa los sueños, las frustraciones colectivas, las aspiraciones del escritor y del lector. Jung (1977) consideraba la literatura y el mito como plasmaciones del inconsciente colectivo. Por eso mismo se puede preguntar, ¿porqué el mito sostiene la esencia del pensamiento del hombre andino también en las narrativas de nuestra literatura? Al mismo tiempo, podemos comprender que el aspecto mítico está en nuestras raíces, nuestras costumbres, y no podemos negar que ella está en nuestra alma. La recuperación del mito y su identificación es algo de la esencia de nuestros ancestros y que no podemos negar que esto ejerce gran influencia en los escritores como en los lectores. Para García Gual el mito es “un relato tradicional que cuenta la actuación memorable de unos personajes extraordinarios en un tiempo prestigioso y lejano” (GARCÍA GUAL,1983, p.9). Esto en la Literatura Boliviana le cae plenamente y en toda su complejidad, 29 Mitología del Socavón – Según cuentan las crónicas, cuando el Inca Huayna Cápac mandó a trabajar a su gente a las minas del Sumaj Orcko Montaña Majestuosa, se escuchó un descomunal estruendo y una voz que decía que no sacaran plata del cerro porque sería para otra gente. Una profecía hecha 83 años antes de que la avaricia española sometiera la zona. Un relato, obviamente posterior a la conquista, que procuraba dar una explicación mítica a un proceso traumático e inesperado, como fue el arribo de los peninsulares. Para la lengua quechua, Potosí derivaría de Ppotjsi (reventar); aunque una tradición aymara, aparentemente más cercana a la verdad, sostiene que el vocablo viene de Pptoj, que quiere decir brotar y que se condice con la gran cantidad de manantiales que había en el sitio en donde se levantó la ciudad. Sea como fuere, ahí se encuentra el cerro más famoso de la historia latinoamericana y a punto de sumergir en un universo mágico, de leyendas y creencias, que muchos desconocen. Un mundo que encuentra en el socavón de las minas su esencia y razón de ser. Porque de las casi 5.000 bocas que tiene el Sumaj Orcko, emergen historias que nos conectan con el pasado y nos permiten recrear un complejo proceso de sincretismo religioso y aculturación, muy propio de todas las zonas de contacto. 35 trae en su contexto histórico todos los elementos necesarios: dioses memorables, costumbres telúricas, creencias míticas y una naturaleza con caracteres particulares. Según este investigador, el mito, en el sentido básico y originario del griego mythos, es un relato que refiere hechos situados en un pasado remoto. Más que un conjunto de símbolos, es una secuencia narrativa, una historia o cuento, en la acepción más amplia de esos términos. Por otro lado, es una tradición: algo que se cuenta y se repite desde muy antiguo, que llega del pasado como una herencia narrativa y es propiedad comunitaria, un recuerdo colectivo y no personal – igual que los romances y leyendas medievales – . El mito pertenece a la memoria de la gente y, por lo tanto, el terreno de la mitología es el ámbito de esa memoria popular. Este término se puede utilizar en dos sentidos: el más amplio abarca lo mágico y telúrico, lo desconocido, o lo religioso, y se le atribuyen poderes, como a las supersticiones, supercherías o brujerías. Actualmente los mitos se multiplican y adquieren nuevas facetas, acomodándose a la realidad de los nuevos tiempos. Desde nuestros ancestros, todo es motivo de cuento, desde el paisaje anecdótico hasta el relato que explica el origen de las cosas de este mundo; en esta tarea se confunden fantasía y realidad, dotándoles al paisaje y a los seres que lo pueblan de una dimensión mítica que, actualmente, se estudia como realismo mágico 30. La narrativa surge en un terreno común con el tiempo y posee puntos de contacto más o menos grandes con el folclore, la literatura de viajes, la epopeya y el mito. Como afirma Francisco Ayala apud Amorós (1988): Si algunos cuentos apelan con tanta energía a la imaginación de las gentes es porque su contenido apunta de algún modo hacia nexos de fascinantes atracción para el espíritu humano, y deben remitirse, por consiguiente, al campo de lo mítico, donde la creación poética radica, de ahí su perennidad. (ANDRÉS AMOROS, 1988, p.40) La acepción restringida en el origen de la literatura boliviana, consiste en caracterizar al mito referido siempre a lo sagrado, a la historia de los dioses, es, por ejemplo, el mito de “Wiracocha” - dios y héroe, criatura celeste y telúrica a un mismo tiempo, es el más universal de las divinidades cordilleranas. Otras veces, se producen equívocos por el contenido metafísico que se da a la palabra “mágico”, que suena en los oídos del hombre corriente relacionado con religión y mito, en una palabra, lo sobrenatural. 30 El realismo mágico ha sido caracterizado por Alejo Carpentier, en el Prólogo a su relato “El reino de este mundo” (1967); por Vargas Llosa, en su amplio estudio “García Márquez: Historia de un decidio” (1971) y por Oscar Rivera – Rodas, en “El Realismo Mítico” de Oscar Cerruto (1973). 36 Las creencias de nuestros antepasados vislumbran esa visión, distintas de las creencias católicas, el famoso Wiracocha, deidad mayor del panteón andino que los incas mantienen como representación de una fuerza universal, es sólo una nueva encarnación de Pacha, el dios telúrico del Ande, inventado por los Kollas. Cuentan los mitos que durante la Edad Oscura, cuando los pueblos aterrados pedían luz para salir de las tinieblas, Wiracocha se convirtió en un sol resplandeciente que surgió del centro del Lago, sobre el peñón de Itikaka. Por supuesto que la actual narrativa latinoamericana reactualiza su identidad telúrica. Venimos de un concepto, como analiza Asturias, distinto de la función de la novela que se ha desarrollado en Europa: la novela se escribía para entretener y se leía como pasatiempo. El cuento infantil acompañaba a los niños hasta la adolescencia. En esta fase las hadas eran sustituidas por personajes de carne y hueso. Los lectores se apasionaban, vivían evadidos de la realidad ambiente – la novela deleitaba y recreaba, con las descripciones de paisajes reales o imaginario, vivían de la fantasía de regiones lejanas del oriente a increíbles viajes interplanetario – por ejemplo. Actualmente se avanza un paso más al perfeccionar esta evolución de la novela – llevando la fantasía a la realidad –, confrontando mito y vida, deseos y hechos, presente y futuro. Encontramos una nueva característica en la lectura: un mundo que, siendo fantástico, parece real y un mundo real que no se acaba de creer. El lector, a su vez, también ha cambiado: antes la novela se destinaba a los ojos de lectores desocupados, hoy, generalmente, a la atención de lectores preocupados por lo que pasa el mundo, por las creencias y pensamientos de los escritores, que muchas veces son las mentes lúcidas, el barómetro social y los intérpretes de la realidad. Antes, la novela se leía para descansar de las tareas cotidianas, hoy se lee para compenetrarse con los problemas que aquejan o dan esperanzas al hombre, encontramos verdaderas denuncias, testimonio de la realidad, habiendo cada vez más valentía ante la injusticia y la explotación. En las palabras e ideas sobre las características del mito, estudiadas en el ámbito hispánico por Marcelino C. Peñuelas, han sido esquematizadas por ANDRÉS AMORÓS (1988, p.86-87): ̶ Es un fenómeno inseparable de la naturaleza humana, espontáneo. ̶ Es un fenómeno colectivo, de cultura. ̶ No es racional; se desarrolla en zonas psíquicas hundidas en el inconsciente. ̶ Está más cerca de la poesía que de la ciencia. ̶ Tiene relación directa con el lenguaje, la religión, la metafísica, la sociología… 37 ̶ Hay que captarlo directamente, como la poesía o la música. Supone un modo propio, imaginativo o poético, de captar y expresar ciertos aspectos de la realidad. Según esto, defiende Amorós, el fenómeno mítico llega a los niveles más profundos de la naturaleza humana y se encuentra, difuso, en los últimos resortes de nuestras creencias, actitudes y comportamientos. Lo mismo que la poesía, el mito encierra su propia verdad, que suele funcionar como un complemento vital de la realidad histórica y la verdad científica, por debajo de muchas convicciones suele existir una mitología. Así, vemos que el mito es una parte esencial de la dimensión humana de la realidad. En Bolivia se dice que el tiempo mítico baja de las nieves, la montaña es el Dios Mayor del ancestro, su oráculo final. El día que se alzaron las primeras montañas, nace el tiempo mítico. Podemos afirmar, que no son en las ciudades del altiplano, sino en las portentosas catedrales nevadas de los Andes, donde nacen los dioses y los héroes indios. Los dioses no existen desde siempre, surgen del seno oscuro de las fuerzas naturales; la teogonía nace de la cosmogonía 31. El mito, que es la necesidad de hallar causas a los hechos, la interrogación al misterio, subió en la inteligencia andina conforme el hombre se acercó a la comprensión de los fenómenos. Tiahuanaco, con un pie en el mito y otro el la historia, es un documento vivo. Posee una cultura abstracta y misteriosa, de jeroglíficos y símbolos aún no descifrados, encierra en teoremas de piedra el pasado andino. Esas piedras venerables, viejas, de miles de años, la deslumbrante Puerta del Sol, los célebres Monolitos enigmáticos, la arquitectura ortogonal, todo esto nos habla de una civilización avanzada que desapareció en el tiempo. Heredar toda esta cultura Kolla, leer sobre los reyes y guerras, sus costumbres, conocer su economía agraria de hondo contenido social, danzas, artesanía, cantos, poesía y leyendas, y con una religión esotérica, es sentir en la sangre todo un pasado esplendor. En este mundo andino encontramos figuras o personajes bellísimos que ni estudiándolos los comprenderemos en todo su vigor, en todos sus significados. Como Pacha, Dios Cósmico del Ande, que da lugar a las tradiciones más memorables del ancestro; Wiracocha, numen divino, histórico y político; Thunupa, el Cristo Andino, que los hombres sacrifican por predicar la verdad; Willka, el Apolo Aymara, el sol que todo genera y fructifica; Siiripaka, el que lleva la luz, el que dice la verdad; Nayjama, el heraldo indio, el soñador, el precursor que busca la verdad entre las montañas para redimir una siembra de amor y justicia; 31 En la obra Teogonía Andina, escrito por Fernando Díez de Medina en 1978, en respuesta del propio autor a su anhelo de ordenamiento mítico. 38 Kuntur Mamani, el cóndor protector de los hogares, él une cielo y tierra, el que levanta y dignifica todo. Según nos afirma Medina en las creencias Kolla “las montañas son cóndores caídos, quedaron con las alas extendidas y que fueron petrificadas para velar por nosotros ̶ los hombres (MEDINA, 1981, p.70). Con intento de conocer el legado de los ancestros, se hará un apartado próximo tratando de exponer los principales mitos andinos de tradición oral, sus primeras manifestaciones en el pueblo, ilustrándose y con personajes míticos de la civilización aymara. 39 3 Mitos Andinos de tradición oral: primeras manifestaciones 3 . 1 I l u s t r a c i o n e s m í t i c a s d e l a C i v i l i z a c i ó n A ym a r a Suelo, raza, idioma, arqueología son las puertas fundamentales para llegar y zambullir al mundo Kolla. Signados también por este enigmático pasado precolonial, cuya grandeza nos llega a través de sus vestigios arqueológicos, Bolivia todavía busca una identidad que muestre al mundo que son dignos herederos de un pasado fabuloso 32. Desde el Tiahuanaco, el ancestro se abre paso por las cimas andinas y late el eco de la raza en una lengua que expresa parte de su alma. El aliento aymara y quechua 33 armoniza el paisaje, ilustrándolo de dioses. La poesía aymara llena de relatos míticos explican como nubes y nieve aureolan la quietud de las cumbres donde el cóndor, personaje majestuoso, pasea dejando su sombra. Héroes quechuas lanzan su conquista, creando el poderoso Imperio Incaico. Amautas relatan sus hazañas por todo el Tahuantinsuyo. En este panorama el acero español se impuso, dejando su voz y sus costumbres, desde entonces el pueblo andino, rico en su polifonía, es un canto a cuatro voces: aymara, quechua, guaraní y español; país multinacional, heroico, aprendió a amar y creer en el Dios cristiano pero no dejó de enaltecer y respetar a los dioses del antiguo ancestro. Si se alarga el mirar histórico, Bolivia arranca sus raíces de la cosmogonía americana: los Antis y el mito andino; Tiahuanaco; los kollas o Aymaras; el Imperio Incaico; la Audiencia de los Charcas; el Alto Perú; finalmente Bolivia. Al analizar esta genealogía, sin duda nos remontamos al tiempo mítico, cuando los Antis, raza fabulosa, dan su nombre a la 32 Precisamente porque o patrimônio cultural se apresenta alheio aos debates sobre a modernidade ele constitui o recurso menos suspeito para garantir a cumplicidade social. Esse conjunto de bens e práticas tradicionais que nos identificam como nação ou como povo é apreciado como um dom, algo que recebemos do passado com tal prestígio simbólico que não cabe discuti-lo. As únicas operações possíveis – preservá-lo, restaurá-lo, difundi-lo são a base mais secreta da simulação social que nos mantém juntos. Frente à magnificência de uma pirâmide maia ou inca, de palácios coloniais, cerâmicas indígenas de três séculos atrás [...], não ocorre a quase ninguém pensar nas contradições sociais que expressam. A perenidade desses bens leva a imaginar que seu valor é inquestionável e torna-os fontes do consenso coletivo, para além das divisões de classes, etnias e grupos que cindem a sociedade e diferenciam os modos de apropriar-se do patrimônio. (CANCLINI, 1997, p.160) 33 A mais recente e numerosa coletânea de poesia quéchua demonstra que os textos se acumulavam em torno de certos acontecimentos, como a colheita, o carnaval ou o casamento, sem que nossos olhos percebam o fluir temporal entre uma celebração e outra do mesmo gênero, inclusive quando entre ambas transcorre muito tempo. (CORNEJO POLAR, 2000, p.49) 40 Cordillera de los Andes, siendo esta filosofía telúrica la que constituye el más antiguo y legendario tesoro poético del continente. Los mitos siempre fueron parte de la vivencia del hombre ando-boliviano y con esta nueva perspectiva también han pasado a ser parte de los relatos literarios de los escritores de aquel período. Se Ilustrará algunos mitos de la Civilización Aymara, éstos han llegado a conocerse, como hemos dicho, desarrollándose por tradición oral y, en algunos casos, por criptogramas y kipus 34, y a lo largo de su trayectoria por el Incario, la Colonia y la República, trajeron su naturaleza ancestral, aunque no podemos afirmar que en su totalidad, pues algunos mitos se ajustaron a las creencias de la religión católica, como Thunupa ya pasó a ser interpretado o comparado como el Cristo. Los mitos que habían comenzado de transmisión oral hacen parte de las creencias del hombre andino – a punto de estar presente hasta hoy en la literatura –, en el consenso común de las personas. Son ellos: el Wiracocha, el Thunupa, los Achachilas, el Huari, el Ekeko, el Anchanchu y la Mekhala, el Supay o Tío, etc. La figura del supay en la diablada de Oruro 35 34 Sistema de escritura propia de los incas que según Anello Oliva, habría sido inventado durante el reinado de Maita Qhapaj. Sobre este aspecto de la escritura de los indígenas en la obra La colonización de lo imaginario – Sociedades indígenas y occidentalización en el México español. Siglos XVI – XVIII, nos apunta “La complejidad de las composiciones confiadas a la transmisión oral, la variedad de géneros, el valor considerable dado a la enseñanza, la elocuencia y la palabra, nos podrían hacer olvidar que aquellas sociedades también poseían un modo de expresión gráfica. Aunque no conocieron ninguna forma de escritura alfabética antes de la Conquista española, se expresaban sin embargo con medios de apoyo múltiples” (GRUZINSKI, 1991, p. 19) El apoyo al cual se refiere serían especies de hojas largas y angostas y que sobre ello eran pintados glifos. 35 El Supay, Zupay o Diablo andino, es un dios-demonio originario principalmente de las mitologías aymara e inca de la Civilización andina sudamericana. Corresponde a un ser que habita las profundidades de la tierra y el inframundo de los muertos, que puede ser tanto malo como bueno. El supay es una figura ambivalente, definida por el sincretismo, que ha sido asimilada al Diablo de la cultura cristiana, pero que también es adorado como señor de las profundidades o Salamanca. A diferencia de lo que sucede con el Diablo cristiano, "el indígena no repudiaba al Supay sino que temiéndole, lo invocaba y rendía culto para evitar que le hiciera daño". Durante la época colonial, el Supay se convirtió en uno de los personajes principales del culto a la Virgen de la Candelaria conocida también como Virgen del Socavón o Virgen de los Mineros- y de la diablada, una danza asociada al carnaval, que se practica principalmente en Puno, en el Perú, en Oruro, Bolivia y en las regiones aledañas del norte de Chile. Por su presencia dominante en las profundidades de la tierra, se lo asocia con los mineros 41 Figura 06: El supay en la diablada de Oruro Fuente: Disponible en: <www.micarnaval.NET> Acceso en: 30 mayo 2010 El mito de Wiracocha, dios creador de la luz, de la tierra y de los hombres es el más antiguo – narra como este dios habría emergido de las profundidades del Titicaca, Lago Sagrado de los Kollas – para crear el mundo y dejar a sus habitantes un gobernante y unas leyes – que lo regirían. Como la gente ya no estaba respetando sus leyes, Wiracocha vino a castigar a los primitivos habitantes de Tiahuanaco transformándolos en monolitos de piedra. El mito de Thunupa es uno de los que más ha sufrido transformaciones. La versión más antigua lo muestra como hijo de Wiracocha; otras versiones lo confunden con esa divinidad; mientras en otras, por influencia de la colonia, lo muestran como un Cristo, alto, barbado, cargando una cruz. Thunupa es el más humanizado de los dioses y por eso mismo es víctima de los hombres que lo martirizan – más adelante se narrará un pasaje de Thunupa en la tierra. El mito de los Achachilas se refiere a la presencia de los nevados, montañas, cuevas y ríos que caracterizan ciertas regiones del antiguo Kollasuyo. Actualmente todavía se mantiene viva la creencia en los Achachilas, considerándolos como sus antepasados, los que originaron la vida de sus respectivas comunidades. El mito de Huari, siendo coetáneo del de Wiracocha, es el que más relevancia ha cobrado entre los kollas, al extremo de que actualmente existen dos poblaciones que llevan su nombre: Huarina en el Departamento de La Paz y, Huari en Oruro. Esta divinidad aparece en la figura de un auquénido parecido a la llama. En él se resumen el vigor y la fuerza de la raza aymara. Los huaritaquis eran unos cantos mediante los cuales los nativos invocaban al dios Huari para que les asistiera en cualquier empresa laboriosa. Augusto Beltrán Heredia (1956) nos relata una versión del mito de Huari, de la altiplanicie orureña, que lo sitúa a este dios en el interior de las montañas Uru-Uru, como un gigante que se confunde con la naturaleza circundante. En la fábula, la bella Intihuara, la aurora, hija primogénita del Sol, le acaricia con sus fulgores todas las mañanas al despertar, realzando la belleza de los nevados picos andinos y, Huari empieza a aprisionar ese fulgor extendiendo alrededor suyo sus “brazos de humo y fuego volcánico”. Entonces, viene Inti, el Padre Sol, en ayuda de su hija y indígenas, que le rinden culto y le realizan ofrendas para ganar su simpatía y evitar que los dañe. En la diablada de Oruro, los mineros bailan disfrazados de diablos para pedir a la Virgen de la Candelaria perdón y comprensión por convivir con Supay en lo hondo de las minas y por los ritos y ofrendas que le dedican para encontrar las vetas del mineral y evitar los accidentes. La referencia más antigua al Supay de la que se tenga registro es del año 1560, y corresponde al Lexicón de Domingo de Santo Tomás, donde es definido como "ángel bueno o malo, demonio o trasgo de casa.” 42 sepulta en el interior de las montañas el fuego calcinante de Huari, cuya venganza recae en el pueblo Uru. El mito del Ekeko es uno de los más arraigados en el altiplano boliviano, sobre todo en la región de La Paz y el valle cochabambino. Esta divinidad aymara y quechua representa la abundancia de bienes terrenales y así como también la virilidad en los hombres; en los idolillos que se han encontrado lo muestran desnudo, con el miembro viril erecto y descomunal. Las mujeres le atribuían el poder de proporcionarles marido. Actualmente, su figura es la de un hombrecito risueño y panzudo con los brazos abiertos y viene cargado de víveres y dones; la costumbre aún se perpetúa en La Paz donde el 24 de enero se celebra su fiesta con las tradicionales alacitas, se venden las miniaturas del Ekeko para el matrimonio – existiendo en dicha ciudad una estatua de piedra de esa divinidad. Figura del Ekeko cargado de bienes 36 Figura 07: El Ekeko cargado de bienes Fuente: Disponible en: <www.micarnaval.NET> Acceso en: 30 mayo 2010 36 Representación del Ekeko en la “Feria de Alasitas 2008”, en La Paz. Un elemento central es el Ekeko, “dios de la abundancia” o de la “fortuna”: personaje trabajado generalmente en yeso; petizo, de vientre abultado; cabeza grande, cara rosada con pómulos colorados; boca grande y sonriente, bigotes ralos y ojos vivaces. Su expresión es de completa felicidad. Sus piernas son cortas y tiene los brazos abiertos para cargar los objetos mas variados: bolsa de arroz, fideo, azúcar y harina; varios comestibles, billetes, libros y periódicos; charangos, guitarra, quena y zampoña; silla y canasta: en la espalda puede llevar atravesando un catre, además de picota, pala, martillo, etc. Los Ekekos tienen tamaños entre 20 y 40 cm. Además de los de yeso, hay trabajados en madera, barro cocido, estaño, cobre, y ocasionalmente oro, plata y piedra. Su vestimenta es pintada y de colores vivos, calza abarcas de gomas de llanta. A los Ekekos grandes se los viste con bayeta de la tierra, faja y gorro indígena. A veces lleva sombrero de ala. En la boca tiene un orificio donde sus devotos le colocan un cigarrillo encendido para que “fume”. 43 El Anchanchu y Mekhala son dos divinidades maléficas de la mitología andina. El Anchanchu aparece como un viejo enano, con barriga grande y calvo. Tiene una enorme cabeza, desproporcionada a su cuerpo, se viste con trajes bordados de oro un sombrero de plata de ancho alero, vive en lugares apartados – en cuevas, ríos y edificaciones ruinosas o abandonadas. Según la leyenda y para los nativos, es un propagador de enfermedades y desgracias; atrae sus víctimas con alagos y zalamerías y cuando las adormece, las mata chupándoles la sangre. Este mismo personaje, el Anchanchu, con ligeras variantes, parece haber dado origen al Duende, otro personaje muy difundido en las tradiciones populares. Mientras que, Mekhala, aparece en figura de mujer. Es la causante de las sequías, heladas y epidemias; como Anchanchu también chupa la sangre de sus víctimas, especialmente de los corderitos y niños. La describen como una mujer alta, flaca, cabellera desgreñada, pocos y afilados dientes, ojos pequeños y fosforescentes, nariz chata, con las fosas nasales demasiado abiertas, boca grande, labios descarnados, con la barriga que desciende hasta las rodillas y tiene una cola de fuego. En la mitología callawaya 37, los dioses malos como los buenos, se hallan asociados a la naturaleza, así Supay, por ejemplo es el dios que se ocupa de hacer daño a los seres humanos, controlando las riquezas minerales de los cerros y de las montañas, puesto que tiene el poder de convertir un cerro con ricos filones de metales preciosos en cuarzo o a la inversa. El Supay ha derivado en la colonia a la figura del diablo y en la República al Tío de la Mina 38, cuya versión femenina es la Chinasupay, personajes muy difundidos en la literatura boliviana y, también en los carnavales de Oruro, en comparsas conocidas como Diabladas y Morenadas. 37 Los quechuas al conquistar el kollasuyo llevaron muchos callawayas, pues eran doctos en medicina, astrología y eran considerados dueños de una cultura superior. 38 Las imágenes del Tío son comunes en las minas. Son modeladas con barro mineralizado en diversas formas y tamaños, representando siempre el culto fálico de la fecundidad. Su rostro expresa una actitud benevolente, brotando de sus labios una carcajada sardónica mezclada de generosa bondad e irónica malicia. Nunca le deben faltar el cigarrillo, chicha, coca y alcohol. 44 Figura 08: El tío de la mina – deidad de los mineros Fuente: Disponible en: http://vhramallo.spaces.live.com//cns!AC71C4D8305DBB54!558.entry?wa=wsignin1.0&sa=5 03394105> Acceso en: 30 mayo 2010 El Wari-runa hace parte de la mitología callawaya, es un dios bueno, animal mítico representado en la figura de un hombre rubio, pero con cuerpo de vicuña. La costumbre de un callawaya cuando se encuentra con una vicuña es bajar el sombrero y la saluda diciendo: “Espíritu del hombre vicuña, cúbreme con tu sombra benéfica”. Para esta gente de sangre Kolla, crecer escuchando la historia de Wiracocha y su hijo Thunupa es algo que hace parte de su cultura 39, y llegan a creer, que en tiempos muy antiguos había un hombre llamado Thunupa, que era hijo del Dios Wiracocha. Wiracocha era quien había hecho la tierra – este mundo, el cielo – el mundo de arriba, el sol, la luna, las estrellas y todas las cosas que existe. Dicen que Thunupa fue enviado por su padre a la tierra 39 Estas son una de las primeras leyendas que los padres narran a sus pequeños hijos, se encuentran también en librillos con dibujos bien coloridos. 45 para que enseñe a los hombres a vivir bien, para que dejen sus pecados, como nos relata Rocha, en la versión quechua, los fragmentos que se siguen están en lengua autóctona 40: Thunupa en este mundo andaba como un jilguero, mientras enseñaba a andar por el buen camino – sin emborracharse, sin ser flojo, sin odiar a la gente – enseñaba a practicar el bien. Un cierto día, Thunupa fue al pueblo de Carabuco, habló con mucha gente y, repentinamente, fue tomado prisionero por el jefe máximo de ese pueblo –Makhuri. Éste se burló de Thunupa y, sintiéndose con poder para hacer maldad, le dijo que si era sabio, entonces podía transformar metales en oro. Thunupa no aceptando, todavía le reprendió duramente por sus malas andanzas y por no adorar al dios Wiracocha. Makhuri mucho se encolerizó y quiso pelear con Thunupa y éste le respondió que una víbora no puede pelear con un maestro. Makhuri se enojó mucho más y lo llamó de farsante, mentiroso y como era jefe máximo, ordenó que lo pegasen. Thunupa quedó todo lastimado, su ropa blanca toda ensangrentada y así se retiró de ahí 41. Pero, al día siguiente volvió al pueblo, estaba como si nada le hubiera pasado, venía con un hermoso pájaro en el hombro. En ese día la gente de Makhuri había salido a recoger metal, pero no habían encontrado nada: Thunupa lo había ocultado dentro de las grandes montañas, como castigo y para que la gente tuviese mucho más trabajo e hiciese mucho esfuerzo para encontrar y sacar el metal. Y, de esta forma, demostró que su dios Wiracocha era mucho más poderoso 42. Después dicen que Thunupa fue al pueblo de Copacabana, éste había tendido un paño chico sobre el agua y cruzó el lago Titicaca sentado en ese paño. La gente de 40 La versión en español de las leyendas ya están en el cuerpo del trabajo, intento traer algunos fragmentos del texto en la forma original de la lengua autóctona, de acuerdo con Rocha (1984, p. 47), para conservar y demostrar el lenguaje en lo cual este país todavía lo mantiene. Wiraxuchax akapacha, alaxpacha, inti, phaxsi, warawaranaka, taqi Kun luririnwa, siwa. Wiraxuchax wawaparuw akapachar khhitanitayna, jaqinakar suma jakañ yatichañapataki, juchanakap apanukupxañapataki. Ukhamaw Thunupax akapachar jutatayna. Mäch’ayña sutini jamach’iniw sarnaqiritayna. Jupax suma sarnaqaña, jan machasa, jan jayrasiña, jan jaqinakar uñisiña, jan jaqir taqhisiyaña, aski lurañanak yatichiritayna, siwa. 41 Ibid., p. 47. Ukhamaw T’unupax akapachar jutatayna. Mä ch’ayña sutini jamach’iniw sarna qiritayna. Jupax suma sarnaqaña, jan machasa, jan jayrasiña, jan jaqinakar uñisiña, jan jaqir t’aqhisiyaña, aski lurañanak yatichiritayna, siwa. Mäuruw T’unupax Karawuku Markar saratayna; ukanx wal jaqinakar parlatayna. Ukat Makhuri sutin jaqix T’unupar katuntatayna; Makhurix Karawuku markan jilïritaynaw siwa. Makhurix T’unupat wal wurlasitayna. Makhurix munañanïsax akham satayna: - Wali yatiristaxa, aka titinak quriptayam ... 42 Ibid., p. 48 Qhipürusti, wasitat uka markar kutirakikitaynawa; jupax jan kamacht’ata, isipas wilas janq’u, kallachipan mä jiwa jamach’ini, ukhamaw kutitayna. Ukürux Makhurin jaqinakapax mitalanak palliriw sarapxatayna, jupanakax janiw kuna mitalaks jikxatapkataynanati; T’unupaw jach’a qullunak manqharu chhaqhantayatayna, wali ch’aman apsupxañapataki. 46 Copacabana adoraba a Titi (Gran felino de metal), pero Thunupa quería que adoraran a Wiracocha. Otra vez lo apresaron a Thunupa y lo condujeron a un sabio, que preguntó por qué adoraban a un felino de metal, teniendo que hacer sacrificio de sangre. Dijo más, que el Dios verdadero no pide nada de sangre y que el verdadero Dios es Wiracocha. La gente inconforme con la situación decidió que Thunupa tenía que morir, lo condujeron a la orilla del lago Titicaca, amarrado a una pequeña balsa de totora y lo echaron a deriva. Luego empezó una lluvia torrencial, con viento, rayos y truenos que era de espantarse. Llegaron a pensar que era el fin de Thunupa. Esa pequeña balsa vino a un lugar angosto (Tiquina) y de pronto el lago se abrió, y como un río, dicen que fue hacia el pueblo de Machaqa, un pueblo bien lejos fue a dar. Esa balsa también dicen que fue a parar muy lejos. Y se formó un gran lago: ahora se llama lago Poopó. Y ese gran río, se llama El Surco del Agua (desaguadero). Allí podemos ver y encontrar a Thunupa 43. Así del curso legendario de la balsa de Thunupa, nace el curso fluvial del Desaguadero, río mítico que enlaza los dos mayores depósitos lacustres del Ande. Los kollas dicen que su balsa solitaria surca el Titicaca y se desliza por el altiplano. Deidad benéfica, suele tornarse a veces punitiva y reparadora, habla en el trueno, previene en el relámpago, castiga con el rayo. Sus manos venerables protegen las cosechas, su mirada suave mitiga la desgracia; está siempre con los necesitados, denuncia la iniquidad, exige justicia; es símbolo de resurgimiento y de pujanza, es el piloto del alma andina. Desde la oscura lejanía cosmogónica, Thunupa – dios mítico, sigue conformando el universo andino y todavía en el presente, Thunupa, prepara y fortalece voluntades para un futuro mejor. La fábula era un género muy difundido entre los aymaras, casi siempre con sentido didáctico y satírico. Estas pequeñas narraciones tienen como protagonistas al zorro, costantemente burlado; a la llama, prudente y generosa; al conejo, suspicaz y huidizo; al kjirquinchu, astuto y burlesco; por lo tanto, casi toda la fauna andina tuvo idealizado una serie de temas fantásticos y realistas, que en el sentido mitificador de la realidad pasaron de la literatura aymara a la quechua y en ambas culturas se confunden temas y personajes. 43 Ibid., p.48 Mäurusti, Kupakawan markaruw saratayna. Jupax Titikak qut makatañatakix mä jisk’a pañu umar janxatt’atayna, uka pañur qunxatataw Titikak qut pasatayna. Kupakawankirinakax janiw Wiraxuchar yupaychapxirikataynati, siwa; jan ukasti, mä jach’ a titiruw yupaychapxitayn siwa, T’unupax Wiraxochar yupaychapxañap munatayna. Jaqinakasti, ratukiw T’unupar katuntapxatayna. Ukatsti, mä thalirin ukaruw irpapxatayna. Ukatsti thalirirux akham T’unupax satayna: […] 47 En este relato se presenta ejemplos claros de rasgos míticos, nos habla del surgimiento del zorro y la situación de aislamiento de Machu Pichu 44 – en tiempos muy antiguos había un hombre rico llamado Mallku Kunturi, que quiere decir rey cóndor, y su mujer se llamaba chinchirkuma, que significa nombre de una planta que da flores – juntos criaban muchos ganados que cada vez más se multiplicaban; y también un perro de orejas paradas que vivía sobre carnes. Pero ellos no vivían bien, no tenían hijos, y peleaban mucho. Con tanto disgusto, se olvidaron de dar comida al perro. El perro abandonado, andaba por ahí en los rincones buscando qué comer, y al fin se hizo vagabundo acostumbrándose a comer vicuñas y guanacos. Su dueño, Mallku Kunturi, sintiendo compasión de sus animales muertos, empezó a perseguir al pobre perro llamándolo de flojo. El perro muy astuto se dio cuenta de lo que estaba pasando y, desde entonces pasó a llamarse zorro; y desde ahí comenzó a devorar demasiados ganados, transformándose en un zorro de verdad 45. En medio a tantos problemas Mallku Kunturi y Doña Chinchirkuma decidieron buscar dos niños para criarlos y, consiguieron uno del pueblo de Machu Pichu y otro de Parara. De esta manera pensaron que podían ser muy felices, el primero se pasó a llamar Warikunda (cuello de vicuña) y el segundo Anallaxchi (toponímico). Al pasar los años, ya viejitos, los papás decidieron repartir las tierras y los ganados a los dos hijos: Warikunda se quedó con Machu Pichu y con las vicuñas, Anallaxchi con el pueblo de Parara y los guanacos. Todo iba bien y por muchos años los jóvenes vivieron en paz. Murieron sus padres y ellos entraron en guerra. Se prepararon bastante los dos hermanos junto a su gente, Warikunda había trenzado hondas y Anallaxchi había fabricado boleadoras para el gran combate 46. 44 Nombre de las ruinas de la célebre ciudad perdida de los Incas. Recopilado por María Alavi (1984, p. 58), también en el idioma quechua, con el Título de “ Nayra Pacha” (En tiempos antiguos): Nayra pachax mä qamiriw utjän siwa, Mallku Kuntur sata. Warmipax Chinchirkuma satänwa, siwa. Uywanakapax walpin ukjar akjar tam tam mirantatayna. Uka jaqix anunirakïnw sipï, uka jinch anux aychapatan qamasirïnw siwa. Mallku Kunturimp mama Chinchirkumampix chacha warmjtakirakitaynawa. Jan wawanïsax janiw suman jakapkataynati, chacha warmikiw nuwasiskiritayna. Ukhamat anur manq’a waxt’añ armasxapxatayna; anux khuyañarakiw sarnaqatayna, uka anux k’ithasiwayxataynawa. Warinak wanakunak manq’añ yatintxatayna. Mallku Kunturixa, uywat sintisisax ‘’uka jayra na jiwkatayaoiniwa’’ sasarakiw arknaqatayna; anux amuyasitaynawa. Jichhax uka anux tiwula sataxataynawa; tiwulax anchapunirakiw uywanak manq’arxatayna. 46 Así lo tenemos en la lengua nativa (Cf Alavi apud Xavier Albó & Félix Layme, 1992, p. 60) Ukham jan walïxipanxa, Mallku Kunturimpi mama Chinchirkumampix pä yuqall wawarak uywasiñatak thaqhasipxatayna. Uywanak anamuchusiwayasin mallku Kunturix mä yqall wawa Machupijchu markat irptasinitayna; mama Chinchirkumasti, Parar markatarak mä jisk’a yuqall wawa irptasinitayna. Uka pä yuqall wawampix kusapunirakiñaniw sasin panin parlt’asipxatayna.(....). Awk tayka jiwxapxatayn ukjax mä ch’axwañarux mantxapxatayna; mara mararakiw jachjayasit sarnaqapxatayna, wal ch’axwañatak wakiyasipxatayna. Warikunkamp Anallxchimpix anchapunirakiw jaqinakapar ch’axwañatak p’iqichapxatayna; mä jach’a ch’axwañan atipasiñatakiw wakichasipxatayna. 45 48 Después de tanto luchar, Warikunda al perseguir su hermano consiguió a través de un hondazo hundir la cabeza de Anallaxchi y éste se quedó ahí para siempre sin movimiento. Habiendo vencido, Warikunda lleno de orgullo regresó a Machu Pichu con su gente y los prisioneros de la guerra; mata una vicuña y hace sacrificios de sangre. Al ver todo eso, el Padre Sol mucho se enojó, y pensó que gente así no debía existir, y envió una gran estrella de fuego para quemarlos. Warikunda al ver la estrella, pensó que a hondazos iba a derribarla, pero la estrella de fuego ahí mismo lo abrazó todo y, desde entonces la ciudad de Majchu Pijchu está así, aislada; ahora ese lugar se llama Parara de Piedra. Esto se puede comprobar en la lengua autóctona, conforme Alavi 47. El mito sobre el origen del viento, el granizo y la helada que cubre toda la Cordillera de los Andes viene de la creencia de Thayampita Chhijchhimpita juyphimpita. Fabulan que una anciana había criado a sus tres nietos, los tres eran varones. Un día la anciana ya sintiéndose un poco cansada y enferma, les dijo a sus nietos que vayan a sembrar la chacra y les entregó las semillas. Sus nietos perezosos no habían ido a sembrar nada, ni papas, pasaban los días jugando, vagando por las chacras vecinas y retornaban al atardecer; su abuela creída que estaban trabajando y les servía la cena 48. Llegando la época de la cosecha de papas, la anciana les dijo que fuesen a cosechar junto con ella. Éstos sabiendo que no había nada en sus terrenos, dijeron que la abuela fuese sola y que de las chacras más crecidas eran las suyas. Sabiendo de lo que podía pasar, éstos dijeron que no iban con ella, porque debían ir por leña al cerro. La anciana al ver la chacra más crecida empezó a cosechar las mejores papas. En ese momento apareció el verdadero dueño de la chacra, que muy enérgicamente gritó a la anciana, preguntándole por qué ella no había plantado para cosechar lo suyo. Todavía le avisó que en época de cultivos sus nietos flojos andaban vagando en vano 49. 47 ibid., p.60 Uka jach’a nina warawarax wich’inkhan ukhan mä arumakiw uñstatayna. Warikunkax ‘ qurawamp q’urawjas uka warawar liwiqä ‘sasaw jisk’a chuymapan amuyt’asirakitayna. Nina warawarax lijrak pachpar qhirqhintatayna, ukat jinchhakamas Machupijchu markax ukham sapxarakisä; uka markax jichhax Qala Para sas sutichatarakisä. 48 Ibid., p. 62 Mä kuyuntux akhamaw utji: Mä taykax kimsa allchhip uywasiritayna, kimspachax yuqallkamakiritaynawa, siwa. Ukat mä urux uka allchhinakaparuw taykax satayna: [...] Ukham sasaw uka taykax allchhinakapar jathanak apxaruyiritayna, siwa. Allchhinakapax - ijaw - sasaw sarapxiritayna, pir ukat janiwa yapu luriris kunas sarapxirikataynati. 49 Ibid. p. 62 Ukat niy ch’uqi puqu urasax taykax allchhinakapar jischixa: _ Wawanaka, jichhürux ch’uq jat’iqasir janit sarsna _ sasa. Ukat allchhinakapax janiw sarañ munapkitiritaynati. Ukat taykarux sapxiritayna [...] Ukham satax taykax ch’uq jat’iqir saratayna. Ukat kawkitix wäli alitäk ukar jaqxatasin llamaywaqawxiritayna; ukhamaruw uka yapun jaqipax taykar jaqxatasin wäl jawq’xawriritayna. _ Kus ch’uqix llamaysusista kunats jumax jan yapuchasta. Yapuwrasax inakirakis uka qilla allchhinakamax jaqusraskixä, sasa. 49 Sin consuelo la abuela había regresado llorando y muy triste a su casa, por la vergüenza que había pasado. Cuando sus nietos llegaron, la abuela les pregunta por qué habían mentido y que el dueño de la chacra le había golpeado bastante con palabras y ella había pasado por una vergüenza muy grande. Sus nietos enfurecidos con lo que había sucedido a la abuelita, y como castigo, se convirtieron en granizo, el mayor; en helada, el mediano; en viento, el menor. Relatan que desde esa época existen la helada, la granizada y el viento 50. Podemos constatar en los dramas orales, la civilización andina ha alcanzado un humanismo, aunque rudimentario, reflejado en la filosofía moral de sus costumbres. Según Felipe de Ayala, los “auqarunas”, predecesores de los Incas, cultivaban también una forma de narración solemne y profunda, dirigida a sus dioses. Y eran agrupados en tres categorías: Jaylli Sagrado, Jaylli Agrícola, Jaylli Heroico. De acuerdo a la situación se lo dedicaban con todo honor, por ejemplo en el Jaylli Sagrado, eran narraciones de gloria y alabanza de sus divinidades. Se los cantaba, de un modo especial, en los ritos sagrados, solemnizando sus festividades. El Jaylli Agrícola era dedicado en el cultivo de la tierra, en el inicio de la siembra o de la cosecha ritualizaban el trabajo para tornarlo más fructífero, hombres y mujeres en forma de coral místico religioso exaltaban a las divinidades de la tierra, emparentando a un Jaylli Sagrado. El Jaylli Heroico se destinaba a la evocación de los hechos heroicos, a la gloria de sus guerreros y de sus Incas; muchas veces con carácter épico religioso, elegíaco ante los despojos momificados de estos personajes. Podemos constatar que el aspecto de la devoción a la tierra, a las divinidades y a los hechos heroicos ya es una costumbre que viene de mucho antes de los Incas, pasa a ser una manifestación propia de este pueblo, salvo algunas variaciones o transformaciones, siempre serán parte de sus creencias aunque pasen los años y siglos. Como hemos dicho anteriormente, Bolivia, país multinacional, heroico, aprendió a amar y creer en el Dios cristiano pero no dejó de enaltecer y respetar a los dioses del antiguo ancestro. Se ve aquí esta manifestación de transformación, donde la leyenda de MancoCapac y Mama-ocllo, los Hijos del Sol, no nace en el Cuzco como algunos pretenden hacer 50 Ibid. p. 64. Ukhamat uka taykax wäli jacht’asisaw utapar kutkatxiritayna; ukham Wäli jawq’jata. Ukatutar purisina, allchhinakap purinipan taykax jacht’asisaw awisasiritayna [...] Ukat uka waynanakax wal kulirasisin jiläk ukax chhijchhir kutiritayna, sullkpirix juyphiru, sinti sullkäk ukarak thayaru.Ukhamat uka marax janiw kunas utxiritaynati; ukhamarus ukatpach juyphis, chhijchhis thayas utxix sapxrakisä. 50 creer, sino que en el Lago Titicaca, punto aun reconocido por los peruanistas. Wiracocha es sólo una nueva encarnación de “Pacha”, el dios telúrico del Andes, que fue inventado por los Kollas como suma expresión metafísica del mundo circundante. Mientras que Thunupa, figura mítica e histórica, quiere decir el Primer Jefe, y Manco –Cápac, fue fundador de la dinastía de los Incas, trae su genealogía de su remoto antecesor montañés Mallku-Khapaj, que significa Cóndor Poderoso de la Leyenda Andina. Los reyes incas, se llamaron Hijos del Sol, pero su adoración al Sol o Inti, era sólo una prolongación del culto que hacían los Kollas a Willka el astro fulgurante. Esto nos comprueba que por donde quiera que se avance, hay siempre un antecedente aymara detrás del hecho “quechua”. Recordemos que la palabra “aymara”, significa los antiguos, los de tiempo inmemorial, la estrella remota. Como herencia la civilización andina nos ha dejado el “Kollasuyo”, el lugar o el Imperio de los Kollas, entra ya en la historia universal. Es el hito más lejano en la explotación del alma andina. Y nadie que pretenda estudiar a fondo los orígenes de la cultura en el planalto continental, podrá prescindir de esta cosa primera que como un sol nocturno dispara sus pálidos rayos a través del mito y la leyenda. Suelo, raza, idioma, arqueología son las puertas fundamentales para llegar y zambullirse al mundo Kolla. Zambullirse en este mundo kolla significa sistematizar un conjunto de conocimientos, muchas veces en las propias leyendas, fábulas, narraciones, intentando comprender o rastrear lo que ya se ha estudiado por otros estudiosos. Y para corroborar con este estudio es necesario conocer muchas de esas costumbres, creencias que poseen esta gente de sangre mestiza, tornándose imprescindible investigar sus raíces, Canclini (1997) ya nos decía justificándose la preferencia de sus estudios por el mundo indígena os antropólogos lembram que continuam existindo na América Latina trinta milhões de índios, com territórios diferenciados, línguas próprias (cujos falantes aumentam em algumas regiões), histórias iniciadas antes da conquista, hábitos de trabalho e consumo que os distingue. (CANCLINI, 1997, p.247) Intentar comprender la devoción a un Dios Cristiano y las deidades de la naturaleza respectivamente, por ejemplo 51; conocer a fondo por qué la naturaleza y el paisaje representan una magia tan poderosa en los relatos. Cada vez que intentamos conocer más el 51 Véanse, por ejemplo, las prácticas y las creencias divergentes que suscita la muerte. Por una parte subsisten usos antiguos, las ofrendas alimentarias sobre las tumbas, el depósito de los instrumentos de trabajo o los juguetes en la sepultura del difunto. Por la otra, los indios confiesan espontáneamente que creen en el fuego del purgatorio y en la resurrección de la carne (GRUSINSKI, 1991, p. 233, 234). El autor nombra esto como culturas compuestas: mezcla de creencia autóctona y cristiana. 51 mundo andino nos damos cuenta que es necesario continuar investigando, que posee rasgos del realismo fantástico y nos invita a un largo viaje, como nos afirma Medina (1981): ¿Qué se sabe de los tiempos primitivos? Casi nada. ¿Qué falta por descubrir? Casi todo. No habiendo un conjunto de conocimientos intelectuales para sistematizar la comprensión de lo que fue, hay que rastrear en la contemplación del paisaje [destaque mío], en tradición y en la fábula, el paso fulgurante del tiempo mítico: la naturaleza como bramando en el combate transformador del cosmos, los dioses y los héroes como chispas que brillan y desaparecen en el divino juego de la inteligencia que ordena el universo. (DÍEZ DE MEDINA, 1981, p.60) La presente investigación avanza para desentrañar lo que Bolivia tiene en sus misterios, mitos, costumbres, deidades, cultos, tradiciones y la realidad que muchas veces cruje, duele y hiere. Para que pueda servir al logro de una realización de más un pueblo, donde se puede decir que los cóndores miran desde las alturas. 52 SEGUNDA PARTE 4 Función y caracteriza ción del pais aje en la narrativa an do-boliviana F i g u r a d e l A l t i p l a n o B o l i v i a n o y v i s t a d e l I l l i m a n i 52 Figura 09: Al t i p l a n o B o l i v i a n o y v i s t a d e l I l l i m a n i Fuente: Disponible en: < http://www.bolivian-mountains.org/fotospag/illimani.JPG > Acceso en: 30 mayo 2010 52 El Altiplano o la Meseta del Collao, también llamada Meseta del Titicaca, es una extensa planicie de América del Sur ubicada a una altitud media de 3.600 metros que abarca la parte occidental de Bolivia, el norte de Chile, el sur del Perú y el noroeste de Argentina. Tiene importancia histórica por haber sido el lugar en que surgieron diversas civilizaciones, como Pucará y Tiahuanaco, y se realizó la domesticación de plantas como la papa y animales como la llama. Por sus características ambientales, es una región natural única en el continente. El Illimani o águila dorada, al fondo, es la majestuosa montaña de 6.462 metros que adorna el horizonte de la ciudad de La Paz, y es la más alta de la Cordillera Real. Este enorme macizo de más de 8 km de longitud. Si bien es considerado un nevado, es en realidad un volcán extinguido. Escalar el Illimani brinda una sensación indescriptible, por la posibilidad de disfrutar de sus inigualables paisajes, contrastes, ecosistemas y sus nieves eternas. Desde su cumbre, se domina el Altiplano, el lago Titicaca, hasta el Perú, el Sajama hasta Chile y los valles bajando hacia la amazonía. 53 4 Función y ca ra cterización del pais aje en la narrativa an do-boliviana El paisaje en su noción integral, la tierra, su naturaleza y los seres que la habitan, es uno de los elementos que más influencia tiene en el carácter y proceso de vida de sus hombres. Reinaldo Alcázar 4.1 El pai s aj e bol i vi an o – ras go del rom ant i ci s m o; l a problem át i ca s oci al del hom bre a n di no – ras go d el re al i s m o. Enfatizaremos un estudio sobre el paisaje por creer que éste es uno de los elementos que completan el escenario de la mitología en la literatura, con la función de describir la naturaleza con magia – y otras veces con desespero y desencanto. El paisaje, en este sentido, se adentra en la narrativa, contribuye por representar la realidad, la fantasía y lo fantástico. Vemos esto nítidamente en este pasaje de la obra Altiplano de Botelho Gosálvez: Jatun-Kolla es una comunidad agraria de indios aymaras, asentada en la planta de una alta y rojiza peñería, llena de pájaros silvestres que guturan sus melodías posados en las ramas de los Kollis verdi-negros. [...] Allí empieza la llanura amarillosa, parda, que al Este no tiene órbitas ni límite, porque en ese lado sólo hay horizonte abierto, duro y seco cual las pupilas de un muerto que mira sin ver. Al Norte desde la cima del cerro de Jatun-Kolla, la vista en cambio se detiene en la jibosa esfinge del Illampu que es casi un grito de hielo petrificado, cuyo eco se pierde en el vértigo de las nubes y de las estrellas, sin que haya más que nieve, hielo y vacío por ese lado del horizonte. (BOTELHO GOSÁLVEZ, 1996, p.11) El tema del paisaje viene siendo utilizado, por los escritores bolivianos, de las formas más distintas posibles, desde la más sencilla de carácter pictórico, hasta la más compleja reflejando efectos de gran dinamismo, como las brillantes metáforas. Por lo general, los autores en su narrativa, tratan al paisaje con grandes descripciones bien detallados 54 narrando los acontecimientos de la localidad, con sus costumbres y creencias, con datos topográficos y toda la naturaleza que envuelve el ambiente – que nosotros los lectores – nos quedamos imaginando como si lo estuviéramos viendo todo. Verificamos una influencia telúrica muy fuerte en esta literatura, y Reinaldo Alcázar (1973), sobre esto nos indica lo siguiente: La tierra boliviana, tan llena de contrastes y variados escenarios es fuente inagotable para temas literarios. Y es en la novela donde su manifestación ha tenido aún mayor transcendencia, a tal punto que hasta podemos decir que la novela en Bolivia [y por extensión en los países andinos] es en esencia producto y reflejo del paisaje. (ALCÁZAR, p. 17) Lo hacen esto para ilustrar, impresionar y mostrar de forma más clara el escenario donde transcurre la narrativa. Se comprueba esto aún en las palabras de Botelho Gosálvez (1996): Después de cada lluvia los campesinos se ponen a revisar las plantaciones. Hacen canalillos a cada tallo, acarician las hojas que han brotado; les hablan con ternura paternal. Hunden las manos en la tierra húmeda y musitan la oración de sus antepasados y de sus descendientes. ‘¡Oh Pacha Mama, madre mía, haz que tus fecundas entrañas me den muchos y buenos frutos, que mi trabajo no sea estéril, pues sólo tú eres la esperanza de nosotros!’[...] Destruyen las plantas dañinas y sólo se retiran del agro cuando se han convencido de que la simiente de agua ha sido aprovechada y que el secreto e ingente vientre de la Pacha-Mama sigue su inmenso crecimiento que ha de asombrar con una múltiple y esplendorosa parición. (BOTELHO GOSÁLVEZ, p.21) Los autores pueden utilizar el paisaje en la narrativa entre dos extremos: uno objetivo y el otro subjetivo. Siendo que el primero se lo utiliza más con intención pictórica, sin emoción poética, más como un telón de fondo a las acciones de los personajes, describen el paisaje como simples observadores que enumeran las características geográficas de la región – el segundo, en cambio, con un lenguaje poético – , lo utiliza como recurso estilístico, metafórico; denota fuerte reacción emocional frente al paisaje y su naturaleza, haciendo una armonización vigorosa trasladándolo a un plano de íntima relación con el hombre. Los autores bolivianos entran en este último utilizándolo como matiz propio del paisaje andino. En el proceso descriptivo del paisaje los autores llegan a un rasgo de personificación o 55 humanización del paisaje o de alguno de sus componentes (este recurso conocido como prosopopeya), como ilustración Botelho (1996) nos presenta en Altiplano a la sequía, personifica a la tierra hasta convertirla en la antagonista central de la novela: La amenaza del hambre muerde el ánimo de los comunarios de Jatun-Kolla. En todas las casas la sequedad de la tierra y el cielo ha reducido la comida en previsión de la carestía total. Ya no se tiene ni la ilusión de una sola lluvia porque ella no remediará nada. Agobiadas las sementeras por el sol del día y el frío de la noche, se agrietan como paredes envejecidas. Hasta ayer, las últimas siete chacras de la comunidad, que se alimentaban con el agua que baja de las débiles vertientes del cerro, se alzaban con esperanza, pero hoy que acabó por secarse el agua, declinan sus tallos y sueltan la tierna granazón que se muere por falta de savia. [...] Y aquí en el centro altiplánico, peor que hormigas, la sequía cuartea y arruga la tierra. Es un año maldito. (BOTELHO GOSÁLVEZ, p. 67-68) Encontramos a Tamayo apud Medina (1968), gran poeta andino, que también enfatiza la naturaleza personificándola: “el alma de esos montes se hace hombre y piensa.” En la obra Raza de Bronce de Alcides Arguedas (1919), encontramos esta personificación del paisaje: El rojo dominaba en el paisaje. Fulgía el lago como un ascua a los reflejos del sol muriente, y, tintas en rosa, se destacaban las nevadas crestas de la cordillera por detrás de los cerros grises que enmarcan al Titicaca poniendo blanco festón a su cima anguloda y resquebrajada, donde se deshacían los restos de nieve que recientes tormentas acumularon en sus oquedades. De pie sobre un peñón enhiesto en la última plataforma del monte, al socaire de los vientos, avizoraba la pastora los flacos abruptos del cerro, y su silueta se destacaba nítida sobre la claridad rojiza del crepúsculo, acusando los contornos armoniosos de su busto. (ALCIDES ARGUEDAS, 1919, p.5) Tenemos en los últimos estudios literarios: el héroe de las novelas cumple el ciclo que le atañe entrañado en la naturaleza de su ambiente. Para correlacionar basta citar a Gabriel García Márquez, que construye sus relatos con elementos de su propio medio físico. Vargas Llosa (1971) sobre la obra de García Márquez, señala que: Desde Isabel viendo llover en Macondo hasta los últimos relatos, el paisaje guarda rigurosa fidelidad a si mismo. Sus rasgos son breves pero inconfundibles y corresponden, matemáticamente, a un poblado tropical como Aracataca - lugar de nacimiento de García Márquez. (VARGAS LLOSA, p. 107) 56 La nación Boliviana propicia este rasgo en su literatura (una densidad estética en el paisaje): la Cordillera de los Andes, por su peculiaridad y potencia, está llamada a tipificarle, como el país del Altiplano – como se le llama con frecuencia – . Sin embargo, más allá de este país andinista, existe también una Bolivia de fecundos valles, de las vegas y vastos llanos selváticos que se encuentran conectados a los sistemas hidrográficos más grande de Sudamérica, el Amazonas y el Plata. Esta gran diversidad geográfica, sobretodo de paisajes, ha proporcionado o provocado en los autores bolivianos, desde el romanticismo, un gran estímulo para crear sus obras – ilustrando las variadas regiones existentes en el país – , como el propio Altiplano, Valles, Yungas, El Chaco, Selvas y Llanos Orientales. Como nos apunta Medina (1981): En Bolivia son capaces de fecundar muchas generaciones de narradores sin agotar sus posibilidades temáticas. Paralela a su riqueza minera, la nación andina posee una extrema abundancia de contrastes paisajiles y tipos humanos. No sólo la seducción pintoresca de los folklores regionales - el hosco aymara, el quechua risueño, el alegre chapaco, o el camba montaraz podrían dar lugar a sendas literaturas costumbristas, también el minero, el indio agricultor, el seringuero de los bosques constituyen expresiones de la tipología nacional.[...] La nación, como sujeto literario – suelo, raza, costumbres – , es un emporio de variedad y novedad. Es la tierra nativa por excelencia, lo más entrañablemente sudamericano, la patria más joven en el antiguo solar del hemisferio. (DÍEZ DE MEDINA, 1981, p.54-55) Actualmente la novela busca la expresión que se identifique más con ese mundo que transmite – llena de imágenes, verdaderas palabras-imágenes – , aquí se encuentra la expresión más auténtica de la literatura americana. Tal vez por la propia manera de nuestros antepasados 53 que expresaban poética o literariamente recurriendo a las imágenes, los escritores al escribir parecen que escriben a través de imágenes y no con palabras. Botelho Gosálvez (1987) en su cuento Con la muerte a cuesta demuestra este recurso de las imágenes: A mediodía, cuando el sol caía a plomo, se detuvieron al borde del camino y allí merendaron, al pie de unos copudos árboles. Cerca, dando tumbos, descendía, escondido entre matorrales, un borbollante arroyo de agua fría y cristalina, bajada desde las neveras. [..] cuando el sol se hundió tras las altas serranías de los Andes, acamparon junto al río. […] 53 Según los estudios, la literatura de los países de cultura autóctonas, primero fue pintada, con ideogramas pintados en tablillas. 57 El cielo transparente, negrísimo, dejaba ver un mareante universo poblado de estrellas y constelaciones. En la sombra el río se arrastraba, gruñendo entre pedrones. […] Las serranías verdegueantes se habían abierto y el paisaje ostentaba la avasallante fuerza del trópico. Pasaban chillona bandadas de pájaros; volaban, muy alto, cóndores que bajaban desde la cordillera a su cacería diaria. (BOTELHO GOSALVEZ, p. 42-43.) Los novelistas han tenido que ser verdaderos artistas y por su arte han sido impulsados a interpretar el alma del paisaje y transmutarla en ficción o leyenda. Por esto en la producción de los escritores es notoria la primacía del paisaje como factor de la acción literaria. Como nos dice Mario Llerena (1949): […] surgidas al influjo del paisaje, tienen en sí, aparte del mérito intrínseco de su acabado artístico, el valor de documentos expositores del alma nacional. En ellas aparece la geografía física y la humana de la América, la naturaleza en todo su esplendor, y el hombre con toda la gama de sus pesares y alegrías. (LLERENA, p.499) Diríamos también que situándonos en el mismo plano con el escritor veríamos que el paisaje es su exasperado anhelo de afirmación. Este anhelo o deseo puede tener una motivación definida como por ejemplo, lo de denuncia, y precisamente esta motivación de denuncia es lo que indudablemente caracteriza a los novelistas hispanoamericanos y viene a ser al mismo tiempo el estímulo más fecundo de la producción literaria. Así, podemos decir, que el paisaje es un grito de vibraciones literarias, donde el escritor puede ser como “... juglar que entona patéticas melodías por donde brota la amargura y la protesta del alma colectiva” (cf. LLERENA, p. 502). El paisaje acaba mostrando la hondura en su entraña social con un fondo suficiente que clama por justicia, como también el propio dramatismo de la lucha del hombre con la naturaleza. No es en vano que críticos como Jonh Crow afirman que “una de las principales tendencias de la novela hispanoamericana es la obsesión con el paisaje y su naturaleza” (cf. CROW, 1951, p.503). El paisaje es tema perenne y no pasajero, también en las narrativas bolivianas y como bien dice el gran novelista colombiano Eduardo Caballero Calderón (1965): Desde cuando comenzaron a escribir como los europeos– cuyo llano es la soledad de asfalto de la ciudad y cuya selva es la muchedumbre triste y silenciosa – muchos autores dieron a considerar el paisaje como hojarasca 58 literaria. Pero yo les diría que el paisaje es una realidad americana, y no una moda que pasa de moda dentro de nuestro panorama intelectual. El llano y la selva no son escenarios que puedan articularse como un salón Luis XV o una galería “art noveaun”. (CABALLERO CALDERÓN, p. 34) Vemos así que el paisaje contempla no una presentación fotográfica o realista en un sentido superficial, más una indagación profunda y transcendental. En este sentido también el paisaje se proyecta no solamente como un aspecto puramente geográfico sino también histórico. Entre sus dos elementos tanto telúrico como humano, existe una compenetración tan real que hace parecer al hombre hechura del medio físico que lo cría, que acaba moldeándolo, y dándole un sello característico, único y distintivo. A esto podemos agregar lo que dice Alberto Felde (1964): La novelística de América se hace única y diferente a otras del mundo porque se produce en ese clima especial de ese campo dialéctico de adaptación del hombre al medio ambiente, telúrico, típicamente suyo, con los caracteres y formas típicos que se determinan. (FELDE, p.15) Podemos afirmar con los avances de la psicología, la sociología y la antropología que el hombre es producto del medio donde se desarrolla y, en hispanoamérica esto nos queda más evidente. El tema generador para el estudio de la Literatura Boliviana, es Bolivia propiamente: con sus grandezas y miserias, sus creaciones ancestrales, sus desórdenes transitorios, la infinita variedad de sus paisajes, tipos humanos y modos de vida regional, como nos narra Botelho Gosálvez (1996) Allí empieza la llanura amarillosa, parda, que al Este no tiene órbitas ni límite, porque en ese lado sólo hay horizonte abierto, duro y seco cual las pupilas de un muerto(...) al Norte desde la cima del cerro de Jatum-kolla, la vista en cambio se detiene en la jibosa esfinge del Illampu que es casi un grito de hielo petrificado, cuyo eco se pierde en el vértigo de las nubes y de las estrellas, sin que haya más que nieve, hielo y vacío por ese lado del horizonte (...) aunque algunos viajeros hayan contradicho esa creencia al traer tostados productos del Yunga(...) Y al testimonio añadieron sus relatos de un más allá, perdido a través de ríos, pántanos y bosques que se contorsionaban como lascivas y atrayentes mujeres vegetales (...) Los peones en la finca, reunidos en la cocina, tomaban café en grandes tazones de barro, a las seis y media se presentó en el patio el mayordomo, distribuyó puñados de coca, píldoras de quinina y ligeras raciones de aguardiente. (BOTELHO GOSÁLVEZ, p. 11-12) 59 Volviendo al tema socio-geográfico, las tres razas que pueblan los paisajes 54 – los kollas o aymaras en las montañas, los quechuas en el valle, los orientales en el llano – , la naturaleza opulenta, variadísima, ofrecen al escritor, como ya hemos dicho, un carácter único y original. Sintéticamente, Bolivia presenta como características principales en su geografía: 1) El Altiplano: posee una altura media de 3.500 metros sobre el nivel del mar, está demarcado dentro de la bifurcación de la Cordillera de los Andes – que empieza al Norte y se vuelve a unir casi en la frontera con la Argentina en el Sur. Tiene una superficie de 100.000 Km2, con riqueza mineral, un sistema hidrográfico propio y muchas posibilidades agrícolas. Esta región andina está formada por los siguientes elementos estructurales: la Cordillera Occidental que corre a lo largo de la frontera peruano-chilena; la Cordillera Real u Oriental; la Meseta Altiplánica. El escritor Alcides Arguedas en Raza de Bronce nos proporciona la descripción de este paisaje altiplánico: Había cerrado la noche, y una vaga claridad comenzaba a dorar las cumbres de los montes sumidos en silencio y oscuridad: era la luna que surgía detrás de un pico del Illimani, rielando en un cielo limpio y tachonado de estrellas. Lejos, de las cuencas de los valles y en la falda de los montes, se encendieron algunos fuegos, como para anunciar la presencia del hombre en esos parajes, cuya grandeza y soledad angustiosa oprimían dolorosamente el corazón. ( ALCIDES ARGUEDAS, 1919, p. 62) 54 Para entender el alma boliviana hay que tener presente el esquema étnico-geográfico. A los tres paisajes físicos - montaña, valle, llanura - corresponden los tres tipos raciales: kollas, quechuas, orientales. 60 Figura 10: Al t i p l a n o B o l i v i a n o Fuente: Disponible en: < http://www.bolivian-mountains.org/fotospag/altiplano.JPG > Acceso en: 30 mayo 2010 Las temperaturas del altiplano oscilan entre los 15º bajo cero y los 15º sobre cero centígrados, siendo este mínimo por la noche. Su zona más rica está influenciada por dos grandes lagos - el Titicaca y el Poopó –. Este medio ambiente, aunque parezca adverso al desarrollo del hombre, ha determinado la existencia de núcleos humanos con altos niveles de civilización, debido a su clima saludable y a sus conocimientos de agricultura. Encontramos productos propios de la altura como la patata, aquí se cultivan especies únicas como la quinua y cañahua (cereales); oca, papalisa, Isaño (tubérculos); y en la fauna lo típico de esta zona son la llama, el alpaca, la vicuña y la chinchilla. 2) Los valles y los Yungas: se define como yunga a unas vegas estrechas y profundas con clima tórrido y alta precipitación pluvial, cuyo principal atractivo consiste en su proximidad a las altas cumbres de Los Andes. En Los Yungas, tanto del Departamento de La Paz como de Cochabamba, existen poblaciones con comodidades para recibir turistas, y los productos que se cultivan son el café, el cacao, la coca, la naranja, la piña y todas las frutas de ambiente tropical. A través de un viaje hasta llegar a los Yungas, se pueden observar los extraordinarios contrastes en el paisaje y la naturaleza: cuando se sale de La Paz vemos la cordillera como paisaje, después de cuatro horas de viaje ya vemos las vegas como escenario. 61 Figura 11: Los Yungas - B o l i v i a Fuente: Disponible en: < http://www.bolivian-mountains.org/fotospag/.JPG > Acceso en: 30 mayo 2010 Alcides Arguedas en su obra Raza de Bronce nos demuestra este cambio de paisaje andino: En una tarde hibernal, clara y vibrante de luz. Ni una nube, ni la menor sombra en los cielos. Arriba, fulgurando, las cumbre eternamente nevadas del Illimani, abajo las cimas de los montes; y en lo hondo de la vega, el verde de los trópicos en las huertas de sabrosos frutos y flores de turbador perfume. Ningún ruido humano en la quieta extensión de las alturas, y sólo el golpear de las cascadas, que descienden, espumosas, por el granito de angosto alfoz, y el gemir del viento en los ralos pajonales donde pastan pobres y ariscos rebaños de llamas y alpacas. (ALCIDES ARGUEDAS, 1919, p. 60) Empezando por el Sur del departamento de La Paz donde están las cabeceras del valle y extendiéndose paralelamente a lo largo de la Cordillera Real y de los Departamentos de Cochabamba, Chuquisaca y Tarija, están los valles a una altitud media de 2.400 metros. Estas regiones están densamente pobladas, dedicadas especialmente a la agricultura de maíz, trigo, árboles frutales de toda calidad y legumbres en general. Vemos así que la característica principal de la economía de los valles es la agricultura y el comercio en los mercados de La Paz, Cochabamba, Sucre representan gran desarrollo de su economía. Entre las ciudades vallunas, Cochabamba goza de fama por su excelente clima templado, la 62 cordillera de Tunari completa su belleza. Otras ciudades como Sucre 55 disfrutan de un clima igual al de Cochabamba, conservan el estilo colonial de sus casas y sus valles fértiles producen sabrosos vinos y aguardientes. Enclavada en los valles a orillas del río Guadalquivir, Tarija está más al sur de la región montañosa. Sus habitantes mantienen una tradición hispánica tanto en el lenguaje como en las costumbres. Potosí, ciudad que durante la época colonial había alcanzado fama por sus minas de plata, ahora se ha transformado en ciudadmuseo, con valores históricos extraordinarios. 3) Las Selvas y Llanos Orientales: Corresponde a la inmensa y mayor extensión selvática de Bolivia, son ellos los Departamentos de Pando, Beni y Santa Cruz. Toda esta zona geográfica es dividida en tres zonas. Figura de la Amazonía Boliviana Figura 12: La Amazonía Boliviana Fuente: Disponible en: < http://www.bolivian-mountains.org/fotospag/.JPG > Acceso en: 30 mayo 2010 La primera comprende el norte de La Paz, el Beni, Pando, norte de Cochabamba y norte de Santa Cruz, esta zona corresponde también a la cuenca amazónica, son grandes productores de goma, castaña, cacao, vainilla y diversos tipos de madera. Sus principales centros son Cobija, Riberalta, Trinidad, Santa Ana y San Ignacio. La segunda comprende el Departamento de Santa Cruz y parte del oeste de Cochabamba, en esta zona 55 Sucre: cuna de la libertad de América Hispana con el movimiento de 25 de mayo de 1809. 63 tenemos bosques bajos y su terreno pertenece a las cuencas del Amazonas y del Plata, con sus ríos que descienden de las cordilleras Andinas, propiciando cultivo adecuado para el arroz, algodón, caña de azúcar, tabaco y frutas cítricas. De manera peculiar Botelho (1996) en su obra Altiplano nos revela esa naturaleza amazónica: Tras de la muralla que condena el horizonte de altiplano empieza el yunga; se inclina en la gradiente de los Andes y, cuando ha franqueado las últimas serranías del macizo, muere para dar paso a los llanos de la hoya amazónica. Termina el imperio de la montaña que ya no se manifiesta más que en el musculoso tremor de los anchos ríos tropicales que viborean en las verdes sábanas. […] La atmósfera tiene espesor de resina, perfume de floresta eclosionada, ardor y esplendor de naturaleza que derrocha su joven locura vegetal. (BOTELHO GOSÁLVEZ, p. 119,120) Entre las ciudades que más se destacan, Santa Cruz representa el oriente boliviano, también por su potencial en los yacimientos de petróleo. La tercera zona de los llanos orientales comprende el sur de Santa Cruz y la región del Chaco de Tarija, que es tropical y semiárida, corresponde a la cuenca del Río de la Plata. Aquí están los yacimientos de hierro considerados como una de las reservas del mundo, esta zona es adecuada para el cultivo de algodón, maní, maderas y ganadería. Bolivia contiene tres tesis que disputan primacía en el paisaje nacional: andinismo, centralismo, orientalismo. En los últimos años, el valle y el llano se van emancipando de la tutela de la montaña. Y si hablamos de nación andina, es porque la meseta condensa los antiguos valores espirituales, pero el país de la Cordillera – Bolivia – abarca también la zona templada y la selva tropical, dándole la triple función conjugadora de sierras, tierras intermedias y llanuras. Es un hecho incuestionable que el paisaje ha tenido gran fuerza en la narrativa hispanoamericana. Destacando precisamente aquellos rasgos tan característicos y tan suyos que llegan a diferenciarla de las narrativas de otros pueblos en el mundo. Como en las palabras de Alcázar (1973) donde se vaya en Bolivia, el espectáculo del paisaje se adentra en la sensibilidad del espectador, invita a su contemplación, impresiona su ánimo; no solamente es de visión sino también de evocación (ALCÁZAR, p.161). 64 TERCERA PARTE 5 El mito, el hombre y el paisaje en la literatura ando-boliviana Figura de La Morenada 56 Figura 13: La Morenada Fuente: Disponible en: < http:// www.micarnaval.NET > Acceso en: 30 mayo 2010 56 Durante el siglo XVI, los negros fueron capturados en las junglas de Guinea, Congo, Mozambique (África) y vendidos como esclavos; para luego ser trasladados al nuevo continente americano. El traslado de esta gente al nuevo mundo en 1517, incrementó el tráfico de esclavos en centros mineros de Oruro y Potosí para la extracción de plata y estaño. El trato que se les dio fue brutal e inhumano, tratados como bestias en sus faenas, especialmente, en el interior de los socavones. El trabajo cruel y el clima frígido, desfavorables para ellos, hicieron que los negros no tengan resistencia física, ni habilidad para poder extraer el metal. Debido a estos problemas, ellos fueron trasladados a tierras cálidas del Sur y Norte de los Yungas (Departamento de La Paz) para ser ocupados en cultivos de coca, café y cítricos. La Danza de los Morenos nació justamente de las cofradías de negros, los cuales se mofaban de los bailes de los señores blancos. Más tarde los mestizos del altiplano la adaptaron y para mantener su esencia africana, incorporaron máscaras decoradas con rostros negros. Por lo tanto, se podría decir que, La Morenada es una demostración folklórica de protesta contra la época colonial, la importación de negros esclavos, el injusto e inhumano trato al que fueron sometidos en la profundidad de las minas. Su matraca significa el crujir del arrastre de cadenas opresoras. 65 5.1 Aspectos de la Literatura Boliviana Modernista: de lo contemporáneo hacia lo actual En el presente apartado haremos un estudio sobre la Literatura Boliviana, desde la república hacia el período actual, especialmente, sobre la narrativa, sus autores, incluyendo obras y estilo, sobre todo, a los movimientos literarios, romanticismo, realismo u otras tendencias que estuvieron agregados al contexto histórico del país a lo largo de los años, procurando demostrar de dónde el aspecto de la protesta social del hombre andino ha surgido con tanta vehemencia en el relato de la literatura boliviana y además cómo se ha rescatado la importancia de enfatizar el paisaje y la naturaleza en las obras literarias. Al finalizar el siglo XVIII, las potencias europeas en América ya empezaban a debilitarse, con eso el sistema colonial en Bolivia también entra en crisis. Hubo, así, el comienzo a la Guerra de la Independencia que duraría más de 15 años, hecho histórico que culminaría con la fundación de la República de Bolivia, en 1825. La independencia, vinculada al impulso liberal, permitió romper con las potencias colonizadoras, pero la ruptura no fue sino un cambio del poder monárquico peninsular al indiano criollo. Según las palabras de Adrián C. Van (1987), sobre esto tenemos: La emancipación sólo supuso la sustitución de una minoría blanca peninsular por otra de criollos. Estos últimos querían la autodeterminación para si mismos y no necesariamente para las castas, los indígenas y negros que juntos constituían la gran mayoría de la población (C. AVIAN, p.18) La literatura que se produjo en ese período convulsivo también es una literatura en crisis, comprometiéndose tanto con la causa literaria como con la restauración colonial. Gran parte de esas obras circulaban en folletines sueltos y pasquines, al igual que en cartas, proclamas, arengas y alegatos en pro de una u otra facción. Las hojas anónimas, conocidas como libelos, caramillos y pasquines eran de varios tipos: ensayos políticos y sarcásticos, papeles filosóficos, poemas, poesías y prosa, sátiras y baladas amorosas. Así, con sabor a sangre y pólvora surgen los nuevos caracteres literarios y “el romanticismo toma en América, más que en ninguna parte, la forma de un liberalismo literario, así como el movimiento entre 66 nosotros adopta la inevitable apariencia de un romanticismo político” (cf. ALBERTO SÁNCHEZ, 1973, p.226). Para contextualizar el Romanticismo como movimiento literario, es necesario recordar que en las últimas décadas del siglo XVIII, en Europa ocurren manifestaciones artísticas y filosóficas que ya revelaban interés por las transformaciones en el campo de las ideas – movimiento Iluminista. Éste corresponde a un movimiento filosófico-cultural que verdaderamente ha preparado la eclosión del movimiento romántico en el mundo, a través de demostración de falencia de la razón como árbitro absoluto de la verdad (característica del neoclasicismo). Es importante dar énfasis que los movimientos literarios que ocurrían en Europa llegaron con mucho atraso a Bolivia, esto no aconteció sólo al país boliviano como también a otros países hispanoamericanos. Se pueden destacar dos causas principales a este retraso en Bolivia: una política y otra geográfica. La política en el período republicano tuvo un carácter muy turbulento, dictatorial, donde los autores no se sentían con libertad para publicar sus obras, principalmente las novelas. Como Alcázar (1973, p.22) enfatiza “los novelistas temían poner de manifiesto sus inquietudes o cualquier idea de reforma que sus obras podían expresar”. Eso ocurría porque en el contexto histórico, Bolivia fue siempre dirigida con regímenes gubernamentales que oprimían la sociedad académica o pensante. Nunca hubo un clima completo que favorezca la total libertad de prensa ni existía garantías para el escritor, la literatura camina con recelo del exilio. A esto debemos agregar, también, el efecto de las numerosas guerras con países vecinos, cuya continua preocupación también ha impedido el desarrollo cultural. 57 La segunda causa del retraso de los movimientos literarios en Bolivia, destacamos el aspecto geográfico, con las pérdidas de territorios bolivianos, como ejemplo, la costa marítima, Bolivia ha quedado “enclaustrada entre las altas cumbres de la Cordillera de los Andes y los inmensos y despoblados llanos amazónicos del oriente, y así aislada del mundo exterior” (cf. ALCÁZAR, 1973, p.22). Según Soriano Badani (1938, p. 9), en Bolivia la literatura contemporánea, se puede dividir en los siguientes ciclos: hasta 1920 tenemos el Romanticismo; 1921 – 1932 el Realismo; 1933 – 1951 el Naturalismo; 1953 – 1967 Neorrealismo; de 1969 hubo un arranque 57 La cuestión de constantes guerras con países vecinos debemos considerar la pérdida de territorios como de Acre para el Brasil, la salida para el Pacífico, Guerra del Chaco, cuya situación ha traído graves consecuencias en el desarrollo cultural y económico. 67 de la nueva narrativa actual. Sobre esto no se puede dejar de decir que es muy difícil precisar cuándo se inicia o termina un movimiento, lo ponemos en cita para que el lector pueda compararlo con los aspectos históricos del país; de manera que el romanticismo hace parte de esta cuestión: se tiene una idea (sólo una idea) de cuándo se ha iniciado la literatura boliviana, sin embargo, es muy difícil decir cuándo termina, pues estando en el alma del poeta, penetra en cuanto crea hasta librarse de sus influencias. Lo podemos sentir – el rasgo romántico – , en el Modernismo y todas las variaciones del realismo, desde el costumbrista hasta el neorrealismo. Devemos concluir que em nenhuma dessas sociedades o modernismo foi adoção mimética de modelos importados, nem a busca de soluções meramente formais. Até os nomes dos movimentos, observa Jean Franco, mostram que as vanguardas tiveram um enraizamento social: enquanto na Europa os renovadores escolhiam denominações que indicavam ruptura com a história da arte – impressionismo, simbolismo, cubismo –, na América Latina preferem ser chamadas por palavras que sugerem resposta a fatores externos à arte: modernismo, novomundismo, indigenismo. (CANCLINE, 1997, p. 83) A partir de 1825, año de la fundación de la República, el romanticismo boliviano pasa por tres etapas: la primera hasta 1839, con la caída del Mariscal Andrés de Santa Cruz, entre la transición del neoclasicismo al romanticismo; la segunda, la más proficua cuantitativamente, va del 1839 al 1879, año de la Guerra del Pacífico 58, período también de muchos exilios; la tercera, que comprende los años de 1879 a 1928, año de la muerte de Adela Zamudio, una de las figuras máximas de la poesía nacional, es el período de mayor madurez del romanticismo en Bolivia, tenemos la publicación de la obra Juan de la Rosa (1885) por Nataniel Aguirre, aunque siendo una novela histórica, inmortaliza su autor y se constituye en un clásico de la literatura hispanoamericana. Se puede decir que el romanticismo boliviano tuvo grandes representantes en el género de la poesía y, que tiene características singulares a los demás países del continente americano. La poetisa María Josefa Mujía (1812 - 1888), tuvo gran mérito por ser persona nacida en suelo boliviano, en Sucre, y además sólo escribió en verso. A los catorce años, con 58 La Guerra del Pacífico (1879 - 1883) fue un conflicto armado que Chile enfrentó al Perú y Bolivia. También se le ha denominado Guerra del Salitre. 14 de febrero de 1878. Asamblea Nacional Constituyente de Bolivia. "Artículo Único. Se aprueba la transacción celebrada por el ejecutivo en 27 de noviembre de 1873 con el apoderado de la Compañía Anónima de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta a condición de hacer efectivo, como mínimum, un impuesto de diez centavos en quintal de salitre exportado." 68 la muerte de su padre, se volvió ciega, asimismo buscó refugio en la lectura, a través de su hermano, y en la composición de sus poemas. Gracias a la fiel colaboración de este hermano, consiguió la publicación de su poema La Ciega, de tono elegíaco, en el periódico Eco de la Opinión. 59 Su repercusión fue inmediata, a los pocos días ya habían otras composiciones poéticas con un mensaje de consuelo “a la ciega”. Fueron más notables las de Manuel José Cortés, Manuel José Tovar y la del poeta peruano Pedro Elera, también invidente. Por lo general sus versos son melancólicos, de tono elegíaco y pesimista, especialmente cuando se refiere al amor, que para ella es “un ídolo falso que el inmortal adora”. Dónde mejor se aprecia la sensibilidad poética de Mujía es en las elegías, como la dedicada A la memoria del joven poeta Néstor Galindo, que murió fusilado por orden de Mariano Melgarejo. De lo elegíaco – Menéndez y Pelayo – considera en El árbol de la esperanza 60, siendo un poema que se ha destacado entre toda la lírica boliviana por sus “sencillos e inspirados versos, que quiero poner aquí, porque en su forma casi infantil tienen más intimidad de sentimiento que todo lo que he visto del Parnaso boliviano”. 59 María Josefa Mujía. Poema – La Ciega. Periódico Eco de la Opinión, Bolivia (1852). Presento al Poema y su versión en lengua portuguesa. Todo es noche, noche oscura. Ya no veo la hermosura De la luna refulgente. Del astro resplandeciente Sólo siento tu calor; No hay nube que el cielo dora. Ya no hay alba, no hay aurora De blanco y rojo color. Tudo é noite, noite escura. Já não vejo a formosura Da lua refulgente. Do astro resplandecente Somente sinto teu calor; Não há nuvem que o céu doure. Já não há amanhecer, não há aurora De Blanco e vermelha cor. 60 Ídem. Poema – El Árbol de la Esperanza. Bolivia. p.89. Presentamos un fragmento del poema y confirmemos lo que se ha dicho de ello: Árbol de esperanza, hermoso, En copa y ramas frondoso Y elevado yo te vi; Ahora, en el suelo tendido, Destrozado y abatido, Te miro ¡triste de mí! Árvore da esperança, formosa, De copa, e ramos, frondosa E elevado eu te vi; Agora, no solo estendido Destroçado e abatido, Te olho, triste de mim! Sin hojas y sin ramaje, Marchito y seco el ropaje De tu frescura y verdor; ¡Cuán corta tu vida ha sido! Contigo todo he perdido De la fortuna al rigor. Sem folhas e sem ramagem, Murcha e seca a roupagem De tua frescura e verdor; Quão curta tua vida foi! Contigo tudo perdi Da fortuna ao rigor. 69 El romanticismo de la literatura boliviana trae expresiones significativas bajo dos modalidades sobresalientes, una producción combativa, revolucionaria y comprometida con el medio, donde el poeta romántico indagaba contra los gobiernos totalitarios; de otro lado, una literatura dolorosa y apasionada, con la expresión de sus sentimientos más íntimos. De la primera característica destacamos a Manuel José Cortés, del 1815 a 1865, poeta nacido en Potosí, abogado e historiador, de mucha experiencia como político y hombre de Estado, pues ocupó cargos públicos de mucha importancia de su país. Su producción poética se desarrolla fundamentalmente, en los aspectos de que la poesía funciona como un instrumento de combate, así se considera un luchador, da más valor al contenido que a la forma “lo que principalmente he querido es servir a la libertad; porque sé que se puede servirla en verso o en prosa, con la pluma o la espada, con los hechos o con la palabra”. En su Ensayo sobre la Historia de Bolivia, publicado en 1861, es importante destacarlo, una vez que, cronológicamente, marca la primera obra escrita en el período republicano, y en uno de sus capítulos destacó un estudio sobre la literatura boliviana. Según algunos críticos la obra de Cortés es muy importante y Valentín Abecia anuncia “tiene su valor de ser la primera de crítica literaria, aunque superficial, enumera las composiciones del género, y no solamente esto, se podría decir que nace con Cortés la historia, que dejando de lado el simple memorialismo, hace el uso de la documentación (ABECIA BALDIVIESO 1965, P. 234). La segunda modalidad del romanticismo – una literatura dolorosa y apasionada, con la expresión de sus sentimientos más íntimos –, tuvo como representante a Mariano Ramallo, nacido en la ciudad de Oruro, en 1817; poeta, periodista y abogado, que en 1946 conquistó el Premio Nacional de Poesía. Tal premio acrecentó su prestigio intelectual también como docente de la Facultad de Derecho de La Paz, fue nombrado redactor de La Gaceta del Gobierno, y enseguida fue invitado al cargo de Jefe de Redacción del diario La Época. Su producción poética, con muestra de admiración del romanticismo francés, presenta la expresión de sus sentimientos y dolores más íntimos, en tono enfático y declamatorio, sus pesares de amor, en la figura de la esposa: Cantaré las delicias del que escoge/ Una cándida, amante compañera;/ del que dichoso goza/ Las caricias y halagos de una esposa. El poeta Ricardo José Bustamante se constituye también en la cumbre de la poesía romántica de Bolivia. Nacido en La Paz, en 1821, huérfano de padre desde su nacimiento, muy joven fue enviado a Argentina para proseguir sus estudios superiores. Después, ya exiliado en Uruguay continuó sus ensayos literarios, publicando algunos de sus poemas en el periódico El Nacional. Antes de partir a Francia, publicó en Montevideo un 70 soneto de despedida a Buenos Aires. En París se dedicó primero a la Arquitectura, pero luego comenzó a participar del círculo literario, en reuniones de una Sociedad Literaria a la que frecuentaban consagrados escritores hispanos. De su obra poética Miguel Antonio Caro, nos dice: “se hace notar siempre por la delicadeza de sus sentimientos, por la inspiración feliz y por la galanura de su estilo”. De este período romántico, podemos decir que la poesía lírica, en Bolivia, tuvo mucho más frutos. Los autores necesitaban de más tiempo para dedicarse a la escrita de sus obras, sean éstas leyendas, cuentos o novelas. En ritmo lento la narrativa comienza a tener algunos éxitos, con esfuerzo individual de algunos estudiosos y escritores, con algunas agrupaciones y sus órganos de difusión, como La Revista de Cochabamba (1852), posteriormente, La Aurora Literaria (1862), el Círculo Literario y el Almanaque de El Comercio (1878) se produjo un ambiente cultural auspicioso para la literatura nacional. Se sabe que estos órganos no fueron los únicos, los destacamos por la regularidad con que eran publicados y por la narrativa, como relatos, novelas, cuentos y ensayos, más importantes del romanticismo boliviano. La revista, La Aurora Literaria, era publicada el último día de cada mes, aproximadamente con dieciséis páginas, en ella se publicaron novelas como La Isla (1864), de Manuel María Caballero, era considerado su principal representante; Crimen y expiación; Reflexiones Literarias, de Sebastián Dalence, y muchas otras. Varios autores han sido significativos en este período del romanticismo, entre los que sobresalen Vicente Ballivián y Roxas (1810 – 1891), narrador, historiador y también diplomático. En 1863, fue nombrado como Enviado Extraordinario ante los gobiernos de Francia e Inglaterra, donde pudo hacer sus investigaciones por los archivos europeos, en busca también de material bibliográfico sobre Bolivia. Ya como frutos de la investigación, en 1872, publica Archivo Boliviano, obra de carácter histórico, de grandes proporciones para el conocimiento de Bolivia. Pero, su importancia consiste en que, según los estudiosos de la crítica literaria, su obra Claudio y Elena (1834), es considerada la “primera novela boliviana 61”, e Íntimas (1913), de Adela Zamudio, como la última del período romántico, novela que se destaca por “el cuidadoso diseño de la trama y pone a prueba el tacto de la narradora que sabe expedirse con discreción realista”. Estas novelas citadas representan, por consiguiente, el marco del romanticismo boliviano. 61 La aparición de la novela en Bolivia, no es en verdad tardía. Los demás países de América, cronológicamente, la precedencia es: en Méjico – 1816, Bolivia –1834, Cuba –1839, Brasil –1843, Perú y Uruguay –1848, Argentina y Chile – 852, Colombia –1867, Ecuador –1871. 71 En Claudio y Elena, Vicente Ballivián, todavía no alcanza en su estructura estética, a las proporciones del género novelesco. La obra es dividida en dos partes, y trata de los desgraciados amores de estos jóvenes. La primera parte de este relato se sitúa en Grecia, la cuna de la cultura occidental, la Grecia de los modelos trágicos, es importante destacar que los románticos encuentran en la naturaleza su inspiración. Éste es el escenario, con el marco a la participación de los amantes, con luz de luna, junto a: las trémulas orillas del mar, donde la fresca brisa se arrima al silencio contra los gigantescos árboles, que moviéndose medida y pausadamente, parecen fantasmas animados de la noche: el ruiseñor canta; la tortola se abrasa de amor. ¿Quién no desearía venir a leer aquí, en reposo de la soledad, el libro sublime de la naturaleza? (BALLIVIÁN Y ROJAS, 1969, p. 15) Parece que todo iba muy bien en esta historia de amor, luego acontece una tragedia, Elena – heroína de un matrimonio malvenido –, es asesinada a cuchilladas por su esposo, cuando éste descubre su infidelidad, quebrando así la felicidad de los enamorados: Así pereció la imponderable Elena: la estrella de su patria, y el ídolo del sensible Claudio. Las aguas del mar cubrieron su cadáver, las olas del océano braman sobre su sepulcro y cantan su elegía; su bárbaro asesino le negó los honores mismos en la tumba. (BALLIVIÁN Y ROJAS, 1969, p. 29) Más tarde, hay una novela que merece ser destacada por su consagración definitiva dentro de la novelística de su tiempo: es Juan de la Rosa, publicada en 1885 por Nataniel Aguirre, es una obra que ha transcendido al siglo XX, con varias reediciones y traducciones. Fue elogiada por varios críticos, según Menéndez y Pelayo “es la mejor novela histórica hispanoamericana”; la reitera Augusto Guzmán (1966) como: La obra clásica de la novelística boliviana. Es de una composición mixta, formada de episodios históricos nacionales que se realizan a través de un sencillo argumento imaginado, con una narrativa atrayente y equilibrada. (AUGUSTO GUZMÁN, p. 165) Nataniel Aguirre González (1843 – 1888), abogado, narrador y dramaturgo, a través de su novela Juan de la Rosa, destaca los rasgos específicos del momento histórico que desarrolla, combinando adecuadamente esos sucesos con los destinos de sus personajes. Esta 72 obra, bajo el título de Memorias del último soldado de la Independencia, en que Juan de la Rosa era su seudónimo, sustenta el anhelo de libertad de sus bases sociales e ideológicas de sus protagonistas centrales, con sus gritos de “¡Viva la Patria!”, uniendo el despertar del sentimiento nacional, a la comprensión de la historia de la naciente república boliviana: De ahí que el periplo histórico del que ocupa Aguirre, parte de los sucesos de 1809, vividos y sentidos desde Cochabamba, a través de un niño, su familia y sus amigos; niño que ya hecho hombre, nos narra esta historia en 1884. Son hechos relevantes, y sobre todo desde la perspectiva de sus protagonistas, el grito libertario del 25 de mayo, en Chuquisaca; la apoteósica inmolación de Murillo en La Paz, cuyas palabras las conocía Juanito de memoria, así como otros documentos y proclamas. (CÁCERES ROMERO, 1995, p. 243) Se lo presenta un apartado de la novela Juan de la Rosa (1885), trayendo rasgos del yaraví imponiendo a la despedida del Inca Manco, añorando morir al ver el sufrimiento de la raza kolla, y con preciosismo detalles del paisaje andino: canta a media voz para no interrumpir mi sueño, en la lengua más tierna y expresiva del mundo, el yaraví 62 de la despedida del Inca Manco, tristísimo, lamento dirigido al padre sol, de lo alto de las montañas del último refugio, demandando la muerte para no ver la eterna esclavitud de su raza; gotas de llanto que fluye sin sentirlo, ruedan una tras otra por sus pálidas mejillas. […] Si oía cantar a Rosita, se quedaba estático, abriendo la boca, como se acostumbran todas las gentes sencillas cuando concentran su atención en alguna cosa. Mil veces se hizo repetir los versos de la despedida del inca, o de algún fragmento de Ollantay sin conseguir nunca retenerlos por completo en la memoria (NATANIEL AGUIRRE, 1885, p. 160) Otro autor que se debe nombrar es Manuel María Caballero (1819 – 1865), maestro y narrador, abogado y parlamentario, nació en Vallegrande, Departamento de Santa Cruz. Ejerció su vocación de maestro, de modo que dejó a un lado su título de abogado; se dedicó y se consagró en la enseñanza de literatura y francés. Es considerado como un maestro que “destila la sabiduría de su talento”, y mucho más, “uno de los hombres más cultos e instruidos de su tiempo”. Siendo un hábil orador, fue elegido, dos veces, como diputado 62 Es la creación única de un movimiento artístico americano superior, cuyas creaciones se exaltan en el siglo XVIII y se intensifican poco antes de 1800, al calor del prerromanticismo europeo y americano. Asociado con la quena, se envuelve en una leyenda sombría y, engrandecido por el martirio del poeta yaraví patriota Mariano Melgar, alcanza enorme resonancia musical y literaria para decaer, luego, en parte absorbido por el triste, victorioso y expansivo, que ya se manifestaba desde antes de 1800. 73 nacional; animador y muy inteligente, era conocido como Pico de Oro. Más tarde dirigió La Sociedad Literaria y La Aurora Literaria, revista que ha publicado sus novelas, la principal llamada La Isla, publicada en 1864, es la que seleccionamos para el estudio. Su narrativa trae como tema la historia dramática de un amor que fue abandonado y que se convierte en la aparición de un fantasma en el lago Poopó: una bella joven toda vestida de blanco, que lamenta su infortunio. La trama se desarrolla en el año de 1845, la familia de Andrés Mendoza (él, su señora, su hija y su criado Pedro), político en retiro, busca en la isla paz y tranquilidad. La hija, llamada Filomena, encuentra a Gabriel, quien intentaba olvidar a su amada Margarita, aprisionada en un convento por órdenes de su padre. La isla, prácticamente perdida en las aguas de un lago altiplánico, es descrita por Caballero (1941, p.21): “El cielo abraza a la tierra con amor, posa su faz en las elevadas cumbres de las montañas para imprimirles un beso”. Ambos han llegado a la isla, la familia Mendoza y la de Gabriel Pacheco, para olvidar el pasado que les apretaba el alma; y Filomena que traía rasgos del valle, ahora tenía el lago que “hoy te acaricia mansamente, con murmullo suave; mañana brama furioso bajo tus plantas, y de lejos azota tu morbidez en el cielo helado.” (CABALLERO, 1941, p.21) Cuando la felicidad parecía estar plena entre Filomena y Gabriel, llega una carta de Margarita, aquélla que estaba en el convento. Gabriel, que no la había olvidado, parte en busca de aquel amor casi perdido. Filomena, abandonada, con el corazón destrozado, no soporta tal situación cuya única solución es la muerte; en una tarde de tormenta, se pierde en las aguas turbulentas del lago, en un frágil y pequeño barco de totora. Sus padres, en el más profundo dolor, también mueren, quedando en la isla sólo Pedro, el criado, que los sepulta y se marcha a otra isla. De Gabriel se sabe que no tuvo éxito con Margarita, ambos habían confundido la amistad de la infancia, con el amor. Desde entonces, los pescadores de la isla Panza, dicen haber visto vagar en las noches de luna y de tormenta, el fantasma de una bella joven, vestida de blanco, lanzando al aire un lamento conmovedor de un profundo llanto. Otra gran autora que destacaremos de la narrativa del romanticismo, es Adela Zamudio (1851 – 1928), narradora y poetisa, nacida en Cochabamba, su obra fue reunida en dos volúmenes y publicados póstumamente: el primero, con el título de Novelas cortas (1942) y el segundo, con el de Cuentos Breves (1943). Se puede considerar que Adela Zamudio es más conocida por sus poemas que por su novelas o sus cuentos, aunque estos se encuentran en antologías y textos académicos. Por la calidad de sus escritos, los escritores de su tiempo le dieron el apelativo de la Alondra del Tunari, aludiendo a su lugar de origen. La narrativa de Adela, en los cuentos descriptivos y costumbristas, es clara, ágil y didáctica, animada en el 74 uso de vocablos populares. De modo general, hay presencia de crítica social, en relación a los prejuicios sociales, hipocresía y desigualdad económica. Su novela Intimas, del 1913, se constituye en una obra innovadora en su medio. Ya trae rasgos de la narrativa del realismo, se destaca por el cuidadoso diseño de la trama, su penetración psicológica en el comportamiento de sus protagonistas. Hay presencia del amor y del matrimonio, precisamente porque la sociedad intenta marginalizar a la mujer, llevándola a un sometimiento al sexo opuesto. Así fue y saliendo muy temprano de este pueblo, al otro día, que era domingo visitamos Cliza, Arani y Punata, llegando en la tarde a San Benedito – verdadero viaje de turistas en el que me convencí de la exageración de un escritor peruano llamó a este valle: “El Valle de los siete pueblos, en el cual, en una extensión de 2.300 kilómetros cuadrados, no se hace más que sembrar maíz, beber chica y paga misas”– más que exageración porque la feria de Cliza que es semanal, llegó a ser casi tan importante como la feria anual de Huari, y hoy mismo, que ha decaído a causa del incremento que toma la de Quillacollo, la suma de sus transacciones es considerable. (ZAMUDIO, 1913, p.39) Para su biografista, Augusto Guzmán (1973, p.223), Íntimas “es una obra de poetisa, novelista y pensadora que sale de lo común. El argumento es delicado y pone a prueba el tacto de la narradora que sabe expedirse con discreción realista”. A fin de que podamos comprender el movimiento romántico en Bolivia, incluimos un apartado que nos dará una visión de conjunto: Adolfo Romero (1995) en su estudio sobre la Nueva Historia de la Literatura Boliviana, hace una análisis del movimiento romanticista boliviano y lo caracteriza en “tres aspectos fundamentales: moral, artístico y filosófico” (cf. ADOLFO ROMERO, p.127-129). El romanticismo moral emergía de las actitudes del poeta frente a la vida, de esas tendencias espirituales estaba direccionada su conducta en su hogar o en la sociedad, una realidad compleja, sacudida por luchas políticas, por la anarquía y el caudillismo regional. En gran medida el poeta se hallaba obsesionado con la idea de la muerte, sabiendo que combatía por consolidar su ideal de libertad y, agregado a esa característica teníamos temas dedicados al amor o a la vida, con sentimientos lastimeros y dolientes (incluimos en esta característica a Mariano Ramalho), pues más contaba para su inspiración el peso de sus desventuras que de sus alegrías. El romanticismo artístico, en todos los géneros literarios y en otras artes, el poeta romántico partía de hechos concretos, basados en sus percepciones sensoriales sustituía el racionalismo abstracto por el poder creador de la palabra. Los anhelos bolivianos buscan un 75 medio nuevo de romper la antigua relación social, con una población agrícola, sin derecho a la educación formal, es como si hubiera llegado el momento de apartarse de los patrones que habían constituido el período colonial. En el ímpetu del hombre andino había una búsqueda de emancipación, un espíritu de crear una mentalidad apropiada para la consolidación de su independencia política. Es como observa Alfredo Roggiano (1992): “La época romántica, la más formadora del mundo nuevo, marca el comienzo de las nacionalidades hispanoamericanas procurando repúblicas, naciones y culturas con identidad propia”. El romanticismo filosófico, en este aspecto, trae consigo el desahogo, la crítica (aquí se destaca a Manuel José Cortéz), el lamento y la denuncia; el poeta/narrador no deja la inspiración revolucionaria que no sólo es una lucha contra el orden político, sino como una ruptura con las antiguas formas de vida del espíritu. Estos aspectos formaban la nueva tendencia del hombre en aquel momento, que juntos dejaban lo antiguo y a través del movimiento de independencia política llegaron a desarrollar esta postura crítica frente al sistema social a que estaban sometidos. Comienzan a concebir lo nuevo fijándose en la originalidad del paisaje, de las costumbres y como nos dice Guzmán (1883, p.27): “nada tiene tanta influencia sobre el espíritu como las impresiones que nos vienen de la naturaleza. La majestad de la montaña a cuyas plantas o en cuya cumbre levanta el labrador su hogar, o se extiende la ciudad, perdiéndose en los senos del gigante”. Vemos la naturaleza como fuente de inspiración inicial para la literatura romanticista; como ejemplo ya enfatizamos a María Josefa Mujía, que (aún habiendo perdido la visión en su niñez), tenía intuición para captar la naturaleza y realidad que la rodeaba, como en su obra Árbol de la esperanza. Y, basado en esta característica de la importancia de la naturaleza, Santiago Guzmán (1883, p.206): indaga este tipo de inspiración en las obras extranjerizantes, como ejemplo, Ana Dorset (1859) de Daniel Calvo, al decir: “ Falta, pues, la fisonomía, el tinte local, el corazón del montañés con su serenidad, su arrojo y su retraimiento; la espontaneidad del morador del trópico con su franqueza y su buen humor habitual (...)” De aquí empieza ha haber una búsqueda por lo nacional, una valoración por todo lo que Bolivia ya lo tiene: el paisaje, el costumbrismo del hombre andino, sus experiencias, modo de vida y de pensar, creencias, todo de forma tan peculiar. Algunas reflexiones sobre el Romanticismo boliviano por expertos en literatura han traído un relieve importante que creemos ser necesario apuntar. Para Díez de Medina, en su estudio Literatura Boliviana “la escuela romántica, en Bolivia, es borrosa, trivial, imitativa. Fácil de reconocer en los líricos de aquel tiempo la influencia de Lamartine, Hugo, 76 Musset, Byron, Espronceda, Bécquer. Casi todos son españolizantes de sustancia y afrancesados de corteza.” Y Cáceres Romero (1995) lo critica, sobre todo porque la originalidad está bajo la influencia de otra expresión, todos contribuyen a la universalización de un movimiento; es notorio que los temas en la literatura son universales – en general – y los literatos de cada país o región lo tiñen con su historia geográfica; y principalmente: […] ser eco de ecos no nos parece nada reprochable, si en la repercusión del eco cada parte incorpora su genio. De otro modo el arte grecolatino perdería su razón estética al considerárselo eco del helenismo, y qué eco más maravilloso que se irradia a todo el arte occidental, desde el Renacimiento a esta parte. En cuanto a exigir originalidad en los temas es realmente una utopía. Ni Virgilio, ni Shakespeare son originales con sus temas, pero la grandeza de sus obras es indiscutible (CÁCERES ROMERO, 1995, p.73). René-Moreno también discute sobre esa cuestión, “en Bolivia hay poetas cuyas obras son manifestaciones más o menos espléndidas de un entusiasmo lírico verdaderamente sincero y espontáneo” (cf. RENÉ-MORENO, 1955, p. 4). Podemos decir que si para algunos nuestra literatura del romanticismo no fue algo espléndido, tampoco lo fue mediocre. Bolivia vivía momentos de definiciones sustanciales, el período republicano, que transcendía a las expresiones espirituales, con prácticas opuestas a la rigidez de las reglas neoclásicas y, principalmente, adquiriendo connotaciones de carácter político. Como desahogo de sus emociones que embargan al poeta, suele ser satírico y burlesco como instrumento combativo; reminiscente e imaginativo por las cosas del espíritu, procurando la forma de captarlas y darlas a entender. Cuando el desahogo se presentaba como amenaza o era comprendido, prontamente la persecución era manifestada, como ejemplo tenemos el autor Ricardo Bustamante 63, una de las principales figuras del romanticismo boliviano, que por mucho tiempo vivió exiliado. Con la presidencia de Melgarejo la presencia de la represión política y cultural estuvo muy fuerte en el país, se trataba de un período sin libertad de expresión y, para 63 Poema lírico de más de seis versos de Ricardo Bustamante. Lo presento en lengua española: Tú que en regiones ignoradas moras Serpiente nacarada, bajo un cielo Palio de lumbre, por do tiende el vuelo La garza colosal; Río argentado que onduloso ciñes Vírgenes bosques, o en variadas tintas Sobre tu espejo con su nubes pintas El éter tropical. Al fin respiro tus fragantes aguas Tus palmas miro que columpia el viento, Oigo en tus selvas armonioso acento, Y admiro tu quietud; ¡Oh! Tú a quien siempre en ilusión lejana Vi cual portento que a la patria mía, Las puertas abras a su gloria un día, ¡Gran Mamoré! ¡Salud! 77 muchos escritores, de extenso exilio, entre ellos Tristán Roca y Santiago Vaca Guzmán, este último ha escrito sus novelas y la obra Historia de la Literatura Boliviana, en Buenos Aires. Los ensayos de literatura realizados desde el post-romanticismo para crear una novela realista nacional se han desarrollado en Bolivia con un vigor inusitado. La creación literaria es fecunda en búsquedas y hallazgos, sobre todo en el campo de la poesía y la novela. En este último género se comienza a comprender y aprovechar las enseñanzas de la gran novela europea, “especialmente el realismo francés y ruso” (cf. ÁVILA ECHAZÚ, 1973, p.96). Se puede decir que en un primer momento muchas obras escritas presentaban falta de espontaneidad y un lirismo exagerado, pero a lo largo del tiempo, el deseo, la esforzada búsqueda de una expresión propia les fueron haciendo lugar, así el realismo poco a poco va dando sus frutos. En este contexto, la literatura boliviana contemporánea – del romanticismo –, sigue su curso rumbo al realismo, que surge a principios del siglo XX 64 , y tiene como representante principal a Alcides Arguedas, que con influencias extranjeras nos presenta su obra Vida criolla, en 1905, novela realista que satiriza las costumbres urbanas de la ciudad de La Paz. Y pasado algunos años, publica Raza de bronce, en 1919, novela que brindó al autor y a la literatura boliviana un mérito especial en todo hispanoamérica. Según Jacqueline Baldran (1994), en su estudio Recuperación antropológica europea de las literaturas Indígenas, a principios del siglo XX nació un nuevo interés por las sociedades llamadas “primitivas”, que se consideraron dentro de una nueva perspectiva más científica. Por otra parte, los aportes del cubismo, del fauvismo y del arte abstracto permitieron que se prestara una verdadera atención a las obras precolombinas, y el arte moderno ayudó a aceptar las distorsiones de la realidad. En América Latina el romanticismo ha abierto una brecha sacando a luz una imagen exótica del indígena. Luego, el prestigio cultural de Europa y particularmente de París y los trabajos de los investigadores franceses llamaron, por su parte, la atención de los latinoamericanos sobre las riquezas de su propio continente. Tenemos así, en las palabras de Baldrán (1994): mientras los intelectuales parisienses manifestaban una curiosidad científica cada vez mayor por las antigüedades americanas y las literaturas precolombinas, se despertaba con fuerza en el continente la atención de los 64 Bolivia, en este período, ingresa a la era del estaño, dominada por Simón Patiño. La riqueza que acumulaban los empresarios mineros hicieron posible el viaje de mucha gente a Europa. Ahora, bolivianos ricos comienzan a aprender el idioma francés y otros idiomas, conocen libros y también lo traducen. Con el inicio del nuevo siglo, Bolivia empieza a mirar hacia fuera de sus fronteras con mayor interés. La vida en general mejora, las ciudades, el periodismo, la educación (que era de una minoría) mejoran de aspectos. 78 latinoamericanos por su propia herencia cultural tanto en el campo de la arqueología como de la literatura. [...] En busca de su expresión la América Latina iba a recuperar una parte de sus raíces: una identidad indígena, hasta entonces oculta. (BALDRAN, p. 429-435) Estamos de acuerdo que con el romanticismo de América Latina hubo una gran oportunidad de rescate de los temas de identidad indígena, que hasta entonces estaban adormecidos participando como historias de transmisión oral en las comunidades autóctonas. En Cornejo Polar (2000) hay el reconocimiento como uno de los mayores especialistas en la literatura indigenista, a través de sus imprescindibles estudios sobre José María Arguedas, Ciro Alegría, pero también por sus visiones de conjunto sobre la narrativa indigenista 65, que lo encarrilaron hacia conceptualizaciones teóricas que permitieran iluminar la intrincada complejidad de estos productos culturales. De Bolivia tenemos a Alcides Arguedas como nombre de relieve en sus obras Vida Criolla (1905) y Raza de Bronce (1919), que adelante se hará un estudio propio. Es inquietante preguntarse ¿de qué manera las literaturas indígenas y populares comprenden, experimentan la práctica de su propia historia y en ella se suscriben? (CORNEJO POLAR, 2000, p. 49). Se enfatiza que en este momento hay un sentimiento de reivindicación social, característico del siglo XX, originado en los países de fuerte implantación indígena, como el caso de Bolivia, Perú, Ecuador, México y América Central, como respuesta a la problemática del problema del indio, cuando se plantearon la armonización socio-racial de sus componentes étnicos para incorporar la numerosa mano de obra indígena al proceso de modernización que la incipiente estructura capitalista de sus países demandaba al insertarse en el orden neocolonial. Es cierto que, como afirma Cornejo Polar (1980), hubo unos hechos históricos condicionantes: la Revolución Mexicana (1910); la Revolución Rusa (1917); la implantación de los partidos de izquierda en la América de habla española durante la década de los veinte. Según anota Cornejo Polar, en la década del veinte al treinta la literatura resultó ser uno de los espacios privilegiados para la discusión sobre la identidad nacional [peruana], desde perspectivas distintas y hasta opuestas “la literatura despliega un horizonte ideológico que permite conocer, explicar y valorar las tensiones y los conflictos del proceso histórico de una sociedad” (CORNEJO POLAR, 1982, p. 19). Aunque el debate sobre la literatura peruana había comenzado a principios de siglo, la modernización fue produciendo importantes transformaciones 65 Llamamos novela indigenista al subgénero narrativo constituido por las novelas publicadas en el siglo XX que tratan del indio y su mundo circundante, con un sentimiento de reivindicación social. Forma parte, por tanto, de la formidable corriente del indigenismo, en sus vertientes sociológicas, lingüística y política, entendido este como una constante de la cultura latinoamericana desde la Conquista, que consiste en la movilización de la cultura occidental para explicarse las culturas aborígenes de América y dar razón de la existencia del otro. (Cf. VILLORO, 1979, p. 15; CORNEJO POLAR, 1980, p. 23) 79 en una intelectualidad emergente, cuya dinámica transculturadora permitirá la reelaboración del discurso sobre la nacionalidad. También en Bolivia transcurría ese mismo sentimiento de transformaciones, de manera que la coyuntura estética de la vanguardia de los años veinte coincidió en toda América con la producción de renovados ideologemas nacionalistas (esencialmente el indigenismo). En un amplio espectro de posiciones y de acuerdo con Polar: La ideología nativista no sólo rompió lanzas con la modernidad occidental, sino también con lo que parecía ser su enclave nacional, la literatura producida en Lima, e insistió en delimitar agresivamente el espíritu andino asumido como propiamente en nacional en contra del costeño, representativo del cosmopolitismo más artificioso y descastado. (CORNEJO POLAR, 1989, p. 111) Para Jazmin López Lenci (1999), la vanguardia de América constituyó un laboratorio discursivo que funciona mediante un complejo proceso de resemantización de las líneas estéticas de la modernidad occidental a través de una encrucijada de discursos plurales, heterogéneos y divergentes que se agruparán bajo un sustrato común: el de rechazo del discurso colonial, la aproximación transcultural, y la búsqueda de parámetros que asocien nación y modernidad. La narrativa indigenista 66 ha comenzado en América con el autor Alcides Arguedas (1879 – 1946), por la novela boliviana llamada Pueblo Enfermo, publicada en el año de 1909, pero fue con la novela Raza de Bronce, del 1919, que este autor fue consagrado como escritor perteneciente a los años formadores de las clásicas narrativas indigenistas. De ahí que es nombrado como iniciador de la corriente indigenista; Arguedas 67 luchó por la creación de una literatura nacional, escribió otras novelas, pero no conseguiría incorporarse a la nómina de grandes novelistas hasta la publicación de Raza de bronce (1919). 66 EL INDIGENISMO ANDINO - A partir del siglo XX comienza la modernidad en América Latina. En la literatura esto es evidente con las vanguardias; debido a su contexto histórico estas vanguardias aparecen modeladas de intensos movimientos regionalistas; hay un interés por lo nacional, hay un movimiento antioligárquico; donde el regionalismo y nacionalismo se asocian a una búsqueda de los orígenes y de una identidad de la nación de latinoamérica. 67 La metáfora integradora del mestizaje desaparece con Alcides Arguedas (1879 – 1946). En 1899, la rebelión aymara de Zárate Willca en Mohoza despierta en las clases medias y altas de La Paz el ancestral miedo a la guerra de las razas. Un año después el Partido Liberal sube al poder y recrudece la lucha del proyecto oligárquico contra lo indígena. Arguedas aparece en un escenario cultural obsesionado por la búsqueda de los elementos esenciales de la identidad nacional, las causas profundas de la inestabilidad republicana. […] El problema era que, después de Mohosa, estaba claro que para los intelectuales era imposible postular el mestizaje como elemento cohesionador de la nacionalidad. Lo mestizo adquirió una connotación negativa – lo cholo-, por lo cuallas definiciones de la identidad nacional quedaron suspendidas entre la utopía del mestizaje armónico y la integridad, y la adversidad que significaba lo cholo. (Cf BARREIRA, 2008, p. 401) 80 De acuerdo con la crítica literaria la narrativa indigenista ha destacado a Ciro Alegría – peruano, con su obra El mundo es ancho y ajeno (1951), como la más destacadas de la literatura indigenista o regionalista de Hispanoamérica. Añade también a José María Arguedas, también peruano, con su narrativa Los ríos profundos (1958) a esa nómina de la novelas indigenistas. La obra El mundo es ancho y ajeno de Ciro Alegría se la valora como un símbolo de la lucha del hombre americano por la tierra, su reivindicación como persona y reclamo de respeto a su cultura, y por ello, una de las obras de obligada referencia de la narrativa indigenista en toda la literatura de la América hispánica. Sigue un pequeño apartado de ella: Los comuneros jamás habían dejado de pensar en la tierra y pudieron tener confianza o, por lo menos, pudieron esperar. Muchos admitieron la explicación de Rosendo como válida: tenía aún tierra y aunque no era muy buena, se la podría cultivar. Amaban su vida, la vida agraria y se resistieron a perderla. Rosendo decía bien. Pero otros continuaron pidiendo resistencia. […] Casiana […] siguió, pues, sin descansar, aunque la fatiga le golpeaba ya en los oídos con el propio ritmo de su sangre. Ella quería a la comunidad y deseaba salvarla. Hostil de guijas se volvía el camino para los pies desnudos, y el ventarrón que le batía el costado parecía sujetarla. Pero continuaba adelante, hacia arriba, recogiéndose un poco la vueluda pollera para no enredarse en ella por la empinada cuesta. (CIRO ALEGRÍA, 2000, p. 343, 345) Las obras más famosas de Alcides Arguedas, boliviano, son Vida criolla y Raza de bronce. El Paisaje y costumbrismo son algunas de las mayores aportaciones de Arguedas a la novela indigenista. Arguedas como escritor indigenista denuncia a gobiernos, organismos e instituciones por despreocuparse de la situación social del indio. Su obra está llena de entusiasmo y ardor en la defensa del indio. Raza de bronce, sobre de todo, es un clamor de protesta a favor del indígena oprimido que se rebela contra el hombre blanco. En esta obra Arguedas nos ofrece un documento social de los pobres indios del yermo. Arguedas no nos presenta al indio como un ser inocente, pues hay ladrones, incendiarios, etc., pero sí como una víctima del mestizo – un “cholo grosero, codicioso y brutal (el administrador), y del patrón que todo lo atropella. La obra recuerda en ciertos aspectos las novelas antiesclavistas antillanas del siglo XIX. Se destacan también como narrativa indigenista en América La vorágine (1924) del Colombiano José Eustasio Rivera; Don Segundo Sombra (1926) del argentino Ricardo Güiraldes; Doña Bárbara (1929) – del venezolano Rómulo Gallegos. 81 Ángel Rama (1982) propone la idea de transculturación literaria (narrativa), esto tiene su formulación inicial por el cubano Fernando Ortiz. Su obra Transculturación narrativa en América Latina afirma que “a contribuição original dos transculturadores consiste na unificação do texto literário, que a transculturação restaura a visão regional”. Hay en todo ello un rescate a las culturas regionales, se confirma esto en las palabras de Alcides Arguedas (1919): Lejos, en las cuencas de los valles y en la falda de los montes se encendieron algunos fuegos como para anunciar la presencia del hombre en esos parajes, cuya grandeza y soledad angustiosa oprimían dolorosamente el corazón. La novela realista aborda frontalmente la realidad nacional, caracterizándose como novela costumbrista, social y pintoresca, como nos dice Díez Echarri (1987, p. 27), con respecto de las obras realistas de Arguedas: “constituyen una denuncia no sólo contra determinados organismos, sino contra unos gobiernos y un estado social, despreocupados por el grave problema que afecta la raza india”. Esto se comprueba lo que se ha dicho anteriormente de Arguedas, en su Raza de Bronce: Mecapaca era un poblado mísero minero y en ruinas, alzado en la orilla izquierda del río, sobre una plataforma tendida al pie de los cerros pelados y altísimos [...] –Antes era este pueblo rico y alegre; pero una noche entró la mazamorra, enterró las huertas y se llevó las casas. Desde entonces sólo viven gentes desgraciadas. […] Su presencia aterrorizaba y llenaba de angustia el ánimo de los pobres llaneros. Sentíanse vilmente empequeñecidos, impotentes, débiles. Sentían miedo de ser hombres. (ALCIDES ARGUEDAS, 1919, p.21, 54) De esta característica del movimiento realista, la preocupación por la denuncia a favor del hombre andino, ha impulsado a los escritores a incluir la problemática social del hombre boliviano en la narrativa; tenemos como ejemplo, la obra Lágrimas indias, 1920 de Alfredo Guillen Pinto, con mucha autenticidad costumbrista y la primera siembra sobre el surco de Raza de bronce. Ahora el novelista estudia directamente las costumbres (narrativa costumbrista) de la ciudad, del pueblo, del campo, en las diferentes clases sociales de la sociedad boliviana. Describe las formas de vida social (narrativa social), planteando los reales problemas del 82 hombre, con humor literario, otras veces con énfasis sarcástico, y ridicularizante. El novelista ya lo es pintoresco, desde el romanticismo; la naturaleza boliviana (el altiplano, los yungas, los valles, las selvas y llanos orientales) entra en la narrativa ocupando su sitio de expresión telúrica. Se puede decir que el período realista en Bolivia ha sido corto, sólo tres décadas, en relación al romanticismo boliviano, sin embargo la cantidad de obras y autores han sido mucho más numerosas. El realismo boliviano tuvo grandes representantes en toda su literatura, pero los más importantes, fundamentales, son Alcides Arguedas y Jaime Mendoza. El primer novelista, Alcides Arguedas (1879-1946), nacido en La Paz, es la figura sobresaliente del grupo de este tiempo. Vivió en Europa 12 años, 1903 –1915, pero siempre hacía breves visitas a su país. Iniciador de la novela realista, su obra define específicamente la producción de su tiempo, como realismo costumbrista, social y pintoresco. Sus obras maestras, Vida Criolla (1912) y Raza de Bronce (1919), denotan perspicacia sicológica, sensibilidad social y complacencia paisajista. El lago, desde esa altura, parecía una enorme brasa viva. En medio de la hoguera saltaban las islas con manchas negras, dibujando admirablemente los más pequeños detalles de sus contornos; y el estrecho de Tiquina, encajonado al fondo entre dos cerros que a esa distancia fingían muros de un negro azulado, daba la impresión de un río de fuego viniendo a alimentar el ardiente caudal de la encendida linfa. La llanuran escueta de árboles, desnuda, alargábase negra y gris en su totalidad. Algunos sembríos de cebada, ya amarillentos por la madurez, ponían manchas de color sobre la nota triste y opaca de ese suelo casi estéril por el perenne frío de las alturas. […] Alguna vez, en horas de tormenta, cuando el rayo hiende las rocas, aúlla el viento y se desatan las cataratas de lluvia sobre las alturas, Wata-Wara había profanado su misterio, para expulsar a sus bestias refugiadas en el pavoroso antro; y aunque nunca había visto ni oído lo que otros juraban ver y oír, no se atrevía, sólo por capricho o curiosidad, a provocar el enojo de los yatiris (adivinos) poniendo planta insolente en sus dominios. (ALCIDES ARGUEDAS, 1919, p.06, 09) Fue periodista, parlamentario y ministro, pero como escritor tuvo su nombre reconocido y valorado fuera de las fronteras andinas. Toda la obra de Arguedas se refiere a la realidad boliviana, parte de la observación de hechos del ambiente, como la guerra del Pacífico, las luchas políticas, la vida sufrida que vivían los indios del Altiplano y su comunidad; su prosa es flexible, rebuscada, tiene vigor espontáneo y movimiento poético. 83 Su novela Vida Criolla, es en efecto la novela de la ciudad. En ella ha descrito y censurado las costumbres de la ciudad de La Paz. Hace un análisis de las andanzas mundanas de los nuevos ricos paceños, intentando mostrar una trama caricaturada, la improvisación política y cultural de una sociedad hipócrita y villana de una pequeña ciudad, a inicio del siglo; junto el paisaje es descripto con mucha fidelidad y expresión. Julio César Valdés, en el prólogo de la segunda edición, escribe “este libro alza el velo rosado con que nuestra fantasía cubre las llagas que corroen el cuerpo social”. Jaime Mendoza (1874 – 1939), una de las personalidades más interesantes de la cultura boliviana, médico, poeta, narrador y catedrático, fue declarado Maestro de la Juventud por los estudiantes bolivianos. Autor de En las tierras de Potosí, novela (1911); Páginas Bárbaras, novela (1914); Los malos pensamientos, novela (1916); Memorias de un estudiante, que contienen tres cuentos: Una historia clínica, Los amores de un joven cándido y Los estudiantes. Mendoza siempre escribió sobre la base de sus vivencias y observaciones personales, pues recorrió gran parte del territorio andino. Dos inmensidades extrañas, grandiosas, imponentes, aunque monótonas, como todo lo que es desmesuradamente grande y uniforme… […] La una es el imperio de la piedra; la otra, el imperio del árbol. […] pero dentro de su ser brotaba algo como un himno salvaje. Sentíase ligado al árbol con quien había hecho vida común durante largos años, como el minero se siente lugado al agujero sombría que ha hablado y donde acaso encontrará la muerte. (JAIME MENDOZA, 1914, p. 5, 6, 133.) La problemática del obrero de la mina refleja literariamente una realidad social digna de la mayor atención. Ya hemos dicho, que las condiciones de vida eran lamentables e injustas; no había sistemas para evitar los accidentes de trabajo ni para el oportuno tratamiento de enfermedades. Muchos, para sobrevivir, tenían que dedicarse al rescate de minerales robados; el alcoholismo, la baja remuneración, y la pobreza ilustraban la realidad de las minas. Mendoza, en sus obras, denuncia y previene; se duele de la situación y exterioriza preocupación y solidaridad; su realismo en la forma de escribir, le hace actuar como un testigo con gran sensibilidad social, que presta una descripción ajustada a la verdad. La obra maestra de Jaime Mendoza es su novela En las tierras del Potosí (1911), que fue editada en Barcelona, con un prólogo de Arguedas. Mendoza analiza el hombre y el paisaje de la mina de un realismo muy intenso, abajo demuestra la reacción de una señora que pierde a su marido en un supuesto accidente en la mina: 84 En torno al muerto se arremolinaba una aglomeración de gentes mugrientas y embriagadas. Un olor nauseabundo de alientos alcohólicos y de hacinamiento humano infestaba el aire. Una mujer borracha y harapienta, parada junto al cadáver, aullaba desaforadamente. Recordaba, entre pausas y sollozos, las obras y palabras del que había muerto, su buen carácter, sus maneras, su alegría en las jaranas. Contaba diversas anécdotas referentes a él. Luego tachábale de ingrato, dirigíale tiernos ruegos o reproches por haberse muerto, y, en suma, decía tales cosas, que en poco estuvo que el doctor se pusiese a reír ante aquella trágica y grotesca escena. (JAIME MENDOZA, p.203.) Su publicación le da a Mendoza una notoriedad inmediata, lo aproxima, incluso, a Rubén Darío, que al leer la obra le pide que escriba en su revista Mundial, que se publicaba en París – esto sólo sirve para medir la importancia de Mendoza –. Es la década en que el modernismo hispanoamericano deja de cultivar el arte por el arte y busca expresar verdad además de belleza; este nuevo énfasis se revela sobre todo en la novela. Verdad y belleza se funden en el propósito común de describir la realidad viviente del hombre americano. Los narradores observan con indignidad las injusticias que ocurren en su país, la situación había llegado a extremos intolerables, el indio sometido a una cruel servidumbre. El había hablado al indio, solitario morador de esa agria región. Había sido cruel con él. Le había azotado sin tregua y sin piedad. Pero también le había enseñado a ser sufrido, porfiado, fuerte y bravo…Había sido el eterno perturbador de aquel silencio de piedra. (JAIME MENDOZA, 1911, p.314) Todos estos aspectos eran elementos que deberían estar presentes en la obra en un sentido de denuncia. Así, en este período, se percibe un constante interés por combinar los factores raciales y geográficos y por descubrir el carácter intrínseco del bolivianismo (preocupación de índole socio geográfica). Guillermo Francovich 68 en su libro La filosofía en Bolivia define esa tendencia a la cual pertenece Jaime Mendoza, que es la mística de la tierra: La tierra, el paisaje, lo telúrico tienen una especie de espíritu que actúan sobre el hombre creando formas de vidas individuales y sociales, dando nacimiento a tipos culturales con fisionomía tan propia como los ambientes que las han producido. (FRANCOVICH, 1945. p. 155 – 156) 68 Catedrático de Filosofía y Derecho, diplomático que ejerció varias funciones en Brasil, Argentina y Paraguay. Ha contribuido a difundir extensamente los valores culturales del país en el extranjero, a la vez que a clarificar su pensamiento, resalta el papel de las raíces culturales y propone que éstas fueran el fundamento original para propender a una universalidad necesaria. Obras principales: Supay (1939), Pachamama (1942), La filosofía en Bolivia (1945), El pensamiento universitario de Charcas (1948), El pensamiento boliviano en el siglo XX (1956). 85 Según Mendoza, el macizo andino es factor decisivo en la constitución de la raza boliviana. La naturaleza ávida y hostil del altiplano ha pulido el temperamento indígena; el indio estoico, austero e inteligente lucha por la vida, aunque no consiga todo, pero tiene el tino de luchar siempre. Mendoza (1914) busca la raíz del nacionalismo boliviano en el indio. Nos dice: “El macizo modeló también las almas (...). El alma boliviana existe. Ella es el alma de la raza, el alma territorial. Y ella está en el indio”. Lo que escribe Mendoza muestra su vocación, en ellos vibran el hombre y el paisaje de Bolivia con un realismo estremecedor. En sus obras En las tierras del Potosí (1911), y Páginas Bárbaras (1914), se proyectan dos ambientes bolivianos diferentes – la mina y la selva. En varias ocasiones Mendoza describe el aspecto físico de los hombres mineros. En su mayoría son hombres agotados por el trabajo, desnutridos y mal vestidos, sin mínimas condiciones (física, psicológica y social) para el trabajo. Nos muestra una sociedad pobre que grita y pide por socorro: Veíanse mineros de faz lívida y manchada de zonas de mugre, de ojos enrojecidos, de aire estúpido y decaído; unos embozados en sus bufandas y calzados de gruesas medias y cueros fruncidos y acomodados a los pies y piernas por medio de apretadas y cortantes correas; otros sin ninguno de estos adminículos, teniendo únicamente el harapo por blusa y otro harapo por pantalón. (JAIME MENDOZA, 1911, p.110) Los obreros de la mina están descriptos en su realidad cotidiana, Mendoza con el sentido de denuncia y protesta los observa (a los personajes y el cotidiano), y describe al ambiente, la cantidad exhaustiva de horas de trabajo y sus consecuencias: Sus alojamientos son cuevas; sus vestidos, harapos; su alimento inmundicias. Trabajan doce, veinticuatro y treinta y seis horas seguidas. Y como trabajan en pésimas condiciones, su trabajo es deficiente [...] Rarísima vez llegan a la vejez [...]. En sus horas de descanso no hacen sino seguir sufriendo. No tienen ninguna diversión, pues no se puede decir que las juergas a que se entregan son una diversión. (JAIME MENDOZA, 1911, p. 106-107) En esta época, el hombre minero era huérfano de protección legal. Decir que hemos entrado en el siglo XXI y las cosas no han cambiado demasiado. El Derecho laboral indianista ̶ en aquel tiempo en Bolivia ̶ era casi inexistente: no habían leyes sociales que protegiesen la vida y el trabajo del minero. Actualmente, en Bolivia, ya hay el seguro de 86 accidentes, verdaderamente el minero trabajaba en condiciones suicidas y muchos han sido víctimas de los derrumbes o mal uso de la dinamita. Para este tipo de avance, la protesta y la denuncia de la narrativa realista ha sido muy importante para toda la sociedad boliviana. Otro rasgo del realismo, lo telúrico, tiene lugar en un escenario extraordinario, el suelo boliviano. En su novela En las tierras del Potosí, el contraste entre el paisaje de la montaña con el colorido de la selva tropical, en Páginas Bárbaras, es inmenso. El viento, como elemento de lo telúrico, en En las tierras del Potosí tiene una fuerza sobrenatural; es parte integrante de la vida de la mina, participa de los lamentos y alegrías del indio – siendo muchas veces su único compañero –, es una fuerza telúrica que pule su temple. Mendoza demuestra todo su talento en el arte de escribir: El viento silbaba entre los pajonales de las alturas de Karakara, formaba a la distancia remolinos de polvo que se levantaban en grandes espirales blanquecinas, azotaba las peñas solitarias... chasqueaba entre las aristas de las rocas, metíase lúgubremente entre sus hendiduras produciendo fúnebres aullidos, resbalaba sobre las aterciopeladas praderas, y se perdía bramando, y volvía a aparecer, y subía y bajaba, y se retorcía, y gritaba incansable, potente, frío, insistente, siempre movible y siempre tenaz, como si fuese el único señor despótico de aquella agria región. (JAIME MENDOZA, 1911, p. 16) En la primera novela tenemos la melancolía del altiplano, con animales como la llama, burros y mulas; del viento adviene la única melodía que se escucha en toda la meseta; ya en la segunda tenemos música del bosque, selva tropical con animales propios como monos, caimanes, serpientes y pájaros. De lo actual es importante destacar algunos autores o nuevos narradores – de este período, que se han formado en la sociedad boliviana: Adolfo Cáceres Romero que en 1967 publicó un libro de cuentos conjuntamente con Renato Prada. En la obra Escritores Andinos: la mina, lo telúrico y lo social (1987), Romero publica su “COPAGIRA: cuentos marginales. El vocablo copagira quiere decir del agua mezclada con polvos minerales que se encuentra en los socavones. Trata de un campamento minero, el ambiente es hostil, y por su localización este campamento más se parece a una cárcel. El ambiente es un escenario de mineros en huelga, donde el patrón impone su fuerza en vista de un orden social: La nieve y las nubes se confunden en la cima, desde donde parecen rodar el viento y la tarde en sombras. Los picos – dormidos – aprisionan al campamento minero que se halla casi desierto. […] Y la huelga continúa, sin nada más que alcohol y coca, en pulperías vacías, en vales y más vales para el cantinero. ¡Qué quieres! ¡Andate! ¡Te digo que te vayas! ¡Carajo andate! 87 […] El viento aulla en los ahuecados socavones, en las manos que ahora empuñan armas, alcohol y rabia. (CÁCERES ROMERO, 1987, p. 69 – 76) En Copagira, diferentemente de otros cuentos mineros, el hombre es explotado por el propio hombre criollo y no como en la narrativa de Adolfo Costa, que este mismo minero es devorado por la montaña, deidades y la mina. En la literatura boliviana el viento siempre está presente en una u otra dimensión y Cáceres Romero, en el cuento EL QHARISIRI, lo describe con un tinte especial de la cuentística: Sabasta, la imilla de los ojos dulces, vestida de negro, salió de su casa. La callejuela, enlodada, le retenía las pisadas con pegajoso abrazo. Las gotas de lluvia taladraban su rebozo. Su cuerpo se apretó dentro de las telas raídas de su vestimenta. Un vientecillo helado soplaba los maizales que se agitaban en busca del abrigo de los molles. El cielo lloraba sobre sus pisadas, y, ella, con sus dulces ojos mojados, también lloraba. (CÁCERES ROMERO, 1965, p.97) Pedro Shimose, poeta ganador del Premio de Poesía, en 1972 de la Casa de las Américas de La Habana; Fernando Medina Ferrada, vencedor del Premio de Cuento 1972 de la Casa de las Américas; René Poppe, César Verduguez también merecen nombrarlos en la narrativa. El año de 1969 ha sido un año de arranque de la nueva narrativa boliviana, cuando fueron publicados varios libros. Renato Prada, publicó en1937 su novela Los fundadores del alba, y logró ganar dos premios con esa obra: Casa de las Américas de La Habana y Erich Guttentag en La Paz, respectivamente. Ese mismo año publicó también dos volúmenes de cuentos: Ya nadie espera al hombre y Al borde del silencio. Pero, la obra Los fundadores del alba, fue la que lo consagró como uno de los principales jóvenes narradores bolivianos. Sobre la novela se puede decir que en Bolivia ha despertado interés inusitado, ya salía de las prensas con el prestigio anticipado que suelen otorgar los certámenes literarios a las obras aún inéditas, pues había recibido el Premio de Novela 1969, de La Habana. La obra Los fundadores del alba fue inspirada en un episodio de la guerrilla de 1967, está dividida en cuatro partes: Proemio (serían dos relatos), Primera Parte (constan seis relatos), Segunda Parte (catorce relatos) y el Epílogo. 88 El sargento con la cara roja y mojada de sudor, como el sapo congestionado por el esfuerzo, gritando y disparando. Las piedras organizando su impedimento a nuestro avance. Mentando la madre de los bandoleros, todos gritando. […] Un colibrí se detuvo frente a Javier por un momento, paralizando en el aire un resumen del arco iris. Al fondo, en segundo plano, la muchacha se paró en la playa. Al reparar en la presencia el colibrí desaparece en un vuelo de avispa. […] El joven sintió que la muchacha le miraba. Se estremeció de vergüenza. Pero no podía ser a él quien viera ya que siguió recorriendo los ojos por toda la orilla y luego, le dio la espalda para ver al otro lado. (PRADA, p.71 - 76) Ya hace mucho que los autores trasponen la frontera cosechando elogios, y sobre todo haciendo conocer al hombre boliviano y a sus dos imperios: el de la piedra y el del árbol. De lo actual nombramos a Raúl Botelho Gosálvez, que nació en La Paz-Bolivia el 11 de abril de 1917, en pleno corazón andino. Inició su formación académica el los Colegios Jesuita San Calixto y Nacional Ayacucho. Es Diplomático de carrera, pero también actuó como periodista y profesor. Posee licenciatura en Derecho, especializado en Derecho Internacional, por la Universidad Mayor de San Andrés. Con una formación intelectual sólida, funcionario de carrera de la Diplomacia Boliviana, fue invitado al servicio diplomático de su país en 1938, ya con 21 años. En 1937, cuando tenía 20 años, fue nombrado Subdirector General de Propaganda. Más tarde asumió la función de Director de los Departamentos, Cooperación Intelectual, Departamento Político, Diplomático de Límites, Biblioteca y UNESCO. Ha ocupado importantes funciones públicas hasta alcanzar el rango de Canciller de la República y Presidente Interino de Bolivia durante el tránsito entre los regímenes militares y el retorno a la democracia representativa. En la carrera de periodista es conocido en todo el continente, dirigió la Revista Kollasuyo. Pasó algún tiempo en Montevideo, Uruguay, siendo redactor de El País y editorialista internacional de El Plata. Posteriormente fue miembro del Consejo Consultivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Embajador de Bolivia ante el Gobierno del Paraguay. Botelho Gosálvez está consagrado por la crítica nacional y extranjera como uno de los escritores más representativos de la cultura boliviana y, por excelencia, en el género narrativo. Raúl Botelho en el cuento Con la muerte a cuestas describe el paisaje altiplánico hasta la llegada a Sarani, de la región de Los Yungas, La propiedad se hallaba en el valle de Zongo, región bellísima y salvaje, abundante en bosques, donde se llega desde La Paz cruzando por una mala carretera el espinazo de los Andes, a la altura del Hayna Postosí, titánico 89 eslabón de aquella cadena de montañas con nieves eternas que se tiene por el dorso noroeste del altiplano paceño. La carretera sólo llegaba hasta Sarani, de ahí había que seguir por camino de herradura. (BOTELHO GOSÁLVEZ, 1987, p. 46.) Los Yungas que quiere decir valle cálido, es un camino por valles encajonado desde Negruni, Warawarani (5390m), Chorroplaya (4090m), pasando por el valle Sarani (4520m), que prosigue hasta Jiska Cocoyo, población y región minera de Bolivia. Figura 14: El valle Sarani y región minera Fuente: Disponible en: < http://www.bolivian-mountains.org/fotospag/.JPG > Acceso en: 30 mayo 2010 Maestro en el arte de escribir ha publicado numerosos libros de novelas, cuentos, teatro, ensayos, historia internacional y geopolítica – de manera peculiar, de alto nivel, que en el año de 1961 - a los 44 años - recibió el Primer Premio Nacional de Teatro, con la obra La Lanza Capitana, publicada años más tarde (en 1967), dedicada a su hijo Raúl Rodolfo. Año 1781 en la ciudad de Nuestra Señora de La Paz, Alto Perú, sitiada por el ejército de Tupaj Katari, caudillo indio rebelado contra las autoridades coloniales de España. […] Al fondo, entre grises y atormentados barrancos, se alza el Illimani cubierto de nieves eternas. Es mediodía y la luz andina se expande en el cielo de cobalto. Soldados españoles y voluntarios criollos parapetados, disparan ocasionalmente sus armas hacia supuestas posiciones enemigas que hay al otro lado del foro. 90 Escena I Soldado Español 1º– ¡Son obstinados estos indios! Se multiplican como las piedras. Su furia crece a medida en que, como a podridas gavillas, los arrasa la guadaña de nuestras balas. […] Soldado Español 1º– Tanto monta, Godines; si hemos de morir en manos de los indios, que sea peleando. ¡Qué nunca digan estos infieles que hubo un español cobarde! Soldado Español 2º– ¡Eterna jactancia española! ¿No te das cuenta de que la sumisión del indio está casi destruida? […] Voluntario Criollo – Pero los indios no se mueven ni avanzan falanges de montañas, ellos son como las montañas, inmóviles. En torno a sus hogueras entornan cantos de guerra. Se embriagan con chica. Danzan. (BOTELHO GOSÁLVEZ, 1967, p. 15-19) Narra la belleza del Illimani, el “águila dorada”, habla de la abundancia del cobalto, región rica en minería, del confronto entre españoles y andinos, conceptúan a los indios como montañas, tal vez no sólo a su inmovilidad, quizás en grandeza y significado. Destaca en este apartado la costumbre y alegría de ser kolla. Cuando el escritor tenía sus 19 años, escribió la obra Borrachera Verde, novela que actualmente está en la 21ª edición, con la cual mereció el Primer Premio Nacional de Literatura en el Concurso convocado en ese tiempo por la prestigiosa Entidad Paceña Amigos de la Ciudad. Como escritor Botelho Gosálvez está considerado como novelista representativo de la Generación posterior a la Guerra del Chaco 69, una vez que sus obras 69 La guerra del Chaco fue la más grande y más sangrienta que se libró en América durante el siglo XX. Durante tres años, 250.000 soldados bolivianos y 150.000 paraguayos se enfrentaron en los cañadones chaqueños. La guerra se libró desde 1932 hasta 1935 entre Bolivia y Paraguay por el control de la región del Chaco Boreal; pese a su aridez y escasa población, el control de la misma motivó la contienda por el valor estratégico del río Paraguay, que la limita al oriente. El dominio del río abriría la puerta al océano Atlántico al país que dispusiese de él, una ventaja crucial para los únicos dos países no costeros de Sudamérica y una cuestión nacional para Bolivia, que había perdido el acceso al océano Pacífico en la llamada guerra del Pacífico de 1879. El descubrimiento de yacimientos petrolíferos en la precordillera andina alimentaba además la hipótesis paraguaya, urgida de salir de su debacle económico y su debilidad como Estado, de que el Chaco albergaría también reservas explotables. El área que fue disputada entre Bolivia y Paraguay en el Chaco Boreal poseía una extensión de aproximadamente 455.000 km²; la misma hasta fines de la década de los 1930s había permanecido en su mayoría casi despoblada y sin explorar. Está rodeada por el Río Pilcomayo y la Argentina al sur, y por el río Paraguay y la región fértil del centro de Paraguay al este. En el oeste, el Chaco está rodeado por la tierra baja de los Andes de Bolivia y al norte por las regiones selváticas del Brasil y Bolivia. Hubo muchas narrativas con este tema de la Guerra del Chaco, por ejemplo, la obra de Oswaldo Arana La novela de la guerra del Chaco: Bolivia y Paraguay, publicado en 1974. De acuerdo con Edmundo Paz Soldán apud Trinidad Barrera (2008): La Guerra del Chaco (1932-35) entre y Paraguay terminó por resquebrajar el orden social del modelo oligárquico. La generación de intelectuales que luchó en el Chaco y sufrió la derrota tomó conciencia de la necesidad de cambiar las estructuras del país. Se formaron nuevos partidos políticos notablemente el MNR; el país vivió un período de caos que desembocó en la Revolución de 1952. Víctor Paz Estensoro, el líder del MNR, sería el hombre encargado de sentar las directrices del nuevo país: reforma agraria, derecho al voto para el indígena y la mujer, nacionalización de las minas, estatización de la economía. Si bien algunos de estos cambios no se llevaron a cabo a fondo, lo cual ha hecho que algunos críticos señalaron que la del 52 fue más bien una revolución conservadora, fueron lo 91 revelan al hombre, al paisaje boliviano, las creencias, las contradicciones sociales y el dramático aislamiento de Bolivia al Pacífico. Tras la ocupación de Antofagasta, las fuerzas chilenas a mando del coronel Emilio Sotomayor se desplazaron hacia Mejillones y Caracoles, y prosiguieron su acción hacia el norte ocupando Cobija y Tocopilla. Las tropas ocupantes de Caracoles enviaron varios batallones hacia Calama […] Bolivia envió al Perú al Ministro Serapio Reyes Ortiz para que invocase el “casus foederis” del Tratado de Alianza defensiva de 1873 y así comenzó la guerra del Pacífico, la guerra por la conquista del salitre de Atacama y Tarapacá, fomentada por empresarios sin escrúpulos, políticos concesionarios y la presión de la oligarquía chilena ávida de ganancias a lograrse con la sangre del “roto”, siempre marginado de una sociedad egoísta, y del “huaso” enfeudado a los latifundistas, apegados a la tradición de los encomenderos coloniales.[…] Definida la guerra con la victoria de Chile, Bolivia quedó encerrada en su territorio, dependiendo, para su comercio exterior de rutas que le eran económicamente adversas. (BOTELHO GOSÁLVEZ, Breve Historia del Litoral Boliviano, 1998, p. 56-59.) Aunque por motivos profesionales tuvo que alejarse de su patria, desempeñando importantes cargos en la Diplomacia Boliviana, fue un boliviano raigal donde estuviese. Escribió La revancha y otros cuentos, y entre éstos hay El ceramista ciego, comienza narrando que hay al norte del lago Titicaca – en el camino del Cuzco, un pueblo llamado Pucará – de muchos artesanos dedicados por la secular tradición a la cerámica: Desde su lejano pueblo, encuevado en una salvaje rinconada de los Andes de Bolivia, donde el poderoso Illampu empotró sus inmensas patas de bello monstruo geológico, un día vino a Pucará el joven aymara Martín Tintaya. Llegó directamente al taller del maestro Mateo Quispe trayendo una muestra de su trabajo de modelador empírico, consciente de que su futuro estaba en la cerámica, pues ya algunas pequeñas piezas las había vendido en la Feria de Alacitas de La Paz. Lo que trajo era un toro, modelado con greda tan fina como el caolín para la porcelana. (BOTELHO GÓSALVEZ, La revancha y otros cuentos, 1987, p. 24) Continúa narrando en La revancha y otros cuentos, el cotidiano del pueblo andino, hablando desde los tiempos remotos del Kollasuyo, además de las leyendas del oso jucumari, que no era sino que el gran jefe aymara: –En Zongo conocí a un tal Pepe Bernardas. Era un cholo medio letrado, camorrista, hablador y farrista a más no poder… [..] Contaba que el oso suficientemente importantes para crear las base de nueva sociedad. (EDMUNDO PAZ SOLDÁN apud TRINIDAD BARRERA, 2008, p. 403) 92 jucumari era su amigo. Le conversaba en castellano afirmándole que tenía cuatro siglos y, en realidad, no era oso, sino un gran jefe aymára, encantado por unos laikkas quechuas, venidos con los invasores del Kollasuyo. Aseguraba que el gran Condor Mallku, dueño de estas, era un Inca más poderoso que Pachamama con la diosa Pajsi, la luna, sobre la maldad de los hombres y sus pecados y la destrucción que les esperaba en el próximo fin del mundo… (BOTELHO GOSÁLVEZ, 1987, p. 117) Botelho Gosálvez murió en 09 de mayo del 2004. Pero aún muerto este trae a Cervantes a La Paz, a través de una novela póstuma. El corregidor Miguel de Cervantes en La Paz es el título de su novela póstuma que fue presentada en el salón de actos de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia. 5.2 La narrativa minera de Los Andes: realismo y protesta social del hombre ando-boliviano La colonización del Kollasuyo por parte española se ha vuelto más intensa a comienzo del siglo XVI cuando se descubrieron grandes minas de plata y oro, como Potosí, en el Rio Chuquiapu y al norte de La Paz (Tipuani). La riqueza de esta región trajo a muchos españoles, y con la ayuda de los campesinos, han conseguido cruzar la cordillera por los caminos incaicos. Sobre esto hay que apuntar desde la colonia, la gente autóctona tenía gran pavor de llegar a convertirse en minero. Hay que ratificar que en el imperio inca los hombres eran fundamentalmente agricultores, pero la situación de opresión los convirtió, compulsivamente, en mineros y los resultados fueron desastrosos. Bajo este contexto la narrativa minera es un tema que siempre tuvo gran repercusión en toda Bolivia. Ella se caracteriza por la presentación de una protesta objetiva de las condiciones de vida y trabajo del minero boliviano. Hay que tomar en cuenta el año que dicha literatura ha comenzado a ser escrita, en el período del realismo en la literatura boliviana, que ha surgido, como ya hemos dicho antes, a principios del siglo pasado. En las tierras del Potosí 70 (1911), de Jaime Mendoza, novela con ojo realista, que apunta al drama minero en las minas de Bolivia, es la obra marco de este tipo de narrativa. Las mujeres, que también trabajaban en la mina, comparten esa miseria. En contraste los niños, aunque hambrientos y con frío, ríen a veces contentos. Además de mostrar 70 Hay un comentario a respecto de esta obra en las páginas 83. 93 de mostrar su vivienda y su sufrimiento físico, demuestra su condición moral. No hay planificación de mejorar las condiciones de salarios, víctimas de la ganancia del opresor, son inducidos a hacer también malas cosas, como beber y también a robar: Una de ellas de ellas se podía tener apenas… Su niño, como de un año, bien sujeto a la espalda de su madre, dormía profundamente. Su diminuta cabeza, enfundada en un gorrito sucio, se mecía también sobre el cuello, siguiendo los movimientos de la beoda… La otra mujer cantaba y zapateaba, mientras su criatura acomodada también en la espalda, no daba muestra de inquietud. (JAIME MENDOZA, 1911, p. 99 – 100) La narrativa minera que se caracteriza, entre otros aspectos, por la presentación de una protesta objetiva de las condiciones de vida del minero, dispone de novelistas como el propio Jaime Mendoza, Céspedes, Guillén y otros, que caracterizan la vivienda minera como espacio reducido, generalmente con una sola pieza, que sirve de todo: cocina, comedor y habitación para familias enteras. Estas viviendas carecen de condiciones de higiene, cuando llueve en el piso se convierte en un barrizal y cuando ventea el viento pasa por las innumerables rendijas. En este ambiente se encuentran los mineros luchando contra la muerte, la familia minera sobrevive una serie de condiciones que atentan contra su salud y su vida. En la narrativa boliviana los mineros son campesinos que han dejado el agro llevados por la codicia, la ambición y el deseo de ganar más, en poco tiempo, suficiente dinero para comprar un terreno para plantar y cosechar. Pero, la narrativa muestra la realidad que viene a ocurrir: pasan su vida perdiendo su identidad en las galerías de las minas, cuando no caen en manos represoras, o las tormentas de Los Andes, caen en accidentes, generalmente, en derrumbes. La novela minera que es extensión de la narrativa indigenista también es triste, trae temas de tragedias, dolor, alcoholismo, soledad, violencia, accidentes, explotación, hambre, enfermedades, amor, odio, venganza, etc. Tengo trece años.¡Ya soy todo un hombre! Igual que mi padre, uso zapatos de minero y tengo un pequeño barreno para perforar la roca. Aquí en el pueblo, vivimos siempre ansiosos durante el día, porque sólo al caer la tarde, cuando los horizontes montuosos se llenan de sangre por los reflejos del sol y las primeras sombras se extienden por entre las callejas, regresa papá con el ceño fruncido y el rostro cansado. Me da mucha pena al verlo así, tan transformado.[…] (MILLAN MAURI, apud PASTOR POOPE, 1995, 135) Los autores condenan, protestan y denuncian sin excepción, la explotación del hombre andino, unos con tono más agresivo, como Oscar Soria, Néstor Taboada Terán, 94 Walter Montenegro; otros con vehemencia como Fernando Ramírez, Augusto Céspedes, Alfredo Guillén Pinto, René Poppe y Luís Heredia. El bronco alarido del pito de Velarde taladraba la noche indicando las veintitrés, hora en que la mina abre sus fauces para vomitar los detritus humanos de su entraña de basalto, y deglutirse un nuevo racimo de angustia. La “punta de noche” ascendía ya por las faldas pardas del Sumac Orcko jabonado de lluvia. Resbalaban los pesados zapatones claveteados en la roja corteza de estaño, mientras el pito alongaba sus aullidos. […] (LUIS HEREDIA apud PASTOR POOPE, 1995, p.124) Navarro pareció vacilar un instante. Se dio vuelta para mirar a los demás. Su vista recorrió lentamente el panorama tormentoso de aquellos rostros cetrinos, de aquellas bocas tensas, muchas de ellas marcadas con el verde ribete de la coca. Había una afirmación categórica en los ojos fijos, en los labios apretados, en el gesto en que el rencor parecía brotar como un árbol de espinas clavadas en la carne anémica, en los pulmones saturados de venenosos polvos minerales, en la piel sucia y áspera. (WALTER MONTENEGRO apud PASTOR POOPE, 1995, p.156) Los escritores denuncian también el abuso cometido contra las mujeres, especialmente Mendoza y Ramírez, revelan indignaciones provocando sentimientos similares en el lector. Otras veces protestan contra el cholo, que bajo la máscara de capataz explota a todos y seduce a las mujeres. Usan un lenguaje claro y tal vez propio, muchas veces hay un tono poético, anhelos mineros mezclados con tragedia y muerte. Además exhiben un paisaje con añoranza: La bruma se había disipado. Me detuve para respirar. Paisaje estupendo. Un extenso valle, limitado apenas por una línea azulada de cerros, matizado de cien verdes distintos, tachonábase de puntitos negros y blancos cual cabezas de alfiler: los rebaños… Silencio conmovedor. La hacienda, allí muy abajo diminuta y humilde, parecía, al pie del Yana-Lique, una viñeta pegada al final de un inmenso infolio. (COSTA DU RELS apud PASTOR POOPE, 1995, p. 72) La huelga es otro aspecto abordado en la narrativa minera, pero el enfoque varía de un escritor a otro, y la termología empleada hasta 1940 difiere también “asamblea extraordinaria”. Hay huelga. Y la huelga, de veinte días, se arrastra con tedio, angustia y hambre. Por todos lados los vigías ven movimientos de tropas que no se concretan. […] El viento aulla en los ahuecados socavones, en las manos que ahora empuñan armas, alcohol y rabia. La negativa de los patrones es 95 rotunda: no hay reposición de salarios. Y sin embargo las minas son nuestras […] ellos, los huelguistas, son del pueblo, sin esperanzas. Y la huelga continúa, sin nada más que vales para el cantinero. (CÁCERES ROMERO, apud PASTOR POPPE, 1995, p.54) En El precio del estaño, de Néstor Taboada, los mineros salen en manifestación, primero pacífica, las mujeres mineras encabezan la marcha, pero la huelga acaba en masacre. Después que los dirigentes sindicales se dirigen a La Paz, pidiendo sus reivindicaciones al gobierno, son cogidos por órdenes contundentes, se desata una gran violencia, muriendo niños y mujeres que encabezaban la manifestación. El aspecto mitológico es algo inherente a la literatura andina. El minero así como el hombre andino, es muy supersticioso. Además en las condiciones que viven, mal pagados, mal dormido, alcoholizado y muchas veces enfermo, ya posee rasgos de fatalista, crea fetiches con intención que lo protejan. Entre las creencias se destacan - la mujer en la mina es de mal agüero, hace que las vetas desaparezcan, se observa esto en el cuento Mina, de Hugo Blyn: “ ̶ ¡Por Dios Ana Rosa! ¿qué has hecho?, no solamente por el peligro que corriste, sino porque al socavón, jamás puede entrar una mujer.” (BLYN apud PASTOR POPPE, 1995, p. 45). La madre tierra (en su lengua le dicen “La Ahuicha”) que castiga al que osa desflorarla y da como castigo la muerte; el Cucho (para apaciguarla) que es la ofrenda a la madre tierra y, sobre todo el tío: – Estuve anoche a cumplir la dobla; pero aquí mismito se me presentó el Tío y para qué te cuento nada… – Pretextos. ¿Sabes lo que es el Tío? […] En su magín empero, el hombre iba recapitulando el encuentro diabólico y el miedo le invadía hasta estremecerlo produciendo una honda huella en la frente. –¿Era el Tío, no es cierto? balbuceó el laborero, muy quedamente, en un murmullo. Como en señal de acatamiento todos inclinaron la cabeza. Silvestre Apaza atinó a coger su morral donde llevaba su merienda y extrajo una botella de que contenía alcohol, profiriendo algo como una invocación con extremada fe, roció las rocas y pasó la botella a los demás compañeros que cumplieron igual rito. Después vino el reparto de la coca que la recibieron en ambas manos […]. No había que provocar al Tío en sus propios dominios, en la oscuridad copagirosa de los socavones […] (ADOLFO DE LA QUINTANA apud PASTOR POPPE, 1995, p.189 – 191) El tío es un ser mitológico que a veces es bueno y magnánimo, otras es cruel y propicia la muerte. Los mineros lo esculpen en roca o lo forman en barro. Le hacen ofrendas, 96 le dejan alcohol, coca, cigarrillos, lo envuelven con serpentinas; ritualmente, también, le hacen reverencias, lo quieren, lo respetan y lo temen. Preparó su lámpara a carburo encaminándose a la bocamina en que silenciosos, quién sabe abatidos, unos cuatro obreros estaban acullicando dando cumplimiento así, al imperativo rito de que antes de la labor hay que brindar a la Pachamama. (ADOLFO DE LA QUINTANA apud PASTOR POPPE, 1995, p.188) Alfredo Guillén Pinto en su novela Mina, describe al Tío de la siguiente manera: La otra de las temidas criaturas fantásticas es el tío. Mefistófeles, según unos. Espíritu maligno y burlón, diestro en jugarretas pérfidas, según otros, el Tío es el minero legendario. El que un día, y para siempre, se perdió en la maraña de los caminos subterráneos. Condenado en cuerpo y alma, errabundo, sin descanso. (GUILLÉN PINTO, 1953, p.32) Dar un enfoque a la narrativa minera de Bolivia es de mucha importancia, pues viene al encuentro con uno de nuestros objetivos de la presente Investigación, que es comprender en hombre ando-boliviano, su realidad social, sus angustias, creencias y mitos en la narrativa. El tema ha sido abordado por muchos escritores, añadimos la relación de los principales, por año de publicación y dejamos la idea de un interés por un próximo estudio: Novelas: En las tierras del Potosí (1911), Aluvión de fuego (1935), Los eternos vagabundos (1939), Metal del diablo (1946), Socavones de Angustia (1947), Mina (1953), Canchamina ( 1956), El precio del estaño (1969), Soroche (1970), Los Andes no creen en Dios (1973), El signo escalonado (1974). Cuentos: Plata del diablo (1930), Grito de piedra: cuentos mineros (1954), Masacre (1947), Aisa (1966), El Cristo del Socavón (1963) Tempestad en la cordillera (1968), El minero y otros relatos (1968), Rescoldos de angustia: relatos (1970), Koya Loco (1973), La Khola (1975), Copagira (1974), Golpe cinco (1983). 97 5.3 Fiestas, ceremonias y mitos en la actualidad En este apartado se mostrará que los antiguos siempre han dicho de la costumbre de que los comunarios deben tener, sea venerando a las deidades de los Andes, sea haciendo ofrendas a la Pacha Mama, de modo que los rituales no se desplieguen de las costumbres del hombre andino. Sigue un relato de una mujer andina llamada Catalina Kuyabre, con aproximadamente 70 años, que vive en la Provincia de Camacho (La Paz): “Sobre Ofrendas y autoridades Relata Catalina Kuyabre, de la Provincia de Camacho, ya nos decía “Hay que servir [venerar] a la tierra. Siempre es necesario hacerle ofrendas, también hoy [destaque mío]. Ahora los que tienen cargos ya no se acuerdan. Al Qhapac, al Jik’i, al Ch’illuni, a todas nuestras cumbres, a todos hay que hacerles ofrendas, hay que ir con platos. Ahora no hay y esos lugares lloran de hambre. Por eso no conocemos nada: ni la lluvia llega como antes ni las cosechas son como antes. En eso consiste cumplir el cargo de oficiante: Carga sus dos alforjas. Tiene el poncho bien lleno de color. Su pañuelo, echado al hombro. Lleva ch’ulu, tiene sombrero nuevo. El hombre anda así con altivez, llevando su bastón de mando con el chicote cruzado al pecho. Nosotros, los de Escoma éramos doce (comunidades); los de Jilatha eran también doce: Veinticuatro nos juntábamos entre Jilatha y Machasku. Las mujeres brindaban sentadas en el suelo. Los tari se juntaban más de cien, todos bien doblados. Ahora eso se ha perdido. Ya no existe. Así no más, con descuido se brinda. Ahora los que cumplen cargo ya sólo se comportan sólo como un chico y una chica de enamorados. (ALBÓ XAVIER, 1992, p. 103) 5.3 .1 (Pero) El mito revive en la actualidad “Evo Morales arriba a Tiahuanaco para ceremonia ancestral” Se ha dicho en el capítulo 2 s o b r e l o s F u n d a m e n t o s T e ó r i c o s d e l C o m p o n e n t e M í t i c o e n l a L i t e r a t u r a A n d o - b o l i v i a n a q u e “Vemos así, que desde sus orígenes la literatura de latinoamérica ha estado unida indisolublemente al mito. Hay que tener en cuenta que la conexión con el mito no se produce sólo desde el punto de vista del creador, se produce también desde el público. La relación de afinidad del escritor con el público se verifica así mismo en los planos donde el mito nace, vive y prolifera”. La posesión del Presidente Evo Morales es una prueba que esa mitología a los dioses andinos no se quedado en el pasado o con los achachilas de este pueblo aymara. Sino que confirma que aún hoy estos mitos viven en la costumbre de este pueblo, ya que están en la 98 sangre y en la cultura de esta gente, proliferándose en sus pensamientos y acciones. Creen en la deidad cristiana pero no olvidarán jamás toda esta cultura de los intis aymaras. Morales ha llevado miles de personas para una ceremonia de segundo mandato como líder político y espiritual de los pueblos indígenas del mundo, en una ceremonia tradicional que se realizó en el Tiahuanaco. Morales Ayma, casi el apellido completo de “Aymara”, agradece a sus ancestrales, a la Pacha Mama y pide bendición a su nuevo mandato. La ceremonia fue guiada por sabios amautas aymaras que hicieron un recorrido por el tiemplo ancestral de Tiahuanaco, donde fue investido como “presidente” en ceremonia simbólica. La ceremonia se caracterizó por su simbología y tradiciones andinas. Los detalles del acto fueron preparados a partir de la lectura de la hoja de coca que los amautas le hicieron. A través de esa lectura de la coca se ha revelado que el presidente debería utilizar indumentaria nueva, elaborada con lana y cuero de llama. En Kalasasaya tendría que estar acompañado por una mujer de 100 años y una niña y un niño. Tras el saludo a las autoridades, el Presidente fue acompañado por 40 personas hasta las inmediaciones de una carpa para realizar la ceremonia de purificación. En el sitio de purificación lo esperaba una mujer y ocho amautas (cuatro mujeres y cuatro hombres). En su cabeza había un ch’uku o bonete (sombrero) de cuatro puntas, que representan el control de los cuatro puntos cardinales y los pisos ecológicos del país. Morales se cubrió con un unku o manto negro y blanco combinado con tonalidades de grises. La vestimenta fue elaborada por los abuelos del consejo de amautas de la región. El blanco y el negro representan las fuerzas que se complementan (luz y oscuridad). El Mandatario también lucía un pectoral de oro, símbolo de alianza con sus ancestros, y sandalias elaboradas de cuero de llama, con la dicha que “para caminar hay que prepararse”. Al salir de la carpa, la mujer y los ocho amautas lo acompañaron para efectuar los ritos. La primera ofrenda se realizó sobre la mesa que señalaba el oeste. El Mandatario colocando una rodilla en el piso y agradeció por los logros de la gestión pasada y el triunfo electoral. Pide que se restaure el pensamiento andino. Luego se dirigió al sur y solicitó protección por la economía del Estado Plurinacional. En la mesa del este rogó al Sol y a la Tierra una buena producción agrícola, mayor educación y la unidad de los pueblos andinos y los amazónicos. En la mesa del norte pidió por un proceso de cambio a favor de la gente. Con una rodilla en el suelo solicitará sabiduría y que se concrete unión, riqueza y salud para los pueblos. Luego, Morales y sus acompañantes se dirigieron hasta el templo de Kalasasaya. Una vez ahí, se ha iniciado la posesión espiritual a cargo del presidente de los 99 amautas, Don Lucas Choque. Una pareja de niños y una anciana centenaria le entregaron los bastones de mando, tal como reveló la lectura de la hoja de coca. Fernando Huanacuni, historiador aymara, resaltó que las imágenes de los bastones de mando están incorporados en la Puerta del Sol. Uno representa la complementariedad de chacha-warmi (hombre-mujer), que genera vida. El otro bastón simboliza la autoridad político social económico espiritual que asumirá Morales. De acuerdo con el amauta Después de 3.000 años nace un nuevo líder político y espiritual para ser entregado por los guías espirituales de Tiahuanaco a nivel mundial. Lo que significa llevar una forma de vida de puro respeto a la madre Pachamama y a los Intis andinos. En seguida demostraremos a través de algunas fotografías la ceremonia que fue realizada desde el Tiahuanaco en honor a los ancestros: El 21 de enero del 2010 se ha realizado la ceremonia ancestral indígena originaria en la que se ha entregado el bastón de mando a EvoMorales en Tiahuanaco – Bolivia. Figura 15: La posesión en el Tiahuanaco 100 Figura 16: En el ritual de agradecimiento a sus deidades lleno de simbología y tradiciones andinas Figura 17: Posesión espiritual a cargo del presidente de los amautas: una pareja de niños y una anciana centenaria 101 Figura 18: En puro respeto a la madre Pachamama y a los Intis andinos Figura 19: La esperanza del hombre andino 102 Figura 20: Cartel de ceremonia de la posesión de Morales 103 CONSIDERACIONES FINALES Hablar de una la literatura de un país andino es sobre todo remontar al pasado – al incario, los imperios Kollas, la Gesta Andina, ya que la historia de Bolivia principia con la cosmogonía andina, y por todo ello representa la cuna geológica y cultural de América Latina. Una nación nos es como un hombre; necesita varios siglos para desarrollarse y redondearse y su grandeza no se mide por lo intenso de su población ni por lo extenso de su territorio, sino por la grandeza y permanencia de su acción en la historia (Cf. DÍEZ DE MEDINA, 1975, p. 30). Esta investigación tuvo como propósito corroborar con la idea de que Bolivia ha tenido ensayistas, críticos, y escritores, que a lo largo de los años vinieron construyendo, paso a paso, evolucionando de forma positiva, con una diversidad de obras literarias – entre novelas, cuentos, ensayos, crónicas, críticas literarias, biografías, antologías de la literatura boliviana; para eso utilizando como base la idea de Medina: [...] basta la visión de conjunto para comprender que cada una de las jóvenes naciones de la América Meridional alienta nuevas fuerzas, capaces de crear diversos tipos culturales. No rechazamos a Europa ni a España: las absorbemos, [....] Hablemos, pues de una cultura sudamericana en formación y de las literaturas que la expresan. (DIÉZ DE MEDINA, 1975, p. 36) En cuanto a los temas, aunque para muchos la literatura boliviana sea absorbida entre las literaturas hispanoamericanas, Bolivia ha creado formas nuevas, las ha transformado, dejándolas fieles al estilo del espíritu andino. De esta manera, se ha percibido una literatura amplia, propia de su pueblo, de sus raíces; para los que tienen gusto por la lectura sabrán encontrarla y apreciarla – una literatura no tan famosa como piensan algunos, ni ignorada como creen otros; que responde a las profundidades e intereses existenciales del ser andino. De Bolivia se sustrae su entrañable realidad – suelo, raza y cultura. Cuando llegue el día de que el valluno conozca cómo vive el llanero, cuando este llanero conozca cómo vive el hombre de las punas, cuando el montañés se entere de los llanos y los valles, habrá llegado el momento oportuno de alcanzar los umbrales de un conocimiento integralizado. Bolivia necesita conocer Bolivia y, Latinoamérica debe conocer a Latinoamérica. 104 En ese sentido, hay un intento en ratificar lo que América produce. Es necesario erradicar el mito de que lo europeo es mejor; los instrumentos creadores también se han hincado aquí. Apoyemos al poeta, necesitamos además del soñador, del creador para embellecer la dureza de la existencia de estos pueblos. El poeta es fundamental para embellecer la dureza: si se calla la voz del poeta es como si calláramos al cantor. Anunciemos a través de la literatura que no existe “raza superior” 71, que el indígena en su esencia posee en su individualidad, la vitalidad, el espíritu, el alma, o sea, es un ser con capacidades intelectuales iguales a cualquier ser. Aunque sumergido a grandes transformaciones del siglo XIX, las tendencias del realismo no han desaparecido totalmente y como herencia de este propio, los autores han asumido un neoregionalismo en el sentido de interpretar los problemas sociales. El local que los escritores escriben en sus obras ya no es su ciudad natal, donde éstos han pasado su niñez, pero un lugar híbrido dónde se cruzan con los sitios que estos realmente han vivido (Cf CANCLINE, 1997, p. 327). Aymaras, quechuas, orientales salen en búsqueda de su suelo y raza; como heraldos del pueblo andino abriendo camino al Pachakuti. Por lo tanto creemos que ha llegado el tiempo de hablar de esta literatura en los espacios universitarios. Mientras el mundo camina, Bolivia no puede seguir durmiendo encerrada en sus montañas. Hay que utilizar sus montañas como metáforas de un mundo lleno de magia. Como bien dice el poeta Medina: Bolivia nos llama. Bolivia, Nuestra Madre, nos espera. ¡“Pachakuti” 72! Con fervor indio, con emoción mestiza, saludemos la nueva aurora. ¡Pachakuti! - Que todo cambie, que todo se transforme. Y cuando Bolivia se levante a la entera verdad de una patria libre y justa, podrá dar, como el puma del ancestro, el salto y el zarpazo que devuelvan el mar a la montaña. (DÍEZ DE MEDINA, 1975, p. 77-78) 71 Cf. Adolfo Otero, 1985, p.27. Pachakuti en el lenguaje quechua significa “renovar el mundo”, “restaurador del cosmos”, “Milenio”; “kuti” volver”. Código Pachakutico I – Amar a Dios y practicar la norma cristiana. II – Consagrar a Bolivia alma, cuerpo y hacienda. III – No mentir. No robar. No vivir en el ocio. IV – La revolución moral antes que los cambios políticos. El individuo subordinado al bienestar colectivo. V – Tres normas subjetivas: verdad, virtud, lealtad. VI – Tres fines prácticos: democracia orgánica, liberación económica, justicia social. VII – Una sociedad responsable; cada cual responde por los demás. Libertad dentro del orden. Disciplina en la igualdad. VIII –Moral de sacrificio. Dinámica de aventura. Oportunidades y responsabilidades para todos. IX – Justicia para el indio. Superación para el mestizo. Eficiencia para el criollo. Ir a un tipo nacional por la fusión de razas y costumbres. X – Y recordar que Pachakutismo, la Revolución de la Fe, no se cuida de victorias ni derrotas. Es servir por el honor de servir. Abril de 1949. 72 105 REFERÊNCIAS ALEGRIA, Ciro. El mundo es ancho y ajeno. Madrid: Ediciones de la Torre, 2000. AINSA, Fernando. Identidad cultural de Iberoamérica en su narrativa. Madrid: Gredos, 1986. ALARCÓN, Abel. Literatura Boliviana. Madrid: Aguilar, 1959. ALBÓ, Xavier & Layme, Félix. Literatura Aymara. Antología. I. Prosa. Cuadernos de Investigación. La Paz: Talleres Gráficos Hisbol, 1992. ______. Ludovico Bertonio (1557 – 1615): Fuente única al Mundo Aymara. Revista Andina, 1984, pág. 223 – 264. ______. Raíces de América: El Mundo Aymara. Madrid: Alianza Editorial y UNESCO, 1988. ______. El exuberante despertar de la Literatura Aymara. In: MOYA, Ruth. Estudios en Lingüística Andina. Quito: 1989. 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AKULLIÑA: Mascar coca, solo o en compañía de otros. AKULLT’A: Cocada, cantidad de hojas de coca que se pone en la boca. ALALA Frío: (especialmente de agua). // (Fam.) Persona sin sentimientos. ALALAW (y también Alalay):. Interjección de una persona que siente frío. ALAPATA: Feria, mercado pequeño. ALAWT’AÑA: Alabar, elogiar, celebrar. ALAXPACHA: Cielo, espacio indefinido donde se mueven los astros. ALAXPACHANKIRI: Celestial. ALI: Planta, mata o arbusto en general. // Bálago, paja de los cereales. // (Nor.) Árbol. ALI ALI:(Nor.) Arboleda, bosque. ALIRAÑA: Germinar. // Nacer lo sembrado, brotar las plantas de la tierra. // Volver a crecer el cabello o la barba. ALISSUÑA: Echar a alguno fuera de la casa, del pueblo, del país, etc. // Ir en seguimiento de quien sale huyendo de una casa, pueblo, etc. ALITA: Sumiso, obediente, dócil. // Propenso, inclinado, que tiene propensión a una cosa. ALT’IR CHUYMA: Humildad, calidad de humilde. ALWA: Alba, amanecer, madrugada. // De mañana muy temprano. ALWAT SARTAÑA: Madrugar, levantarse muy temprano. ALLCHHI: Nieto, nieta. ALLI MARA: Año fértil. ALLINI: Próspero, dichoso, favorecido por la suerte. ALLJAÑA: Desliar, deshacer el lío, el paquete, el bulto. // Descubrir lo que estaba cubierto con tierra, arena, cereales, etc. ALLOXA: Abundancia, bastante, suficiente, harto, mucho. ALLPACHU (y también Alipaqa.): Alpaca. ALLPI: Mazamorra de maíz o chuño. // Espeso. Denso de mazamorras. ALLU: Pene, miembro viril. AMAJASIÑA: (Sur) Memoria, acordarse, recordar. AMALA: Ama, aya, niñera. AMARU: Tierra seca y dura. // (Sur) Duro, fuerte. AMAWT’A: Sabio, entendido, docto. // Prudente. // (Nor.) Adivino. 116 AMAWT’A: Campesino que por elección de su comunidad colabora con el maestro de la Escuela Rural como consejero. AMAYA: Anima, alma. // Cadáver, muerto, finado, difunto. AMAYP’EQEÑA: Calavera. AMIKUN PURA: Amigos entre si. AMPARANI: (Fam.) Fuerte, valiente. // (Fam.) Ladrón, ratero. AMTAÑA: Recordar, conmemorar, evocar. // Idear, imaginar, pensar, proyectar. AMTIRI: Pensador, que piensa. AMUCHA: (y también Amuchu) Capullo, pimpollo. // Yema, renuevo o botón de vegetal. AMUKINA: Callar, guardar silencio, estar callado. AMULI: Callado, silencioso, taciturno. AMUYA: Razón, inteligencia, pensamiento. // Memoria, facultad de recordar. // Cuidado, precaución. AMUYAÑA: Pensamiento, facultad de combinar ideas. // Imaginar. // Presentir, advertir, sentir. // Deducir, sacar consecuencias, reflexionar. AMUYASIYAÑA: Aconsejar, dar consejo a otro. // Hacer que se de cuenta de lo que acontece o necesita. ANATAÑA: Recrearse, divertirse, retozar, jugar. ANCHHICHHA: (y también Anchhicha.) Ahora, en este momento. ANIÑA: Acción de copularse, unión sexual. ANKUTA: Borrego, novilla. // Cualquier animal que sale de cordero. ANSUÑA: Sacar los animales del corral. // Llevar afuera, ya sea personas o animales. Empollar el ave sus huevos. ANTUTJAÑA: Soltar, desatar, desasir, dejar caer. // Libertar. ANU QALLU: Cachorro, perro joven. ANXASIÑA: Tener ganado ajeno. APA APAÑA: Llevar frecuentemente o a menudo. APACHI: (Sur.) Vieja. Se emplea tanto para personas del sexo femenino, como para animales hembras. APACHITA: Cordillera. // Lugar de tránsito en las cordilleras. APNAQAÑA: Regir, administrar, gobernar. // Emplear, usar, utilizar. // Manejar traer entre manos. // Dirigir, conducir un automóvil. APU: Señor, noble, distinguido. APHALLA: (Nor.) Espíritu maligno. AQALLPU: Gofio, harina de quinua tostada. // Harina de quinua sin tostar. AQANTAÑA: Invadir. // Cundir. // Arder más el fuego. AQO QALA: Piedra arenisca. AQHANTAYAÑA: Incendiar, encender. ARJA: Pronóstico. ARJAÑA: Predecir, agorar, presagiar, vaticinar. ARKIRI: Acompañador, discípulo, seguidor. ARSUÑA: Proferir, pronunciar. // Delatar. denunciar, revelar, descubrir un secreto. // Confesar, desembuchar, declarar. // Decidir, determinar, resolver, declarar con autoridad. ARSUTA: Oral, hecho de palabra. ART’AÑA: Clamor, grito. // gritar llamando. // Invocar, llamar en su auxilio. ARU KATUÑA: Obediencia, acción de obedecer. ARUMA: Noche. ARUMANTHI: Mañana por la mañana. // (Sur.) De mañana. ARUMAN URUNI: Noche y día. ARUMARAKI: Alba, muy de mañana. ARUMATA: Muy de madrugada. ARUMINTHA: Mañana por la mañana. ARUMIRAKHA: Mañana, desde el amanecer hasta mediodía. ARUMPAQARI: Toda la noche. ARUMT’AÑA: Hacerse de noche. // Quedarse haciendo algo hasta muy tarde. ARUNTA: Saludo. 117 ARUNTAÑA: Saludar. ARUÑA: Habla, facultad de hablar. // Cantar los pájaros, el gallo, etc. // Sonar la campana. ARUSKATAÑA: Rezongar, protestar por las órdenes recibidas. ARUSIÑA: Habla, facultad de hablar. // Despotricar, refunfuñar, rezongar. // Referir, relatar. ARUTA: Verbalmente, de palabra. ARUWAKJAYAÑA: Contrato, pacto, convenio. ARUYATIÑA: Aviso, noticia ASIRU: Víbora, culebra. ASKI: Bien, bueno, útil. // Propicio, favorable, aprovechable. // Beneficio, bien hecho o recibido. ASKINI: Útil, beneficioso, provechoso. ASNOQ PAMPA: Planicie muy llana. ASXARAÑA: Temor, miedo, aprensión. // Horrible, que causa temor. // Tener miedo. // Respetar, tener respeto. AWALLA: La primera criatura que nace de un parto doble en que ambos fetos son de sexo femenino. AWATIÑA: Pastorear, apacentar, llevar el ganado al campo. AWATIWI: Campo de pastoreo. AMAYU: Tejido cuadrangular que puede ser de uno o de muchos colores. AWICHA: Abuela, bisabuela. // Mujer anciana. // Antepasada, antecesora. AWICHA: Espíritu ancestral femenino que se encarna en el fuego. AWICHAN MAMAPA (y también Awichan taykapa): Bisabuela, la madre de la abuela. AWILA: Anciana, caduca, envejecida, de mucha edad. AWKCH’I: Suegro, padre del esposo o de la esposa. AWKI: Papá, padre, progenitor. //Patriarca, anciano respetable. // Tío, hermano del padre. AWKILI: Anciano, viejo. AWTI: Tiempo de sequía. // (Fam.) Tiempo de carestía. // (Fam.) Hambre, penuria. AWTIPACHA: Temporada seca, estío. // (Fam.) Tiempo de hambruna. AWUI LAÑA: (y también Awulliña) Aullar, dar aullidos. AXSARAÑA: Terrible, que causa temor. // Temor, miedo, timidez. // Tener miedo, temer. // Respetar, tener respeto. AXSARIRI: Tímido, miedoso. AYCHA: Carne. AYLLU: Grupo consanguíneo, gens. // Familia, personas de la misma sangre. AYMARA: Lengua o idioma de la nación Aymara. AYMURA: Un Costal o bolsa llena de cualquier producto agrícola. AYNACH THAKI: Bajada, camino por donde se baja. AYQOÑA: Quejarse, gemir, lamentar. AYRI: Influencia de un espíritu maligno. AYRU: Planta en general. // Esqueje, gajo que se planta para multiplicar un vegetal. AYRUNTAÑA: Plantar, meter en la tierra un vegetal para que arraigue. // Hincar en tierra, plantar una estaca, un poste. AYSA: Derrumbe, desmoronamiento. AYTILTAS SARNAQAÑA: Anadear, andar como los patos moviendo la cadera. AYTIÑA: Enjuagar, aclarar lo lavado. // Lavar el grano de la quinua. // Acendrar, purificar metales. AYT’AÑA: Echar en cara, recordar a una persona los favores que se le hizo o los regalos que se le dio. // Señalar con el dedo o con la ayuda de un palo un sitio u objeto determinado. AYUNAÑA: Ayunar. AYWJAÑA: Dividirse, dispersarse cada cual por su lado. BOCAMINA: Boca o entrada de una mina. CHACHA: Varón. // Marido, hombre casado, esposo. CHACHANI: Mujer casada, que tiene marido. CHACHANK: WARMI Mujer audaz, atrevida. CHALA: Bufanda, chalina, abrigo para el cuello. CHALUNA: Carne de cordero salada y seca, tasajo de ovino. CHALLAQE: Escalofríos, temperatura elevada y fría. CHALLA: (qu. Ch’alla). Rito religioso. Fiesta y celebración en la cual se riega aguardiente. 118 CHALLAR: Celebrar, regando aguardiente. CHALLKA CHALLKA: Tierra mal labrada, arada a pedazos. CHALLMUÑA: Rumiar. // Persona anciana que come con dificultad. CHALLWA: Pez, pescado. CHALLWA KATUÑA: Pescar, coger peces con redes, cañas, etc. CHALLWA KATURI: Pescador, que se dedica a pescar. CHAMQA: Gacha, masa blanca y medio líquida. // Mazamorra de chuño o maíz. CHANA: Hijo menor, hijo nacido a la postre. CHAPALLIÑA: Voltear los terrones cuando se va arando con una yunta de bueyes. CHAPAPA: Cabaña hecha sobre troncos y a bastante altura que se emplea para vigilar. CHAPAQA (y también Chhapaqa): Germen, parte de la semilla del maíz quinua, etc., que ha de formar la planta. CHAPARA: Producto agrícola que sobresale en su clase. CHAPUNTAÑA: Preparar la masa de harina, tierra, etc. CHAPUÑA: Mezclar con agua cosas como harina, tierra, etc. CHARANTASIYAÑA: Hacer que se traben bien los adobes, ladrillos, etc. // Hacer que otros traben sus piernas. CHITA: Dócil fácil de conducir. // Mascota, cría de animal doméstico totalmente acostumbrada a sus dueños. CHIWANKU (y también Chiwaku): Mirlo, ave de plumaje negro. CHIWCHI: Pollo, pichón, cría de las aves. // Abalorio, cuentecilla de vidrio agujereado. CHUCHAÑA: Charlar, hablar mucho y sin utilidad, hablar sin tino. // Refunfuñar, rezongar, murmurar. // Dar muestras de enfado, reñir. CHUCHASIÑA: Rezongar, protestar. CHUCHASIRI: Murmurador, que murmura. // Regañón, que regaña mucho. CHUCHI: Sin color. // Blanco sucio que tira a amarillo. // Rubio. CHUCHU: Voz empleada por los niños para referirse a la teta o pecho de la madre. CHUCHUKA: Maíz cocido y después secado al sol. CHUJCHU (y también Chhujchhu): Fiebre palúdica, paludismo. CHUKA: Se dice de las llamas que tienen el rostro de varios colores. CHUKA JINCHUNI: Llama con las orejas de distintos colores. CHUKKATAÑA: Sentarse de cuclillas al lado de alguien. CHUKULLI: Calambre, contracción involuntaria de un músculo. CHULU: Lobo, animal carnicero parecido a un perro grande. CHULLA: Gavilla, atado de mieses. // Manojo por atar. CHULLAPUÑA: Dar los últimos toques a un tejido. CHULLCHUÑA: Andar a pasos cortos como enfermo. CHULLPA: Momia. // Monumento funerario. CHULLT’AÑA: Remojarse el chuño, etc. CHULLU: Dícese de la persona o animal que por una enfermedad o por la edad ha enflaquecido y perdido el vigor. CHULLUNKHAPTAÑA (y también Chhullunkhaptaña): Helarse el agua, congelarse. CHULLUNKHAYA (y también Chhullunkhaya): Hielo. CHUÑIT MARKA: Pueblo abandonado, desierto. CHUPIKA: Color rojo, carmesí, colorado. CHUSPA: (qu. ch’uspa): Bolsa pequeña para llevar hojas de coca. Cigarrillos y lejía (pasta amasada de cenizas vegetales). CHURASIÑA: Darse unos a otros. // Sacrificar, ofrendar. // Conceder la mano de la hija. CHURKU CHURKU: Dícese de los lagos, ríos, etc., profundos. CHURI: Color poco vivo, pálido. // Blanquecino, que tira a blanco. // Amarillo. CHURUKU: Grillo. CHUSI: Cobertor, colcha, cobija, manta. CHUWI: Frejol. CHUYKU: Mata o planta de la coca. CHUYMA CHHOXRI: Asma, enfermedad de los pulmones. 119 CHUYMA KATUYAÑA (Nor.): Consolar, aliviar la pena. CHUYMANI: Anciano, // Entendido, sabio, docto. // Avisado, prudente. CHHALLA: La caña seca del maíz. CHHANKHA: Áspero al tacto. // Gallo, macho de la gallina. CHHAPAQA: Germen del maíz, la quinua, etc. // Yema, germen de los vegetales. CHHAPU CHHAPU: Entre dos luces, puede ser anochecer como amanecer. CHHAQA CHHAQA: Horizonte. CHHAQAMA: Viento del Sur. CHHAXCHHIÑA: Asar mazorcas de maíz tierno poniéndolas al rescoldo. CHHAXRAÑA: Peine hecho de las raíces de una ananácea que usan las mujeres. // Peinarse las mujeres. // Arrastrar algo como la rama de un árbol. CHHAXTAÑA: Ruido que hace la lluvia. CHHLQHA: Ala, parte del cuerpo de las aves que les sirve para volar. // Capillo, vestidura que se pone a los niños que se acaban de bautizar. CHHEXOLLA: Pedregal, sitio pedregoso. CHHICHHIÑA: Cuchichear, hablar al oído o en voz baja, musitar, susurrar. // Deshacer, desmoronar paredes. CHHIJCHHI: Granizo. // Granizada. CHHILLCHHIÑA: Lloviznar, garuar de rato en rato. CHHRIQEÑA: Gorjear los pájaros. CHHOQSTAÑA: Sobresalir, resaltar, descollar. CHHOXLLU: Choclo, Mazorca de maíz tierno. // Mazorca de maíz maduro y seco. CHHUCHHULLI: Pie o pata de los animales mamíferos. // Pata de res. CHHUJLLA: Cabaña, choza para cuidar sembradíos. CHHULLU: Parte blanca de la totora próxima a la raíz que es comestible. CHHURU: Pico, boca córnea de las aves. CH’ALLA: Arena. // Fiesta con ocasión del estreno de alguna cosa. // Ceremonia de ofrenda o sacrificio a los dioses. CH’ALLAÑA: Brindar, beber a la salud de alguno. // Sacrificar unas gotas de licor en honor de los dioses. // Regar, rociar. // Brindis, acción de brindar. CH’ALLASIÑA: Brindar. // Sacrificar para los dioses. // Salpicarse a sí mismo con un líquido. // Salpicarse mutuamente entre varios. CH’ALLPA: (y también CH’ALLPHA) Bálago, paja menuda de los cereales. // Danza antigua, que aún es posible ver en Copacabana. CH’ANKHA: Hilo de lana. // Débil, sin fuerzas. CH’ANKHA JAWICHAÑA: Hacer madejas de hilo de lana. CH’AÑARI: Jilguero, pajarillo con plumas amarillas y negras. CH’AXCHI: Gris, de color entre blanco y negro. CH’AYKARA: Tierra dura. CH’AYÑA: (y también CH’AYÑARI) Jilguero, pajarillo con plumas amarillas y negras. CH’ENQAT CH’OQE: Papa maltratada, deshollada. CH’ICH’I: Variedad de pez muy pequeño. CH’IKI: Semilla de la papa que se saca de la planta ya crecida y que se come como fruta. CH’IKU: Color alazano. CH’IKHI LAKA: Hábil con la palabra. CH’IKHILLA: Dícese de las papas escogidas entre las mejores. CH’ILA: Pequeño, niño, chico. CH’ILAÑA: Pelar, desvainar arvejas, etc. CH’ILTAÑA: Retoñar. CH’IMAKA: (y también CH’IMAXA) Morado, de color violeta obscuro. CH’IMI: Menudo, dícese de cosas como el arroz, la quinua, etc. CH’INJAKI: Fuera de tiempo, a destiempo. CH’INT ARUMA: Silencio de la noche. CH’IREXAÑA: Ruiseñor, ave. // (Fam.) Dícese de las personas a las que les gusta llevar chismes. CH’ITI: Pequeño, niño muy pequeño. // Lleno, repleto. 120 CH’IWA: Las hojas tiernas de la quinua que se comen como espinaca. // Las hojas comestibles de cualquier legumbre u hortaliza. CH’IYA: Trabajo de quitar las mazorcas de maíz dejando con la planta seca todas las hojas. // Pedazo de leño abierto longitudinalmente. // Rajadura, hendedura que se hace en una cosa. // Rendija, abertura entre dos maderos. CHOQE (Solanum tuberosum L.): Papa o patata. CH’OXÑA: Color verde. // Fruta por madurar. // Aleve, traidor, delator, infiel. CH’UCH’U: Muy frío, helado. CH’UJU: Silencio, falta de ruido. // Apacible, plácido. // Silencio, estado del que no habla. // Dícese de la persona que tiene el cabello o la barba cruzada. CH’ULU (y también CH’URU): Caracol, molusco terrestre. CH’ULLA: Impar, único. // Desigual, disparejo, dispar. CH’ULLARAÑA: Arar superficialmente. // Ir agarrando hierbas, sin arrancarlas mientras se camina. CH’UNCH’U: Salvaje, hombre de la selva. // Danza muy general en el Altiplano Norte. CH’UÑU: Papa pasada por la helada y secada. // Helado, muy frio, gélido. COPAGIRA: Agua mezclada con residuos minerales, de color amarillento o plomizo, proveniente de los relaves. COPAGIROSO: Que contiene copagira. CUADRO: Perforación vertical en el interior de la mina, que sirve para conducir las cañerías de bombeo, cables eléctricos, jaulas, etc. CUCHO: Ofrenda a una deidad. ICHURI: Padrino o madrina de bautismo. // Persona que cree y hace mucho caso del consejo de los adivinos. IKIÑ THALTHAPI: Benjamín, hijo nacido a la postre. IKT’AÑA: Dormir un poco, dormir la siesta. ILU: Trabajo de sembrar papas y ocas. ILUÑA: Sembrar papas, ocas, etc., poniendo la semilla en la tierra. ILLA: Amuleto, talismán, objeto al que se le atribuye virtud mágica. ILLACHASIÑA: Guardar amuletos que le traigan buena suerte. // Atesorar, reunir dinero. IMILLA: Niña, muchacha, chiquilla. INTI: Sol, el astro rey. INTI JALSU: Oriente, punto por donde sale el sol. INTI JIWAÑA: Eclipse de sol. IÑAQA: Joven doncella. // Princesa. IPA: Tía, hermana del padre. IRJASIÑA: Compartir, repartir con otro. IRJASIÑ UTA: Casa de consejo o Cabildo. IRJATA: Predestinado, elegido. ISTALLA: Pañuelo o servilleta tejida, de menor tamaño que la Inkuña, es empleada por las mujeres para llevar coca. ISTHAPIÑA: Vestir, cubrir con ropas a uno. // Engalanar, arreglar. JACHAJAÑA: Maldecir, echar una maldición. JACHOXA: Tierra fecunda, muy fértil. JACHOXACHAÑA: Fertilizar la tierra. // Fecundar, hacer fecundo. JACH’A JAN WALI: Atroz, fiero, inhumano. JACH’A URU: Fiesta, día grande. JACH’U: La coca mascada que se echa de la boca. JAKA: La vida. // Lo que uno posee, sus bienes. JAKARAÑA: Cobrar salud. // Cicatrizar ha herida. JAKATATAÑA: Renacer, volver a nacer. // Resucitar, volver a la vida un muerto. JAKIRI: Existente, que existe o vive. JAK’ANT ARUMA: La noche siguiente. JAK’ANT URU: El día siguiente. JALANT SUNAQE: Cuarto menguante, luna menguante. JALAKIPAÑA: Pasar volando. // Saltar. // Favorecer, socorrer. 121 JALJIRI: Juez, árbitro de una discusión. // Vaticinador, que vaticina. JALSURI: Naciente, que nace. // Cosa que se zafa o disloca. // Manantial, lugar donde hay un manantial. JALSU SUNAQE: Cuarto creciente, luna creciente. JALLPIPTAÑA (y también ALLPIPTAÑA): Podrirse las papas dentro de la tierra a causa de la mucha humedad. JALLTHAPIÑA: Juntarse la lluvia de todas partes. JALLU MARA: Año lluvioso. JAMP’ATIÑA: Adorar, reverenciar con sumo honor. // Bendecir, celebrar a Dios. // Besar, tocar con los labios una cosa. JANCH’U : Lo mascado (ya sea coca, caña de azúcar, etc.) JAN JAQOKIPKAYA: Intraducible, que no se puede traducir. // Irreversible, que no se puede poner del revés. JANQ’O LARAMA: Celeste, color celeste. JAN UKAX: Sino. (conjunción adversativa). JAN WALI SAMKA: Pesadilla, sueño angustioso. JAÑIRA: Era, espacio donde se trilla la quinua, cebada, etc. JAPU LAQ’A: Tierra muy seca, como ceniza. JAQTHAPIÑA: Matizar, juntar colores. // Comparar. JARIÑA Baño, acción de bañar o bañarse. // Lavable, superficie que puede lavarse. // Allanar, vencer una dificultad. JARKT’AÑA: Atajar al que huye. // Impedir la entrada, impedir el paso. // Bloquear. JARK’IRI: Espantajo para alejar los pájaros. // Vigilante, cuidador. JARU: Acido, picante, acre. // Áspero y picante al gusto. // Guiso que tiene mucho ají. JASA KANKAÑA: Blandura, calidad de blando. JATJATA: Hijo bastardo. // Hijo, hija que no tiene padre. JATHA: Semilla, simiente, semen. // Alcurnia, ascendencia, linaje, casta. JATHASIÑA: Semen, semilla. // Obtener, acrecentar la cantidad de semilla seleccionada de cualquier producto. JATHA WILLIÑA: Sembrar, echar la semilla. JATHIR AWKI: cabeza de linaje. JAWAS CHAQALLU: Habas verdes como legumbre. JAWAS MUT’I: Mote de habas, habas cocidas. JAWI: Vellón, lana de carnero que sale junta al esquilarlo. // Aluvión. ¡JAWILLA!: Interjección que se emplea para dar la bienvenida. JAWIRA: Río, corriente de agua. // Arroyo. JAWIR JIKISIWI: Confluencia de dos ríos. JAWIR THAKI: Cauce del río. JAWSAÑA: Alojar, hospedar, aposentar. // Citar, señalar a un día y lugar para tratar algo. // Convocar, citar, hacer reunir. // Llamar hacer reunir. JAYANI: Antiguo, que existe desde hace mucho tiempo. // Añejo. // Arcaico. JAYAPACH JAQE: Persona de tiempos antiguos. // Anciano, viejo. JAYA URAQUE: Tierras lejanas. JAYPT’AÑA: Anochecer, entrar mucho la tarde. JAYRI: La conjunción de la luna. JAYU: Sal, substancia blanca empleada como condimento. JAYUK’ARA: Resalado, muy salado. // Comida salada. JEQ’ECHAÑA: Aromatizar, perfumar. // Quemar cosas sacrificando a los dioses. // Ahumar. JIK’IÑA: Cosechar quinua, habas, etc. // Deshojar, quitar las hojas. // Hipar, tener hipo. // Pelar arrancando. JIK’SUÑA: Arrancar, sacar de raíz. // Deshincar, arrancar lo clavado. // Extirpar. JILAQATA: Jefe, la primera autoridad de la comunidad o ayllu. // Sobresalido, lo que sobresale, lo que se destaca. JILATA: Hermano. // Camarada, compañero. JILIRI: Mayor, más grande. // Hijo primogénito, el mayor. 122 JINTILI: Torbellino, viento, remolino. // Tumba bajo tierra de los antiguos Aymaras. JIPI: Granzas, residuos de paja que quedan cuando se avientan las semillas. // Hollejo de la quinua. // Rastrojo. // Tamo, paja menuda. JIRIÑA: Emboñigar, untar con boñiga la semilla de papa. JISKHA: Orina de las mujeres y de los animales hembras. JISK’A MARKA: Aldea, pueblo de corto vecindario. JIWA: Muerte, cesación de la vida. JIWAKIPAÑA: Morir muchos a consecuencia de una peste. JIWANOQAÑA: Gran mortandad, morir mucha gente o animales. JULLUÑA: Macarse, echarse a perder la fruta. // Podrirse las papas dentro de la tierra. JUMANAKA: Vosotros, ustedes. JUNT’U AMAYA: Cadáver reciente, recién muerto. KHARI-KHARI: Ser maligno que causa enfermedades. KENCHA: (qu. qh’encha) fatalidad, hado, mal agüero. KENCHERÍO: Mala suerte. KHANRI: (qu. ‘qanri). ¿Y tú ? KHARI-KHARI: Ser maligno que causa enfermedades. KHEPIKAMUYCHEY: (qu. q’epikamuychej). Acción y efecto de cargarse. KHOKHANI: (qu. q’oqaui). Provisión de comida para el viaje. KHOYA: (qu. koya). Mina o socavón. Agujero hecho en la tierra para sembrar. KHOYA RUNA: Hombre de la mina. KISWARA: Arbusto que crece en el altiplano. KOSÑI: (qu. q’osñi). Humo. Polvo. KUTICHE: (qu. kutichi). Volver lo suyo a su dueño. KUYUNAS: (qu. k’uyunas). Cigarrillos. LA PUKA SENKHA: (qu. sen’qa: nariz). La (mujer) que tiene la nariz colorada. LABORERO: Empleado superior que dirige los trabajos en el interior de la mina. LAMEAR: Dinamitar las troceras apircadas dentro del rajo hacia el buzón. LONCHEAR: Almorzar. LLAMPU: Limpio. Que no tiene asperezas. LLIJLLA: Tejido de lana de colores vivos que usan las mujeres indígenas. LLOKALLA: (qu. llok’alla). Muchacho indígena. LLUSCA: (qu. llusq’a). Greda resbaladiza. LLUSCKA: (qu. llusq’a). Contorno resbalozo de la veta. MAKIYTA: Mi mano. MALIGNO: De carácter pernicioso y propenso al mal. Demonio. MAMAY: Mi madre. MATAPALOS: Enmaderador, “callapero”. Hombre que trabaja con palos. MES PATA SALLE RIKUNCHIKU: Del mes… MITA: Jornada de trabajo en el interior de la mina. MITAYO: Trabajador de interior mina durante la colonia española. Indio que, en virtud del repartimiento de la mita, realizaba trabajos forzados en la mina y los obrajes. NEGRITO: Mineral de alta ley. NOCHE DE DOBLA: Trabajo de sobretiempo en la noche. PACHAMAMA: Madre Tierra. PAHUICHI: Choza de mampuesto y techo de paja. PALLIRI: Mujer que a golpes de martillo tritura y escoge los trozos de roca mineralizada en los desmontes. PARAJE: Sitio abandonado en una galería en el interior de la mina. PESADO: De mala suerte. PHOLKOS: Burdos envoltorios de cuero en forma de botas. Medias de lana. PICCHAR: (qu. pinchar). Acción de mascar hojas de coca. PIJCHU: Hora de mascar hojas de coca. PIQUE: Excavación de forma circular que se desciende casi verticalmente en el subsuelo. PUCHO: Resto, sobra. 123 PUNTA DE NOCHE: Turno de trabajo en la noche. QUEMAPECHO: Aguardiente con muchos grados de alcohol. RAJO: Hendidura abierta hacia arriba para extraer el mineral de la veta. RITCHARIY: (qu. rij’ch’arity). ¡Despierta! SALONEO: Cavidad amplia formada por la explotación de un yacimiento irregular del cual se han extraído grandes cantidades de mineral. SUMAC ORKO: (qu. orq’o: cerro). Cerro Hermoso. SUPAY: Diablo. Demonio. TALADRO: Perforación hecha en la roca, donde se coloca el explosivo. TATA CKACCHA: Padre bello. (s. tata, padre. Por antonomasia, cura) (qu. ad. Ckaccka o K’acha, bello elegante, etc.). TINKA: (qu. t’inka). Intuir algo. TÍO: Diablo, deidad tutelar que reina en el interior de las minas. Los mineros bolivianos le temen y le brindan ofrendas. TOJO: Trozo de roca que se desprende en el socavón. 124 ANEXO 2 BOLIVIA: POBLACIÓN POR CENSOS SEGÚN DEPARTAMENTO, ÁREA GEOGRÁFICA Y SEXO, CENSOS DE 1950 - 1976 -1992 – 2001 DESCRIPCIÓN 1950 1976 1992 2001 BOLIVIA 2,704,165 4,613,486 6,420,792 8,274,325 Hombres 1,326,099 2,276,029 3,171,265 4,123,850 Mujeres 1,378,066 2,337,457 3,249,527 4,150,475 708,568 1,925,840 3,694,846 5,165,230 Hombres 934,998 1,793,445 2,517,106 Mujeres 990,842 1,901,401 2,648,124 2,687,646 2,725,946 3,109,095 Hombres 1,341,031 1,377,820 1,606,744 Mujeres 1,346,615 1,348,126 1,502,351 Área urbana Área rural 1,995,597 CHUQUISACA 260,479 358,516 453,756 531,522 Hombres 126,753 173,598 220,773 260,604 Mujeres 133,726 184,918 232,983 270,918 45,861 77,515 147,401 218,126 Hombres 36,557 69,158 104,015 Mujeres 40,958 78,243 114,111 281,001 306,355 313,396 Hombres 137,041 151,615 156,589 Mujeres 143,960 154,740 156,807 Área urbana Área rural 214,618 LA PAZ 854,079 1,465,078 1,900,786 2,350,466 Hombres 420,302 719,758 934,730 1,165,129 Mujeres 433,777 745,320 966,056 1,185,337 Área urbana 292,507 697,263 1,193,821 1,552,146 Hombres 340,643 581,231 756,300 Mujeres 356,620 612,590 795,846 767,815 706,965 798,320 379,115 353,499 408,829 Área rural Hombres 561,572 125 Mujeres 388,700 353,466 389,491 COCHABAMBA 452,145 720,952 1,110,205 1,455,711 Hombres 218,732 349,958 544,657 719,153 Mujeres 233,413 370,994 565,548 736,558 Área urbana 105,486 272,100 580,188 856,409 Hombres 129,300 277,991 412,345 Mujeres 142,800 302,197 444,064 448,852 530,017 599,302 Hombres 220,658 266,666 306,808 Mujeres 228,194 263,351 292,494 Área rural 346,659 ORURO 192,356 310,409 340,114 391,870 Hombres 94,059 151,094 165,312 195,049 Mujeres 98,297 159,315 174,802 196,821 Área urbana 73,094 158,615 222,018 236,110 Hombres 77,537 107,691 114,794 Mujeres 81,078 114,327 121,316 151,794 118,096 155,760 Hombres 73,557 57,621 80,255 Mujeres 78,237 60,475 75,505 Área rural 119,262 POTOSI 509,087 657,743 645,889 709,013 Hombres 249,556 317,736 310,466 345,550 Mujeres 259,531 340,007 335,423 363,463 83,202 188,298 216,835 239,083 Hombres 90,952 104,017 114,372 Mujeres 97,346 112,818 124,711 469,445 429,054 469,930 Hombres 226,784 206,449 231,178 Mujeres 242,661 222,605 238,752 Área urbana Área rural 425,885 TARIJA 103,441 187,204 291,407 391,226 Hombres 51,008 94,088 144,632 195,305 Mujeres 52,433 93,116 146,775 195,921 Área urbana 24,439 72,740 159,438 247,736 Hombres 35,763 77,024 120,008 Mujeres 36,977 82,414 127,728 114,464 131,969 143,490 Hombres 58,325 67,608 75,297 Mujeres 56,139 64,361 68,193 Área rural 79,002 SANTA CRUZ 244,658 710,724 1,364,389 2,029,471 Hombres 120,352 364,196 686,978 1,025,222 Mujeres 124,306 346,528 677,411 1,004,249 64,710 374,605 982,396 1,545,648 Hombres 182,956 479,950 758,938 Mujeres 191,649 502,446 786,710 336,119 381,993 483,823 Hombres 181,240 207,028 266,284 Mujeres 154,879 174,965 217,539 Área urbana Área rural 179,948 BENI 71,636 168,367 276,174 362,521 Hombres 36,380 86,882 142,627 188,898 Mujeres 35,256 81,485 133,547 173,623 Área urbana 19,269 81,054 182,748 249,152 Hombres 39,331 91,289 125,484 Mujeres 41,723 91,459 123,668 87,313 93,426 113,369 Hombres 47,551 51,338 63,414 Mujeres 39,762 42,088 49,955 Área rural 52,367 PANDO 16,284 34,493 38,072 52,525 Hombres 8,957 18,719 21,090 28,940 Mujeres 7,327 15,774 16,982 23,585 Área urbana 3,650 10,001 20,820 Hombres 1,959 5,094 10,850 Mujeres 1,691 4,907 9,970 30,843 28,071 31,705 Hombres 16,760 15,996 18,090 Mujeres 14,083 12,075 13,615 Área rural 16,284 Fuente: INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA 126 BOLIVIA: POBLACION POR SEXO Y AREA SEGÚN DEPARTAMENTO, PROVINCIA Y MUNICIPIO, CENSO 2001 DEPARTAMENTO, PROVINCIAS Y SECCIONES BOLIVIA TOTAL 8,274,325 HOMBRES MUJERES 4,123,850 4,150,475 AREA URBANA AREA RURAL TASA ANUAL DE CRECIMIENTO INTERCENSAL 1992-2001 (%) HOGARES PARTICULARES TAMAÑO PROMEDIO DEL HOGAR PARTICULAR 5,165,230 3,109,095 2.74 1,977,665 4.09 DEPARTAMENTO CHUQUISACA 531,522 260,604 270,918 218,126 313,396 1.71 118,918 4.35 Provincia Oropeza 241,376 116,072 125,304 193,876 47,500 3.39 56,073 4.14 Provincia Azurduy 27,140 13,442 13,698 - 27,140 1.31 5,537 4.83 Provincia Zudañez 32,857 16,419 16,438 - 32,857 0.84 7,204 4.51 Provincia Tomina 37,482 18,988 18,494 2,714 34,768 0.60 7,937 4.62 Provincia Hernando Siles 36,511 19,148 17,363 7,285 29,226 0.38 7,348 4.82 Provincia Yamparaez 29,567 14,231 15,336 2,442 27,125 -0.60 6,813 4.31 Provincia Nor Cinti 69,512 33,395 36,117 4,502 65,010 0.58 15,451 4.44 Provincia Belisario Boeto 12,277 6,183 6,094 2,877 9,400 -0.30 2,835 4.19 Provincia Sud Cinti 24,321 11,803 12,518 2,103 22,218 -0.42 5,550 4.33 Provincia Luis Calvo 20,479 10,923 9,556 2,327 18,152 1.85 4,170 4.80 1,164,818 1,185,067 1,552,146 797,739 2.29 629,916 3.66 DEPARTAMENTO LA PAZ 2,349,885 Provincia Murillo 1,484,328 721,798 762,530 1,447,304 37,024 2.70 381,034 3.82 Provincia Pacajes 49,183 25,200 23,983 - 49,183 1.41 16,352 2.98 Provincia Camacho 57,877 28,915 28,962 - 57,877 0.83 19,611 2.93 Provincia Muñecas 25,132 12,927 12,205 - 25,132 3.73 6,765 3.69 Provincia Larecaja 68,063 36,060 32,003 11,231 56,832 -0.13 19,804 3.39 Provincia Franz Tamayo 18,386 9,667 8,719 2,123 16,263 0.46 4,127 4.33 Provincia Ingavi 95,906 47,616 48,290 31,327 64,579 2.20 27,626 3.38 Provincia Loayza 43,731 22,365 21,366 - 43,731 2.16 11,959 3.64 Provincia Inquisivi 59,167 30,821 28,346 6,443 52,724 0.34 15,936 3.69 Provincia Sud Yungas 63,639 34,396 29,243 5,685 57,954 2.20 17,566 3.52 Provincia Los Andes 69,636 33,929 35,707 - 69,636 1.22 19,728 3.51 Provincia Aroma 86,480 43,799 42,681 17,583 68,897 2.96 23,550 3.63 Provincia Nor Yungas 23,681 12,460 11,221 4,402 19,279 1.59 6,342 3.49 Provincia Abel Iturralde 11,828 6,604 5,224 2,264 9,564 3.92 2,442 4.58 Provincia Bautista Saavedra 11,374 5,806 5,568 - 11,374 1.49 3,122 3.62 Provincia Manco Kapac 22,892 11,021 11,871 4,161 18,731 1.16 7,025 3.15 Provincia Gualberto Villarroel 15,722 8,262 7,460 - 15,722 3.21 4,494 3.49 Provincia Jose Manuel Pando 6,137 3,088 3,049 - 6,137 3.17 2,089 2.91 51,153 28,092 23,061 12,083 39,070 1.85 14,293 3.49 1,455,711 719,153 736,558 856,409 599,302 2.93 352,411 4.04 517,024 247,449 269,575 516,683 341 2.39 123,477 4.08 Provincia Narciso Campero 37,011 18,852 18,159 7,381 29,630 2.14 8,611 4.19 Provincia Ayopaya 60,959 30,636 30,323 2,014 58,945 1.19 14,144 4.28 Provincia Esteban Arce 31,997 15,571 16,426 3,323 28,674 0.80 8,623 3.62 Provincia Arani 24,053 11,715 12,338 3,512 20,541 0.33 6,290 3.79 Provincia Arque 23,464 11,498 11,966 - 23,464 2.72 6,117 3.79 Provincia Capinota 25,582 12,438 13,144 7,487 18,095 0.49 6,683 3.78 Provincia Germán Jordán 31,768 15,336 16,432 11,047 20,721 1.56 7,635 4.10 rovincia Quillacollo 246,803 120,874 125,929 164,007 82,796 5.73 56,491 4.27 Provincia Chapare 187,358 95,961 91,397 100,791 86,567 3.81 46,274 3.94 Provincia Tapacarí 25,919 12,929 12,990 - 25,919 3.24 6,616 3.88 Provincia Carrasco 116,205 63,144 53,061 16,425 99,780 4.33 29,175 3.86 Provincia Mizque 36,181 18,102 18,079 2,677 33,504 2.78 8,619 4.15 Provincia Punata 47,735 22,291 25,444 16,771 30,964 0.08 12,266 3.87 Provincia Bolívar 8,635 4,286 4,349 - 8,635 2.14 2,377 3.62 Provincia Tiraque 35,017 18,071 16,946 4,291 30,726 1.21 9,013 3.78 DEPARTAMENTO ORURO 392,451 195,360 197,091 236,110 156,341 1.55 104,279 3.69 Provincia Cercado 241,811 117,728 124,083 205,642 36,169 1.33 59,277 4.00 Provincia Eduardo Avaroa 27,675 14,260 13,415 7,683 19,992 1.93 7,765 3.50 Provincia Carangas 10,163 5,343 4,820 - 10,163 3.04 3,172 3.13 Provincia Sajama 9,438 4,949 4,489 - 9,438 1.54 2,667 3.34 Provincia Litoral 4,555 2,487 2,068 - 4,555 8.43 1,452 2.93 Provincia Poopó 14,984 7,435 7,549 - 14,984 -1.64 4,725 3.15 Provincia Pantaleón Dalence 23,608 12,043 11,565 17,312 6,296 -0.57 6,362 3.67 Provincia Ladislao Cabrera 11,698 5,974 5,724 - 11,698 5.00 3,526 3.30 Provincia Atahuallpa 7,114 3,715 3,399 - 7,114 7.46 1,977 3.48 Provincia Saucarí 7,763 3,854 3,909 - 7,763 3.59 2,834 2.70 Provincia Tomás Barrón 5,424 2,701 2,723 2,474 2,950 0.78 1,451 3.72 Provincia Sud Carangas 6,136 3,117 3,019 - 6,136 4.55 2,281 2.68 Provincia San Pedro de Totora 4,941 2,556 2,385 - 4,941 2.18 1,421 3.45 10,221 5,558 4,663 2,999 7,222 3.04 2,907 3.50 Provincia Puerto de Mejillones 1,130 588 542 - 1,130 4.41 323 3.44 Provincia Nor Carangas 5,790 3,052 2,738 - 5,790 1.80 2,139 2.70 DEPARTAMENTO POTOSÍ 709,013 345,550 363,463 239,083 469,930 1.01 180,323 3.88 Provincia Tomas Frías 176,922 85,910 91,012 132,966 43,956 1.99 43,479 4.01 76,254 37,350 38,904 37,108 39,146 -0.18 20,076 3.76 Provincia Caranavi DEPARTAMENTO COCHABAMBA Provincia Cercado Provincia Sebastián Pagador Provincia Rafael Bustillo 127 Provincia Cornelio Saavedra 59,219 28,675 30,544 4,168 55,051 1.17 14,619 4.03 Provincia Chayanta 90,205 44,789 45,416 - 90,205 2.27 23,282 3.84 Provincia Charcas 38,174 19,174 19,000 - 38,174 2.17 9,618 3.94 Provincia Nor Chichas 35,323 16,613 18,710 - 35,323 -0.86 9,208 3.80 Provincia Alonso de Ibáñez 27,755 13,883 13,872 - 27,755 1.79 6,953 3.96 Provincia Sud Chichas 47,873 22,930 24,943 26,245 21,628 -0.96 12,709 3.68 Provincia Nor Lípez 10,460 5,315 5,145 - 10,460 2.47 2,451 4.08 Provincia Sud Lípez 4,905 2,441 2,464 - 4,905 1.79 1,186 4.07 Provincia José María Linares 50,899 24,186 26,713 - 50,899 -0.23 12,911 3.91 Provincia Antonio Quijarro 37,428 18,324 19,104 10,551 26,877 0.01 10,283 3.57 Provincia Bernardino Bilbao 10,623 5,385 5,238 - 10,623 0.60 2,790 3.79 Provincia Daniel Campos 5,067 2,579 2,488 - 5,067 0.97 1,433 3.45 Provincia Modesto Omiste 36,266 17,215 19,051 28,045 8,221 1.44 8,965 4.00 1,640 781 859 - 1,640 2.40 360 4.45 DEPARTAMENTO TARIJA 391,226 195,305 195,921 247,736 143,490 3.18 87,157 4.33 Provincia Cercado 153,457 73,954 79,503 135,783 17,674 3.77 36,126 4.16 Provincia Aniceto Arce 52,570 27,214 25,356 26,059 26,511 1.75 11,170 4.27 Provincia Gran Chaco 116,318 59,350 56,968 80,724 35,594 4.80 25,110 4.46 Provincia Aviles 17,504 8,606 8,898 - 17,504 0.83 4,047 4.30 Provincia Méndez 32,038 15,511 16,527 2,752 29,286 0.76 6,917 4.58 Provincia Burnet O'Connor 19,339 10,670 8,669 2,418 16,921 0.92 3,787 4.71 Primera Sección - Entre Ríos 19,339 10,670 8,669 2,418 16,921 0.92 3,787 4.71 1,025,222 1,004,249 1,545,648 483,823 4.29 428,653 4.62 Provincia Enrique Baldivieso DEPARTAMENTO SANTA CRUZ 2,029,471 Provincia Andrés Ibáñez 1,256,801 617,493 639,308 1,175,470 81,331 5.12 277,223 4.45 Provincia Ignacio Warnes 56,979 30,008 26,971 24,447 32,532 3.56 11,198 4.94 Provincia José Miguel de Velasco 56,702 29,325 27,377 25,942 30,760 3.01 9,702 5.68 Provincia Ichilo 70,444 38,177 32,267 31,422 39,022 3.81 14,984 4.50 Provincia Chiquitos 60,359 31,957 28,402 26,256 34,103 3.78 10,956 5.29 Provincia Sara 37,733 20,419 17,314 20,488 17,245 2.62 7,883 4.68 101,733 52,070 49,663 34,367 67,366 1.49 18,828 5.23 Provincia Vallegrande 27,429 14,264 13,165 7,801 19,628 0.27 7,007 3.83 Provincia Florida 27,447 14,675 12,772 9,431 18,016 2.03 6,859 3.93 142,786 73,872 68,914 108,834 33,952 3.36 27,092 4.99 Provincia Ñuflo de Chávez 93,392 50,991 42,401 27,026 66,366 4.60 17,360 5.19 Provincia Ángel Sandoval 13,073 6,910 6,163 5,370 7,703 2.17 2,334 5.38 Provincia Manuel María Caballero 20,010 10,628 9,382 6,486 13,524 2.37 4,782 4.03 Provincia Germán Busch 33,006 17,428 15,578 26,800 6,206 2.82 6,562 4.76 Provincia Guarayos 31,577 17,005 14,572 15,508 16,069 4.46 5,883 5.26 362,521 188,898 173,623 249,152 113,369 2.94 65,481 5.36 82,653 41,784 40,869 75,540 7,113 2.91 16,145 4.91 116,421 59,748 56,673 97,606 18,815 3.44 21,373 5.29 Provincia José Ballivián 68,174 36,137 32,037 38,067 30,107 3.92 12,423 5.32 Provincia Yacuma 29,048 15,353 13,695 12,877 16,171 1.59 4,570 6.24 Provincia Moxos 20,496 10,996 9,500 8,893 11,603 1.64 3,227 6.09 Provincia Marbán 14,454 8,054 6,400 - 14,454 2.05 2,645 5.32 Provincia Mamoré 12,397 6,675 5,722 7,351 5,046 2.26 2,027 5.85 Provincia Iténez 18,878 10,151 8,727 8,818 10,060 1.59 3,071 5.96 DEPARTAMENTO PANDO 52,525 28,940 23,585 20,820 31,705 3.48 10,527 4.69 Provincia Nicolás Suárez 29,536 15,917 13,619 20,820 8,716 5.09 6,543 4.23 Provincia Manuripi 8,230 4,647 3,583 - 8,230 1.21 1,523 5.07 Provincia Madre de Dios 9,521 5,212 4,309 - 9,521 1.75 1,576 5.84 Provincia Abuná 2,996 1,790 1,206 - 2,996 1.32 440 6.10 Provincia Federico Román 2,242 1,374 868 - 2,242 4.23 445 4.73 Provincia Cordillera Provincia Obispo Santistevan DEPARTAMENTO BENI Provincia Cercado Provincia Vaca Díez FUENTE: Instituto Nacional de Estadística 128 BOLIVIA: AUTOIDENTIFICACIÓN CON PUEBLOS ORIGINARIOS O INDÍGENAS DE LA POBLACIÓN DE 15 AÑOS O MÁS DE EDAD SEGUN SEXO, ÁREA GEOGRAFICA Y GRUPO DE EDAD, CENSO 2001 ÁREA, SEXO Y GRUPO DE EDAD POBLACIÓN DE 15 AÑOS O MÁS QUECHUA AYMARA GUARANÍ CHIQUITANO MOJEÑO OTRO NATIVO NINGUNO BOLIVIA 5,064,992 1,555,641 1,277,881 78,359 112,216 43,303 75,237 1,922,355 ÁREA Urbana 3,268,660 790,436 761,712 43,008 76,806 32,675 41,792 1,522,231 Rural 1,796,332 765,205 516,169 35,351 35,410 10,628 33,445 400,124 317,460 GRUPO DE EDAD Adolescentes (15 – 18) 709,817 195,561 155,167 9,584 16,012 5,603 10,430 Jóvenes (19 - 25) 1,080,838 307,293 257,029 17,033 25,603 9,399 15,791 448,690 Adultos (26 - 44) 1,872,328 571,685 481,447 31,278 44,268 17,478 29,394 696,778 Adultos (45 - 64) 989,905 331,351 267,274 15,352 19,629 8,234 14,459 333,606 Adultos mayores (65 o más) 412,104 149,751 116,964 5,112 6,704 2,589 5,163 125,821 2,477,061 749,672 633,757 40,854 59,218 23,399 40,712 929,449 1,549,883 368,179 370,702 21,821 38,819 16,935 21,838 711,589 927,178 381,493 263,055 19,033 20,399 6,464 18,874 217,860 160,319 HOMBRES ÁREA Urbana Rural GRUPO DE EDAD Adolescentes (15 – 18) 357,963 97,583 78,256 4,832 8,381 3,047 5,545 Jóvenes (19 - 25) 529,729 149,297 126,195 8,752 13,370 5,023 8,349 218,743 Adultos (26 - 44) 913,523 277,744 238,322 16,513 23,555 9,479 16,053 331,857 Adultos (45 - 64) 490,103 161,089 135,573 8,409 10,572 4,525 8,096 161,839 Adultos mayores (65 o más) 185,743 63,959 55,411 2,348 3,340 1,325 2,669 56,691 2,587,931 805969 644124 37,505 52,998 19,904 34,525 992,906 1,718,777 422,257 391,010 21,187 37,987 15,740 19,954 810,642 869,154 383,712 253,114 16,318 15,011 4,164 14,571 182,264 MUJERES ÁREA Urbana Rural GRUPO DE EDAD Adolescentes (15 – 18) 351,854 97,978 76,911 4,752 7,631 2,556 4,885 157,141 Jóvenes (19 - 25) 551,109 157,996 130,834 8,281 12,233 4,376 7,442 229,947 Adultos (26 - 44) 958,805 293,941 243,125 14,765 20,713 7,999 13,341 364,921 Adultos (45 - 64) 499,802 170,262 131,701 6,943 9,057 3,709 6,363 171,767 Adultos mayores (65 o más) 226,361 85,792 61,553 2,764 3,364 1,264 2,494 69,130 Fuente: INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA Disponible en: <http://www.ine.gov.bo/indice/indice.aspx?d1=0301&d2=6> Acceso en 01 de junio 2010.